El Madrid aprieta la Liga mientras Mbappé sigue buscando su liberación

El Madrid aprieta la Liga mientras Mbappé sigue buscando su liberación

Dos chispazos, varios fallos ante la portería rival y dos sustos. Así fue la tarde del Real Madrid ante el Getafe. Los blancos apretaron la Liga, situándose a un punto del Barça con un partido menos, al vencer al equipo de Bordalás con goles de Bellingham de penalti, y de Mbappé. El galo anotó un gol y erró tres ocasiones claras ante Soria que pudieron convertir el duelo en goleada y su momento en una liberación. La grada tembló con los dos palos del Getafe, pero el choque fue madridista.

Después de la decepción de Liverpool, el Bernabéu recibió con cariño a Mbappé. Cánticos, alguna ovación, ánimos tras los primeros errores... Y delirio con el 2-0 del francés, un golazo desde fuera del área. Así le quiere Chamartín, atrevido y con éxito. No es una mezcla fácil en semejante escenario, apto solo para las cabezas más amuebladas. En ello trabaja el ex del PSG, calmando su ansiedad a base de goles.

Ante el Getafe, Ancelotti le escoró a la izquierda, aprovechando la vuelta de Rodrygo y acumulando entre el centro y la derecha al brasileño, a Brahim, a Lucas y Valverde. Liberando el carril zurdo para la conexión entre Mbappé y Bellingham, triunfadora contra los de Bordalás.

En el medio, el técnico le entregó el timón a Ceballos y demostró que el andaluz tiene ante sí una de las grandes oportunidades de su carrera. Parece, junto a Modric, el único capaz de aportar sentido constante al juego del Madrid. Camavinga y Fede son explosivos y verticales, Tchouaméni es un eje defensivo y no se sitúa como organizador. Así, el andaluz compró billetes contra el Getafe, demostrando que bajo sus pies puede correr el fútbol del conjunto blanco ante gran parte de los equipos de la Liga.

A pesar de todo, al Madrid le costó derribar el muro del Getafe. Una situación esperada dado el estilo de Bordalás, sus virtudes y sus defectos. Sin grandes delanteros ni hombres creativos en su rotación, al entrenador valenciano no le queda otra opción que apostarlo todo a la parcela defensiva y una suerte de contragolpe que casi nunca llega.

Aguantó durante la primera media hora, pero se rompió a partir del penalti de Nyom a Rüdiger. Hernández Hernández, que ya había avisado y amonestado al francés en un lance similar unos minutos antes, señaló pena máxima por un agarrón del defensa sobre el central alemán en un córner. Lo revisó y lo confirmó el VAR, y lo transformó Bellingham, que cogió el balón desde el pitido y engañó a David Soria tras un pequeño salto.

A unos metros, Mbappé ni siquiera hizo amago de intentar el lanzamiento tras su error en Anfield. Una decisión consensuada durante la semana a la espera del regreso de Vinicius.

Ocho minutos después, el galo se desquitó y dio el primer paso para superar el bache futbolístico y mental en el que parece estar sumido. Aprovechó un genial pase al hueco de Bellingham en una contra del Madrid y se atrevió a disparar desde veinte metros. Un lanzamiento bajo, con efecto a la izquierda de Soria, que pegó en el palo y se coló en la portería del Getafe.

Estalló de alegría el Bernabéu, la plantilla y el cuerpo técnico, conscientes todos de que Mbappé necesita acertar para engancharse al ritmo del calendario, que no descansa. Lo necesita él y lo necesita el conjunto blanco.

En el descanso, Ancelotti dejó en el vestuario a Bellingham, mareado tras un golpe con Soria, y le dio más minutos a Güler, irregular en su oportunidad en Anfield. El partido entró en una pequeña siesta, fruto del resultado, cómodo para los blancos, de las pocas virtudes ofensivas del Getafe, del cansancio y de las próximas obligaciones del calendario.

El VAR tuvo que corregir a Hernández Hernández, que había señalado penalti por mano de Berrocal tras un disparo de Mbappé. El francés había cogido el balón para lanzarlo después de que la grada coreara su nombre pidiéndole tirar, pero se quedó con las ganas.

Uche metió algo de miedo en el cuerpo al estadio con un disparo al palo y Mbappé volvió a tener una clarísima, recibiendo un pase de Güler al espacio, regateando a Soria y definiendo fuera, inexplicablemente, cuando tenía toda la portería para él. No sería la última del galo, que estrelló en el portero un nuevo remate minutos después.

El Getafe se estrellaría otra vez contra el palo tras un disparo de Patrick mientras el Madrid pensaba ya en el duelo del miércoles en Bilbao, en el del fin de semana en Girona, en el de Champions en Bérgamo y en el siguiente en Vallecas. Demasiadas preocupaciones como para gastar oxígeno ampliando rentas. Mbappé, eso sí, volvió a tener una ocasión clarísima tras una combinación con Güler. Sigue sin suerte.

