"Es como recibir una piedra en la cara". Eso ha declarado Mathieu van der Poel este domingo, ya que ha asegurado que quiere emprender acciones legales contra el espectador que le lanzó un bidón en pleno rostro durante la París-Roubaix, que finalmente ganó.
"Es inaceptable. Era un bidón lleno, pesaba medio kilo y yo iba a 40 km/h. Es como recibir una piedra en la cara. Me dolió mucho. Espero que podamos identificar al espectador y emprender acciones legales", declaró el campeón neerlandés.
Según las imágenes de televisión, el corredor de Alpecin fue apuntado deliberadamente por un espectador que le lanzó un bidón a la cara en el sector empedrado de Templeuve, a unos 33 kilómetros de la llegada a Roubaix.
El neerlandés, que este domingo ganó la prueba por tercer año consecutivo, ya había sido objeto de escupitajos en otras carreras.
La mente es un misterio. La de una estrella del fútbol, sometido a las mil y una presiones, un misterio insondable. Es inútil, pues, preguntarse qué pasó por la cabeza de Mbappé para realizar una entrada como la que hizo sobre Antonio Blanco en el centro del campo. Brutal. Ni siquiera el francés tiene la respuesta, porque no podía achacarse a la derrota ni a la impotencia, ya que en ese momento ganaba el Madrid en Mendizorroza. Simplemente, pasó. Corresponde a Mbappé la penitencia; al Madrid, la reprimenda, y al Comité de Competición, la sanción.
Lo que si es posible es preguntarse por las consecuencias. Por fortuna para el francés, no las sufrió el Madrid en el marcador ante un Alavés tan intenso como romo, y que, además, perdió por lo mismo a Manu Sánchez en el tramo final. El castigo a Mbappé, en cambio, si será una merma en una Liga cuesta abajo para el Barcelona. El gran interrogante es si le privará de la final de Copa. Inicialmente no, al referirse Soto Grado en el acta a una "fuerza excesiva", no a una agresión. Las agresiones pueden ser castigadas con cuatro partidos o más y afectar a ambas competiciones, no sólo a la Liga. El hecho de que Antonio Blanco continuara en el campo juega, asimismo, a su favor.
Primera roja en seis años
El francés no había visto una roja directa desde septiembre de 2018, con el PSG. Hace más de seis años. No estamos ante un futbolista problemático ni siquiera en las protestas, como ocurre con Vinicius. Mbappé suele huir de lo tóxico, de las situaciones conflictivas en el terreno de juego. En Mendizorroza, cuando observó cómo Soto Grado, advertido por el VAR, iba a ver la jugada al monitor tras haber sacado la tarjeta amarilla, ya inició los pasos para irse del campo. Lucas Vázquez hizo su papel como capitán, mientras en el banquillo Davide Ancelotti hacia un gesto claro al ver la acción en un dispositivo. Inapelable. Su padre, sancionado, lo presenció desde el palco, mientras escondía su cigarrillo electrónico.
Era el minuto 38 del partido, con una hora prácticamente por delante. El Madrid se acababa de adelantar, gracias a un disparo de Camavinga, y se disponía a administrar esfuerzos, con el Arsenal en la cabeza de todos. La inferioridad numérica lo complicaba frente a un rival intenso desde el principio, con presión alta y posesión, pero poca claridad para asaltar el área. Apenas unas manos fáciles había tenido que poner Courtois en el primer tiempo. Tras el descanso, el Madrid necesitaría más de su portero, con un rival volcado sobre su área.
Ancelotti estaba ante el dilema de reservar titulares para el sueño de la remontada, el miércoles, o exprimir al equipo para asegurar que la victoria del Barcelona en Leganés no acabara por generar una distancia casi insalvable cuando restan siete jornadas de Liga. Intentó hacer las dos cosas, al dejar a Vinicius y Bellingham en el banco, pero mantener en el once a Rüdiger o Valverde, pese a estar entre los más cargados de partidos. El inglés y el brasileño entraron pasada la hora de juego, en una situación más comprometida.
Güler, error y pase
Güler tuvo sus minutos como titular. En el mejor de los desmarques, falló ante el portero y recibió un impacto de Owono por la inercia del movimiento. Más acertado estuvo en la pared con Camavinga que habilitó al francés para un disparo colocadísimo a la red. Un gol redentor tras la roja que vio en Londres y que le impedirá jugar la vuelta. En Mendizorroza fue de lo mejor, el sostén de los suyos.
