La antítesis de Mbappé levanta la Champions

La antítesis de Mbappé levanta la Champions

La antítesis de Mbappé gana la Champions. Luis Enrique la representa y ha construido un PSG a su imagen y semejanza. No es un título contra el jugador del Madrid, por caprichoso que sea el destino, pero la realidad es que Mbappé se había convertido en la metáfora de una forma de hacer las cosas que el fútbol suele penalizar. El asturiano ha deconstruido la obra de Al-Khelaifi, aunque fuera contratado por el propio lobbysta qatarí, empezando por su su mascarón de proa, para volver a construir algo distinto, aunque comparta parte de las piezas. Esta Champions no es, pues, únicamente la primera del PSG. Es la victoria del PSG sobre el propio PSG, la de su presente sobre su pasado, la del equipo sobre la individualidad llevada al absurdo.

Luis Enrique es, hoy, uno de los personajes más amados de Francia, que vuelve a tener una Champions después de la ganada por el Olympique de Marsella del turbio Bernard Tapie. Emmanuel Macron le espera en el Elíseo como aguardaba a Mbappé, pero sin el servilismo de entonces. El asturiano ha convertido su irreverente personalidad en un atractivo en un país que ama cualquier representación del contrapoder. Es su nuevo sans-culotte.

El carácter del asturiano no es complejo, es frontal, algo muy positivo en términos futbolísticos si es posible convencer a los futbolistas, convertidos entonces en cruzados de una idea. La prueba es la forma en la que encararon la final ante un Inter colapsado por la voluntad ajena, determinados desde el primer minuto. El equipo que dejó en el camino al Barcelona fue un guiñol en manos de Luis Enrique. La final fue una de las de mayor desequilibrio de la historia.

No estamos, pues, ante un modelo de liderazgo pactista y conciliador, no. El PSG necesitaba un cambio conceptual del mismo modo que en el Barça urgía una evolución en el juego, después del endogámico adocenamiento que sucedió a la marcha de Guardiola. Esas dos cosas, que habrían sido consideradas anatema, hizo Luis Enrique para levantar dos Champions con 10 años de diferencia. La selección necesitaba lo mismo, pero la tragedia personal, los penaltis y la confusión lo impidieron, aunque parte de lo que recogió De la Fuente empezó ya con su trabajo.

Entra el asturiano en el selecto club de los entrenadores que han ganado el título con dos equipos distintos, y lo hace tras la reconstrucción más difícil que puede afrontar cualquier ser humano. La suya es, pues, una Champions llena de lecciones.

La intrahistoria de la ‘revolución Luis Enrique’ en París: “Tenía un plan clarísimo, quería hacer historia”

Actualizado Viernes, 30 mayo 2025 - 22:47

«Nunca pensé que llegaría al fútbol francés». Sincero y directo. Así se presentó Luis Enrique en París en julio de 2023. Si alguien torció el gesto al escucharlo, hoy pensará por qué el PSG no le llamó antes. El asturiano ha conquistado París y ha hecho creer al club, a sus aficionados y a sus propios jugadores que, ahora sí, pueden ganar la primera Champions esta noche en Múnich ante el Inter.

«Desde el primer día la intención era hacer historia y estamos en condición de lograrlo», explicaba hace unos días el técnico, que sí sabe lo que es ganarla porque lo hizo con el Barça de Messi, Suárez y Neymar en 2015 ante la Juventus. Sin embargo, este proyecto es diferente a aquel en Barcelona y al que han impulsado durante una década los dueños del PSG, Qatar Sport Investiment (QSI), con Nasser Al-Khelaifi a la cabeza. Hoy, han aprendido que no se trata de acumular estrellas, sino de construir un equipo.

«Hemos tenido que ir gestionando perfiles de jugadores, que construir. Tenemos futbolistas de mucha calidad, de alto nivel, pero con mentalidad de equipo», confiesa el entrenador, que no duda en lanzar órdagos propios de su arrolladora personalidad, que puede generar tanta afinidad como rechazo: «Estamos preparados para todo».

Casi dos años después de encerrarse durante los primeros meses en la Poissy y sin saber ni una palabra de francés, el PSG refleja lo que buscaba Luis Enrique. «Tenía un plan clarísimo», cuentan quienes le rodean. Ha amoldado un entorno con muchas posibilidades económicas a su idea. Ha conseguido desde lo más sencillo, una grúa elevadora desde donde controlar los entrenamientos desde las alturas sin necesidad de andamio, al fichaje de futbolistas que, sin ser ya megaestrellas, apuntan a ello. Pero al ex seleccionador nacional no le vale sólo ganar, quiere sembrar. «Que se sientan atraídos por cómo jugamos no sólo los aficionados del PSG, sino cualquiera», advierte.

Sin el peso de Mbappé

En ese reconstrucción, el aparejador que se ha convertido en pieza clave es el director deportivo con el que llegó de la mano: Luis Campos. Cogieron las riendas no sólo para llevar al equipo a ganar dos ligas y la Copa de Francia, sino para reestructurar un vestuario que andaba descompensado. El peso de Mbappé lastraba, como reconoció sin tapujos en un documental el propio Luis Enrique: «El hecho de tener un jugador que se movía por dónde él quería, implica que hay situaciones del juego que no controlo. El año que viene las voy a controlar todas. Todas, sin excepción», aseguraba sin medir sus palabras.

La salida del delantero al Real Madrid ha permitido la transición de un grupo en el que ha integrado el fichaje de jugadores convertidos en esenciales en su once y que han arrastrado a los demás a la fe de Lucho. «Nos dijo que sin Kylian meteríamos más goles y creo que no se ha equivocado», reconocía Zaïre-Emery. Han sido 138 en todas las competiciones frente a los 120 de la pasada campaña, cuando Mbappé marcó 44. La estrella goleadora ha sido Dembélé, con 33 goles, despertado en el arranque de 2025, justo cuando lo hizo todo el grupo, porque el inicio de campaña no fue fácil.

El asturiano observa a sus jugadores en el Allianz.

El asturiano observa a sus jugadores en el Allianz.L. BRUNOAP

El equipo se bloqueó en efectividad y marcó uno de los peores datos de Europa, lejos de lo que se esperaba una plantilla como la del PSG. Derrotas en Champions que dolieron como ante el Atlético y el Liverpool, y un trabajo que consistió en «recuperar la confianza generando hábitos de juego».