Luis Milla: "Tenemos un país maravilloso con políticos que no están a la altura, de un lado y de otro"

Luis Milla: “Tenemos un país maravilloso con políticos que no están a la altura, de un lado y de otro”

Debutó en Primera División con 23 años, tarde, según las costumbres de hoy en día, después de una carrera en el "barro" de divisiones inferiores, de lesiones, de varios "no" en las canteras de Valencia, Real Madrid y Atlético. Lejos de hacerle tirar la toalla, el rechazo le impulsó. Luis Milla Manzanares (Majadahonda, 1994), hijo del que fuera centrocampista de Barça, Madrid y Valencia, es el cerebro de un Getafe que hoy visita el Bernabéu. Se sienta con EL MUNDO para reflexionar sobre la vida, el fútbol, las amistades o la política. De todo.

El Getafe está sufriendo en este inicio. ¿Cómo lo está viviendo?
Ha sido un verano complicado pero ahora tenemos que ser conscientes de que esto es lo que hay, que los nuestros son los mejores que podemos tener y que tenemos que creer en nosotros. El equipo ha hecho méritos para tener más puntos, pero esto es fútbol.
¿Cómo es una pretemporada con Bordalás?
Dura, dura, muy exigente. Te exprime. Recuerdo algún día de terminar con una cara de muerto... Llegamos a límites que yo casi no había conocido y es una gran suerte porque te saca el máximo. He vuelto a disfrutar y creo que me ha hecho mejorar. A pesar del sufrimiento, es una maravilla porque el fútbol va muy rápido y si te frenas, cualquiera te pasa por encima. Él es un motivador desde siempre y sus discursos llegan. A mí me llegan. Sus equipos se pegan contra una pared si hace falta para chocarla y derribarla. Te hace valorar lo que significa esta profesión, que es la mejor del mundo y a veces te puedes relajar o no ser consciente de lo que tienes, que el fútbol dura poco y hay que exprimirlo, no dejar nada por hacer.
En esa reflexión sobre la profesión, usted es hijo de futbolista, ha estado en canteras importantes... Pero luego le ha tocado vivir el barro de categorías más humildes. ¿Ha habido algún cambio de actitud en su vida?
Creo que no, porque mis padres siempre me han transmitido humildad y trabajo, que no me creyera más que nadie. Pero también mi carrera me ha llevado a no creerme nada porque me han echado de todos los lados (risas). Me han dicho que no contaban conmigo en cuatro canteras diferentes, he jugado en Tercera, en Segunda B, en Segunda... No ha habido momentos en los que pudiera pensar que era más que otra persona porque he estado en el barro total. Y estoy orgulloso de eso porque me ha hecho valorar lo que tengo y crecer personal y futbolísticamente. Es más difícil jugar en esas categorías que en Primera, sin duda. Ha sido un camino espectacular.
Durante su carrera, ¿su padre era de los que estaba muy encima o dejaba hacer?
Siempre me ha dicho que disfrutara, nunca me ha puesto presión, jamás me ha corregido cosas de mala manera y todo lo que hemos hablado ha sido natural. Creo que vemos el fútbol y la vida de la misma manera. Ahora que muchas veces voy a ver partidos de niños y de adolescentes me da pena ver a padres que hablan como si fueran los entrenadores. Los niños tienen que jugar, aprender y escuchar al entrenador, ya está.
¿Cómo ha sido ser hijo de futbolista en un vestuario adolescente y de una cantera importante?
Pues cuando somos niños creo que de forma inconsciente hay más comentarios, pero nunca he tenido la sensación de sufrir en exceso por esas cosas. Iba un poco a mi bola, disfrutaba de jugar, escuchaba alguna cosa pero nada. Me llevé palos por no estar en un sitio, en otro y en otro, pero volví a levantarme.
¿Qué saca de tanto "no"?
El "no" duele, claro. Me acuerdo de llegar a casa cuando me dijeron que no seguía en el Cadete del Madrid y ver a mi madre llorar pero porque estaba llorando yo, porque me veía sufrir. Y mira, al final me fui a Majadahonda y fui feliz tres años. Así ha sido mi carrera. En Valencia no contaron conmigo en infantiles y me fui a una academia de allí.
¿Cuál fue el punto de inflexión?
Creo que llegó después de romperme el cruzado, cuando me fui a Fuenlabrada. Llevaba ocho jornadas y no jugaba nada, pero nada de nada. De repente expulsaron a un compañero y tuve una oportunidad, una. Era contra el Real Unión de Irún. Siempre he dicho que hay que estar preparado para cuando llegue la oportunidad, ese día la agarré y no la solté.
Al año siguiente, en noviembre de 2017, visitó el Bernabéu con el Fuenlabrada y marcó un golazo.
Ese gol es especial por lo que significó. Disfrutaba como un niño con ese grupo, el entrenador, Antonio Calderón, confió en mi y me dijo nada más llegar al banquillo que iba a ser jugador de Primera... Le competimos al Madrid (2-2), el gol tuvo se repercusión, la gente me conoció un poquito... Todo ayuda.
A partir de ahí va escalando. De Segunda B al Tenerife en Segunda. Tres años en Canarias y ficha por el Granada, ya en Primera, donde llegan a jugar Europa. Eso sí, sufre varias lesiones musculares. ¿Se llega a obsesionar?
Jugar Europa fue un sueño cumplido que quiero volver a cumplir y que voy a pelear a muerte. Quizás en algunos momentos te obsesionas, pero con el tiempo lo he normalizado y he puesto todos los medios que están en mi mano para recuperarme y rendir mejor. Sin volverme loco, eso sí, porque creo que la obsesión no ayuda. Cuando uno tiene demasiadas preocupaciones, problemas o piensa demasiado las cosas, es difícil rendir. Por eso intento estar tranquilo.
