El pabellón “invernadero”, barbacoas y periodistas en el vestuario: así es por dentro una franquicia de la NFL

Actualizado Domingo, 9 noviembre 2025 - 22:46

La NFL va mucho más allá de las 120 yardas (109 metros) de césped que miden sus campos, de los 53 jugadores que tiene cada plantilla, de la decena de entrenadores que analizan y deciden la táctica de cada jugada o de las cientos de personas que trabajan en cada organización. Cada encuentro del gran espectáculo americano reúne a más de 17,5 millones de personas a través de la televisión y a 70.000 en cada estadio. Cada uno. Y muchos de ellos, jugadores, staff y aficionados, volarán esta semana desde Miami y Washington hacia Madrid para disputar y celebrar en el Bernabéu el primer partido de la NFL en España. Antes, toca cruzar el charco en dirección oeste para descubrir desde dentro cómo es el gran universo, y el gran show, del fútbol americano.

EL MUNDO ha podido conocer estas últimas semanas el cuartel general de los Miami Dolphins y de los Kansas City Chiefs. El primero, asentado al sur de Florida, actuará como equipo local este domingo en el Bernabéu ante los Washington Commanders. El segundo, situado en el estadio de Missouri, es ahora la gran dinastía de la NFL, tiene derechos comerciales exclusivos en España y quiere ser el próximo local en la capital.

«Aquí los jugadores tienen de todo». Las puertas de cristal del Baptist Health Training Complex de Miami se abren a primera hora de la mañana y no se cierran hasta la noche. Tampoco durante las vacaciones, donde los jugadores, especialmente los novatos, pueden acudir a realizar entrenamientos. Lo mismo sucede en el University of Kansas Hospital Arrowhead Training Complex de los Chiefs. Ambos están pegados a los estadios principales, el Hard Rock de Miami y Arrowhead, en Kansas City, formando parte de las mismas instalaciones. Aquí nace la primera diferencia con el deporte europeo, acostumbrado a tener el estadio principal en un sitio y la ciudad deportiva en otro.

Dentro, los pasillos de ambos edificios ofrecen un universo deportivo a todos los niveles. Las camisetas de los jugadores más importantes de la historia de ambas franquicias gobiernan la entrada, dando paso a un pasillo gigante con salas para todo. 'Quarterbacks', 'línea defensiva', línea ofensiva', 'receptores'... Cada posición del campo tiene su propia sala de vídeo en la que el entrenador asistente da las claves del siguiente partido.

Piscinas de todo tipo

Avanzando, aparecen dos comedores gigantes en los que desayunan y comen y donde hay hasta 10 pantallas en las que ver todo lo que esté dando de sí la jornada deportiva. Al otro lado, el gimnasio, inmenso para los 53 jugadores y aquellos que forman parte del 'equipo de entrenamiento', una decena de jóvenes que tratan cada semana de entrar en la plantilla principal. Mancuernas, trineos, sacos de boxeo... Al lado, las piscinas, cuatro en el caso de los Dolphins: dos de hidromasaje, una a contracorriente y otra con una cinta de correr en el suelo. Y la de recuperación, con cámaras hiperbáricas o zonas de luz infrarroja en los Chiefs.

Por otra puerta se llega al auditorio, donde se hacen las reuniones de vídeo de la plantilla o donde se deciden las elecciones en el draft de cada año. Justo al lado está la 'sala de los jugadores', con dardos, sofás y televisiones gigantes, e incluso una zona de barbería. «Es como una pequeña ciudad», admiten a este periódico en el conjunto de Florida.

El invernadero, diferencial

Al fondo de ambos complejos, a través de una gran cristalera, se observan los dos campos de césped al aire libre y una estructura gigante que es la joya de la corona de la mayoría de complejos deportivos de las franquicias NFL, incluidas las de Miami y Kansas City: el invernadero.

Se trata de una instalación cubierta de césped artificial en las que se pueden simular diversos tipos de condiciones meteorológicas para contrarrestar la dificultad de algunos partidos de la NFL. Se puede jugar una semana en Miami con calor y a la siguiente tener nieve y varios grados bajo cero en Kansas City. Con «el invernadero», así lo llaman, los jugadores se preparan para ello en una liga donde cada detalle cuenta y donde los minutos del domingo son la punta del iceberg de cada semana.

Instalación cubierta de los Miami Dolphins.

Instalación cubierta de los Miami Dolphins.

