El Real Madrid pierde con honra ante el Manchester City y se enfrenta al dilema de Xabi Alonso

El Real Madrid pierde con honra ante el Manchester City y se enfrenta al dilema de Xabi Alonso

Cuando corren, tampoco. Es la conclusión fácil para abrir la base del cadalso sobre el que han situado a Xabi Alonso, con la soga anudada al cuello. La conclusión tiene una trampa, y es que no es lo mismo correr contra el Celta que contra el City. Un Madrid atónico, lento y errático frente a un Madrid intenso, presionante, veloz y sufriente. Un Madrid de jugadores dimitidos en una derrota sin perdón contra un Madrid de futbolistas entregados en una caída con honra ante un grande de Europa. La pregunta es cuál de los dos pertenece a su entrenador y cuál a la idiosincrasia desnuda que anida, como una musa, en el Bernabéu. En la respuesta está la solución: Xabi Alonso, si; Xabi Alonso, no. Ese es el dilema. [Narración y estadísticas (1-2)]

A Florentino Pérez le toca resolverlo, pero hacerlo de verdad, en una u otra dirección, no con la indefinición que sucedió al numerito de Vinicius en el clásico. Que Xabi Alonso es un buen entrenador lo dice el mercado, su brillante pasado reciente en Alemania. Que Xabi Alonso es o no un entrenador idóneo para el Madrid lo tienen que decir los resultados, hasta ahora irregulares, pero en el top-8 de la Champions y a cuatro puntos del líder en la Liga. Jamás podrá serlo, sin embargo, sin la autoridad debida, algo que no siempre ha sentido bajo un fuego que puede ser tan peligroso como el fuego del City. Es el fuego amigo.

La entrega de los futbolistas desde la salida del vestuario tampoco es la más indicativa de si están a full con su entrenador, porque la Champions invoca siempre algo especial en el Bernabéu, algo que trasciende las batallitas familiares, incluso las cuentas pendientes, en una atmósfera de eucaristía colectiva. Rodrygo las tiene, con el técnico y consigo mismo, pero apareció como si hubiera soltado todo el lastre, camino de su primer gol en nueve meses. Pasó del ostracismo a ser lo mejor del Madrid, frente a un Vinicius desenfocado y un Mbappé quebrado en el banco. Después del tanto se abrazó a Xabi Alonso en la banda. O el brasileño es un actor de primera o se trata de un gesto difícil de entender en un contexto de guerra soterrada contra el entrenador.

Sobrehumano Courtois

Rodrygo concluyó una contra sacada del álbum de fotos del Madrid, un prodigio en el que intervinieron la presión, la velocidad y la precisión. Carreras robó a Bernardo Silva, Gonzalo fue el vértice en la transición y Rodrygo cruzó lejos de la envergadura del gigante Donnarumma.

Era el arranque que siempre se espera del Madrid, a fuego, pero de un Madrid mermado, globalmente en defensa y especialmente por la ausencia de Mbappé, el mástil del equipo en este arranque de temporada. Al Madrid, al menos, le quedaba la quilla. Courtois volvió a sostener a los suyos, con intervenciones sobrehumanas, como una doble parada ante Haaland y Cherki, cuando llegó la ola del City, contemplativo y pasivo primero, pero persistente y profundo después, con Doku como un cuchillo en su izquierda. El fútbol de los ingleses es como un caldo, empieza a fuego lento, a veces demasiado lento, más de lo que le gustaría a Guardiola. Sólo había que ver cómo gesticulaba en la primera parte.

Ese City sin profundidad, en cambio, consiguió equilibrar el partido en una acción que señala al trabajo de Xabi Alonso y a la plaga de lesiones en la defensa, a la que se ha unido la del mejor en la zona, Militao. Mal defendido el balón parado, Gvardiol cabeceó y O'Reilly remató desde la salita de estar de Courtois sin que el portero tuviera visión. Cuando el Madrid necesitaba el descanso, Rüdiger agarró a Haaland con disimulo, pero no hay disimulo posible en el VAR, que nada más empezar sacó un penalti a Vinicius fuera del área. En ambas acertó.

Rodygo, ante Bernardo Silva, el miércoles en el Bernabéu.

Rodygo, ante Bernardo Silva, el miércoles en el Bernabéu.AFP

Ser objeto de la pena máxima y acertar en el lanzamiento fue toda la contribución del ogro noruego, suficiente para cualquier delantero, pero escasa para lo que se espera de un personaje de su talla. Con mucho tiempo por delante, Guardiola lo sustituyó, al refrescar todo su ataque, puesto que también se marcharon Foden y Cherki.

Xabi Alonso lo hizo por necesidad en una segunda parte de riesgos, no había otra. Si en el once había prescindido de Güler en favor de Ceballos, llamó entonces al turco, como también a Brahim o hasta Endrick, que estaba en el último estante del armario para el tolosarra. Suya fue la mejor ocasión del partido, salvo el gol de Rodrygo, en un remate al larguero.

Cambios que llevaban el mensaje de la carga ante un equipo al que el Madrid no podía dominar, ni al principio ni al final, porque no tiene la madurez colectiva ni el juego necesario. El primero que lo sabe es Xabi Alonso, por eso decidió esperar y salir a la contra en el primer tiempo hasta que la desventaja le hizo descoserse a la desesperada ante un City que jamás se exprimió. A la desesperada espera, hoy, decisiones para saber si, como dice Guardiola, puede mear en el Madrid con la suya.

El Madrid encuentra su catarsis ante Olympiacos gracias a Vinicius y Mbappé

El Madrid encuentra su catarsis ante Olympiacos gracias a Vinicius y Mbappé

En tierra de catarsis buscó el Madrid el verdadero significado de esta palabra griega: purificación. La encontró a medias, porque la victoria frente al corajudo Olympiacos de Mendilibar cambia la tendencia, pero no cambian las sensaciones, con dos caras distintas, la de la sociedad de la catarsis, Mbappé y Vinicius, y la de la calamidad en defensa, pese a las bajas, con preocupantes desconexiones del equipo que pusieron en riesgo el triunfo. [Narración y estadísticas (3-4)]

Xabi Alonso tiene el mejor y el peor trabajo del mundo. Ya lo sabía, dice, pero ahora lo sabe de otro modo. La condena no la intuyen del mismo modo el reo y su abogado. Líder de la Liga y en el Top 8 de la Champions, reforzada su posición por este triunfo, el técnico no la temía, no por ahora, pero necesitaba cambiar la tendencia en Atenas, después de tres partidos sin ganar, too much en el Madrid.

