Bojan Krkic y su batalla contra la ansiedad: "Era una ola gigante que me arrasaba, hubo momentos en los que no veía salida"

Bojan Krkic y su batalla contra la ansiedad: “Era una ola gigante que me arrasaba, hubo momentos en los que no veía salida”

"Llegaba una ola gigante y me arrasaba. Aparecía de repente y me llevaba por delante. No podía hacer nada, no conocía las causas, no la veía venir y era incontrolable. Hubo momentos en los que no veía salida. La bola iba creciendo y creciendo y me dominaba. Me asfixiaba". Bojan Krkic (Linyola, 1990) intenta explicar en su casa de Barcelona los ataques de ansiedad que le persiguieron durante toda su carrera, a la que puso fin el año pasado. "Es dificilísimo de verbalizar, sólo lo entiende del todo quien lo ha sentido", se resigna.

Pese a ello, quien fuera niño prodigio del fútbol español y ahora coordina el área de fútbol del Barça ha decidido intentarlo en 'Controlar lo incontrolable' (Alienta Editorial), el libro que publica la semana que viene y del que habla por primera vez en EL MUNDO. En él explica la otra cara de una carrera que fue mucho, pero no todo lo que los demás esperaban. Porque eso era imposible.

¿Por qué has decidido escribir el libro?
Tenía ganas de contar mi historia y explicar todo lo que he vivido para recordar que no somos superhéroes ni nada parecido. Como cualquiera, pasamos por unas vivencias y unas situaciones complicadas y, como tenemos la suerte de poder llegar a mucha gente, creo que puede ayudar que lo contemos. A veces parece que los deportistas somos más fuertes o eso que se dice tanto de que somos de otra pasta. Es mentira, somos de la misma pasta que todos y a veces nos rompemos. Quería mostrar esa otra cara, la que no va de goles y trofeos.
Casos como el tuyo o el reciente de Ricky Rubio ayudan a romper con el tabú de la salud mental en el deporte, que es un problema más habitual de lo que parece.
Pero mucho más. Ojalá estos casos visibilicen que los deportistas de élite somos personas con los mismos problemas y emociones que cualquiera y que no hay que esconderlo. Creo que va a ayudar sobre todo a las nuevas generaciones para entender que es algo de lo que no deben avergonzarse, que forma parte del ser humano y se puede afrontar, tratar y superar como cualquier otra situación adversa. Hay que normalizarlo y pedir ayuda como con cualquier lesión.
¿Cuándo te diste cuenta de que algo iba mal? ¿Cómo empezó?
Empezó pronto, a mitad de mi primera temporada en el Barça, porque todo fue demasiado deprisa y llegó un momento en que en mi cabeza no cabían más cosas. Todo me iba pasando rapidísimo: debutar, marcar goles, tener protagonismo en el primer equipo, llamar la atención a la selección absoluta... Se esperaba demasiado de mí y yo era un niño. Ahora hemos normalizado esto, pero hace 16 años no era normal que un chaval de 17 años estuviera en este escenario tan complejo. Eran demasiadas emociones que no cabían dentro del proceso normal de gestión y madurez de un adolescente.
Este debate sobre los riesgos de la precocidad de los futbolistas de La Masia vuelve a estar de actualidad con los problemas físicos de Pedri, Gavi o Ansu y la responsabilidad exagerada que recae sobre Lamine Yamal y Cubarsí. ¿Es una política peligrosa?
Es difícil. Obviamente, si se están dando tantos casos de chavales debutando con 17 y 18 años, 15 en el caso de Lamine, es porque tienen algo especial y es imposible hacer como que ese don no está ahí. Tienen un talento diferencial y se merecen la oportunidad porque trabajan para ello. Si valne, ¿cómo les vas a quitar su sueño? Es muy difícil de controlar. Tienen el nivel, hay una filosofía de club y un entrenador que decide apostar por gente de la casa. El Barcelona siempre lo ha hecho, pero ahora en esta situación económica todavía más. Es lógico, pero entre todos deberíamos hacer el esfuerzo de no querer ir más deprisa de lo que conviene. Lo que pasa es que es difícil que el Barcelona, por su situación; la selección, porque son muy buenos, y la prensa, porque venden, echen el freno. Es comprensible, pero entre todos deberíamos proteger más a estos chicos para que no les pasé lo que a mí. No podemos olvidar que tienen 16 o 17 años. Yo sé lo que es y lo pasé fatal.