¿Usted, a nivel profesional, qué tiene alrededor?
Preparador físico, los medios en casa para descansar, entrenar y rendir... Pero insisto, la ayuda está bien pero lo más importante es estar tranquilo de cabeza y canalizar bien los problemas que puedas tener. Mis mejores momentos han sido cuando no pienso, cuando estoy en un 'estado de flow' donde todo fluye, concentrado 100%. Eso lo aprendí gracias a unos profesionales con los que trabajé el tema mental. Me ha ayudado muchísimo. Llego al campo y se me olvida lo de fuera.
Cambiando de tema, Marcos Llorente es uno de sus mejores amigos.
Sí, desde que teníamos 13 años hasta ahora. Coincidimos en la cantera del Madrid. Estábamos en equipos distintos, pero íbamos al mismo colegio, el bus nos dejaba en la misma parada... Le admiro mucho, personal y futbolísticamente. Me ha hecho crecer mucho en lo deportivo, porque he seguido un poco sus pasos. Fue de los primeros en trabajar fuera de lo que es el día a día del club y con el tiempo hemos conseguido encontrar el equilibrio. La gente piensa que es un enfermo del físico pero él disfruta la vida, que hay tiempo para todo, y siempre ha sido muy exigente consigo mismo. No hay nada más que verle en el campo. Es una barbaridad.
Me han dicho que están picados al golf y que él es mejor que usted...
Eso es inviable (risas). Lleva menos tiempo que yo jugando, me habrá ganado un par de veces nada más. No tengo rivales en mi grupo de amigos. Nos gusta mucho el golf, nos despeja y es un deporte que si lo haces con cabeza es bueno.
¿Cómo lleva un futbolista la fiebre por el Fantasy?
Pues es curioso, eh. Yo he tenido mala suerte, porque mi jugador franquicia es Olmo y ha estado lesionado dos meses, pero le he aguantado. Tenemos mucho pique. Y luego tienes en tu equipo Fantasy a jugadores que tienes enfrente, o mete un gol Mauro (Arambarri), que lo tiene un rival, y dices 'me cago en... este ya se lleva doce puntos' (risas).
¿Durante el partido hacen alguna broma con los rivales?
No, no. Durante el partido te olvidas. De hecho contra el Girona nos metió Yangel Herrera, que lo tenía yo en mi equipo, y no lo pensaba. Luego llegué al vestuario y me dicen en el grupo de WhatsApp 'Yangel te ha salvado la jornada', y digo 'no me fastidies, si nos ha metido gol a nosotros'. Pero la gente está enferma con el tema eh, me llegan muchísimos mensajes, algunos buenos y otros con insultos, pero me río y no le doy importancia.
Le cambio el tercio. Además de la Fantasy, ¿en los vestuarios de LaLiga se habla de política?
Sí, sí. Y me puedes preguntar, no tengo problema.
Desde fuera parece que los futbolistas no quieren hablar nunca de política. ¿O es que no les preguntamos?
Bueno, creo que al final se ha generado una cosa en este país que es que no se puede hablar de nada. Que todo lleva una crítica. Hablas y te dicen 'tal futbolista no se entera de nada'. Y sale un actor o actriz y lo mismo. Hay un clima muy feo en el país, los políticos nos han llevado a un punto de crispación que no lleva a ningún lado. Todo se lleva al extremo y en vez de acercarnos nos estamos alejando cada vez más. Y es una pena, porque tenemos un país maravilloso, pero tenemos un ambiente que no me gusta nada.
¿En el vestuario se debate y se discute?
Claro, pero como con tus padres y amigos. Tengo amigos de una forma, amigos de otra... En mi caso, ni para un lado ni para otro, tengo la capacidad de saber y decir si uno se equivoca en un momento, que otro se equivoca en otro... La sensación es que hay que defender a capa y espada a alguien por tus ideas, y no es así. No es la forma de mejorar las cosas. Y claro que se habla de lo que pasa en el país, no estamos al margen de las cosas como muchas veces piensa la gente. Hay gente que puede estar al margen, y es lícito, pero no todos.
Hablando de eso, ¿cómo han reaccionado aquí a una situación como la de la DANA?
Creo que hemos intentado ayudar y que necesitan mucha más ayuda de la que podemos dar nosotros. Aquí se promovió la recogida de muchas cosas, pero no hay que decir lo que uno hace, el acto ya vale. Lo que sí está claro es que no hemos tenido gente al mando a la altura de lo que requería la situación y es una pena. Tenemos un país maravilloso con políticos que no están a la altura de lo que merece el país, de un lado y de otro. Hay que intentar acercarnos y no estar en una guerra constante de ideas. De verdad que no lo entiendo, veo programas porque me gusta saber, escuchar opiniones de un lado y de otro... Y me alucina la sensación de tener que defender cosas que son indefendibles por tus ideales. No es así. No es la forma de ser autocríticos. Es una pena.
Los datos que describen la peor versión de Mbappé: "Le tenemos que esperar"

Los datos que describen la peor versión de Mbappé: “Le tenemos que esperar”

Si uno acude a las plataformas de análisis estadístico del fútbol europeo y observa las temporadas de Kylian Mbappé en la elite, no encontrará peor momento del francés que el actual. Porque los números no lo son todo, pero ayudan a explicar las sensaciones que está dejando el delantero. Y su partido en Anfield Road se suma a una temporada irregular, lejos del nivel mostrado en Francia y deseado en Chamartín. "La mejor medicina es la paciencia", le recomendaba Carlo Ancelotti en sala de prensa. A unos metros, sus compañeros cerraban filas a su alrededor, apoyando al atacante tras su error en el penalti y pidiendo tiempo a los críticos.

