En el Estrella Roja el adjetivo «pequeño» no quiere decir precisamente insignificante. Una buena prueba es su estadio, oficialmente denominado Rajkio Mitic, pero al que tanto en Serbia como en todo el planeta fútbol se le conoce mucho mejor como Pequeño Maracaná. Aunque actualmente su aforo es de alrededor de 50.000 espectadores, en el pasado, cuando aún se admitían localidades de pie, llegó a albergar 110.000. Una cifra que, claro, quedaba empequeñecida con los 200.000 que pudieron llegar a darse cita entonces en el mítico estadio brasileño del que toma su nombre.
Allí, en el estadio que este miércoles recibirá a un Barça castigado por la UEFA a prescindir de la compañía de su público por la sonrojante pancarta mostrada en el Luis II, hay un jugador que acapara todas las miradas y al que llaman pequeño Messi: Andrija Maksimovic.
A sus 17 años, este futbolista se ha convertido en el debutante más joven con la selección de Serbia en toda su historia, tras estrenarse a su vez en la élite tan solo un año antes. Su debut como internacional absoluto fue el 12 de octubre, ante Suiza, en la Nations League, y, posteriormente, también tuvo algunos minutos en el duelo con la Roja que se disputó tres días después en Córdoba.
Detalles de genio
Por el momento, sus registros goleadores andan algo lejos de los que dejó la estrella argentina en su paso por el club azulgrana, pero en el Estrella Roja están tremendamente ilusionados con él. No en vano, es capaz de dejar detalles de calidad. Como, por ejemplo, el libre directo, muy esquinado en el lado derecho del ataque del conjunto de Belgrado, al que supo darle una parábola envenenada y que acabó abriendo el marcador en su último encuentro en la Liga serbia, en casa frente al Vojvodina. Un encuentro que se saldaría con victoria de los locales por 3-0.
Por supuesto, ya hay varios grandes clubes europeos que lo tienen en su punto de mira. Como, por ejemplo, la Juventus, el Borussia Dortmund o el Liverpool. No obstante, su irrupción en el equipo aún no ha tenido efectos positivos en una Champions en la que el Estrella Roja cuenta los tres partidos disputados hasta el momento por derrotas. Y, a pesar de que la visita del Barça ha sido acogida también con una ilusión tremenda por parte de sus seguidores, la historia no invita al optimismo.
Es cierto que la última vez en que los azulgrana jugaron en el Pequeño Maracaná, en octubre de 1996, el partido se saldó con 1-1, pero la amenaza que representan ahora tanto Hansi Flick como Robert Lewandowski hay que tenerla muy presente. Más, incluso, que la sutil parábola con la que Maradona puso en pie a ese estadio hace ya 42 años. En la campaña 2019-20, con el alemán en el banquillo del Bayern y el polaco como estilete de los bávaros, el actual máximo anotador de Primera División fue capaz de marcar todo un póquer de goles en Belgrado. Una hazaña que, visto su estado de forma y pese al bajón del derbi, no sería para nada extraño que aspire a reeditar este miércoles.
Velocidad endiablada con el balón pegado al pie y metros por delante para pensar dónde colocará la pelota sin alzar la cabeza. Huele donde están los centrales, a los que ni siquiera reta porque los tumba con controles precisos, y sabe cuál el resquicio de la portería a donde no llegan las manos del guardameta. Raphinha sólo necesita campo para activar su velocidad y soltar zurdazos imparables que lo están convirtiendo en un arma letal que el Barça ni imaginaba que tenía en el bolsillo. Es todo eso y mucho más.[Narración y estadísticas]
Como si el brazalete de capitán y los rumores le hubieran inyectado superpoderes, el brasileño vive una madurez espléndida. Nadie se atreve a pensar qué hubiera sido del arranque de proyecto de Hansi Flick sin este futbolista que infunde temor y suma 100 partidos y ya nueve goles. Un minuto tardó en romper en añicos los planes del Bayern en Montjuïc.
Fermín, en el círculo central, vio cómo se hacía un hueco a la espalda de Kimmich calculando fríamente para no caer en fuera de juego y lo lanzó a la carrera contra Neuer. Imposible que saliera perdedor del mano a mano y su gol puso al Barça el partido más cómodo al tiempo que los alemanes se enrabietaban. Nunca les habían marcado tan rápido en Champions.
