"Toni, ¿qué vas a hacer?": la necesidad, el miedo y la esperanza del Madrid por el futuro del "mejor Kroos" que han visto

“Toni, ¿qué vas a hacer?”: la necesidad, el miedo y la esperanza del Madrid por el futuro del “mejor Kroos” que han visto

La pregunta se repite en el vestuario y en cada zona mixta. Se la hacen sus compañeros, sus entrenadores y los periodistas que viajan con él a cada destino. "Toni, ¿qué vas a hacer?" El futuro de Kroos tiene en vilo a la directiva del Real Madrid, a cada trabajador del club, a la prensa y al aficionado. Ahora, quizás, más que nunca, mientras se observa "el mejor momento" del centrocampista alemán desde que es jugador del conjunto blanco. Palabras mayores que llegan desde la ciudad deportiva madridista, donde viven el día a día con él y donde a pesar de las cuatro Champions ganadas y los 10 años de carrera en Chamartín, nunca le han visto así.

Con "así" se refieren a la mezcla entre su nivel futbolístico y su liderazgo dentro y fuera del terreno de juego. Durante años, Kroos, capital en la década prodigiosa del Madrid, se mantuvo en un escalón mediático inferior a los Cristiano, Benzema o Modric. Los tres con al menos un Balón de Oro en sus manos. Los tres representantes de una época inigualable. Y mientras ellos ganaban, Kroos miraba. Acumulaba excelentes actuaciones, presencias en los equipos ideales de la Champions, la UEFA y la FIFA, pero siempre detrás de sus compañeros. Sólo hay que ver las nominaciones al Balón de Oro. Estuvo en la lista en 2014, 2015, 2016 y 2017, pero desde entonces no han considerado incluirle. Ni siquiera en 2018, con la Champions del Madrid, con el Balón de Oro a Modric, la segunda posición de Cristiano y con Varane, Courtois, Bale, Benzema, Ramos, Marcelo e Isco entre los 30 mejores del mundo. Todos menos él.

En 2018, tras la salida de Cristiano, se deslizó su nombre entre las posibles salidas para reconstruir el Madrid y se le unió para casi siempre a la edad de Modric, cuatro años mayor que él. Kroos tenía 28 en 2018, entraba en la mejor etapa de un futbolista. Y lo ha demostrado. Renunció a la selección por el Madrid y por su carrera y terminó negando su propia premonición: decía que se iba a retirar a los 32 y aquí sigue, hoy, con 34.

Los datos, a su favor

Esta temporada tiene el mejor porcentaje de pase de todos los centrocampistas de LaLiga y la Champions (95,3%, el mejor de su carrera), ha regresado a Alemania para liderarla en la Eurocopa de su casa y debe decidir qué hacer la próxima temporada. El Madrid quiere que siga, y más que eso, necesita que siga. "No hay nadie como él", admiten los que trabajan con él cada día en Valdebebas.

Los datos acompañan la teoría. Además del porcentaje de pase, Kroos es el mediocentro con mejor rating (nota media contando diferentes estadísticas) de LaLiga para la plataforma 'WhoScored', por delante de Ilkay Gündogan y Fede Valverde. Es el mediocentro que más balones largos exitosos realiza por partido (8,4) y el tercero que más pases clave da por encuentro (2,1).

En el Allianz Arena, se inventó el gol de Vinicius. Literalmente. Con su brazo derecho le señaló al brasileño el destino de su desmarque y con el pie encontró el hueco para que el delantero anotara el 0-1. Tocó el balón más veces que nadie, 98, dio más pases que nadie, 79 (tres errores), ganó más duelos que nadie, siete, realizó más intercepciones que nadie, cuatro, y creó más ocasiones que nadie, tres.

Falta de herederos

Una exhibición que confirma, aunque no hacía falta, las reflexiones del club sobre él. La dirección técnica, que en los últimos años ha acumulado juventud y potencial en el centro del campo con Tchouaméni, Camavinga, Valverde y Bellingham, todavía no ha encontrado un perfil joven similar a Kroos o a Modric. "Hay una falta alarmante de ese perfil en el fútbol mundial", cuentan desde dentro. Y un breve repaso lo confirma. Las estadísticas ponen a Kroos y Gündogan como los mejores mediocentros del curso junto a Rodri. Hay algunos que apuntan alto, como Vitinha (PSG), y otros, como Barella (Inter), que llevan un par de años siendo los mejores de los 'humanos', pero nadie invita a pensar en lo sobrenatural de Kroos.

