Los 37 días que marcan el Everest para los grandes del fútbol español: la Liga más igualada en 30 años y desgaste en Copa y Champions

Los 37 días que marcan el Everest para los grandes del fútbol español: la Liga más igualada en 30 años y desgaste en Copa y Champions

A principios de marzo de 1993, en la jornada 25 de aquella Liga, Barcelona, Real Madrid y Deportivo de La Coruña estaban separados por tan sólo un punto. Azulgranas y blancos empataban a 38, mientras que los gallegos, terceros, acariciaban la sombra de los grandes con 37. Recordarán ese título, que fue la segunda Liga perdida por el Madrid en Tenerife. Pues bien. Ahora resulta que tres décadas después, el fútbol español está por primera vez en la misma situación. Jornada 25 y tres clubes en un punto: Barça y Madrid con 54 y Atlético con 53 justo antes de un mes de marzo que promete ser decisivo.

Flick, Ancelotti y Simeone se juegan la temporada en los próximos 37 días, algo menos de seis semanas, de la ida a la vuelta de las semifinales de la Copa del Rey. En el medio, cuatro jornadas de Liga, la eliminatoria de octavos de final de Liga de Campeones y un parón de selecciones que todos necesitan en este exigente calendario futbolístico.

Curiosamente, en las trincheras de esas seis semanas habrá enfrentamientos directos clave para el día a día de los tres clubes: Atlético - Barça en Copa y en Liga y Real Madrid-Atlético en el torneo continental. Desgaste mental y físico.

Desde los partidos de ida en Copa, que se disputan esta noche y mañana, a la vuelta, planeada para el 1 y 2 de abril, cada equipo disputará ocho partidos, pero seis de ellos serán antes del parón internacional. Seis duelos en apenas 20 días para tres plantillas llenas de futbolistas que estuvieron con sus selecciones el verano pasado y arrastran una carga física notable.

El calendario de los tres

El Atlético, por ejemplo, vivirá una tensión competitiva extrema. El Madrid parece superior a la Real y el Barcelona tiene una eliminatoria de Champions más asequible ante el Benfica, pero los de Simeone bailarán con los cocos en ambas competiciones. Su calendario da miedo: Barça en Copa, Athletic en Liga, Madrid en Champions, Getafe en Liga, Madrid en Champions y Barça en Liga antes del parón, con el Espanyol como paso previo a la vuelta de Copa ante los azulgrana, el día 2 de abril.

«Tenemos ilusión y ganas de competir. Debemos centrarnos en el partido contra el Barcelona y luego ir partido a partido», declaró ayer diego Simeone, fiel a su famoso argumentario de no pensar más allá.

En el caso de los culés, después de recibir al Atlético esperarán en Montjuic a la Real para seguir manteniendo el liderato de la Liga. Después volarán a Lisboa para la ida continental ante el Benfica, recibirán a Osasuna y a los portugueses, visitarán el Metropolitano, recibirán al Girona en Liga y terminarán la saga de partidos con la vuelta de Copa contra los de Simeone.

«He escuchado que el Benfica tiene una semana de descanso antes de jugar contra nosotros. No estamos felices, pero no está en nuestras manos», criticó Flick, cuyo Barça jugará el domingo en Montjuic y el miércoles en Da Luz. «A veces es difícil hablar con la Federación y LaLiga, lo vi en Alemania. Lo intentaremos gestionar bien», insistió.

El tercer implicado en este Everest futbolístico es el Real Madrid. Los blancos viajan mañana a San Sebastián para la ida copera y el sábado visitarán el Benito Villamarín antes de recibir al Atlético en la ida de Champions. Después, Rayo en Liga, vuelta de los octavos ante los rojiblancos, visita al Villarreal y encuentro contra el Leganés antes de la vuelta de Copa contra la Real.

Seis partidos en 20 días y ocho en cinco semanas que en el caso del Madrid se acumulan en un calendario inabarcable. A los compromisos ligueros y de Copa, similares a los de sus dos rivales por el título, los blancos suman la Supercopa de España (como el Barça) y los dos encuentros del playoff de la Champions League contra el Manchester City, algo que se ahorraron azulgranas y rojiblancos. Desde el inicio de 2025, el Real Madrid ha disputado siempre un partido a mitad de semana. 16 duelos en ocho semanas, que serán 22 en 11 antes del próximo parón. Sin tiempo para nada.

"No hay preparación"

«Tenemos demasiados partidos y nos jugamos mucho en cada uno de ellos. Cuando juegas cada tres días no hay preparación. Hay recuperación, vídeo y partido, así durante 40 días. Nuestro trabajo es tener listos, preparados y motivados a todos, también a los que no juegan porque son indispensables», reflexionó Ancelotti hace unos días.

