Giuliano sale del cascarón Simeone: "Su abuelo siempre creyó que era el que más futuro tenía de sus nietos"

Giuliano sale del cascarón Simeone: “Su abuelo siempre creyó que era el que más futuro tenía de sus nietos”

"Yo el que quiero ser es Giuliano". Nunca tan pocas palabras dijeron tanto. Era la reivindicación de la salida del cascarón de un futbolista meteórico. No por su calidad actual, que también, sino por su ascenso ininterrumpido desde una rotura de peroné que pudo ser el fin de su carrera. Giuliano Simeone (Roma, 2002) ya no es un canterano cualquiera que juega en el primer equipo del Atlético de Madrid. Tampoco es el hijo del entrenador que comparte un espacio en una plantilla que dirige su padre. "Él solo quiere ser Giuliano", reafirmó Diego Simeone las palabras del pequeño de su prole, unos días después de que las lanzara él en la rueda de prensa posterior al encuentro ante el Sevilla.

"El Cholo es muy exigente con sus hijos", explica la periodista Vero Brunati, muy cercana a la familia Simeone. En el Atlético aseguran que nunca se ha dirigido a él en un entrenamiento de manera diferente a otro jugador y están seguros de que en el campo, por momentos, se les olvida que son padre e hijo. "Puede que sea más exigente con él", secundan fuentes de dentro del vestuario. Pero esa frialdad que tienen en el césped es muy diferente fuera de él.

Giuliano nació en Roma el 18 de diciembre poco antes de que Roberto Settembrini, agente de Diego Simeone, retomara los contactos con el Atlético de Madrid para que su padre volviera al club de sus amores. Fueron apenas dos años, luego la familia se desplazó a Argentina para que el Cholo colgara las botas en Racing, equipo en el que también comenzaría su carrera de entrenador. Mientras, sus hijos ingresaban en la Escuela de fútbol Ángel Labruna, cantera de River Plate.

"Si te va bien no te veo más"

Giovani, Gianluca y Giuliano fueron quemando etapas en el fútbol base del club millonario. No obstante, aunque el amor por ellos era similar, el abuelo Carlos, padre del Cholo, "siempre pensó que Giuliano era el que llegaría más lejos en el fútbol", revela Brunati. Sin embargo, y la edad fue un factor importante, Giuliano nunca consiguió debutar en el primer equipo de River Plate como tampoco lo conseguiría Gianluca y sí Giovanni.

"Giuliano comenzó jugando como 5 y su familia creía mucho en él por su capacidad de aprendizaje y ambición", cuenta la periodista argentina. El Cholito menor lo máximo que llegó fue a Octava División, categoría que ganó junto a su Banda (futbolistas como Santiago Simón, Francisco Petrasso, Manuel Cocca, Franco Alfonso y Sebastián Sánchez) tras marcar un gol en el último minuto.

De esa progresión no pudo ser testigo el Cholo, que en 2011 tuvo que dejar Argentina para tomar las riendas del Atlético. "Uy, pa, vas a jugar contra Messi... Vas a jugar contra Cristiano Ronaldo... Es espectacular", le dijo Giuliano a su padre según reveló el técnico en su documental. "Después se hizo un silencio y me dice: 'Pero, pa, si te va bien no te veo más'. Cuando te lo dice un pibe de ocho años, que tenía él en ese momento, es muy duro", añade Simeone senior.

Giuliano, en un partido con el Atlético.

Giuliano, en un partido con el Atlético.Denis DoyleMUNDO

Quizás esas palabras calaron en la cabeza del Cholo que, cuando el joven Giuliano cumplió 16, decidió traerlo de River al Atlético de Madrid antes de que firmara su primer contrato profesional aprovechando una figura legal que se denominaba "patria potestad", hoy "responsabilidad parental". "Aquello no sentó nada bien en River", explica Maxi Grillo, periodista que sigue al club millonario. De hecho, cuando firmó Giuliano su primer contrato con el Atlético, el club apenas percibió 185.000 euros por derechos de formación de un futbolista al que veían "gran futuro".