Por eso el Madrid necesita y espera el "" de su renovación, al menos por una temporada más, mientras sigue viendo evolucionar a sus jóvenes y rastrea el mercado en busca de joyas ocultas. El miedo al "no" existe, pero la confianza en el "sí" gana porque ven al propio Kroos consciente de lo extraordinario de su nivel y de su importancia en el equipo.

Oh la la, Lucho, otra derrota

Oh la la, Lucho, otra derrota

El PSG se montó en una montaña rusa en Dortmund y pasó mucho miedo, porque pudo el Borussia meter hasta cuatro goles. El caduco toque- toque de Lucho es absolutamente ridículo. Y no lo tiene fácil para alcanzar la final. Perder por uno a cero siempre es puñetero.

Salvo el ataque de la caballería rusticana de los primeros quince minutos, el PSG estuvo en numerosas rápidas jugadas zarandeado por un Dortmund, muchísimo más intenso, más rápido y, sob

Hazte Premium desde 1€ el primer mes

Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web

Si lo prefieres
<!--

¿Ya eres Premium? Inicia sesión

--> <!--

Cancela cuando quieras

-->
La criptonita alemana del Dortmund frena a un humano PSG con Mbappé desorientado

La criptonita alemana del Dortmund frena a un humano PSG con Mbappé desorientado

A Londres se va por París. Ese es el consuelo que le queda a un PSG humanizado y huérfano de Mbappé que fue incapaz de golpear a un siderúrgico Borussia Dortmund cuya perfecta maquinaria alemana sigue asustando en esta Champions. Van a sufrir aún más los franceses para doblegar a un rival descarado y eficaz que siempre tuvo un plan.

Le bastó un destello, una imagen que bien podría ser un souvenir del fútbol alemán, para inclinar el partido. Un balonazo larguísimo de Schlotterbeck desde la defensa para que Füllkrug, aprovechando la salida de Marquinhos, cogiera la espalda de Lucas Hernández y, tras un control celestial, batiera a Donnarumma.

Ese gol fue un martillazo en el ánimo de los parisinos que, además, perdieron a Hernández por lesión. Había avisado más el Dortmund empujado por la enloquecida grada. Adeyemi le mostró a Achraf Hakimi que no iba a poder subir la banda con alegría y Sabitzer se aprovechó de un error de Nuno Mendes para plantarse en un mano a mano, muy escorado, eso sí, ante el guardameta italiano. No estaba cómodo el PSG, con Mbappé deambulando por el campo sin apenas entrar en juego.

Quiso estirar al equipo Dembélé con dos disparos en el área sin demasiado peligro a los que respondieron los alemanes enseñando las uñas. Empezaban a empujarles hacía la portería de Kobel, pero tenían capacidad para dar zarpazos. Eso hizo Brandt desde la frontal para estrellarse en la cabeza de Marquinhos.

Asfixiado sin poder mover la pelota con comodidad, las recuperaciones de Vitinha no llevaban con fluidez a las bandas, donde Barcola apareció sin ventaja ni espacios que atacar. El Dortmund les estaba conteniendo de manera agresiva y con ayudas solidarias a sus laterales. Los dos equipos sabían cuáles eran sus debilidades y se protegían.

Luis Enrique quería más circulación de pelota para encontrar la grieta en el muro alemán, esa por dónde Mbappé, otra vez como delantero centro, pudiera asestar el mazazo. Edin Terzic quería anular eso y sacar provecho de la falta de firmeza de un rival que le han marcado en todos los partidos de Champions. Con la pelota en los pies y mirando hacia adelante, es temible. Sin ella, sus jugadores se humanizan y Donnarumma tuvo que emplearse para atajar otro ataque de Sabitzer antes de que el PSG se reseteara en el vestuario.

Dos palos

Volvió al césped con más velocidad y más descaro. Un remate Barcola fue el preludio de la primera aparición peligrosa de Mbappé. Buscándose el hueco escorado a la izquierda armó un disparo que estrelló en el palo largo y el rechazo lo envió Achraf Hakimi a la cepa del potro poste. Se crecía el PSG conforme se hacía más imprevisible para el Dortmund. Aceleraba Barcola y hasta Marquinhos tiró de jugada ensayada para colocar un balón al punto de penalti donde apareció para cabecearlo sin fortuna Fabián.

