«Lo que más preocupa al Madrid es la situación del arbitraje en España». El pabellón de baloncesto de la ciudad deportiva de Valdebebas acogió ayer el clásico encuentro navideño entre los responsables del Real Madrid y los medios de comunicación. Evento que aterrizó en plena actualidad deportiva del primer equipo de fútbol, inmerso en una crisis de resultados, suavizada tímidamente tras el triunfo en Mendizorroza, que tiene a Xabi Alonso contra las cuerdas.
El lunes se vivió con cierta calma tensa y con bastantes dudas en el seno del conjunto blanco, a la espera de los resultados contra el Talavera en Copa del Rey y ante el Sevilla en el último partido del año en el Santiago Bernabéu, para decidir qué hacer con el técnico vasco. Los últimos siete días han sido frenéticos en Chamartín, con la derrota ante el Celta, la reunión en el estadio después del partido, la advertencia de la dirección a los futbolistas sobre su actitud, el 1-2 contra el Manchester City y el triunfo balsámico en Vitoria como punto y seguido a una situación extraña en Valdebebas. Nadie se atreve a pronosticar.
«Puede pasar de todo», es una de las respuestas que llegan desde el césped de la ciudad deportiva madridista, donde nadie sabe muy bien qué esperar de los próximos días. Alonso parecía más fuera que dentro después del duelo ante el Celta, pero la mejoría en intensidad ante el City le dio aire hasta Mendizorroza, donde su equipo sumó tres puntos que calmaron un poco las aguas.
Florentino insiste con Negreira
Aún así, la sensación dentro de la organización madridista es que un pinchazo ante otro rival inferior(al City no se le consideraba como tal) pondría fin al camino del vasco en el banquillo. Algunas voces, sin embargo, confían en que el Madrid termine de despegar en enero y en que las soluciones que están sobre la mesa para sustituir a Alonso, que ahora mismo son Solari y Arbeloa, no cambiarían demasiado la perspectiva actual del conjunto blanco.
En la comida con los medios, Florentino Pérez evitó mencionar el nombre de su entrenador en el discurso que realizó durante cinco minutos ante la prensa. El presidente del cuadro madridista centró sus esfuerzos en el Caso Negreira y en los errores que, según él, han tenido los árbitros que han dirigido los últimos encuentros del Madrid. «Ante el Alavés fuimos arbitrados por un colegiado que nos amenazó antes de una final de Copa. Parece ser que las zancadillas a Rodrygo y Vinicius no son penalti. Es posible que algún club haya descendido víctima del caso Negreira, se ha dañado la imagen de nuestro fútbol y se debe hacer justicia. El juez lo definió como corrupción sistémica y dijeron que eran pagos convenientes, ¿por qué?», reflexionó Pérez.
Más allá de los árbitros, nada. Ni un mensaje de apoyo ni uno de aviso a sus jugadores o a su cuerpo técnico. Nada. El presidente del Madrid y el resto de responsables del conjunto blanco esperan ahora acontecimientos, con el duelo copero contra el Talavera y el de Liga ante el Sevilla como siguientes piedras de toque. Ese es el futuro cercano del club, el único que existe ahora mismo. Después llegará la Supercopa de Arabia, competición que el año pasado hizo mucho daño a Carlo Ancelotti al perder la final contra el Barça por 2-5. Nadie quiere observar tan lejos porque ahora mismo en el Madrid «cada partido es un mundo», como se reconoce de puertas para dentro. Nadie se atreve a decir que será el técnico ahí.
cambio de tono
No hay, pues, una fecha límite para Alonso. Por ahora, todas lo son. La relación con el vestuario, al menos en público, ha mejorado después de la advertencia del club a los futbolistas, y los abrazos de Rodrygo y Vinicius en los partidos ante City y Alavés han reflejado ese cambio de tono de la plantilla, pero los problemas internos siguen siendo similares. El equipo no termina de jugar bien y depende de la calidad individual de sus delanteros, las piezas del centro del campo no encajan, con Alonso buscando nuevas soluciones cada día, y la forma física de los jugadores dista de ser la mejor.
Calma tensa, y con bastantes dudas, antes de la Copa y la Liga. Así es la realidad navideña de este Madrid. Una que puede cambiar en cualquier momento.
A finales del siglo pasado, el fútbol había colonizado casi toda la tierra, pero el casi que faltaba no era despreciable: India, China y Estados Unidos. En el último país hubo un hombre llamado Henry Kissinger, primero secretario de Defensa y luego de Estado, que dedicó el tiempo que le dejaba libre su tarea de pactar paces en Oriente y agitar golpes en Latinoamérica a predicar el fútbol entre los suyos. Incluso logró la organización de la Copa del Mundo de 1994 para EEUU, remando río arriba contra escépticos en su tierra y fuera de ella.
Kissinger había nacido en Fürth, Baviera, en 1923, hijo de un maestro de escuela judío y una ama de casa. El crecimiento del nazismo llevó a la familia a tomar la sabia decisión de emigrar a EEUU cuando él tenía 15 años. Mundo nuevo, vida nueva. Pero su infancia y preadolescencia en el Viejo Mundo ya le habían enamorado del fútbol, que definía como «una complejidad disfrazada de simplicidad». Cuando alcanzó los más altos cargos en la administración republicana, sus colaboradores tenían entre otras tareas la de suministrarle sobres con recortes del fútbol europeo, soccer en su nuevo país, que designa con la palabra fútbol esa variante suya del rugby, tuneado con cascos y corazas.