Cuando el Bayern arrancó a sudar, arrebataron la pelota y el mando a los culés para convertir el duelo en un toma y daca que duró lo justo. La salida de Iñaki Peña ante Harry Kane evitó el primer susto, pero sintieron que el plan de buscar la espalda de la defensa azulgrana sólo tenían que engrasarlo un poco más. Lo hizo Müller con un centro que el delantero inglés convirtió en un gol sin validez por fuera de juego milimétrico. Habían detectado que el Barça jugaba al límite y se les podía castigar si les empujaban. Sin embargo, este Barça no tiembla ni se despista del objetivo.
Reparte y encaja con la misma naturalidad. Seduce y se faja sin sentirse incómodo. Por eso tampoco se arrugaron cuando, esta vez sí, de una banda a otra agitaron a la defensa para que Gnabry le pusiera el centro perfecto a Kane al segundo palo. El partido empezaba de nuevo a los 20 minutos. Lo cierto es que se reposó, y eso ayudó a que el balón, que había pasado poco por los pies azulgrana, empezaran a tenerlo Lamine Yamal o Fermín, que se volvió indetectable para los alemanes en la medular y eso siempre significa problemas. Si algo tienen estos dos futbolistas es descaro.
Lo mostró Lamine intentando forzar el error de Neuer casi en la línea de gol y lo logró el andaluz para delirio de Montjuïc. Dejó que Kim le ganara un salto en el que, con un ligero contacto, lo desequilibró y el balón le quedó franco para, ante la salida del meta germano, picársela a Lewandowski que aparecía en carrera. No falló el polaco a puerta vacía. No lo celebró, pero sí todo un estadio que, por fin, veía a su equipo en su salsa en la Liga y en la Champions League.
Nadie parece tener lastre desde que Flick llegó al banquillo. Ni siquiera pesó aquel doloroso 2-8 cuando el alemán estaba en el banquillo bávaro. Es más, se atreven a todo. Eso hizo Casadó con un larguísimo pase en diagonal que Raphinha pinchó para retar a Guerreiro, plantarse en el área y, ante las narices de Upamecano, cruzársela a Neuer. Doblete de un jugador que cumplía 100 partidos y juega tan libre como en el patio de su casa. Al descanso, el Barça parecía haberse sacudido el peso de la historia ante su mayor ogro europeo. Sólo fue el principio.
Quería el Bayern revolverse y acabó más hundido, vapuleado por un equipo desconocido en Europa y con una efectividad letal. Por si no había tenido bastante, lo comprobó cuando Lamine buscó en largo al héroe Raphinha. Precisión absoluta en el control para deshacerse, otra vez, de Upamecano y Kim con un gesto y soltar su veneno para enviar otra vez a Neuer a buscar la pelota al fondo de la red.
No encontró Vincent Kompany la forma de hacer reaccionar a sus hombres ni cambiando todo su frente de ataque con la artillería de Musiala, Sané y Goretzka. Podía frenar el vendaval, pero ya era inevitable salir empapado. El Barça, coreado por una grada entregada a los olés y agradecida por el espectáculo, se acerca al objetivo en Champions y encara el Clásico en el Bernabéu con la confianza por las nubes.
Casi simultáneamente al primer gol de Robert Lewandowski ante el Young Boys llegó el tanto de Gündogan en Bratislava. El Manchester City instaló el campamento cerca del área del Slovan y apenas se movió de allí. Circulaba bien la pelota con el alemán al mando de las operaciones y Doku percutiendo por la banda derecha. Al cuarto de hora los de Pep Guardiola ya ganaban por 0-2, gracias al tanto de Phil Foden. Pudieron ser tres antes del descanso si el palo no se hubiera entrometido en un fino disparo de Doku.
Después del empate en casa ante el Inter de Milan y tras las dudas generadas por la igualada frente al Newcastle, el equipo británico necesitaba demostrar que puede ofrecer garantías tras perder a Rodri para el resto del curso. Refrendó su autoridad con un nuevo tanto de Haaland y otro del debutante McAtee, tras una entrega mimosa de Foden: 0-4. También rotó el campeón de la Premier: Ederson, Ruben Dias, Bernardo Silva y Walker empezaron desde el banquillo. Sólo Dias y Walker tuvieron algunos minutos.
