Attaoui asombra, Llopis se exprime para llegar a la final de 110 vallas y Jordan Díaz se clasifica sin sudar

Attaoui asombra, Llopis se exprime para llegar a la final de 110 vallas y Jordan Díaz se clasifica sin sudar

«¡Aquí estoy yo!» Un grito para sí mismo y para quien quisiera escucharle cuando observó que la victoria era suya. No había medalla de por medio, no había siquiera final, pero ganar sienta bien, da confianza, y especialmente si es la primera vez. Mohamed Attaoui se lo repitió, como si se tratara de la terapia de un ganador, después de los nervios que había pasado en la cámara de llamadas. Ahí es donde muchos atletas pierden la carrera. Attaoui lo temía. Por eso necesitaba correr, soltarse. La semifinal de 800, una de las pruebas más caras del atletismo en París, le aguarda.

Ganar una primera serie puede no decir nada o puede decir muchas cosas. La que ganó Attaoui habla de este joven atleta, de 22 años, como un tipo que a la calidad añade ya las marcas y la ambición. Levantó el dedo en la meta como hacen los que no temen a los desafíos personales. Los retos empiezan por uno mismo. Acabó en 1.44.81 y con mucho margen. De hecho, es de más de dos segundos, una barbaridad en el 800, ya que esta temporada ha establecido un nuevo récord de España con 1.42.04. Se trata de la cuarta mejor marca internacional de un curso en el que los tres que han corrido más rápido que el español lo han hecho en menos de 1.42. Hasta 11 se encuentran por debajo de 1.43, hecho que aventura una semifinal y una final rapidísimas. Los que tienen esos tiempos en las piernas no quieren tráfico en las dos vueltas. Al diablo la estrategia. A correr sin trampas.

Ben, a la repesca

Attaoui, nacido en Marruecos pero español desde 2021, a pesar de que reside en Torrelavega desde los seis años, se ha convertido en meses en una de las opciones al podio del atletismo español en una prueba tan selectiva que, en las primeras series de calificación, envió a la nueva repesca a Adrián Ben, quinto en Tokio, y Elvin Josué Canales. El 800 va demasiado rápido.

Este inesperado as de la pista se añade al hispano-cubano Jordan Díaz, formado deportivamente en la isla y nacionalizado por Carta de Naturaleza en 2022, que sólo se dejó ver en la calificación de triple. Un salto basta para entrar en la final. No es necesario desgastarse más. Con 17,24 rebasó la distancia exigida para entrar en la final (17,10) y se fue para la Villa Olímpica, al igual que los que serán sus principales rivales en la final, Pedro Pichardo (17,44) y Zango Hughes (17,16). Todos se dejaron muchos centímetros en la tabla, hasta 22 Pichardo.

La final va a exigir superar los 18 metros, como sabe Jordan, que ya ha llevado hasta los 18,18 su marca y nuevo récord de España. A los 23 años, tiene tiempo para atacar el récord del mundo (18,29). La rivalidad que mantiene con Pichardo, otro cubano nacionalizado portugués, es un buen caldo de cultivo.

Jordan Díaz saltó con un vendaje en su pierna derecha, aunque ya lo ha llevado en otras competiciones. «Tenía que soltar la adrenalina y ya lo he hecho, después de una semana en la Villa sin competir. Me he sentido bien, en forma», dijo. El triplista y Attaoui son los dos ases con los que el atletismo español cuenta para llegar al podio en la pista de Saint Denis, que, ayer, rindió homenaje al dúo de oro de la marcha española en la entrega de medallas.

Asier Martínez, fuera de la final

Hay otros que, como Jordan Díaz, definieron su acceso a las finales, aunque sus opciones de subir al podio sean muy complicadas. Es el caso del vallista Quique Llopis, segundo en su semifinal con 13.17. No lo consiguió, en cambio, Asier Martínez, finalista en Tokio, pero que ha llegado a París tras una temporada complicada. Las vallas españolas, sin embargo, mantienen a un finalista, en la tradición que iniciaron Javier Moracho y Carlos Sala en Moscú'80 y Los Ángeles'84.

Yulenmis Aguilar, también cubana nacionalizada, estará en la final de jabalina, con el objetivo de lograr un diploma, y Thierry Ndikumwenayo fue recalificado para la final de 5.000 de tras prosperar la reclamación del equipo español tras una caída que le impidió terminar la carrera.

En la única final de la jornada con participación española, los 3.000 obstáculos, Dani Arce concluyó décimo, a dos puestos del diploma, en una prueba a un ritmo alto desde el principio y que dominó el marroquí El Bakkali, que repite oro olímpico y una gran tiempo de 8.06.05.