"Le tenemos que esperar", aseguró Dani Ceballos. "Los primeros años siempre son difíciles", admitió Luka Modric. Y el primer año, los primeros meses, de Mbappé con la camiseta blanca están siendo extraordinariamente complicados.

El futbolista con el que el Santiago Bernabéu, sus directivos, su vestuario y su afición, lleva soñando seis años ha aterrizado en un equipo campeón de Europa, después de un verano en el que apenas ha realizado pretemporada y a una plantilla condicionada en su juego por el adiós de Toni Kroos y las lesiones. Todo eso se suma a un Mbappé tímido en sus elecciones sobre el césped y torpe, por momentos, con el balón.

El resultado, según la web de estadística avanzada WhoScored, que analiza parámetros más allá de los goles y las asistencias, es la peor nota media de su carrera en Champions: 7,11. El lector pensará que es alta, pero es que el delantero ha superado con creces el 7,5 durante toda su vida continental.

Lleva un gol en cinco partidos, cuando en las últimas cuatro ediciones terminó con ocho, siete, seis y ocho. Y su actuación en Anfield ha sembrado las dudas que acercaban a su alrededor. Tuvo un 75% de acierto en el pase, el peor de todos los futbolistas de campo del Madrid, y perdió la posesión del balón, ya sea por un mal pase, un mal control o un mal regate, en 15 ocasiones. Es decir, los datos confirman las sensaciones.

Hasta ahora, la peor nota media de Mbappé en Champions había sido 7,16 en su debut con el Mónaco, allá por 2016, y en Liga, a pesar de sus siete goles en 12 jornadas, tampoco alcanza los registros estadísticos de su carrera. Promedia 7,42 de nota, de nuevo según WhoScored, el peor dato de su vida liguera desde su primer año completo con el Mónaco (7,22).

El mes de noviembre, lejos de aliviar la presión sobre él, parece haberla aumentado. Ha marcado un gol en los últimos seis partidos y sigue sin encontrar la forma a pesar de no haber acudido a la concentración de Francia en el parón de selecciones. "Pasa por una situación complicada", dijo Deschamps en ese momento. Una frase que repitió Ancelotti en los pasillos de Anfield.

"Hay momentos en los que a los delanteros les cuesta marcar y están decepcionados. Y hay una medicina, que es ser paciente. Es un momento difícil para él, pero todo el mundo tiene que apoyarle y pronto saldrá de ahí", reflexionó el italiano, que mencionó la "falta de confianza" como uno de los motivos. "Puede ser. A veces cuando no te salen las cosas tienes que jugar sencillo, y a veces te complicas un poco más...Está trabajando bien y tiene que ser paciente".

Mbappé, que terminó el duelo con molestias, abandonó Anfield junto a Camavinga y Mendy, sus mejores amigos dentro de un vestuario que quiso tener varios detalles con él en sus declaraciones a los medios. "No tiene que perder confianza, tiene que trabajar día a día, tiene nuestra confianza", dijo Modric. "Sé que va a dar grandes momentos a este club, es muy bueno", le elogió Bellingham. "Es un jugador de clase mundial y lo demostrará", admitió Lucas Vázquez.

El día que Nadal observó el naufragio del Madrid: “Seguro que va a ser lo que se espera de él”

Actualizado Jueves, 28 noviembre 2024 - 09:44

La historia reciente de los enfrentamientos entre Liverpool y Real Madrid resumía el éxito del partido en un futbolista: Vinicius Júnior. El brasileño marcó en la final de la Champions de 2022 y repitió hace dos temporadas, en los octavos de final continentales, cuando el conjunto blanco salió triunfante de Anfield gracias a dos goles de su joven y nueva estrella. Fue el gran peligro madridista y la pesadilla 'red'. Pero ayer, en una noche helada en Liverpool, la ausencia por lesión del ex del Flamengo descolocó a los de Carlo Ancelotti, congeló sus ideas y situó en el juzgado mediático a otro jugador: Kylian Mbappé. Y el francés no tuvo defensa.

Todo bajo la atenta mirada de Rafa Nadal, estrella en el palco de Anfield después de visitar a Pep Guardiola y a la plantilla del City en Manchester, a una hora de distancia del estadio del Liverpool. El de Manacor, acompañado por su hermana, conversó con Emilio Butragueño, Santiago Solari y Juni Calafat, y se rodeó de otros miembros de la Junta Directiva del cuadro de Chamartín. Eso sí, fue testigo de una noche negra para el Madrid.

A unos metros, Gareth Bale, que acudió para trabajar como comentarista en TNT Sports, junto a Rio Ferdinand y Steve McManaman. El galés pisó el césped, saludó a Butragueño y a miembros del departamento de comunicación y del cuerpo técnico del conjunto blanco y se acercó a ver, ya en privado, a algunos de sus antiguos compañeros, aunque el partido lo ensombreció todo.