Derrota del PSG ante el Arsenal
El Paris Saint Germain pasó más que un mal rato en su visita al Arsenal. Havertz adelantó a los gunners con un cabezazo que dejó bajo sospecha a Donnarumma. Aún con el runrún de la ausencia de Dembélé por motivos disciplinarios, el equipo francés, que pudo empatar con un remate de Nuno Mendes rechazado por el poste, vio cómo una falta botada por Saka desde la derecha se deslizaba por un bosque de piernas hasta convertirse en el segundo tanto local.
En el minuto 63 entró Mikel Merino, en su debut con la camiseta del Arsenal. Casi de inmediato Joao Neves se topó con el travesaño. Los de Arteta habían dado un paso atrás y lograron administrar su ventaja. Al Borussia Dortmund se le cayeron los goles ante la debilidad de un Celtic que se fue al descanso con un 5-1 y acabó recibiendo siete. Adeyemi hizo tres. El Bayer Leverkusen de Xabi Alonso derrotó por 1-0 al Milan (Boniface, minuto 51), que sale de la segunda jornada sin un solo punto.
Era el mejor partido de esta primera jornada de la nueva Liga de Campeones. Nada menos que la final del curso 2022/23, ganada por el Manchester City con un gol de Rodri. El equipo de Pep Guardiola ha iniciado la Premier League con la autoridad acostumbrada y Haaland particularmente certero: nueve goles en cuatro partidos. El Inter asumió el papel en el que suele sentirse más cómodo, el mismo de la final de hace dos temporadas, en la que complicó mucho la vida a los británicos. Inzaghi se guardó a Lautaro Martínez de entrada, decisión sorprendente.
Tardaron 18 minutos los locales en rematar a portería. Lo hizo Haaland de cabeza tras un centro de Savinho. El extremo brasileño cuenta con la confianza de su entrenador, en el salto cualitativo tras el destacado aprendizaje en el Girona. Tocaba y tocaba el City, a la espera de encontrar alguna fisura en un Inter contemplativo, bien armado atrás. En el banquillo de casa estaban, entre otros, Walker, Doku, Foden y Gündogan, una muestra del calado de la plantilla.
Alternativas
Guardiola echó mano de los dos últimos tras el descanso, en lugar de Savinho y De Bruyne, que se fue con molestias. Buscaba alternativas ofensivas en un equipo demasiado plano, con dificultades para penetrar entre la aplicada defensa italiana. Este tipo de partido son un lugar común para el Manchester City, la mayoría de cuyos rivales fían sus opciones a que el tiempo transcurra sin que sucedan demasiadas cosas.
Ingresó Lautaro en el minuto 64 como relevo de Thuram. Sin modificar un ápice la partitura, Inzaghi intercambiaba piezas arriba a la espera de aprovechar cualquier eventualidad al contragolpe. Foden disparó al cuerpo de Sommer tras una precisa secuencia de pases a la que se sumó Gündogan. Poco después remató Guardiol, también neutralizado por el guardameta.
Entró Doku a falta de diez minutos en lugar de un Bernardo Silva en tonos ocres. Desconectado Haaland, el City, que suma 47 partidos sin perder en Champions en su estadio, trataba de afilarse con el extremo belga, que tampoco pudo procurarle opciones de remate. Tuvo una Gündogan, en un cabezazo que fue la última noticia seria de su equipo en el área rival.
Del resto de los partidos de la jornada de este miércoles, destaca la goleada del Celtic, 5-1 al Slovan de Bratislava, y la concluyente victoria del Borussia Dortmund en Brujas, 0-3.
Hansi Flick se convertirá este sábado en el último técnico extranjero que se estrena en el fútbol español. Lo hará desde el banquillo de un Barcelona que en los últimos años ha sido una montaña rusa de emociones. Y, también, un potro de tortura. Dos leyendas de la entidad azulgrana, Ronald Koeman y Xavi Hernández, acabaron triturados por la exigencia de un puesto para el que no se tiene memoria. Ni paciencia. El primero, dejó la entidad por la puerta de atrás tras ganar una Copa del Rey. El segundo fue despedido tras sumar una Liga y una Supercopa de España y poco después de ser ratificado en su cargo.