Por esa explotación constante del calendario se entiende también la irregularidad que han tenido los tres equipos en el campeonato doméstico. Esta jornada han ganado los tres a la vez, algo que no sucedía desde la 12ª y que sólo se ha repetido en siete ocasiones este curso. El Madrid no ganaba desde hace un mes en Liga, el Barça sufrió una mala racha en invierno y los rojiblancos tuvieron un bache en septiembre y octubre. En seis semanas, veremos.

¿Seguro que el filial del Barcelona es el Atleti?

¿Seguro que el filial del Barcelona es el Atleti?

En lo que va de temporada se han producido los siguientes hechos: el Real Madrid ha perdido sus dos partidos contra el Barça por un global de 2-9, el Atlético ganó 1-2 a los de Hansi Flick en Montjuïc y Gil Marín lideró el veto de LaLiga a la inscripción de Dani Olmo mientras Florentino Pérez, que ya dijo en su día que "necesitamos un Barça fuerte". respaldaba a su aliado Joan Laporta. Repito: son hechos. No sospechas, suspicacias o teorías de la conspiración. Fríos datos. Pese a ello, cierto madridismo aún acusa al Atleti de ser un filial culé.

Quizás esta noche los azulgrana arrollen al Atleti, pero eso no cambiaría una realidad indiscutible: el mayor aliado del Barcelona en el fútbol español es el Real Madrid. Y entiendo que eso duela a sus aficionados, porque es una postura empresarial absolutamente contraria a la esencia sentimental de este juego, pero es lo que hay.

Esa esencia sentimental es la misma que provoca, por supuesto, eso que tanto molesta al madridismo: que el aficionado atlético prefiera de manera abrumadora que, no afectando a su equipo, gane el Barça y no el Madrid. Obvio. No entender eso es no entender nada.

El fútbol no tiene sentido sin rivalidades y el rival del Atleti es y siempre será a quien sufre cada día en su ciudad. El Barça ha sido incluso un aliado, un placebo, un alivio efímero durante esos tiempos oscuros, hasta que llegó el Cholo, en que los rojiblancos eran incapaces de estar a la altura de su historia. Cuando no peleaban los tuyos, sólo quedaba que Messi peleara por ti.

"Pero al madridista le da igual el Atleti", claman. Falso. Pregunten a Florentino, que creció en una época en que su vecino era un rival real, cuál es su enemigo de cabecera. O miren ahora, que vuelve a ser un equipo de élite, el odio que genera Simeone en Chamartín. La diferencia es que el Madrid tiene dos enemigos, uno ciudadano y otro nacional, donde Atleti y Barça sólo tienen uno, pero su comportamiento es exactamente el mismo que critica. Y es normal, todos somos antis en el fútbol. También ellos.

Lo curioso es que en los últimos tiempos, como reacción al procés en determinado sector y tras desvelarse el caso Negreira en el resto, se ha producido en la masa atlética un claro desapego hacia el Barça, hasta el punto incluso de equipararlo al Madrid en una aristocracia contra la que luchar. Eso duró, claro, hasta que el Madrid decidió recordarle, a base de ataques y lloros, que aún hay diferencias. Sustanciales.

Julián Álvarez hace los deberes del Atlético ante un Valencia tan esforzado como frágil

Actualizado Sábado, 22 febrero 2025 - 20:59

No piensa ceder el Atlético. Fue el mensaje que lanzó en Mestalla por si alguien dudaba mirando el calendario. Una sola derrota en casi cuatro meses le sostienen en todas las peleas aunque, por momentos, muestre algunas dudas. Ante el Valencia liquidó el duelo en la primera media hora con la magia de Griezmann y la letalidad de Julián Álvarez, pero tuvo que apretar los dientes cuando los locales arrearon antes de que Correa echara los tres puntos al zurrón. [Narración y estadísticas]

Los primeros dos goles se los apuntó la Araña pero al Valencia lo descosió un francés. Como el gato de Cheshire de Alicia, aparecía y desaparecía por donde menos se lo esperaba la defensa del Valencia, incapaz de detectarle. No necesitó correr ni bregar, ni aunque Corberán le hubiera puesto enfrente más músculo en la medular. Le bastó con buscar el lugar donde le dejaban pensar para ir regalando asistencias de gol.

Quiso el Valencia acordarse de cómo competía estos duelos antes de empequeñecerse y buscó apretar en el área de Oblak queriendo el control, pero sin ningún acierto. Ni Sadiq ni Iván Jaime ni Javi Guerra tuvieron ocasión de armar sus remates. Y los colmillos rojiblancos no tardaron salir, aunque fuera en una jugada anulada por fuera de juego. Giuliano mandó a pasearse la pelota por el área pequeña de Mamardashvili como primer aviso. El segundo ya fue gol. Apareció Griezmann en la frontal para elevar la pelota por encima de la defensa y que cayera a los pies de Lino. El brasileño la estrelló en el larguero, pero el rechace, con la punta de la bota lo tocó Giuliano ante la mirada pasiva de toda la defensa para dejar a Julián Álvarez que abriera el marcador.