La lesión de Camavinga

En el campo, la cara de Mbappé fue la cara del conjunto blanco. Impotente ante Virgil van Dijk, Ibrahima Konaté y Conor Bradley. Inefable frente a lo que le fue sucediendo en el partido. Torpe en los controles y en los regates, tímido al encarar a sus rivales, como si fuera otro futbolista, y errático en el momento más importante del duelo, el penalti que podría haber supuesto el empate y que el atacante galo estrelló en las manos de Caoimhim Kelleher. Inexplicable.

Ese fallo completó los 10 minutos de deriva madridista en Anfield, convertidos en 90 bajo la capa de héroe de Thibaut Courtois. En el minuto 52, Alexis Mac Allister puso el merecido 1-0 para los locales. A los dos minutos se lesionó Eduardo Camavinga, el mejor de los visitantes en el duelo, y en el 61 Mbappé falló desde los 11 metros cuando el Madrid pensaba que podía seguir vivo en el encuentro.

"Nosotros lo vemos bien, entrenando bien, a veces sale, a veces no, hoy no ha salido el penalti pero tenemos confianza en él y seguro que Kylian va a ser lo que se espera de él", reflexionó Luka Modric.

Último con plaza

Ancelotti, que se pasó el partido desesperado, corrigiendo continuamente a sus futbolistas y muy pendiente de Arda Güler, se giró hacia sus asistentes, especialmente hacia Davide, su hijo, y Francesco Mauri, y no imploró palabra. El silencio lo hizo todo. Era la continuación de la pesadilla de Mbappé justo cuando su equipo más necesitaba de su talento.

El penalti fallado por Mo Salah no alentó al Madrid, perdido tras el error de Mbappé, sino que empujó todavía más a un Liverpool que amplió distancias gracias a Cody Gakpo. Ahí donde crecieron los blancos en febrero de 2023 cayeron en noviembre de 2024, complicándose mucho la vida en la liguilla de la Champions. Los blancos son ahora vigesimocuartos, situándose como el último equipo con plaza para el playoff de enero, en el que se miden todos los posicionados entre el 9º y el 24º. A falta de tres jornadas en las que debe visitar al Atalanta y el Brest y recibir al Salzburgo, el Madrid suma sólo seis puntos en cinco jornadas. Situación límite.

“Help”, gritó el Madrid

Actualizado Miércoles, 27 noviembre 2024 - 23:33

Un Real Madrid que bordeó el ridículo cayó en manos de un rabioso Liverpool. El equipo inglés no tuvo piedad y enterró en vida a un conjunto blanco que se queda semi-muerto para esta Champions de locos.

Fue una pena, pero el equipo de Ancelotti ni defendió bien ni tuvo centro del campo y, ¿dónde estuvo el ataque? En el limbo de los justos. Además, no sabe jugar ni con presión ni sin ella. Todo lo contrario de un Liverpool, que te acongoja con su p

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Sucumbe Mbappé, sucumbe el Madrid

Sucumbe Mbappé, sucumbe el Madrid

Sucumbe Mbappé, sucumbe el Madrid. No es necesariamente el axioma de lo que sucedió en Anfield, pero dada la jerarquía del futbolista y el esfuerzo e inversión del club en el francés, la relación es evidente. Lo fácil es señalar a Mbappé por el penalti errado cuando el Madrid se aferraba a esa acción como un náufrago a un tablón en mitad de la tempestad. Un penalti, sin embargo, lo falla el mejor. Que se lo pregunten a Salah. A Mbappé hay que preguntarle por otras cosas, después de un partido errático, repleto de imprecisiones. También lo hizo Güler, el esperado Güler, pero la espera de uno y otro no tienen nada que ver, ni cuestan lo mismo. [Narración y estadísticas (2-0)]

Mbappé no es el único culpable de esta derrota ante el Liverpool (2-0) que pone al Madrid en una situación muy comprometida en la Champions, destinado a luchar por la pedrea en una primera fase nueva y extraña. El tiempo de los miuras queda lejos y es el tiempo del Madrid, pero la primera feria deja muchas sospechas, tras caer ante el Lille, el Milan, peores equipos que este Liverpool, con pleno en la Champions y líder de la Premier. Siguiente parada, Bérgamo, el Atalanta. De este modo, cualquiera lugar invoca una oración.

Las sospechas se ciernen sobre Ancelotti, por la irregularidad del equipo, y sobre Mbappé. Al primero le excusan las lesiones; al segundo, nada. Sin Vinicius, lesionado, Anfield era la arena para que buscara su lugar en el sol, después de un arranque de temporada tibio, donde apenas ha sido un crack de highlights. Hoy, la distancia entre Vini y Mbappé es un abismo, una sima. La ansiedad del francés, que lo que más cerca estuvo del gol fue de rebote, es un hecho, pero la ansiedad difícilmente es titular en el Madrid.

El 'vietcong' del liverpool

Mbappé era uno de los perfiles ofensivos escogidos por Ancelotti para un Madrid poco ofensivo. Tampoco eso es una coartada. Puede ser un contrasentido o puede ser un ejercicio de realismo, dado el parte de bajas del Madrid y la vocación de un Liverpool capaz de poner Anfield cuesta abajo cuando ataca. El día después de Klopp es el día siguiente, ahora de la mano de un desconocido de los banquillos, Arne Slot, que parece sacado de la carpeta de un head hunter. Se va el divo, se queda la idea.