Era la reunificación de dos "locos" por el fútbol. Giuliano tiene la misma pasión de su padre por el deporte que ambos practican y es habitual que vea muchos partidos de fútbol incluyendo los de sus hermanos cuando tiene ocasión. A medida que iba destacando en las categorías inferiores del Atlético (marcó 24 tantos en su última temporada en el filial) surgió la oportunidad de fichar por primera vez por un club profesional. "Es muy profesional, muy disciplinado y siempre con muchas ganas de aprender", apunta Brunati. Su salida la decidieron entre el hijo y el padre en la piscina de la casa familiar. Abrieron Wyscout (una plataforma de scouting) y analizaron el estilo de juego de los equipos que le querían, que eran muchos, hasta que decidieron que fuera el Zaragoza, de Segunda División.

Fueron nueve goles y tres asistencias que le valieron su primera experiencia en Primera, en el Alavés. La llamada de Luis García Plaza terminó por convencer a Giuliano que, antes casi de enfundarse su camiseta blanquiazul, ya le habían partido el peroné en un amistoso ante el Burgos. Su padre, que acababa de volver de la gira norteamericana de pretemporada, cogió su coche en el Cerro del Espino y se marchó a acompañar al Cholito en su operación.

Lesión y recuperación

Otro de sus grandes apoyos fue Carlos Martín, su 'hermano' futbolístico. Su amistad con él, con quien comparte un tatuaje de una celebración que ambos hacen habitualmente juntando los dedos, viene del filial donde también coincidieron con Pablo Barrios. "Se llevaba muy bien con los argentinos, pero a Barrios lo ve muy parecido a él", revelan desde el vestuario. Menos de un año después de ese palo, Giuliano entraba por la puerta de la titularidad del Atlético de Madrid para ya no salir nunca. "El Cholo siempre vio ese potencial, pero no quiere decir que no le haya sorprendido como ha pasado en el club", cuentan fuentes rojiblancas.

Tampoco ha pasado desapercibido su crecimiento para la selección Argentina, donde también es un fijo, y en la que coincide con Leo Messi, uno de sus ídolos. "Cuando Messi habla hay que escucharlo porque es el mejor. Me dijo que estuviera tranquilo, que me tomara un tiempo más en el área porque siempre iba a encontrar a alguien libre para asistir", expresó Giuliano sobre otra de las cosas que le ha permitido encadenar tres MVPs seguidos de los cuatro últimos encuentros del Atlético: la pausa.

Con uno de los sueldos más bajos de la plantilla, apenas tres millones brutos (parecido al de Javi Galán). La llegada de Mateu Alemany ha retrasado una de las renovaciones más esperadas para los rojiblancos, aunque parece que empieza a acelerarse. La del niño que superó la exigencia de su padre-maestro. El joven "maravilloso, muy humano, cariñoso, divertido y muy alegre", como le describen los que le conocen. El que sólo quiere ser Giuliano.

Giuliano Simeone y el Atleti de Pepe Murcia

Giuliano Simeone y el Atleti de Pepe Murcia

Hace ahora un año escribí que Giuliano Simeone era un futbolista digno del Atleti de Pepe Murcia. El tuit ha envejecido mal, fatal incluso, como me recuerda con su educación característica el cholismo integrista cada vez que el chaval hace un gran partido, cosa habitual este último mes y medio y no tanto las primeras seis semanas de curso cuando, ¡oh, sorpresa!, los vengadores callaban. Pero aunque la nota final del argentino acabe siendo la media entre el mal inicio y la inspiración actual, habrá demostrado de sobra tener nivel para ser importante en un Atleti de Champions. No hay que darle más vueltas.