El frustrante viento de Marsella (que retrasa otra posible medalla para España): “Lo peor es la espera, mantener la concentración”

Actualizado Miércoles, 7 agosto 2024 - 18:31

La segunda medalla de la vela se hace esperar, como sucedió con la primera, el oro de Diego Botín y Florian Trittel en 49er. La razón es el viento. El Mistral no aparece como era de desear y convierte las regatas olímpicas, en Marsella, en un calvario para organizadores y regatistas. "Lo peor fue la espera, intentar que no nos afectara y mantener la concentración", explicó Trittel, después de ver cómo se suspendían dos de sus últimas regatas, una cuando eran primeros, y se aplazaba un día la Medal Race. Lo mismo les sucedió a Jordi Xammar y Nora Brugman, cuando debían afrontar como segundos la Medal Race de 470 mixtos. La prueba final se aplazó un día, si el Mistral lo dispone.

Las pruebas de los regatistas españoles no han sido las únicas afectadas, ya que las suspensiones son recurrentes en todas las clases desde el inicio de las competiciones. En la mayoría se llega a la Medal Race sin que se hayan podido completar todas las regatas previas, aunque el reglamento permite la disputa de la regata final con un mínimo realizado. Es lo que sucederá, hoy, con el 470 mixto. El martes hubo de ser cancelada la tercera manga.

Clases afectadas

Entre el lunes y el martes, los kite-foils solo pudieron completar cinco de las 16 regatas programadas. En Ilca 7 y 470, solo ocho de las 10 mangas preliminares pudieron celebrarse. El lunes, la organización devolvió el dinero de las entradas a quienes las habían adquirido, mientras las protestas crecen entre los participantes. No ha sucedido únicamente esta semana. En IQFoil, la regata maratón disputada alrededor del puerto se detuvo el miércoles pasado, con los competidores, sin viento, parados entre el castillo de If y el Frioul. En los Ilca 6, la Medal Race se aplazó un día y, cuando se reanudó, las últimas regatas se hicieron con tan poco viento que algunas regatistas tuvieron problemas para llegar a la meta.

"Es un poco frustrante. Con un poco más de viento, podríamos ir rápido y fuerte. Pero bueno, son los Juegos Olímpicos de la calma y hacemos lo que podemos", dijo la kitesurfista francesa Lauriane Nolot, condescendiente con la organización. Entre los regatistas internacionales, la crítica es mayor.

El calor genera una barrera

El presidente del Comité Organizador, Tony Estanguet, visitó el martes la marina de Marsella ante los problemas surgidos. "Evidentemente no hay ningún arrepentimiento de haber elegido Marsella, al contrario, cuando vemos las imágenes y la calidad de la organización", afirmó. En opinión de David Lanier, especialista meteorológico del equipo francés, "la gran dificultad es el calor generado por la aglomeración de Marsella. Llega hasta 40 grados en tierra y eso al viento no le gusta. El calor progresa hacia el mar y bloquea el viento. Eso crea una capa, como un obstáculo para el viento", explicó.

La escasez del viento en Marsella y las contaminadas aguas del Sena, que ya han obligado a suspender varios entrenamientos en aguas abiertas, como ocurrió con el triatlón femenino, son, por ahora, los puntos negros de la organización. La triatleta belga Claire Michel, que tomó parte en la prueba, se infectó con la bacteria E. Coli después de nadar en el río que atraviesa París.

El equipo de moda en España, la selección femenina de fútbol, se desploma ante Brasil

Actualizado Martes, 6 agosto 2024 - 23:28

La fábula de la selección de moda en España se apaga. Lo hace bruscamente, con un desplome. Queda el bronce, pero un bronce no colma a quienes se sienten en la cima del mundo desde hace un año, campeonas del mundo, de la Liga de Naciones, campeonas de su propia revolución tras un beso robado, mientras se pasan de una a otra el Balón de Oro. A eso sólo se da continuidad con más oro, objetivo unívoco de un equipo que ahora debe mentalizarse para luchar por el bronce frente Alemania, en Lyón. Ellas no llegarán a París. Brasil, mejor que España en Marsella, lo hará por el oro frente a Estados Unidos.

El destino tiene caprichos. Uno fue que las dos heroínas de la remontada ante Colombia, Cata Coll e Irene Paredes, hicieran la carambola del inesperado gol en propia puerta que abría el partido. Erró la portera y el balón golpeó en su compañera para alcanzar la red. Sin embargo, el destino no es el culpable de esta inesperada derrota ante una selección a la que España había ganado en la fase grupos. No. La explicación está en el juego errático de la selección frente a un rival que supo explotar muy bien las debilidades defensivas de las jugadoras de Montse Tomé.

La seleccionadora española perdió la partida táctica con su homólogo, Arthur Rivas. La espalda de sus laterales, en especial Olga Carmona, era un solar por el que Brasil desplegó su contraataque, lanzado por Ludmila y Gabi Portilho. El técnico brasileño, además, dispuso marcajes individuales por todo el campo, con mucha intensidad y anticipación, algo para lo que Tomé no supo encontrar los anticuerpos.