Y en esos detalles, el último y más diferencial del deporte americano es lo que sucede el domingo. Campings desde las cuatro de la mañana en el terreno anexo al estadio, barbacoas para desayunar y una apertura a medios después de los partidos que deja en nada las burbujas cerradas europeas. La zona mixta para los periodistas sucede entre desodorantes y colonias, sin prejuicios y con libertad. «No se entiende de otra forma», admiten en los Chiefs. El gran espectáculo llega ahora al Bernabéu.

El Real Madrid sobrevive a la emboscada de Tomic y Ricky en Badalona

El Real Madrid sobrevive a la emboscada de Tomic y Ricky en Badalona

La jornada ACB había dejado una ristra de sorpresas. De equipos pequeños, agazapados en sus guaridas, despedazando a los grandes que acudían de sus intensos paseos por Europa. Le ocurrió al Unicaja en Andorra, al Baskonia en Lleida, al Barça en Girona (lo que le acabó costando el puesto a Joan Peñarroya) y al Valencia ante el colista Granada. El Real Madrid, que no visitaba precisamente a una cenicienta, estaba sobre aviso en Badalona. [75-80: Narración y estadísticas]

Para saber más

Para saber más

Y sufrió. Y resistió. Una victoria de mérito, pues este Joventut ha elevado su propio listón y apunta a alegrías. Los verdinegros, comandados por dos veteranos que son leyenda, se levantaron cuando parecían perdidos y sólo murieron en la orilla. Ante Tomic dejó su enésima exhibición (16 puntos, siete rebotes...) y Ricky Rubio fue el capitán del orgullo (18 puntos), hasta casi la última posesión.

Las piernas sin frescura pasaron factura al Real Madrid. Parecía lógico. El clásico, ni 48 horas antes, diluyó toda la genialidad de los blancos, tan acertados en el Palau. Sin Hezonja ni Okeke (que no fueron convocados), el Joventut fue un rival siempre rocoso, un partido espeso que nadie parecía capaz de romper.

La primera mitad fue ya tan igualada como marcada por las defensas. La primera canasta, un triple de Kramer desde la esquina, no llegó hasta los tres minutos. El Madrid dominaba el rebote y Alex Len dejaba sus primeros destellos. Pero la seriedad del Joventut, con los puntos de Cameron Hunt, no le permitía romper el marcador.

Fue tras el descanso cuando los blancos intentaron elevar el tono. Primero, con Andrés Feliz en ese pabellón donde su carrera tomó impulso. Un tirón que les colocó 11 arriba (46-57), una luz por primera vez. Pero la Penya no iba a rendirse. Ricky volvió a pista, tocó a rebato, y, con los triples de Vives, volvió a la batalla.

Pero entonces emergió el poderío del recién llegado. Alex Len domó la pintura, enhebró ocho puntos seguidos y volvió a poner cuesta abajo el partido para el Madrid. Aunque el amor propio y el empuje de las tribunas no permitieron la rendición local. Ahí, Ricky a los mandos, Tomic con la batuta, Birgander anotando... Para un 18-5 que, después de un triple y tres tiros libres del base de El Masnou, dejó a los de Dani Miret a un punto. 75-76. La orilla a falta de menos de un minuto. Falló Tavares, falló Ricky, pero no Campazzo con dos tiros libres. El triple final de Hanga no entró. El Real Madrid volvió a ganar a domicilio y ya iguala en la cabeza de la clasificación ACB con Tenerife, Valencia y UCAM Murcia.

La resurrección del Valencia solo alcanza para agarrar un empate ante el Betis en Mestalla

Actualizado Domingo, 9 noviembre 2025 - 21:04

No está muerto el Valencia de Corberán a pesar de parecerlo. Ante el Betis fue capaz de resucitar su mejor versión, asfixiar al rival y coserlo a ocasiones, aunque cuando entró una ya era para remontar. Y es que los verdiblancos, con transiciones veloces comandadas por Antony, pudo haber hecho mucho daño. El punto es valioso para Mestalla más por las sensaciones que por el reflejo que tiene en la clasificación. El Valencia, que toma aire, suma siete jornadas sin ganar. [Narración y estadísticas: 1-1]

No hubo respiro en un duelo que viajó de área a área sin descanso. Los valencianistas sabían que la grada no perdonaría que no mordieran los tobillos, más cuando Antony ganó la primera carrera por la orilla para servir un centro perfecto que Abde, sin explicarse cómo, no logró encajar entre los tres palos. Al aviso respondió Danjuma contra contra endiablada que mandó por encima del larguero de Valles. Otra tuvo el neerlandés con un centro de Gayà que estrelló en el travesaño.