Esta media catarsis tapa una fuga de agua pero no detiene la lluvia. Deja certezas y dudas que el entrenador no puede obviar. Que el gol es cosa de Mbappé lo tiene claro. Que la determinación es cosa de Vinicius es conveniente que lo asuma, porque habrá más catarsis, y no precisamente a la griega, sino más difíciles. Las dudas nacen de la pérdida de control, con dos remontes de Olympiacos y dos remates en una isla desierta que exigen trabajo, más allá de las ausencias, y ese sí es trabajo de entrenador.

La boya del centro del campo

La determinación de Vinicius fue colosal desde el salto al campo, aunque un salto inicial en el que no tuvo el acompañamiento de los suyos, erráticos, incómodos por la presión alta del rival. Es una seña de identidad de Mendilibar, de pierna dura y duelos a fuego. Le dio resultado en el arranque y en el desenlace, aunque en el ecuador dejó un páramo atrás cuando sus jugadores erraban y no llegaban a tiempo en el repliegue, lo que en ocasiones obligaba a Tzolakis, su portero, a adelantarse al centro del campo. En ese contexto, Vini era como un guepardo en el Serengueti.

Xabi Alonso recuperó a una pieza clave para lo que desea en el Madrid. Se trata de Tchouaméni, la boya de su centro del campo. Las bajas en defensa, a las que unió la de Courtois, podían llevar al Madrid al centro de la defensa, como había ocurrido en el pasado con Ancelotti, pero el técnico tolosarra prefirió mantener a su mediocentro y mover a Carreras hacia el centro y colocar a Mendy como titular. Las maniobras implicaban riesgos, acrecentados por las debilidades defensivas de Trent en la derecha. De momento, sabemos de su buen pie como asistente. Hace falta más para hacerse con la banda derecha del Bernabéu. Mucho más.

En las dudas iniciales que generaban las mutaciones y los antecedentes, supo pescar Olympiacos, simple pero eficaz. Primero con lanzamientos largos de su portero para buscar la presión arriba y tener opciones sin necesidad de elaborar, dado que su calidad es muy inferior a la del Madrid. Al final, con centros que no encontraron oposición en una defensa de blandiblue.

Vinicius pugna por un balón con Retsos.

Vinicius pugna por un balón con Retsos.AFP

El gol local nació de esa presión, pero, en cambio, maduró en una acción combinativa de gran precisión, coronada con el disparo de Chinquinho, seco, sin dar tiempo a los reflejos de Lunin. Ese tanto en un día difícil no destempló al ucraniano, firme frente a otro disparo del mismo jugador en un momento crítico.

A la belleza de la jugada le había acompañado la candidez de los defensores del Madrid, poco intensos, contemplativos. Ese Madrid era el Madrid de los últimos partidos y de los peores presagios. Vinicius, sin embargo, había decidido ser el Vinicius que se espera, no el que se reprocha. Ya lo hizo en el disparate de Elche cuando saltó al terreno de juego desde el banco, pero sin tiempo ni compañía. En Atenas las tenía.

'Hat-trick' exprés

El brasileño corrió, se desmarcó y pasó, todos menos marcar en un día en el que lo marcó todo Mbappé. No le pesó, al contrario. Para empezar, aprovechó una recuperación, con todo Olympiacos volcado, para lanzar en el espacio a Mbappé, como gusta al francés. Al primer disparo, gol. Hasta cuatro veces, tantas como goles marcó el Madrid, respondió con la misma frialdad y eficacia. No hay otro goleador igual en el mano a mano. En siete minutos había marcado tres goles, un hat-trick exprés, el más rápido de su carrera. En el segundo tiempo añadió el cuarto tanto, asistido también por Vini.

La catarsis parecía completa, y eso creyó también Xabi Alonso, que llevó a Tchouaméni a la defensa, retiró a Asencio e introdujo a Bellingham, suplente por unas presuntas molestias. El equipo, que ya había vuelto a las dudas para permitir a Taremi apretar una vez el marcador, se cayó del todo. El Kaabi volvió a marcar de cabeza para hacer peligrar el esfuerzo de la sociedad de la catarsis.

Una minipretemporada en Valdebebas para resetear la “confianza” de Alexander-Arnold: “Liverpool era su vida”

Actualizado Martes, 25 noviembre 2025 - 23:20

Trent Alexander-Arnold pasó en Liverpool los primeros 27 años de su vida. Nació en el barrio de West Derby, a tres kilómetros de Anfield, y entró en las categorías inferiores del conjunto red a los ocho años. Casi dos décadas después y tras ganar la Champions y la Premier con el equipo de su ciudad, cambió Inglaterra por España y Liverpool por Madrid. Nuevo club y nuevo idioma. Un desafío personal al que se sumó la pérdida de Diogo Jota, uno de sus mejores amigos, y un inicio irregular en el Bernabéu, lastrado por las lesiones y por sus tres ausencias con la selección inglesa camino del Mundial. Por eso ahora, terminando noviembre, tras una pretemporada en Valdebebas y con Dani Carvajal lesionado, Trent observa en el horizonte sus semanas más importantes en el Madrid.

El reseteo del lateral derecho británico comenzó ante el Elche, donde fue titular por primera vez desde el 30 de agosto y por tercera ocasión en este curso, todas en la Liga (Osasuna, Mallorca y ahora). La rotación con Carvajal, primero, y una lesión en los isquiotibiales después le han obligado a pasar demasiado tiempo en la grada y en el banquillo. Pasó siete encuentros en la enfermería y cuando regresó tardó otros dos en tener minutos, volviendo a pisar césped en un estadio doloroso.