Putellas y Guijarro, suplentes

La realidad es que España no se ha encontrado con su mejor juego desde el inicio del torneo olímpico. La semifinal frente a Colombia tuvo similitudes con el duelo con Brasil, aunque esta vez ni siquiera pudo forzar el empate para llegar a la tanda de penaltis. Brasil pudo cerrar el choque mucho antes, dadas las ocasiones que tuvo a la contra en el primer periodo. Priscila erró un mano a mano frente a Cata Coll al que llegaba sola. Lanzó fuera. España respiraba, pero sin dar respuesta en el área contraria, más allá de un disparo de Jenni Hermoso.

Después de haber sido suplente ante Colombia y de haber dicho que no comprendía esa situación, Jenni entró en un once en el que Tomé realizó cambios en busca de la fluidez y el gol que no había encontrado. Ello llevó a Alexia Putellas y a Patri Guijarro a quedarse en el banquillo. Las soluciones no dieron frutos y la seleccionadora tuvo que agitar de nuevo el equipo tras el descanso, porque en el tiempo añadido de esa parte, cuando la selección buscaba el empate, se repitió el guion y Gabi Portilho culminó con gol una de las incesantes contras. Lo merecía Brasil.

La cosa pudo ser peor para las españolas, ya que la tendencia fue la misma tras regresar al campo, pero Brasil falló tres ocasiones consecutivas. Cata Coll decidió quitarse la careta. Era momento de correr todos los riesgos. Un gol más habría sido una losa prácticamente definitiva, pero al fallarlos, Brasil dio esperanzas a las jugadores de Tomé de repetir lo que habían logrado ante Colombia en cuartos, cuando también llegaron a ir dos goles por detrás hasta el último cuarto de hora. Ni Jenni ni Aitana Bonmatí, las líderes, aparecieron.

Caldentey, desolada tras uno de los goles de Brasil.

Caldentey, desolada tras uno de los goles de Brasil.EFE

Si entonces fue Jenni la futbolista clave en la remontada, al marcar el primer gol tras saltar desde el banquillo, esta vez la jugadora del Tigres mexicano encontró menos situaciones. Salma Paralluelo lo hizo, por dos veces, cuando la esperanza se había agotado. Lorena detuvo los dos disparos con más intenciones de Jenni. Tomé llamó entonces a Guijarro. Putellas continuaba en el banquillo.

Las decisiones tomadas por el técnico brasileño influyeron más sobre el juego. La prueba fue Adriana, autora del tercer tanto en una llegada que demostró los despropósitos de España. Sólo entonces entró Alexia para revolucionar mínimamente el final, goles de Salma, uno con ayuda, incluidos, pero sin poder evitar ya el cuarto de Brasil. Fue tarde.

Playa Eiffel, la última del ‘abuelo’ español del voley: “Cuando la gente grita, vibra hasta la arena”

Actualizado Martes, 6 agosto 2024 - 21:09

«Cuando la gente grita y se mueve en la grada, vibra hasta la arena». Pablo Herrera ha jugado en las mejores playas del mundo, de Copacabana a Fort Lauderdale, en Florida, o hasta en Gstaad, en los Alpes suizos. Donde no hay playa, se crea para el voley. Pero jamás pensó el español en que un día lo haría bajo la Torre Eiffel. «Es el mejor marco para nuestro deporte, sencillamente increíble», añade alguien que sabe de lo que habla, puesto que es e

Hazte Premium desde 1€ el primer mes

Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web

Si lo prefieres
<!--

¿Ya eres Premium? Inicia sesión

--> <!--

Cancela cuando quieras

-->

Los 362 días que cambiaron la vida de Fermín: “Los Juegos son un reto personal”

Actualizado Martes, 6 agosto 2024 - 00:20

El 27 de julio de 2023, Fermín López debutaba con el Barcelona en un partido de pretemporada contra el Arsenal, en Los Ángeles, para sustituir a Gündogan. El 24 de julio de 2024, el mismo jugador debutaba en unos Juegos Olímpicos, en un partido frente a Uzbekistán. Faltaban dos días para se cumpliera un año, 362 días que cambiaron totalmente la vida de este futbolista de 21 años. Un año en el que se ha hecho un sitio en el Barcelona, pese al despido de su valedor. Un año en el que ha sido internacional. Un año en el que ha ganado una Eurocopa. Un año en el que ha llegado a unos Juegos Olímpicos. Un año en el que está a un paso del oro, un último paso, como gran estrella de esta España en las que pocos confiaban. Es su particular cuento de la Cenicienta.

Con cuatro goles decisivos, el último para empatar frente a Marruecos en Marsella, Fermín es, a sus 21 años, el jugador referencia del torneo. Si en la final marca, igualará como máximo goleador al marroquí Rahimi, que luchará por el bronce con su selección. El gol es un elemento diferencial de Fermín, un futbolista metálico, que carga la pierna en cualquier lugar, en un instante. El gol que tanto necesitaba Xavi Hernández y por lo que exigió al club que incluyera al futbolista el chárter hacia Estados Unidos hace un año, pese a las reticencias.