La salida de Vini fue providencial, porque en una de sus primeras carreras al espacio fue cazado por Manu Sánchez. Como Mbappé, el jugador del Alavés impactó en la pantorrilla del brasileño, pero con menos violencia. Se marchó entre maldiciones, porque sabía lo que suponía. El conjunto del Chacho Coudet perdía la ventaja numérica sin haber podido igualar el choque. Lo cierto es que sin haber estado cerca.
A las dos expulsiones les acompañaron un saco de tarjetas amarillas en un partido con más tensiones de las esperadas, dado lo ajustado del marcador y la situación de necesidad de ambos equipos, por el título y por la permanencia. El Alavés hubo de correr riesgos, lo que abrió los espacios para Vini y Bellingham, cerca del gol en un 'tuya-mía' de patio de colegio. El partido pedía otra cosa. Mbappé, mientras, continuaba con su debate interno. Podrá jugar la final de Copa y el clásico de Montjuïc, pero la oportunidad de redimirse entre los suyos por semejante mancha llega antes: Arsenal.
El suelo del infierno está sellado con rocas volcánicas extraídas de la cantera de Lessines. Piedras cortadas irregularmente que martirizan las articulaciones y bloquean la mente. Joyas de la clásica París-Roubaix, el paraíso de los masoquistas. Un via crucis con 30 estaciones adoquinadas para la triple coronación del Mathieu van der Poel, que derrotó en un extraordinario duelo al portentoso debutante Tadej Pogacar. Ciclismo épico y dramático en la carrera más tremenda.
Tercera victoria consecutiva de La Bestia en la reina de las clásicas, registro encadenado que sólo habían conseguido el francés Octave Lapize (1909, 1910 y 1911) y el italiano Francesco Moser (1978, 1979 y 1980). Octavo Monumento para el nieto de Raymond Poulidor (tres París-Roubaix, tres Tour de Flandes y dos Milán San Remo).
El neerlandés fue el más potente y sólido en una carrera de eliminación. La selección natural siempre se impone en el calvario que culmina en el velódromo de Roubaix. La prueba, como no podía ser de otra forma, arrancó con máxima tensión, con pinchazo de Filippo Ganna, caídas de Wout van Aert, Jasper Philipsen, Manilo Moro y Mathias Norsgaard, y una fuga en la que se metió el vitoriano Oier Lazkcano.
Pogacar, que antes del ecuador de la clásica viajaba pegado la estela de Van der Poel, mostró sus ambiciosas intenciones en el sector 20 de pavés, el de Haveluy, a 103 kilómetros de la meta, con un acelerón que incomodó al pelotón y redujo a 20 segundos la renta de los fugados. En la recta interminable de Arenberg, en la herida abierta en el bosque, en la entrada al infierno verde, Pogacar asumió el mando, colocándose en cabeza para evitar riesgos y neutralizando al grupo de Lazkano. El español ya puede presumir de haber sido, durante unos segundos, el que abriera la carrera en la zona más emblemática de la clásica norteña.
A la salida de Arenberg, a 90 kilómetros de la meta, llegó el primer zarpazo de Van der Poel. El neerlandés saltó, junto a su compañero Philipsen, y sólo respondieron a su ofensiva Pogacar, el danés Mads Pedersen y el suizo Stefan Bissegger. Van Aert quedó descolgado en la zona de los adoquines más resbaladizos.
El quinteto de fugados voló compacto hasta el sector 15, en el tramo empedrado de Tiloy a Sarset-Rosiers, a 70 km. del velódromo de Roubaix, cuando Pogacar aceleró, Pedersen quedó rezagado por un pinchazo y Bissegger no soportó el ritmo. El infierno del norte no tiene compasión con nadie, ni siquiera con un ex campeón del mundo. El esloveno se quedó en mala compañía, emparedado entre los dos rodadores del Alpecin, en la posición más incómoda.
Pogacar interpretó magistralmente la carrera y en la zona Cinco Estrellas de Mons-de- Pévèle aprovechó un impulso de Van der Poel para descolgar a Philipsen. A 45 km. de la llegada, el esloveno y el neerlandés se quedaron solos en cabeza. El gran duelo entre los dos fenómenos. El desafío anhelado por todos. El líder del UAE, en su debut, fue eliminando a todos los enemigos y lo hizo en el terreno más hostil, en los tramos abombados. Mucho mérito para el osado debutante que se empeñó en acudir al precipicio del infierno.