Necesitaban reaccionar los alemanes y eso provocó que el duelo se enloqueciera y se volviera de nuevo más amarillo. Un veloz desborde de Jadon Sancho acabó con un paso atrás del inglés que dejaba en clara ventaja a Füllkrug, que no pudo rebañar ese balón. El delantero, quebradero de cabeza de la defensa francesa, reclamó incluso un penalti de Nuno Mendes.

El PSG volvía a languidecer, incapaz de presionar, recuperar y jugar. Por eso Luis Enrique echó mano de Kolo Muani para permitir más movilidad a Mbappé. Aunque los ataques eran trastabillados, volvió a aparecer para atraer a tres defensas al borde del área pequeña y dejar a Dembélé un remate que, pese a ser forzado, salvó la mano de Kobel. Si encontraban a su mejor recurso aún había alguna esperanza de igualar aunque fuera a trompicones.

Eso pensó Vitinha al ver escaparse a Hakimi por la banda. Lo buscó y el marroquí asistió a Dembélé en el punto de penalti, pero su disparo fue a la grada. Estaba siendo extraño que el PSG no fuera contundente, como si le pesara demasiado la responsabilidad y sin ni siquiera poder morir acosando. Y es que los alemanes no se agarraban al marcador y Sancho buscaba una y otra vez cómo quebrar más al rival. Sabían que la renta puede ser corta ante un apurado PSG. Si reaparece.

El mejor Kroos nunca visto en Múnich: "Le conozco muy bien. Y él a mí"

El mejor Kroos nunca visto en Múnich: “Le conozco muy bien. Y él a mí”

La cabeza erguida buscaba el contacto visual con Vinicius. La curva del cuerpo no parecía presagiar nada, pero la mano ya indicaba dónde llegaría el pase al brasileño. Los rivales le habían concedido un par de metros y Toni Kroos no desperdició la oportunidad. Suya fue ayer la majestuosa asistencia para el 0-1, obra cumbre de otra gran noche para el Real Madrid. «No hay palabras para definirle. Es un jugador top, crucial para nuestro juego, por el modo en que controla los tiempos y por sus pases», admitió Carlo Ancelotti.

La felicidad de Carletto, como la de la mayoría de sus futbolistas, no sólo se ceñía al empate que había enfriado el cráter del Allianz. Se trataba, más bien, de la satisfacción por haber hecho emerger de nuevo ese temple competitivo con el que salir a flote tras una situación límite. Porque después de tres triunfos consecutivos en Múnich, el 14 veces campeón volvió a sudar ayer como corresponde en unas semifinales. El 2-2 no sólo le otorga cierta ventaja para el Bernabéu, sino que también le permite igualar su propio récord en Champions, donde ya suma 11 partidos sin perder, igualando el registro de la temporada 2016-17. Otro motivo de celebración para los 4.000 madridistas que lo vivieron en directo en Múnich. Los que disfrutaron de las virguerías de Vinicius y los errores groseros de Kim Minjae. Los que corearon la maestría de Kroos durante los 76 minutos que pisó la hierba.

«Me ha regalado un gol. Le conozco muy bien. Y él a mí», sonrió Vinicius, con ese brillo tan peculiar en los ojos. Aún parecía saborear el placer del balón al espacio ante Manuel Neuer y el desdichado Minjae. Una cortesía de Kroos, que durante la primera parte cerró una asombrosa estadística. Según la contabilidad de OPTA, 15 de sus pases lograron romper una línea de presión rival. El mejor rival en ese aspecto, Leon Goretzka, sólo pudo filtrar cinco.