"Hace lo que le pido"

"Me lo llevo porque hace lo que yo quiero que haga en el campo", dijo Xavi. Desde ese debut ante el Arsenal, en partido amistoso, jugó 43 partidos oficiales con su equipo y marcó 11 goles. "Yo siempre hago lo que me pida el míster", dijo en el estadio Velodrome de Marsella, tras vencer a Marruecos. Santi Denia se beneficia.

Dos días después de aquel debut en Los Ángeles, Fermín escribió en sus redes sociales: "Nunca lo tuve fácil y ha sido un camino duro y de mucho sacrificio. Hoy es un día muy feliz para mí y para mi familia". Se refería el jugador de El Campillo (Huelva) a las dudas que había tenido sobre si algún día llegaría al primer equipo.

Dudas que le habían llevado a plantearse marcharse lejos, al fútbol polaco, incluso, donde reencontrarse, como hizo Dani Olmo tiempo atrás, en su caso a Croacia. Ya había conocido cesiones, al Betis al Linares, y no quería más. Incluso había tenido la ayuda de un psicólogo, en la Masía, mientras se planteaba si dejarlo todo y dedicarse a sus estudios universitarios de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, que todavía mantiene.

La llegada de Xavi, alguien que siempre mira a la cantera, fue providencial. Dos de sus hallazgos, Fermín y Cubarsí, son pilares de esta selección olímpica. Xavi también integró otra, en Sidney 2000, donde España perdió en la final ante Camerún. Algún consejo podría dar al que ha sido su pupilo, exultante como cuando pateó el banderín de córner tras marcar a Marruecos. Por fortuna, la tarjeta amarilla no le priva de la final.

"Los Juegos son un reto personal", afirma Fermín, para el que "el equipo merecía la victoria ante Marruecos". "Ojalá yo pueda meter más goles -añadió-, pero lo importante es que hemos pasado a la final, y ahora hay que ir a ganarla". Será el zapato de oro de esta Cenicienta.

Los 'tapados' del fútbol lucharán por el oro tras vencer a Marruecos en la caldera de Marsella

Los ‘tapados’ del fútbol lucharán por el oro tras vencer a Marruecos en la caldera de Marsella

El fútbol español no para. Después de la Eurocopa y de los triunfos de la selección femenina, los 'tapados' de Santi Denia también quieren soñar. Esta noche lo hacen con el oro, después de derrotar en tierra hostil, la caldera de Marsella, a Marruecos (1-2). Su rival será Francia, la anfitriona, que resolvió su eliminatoria con una sufrida victoria en la prórroga para citarse con España en la final del próximo viernes en el Parque de los Príncipes (18:00). Los que empezaron como pajes se sienten ya príncipes.

Fermín es quien mejor representa ese sueño, uno de los futbolistas del torneo, con cuatro tantos. El cuarto sirvió para igualar un choque muy complejo, por la potencialidad del rival, por su juego, preparado para la contra, y por la atmósfera. El barcelonista añadió la asistencia a Juanlu, que entró en tromba en el área, hacia el gol y hacia París. Los Juegos de verdad les esperan.

Cuarta final

El fútbol masculino repite, pues, final tras perder la de Tokio, entonces con futbolistas reventados, como Pedri. Fermín jugó la Euro, pero apenas minutos. Está fresco, como Baena y el resto. Será la cuarta final olímpica, después de obtener la plata en Amberes'20, tras perder la final ante Bélgica, ganar en Barcelona'92 y perder de nuevo ante Camerún, en Sidney 2000, y Brasil en Tokio, hace tres años. Denia tiene que repasar qué se hizo bien y mal en cada caso. Por ahora, su gestión es impecable, con el único borrón de la derrota ante Egipto en día de rotaciones. El técnico movió el banquillo con rapidez cuando era necesario. Juanlu, el hombre del gol decisivo, fue uno de sus cambios.

Marsella era Casablanca. España iba a jugar como visitante en un estadio Velodrome de un solo color, tomado por la comunidad de origen marroquí de la segunda ciudad más poblada de Francia. Para contrarrestarlo sólo había un camino: la pelota, el dominio. Lo intentó el equipo de Santi Denia desde el principio, era su plan, pero un penalti innecesario le obligó a cambiar.

Hakimi intimida

Barrios llegó tarde a un despeje e impactó en el gigante Richardson en el área. No podían existir dudas cuando le advirtió el VAR. Era claro. Rahimi, el mejor delantero del torneo hasta entonces, no falló, seguro y determinado ante Arnau Tenas. Hakimi intentó desconcertarlo antes del lanzamiento, de compañero a compañero, ya que ambos pertenecen al PSG.