Los 10 minutos que disputó en Anfield ante el Liverpool los sufrió, habiendo homenajeado a Jota en la previa, siendo abucheado en cada acción y perdiendo el partido. Unos días después, disputó ocho minutos ante el Rayo en Vallecas. Xabi Alonso, que apostó por Fede Valverde en la posición, no le veía para más. Al menos en ese momento.

"Trent necesita un poquito más de tiempo después de la lesión. Seguro que en el parón va a poder prepararse bien para lo que viene", avisó el técnico. Y así ha sido. Igual que Jude Bellingham en septiembre, ha aprovechado el parón por las selecciones para realizar una minipretemporada en Valdebebas, tanto a nivel físico como mental, para recuperar el ritmo y la titularidad en el Madrid, algo que no consigue desde el Mundial de clubes.

Dos asistencias en el Mundial

En su momento, Alonso insistió para que el lateral llegara al club para el torneo americano. Su contrato con el Liverpool terminaba el 30 de junio, pero el Madrid apretó y pagó (cinco millones de euros) para que Trent participara con el equipo en el evento, donde fue indiscutible. Se notó su poca adaptación al sistema de juego y a sus compañeros, pero fue titular en los cinco encuentros previos a la semifinal contra el PSG, donde no pudo jugar por una lesión muscular. En el Mundial fue de menos a más y terminó con dos asistencias, confirmando que mantenía una de sus grandes virtudes: el pase.

Eso quiere recuperar ahora Alonso, necesitado de gente con visión en una plantilla que sufre para crear juego. La mejor versión de Trent, generando jugadas desde la zona derecha y situándose como interior al lado de Arda Güler y Aurelien Tchouaméni, parece clave para eso. El inglés todavía no se ha estrenado como goleador o asistente este curso y fue el más insistente del Madrid ante Elche, enviando centro al área y diagonales sin parar. "Es una cuestión de confianza, de autoconfianza", analizan fuentes cercanas al vestuario madridista, donde esperan su mejor versión y que sea capaz de adaptarse lo más pronto posible al día a día de un club como el Madrid.

"Ya era muy tímido en Liverpool"

El futbolista, a sus 27 años, realiza varios días por semana clases de español para mejorar la comunicación con el vestuario, el cuerpo técnico y los miembros del club, aunque su timidez fuera del campo es evidente. "Ya era muy tímido en Liverpool, pero se transformaba cuando entraba al campo. Ahí estaba muy seguro de sí mismo", explica a este periódico Aadam Patel, periodista del Daily Mail. "El Liverpool era su vida, vivió muchos años cerca de la ciudad deportiva y fue un referente para los jóvenes. La adaptación es dura, pero lo conseguirá".

La ayuda de Bellingham en el día a día es clave. Ambos se conocen de la selección y el ex del Dortmund fue una de las piezas importantes para convencer al lateral de fichar por el Madrid.

La primera crisis de Xabi Alonso: parálisis en el campo y dudas, mesuradas, en el club

La primera crisis de Xabi Alonso: parálisis en el campo y dudas, mesuradas, en el club

El Madrid es el líder de la Liga y Xabi Alonso ha llegado para ser el líder del Madrid, el líder del juego, se entiende, no el líder máximo. La primera crisis del equipo blanco, porque de ese modo se califica en el Bernabéu a una serie de dos partidos sin ganar, no es tanto la del líder que todavía manda en la tabla como la del líder que pretende ser su entrenador. La atonía del Madrid en Anfield y en Vallecas apuntan a una acelerada descompresión del conjunto que propuso con fuerza el sorpasso en el fútbol español tras dominar el clásico ante el Barça.

La reacción de Xabi Alonso, más allá de sus comprimidas palabras y llamadas a la «mesura», no ha sido suficiente, como si no tuviera un plan B, como si la parálisis hubiera afectado, asimismo, al banquillo. Liverpool y Rayo no recibían al Madrid en su mejor momento. Irregulares los primeros en la Premier, los rayistas acababan de celebrar una remontada ante el Lech Poznan, pero su último resultado en Liga había sido un 0-4 frente al Villarreal en el mismo escenario.

Cualquiera de los dos resultados, derrota y empate, por separado habría tenido coartada, fuera el nivel del rival en el caso de los ingleses, o los antecedentes del Madrid en Vallecas, donde esta temporada también ha empatado el Barça. Los dos resultados encadenados crean, en cambio, una tendencia, mala para Xabi Alonso.

lesiones y cambios

Obligado a realizar cambios por la lesión de Tchouaméni, convertido en la boya del juego posicional que el tolosarra desea, Xabi Alonso retrasó a Güler en Vallecas. El futbolista con mejor visión para el último pase estaba demasiado lejos de la portería contraria, hecho que, además, rompió la excepcional conexión del turco con Mbappé.

El delantero francés estuvo ausente, tanto que únicamente tocó 11 veces la pelota en el primer periodo ante el Rayo. En su caso, no hubo diferencias con el partido que realizó en Anfield, donde estuvo desaparecido. No es casual que en esos dos encuentros el Madrid no consiguiera ni un solo gol, ya que Mbappé ha marcado el 52% de los tantos de los blancos esta temporada, 13 de 26 en Liga, la mitad exacta, y seis de ocho en Champions. En la posición de 9, hablamos de un finalizador que se resiente del mal juego de los suyos, por supuesto, pero al que en los dos últimos partidos se le ha observado desconectado, sin la rebeldía necesaria para generar ocasiones de la nada, como se espera de un futbolista de su jerarquía. Con sus luces y sombras, lo que hace Vinicius.

El brasileño y el entrenador dieron por cerrado el episodio del clásico, aunque con las dudas que generó su comunicado, sin mencionar explícitamente al técnico. Un caldo de cultivo peligroso si la duda acerca de su trabajo germina en el vestuario. Vini, su entorno y buena parte del club no han entendido alguna de sus suplencias y cambios. En definitiva, la pérdida de la condición de titularísimo. Lo mismo siente Valverde, anclado de momento al lateral, con Carvajal lesionado y Trent en el banquillo.

Xabi Alonso, el domingo, en el estadio de Vallecas.