El Valencia estaba encerrando al Betis, que necesitó media hora para estirarse y salir del dominio valencianista. Corberán no apuntaló su defensa de manera evidente, con tres centrales, pero sí incrustó a Pepelu para darle salida de pelota y dejó al capitán y a Thierry el camino despejado para sumarse al toque de arrebato. Le funcionó la idea, con futbolistas más concienciados y entregados a una fórmula en la que se sintieron cómodos en ataque y fueron efectivos en defensa.

Cierto es que el acierto del Betis ayudó, porque no suele fallar Antony a puerta vacía regalos como el que le hizo Cucho tras una galopada por banda. Y es que no se sentían cómodos ante un Valencia que, por primera vez, era capaz de recuperar balones con soltura en el centro del campo, con Javi Guerra y Almeida multiplicados.

Por eso podían aparecer los laterales, como Gayà para volver a dibujar un centro que no acertó a cabecear Lucas Beltrán y que enganchó Diego López para forzar a Valle a hacer una de las paradas de la noche.

El Valencia se fue al descanso teniendo más balón, más ocasiones, más intensidad, una presión efectiva y haciéndose la vida más fácil en defensa. Lo único que faltaba es el gol.

Tras el descanso, otra vez avisó el Betis, otra vez Antony, que esta vez, atosigado, cruzó en exceso un remate desde la esquina derecha del área. Otra vez respondió el Valencia con una doble oportunidad de Diego López y Lucas Beltrán. Y de nuevo apareció Antony con un disparo que buscó ajustar al palo.

Del fallo al empate

Después de tanto fallo, el gol de los verdiblancos llegó por un error valencianista. Tárrega, obligado a sacar el balón, equivocó el pase y le entregó la pelota en el borde del área a Cucho, que encaró y batió a Agirrezabala.

No se hundió el Valencia ante el palo. El banquillo ya había echado mano de dos armas que se guardó de inicio, Luis Rioja y Hugo Duro, y fue el andaluz el que armó la revolución. Cazó una pelota rebotada en la medialuna y la pegó con la fe necesaria para convertirla en gol. No pasó desapercibido que buscó a su central para dedicárselo como bálsamo.

Nadie se conformó con ese empate, aunque quien más cerca estuvo de romperlo fue el Betis en un mano a mano de Cucho ante Agirrezabala que salvó el meta vasco para apuntalar el punto de crecimiento que puede haber encontrado el Valencia.

LaLiga suspende el partido entre la AD Ceuta y la UD Almería tras fallecer un aficionado en las gradas

LaLiga suspende el partido entre la AD Ceuta y la UD Almería tras fallecer un aficionado en las gradas

Actualizado Domingo, 9 noviembre 2025 - 20:04

El encuentro entre la AD Ceuta y la UD Almería, correspondiente a LaLiga Hypermotion, ha sido suspendido este domingo durante el descanso tras el fallecimiento de un aficionado en el estadio Alfonso Murube.

El seguidor, conocido en la ciudad como Manolo Carreto, excomisario del Puerto de Ceuta ya jubilado, ha sufrido una parada cardiorrespiratoria en la grada y ha fallecido pese a la rápida intervención de los servicios sanitarios.

El incidente se ha producido en torno al minuto 17 de partido, momento en el que el árbitro ha detenido el juego para permitir la asistencia de Cruz Roja, que ha tratado de reanimar al afectado durante varios minutos. Agentes de la Policía Nacional han colaborado despejando la zona para facilitar el trabajo sanitario.

Tras el descanso, y una vez confirmado el fallecimiento, los equipos contrincantes han decidido no reanudar el partido. La fecha para su continuación queda pendiente de determinación por parte de LaLiga. Los espectadores han abandonado las gradas de forma ordenada tras ser informados oficialmente de la suspensión. La AD Ceuta y la UD Almería han expresado sus condolencias a la familia a través de sus cuentas en la red social X.

La clemencia que pide Xabi Alonso, con autocrítica positiva y mesura en noviembre: “Sabemos dónde estamos”

Actualizado Domingo, 9 noviembre 2025 - 20:00

En quNadie mejor que Xabi Alonso sabe que un equipo como el Real Madrid no puede tomarse un tiempo para pulir su engranaje y, menos aún, librarse de la crítica cuando encalla. El madridismo pudo pensar que el nuevo entrenador llegaba con una varita mágica a domar los egos del vestuario y, al mismo tiempo, ensamblar el equipo perfecto. Eso pareció haber logrado en el Mundial de Clubes, incluso en el arranque de LaLiga, con el único lunar en el Metropolitano, y más aún tras llevarse el Clásico con claridad y abriendo hueco en la cabeza de la clasificación.