Podría justificarme, claro. Explicaré brevemente a los no versados en historia oscura rojiblanca que Pepe Murcia fue entrenador transitorio del Atleti en 2006, los años de plomo tras el ascenso, y su plantilla no era tan infame como para tomarse como un insulto que te coloquen en ella. Por allí andaban Fernando Torres, Maxi Rodríguez o Gabi, futbolistas cuyas carreras firmaba seguro Giuliano, pero negar el componente faltón de mi tuit sería tomar a la gente por tonta. Al segundo pase sencillo de dos metros que falló, le puse la cruz. Error. No conté ni con su edad (21, aquel día) ni con su cabeza.

Pese a que algunas limitaciones técnicas aún asoman más de lo recomendable, la progresión de Giuliano en un año ha sido sensacional. Ha aprendido a frenar pese a que siempre juegue a 200 por hora y cada vez centra mejor. Entiende los momentos de partido como pocos y minimicé el impacto que su actitud tiene en el grupo: si ves a un compañero dejarse el alma así, es difícil esconderte. La definición y la combinación rápida en salida de balón aún le cuestan y son talentos difíciles de adquirir si no son innatos, pero a estas alturas sería cauto a la hora de apostar en su contra.

En realidad, lo que más le perjudica en el actual clima, enfrentado y coñazo, que reina en el entorno atlético es el apellido. Fue fácil para los haters acusar al Cholo de enchufarlo, cosa absurda a poco que se conozca al entrenador, y es agotador leer a los devotos interpretar cada crítica como ataque al padre y convertirlo en rey cuando es un alfil. Las estrellas del proyecto son otras (Julián, Baena y Barrios), pero él se ha convertido en un complemento fantástico. Ya es mucho, no hace falta inflarlo.

Giuliano no es perfecto y su techo está por ver, pero representa tantas cosas buenas que sólo merece elogios. Meterlo en guerras civiles es muy injusto. Casi tanto como el tuit de Pepe Murcia.

El Atlético sigue de fiesta y arrolla también al Eintracht en Europa

El Atlético sigue de fiesta y arrolla también al Eintracht en Europa

Venía el Atlético con una inercia bestial. De piernas, de energía y de resultados. Y con esa inercia era complicado pararlo. Ni lo intentó el Eintracht, por ser justos. La defensa alemana parecía suiza, más estilo Gruyere y, como tal, encontraron los rojiblancos los agujeros hasta permitirse una minisiesta al inicio del segundo tiempo. Giuliano despertó al equipo que terminó con cinco, pero pudieron ser muchos más. [Narración y estadísticas (5-1)]

No había terminado de entrar el público del Metropolitano cuando desde los atascos de las rotondas de la Avenida de Arcentales ya tronó el primer tanto. Fue Raspadori quien apareció por detrás de Julián para embocar casi en área pequeña el primero del partido tras un buen centro de Giuliano.

No daba tiempo ni a las presentaciones. El fútbol no paraba. Mal día para las defensas puesto que el Atlético venía enrachado del derbi y los alemanes encadenaban dos duelos consecutivos con 17 goles en total. Uno se saldó con victoria y otro con derrota pero, como dice su técnico, Dino Toppmöller: "Prefiero ganar 5-4 que 1-0". Sin importar los riesgos que corre. Y lo cierto es que los alemanes jugaban sin red. Venían como líderes de la Champions al Metropolitano tras golear al Galatasaray y concedían múltiples ocasiones a la espalda de sus defensas. Raspadori, Giuliano y Griezmann encontraron verdaderas autopistas por carriles centrales, falto efectividad para haber convertido al menos una de esas.

A un toque y muchos espacios

No obstante, el equipo seguía a lo suyo. Con la confianza por las nubes tras las dos victorias consecutivas, el balón se movía rápido y a un toque y eso generaba espacios tanto en jugadas en transición como en estático. Especialmente bella fue una que mandó Julián por encima del marco de Santos, quizás le sobró un toque al argentino. La pegó de primeras en otra buena combinación, pero su fusilamiento fue al muñeco. Raro ese doble fallo en un jugador que ha metido cinco goles en los dos últimos encuentros.

