El Real Madrid se cita con la inmortalidad en el templo de Wembley

El Real Madrid se cita con la inmortalidad en el templo de Wembley

Se marcha Kroos, como antes lo hicieron Cristiano, Raúl, Casillas, Sergio Ramos, Benzema o tiempo atrás Di Stéfano, aunque ninguno con la paz interior del alemán, y ahí continúan otros, sonrientes mientras juguetean con la pelota en mitad de un templo, como niños bajo el retablo antes de misa, porque convierten cada final en un domingo cualquiera. Han conseguido dominar a la liturgia en lugar de sentirse apocados por su trascendencia. No hay voluntad de Dios, sino únicamente su propia voluntad, porque estamos ante esta religión sin Dios que es el fútbol. Ni el responso imaginario ni la música de la Champions les atenaza, ya que son la Champions en carne y hueso. También en espíritu. La carne es mortal; el espíritu, jamás.

La final de Wembley es la número 18 del Madrid, de las que ha ganado 14, a la espera del desenlace ante el Borussia Dortmund. Lo ha hecho de forma heterodoxa, en épocas diferentes y con modelos distintos, aunque pasara 32 años en blanco. Existe, sin embargo, un paralelismo en la concentración de las seis primeras, levantadas en el margen de 11 años, entre 1955 y 1966, y las cinco del último decenio, que pueden convertirse también en seis en Londres. Los presidencialistas Santiago Bernabéu y Florentino Pérez son los ideólogos de ambos periodos de éxito, pero mientras la primera época tuvo un liderazgo unívoco en el campo en la figura de Di Stéfano, la segunda ha sobrevivido a la marcha de los grandes jugadores para colocar al Madrid por encima de los nombres, como predicaba el argentino.

ANTES DE MBAPPÉ

Son los futbolistas los que se impregnan de su relato, no al revés, un intangible que los hace gigantes. Mbappé llegará en su busca. A su desplante, hace dos años, respondió el Madrid con el título en su ciudad, París. Tras su último fracaso, puede añadir el de Londres. El francés lo tiene todo, fama y dinero, a sus 25 años. Todo menos el Grial sin el que se sentirá incompleto. Por eso llegará a un Madrid sin Kroos, pero renovado y proyectado hacia el futuro, que volverá a citarse en una final.

Desde todos los ángulos, el equipo de Carlo Ancelotti parte como favorito, sea la historia; el recorrido en esta Champions, invicto; el balance goleador en el torneo (26 para los blancos por 17 de los alemanes); la jerarquía de sus jugadores o la experiencia de su técnico 'Mr. Champions' del banquillo, con cuatro títulos.

LA RECONSTRUCCIÓN DEL DORTMUND

El Dortmund es un equipo bien estructurado, motivado y liberado de presión, que ha sabido, asimismo, reconstruirse pese a las últimas salidas de Haaland y Bellingham. Ahora es más coral y ofrece un periodo de reinserción a Jadon Sancho. Hummels es el eslabón con el gran Dortmund de Klopp, puro pop, que mereció ganar la Champions, en 2015, y perdió ante el Bayern. El título que conquistaron en 1997 con una versión de menos brillo llevó a un defensa, Sammer, al Balón de Oro.

Desde el reconocimiento al trabajo de Edin Terzic, la realidad es que los peores adversarios del Madrid son la estadística y los que anidan dentro de sí mismo. A la estadística que habla de ocho Champions consecutivas, desde la 'Séptima', es mejor no mirarla, porque alienta, pero la ley de la probabilidad dice que cuánto más ganas, más amenazante es la llegada de la derrota.

Pese a encontrarnos ante el Madrid más estable y equilibrado tácticamente de los últimos tiempos, el equipo de Ancelotti ha ofrecido algunos tramos de desconexión también en esta Champions, como en los octavos contra el Leipzig, o ha tardado en activarse. En una final y frente a un equipo que saca mucho partido a esos lapsus, como hizo en en la vuelta ante el Atlético o en París, podría deparar dificultades inesperadas. Ancelotti necesita a un equipo sólido y dominador para no jugar el partido que quiera el Dortmund, pero también paciente, porque nadie disputa los desenlaces como el Madrid. Kroos para lo primero; Vinicius para lo segundo.