El banquillo azulgrana supone un desgaste tremendo. Incluso a nivel físico. Basta con ver fotografías de Pep Guardiola, Luis Enrique o Ernesto Valverde, al inicio y al final de sus respectivas etapas, para comprobarlo de manera tremendamente esclarecedora. Para esta entidad que el primer equipo cierre una temporada en blanco es imperdonable. A sus seguidores no les importa lo más mínimo que la caja del club esté atravesando por un largo proceso de recuperación. Algo que condiciona las operaciones que pueden llevarse a cabo para conseguir los refuerzos adecuados para pelear por todo. Por lo pronto, el club ha cerrado este verano, hasta ahora, únicamente dos llegadas: Pau Víctor y Dani Olmo. Y, al menos hasta ayer, ninguno de los dos estaba convenientemente inscrito para jugar el sábado ante el Valencia en el estadio de Mestalla.
Cambios en el estilo
Las lesiones de Pedri o Frenkie de Jong, la Eurocopa y los Juegos Olímpicos han provocado que Flick se viera obligado a afrontar los primeros amistosos sin muchos jugadores clave. Y, cuando por fin pudo contar con algunos de ellos, sobre todo con uno que ha tomado tanta trascendencia como Lamine Yamal, llegó la derrota más dura y clara. Con el 0-3 encajado ante el Mónaco, el alemán escuchó los primeros pitos de una grada que va a ser muy exigente. Desde el primer minuto. Los seguidores barcelonistas quieren victorias y buen juego, y les trae sin cuidado que el libro de estilo del ex entrenador del Bayern (bajo su dirección derrotó 2-8 al Barcelona en la Champions de 2020) y de la selección germana (estuvo desde 2021 a 2023) tenga en principio poco que ver con aquello a lo que se han acostumbrado en las últimas décadas.
La preparación física es vital para un entrenador que exige a los suyos que desplieguen una presión asfixiante por todo el terreno de juego. Por eso, las cargas de trabajo están siendo muy fuertes. Ante el Mónaco, los azulgrana parecieron no tener fuelle suficiente durante muchos minutos. Puede que su equipo vaya a ir de menos a más. Pero, aun así, ganar ante el Valencia es vital. Si no, descubrirá muy pronto la peor cara de ser técnico azulgrana.
La marcha de Kylian Mbappé se ha convertido, casi, en un asunto de Estado en Francia. El que será nuevo jugador del Real Madrid renunció a renovar un año más con el Paris Saint Germain y, a raíz de ahí, se desató el malestar no sólo en el campeón de la Liga francesa, sino en la atmósfera mediática y social del país, que ayer asumía de aquella manera la confirmación, el lunes, de la noticia.
Porque, aunque todo el mundo supiera en Francia que iba a dejar el PSG, y que todo el mundo supiera también que se iba al Real Madrid, no ha evitado que, al ser oficial, la noticia haya generado cierto resquemor, una notable decepción, en París. Las idas y venidas, los rumores sobre su marcha, «la omnipresencia de sus noticias ha tendido a exasperar, mientras que su juego falto de explosividad ha alimentado las críticas en Francia», analizaba France Info.
Se sumaba a las críticas uno de los grandes rotativos del país. «En su apogeo, Mbappé no está realmente en su mejor momento», puede leerse en Le Monde, que considera a que ha sido «menos aéreo, menos devastador que hace unos meses».
L'Équipe, más benévolo, dedicaba su portada a un niño Mbappé, vestido con una sudadera del Real Madrid, y titulaba: «¡Hala Mbappé!». Al futbolista «se le abren nuevas perspectivas para soñar más alto», apuntaba el prestigioso diario deportivo.
El papel de la prensa
La prensa francesa recogió el entusiasmo de los medios españoles ante la llegada del futbolista de Bondy (barriada parisina donde creció) a Madrid. Le Figaro hacía un repaso por los titulares de la prensa deportiva, que "ha acogido con júbilo, con alivio", el fichaje del deportista. "Mbappé en el Real: 'Por fin', 'Lo que soñaste'..., la prensa española está en el cielo", titulaban. Destacaban que el resto de la prensa internacional, sin embargo, ha sido más discreta con el fichaje.