En cada error de cara a puerta es inevitable que la vista se vaya al banquillo del Atlético, pero allí no estaba Simeone agarrándose la cabeza sino Nelson Vivas, su segundo. El argentino debía pagar con un partido su extemporánea reacción a las provocaciones de un aficionado en Liverpool. El equipo, no obstante, seguía con las palabras de su técnico dentro: "Nadie se acuerda del ayer, vale el ahora". Pero seguro que, desde el palco que veía el encuentro, estaría también lamentándose de los fallos de su equipo. Es un topicazo el de que quien perdona, lo paga.

No obstante, la tranquilidad la alcanzó pasada la media hora y tras un córner. Pese a la altura alemana, un saque de esquina de Griezmann se paseó por todo el área del Eintracht hasta que Le Normand, otro que está en racha, metió la pelota en la cazuela.

El remate de Griezmann que valió el 3-1 ante el Eintracht.

El remate de Griezmann que valió el 3-1 ante el Eintracht.AFP

Estaba la parroquia esperando al turco Can Uzun, pero el bisoño jugador del Eintracht se perdió en la maraña que tenían entre líneas los rojiblancos, cerrando los pasillos interiores y concediendo las alas para forzar ataques por fuera. Venía con seis goles y cuatro asistencias en siete partidos, números de fichaje caro el próximo mercado estival.

Y cuando moría la primera parte, solo en banda izquierda, con un balón que inicialmente no representaba ningún peligro, Julián decidió tirarse al área rival, romper la cintura del ortopédico Collins y ceder el 200 a Griezmann. Es una locura meter dos centenares de goles en un club y más, ser el primero y el único en su historia. Eso es el francés.

Sin freno

La segunda mitad se notó que el Atlético salió a contemporizar y a estos alemanes ir tres abajo les da igual porque no van a cambiar su estilo de juego. Empujaron y empujaron hasta que a los 10 minutos, en un balón largo, Knauf cedió a Burkardt, que no perdonó. Era noche de baile y en las piernas de los rojiblancos estaba el no convertirse en una de terror. Pudo paliarlo Griezmann pronto, pero el taconazo con el que le dejó sólo Giuliano no pudo aprovecharlo porque el balón le pegó en la mano al francés. VAR y gol anulado.

El falso tanto despertó al Atlético y lo conectó de nuevo al partido. Tanto que el argentino encontró el gol tras un córner. Giuliano, con la picardía de su padre, atacó el centro de Julián al primer palo y diez minutos después sería el otro argentino el que hiciera por fin su gol tan buscado. Fue de penalti con una panenka con suspense.

El quinto silenció por fin a la tropa alemana que, por momentos, sonaba más fuerte que el público rojiblanco. La fiesta estaba en otro sitio y ellos, casi 4.000, no estaban invitados. El Atlético concluye esta racha de partidos con muchos más puntos de los que, quizás, esperaba. El equipo ha roto, que toquen las trompetas.

Los dos abrazos de Giuliano, la resiliencia tras la lesión y el coraje para ser el jugador más revalorizado del Atlético: "Es todo entrega"

Los dos abrazos de Giuliano, la resiliencia tras la lesión y el coraje para ser el jugador más revalorizado del Atlético: “Es todo entrega”

Acababa de terminar el partido ante Brasil cuando Giuliano Simeone (Roma, 2002) decidió cerrar el círculo de la única manera que podía: con un abrazo. Esta vez fue su madre, Carolina Baldini, la que lo recibió entre lágrimas para celebrar la victoria ante Brasil por 4-1 con el primer gol de su hijo con Argentina. "Llevaba 22 años preparándose para este momento", dijo la progenitora.

Ese círculo comenzó algo después, hace 10 años, y fue en Copa del Rey, pero el rival del Atlético de Madrid no era el FC Barcelona con el que se enfrentan hoy, sino el Real Madrid. Giuliano también estaba en el césped, pero como recogepelotas, y los rojiblancos también jugaban en casa, pero en aquel entonces era el Vicente Calderón. En aquella ocasión no fue su gol el que provocó el abrazo, esa vez con su padre, sino el de Raúl García. Y hoy el Cholo no sólo es su padre, también su técnico. "Su relación es muy buena, pero cuando se pone la camiseta la relación es profesional, no es su padre sino su técnico", cuentan desde el vestuario.