El ex jugador del Madrid es uno de los mayores de 23 años elegidos por su federación para disputar los Juegos. Tiene sentido, por calidad, por puesto y por liderazgo. Lo decide todo sobre el campo, la verdadera extensión del entrenador. Incluso más.

España tenía, pues, que acelerar el ritmo de balón, porque hasta entonces apenas había presentado un lanzamiento de Fermín. La coyuntura, además, era la más peligrosa posible, ya que el juego de Marruecos está basado en la rapidez de sus transiciones, gracias a Hakimi, Targhaline o Balde. Cuanto menos toques, mejor. La olímpica no se diferencia en su juego de la absoluta que echó a España del Mundial de Qatar.

La selección de Denia necesitaba llevar el miedo a Marruecos, que acosó a España con el viento de cola del gol hasta el descanso, demorado más de 10 minutos por la lesión del colegiado, al que tuvo que sustituir el cuarto árbitro por un choque con Pubill. Baena lo había intentado con dos disparos aislados, uno de ellos repelido por el exterior del palo. Era necesario más.

Marruecos se preparó para resistir ante España y buscar las contras. Akhomach, el futbolista del Villarreal, probó cerca de Arnau. En su despliegue era peligroso; en su área no era seguro. Fermín lo intuyó y se aprovechó de una jugada sucia cerca de Munir para marcar un gol de los que le distingue. En estos Juegos se ha destapado con un rol muy distinto al que tiene en su club o en la selección absoluta. Es el jefe.

Con la misma ira que marcó pateó el banderín de córner, lo que le valió una tarjeta que, por fortuna, ya no es peligrosa para la final. Con la pausa necesaria habilitó a Juanlu en el camino del gol y del sueño del oro.

El hundimiento olímpico de Rahm entre el viento y el colapso mental: "No sé cómo explicarlo"

El hundimiento olímpico de Rahm entre el viento y el colapso mental: “No sé cómo explicarlo”

De un cuerpo de gigante apenas sale la voz. Jon Rahm, abatido, parece buscar respuestas con su mirada, respuestas que no encuentra tampoco en sí mismo: "Ni yo sé cómo explicar lo que ha pasado". Lo que acababa de pasar era un hundimiento olímpico. Rahm dominó el último recorrido del torneo de los Juegos con una autoridad inesperada. Había estado irregular los días anteriores con el putt, pero, en cambio, el domingo parecía que todo le salía en el green. Lo mismo en las salidas del tee. Ese juego sin fisuras le hizo alcanzar el ecuador del recorrido con cuatro golpes de ventaja. Después, el colapso, los errores, los bogeys, el hundimiento.

El diploma que corresponde a un quinto puesto no colma a un gran campeón. Rahm lo es. Sólo quienes lo son arrastran riadas de gente, como las 80.000 personas que se acercaron al Golf National, cerca de Versalles, adonde llegaron con intenciones muy distintas a quienes tomaron su palacio hace más de dos siglos. Eran más de las que caben en el estadio de Saint Denis. Buena parte de los espectadores llegaban a animar a Rahm en un torneo olímpico con los mejores golfistas del circuito. El polémico fichaje del español por el LIV saudí no ha mermado en absoluto su carisma.

"Me va costar reponerme"

"No ha sido una buena semana para mí, pero ha sido una gran semana de golf para la gente. Me va a costar reponerme de esto. Es duro, sobre todo después de tenerlo en la mano", explicaba un Rahm huidizo, con ganas de irse, volar de vuelta a Estados Unidos y reunirse con su familia. Una nueva paternidad le espera.

Rahm sentía las miradas encima sin querer mirar a nadie. Un difícil ejercicio de concentración que ya era apreciable cuando el español apareció en el putting green, la última zona de calentamiento. Fueron minutos, al contrario que sus rivales.

Un último contacto con la hierba bajo un sol oblicuo, menos húmedo que los anteriores. Refugiado del ruido en sus auriculares, no embocó ninguna. No importaba, ahí no. Salió disparado, entre gritos de "¡Rahm!, ¡España! o ¡Europe!". A ninguno respondió, a ninguno escuchó. Estaba en modo concentración, en modo recorrido, perfecto hasta la mitad del campo. En el hoyo 11 llegó el primer problema; en el 14, el crack del que no pudo reponerse.

Maldito hoyo 14

"En mi opinión, el mayor problema no ha estado en el hoyo 11 o en el 12. Lo más importante ha sido el tercer golpe del 14", explicó Rahm. Fue el hoyo maldito, un par cinco en el que realizó un doble bogey. En ese mismo hoyo había hecho un eagle el primer día y un birdie en el tercero. En cambio, había salvado en el par el hoyo ocho, donde había tenido los mayores problemas los días anteriores. "A partir de ahí no ha sido fácil mentalmente, porque ves que pierdes lo que tenías en la mano", admitió.

