Un amistoso "muy caliente", de la ovación a Vinicius a los pitos a Morata: "Los oigo y me dan vergüenza"

Un amistoso “muy caliente”, de la ovación a Vinicius a los pitos a Morata: “Los oigo y me dan vergüenza”

25 años después, el público español recibió de nuevo a la casi siempre icónica selección brasileña. El combinado sudamericano no jugaba contra España en suelo ibérico desde 1999, cuando los Cafú, Roberto Carlos o Rivaldo, sin Ronaldo Nazario ese día, visitaron el Estadio de Balaídos de Vigo para empatar a cero contra el conjunto nacional dirigido por Camacho. Ahí tenían ya cuatro Copas del Mundo y eran el equipo más temido del planeta. Pero ayer, en el nuevo Bernabéu, en el «Partido contra el Racismo», denominado así tras los insultos a Vinicius y después 22 años sin levantar un Mundial, rozó la tercera derrota de su historia contra España. La salvó Paquetá de penalti.

La previa giró, como era de esperar, alrededor de Vinicius y sus lágrimas del lunes en la sala de prensa de Valdebebas. El futbolista del Real Madrid sintió el cariño de su afición cuando la megafonía anunció su nombre, igual que Rodrygo y Endrick, los tres madridistas, éste último a partir de julio, que forman parte de la canarinha. Uno más que en la convocatoria de España, donde estaban Carvajal y Joselu.

El amistoso, impulsado por la Federación española después de los insultos al jugador el año pasado en Mestalla, tuvo al delantero del Madrid como capitán de Brasil, un detalle simbólico para redondear todavía más el protagonismo de Vinicius en el partido.

Las dos victorias de España contra Brasil

En un Bernabéu casi lleno, con 70.000 personas en un aforo máximo de 73.000, la afición española se mezcló con la brasileña, muy numerosa en las gradas, para disfrutar del 50º partido de la selección en Chamartín, el primero desde 2019 (3-0 contra Suecia).

Sobre el césped, España se encaminó en la primera parte a una victoria histórica. Ganó a Brasil en los octavos del Mundial de 1934, hace 90 años, y repitió triunfo en un amistoso en 1990, con Zubizarreta, Sanchís, Butragueño y Míchel como estrellas ante una canarinha sin los futbolistas que habían disputado el Mundial de Italia 90. Esos habían sido los dos únicos enfrentamientos que España había conseguido ganar en 9 duelos contra Brasil. El resto, empates, como el 0-0 disputado en Vigo, o derrotas, como el 3-0 de la final de la Confederaciones de 2013, la última vez que se habían medido.

Llegó rápido el tanto de Rodri desde los once metros, su segundo con España, y el 2-0 de Olmo, su 8º gol con la selección, confirmó la superioridad de los de De la Fuente mientras Yamal, estrella del Barça, levantaba los olés del Bernabéu. Enfrente, Brasil se alejaba del triunfo en una mala noche de Vinicius y con Rodrygo como goleador en el 2-1 tras un error de Unai Simón.

Otra aparición de Endrick

La derrota al descanso obligó a Dorival Júnior a apostar por Endrick, goleador en Wembley contra Inglaterra a sus 17 años. Y no le decepcionó. El futuro atacante del Madrid empató el duelo en el 50, justo en el mismo momento en el que Jude Bellingham marcaba con Inglaterra el 2-2 ante Bélgica. Un presagio madridista.

El joven delantero del Palmeiras acumula dos goles en cuatro partidos con la seleçao, ambos en este parón internacional, ambos con 17 años. Uno en Wembley contra Inglaterra, otro en el Bernabéu contra España. Palabras mayores para un futbolista llamado a marcar una época. Chamartín, mientras, le ovacionó pensando en futuros goles, títulos y celebraciones.

«Es curioso, pero cuando jugaba a la consola también hice un gol en Wembley y eso me vino hoy a la cabeza», explicaba en Londres tras su tanto a los británicos. Así de niño es, un muchacho del 2006 que ni siquiera había nacido cuando Zidane cabeceó el pecho de Materazzi e Italia levantó el Mundial en suelo alemán. Al lector le parecerá «ayer», pero la nueva estrella del fútbol mundial es insultantemente joven.