Xabi Alonso, el domingo, en el estadio de Vallecas.EFE

Pese a observar a un Madrid sin gol y con un Mbappé ofuscado, Xabi Alonso no utilizó a Gonzalo, su gran hallazgo en el Mundial de clubes, donde demostró valentía ante las jerarquías, pese a la lesión del francés. Endrick, por su parte, parece olvidado, a la espera de una cesión. En ataque, además, el técnico todavía no ha definido con claridad la banda derecha, en la que su preferencia es Mastantuono, lesionado. En Vallecas apareció Brahim y después Rodrygo. Ninguno funcionó. No es únicamente una definición de hombres, también de sistema.

Bajada de Huijsen

La inclusión de Camavinga en el centro del campo, para pasar de un 4-3-3 a un 4-4-2, funcionó ante el Barça, pero no en Anfield. En Vallecas, el francés sustituyó a su compatriota Tchouaméni, pero Xabi Alonso acabó por llamar a Ceballos, y es que la crecida del Rayo podría haber supuesto algo peor. Lo mismo ocurrió con Militao, que empezó en el banquillo para dar minutos a Asencio y tuvo que entrar debido a la tarjeta amarilla e inseguridad de Huijsen. El central ha bajado en su rendimiento con respecto a su autoritario inicio.

Orden, meritocracia e intensidad en la presión fueron constantes que el Madrid apuntó en el Mundial de Clubes, pese a caer con un PSG mucho mejor, y empezó a consolidar en el arranque del curso. Todo progresaba adecuadamente en busca de un equipo dominante, que presione en campo del rival y tenga el control del juego a través de la posición, con sus centrales avanzados, como quiere Xabi Alonso. Un nuevo Madrid, en definitiva. Sin embargo, la abrupta desconexión en el Metropolitano y en Anfield y Vallecas, con el paréntesis del clásico, abre dudas que escalan hasta la cúpula del club, aunque con mesura, como pide Xabi Alonso, al que esperan dos largas semanas, por el parón, y tres visitas a domicilio: Elche, Girona y Olimpyakos. Después será el turno del revitalizado City de Guardiola en el Bernabéu. Otro grande. Otra prueba.

Courtois, la pesadilla de Anfield: el 23% de sus paradas desde la final de 2022 fueron ante el Liverpool

Courtois, la pesadilla de Anfield: el 23% de sus paradas desde la final de 2022 fueron ante el Liverpool

«Me empezaba a recordar a la final de 2022... Estuvo increíble otra vez». En la zona mixta de Anfield, Virgil Van Dijk todavía no lograba quitarse a Thibaut Courtois de la cabeza. El hombre que le arrebató al Liverpool la Copa de Europa en Saint-Denis hace poco más de tres años con nueve históricas paradas apareció de nuevo en territorio 'red' para desesperar al conjunto británico, incrédulo ante los vuelos del belga. «Por suerte, encontramos la manera», se congratulaba el central neerlandés, feliz por el gol de Mac Allister que cerró un triunfo merecido.

El Madrid, como en París, sobrevivió el tiempo que duraron los milagros de su portero en un alarde extraordinario de manos y pies. «He intentado sostener al equipo. Es una pena», admitía en los pasillos de un estadio que vive atemorizado por él. El 23,2% de las paradas de Courtois en Champions desde el inicio de la final de 2022 han sido al Liverpool, 29 de 125.

El asedio del conjunto inglés sobre el guardameta belga no fue sólo una sensación. La estadística lo refrenda. Y es que sólo en aquella noche de París en 2022 Courtois tuvo que intervenir más veces que ayer. Nueve en Saint-Denis, ocho en su última aparición en Anfield, las mismas que ante el City en el Bernabéu y contra el PSG en París, ambos en 2022.

«demasiadas faltas cerca del área»

Un dato que explica que el nuevo Madrid de Xabi Alonso no dista mucho de lo que ha sido el conjunto blanco durante los últimos años. Un equipo extraordinario, con un talento superlativo en ataque, sostenido también por «el mejor portero del mundo», denominado así por Valverde ante la prensa.

«Hemos hecho demasiadas faltas cerca del área y ellos son buenos en eso. Algunas eran innecesarias y había que tirar de freno de mano. Tenemos que mejorar», admitió el belga, que describió así su increíble parada en el mano a mano con Szoboslai: «Hay que ocupar espacio y vi que eran un 2 contra 1 y que venía solo. Si me quedo en la portería es un penalti casi imposible de parar. Cuando he visto el pase he ido a reducir, tengo manos y brazos largos y es una parada no del manual del portero, pero también sirve».

Courtois voló cuatro veces en el primer tiempo y otras cuatro tras el descanso. Igualdad de números, de sufrimiento y de trabajo para el belga, que no recibía tantos disparos esta temporada desde el derbi madrileño del Metropolitano.

Una de las intervenciones de Courtois, el martes en Anfield.

Una de las intervenciones de Courtois, el martes en Anfield.EFE

Ese partido, perdido por 5-2 por los blancos, aparece ahora como una de las dos derrotas del curso de Xabi Alonso y los suyos. Un duelo similar en sensaciones, pero que para el técnico tolosarra no tiene nada que ver. «Ha estado igualado. Hay muchas formas de perder y la de hoy es muy diferente a la del Metropolitano», aseguró Alonso en sala de prensa, donde apeló a los «detalles» que marcaron la diferencia en un partido en el que «hemos competido bien», insistió.

«Falta de actitud»

El vasco puso el foco en los errores individuales, en los fallos en la marca y en la concesión de demasiadas faltas y córners. Al final, todo derivó en el talento de Courtois, que acumula ya 20 paradas en esta Champions: cuatro contra el Marsella, Kairat y Juventus y ocho ante el Liverpool. En la media de sus últimas temporadas: 51 en el total de la 2024-2025, con cinco en Anfield; y 42 en la 2022-2023, con siete en la eliminatoria de octavos contra el Liverpool.