El Valencia resopló y volvió a buscar a Oblak para quedarse atascado en tres cuartos de campo. Nadie era capaz de armar la pierna y el Atlético vivía cómodo recostado en su orden y esperando los errores, porque llegaban. Siempre llegan pese a los esfuerzos de Corberán por corregirlo. Desde el fondo de la clasificación no es fácil no equivocarse. Entonces aparecía Giuliano para correr, más por costumbre que por necesidad.

El Atlético balanceaba de orilla a orilla el juego hasta que aparecía el Principito y su magia. Le faltó silbar mientras se iba escorando al pico izquierdo del área para colocar otro balón entre los centrales que cabeceó Julián. El argentino pudo hacer el tercero antes del descanso aprovechando un error de Mosquera en la salida de pelota, tan grosero como su remate. Dos goles de cuatro remates por ninguno de Valencia dibujaban un panorama cómodo. Eso debió pensar Simeone sacando del campo a Lino y Azpilicueta, para reforzar con Galán y Gallagher escorado a la izquierda. No sabía que la idea de Corberán era agitar el partido.

Alimentó el ataque con Hugo Duro y se adueñó del duelo. A arreones encerró al Atlético con remates de Javi Guerra y los centros de Gayà primero para Sadiq, que reclamó una mano de Molina en el área que cortó su cabezazo -como el Valencia en redes sociales pese al respeto arbitral- , y luego para Hugo Duro.

No quería rendirse este Valencia, con más coraje que acierto, mientras los rojiblancos se recomponían moviendo de nuevo el banquillo. Enmendaba Simeone lo que había hecho al descanso, soltando a Gallagher por el centro, porque daba la sensación de que los valencianistas habían regalado la primera parte y lo podía arreglar.

Probó Almeida con un derechazo antes de que volviera al campo entre silbidos Rafa Mir para obligar a Oblak con un testarazo. Quería el Valencia, arriesgaba, pero las dudas del Atlético no eran suficientes para dejar escapar su cómoda ventaja. Es más, apareció el error valencianista que cerró el encuentro. Javi Guerra perdió la pelota que permitió a Gallagher armar una contra con la calma suficiente para que Correa la acabara con un derechazo cruzado que vació Mestalla.

Un derbi de Champions con cuentas pendientes: de la tensión arbitral a la herida abierta de Simeone

Un derbi de Champions con cuentas pendientes: de la tensión arbitral a la herida abierta de Simeone

«Partidazo, partidazo... Estamos preparados. Estamos preparados». El Cholo Simeone tuvo pocas palabras, dobles, pero fueron contundentes, para describir el sorteo de los octavos de final de la Liga de Campeones. El azar continental ha definido un durísimo derbi madrileño entre Real Madrid y Atlético, la quinta vez que se enfrentarán en la competición, y ha querido que por su lado del cuadro viajen también Arsenal, PSG y Liverpool. Un camino infernal hacia la final del próximo 31 de mayo en Múnich.

La noticia cayó con peso en ambos clubes, donde no había muchas ganas de derbi, enfrentados en las últimas semanas por la polémica arbitral. El Madrid se ha mantenido firme en su cruzada contra el Comité Técnico de Árbitros, con esa carta a la Federación como último punto de inflexión, y el Atlético ha utilizado sus redes sociales para mostrar su rechazo a su gran rival, asegurando que el conjunto blanco lo que hacía era «presionar, amedrentar, intimidad o coaccionar» a los colegiados a través de su televisión oficial.

El derbi liguero de hace dos semanas, con el penalti deTchouaméni a Lino y el definitivo empate en el marcador, sólo aceleró críticas y acontecimientos. La investigación por parte de la Federación a las empresas de Munuera Montero tuvo de nuevo al Atlético activo en redes sociales, tildando de «bulos» las noticias sobre los negocios del árbitro.

Mientras, el fútbol. Madrid y Atlético se enfrentarán el martes 4 de marzo en el Bernabéu, lo que obliga a LaLiga a adelantar al sábado el Betis-Madrid, planeado para el domingo día 2. Así, ambos (el Atlético recibe en casa al Athletic) tendrán los mismos días de descanso.

El miércoles 12 del mismo mes, la vuelta en el Metropolitano, en lo que será el tercer enfrentamiento del curso tras los dos de Liga, el sexto en la historia de la Copa de Europa y el quinto en el torneo desde que Simeone es entrenador rojiblanco. La primera había sido en las semis de la 58-59, que llegaron al partido de desempate donde ganó el Madrid 2-1 con goles de Di Stéfano y Puskas.

Simeone, 0-5

Simeone intentará cerrar una herida abierta. Nunca ha sido capaz de salir triunfador de sus enfrentamientos contra el Madrid en Champions. Perdió las finales de Lisboa y Milán, una en la prórroga y la otra en los penaltis, y cayó derrotado en los cuartos de final de la 2014-2015, con aquel gol de Chicharito, y en las semifinales de la 2016-2017, último partido continental en el Calderón. En dos de esas ocasiones, 13-14 y 14-15, tenía a Ancelotti en el banquillo rival.