A eso se sumó el factor generosidad de un grupo que se destapó como solidario. Luis Enrique había buscado en el mercado el talento en jugadores de menos de 25 años con tanta calidad como hambre. El portugués Joao Neves, la perla francesa Douré o el ecuatoriano William Pacho, por el que se arqueó la ceja en las gradas cuando se pagaron 40 millones por su llegada. Sin protagonismos excesivos, ensamblaron, y a ellos se sumó en enero la guinda: el georgiano Kvaratskhelia. En total una inversión de 220 millones pero con mucho crecimiento. «He visto esta temporada todo lo que quería mejorar. Me he maravillado», confesaba Luis Enrique hace unos días, con la mirada ya puesta en la final de esta noche.

La bandera de Xana

Quizá por eso a mitad de enero el asturiano se atrevió a verbalizar un sueño que va incluso un poco más allá de hacer historia en el fútbol francés. «Recuerdo una foto que tengo increíble con mi hija en la final de la Champions en Berlín, después de ganar, clavando una bandera del FC Barcelona al campo. Tengo el deseo de poder hacer lo mismo con el PSG. No estará mi hija, no estará físicamente, pero estará espiritualmente, y eso para mí es muy importante», contó el entrenador sobre Xana, de donde nace parte de su fuerza.

Contará con la ayuda de estos jugadores jóvenes a los que Luis Enrique ha inoculado o estimulado el gen ganador. Estarán sobre el césped cuando arranque el partido en el Allianz Arena y muchos lo harán por primera vez en sus carreras. En una final de Champions sólo tienen experiencia Lucas Hernández y Marquinhos. Los dos en la misma: en Lisboa en 2020. El francés la ganó con el Bayern y el brasileño, único superviviente que sigue en el PSG, la perdió abriendo una herida que no cicatrizado. Han sido semifinales en las que se ha tropezado una temporada tras otra pese a la inversión de más 2.000 millones en fichajes. La Champions es la desea y si Luis Enrique la consigue, conquistará París.

Luis Enrique: "Ser los primeros en ganar la Champions tiene algo de excepcional, y eso es lo que más me motiva"

Luis Enrique: “Ser los primeros en ganar la Champions tiene algo de excepcional, y eso es lo que más me motiva”

Luis Enrique tiene muy claro que su PSG está "preparado" para ganar la primera Champions de su historia. Lo repitió varias veces a lo largo de su discurso en la previa de la final. Preparado para afrontar los desafíos tácticos que les plantee el Inter; preparado para manejar la carga emocional que supone tener a mano el sueño de un club y toda una afición. "Estamos preparados y no tenemos miedo", insistía. Al asturiano los retos no le lastran sino que le dan alas y tiene ante sí uno de los mayores de su carrera, aunque esta sea su segunda final. "Ser los primeros en ganar la Champions tiene algo de excepcional, y eso es lo más me motiva. El mayor reto es hacer historia", aseguró.

Como no ha sido fácil la trayectoria de los parisinos en esta competición, saben lo que es jugar finales. "Nuestro recorrido ha sido difícil y duro, y eso es una ventaja ahora. Yo lo intento vivir con la tranquilidad de tener diez años más de edad y experiencia, porque no he parado de trabajar, y transmitiendo a los jugadores la bonita oportunidad de vivir una final y de hacer historia, pero a la vez lo gestionamos para que no nos supere esa situación", explicó.

El Inter no se lo pondrá fácil. "Va a ser difícil quitarles el balón y, cuando lo pierden, además saben defenderse bien. El Inter tiene patrones de juego claros y añade movilidad, lo que implica atención. Cuando un equipo se repliega bien, hay poco espacio y mucha agresividad. Pero ésa es una de las fases del juego que más conocen mis equipos. Adaptarse y saber jugar la final será clave. Y soy optimisma. Vamos a llevar el partido al terreno donde creo que somos los mejores", advirtió.

De entre sus jugadores, "entre los mejores si no el mejor", dijo Luis Enrique, es Dembélé, que no dudó en considerar un placer estar en la final después de haber cambiado la dinámica del equipo en enero. En su nuevo rol de falso 9, tiene claro que debe "ser astuto y volver locos a los defensas", justo lo que le pide el entrenador. Para él, vital será controlar las emociones. "Hay que jugar con calma, seriedad y una sonrisa, porque el momento es increíble, Pero no les podemos dejar ni un segundo", recordó.

En el control de esas emociones para "hacer feliz al pueblo parisino", para el capitán Marquinhos ha sido esencial el entrenador, que les ha devuelto la felicidad. "He pasado muchos años aquí, pero este equipo se divierte en el día a día, corremos juntos, nos entendemos. Estoy enamorado de lo que hace este equipo". Por eso quiere con ellos ganar esta Champions, la que se le escapó en 2020 en Lisboa. "Tengo una segunda oportunidad y no la puedo dejar pasar. Tenemos que hacer lo que haga falta para llevar el trofeo a París", sentenció.

Inzaghi: "Tenemos determinación, no obsesión"

Si el proyecto de Luis Enrique acaba de arrancar, el de Simone Inzaghi huele a despedida. La sombra del adiós del italiano planea sobre la final y un título con el que quiere poner el broche a su etapa interista. "Merecemos esta final. Hemos mostrado voluntad desde el primer partido. Nos queda una última etapa antes de ganar este trofeo. Este equipo ha ganado muchísimo, también hemos perdido algunos partidos, pero siempre lo dimos todo. Estamos orgullosos de representar al Inter", explicó el técnico escoltado por sus dos capitanes: Lautaro Martínez y Nicoló Barrella.

Tienen los italianos su propio reto mental tras sumar 15 años sin ganar el trofeo. "Tenemos determinación pero no obsesión. Sabemos como se preparan estos partidos. Tenemos campeones del mundo, campeones de Europa y preparar esta final es como hacerlo en el Mundial o la Euro. Va a ser un partido muy igualado", aventuró el entrenador.