Los medios franceses, como para ponerle 'peros' al fichaje, hacen números: lo que va a ganar Mbappé, el número de seguidores que ha ganado en redes sociales (2,5 millones más en unas horas en Instagram) y las reacciones fueron más o menos unánimes: que si era algo cantado, que si Mbpapé cumple un sueño... No sin cierta sorna, algunos se preguntaban cómo encontrará su lugar en el equipo blanco. Como diciendo...
Otros incidíann en que Mbappé, 25 años, tiene cuentas pendientes en su carrera porque "a su edad, "Lionel Messi había ganado ya un balón de oro y la Champions". Mbappé, pues, "va con retraso en sus objetivos personales", decía Le Monde. El futbolista "tendrá que encontrar su lugar en un equipo que no le necesita para brillar".
Declaraciones
No va a contribuir mucho a mejorar estas percepciones lo que hizo ayer el jugador. Mbappé ofreció una rueda de prensa en la que dijo que se siente «liberado y aliviado» tras el anuncio de su fichaje por el Real Madrid. El francés, que criticó al PSG por el trato que tuvo con él, dijo que Luis Enrique, su entrenador en el PSG, y Luis Campos, director deportivo, le salvaron durante la temporada que acaba de terminar. «Sin ellos no habría pisado el terreno de juego», dijo.
Sobre su llegada al Madrid, se recreó: «Es un placer inmenso, un sueño hecho realidad. Estoy muy orgulloso de poder llegar a este club donde siempre soñé estar. Llego con mucha humildad», dijo, antes de volver al PSG, y con la voz bien alta: «Me hablaron violentamente, así que estaba convencido de que no iba a jugar. Me salvaron Luis Enrique y Luis Campos. Sin ellos no habría vuelto a poner un pie en el césped».
Mbappé no está en la lista previa de convocados para los Juegos Olímpicos que se celebran en París del 26 de julio al 11 de agosto. Emmanuel Macron quería que así fuera, pero el pulso lo ha ganado Florentino Pérez, quien no quiere exponer a su nuevo jugador en dos competiciones casi seguidas. Sí jugará la Eurocopa con la selección francesa. Sobre esto, comentó: «Siempre quise brillar con les bleus. He intentado hacerlo lo mejor posible, no tendré más ganas y no tendré menos a partir de ahora porque ya estaba al máximo", cerró
Kylian Mbappé será jugador del Madrid para las próximas cinco temporadas. Con este paso soñado en su carrera, el delantero francés deja atrás unas cifras que demuestran la calidad de un jugador llamado a marcar una época en el vigente campeón de Europa.
Desde que debutó con el Mónaco en la Ligue 1, en diciembre de 2015, Mbappé acumula un total de 191 goles en 246 encuentros disputados en la competición doméstica francesa. Su irrupción fue tan espectacular que en apenas 41 partidos con el conjunto monegasco fue capaz de anotar 16 goles y repartir 12 asistencias.
Su mediático fichaje por el Paris Saint Germain, en el verano de 2017, le llevó directamente al estrellato. En París, la que ha sido su casa hasta el día de hoy, sus números son todavía mayores. En las 7 temporadas que ha permanecido bajo las órdenes del presidente Al-Khelaïfi, Mbappé ha marcado 175 goles en los 205 partidos de Ligue 1 que ha jugado.
Champions
En Europa, Mbappé todavía no ha logrado levantar su deseada Champions, pero sus números en la máxima competición continental pueden catapultar al equipo de Ancelotti directamente a la Decimosexta. En las 8 ediciones de Liga de Campeones que ha disputado, tanto con el Mónaco como con el PSG, el parisino cuenta con 73 partidos disputados, 48 goles y 26 asistencias.
En global, contabilizando todas las competiciones oficiales de clubes y según Transfermarkt, Mbappé ha anotado un total de 283 goles en 368 partidos.
Títulos
A nivel de clubes, el francés ha ganado un total de 7 ligas (6 con el PSG y 1 con el Mónaco), 4 Copas de Francia, 2 Copas de la Liga y 3 Supercopas Francesas.
