Un niño fichó por el Madrid antes de cumplir la mayoría de edad, salió de Brasil cuando alcanzó los 18 años, aterrizó en el Bernabéu y a los dos meses ya había marcado goles en Liga y Champions, ya había enseñado las botas New Balance por las que dijo «no» a la todopoderosa Nike e incluso, por si hiciera falta elevar el grado de sorpresa, ya se había casado.
El niño, ahora hombre en el fútbol y en la vida, es Endrick Felipe Moreira de Sousa, pronunciado Endriqui en la grada y en las teles, de apodo Bobby, ya lo explicaremos, para un vestuario que le trata como un «hermano pequeño», cuentan en Valdebebas. Como Güler, el otro niño maravilla de la plantilla de Ancelotti, son los protegidos del campeón de Europa y esta noche ante el Espanyol tendrán una nueva oportunidad.
De Endrick cuentan todo bondades en el club. Hablan de un adolescente al que la presión no le afecta. Cómo le va a afectar, puede uno reflexionar, si con 15 primaveras ya estaba echándose a sus espaldas a las decenas de miles de aficionados del Palmeiras, campeón del Brasileirao durante los dos años que el delantero formó parte de la primera plantilla y organización gigante en el país. Marcó 21 goles en 82 partidos, muchos de ellos desde el banquillo, e inició una subasta por toda Europa para firmarle, tanto a nivel de clubes como a nivel de marcas. Y Endrick decidió con riesgo.
Se puso la camiseta del Real Madrid antes que la del Chelsea o el Milan, equipos que podrían prometerle más minutos. Dijo «sí» a Juni Calafat, el jefe de ojeadores del conjunto blanco y culpable de las llegadas, entre otros, de Vinicius y Rodrygo, y saltó varios escalones de golpe en el fútbol continental. Porque así hace las cosas Endrick. Los disparos y las decisiones vitales. Un impulso: gol.
En las botas, el atacante se atrevió a vestir unas zapatillas New Balance, diciendo «no» a Nike, que lo gobierna todo en Brasil. La marca estadounidense patrocina a la selección y a sus estrellas, pasadas y presentes, desde Ronaldo Nazario o Ronaldinho a Vinicius. Ha hecho suya la samba brasileña, dejando a Adidas gran parte del territorio europeo, pero con Endrick no ha podido. Hace menos de un año, el futbolista decidió dejar la marca y firmar con New Balance. «Eso sorprendió mucho y dice mucho de él», explican los que le conocen.
Y es que en Valdebebas hablan de «un chico muy especial, con una gran personalidad e ideas propias». Ya lo demostró en su debut en la Liga de Campeones ante el Stuttgart. Con el partido 2-1 y los alemanes apretando, el brasileño lideró un contraataque hacia la meta rival. A su lado estaban Mbappé y Vinicius, con superioridad numérica sobre los defensas rivales. Pero Endrick no dudó. Al llegar a 25 metros del portero, rechazó pasar el balón y se inventó un misil con su zurda para anotar el 3-1.
A su lado, sus compañeros no se creían lo que había hecho. «Si lo llega a fallar, lo mato», dijo Courtois. «Está loco. Ha hecho una cosa que creo que nadie haría», bromeó Rodrygo. «En los últimos días ha demostrado ser muy valiente, en todos los sentidos», vacilaba en rueda de prensa Ancelotti. Todos le llaman Bobby porque en una entrevista dijo que uno de sus ídolos era Bobby Charlton, jugador histórico de la Inglaterra de los 60. Un detalle con el que todos bromean.
En el runrún del equipo, más allá de los goles, ha sido notoria una situación sobre la vida privada del joven futbolista. Esta semana pasada se casó con su pareja, la modelo de 21 años Gabriely Miranda. Una boda íntima que confirma el amor entre ambos, que ya cumple varios años, y sus profundos sentimientos religiosos. El jugador es cristiano evangélico, como otros compañeros como Rodrygo, y ha firmado un contrato matrimonial, explicado por la pareja, con varias cláusulas sobre el ocio, el lenguaje o los videojuegos: no puede tener novia virtual, hay palabras prohibidas como «ok» o «ejem» porque muestran indiferencia y deben hacer planes de pareja cada semana que gusten a ambos. Si se incumple alguna, hay que comprar un regalo.
En el césped, Endrick aprovecha sus momentos. Lleva dos goles en apenas 20 minutos y se queda después de cada entrenamiento practicando disparos a puerta y haciendo horas extra en el gimnasio. Tiene un tren inferior sobrenatural, tanto que aterrizó algo descompensado sobre el superior. Una situación que está trabajando con los fisios del club y con los nutricionistas. «Lo tiene todo para ser un crack», insisten.