"De niño soñaba con jugar partido de Champions. Como jugador no pude, pero gracias a estos jugadores he jugado dos", recordó el preparador que ha tenido estos días que apartar dos recuerdos amargos. El primero, el de la final de Estambul ante el Manchester City que perdieron por un gol de Rodrigo Hernández. El segundo, la "reciente" decepción de ver cómo se le escapó el Scudetto. Ninguno de ellos tiene peso: "No hay obsesión, veo determinación para ganar esta final", advirtió.

Lautaro junto a Frattesi en el entrenamiento.

Lautaro junto a Frattesi en el entrenamiento.AP

El italiano declaró su admiración por Luis Enrique, "un entrenador excepcional que me gusta mucho como persona", pero tiene claro que intentará "no darles el balón". "El rival tiene un equipo de mucha calidad, pero nosotros en posesión estamos entre los tres mejores de Europa. Vamos a tener posesión y circular pelota limpia", advirtió

Eso pasa por Barella, que se medirá a un centro del campo del PSG con mucha calidad, y confía en que "la fuerza del Inter está en el equipo". Enfrente, guardando la portería francesa estará su amigo Donnarumma, con quien ha hablado estos días, "pero solo de la familia y de la selección italiana", puntualizó.

La mayor amenaza para el guardameta será Lautaro Martínez, convencido de que esta final, el "objetivo" que le falta a su carrera se decidirá por "detalles". "Se gana puliéndolos, porque habrá que hacer un partido perfecto. Hay que ser muy conscientes de eso, saber lo que hace bien el PSG y sacarle partido", aseguró el argentino, no quiere pensar en un posible Balón de Oro. "Lo más importante es este premio que hace 15 años que el Inter no gana. Mi pensamiento es hacer felices a los hinchas del Inter", sentenció.

Cruel castigo al Barça de Lamine: el Inter será finalista de la Champions tras un duelo épico

Cruel castigo al Barça de Lamine: el Inter será finalista de la Champions tras un duelo épico

Las noches de hundimiento del Barça tienen un escenario europeo más, Milán, pero en nada se parecerá a cualquier otro naufragio. Esta vez fue un castigo cruel y por momentos injusto para el equipo primaveral y descarado que ha ensamblado Hansi Flick. Se encontraron con el primer gran obstáculo y pelearon con convicción toda la eliminatoria, sin miedo, guiados por un Lamine Yamal en la persecución de un sueño que les arrebató el Inter justo cuando vivían inmersos en un estado de felicidad sostenida. Parecían quedar atrás los breves estallidos que habían alimentado la última década, en la que el Barça no creó memoria y ni recuerdos europeos, a veces por deméritos otras por falta de suerte. Cuando pareció que este equipo, comandando por un juvenil y bajo el gobierno de Pedri, lo tenía todo, los italianos se cobraron primero los errores, después le sobrevivieron y acabaron resistiendo para someter la alegría feroz de esta generación culé en una eliminatoria épica. [Narración y estadísticas (4-3)]

El Barça encontró con la necesidad de masticar un duelo que tardó en saber interpretar, tuvo en su mano y lo vio escapar. No lograba generarle dudas a un rival que echó mano de veteranía, esa misma que hizo de Dimarco buscara intimidar a Lamine a base palitos. Nada que pudiera castigar Marciniak, pero suficiente para desquiciar. Aún así se sostuvo el de Rocafonda para tirar de un Barça que se refugió solo en él para intimidar, sin que eso le permitiera sacar a pasear su don.

En los primeros minutos, ambos equipos buscaron dañarse por los flancos. Si Lamine estaba juguetón, Dumfries anduvo siempre preparado para buscarle las cosquillas a Gerard Martín. Fue la caldera del Giuseppe Meazza la que encendió el partido cuando el Inter encadenó tres saque es de esquina consecutivos e impuso su pizca de locura. Se durmió Olmo en la salida de balón y apareció Dimarco para robar, buscar a Dumfries y que el neerlandés asistiera a Lautaro Martínez para abrir el marcador. El argentino había apurado para llegar al duelo y fue determinante durante muchos minutos.

Cubarsí y el VAR

La ventaja le dibujó al equipo de Inzaghi el escenario que quería. Sin necesidad de arriesgar, entregó el control a los azulgrana, demasiado imprecisos ante Sommer. Ni Ferran ni Lamine, en alianza con un solvente Éric García en funciones de lateral, eligieron bien y Olmo y Raphinha ni aparecían.

Al Inter le bastaba con estirarse a la contra, buscando inquietar en cualquier despeje como la bolea que probó Mkhitaryan o el zurdazo de Çalhanoglu. Se sostenía el Barça en esa mínima desventaja cuando Cubarsí se lanzó a los pies de Lautaro frenando su mano a mano con Szczesny. Se jugó el penalti y el VAR lo cazó. El argentino, a medio gas, había marcado un gol y dejado en bandeja el segundo a Çalhanoglu desde el punto de penalti con la primera parte cumplida. El 2-0 era un mazazo que Flick tendría que buscar enmendarlo en el vestuario.

Aunque solo la habilidad en el fuera de fuego les libró del tercer tanto, al alemán no le hizo falta ni mover el banquillo porque el héroe inesperado lo tenía en el césped. Se activaron Lamine, Pedri y Raphinha, pero fue Gerard Martín el que puso un centro lateral que Eric García enganchó para enviar a la escuadra. Ese gol recordó que no hay desaliento cuando está en juego una final. Tuvo el empate el improvisado lateral en una contra de manual con Gerard y Pedri, pero su disparo lo adivinó Sommer, todo reflejos.

Frattesi festeja el 4-3 del Inter, el martes en el Meazza.

Frattesi festeja el 4-3 del Inter, el martes en el Meazza.AFP

Nada pudo hacer el suizo con otro centro llovido desde la izquierda para el testarazo de Dani Olmo. El Barça había revivido y el Inter temblaba. Tanto que cuando el VAR convirtió en falta al borde del área la entrada de Mkhitaryan a Lamine que Marciniak vio como penalti, todo el estadio resopló de alivio.

