Un Liverpool con mil vidas deja en nada el recital del PSG

Un Liverpool con mil vidas deja en nada el recital del PSG

Es un deporte cruel el fútbol y a veces se ceba con quien hace del juego ofensivo una sinfonía casi perfecta. El PSG remató 28 veces y botó 14 saques de esquina frente al Liverpool antes de caer fulminado por un disparo de Harvey Elliott. Resultaría superfluo juzgar la justicia o los merecimientos. Aún más absurdo reducir una actuación memorable a la demoledora lógica del gol. Pero el acierto, al fin y al cabo, es lo que único que cuenta. [Narración y estadísticas (0-1)]

Al Liverpool le bastó un balón colgado hacia la cabeza de Darwin Núñez y un zurdazo de Elliott en el minuto 87 para consolidar su fama de superviviente. También para destrozar los sueños del PSG, que no pudo acumular más méritos para acudir a Anfield en ventaja. Grande o pequeña. Como su fútbol o como su puntería.

Poco más se puede reprochar a Luis Enrique, con un 4-3-3 con tres fabulosos mosqueteros: Khvicha Kvaratskhelia, Bradley Barcola y Ousmane Dembélé. Desde el arranque, el ex barcelonista iba a mostrarse imparable. Desde el perfil derecho o acelerando por el centro. Pasado el cuarto de hora ya forzó un saque de esquina, que él mismo botaría para gestar un golazo de Kvaratskhelia. Claro que merecía el 1-0 el PSG, pero desde el VAR descubrieron un pie adelantado del georgiano.

Precisión, velocidad, fantasía

Con semejante torrente, bastante hacía el Liverpool con sujetarse los machos en torno a Alisson Becker. Y en depositar su fe en Davide Massa, el árbitro italiano que hizo oídos sordos a las reclamaciones por un penalti sobre Kvaratskhelia y por un empujón de Ibrahima Konaté sobre Barcola que bien pudo juzgarse como tarjeta roja. Cuando se cumplía la media hora, llegó otra triple ocasión local, resuelta entre Alisson, decisivo ante Dembélé y dos malas decisiones de Barcola.

Si algún osado quisiera incluir el fútbol entre las bellas artes, bien podría tomar nota de ese primer tiempo del PSG. Un festival de precisión, velocidad, ambición y fantasía. No fue fútbol moderno, sino fútbol eterno. Empujaban los hombres de Luis Enrique en busca de su sexta victoria consecutiva en la Champions, un hito inalcanzable para ellos desde 1995. Pero si sus cinco triunfos previos se saldaron con 21 goles, el Liverpool alcanzó el descanso con el 0-0. Las dos últimas ocasiones de Kvaratskhelia las taponó Alisson gracias a su soberana categoría.

Los reds no sabían por dónde empezar para contener sus vías de agua. Su inferioridad en el centro del campo se acentuaba por culpa de Achraf Akimi, que abandonaba el lateral para escoltar a Vitinha y Fabián Ruiz. El portugués dictaba el tempo y el español sacaba la zurda como el solista su violín. En caso de pérdida, que alguna había, la línea de presión, perfectamente sincronizada, actuaba de inmediato para borrar al adversario.

Alisson busca el contragolpe con un saque rápido en París.

Alisson busca el contragolpe con un saque rápido en París.AFP

No hubo rastro de Mo Salah, el delantero directamente implicado en 52 goles tras 39 partidos. Nuno Mendes no le dio opción. Luis Díaz y Diogo Jota correteaban hacia atrás, presas del pánico. Arne Slot, comandante de un barco a la deriva, sólo podía confiar en un último recurso: el cansancio del rival. Y la segunda parte le dio toda la razón.

Claro que el PSG siguió disparando con peligro, gracias a Kvaratskhelia y a un intento de córner olímpico de Dembélé salvado bajo palos por Dominik Szoboszlai. Sin embargo, la orquesta parisina ya dejaba alguna nota fuera del compás. No empujaba con la misma energía, ni se protegía con tanto orden.

Luis Enrique, más consciente que nadie, retiró a Barcola para dar paso a Désiré Doué, un chico de 19 años que obligó a Alisson a otro esfuerzo descomunal. Corría el minuto 83 y Dembélé aún probó al guardameta brasileño con su intento postrero, a mitad de camino entre el centro y el remate. No había medias tintas que valiesen. Bien lo sabían Núñez y Elliott.

El Metropolitano, aspira a ser la mayor caldera rojiblanca de la historia: "No recuerdo una cosa igual, se hubieran llenado cuatro estadios"

El Metropolitano, aspira a ser la mayor caldera rojiblanca de la historia: “No recuerdo una cosa igual, se hubieran llenado cuatro estadios”

"Siempre es un estímulo, nuestra gente nos empuja y nos da energía, hace que los esfuerzos no se sufran". Así pedía Diego Simeone a su afición que convierta el Metropolitano en una caldera para el partido de vuelta ante el Real Madrid del que saldrá el cuartofinalista de Champions. Lo hacía decepcionado por el resultado y con un ojo en el Getafe. "Ya pensaremos en la vuelta, con el apoyo de nuestra gente, será un partido importante", insistía.