«Nos faltaba para ganar los duelos»

«Durante la primera parte hemos defendido con poca intensidad y les dimos la posibilidad de controlar el juego. Nos faltaba para ganar los duelos, pero tras el descanso hemos presionado más, hemos sido más agresivos», analizó Ancelotti, sin pudor a la hora de señalar los defectos de su equipo. Antes de que se cumpliese el minuto 23, el Bayern había rematado ya siete veces ante Andriy Lunin, incluidos dos saques de esquina. Un fuego graneado al compás de sus tambores. La atronadora artillería de siempre en el Allianz Arena, la guarida de un equipo que, a estas alturas de la temporada, suma en la Bundesliga cuatro puntos y seis goles más que el año pasado. Cualquier menosprecio al Bayern en la Champions debería pagarse con la excomunión. Tan intolerable como conceder un par de metros de más a Kroos.

Desde aquella cesión en el Leverkusen, cuando apenas había cumplido la mayoría de edad, Toni había jugado ocho veces contra el Bayern, pero nunca logró siquiera un pase de gol. Ni siquiera en las dos últimas eliminatorias de cuartos y semifinales (2017 y 2018), ya en su plenitud madridista. Quizá por ello, ese gesto con el que indicó el camino para el 0-1 dejó tan boquiabierto a Rodrygo. «¡Qué pase, increíble!», exclamó el delantero, víctima de un clamoroso penalti por parte de Minjae. «Siempre le decimos que siga. No un año, sino muchos más. Me encanta jugar con él», añadió el brasileño. El recital del 8 en Múnich se antojaba ayer el preludio de algo grande en el Bernabéu. «Aún habrá que sufrir, pero ahora en un ambiente que todo el mundo conoce», anticipó Ancelotti. Vinicius, más conciso, presagió una «noche mágica».

Más le vale al Bayern recuperar pronto a Matthijs de Ligt, baja ayer de última hora. Su ausencia como central diestro dejaba un poco más desguarnecida la zona donde Vinicius revolotearía ante Joshua Kimmich. Así que Thomas Tuchel recurrió a Minjae, un central fichado este año del Nápoles. Sin el poderío físico del neerlandés, con ciertos problemas a campo abierto, el coreano al menos aportaría el buen criterio ofrecido durante la primera mitad de curso, donde se había consolidado como el mejor defensa del Bayern.

150 partidos para Müller

Los peligros del Real Madrid, máximo anotador de la Champions al contragolpe con seis goles, se basaban en las transiciones, pero Minjae nunca supo cómo perfilarse para sujetar a Vinicius a campo abierto. Esa debilidad en los dominios de Neuer frustró cualquier amago de épica para Tuchel. «El Madrid ya lo ha hecho antes: marcar dos goles en dos ocasiones. No somos el primer equipo que lo sufre. Deberíamos haber anotado el 3-1, pero luego les regalamos un penalti», admitió el ex técnico del PSG.

Desde aquella liguilla de 2016 con el Dortmund, hasta la inolvidable eliminatoria de 2022 al frente del Chelsea, Tuchel siempre había sabido poner al Madrid ante el desfiladero. Por eso, una situación tan desesperada como la actual convertía a su equipo en un rival aún más peligroso. La elección inicial por Thomas Müller, en detrimento de Serge Gnabry, supuso una apuesta algo nostálgica, con la que el capitán pudo celebrar su 150º partido de Champions. Un hito de la competición, igualando el registro de Iker Casillas en el Madrid. El récord absoluto de partidos en un mismo club aún lo ostenta Xavi Hernández (151).

La influencia de Müller, relegado en los últimos tiempos a un papel casi residual, sólo pudo interpretarse desde lo emotivo. Porque Tuchel se reservaba la baza de Raphael Guerreiro, uno de los futbolistas más infravalorados de la Champions. La mera presencia del portugués ordenó la ofensiva del Bayern, que pudo orientar a Jamal Musiala y Leroy Sané hacia el gol. La diferencia entre jugar a pie natural o pie cambiado giró radicalmente el partido.

Mazraoui y Rodrygo, en dura pugna por un balón.

Mazraoui y Rodrygo, en dura pugna por un balón.AFP

Había que remontarse a octubre, ante el Darmstadt 98 en la novena jornada de la Bundesliga, para asistir al último gol de Sané. Pero como de talento anda sobrado, el canterano del City aprovechó la escasa implicación de Rodrygo para silenciar a los críticos. Desde el otro perfil, Musiala andaba ya abusando de Lucas Vázquez. Con apenas 21 años ya se siente capaz de dominar una semifinal de Champions.