Para saber más
Finalizando los 70, estuvo entre los impulsores de la North American Soccer League (NASL), aquel intento algo postizo de meter el fútbol por arriba, con un supercampeonato cuya bandera fue un declinante pero aún válido Pelé, al que se juntarían Beckenbauer, Cruyff, Eusebio y otros nombres de relumbrón. Aquello sólo duró hasta 1984, y digamos que si no cuajó allí como espectáculo sí dejó un estímulo para su práctica. Colegios y universidades se interesaron por este deporte, al que veían valores europeos, y practicarlo pasó a ser un signo distintivo de los y las jóvenes de clases distinguidas. De ahí derivó el excelente desarrollo de su fútbol femenino, en la vanguardia mundial desde años atrás.
El 'aprendizaje' de 1986
Kissinger había intentado hacerse con el Mundial de 1986, al que renunció Colombia tras tenerlo atribuido. La causa fue que la FIFA se descolgó con unas exigencias inéditas que elevaban exponencialmente el costo: 12 estadios de 40.000 espectadores para la primera fase, más cuatro de 60.000 para la segunda, más dos de 80.000 para el partido inaugural y la final, más una torre de comunicación en Bogotá, más congelación de las tarifas hoteleras para los miembros de la FIFA desde el 1 de enero de 1986, más un decreto de libre circulación de divisas internacionales por el país, más una flota de limusinas para los directivos de la FIFA, más una red de trenes entre sedes, más aeropuerto con capacidad para los más modernos jets en todas las sedes, más red de carreteras rápidas para conectar las sedes entre sí.
Ante semejantes imposiciones, Colombia renunció, no sin gran polémica nacional. Kissinger impulsó a Estados Unidos a proponerse, y lo hizo, junto a Canadá, Brasil y México, que al final se lo llevaría. México tenía un gran padrino, Guillermo Cañedo, vicepresidente de Televisa y de la FIFA, de quien en Colombia siempre se malició que fue el urdidor de aquel pliego de exigencias. Kissinger declararía más tarde al respecto: «Los enredos y conspiraciones por la Copa del Mundo de 1986 me hicieron nostálgico de las conversaciones de paz en Oriente Medio». Se compensó publicando tras el campeonato un impactante artículo titulado El fútbol y las actitudes, donde señalaba que cada país juega al fútbol como vive y como hace la guerra.
Pero aprendió a manejarse en la FIFA, y el de 1994 sí lo conseguría, por delante de Marruecos y Brasil. Al presidente de la FIFA, Joao Havelange, cómplice en aquellos años de Juan Antonio Samaranch y Primo Nebiolo (presidente mundial del atletismo) en la causa de allegar grandes patrocinios para el deporte, le pareció oportuno un Mundial en Estados Unidos. Las críticas en Europa y Sudamérica fueron demoledoras, y tampoco puede decirse que Estados Unidos recibiera la noticia con entusiasmo. The Washington Post escribió en su editorial: «El fútbol es un juego que los estadounidenses enseñamos a nuestros niños hasta que alcanzan la edad suficiente para hacer algo interesante». Y también: «Aquí es el deporte del futuro y siempre lo será».
El Soldier Field de Chicago, durante la ceremonia inaugural.FIFA
Kissinger se reservó el papel de vicepresidente del comité organizador, aunque en verdad lo manejaba todo. EEUU ya acudió al Mundial previo, Italia-1990, pero perdió los tres partidos. Ahora que estaba clasificada de oficio necesitaba un equipo competitivo para no hacer el ridículo y Kissinger, aconsejado por su ídolo Beckenbauer, escogió como seleccionador al yugoslavo Bora Milutinovic, un arquetipo de trotamundos de esos que da el fútbol; lo había sido como futbolista y lo sería también como entrenador. En México-1986 dirigió a la selección local y en Italia-1990, a la de Costa Rica, a la que clasificó previamente. Fue una buena elección. Trabajó a fondo, con una larga concentración en Mission Viejo (California) por la que pasaron muchos jugadores hasta ir afinando el grupo definitivo, entre cuyos supervivientes se contó el bético Tab Ramos. Si hasta aquellas fechas Estados Unidos había jugado 80 partidos en toda su historia, ahora iba a jugar 89 antes del Mundial, lo que incluyó el torneo de la CONCACAF, la Copa América y un torneo Internacional en Riad con Arabia y Costa de Marfil. El resto fue una nube de amistosos bien programados y graduados.
Concurrieron 24 equipos, la mitad que al de este próximo verano, divididos en seis grupos de cuatro; pasaban a octavos los dos primeros y los cuatro mejores terceros, con la novedad que la victoria daba tres puntos, no dos, como venía siendo hasta entonces. Los jugadores llevaron el nombre en la espalda sobre el número, costumbre inveterada en los deportes americanos y ya adoptada entonces por la Premier. Se jugó en ocho ciudades, en campos de fútbol americano, en general viejos. Un contraste con Italia-1990, donde se construyeron o renovaron casi todos.
La primera impresión fue desoladora: el 17 de junio abrieron plaza en el Soldier Field, de Chicago, Alemania, como campeona vigente, y Bolivia, entrenada por nuestro recién fallecido Xabier Azkargorta, El Bigotón, al mismo tiempo que coches de policía perseguían por las autopistas al que conducía O.J. Simpson, celebérrimo jugador de fútbol americano (incluso había participado en la exitosa Aterriza como puedas), presunto culpable de asesinar a su esposa y su amante. El fútbol perdió interés, hasta los espectadores de Chicago dejaron los asientos para seguir en los televisores de las galerías la cinematográfica persecución, filmada desde un helicóptero. Ese primer día el Mundial se sintió en casa ajena.