Presiona y corre, corre mucho el Liverpool, algo que al Madrid le cuesta mucho aguantar con el mismo lenguaje. En Anfield tocaba el Madrid de la resistencia, el Madrid del Etihad, frente a un fuego ofensivo frenético cuando encuentra su ritmo, con futbolistas que alternan posiciones y roles, sin ofrecer referencias, como un ataque del Vietcong. La única solución era romper ese ritmo.

Lo consiguió el Madrid con un buen repliegue, aunque sin impedir las oportunidades que se sucedieron en la primera mitad. Courtois paró a quemarropa ante Darwin Núñez, Rüdiger cortó un centro de gol con el rostro inyectado y Asencio reaccionó a tiempo de sacar el balón sobre la línea después de su propio rechace. Nada más llegar al primer equipo y nada más empezar, era la jugada que puede condenar a quien llega de la cantera, siempre en debate, siempre bajo sospecha y siempre, o casi siempre, demasiado lejos del primer equipo del Madrid. Los centímetros que le podían haber señalado, en cambio, lo elevaron en su autoestima, sólido en su papel y bravo a empujones con Darwin Núñez. Aunque le costara una tarjeta, demostró cuajo en el área de Anfield. No es cualquier lugar. La maniobra de Mac Allister antes del gol lo encontró en el pulso final, pero el problema se había originado con anterioridad, en la falta de anticipación antes de que recibiera el delantero en el área.

Gakpo festeja el 2-0 junto a Van Dijk, Salah y Luis Díaz.

Gakpo festeja el 2-0 junto a Van Dijk, Salah y Luis Díaz.AFP

El tanto fue la consecuencia del asedio que el Madrid no pudo impedir con el break del descanso. Fue peor. El segundo tiempo arrancó, de hecho, con la mejor intervención de Courtois, mano abajo, continuó con el gol y, de inmediato, la lesión de Camavinga, hasta entonces el mejor futbolista del Madrid, junto con Courtois.

Una serie negra que, sin embargo, dio paso a los cambios y a una ocasión aparecida de la nada gracias a uno de sus protagonistas. Lucas Vázquez saltó al campo para que Valverde, inicialmente lateral, pasara al centro del campo, junto a Ceballos. La primera vez que pisó el área, Lucas Vázquez provocó un penalti de Robertson. Mbappé dio entonces continuidad a su partido. Lo lanzó mal, como lo haría Salah, pero con mejores antecedentes. La mejora del Madrid fue insuficiente frente al gol de Gakpo. Mbappé miró al césped sin respuestas. A él lo mira el madridismo.

Regatear hacia el banquillo

Regatear hacia el banquillo

Más que un preparador físico, un psicólogo u otro sistema de juego, la temporada de Kylian Mbappé la salvaría una brújula. Le salen todos los regates en horizontal. Zigzaguea potente, se quita rivales en dribbling o manoteando, avanza en ilusionante carrera hasta que el espectador, a la vez que sus rivales y compañeros, advierte que su destino parece el banquillo o la propia cámara de televisión. Cuando intenta avanzar en vertical el desenlace es

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Un Mbappé inexplicable ante la mirada de Nadal: “Seguro que va a ser lo que se espera de él”

Actualizado Miércoles, 27 noviembre 2024 - 23:06

La historia reciente de los enfrentamientos entre Liverpool y Real Madrid resumía el éxito del partido en un futbolista: Vinicius Júnior. El brasileño marcó en la final de la Champions de 2022 y repitió hace dos temporadas, en los octavos de final continentales, cuando el conjunto blanco salió triunfante de Anfield Road gracias a dos goles de su joven y nueva estrella. Fue el gran peligro madridista y la pesadilla 'red'. Pero ayer, en una noche helada en Liverpool, la ausencia por lesión del ex del Flamengo descolocó a los de Ancelotti, congeló sus ideas y situó en el juzgado mediático a otro jugador: Kylian Mbappé. Y el francés no tuvo defensa.

Todo bajo la atenta mirada de Rafa Nadal, estrella en el palco de Anfield después de visitar a Guardiola y a la plantilla del City en Manchester, a una hora de distancia del estadio del Liverpool. El de Manacor, acompañado por su hermana, conversó con Butragueño, Solari y Juni Calafat, y se rodeó de otros miembros de la Junta Directiva del cuadro de Chamartín. Eso sí, fue testigo de una noche negra para el Madrid.

A unos metros, Gareth Bale, que acudió para trabajar como comentarista en TNT Sports, junto a Rio Ferdinand y Steve McManaman. El galés pisó el césped, saludó a Butragueño y a miembros del departamento de comunicación y del cuerpo técnico del conjunto blanco y se acercó a ver, ya en privado, a algunos de sus antiguos compañeros, aunque el partido lo ensombreció todo.

En el campo, la cara de Mbappé fue la cara del conjunto blanco. Impotente ante Van Dijk, Konaté y Bradley. Inefable frente a lo que le fue sucediendo en el partido. Torpe en los controles y en los regates, tímido al encarar a sus rivales, como si fuera otro futbolista, y errático en el momento más importante del duelo, el penalti que podría haber supuesto el empate y que el atacante galo estrelló en las manos de Kelleher. Inexplicable.

