El Valencia pierde sus alas europeas ante el Alavés

Actualizado Domingo, 5 mayo 2024 - 20:42

Pensó el Valencia que tenía alas suficientes para volver a Europa. Rubén Baraja había conseguido que un vestuario púber creyera que podía volar alto, hacia aquellos lugares que la historia casi siempre le reservó al club. Los rozó y se acercó tanto que, como a Ícaro, esas alas aún tiernas se le derritieron. El triunfo del Alavés en el fortín de Mestalla fue el calor que derritió los sueños. Enredado en la maraña que tejió García Plaza, precipitado y ansioso, fue capaz de evitar una derrota tan inesperada como justa. [Narración y estadísticas]

Al Valencia el partido se le atragantó desde el arranque. No se dibujaba un duelo cómodo por la capacidad del Alavés de amurallarse y desesperar rivales, y aún se complicó más por circunstancias aumentaron la sensación de que se empinaba aún más. La principal fue la lesión de Jaume Domenech. Sin Mamardashvili, sancionado, era el primer partido que jugaba como titular en Mestalla después de una racha de lesiones. En el primer minuto, un pisotón involuntario de Kike García acabó llevándose la bota derecha y dejando secuelas que, 30 minutos después, le obligarían a dejar el campo entre lágrimas. Para entonces el Valencia ya podía haber tenido ventaja en el marcador.

Había visto Thierry el hueco para la carrera de Peter Federico pegatido a la orilla derecha que acabó en un centro que no encontró rematador en Hugo Duro y que, al segundo palo, Diego López envió a la grada. De ese error nació la mejor ocasión del Alavés en toda la primera parte con un cabezazo de Kike García que escupió la cepa del poste derecho de Jaume. Al fallo de Diego López le siguió el de André Almeida, que se empachó de balón pisando el área sin ver que podía dejar a Hugo Duro en un mano a mano con Sivera.

Al Valencia le faltaba precisión. Guridi mordía los tobillos de Pepelu y obliga a Javi Guerra a esfuerzos extra en tareas defensivas. Complicado así enganchar con Almeida, desdibujado con Antonio Blanco de sombra. Y por las bandas crecía Peter Federico, poco acompañado. Sabía el equipo de Baraja por dónde meter el cuchillo, especialmente especialmente con el dominicano, pero no hacía sangrar a un Alavés muy acostumbrado a esperar su momento. Con la salvación en el bolsillo, con no romperse era suficiente ante un rival que daba síntomas de precipitación cuando encaraba la frontal del área.

La lesión de Jaume volvió a pausar el duelo y dio oportunidad al debut de Christian Rivero a sus 26 años tras cinco en la plantilla y con el brazalete de capitán. Siete partidos ha jugado en cuatro temporadas. No hubo impacto emocional en el equipo de Baraja pero siguió obtuso. Tanto que en una escapada por banda de Javi Guerra acabaron estorbándose en el remate Duro y Peter.

El Alavés estaba cómodo y a García Plaza le bastó con reforzar el mensaje, algo que no ocurrió en el vestuario valencianista. Europa se alejaba y desde el banquillo se buscó la electricidad de Sergi Canós para la segunda parte. A punto estuvo de funcionar cuando cazó un centro de Peter para estrellarlo en el palo.

Desde ese susto crecieron los vitorianos hasta tener el premio del gol en el minuto 68. Saque de esquina larguísimo al segundo palo donde apareció solo Javi López para marcar el primer gol de una tarde que se tornó fea, más aún cuando Melero anuló el gol de Diego López por la influencia de Peter Federico en fuera de juego.

Tocó arrebato Mestalla, pero no fue suficiente y hasta en dos ocasiones rondó el 0-2 Giuliano Simeone en los estertores del partido. Al Valencia le habían cortado las alas europeas.