«No hemos tenido esa sensación (de falta de intensidad). Creo que hemos competido bien», aseguró Alonso. «Ha sido un partido igualado, exigente, de ritmo alto, y nos ha faltado amenazar un poco más el área rival. Luego en la segunda parte han sido detalles, teníamos que estar en el partido y no conceder y hemos concedido muchas faltas, algún córner... Y ese gol les ha dado la ventaja. Es la primera fase y podremos recuperar puntos», siguió el técnico.

Más duro fue Fede Valverde, que criticó que el equipo pecó de «falta de actitud» en las jugadas a balón parado. «Con este escudo hay que salir a ganar. Tenemos que prestar más atención. Hay que saber sufrir, saber defender y mejorar», finalizó.

La pasión turca a vista de dron: toda la transformación de Arda Güler llevada a cabo por Xabi Alonso en el Real Madrid

La pasión turca a vista de dron: toda la transformación de Arda Güler llevada a cabo por Xabi Alonso en el Real Madrid

Al observar a Arda Güler uno no piensa en Yaman, el arrebatador protagonista de La pasión turca. Güler es huidizo, de mirada oblicua, tímido, frágil en apariencia, lejos de la exuberancia del personaje de ficción, interpretado en el cine por el galán francés George Corraface, a cuya voluptuosa presencia sucumbe Desideria Oliván, Desi, presa de la rutina de su matrimonio. Antonio Gala, en realidad, se inspiró en el enamoramiento de su secretario por un turco para adaptarlo en la novela al arquetipo de la Penélope de provincias. La pasión, no obstante, era la misma, muy distinta a la pasión turca que seduce al Madrid, en la que la exuberancia no es física, pero exuberante es lo que produce en el Bernabéu.

Esta nueva pasión turca no necesita el sugerente caos de Estambul, una explosión de colores, melodías y aromas que conforman el decorado para la aventura de la buena Desi. Al contrario. La pasión turca de Güler precisa método, grabaciones, atención personal y psicología, mucha psicología. A todo ello se ha empleado Xabi Alonso desde su llegada con especial dedicación, porque necesita la pieza para lo que desea hacer en el Madrid. El tolosarra quiere un juego dominante desde la posición, que lleve sus centrales adelante, al centro del campo. Exige presión en territorio del rival para robar y armar ataques. Entonces, del mismo modo que en las transiciones ofensivas, llega el momento del pase que rompa las líneas. Ahí aparece Güler, que, frente al Valencia, dio a Mbappé su sexta asistencia. No hay mejor socio posible.

El entrenador quiere, pues, control, no caos, y eso abre incógnitas, porque tiene herramientas, jugadores, para ser mejor en el control, pero de lo que no hay duda es de que nadie compite como el Madrid en el caos. Veremos. El cambio de tendencia, de momento en su fase inicial, es el que hace que los especialistas en la conducción, como Valverde o el propio Vinicius, no tengan ya la etiqueta de indiscutibles del pasado. Vini, sin embargo, no es sólo un jugador. Es uno de los principales activos del club, un icono, y eso es algo que Xabi Alonso, un entrenador nada jerárquico, al contrario que Ancelotti, deberá conjugar con su hoja de ruta. De eso dependerá la cohabitación no sólo del técnico con la estrella, también con el presidente, tras la paz firmada en el festín ante el Valencia, un verdadero merengue en el Bernabéu.

El juego posicional

El juego posicional que penaliza a unos, beneficia a otros. No es casual la mejoría que ha experimentado Tchouaméni, del que quiere todavía más, que se avance en lugar de incrustarse entre los centrales, una necesidad convertida en vicio durante la pasada etapa. Xabi Alonso aspiraba a la llegada de un mediocentro, pero estaba claro que las prioridades estaban en la defensa. Florian Wirtz, al que había moldeado en el Bayer Leverkusen, era muy caro, carísimo, y Martín Zubimendi, con el que hizo algo parecido en el Sanse, filial de la Real Sociedad, no recibió el cariño del Madrid que le mostró Arteta. De haber sido de ese modo, estaría, hoy, en el Bernabéu.

En esa tesitura, el tolosarra dio su plácet a Modric para que siguiera un año más, pero el club sabía lo que saben todos: si el croata seguía, jugaría. No hay entrenador que se resista a su capacidad de templar los partidos. Para dar una verdadera alternativa a las inversiones realizadas para el centro del campo, Tchouaméni, Camavinga y Güler, Modric debía marcharse. De hecho, es justo lo que le dijo Juni Calafat al adolescente Güler cuando se avanzó a Deco por su fichaje: «Será difícil al principio porque están Kroos y Modric, pero cuando se marchen tendrás tu verdadera oportunidad en el Madrid, será tu momento».

Al llegar, Güler, muy respetuoso, llamaba abi a Modric. Abi es como se llama a un hermano mayor en Turquía. Ahora ya no necesita hacerlo, y no sólo por la marcha del croata. Pese a sus 20 años, juega como un hermano mayor. Si acaso, algunos en el vestuario lo llaman de ese modo, Arda abi, pero en tono de broma. «Ahora se siente importante, y ese es el cambio fundamental», explican en Valdebebas, además de «un trabajo muy específico con el futbolista».

Mbappé abraza a Güler tras una asistencia.

Mbappé abraza a Güler tras una asistencia.OSCAR DEL POZOAFP

Los entrenamientos del Madrid son grabados por drones y después editadas las imágenes en vídeos con los que Xabi Alonso hace encuentros individualizados con quien lo cree necesario. En Güler es uno de los que invierte más tiempo, durante las estajanovistas jornadas del entrenador y su staff, desde las ocho de la mañana hasta mediada la tarde. Dónde posicionarse, cuándo girarse o cómo presionar son las cuestiones en las que más ha insistido al turco.

Clave en el balón parado

En las oportunidades que tuvo en el último año con Ancelotti, después de desencuentros, malentendidos y advertencias del italiano a su entorno, Güler hacía esfuerzos excesivos, aunque muchas veces sin rumbo. La clave ahora no es correr mucho, sino correr correctamente. El turco no es el único jugador al que Xabi Alonso explica la necesidad de dosificar los esfuerzos. También a Bellingham, de un despliegue físico brutal y de regreso a su mejor versión tras solucionar sus problemas de hombro en el quirófano. Había jugado mermado.