El técnico italiano tiene sentimientos encontrados ante el Atlético. Sonríe en Champions y sufre en Liga. Pero viendo que el derbi cae ahora en territorio continental, debe arquear la ceja con cierta felicidad. Ancelotti, que ha jugado 27 partidos ante el Atlético entre todos sus clubes, ha ganado 10 y ha perdido nueve, no ha conseguido vencer ni una vez con el Madrid a su vecino en los últimos cuatro enfrentamientos: tres empates seguidos en Liga y victoria del Atlético en la prórroga copera del año pasado.

Igualdad en los derbis

Desde su regreso al banquillo madridista en el verano de 2021, Ancelotti ha ganado cuatro derbis (dos de Liga y otros dos en la prórroga, en la Copa y en la Supercopa de España), ha empatado cuatro y ha perdido tres (dos en Liga y uno en la prórroga de la Copa). Un balance equilibrado extremadamente equilibrado que se decantará para un lado de la capital de España en marzo.

El que gane la eliminatoria se enfrentará al PSV o al Arsenal en cuartos de final, con la vuelta en Madrid, y podría medirse al Liverpool o al PSG en semifinales, ahí con la cita de vuelta lejos de España. Ingleses y franceses se cruzan en octavos, y en cuartos tendrían un duelo favorables ante Brujas y Aston Villa por un puesto en semis.

El Barça, agraciado

Un cuadro durísimo que dista del que el sorteo ha regalado al Barcelona. El equipo de Hansi Flick se medirá en octavos al Benfica, con la vuelta en Montjuic, y en caso de superar el cruce disputaría los cuartos contra el Dortmund o el Lille, con la vuelta en territorio alemán o francés. Más adelante le esperaría uno entre Bayern-Leverkusen y Feyenoord-Inter, últimos enfrentamientos de octavos. Si llega a semifinales, el Barça jugaría la vuelta lejos de Montjuic.

La ida de cuartos será el 8 y 9 de abril y la vuelta el 15 y 16. Las semis, el 29 y 30 de abril y el 6 y 7 de mayo, dejando la final para el 31 de mayo en el Allianz Arena de Múnich.

Un sorteo de Champions con mucho morbo: derbi madrileño, Xabi Alonso, Luis Enrique y finales anticipadas

Un sorteo de Champions con mucho morbo: derbi madrileño, Xabi Alonso, Luis Enrique y finales anticipadas

Un sorteo cargado de altas dosis de morbo para despejar el camino hacia la final de la Champions. Este viernes (12.00 horas, en Nyon) se celebrará la ceremonia de emparejamientos de los octavos de final y de todos los cruces hasta la clausura del campeonato, el 31 de mayo, en el Allianz Arena de Múnich. Un bombo que proporcionará encuentros estelares y anheladas revanchas. Una eliminatoria que frustrará a favoritos.

Unos octavos de final que se disputarán en las dos primeras semanas de marzo y en los que el Real Madrid, tras doblegar al Manchester City, vuelve a atemorizar a sus rivales. Los blancos recibirán en la ida al Atlético de Madrid o al Bayer Leverkusen, dos rivales incómodos para Carlo Ancelotti. En los últimos enfrentamientos, Diego Pablo Simeone ha neutralizado la capacidad ofensiva del equipo del Bernabéu. Ambos técnicos se han medido en 26 ocasiones, con nueve victorias para cada uno y ocho empates, pero esa igualdad se rompe en la Champions, en la que se impone el italiano, con tres victorias (una cuando estaba en el Bayern) y un empate, por sólo un triunfo del entrenador argentino. Sería un nuevo derbi con aroma de final, el duelo preferido por Kylian Mbappé, por eso de reducir el número de viajes.

A estas alturas de temporada, el Bayer Leverkusen se muestra menos compacto que el Atlético, sería un rival más propicio para el Real Madrid (se han enfrentado en siete ocasiones, con cuatro victorias blancas y dos empates), pero Ancelotti podría sentirse molesto por las inevitables comparaciones con Xabi Alonso, que parece destinado a heredar el puesto del italiano en el banquillo blanco. Este emparejamiento provocaría que el Atlético visitara el feudo de un Bayern Múnich que está lejos de sus mejores momentos y que sufrió hasta el último suspiro para eliminar al Celtic gracias a un tanto de Alphonso Davies, pero cuenta con la motivación extra de disputar la final en su estadio. Musiala y Kane son sus principales argumentos ofensivos. Si se produce este doble duelo hispano-alemán, el Madrid y el Atlético sólo se enfrentarían en la final.