Para saber más

En tu caso, las expectativas eran demenciales. Más de 400 goles en cantera, el nuevo Messi, la selección nada más cumplir 18... ¿Fue demasiado?
Claro. A mí jugar me hacía feliz, siempre me lo ha hecho, pero todo lo demás... Cuando llegas al mundo profesional, jugar es sólo una parte. La gente está viendo que futbolísticamente tienes algo diferencial y ya se olvida de tu edad. Da igual, sólo cuenta lo que haces en el campo. Estás en pleno proceso formativo como persona y a nadie le importa porque se te juzga como adulto, esta sociedad de la inmediatez lo quiere todo y lo quiere ya. No sé si fueron sólo las expectativas las que provocaron la ansiedad, pero desde luego influyeron. Después de los partidos, aunque hubiera marcado, me encerraba en mí mismo y me aislaba de todo. Fue demasiado y demasiado deprisa.
Por lo que cuentas, empezaron antes los problemas psicológicos que los deportivos.
Sí, a los cuatro o cinco meses de temporada ya empezaron los ataques. Estaba jugando muy bien y cada día eran buenos goles, portadas y protagonismo en todos los lados. Eso para mí era un problema porque siempre he sido una persona muy tímida, quiero pasar siempre desapercibido, no me gustan las aglomeraciones... Venía de mi pueblo, de una vida tranquila con mi familia, y de repente no podía salir a la calle. Fue un cambio muy bestia y llegó un momento en que no podía más con tanta atención. Por así decirlo, estaba harto de ser Bojan.
¿El vestuario sabía algo? ¿Te protegía?
No sabían nada. En esa época era muy raro ver a un chico de 17 años en un vestuario profesional. Entras en un mundo donde hay gente que lleva muchos kilómetros y tú eres un chaval inocente que empieza a conocer el mundo, pero del que todo el mundo habla y llega allí sin haber demostrado nada. Un vestuario no es sencillo. No diría que me recibieron con envidia, pero sí con competitividad. Y es normal. Allí sí que no se entiende de edades. Hay once titulares y todos pelean por serlo. Da igual que tengas 17 o 34, el que juega, juega.
¿Cómo reaccionaste a esos primeros ataques?
Cuando asomó por primera vez esta ola de ansiedad empecé a tener miedo, porque nunca sabía cuándo iba a tener otro ataque, cuándo iba a golpearme otra vez esa bola que venía de la nada y no podía controlar. No quería hacer nada ni ver a nadie. Sólo estar en casa, porque allí tenía la tranquilidad de que, si pasaba, nadie iba a verlo.

En 2014, harto de luchar contra lo que el mundo esperaba de él, Bojan decidió dejar el Barça y fichar por el modesto Stoke City. Un nuevo comienzo. Pero no es sencillo escapar de uno mismo. "En la terminal, esperando a embarcar hacia Inglaterra, estaba triste pero tranquilo. Al subir al avión algo me invadió totalmente y no pude aguantar. Se me vino todo encima: ansiedad, agobio, nervios... Cuando ya avanzaba el avión por la pista, le dije a la azafata que tenían que parar, me dijo que era imposible, me senté en el suelo y dejé de ser consciente de lo que pasaba a mi alrededor. Tan mal me puse que el piloto dio la vuelta. Frené un avión en plena pista de despegue. Fue un punto de inflexión y mi momento más desagradable, pero tuve ataques peores, sólo que nadie estaba allí", recuerda.