El Atlético alarga su depresión europea ante el Alavés

El Atlético alarga su depresión europea ante el Alavés

No podía ser otro día y no podía ser otro partido. Sólo uno terminaría con los tres puntos, pero eso no significaba que el duelo de Mendizorroza no fuera un momento para recordar en casa de los Simeone. Padre e hijo se encontraban en liga por primera vez y Giuliano, además, partía como titular después de que le rompieran la pierna en un partido de pretemporada el pasado verano ante el Burgos. Y, aunque parezca increíble, el que sonreiría finalmente sería el hijo. [Narración y Estadísticas, 2-0]

Solo ese apellido ya evoca lucha, esfuerzo y sacrificio. Lo que pasa es que en los primeros minutos ambos equipos interpretaron de manera exagerada esas virtudes y hubo episodios más violentos de lo habitual en una jornada liguera sin demasiadas urgencias, pero con el rabillo del ojo atento. Unos hacia la Champions y otros hacia el descenso.

Y, sin ni siquiera dar tiempo a que el balón bajara al césped, el Alavés se encontró con el primer gol y Giuliano perdonó el segundo a su padre. Tras un despeje larguísimo de Sivera, varios rechaces flojos dejaron el cuero en los pies de Benavidez en el balcón del área y el uruguayo la colocó en la base del poste. Golazo. El pequeño de los Simeone no pudo hacer el segundo apenas dos minutos después porque se le fue el disparo alto tras un error de Savic que midió mal en un salto.

Giuliano en un lance con Molina.

Giuliano en un lance con Molina.CESAR MANSOAFP

Otro partido en el que, el otrora inexpugnable Atlético de Madrid, recibía un gol. Y ya son 12 encuentros seguidos sin mantener la portería a cero. Este año defensivamente el Atlético es una verbena y eso les ha costado muchos disgustos, principalmente fuera de casa, y dos eliminaciones en Copa y en Champions. Un drama.

Cuesta ver a un equipo como el Atlético, con muy buen pie y gusto por la pausa esta temporada, pasarse casi una parte entera a pelotazos y esperando una contra cuando vas perdiendo en el marcador. El golpe del Dortmund se ha notado en la línea de flotación colchonera, especialmente en la afectiva. Solo De Paul y Koke mostraron cierto amor propio.

Apenas un remate a puerta en 45 minutos perdiendo el choque desde el 14, aunque es cierto que al borde del descanso los colchoneros apretaron, o por vergüenza o por suavizar la bronca que el Cholo estaría rumiando desde verse abajo en el marcador.

Pero justo cuando moría el tiempo, una mano absurda de Azpilicueta casi complica las cosas aún más para los colchoneros. Tuvo suerte el navarro y el Var le anuló el penalti pitado en primera instancia por Gil Manzano. Otras veces se han pitado. Con jugadas grises uno entiende que las quejas vayan elevándose según el tamaño del equipo beneficiado.

Decía Filipe Luis, ex futbolista del Atlético, que a veces cuesta mentalizarse para partidos de liga que vienen tras una dura exigencia europea. Decepción en este caso. Los primeros 45 minutos fueron eso, un problema de actitud que el Cholo quiso corregir en el descanso y con la entrada de Saúl por De Paul. Y el ilicitano ya le enseñó los tacos en la primera jugada sobre el césped a Giuliano.

Mejoría inerme

Sea lo que fuere, bajó el balón el Atlético y comenzó a rondar más la portería de Sivera. Es su juego este año, el toque y la presión, pero las dos cosas las había olvidado en Vitoria. A quien no se le olvidó jugar pese a la inactividad fue a Giuliano. El mejor sobre el campo. Y una tortura para la defensa atlética, especialmente para Molina, al que le hizo bastantes trajes.

Dos motivos de sorpresa en Mendizorroza. Uno, la ausencia deportiva de Griezmann. Estuvo invisible el francés. Prolongó su intrascendencia de Dortmund, lo que es un problemón para el Atlético. Y otro la ausencia, en este caso física, de Samu. Luis García Plaza decidió prescindir de inicio del delantero cedido por los colchoneros, cosas de entrenador. El plan funcionó.

Los rojiblancos mejoraron con la salida de Riquelme y Lino perdonó el empate tras una gran combinación conjunta y pase atrás de Molina. Luego fue Sivera quien tuvo que intervenir para atajar un gran disparo de Correa. El Atlético apretaba y quería, ahora sí, ahogar al Alavés.