Su primer tanto con Brasil, además, llegó el mismo día que el estreno de Ronaldo en 1994. Los dos un 23 de marzo. Otra premonición más. «Sueño con el Bernabéu, pero pienso día a día...», decía.

Pitos a Morata

En el tramo final del duelo, Chamartín coreó el nombre de Joselu y repitió los olés con Yamal, pero el duelo terminó en empate tras los penaltis de Rodri y Paquetá. Y además, dejó la triste pitada a Álvaro Morata cuando De la Fuente le retiró del campo, algo que fue muy criticado por el seleccionador en la sala de prensa. «Me duele en el alma que en mi país piten a un jugador de la selección, al capitán, un referente, un ejemplo. Cuando oigo esos pitos siento vergüenza», declaró, enfadado.

Cuestionado de nuevo por los pitos al capitán, De la Fuente pidió que «entre todos eduquemos en un sentimiento nacional». «Deberíamos hacer todos un ejercicio de autocrítica, de educar en un sentimiento nacional y de apoyo a la selección. Que es la selección de todos, que los colores de los clubes hay que dejarlos atrás. A ver si educamos a la gente».

En los últimos minutos el choque se calentó un poco con alguna falta, los dos penaltis y varias discusiones en los banquillos. «El ambiente estaba muy caliente, todo el partido ha sido muy vibrante, emocionante. Cuando un equipo mete un gol el otro lo encaja se producen esas circunstancias, pero es fútbol. Se conocían casi todos y mañana van a entrenar juntos», expresó, en la misma línea que Cucurella y Olmo, que quitaron hierro a la polémica. "Un partido contra Brasil nunca es un amistoso", dijo el centrocampista del Leipzig.

Lamine Yamal eclipsa a Vinicius en el trepidante empate entre España y Brasil en el Bernabéu

Lamine Yamal eclipsa a Vinicius en el trepidante empate entre España y Brasil en el Bernabéu

La noche estaba montada en torno a Vinicius, en una especie de reivindicación brasileña y disculpa española por los inadmisibles gritos racistas que ha recibido en varios campos de este país. Ocurre que la figura del futbolista del Real Madrid ha llegado a un punto de desencuentro en el que no se admiten matices. Ni sus detractores reconocen la gravísima, y obvia, realidad que sufre siendo objeto de insultos racistas, ni sus defensores asumen su otra realidad, incuestionable, esa que habla de un deportista inaceptable por su actitud ante rivales, árbitros y aficiones contrarias. Reflejo probablemente de una sociedad, la española, proclive a la polarización extrema, Vinicius no admite diálogo. O se le elogia todo, o se le censura todo. Da igual. [Narración y estadísticas].

Conviene no olvidar tampoco que él mismo se ha atribuido, o alguien se lo ha asignado, un papel, el de icono contra esta lacra, para el que quizá no esté preparado. Un chico tan joven, al que le pasan tantas cosas y tan rápido, difícilmente está capacitado para asumir el liderazgo en algo de semejante envergadura. Bien haría él, o quien está cerca de él, en orientarle para que la lucha que ha emprendido, legítima, necesaria, imprescindible, se ajuste a la realidad de un chaval de 23 años que, simplemente, juega muy bien al fútbol. Sus lágrimas, como su fútbol, no admiten matices, por muchas cámaras de televisión, y de cine, que le apunten desde hace bastante tiempo.

Asumidas todas las aristas de Vinicius, tomadas las fotografías con el lema Una sola piel y habiéndole sido otorgado el privilegio de ser capitán en su partido, fue el turno de la pelota, escenario del que parte Vinicius y al que, cuando vuelve, entrega una versión, esta sí, única e indiscutible. Es un jugador fantástico, por mucho que ayer estuviera, como el resto de su equipo, con la tensión por los suelos. Una carrera por su banda, salvada por Le Normand, a la media hora, fue todo lo que pudo ofrecer.