86.016 espectadores en San Francisco
Y, sin embargo, todo fue creciendo sobre la marcha. Una causa fue la inmensidad de aquel país, donde desde cualquier lugar puede salir gente para cualquier cosa. Y luego, el inesperado buen papel del equipo local, bien armonizado por Milutinovic. Se hizo muy popular el defensa Alexi Lalas, un hippy pelirrojo de melena rizosa y perilla, que evocaba a Buffalo Bill, pero también llamaron la atención el portero Meola, el líbero Reyna, el cerebral Wynalda y el alborotador atacante Coby Jones. Empezaron empatando con Suiza y dieron la campanada al ganar en el segundo partido a Colombia, 2-1, con aquel autogol de Escobar que le costaría la vida al cabo de pocas semanas. Cerraron el grupo perdiendo 1-0 con Rumanía, pero eso les dio para pasar el cruce y enfrentarse en octavos a Brasil.
Ese día el fútbol pisó fuerte en Estados Unidos. Se acreditaron 1.500 periodistas. En la víspera, el presidente Bill Clinton llamó personalmente a Milutinovic para desearle suerte, y el partido concentró 86.016 espectadores en el Stanford de San Francisco, 2.000 más que la Super Bowl de 1985, récord hasta la fecha. Ganó Brasil 1-0, gol de Bebeto, pero puede decirse que aquella fue una derrota de prestigio. La ABC batió su récord de audiencia. Los muchachos de Milutinovic habían cumplido, logrando lo que la NASL había intentado infructuosamente con sus pelés, beckenbauers, cruyffs, eusebios y demás.
Por lo demás, aquel Mundial dejó cosas interesantes para el recuerdo: Franco Baresi se lesionó de menisco en el primer partido. Dada su edad, 34 años le dimos por retirado. Pero resultó que la entonces modernísima técnica de la artroscopia le permitió reaparecer en la final, donde iba a fallar el primer penalti de la tanda.
Salenko, durante su histórico partido ante Camerún.FIFA
Rusia participó por primera vez como tal, una vez disuelta la URSS. Uno de sus jugadores, Oleg Salenko, marcó cinco goles en un partido, cosa que nadie hizo antes y no haría después, en ese verano estaba pasando del Logroñés al Valencia, y más adelante jugaría en el Córdoba. Rusia ganó 6-1 a Camerún, con el meta Songo'o, que luego pasaría por el Depor, como víctima. Pero esa goleada no le dio para clasificarse. Salenko fue Bota de Oro con seis goles, los mismos que Hristo Stoichkov, aunque conseguidos en menos minutos.
Maradona vivió el definitivo drama de su suspensión por dopaje, después de haber vencido su adicción a la cocaína con un tremendo esfuerzo. El error de uno de sus colaboradores al reponer un medicamento agotado por otro muy parecido, pero que contenía efedrina, hundió su carrera y su vida para siempre.
Roger Milla, que había asombrado en Italia-1990 con su incorporación a Camerún por orden del presidente cuando ya estaba retirado, regresó a este Mundial, ya con 42 años. En el partido de los cinco goles de Salenko marcó el único de los suyos, con lo que se convirtió en el goleador de mayor edad en la historia de la Copa del Mundo.
Hemorragia nasal
España acudió con el polémico Javier Clemente como seleccionador e hizo un buen campeonato. Su equipo, granítico, cargado de defensas centrales, llegó hasta cuartos, donde perdió contra Italia por un gol de Roberto Baggio. A muy poco del final, Mauro Tassotti provocó una fuerte hemorragia nasal a Luis Enrique con un codazo en el área que ni el árbitro ni el linier vieron. Quién sabe si con ese penalti...
La final fue Brasil-Italia. Terminó 0-0 tras prórroga y por primera vez el título se decidió en la tanda penaltis. Ganó Brasil, con un fallo final de Baggio, la estrella de Italia.
En términos generales, aquel Mundial fue un éxito inesperado. Frente al escepticismo inicial, EEUU metió 3.587.538 espectadores en los 52 partidos, con un promedio de 68.991, récord absoluto. Esa fue la más grata de las sorpresas. El fútbol había metido un pie en el país, para felicidad de Kissinger. Desde entonces se ha clasificado a todas las ediciones, excepto el de Rusia-2018 (antes había faltado a todas las celebradas entre Brasil-1950 e Italia-1990) y ha ganado la Copa de Oro (que enfrenta a los países de Centro y Norteamérica) en seis ocasiones.
Ahora, el capital estadounidense asalta los grandes clubes de la Champions y el país se prepara para organizar un nuevo Mundial, apoyado en Canadá y México. Sólo que ya no está Kissinger al cargo, sino Trump...
Jorge Casado (Madrid, 1989), uno de los puntales del Guadalajara, que buscará este martes dar el gran golpe ante el Barcelona en la Copa del Rey, es todo un trotamundos del fútbol. Sus primeros pasos serios los dio en las filas del Rayo Vallecano, que apostó por incorporarlo cuando tenía apenas 10 años y donde llegó a despuntar tanto que el Real Madrid acabaría haciéndose con sus servicios en 2010.
Aunque inicialmente estaba previsto que jugara para el tercer equipo, acabó por convertirse en una pieza básica para Alberto Toril en un Castilla que llegó incluso a jugar la promoción de ascenso a Segunda División, donde sería finalmente eliminado por el Alcoyano.
Sus buenas maneras tampoco pasaron inadvertidas para José Mourinho, que lo hizo debutar con el primer equipo, como titular, en una vuelta de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey, en la temporada 2011-12 frente a la Ponferradina, al lado de jugadores como Pepe, Varane, Özil o Benzema, que se saldó con victoria madridista por 5-1. Esa, no obstante, sería también su única aparición.
Ascenso a Primera RFEF
Tal vez debido a ello, para buscar nuevas oportunidades de crecimiento, se incorporaría en 2014 al Betis, que militaba entonces en Segunda, para vivir la primera de las tres experiencias consecutivas de un solo año (le seguirían la Ponferradina y el Zaragoza) tras las que, en 2017, daría el salto a Grecia para jugar en primera desde las filas de un Xanthi con el que también acabaría viviendo algunos claroscuros.