VINICIUS Y COURTOIS

Goleador en París, hace dos años, Vinicius está en su momento más decisivo, como ha demostrado en esta Champions, en especial frente al Bayern. Es el jugador al que invoca una final, además de sentirse invocado en el camino del Balón de Oro y frente a la llegada de Mbappé. No se llega donde quiere llegar sin ego. Ancelotti lo sabe y lo acepta, y el Madrid también, pero sin olvidar el peso de los 'antidivos' en el camino hacia Wembley, desde Lunin a Nacho o Joselu.

El ucraniano, afectado por una oportuna gripe, cedió ante la ley de la gravedad que es capaz de invertir Courtois. Una vez bajo los palos, no hay clemencia posible. Hace dos años, fue un héroe en París ante las baterías del Liverpool. Entonces dijo el belga que estaba en el lado bueno de la historia, después de haber sufrido al Madrid en Lisboa. No hay lados buenos y malos para quienes se entregan. Es el lado inmortal de la victoria el que ocupa el Madrid, porque gane o pierda en Wembley, volverá.

Terzic: “Si somos valientes, tendremos nuestra oportunidad”

Actualizado Viernes, 31 mayo 2024 - 21:43

Quizá no sea el mejor estratega, ni el motivador más persuasivo, pero Edin Terzic gasta un carácter tremendo. Fuera y dentro del banquillo. Así lo ha demostrado durante sus dos temporadas al frente del Dortmund y así se evidenció ayer desde que dio sus primeros pasos por Wembley. Con la barbilla alta y una sonrisa tensa encabezó la expedición amarilla en cada rincón del templo londinense. Llegado su momento en la rueda de prensa oficial, mitad acalorado, mitad ansioso, tuvo que quitarse la parte de arriba del chándal. Necesitaba sentirse cómodo para contar su verdad.

Terzic, con contrato hasta junio de 2025, ni siquiera sabe aún si continuará al frente del Borussia la próxima temporada. Ese detalle, tan crucial para cualquiera, no le importa ahora en absoluto. Su cabeza sólo se ocupa de cómo hacer frente al Real Madrid. «Hemos tenido 60 partidos para prepararnos de cara a esta final. Ellos tienen el papel de favoritos, pero no nos importa», arrancó. «El Madrid es, de largo, el club más laureado del torneo y esta temporada sólo ha perdido dos veces, ambas frente al Atlético. Sólo tendremos una oportunidad si somos valientes y demostramos que no vinimos aquí a verles levantar otro trofeo más».

A los 41 años, Terzic se sigue considerando un tipo joven. También en su profesión, exigente para cualquiera. Incluso para Carlo Ancelotti, que aún sufre casi como el primer día. «Siento el mayor de los respetos por Carlo, porque ha ganado con diferentes equipos, en diferentes épocas y diferentes culturas. Pero estamos listos para competir y demostrar que podemos luchar por el título».

«Pensé que estaría nervioso, aunque hoy, realmente, no me siento así. La razón es que tengo mucha confianza en que jugaremos un gran partido», vaticinó el ex ayudante de Lucien Favre. Devoto hincha del Borussia, Terzic sólo contaba 14 años cuando Andreas Möller y Matthias Sammer alzaron la única Orejona en la historia del Borussia. Aquel recuerdo supone ahora una motivación para su vestuario, ansioso de llevar al delirio a los 30.000 que han viajado a Londres y los más de 100.000 que lo seguirán desde las calles de Dortmund. «Lo siento por toda esa gente que no ha podido conseguir entrada, pero estoy convencido de que Wembley, como el Olímpico de Múnich en 1997, se teñirá de amarillo y negro».

Los buenos augurios conviven estos días con el amargo recuerdo de la pasada Bundesliga, entregada al Bayern en la última jornada. Justo un año después, aquel fiasco sirve para espolear al vestuario. «No importa lo duro que fuese aquello, porque siempre hay que levantarse e intentarlo de nuevo. Esta es la parte más bonita de nuestro deporte. Yahora estamos en uno de los estadios más icónicos del mundo para enfrentarnos nada menos que al Madrid». Poco antes de entrar a la sala, un periodista alemán había abordado a Terzic con una pregunta ya recurrente. «Sí, hace 10 años jamás hubiese soñado dirigir en una final de Champions, pero hace cuatro meses, cuando entramos en octavos, por supuesto que lo pensé»..