Caída
Pero la París-Roubaix es una carrera despiadada como ninguna otra. A falta de 38 kilómetros, Pogacar se salió en una curva, en la zona de Pont-Thibault a Ennevelin, donde estaba inadecuadamente colocada una moto. El esloveno cambió de bicicleta y emprendió la caza de su enemigo con 20 segundos de retraso. Torrente de adrenalina y las pulsaciones a mil por hora.
El campeón del mundo, con ese coraje y talento que le distingue, insistió en neutralizar a su enemigo. Redujo la renta hasta los 14 segundos, pero el neerlandés supo administrar con acierto su ventaja y, aunque tuvo que cambiar de bicicleta en las cercanías de Roubaix, se presentó en el velódromo de André-Pétrieux con una ventaja de 1.17 minutos sobre el corredor del UAE. Tercero fue Pedersen, a 2.10. Apoteósis, pasión y dolor en la masoquista y cautivadora prueba del adoquín.
Dame Sarr, el joven italiano fugado del Barça, metió 17 puntos en el escaparate del partido entre ¿estudiantes? de instituto estadounidenses contra resto del mundo. Ahora mismo, económicamente es lo que somos: un resto para USA. Tanto arancelariamente como pensando en economía baloncestística. Así nos ven. Y así nos miramos entre nosotros.
Sarr pudo anotar esos 17 contra la Virtus el viernes en un partido donde ganar sí importaba y abrochar la entrada de su contuso equipo en playoff. Y en un futuro inmediato, ser el héroe contra el Mónaco o incluso jugar una Final Four. Irse a USA con el cariño de su afición o irse sin su permiso.
Los agentes de los jóvenes jugadores tratan de preservar opciones futuras tanto económicas como deportivas en base a consejos presentes. Un órgano consultivo que trata con material delicado y a veces explosivo, adolescentes. La línea entre la recomendación leal y la impregnada de demasiados componentes económicos es más delgada que la de tres puntos. ¿Quieres ser feliz deportivamente ya o quieres ser millonario? Siendo lo segundo pude ser más llevadera la pelea por el bienestar emocional (aunque eso suponga cargar de familiares y conocidos llamándote para "proponerte negocios").
Barcelona le dio la oportunidad de muchos minutos y protagonismo en Euroliga y Liga Endesa, con solo 19 años. Circunstancia dada por las continuas lesiones y el no de Laporta a fichar netamente a nadie más. Eso lo tienen claro también Parra y Brizuela, poco usados, ahora claves en este galimatías de temporada. Sarr se ha equivocado en cuanto a lo que son los valores que se defienden en un vestuario: objetivos comunes, sacrificio cuando el de al lado cae, mantenerse unidos.
Le va a dar igual. Ocupará el espacio económico entre 750.000 y 1 millón de dólares en la Universidad de Illinois o incluso alguna mayor. Colirio inmediato. Mi percepción es que creciendo estos tres meses en Barcelona quizás hasta podría optar al Draft NBA. Eso no lo vio venir con tiempo. No sé si en el Palau ahora postarán por él.
Sarr demostró ceguera a distancia media y los clubes europeos tienen los ojos empañados por el NIL y el 'revenue sharing' que significa otra amenaza en el corto plazo. Las universidades van a poder compartir los beneficios económicos con sus jugadores. En este continente no se habla de generación de ingresos, de cómo ser mejor producto para conseguir más recursos, de apostar por jóvenes pagándoles mejor y no lo que sobra. Tampoco se debate sobre la necesidad de presionar para pagos compensatorios como tiene la FIFA. NBA y FIBA tienen una gran relación, además del proyecto de NBA Europa, la gran revolución sería poder redistribuir a los formadores más riqueza de la que consiguen con estos grandes jugadores que en su día fueron solo promesas de mirada inocente.
La primavera tenística llega cada año en Montecarlo, el más famoso de los selectos barrios del minúsculo y opulento Estado monegasco. Poniéndonos becquerianos, el Principado, galante, le sonríe a la única estación con nombre femenino. En Mónaco, paraíso financiero y retiro nada espiritual, donde, amén de tantos deportistas de distintas especialidades, residen, entre otros tenistas, Djokovic, Sinner, Zverev, Medvedev y Tsitsipas, se abre e inaugura bajo el cielo el espejo mate y ocre de una vieja superficie amenazada: la tierra batida.