¿Quién sabía lo que te estaba pasando?
Nadie fuera de mi círculo íntimo. En el mundo del fútbol, mostrar esta debilidad se podía malinterpretar y te podía perjudicar. Sabía que para seguir adelante tenía que solucionarlo yo. Entonces, me tenía que mantener fuerte a pesar de que, obviamente, esa situación me limitó mucho sin que la gente lo supiera. Aunque más en lo que rodea al fútbol que en el campo. No iba a eventos y celebraciones y la gente, también, en el Barça, no entendía por qué, pero yo sabía que estar en público me iba a generar un estrés constante y no iba a estar cómodo.
Pero te estuviste tratando.
Sí, claro. He trabajado con psicólogos y profesionales durante todos estos años. Ansiolíticos tomé sólo esa primera temporada y tras algún ataque concreto, como aquel del avión, pero sobre todo he hecho terapia. Tuve un psicoanalista que me ayudó muchísimo en el peor momento y, a partir de eso, he ido siempre de la mano de un profesional para conocerme, para solucionar el problema y también para mejorar a la hora de gestionar ciertas situaciones como la fama.
¿Odiabas la fama?
Sí, mi cuerpo nunca la toleró. Ni siquiera esas partes que te pueden deslumbrar cuando eres joven. Ser el foco de atención no me gustó ni un día en mi vida, aunque, con el paso de los años, ahora pienso que hay algo bonito en ella que ahora valoro. Gracias a que he sido jugador de fútbol puedo hacer este libro que puede ayudar a mucha gente. Esto sí que me gusta, pero todo lo demás, aunque entiendo que desde fuera puede parecer muy apetecible, para mí fue un suplicio.
¿Falta humanidad en el fútbol?
La hay. Poca, pero hay. Estoy convencido de ello porque he conocido gente en el mundo del fútbol que aún me acompaña y ha sido muy importante para mí. Es uno de los grandes éxitos de mi carrera. Ahora bien, ¿que podría haber más humanidad? Sin duda. No solo en el fútbol, sino en la sociedad.
Pero probablemente en otro ambiente te habría resultado más sencillo hablar de tus problemas.
Eso sí. Mi padre siempre me decía que si tenía la menor molestia física, no jugara. Por dos motivos: porque la gente no lo sabe y te va a juzgar como si estuvieras al 100% y porque, además, tampoco lo quieren saber. Les da igual, una vez que estás en el campo quiere ver tu mejor versión y no le cuentes que ibas infiltrado en el tobillo. En el fútbol lo que interesa es el show y el resultado, que alguien lo esté pasando mal o esté presionado da igual. En ese sentido sí puede resultar un mundo cruel.
¿Llegaste a pensar en dejarlo todo?
Obviamente, en situaciones tan adversas se te pasan por la cabeza este tipo de cosas. Lo que pasa es que sabía que eran reacciones temporales y no daba importancia a esos pensamientos. Sabía cuál era el problema y que lo que tenía que hacer era aceptar que es un momento jodido y tenía que afrontarlo para salir adelante. Tirar la toalla y mandarlo todo a tomar por culo podía ser tentador en un momento dado, pero no arreglaba nada ni era la solución.
El ex futbolista, este lunes tras la entrevista.