Cualquier padre querría ver a su hijo triunfar en el club de sus amores, pero Simeone quiso que Giuliano quemara las mismas etapas que cualquier canterano. "Sus grandes amigos, además de los argentinos, son Barrios y Riquelme, con los que coincidió en las categorías inferiores", apuntan fuentes rojiblancas.

El pequeño de los Simeone llegó al Atlético de Madrid en su etapa de juvenil procedente de River Plate. Nacido en Roma, cuando su padre jugaba para la Lazio, de pequeño vivió en Argentina con su madre, al estar ya sus padres separados. Pero aterrizó en Madrid y la rompió, hizo cinco goles en sus 10 primeros partidos, y eso le valió ser una de las joyas de la cantera rojibanca a pesar de llevar ese apellido.

El argentino celebra su primer tanto con argentina.

El argentino celebra su primer tanto con argentina.Luciano GonzálezEFE

Pese a ser un activo prometedor, desde el club decidieron foguearle con varias experiencias primero en Segunda y después en Primera. En Zaragoza volvió a demostrar su olfato goleador con nueve goles y tres asistencias y después llegó su primera experiencia real en la máxima categoría con el Alavés. Entonces, el drama. En un partido de pretemporada ante el Burgos, Giuliano sufrió una entrada criminal por detrás que le partió el peroné y le luxó el tobillo. "El primer pensamiento que me vino a la cabeza cuando vi el pie para otro lado es: 'No vuelvo a jugar al fútbol'", expresó el Cholito sobre su lesión.

Entonces el argentino dijo que llegó a una encrucijada en la que tuvo que decidir para pasar ese obstáculo si quería "hacerse peor" o "mejorarte y aprender". Obviamente, escogió la segunda opción. En el conjunto babazorro sólo pudo jugar 16 partidos, los primeros, pocos minutos, pero en los últimos seis, de los que fue titular en cinco, consiguió hacer un gol y dos asistencias. "Es un chico que es todo entrega", explican desde el banquillo rojiblanco.

Nunca rendirse

Esa entrega le valió volver al club el pasado verano. Un equipo en el que no tenía hueco puesto que la plantilla tenía muchos delanteros en nómina y llegaban, además, Julián Álvarez y Sorloth. Entonces, la salida de Samu Omorodion le brindó un resquicio que el chico quiso aprovechar desde el principio. "Ha aprovechado con calidad y entrega la mínima oportunidad que se le ha dado y ahora es titular indiscutible", apuntan desde el club.

Los tres primeros partidos suplente, luego seis minutitos contra el Athletic, 14 contra el Valencia, cinco contra el Rayo y primera titularidad ante el Celta. Pero su verdadera irrupción llegaría tras el varapalo ante el Betis. La primera derrota en Liga de la temporada y una imagen apática del equipo. Hacía falta energía y, si hay algo que caracterice precisamente al Cholito es eso, el coraje. "Lo que destaco de él es su energía. Su energía es diferencial, transmite algo que es muy difícil ir a comprarlo, eso lo tienes o no lo tienes", alabó su padre.

Explosión

Su titularidad con gol ante Las Palmas ya le valió un hueco en el once del que no saldría y este año ya suma cuatro tantos y siete asistencias en lo que va de curso. Es uno de los integrantes de la plantilla más queridos en el Metropolitano y también uno de los responsables del cambio del equipo hasta este bajón de marzo en el que se han perdido casi todas las opciones a dos de los tres grandes títulos.

El crecimiento del equipo ha ido en paralelo al del jugador. Giuliano partió al inicio de la temporada con un valor de 13 millones de euros y ahora su precio está en 25 millones según la plataforma Transfermarkt. En ese ranking, es el tercer jugador de LaLiga que más se ha revalorizado tras el madridista Asencio que ha pasado de 12 a 30 millones y de Pedri cuyo valor ha aumentado de 100 a 120 millones, el más alto de su carrera. Hay rumores de una oferta del Chelsea de 35 millones, pero en el club lo tienen claro: "Ni se plantea desprenderse de él".