Y la gente no ha necesitado de la llamada de su entrenador. En el Bernabéu, 3.800 rojiblancos acompañaron al equipo y de esos, unos 1.000 llegaron descendiendo desde Plaza Castilla hasta el coliseo blanco. Sin incidentes reseñables salvo algún conato de enfrentamiento con la afición blanca que estaba en los bares de la calle Rafael Salgado. El Atlético espera que el miércoles batan el récord de asistencia al Metropolitano.

Sería la segunda vez que el Real Madrid provocase ese llamamiento. En el derbi liguero, 70.112 espectadores acudieron al estadio rojiblanco. Se superó el anterior récord que se alcanzó en la vuelta de Champions en los octavos de final ante el Inter de Milán la temporada pasada con 69.196 asistentes. Dependerá también de la lluvia, inclemencia que suele afectar a los fans de voluntades más débiles.

No obstante, las entradas se agotaron hace varios días e incluso está costando atender a las peticiones de los propios jugadores. La más barata son 60 euros y la más cara, 350. De esas, el Atlético ha reservado 3.400 para la afición visitante, el 5% del aforo que es lo que obliga la UEFA en los duelos europeos que se situará, como siempre, en lo alto del fondo norte, en el mismo sector que estuvieron los rojiblancos en el Bernabéu.

Desde las peñas rojiblancas prevén un día histórico que comenzará con las previas en los alrededores del estadio, el recibimiento al equipo y, por supuesto, un tifo que responda al de "Yo te quiero ver campeón" que exhibió el Real Madrid en el Bernabéu. "No recuerdo una cosa igual, se hubieran llenado cuatro estadios", explica a EL MUNDO, Eduardo Fernández, presidente de la Unión Internacional de Peñas del Atlético de Madrid.

Desde la agrupación calculan que vendrán entre 8.000 y 10.000 aficionados de fuera de Madrid y en torno a las 400 peñas. "Hay gente que tiene en el calendario dos partidos al año, pero este es especial", apunta el directivo y cuenta que hay muchos rojiblancos que andan a la "busca y captura" de una entrada para el derbi europeo que, esta vez, esperan llevarse no solo el duelo sino la eliminatoria. "Les tenemos muchas ganas en Champions", apostilla el directivo.

Duelo histórico

Los aficionados del Atlético saben que el duelo histórico por excelencia en España siempre ha sido el Real Madrid - Atlético, que lo del Clásico surgió después. "Ganar al vecino tiene un valor añadido y siempre se disfruta más que ganar a otro", explica. Para el público y para los jugadores, que se quedaron con mal sabor de boca con el resultado en el Bernabéu. "Me voy recaliente porque después del gol de ellos hicimos un buen partido hasta el segundo gol", explicó Giménez y añadió "ahora al Metropolitano con nuestra gente y a meterles".

Que no se malinterpreten las palabras del central rojiblanco que nadie quiere que se repita lo que ocurrió en el derbi de liga que, desde las peñas, lo condenan firmemente. "Rechazamos cualquier violencia venga de donde venga y esperamos que no se repita algo como aquello. Al final, siempre son un grupito muy pequeño que echa barro a este mundillo", explica Fernández. El miércoles revancha europea en la mayor caldera rojiblanca de la historia.

Brahim, gol, trabajo defensivo y pique con Simeone: "¡Habla ahora! ¡Hablaste ayer, habla ahora!"

Brahim, gol, trabajo defensivo y pique con Simeone: “¡Habla ahora! ¡Hablaste ayer, habla ahora!”

"El Madrid buscará compensar esa posición, me imagino yo, con Camavinga y Luka Modric. También está la posibilidad de Brahim, pero no lo creo", había declarado Simeone en la previa del derbi de Champions, dudando de la titularidad del malagueño. Unas palabras que no parecían levantar demasiada polémica pero que aterrizaron en el vestuario del Real Madrid y especialmente en los oídos de Brahim Díaz, que vio la declaración en las horas posteriores y se la grabó a fuego en la cabeza. "¡Habla ahora! ¡Habla ahora! ¡Hablaste ayer... Habla ahora!", le repitió el centrocampista al técnico rojiblanco después de marcar el 2-1 del partido de ida.

Brahim decantó el duelo con un zigzagueo en el área y un disparo que sorprendió a Oblak. En redes sociales pidieron fuera de juego posicional de Vinicius en el lanzamiento, pero ni Simeone ni sus futbolistas protestaron la acción ni el francés Clement Turpin tuvo dudas, como tampoco las tuvo en un empujón de Galán sobre Rodrygo al inicio. Ahí terminó la polémica arbitral del derbi.

Sobre la hierba, Brahim hizo de Bellingham. Trabajó en la fase defensiva, convirtiéndose en el jugador del Madrid que más intercepciones realizó junto a Valverde (4) y el que más entradas con éxito consiguió (3). Acabó levantando a la grada con varias carreras para tapar los avances de sus rivales. Se aprendió bien las instrucciones de Ancelotti, insistente en las últimas semanas en que los cuatro delanteros deben ayudar atrás o el equipo sufrirá. Así lo hizo el internacional con Marruecos, que se desplegó durante casi 90 minutos hasta que salió, ovacionado, exhausto por el esfuerzo.