La designación de Clement Turpin, con quien el Madrid había ganado sus seis partidos, levantó cierto malestar en Alemania. Sin embargo, nada pudo objetarse al francés, que señaló sin dudar los 11 metros tras el derribo de Lucas a Musiala y el de Minjae sobre Rodrygo. «Para la vuelta tenemos que ser más clínicos. Será un partido abierto. Hay que mejorar en las defensas individuales y ser más fuertes», finalizó Tuchel.

Vini y Kroos, fe y razón

Vini y Kroos, fe y razón

Si abril es el mes más cruel, según escribió el poeta, será porque suele incluir una cruce de Champions con el Bayern. El madridista ha perdido la cuenta de todas las primaveras que quedaron suspendidas en Múnich para bien o para mal, para la gloria final de mayo o la espera del próximo abril.

Por no faltar a la tradicional cita con el miedo, Lunin tuvo que hacer la primera parada en el minuto uno. Fue la obertura de un cuarto de hora de acoso ale

Hazte Premium desde 1€ el primer mes

Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web

Si lo prefieres
<!--

¿Ya eres Premium? Inicia sesión

--> <!--

Cancela cuando quieras

-->
Vinicius salva el cuello de Ancelotti

Vinicius salva el cuello de Ancelotti

Actualizado Martes, 30 abril 2024 - 23:30

El Madrid no debió nunca empatar en Múnich. Porque es mucho más brillante que el Bayern, pero siempre arrastra el hándicap de la falta de valentía de Ancelotti. Hasta el punto que, de no aparecer Vinicius hubiera perdido por dos goles. Que hubiera sido ignominioso.

No puede aparecer el Madrid ante un decisivo partido acobardado. El inició pudo ser una tragedia madridista. El flojo Bayern pudo meter al Madrid dos o tres goles en un suspiro.

Todo por

Hazte Premium desde 1€ el primer mes

Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web

Si lo prefieres
<!--

¿Ya eres Premium? Inicia sesión

--> <!--

Cancela cuando quieras

-->

Vinicius sostiene al Madrid en Múnich y deja todo pendiente del Bernabéu

Actualizado Martes, 30 abril 2024 - 23:01

Qué razón tenía Tuchel. Decía el técnico del Bayern en la previa que los goles del Real Madrid «no los ves venir». «Si rebobinas diez segundos, todo parece bajo control», explicaba. Y diez segundos antes del extraordinario pase al hueco de Kroos a Vinicius, no existía nada. Tampoco en el instante previo a la arrancada del brasileño y su cesión a Rodrygo, derribado por Kim en el penalti del definitivo 2-2. Fue el Big Bang de los blancos para resistir en Múnich y dejar la eliminatoria pendiente del Bernabéu.

En el vestuario, Ancelotti apostó por Nacho tras el gran partido del español en Manchester, devolvió a Tchouaméni al eje del centro del campo y sentó a Camavinga. El ex del Mónaco fija más la posición que el ex del Stade Rennais, algo necesario para contener los ataques del Bayern y para liberar a Kroos y Valverde en ataque y en defensa.

Sobre el césped, el pitido inicial abrió el asedio del Bayern hacia la meta de Lunin. Sin posibilidad de calibrar su respiración, el Madrid se encontró encerrado en su propio campo, ahogado por un equipo enrabietado y sin soluciones para coger aire. Fue un amago de la tormenta del Etihad contra el City.

A los 40 segundos, Sané se plantó ante Lunin tras una pared con Kane y el ucraniano sacó un pie milagroso para evitar el primero. En el 5, detuvo un tímido lanzamiento de Kane. En el 6 le tocó otra vez a Sané, que disparó alto. En el 11 y el 14 apareció Musiala, que no atinó entre los tres palos mientras Ancelotti maldecía hacia su banquillo. No se creía las pocas soluciones de sus futbolistas.

Superado el agobio inicial, los blancos encadenaron un par de posesiones largas en las que Kroos asumió el timón e hizo fluir a su equipo. En una de ellas, en el 24, el alemán tuvo unos segundos para pensar en el centro del campo y vio cómo Vinicius rompía a Kim con un amago sin balón. Puso el balón a su espalda y el brasileño definió con calma ante Neuer para poner el 0-1 Un chispazo que no se esperaba Tuchel. El Big Bang.