El cuadro bávaro marcó para siempre la historia del Atlético. En 1974 ganó la final de la Copa de Europa con un desenlace doloroso para el equipo rojiblanco liderado por Luis Aragonés, Adelardo y Gárate. Muniqueses y madrileños se han enfrentado en ocho ocasiones, con cuatro victorias alemanas, dos españolas y dos empates. En el Metropolitano prefieren al Bayern antes que al vecino de Chamartín.

Otro duelo a modo de final anticipada es el que el protagonizará el PSG ante una de las dos escuadras más brillantes de la liguilla: Barcelona o Liverpool. El equipo de Luis Enrique ha experimentado una brutal evolución en dos últimos meses, con una gran eficacia goleadora, el miércoles humilló al Brest con un 7-0. Lucho ha convencido a Dembélé para que juegue de falso delantero centro y con ello ha conseguido que el francés ofrezca su mejor versión. La transformación del delantero se certifica con 23 goles marcados, con dos hat-trick en el último mes.

Para el Barcelona volver a enfrentarse al PSG supondría una oportunidad para vengarse de la eliminación de cuartos de final de la pasada temporada, con aquel estruendoso 1-4. Ahora, el Barça presenta una fisonomía distinta, con mayor verticalidad y una soberbio acierto ante el marco contrario. Flick ha recuperado a Lewandowski, ha motivado a los chavales y ha sabido sacar lo mejor de Raphinha. Culés y parisinos se han enfrentado en 14 ocasiones, con cinco triunfos para cada uno y cuatro empates. Si se produce este emparejamiento, Madrid y Barcelona sólo podrían medirse en semifinales.

El otro posible rival del Barcelona sería el Benfica de Otamendi y Di María, una formación muy irregular, el pasado martes sufrió una barbaridad para eliminar al Mónaco, con el empató (3-3) en su feudo.

Inglaterra, Alemania y España son los países con más representantes en los octavos de final, tres cada uno.

Dos errores dejan al Atlético sin liderato

Dos errores dejan al Atlético sin liderato

Hay momentos para dar un golpe en la mesa. Momentos donde uno debe de coger lo que le ofrecen y hacerlo con convencimiento. Esta liga de titubeos, de dudas, de irregularidad de los dos transatlánticos tiene un tercero en discordia y en disputa. Un tercero que huele la sangre y que dispone de las armas y las herramientas para cobrarse la pieza. Pero hay veces que cuando uno juega con fuego termina quemándose y Barrios es una lata de gasolina. No sabe medir y lo peor es que aún tiene restos de carbonilla de la Champions. Menos mal que hay por ahí un noruego que, juegue 30 minutos, 15 o 5, siempre está ahí para meter la caña y el empate. [Narración y estadísticas, 1-1]

Nadie sabe, y el Cholo se agarraba las manos para preguntarse, a dónde iba Barrios levantando los tacos al gemelo de Pablo Durán. No es el primer exceso de ímpetu del canterano, pero quizás sí era el más madrugador, 20 minutos antes que ante el Leverkusen. No se había cumplido el 5 y el 8 rojiblanco ya enfilaba los vestuarios mientras su entrenador maldecía para sus adentros. Obligaba el error a la salida de Koke por Lino cuatro minutos después, una cosa es querer el liderato y otra, lanzarse a por él a pecho descubierto.

La roja ensució los primeros 20 minutos de la primera mitad. Muchas faltas, simulaciones y choques entre jugadores y poco fútbol. Luego el balón lo bajó el Celta, como había intentado en el pitido inicial pese a estar jugando lejos de Balaídos, una tortura para el equipo vigués este año. Si ya se les recuerda que llevaban siete duelos seguidos perdiendo ante el Atlético, es heróico el intento del equipo de Giráldez. Un conjunto valiente pero inocente esta temporada.

Intentaba De Paul, fruto de su momento de forma y quizás también con algo de inconsciencia, que su equipo bajara el balón y jugara más al pie. Recomendaba el argentino a Giuliano que le buscara y llamaba la atención a Galán cuando no giraba el juego como debía. De sus botas salió una falta lanzada con picardía, que si Giuliano la hubiera enganchado habría empezado el milagro que se vio en este estadio ante el Leverkusen. Pero no todos los días es fiesta.

El Atlético manejaba con oficio el partido y conseguía ahogar al Celta antes de que se aproximara a la portería de Oblak. Entonces una picadita de Fer López dejó sólo a Pablo Durán y el canterano se asustó ante el esloveno. Metió el pie con inocencia y el cancerbero recogió el balón sin dificultades con una sola mano. Hubiera sido doloroso porque corría el minuto 44, y esos goles antes del descanso suelen someter voluntades o apagar fuegos. Sean cuales sean las ganas que tengan los rojiblancos de asaltar el liderato.

Tocó arrebato Giráldez al inicio de la segunda parte sacando a Borja Iglesias y a Losada buscando aprovechar la superioridad numérica. Poco después también saldría Aspas. Los del Cholo aguantaban bien, pero apenas amenazaban el marco de Guaita. Algún balonazo de Oblak a Griezmann que, en solitario, era como un cordero entre una manada de lobos, y las carreras de Giuliano ante una pared celeste.