En ataque fue el mejor de su equipo y no sólo por el gol. 53 pases, 94% de acierto, tres balones largos y una nota media de 8,01 según WhoScored, la plataforma de análisis estadístico. El mejor promedio del encuentro.

El Real Madrid gana el primer derbi de la Champions: "Podíamos haber hecho más en los dos goles"

"Esto no está terminado"

"Estoy para aportar y eso es lo único que tengo que hacer. Jugar aquí es algo increíble, siempre lo digo, cuando vistes esta camiseta tienes que darlo todo", dijo Brahim en los micrófonos de Real Madrid Televisión, donde no se refirió a sus palabras a Simeone: "El gol fue bueno, pero esto no está terminado, queda la vuelta y hay que darlo todo igual".

El andaluz también valoró el empujón que dio el gol a su equipo, que se había venido abajo en la primera parte: "Siempre hemos tenido equilibrio, es verdad que nos empataron y nos vinimos un poco abajo, pero en la segunda parte empezamos bien y en cualquier momento te la podemos liar", insistió, antes de enfocar ya el duelo del Metropolitano: "Todo sigue abierto, es bueno que hemos ganado en nuestra casa pero en la vuelta hay que darlo todo, esto es la Champions y cualquier detalle marca la diferencia".

"No es indiscutible, pero es muy importante"

En la vuelta, Ancelotti recuperará a Bellingham y es de esperar que Brahim vuelva al banquillo, pero para el italiano es tan indiscutible como los titulares y su salida al campo en la segunda parte será clave para el conjunto blanco. "No es cierto que vaya a volver al banquillo como tal. No se puede decir que sea un indiscutible, pero es muy importante, mucho. Aprovecha los minutos que le doy y va a jugar cuando le ponga", aseguró el italiano.

El encuentro de Brahim tuvo su premio en el primer cambio de Ancelotti. Antes del gol parecía que Modric iba a entrar por él, pero después del 2-1 el cuerpo técnico aguantó unos minutos y finalmente retiró del terreno de juego a Camavinga. "Era Camavinga, hemos esperado un poco pero el cambio era Camavinga, era el que teníamos que cambiar porque le molestaba la espalda", explicó el italiano, que terminó retirado a Brahim por Endrick para que el brasileño se escorara a la banda derecha.

Soldado Valverde y ocho días más de odiosa Guerra Mundial

Soldado Valverde y ocho días más de odiosa Guerra Mundial

«Madridistas hijos de puta» cantó parte de la hinchada del Atlético de Madrid durante el minuto de silencio por la muerte de Javier Dorado, víctima de un cáncer. A esa afrenta asquerosa, que por desgracia no sorprende en estos insufribles derbis del odio, respondió Valverde como si fuera el primer soldado europeo enviado al frente de Ucrania. Medio cojo y medio vendado, lanzó un pase como un dron cargado con la bomba de Rodrygo, que buscaba en la celebración el parche de las 15 Champions pero encontró uno que decía HP, siglas réplica del cántico previo, adecuadas para definir a los despojos que lo entonaron. Parecía que el Madrid quería guerra, pero pronto demostró que no. Equipo y estadio, bostezando a la par, se entregaron a una paz absurda que reventó el misil de Julián Álvarez. Hizo buena la enésima empanada de Camavinga en lo que va de temporada.

Llegado el descanso, la responsabilidad de mantener viva la eliminatoria por parte del Real Madrid recaía ya sobre los hombros del contragafe colectivo de su afición. Escribí «Brahim fuera ya» en un grupo de WhatsApp, y supongo que se escribió lo mismo en otros tantos, unos diez segundos antes de que Brahim se inventase un golazo de la nada. Pura gambeta. Hasta el momento, él era uno de los responsables del muro de frustración que se había ido autoconstruyendo el Madrid a base de regates absurdos en el centro del campo. Pequeña gran heroica digital. En ese grupetto familiar que es el banquillo del Bernabéu, Carletto y Davide se debían haber escrito algo parecido, porque el hijo celebró el gol con el padre con la mano en la boca del arrepentido. Bienvenida sea la flor.

De ahí al final, poco más. Real Madrid y Atlético de Madrid hace tiempo que han decidido anestesiar en el campo la locura esquizofrénica que rodea a estos partidos en las redes. Simeone firmó obscenamente el 2-1 y el Madrid correspondió con señorío: sacó a Valverde de la trinchera, quitó a todos los centrocampistas que pudo y entre Mbappé y Vinicius decidieron que no había necesidad de marcar un tercer gol. Una victoria, entonces, con sabor a empate guionizado. Consecuencia: ocho días más de Tercera Guerra Mundial. Con una Normandía en el horizonte: la vuelta sí la juega Jude Bellingham.