En 2020, sus ganas de volver a casa le llevaron a firmar por el Rayo Majadahonda, club donde permanecería durante cuatro temporadas y donde llegaría a ser capitán hasta que en verano del año pasado firmó en principio por una única campaña por un Guadalajara con el que acabaría rubricando la ampliación de su contrato por un año más el pasado mes de junio.
En el club violeta alaban tanto su ascendencia en el vestuario como su participación en una campaña que acabó culminando con el ascenso a Primera RFEF y, aunque en la Liga se ha perdido siete de los 16 encuentros disputados, con solo una de esas ausencias en el banquillo, sí ha tenido presencia en los dos duelos de Copa que ha jugado el equipo, ante el Cacereño, en primer ronda, y con algo más de 11 minutos sobre el césped y, sobre todo, frente al Ceuta, en segunda ronda, ante el que jugó la totalidad del encuentro.
Duda bajo palos
El partido de este martes frente al Barcelona será un auténtico choque de contrastes. Por una parte, se medirá el conjunto más goleado del Grupo 1 de Primera RFEF, un Guadalajara que, ahora mismo, ha encajado 24 tantos en 16 partidos, tres de ellos este pasado sábado frente al Real Madrid Castilla en el Alfredo di Stéfano, en un partido en el que los visitantes lograron adelantarse en el marcador, frente al máximo goleador de Primera. Los azulgrana, en estos momentos, suman 49 goles a favor en 17 partidos, 14 más que su más directo perseguidor, el Real Madrid de Xabi Alonso.
La gran incógnita del equipo azulgrana, en estos momentos, es quién se encargará de estar bajo los palos en Guadalajara. Por lo pronto, Hansi Flick ya ha dejado claro que Joan Garcia tendrá descanso y que no decidirá hasta este mismo martes si quien deberá tomarle el relevo será Wojciech Szczesny, baja el sábado ante Osasuna por una gastroenteritis, o Marc-André ter Stegen, que sigue mostrándose poco dispuesto a dejar el club pese a que la inactividad podría costarle disputar el Mundial.
El Barcelona, defensor del título conseguido tras imponerse en la final al Real Madrid, llega en un excelente momento después de ganar a Osasuna en la Liga y ratificar el liderato y con la impresión de ser un equipo cada vez más fiable.
Florentino Pérez volvió a la carga contra los árbitros y contra el Barcelona en la comida de Navidad del Real Madrid con los medios de comunicación. El presidente del conjunto blanco fue muy duro con el estamento y admitió que "la mayor preocupación del club es la situación del arbitraje en España".
En la reunión anual con los periodistas, los árbitros y el Caso Negreira coparon el foco del discurso de Pérez, uno de los más duros de los últimos tiempos. "La Navidad es un momento de reflexionar y la mayor preocupación del Madrid es la situación del arbitraje en España. Daña la reputación de nuestra la Liga. Lo ocurrido con Negreira durante dos décadas es obligado que se haga justicia... Y las instituciones han dejado solo al Madrid en esta lucha", declaró.
Florentino lanzó varios dardos a la Liga y a la Federación Española de Fútbol. ¿Cómo es posible que el jefe de los árbitros nos pida que pasemos página? ¿Cómo es posible que la Federación y la Liga se comporten así? Tienen el deber de velar por la integridad de la competición. El caso Negreira es el problema más grave que tiene el fútbol a día de hoy", añadió.
Y continuó, en un discurso que duró casi cinco minutos. "Se han pagado 8 millones por informes de árbitros que nunca fueron conocidos por los entrenadores . Son los informes más caros del mundo. Mancha la imagen de nuestro deporte y existe la necesidad de un cambio radical".
El caso Negreira
Pérez recordó los últimos arbitrajes al Madrid, incluido el de anoche en Mendizorroza. "Ayer fuimos arbitrados por un árbitro que nos amenazó antes de una final de Copa", dijo, refiriéndose a González Fuertes, árbitro de VAR en la final contra el Barça y ayer en Vitoria.
"Parece ser que las zancadillas a Rodrygo y Vinicius no son penalti. Es posible que algún club haya descendido víctima del Caso Negreira. Se ha dañado la imagen de nuestro fútbol y se debe hacer justicia. El juez lo definió como corrupción sistémica.ñ y dijeron que eran pagos convenientes, ¿por qué?", se preguntó.
Florentino evitó referirse a la situación de Xabi Alonso en el banquillo del primer equipo y se centró en la "ilusión por el futuro".
Es la vida de Ilia Topuria un auténtico torbellino. Un huracán en el cuadrilátero y un tornado fuera de él. El doble campeón de la UFC anunció hace menos de un mes que no pelearía hasta la primavera porque estaba pasando por "un momento difícil" en su vida personal. Ese momento se ha revelado a la 13.00 horas de este lunes en un comunicado de un folio en el que el peleador dice estar sufriendo una extorsión por la acusación de unos supuestos malos tratos a la que podría ser su pareja Georgina Uzcategui.
"Durante los últimos meses he sufrido situaciones y presiones intolerables, amenazando con difundir infundadas acusaciones de malos tratos que solo desaparecerían a cambio de dinero, pero la verdad solo tiene un camino: los hechos", comienza el escrito que ha hecho público el luchador en sus redes.
El hispanogeorgiano habla de "presiones intolerables" y de amenazas de "difusión de infundadas acusaciones de malos tratos que sólo desaparecerían a cambio de dinero". Explica que todo ello está "documentado" y se ha puesto a "disposición judicial" y habla de una causa que comprende los delitos de extorsión, falsificación de pruebas, sustracción de dinero y objetos personales, "además de por todas las amenazas recibidas".
Topuria apunta que esta comunicación es una respuesta a situaciones que "amenazan tu paz, tu familia y tu nombre". Dice que no cederá ante la "presión, la manipulación o el miedo" y que "ha intentado callar" para proteger a sus hijos pero que eso ha permitido que "la mentira siga creciendo".