La superioridad culé era aplastante y, como no podía ser otro, Lamine tuvo la ocasión de romper el empate con un latigazo desde la frontal del área que salvó la mano de Sommer. Entonces apareció Raphinha. Necesitó probar con la izquierda, que salvara Sommer y recoger el rechazo para ajustar un derechazo a la base del poste para poner rumbo a Munich. Nada parecía poder frenar a este Barça y hasta Lamine estrelló el cuarto en el palo. Sin embargo, el Inter revivió para aguar la fiesta culé. Cuerpeó Dumfries con Gerard y le ganó para poner un centro que Acerbi convirtió en el empate que condenaba a la prórroga.

Con el partido loco, en el tiempo extra los errores se pagaron mucho más caros. El de Araújo dejando escapar a Thuram en el lateral del área para asistir a Frattesi fue determinante. Otra vez el Barça estaba eliminado. Bajo la intensa lluvia de Milán, faltaba el gol de Lamine que, por más que lo buscó de manera incansable, no apareció.

La revolución de Luis Enrique sin Mbappé seduce a París: "Es provocador y soberbio, y eso, unido al éxito, encaja bien con esta ciudad"

La revolución de Luis Enrique sin Mbappé seduce a París: “Es provocador y soberbio, y eso, unido al éxito, encaja bien con esta ciudad”

Luis es nombre de reyes en el país que sublima la república. Los Luises de Francia fueron prácticamente una veintena, incluido Luis Felipe I, de la Casa de Orleans, que reinó durante un breve periodo, conocido como la Monarquía de Julio, antes de abdicar y dar paso, en 1848, a la creación de la Segunda República Francesa. Desde Luis I el Piadoso, los franceses tuvieron de todo: Luis II el Tartamudo, Luis V el Holgazán, Luis VI el Gordo, Luis XI el Prudente o Luis XII del Pueblo hasta el gran Luis XIV o Rey Sol, cuyo reinado, de 72 años, fue el más largo de la historia y marcó un tiempo de esplendor militar, además de reorganizar administrativamente el país y aplacar a la nobleza en favor de la política. También llevó el centralismo y el absolutismo al extremo, con el lujo de Versalles como metáfora. Luis XV, su nieto, fue su némesis, un desastre, y Luis XVI acabó por pagar los desmanes heredados y propios en la guillotina. La restauración trajo a otro Luis, un Borbón, pero la fascinación por la Revolución había cambiado a Francia para siempre. El país de todas las revoluciones, la burguesa, la estudiantil y hasta la sexual, vive otra en el fútbol de la mano de un Luis que no llega de Versalles. Es un sans-culotte del fútbol y la Champions, su Bastilla.

La seducción que produce Luis Enrique en Francia no tiene que ver únicamente con su trabajo en el PSG, a un paso de clasificarse para la finalísima de Múnich, si es capaz de hacer valer su ventaja sobre el Arsenal (0-1)m en la vuelta de las semifinales. Los resultados provocan crítica o reconocimiento, pero con el asturiano existe identificación merced a su personalidad en un país que ama la rebeldía, la irreverencia. Más que un país, una ciudad: París. «Luis Enrique es perfecto, porque es provocador y soberbio, y eso, unido al éxito, encaja bien con la ciudad», dice el filósofo y editor Thibaud Leplat, profesor en el Liceo Internacional de Madrid.

Luis Enrique da instrucciones, junto a Arteta, en Londres.

Luis Enrique da instrucciones, junto a Arteta, en Londres.NEIL HALLEFE

«Existe una fascinación entre la intelectualidad francesa por los personajes irreverentes, provocadores, y Luis Enrique lo es», añade Leplat. Es patente en la literatura, desde Simone de Beauvoir a Michel Houellebecq, pero también en el cine y hasta en el fútbol. Uno de los jugadores más contraculturales y antisistema de la historia fue el francés Éric Cantona, nieto de un exiliado de la Guerra Civil española. Cantonà era la revolución en carne y hueso contra cualquier forma de poder, incluidos los del propio fútbol que adoraba y le encolerizaba.

Cantonà acabó por pasarse al cine, aunque jamás jugó en el PSG, en cuyo origen se implicaron muchos personajes de la farándula, humoristas y actores como Jean-Paul Belmondo, uno de los canallas de la ficción. El entrenador Luis Fernández o David Ginola fueron en el campo fieles a esa condición que encaja con el carácter del español. "Es un club latino, mediterráneo, en el París que buena parte de Francia mira con desdén por el centralismo, porque para todo hay que pasar por la capital. Eso también contribuye a ser un club más odiado y a convertir cada partido en Estrasburgo, Lille, Niza o Marsella en choques con mucha tensión, algo a lo que se adapta bien un carácter frontal como el de Luis Enrique", continúa el profesor de filosofía afincado en España.

«Cualquiera que represente la revolución es, asimismo, adorado, porque la Revolución no es únicamente un periodo de nuestra historia, sino parte de la idiosincrasia de Francia. Hasta Emmanuel Macron título su autobiografía Révolution, aunque realmente su revolución no sea tal. En cambio, Luis Enrique, de alguna forma, ha impuesto la suya en un club sometido al dictado y los caprichos de las grandes estrellas», prosigue Leplat.

Mbappé, en un partido con el Madrid en el Bernabéu.

Mbappé, en un partido con el Madrid en el Bernabéu.BallesterosEFE

El PSG al que llegó era, en realidad, un Versalles de futbolistas siempre adocenados por el lujo, desde Ibrahimovic hasta Messi, y donde sólo existía un Rey Sol: Kylian Mbappé. Cuando se marchó, Luis Enrique dijo que el PSG jugaría mejor sin el actual delantero del Madrid. Una declaración más que provocadora, temeraria. El tiempo ha demostrado que tenía razón. «Se ha producido un efecto liberador con su marcha de París. Liberador para todos, el entrenador, el resto de jugadores, la hinchada y hasta los propietarios qataríes, que ahora están encantados con Luis Enrique, aunque los inicios fueron difíciles», recuerda Leplat.

Broncas a Mbappé, Dembélé o Asensio

El asturiano mantuvo su dialéctica habitual con los periodistas, una frontalidad que, unida a la irregularidad inicial del equipo, generó muchas críticas en su contra. A pesar de alcanzar las semifinales de la Champions, la temporada pasada, la forma de caer ante el Borussia Dortmund aumentó la sensación de impotencia en un momento de depresión por la pérdida de Mbappé, que meses atrás había comunicado al club su decisión. El documental No tenéis ni puta idea, sobre la figura del asturiano y su método de trabajo, realizado el pasado año por Movistar, no tenía inicialmente compradores en Francia, al contrario que en otros países. Esas voces críticas volvieron a arreciar ante las dificultades en la fase previa de esta edición de la Champions, pero a partir de noviembre, con el despegue del equipo, todo cambió y el documental, finalmente estrenado, arrasó.