Ese fallo completó los 10 minutos de deriva madridista en Anfield, convertidos en 90 bajo la capa de héroe de Courtois. En el minuto 52, Mac Allister puso el merecido 1-0 para los locales. A los dos minutos se lesionó Camavinga, el mejor de los visitantes en el duelo, y en el 61 Mbappé falló desde los once metros cuando el Madrid pensaba que podía seguir vivo en el encuentro.

"Nosotros lo vemos bien, entrenando bien, a veces sale, a veces no, hoy no ha salido el penalti pero tenemos confianza en él y seguro que Kylian va a ser lo que se espera de él", reflexionó Modric.

Ancelotti, que se pasó el partido desesperado, corrigiendo continuamente a sus futbolistas y muy pendiente de Arda Güler, se giró hacia sus asistentes, especialmente hacia Davide, su hijo, y Francesco Mauri, y no imploró palabra. El silencio lo hizo todo. Era la continuación de la pesadilla de Mbappé justo cuando su equipo más necesitaba de su talento.

El penalti fallado por Salah no alentó al Madrid, perdido tras el error de Mbappé, sino que empujó todavía más a un Liverpool que amplió distancias gracias a Gakpo. Ahí donde crecieron los blancos en febrero de 2023 cayeron en noviembre de 2024, complicándose mucho la vida en la liguilla de la Champions. Los blancos son ahora 24º, situándose como el último equipo con plaza para el playoff del mes de enero, en el que se miden todos los posicionados entre el 9º y el 24º. A falta de tres jornadas en las que debe visitar al Atalanta y el Brest y recibir al Salzburgo, el Madrid suma sólo 6 puntos en cinco jornadas. Situación límite.

La construcción del nuevo Liverpool post Klopp: un hombre en la sombra y la elección de un 'desconocido' gracias al Big Data

La construcción del nuevo Liverpool post Klopp: un hombre en la sombra y la elección de un ‘desconocido’ gracias al Big Data

Jürgen Klopp sigue gobernando el lateral de la fachada del número 27 de Burnand Street, una de las calles pegadas a Anfield Road. Es un mural icónico, reflejo de la devoción de la afición red por la que ya es una de sus leyendas. Un poco más lejos, en Slater Street, en el centro de la ciudad, otro mural ensalza la figura del técnico alemán, campeón de la Champions, la Premier, la FA Cup, la Supercopa de Europa, el Mundial de Clubes, la Copa de la Liga y la Community Shield con el Liverpool durante la última década. Es decir, campeón de todo. Klopp es historia, pero historia ya pasada. Su imagen es para los murales, porque la realidad, el banquillo, es para Arne Slot, guía de este 'nuevo' Liverpool, un club que se ha lavado la cara en la banda y en los despachos tras la salida de Klopp, líder en la Champions y líder en la Premier antes de recibir al Madrid.

Tras el anuncio del adiós de Klopp el pasado 26 de enero, el Liverpool se puso manos a la obra para construir su nuevo organigrama. Uno totalmente nuevo porque el alemán lo era absolutamente todo en el conjunto británico. Tanto que desde la llegada de Klopp en 2015, todos los equipos de la Premier habían cambiado de entrenador. El primer paso de los directivos del holding americano Fenway Sports Group, propietario del cuadro de Anfield, fue poner la decisión en manos de Mike Gordon, la misma persona que eligió a Klopp hace nueve años.

Gordon es el hombre en la sombra de Anfield, donde hablan de un directivo silencioso en público, pero clave en privado. Nunca ha dado una entrevista, no quiere salir en ruedas de prensa ni en fotos. Sólo en una, con la Champions de 2019. Trabaja de puertas para dentro y así lo hizo el pasado invierno para elegir el nuevo organigrama deportivo del Liverpool después de meses de vaivenes. El club se quedaba sin Klopp y acumulaba tres directores deportivos en apenas tres años. Demasiada turbulencia.

El regreso del arquitecto

El anuncio de Klopp en enero, meses antes del final de la temporada, le dio tiempo para actuar. Convenció a Michael Edwards, director deportivo y arquitecto de la era del alemán, que había dejado el club en 2022, y le volvió a entregar las llaves de la organización. Le convirtió en CEO de Fútbol porque se negaba a volver a su mismo puesto, y le encargó la búsqueda de un nuevo director deportivo y, especialmente, de un entrenador que liderara la era post-Klopp. A su espalda, los fichajes de Salah, Mané, Firmino o Van Dijk, columna vertebral del último gran Liverpool.

En marzo, Edwards ya había elegido a su hombre de confianza para los despachos: Richard Hughes, el director deportivo del Bournemouth, culpable de la llegada de Andoni Iraola a la Premier League y uno de los directivos revelación de la liga. Tardaron unas semanas en concretar un nombre para el banquillo. Por las mesas de Anfield Road pasaron los currículums de Xabi Alonso, De Zerbi o Ruben Amorim, pero finalmente el elegido, ya en el mes de mayo y después de un par de meses de reflexión, fue el neerlandés Arne Slot, técnico del Feyenoord. Un desconocido para el gran público, lejos de los focos de los grandes, al que le firmaron un contrato por tres temporadas.