Los problemas con la que fuera su pareja Georgina Uzcategui, y madre de su hija pequeña, se airearon en redes sociales, aunque siempre de manera velada por ambas partes. Mientras que una habló de "hombres corruptos de entendimiento", el otro respondió que el problema fue querer llevar a gente "a la cima" que no le quería ver allí. "¿En qué momento la cagué?", se preguntaba Topuria.
Así, cuando el peleador hispanogeorgiano, que venía de ganar el doble título de campeón de la UFC tras derrotar a Charles Oliveira por el cinturón del ligero, disfrutaba de su mejor momento profesional, su vida personal se vino abajo y se llevó con ella su presencia en el octógono.
Este escrito, en el que confirma que renunciar a la defensa de su cinturón no ha sido una "decisión fácil", llega justo después de que la UFC anunciase que en enero, Paddy Pimblett y Justin Gaethje, pelearán por el título interino del peso ligero. Un combate del que saldrá el aspirante a enfrentarse al propio Topuria cuando vuelva al circuito.
La vida después de la cancelación, ¡qué vida más dulce! En el Club Kallipolis de Barcelona, el club que creó la natación sincronizada en España, su club, Anna Tarrés habla con EL MUNDO con la tranquilidad de quien ya es inmune. "Si digo algo polémico, pues muy bien, ya ves tú", asume. Tras dirigir la época dorada de la sincro, con las medallas de Gemma Mengual, Andrea Fuentes y Ona Carbonell, en 2012 fue denigrada y despedida por la denuncia de algunas ex pupilas sobre sus métodos y sus palabras, como aquellos "gordis".
En los tribunales demostró que la Federación Española había orquestado una campaña para echarla y le pagaron más de 400.000 euros de indemnización, pero igualmente tuvo que empezar de nuevo. Mientras se metía en política como diputada de Junts per Catalunya entre 2018 y 2020, entrenó a equipos menores como México, Francia, Ucrania o Israel hasta que llegó China para entregarle su sincronizada. En los pasados Juegos Olímpicos de París 2024 devolvió la confianza con el oro por equipos por delante de España, bronce después de una década en blanco sin ella.
Sigue dirigiendo a China. ¿Son diferentes las nadadoras allí?
La sociedad es diferente. Allí el respeto hacia el superior y la disciplina son valores muy arraigados, y tienen otro concepto de la cantidad de horas de trabajo necesarias para conseguir algo. Pero, por otro lado, las relaciones son un poco más frías. Ese es el cambio más importante en el que he trabajado allí: ahora las nadadoras se emocionan, transmiten sentimientos, son más generosas con su energía.
Son más disciplinadas, pero también habrá quien se queje.
Aquí se discute más a los entrenadores, eso seguro. La juventud es la misma en todas partes, no lo niego, pero allí el trabajo es sagrado y por eso les va como les va. Están educados en otros valores y, antes de sublevarse, razonan un poco más. Por cultura, las nadadoras en China son menos espontáneas, menos exageradas, menos emotivas.
Decía Toni Nadal que a los jóvenes aquí no se les prepara para las dificultades que hay en la vida.
Es así. No se les prepara para tolerar la frustración. Estamos malentendiendo el estado del bienestar: les explicamos que el resultado puede ser inmediato y a un precio realmente bajo. Que todo sea placentero, que nada cueste, que no se cansen, que no sufran. En ese sentido estamos haciendo una sociedad más débil.
Hace unos meses, en EL MUNDO entrevistamos a Andrea Fuentes, seleccionadora de España y ex pupila suya, y nos dijo lo siguiente: "En China todavía siguen el sistema antiguo, el más obediente, y quiero ver cuánto aguantan ahí. Cuando sus nadadoras vean en TikTok que vivimos mejor y las podemos ganar, pensarán: ¿y yo por qué tengo que aguantar este trato?".
Tenemos sistemas diferentes porque las sociedades son diferentes. En China he adaptado mi método a la sociedad de allí. A mí me parece que España ha tenido mucha suerte al fichar a Andrea y que volvamos a donde lo dejamos en 2012. Esa manera de plantear las coreografías, de vender el deporte al público, los jueces, esa investigación con la música... Me parece que es una alumna muy aventajada y una rival muy interesante.
¿Diría que fue demasiado severa con las nadadoras cuando era seleccionadora española?
Fui todo lo exigente que tenía que ser y todo lo trabajadora que tenía que ser. Nunca he negado que fue duro, pero los inicios son así. Hay que contextualizar la historia para entenderla. Cuando empecé, en 1997, el entorno era completamente distinto. Yo tenía que luchar por una calle en una piscina pública, no tenía ninguna ayuda económica y me faltaban recursos humanos. Ahora tienen una piscina en exclusiva en el CAR de Sant Cugat, becas, facilidades para compaginarlo con los estudios... Yo tuve que sacar agua de las piedras. Empezamos de cero hasta llegar a ganar medallas ante potencias como Rusia. Trabajamos muchísimo.
La mayoría de quejas se centraron en el tema del control de peso. ¿Por qué esa obsesión?
Te lo pregunto a ti: ¿Por qué la sociedad tiene esa obsesión? A nivel social, las mujeres necesitamos tener unas medidas, mantener una imagen, y en un deporte artístico eso influye. Además, un cuerpo atlético rinde mucho más: sale más alto del agua, va más fuerte.
Gorka Loinaz / Araba PressAraba
¿Cómo vivió ser la mala de España durante unos meses?