En medio de un ambiente amable, casi pasota con lo que ocurría en el terreno de juego, el brillo fue para Lamine Yamal, otro futbolista distinto, descomunal. Un tipo diferencial de esos que no sobran y menos a un equipo como el español. Suya fue la noche, un rosario de regates y amagues, de fintas y mentiras, de engaños y de ilusionismo. Un show que terminó en empate gracias a dos penaltis para los locales inventados por el árbitro, un portugués de nombre Antonio que colaboró lo suyo y que en el último instante compensó un poco a los brasileños señalando otra pena máxima para dejarlo todo en tablas.

Vinicius agradece la ovación del público.

Vinicius agradece la ovación del público.PIERRE-PHILIPPE MARCOUAFP

España puso más porque era su obligación, jugaba de local y aunque fuese por aquello del qué dirán, debía mostrarse al menos interesado. Dispuso Luis de la Fuente un equipo que se parece mucho al titular que iniciará la Eurocopa y entre eso, la dimisión brasileña y un árbitro amigo, firme al señalar el punto de penalti en un piscinazo de Lamine Yamal, la selección se puso muy pronto por delante. En el aire, sin embargo, siempre flotó la sensación de que no es lo mismo contragolpear con Rodrygo o Vinicius que con Nico Williams o Morata. Sin desmerecer a nadie, la calidad individual en el último tercio del campo vestía de amarillo, salvo Lamine. A esta España no le va a costar dominar los partidos porque tiene jugadores de mucho talento en el medio, pero sí va a sufrir cuando los partidos los decidan los grandes jugadores. Ella sólo tiene uno. Muy bueno, pero uno.

Quiso Dani Olmo desmetir esto último con un gol increíble, fruto de un caño y un recorte deliciosos en un par de metros, con una definición perfecta al palo largo en el 2-0. Tiene calidad España, sí, pero no tiene esa calidad diferencial que da títulos más allá del juego, salvo, conviene insistir, mirando de reojo al DNI, a Lamine. Un regateador puro, de una calidad sublime, capaz de salir por los dos costados, de amagar, de engañar, de driblar... Un jugador diferencial de verdad.

En todo caso, con dos goles de ventaja era el momento de la selección, a la que sin embargo se acercó Brasil sin querer, gracias a un exceso de confianza con Unai Simón, que se marchó al vestuario sonriendo, quitándole importancia o asumiento que esto, regalarle un balón a Rodrygo, forma parte del juego. El caso es que ese gol, poco antes del descanso, dio paso a otro, poco después de ese descanso, que dio el empate a Brasil, un equipo, ahí sí, mucho más intenso, más agresivo, con toda la viveza que le había faltado en el arranque. Acertó Endrick, otro de esos niños deslumbrantes. Tras ese impetuoso inicio de segundo tiempo, la cosa se calmó y todo devino en el mundo al revés, con pitos a Morata, dueño de una noche nefasta, y aplausos a Vinicius, que tras 70 minutos de intrascendencia decía adiós a su partido bajo una ovación intensa. Se quedaba en él, en el partido, Lamine Yamal, eclipse de todo lo que ocurrió anoche, menos del racismo.

Un España-Brasil que es "cuestión de Estado" para el Gobierno y la RFEF por el racismo contra Vinicius y la imagen del país

Un España-Brasil que es “cuestión de Estado” para el Gobierno y la RFEF por el racismo contra Vinicius y la imagen del país

En la sala de prensa de la ciudad deportiva de Valdebebas, rodeado de decenas de medios españoles, 80 brasileños y varios internacionales, en el mismo lugar que le vio aterrizar en el verano de 2018, Vinicius Júnior se derrumbó. En sus lágrimas, al delantero del Madrid y de la selección brasileña se le juntó todo: los tres años de insultos racistas en varios estadios de LaLiga, las decenas de denuncias sobre ello, la presión de los focos y la celebración, esta tarde, de un España-Brasil con él como centro del debate a ambos lados del charco.