Marzo, el oscuro mes de las dos despedidas del Atlético: KO en Champions y una victoria en cuatro partidos de Liga

Marzo, el oscuro mes de las dos despedidas del Atlético: KO en Champions y una victoria en cuatro partidos de Liga

"Marzo, marceador, un día malo y otro peor". Así se resume el mes del Atlético de Madrid en el que el equipo dijo adiós a dos de las tres competiciones a las que aspiraba. Los colchoneros, campeones de invierno, se han desinflado en el momento más importante del curso, donde se dirimen los títulos. El entrenador, Diego Simeone, se sigue acordando del doble toque de Julián Álvarez en cada rueda de prensa, pero tampoco oculta la evidencia: "Dentro de la temporada hay momentos, buenos, malos y regulares. Hay que seguir compitiendo hasta el final".

El equipo está en un momento malo no, crítico. Además de la eliminación de la Champions y el recuerdo del penalti de Julián, en la segunda vuelta ha perdido 17 puntos de 30 posibles, cuatro de 12 en marzo, los mismos que dejó escapar en la primera mitad del curso. Con ese tanteo, los rojiblancos se quedan a nueve puntos de la cabeza y el golaverage perdido ante el FC Barcelona. "Los equipos de detrás ya se están acercando y nos alejamos de donde queremos", apuntó Jan Oblak tras el empate en Cornellá.

La Copa, este miércoles, es la gran esperanza rojiblanca para intentar conseguir un título esta temporada, aunque aún esté el Mundialito de Clubes en el horizonte. Pero la afronta, precisamente, contra un Barça que ha ganado sus últimos nueve encuentros ligueros, un récord de épocas de Pep Guardiola y Luis Enrique. Mal enemigo para agarrarse al flotador.

Nueve goles en seis partidos

Lejos queda aquella victoria sufrida ante el Athletic, al inicio de este fatídico marzo con gol de Julián. Fue un espejismo con truco, hasta cuatro palos golpearon Los Leones en ese duelo que se les escapó por la contundencia del argentino y la gran defensa rojiblanca, línea que ha naufragado en los últimos encuentros y con la que el equipo había conseguido agarrarse a la cabeza de la tabla, de la que ahora parece haberse despegado definitivamente.

El Barcelona abrió la brecha en la ida de la Copa, consiguiendo quebrar hasta en cuatro ocasiones la meta de Jan Oblak. Desde entonces otros nueve tantos han ido a parar a las redes rojiblancas en seis partidos. Siguen como el menos goleado de Primera con 23 goles, pero el segundo ya queda mucho más cerca, precisamente el Athletic con 24 y el Getafe cerraría el podio con 25.

Simeone, en el banquillo de Cornellà.

Simeone, en el banquillo de Cornellà.AFP

La fragilidad defensiva era algo que parecía de épocas pasadas, pero ha vuelto acompañada de falta de contundencia y de energía para afrontar el maratón de partidos que acumularon los rojiblancos desde la vuelta de Navidad, 18 encuentros en 10 semanas. Incluso Giuliano, un electrón con carga siempre positiva, ahorró carreras en Cornellà, fundido como venía de hacerse 8.000 kilómetros para jugar con Argentina.

Hay que destacar que parte del descalabro también ha venido por errores de concentración que han costado puntos. Vienen a la mente el planchazo y posterior cruzada de cables de Ángel Correa en Getafe, que terminó con su expulsión y la pérdida del argentino para los siguientes cinco partidos, y el penalti que hace Clement Lenglet ante el Espanyol. Un agarrón inocente, pero en la cara del árbitro, que concedió el empate al conjunto blanquiazul. En el Metropolitano este miércoles tocará limpiar la mente y, sobre todo, recuperar los resultados.