Al principio fue un shock. Pasé de ser la entrenadora más laureada a la villana más villana del mundo mundial de la noche a la mañana. Pero entendí que me había convertido en una persona muy incómoda por todo lo que había reivindicado. Todo lo hice por el bien del deporte, e hice muchas cosas, aunque me equivocara en algunas. Cuando alguien lucha por lo que le toca, combate la desigualdad y se enfrenta a la autoridad, pasan estas cosas. Al final, me afectó menos de lo que la gente piensa.
Siguió trabajando en la sincronizada.
Eso fue lo que hice: seguir con una vida normal, con las amistades de antes, en mi club de toda la vida y aportando al deporte todo aquello que sé. Convertimos un deporte que nadie conocía en un deporte importante y me siento pionera. Fui la primera entrenadora con un contrato laboral en toda España. No fue un camino de color de rosa, pero hice las cosas como las supe hacer.
Y de paso se metió en política, como diputada de Junts en el Parlament. ¿Lo volvería a hacer?
En la primera línea, no, pero cuando la sincronizada se acabe quizá, no sé. Podría aportar, ayudar a mi manera. Sigo vinculada a la gente que trabaja en el Parlament, me alimenta la mente y el alma y aporto mi opinión en lo que me parece.
¿Sigue creyendo que la independencia de Cataluña es posible?
Siento que estamos en un punto muerto, pero a veces se necesitan estos momentos para recapacitar, para analizar dónde estamos y hacia dónde queremos ir. Yo lo tengo un poquito difícil para ver una Cataluña independiente, pero tengo claro que veré una Cataluña más fuerte, con más peso en el conjunto del Estado.
¿Qué le parece el auge de la extrema derecha independentista?
Estos partidos surgen como respuesta a unas necesidades sociales. Tenemos que escuchar y no dejar que la extrema derecha avance. Debemos hacer más políticas sociales, de igualdad y justicia, en todos los sentidos. Nos tenemos que poner todas las pilas para dar un mensaje claro y, sobre todo, ejercer estas políticas que todos queremos.
¿Volvería a entrenar a España?
No, no volveré. Tengo contrato con China hasta los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028 y no creo que me dé tiempo de hacer más cosas después. También quiero descansar. Entrenar a España es algo que ya he hecho y ya hay quien lo está haciendo muy bien.
¿Tuvo algún problema en dirigir a España siendo independentista?
Cuando estaba haciendo deporte, no estaba haciendo política. Lo que hice estaba fuera de todo eso. Lo más importante siempre fue el equipo por encima de otras historias. En Cataluña me consideraban muy española y en España, muy catalana. Pero siempre fui fiel a la gente con la que trabajaba, al grupo.
Vitoria era una final para Xabi Alonso. Otra más después de la serie de resultados que han dejado al entrenador vasco en el umbral de salida del Real Madrid. Los cuatro puntos de diferencia con el Barça en Liga y las dos derrotas seguidas ante Celta y Manchester City ponían el encuentro ante el Alavés como vital en el destino del técnico. Y Xabi salvó la noche del domingo, aunque con sufrimiento y fútbol gris. Su abrazo con Vinicius en el cambio del brasileño, eso sí, reflejó el cambio de tono del vestuario después de la advertencia del club hace unos días. Con Xabi o sin él, la actitud debía cambiar.
"Estamos peleando en los momentos buenos y en los no tan buenos. La unión es fundamental. Es la única manera de conseguir la mejora que queremos", respondió el de Tolosa, cuestionado por su abrazo con Vinicius. Hace un par de meses, la sustitución del brasileño en el clásico contra el Barça desencadenó una crisis entre cuerpo técnico y vestuario en la que tuvo que intervenir la dirección del club y que alejó por completo al entrenador de la plantilla. Tiempo después, esa relación sigue con grietas, pero el propio club lanzó hace unos días un mensaje de aviso al vestuario para que cambiara la actitud y la intensidad en los encuentros. Y parece que ha surtido efecto.
Ante el Alavés, el Madrid jugó mal a partir del 0-1, pero tuvo actitud en un encuentro al que llegó plagado de bajas. "Hoy le doy mucho mérito a la victoria. Veníamos con muchas bajas y estamos todos juntos en esto. Un partido no es suficiente, ahora tenemos la Copa el miércoles y luego el Sevilla en casa. Queda mucho. Era un momento importante pero hay que darle continuidad a las cosas buenas que hemos hecho", declaró Alonso ante los medios.
Preguntado por sus sensaciones durante el encuentro, y consciente de que durante los diez minutos que duró el 1-1 su puesto estuvo tambaleándose, admitió que se centró en estar cerca de sus futbolistas. "Nosotros estamos enfocados en lo nuestro. Estamos juntos preparando cada partido. Lo he vivido intentando estar conectado al juego, intentando ayudar a los jugadores. Era difícil ganar aquí y lo más importante eran los tres puntos", aseguró.
Eso sí, el técnico pidió que lo positivo del encuentro "no quede en el olvido". "El día del Celta no fue un buen partido y nos faltaron muchas cosas. Pero hoy han habido cosas positivas, también otras que mejorar. Necesitamos constancia, así que si sirve para aprender, que no se quede en el olvido", insistió.
La acción polémica del encuentro fue el penalti no pitado sobre Vinicius en el tramo final del partido, ya con 1-2 en el marcador. El brasileño fue derribado dentro del área y García Verdura, colegiado del duelo, no señaló pena máxima. Tampoco desde el VAR se avisó al árbitro de que fuera a verlo a la pantalla, algo que provocó la ironía de Alonso. "Me parece un penalti claro porque hay contacto. Me sorprende mucho que no vaya ni al VAR. Bueno, no nos sorprende, hay que seguir", dijo.
Además, el vasco valoró el debut de Valdepeñas, defensa del Castilla que tuvo que ser titular en el lateral izquierdo ante las ausencias de Carreras, Fran García y Mendy. "Hemos concedido el gol en la única acción en la que Valdepeñas ha fallado. El resto del partido ha estado muy bien. Debutar con el Madrid es un día muy señalado y ha estado muy bien".