Selección
Clairefontaine, donde se encuentra concentrado con su selección, siempre ha sido su segunda casa. Es el jugador franquicia del país y con él tocó la gloria en el Mundial de Rusia. Además, ganó la Nations League en 2021, falló el penalti decisivo en los octavos de la pasada Eurocopa ante Suiza y se quedó a las puertas en Qatar. Sus números a los mandos de Didier Deschamps también son claros: 46 goles en 77 partidos.
Cuando quienes han padecido al Madrid en Europa, como Pep Guardiola o Thomas Tuchel, intentan explicar qué ha sucedido, suelen contestar: «That's Real Madrid». Es el Madrid. Lo inexplicable, en su opinión y la de muchos otros, tiene explicación. Vamos a intentarlo en 15 razones que explican 15 Champions.
1. La visión de Bernabéu
El presidente que llegó al Madrid en plena posguerra, en 1943, tomó decisiones destinadas a hacer de un club golpeado du
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Florentino Pérez conquista su particular 'Séptima', palabra que tiene un significado refundacional para el Madrid, pues fue la séptima Copa de Europa, ya conocida como Champions, la que abrió, en 1998, la era moderna del campeonísimo europeo, consolidada posteriormente por el crecimiento deportivo, económico y patrimonial liderado por su presidente. Hasta la 'Séptima', el legado del Madrid era el legado de Santiago Bernabéu y Alfredo Di Stéfano, presidente y jugador que cambiaron la historia del equipo de Chamartín y también la historia del fútbol. Con la levantada en Wembley, Florentino supera en un título a Bernabéu, un personaje con el que tiene similitudes, en especial por la visión universalista del Madrid y el propio fútbol, pero también diferencias, sobre todo en su condición personal y profesional. Bernabéu atrajo al Madrid a los mejores futbolistas del momento, pero jamás permitió que cuestionaran el principio de autoridad del club. Florentino siguió esa senda en su segunda etapa, después de huir de los galácticos a los que había consentido. Con ellos sumó una Champions, la 'Novena', la del gol de Zidane. Cuando regresó y actuó con Raúl, Casillas, Cristiano o Sergio Ramos como Bernabéu había hecho con el propio Di Stéfano, ganó otras seis.
Bernabéu fue presidente entre 1947 y 1978, 35 años en los que rescató a un club muy golpeado durante la Guerra Civil y lo llevó a la cima mundial, al ser uno de los precursores de la creación de la Copa de Europa, cuya primera edición de disputó en 1956. Florentino ha lanzado el desafío de la Superliga, aunque enfrentado al 'establishment' del fútbol. Bernabéu lo impuso desde dentro, con la mediación del periódico 'L'Equipe'. La oposición, de hecho, estaba en su propia casa, ya que el Régimen franquista era contrario a la creación de la competición, al entender que era una forma de tender puentes con las democracias que habían condenado a la dictadura española. Cuando Bernabéu y Raimundo Saporta viajaron a París para poner en marcha el proyecto, no llamaron al Pardo para comunicarlo hasta que estuvieron en el aeropuerto de Barajas.
Para saber más
LA RELACIÓN CON EL RÉGIMEN
Bernabéu, pese a haber combatido en el bando nacional, no era franquista, sino monárquico, partidario de Don Juan, el padre del Rey Emérito. Una visita a la familia real en el exilio, en Lausana, levantó suspicacias en la época. Saporta, el diplomático al lado del «líder moral», como recuerda a Bernabéu Vicente del Bosque, consiguió que las relaciones del Madrid fueran más allá de las cotas que imponía el Régimen, como demostró con un encuentro en Caracas con Josep Tarradellas, al que presentó en una cena a la plantilla como el ex presidente de la Generalitat en el exilio. Los favores del franquismo al Madrid forman parte del relato de sus adversarios, particularmente el Barcelona, más que de la realidad.
Una prueba de ello es la negativa a la petición del presidente del Madrid de recalificar los terrenos del Bernabéu para construir un nuevo estadio, beneficio que sí obtuvieron el Barcelona y el Atlético, entre otros, con los antiguos estadios de Les Corts o el Metropolitano.