Una situación que ha dejado la imagen de España por los suelos, elevando la preocupación de la RFEF y LaLiga, para los que este amistoso es casi «cuestión de Estado». «Este partido es un grito por la igualad y la tolerancia. Una denuncia contra el racismo», anunció ayer la Federación, que ha lanzado varias campañas contra el racismo esta semana, como LaLiga, aprovechando el amistoso. Pero, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?

Camp Nou, 2021. El inicio

Todo cambió el 24 de octubre de 2021, en la jornada 10 de la Liga. El Madrid ganaba 0-1 en el Camp Nou y Ancelotti decidió retirar a Vinicius, que había realizado un partido colosal. El brasileño se retiró por el lateral contrario a los banquillos y dio la vuelta pasando por uno de los fondos. Desde ese momento, su situación no volvió a ser igual. El extremo recibió muchos insultos racistas, además del lanzamiento de varios objetos. Y no se calló. Se giró hacia la grada y señaló a unos aficionados. Al resto, al ver la constancia en los gritos, les mostró el marcador del encuentro.

Esa misma semana se presentó la primera denuncia por insultos racistas al jugador. Luego llegarían las de Mallorca, el Metropolitano o Valladolid, archivadas por no suponer «un delito contra la dignidad de la persona». Después aparecería el muñeco colgado en un puente de la M-30, el regreso a Mallorca, El Sadar, el Benito Villamarín, otra vez el Camp Nou... Y más recientemente, Mestalla, donde Vinicius paró el partido y acusó directamente a dos aficionados antes de ser expulsado. Esa acción y esa noche fueron un punto de inflexión en su situación. Los insultos ya no eran sólo cosa de España, dieron la vuelta al mundo y se convirtieron en una reclamación global.

Lula acusa a España

Futbolistas de la Premier, estrellas de la NBA y la NFL, de la Fórmula 1, actores, políticos... Su caso saltó el charco y llegó con fuerza hasta Brasil, donde hasta ese momento apenas había rozado la actualidad deportiva. A partir de ahí, en un país que había dejado atrás a Bolsonaro y abrazaba de nuevo a Lula, Vinicius abrió telediarios y marcó parte del debate político, siempre con críticas, cada vez más duras, hacia el racismo en España y en el fútbol español. «No podemos permitir que el fascismo y el racismo dominen los estadios», dijo Lula, contundente.

Jay-Z, Nike y Netflix

En verano, el caso de Vinicius vivió un nuevo punto de inflexión, en este caso más mediático y empresarial. La agencia de representación del rapero estadounidense Jay-Z compró la agencia que llevaba al brasileño, Nike le convenció para seguir con la marca ante los intentos de Puma por ficharle y Netflix inició el proyecto de un documental sobre su temporada, algo que ha sido recibido con rechazo por algunos clubes, como el Valencia. Los más críticos con el futbolista le acusan de usar la lucha contra el racismo para su beneficio, algo que en Brasil no se entiende.

La "peor" imagen de España

«El problema del racismo no es un problema sólo de España, es un problema global. No es algo contra España. Eso es lo que no entendéis», admite Fernando Kallas, periodista brasileño de Reuters. «En los estadios de Brasil también hay racismo, pero salen del campo esposados. ¿Aquí qué ha pasado?», se pregunta Kallas. Y la realidad es que no es el único que lo hace. En el país sudamericano, lejos del día a día deportivo de LaLiga, la imagen de España es «la peor en mucho tiempo», admiten desde la Confederación Brasileña.

Tras los insultos racistas a Vinicius en el Metropolitano en el Atlético-Inter, el Ministerio de Exteriores brasileño insistió en mostrar «su preocupación al Gobierno español y a sus autoridades deportivas por los reiterados ataques racistas», y los periodistas que siguen a la canarinha, que siempre se cuentan por decenas en cada viaje, analizan estos días la necesidad que tiene España por «lavar su imagen tras los insultos».