«Michael Jordan cogía de los huevos a sus compañeros y se ponía a defender como un hijo de puta. Te vas a pegar todo el partido presionando a Cubarsí, a Ter Stegen y volviendo rápido... Para ser un líder», dice Luis Enrique a Mbappé en una escena recogida por el documental. Hiperactuada o no, ha habido muchas broncas más. Mbappé se marchó a un lugar donde presionar no es una obligación, no por ahora, y también lo hizo Asensio, pese a pedir al asturiano discutir el problema en grupo. De eso nada.

Ni siquiera Dembélé, al que llamó personalmente para que dejara el Barcelona y fichara por el PSG, se libró de sus medidas disciplinarias por no respetar normas que el técnico considera claves para el crecimiento del equipo. Dembélé fue una petición expresa que Luis Enrique hizo a NasserAl-Khelaifi al llegar al club, la temporada pasada. Un futbolista de una verticalidad tan mortal como incomprensible, algo que conecta con el pasado como jugador del asturiano, delantero en el Sporting, lateral en el Madrid y prácticamente extremo en el Barcelona, pero siempre en vertical.

Dembélé celebra su gol en Londres.

Dembélé celebra su gol en Londres.NEIL HALLEFE

La salida de Mbappé tras las de Neymar o Messi, convertía al ex azulgrana en la gran referencia. Por ello, su caída de la convocatoria antes de jugar en el Emirates, durante la primera fase de esta Champions, desató una crisis. «Lo volvería a hacer», dijo Luis Enrique, pese a caer (2-0). «Ousmane no tiene un problema conmigo, es un problema de sus obligaciones con el equipo», añadió. El delantero acudió a pedir disculpas al técnico. Meses después, en el mismo escenario, el titularísimo Dembélé cobraba la valiosa ventaja de la semifinal.

El técnico ha conseguido optimizar las cualidades de Dembélé, al que suele llevar al centro para dejar las bandas a Barcola o Doué, el gran talento que viene. El crecimiento individual de todos los jugadores ha sido enorme, y la prueba está en el mediocentro Vitinha o hasta en la renovada confianza del gigante Donnarumma. Hay equipo y hay juego, "el mejor de la historia del PSG", según concluye en Francia, claro, pero lo que verdaderamente hay es un liderazgo desconocido, que asombra e inquieta a los dueños qataríes, y enamora a los parisinos. C'est la révolution.

Las técnicas de meditación que han llevado a Szczesny a ser una estrella en el Barça: "Papá, ¿por qué está durmiendo?"

Las técnicas de meditación que han llevado a Szczesny a ser una estrella en el Barça: “Papá, ¿por qué está durmiendo?”

Actualizado Lunes, 14 abril 2025 - 21:06

Wojciech Szczesny salta al terreno de juego para empezar a ejercitarse justo antes de que empiecen los partidos con una tranquilidad pasmosa. Casi como si estuviera aún en el campo de golf en el que recibió la llamada del Barça para incorporarse como recambio del lesionado Marc-André ter Stegen. A base de no inmutarse ni cuando sus compañeros marcan un gol decisivo ni cuando le toca abandonar el césped tras ver tarjeta roja, como le ocurrió ante el Real Madrid en la Supercopa, transmite una tranquilidad contagiosa. Y además, se ha ganado con su personalidad, a veces un tanto socarrona, a unos compañeros que son bastante más jóvenes. Tiene 34 años.

«No lo sabía. ¿Tenéis un ramo de flores para mí?», llegó a espetar este lunes en plena rueda de prensa cuando le comentaron que el 14 de abril es el día del portero, fecha establecida tomando como homenaje el día de nacimiento del colombiano Miguel Calero, estrella del Pachuca y fallecido algo más de un año después de colgar los guantes.

Eso sí, tan pronto bromea como se pone serio. Sobre todo, a la hora de hablar de un factor tan importante para él como es la meditación. «No tengo tiempo para explicar toda mi rutina, es bastante larga, pero empecé hace tiempo, cuando me mudé a Italia. Me ayudaba a centrarme en el fútbol y me ayuda mucho en el día a día, con mi familia y con mis hijos. Se lo recomiendo a todos los jugadores, porque da una perspectiva mejor y creo que los profesionales pueden mejorar sus habilidades con ella. Saber gestionar la presión es algo muy bueno», apuntó.

«No necesito silencio»

Según aseguró en declaraciones a los medios oficiales del Barça, ni siquiera necesita aislarse del ruido. «No necesito silencio para meditar. Lo hago, a veces, en el autobús, camino del partido. Muchos no saben lo que estoy haciendo y seguramente piensan '¿qué está pasando?' No he visto a nadie hacerlo conmigo, pero creo que es muy útil», aseguró. E, incluso, desveló una anécdota al respecto. «Me siento cómodo haciéndolo delante de todo el mundo. Y una vez tuve una situación divertida con Ter Stegen. Marc me contó que su hijo había entrado en el vestuario antes del partido, vio que todo el mundo estaba haciendo lo suyo mientras yo meditaba y le preguntó: 'Papá, ¿por qué duerme Szczesny?'», agregó.

El alemán, que sufrió una grave lesión de rodilla a finales del pasado mes de septiembre, ya ha empezado a trabajar prácticamente a ritmo de competición. Para jugar en la Champions y emular lo que hizo Thibaut Courtois el año pasado, con todo, el polaco debería quedarse sin ficha en Europa. «Si Marc está de vuelta y en forma y los técnicos deciden que vuelva a la portería, estaré de acuerdo con ello. Dicho esto, quiero jugar esta competición, por supuesto. Espero que si la decisión es en la otra dirección, Marc lo entienda también. Tenemos una gran relación, pase lo que pase es decisión de Flick y la respetaremos», apuntó Szczesny al respecto.