En un Madrid que quiere llegar a controlar todos los detalles, Güler se convierte, asimismo, en herramienta clave para el balón parado. Nadie tiene su precisión en las faltas indirectas o los saques de esquina. Es técnica en estado puro, pero eso no basta. Ahora vemos a un Güler sacrificado, que se repliega, y a un Güler más fuerte, que ha ganado peso de la mano de Ismael Camenforte, el preparador físico que está detrás de la energía del líder. Este nuevo Güler al que Montella ha puesto ya al mando de la selección de Turquía, aspira a ser el eje del juego del equipo que tiene la mejor selección de Champions.

Vinicius y Mbappé neutralizan la rabia del Villarreal

Vinicius y Mbappé neutralizan la rabia del Villarreal

El Madrid consiguió ante el Villarreal una victoria de peso. De esas que son casi un parto ante un rival de Champions que jugó de tú a tú contra los blancos. El alivio de Almaty es ahora oxígeno antes del parón por los compromisos internacionales tras los goles de Vinicius, que anotó un doblete sanador, y de Mbappé, pichichi, ante el submarino, que metió miedo con el tanto de Mikautadze y protestó el penalti del 2-1 y la roja a Mouriño. [Narración y estadísticas (3-1)]

Xabi Alonso usó la alineación para mandar un mensaje contundente: «Aquí mando yo». Después de la polémica de los últimos días alrededor de Fede Valverde, que ha reconocido en varias ocasiones que no le gusta jugar de lateral derecho y que incluso «no he nacido para jugar ahí», el técnico tolosarra le entregó al uruguayo, capitán, el carril derecho. Como en la polémica de Vinicius y sus cambios, Alonso se mantuvo firme. Además, Xabi dejó en el banquillo a Bellingham, titular en el Metropolitano, y a Camavinga para apostar por Ceballos y Mastantuono, ojito derecho del entrenador en estas primeras semanas.

Y el argentino respondió con intensidad y fútbol. Fue el mejor del Madrid en una primera parte en la que los blancos fueron de más a menos. Sometieron al Villarreal, que apareció sin Mikautadze ni Pépé, sus estrellas, y pudo adelantarse en el marcador a través de la cabeza de Tchouaméni o el pie izquierdo de Mastantuono, pero el submarino aguantó y terminó teniendo las mejores ocasiones del primer tramo cuando el Madrid bajó el ritmo de juego.

Oluwaseyi, ante Courtois

Mastantuono hizo suyo el partido con sus diagonales desde la banda derecha. Muy activo a la hora de amenazar a su par, el argentino hizo de conexión entre el centro del campo y la delantera ante la apatía de Güler, más desaparecido en la noche del sábado.

Tchouaméni tuvo la más clara del Madrid en el minuto 21, pero su cabezazo tras centro de Vinicius se marchó rozando el palo izquierdo de Tenas. Esa ocasión aceleró a los locales, que presionaron alto en varias jugadas y pudieron marcar. En el 22, Veiga salvó ante un remate de Mastantuono después de un robo de Ceballos y en el 26 un buen centro del argentino lo sacó Comesaña cuando Tchouaméni se preparaba para marcar.

A partir de ahí, bajón madridista y empuje castellonense con Oluwaseyi como punta de lanza de sus contraataques. El delantero canadiense tuvo en el 40 el mejor intento de los visitantes. Una transición rapidísima en la que le ganó en velocidad a Militao y Huijsen y erró ante Courtois, que se hizo gigante en el mano a mano y aguantó sus amagos.

La acción de Mourinño ante Vinicius castigada con la segunda amarilla.

La acción de Mourinño ante Vinicius castigada con la segunda amarilla.AFP

El primer tiempo terminó con el partido roto, con el Villarreal llegando fácil hasta los dominios de Courtois y con Mastantuono, otra vez, rozando el gol ante Tenas. Tras el descanso, Xabi olió sangre en el perfil de Mouriño, con amarilla ante Vinicius, y en la primera jugada el Madrid encontró el gol. El brasileño encaró a su par, le regateó fácil ante el miedo del defensa a la segunda tarjeta y su disparo tocó en Comesaña para despistar a Tenas.

El Villarreal se desperezó con Mikautadze y Pépé, que entraron en el descanso y fueron un tormento para Militao y Carreras. Su velocidad fue la mejor arma de un Villarreal que siguió aprovechando las transiciones rápidas, pero que se encontró con un penalti de Rafa Marín sobre Vinicius en el que el brasileño, lanzador en lugar de Mbappé, puso el 2-0. El canterano madridista trabó con la pierna derecha al delantero y Cuadra Fernández pitó penalti. Protestó el Villarreal, pero el VAR no cambió la decisión del árbitro.

Mbappé, con un golpe en el tobillo

Vinicius definió abajo, a la derecha de Tenas, que rozó la pelota pero no acertó a detenerla, y sumó su primer doblete del curso. El gol noqueó al Villarreal durante dos minutos, los que tuvo Bellingham para sentenciar el choque. El inglés, que entró por Güler, falló dos ocasiones claras ante Tenas y dio aire a los visitantes, que recortaron distancias al minuto siguiente con un buen tanto de Mikautadze desde la frontal.

El Madrid entró en dudas por un instante, pero la rabia fue del Villarreal, que protestó la segunda amarilla a Mouriño por un manotazo a Vinicius. Como en el penalti, el VAR confirmó la decisión del árbitro y dejó a los de Marcelino con uno menos. Autopista para los blancos, que fallaron varias claras pero sentenciaron con el gol de Mbappé a pase de Brahim antes de irse lesionado por un golpe en el tobillo.

El Madrid se pone líder con 21 puntos, dos por encima del Barça, que este domingo visita al Sevilla.