Poco antes de entrar a la sala, un periodista alemán había abordado a Terzic con una pregunta ya recurrente para él. «Sí, hace 10 años jamás hubiese soñado dirigir en una final de Champions, pero hace cuatro meses, cuando nos clasificamos para octavos, por supuesto que lo pensé». En septiembre, según él mismo admitió, nadie confiaba en este Borussia, con una plantilla muy renovada respecto a 2023.

Una de las apariciones más refrescantes de este curso fue la del central Nico Schlotterbeck, que deberá hacer frente su ex compañero, Jude Bellingham. «Puede hacer todo: regatear, disparar y cabecear. Además, sus extremos son muy buenos. Necesitamos defender como equipo y si les controlamos, podremos ganar», pronosticó el central. Por último, una mención para Julian Brandt, que también exhibiría un gran optimismo frente a los micrófonos. «Creemos que podemos ganar. Tenemos una confianza total y lo vamos a demostrar».

Wembley: la final de los 10 minutos que conviene al Real Madrid

Wembley: la final de los 10 minutos que conviene al Real Madrid

De las finales de Champions que ha disputado el Madrid contemporáneo, a la que más podría parecerse la de Wembley es a la que jugó frente al Bayer Leverkusen, en 2002. Un rival alemán de clase media, inferior desde cualquier ángulo a los blancos, que desde 1988 han ganado dos veces a la Juventus, dos al Liverpool, dos al Atlético, una al Valencia y otra al citado Leverkusen: ocho de las 14. Sin embargo, la Novena, resuelta con la volea de Zidane en el minuto 45, fue la que supuso un mayor padecimiento para el Madrid, junto con la disputada en París, con un desenlace heroico para Casillas. La radiografía de los finalistas en el trayecto hacia Wembley no augura, inicialmente, algo similar, ya que de todas las superioridades que pueden apreciarse en el Madrid frente a su rival, ninguna es tan evidente como su producción goleadora en los 10 últimos minutos de los partidos o su alargue. Las estadísticas de este curso dicen que en ese tramo es imbatible, y no precisamente por su portero. Si es capaz de llegar sin sorpresas, nadie como el equipo de Carlo Ancelotti juega mejor la final de los 10 minutos.

Entre el gol que marcó Vinicius al Bayern Múnich en el minuto 83, en la ida de las semifinales, y el de Bellingham al Unión Berlín, en el minuto 93, en el primer encuentro de la fase de grupos, el Madrid ha conseguido cinco más (ver gráfico). Es decir, siete a partir del minuto 80 de los 26 marcados en total en la competición, un 26,9%. El porcentaje de su producción goleadora ya es mayor en el segundo tiempo (61,5%), aunque con una gran concentración en esa franja final. En el mismo segmento, el Dortmund sólo ha marcado dos tantos, el que anotó en el Metropolitano por medio de Haller (minuto 81), en cuartos, y el logrado frente al PSV Eindhoven, en la ida de los cuartos, a cargo de Reus (minuto 94). Un 11,7% de su bagaje goleador en esta Champions.

Al contrario, los alemanes han conseguido dos tantos en los primeros 10 minutos por ninguno de los blancos, que lograron el primero por parte de Rodrygo frente al Nápoles en el Bernabéu, a los 11 minutos. Sugiere el dato que el Dortmund parte más activado en los partidos frente a un Madrid que ha tenido arranques perezosos, algo de lo que los propios protagonistas han hecho autocrítica repetidamente. Los anticuerpos que son necesarios para evitarlo es de suponer que son más fáciles de activar en una finalísima.

UN RIVAL MEJOR EN EL ECUADOR

Los goles alemanes se reparten prácticamente a partes iguales entre los dos tiempos, tan sólo uno más tras el descanso. Sorprende que, pese a la diferencia en la producción (17 frente a 26), el Dortmund ha marcado más en el ecuador de los encuentros, entre los minutos 30 y 50 (cinco frente a dos). Las dos salidas al terreno de juego y el final del primer periodo son, según el recorrido anterior de los equipos, fases en las que el Madrid ha de estar especialmente vigilante.