Un amistoso tras los hechos de Mestalla

Una oleada de críticas que aterrizan ahora en el amistoso del Bernabéu, gestionado tras el durísimo comunicado de Vinicius después de los insultos de Mestalla: «Hoy, en Brasil, España se conoce como un país de racistas». Una frase que llegó a todas partes y que cayó con peso en el Gobierno y en la Federación, donde hubo prisa por cerrar el amistoso, cuyo acuerdo llegó en junio. El lema del partido habla por sí mismo: «Una sola piel, una sola identidad».

Mientras, Vinicius sigue en el centro del foco, insultado, presionado y convertido en referente de la lucha contra el racismo. Por eso fue el elegido para hablar ayer, en la casa del Madrid, antes del Partido contra el Racismo, con una lona negra detrás, distinta al azul y blanco habitual de la seleçao. Todo era importante. Aguantó su discurso hasta que las lágrimas no le dejaron, dejando un vídeo que recorrió redes y periódicos: «Vinicius se derrumba al hablar del racismo que sufre en el fútbol español». Más leña a la imagen de España.

Endrick se estrena con Brasil y se cuela en el cara a cara entre Bellingham y Vinicius en Wembley

Endrick se estrena con Brasil y se cuela en el cara a cara entre Bellingham y Vinicius en Wembley

En uno de los partidos más esperados de este parón de selecciones, el cara a cara entre Inglaterra y Brasil en Wembley, un adolescente reinó sobre el césped. Endrick, a sus 17 años, ahora en el Palmeiras pero fichado ya por el Real Madrid para la próxima temporada, anotó su primer gol con la 'Canarinha' y decidió un duelo repleto de estrellas.

Fue la fiesta del Madrid, con Jude Bellingham y Vinicius Júnior como máximos referentes de dos equipos que aspiran este verano a levantar la Eurocopa y la Copa América. Dominó Inglaterra, pero Brasil, a la contra, tuvo las oportunidades más claras y terminó siendo superior, física y futbolísticamente, a su rival.

Inició Southgate sin Harry Kane, lesionado, y con Bellingham y Foden escoltando a Watkins. Junto a Rice, Gallagher y Gordon manejaron la posesión del duelo, pero les faltó mordiente, desborde y olfato.

Enfrente, una Brasil guiada por el veterano técnico Dorival Júnior tras todos los rumores, sin final feliz para ellos, sobre Carlo Ancelotti. El entrenador, al menos, tiene clara su idea: un equipo sólido atrás, duro en el mediocampo y eléctrico en ataque. Así son sus futbolistas y así juega. Tiene lógica.

Brasil entregó el balón a Inglaterra y esperó sus momentos, que llegaron con cierta facilidad. En el 13, Vinicius desaprovechó un mano a mano con Pickford al definir demasiado suave, y en el 16 Rodrygo envió desviado un disparo dentro del área.

El cuadro británico empujaba por banda, provocando corners y asediando en balones aéreos, pero les faltó regate. En el 20, Kyle Walker, defensa del Manchester City, se retiró lesionado tras una carrera con Vinicius. Se llevó la mano al isquio izquierdo, pero los 18 días que quedan para el Madrid-City parecen suficientes para que no falte a la cita.

Bellingham se echó por momentos el equipo a la espalda, pero Inglaterra sufrió mucho al correr hacia atrás. Maguire, Stones y Chilwell no podían con Vinicius, Rodrygo y Raphinha. En el 34, Paquetá envió un balón al palo.

Tras el descanso, los británicos bajaron una marcha más, y después del cambio de Bellingham, que se retiró en el 66 tras unos pequeños calambres, prácticamente no dio más de sí. En ese tramo del partido entró Endrick por Rodrygo, en una tanda de cambios que empujaron más a Brasil que a los locales.

Sin ocasiones demasiado claras, los de Dorival llegaron más enteros físicamente al tramo final, siempre sobre la superioridad física de Vinicius, y encontraron el gol en el 80. El delantero del Madrid se quedó otra vez mano a mano con Pickford, definió, el portero rechazó el disparo y la pelota quedó a los pies de Endrick, que puso el 0-1.

Con Inglaterra rendida, el futuro delantero madridista tuvo el 0-2, pero se encontró con Pickford, el mejor inglés de la noche que evitó una goleada mayor.