EL CRECIMIENTO PATRIMONIAL
El crecimiento patrimonial del Madrid es otra de las similitudes entre Bernabéu y Florentino. Nada más llegar a la presidencia, el primero fue consciente de que era necesario construir un nuevo estadio y abandonar el viejo campo de Chamartín, convencido de que el fútbol sería el nuevo fenómeno de masas de nuestro tiempo. En 1947 era ya una realidad. La llegada de Di Stéfano, en la temporada 1953/54 y la creación de la Copa de Europa, un año más tarde, dieron la razón a su instinto. Las Copas de Europa llegaron sin interrupción, al ganar las cinco primeras ediciones, tiempo en el que Bernabéu seguía una de las máximas de Florentino en su primera etapa: «Hay que cebar la bomba». Tras Di Stéfano, llegaron Kopa, Santamaría y Puskas, de forma sucesiva, del mismo modo que Florentino incorporaría a Figo, Zidane, Ronaldo o Beckham. Los galácticos, sin embargo, sólo ganaron una Champions. Florentino no era, entonces, el hombre de mano dura que sería después.
LAS CIUDADES DEPORTIVAS
Con las cinco primeras Copas de Europa en las vitrinas, Bernabéu decidió poner en marcha otros proyecto: la construcción de la Ciudad Deportiva. Pensaba el presidente en la formación de futbolistas pero también en el valor que esos terrenos, entonces al norte de Madrid, tendrían en el futuro. Acertó. Levantada en 1960, dos años después el Régimen prohibía el fichaje de extranjeros, hecho que suponía un torpedo al modelo universalista de Bernabéu, pero el Madrid ya había empezado a producir jugadores en la 'Fábrica'. La sexta Copa de Europa, en 1966, es uno de sus frutos, ya que el once que ganó al Partizán estaba formado únicamente por españoles. Era el Madrid 'yé-yé', con un puñado de futbolistas formados en su cantera, como Serena, Grosso, De Felipe o Velázquez.
La venta de esos terrenos fue clave en la reconstrucción que inició Florentino a su llegada, en 2000, al tiempo que ponía en marcha una nueva en Valdebebas, una de las mejores instalaciones de Europa. De alguna forma, conseguía en democracia lo que a Bernabéu le negaron bajo la dictadura en el caso del estadio. La condición de prohombre de la economía, como presidente de ACS, una de las constructoras más grandes del mundo, le permitía una valiosa influencia. Es difícil que a su antecesor, Lorenzo Sanz, le hubieran concedido la recalificación.
Florentino también manejó la idea de trasladar el estadio a Valdebebas en su etapa iniciática, pero finalmente ha acabado por llevar al futuro el recinto que construyó el presidente que le da nombre, y el futuro es mucho más que fútbol para tormento de los vecinos.
En la condición profesional y personal radica una de las grandes diferencias entre Bernabéu, que siempre vivió en la austeridad, y Florentino, entre los más ricos de España, aunque no haga ostentación de ello. También en el pasado como futbolista del primero. El presidencialismo tiene muchos estilos, más o menos próximo a la afición, pero la realidad es que el socio del Madrid se siente a gusto con la fórmula, sobre todo si la Champions es su consecuencia.
Se marcha Kroos, como antes lo hicieron Cristiano, Raúl, Casillas, Sergio Ramos, Benzema o tiempo atrás Di Stéfano, aunque ninguno con la paz interior del alemán, y ahí continúan otros, sonrientes mientras juguetean con la pelota en mitad de un templo, como niños bajo el retablo antes de misa, porque convierten cada final en un domingo cualquiera. Han conseguido dominar a la liturgia en lugar de sentirse apocados por su trascendencia. No hay voluntad de Dios, sino únicamente su propia voluntad, porque estamos ante esta religión sin Dios que es el fútbol. Ni el responso imaginario ni la música de la Champions les atenaza, ya que son la Champions en carne y hueso. También en espíritu. La carne es mortal; el espíritu, jamás.