Con muchos menos goles, en el equipo de Edin Terzic, en cambio, han marcado más futbolistas que en el de Ancelotti (12 por 10). Vinicius, Rodrygo y Joselu han anotado cinco cada uno, por cuatro de Bellingham. Ningún jugador del rival en Wembley ha conseguido tantos. Füllkrug suma tres por dos de Brandt, Reus y Adeyemi. Se trata de un equipo muy coral tanto en lo defensivo como en lo ofensivo, donde el despliegue de Adeyemi, Jadon Sancho y Brandt multiplica las opciones. El balón parado le da, asimismo, buenos frutos, como demostró Hummels en París. Füllkrug es un 'delantero-tanque' poderoso físicamente.

"NUESTRA AUTOESTIMA CRECIÓ"

El Madrid ha marcado en todos los partidos mientras que el Dortmund no lo hizo en los dos primeros, ante PSG y Milan. Curiosamente, no pudo ganar a los de Luis Enrique en ninguno de los dos encuentros de la fase de grupos, pero les derrotó en ambos en semifinales. Ello dice mucho de un equipo que ha crecido en los momentos de presión, como era la vuelta de cuartos después de perder en el Metropolitano. «A partir de la tercera jornada, cuando jugamos contra el Newcastle y ganamos, notamos cómo empezábamos a creer que podíamos conseguir algo. Nuestra autoestima comenzó a crecer», dice Terzic. La realidad es ya no dejó de hacerlo. La final es su premio. «Si jugáramos 10 veces contra el Madrid, sería difícil ganar en el balance general, pero a 90 minutos o 120 más los penaltis, podemos vencer a cualquiera».

El Dortmund será el cuarto rival alemán del Madrid en esta Champions, que la empezó ante el Unión Berlín, con una victoria pírrica en el Bernabéu, y en el mismo lugar tuvo su momento crítico del torneo ante el Leipzig. Padecer ante el Bayern estaba en el guion. Las finales tienen el suyo propio. Mejor para el Madrid sise decide en los 10 últimos minutos.

El esperpento de la portería derribada en el primer Madrid-Dortmund: un camión milagroso, un alunizaje y una meta con ''suerte''

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''Estábamos formados, escuchando el himno de la Champions cuando de pronto se escucha un boom tremendo, con una portería caída. Aquello fue una escena chistosa''. Fernando Sanz rememora, 26 años después, es mayor esperpento en el estadio Santiago Bernabéu que marcó para siempre la primera vez que se enfrentaron Real Madrid y Borussia Dortmund, en la ida de la semifinal de la Champions. Fue el 1 de abril de 1998, cuando los ultras del Fondo Sur se

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Mbappé, el señalado en Francia: “decepción”, “cólera” y una pregunta incómoda

Actualizado Miércoles, 8 mayo 2024 - 13:52

El martes por la noche, un día antes de que la llama olímpica llegase a Marsella, París se preparaba para ver clasificarse al PSG en la final de la Champions. El diario deportivo L'Equipe resume bien el desenlace del encuentro: «Sin llama», dice el titular de su portada. La llama del PSG se apagó tras su derrota ante el Dortmund, perdiendo así su oportunidad de estar en la final y, por tanto, de poder ganar su primera Liga de Campeones.

El PSG no ha ganado y tampoco ha marcado en los dos partidos. El equipo parisino "pierde una oportunidad de oro", señala Le Figaro. "Ineficaz en los dos partidos contra el Dortmund, el PSG se detiene a las puertas de la final. Desilusión", dice el diario.

Para saber más

El blanco de la decepción lo ha monopolizado, cómo no, Kylian Mbappé, al que se critica no haber estado a la altura. Es la estrella del equipo donde ya no jugará la próxima temporada. La afición le reprocha que se marche sin haberle dado una Champions. "Mbappé, decepción y cólera", resume Sports. Mbappé es "el mal alumno" del encuentro, según L'Equipe.