El inicio de temporada parece haber dado la razón a todos. A Gordon por la oferta a Edwards, a éste por la elección de Hughes y a ambos por la apuesta por Slot. El Liverpool terminó la pasada temporada con el miedo en el cuerpo por el adiós de Klopp, tercero en la Premier, lejos del Manchester City, sin título europeo tras caer en cuartos de la Europa League y con la única alegría de la EFL Cup. Todo mientras Salah, Van Dijk y Alexander-Arnold afrontaban su última campaña bajo contrato. Ahora las sensaciones son totalmente diferentes.

La importancia del Big Data

Los reds están invictos en Champions (4 de 4), han ganado los dos de Copa y en la Premier sólo han perdido un partido (Nottingham) y empatado otro (Arsenal) en 12 jornadas. Suman 31 puntos y le sacan ocho al City, segundo. Han sido una apisonadora, pero tampoco ha sido todo casualidad. En la decisión y el éxito de este nuevo Liverpool, igual que en el de la era Klopp, tiene mucho que ver el Big Data.

Para elegir a Klopp, Mike Gordon confió en los números, pero en 2024 la estadística va mucho más allá. William Spearman, graduado en Harvard, es el jefe de Big Data del conjunto británico y el responsable del algoritmo que evalúa las condiciones de un entrenador según las necesidades del equipo: estilo, futbolistas, desarrollo de jóvenes... Ahí, el mejor entre los candidatos fue Slot, campeón de la Eredivisie 2023, finalista de la Conference en 2022 y campeón de Copa en 2024 con el Feyenoord.

Encontraron similitudes entre él y Klopp en la forma de trabajar, la intensidad de su plantilla, la presión, la verticalidad... Todo lo tiene este nuevo Liverpool que parece haber encontrado su faro cuando parecía misión imposible. Lo siguiente será remodelar la columna vertebral, convencer a Alexander-Arnold para continuar (y que no se vaya al Madrid) y valorar el siguiente paso a dar con Van Dijk y Salah, leyendas del club.

El verano más difícil para Bellingham: “La crítica fue exagerada, me echaron la culpa, mi madre no quería salir de casa…”

Actualizado Martes, 26 noviembre 2024 - 18:56

Jude Bellingham apareció en la sala de prensa de Anfield Road con una sonrisa en la cara. "La sonrisa ha vuelto", admitió en la última concentración de la selección inglesa. Ahora, preparado para pisar el terreno del Liverpool con el Real Madrid, quiso reflexionar sobre los últimos meses, en los que ha sufrido dentro y fuera del campo tras perder en la final de la Eurocopa contra España. "Había perdido la sonrisa después de lka final porque no me habían tratado bien. Me echaron la culpa un poco a mí por perder la final, y creo que en la última convocatoria con nuevas caras, volvió la alegría, por eso dije que volvió la sonrisa". "En el Madrid nunca he perdido la sonrisa", reconoció.

El centrocampista inglés aseguró que "durante la Eurocopa parecía que el mundo se estaba cerrando sobre mí". "Había una crítica exagerada y creo que cruzaron una línea y lo tomaron a lo personal con mi familia. Y para mí la familia es lo más importante. Mi madre no quería salir de casa en verano, fue muy personal para mí", explicó.

De vuelta al Madrid, Bellingham pasó los tres primeros meses de temporada sin marcar hasta que rompió el bote ante Osasuna, repitiendo contra el Leganés en la última jornada de Liga. "Cuando marcas la situación se confunde un poco. Yo soy honesto, me hablo a mío mismo y soy autocrítico... Pero los titulares llegan cuando marcas. La expectativa era alta después del año pasado, pero creo que mi nivel ha sido bueno y creo que juego mi mejor fútbol cuando puedo participar más en el juego", insistió.

"La Champions, nuestro Balón de Oro"

Entre medias, el Balón de Oro. El inglés fue tercero, por detrás de Rodri y Vinicius, y reconoció que el conjunto blanco "merecía el premio". "Rodri es un jugadorazo, pero creo que el premio debía haber sido para un futbolista del Madrid, particularmente para Vini". Pero aún así, declaró que "la Champions fue nuestro Balón de Oro". "Fue el reconocimiento de que éramos el mejor equipo de Europa, eso es suficiente para mí. No pienso en el Balón de Oro".

Eso sí, el británico admitió que "las críticas, especialmente las personales, son otro reto para hacer callar a la gente". Y habló sobre la situación del vestuario: "En el vestuario, en el autobús... Hay mucha confianza, hemos sufrido lesiones antes y hemos aguantado. Tengo mucha fe en el grupo, todos pueden sumar".

Ancelotti no acepta consejos

Minutos más tarde le tocó el turno a Carlo Ancelotti, que sacó pecho de su número de partidos y recordó que "nadie me puede dar consejos". "Yo pienso que oigo muchos consejos, pero creo que no hay que olvidar que he hecho 1.300 partidos, 1.300 alineaciones y 4.000 cambios por lo que no creo que nadie aquí me pueda dar consejos", contestó a la prensa, cuestionado sobre los cambios del duelo ante el Leganés y los 90 minutos que le dio a Vinicius, ahora lesionado.

Sobre el once de cara al partido ante el Liverpool, no dio pistas. "La verdad es que Fede lo ha hecho muy bien, yo no tenía ni una sola duda. Era una emergencia... pero hay que ver a Lucas en el entreno de hoy. Es una posibilidad que contra el Leganés no tenía".