«Ahora, solo está centrado en los entrenamientos. Cuando esté disponible, la decisión es del técnico, no nuestra. Ambos lo entendemos, no es incómodo ni hay tensión entre nosotros. Pase lo que pase, lo aceptaremos y lo respetaremos. Los dos queremos lo mejor para el equipo», recalcó, sin olvidarse tampoco antes de elogiar a su compañero y a la vez rival. «Compararnos no tiene sentido. Está volviendo de una lesión muy grave, pero, cuando esté recuperado, no creo que haya muchos porteros que puedan competir con su nivel», sentenció.

Szczesny, durante la rueda de prensa del lunes en Dortmund.

Szczesny, durante la rueda de prensa del lunes en Dortmund.AFP

Su gran objetivo, cómo no, es ganar la Champions. Un título que se le resistió en su paso por el Arsenal, la Roma o la Juventus. «Lo que más me gusta del fútbol es ganar, quiero ganar trofeos grandes y cada vez estoy más cerca de ganar esta competición, así que voy a intentar aprovechar la oportunidad y lograr algo realmente especial tanto para el club como para nosotros», aseveró el polaco.

Flick, por ahora, evita decir si seguirá o no siendo su número uno hasta el final del curso, pero insistió que todo en Europa pasa por apear definitivamente al Borussia Dortmund. «Quiero que mi equipo muestre lo bueno que es y que disfrute de jugar contra uno de los más importantes de toda Europa. Queremos hacer un buen partido, el 4-0 de Barcelona fue genial y queremos mantener el nivel», zanjó. Como Szczesny.

Cara y cruz de Rodrygo: talismán del Madrid en la Champions y tres meses de sequía en la Liga

Cara y cruz de Rodrygo: talismán del Madrid en la Champions y tres meses de sequía en la Liga

El ritual ya está preparado para una nueva noche mágica. El pantalón de la suerte, la camiseta de las remontadas, la espinillera tatuada, la bota firmada... Todo es poco para reclamar los augurios más favorables. El gran talismán del Santiago Bernabéu en los desafíos extremos de la Champions es Rodrygo Goes, a quien el miércoles esperan para culminar otra hazaña asombrosa frente al Arsenal.

El brasileño siempre aparece en el lujoso escenario continental. Inolvidable su doblete ante el Manchester City en las semifinales de locura del curso 2021-22 y su puntería en los cuartos (ida y vuelta) de la pasada edición. Guardiola siempre ha destacado el talento del internacional brasileño. En el Real Madrid, equipo al que llegó en verano de 2019, ha marcado 70 goles, 25 de ellos (35%), en la Champions. «El Rodrygo de verdad es el que veis en Champions. Todo me sale bien en esta competición», declaró tras recoger su premio MVP en el primer partido de los octavos de final contra el Atlético de Madrid.

En esta temporada, el polivalente delantero suma cinco tantos en los 11 partidos disputados en la máxima competición continental: dos ante el Salzburgo, otros dos contra el Brest y uno contra el Atlético, pero acumula dos encuentros consecutivos sin marcar, en los estadios de Metropolitano y Anfield. El miércoles, en la caldera de Chamartín, se sentirá más arropado y con una motivación extra en su torneo fetiche. Últimos ensayos para la liturgia embriagadora.

Desplazado del foco

Carlo Ancelotti confía en que el 11 recupere su efectividad goleadora y termine con sus discretos resultado desde comienzos del presente año, sobre todo en los compromisos de Liga, en los que presenta seis tantos (frente a Mallorca, Espanyol, Alavés, Rayo Vallecano, Sevilla y Las Palmas), pero no marca desde hace tres meses, 11 partidos sin celebración, la última diana la consiguió el 19 de enero, en el 4-1 contra el equipo insular, con un lanzamiento con la pierna derecha. Sin su acierto goleador en esta nefasta racha, el Real Madrid ha perdido tres partidos, empatado dos y ganado seis. Una sequía alarmante para un jugador que reclama más cariño a prensa y afición. Él se siente desplazado del foco que acaparan Mbappé, Vinicius y Bellingham.

En esta temporada ha participado en 46 partidos, en los que ha anotado 13 goles, a los 11 rubricados en la Champions y en la Liga hay que sumar dos en la Supercopa de España.

Rodrygo es uno de los habituales en las rotaciones de Ancelotti, su relevo natural es Brahim. El pasado domingo fue titular en la victoria contra el Alavés y fue reemplazado por Bellingham en el minuto 63, dosificación de fuerzas para preparar el hechizo de otra noche formidable. El Madrid le necesita.

11 goles en 10 partidos europeos: el Barcelona espera que Raphinha recupere su brillo ante el Borussia Dortmund

11 goles en 10 partidos europeos: el Barcelona espera que Raphinha recupere su brillo ante el Borussia Dortmund

Actualizado Martes, 8 abril 2025 - 23:23

La luz más brillante suele consumirse antes, dice la sabiduría popular. En el caso de Raphinha, el jugador más en forma del Barcelona en los primeros meses de la temporada, el aforismo lleva unas semanas cumpliéndose. Su garra y su desgaste se mantienen como de costumbre, pero ha perdido brillantez ante la portería contraria. En la Liga, no marca desde el pasado 9 de febrero, ante el Sevilla, a domicilio, en un partido que acabó con triunfo de su equipo por 1-4, mientras que en la Copa del Rey su último tanto se remonta hasta el 15 de enero, en el enfrentamiento a partido único de octavos de final ante el Betis que se saldó con victoria barcelonista por 5-1. Este miércoles vuelve la Champions. Tal vez, en su competición fetiche por antonomasia, esta sequía anotadora llegará a su final de una vez por todas.

En la máxima competición europea Raphinha atesora unos números demoledores. Hasta el momento, ha sido capaz de convertir 11 goles en los diez partidos que ha disputado. Entre ellos, destaca el hat trick conseguido frente al Bayern o los cinco, en total, anotados frente al Benfica entre su duelo en la fase de liguilla en Da Luz (4-5), la ida de los octavos de final (0-1, con los azulgrana con uno menos sobre el césped por la expulsión de Cubarsí) o los dos con los que remató la faena en la vuelta en Montjuïc (3-1).