"Tímido y sin capacidad de maniobra ante un bloqueo que no le dejaba espacio, el jugador no ha resultado peligroso" en el campo, añade Sports, algo menos crítico. RMC abre con la "amarga última vez de Mbappé" en el PSG. "En su última aparición europea con los colores del PSG, y en el Parque de los Príncipes, Kylian Mbappé no logró marcar la diferencia para clasificar a su club para la final. Un amargo final", dice este medio deportivo.

Luis Enrique, triste

Los aficionados del PSG ya planeaban ayer celebrar en los Campos Elíseos el pase a la final, pero tuvieron que abortar la fiesta. «Esta es una historia triste que comenzó con una de las atmósferas más grandes de la historia del Parque de los Príncipes y que terminó en arrepentimiento y desolación", escribe Vincent Duluc, columnista de L'Equipe.

"Estoy orgulloso del equipo (...) Yo soy el único responsable de la derrota", reaccionó el entrenador del PSG, Luis Enrique. "Hay un sentimiento de tristeza, como no puede ser de otra manera, pero no hemos sido inferiores en ninguno de los dos partidos", dijo después, mientras Mbappé resumía: "No hemos puesto todos los ingredientes necesarios para llegar a la final de la Liga de Campeones".

El futbolista jugará su último partido con el equipo parisino este domingo. La temporada que viene lo hará con el Real Madrid, equipo al que podría haberse enfrentado si el PSG hubiera pasado a la final y si los blancos ganan al Bayern esta noche. Un periodista le preguntó justo anoche a Mbappé si apoyaba hoy al que será su nuevo equipo. Mbappé miró al cielo y se dio media vuelta, sin contestar.

La historia de la oportunidad perdida para el PSG la ilustra bien Le Parisien en su portada. Confronta dos imágenes: A la izquierda París, con un Mbappé en el campo, cabizbajo y derrotado, bajo el título "el gran fracaso". A la derecha, Marsella presumiendo de "la fiebre Olímpica" y una foto que ilustra la euforia por el evento. El PSG no ha ganado aún ninguna Champions. El Olympique de Marsella, el gran rival, sí tiene una.

El último desafío de Mbappé: la herida de Lisboa, la preparación mental y el deseo de una despedida triunfante

El último desafío de Mbappé: la herida de Lisboa, la preparación mental y el deseo de una despedida triunfante

«Quiero hacer historia para mi país. Esta es mi misión: ganar la Champions». Las palabras de Kylian Mbappé sonaron a premonición aquella tarde del 22 de agosto de 2020 en Lisboa. En esa inusual Champions pandémica, huérfana de público en las gradas y desplazada en el calendario, el PSG, liderado por el francés escoltado por Neymar y Di María, se deshizo del Atalanta y el Leipzig para plantarse en la final ante el Bayern Munich. Todo parecía indicar que los parisinos iban a convertirse en el segundo equipo francés en proclamarse campeón tras la gesta del Olympique de Marsella en 1993.

Sin embargo, no tuvieron opción. El Bayern de Hansi Flick se llevó su sexta Copa de Europa con un 0-1 de Kingsley Coman en el minuto 50 ante el que el equipo de Thomas Tuchel no pudo reaccionar. Aquella derrota dejó huella en Mbappé, el sentimiento de que no había cumplido con la tarea que le encomendaron cuando le ficharon en 2017 por 180 millones de euros- 35 de ellos sujetos a variables- y le rodearon de estrellas.

No pudo cobrarse venganza en 2021, porque el Manchester City le apeó en semifinales de manera inapelable. Pero busca hacerlo esta noche, arropado por el Parque de los Príncipes en la que será, seguro, su última gran noche europea en ese estadio. «Llegaré al partido con buen humor, dispuesto a defender los colores y llevar al equipo a la final. Ya estoy preparado», advirtió el domingo en un acto con su fundación con decenas de niños. No será fácil ante un Dortmund que llega con la ventaja del gol de Füllkrug, pero no hay escapatoria.