Sin embargo, esta semana ha sido la del Rubicón del Real Madrid. No respondió en Anfield ante un Liverpool irregular y tampoco lo hizo en Vallecas, un estadio donde en las tres últimas temporadas ha sacado una derrota y tres empates. Cuando Mbappé acaba la primera parte de un partido del Real Madrid siendo el jugador que menos balones ha tocado, algo va mal, muy mal. Fue el partido más desesperante para el francés, como para el resto de su equipo, que no encontró la manera de dañar a un Rayo descarado que se atrinchera en Vallecas. Solo Vinicius buscó cómo hacerle daño y provocó que apareciera Batalla para mantener vivos a los locales, con una idea muy clara de qué hacer. No en vano, también en ese campo hincó la rodilla el Barça.

No fue Vallecas el bálsamo que necesitaba el Real Madrid porque ninguno de sus jugadores fue capaz de dar su mejor versión. Con Mbappé engrisecido y Vinicius bien atado por Ratiu, incluso con una amarilla, Huijsen hizo tantas aguas que, arrastrando también tarjeta, el entrenador le dejó en el banquillo en el descanso para buscar la contundencia de Militao. Era su manera de buscar la reacción de un Madrid muy poco reconocible a unos pocos kilómetros del Bernabéu. El empate se convirtió en un consuelo a pesar de ser el primero que cosecha el conjunto blanco desde que el vasco se puso al frente. Había sumado 17 victorias y tres derrotas.

Su infalibilidad cara a puerta, que arrastraba 282 días, más de nueve meses, también se quedó en el estadio del Rayo. El último equipo que le dejó sin marcar fue el Espanyol (1-0) en febrero.

Crítica en positivo

Aun así, el técnico vasco optó por no hurgar en la herida y sacudirse las malas sensaciones. Sabe perfectamente que no puede huir de la crítica pero, de una manera elegante, pidió clemencia. «Me preocupa hacer una autocrítica constructiva, positiva. Estamos en noviembre, queda mucho. Hay que tener exigencia propia, pero también mesura», advirtió, queriendo poner en valor la segunda parte, «muy descontrolada» y bien manejada en defensa por su equipo, del que negó que adoleciera de falta de intensidad. «No ganábamos todos los duelos, pero tampoco los perdemos todos. No la veo», se justificó.

¿Es momento para decir que el Real Madrid atraviesa una crisis? No lo cree. «Sabemos dónde estamos. Los momentos buenos y los malos hay que saber equilibrarlos. La temporada es larga y la exigencia máxima», insistió. Vallecas dejó dudas que 15 días de parón de selecciones ayudarán a solucionar. Pero también dejó más consecuencias.

Fede Valverde abandonó el campo con problemas físicos, distintos de los que le obligaron a pedir el cambio en Anfield, pero igualmente preocupantes porque no parece que a Trent Alexander-Arnold lo vea Xabi como titular. «Necesita un poco más de tiempo», aseguró el preparador, que también vio irse con una sobrecarga a Courtois. En quienes tampoco confía es en Gonzalo García y el brasileño Endrick: «Había otros delanteros que podían crear peligro», zanjó. La cura a las dudas tendrá que verse en el Martínez Valero de Elche.

Norris da un golpe al Mundial y Verstappen se queda a medias en Interlagos

Norris da un golpe al Mundial y Verstappen se queda a medias en Interlagos

Lo hizo como si nada, como si no exorcizase tantos demonios de un plumazo. Lando Norris abrochó en Interlagos su séptima victoria del año, segunda consecutiva, que le afianza en el liderato del Mundial, donde ahora cuenta con 24 puntos sobre Oscar Piastri, quinto en la meta. Tan sustancial como esa ventaja son los 49 frente a Max Verstappen, tercero en el podio. El holandés, que había partido desde el pit-lane, bastante hizo durante 70 vueltas, aunque en la última no pudiese quitarse de encima a Andrea Kimi Antonelli.

Fue otro domingo fabuloso para Norris y nefasto para Piastri, el yin y el yang en McLaren. Mientras el británico navegaba en cabeza sin que las turbulencias entorpeciesen su camino, el australiano penaba por detrás, arrastrando una penalización de 10 segundos por una fea maniobra frente a Antonelli. Ajeno a cualquier trifulca, obcecado en su misión, Verstappen hizo todo lo que estaba en su mano, forzando maniobras que sólo él borda con esa suavidad. No obstante, se marcha de Sao Paulo sabedor de que el sueño del quinto título se esfuma.