Brahim cobra la mínima ventaja en el derbi del miedo

Brahim cobra la mínima ventaja en el derbi del miedo

El Bernabéu es un buen lugar para la contemplación si se es espectador. Como mirar una catedral para los devotos, con un marcador que es como un fresco en movimiento. Como futbolista, sin embargo, es un mal asunto. El Atlético partió deliberadamente contemplativo, agrupado en su campo, a la espera de que no pasaran cosas. A Simeone le puede su naturaleza, tenga lo que tenga, y no es un reproche, ni es negativo. Es lo que es, y le ha ido de maravilla. En el Metropolitano, en cambio, deberá proponer más, porque la Champions lo exige; el Madrid, también. No le bastará su acting en la banda. Sin necesitar de una noche mágica, el rey de Europa cobra ventaja en unas circunstancias mucho más adversas, porque en el Bernabéu siempre pasan cosas si se deja crecer a los suyos, aunque las haga un suplente que no debería sentirse como tal. Es Brahim. La contemplación desde la hierba es un mal asunto. [Narración y estadísticas (2-1)]

Las primeras acontecieron esta vez muy rápido para conectar a Valverde y Rodrygo, que pudo con la velocidad de Javi Galán como si no se esforzara. El brasileño se desliza, sin desgaste, por donde otros pisan con clavos. El eslalon acabó en un gol pletórico, messianico.

Para saber más

Fue como el directo inesperado nada más sonar la campana del primer round que deja grogui al oponente. Ahí estaba la oportunidad del Madrid para romper la eliminatoria y obligar a Simeone a cambiar su hoja de ruta, que se plantó en el Bernabéu a jugar una eliminatoria, no un partido. Después de verse superado de semejante forma, como le ocurrió al lateral rojiblanco, un futbolista queda tocado emocionalmente. Rodrygo volvió a intentarlo, pero el defensa reaccionó con los tiempos justos, al límite del penalti. Giménez detuvo en la banda opuesta a Vinicius, menos preciso que su compatriota con un Mbappé de oyente. Rodrygo es el Patito feo del ataque, aunque Ancelotti es de la generación que conoce bien el cuento de Andersen.

Un equipo desgastado

Un gol no cambia, sin embargo, un plan, y el Atlético siguió a lo suyo, con la prioridad de dejar al Madrid sin espacio y refugiarse en largas posesiones que evitaran las pérdidas. Sin la pelota, cerraba los espacios entre las líneas; con ella, hacia el campo anchísimo. Ello hacía correr al Madrid, un equipo desgastado físicamente. Era parte del plan del argentino, que sabe de los buenos finales de los suyos. No lo tuvieron. Ello no daba, de momento, ocasiones al Atlético, que tuvo la primera en una llegada de Giuliano, cuyo centro, dirigido a Lino, fue interceptado por Valverde. El uruguayo estaba en el campo bajo riesgo, pero en dos acciones, el pase del gol y el corte del no gol, demostró por qué.

En un contexto en el que mandaban el respeto y las precauciones, con balones al pie y sin presión alta por parte de ninguno de los equipos, los goles sólo podían llegar gracias a acciones individuales. Rodrygo había encontrado el espacio por sorpresa, pero eso no iba a volver a suceder. La de Julián Álvarez fue individualísima. Después de un error de Camavinga, alzó su visión periférica desde el cuerno del área y lanzó un disparo teledirigido que salvó la envergadura de Courtois. Como burlar las alas de un cóndor.

La réplica la puso Brahim, nada más regresar del descanso, al sostenerse en el área gracias a su potente tren inferior y su bajo centro de gravedad, y salvar contarios para colocar el balón en el lugar imposible de Oblak. Una acción de alivio para el Madrid, porque Simeone ya había mandado aumentar el ritmo de los suyos al salir del vestuario. Al argentino le gusta jugar varios partidos dentro de un mismo partido, no digamos ya en una eliminatoria. La nueva ventaja del Madrid llegaba de la nada, como había ocurrido con el tanto de Julián Álvarez.

Julián Álvarez, ante Camavinga, en la acción del 1-1.

Julián Álvarez, ante Camavinga, en la acción del 1-1.AFP

Brahim y Julián tiene algo en común, y es haber llegado procedentes del Manchester City. Todo lo que deja Guardiola suele tener tara, pero con estos jugadores alguien se equivocó, por ponerlos poco o por abrirles la puerta. También en la Federación Española. Julián, la gran referencia de este Atlético, ya por encima de Griezmann, apunta en grande. Brahim, recambio del sancionado e intocable Bellingham, hace muchísimas cosas, y todas bien.

Oblak encajó el segundo gol, pero el Atlético encajó el temor, y más cuando Ancelotti echó mano de Modric, al que Simeone veía como titular, para sacar del campo a Camavinga. Brahim se lo recordó a gritos desde la banda tras su gol. Sabe el argentino lo que el croata puede hacer, por lo que llamó a Le Normand para pasar a jugar con línea de cinco y vació su centro del campo para poner a Correa y Sortloth, los jugadores de sus finales. Si había algo que jugar que fuera en las áreas, aunque estuvo más cerca de perder más que de ganar algo. Camino del Metropolitano, el Madrid lo hace más seguro de lo que estaba antes de saltar a su propio estadio. Simeone sabe que necesitará más.