Vértigo final

Y entonces, llegó otro error. A los ojos de cada cual toca decir si fue de Le Normand o de Munuera Montero. Un levísimo pisotón del central hispanofrancés sobre Iglesias fue sancionado como penalti. Tenía cierta guasa la jugada viniendo de la que se vivió en el Bernabéu hace una semana. Aspas no perdonó y empinó la cuesta en el Metropolitano.

El Cholo sacó a su escalador preferido para afrontar otro Tourmalet. Alexander Sorloth reivindica cada minuto que juega con la elástica rojiblanca. Necesitó dos toques para poner el empate y provocar terror en las filas celestes. La pena es que se necesitaban dos puntos más para llegar a la cumbre. Sin fuego y gasolina se habría llegado.

El otro derbi

El otro derbi

Madrid, rompeolas de todas las Españas, en el centro del fútbol y de la política del país. La polisemia del vocablo «partido» permite analogías y metáforas comunes, intercambiables. Se disputa un derbi futbolístico de tarde en tarde y a cielo abierto. Tenemos un derbi político todos los días, con mucho juego subterráneo. Hay más equipos madrileños en Primera que los dos grandes. Pero el derbi por antonomasia y definición es el Madrid-Atleti. Hay más partidos políticos en la Asamblea de Madrid que los dos de mayor peso. Pero el derbi por excelencia y exclusión es el PP-PSOE.

Madrid es doblemente pepero. Sin embargo, el rojiblanco alcalde capitalino no suscita en la bancada opositora la misma obsesiva animadversión que la neutral presidenta autonómica, que también libra a diario, en la arena o las ergástulas, combates de 'voxeo'. Isabel, la reina Sol, disfruta de una mayoría en las urnas que equivale en la cancha a una victoria por goleada. En política no existe el VAR rectificador. Bueno, sí, se llama elecciones anticipadas o moción de censura. Pero este segundo supuesto tendría las mismas posibilidades de prosperar que las encuestas de Tezanos, ese chamán chapucero de la demoscopia-ficción, de acertar.

Güelfos y gibelinos han enviado contra Ayuso a sus mejores alineaciones. Un equipo inclusivo de viejas glorias retiradas o traspasadas formaría así: Iglesias, Casado, García, Lobato, Gabilondo, Jacinto, Errejón, Aguado, Serra I, Serra II y Monasterio. Un once prometedor en la pizarra. Pero, para empezar, con Iglesias fallando en las salidas, Casado metiéndose goles en propia puerta y todos incapaces de presionar arriba, tirar las líneas o recuperar tras pérdida, sin equilibrio colectivo ni desborde individual, no ganó ni empató partido alguno.

En el mercado de invierno, el PSOE ha fichado como refuerzo (más bien remiendo), cedido con opción de compra por el Ministerio de Transformación Digital y Función Pública (¡qué batiburrillo!), a Óscar López. Un centrocampista de brega, experimentado, con poca clase y muchas mañas adquiridas cuando se fajaba en las categorías inferiores, en el Peugeot FC. Un especialista en el juego sucio, las faltas tácticas y los «saques de inquina». Estampados contra la muralla isabelina, otros antes que él salieron del embarrado terreno de juego con los meniscos hechos puré. Algunos, los más afortunados, aunque cojeando, por su propio pie. A López se le auguran la camilla y la triada. Aficionado a lo truculento, estuvo el viernes en la madrileña Colonia del Pico del Pañuelo, en el rodaje de 'The Walking Dead'. Premonitorio.

En el ambiente político más degradado de la democracia, se disputó uno de los derbis futbolísticos más viciados de la historia a causa de la tormenta blanca desatada contra el arbitraje. Soto Grado, en territorio hostil, soportó impasible e impecable una enorme presión con una actuación serena en un encuentro limpio. Y si un penalti ambiguo de Tchouaméni favoreció al Atleti, un pisotón igual de fronterizo de Ceballos benefició al Madrid.

Fútbol y política. Que ambos obedezcan a los jueces. 'Cedant arma togae'. Que las armas cedan ante las togas.

LaLiga desactiva antes del Madrid-Atlético una plataforma pirata que sirvió fútbol ilegal a 200.000 usuarios en enero

LaLiga desactiva antes del Madrid-Atlético una plataforma pirata que sirvió fútbol ilegal a 200.000 usuarios en enero

Actualizado Domingo, 9 febrero 2025 - 13:50

Muchos son los que siguen consumiendo fútbol de manera ilegal con plataformas piratas. Precisamente una de estas plataformas fue desactivada este sábado gracias a la coordinación de un equipo especializado, ha anunciado LaLiga. DuckVision ofrecía acceso ilegal a contenido deportivo en directo, entre el que figuraba la competición española, a más de 200.000 personas sólo en España, informa Efe.