Red Bull quiso romper el régimen de parque cerrado en el RB21 de Mad Max, introduciendo con cambios en el motor y en la configuración aerodinámica. Sin margen para el error, en una situación desesperada, el heptacampeón se vio impelido otra gesta como la de 2024, desde la decimoséptima plaza en la parrilla hasta la victoria en la meta. No pudo repetirla, pero bien mereció la pena el espectáculo.

Gran maniobra ante Russell

La superioridad de Norris quedó de manifiesto en un momento crítico. Fue en la vuelta 33, cuando tras su primer pit-stop, una traviesa secuencia de carrera le había colocado por detrás del holandés, su ogro de cabecera. En ese instante crucial, Lando ejecutó un impecable adelantamiento con DRS en la recta de meta. Antes había rodado 20 vueltas con los blandos, sin mayor novedad. Su ritmo se antojaba imposible para los Mercedes.

En su febril cabalgada, Verstappen llegó a liderar provisionalmente la prueba, poco después de que en la vuelta 51, Norris apurase su segunda y última parada. También obsequió al respetable con un soberbio adelantamiento sobre George Russell, una de sus víctimas predilectas, a ocho giros para la bandera a cuadros. Su conmovedora entrega, su descomunal talento, contrastaban con lo sucedido en el otro garaje de Red Bull. Después de un toque con Lance Stroll en el tramo inicial, Yuki Tsunoda recibió 10 segundos. Y como el japonés no supo cumplir correctamente el castigo, los comisarios debieron doblárselo.

Los incidentes se sucedieron desde el arranque, para tormento de Ferrari. Lewis Hamilton se rozó con Tsunoda antes de destrozar su alerón trasero contra el Alpine de Franco Colapinto. El único alivio para el heptacampeón fue que antes de cerrarse esa primera vuelta, Gabriel Bortoleto tampoco midió ante Stroll, forzando el primer safety car de la tarde. Al pisar la grava, el ídolo local había perdido el control de su Sauber en la curva 10.

La reanudación no arredró los ánimos, más bien a la inversa. Desde la cuarta plaza, obligado por las circunstancias, Piastri se jugó un cara o cruz ante el rookie de Mercedes. Por el interior de la curva 1, en una vertiginosa bajada, el australiano forzó en exceso, desplazando al Mercedes, que se llevaría por delante a Charles Leclerc. Abandono forzoso para Il Predestinato, el segundo de la temporada. El doble cero deja a la Scuderia en cuarta posición del Mundial, ya por detrás de Red Bull.

Entre tantas calamidades, antes de que se decretara el virtual safety car, Verstappen iba a toparse con restos de fibra de carbono. Tras arreglar el pinchazo en la rueda delantera izquierda, el líder de Red Bull se reincorporaba decimoctavo. Al menos así pudo deshacerse de unos neumáticos duros muy lejos de su rendimiento óptimo.

Decimotercero y decimocuarto

De ello daban fe en Aston Martin, el único equipo que seguía apostando por entonces por las gomas blancas. En la segunda relanzada, Fernando Alonso perdió el sitio frente a Alex Albon, muestra de que no se encontraba cómodo. Cuando le dijeron por radio que deslizaba en la curva 12, el asturiano replicó con un grito: "¡Sí, sí. Podéis cambiar algo más!".

Ese primer tercio de carrera no resultó tampoco propicio para Carlos Sainz. Enzarzado con Hamilton, con el alerón trasero tocado, el madrileño entró en boxes en la vuelta 18, pero un fallo en la rueda delantera derecha hizo que el pit-stop se eternizase durante 5,2 segundos. La pelea por los puntos debía resolverse frente a los Racing Bulls y Pierre Gasly, más competitivo que de costumbre. Sin embargo, Carlos no pudo reponerse a tantas adversidades y finalizó decimotercero.

Mucho antes de lo esperado, en la vuelta 29, debió entrar Alonso para prescindir de los duros, aunque consciente de las penurias de lo que por radio le habían definido como Plan B. No había material suficiente para competir dignamente contra Liam Lawson. La degradación en las gomas era mayor de la esperada. El AMR-25 se diluyó tanto que incluso parecía un Alpine. Así que Alonso acabó decimocuarto y Stroll decimosexto, sólo por delante de Tsunoda.

Vinicius ha devorado a Xabi Alonso

Vinicius ha devorado a Xabi Alonso

El gran problema del Real Madrid es que Florentino Pérez —o la propia Casa Blanca— han permitido que un espectáculo bochornoso como el de Vinicius haya devorado a Xabi Alonso. Y, de paso, también a la estructura táctica inicial del entrenador.

Un Rayo Vallecano, casi muerto de cansancio pero con garra, frenético y eléctrico, fue capaz de descomponer a un Real Madrid que ya ni siquiera puede contar con Mbappé, también deprimido por el affaire Vinicius.