La concentración ha sido un elemento clave en el crecimiento de Rahm, desde los tiempos en los que la Federación lo sancionaba por explotar en el green, golpear los palos y las bolsas. Incluso fue obligado a trabajar con golfistas discapacitados, una especie de servicio social que siempre ha reconocido como clave en su vida. Eso cambió a Rahm y París empezó por ver al Rahm maduro, seguro, con un juego compacto, sin fisuras. Los errores descubrieron a otro que empezaba a mover y hacer girar los palos tras los errores.

En los 10 primeros hoyos tan sólo se fue fuera de calle en dos ocasiones, algo que solventó sin superar nunca el par. Birdie a birdie, con cuatro en cinco hoyos consecutivos, firmaba un -5 en los primeros nueve. En los siguientes nueve, un +4. Partió con -14 y acabó en -15. Había dicho que era necesario estar seis golpes por debajo del par para el oro. Acertó en el diagnóstico, no en el campo. Sólo araño uno.

Récord de Scheffler

"Conozco este campo, aquí ganamos la Ryder y he jugado otras veces, pero es un campo complejo debido al viento, no lo notaba en el swing», añadió el español, aunque ello no explica la diferencia entre una parte y otra del recorrido. Los hoyos de mayor dificultad llegan al final, aunque para entonces Rahm ya había perdido la buena tendencia, al contrario que el vencedor, Scottie Scheffler, de menos a más para firmar el récord del campo, con nueve golpes bajo par y un total de -19, cuatro golpes menos que el español. El estadounidense, primero del ránking mundial, recibió este año de manos de Rahm la chaqueta verde de Augusta.

El británico Tommy Fleetwood (-18) fue segundo y Hideki Matsuyama (-17), tercero. Dos golpes separaron a Rahm, pues, del podio. Con un birdie en el 18 habría forzado el desempate por el bronce con el golfista japonés. Hizo un bogey. Estaba mentalmente fuera.

A sus 28 años, volver al mismo lugar no será un problema en Los Ángeles 2028, después de su ausencia en Tokio por un positivo en Covid. "Ahora no me habléis del futuro, por favor. Cuatro años es mucho tiempo y primero tengo que entender qué ha pasado", finalizó. Tenía prisa por irse.

La piscina de la polémica se cierra con dos nuevos récords del mundo, tres en total

Actualizado Domingo, 4 agosto 2024 - 20:28

La piscina de la polémica se cierra con tres récords del mundo, además de un buen puñado de récords olímpicos, hecho que pone en cuestión la polémica acerca de si su escasa profundidad afectaba a la velocidad. El español Hugo González fue uno de los que se quejó. Al récord de 100 libre (46.40), logrado por el chino Zhanle Pan, se unieron en la última jornada de la natación en París los de 1.500 libre masculino y 4x100 estilos masculinos.

Bobby Finke, de Estados Unidos, batió el de la mayor prueba de fondo (14.30.67) para superar en 35 centésimas la plusmarca anterior, del chino Sun Yang, que estaba vigente desde 2012. Fue un buen día para Estados Unidos, ya que su relevo de 4x100 estilos femenino mejoró el que ya tenía al concluir en 3.49.63.

Regan Smith, Lilly King, Gretchen Walsh y Torri Huske, autora de una fabulosa última posta, añadieron otro éxito para un relevo que desde 1960 acumula 11 oros en la especialidad.

China, oro en 4x100 estilos

En la misma prueba, pero en categoría masculina, volvió a lanzarse a la piscina el gran héroe de París, Léon Marchand, pero con escasas opciones de obtener un quinto oro, dada la menor potencia del equipo francés. No obstante, consiguió sumar una medalla olímpica más, en esta ocasión de bronce.

China dominó en la combinada gracias a Jiayu Xu, Haiyang Qin, Jiajun Sun y Zhanle Pan (3.31.58), con 55 centésimas de ventaja sobre Estados Unidos, mientras los locales tocaron la pared a casi un segundo.

Marchand, con cuatro oros y un bronce, y Katie Ledecky, con dos oros, un bronce y una plata, son los nadadores más galardonados, además de la joven canadiense Summer McIntosh, una de las mujeres del futuro, y el equipo australiano.

Los tres récords del mundo, además de algunas de las pruebas más rápidas de la historia de los Juegos, como todas las ganadas por Marchand, ponen en entredicho si la profundidad de la piscina de La Défense Arena, de 2,15 metros mientras que la normativa actualizada de la FINA exige 2,50, ralentizaba a los nadadores por el mayor oleaje generado. La media de las marcas es inferior a la de Tokio.

Jon Rahm, quinto, se hunde a mitad de recorrido y se queda a dos golpes del podio olímpico

Jon Rahm, quinto, se hunde a mitad de recorrido y se queda a dos golpes del podio olímpico

Sentir las miradas encima sin mirar a nadie. Un difícil ejercicio de concentración que ya era apreciable cuando Jon Rahm apareció en el putting green, la última zona de calentamiento. Fueron minutos, al contrario que sus rivales. Un último contacto con la hierba bajo un sol oblicuo, menos húmedo que los anteriores. Refugiado del ruido en sus auriculares, no embocó ninguna. No importaba, ahí no.