Un gol de los de antaño de dos brasileños, entre Vinicius y Rodrygo rompió el gafe en el Real Madrid. Un partido en que el Alavés parecía que se jugaba una final. Se demostró palmariamente que los jugadores están con Xabi Alonso y que la directiva que buscaba el fin del técnico, que se quedó con cara de tonto.
Cruelmente, la Casa Blanca ha jugado a incidir en los medios con que todo era un ultimátum. Lo cierto es que desde que Vinicius fue relevado ante el Barça parece que Alonso estaba camino del cadalso de cara a la presidencia.
Pues ha resultado que no, que la plantilla lucha con toda su fe en el técnico. Incluso cuenta con Vinicius siempre que no le releven. Y luego está el factor Mbappé. Sin contar con el equipo, el Madrid juega con un gol de más y eso es mucho castigo para un equipo menos técnico como el Alavés, al que le cuesta una barbaridad ver portería.
Con el el empate vitoriano parecía que Alonso ya había subido la escalera del cadalso. Pero no fue así, porque los jugadores mordieron y dieron la cara hasta que Rodrygo marcó el 1-2, refrendando el criterio de Xabi, que siempre quiere que juegue el brasileño.
Una vez más se demuestra que el VAR se manipula desde Barcelona. No aparecieron las repeticiones de ese penalti que le hicieron a Osasuna. No hubo dudas en el empate del Alavés y fue gol con la alabanza del VAR. Sin embargo, un penalti clarísimo a Vinicius en los últimos minutos ni se pudo ver con el VAR. No podía ser más claro el penalti. Y luego hablan de la estirpe del affaire Negreira.
Al final, cuando el Alavés quiso otra vez empatar, ni tenía físico, ni alma. Al revés, el Madrid perdió ocasiones, con un Gonzalo que no puede jugar en este equipo y con un Bellingham que no puede marcar ni con la ayuda del rey Arturo.
Naturalmente alabar un triunfo ante un rival como el Alavés es una trampa saducea. Jamás el Madrid por superioridad técnica puede ganar tan opresivamente, como si se acabase el mundo.
Se dice que la caída en desgracia de Alonso ocurrió cuando en pleno triunfo frente al Barcelona, el técnico se atrevió quitar a Vinicius. El brasileño escupía por la boca y estoy seguro que llamó a papaíto Florentino para que metiera a su entrenador en la cárcel del fútbol.
No hubo apoyo del club en ningún momento a Alonso y ni siquiera el inicuo de Vini le pidió perdón a su entrenador, cuando estaba jugando que daba pena, como tantos partidos desde más de 18 meses. Alonso se descompuso. Vio un complot en el vestuario y ya nunca fue él mismo.
Creo, al contrario, que la carretera hacia el infierno de cara al presidente fue cuando Xabi le djo a Florentino que no quería ya empezar en el Mundial de clubes. Florentino le dijo que eso o no fichaba para el Madrid. Desde aquel día, al presidente no le gusta Xabi ni personal ni futbolísticamente. Lo tiene enterrado en su cabeza. Hay muchos testigos que lo confirman.
¿Cómo es posible que ante el runrún continuo del ultimátum a Alonso, la directiva calle como un muerto y no lo defienda públicamente jamás? Recuerdo que cuando sucedió la primera de sus dimisiones del Madrid, dijo Florentino: "Quizá me he equivocado con tantos mimos a los jugadores". Como dice el refrán: "El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra".
Xabi Alonso ganó una vida extra en Mendizorroza gracias a los goles de Mbappé y Rodrygo para superar al Alavés y evitar que el proyecto terminase de entrar en caída libre. El francés estrenó el marcador, Carlos Vicente puso en duda el futuro del técnico vasco con el empate pero Rodrygo, tras una buena jugada de Vinicius, dio los tres puntos a un Madrid necesitado que vuelve a sumar de tres en tres después de las derrotas ante el Celta y el Manchester City. [Narración y estadísticas (1-2)]
Con la guadaña en su sombra, Alonso le entregó su destino a sus estrellas, al mismo vestuario que en las últimas semanas parecía dejarle caer. El vasco le dio la titularidad, a la vez y por primera vez desde que es entrenador del conjunto blanco, a Bellingham, Rodrygo, Vinicius y Mbappé. Los cuatro grandes nombres del equipo. El francés, ausente contra el City por molestias en su rodilla izquierda y uno de los que mejor ha conectado con el técnico estos meses, forzó para estar en la 'final' de Mendizorroza. Y sirvió.
A pesar de cojear tras sus dos primeras acciones del partido, primero en la pierna izquierda y luego en la derecha por sendos golpes, Mbappé hizo suyo el ataque del Madrid. Los blancos se asentaron bien sobre el césped, con Vinicius como nueve y el resto moviéndose por todo el frente de ataque. Güler y Bellingham, en un escalón inferior de la ofensiva, cogieron el timón en derecha e izquierda y el fútbol fluyó con lógica espacial ante su rival.
Buena nota para Valdepeñas
De un lado a otro, el Madrid tuvo pausa y calidad en el pase para marear al Alavés y plantarse de forma clara ante Sivera. Perdonó Mbappé la primera, perdonó Rodrygo la segunda tras un buen balón al hueco de Valverde, pero el galo no falló en la tercera. Rodrygo robó en el centro del campo, Bellingham encontró rápido a Mbappé al espacio y el francés, tras amargar varias veces a su par mientras entraba en diagonal hacia el área, definió con calidad al lado izquierdo de Sivera.
El tanto fue psicológico, porque cambió la cara de los dos equipos. El Alavés encajó el golpe y reaccionó a través de la pelota, centrando sus esfuerzos por el supuesto lado débil de la defensa del Madrid, el carril zurdo del canterano Valdepeñas. El joven defensa se midió una y otra vez con Calebe, encarador, y tapó lo que pudo a su paso para terminar con nota la noche.