Liderar a los jóvenes

No habrá otra oportunidad, como no la ha habido desde 2021 de pelear por llegar a la final, algo que sólo habían conseguido una vez en toda su historia un año antes. Antes de la irrupción del flujo millonario catarí, el PSG había pisado en una ocasión las semifinales de la máxima competición. Fue en 1995 con Luis Fernández en el banquillo y con George Weah como estrella, pero el Milan de Fabio Capello les apartó de la final que acabaría llevándose el Ajax de Louis Van Gaal.

Con ese peso de la historia a sus espaldas, para que Mbappé acabe su misión tendrá que hacerse más presente que el duelo de ida, donde le costó dañar al conjunto alemán. Lo tendrá que hacer con sus incuestionables condiciones, pero también ejerciendo el liderazgo de la plantilla más joven que queda en la competición. Con una media de 24,5 años, casi ninguno de los que estará en el once ha vivido una situación similar. Se lo puede contar el propio Mbappé y el capitán Marquinhos, protagonistas en el once titular de aquella noche de lágrimas en Lisboa, como también de la decepción ante el City en 2021. También se mantiene en la plantilla de aquellas derrotas Keylor Navas y de la última, lesionado en el tendón de Aquiles, Kimpembe.

Los campeones, del Madrid

Achraf Hakimi llegó después con una Champions bajo el brazo que ganó con el Real Madrid en 2018, pese a haber jugado sólo dos partidos en la fase de grupos y haber ido convocado a otro, la ida de los octavos precisamente ante el PSG.

Son algunos de los menos protagonistas para Luis Enrique los que mejores recetas tienen sobre cómo jugar, y ganar, la Liga de Campeones. Uno de ellos es el guardameta costarricense, que alzó tres con el Real Madrid. Las mismas ha conquistado Marco Asensio, con un rol residual para el asturiano, pero fue campeón en 2017, 2018 y 2022.

La máxima de que todos los campeones de Europa que hay en el PSG lo fueron con la camiseta del Real Madrid la rompe Lucas Hernández. Él supo lo que es ser campeón precisamente en Lisboa, pero jugando para el Bayern. La opción de ayudar a poder devolver a la afición parisina la euforia arrebatada en 2020 se esfumó hace una semana. El central francés no estará hoy en el césped del Parque de los Príncipes y es una de las principales bajas de Luis Enrique. En el intento por evitar el gol de Füllkrug se rompió el ligamento cruzado de la rodilla izquierda.

Todos ayudarán a empujar contra los alemanes, pero las miradas serán para Mbappé. En sus botas estará si la despedida se alarga hasta Wembley buscando que la relación acabe con buenos recuerdos y una bonita amistad, o si el final de una leyenda empieza a llorarse en París.

El mejor alemán juega en el Madrid

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Si frente a un equipo alemán el mejor futbolista alemán juega en el Madrid, hay poco más que añadir. Kroos ordenó a sus jugadores y hasta a los contrarios como lo hace un profesor cuando entra en clase. Se acabó el descontrol, las carreras y los papelitos. Cada uno en su sitio. Kroos los colocó a todos. A los suyos, con la pelota; a los rivales, sin ella. Puso el equilibrio que el Madrid necesitaba en un arranque caótico y puso el desequilibrio n

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La Champions de los antigalácticos: el peso de los Rüdiger o Lucas Váquez en la historia del Madrid

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El primer galáctico del Madrid era quien más odiaba la palabra «galáctico». «No vuelva a pronunciarla. Esa palabra hizo mucho daño al Madrid». La última charla con Alfredo Di Stéfano, que a pesar de ser presidente de honor recibía en la modesta zona de veteranos del Bernabéu, mostraba cómo el inexorable deterioro que el paso del tiempo había provocado en su cuerpo, no había hecho mella alguna en su pensamiento, en sus principios. Repetía Di Stéfa

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El Real Madrid gana o pierde, pero con el alma de quien nunca muere

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La resistencia no es la cualidad que más se asocie al Madrid, amo del vértigo y de las transiciones. No hay resistencia posible en el alto nivel de la Champions sin un control emocional superlativo, el que se necesita para pasear por el contorno de un cráter. El Madrid lo tiene, sea para lo que sea, también para aquello en lo que no tiene costumbre, con sus héroes o con sus antidivos, Lunin, Rüdiger, Nacho, Carvajal y hasta Lucas Vázquez. Fueron