La final de Wembley es la número 18 del Madrid, de las que ha ganado 14, a la espera del desenlace ante el Borussia Dortmund. Lo ha hecho de forma heterodoxa, en épocas diferentes y con modelos distintos, aunque pasara 32 años en blanco. Existe, sin embargo, un paralelismo en la concentración de las seis primeras, levantadas en el margen de 11 años, entre 1955 y 1966, y las cinco del último decenio, que pueden convertirse también en seis en Londres. Los presidencialistas Santiago Bernabéu y Florentino Pérez son los ideólogos de ambos periodos de éxito, pero mientras la primera época tuvo un liderazgo unívoco en el campo en la figura de Di Stéfano, la segunda ha sobrevivido a la marcha de los grandes jugadores para colocar al Madrid por encima de los nombres, como predicaba el argentino.
ANTES DE MBAPPÉ
Son los futbolistas los que se impregnan de su relato, no al revés, un intangible que los hace gigantes. Mbappé llegará en su busca. A su desplante, hace dos años, respondió el Madrid con el título en su ciudad, París. Tras su último fracaso, puede añadir el de Londres. El francés lo tiene todo, fama y dinero, a sus 25 años. Todo menos el Grial sin el que se sentirá incompleto. Por eso llegará a un Madrid sin Kroos, pero renovado y proyectado hacia el futuro, que volverá a citarse en una final.
Desde todos los ángulos, el equipo de Carlo Ancelotti parte como favorito, sea la historia; el recorrido en esta Champions, invicto; el balance goleador en el torneo (26 para los blancos por 17 de los alemanes); la jerarquía de sus jugadores o la experiencia de su técnico 'Mr. Champions' del banquillo, con cuatro títulos.
LA RECONSTRUCCIÓN DEL DORTMUND
El Dortmund es un equipo bien estructurado, motivado y liberado de presión, que ha sabido, asimismo, reconstruirse pese a las últimas salidas de Haaland y Bellingham. Ahora es más coral y ofrece un periodo de reinserción a Jadon Sancho. Hummels es el eslabón con el gran Dortmund de Klopp, puro pop, que mereció ganar la Champions, en 2015, y perdió ante el Bayern. El título que conquistaron en 1997 con una versión de menos brillo llevó a un defensa, Sammer, al Balón de Oro.
Desde el reconocimiento al trabajo de Edin Terzic, la realidad es que los peores adversarios del Madrid son la estadística y los que anidan dentro de sí mismo. A la estadística que habla de ocho Champions consecutivas, desde la 'Séptima', es mejor no mirarla, porque alienta, pero la ley de la probabilidad dice que cuánto más ganas, más amenazante es la llegada de la derrota.
Pese a encontrarnos ante el Madrid más estable y equilibrado tácticamente de los últimos tiempos, el equipo de Ancelotti ha ofrecido algunos tramos de desconexión también en esta Champions, como en los octavos contra el Leipzig, o ha tardado en activarse. En una final y frente a un equipo que saca mucho partido a esos lapsus, como hizo en en la vuelta ante el Atlético o en París, podría deparar dificultades inesperadas. Ancelotti necesita a un equipo sólido y dominador para no jugar el partido que quiera el Dortmund, pero también paciente, porque nadie disputa los desenlaces como el Madrid. Kroos para lo primero; Vinicius para lo segundo.
VINICIUS Y COURTOIS
Goleador en París, hace dos años, Vinicius está en su momento más decisivo, como ha demostrado en esta Champions, en especial frente al Bayern. Es el jugador al que invoca una final, además de sentirse invocado en el camino del Balón de Oro y frente a la llegada de Mbappé. No se llega donde quiere llegar sin ego. Ancelotti lo sabe y lo acepta, y el Madrid también, pero sin olvidar el peso de los 'antidivos' en el camino hacia Wembley, desde Lunin a Nacho o Joselu.
El ucraniano, afectado por una oportuna gripe, cedió ante la ley de la gravedad que es capaz de invertir Courtois. Una vez bajo los palos, no hay clemencia posible. Hace dos años, fue un héroe en París ante las baterías del Liverpool. Entonces dijo el belga que estaba en el lado bueno de la historia, después de haber sufrido al Madrid en Lisboa. No hay lados buenos y malos para quienes se entregan. Es el lado inmortal de la victoria el que ocupa el Madrid, porque gane o pierda en Wembley, volverá.