En un comunicado, LaLiga explicó que la plataforma estaba conformada por un aplicativo web que invitaba a descargar una app de Android, que tuvo más de 200.000 usuarios activos en España durante enero de 2025, según data.ai, y estaba encubierta por el servicio de la tecnológica estadounidense Cloudflare, que protege a organizaciones criminales de forma intencionada con el fin de lucrarse.

La patronal española indicó que desde la web se podía acceder al consumo pirata de los contenidos y se complementaba con un sistema IPTV y Ace Stream para ofrecer el contenido de LaLiga sustraído de broadcasters como ESPN, Movistar, DAZN, Sky Sports, Ziggo o Bein Sports, entre otros.

También señaló que el contenido ilegal proporcionado por la plataforma pirata se promocionaba en canales de Telegram, con más de 13.800 usuarios, y en la web de DuckVision, con cerca de 70.000 usuarios únicos a fecha de diciembre de 2024 en España, según datos de Semrush.

LaLiga recordó que el cierre de la plataforma y el canal se suma a otras extensiones conocidas como Luar, Kodivertido y TVChopo que anunciaron el fin de su actividad de manera inmediata o el cierre de Cristal Azul, canal de streaming ilegal más importante de España.

El organismo que preside Javier Tebas anunció que esta acción se repetirá en los próximos días para desactivar otras plataformas y servicios de contenido pirata y que los promotores y desarrolladores de la plataforma DuckVision serán denunciados ante las autoridades policiales y judiciales en los próximos días con todas las pruebas recabadas.

"Google, Cloudflare, VPNs y otros agentes involucrados en el consumo de piratería adquieren responsabilidad de las actuaciones ilegales que están permitiendo y de las cuales se lucran. LaLiga, amparada por la justicia, no se detendrá en la defensa del fútbol y los intereses de sus clubes ante actuaciones criminales vinculadas al fraude audiovisual y su blanqueo", aseguró.

Madrid y Atlético empatan en un buen derbi que dignifica la Liga tras una semana de polémica

Madrid y Atlético empatan en un buen derbi que dignifica la Liga tras una semana de polémica

Un derbi puro entre dos equipos que quieren ser campeones se desprendió de las miserias del fútbol para dignificar el escudo que ambos defienden y aquello que sienten sus aficionados. Hagan ustedes lo mismo, abran el cubo de la basura y dejen paso al derbi. Hay cartas que sólo merece la pena leer una vez. Hizo falta un penalti, quizás un 'penaltito', para transformar un partido en un derbi y encender el fútbol, no la polémica. Fue el milagro de la hierba. Nada cambia en la tabla para Madrid y Atlético con un empate (1-1) del que sólo puede aprovecharse, hoy, el Barça. Pero cambia el aire de la Liga, más limpio y respirable cuando se juega que cuando se reprocha o insulta.

Un 'penaltito', diría Ancelotti, disparó la temperatura en un duelo hasta entonces al baño María. En la semana de la cartita del Madrid contra un arbitraje al que describía como a una sociedad secreta, una suerte de 'Cosa Nostra', ha recibido dos penas máximas: una en Copa y una Liga. La primera, ante el Leganés, no admitía debate; la segunda, frente al Atlético, es otra cosa, por la acción y la trascendencia. Tchouaméni midió mal una entrada y pisó a Lino cuando el balón acababa de pasar. De Burgos Bengoetxea, en el VAR, tardó un mundo en avisar a Soto Grado. Dudó. La duda es un síntoma de inteligencia, pero en un campo de fútbol es un mal asunto. Si eres jugador, llega la crítica; si eres árbitro, la guerra.

Julián Álvarez, un hallazgo

Ancelotti se fue a su banquillo con las manos en la cabeza. Julián Álvarez lo acabó a lo Panenka, incluso sin parábola. El argentino es un hallazgo: está en todas partes sin que parezca estar en ninguna. Algo se le escapó al infalible Pep. Fue un gol para darle al Atlético su escenario preferido. Un gol para sumir al Madrid en la desesperación y en la confusión, porque no juega contra los árbitros, sino contra los rivales. Era el primer penalti en contra en la Liga. En 23 jornadas, bien pasado el ecuador del torneo, hablar de persecución sistemática, como decía la carta, parece un exceso, y los excesos aplastan a los argumentos aceptables, que también se encontraban en la misiva. Hay que cambiar cosas, pero entre todos.

Tchoauméni tuvo buenas acciones después de ese error, pero volvió al lugar en el que no quiere estar, y no debería. Es el lugar, en cambio, en el que se asienta Asencio, a su lado, rápido en los cortes y en las rectificaciones frente a rivales como Giuliano Simeone, un trueno. Fran García y Lucas Vázquez ocupaban las bandas en una defensa que sería totalmente distinta si el Madrid no hubiera sufrido una plaga bíblica en el área. En minusvalía en la zona, el Madrid necesitaba activar a su ataque, llevar el balón arriba, intentar jugar donde era más fuerte, porque en el resto tenía más argumentos el Atlético, con la única baja de Le Normand. Elevó, pues, el equipo blanco la presión, con más intensidad de lo habitual y ayudas de sus atacantes, aunque desordenadas. Era el caso de Vinicius, de menos a más hasta un final frenético. La ansiedad llevó inicialmente al brasileño al centro, por lo que ocupaba el espacio de Mbappé para desesperación de Ancelotti.