En la Liga, mientras, el brasileño suma 13 goles en el total de 28 encuentros que ha jugado hasta ahora, teniendo en cuenta, además, que no fue convocado para el duelo disputado frente a Osasuna el pasado 27 de marzo, que ante el Girona, tres días después, no llegó a moverse en ningún momento del banquillo y que fue suplente el sábado ante el Betis. Una serie de movimientos con los que Hansi Flick quiso darle algo de descanso a un jugador caracterizado por su entrega.

La fatiga

En el encuentro ante Osasuna, el técnico alemán esgrimió el cansancio por el viaje desde Sudamérica como el motivo para dejarlo fuera de su lista. También es cierto, además, que el delantero brasileño volvía con el ánimo algo tocado, después de que Argentina pasara factura a sus excesivamente seguras convicciones de triunfo en superclásico sudamericano, infligiéndole un demoledor 4-1 a la canarinha. Flick, pese a haberlo protegido últimamente un poco entre algodones, con la excepción de una vuelta de las semifinales de Copa del Rey a vida o muerte contra el Atlético de Madrid, quiso romper una lanza en favor del brasileño en la rueda de prensa previa al duelo frente al Dortmund.

"Tras el parón por las selecciones, hemos intentado que se recupere. Lo que veo en los entrenamientos es lo mismo que veía antes: está muy activo, despierto, con buena dinámica... Demuestra que está preparado para afrontar este partido", zanjó el entrenador.

La ida de los cuartos de final de la Champions ante el Dortmund es la primera gran oportunidad de Raphinha de volver por sus fueros. Sobre todo, teniendo en cuenta que la vuelta se disputará la semana que viene en el Signal Iduna Park, un escenario que puede ser tremendamente complicado y para el que los azulgrana bien harían en llevarse una buena renta de Montjuïc.

En el centro del campo, mientras, está por ver si Flick mantendrá o no a un Gavi tan fiel a su causa como contundente a la hora de valorar a aquellos que critican su estilo. «Mucha gente se cree que no sé jugar al fútbol y no tiene ni puta idea. Es entendible, cada uno piensa lo que quiere, y está bien», sentenció el sevillano.

Mejor porcentaje goleador que Lamine, Raphinha y Lewandowski: Ferran Torres, a seguir la racha ante Osasuna

Mejor porcentaje goleador que Lamine, Raphinha y Lewandowski: Ferran Torres, a seguir la racha ante Osasuna

Actualizado Miércoles, 26 marzo 2025 - 23:12

Ferran Torres tiene otra gran oportunidad para reivindicarse este jueves frente a Osasuna. El valenciano, a quien Hansi Flick suele recurrir como revulsivo cuando las cosas no acaban de ir todo lo bien que le gustaría en la faceta ofensiva, ha sabido aprovechar hasta ahora muy bien sus oportunidades y se perfila como el relevo de un Raphinha finalmente descartado por el entrenador en el ataque barcelonista.

Con menos minutos en sus botas que Robert Lewandowski, el brasileño y Lamine Yamal, Ferran se ha erigido como cuarto máximo anotador de los azulgrana en lo que llevamos de curso. En total, suma 13 goles en todas las competiciones, los mismos que Yamal, pero está aún a una distancia considerable del ex delantero del Leeds (27 goles) y, sobre todo, del polaco (35 goles), quien parece vivir una segunda juventud como killer.

No obstante, los fríos datos son también demoledores si nos fijamos, precisamente, en los minutos de juego que atesoran unos y otros. En este sentido, Lewandowski, en promedio, marca un gol por cada 89,7 minutos disputados; Raphinha, uno por cada 127,4, y Lamine Yamal, uno por por cada 237,8. Los números de Ferran Torres, en este caso, son mejores que los de los tres delanteros en principio titulares indiscutibles: un gol por cada 86,7 minutos disputados. Sobre el papel, ha jugado únicamente seis duelos menos que el joven crack barcelonista para marcar los mismos tantos, pero, en muchas ocasiones, sus minutos han llegado con cuentagotas. A veces, incluso, se ha visto desplazado hacia el centro del campo azulgrana.

Espectacular 2025

El nuevo año, además, ha sido tremendamente productivo para él. No en vano, ha marcado en 2025 ocho de los 13 tantos que luce en su casillero. Su buena racha arrancó en la Copa del Rey, ante el Betis. Frente a los verdiblancos convirtió únicamente un tanto del contundente 5-1 con el que los azulgrana sellaron su pase a los cuartos de final.

Ante uno de sus ex equipos, el Valencia, fue capaz de marcar un gol en la Liga, en un duelo que terminó con 7-1 en el luminoso y, también, de sellar un hat trick en un cruce en la Copa del Rey que acabó con otra contundente victoria, en este caso por 0-5.

De vuelta a la Liga, el 22 de febrero, frente a Las Palmas, le bastaron únicamente cinco minutos para sentenciar el triunfo de los suyos al convertir el 0-2 en la recta final del partido. Y, justo antes del parón por las selecciones, fue capaz de anotar dos goles más frente al Atlético en el Metropolitano, en un encuentro que se saldó con un incontestable 2-4 para los azulgrana, por mucho que llegaran a verse dos tantos por debajo en el luminoso.

Algunos goles importantes

Curiosamente, su partido más productivo en los primeros meses de la competición llegó ante el que será el rival del Barça en los cuartos de final de la Champions: el Borussia Dortmund. En el Signal Iduna Park, Ferran Torres marcó dos tantos para un equipo que se llevó una victoria por 2-3. El Valladolid, el Mallorca y el Betis, mientras, en duelos en los que el Tiburón fue capaz de marcar un gol en cada uno de ellos, fueron sus otras víctimas en unos primeros compases de la temporada 2024-25 en los que también se vio frenado por una lesión en el bíceps femoral del muslo derecho que le obligó a perderse un total de ocho partidos con el equipo azulgrana.

Su rendimiento, en el conjunto de lo que llevamos de curso, está siendo más que satisfactorio a ojos de Flick. Por eso, no es nada raro que ya se esté especulando en el entorno azulgrana con la posibilidad de que el club amplíe su contrato, que finaliza al término de la temporada 2026-27, hasta el 30 de junio de 2029.