Está empezando a ser impopular. Echándole un poco de literatura, es una alfombra polvorienta que se adhiere, pegajosa, a las zapatillas y los calcetines; costosa de producir y mantener; sensible en su densidad y granulado a las condiciones meteorológicas y geográficas; voluble, por esa razón y por el trajín del partido, en el bote, la velocidad y el efecto de la bola. Según Djokovic, "está viva".
Retrocede en el aprecio general. Ni siquiera le gusta del todo a Alcaraz, un jugador versátil, un frecuente beneficiado, que ha jugado en su vida, en todos los terrenos, más finales (23), que años tiene (21), y ganado 18 (nueve en tierra, seis en dura y tres en hierba). La de Montecarlo ha sido la séptima en un Masters 1000 y la primera desde hace 13 meses. Se impuso sin brillo. Pero no por su culpa. Lorenzo Musetti cayó herido muscularmente después de exprimirse a fondo en una gran semana.
Si la tierra, pese a todo, no hace feliz a Carlitos, no digamos a Sinner, que sólo ha ganado un torneo de secano. El número de torneos de tapiz cobrizo disminuye en el circuito con lentitud, pero con firmeza. Triste por cancelada, reemplazada o discutida, la tierra batida está pasando a ser tierra (a)batida. Es otra víctima del moderno sentido del espectáculo de una sociedad con prisa, incrustada en un mundo impaciente. Una urgente manera de vivir que con la raqueta consiste en apostar con creciente tendencia por los saques contundentes, los golpes tajantes y los puntos abreviados. Predominio del saque y la volea en un tenis más conciso, en el que las perlas de habilidad y sutileza son más apreciadas por menos frecuentes. Quizás dentro de poco, al público no le importará pagar lo mismo por partidos más cortos y trabajados, siempre que sean más intensos.
Tras la retirada de Nadal, la arcilla ha mermado en su atractivo y capacidad de convocatoria. Simultáneamente, está contribuyendo a acelerar el otoño de un incómodo Djokovic, con cuatro veces más triunfos en pistas duras y en alguna de hierba que en terrosas. Montecarlo no ha sido el lugar más apropiado para que Nole levantase el vuelo. Incluso así, verlo caer en primera ronda, por tercera vez en sus últimos cuatro torneos, fue doloroso y casi premonitorio. Con 38 años el mes que viene y una última victoria, el pasado 4 de agosto en los Juegos de París, su ocaso parece irreversible.
Además, epílogo flotante de una gloria tripartita, se ha quedado solo en el interior de un vacío generacional sin dimensiones ni referencias. Confuso y desorientado, lo está matando una daga con, también, triple filo: la edad, la nostalgia y la melancolía.
Quedan semanas hasta Roland Garros y muchos partidos en el camino, pero Carlos Alcaraz ya sabe qué debe hacer para volver a ser campeón y qué no. Por primera vez en su carrera, este domingo levantó el trofeo del Masters 1000 de Montecarlo para confirmar su dominio de la arcilla y despejar sus problemas. Como ocurrió durante la semana, su victoria en la final ante el italiano Lorenzo Musetti por 3-6, 6-1 y 6-0 no fue espectacular, pero fue una victoria.
Si quedó claro que el número tres del mundo todavía no se encuentra al nivel que mostró el año pasado en París, también es evidente que pronto llegará. Triunfo a triunfo construye una confianza que le puede llevar a donde quiera. ¿A ganar 25 Grand Slam? Mejor primero pensar en ganar el quinto.
Porque últimamente los contratiempos de Alcaraz nacen de la precipitación y eso es extraño. En temporadas anteriores el español parecía inmune a la presión externa, a las exigencias del ranking, al peso de la historia, pero este año no es así. Quizá por las malas sensaciones sobre cemento o, como admitió, por la sanción a Jannik Sinner, anda precipitado y contra esas prisas debe luchar. Ante Musetti, necesitó templarse antes de vencer.