Simeone es lo que es... y a veces no es suficiente

Simeone es lo que es… y a veces no es suficiente

Cualquier debate sobre Simeone nace viciado porque para los atléticos no es un entrenador sino un familiar y un héroe y para los madridistas, que aseguran que a ellos el Atleti les da igual pero plagan las redes y los medios de ataques al Cholo, no es un entrenador sino un pimpampum. Este segundo grupo refuerza la reacción siciliana del primero y a partir de ahí todo es elegir bando. La más leve crítica te hace anticholista y cualquier elogio, un devoto ciego.

Y no. O no debería porque limita el asunto a una ridícula pugna de máximos: hay que renovarle de por vida o despedirle hoy mismo. Dos bobadas de similar calibre. Simeone recogió un Atlético en derribo y con las piezas de un triciclo destrozado construyó un avión. Es uno de los trabajos más brillantes de un entrenador en este siglo y eso no se lo va a quitar nadie.

Tan cierto como que una primavera más, y van cuatro seguidas, apenas comienzan las alergias y el Atleti ya está a verlas venir, con un partidito a la semana para acabar tercero sin sudar y decir que ha cumplido objetivos (la baza de la Copa cambiaría el ánimo más que la evaluación). La justa indignación con el (supuesto) doble toque de Julián Álvarez llega hasta donde llega y ese lugar no debería ser la rueda de prensa del Cholo tras dar pena ante el Espanyol. Era día para la autocrítica y, como ha pasado demasiadas veces en los últimos años, no llegó.

El Atleti no se dejó la Liga en el 2-4 del Barça sino en los esperpentos en Getafe y Cornellà. Una escena, la dimisión fuera de casa cuando no se mide a colosos, que repite desde hace un lustro. No es casualidad. Si la sensación es mejor esta temporada que las pasadas es porque el Cholo ha vuelto a crear un equipo competitivo ante Madrid y Barça, ha ganado la arriesgada apuesta de Giuliano y ha captado para la causa a un fuera de serie como Julián. No es poco, pero no es suficiente.

Simeone es el entrenador que es, como Guardiola, como Ancelotti, como Flick, como todos. Ha evolucionado, claro, pero dentro de los parámetros del fútbol en el que cree (control, que ocurra lo menos posible, esperar el error...). Y cuando lo basas todo en resistir, tus futbolistas morirán por ti en el Bernabéu, pero se sentirán peces fuera del agua cuando no tengan molinos enfrente en Leganés o Vallecas. Ahí ni encontrarán un enemigo ante el que ser David ni sabrán ser Goliat. Serán la nada. Así lleva años el Atleti y le condena al limbo de la decepción. ¿Es capaz el Cholo de cambiarlo? A estas alturas, la duda es legítima y el tiempo para resolverla no puede ser eterno.

Brahim cobra la mínima ventaja en el derbi del miedo

Brahim cobra la mínima ventaja en el derbi del miedo

El Bernabéu es un buen lugar para la contemplación si se es espectador. Como mirar una catedral para los devotos, con un marcador que es como un fresco en movimiento. Como futbolista, sin embargo, es un mal asunto. El Atlético partió deliberadamente contemplativo, agrupado en su campo, a la espera de que no pasaran cosas. A Simeone le puede su naturaleza, tenga lo que tenga, y no es un reproche, ni es negativo. Es lo que es, y le ha ido de maravilla. En el Metropolitano, en cambio, deberá proponer más, porque la Champions lo exige; el Madrid, también. No le bastará su acting en la banda. Sin necesitar de una noche mágica, el rey de Europa cobra ventaja en unas circunstancias mucho más adversas, porque en el Bernabéu siempre pasan cosas si se deja crecer a los suyos, aunque las haga un suplente que no debería sentirse como tal. Es Brahim. La contemplación desde la hierba es un mal asunto. [Narración y estadísticas (2-1)]

Las primeras acontecieron esta vez muy rápido para conectar a Valverde y Rodrygo, que pudo con la velocidad de Javi Galán como si no se esforzara. El brasileño se desliza, sin desgaste, por donde otros pisan con clavos. El eslalon acabó en un gol pletórico, messianico.