El gol trastocó la moral del Bayern, que no entendió el destino del partido tras semejante torbellino inicial. El Madrid, con la calma de la experiencia, se gustó. Bajó pulsaciones, se alimentó con la posesión y dejó de correr sin balón para desesperar a su rival y que apenas hubiera ocasiones de peligro hasta el descanso.

El cambio de Tuchel

Siguiendo con frases de la previa, decía Ancelotti que hay dos tipos de entrenadores, los que no hacen nada y los que hacen daño a su equipo. Que él prefería ser de los primeros. En el intermedio, Tuchel sentó a Goretzka, uno de sus dos mediocentros, y dio entrada a Guerreiro, un lateral ofensivo al que situó de interior, casi de media punta. Laimer, el otro pivote, se quedó solo. Arriesgó el alemán, hizo algo, y no hizo daño a su equipo. Al contrario. Le dio alas.

En el 52, y tras una gran ocasión de Kroos en una contra, Sané encaró a Mendy y encontró la red madridista con un disparo al primer palo de Lunin. Ancelotti se enfadó con Bellingham por haber hecho mal la presión y el Allianz rugió de nuevo. No sería la última vez.

Un par de minutos después, Musiala buscó a Lucas dentro del área, le regateó y el gallego le puso la zancadilla. Penalti innecesario que ni siquiera protestó. Kane, desde los once metros, completó la remontada del Bayern ante un Madrid incomprensiblemente noqueado.

Ancelotti respondió con Modric y Brahim en lugar de Kroos y Bellingham, poco presente en un partido de semejante dimensión. La entrada del croata y la ventaja alemana entregaron el balón al Madrid, que acumuló a Vinicius y Rodrygo en la izquierda para buscar ocasiones. Solución efectiva. En el 82, Vini encaró el área y encontró a Rodrygo, que recortó y fue derribado por Kim. El '7', con toda la presión del Allianz encima, sumó su segundo gol. Su segundo Big Bang.

Barcola, el tercer mosquetero de Luis Enrique que sigue los consejos de Mbappé: "Ve al uno contra uno y no te hagas preguntas"

Barcola, el tercer mosquetero de Luis Enrique que sigue los consejos de Mbappé: “Ve al uno contra uno y no te hagas preguntas”

«Quien tiembla un segundo deja escapar quizá el cebo que, precisamente durante ese segundo, la fortuna le tendía». La frase de Alejandro Dumas guía los pasos de Bradley Barcola, el joven de 21 años que comparte el ataque el PSG con Mbappé y Dembélé sin temblar. Son los Tres Mosqueteros que tienen embelesada a Francia y que pretenden conducir al equipo qatarí, repudiado por la élite por su falta de pedriguí y acostumbrado a comprar talento a golpe de talonario, hacia la final de la Champions League, si el sorprendente Borussia Dortmund se lo permite.

Le faltaba a Luis Enrique una pieza que aumentara la letalidad de su ataque y la encontró el pasado verano en un jugador pícaro que, si bien tiene números discretos en cuanto a goles, sumar cuatro y ocho asistencias en 37 partidos, quiebra defensas con facilidad y abre partidos. Bien lo saben Hamari Traoré y Ronald Araujo, a los que avergonzó en los octavos y los cuartos de final de la competición.

El PSG pagó 50 millones de euros por esta joya que creció en la cantera del Olympique de Lyon. La complicada situación económica del club y el cambio de propietario provocaron que se aceptara su salida pese a los lamentos de los aficionados. El director deportivo del PSG, Luis Campos, y un recién llegado Luis Enrique sabían que tendría hueco en la idea de juego del asturiano, pero además tuvieron la paciencia necesaria para facilitar su adaptación y le fueron buscaron un hueco.

La idea de centrar a Mbappé fue un espaldarazo, pero su aparición ante los focos europeos fue el 13 de diciembre precisamente ante el Dortmund buscando una primera plaza del grupo. Un empate a uno que les servía a los dos equipos para pasar a octavos y fue suficiente. Fue una sanción de Dembélé la que le llevó a un once del que Luis Enrique se resiste a bajarle. Por la orilla izquierda o por la derecha, Bradley Barcola es un arma que, además, alimentan sus compañeros.