En el primer set jugó algunos de sus peores puntos del curso -sumó 12 errores no forzados casi consecutivos- y después, a partir del segundo set, se reencontró consigo mismo. Al final el partido se difuminó por los calambres del italiano, absolutamente exhausto. Por primera vez Alcaraz se proclamó campeón en Montecarlo, su sexto título de Masters 1000 y el número 18 en el circuito ATP.
VALERY HACHEAFP
"No es la manera en la que quería ganar. Me siento mal por Lorenzo. Acabar un torneo así no es fácil. Espero que no tenga un problema serio", comentó, de entrada, Alcaraz, que luego desveló ciertas dificultades: "Desde Miami he pasado un mes difícil, me ha costado enfocarme en lo importante. No quiero dar más detalles, pero ha sido así. Esta semana en Montecarlo he disfrutado como hacía tiempo que no pasaba".
El cansancio de Musetti
En dos de los cuatro partidos previos, Alcaraz había tenido que jugar tres sets, pero Musetti venía de dos palizas consecutivas ante Stefanos Tsitsipas y Álex de Miñaur y eso marcó la final. El italiano, un tenista en el mejor momento de su carrera, que este lunes se presentará a las puertas del Top 10 del ranking ATP, planteó el encuentro de la única manera posible: a la defensiva. Con las pocas fuerzas que le quedaban su intención era devolver las máximas bolas posibles y esperar a ver qué hacía Alcaraz. Si el español acumulaba muchos fallos, el título aún era posible.
Pero eso sólo funcionó en el primer set. El ímpetu de Alcaraz le llevó a regalar ese periodo inicial de una manera incomprensible y a complicarse la final. Para su éxito, todo tuvo que cambiar en el segundo set. Como le reclamaba su entrenador esta semana, Samuel López, de entrada se centró en poner la pelota en la pista y después realmente empezó a jugar. Ahí Musetti intentó darle respuesta, pero ya no podía. Su propio cuerpo se rindió y si acabó el tercer set fue por orgullo.
Caminaba Jon Rahm cabizbajo tras un mal final con dos bogeys consecutivos cuando Augusta National comenzó a rugir como nunca antes lo había hecho en este Masters. Con todos los jugadores ya en el campo, la primera hora de golf de Rory McIlroy quedará en los libros de récords, cinco bajo el par en cinco hoyos, la primera vez que un jugador consigue arrancar con seis treses consecutivos. Tras un drive gigantesco en el hoyo uno pasando el bunker de la derecha arrancó con birdie, la salida en el dos fue descomunal, de 370 yardas, para rematar en el green con un approach de eagle; el campo estaba ya patas arriba. Bryson DeChambeau respondía con un birdie desde 13 metros.
Seguía Rory en racha: birdie en el 3 y en el 5; el griterío seguía sobrecogiendo hasta a los patrones que transitaban alrededor de la casa club, allí Rahm departía amablemente con Ana Patricia Botín, única socia española vestida con su chaqueta verde. "Te he visto hoyos muy buenos hoy", consolaba la presidenta del Banco Santander al de Barrika, que cerró con 70 golpes (-2), una ronda que empezó muy bien con tres birdies consecutivos y terminó peor, con dos bogeys en el 17 y 18.
Entre medias, un juego sólido desde el tee, muy deficiente con los hierros y estratosférico con el putter, solo necesitó el ganador del Masters en 2023 de 27 putts para completar los 18 hoyos. Su resultado de par le deja entre los 25 mejores, pero sin ni siquiera opciones de intentar una heroica remontada dominical.
"Errores mentales"
"Un poco más cómodo en general, ayuda ver que los dos primeros putts han entrado, aunque la sensación ha sido parecida a la de los dos días anteriores. Los errores han sido mentales míos. Una pena no aprovechar el 13 y el 15", comentaba el español en referencia a los dos últimos pares cinco del recorrido.
Gracias al fulgurante inicio, Rory pasó de estar dos por detrás de Justin Rose a líder destacado con cuatro de ventaja. El show McIlroy había comenzado y se barruntaba una cifra para el escándalo. El juego 'A 'del norirlandés es probablemente el mejor de la historia del golf, el único problema es que muy pocos tienen el privilegio de verlo. Hoy la racha se prolongó durante 7 hoyos. En el hoyo ocho par cinco, tras una salida al bunker, llegó el primer error del día, falló el birdie en el nueve desde tres metros y un nuevo bogey en el 10 devolvía la emoción al torneo.