El mejor resultado posible para el Atleti: ira y fuego en el Metropolitano

El mejor resultado posible para el Atleti: ira y fuego en el Metropolitano

Días así no compensan. Hablo en serio. Da igual el resultado.

Cuenta la leyenda que hubo un tiempo en que los derbis se disfrutaban. Serían otros. Otros derbis u otras personas. Llegas a la redacción, al taller, al colegio de los niños y es un campo de minas. En cada encuentro aparentemente inocuo hay una trampa, un Vicente Ruiz, un Madueño, una Ana María Ortiz que llevan meses fingiendo ser personas normales, tus amigos incluso, pero son agentes durmientes.

Usted, querido atlético, tendrá sus equivalentes. Horas y charlas, bromas y cafés, pensando que son gente decente y son madridistas de los (más) chungos, de los falsos victimistas, los del contragafe y el "enhorabuena" horas antes de que empiece el martirio. Porque lo peor no es que te vacilen y presuman de Champions, lo peor es que te tomen por tonto. Te quieren vender que el Atleti es favorito, un igual al menos, y en el Atleti es indiscutible Javi Galán. No hay más preguntas, señoría.

No se tome esto como insulto, sino como síntoma. Bastante ha hecho el chaval, un descarte a principio de curso, cubriendo con dignidad el puesto cuando Simeone vio que en el regreso al 4-4-2 residía la resurrección y no tenía otro lateral izquierdo en plantilla. Aun así, el Atleti, demostrando una vez más que la ambición del equipo no se contagia a los despachos, decidió dejar pasar el mercado de invierno, con todos los títulos al alcance, sin reforzar el obvio boquete. A los tres minutos Rodrygo abusó de Galán y le gritó al emperador que iba desnudo. A este nivel, un detalle es un suicidio.

El resto fue igualado porque los puntos flojos del Atleti son más flojos que los del Madrid (como se encargó de recordar dolorosamente Brahim, supuesto fondo de armario, en el 2-1), pero los fuertes no tienen nada que envidiarle. Oblak, este De Paul centrado, Llorente a la carrera, Barrios creciente, el Griezmann organizador... y Julián Álvarez. Sobre todo, Julián Álvarez. Sobre esa piedra construirá el Atleti su iglesia, su catedral o lo que le dé la gana.

Durante todo el día discutí con Perico Simón, con Miki Murcia, con Guisasola, con Luis Martínez, con los buenos, cuál era el mejor resultado. Concluímos que perder por uno, no tener dudas con a qué salir en la vuelta, ira y fuego en el Metropolitano y si tiene que ser un desastre, que sea un desastre esplendoroso. Los Atletis del Cholo siempre empeoran cuando echan cuentas.

Y cuando me venía arriba pensando en eso, recordé que en una semana otra vez la misma tortura. Días así no compensan. Hablo en serio. Da igual el resultado. Pero allí estaremos. No somos listos, pero somos fieles. De algo hay que morir, aunque siempre sea de lo mismo.

La noche incompleta de Julián Álvarez en el Bernabéu: "Ellos hicieron los goles en los momentos justos"

La noche incompleta de Julián Álvarez en el Bernabéu: “Ellos hicieron los goles en los momentos justos”

Unos pueden preferir a la leyenda Fernando Torres, otros se quedarán con la fiereza del Tigre Radamel Falcao, nadie olvida el paso de Kun Agüero, pero es seguro que todo el mundo en el Atlético de Madrid se acordará de Julián Álvarez. El argentino es un delantero diferente, capaz de dominar todas las suertes del juego y, por supuesto, la más importante: la del gol. Con el del Bernabéu, lleva vivo a su Atlético de Madrid al Metropolitano.

El tanto que se sacó de la chistera con Camavinga de testigo fue de los que marcan la carrera de un jugador. Pico del área izquierda, comba de interior y a la escuadra de Courtois con el belga embelleciendo más la foto con una estirada imposible. No necesitó de nada ni de nadie más que de su talento para empatar momentáneamente el duelo. "Ellos hicieron los goles en los momentos justos", contó el protagonista en la entrevista postpartido.

Este era su tanto número 22 en 41 partidos. Además, hay un dato de mayor peso a esta estadística y es que 12 de esos 22 han servido para abrir la lata, aunque este miércoles fuera para poner el 1-1 en el marcador. A los goles suma cinco asistencias porque, si algo tiene el futbolista argentino, es que tiene la misma capacidad para jugar tanto dentro como fuera del área y tanto en fase ofensiva, la suya, como defensiva. Verle hacer sprints para recuperar balones en contras madridistas era encomiable y muy apreciado por su técnico, quien vivió la cara con Julián y la cruz con Javi Galán.