Xabi Alonso gana el pulsito de Valverde

Xabi Alonso gana el pulsito de Valverde

El pulso con Valverde era un pulsito, porque el uruguayo es uno de los capitanes, pero un capitán del servicio. Un pulso con Xabi Alonso sólo lo resiste una prima donna. Si Valverde decidió aclarar públicamente que no se había negado a jugar en el lateral es porque, verdad o mentira, entendió que era necesario aclarar algo. Mal asunto. Había dicho, también públicamente, que no se sentía cómodo en el puesto. Al siguiente partido, frente al Villarreal, ocupó ese lugar, en minusvalía por las lesiones de Trent y Carvajal, y recibió un mensaje sin palabras, pero cargado de intenciones. Lo que puede llevar al once al uruguayo es la polivalencia.

Centrocampista físico pero de conducción, no de posición, Valverde es una pieza a contraestilo con lo que busca Alonso, que quiere velocidad de balón entre las piezas, no piezas arriba y abajo en el centro del campo. Eso delante, con Mbappé y Vinicius, que poco a poco se reencuentra tras un inicio apocado en el área y en el ego por el arranque del francés, merced a goles que son como caramelos balsámicos. El pie de Comesaña ayudó a tragar el primero. La mano de Arnau Tenas no impidió el segundo, de penalti.

El orden táctico y las posesiones largas favorecen menos a Valverde que los estallidos del calculado desorden de Ancelotti. El Madrid busca ahora el control, no el box to box para el que el uruguayo es un portento. Por esa razón Alonso ha quitado el polvo a Ceballos. Eso no quiere decir que no haya momentos para desatarse, especialmente en las segundas partes, con el Madrid en ventaja en el marcador y espacios por delante.

Los hubo ante el Villarreal, con una llegada y asistencia del uruguayo a Bellingham. Ello, sin embargo, podría implicar la suplencia, sobre todo cuando vuelvan los titulares del lateral, y entender que se puede ser importante sin ser titular. Lo han de comprender Valverde y su entorno, porque quienes viven de los jugadores suelen ver más fantasmas de los que hay en un vestuario.

Valverde cumplió ante un Villarreal tímido, más tiempo donde es peor -en su propio campo- que donde es mejor. Una de sus recuperaciones, en situación de mucho peligro, fue aplaudida por el Bernabéu, que coreó su nombre. Valverde levantó el dedo como un triunfador, aunque el triunfador era su entrenador.

Un calentamiento que no fue, las manos en la espalda y una ley no escrita en el Madrid: las claves de la tensión con Fede Valverde

Un calentamiento que no fue, las manos en la espalda y una ley no escrita en el Madrid: las claves de la tensión con Fede Valverde

Es como una ley no escrita. En el Real Madrid, y en la mayoría de clubes de fútbol, la rueda de prensa previa al partido anuncia a uno de los once titulares de dicho equipo en el encuentro. Sucede así en el conjunto blanco desde hace años, tanto en la época de Ancelotti, de Zidane e incluso de Mourinho. Y también en la de Xabi Alonso.

En Liga sólo habla el técnico, pero la primera jornada de la Liga de Campeones, la competición que obliga a un futbolista a acompañar al entrenador en la comparecencia previa, Aurelien Tchouaméni fue el portavoz del vestuario y 24 horas después fue titular. Por esto, y por alguna que otra cosa más sentida en el estadio, es tan extraña la situación vivida con Fede Valverde en Almaty, ciudad de Kazajistán donde los blancos disputaron su segunda cita europea del curso.

El uruguayo, segundo capitán del Madrid por detrás de Carvajal, siempre entregado a la causa y siempre recordando la importancia de su rol en el vestuario y de dar ejemplo, fue el encargado de hablar ante los medios en la previa del duelo contra el Kairat. Centró su mensaje en la "falta de actitud" en el derbi contra el Atlético, en las conversaciones que habían tenido sobre el momento del equipo en el avión entre Madrid y Almaty, una circunstancia que, según él, "había pasado poco desde que estoy aquí", y en la posibilidad de jugar en el lateral derecho, una posición que ya ha dejado claro que no le gusta. "No nací para ser lateral", llegó a mencionar, añadiendo su disponibilidad a hacerlo si el entrenador lo considera y a "morir por la camiseta".

Choques

Todas esas frases llegaron antes de la rueda de prensa de Alonso, que contradijo un poco el mensaje del centrocampista. "Decir que sólo ha sido falta de actitud es simplista", contestó a una pregunta que incluía el recuerdo de uno de los titulares de Valverde. "Hay más razones, también futbolísticas", siguió el vasco.

Llegó después el entrenamiento, donde según diversas fuentes, una de las opciones del cuerpo técnico para el lateral derecho fue Valverde. Al amanecer del día del partido, viendo que Raúl Asencio había sufrido en el carril ante el Atlético, que Dani Carvajal y Trent Alexander-Arnold estaban lesionados, que apostar por el canterano David Jiménez era complicado tras una derrota como la del Metropolitano y que el uruguayo había hablado ante los medios, la mayoría del entorno del Madrid pensaba que Valverde sería titular.

A las cinco de la tarde, la primera sorpresa. El centrocampista era suplente. Ni lateral, donde se situaba Asencio, ni mediocentro, donde apareció Ceballos para acompañar a Tchouaméni y Güler. "Es una decisión que estaba tomada", dijo Alonso tras el duelo. Fuentes del club aseguran que su suplencia fue una decisión técnica y que Valverde quiso dar la cara tras la derrota en la rueda de prensa previa. En el Metropolitano, después del encuentro, habló Carvajal.

El entrenador del Madrid, Xabi Alonso.

El entrenador del Madrid, Xabi Alonso.VYACHESLAV OSELEDKOAFP

La segunda sorpresa llegó en el césped. Los titulares y los suplentes saltaron al campo para realizar ejercicios de calentamiento antes del partido. Los once elegidos en un lado, con una sesión más intensa, y los reservas con diversos pases, toques y un rondo para pasar el rato. Estaban todos, incluidos Bellingham, Rodrygo, Camavinga, Carreras o Brahim, menos Valverde.

El uruguayo apareció por el túnel a los cinco o diez minutos acompañado por uno de los miembros del club. Caminó por la banda en tono serio y se sentó en el banquillo, donde estaban algunos asistentes de Alonso pero no el entrenador, que se queda siempre en el vestuario. Fede no participó del rondo ni de los pases de sus compañeros. No tocó balón.