Con los ojos como platos, disfrutaba del espectáculo la leyenda del baloncesto español Rudy Fernández: "Espectacular. Poder vivir esto ha sido una gran oportunidad. Lo que más me ha sorprendido es cómo mantienen las tradiciones, y es lo que le hace especial al torneo, es mi primer evento y creo que he puesto el listón muy alto". Rudy, que empezó a jugar al golf gracias a la insistencia de su amigo Pau Gasol, también agradecía la desconexión del teléfono en estos días. "Me quedaría hasta el final, pero mi mujer me mata", bromeaba ya rumbo a Madrid donde disfrutará de su nueva afición en el campo de golf de La Finca con amigos como el ex futbolista del Real Madrid, Raúl González Blanco.
Rahm, el sábado, en un bunker del hoyo 17.EFE
A tiempo, Rory volvió a conectarse con el birdie en el 13 y majestuoso hierro en el 15 que convirtió en eagle para llegar a -12 y poner un parcial de seis bajo el par en su ronda y de nuevo recuperar los cuatro golpes de ventaja, que finalmente se quedarían en dos con Dechambeau. Lo intentaron sin acierto el número uno,Scottie Scheffler (par), que en ningún momento consiguió despegar, o el líder tras los dos primeros días, Justin Rose (-6), que no pudo mejorar una tarjeta de +2.
Los únicos capaces de seguir el ritmo de McIlroy fueron Corey Conners (-8) con unos meritorios 70 golpes bajo presión, Ludvig Åberg con -3 en la jornada y seis bajo el par en el acumulado, mismo resultado que Patrick Reed y sobre todo DeChambeau (-10) con una ronda de tres bajo el par, culminada en el 18 con un putt de 14 metros que levantó de nuevo toda una explosión en Augusta National. Salió Bryson del hoyo 18 como una estrella de rock and roll antes de un concierto, inyectado de euforia, arengando a cada paso a las masas que aclamaban al nuevo héroe americano en la antesala de un duelo de tintes épicos.
LIV Golf vs PGA Tour
El domingo compartirán el partido estelar, los dos jugadores más carismáticos del momento, las mayores personalidades que ofrece hoy en día este deporte y que se reparten la mayor porción de fanáticos. El mejor emparejamiento posible enfrentará a dos mundos contrapuestos: el de LIV Golf, representado por DeChambeau, y el PGA Tour, con Rory como máximo exponente.
Solo cinco golfistas en la historia, Gene Sarazen, Ben Hogan, Arnold Palmer, Jack Nicklaus y Tiger Woods, han logrado el hito de triunfar en al menos cada uno de los cuatro majors. Un triunfo incorporaría a Rory a este selecto listado, convirtiéndole en leyenda de este deporte.
El mayor enemigo de Rory ante el Grand Slam son sus propios fantasmas. Hace 14 años, en 2011, salía la última jornada con cuatro golpes de ventaja y terminaría en el puesto 15 tras una histórica debacle.
No hay barreras que ellos no logren superar. En su día a día y en cada reto que se proponen.Álex Roca y José Luis García Serrano, Jota, son dos ejemplos de superación, de cómo el deporte es capaz de mostrar el espíritu irredento de dos tipos para los que los obstáculos son sólo acicates. En Ibiza unieron sus fuerzas para completar los 12 kilómetros del Santa Eulària Ibiza Marathon.
"Yo sin voz, él sin vista", contaba, a través de su pareja Mari Carmen Maza, Álex Roca. Unidos por una cuerda, por sus manos y por sus ganas de inspirar. El atleta catalán, con una parálisis cerebral del 76%, y el triatleta paralímpico, participante de los dos últimos Juegos con su discapacidad visual compartieron cada zancada en una emotiva carrera.
"Hoy he tenido el honor de correr junto a Jota, un referente y una inspiración. Yo me comunico en lengua de signos. Él no ve. Y, aun así, nos hemos entendido desde el primer momento. Porque cuando hay conexión y respeto, el deporte habla un lenguaje universal que va más allá de cualquier barrera. Gracias, Jota, por este regalo compartido. Lo importante no son los kilómetros que corres, sino el mensaje que dejas al pasar", declaraba Álex su llegada a meta.