El ex futbolista, este lunes tras la entrevista.Pedro Salado / Araba Press

Cuentas en el libro que la soledad fue tu mayor enemigo.
Sí. La soledad es real y a mí me ha hecho mucho daño. Seguramente, lo que más. Mi situación personal ha hecho que viviera 12 años fuera de España y solo. Eso son muchas horas estando en casa, con diferencias horarias que dificultan la comunicación con mi gente aquí... Al principio, la soledad fue hasta positiva porque me hizo madurar, conocerme y aprender a gestionar ciertas situaciones fuera de mi zona de confort, pero eso sólo funciona en un espacio de tiempo reducido. Cuando se alarga demasiado llega el efecto rebote y hace que le des demasiadas vueltas a todo, que te obsesiones con lo malo y tengas pensamientos desagradables. Es uno de los factores que me hicieron decidir retirarme.
¿Cómo mejoraste?
La ansiedad nunca se domina, pero vas aprendiendo a convivir. Cuando aparece la ola del turno uno se asusta y esa tensión hace que la ola sea aún más grande. Poco a poco, adquirí el aprendizaje de que, aunque se levante la ola, debes mantenerte sereno entendiendo que va a pasar, te va a empapar, pero no te va a tirar. Cuando logras eso, aceptar que la ola llega y vas a sobrevivir a ella, se va haciendo cada vez más pequeña. Ese ha sido mi proceso al menos.
¿Piensas en cómo hubiera sido tu carrera si se hubiera llevado con más calma?
Nunca me lo he planteado. Las cosas se han hecho como se han hecho y lo cierto es que me siento un privilegiado. No echo de menos jugar y conozco muchos futbolistas que lo han pasado fatal tras retirarse. Yo desde el primer día estoy de puta madre y eso para mí es una victoria. He cerrado una etapa de mi vida que he vivido con mucha intensidad y con situaciones de todos los colores que me hacen sentir hoy una persona plena y orgullosa de sí misma. He sabido cerrar una etapa y empezar otra. ¿Que mi carrera podría haber sido mejor? Nunca lo sabremos, pero me quedo con la que he tenido porque todas esas experiencias me han traído hasta aquí y aquí estoy muy bien.
¿Ha sido una liberación retirarte?
Ha sido tomar el control de mi vida. Lo dejé con 32 años y estando físicamente para jugar, pero sentí que era el momento. Cierro esta etapa y empiezo otra. Han sido 16 temporadas como jugador profesional y mantenerte ahí arriba tantos años, con todo lo vivido, es muy complejo. Lo he conseguido y estas vivencias me hacen sentir orgulloso. No cambiaría nada de mi carrera como profesional y por eso tampoco lo echo de menos: lo he dado todo, me he vaciado y lo he vivido todo, bueno y malo. Toca vivir el fútbol desde otro lado, aprender cómo funcionan las cosas e intentar ayudar a esos jugadores que ahora mismo están pasando lo que yo pasé.
¿Hablas con los más jóvenes, como Lamine o Cubarsí, de lo que pasó?
Aún no tengo esa confianza con ellos. Intento no ser invasivo y mantener las distancias, pero si necesitan hablar de cualquier problema saben que estoy ahí para ayudar.
¿Has sido feliz como futbolista?
Sí, me ha dado mucho. Ya no te hablo de celebraciones, de goles y de títulos, sino de convertirme en la persona que soy. Conocer gente nueva, el vínculo que haces con la afición, llegar al primer equipo, jugar en la Roma o el Milán, salvar la categoría con el Mainz, ser el primer español en marcar en las cuatro grandes ligas... Todas estas situaciones me han hecho eternamente feliz.
¿Ahora estás bien?
Muy bien, la verdad. En un momento nuevo, una etapa de aprendizaje y estoy creciendo. Esto acaba de empezar.

La primavera de Cubarsí y la resignación de Luis de la Fuente: “De las derrotas se aprende más”

Actualizado Sábado, 23 marzo 2024 - 00:25

Marzo no es un buen mes para Luis de la Fuente. Con la primavera apuesta por revoluciones que no siempre salen bien. Ocurrió ante Escocia hace un año, en partido oficial; volvió a pasar con Colombia, esta vez en un amistoso que llevó al seleccionador a experimentar con su once y a batir de nuevo récords. Pau Cubarsí saltó al campo en el minuto 83 para sustituir a Laporte y convertirse, con 17 años y 60 días, en el segundo jugador más joven en debutar, sólo superado por Lamine Yamal, y en el central de menor edad, un logro que aún tenía Sergio Ramos y su estreno con 18 años y 361 días. Su frialdad en el campo también se reflejó después en los pasillos del estadio, cuando apenas comentó con "orgullo" que había cumplido "un sueño".

Con la irrupción de Cubarsí quiso De la Fuente sacar del atasco a la unidad B que alineó en el Olímpico de Londres, pero no hubo fortuna. "De las derrotas se aprende más. Era un partido complicado, exigente y estamos satisfechos de cosas del primer tiempo pero hay otras que hay que mejorar, especialmente en el segundo. Queríamos hacer pruebas, ver a jugadores con esta exigencia y estrés. Ahora hay que seguir mejorando", reconoció el seleccionador, que vio cómo su equipo perdía el control de un duelo que, al menos durante 45 minutos, fue suyo.