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El Bayern no da tregua al Arsenal y vuelve a colarse en semifinales

Actualizado Miércoles, 17 abril 2024 - 23:39

El Bayern vuelve a las semifinales de la Liga de Campeones, el halo de luz que puede iluminar una temporada aciaga. Se atrincheró ante un Arsenal que logró llevar la eliminatoria viva pero que fue incapaz de dañar al equipo de Tuchel. Apenas tuvieron oportunidad porque, como obreros de una siderurgia, los bávaros se arremangaron para que la eliminatoria no se escapara hasta que se agarraron al solitario gol de Kimmich.

Hubo demasiado respeto entre los dos equipos en el arranque del partido, como si el duelo en Londres hubiera dejado una profunda huella en ambos además de un empate que no daba ventaja a ninguno. Para el Bayern el 2-2 en el Emirates fue un aviso de que en un segundo se le puede escapar la única competición en la que sigue vivo. Para el Arsenal un recuerdo de que los errores se pagan caros y no siempre se pueden enmendar en el último instante.

Se tantearon y se protegieron, sin querer descubrir las cartas, pero los alemanes, jaleados, despertaron a los 20 minutos, justo cuando Musiala cogió el mando empezó a entrar en juego. Lanzó primero el ataque por la banda derecha para que Guerreiro y Mazraoui se plantaran en el área y el marroquí sacara un disparo cruzado que rozó en White para desviarse junto al poste de David Raya. Después fue él mismo quien probó con un disparo desde la frontal.

No se asustó el Arsenal. Buscaba Arteta que Jorginho mordiera los tobillos del alemán y logró incomodarle lo justo para que le costara lanzar al Bayern. Lo sufrió Harry Kane, desesperado y pasando de puntillas por el duelo, sin poder acercarse con peligro a la meta del Arsenal. Esa idea tenía un coste, y es que Havertz y Saka anduvieron tan perdidos como el goleador inglés.

La prioridad de los gunners era no equivocarse, manejar la pelota con ritmo mientras encontraba cómo acelerar para crecer. Encajado el primer golpe de los bávaros, Odegaard apareció para provocar que Neuer, a mano cambiada, salvara su disparo y para servir un centro a Martinelli que no logró empujar la pelota desde el punto de penalti. Era el aviso de que serían valientes y que la pelea por las semifinales estaba muy viva.

Se lo debió recordar Tuchel a sus jugadores en el vestuario. La Champions es la tabla de salvación a la que se agarran los alemanes, poco acostumbrados a cerrar las temporadas en blanco. La efervescencia con la que arrancaron la segunda parte tuvo pronto premio. Un testarazo de Goretzka se estrelló en la escuadra y el rechazo lo cazó Guerreiro y lo desvió al poste Saliba. Empezaba a engrasarse el Bayern y logró que apareciera Sané, se colara hasta la linea de fondo para colocar un centro pasado al segundo palo que recogió Guerreiro para pensar, colocarse y telegrafiar un centro perfecto que no dudó en rematar Kimmich en plancha.

El Bayern acababa de dar un pase de gigante en una eliminatoria incómoda que estaban logrando domar. Pudo sentenciarla Sané, pero envió a la grada el balón raso que le sirvió Guerreiro. No era capaz del Arsenal de crearles problemas, pero seguían expuestos a que un latigazo de los ingleses les llevara a una peligrosa prórroga.

Lo sabía Arteta y buscó a Trossard y a Gabriel Jesús para conectarse y asustar más. Contrarrestó Tuchel buscando piernas frescas con las que resistir lo que suponía que iba a ser el asedio gunner y encomendarse a rápidas transiciones que dibujaba Musiala.

Lo primero no ocurrió. El Arsenal no fue capaz de agitar el partido ni en la locura de los instantes finales. Tenían vida extra a un gol, pero la desesperación guiaba sus ataques. Tanto que desperdició una falta en la frontal en el tiempo añadido con la que Saka quiso sorprender. Murió el equipo de Arteta sacando de córner, incapaz de tumbar al Bayern.