Jota y Álex Roca se abrazan al completar la prueba.EL MUNDO
No era la primera vez de Roca en la carrera de la isla, aunque esta vez resultó especial. Arropados por cientos de espectadores en cada metro del recorrido, ambos corrieron con el objetivo de demostrar que las barreras no existen.
"Lo que han hecho Àlex y Jota va mucho más allá del deporte. Es un ejemplo de inclusión, compañerismo y valentía que representa perfectamente el espíritu de esta prueba", admitió Francisco Larrey, director de la prueba. El evento reunió a más de 6.000 corredores con un 70% de participación internacional.
Al Barça le tocó hacer un ejercicio de supervivencia extrema en Butarque. Ante un Leganés ordenado en defensa y capaz de ponerle el miedo en el cuerpo buscándole las costuras en ataque, acabó por llevarse un triunfo por la mínima, con gol en propia puerta de Jorge Sáenz, que le permite afianzarse un poco más en la cabeza de la clasificación. [Narración y estadísticas (0-1)]
Lo peor para los intereses barcelonistas, en este caso, fue la lesión muscular de un Alejandro Balde que sería perfectamente suplido por un Gerard Martín que ha ido de menos a más a lo largo de lo que llevamos de curso y que se ha ganado sobradamente y con creces que no haya runrún alguno ya entre los aficionados azulgrana cuando le toca estar sobre el terreno de juego.
El Leganés mantuvo perfectamente bajo control al Barça en el primer tiempo. A pesar de que el conjunto de Hansi Flick saltó al césped dispuesto a apretarle las tuercas a su rival, apenas encontró acciones peligrosas pese a sus múltiples llegadas. La más clara, un disparo de Koundé, envenenado tras tocar levemente en Sergio González, que Dmitrovic pudo enviar a córner en un alarde de reflejos.
Los locales, mientras, fueron capaces de combinar orden defensivo con oportunas acciones de ataque. En la primera de ellas, antes de que se cumplieran los primeros 15 minutos de juego, Szczesny también tuvo que emplearse a fondo para evitar que Altimira, tras una fulgurante llegada de Raba a la línea de fondo, enviara el balón al fondo de la red.
Poco a poco, el orden defensivo del Leganés fue ahogando las opciones de un Barça que veía como una y otra vez los locales prácticamente flotaban a Araujo para que construyera él el juego. Algo que, desde luego, no se cuenta entre sus muchas virtudes.
Los azulgrana, además, se llevaron el jarro de agua helada de ver cómo Balde debía dejar el terreno de juego antes de tiempo por lesión. Justo, cuando empiezan a acumularse las grandes citas Europeas y con la final de la Copa del Rey frente al Real Madrid a sólo un par de semanas de distancia.
El conjunto de Borja Jiménez, además, cerraría el primer acto poniéndole el miedo en el cuerpo a su rival. Primero, con un disparo de Raba que se perdió por encima del larguero. Después, con una caía de Diomandé en el área en la que Hernández Maeso entendió que buscó engañarlo (así se lo hizo saber, de hecho, a continuación) y una acción colectiva sobre la bocina que obligó a Raphinha a fajarse también en tareas defensivas.
Flick, visto lo sucedido en los primeros 45 minutos, optó por recuperar para la causa a un Frenkie de Jong reservado de inicio. Pero no fue el holandés el factor decisivo de que los azulgrana rompieran al fin su gafe ante la portería pepinera. Una buena recuperación de Gerard Martín le permitió a Raphinha ponerle un centro envenenado a Lewandowski que Jorge Sáenz, en su intento por enviar el esférico a córner, acabó por introducirlo finalmente en su propia portería.
Polémica
Al 0-1 estuvo a punto de seguirle el 0-2 antes del primer cuarto de hora del segundo tiempo, tras una buena acción de Fermín en el área rival que el joven centrocampista envió fuera por poco. Los locales, poco después, pedirían penalti por un contacto en el codo de Íñigo Martínez y otro casi a continuación en el brazo de Gerard Martín que ni el colegiado ni el VAR consideraron punibles.
Los locales, lejos de bajar los brazos, lograron incluso enviar el balón al fondo de las mallas por medio de Raba, si bien su tanto sería invalidado finalmente por fuera de juego. Tendría otra buena opción Diego, a centro de Juan Cruz. Su remate, no obstante, no encontró el camino de la portería. El Barça, mientras, no acababa de encontrar tampoco la manera de dejar el duelo definitivamente visto para sentencia. Un hecho que le obligó a vivir una recta final del duelo en el alambre, pero que acabó sin que el marcador volviera finalmente a moverse, gracias también a un balón rebañado in extremis a Munir cuando el delantero corría en solitario más que dispuesto a materializar la tan manida ley del ex.