Un tormento para Galán

Resulta curioso ganarte a Simeone con unos minutos y una asistencia. Eso hizo en el primer derbi de liga ante el Real Madrid. Desde aquel innombrable partido, recordado por el lanzamiento de mecheros a Courtois, Galán se hizo con la titularidad en el carril izquierdo rojiblanco. Del ostracismo al protagonismo.

Sin embargo, el Madrid quiso cobrarse la venganza ante el lateral extremeño en la ida de Champions en el Bernabéu. Los blancos, con Rodrygo de estilete, quisieron hacer del partido de Galán un tormento. En menos de 10 minutos, le habían atacado en tres ocasiones con resultado de un gol en contra y un forcejeo que, en ocasiones, es pitado como penalti en contra.

Fruto de la presión y quizás con los fallos en la cabeza, el defensa no era capaz de dar un pase a un compañero a menos de cinco metros. En su descargo hay que decir que Lino, que debía ayudarle en ese costado, se iba demasiado al medio y dejaba que Valverde le percutiera junto al delantero brasileño.

El Cholo se desesperaba en la pequeña zona técnica del Bernabéu. El técnico argentino se llevó varias advertencias del juez de línea durante el duelo. Encima, Galán comenzaba el duelo a metros del argentino, el que le sacó de la ignorancia. De hecho, tan pronto el lateral ganó un duelo en su cara, Simeone le animó para que se viniera arriba y no se hundiera ante un Bernabéu repleto con casi 4.000 gargantas animando desde la zona de visitante.

Un Atlético con personalidad

El Atlético tenía la lección más clara que el Madrid. Los rojiblancos apretaban al largo conjunto blanco y recuperaban con mucha velocidad el balón. Además, cuando tenían la posesión, no les quemaba el balón y especialmente a De Paul, el timón rojiblanco al que los blancos ignoraron todo el partido.

Pero pese a la personalidad que mostró el Atlético, se llevó una derrota. Brahim ejemplificó la crueldad que siempre han tenido los blancos con su vecino. Una crueldad que llegó a ser sádica entre 2009 y 2013, periodo en el que venció en los 10 duelos que se enfrentaron. Pero el Cholo cambió la historia y los rojiblancos ya no van al Bernabéu a un potro de tortura, aunque se tengan que someter, por desgracia, a las individualidades que siempre pueblan el equipo blanco.

Simeone apuntaló la defensa sacando a Griezmann por Le Normand para apagar el arreón del Madrid tras el gol del marroquí y luego sacó la pólvora por si cazaba una última contra para llevar el duelo en tablas al Metropolitano. Pero el partido se fue apagando con ambos equipos conscientes de que esta contienda tiene 180 minutos. "Sabemos que quedan 90 minutos", apuntó Álvarez. Más saben los diablos por viejos que por diablos. Pregunten a Ancelotti y a Simeone.

Del idilio de "Míster Champions" Rodrygo al feo detalle de la afición del Atlético durante el minuto de silencio por Javier Dorado

Del idilio de “Míster Champions” Rodrygo al feo detalle de la afición del Atlético durante el minuto de silencio por Javier Dorado

El primer derbi de Champions desde 2017 fue un derbi de tensión. Cómo no iba a serlo. Tensión en el césped, en la grada y en la calle. La lluvia que cayó sobre Madrid durante la tarde no impidió el paseo de los 4.000 aficionados del Atlético desde Plaza Castilla al Bernabéu ni la 'busiana' (recibimiento al autobús) del público del Madrid a su equipo en Sagrados Corazones.

Volaron algunas botellas a la llegada de los seguidores rojiblancos, que dejaron la nota fea de la noche al cantar «Madridistas, hijos de puta» durante los primeros segundos del minuto de silencio por Javier Dorado, exfutbolista del Madrid fallecido estos días. La afición local abucheó el gesto y aplaudió para silenciar el cántico.

Ya en el partido, Rodrygo mantuvo su idilio con la competición anotando en el minuto 3. Por algo le llaman 'Míster Champions'. Es su quinto gol en esta edición y el octavo de su carrera en las eliminatorias de la competición, donde en su momento dejó un doblete histórico ante el City en 2022 y dos goles a los ingleses en los cuartos del año pasado.

La buena acción del brasileño llegó tras un excelente pase de Fede Valverde, que se infiltró para poder jugar como lateral derecho y dijo «basta» en el minuto 81 tras más de una hora de máximo esfuerzo. El uruguayo vistió el brazalete en su brazo izquierdo y encontró a Rodrygo a la espalda de Javi Galán. Una acción mirada con lupa por el cuerpo técnico del Madrid y que se repitió durante los primeros minutos ante que el Cholo ajustó su defensa y Lino comenzó a ayudar al lateral.

El gol, lejos de empujar al Madrid, le deshizo, lo mismo que sucedió el sábado en el Villamarín. El conjunto blanco se vio por delante, cuajó un par de acciones buenas después del tanto y se relajó. Vinicius y Mbappé dejaron de presionar en el minuto 13 del partido, cuando Ancelotti ya levantaba sus brazos en señal de protesta a sus jugadores.