Ceballos mejora al Madrid

La situación llevó al Atlético a verse superado en intensidad, con más pérdidas de las habituales y duelos perdidos. Replegado y sin permitir ocasiones a los locales, más allá de un disparo lejano de Rodrygo, aguardaba la oportunidad de salir y conectar con Julián Álvarez, Lino o Griezmann, pero no robaba lo suficiente. En el centro del campo, la mayor actividad era para Ceballos, que ha pasado del ostracismo a poner cosas en su sitio por donde pasa.

Lo único realmente peligroso, sin embargo, había llegado por pérdidas, fueran de Lucas Vázquez o Pablo Barrios, pero sin que Lino ni Vinicius, imprecisos, pudieran sacar provecho. El penalti, pues, llegó como si apareciera de la nada, pero prendió el derbi, por el gol, por la ira de la grada y por la reacción del Madrid al regresar del vestuario.

Una llegada de Rodrygo encontró a Bellingham en un lapsus del área rojiblanca, pecado moral para Simeone. Oblak rechazó el remate, pero Mbappé aprovechó el rechace para enseñar para qué vino. Sonaron tambores en el Bernabéu y todos saben qué ocurre después, también los enemigos. Bellingham regresó a la zona erógena del campo que tanto le gusta, pero su testarazo se fue a la madera.

Con el Bernabéu en modo fiebre, el Atlético debía resistir, pero hizo más, resistir y contraatacar. Son otros tiempos. Ni Giuliano ni Marcos Llorente se aclararon en el área mientras Oblak levantaba un muro ante Rodrygo o Vinicius. Simeone agitó su banquillo con fuerza y Ancelotti esperó, cada uno en su traje, aunque el duelo pertenecía ya de sus jugadores, en un final de derbi que dignifica una semana para olvidar.

La epifanía de Ancelotti, el Triángulo de las Bermudas y la mímica de Asencio

La epifanía de Ancelotti, el Triángulo de las Bermudas y la mímica de Asencio

El Bernabéu ejerce una función civilizadora. Venía el derbi como un huracán, con la ciudad eléctrica, los whatsapps llenos de insultos y la M-30 engalanada de pancartas. El Madrid le había mandado una carta a Sánchez, el Atlético respondió prestándole su cuenta de Twitter a Kanye West y, en la comida de directivas, Cerezo saludó a Florentino como Trump saluda a Macron. Dominando con la mano derecha, imponiéndole la izquierda sobre el hombro. Demasiado populismo, pensó Ancelotti, que durmió la emoción poniendo el once que todo el mundo sabía que iba a poner y nadie quería que pusiera. Consiguió su objetivo. Calmó la guerra y convirtió el partido en un bodrio que solo se agitó como cualquiera con nociones de sociología habría adivinado que se agitaría según avanzaba la semana: con un penalti para el Atlético de Madrid.

Activado el despertador, Simeone ordenó mandar los aviones a ese Triángulo de las Bermudas que es la banda derecha del Real Madrid, un polo magnético terrible que imantaba hasta a Vinicius, separándole del costado opuesto y diluyéndole en la maraña. El agónico camino hasta el descanso tuvo a Carletto en el alambre, a punto de privarle de volver a poner a los mismos once en la inminente eliminatoria contra el Manchester City.

La única manera de poder seguir haciendo lo mismo era cambiarlo todo, así que en el descanso debió producirse una epifanía. De repente, un extremo se pegaba a una banda. Otro extremo a la otra. En la primera jugada, por la derecha con Rodrygo, empató Mbappé. En la segunda, con Vinicius por la izquierda, la estampó Bellingham en el larguero. Pero al ajedrez del Madrid le faltan fichas, así que la defensa seguía siendo una invitación orgiástica, con ese emocionante Asencio apagando fuegos y haciendo mímica de Sergio Ramos con el hijo del Cholo.

Una especie de magia negra iba abriéndose paso entonces. El madridismo seguía temblando con Lucas y gritándole a Ceballos que dejase de girar sobre la pelota. Cuando Simeone ya había agotado todos sus cambios, Ancelotti hizo los primeros y quitó a los dos, asumiendo un riesgo kármico inmenso. Si salía mal, la culpa no sería suya sino de la mente colmena madridista, que por entonces ya detectaba que las Bermudas ahora revoloteaban sobre Fran García. Cuando la pizarra pedía a Brahim o Arda, el hincha ultraconservador fantaseaba con sacar al Mendy de otras épocas. Al final, otro empate. El mismo derbi de siempre.