Salió disparado, entre gritos de "¡Rahm!, ¡España! o ¡Europe!" A ninguno respondió, a ninguno escuchó. Estaba en modo concentración, en modo recorrido, perfecto hasta la mitad del campo, que cerró con cuatro golpes de ventaja. En el hoyo 11 llegó el problema; en el 14, el hundimiento del que no pudo reponerse. Fue quinto.

"No sé cómo explicarlo", se repetía una y otra vez Rahm, abatido. "Cuando lo tienes tan cerca, es muy doloroso perder de este modo", insistía, sin querer hablar de futuro, de una nueva experiencia olímpica en Los Ángeles 2032: "Ahora no me habéis de futuro. Me va a costar reponerme de esto". Admitió que los errores afectaron a su concentración, pero, en su opinión, "el problema no estuvo en el hoyo 11 o 12, sino en el tercer golpe del 14".

+4 en los nueve últimos

La concentración ha sido un elemento clave en el crecimiento de Rahm, desde los tiempos en los que la Federación lo sancionaba por explotar en el green, golpear los palos y las bolsas. Incluso fue obligado a trabajar con golfistas discapacitados, una especie de servicio social que siempre ha reconocido como clave en su vida. Eso cambió a Rahm y alumbró al campeón que se observó en París durante una primera parte del recorrido perfecta, fuera en el tee como en el green.

En los 10 primeros hoyos tan sólo se fue fuera de la calle en dos ocasiones, algo que solventó sin superar nunca el par. Birdie a birdie, con cuatro en cinco hoyos consecutivos, firmaba un -5 en los primeros nueve hoyos. En los siguientes nueve, un +4. Partió con -14 y acabó en -15. Había dicho que era necesario estar seis golpes por debajo del par. Acertó en el diagnóstico, no en el tratamiento. Sólo arañó uno al campo.

La mayor dificultad del último tramo no explica la diferencia, porque la crisis llegó antes, con dos bogeys en los hoyos 11 y 12, donde las jornadas anteriores había realizado par y birdie. Marcado por esos errores, en el hoyo 14, un par 5 y, por tanto una oportunidad para el birdie, incluso para el eagle, que había logrado en la primera jornada, acabó por realizar un doble bogey.

Scheffler, Fleetwood y Matsuyama, en el podio.

Scheffler, Fleetwood y Matsuyama, en el podio.EFE

Ese tramo fatal no sólo le hizo perder el liderato con el que había arrancado la jornada, igualado en el hoyo 12 por el británico Tommy Fleetwood, también las posiciones de podio. Cuando salió del doble bogey era quinto, empatado con el francés Víctor Pérez, una de las sorpresas del torneo olímpico de golf, que realizó un recorrido de -8 el último día.

Después de uno de sus errores, Rahm agitó el palo, gesto de desesperación que jamás había hecho hasta entonces en todo el recorrido. Necesitaba volver a su estado del principio frente a un desenlace en desventaja. Un putt larguísimo le permitió hacerlo en el hoyo 15 y empatar con -17 con el japonés Hideki Matsuyama en la tercera plaza. El oro estaba a dos golpes, demasiado en dos hoyos. El bronce, en disputa. Un nuevo bogey en el 17 le dejó a merced de un birdie en el hoyo más difícil. Volvió a hacer girar su palo, desencajado. Mal asunto. El resultado fue un nuevo bogey. Miró al césped. Desencajado, tampoco quería mirar a nadie.

El número uno del ránking

Los 18 hoyos del Golf National, tomado por una peregrinación cuyas intenciones nada tenían que ver con la que tomó el cercano Palacio de Versalles, siguieron al español, convertido ya en un icono, hasta el final. Unas 80.000 personas, más de las que acudieron a la Ryder Cup en este mismo campo o de las que caben en el estadio de Saint Denis. El polémico fichaje por el circuito saudí LIV lo ha apartado de determinados focos, pero su carisma sigue intacto.

Rahm no pudo devolver tanto cariño en forma de oro y vio cómo lo ganaba el estadounidense Scottie Scheffler, el hombre al que Rahm, de ganador a ganador, le puso la chaqueta verde este año en Augusta. El estadounidense, el mejor del ránking este año, fue de menos a más en el torneo olímpico para acabar con el récord del campo en la última jornada (-9) y una tarjeta global de -19. La plata fue para Fleetwood (-18) y el bronce para Matsuyama (-17). Dos golpes malditos separaron, pues, a Rahm del podio, aunque los golpes malditos en París fueron muchos más.