El culpable, en parte, es el propio Xabi Alonso por su falta de valentía y de personalidad. Su primera debilidad fue negarse a dirigir al Madrid en el Mundialito porque no conocía aún a su nuevo equipo. El club le respondió: "Estás con el equipo en junio o no vas a firmar".

La segunda debilidad llegó cuando pidió encarecidamente un centrocampista —Zubimendi—, que además quería jugar en el Madrid, pero el club no aceptó su criterio.

Y la puntilla, la gota que colmó el vaso, fue cuando Florentino, "su defensor del balón playa", ni siquiera quiso apoyar a Alonso cuando el brasileño se negó a pedirle perdón a su entrenador. Eso fue mefistofélico. Y me temo que, en la Casa Blanca, Xabi Alonso ya es un condenado al fracaso.

El momento de Mbappé

Francamente, me dio vergüenza la primera parte que jugó el equipo de Xabi Alonso: un Real Madrid deprimido, sin garra, sin personalidad. Con una falta de liderazgo extremadamente nociva.

Es lo de siempre. Tratan de desplazar el balón, pero tardan al menos tres segundos: la velocidad del juego recuerda a la de la época de Ancelotti. Nadie se atreve a tomar las riendas de un equipo que se dice líder, pero que ni siquiera tiene velocidad en los metros finales, los decisivos. ¿Por qué quien manda en ataque es Vinicius?

Empiezo a pensar que Mbappé ya está harto de Vinicius. Lo del brasileño es un escándalo de mediocridad, de ridiculez. Lo hace todo mal y sólo piensa en sí mismo, porque sus células grises —tan disminuidas— todavía le hacen creer que él es el Real Madrid, la estrella rutilante, cuando en realidad ya no es más que un espejismo. Nunca resuelve nada.

Del poder que ha acumulado Vinicius se ha empezado a dar cuenta Mbappé, lo que se convierte en un enorme problema para el entrenador, que está muy lejos de controlar la situación.

A Alonso le han carcomido toda su personalidad. Antes dominaba el balón y sabía recuperar situaciones de gol, pero todo eso se ha ido al infierno: en el Metropolitano, en Liverpool y ahora en Vallecas. Ya no es el mismo desde que Vinicius protestó, dejó en ridículo a su entrenador y comprobó que la directiva —sobre todo Florentino— lo mantenía como intocable.

Desde entonces, el francés se inhibe: "Que lo haga todo Vini". Y eso es lo peor que puede pasar entre una persona inteligente y un jugador con problemas en la cabeza: todo se vuelve irracional.

Ahora Alonso sabe que Vinicius es intocable. No puede sustituirlo por ningún otro jugador y está en manos de sus caprichos. Ya ni se atreve a quitarle un solo minuto. Conviene recordar que los cuatro últimos partidos de Mbappé han sido terriblemente mediocres.

Un Madrid lento y ramplón empata en Vallecas con los mismos síntomas de Anfield

Un Madrid lento y ramplón empata en Vallecas con los mismos síntomas de Anfield

La derrota en Anfield dejó malas caras y malas sensaciones. La de Xabi Alonso lo decía todo sin decir nada. Hay silencios elocuentes. En semejante estadio puede justificarse perder, pero perder de cualquier modo, sin amenaza, es otra cosa, es otro Madrid. Vallecas tiene alma, como Anfield, pero no tiene comparación el reparto de sus actores en la hierba. A los grandes, sin embargo, suele torturarlos su atmósfera de avispero. Le ocurría al Madrid de Ancelotti, le pasó este mismo año al Barça y acaba de sucederle al equipo de Xabi Alonso, que por primera vez desde que llegó al Bernabéu encadena dos partidos sin ganar. Un paso atrás que alimenta la leyenda de Vallecas, un lugar especial, aunque para este acto no necesitó de un Rayo matagigantes porque no había gigante que matar, sólo un grande mediocre, lento y ramplón.

El técnico repitió que todo lo ocurrido ante el Liverpool, donde el Madrid apenas creó una ocasión, aferrado a Courtois como al último mástil durante la tempestad, estaba analizado. De ese análisis surgieron pocos cambios en el equipo. El de Asencio por Militao, que regresó al campo tras el descanso para sustituir a Huijsen, amonestado, parecía obedecer más a las oportunidades de rotar. La lesión de Tchouaméni, sin embargo, sí representaba un problema estructural para Xabi Alonso. El francés se ha convertido en un fijo y en una pieza clave para el juego posicional que pretende el tolosarra. Camavinga se colocó en su lugar con un Güler algo más retrasado, lo que resta al Madrid último pase en fase ofensiva. Finalmente, con Mastantuono también lesionado, la alternancia en la derecha encontró en la pizarra a Brahim.