Más tarde, con 0-2, Xabi le mandó calentar junto a Bellingham, Carreras y compañía. Lo hizo en un ritmo relajado, a veces parado con las manos en la espalda, y cuando Mbappé marcó el 0-3 se dirigió al banquillo para sentarse de nuevo, como si supiera que ya no iba a jugar. Siempre con tono serio.

"Lucharé hasta el final jugando donde sea"

"A todos nos gusta jugar, y a Fede el que más. Es muy competitivo", dijo Fran García en la zona mixta de Almaty. A unos metros, Alonso navegó el temporal aludiendo a las necesarias rotaciones: "Fede siempre está dispuesto donde se le necesite. Hay que dosificar minutos y esfuerzos", declaró.

La duda queda en esa ley no escrita sobre la rueda de prensa previa, en la no participación de Valverde en ningún ejercicio del calentamiento, sin problema físico aparente, y su cara durante los diversos instantes del partido. Contra el Villarreal debería volver a la titularidad, pero tampoco está encontrando con Xabi, de momento, la versión que le convirtió en uno de los mejores centrocampistas del mundo.

Ante la magnitud el revuelo formado, el jugador ha hecho público un comunicado este miércoles: "He leído varios artículos dañando mi persona", avanza el uruguayo, que tras un preámbulo esgrime: "Tengo una buena relación con el entrenador la cual me hace sentir con la confianza de poder decirle cuál es la posición que más me gusta dentro del campo, pero siempre, siempre le hice saber que estoy disponible para cumplir en cualquier lugar, en cualquier viaje y en todos los partidos. Dejé el alma en este club y lo seguiré haciendo, aunque a veces no alcance o no esté jugando como quisiera, lo juro por mi orgullo que jamás me rendiré y lucharé hasta el final jugando donde sea".

El “quiero meter cinco” de Mbappé y la extraña situación con Valverde, portavoz, suplente y ausente en el calentamiento: “Es una decisión que estaba tomada”

Actualizado Martes, 30 septiembre 2025 - 23:26

La herida del Real Madrid se cerró un poco en Almaty, segunda ciudad de Kazajistán en la que imperó el caos en la previa de un duelo histórico contra los blancos. Colapsos en la entrada, fiesta en la grada, algo de extraña tensión por la situación de Fede Valverde y goles en el césped. Tres de Mbappé, que suma cinco en Champions y 13 en los nueve encuentros que ha disputado en total para aliviar las sensaciones después de la derrota contra el Atlético.

"Hay que seguir pensando en lo que ha pasado este 'weekend', para no pasar otra noche así. Nunca hay que olvidar", aseguró el delantero tras el duelo. "Mi trabajo era ayudar al equipo, es lo que pienso. Si meto goles bien. Si no, también", dijo sobre su estupenda racha goleadora, aunque se le vio molesto por no haber marcado todavía más en la visita a Kazajistán. "Un jugador como yo, si tengo cinco ocasiones, quiero meter cinco goles. Es para lo que el Madrid me ha comprado", zanjó.

Para saber más

Uno de sus tantos fue asistido por Arda Güler, que vuelve a sumar otro pase de gol y otro más al galo, mejorando una sociedad que va a más. "Es un joven que tiene calidad y talento. Somos muy felices de tenerle en nuestro equipo", reconoció Mbappé sobre el centrocampista.

Cinco minutos más tarde

El otro protagonista de la noche madridista fue Fede Valverde. El uruguayo fue protagonista en la previa del partido apareciendo en la rueda de prensa, un detalle que en la mayoría de ocasiones significa que el futbolista que hace portavoz luego es titular en el partido. Ante los medios, el centrocampista volvió a insistir en que "no nací para ser lateral", pero que estaba dispuesto "a morir por el Madrid", dejando claro que en ciertas situaciones podía jugar de defensa. Además, durante sus palabras insistió en el problema de "actitud" que habían tenido en el Metropolitano.

Pero la supuesta titularidad se torció con el paso del tiempo. Unos minutos más tarde, también en la previa, Alonso dijo que "decir que ha sido sólo la actitud es simplista", y 24 horas más tarde el tolosarra decidió dejar a Valverde en el banquillo.

La elección del vasco sorprendió en Almaty y provocó algunos momentos de tensión en la banda del estadio. Valverde saltó a calentar antes del duelo cinco minutos más tarde que sus compañeros y no compartió con los suplentes el clásico rondo previo, sino que se quedó sentado en el banquillo con algunos miembros del cuerpo técnico.

Un remate de Mbappé que se perdió cerca de la escuadra.

Un remate de Mbappé que se perdió cerca de la escuadra.AFP

Después, con el partido 0-2, Alonso le mandó calentar junto a Bellingham, Valverde y Carreras, pero al marcar Mbappé el 0-3, el uruguayo, sin que el entrenador le avisara, caminó hacia el banquillo y se sentó de nuevo. En ese momento, fuentes del club aludían a una decisión técnica en la que no habían tenido nada que ver problemas físicos.

Cuestionado por la sorprendente decisión de la alineación y por el calentamiento de Valverde, Xabi Alonso rechazó cualquier problemática. "(Su suplencia) Es una decisión que estaba tomada. Fede siempre está dispuesto a jugar donde se le necesite y con buena predisposición. Si hubiera sido necesario, hubiera jugado. Hay que dosificar minutos y esfuerzos y él y Carreras lo habían jugado todo", explicó el técnico, que no quiso referirse a la ausencia del uruguayo en el calentamiento previo de los suplentes. "No tengo ni idea, yo estaba viendo el partido y no he visto nada de lo que me dices", contestó al periodista.

A unos metros, Fran García defendió a Valverde, amigo suyo y segundo capitán del equipo. "A todos nos gusta jugar y Fede es seguramente el tío que más quiera jugar. Yo no creo que sea nada puntual, Fede es de los más competitivos y entiendo que quiera jugar todos los partidos. Seguirá manteniendo un nivel muy bueno", admitió el lateral izquierdo, titular en Almaty.