Ana Peleteiro no encuentra su rebeldía en París para volver al podio olímpico

Ana Peleteiro no encuentra su rebeldía en París para volver al podio olímpico

Bajo el agua de París, Ana Peleteiro no se sintió como Taylor Swift, no esta vez. La atleta gallega necesitaba encontrar la rebeldía que forja su personalidad, esa irreverencia que está en su gen de gran competidora. Lo invocó señalando con el dedo frente al foso, gritándole. El podio esperaba en el triple salto a la Peleteiro de máximos, a la Peleteiro que reta a Peleteiro, a la Peleteiro que se cree Taylor Swift cuando avanza con la mirada fija hacia la arena. No la encontró.

Esa Peleteiro es que la que apareció en Tokio, pero no en París, adonde llegaba después de ser madre y de demostrar una recuperación ejemplar y exprés para gritar que es posible, que la maternidad no debe apartar para siempre de la alta competición. A los 28 años, había conseguido saltar este año en el mismo segmento que en 2021 (14,85 por 14,87). No lo hizo, sin embargo, en el lugar elegido en su mente. Sus piernas no pensaron lo mismo. El sexto puesto, un diploma, no colma a esta atleta voraz, en un concurso dominado por Thea LaFond, de Dominica, con 15,02. Esa es la barrera en la que piensa Peleteiro desde Tokio. Esa es la barrera de los sueños.

Buen nivel global

Peleteiro entró en el foso con una fuerza medida y un primer intento de 14,55. Una distancia que le garantizaba, prácticamente, estar en la mejora, y eso significaba tranquilidad. Sin embargo, el concurso iba a estar muy por encima desde el principio, algo que sabían la atleta y su entrenador, Iván Pedroso, en pie en la grada para intentar dar indicaciones a la española. Meticuloso y pausado en el día a día de los entrenamientos, ahora era el momento de la vehemencia. Necesitaba transmitir a la atleta toda su ciencia, mucha, y toda la energía. Gesticulaba, hablaba alto cuando Peleteiro se acercaba a la grada.

La ausencia de Yulimar Rojas, su compañera de entrenamiento en el grupo de Guadalajara, dejaba abierto el oro, algo que no está en duda con la venezolana en la pista. En pocas pruebas del atletismo actual existe un dominio tan incontestable, sobre el que ahora se abre un interrogante dada la rotura del tendón de Aquiles que sufrió Yulimar en abril. No es cualquier lesión. Es el muelle del triplista, sometido a una presión brutal en cada uno de los apoyos. No estaba, pues, la mejor, pero el concurso era, globalmente, de nivel, por lo que Peleteiro necesitaba estar en sus mejores marcas para llegar al podio. Es lo que hizo para alcanzar el bronce en Tokio, en una serie en la que se mejoró a sí misma salto tras salto para acabar en 14,87, su récord de España. En París la habría llevado de nuevo al podio. Fue la marca con la que Shanieka Ricketts logró la plata.

Más riesgos

Ese 14,55 mantuvo brevemente a la gallega en primera posición, pero sólo el tiempo de entrar en contacto con el foso para las saltadoras. Ricketts se fue a los 14,61, Leyanis Pérez a los 14,62, Jasmine Moore a los 14,67 y Thea LaFond a los 15,02. Peleteiro arriesgó en el segundo intento. Necesitaba apurar en la tabla para ganar centímetros. Fue nulo. Su rostro lo decía todo. No se encontraba. Pedroso la llamó. Movía las manos rápido, hablaba. La española escuchaba. Había algo dentro de sí que no encontraba. El salto son centímetros pero también son sensaciones. Cuando se dirigió a la recta del foso, habló consigo misma, se golpeó el pecho. No mejoró la marca (14,52), pero se dejó 12,5 centímetros en la batida, lo que quería decir que tenía un registro mejor en sus piernas si podía ajustar el salto.

Una de las grandes cualidades de Peleteiro es la velocidad que alcanza para impulsar el salto, dividido en tres partes: 'hop', 'step' y 'jump'. El tercero, que lleva al foso, es el que marca la diferencia. Pedroso es de la opinión que los dos primeros son los buenos. El cubano es un sabio del triple. En ocasiones, sin embargo, eso puede llevar al que el tercero tenga poco tiempo de contacto y, por tanto, menos fuerza.

Aparece la lluvia

La lluvia apareció para dificultar más el concurso de la española, puesto que en ese momento era la que debía sumar centímetros para alcanzar el podio. La intensidad hizo que los jueces devolvieran a las atletas dentro del estadio. La práctica era imposible. Hubieron de vestirse y desvestirse. De regreso, la española volvió a situarse en la recta. Pidió al público que la siguiera con las palmas, pero se levantó del foso seria. El salto había sido bueno, pero insuficiente (14,59). Continuaba quinta en la clasificación, a dos puestos del podio. En el quinto, sobre la arena, se llevó las manos a la cara. Se había quedao en 14,26. Era sexta, el puesto que ya no pudo mejorar en el último (14,31), incapaz de encontrar a su Taylor Swift en París.