Ni siquiera en un territorio como Bahrein, de sobra conocido, Lewis Hamilton logra enderezar el rumbo con Ferrari. Las malas sensaciones apuntadas desde el inicio del Mundial se confirmaron ayer en Sakhir, donde el heptacampeón firmó otra mediocre sesión clasificatoria, que le hará partir hoy desde la novena plaza de la parrilla. "No hay motivo alguno, pero no hice mi trabajo. Y es algo que sucede todos los sábados, sí", admitió.
En apenas mes y medio, el declive de Hamilton puede dibujarse a la luz de sus propias palabras. Durante la pretemporada dijo haber experimentado las "sensaciones más positivas desde hace mucho tiempo". Por entonces, Ferrari decía sentirse preparado para luchar con McLaren por los dos títulos en juego. Ayer, seis semanas después, Hamilton calificó su rendimiento como "deficiente". No sólo había cedido casi un segundo frente a la pole de Oscar Piastri (1:29.841), sino también seis décimas respecto a Charles Leclerc, su compañero de garaje.
Este fin de semana, Ferrari ha presentado en Sakhir su primer paquete de mejoras, que incluye un nuevo fondo plano, una novedosa geometría en el difusor y diversos cambios en el sistema de refrigeración. Las expectativas, por tanto, han vuelto a crecer en torno a Hamilton, que aún ostenta el récord de victorias en este circuito (2014, 2015, 2019, 2020, 2021). Sin embargo, su único y fugaz destello se produjo durante la Q1, al aprovechar un rebufo en la recta de meta. El resto, incluido una vuelta anulada por superar los límites de pista, debe enterrarse en el olvido.
El peor arranque desde 2009
"Lo siento mucho", balbuceó Sir Lewis a través de la radio, sin encontrar razones para explicar el error que le había relegado en la Q3. Si en dos de las tres clasificaciones previas ya había perdido la batalla ante un Racing Bulls -el filial de Red Bull que monta motores Ferrari- ayer Hamilton se vio superado por Pierre Gasly (Alpine) y Carlos Sainz, que al fin pudo ofrecer lo mejor de su repertorio al volante del Williams.
Según los datos que maneja la Scuderia, Hamilton no logra trasladar al asfalto el rendimiento que el coche apunta durante las simulaciones. Nada queda ya de aquel entusiasmo de finales de febrero, cuando desde Maranello llegó a filtrarse una progresión de un segundo por vuelta. Hamilton sufre demasiado ante el caprichoso comportamiento el SF-25. Ni logra domesticarlo, ni encuentra su equilibrio. Si excluimos los puntos de la sprint race de Shanghai, Ferrari ha firmado su peor arranque de un Mundial desde 2009.
Para enturbiar aún más el ambiente, Hamilton viene protagonizando airados enfrentamientos con su ingeniero de pista. Es cierto que Riccardo Adami, que ya trabajó con Sebastian Vettel y Sainz en garaje rojo, ha cometido un par de errores a la hora de transmitir los datos precisos. Pero Hamilton se lo ha afeado del modo más cruel. Bajo estas críticas hay quien interpreta una indisimulada nostalgia por Pete Bonnington, el ingeniero que guio sus pasos en Mercedes. Por no citar el caso de Angela Cullen, su preparadora física de máxima confianza, con la que había roto a finales de 2023 y con la que ha terminado reconciliándose.
De modo que Fred Vasseur, team principal de Ferrari, vive su momento más delicado desde que sustituyó a Mattia Binotto. Nadie puede ocultar ya la crisis. Ni siquiera Luca Cordero di Montezemolo, de regreso a un paddock tras casi 11 años de ausencia. En Sakhir, el ex presidente del Cavallino ha tenido que enfriar los ánimos tras los recientes comentarios de Hamilton sobre un presunto sabotaje. «Ha habido un déficit con respecto al otro lado del garaje por culpa de un elemento del coche. Algo funciona mal y me hace perder más de una décima por vuelta», deslizó tras su mala actuación en Suzuka.