Los vitorianos acumularon llegadas y córners, aunque pecaron de falta de calidad y claridad en el último pase para meter más miedo a Courtois. El Madrid, mientras, desapareció, perdiendo la batalla de la posesión y siendo incapaz de morder en los contragolpes. Pudo meter el segundo, pero Bellingham controló con la mano dentro del área. Y poco más, con Vinicius inoperante, Mbappé dosificando esfuerzos y Rodrygo y Güler sufriendo sin balón.
El remate de Mbappé para el 0-1 en Mendizorroza.AFP
Rozando el descanso y con el Alavés exprimiendo oxígeno, Pablo Ibáñez tuvo el empate al rematar un rechace en el área pequeña, pero el balón impacto milagrosamente en la cara de Courtois, gigante delante de la línea de gol.
El empate y la tensión
Tras el paso por vestuarios, Sivera salvó dos veces a su equipo con dos paradas ante Mbappé y Vinicius y el Madrid se volvió a descomponer. Permitió demasiada reflexión en el centro del campo del Alavés, regaló el balón, llegó tarde y flojo a los duelos y Coudet leyó el termómetro del partido. Realizó un triple cambio y le dio premio al instante. Carlos Vicente aprovechó un balón largo a la espalda de Rüdiger y definió con calma y calidad ante Courtois para empatar el partido. Lo anuló primero el árbitro pero le corrigió el VAR para situar al proyecto de Alonso sobre una cuerda peligrosa.
Toni Martínez perdonó el 2-1 en la siguiente acción y el Madrid reaccionó cuando más lo necesitaba su entrenador. Fue Vinicius, cuestionado en estas últimas semanas y desaparecido durante la primera hora del encuentro, el que superó a Jonny por primera vez en el partido para ganar línea de fondo y asistir con el exterior a Rodrygo. El brasileño marcó otra vez y dio aire a Alonso.
Sufrió el Madrid, pidió un penalti a Vinicius, perdonó la sentencia y sumó tres puntos de máxima vitalidad, para la clasificación, para su entrenador y para su proyecto.
El trabajo de Manolo González (Folgoso de Caurel, Lugo, 1979) al frente del Espanyol es digno de elogio. Con una de las plantillas más modestas de Primera, en una temporada en que la dirección deportiva, encabezada por Fran Garagarza, ha vuelto a hacer encaje de bolillos para reforzarse pese a los 25 millones de euros ingresados por la marcha de Joan Garcia, su equipo es una de las grandes revelaciones del campeonato. Ahora mismo, ocupa la quinta posición de la tabla. Una racha de cuatro victorias consecutivas, ante el Sevilla, el Celta, el Rayo y el Getafe, le permiten ser optimista. Sin dejar de lado, nunca, lo que considera las claves del éxito. "Tenemos que seguir compitiendo desde la humildad y el trabajo. Eso es lo que me ha llevado a Primera División", proclama el entrenador, artífice del último ascenso a la élite del fútbol español tras dar el salto, en apenas un año, desde Segunda RFEF a Segunda División.
El Espanyol, en estos momentos, suma un total de nueve victorias. Una estadística más que notable, teniendo en cuenta que a lo largo de todo el curso pasado solo fue capaz de atesorar 11. Uno de los factores que contribuyen a explicar este buen momento defensivo que atraviesa el equipo es su excelente rendimiento defensivo. A lo largo de toda la campaña 2024-25, marcó 40 tantos y encajó 51. Ahora, hasta la jornada 16, lleva 20 tantos a favor y 16 en contra, ha ganado por la mínima ocho partidos y ha sido capaz de dejar su portería a cero en siete ocasiones, de las que solo una se saldó con empate.
El buen hacer bajo los palos de Marko Dmitrovic, que llegó este verano sin coste procedente del Leganés, así como el trabajo de desgaste que lleva a cabo todo el equipo explican perfectamente este hecho. La del arquero serbio, además, no es la única incorporación a coste cero que está ofreciendo un enorme rendimiento. El extremo inglés Tyrhys Dolan, de quien sus compañeros hablan maravillas, y el veterano punta Kike García son los mejores ejemplos. También otros futbolistas por los que se tuvo que invertir dinero, como Roberto Fernández o Urko González, están aportando a su vez su granito de arena.
Afianzamiento del proyecto
El éxito de los blanquiazules, por encima de todo, se explica fundamentalmente como el afianzamiento de un proyecto. "Cuando vienes de abajo es más complicado, por la experiencia y por no conocer la categoría, que el club apueste por ti y te dé confianza. Por suerte, el año pasado pudimos salvar la temporada y, en un año trabajando con los jugadores, sabiendo que muchos repiten, hace que cada día te conozcas más. Todo eso ayuda a que el equipo rinda mucho mejor", señaló tras la victoria en Getafe un Manolo González capaz de trabajar hasta la extenuación sin que se le caigan los anillos y que ahora está disfrutando mucho el presente.
"Igual es el momento de retirarme ahora, antes de cagarla", llegó a bromear en el Coliseum. Lo fundamental, desde su punto de vista, es que el equipo mantenga el espíritu de familia que caracteriza a un buen número de conjuntos aficionados y que, a veces, se echa de menos en la élite. "Hay muchas maneras de jugar, pero yo no entiendo el fútbol de otra manera. El día que no viva el fútbol como lo vivo ahora, me retiraré. El día que el equipo no compita, así no seremos nosotros", zanjó el técnico blanquiazul, que va a tener la espinita de la eliminación en la Copa clavada durante mucho tiempo. "Puedes perder, pero la vergüenza que dimos ese día no tienen nombre y no se me va a olvidar", sentenció.