Pero, con su última bocanada, los babazorros mataron a los atléticos con un 'riojazo' de bandera. Empaló el medio vitoriano un centro lateral a la escuadra para iluminar Vitoria y mantener a los rojiblancos en su depresión postraumática europea.

Duelo parricida en Vitoria, los Simeone se enfrentan por primera vez tras la lesión de Giuliano: "Sería increíble jugar pero lo importante es ganar"

Duelo parricida en Vitoria, los Simeone se enfrentan por primera vez tras la lesión de Giuliano: “Sería increíble jugar pero lo importante es ganar”

Volvía Diego Simeone de San Francisco de la pretemporada con el Atlético de Madrid a principios de agosto cuando recibía la noticia de lo ocurrido a su hijo menor de su primer matrimonio. El entrenador, nada más aterrizar en la capital, cogía el coche, recogía a su mujer y se dirigía a Vitoria donde operarían a Giuliano de una luxación de tobillo y una rotura de peroné tras una dura entrada en un amistoso ante el Burgos.

"Muchas gracias a todos los que se preocuparon y estuvieron pendientes. Giuliano ya está recuperándose y en muy buenas manos", fue el texto que el preparador argentino escribió en redes sociales acompañando a una foto en la que sale dándole la mano a su hijo tras su intervención quirúrgica. Casi medio año después, el futbolista volvió al césped y esta tarde tiene un duelo parricida en Mendizorroza.

"Física y mentalmente ya estoy 100% recuperado y con los minutos que voy teniendo en el campo me encuentro muchísimo mejor. En lo personal también muy contento", expresa el jugador en la antesala de un partido "muy especial" para él en lo personal y muy importante para su equipo, al que tan solo le separan siete puntos de la salvación.

El Alavés, equipo en el que milita el hijo del Cholo desde este verano, se enfrenta al Atlético de Madrid, club al que pertenece y en el que, desde hace 12 años, tiene a su padre sentado en el banquillo. Un equipo que ya puso en apuros a los rojiblancos en el Metropolitano, aunque terminó perdiendo por dos goles a uno.

El vástago de Simeone augura un encuentro igual de complicado en Vitoria. "Será un duelo muy disputado porque el Atlético no negocia el esfuerzo. Hay que hacer un partido casi perfecto para sumar los tres puntos. Los dos equipos nunca dan una pelota por perdida", comentaba en un reciente vídeo.

Giuliano conoce bien el Atlético. Fue jugador de la cantera rojiblanca a la que llegó del fútbol base de River Plate. Ya desde pequeño no solo destacó como delantero, también trascendieron las celebraciones de los goles rojiblancos abrazando a su padre cuando ejercía de recogepelotas del primer equipo.

Su primera experiencia profesional llegó con 20 años cuando fue cedido al Zaragoza de Segunda División. Allí fue uno de los futbolistas más destacados del conjunto maño del que terminó como máximo goleador con nueve tantos.

El Atlético entendió que necesitaba seguir fogeándose y esta temporada decidió volver a cederlo. En esta ocasión fue al conjunto vitoriano con el que sufrió ese percance del que se recuperó, durante el primer mes, en Madrid junto a su pareja y su familia. Mientras, el jugador que le lesionó, Matos, ex canterano del Sevilla y defensa del Burgos, siguió recibiendo amenazas y calificativos de "asesino" o "carnicero" en redes sociales.

Giuliano es un joven muy apegado a los suyos como se puede observar en sus publicaciones en redes sociales. Son numerosas las imágenes que le muestran no sólo junto a su padre, también junto a sus hermanos, también futbolistas. Giovanni, que milita en el Nápoles y Gianluca que se encuentra jugando en el Tudelano, de Segunda RFEF. También se le ve junto a sus hermanastras, hijas de Carla Pereyra y el Cholo.