Como una esponja recibe y acepta los consejos de los dos estrellas con las que comparte ataque. «Ousmane [Dembélé], por ejemplo, es el que me dice 'coge el balón, ve a jugar uno contra uno, no te hagas preguntas'. Y lo mismo Kylian: 'Busca el uno contra uno. Si puedes disparar, dispara. Y si puedes ponerlo, pónmelo a mí", reconocía el jugador en una entrevista a los medios oficiales del club parisino.

Con esta compañía, Barcola está haciendo un máster, que suma a su picardía natural, determinante en la eliminatoria ante el Barça. Tenía estudiado cómo iba a sacar de quicio de Araujo y lo consiguió. «Sabía que era muy rápido. En el partido de ida hice un movimiento similar, pero no le superé muy bien y me alcanzó. Esta vez le iba a adelantar y sabía que o me hacía falta o me quedaba mano a mano con el portero», explicó hace unos días.

Talento Mendes

Pese a su juventud, lleva mucho fútbol visto. Su madre, que también jugó, le reclutó como entrenadora en el equipo de su pueblo, el As Buers Villeubanne, pero a los ocho años dio el salto al Olympique. Allí estaba ya su hermano mayor Malcom, tres años mayor que él y portero. Bradley le acompañaba a cada sesión, observaba y se aprovechaba para regatear y chutar a puerta. La suerte de Malcom ha sido distinta a la de su hermano, que del filial del Lyon pasó al Tuzla de Bosnia y ahora está sin equipo tras debutar como internacional con Togo, el país de la familia. Donde va Bradley va todo el clan a arroparle y darle estabilidad para que su fútbol brille.

Su fortaleza en las ayudas en la banda, el dominio de las dos piernas y, sobre todo, su velocidad le auguraban un futuro y Jorge Mendes, cazador de talentos, no dudó en incorporarlo a su cartera de representados. Cómo se iba a negar si su ídolo reconocido es Cristiano Ronaldo, «por no darse nunca por vencido y trabajar mucho».

El PSG es el mejor escaparate posible y le ha consolidado en la selección francesa sub-21 . Nadie duda que estará en los Juegos de París y, de momento, ése será el reto de su verano porque Didier Deschamps aún no le ha llamado con los bleus. Podía haberlo hecho en marzo, pero no lo hizo. El crecimiento de Barcola acabará por abrirle un hueco sin tardar demasiado.

La intrahistoria del 0-4 del Madrid en Múnich que "lo cambió todo": la "amenaza" de Rummenigge, la petición de Ancelotti a Bale...

La intrahistoria del 0-4 del Madrid en Múnich que “lo cambió todo”: la “amenaza” de Rummenigge, la petición de Ancelotti a Bale…

«Fue una amenaza y como tal se la tomaron en el vestuario». Ayer, el aterrizaje del Real Madrid en Múnich trajo muchos recuerdos en la expedición. Hace justo 10 años, el 29 de abril de 2014, la ciudad en la que iban a «arder hasta los árboles», como había avisado Rummenigge, vio cómo el conjunto blanco conseguía una de las grandes victorias de su historia en la Copa de Europa, la primera en el campo del Bayern, la que abría el portal hacia La Décima y la que «cambió todo», admiten ahora en el club, en el camino de una década prodigiosa.

De aquella plantilla sólo siguen Carvajal, Nacho, Modric y un Lucas Vázquez que aunque no disputó ningún partido oficial ese curso sí entrenaba con el primer equipo, pero el espíritu de esa noche sigue presente en el cuerpo técnico y en la dirección madridista. «Dice Rummenigge que van a arder los árboles, pero ahora mismo yo veo que está lloviendo», ironizaba Carlo Ancelotti en la previa de aquel partido de vuelta. Curiosamente, ambos guardan una gran amistad desde la época del alemán en el Inter, en los ochenta, y el directivo acabó en lágrimas cuando tuvo que despedir a Carletto del Bayern en 2017.

Hoy, diez años y cinco Champions después del 0-4, el transalpino vuelve a guiar a los blancos al asalto de la ciudad alemana. Antes infierno para el Madrid, ahora rival «respetado», pero sin las filias y fobias de otras épocas. Todo gracias a esa goleada.