En el centro del campo, Camavinga hacía aguas, perdiendo balones que enfurecían todavía más al técnico y siendo demasiado blando en el 1-1 de Julián. Era el primer partido con Tchouaméni y Eduardo como doble pivote desde el 0-4 del clásico del Bernabéu, en octubre. Mal augurio.

En el banquillo, Ancelotti se desesperaba. No entendía cómo después del aviso del sábado sus jugadores habían vuelto a cometer el mismo error. Sin presión ni intensidad madridista, el Atlético se hizo con el partido en los pies de De Paul y Barrios.

La noche del Madrid no cambió con el descanso. Si hubo bronca en el vestuario no se notó, porque el equipo volvió a salir espeso, sin ideas y lento tanto en ataque como en defensa, como si la chispa que necesitara no fueran las palabras de Ancelotti y sí un poco de acción.

Dominaba el Atlético, y justo cuando Davide Ancelotti hizo el gesto del número 10 para llamar a Luka Modric, que calentaba en la zona del córner, Brahim se inventó el 2-1 con un zigzagueo sobresaliente y con un disparo cruzado que sorprendió a Oblak. Esa fue la chispa.

El cuerpo técnico aguantó el cambio de Modric unos minutos más y finalmente el croata entró por Camavinga, no sin antes recibir instrucciones de Carletto, de Davide e incluso de Francesco Mauri, segundo ayudante del entrenador. Todos tenían deberes para el balcánico.

La aparición de Modric devolvió la posesión al Madrid y encogió al Atlético, pendiente ya de la vuelta mientras los blancos crecían en el partido. Las carreras defensivas de Brahim y Rodrygo levantaron al Bernabéu y se llevaron los aplausos del banquillo, que por fin reconocía algo de sangre en sus futbolistas.

El Madrid, en los pies de Mbappé y Vinicius, terminó perdonando, pero se llevó la primera parte de este derbi continental. La segunda, en siete días en el Metropolitano.

El "divertido" y goleador despertar de Ousmane Dembélé que amenaza al Liverpool

El “divertido” y goleador despertar de Ousmane Dembélé que amenaza al Liverpool

Frágil, indolente y, por momentos, díscolo. Con unas condiciones de genio que no aprovecha. Bien podría haber sido esa la definición de Ousmane Dembélé en los seis años que pasó en el FC Barcelona y a su llegada al PSG. Sin embargo, todo cambió el 1 de enero de 2025. En realidad fue algo antes, pero se evidenció con el inicio del nuevo año. El francés se ha convertido en la estrella que la grada del Parque de los Príncipes esperaba y en el jugador más importante para Luis Enrique en su intento de asaltar la Liga de Campeones, donde esta noche le espera el Liverpool.

Dembélé suma 18 goles en los 13 partidos oficiales que ha disputado en los dos primeros meses del año, cinco más que Mbappé (14), siete que Lewandowski (11) y ocho más que Mohamed Salah (10), con quien se cruzará en el partido de octavos.

Esta capacidad goleadora en apenas 60 días sólo la había mostrado Messi en 2016, cuando celebró 17 goles con el Barça. Fulminar un récord del argentino es algo con lo que no hubiera soñado en sus seis años como azulgrana, donde marcó 40 goles, lo que arroja una media de menos de siete por temporada. Esos datos vienen lastrados también por los más de 100 partidos que se perdió por lesión.

Los datos del 'Mosquito' se han disparado desde enero, porque antes sumaba ocho goles, unas cifras que estaban en la media de lo logrado en los últimos años. Para encontrar su mejor temporada hay que remontarse a las 18/19 cuando marcó un total de 14. Nunca había logrado los 26 que suma en 33 partidos, con un tercio de campaña por delante.

¿A qué se debe este cambio? Quizá la explicación esté en el rol que le ha otorgado Luis Enrique y en los toques de atención que recibió al inicio de la campaña. El asturiano le dejó fuera de la convocatoria en el segundo duelo de Champions ante el Arsenal y deslizó un mensaje que apuntaba a su conducta. "Si alguien no cumple o respeta las expectativas del equipo, significa que no está preparado para jugar. Tomé la mejor decisión para el equipo y por eso firmé aquí, para crear un equipo que tenga una identidad fuerte y mucho carácter", explicó el técnico como si apuntara justo a lo que le faltaba al francés.

Después llegó una controvertida tarjeta roja en la decepcionante derrota 1-0 del PSG contra el Bayern Munich y pareció que recuperar a Dembélé podría ser complicado. Nada más lejos de la realidad. Fue el jugador el que reaccionó. Se quedó dos partidos en el banquillo, que se saldaron con dos empates ante el Nantes y el Auxerre, y Luis Enrique le recuperó. Su respuesta fue marcar un doblete para cerrar el año ante el Mónaco y otro para empezar con bien pie frente al St. Etienne. De hecho, en la Ligue 1 sólo se ha librado de sus goles el Toulouse y, en Champions, el Stade Brestois.

Dos hat tricks

Además, en estos dos meses se ha convertido en el único jugador del PSG capaz de marcar dos hat tricks en dos partidos consecutivos: le endosó tres goles al Stuttgart el 29 de enero en Champions y, el 1 de febrero, otros tantos al Stade Brestois en la Ligue 1.