Esta tarde habrá otra foto familiar, un recuerdo nuevo para el album de los Simeone. Solo que, según finalice el encuentro, uno exhibirá una amplia sonrisa y el otro, probablemente, no tenga la mejor de las caras. "Sería increíble jugar, pero lo importante son los tres puntos", confesaba Giuliano. Coinciden padre e hijo en qué es lo importante.

Insultos, presiones... Así se cultiva la salud mental en los vestuarios del fútbol español: "Acabo y voy al psicólogo"

Insultos, presiones… Así se cultiva la salud mental en los vestuarios del fútbol español: “Acabo y voy al psicólogo”

Racismo, insultos dentro y fuera del campo, presión, lesiones, derrotas... En el fútbol profesional hay éxito, dinero y fama, tres palabras que provocan la envidia de medio mundo, pero también, y no demasiado en el fondo, hay aspectos negativos que a veces convierten una profesión privilegiada en un infierno. Por eso, en un planeta cada vez más tolerante con las preocupaciones psicológicas, las palabras «salud» y «mental» han entrado de lleno en los vestuarios del fútbol profesional español para no salir, seguramente, nunca más.

«Sufrí problemas de ansiedad, depresión, me escondía detrás de los rivales para que no me pasaran el balón... Hasta simulé una lesión para que me cambiaran porque tenía miedo a fallar», explica en conversación con este periódico Zuhaitz Gurrutxaga, jugador de la Real Sociedad entre 2001 y 2004. «Siempre había creído que sólo me pasaba a mí hasta que publicamos el libro Subcampeón. De repente me llegan mensajes de excompañeros con 300 partidos en Primera diciéndome que se sienten identificados con lo que cuento, que ellos también fingieron lesiones, se escondieron, no quisieron jugar... Yo creía que era el único en ese aspecto».

Gurrutxaga, como reconoce, no es el único. Una rápida búsqueda en internet da con los nombres de Iniesta, Ferran Torres, Camarasa y un sinfín de futbolistas que han reconocido verse superados mentalmente por el fútbol. Su ejemplo explica lo natural que ya es el apartado psicológico dentro de los vestuarios, la ayuda constante que se presta en este sentido desde los clubes y los entornos de los jugadores y los pocos prejuicios que hay dentro de las plantillas. «Se habla con más naturalidad que antes. Acabo el entreno y me voy al psicólogo. Decir eso ahora es algo normal y antes quizás hacías para que no te pillaran, era algo que se escondía», admite a EL MUNDO Denis Suárez, centrocampista del Villarreal y ex del Celta, City o Barça, entre otros.

"El psicólogo no está para 'tengo un problema y voy"

Ya no es sólo que la salud mental haya dejado de ser un tabú en el mundo del fútbol, sino que se incentiva la conversación sobre ella para mejorar el rendimiento deportivo. Por eso los equipos tienen psicólogos, ya sea integrados en el cuerpo técnico o dentro de la estructura del club, y por eso cada vez está más de moda que los jugadores acudan a un coach personal que les ayude a sobrellevar el día a día. «El psicólogo no está para 'tengo un problema y voy'. Esa es la gran evolución de los últimos años. Ahora trabajamos en la prevención para que tengan competencias para crecer», explica al otro lado del teléfono Emilio Ibañez, psicólogo del Alavés y miembro del cuerpo técnico de Luis García Plaza, uno de los técnicos de LaLiga que tiene a un experto en psicología en su banquillo. Todavía son pocos los que se acercan al césped, mientras en otros vestuarios, como en el Madrid, el Barça o el Atlético, los futbolistas acuden a psicólogos individuales ajenos a la estructura de los clubes. Pero acuden, mientras entrenadores como Ancelotti o Simeone, según admiten desde el Bernabéu o el Metropolitano, son los «psicólogos de sus vestuarios».

«El cambio es brutal, muy importante. Me ven como uno más, en chándal y no en una oficina con una bata. El futbolista ha entendido que su éxito llega no sólo con una buena preparación física, sino con la parte mental», reflexiona Ibañez.