Fracasan Brahim y Mbappé

Al hispano-marroquí le faltó ir hacia dentro para enriquecer el juego interior, muy pobre por parte del Madrid en Vallecas, con Güler anclado a la medular, salvo en los minutos de la desesperación, y Mbappé en su solitud. Hasta la hora de juego no disparó el francés con intención. C'est fini. Minutos después, Brahim dejaba el campo, sustituido por Ceballos, con las peores sensaciones posibles. No había aportada nada y había restado muchos enteros en la oposición abierta por la titularidad en el costado derecho del ataque.Todo indica, no obstante, que el análisis al que se refería Xabi Alonso no tenía que ver tanto con la elección de las piezas como con la actitud, inferior a la del rival en Anfield y también en Vallecas.

Íñigo Pérez hizo hasta seis cambios con respecto al Rayo que remontó en la Conference ante el Lech Poznan, caso Balliu incluido. El catalán hizo un Vinicius al entrenador navarro. Con Ratiu y Pep Chavarría lanzados por los costados, los locales pisaron con facilidad el área de Courtois, aunque con una definición deficiente. Cuando lo hizo el Madrid, encontró la respuesta firme de Batalla, pero únicamente ante Vinicius o Valverde, nada más.

Las dos caras de Vinicius

Vini era, de hecho, el único que lo intentó en el plano ofensivo, sobre todo en el primer tiempo. Profundizó, tocó, pasó y hasta disparó, después de una jugada coral y de altísima precisión técnica, como si los madridistas jugaran en una salita de estar, que acabó en la mano de Batalla. Fue un espejismo. La cruz del brasileño, en cambio, llegaba cuando debía dedicar esfuerzos defensivos para dar ayudas a Carreras ante las acometidas de Ratiu. Lo de siempre.

Íñigo Pérez no renegó de sus principios, al contrario, y el Rayo creció tras el descanso, siempre más intenso y rápido en los duelos individuales. Era a Xabi Alonso al que correspondía cambiar cosas, no únicamente futbolistas, porque el partido no se jugaba a lo que deseaba. Pedía desde la banda a sus jugadores que estuvieran más juntos y con esa intención puso en escena a Ceballos, un centrocampista-pegamento que contribuyó a ordenar a los suyos.

El entrenador tolosarra quería ganar, por supuesto, pero sentía que lo veía podía llevarle a perder. También Vallecas, entregado al frenesí final, al rock de barrio que tan bien interpreta. El empate deja a su parroquia sabor de victoria. Al Madrid y a su entrenador, un sabor amargo que durará demasiado debido al parón de selecciones. Demasiado tiempo, quizás, para el análisis.

Potaje de dopaje

Actualizado Domingo, 9 noviembre 2025 - 17:32

En los últimos meses ha reaparecido bajo diversas máscaras el apestoso cuerpo insepulto del dopaje. De una forma u otra, de vez en cuando, el deporte lo regurgita. No hace mucho se anunció la creación de los Enhanced Games (Juegos Mejorados), una idea del empresario australiano Aaron D'Souza, a plasmarse en mayo de 2026 en Las Vegas, la «ciudad del pecado». Allí y entonces, nadadores, atletas y halterófilos podrán competir dopados, barra libre, en aras de dotar al evento de una mayor «espectacularidad», sin la sujeción a reglas ni demás zarandajas éticas. Un aquelarre.

A modo de dorado anzuelo, se anuncian premios suculentos para quienes vendan su alma al diablo. Algunas estrellas de la natación, renegando de su viejo y escrupuloso mundo, ya han dado su conformidad al Maligno: Ben Proud, James Magnusson, Shane Ryan, Marius Kusch, Andrii Govorov, Josif Miladinov, Megan Romano...

Del experimento podrá la medicina extraer conclusiones interesantes, comparando los registros limpios con los sucios, calibrando los alcances de la trampa. Para empezar, en un ensayo, el griego de origen búlgaro Kristian Gkolomeev, quinto en París en los 50 metros libre (21.59), se embutió en un prohibido bañador de poliuretano rojo pasión y, con el organismo estimulado por lo que fuera, nadó esa misma prueba en 20.89, por debajo del récord de César Cielo (20.91), de 2009.