En el duelo frente a Osasuna tendrá una nueva opción para seguir sumando goles. En el partido aplazado por el fallecimiento del doctor Carles Miñarro iba a encargarse de relevar a un Lewandowski con molestias. En este caso, podría hacerlo como recambio de un Raphinha a quien Flick da por descartado junto con Ronald Araujo.

«Tienen que recuperarse»

«No van a jugar ni van a estar en el banquillo. Están fuera. El vuelo es largo y no es la situación más óptima. Tienen que recuperarse, entrenarse y, luego, ya veremos qué haremos el domingo. El equipo sigue siendo fantástico y tenemos que luchar por los tres puntos. Ganarlos sería la mejor reacción que podemos mostrar», sentenció un Flick que evitó quejarse del calendario con puyita incluida para el eterno rival. «Somos el Barça, no el Real Madrid, y estamos orgullosos de ser el Barça», sentenció.

Raphinha fue una de las víctimas a tiempo completo de la goleada sufrida por Brasil en Argentina (4-1), mientras que Araujo no jugó en el empate a cero de Uruguay en su visita a Bolivia.

El derbi del destino se juega en el Metropolitano: el crédito de Ancelotti, la frustración de Simeone y el objetivo de Mbappé

El derbi del destino se juega en el Metropolitano: el crédito de Ancelotti, la frustración de Simeone y el objetivo de Mbappé

Esto no es una final, como en 2014 o 2016. No decide títulos, pero puede descartar el más deseado. No pone puestos en juego, pero acontece en un momento capital para algunos de los principales personajes implicados, como Diego Simeone, Carlo Ancelotti o Kylian Mbappé. El desenlace de lo que ocurra esta noche en el derbi va a cargar o mermar el crédito de ambos entrenadores y la estrella francesa, el mayor fichaje estratégico de Florentino Pérez desde Cristiano, esta temporada. El destino pasa, pues, por el Metropolitano.

Siempre fue, de hecho, de ese modo en los grandes duelos europeos de los dos colosos de la capital. En 2014, en Lisboa, Ancelotti salvó su cabeza gracias a la cabeza de Sergio Ramos, y Florentino hiperventiló tras un tiempo de dudas. La Décima abría su gran era. En 2016, en Milán, Zinedine Zidane obtenía la laureada de la Champions, la que tanto le costó conquistar como futbolista, hasta la volea de Glasgow, y daba paso a su trilogía: Milán, Cardiff y Kiev.

Simeone creyó entonces haber sido vencido por el destino. Dudó pero continuó. Está de nuevo en el mismo lugar, aunque no sea en una final. En 2017, en la vuelta de las semifinales, en el Calderón, Benzema hacía renacer al Madrid con una jugada de antología y proclamaba su renacimiento personal después de años de intentar regatear a las críticas. Esa fue una jugada 'hors catégorie', rematada por Isco, que dio paso a su liderazgo, un año después, con la marcha de Cristiano y, finalmente, el Balón de Oro. Todos en el Madrid le deben mucho al derbi. Simeone, en cambio, siente que el derbi, al menos en Europa, tiene una deuda consigo mismo y con el Atlético. La duda es cómo cobrársela.

Ancelotti dice que el Atlético puede jugar de muchas formas. Es cierto. También el Madrid, aunque la capacidad de travestirse futbolísticamente en un mismo partido es más propia de Simeone. Ahora tiene que ganar, y la pregunta es si para ganar tiene que atacar. No es necesariamente una sucesión lógica, no en su cabeza. La desventaja, aunque mínima, obliga al Atlético, pero el temor al contraataque blanco condiciona esa obligación. En el Bernabéu, fue mejor cuando lo necesitó, tras el gol de Rodrygo, pero le faltó instinto criminal. En el Metropolitano le urge. «Saldremos en busca del gol», afirma Simeone, pero desde la reflexión de que habrá momentos para todo, para jugar de diferente modo, y a todos habrá que adaptarse. El mayor peligro del Madrid, en cambio, no tiene máscaras. Es el contraataque.

El factor Julián Álvarez

Simeone sigue en la lucha por todo, también por la Liga y la Copa, pero sabe que la de esta noche no es una lucha cualquiera. Es la lucha que le daría la opción de cerrar el círculo. Los fracasos en la Champions le hacen sentirse incompleto. Nada peligra en su caso, porque el Cholo es el guía de la causa rojiblanca, no sólo su entrenador. Simeone dictará su fin, y quizás no sea el único fin, con Miguel Ángel Gil y Enrique Cerezo cada vez más tentados por futuros inversores. Este derbi, esta Champions, con la plantilla con más recursos de la que ha dispuesto el argentino, en especial tras la llegada de Julián Álvarez, puede marcar un punto de inflexión en sus intenciones.

Ancelotti ya tiene sus obras completas, pero se sabe escudriñado, fuera y dentro de su casa. Ironiza cuando asegura que muchos ansían su puesto. En una temporada irregular, con un Barça creciente, quedarse prematuramente fuera de Europa cargaría el debate sobre si el Madrid necesita o no un nuevo ciclo. La clasificación para cuartos significaría, en cambio, la tranquilidad.

Simeone, el pasado sábado, en el Coliseum de Getafe.

Simeone, el pasado sábado, en el Coliseum de Getafe.AFP

Mbappé ya ha jugado grandes partidos, pero el del Metropolitano es el primer gran partido al KO. La Supercopa era una final de chocolate, dulce si se gana, pero sin gravedad en la derrota, únicamente una indigestión, aunque fuera ante el Barcelona. En la Champions y frente al Atlético sería otra cosa. Al presidente es de las que más le dolerían, como a los madridistas de antes. Mbappé no empezó el entrenamiento, ayer, y se incorporó a la media hora, debido a unas molestias en un tobillo por un golpe, lo que genera una inquietud moderada en el club. Del francés se espera una respuesta proporcional a su fichaje, como frente al City. Personalmente, no ha llegado para sumar más Ligas ni hacer más fortuna. Está aquí para ganar Champions, algo que se le negó en el PSG.

Las tiene Vinicius, que lleva un tiempo atascado ante el Atlético, y la tiene Julián Álvarez, convertido en una aparición divina en el Metropolitano. El escenario juega, claro, pero como Simeone recordó, los suyos han de intentar reproducir en el campo lo que suceda en la grada. Lo demás, señaló, está en manos de Dios. Como el destino.