"Entiendo a Iñigo Martínez"

En las últimas semanas, la cuestión mental ha vuelto a ser protagonista al analizar los insultos racistas a Vinicius Júnior y el encontronazo de Iñigo Martínez con un aficionado que le había llamado «tonto» a la salida de un entrenamiento del Barça. Dos cuestiones, los insultos y las críticas, ajenas al propio balón pero que influyen en las actuaciones de los futbolistas. «Hay un problema de base en la sociedad, de formación. Yo no me he visto con un problema de este tipo (caso Vinicius), pero siempre trabajamos el tema de los valores. En el caso de Iñigo, a mis jugadores les digo que están en el escaparate del fútbol y que todo el mundo opina. Que lo que es bueno para unos es una mierda para otros y que hay opiniones de todo tipo. En el campo hay que intentar aislarse, y fuera hay situaciones en las que, con educación, no se tienen que callar», comenta Ibañez, que pone las redes sociales como ejemplo de muchos de los problemas: «Escondidos, sin dar la cara, la gente dice lo que quiere porque saben que no tiene trascendencia judicial».

Eso lo vivió Brais Méndez, ahora en la Real Sociedad, silbado en Balaídos cuando jugaba en el Celta, el equipo de su ciudad: «Parece que por pagar la entrada tienes derecho a todo y no es así. Yo no voy al puesto de trabajo de un panadero o jardinero y me pongo a insultarle. No me entra en la cabeza. Entiendo perfectamente a Iñigo Martínez», reconoce a EL MUNDO.

"Antes éramos señalados"

Comparado con el fútbol de hace unas décadas, Ibañez asegura que la exigencia emocional de ahora «es mucho mayor», pero que la apertura de los futbolistas y los clubes a este tema ayuda. «Yo como jugador tuve varias lesiones y los que nos apoyábamos en ese trabajo emocional éramos señalados. Parecía que se acababa el mundo, que estábamos metidos en unos problemas imposibles», reconoce el psicólogo.

Pero, ¿qué trabajan los futbolistas con el psicólogo? ¿Qué aprenden? «Lo he empezado a trabajar hace año y medio. Por ejemplo, si a mí el Barça me pilla con la edad que tengo ahora y no con 23 años, igual hubiese sido otra cosa. Marcaba un gol y era 'el mediocentro de los próximos 10 años'. Y al día siguiente dejabas de jugar y eres 'la venta del verano'. No es fácil. He aprendido muchas cosas a nivel personal, a darle importancia a otras cosas, no sólo al fútbol. A relativizar, que no es todo el día 'fútbol, fútbol, fútbol' y que puede haber malos momentos, que la gente te puede escribir...», explica Denis.

Al otro lado, el psicólogo: «Tengo un trabajo estructurado con cada uno de los futbolistas y lo hago de forma independiente al entrenador, que entiende mi privacidad. Voy por delante, hago una evaluación psicológica, cosas en las que pueden crecer durante la temporada, objetivos... Y sobre todo trabajar competencias emocionales, las habilidades sociales, la autonomía emocional, generarse uno sus motivaciones, que su confianza no dependa del exterior y que su trabajo tiene que estar por encima de su estado emocional».

"¿A mí quién me preparó?"

En los clubes, más allá del primer equipo, la preocupación principal a nivel psicológico recae en los niños y niñas de la cantera. Ya sean aquellas con el foco mediático encima, como La Fábrica o La Masia, u otras más humildes. «¿A mí quién me preparó para de repente pasar de ser un desconocido a ser conocido siendo un crío?», se pregunta Gurrutxaga, que a los 16 años estaba en las inferiores de la selección. «En mi pueblo la única presión que tenían era saber si tenían pasta para salir ese sábado o no. El fútbol puede ser una picadora de carne si no estás preparado», explica el exfutbolista, que ahora forma parte del proyecto 'Preparados' de LaLiga, que ayuda a los futbolistas en activo a ser conscientes de la importancia de la salud mental y de lo necesario de la preparación para la retirada. «Es difícil entender que con 34 años seas mayor para tu trabajo cuando es la edad a la que mucha gente está empezando su vida laboral», incide.