Tuvieron entonces protagonismo otros dos jugadores que han conquistado al seleccionador en el descuento hacia la Eurocopa. Álex Grimaldo y Dani Vivian han encajado en una selección cuajada sin que les pese lo más mínimo ser los novatos. Ambos están en un momento dulce y lo pusieron con desparpajo al servicio de España. El valenciano, en su segundo partido internacional, se convirtió en una bala zurda desde donde se desplegó todo el ataque de la selección en la primera parte. Cabalgadas, centros telegrafiados, saques de esquina, disparos lejanos y hasta amagos de lanzar faltas. Nada temía el jugador con una cartera de recursos envidiable que brilla en el exitoso Bayer Leverkussen de Xavi Alonso.

Las miradas las compartió con Dani Vivian y hasta quiso endulzar su debut con un centro acaramelado que el vitoriano cabeceó rozando el palo. Aplomo mostró el central del Athletic, con físico de jugador muy maduro pero con 24 años y ni un minuto como internacional. Ni dudó. Firme formando pareja con Laporte, ordenó a puro grito a la línea defensiva y hasta buscó darle salida al juego rompiendo las líneas colombianas para encontrar a Merino en la frontal y que asistiera al capitán Oyarzabal para el remate.

En media hora todo el estadio olímpico de Londres, teñido de amarillo por las camisetas de la numerosa hinchada de Colombia, entendió por qué este central encandila a De La Fuente. Pero también que le queda mucho que aprender, especialmente una lección: con la camiseta de España te cruzas con futbolistas como Luis Díaz, capaces de romperte en mil pedazos. La primera, la salvó. De la segunda nació el gol de Muñoz para Colombia. "Ha sido una individualidad buenísima", reconocía el vasco. A la tercera, lo frenó en falta. Por si acaso.

A Colombia la había despertado el seleccionador Néstor Lorenzo con sus cambios al descanso, Durante toda la primera parte vio cómo su equipo no era capaz de reaccionar ante el descaro español, al que se sumó Gerard Moreno para ser un arma interesante. No se ponía la camiseta de España desde 2021. "Es un regreso agridulce por el resultado, pero me siento muy bien por volver con este grupo humano. Yo seguiré empapándome de todo lo que quiere el míster, porque es la primera vez que puedo trabajar con él", admitió.

El regreso de James

Un zurdazo a la media vuelta atajado por Vargas fue el último aviso antes de que James Rodríguez catalizara a Colombia para hacerla dueña del partido. El veterano jugador buscaba una resurrección con su selección que se ganó. Probó con un tiro lejano a Remiro y después remató a la mediavuelta una asistencia de Luis Díaz. "En el primer tiempo nos han dado una lección de cómo jugar, pero en el segundo fue nuestra oportunidad", aseguraba el futbolista renacido cuando se pone la camiseta de su selección y que sueña con volver a Europa: "Ojalá en el futuro poder volver a LaLiga".

No hubo manera de que España se sacudiera un dominio que le fue pensando a pesar de que el seleccionador echara mano de toda la artillería posible. Nada sirvió para igualar el empuje de los colombianos, que se habían volcado en este encuentro tanto en el césped como en la grada. Una lección que la selección debe aprender para encarar el duelo ante Brasil.

Cubarsí, cuando la crisis te hace hombre

Cubarsí, cuando la crisis te hace hombre

La crisis les hace hombres. No hay más remedio. Las situaciones adversas esconden oportunidades, y entre las muchas adversidades del Barça aparecen futbolistas imberbes como si escaparan de las sombras. Cubarsí, Fermín y Lamine Yamal lo hicieron el d

Hazte Premium desde 1€ el primer mes

Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web

Si lo prefieres
<!--

¿Ya eres Premium? Inicia sesión

--> <!--

Cancela cuando quieras

-->