Para saber más

Fue como el directo inesperado nada más sonar la campana del primer round que deja grogui al oponente. Ahí estaba la oportunidad del Madrid para romper la eliminatoria y obligar a Simeone a cambiar su hoja de ruta, que se plantó en el Bernabéu a jugar una eliminatoria, no un partido. Después de verse superado de semejante forma, como le ocurrió al lateral rojiblanco, un futbolista queda tocado emocionalmente. Rodrygo volvió a intentarlo, pero el defensa reaccionó con los tiempos justos, al límite del penalti. Giménez detuvo en la banda opuesta a Vinicius, menos preciso que su compatriota con un Mbappé de oyente. Rodrygo es el Patito feo del ataque, aunque Ancelotti es de la generación que conoce bien el cuento de Andersen.

Un equipo desgastado

Un gol no cambia, sin embargo, un plan, y el Atlético siguió a lo suyo, con la prioridad de dejar al Madrid sin espacio y refugiarse en largas posesiones que evitaran las pérdidas. Sin la pelota, cerraba los espacios entre las líneas; con ella, hacia el campo anchísimo. Ello hacía correr al Madrid, un equipo desgastado físicamente. Era parte del plan del argentino, que sabe de los buenos finales de los suyos. No lo tuvieron. Ello no daba, de momento, ocasiones al Atlético, que tuvo la primera en una llegada de Giuliano, cuyo centro, dirigido a Lino, fue interceptado por Valverde. El uruguayo estaba en el campo bajo riesgo, pero en dos acciones, el pase del gol y el corte del no gol, demostró por qué.

En un contexto en el que mandaban el respeto y las precauciones, con balones al pie y sin presión alta por parte de ninguno de los equipos, los goles sólo podían llegar gracias a acciones individuales. Rodrygo había encontrado el espacio por sorpresa, pero eso no iba a volver a suceder. La de Julián Álvarez fue individualísima. Después de un error de Camavinga, alzó su visión periférica desde el cuerno del área y lanzó un disparo teledirigido que salvó la envergadura de Courtois. Como burlar las alas de un cóndor.

La réplica la puso Brahim, nada más regresar del descanso, al sostenerse en el área gracias a su potente tren inferior y su bajo centro de gravedad, y salvar contarios para colocar el balón en el lugar imposible de Oblak. Una acción de alivio para el Madrid, porque Simeone ya había mandado aumentar el ritmo de los suyos al salir del vestuario. Al argentino le gusta jugar varios partidos dentro de un mismo partido, no digamos ya en una eliminatoria. La nueva ventaja del Madrid llegaba de la nada, como había ocurrido con el tanto de Julián Álvarez.

Julián Álvarez, ante Camavinga, en la acción del 1-1.

Julián Álvarez, ante Camavinga, en la acción del 1-1.AFP

Brahim y Julián tiene algo en común, y es haber llegado procedentes del Manchester City. Todo lo que deja Guardiola suele tener tara, pero con estos jugadores alguien se equivocó, por ponerlos poco o por abrirles la puerta. También en la Federación Española. Julián, la gran referencia de este Atlético, ya por encima de Griezmann, apunta en grande. Brahim, recambio del sancionado e intocable Bellingham, hace muchísimas cosas, y todas bien.

Oblak encajó el segundo gol, pero el Atlético encajó el temor, y más cuando Ancelotti echó mano de Modric, al que Simeone veía como titular, para sacar del campo a Camavinga. Brahim se lo recordó a gritos desde la banda tras su gol. Sabe el argentino lo que el croata puede hacer, por lo que llamó a Le Normand para pasar a jugar con línea de cinco y vació su centro del campo para poner a Correa y Sortloth, los jugadores de sus finales. Si había algo que jugar que fuera en las áreas, aunque estuvo más cerca de perder más que de ganar algo. Camino del Metropolitano, el Madrid lo hace más seguro de lo que estaba antes de saltar a su propio estadio. Simeone sabe que necesitará más.