El cambio de Dembelé nació en su cabeza. "Estoy bien colocado, estoy en el rol de número nueve y tengo que marcar goles", explicó hace unas semanas. Pero, sobre todo, es feliz en un equipo que ha marcado 40 goles en diez partidos. "¡Lo estamos disfrutando mucho! Todos atacamos, todos defendemos. Somos un equipo muy unido, y eso se refleja en resultados. Es simplemente divertido jugar durante 90-95 minutos", confesó tras vencer, y marcar, al Lille el pasado fin de semana. "Desde el inicio de la temporada, (Luis Enrique) nos ha insistido en jugar buen fútbol. Todos estamos involucrados, ya sean centrocampistas, defensores o delanteros. Todos queremos ser decisivos", admitió.

Ahora espera el Liverpool, de los rivales más difíciles por la trayectoria de la temporada, y con quien Dembélé tiene una cuenta pendiente. En mayo de 2019, Messi le dio una asistencia para que batiera a Alison en el Camp Nou y pusiera un 4-0 en el marcador que casi daba al Barça el billete para la final de la Champions que se disputaría en el Metropolitano. Pero erró y su flojo disparo se estrelló en el cuerpo del brasileño. No debía ser importante ese fallo, pero lo fue. El Liverpool, en Anfield, fue capaz de remontar y endosarle el 4-0 para plantarse en una final que acabó ganando. Hoy Dembélé recordará que no puede tener piedad.

Marco Asensio deja al Aston Villa a un paso de los cuartos

Marco Asensio deja al Aston Villa a un paso de los cuartos

No lanzaba un penalti desde un partido de Copa del Rey ante el Fuenlabrada, allá por octubre de 2017, durante su segunda temporada en el Real Madrid. Tampoco marcaba en Champions desde los cuartos de 2023, en su última campaña de blanco. Contra toda lógica había iniciado como suplente ante el Brujas, pero Marco Asensio tomó ayer el balón en el minuto 88 para certificar desde los 11 metros el triunfo del Aston Villa, con pie y medio ya en los cuartos de final, donde el mallorquín podría cruzarse con el PSG, el club al que pertenece.

La mera presencia en esta eliminatoria, primera desde 1991, suponía ya un hito en el Jan Breydel. El Brujas, que venía apuntando maneras en la liguilla, ridiculizó al Atalanta en la repesca, así que no iba a dejarse atemorizar por las dificultades propias de un rival que este curso ha gastado más de 214 millones de euros en fichajes. Tampoco por el rápido 0-1 de Leon Bailey, con un certero zurdazo tras un saque de esquina cabeceado por Tyrone Mings.

En 10 minutos iba a empatar Maxim De Cuyper, que formaba de lateral zurdo, pero que se sumó al ataque para cruzar a la red una dejada de Christos Tzolis. Bonito modo de festejar su centésimo partido con Las Gacelas. Era un hecho que los jugadores de Nicky Hayen hacían justicia a su apelativo. No sólo Tzolis, sino fundamentalmente Chemsdine Talbi, un zurdo de 19 años que ya maravilló en Bérgamo.

Martínez, providencial

Durante ese tramo inicial, el Aston Villa no titubeó ante el intercambio de golpes, porque cuenta con futbolistas tan prometedores como Morgan Rogers. En cada carrera del canterano del Manchester City se intuía algo, como en cada acción de Marcus Rashford. Sin embargo, a partir de la media hora, Unai Emery quiso bajar las pulsaciones, cediendo el balón, silbando hacia otro lado. El Brujas quiso creérselo y Emiliano Martínez salvó abajo el remate de Talbi que parecía el 2-1.

Emery manoteaba en la zona técnica, nervioso ante los avances de Tzolis, pero el partido empezaba a estabilizarse justo donde más le convenía. Sin ritmo en la circulación, el mero dominio belga ni siquiera hacía cosquillas por los dominios de Martínez. Y cuando suturó todo lo que pareciese una herida, el técnico guipuzcoano se lanzó a degüello, con un cuádruple cambio en el minuto 64: Asensio, Matty Cash, Boubacar Kamara y Jacob Ramsey por John McGinn, Rashford, Bailey y Axel Disasi.

50 partidos como suplente

La recompensa de un cruce de cuartos ante Liverpool o PSG resultaba demasiado goloso para dejar escapar la ocasión. El Brujas había cedido en su entusiasmo y Asensio sólo se demoró cuatro minutos en exigir el máximo a Simon Mignolet. Se trataba del partido 50 del mallorquín como suplente en la Champions, donde apenas ha disputado 20 como titular. Era el momento del Villa.

En otra incorporación de Rogers, esta vez como extremo diestro, su centro raso fue desviado por Brandon Mechele, ese central ataviado con una máscara. Aun sin tiempo para reponerse, Tzolis cometió una imprudencia ante Cash, imputable a su falta de práctica en ciertas funciones. Asensio asumió la responsabilidad, impávido, resuelto, definitivo.