La losa emocional

Los blancos llegaron a aquella eliminatoria después de perder tres años seguidos en semifinales. Una losa emocional que terminó con la etapa de Mourinho. La primera fue contra el Barça, pero las dos últimas, contra Bayern y Dortmund, fueron las más dolorosas. El lector recordará aquella tanda de penaltis en el Bernabéu, en 2012. Los lanzadores eran Cristiano, Kaká, Xabi Alonso y Ramos. Sólo marcó el donostiarra. Cosas del destino. Mourinho, de rodillas en el césped, no se lo creía.

En 2013, el Madrid perdió 4-1 en Dortmund e intentó la épica en casa, pero el fútbol se la negó. Al año siguiente, ya con Ancelotti al mando, el azar le volvió a cruzar con el Bayern, al que le unía una eterna condena de enfrentamientos en Europa: derrota en las semifinales de la 75-76 y la 86-87, victoria en los cuartos de la 87-88, victoria en las semifinales de la 99-00, derrota en las semifinales de la 00-01, victoria en los cuartos de la 01-02, victoria en los octavos de la 03-04, derrota en los octavos de la 06-07 y derrota en las semis de la 11-12. Es decir, de las nueve eliminatorias, el Madrid pasó en cuatro y quedó fuera en cinco. Podría no ser un porcentaje dramático, pero la fobia llegaba al analizar los duelos en suelo alemán. Los blancos no habían ganado ninguno de los diez partidos en Múnich.

"Aquella frase llegó al alma"

Quizás por eso, por saberse con la estadística a favor, en 2014 Rummenigge soltó una frase que quedó pegada en la mente de aquel vestuario. «Debemos darles un baño caliente. En Múnich se van a quemar hasta los árboles». Baño e incendio. «Esa frase, esa amenaza, llegó al alma de la plantilla», recuerdan hoy en Valdebebas, donde la presión por conseguir La Décima era gigante.

La «obsesión», así lo definen, por aquella Champions, la frase de Rummenigge, los comentarios de Guardiola llamándoles «atletas» y las tres semifinales perdidas con Mourinho enrabietaron a una plantilla llena de hambre que consumó su venganza, contra el Bayern y contra la suerte, el 29 de abril de 2014 en el Allianz Arena. Dos goles de Ramos y dos de Cristiano, dos de los que habían fallado en aquella tanda de 2012.

«La Champions me debía una después de aquellos penaltis. Tenía la inquietud porque estaba apercibido, pero es un sueño jugar la final», advertía, sin saber lo que le tenía preparado el destino.

La petición de Ancelotti a Bale

«Es mejor no decir nada», contestaba en la grada Rummenigge. «Ha sido una debacle». Los medios internacionales hablaron de «humillación» y «ridículo». En Valdebebas, el cuerpo técnico todavía recuerda la petición de Ancelotti a Bale: «90 minutos de sacrificio para Lisboa». El italiano cambió el sistema con respecto a la ida y pasó al 4-4-2 con Bale y Di María en bandas y Cristiano y Benzema de nueves. El esfuerzo del galés ayudando a Carvajal fue clave.

Un par de años más tarde, Guardiola admitió que ese partido de vuelta fue «mi mayor cagada como entrenador». Un partido que provocó el fichaje de Kroos por el Madrid ese verano y que se convirtió en punto de inflexión hacia una década gloriosa, con las tres Champions consecutivas como culmen.

Fue también un palo gigante para el Bayern, que durante estos años no ha podido con el Madrid. Después de cuatro partidos y dos eliminatorias, acumulan 12 años sin ganar a los blancos, que han vencido en sus últimas tres visitas al Allianz (0-4, 1-2 en la 16-17 y 1-2 en la 17-18).

El Real Madrid, la Champions y lo inevitable

El Real Madrid, la Champions y lo inevitable

El problema no es que el Madrid gane la Champions, el problema es saber que va a ganarla. La inevitabilidad. Vivir el proceso día tras día durante el mes y medio que va desde el milagro de Manchester hasta la final de Wembley, la frustración de que no exista Bayern ni Mbappé que te hagan dudar y ver los partidos con cierta esperanza. Mejor irse al cine.

Todos los antis supimos que el Madrid iba a ganar La Enésima en el mismo momento en que resisti

Hazte Premium desde 1€ el primer mes

Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web

Si lo prefieres
<!--

¿Ya eres Premium? Inicia sesión

--> <!--

Cancela cuando quieras

-->