En el potaje de dopaje, el atletismo también ha tenido su cuota de indeseable protagonismo. A la ucraniana Maryna Bekh-Romanchuk, una de las mejores especialistas mundiales en longitud y triple, le han caído cuatro años por aficionarse a la testosterona. Y tres a la keniana Ruth Chepngetich, plusmarquista mundial de maratón, por amancebarse con un diurético. Por otro lado, el TAS ha desestimado el recurso de nuestro Mohamed Katir contra su sanción de cuatro años. Y también el del estadounidense-surinamés Issam Assinga, plusmarquista mundial sub-20 de los 100 metros, condenado a la misma pena.

El martes conocimos el fallecimiento del tristemente célebre Victor Conte, fundador de BALCO (Bay Area Laboratory Co-operatory), que atiborró de porquería a, entre otros, los velocistas Marion Jones, triple oro en Sidney, su pareja, Tim Montgomery, plusmarquista mundial de los 100, y Dwain Chambers.

Hace unos pocos días, los ciclistas Oier Lazkano y Antonio Carvalho han sido señalados por los anómalos valores de su pasaporte biológico.

Perseguido administrativa o penalmente, el dopaje, con todas sus martingalas, artimañas y trapacerías, no ha faltado nunca en el deporte, al igual que la sociedad jamás abandonará el delito en todas sus manifestaciones y escalas. Creer que ambos serán erradicados algún día resulta ilusorio y utópico. Pero luchar sin desmayo contra su toxicidad moral constituye un deber para tratar de reducirlos a tasas tolerables, asumibles, digeribles por el cuerpo social. Ya que manchan, que, al menos, no corrompan. Ya que dañan, que no destruyan. Que arañen la piel, pero que no calen hasta el hueso. Y eso reza también para la política.

Peñarroya, situación límite en el Barça: "Entendería que se cambiara de entrenador"

Peñarroya, situación límite en el Barça: “Entendería que se cambiara de entrenador”

El pasado viernes, cuando la impotencia del Barça se dio de bruces con una derrota más ante su eterno rival, la novena consecutiva en el clásico, el Palau estalló. No era la primera vez (hace unos días también hubo pañuelos tras caer de mala manera contra el Zalgiris), pero resultó significativo. Porque en el palco estaba presente Joan Laporta y porque los gritos de la afición pusieron nombre y apellidos: el directivo encargado de la sección de baloncesto que estaba a su lado. "¡Cubells dimisió!". Joan Peñarroya, poco después, no pudo ser más claro: "El Palau es soberano".

Para saber más

Es el técnico siempre el eslabón más débil y el que ahora pende de un hilo. Porque, apenas dos días después, su equipo volvió a las andadas. Una durísima derrota en Girona (96-78), la segunda consecutiva en ACB, que ahonda en la mediocridad como tendencia en este inicio de curso. El segundo del de Tarrasa en el banquillo y el que, si nada lo remedia, podría ser el tercero consecutivo sin títulos.

Tras perder por 18 puntos en Fontajau (encajó 30 en el primer cuarto, ante el Madrid fueron 34, los mismos que el pasado domingo contra el UCAM Murcia), hubo gabinete de crisis azulgrana. En el vestuario, donde los jugadores se reunieron sin su entrenador. Y en los despachos (Josep Cubells, Juan Carlos Navarro, Mario Bruno Fernández, Jordi Trías, Audie Norris...). Con cuatro derrotas en seis jornadas peligra seriamente hasta la presencia en la Copa del Rey.

El capitán Nico Laprovittola dio la cara ante los medios y fue claro cuando le preguntaron si entendería la destitución de Peñarroya: "Sí. No sé si es lo ideal. Sí lo entendería. Estamos en el más alto nivel de exigencia de competición, esto es el Barça, con la exigencia que conlleva y todo puede pasar".

Al ex técnico de Andorra, Manresa, Burgos, Valencia y Baskonia parece que le quedan horas contadas. Ya el curso pasado escapó de una situación complicada. El próximo partido del Barça es el miércoles en Múnich ante el Bayern, el primero de la doble jornada de Euroliga.

Pero el problema azulgrana no sólo tiene que ver con la cancha. La crisis económica afecta de manera significativa a la sección, algo que se ha reflejado con claridad en los refuerzos del verano. Mientras el Real Madrid saca músculo con hasta seis fichajes (el último, esta misma semana, con la llegada del ex NBA Alex Len a cambio de Bruno Fernando), en Barcelona han recurrido a dos competitivos veteranos -Will Clyburn y Toko Shengelia, 35 años ambos) que son los que están sosteniendo al grupo. El resto de refuerzos fueron dos americanos con poco bagaje Myles Cale y Miles Norris y el regreso del joven base argentino Juani Marcos. Ni la lesión de Juan Núñez hizo reaccionar a los despachos.