Iñigo Pérez, un 'loco' para cada detalle en el Rayo: "Cuando termine de triunfar dirán que se veía venir, como con Xabi y Arteta"

Iñigo Pérez, un ‘loco’ para cada detalle en el Rayo: “Cuando termine de triunfar dirán que se veía venir, como con Xabi y Arteta”

Uno de los primeros desafíos que Iñigo Pérez (Pamplona, 1988) debió afrontar en el comienzo de esta temporada fue el césped de la Ciudad Deportiva del Rayo Vallecano. La hierba no reunía los requisitos mínimos para un equipo profesional, así que el técnico tuvo que trasladar los entrenamientos al Estadio de Vallecas. Poco parecían interesar aquellas penurias, porque por entonces toda la atención se centraba en James Rodríguez, el fichaje estrella del verano. Sin embargo, el ínfimo nivel competitivo fue relegando al colombiano, que apenas disputó 205 minutos en siete partidos antes de hacer las maletas. Pérez no iba a ceder ante las pretensiones del ex madridista o el pésimo estado de Raúl de Tomás. Tampoco ante Óscar Trejo, su capitán, que sólo ha formado como titular en cuatro jornadas de Liga. El argentino, idolatrado por la afición franjirroja, sólo es siete meses menor que el técnico navarro, el más joven de Primera (37 años). Un tipo que no necesita alzar la voz para imponer su autoridad y que hoy visita el Bernabéu al frente de un Rayo a un paso de los puestos europeos.

«Allí por donde pasa deja una imagen de integridad, de alguien capaz de reunir a gente que quiera hacer camino junto a él. Cuando acabe de triunfar dirán que esto se veía venir, como ahora sucede con Xabi Alonso o Mikel Arteta», cuentan desde el entorno del pamplonés. Sin embargo, a diferencia de los entrenadores de Leverkusen y Arsenal, Iñigo no pudo cumplir las expectativas que había apuntado sobre la hierba.

Desde 2009 a 2022 disputó 87 partidos en Primera, repartidos entre Athletic y Osasuna. A los 34 años, cumplido su último contrato como rojillo, rechazó una oferta del Málaga. Sus horizontes se habían ensanchado. Ya no quería influir en cada partido con su pie izquierdo, sino a otro nivel, más integral. En El Sadar le ofrecieron un hueco en el cuerpo técnico de Jagoba Arrasate. Tras siete temporadas juntos, tres en el Numancia y cuatro en Osasuna, Iñigo ejercía no sólo como la prolongación de Jagoba sobre el césped, sino como su confidente. Sin embargo, una llamada de Andoni Iraola desde Vallecas iba a cambiarlo todo. Los lazos forjados en Lezama, durante su etapa común con Marcelo Bielsa, pesaron lo suyo.

En constante formación

«En el Athletic tuvo una relación muy especial con Marcelo, que continúa hasta hoy. De hecho, Bielsa ya le dijo que cuando finalizase su carrera como futbolista quería guardarle un hueco en su grupo de trabajo», confirman desde el círculo de Pérez. La obsesión de Iñigo por cada detalle, su estricta ética de trabajo y su formación constante, sólo pueden interpretarse como una prolongación de las enseñanzas de El Loco. Iñigo acude cada día a las ocho de la mañana a las instalaciones del Rayo, donde pasa casi 12 horas con su plantilla y sus ayudantes. Entre ellos destaca Adrián López, viejo camarada de Osasuna. A la manera de Bielsa, sólo entiende el oficio desde el compromiso total y el aprendizaje continuo.

Con apenas 21 años, Iñigo obtuvo la titulación de entrenador a través de Kirolene, un centro del Departamento de Educación del Gobierno Vasco donde se imparten enseñanzas de régimen especial de grado medio y superior. Allí se habían graduado, entre otros, Jagoba Arrasate y Gaizka Garitano. Él obtuvo una de las mejores notas gracias a La biomecánica en el fútbol, un trabajo donde analizaba de forma minuciosa cada golpeo, cada remate con el pie o con la cabeza. Grababa todo con una cámara slow motion y señalaba los errores.

«Desde mi primer día junto a él me di cuenta que era alguien diferente, que entendía realmente el juego y veía detalles invisibles para el resto», explica a este periódico Fran Mérida, compañero en Soria entre 2018 y 2020. «Siempre fue alguien muy maduro, responsable, tranquilo, inteligente, muy curioso en todo. Tenía madera de entrenador», desarrolla el ex del Atlético, que hace unas semanas se acercó a Vallecas para seguir un entrenamiento de su amigo.

DENNIS DOYLEGETTY

Siguiendo el patrón de Bielsa, Iñigo no concede entrevistas para no dar privilegio a unos en favor de otros. Su responsabilidad se circunscribe a las ruedas de prensa. «En las distancias cortas siempre ha mostrado un trato muy humano. Y con los periodistas sólo hay que escucharle: la educación con la que afronta incluso las preguntas más incómodas, el modo en que mantiene la calma...», reflexiona Mérida.

Una de las facetas que más ha preocupado siempre a Iñigo es la de las relaciones con el vestuario. En Bilbao ya se matriculó en Psicología y como primer ayudante de Iraola ejerció de nexo entre Andoni y los futbolistas. «Un entrenador debe convencer del mensaje que quiere mandar y si no tiene empatía o feeling, hay poco que hacer. No hay que irse de cañas con los futbolistas, pero cuando hablas has de tener credibilidad y saber enviar los inputs adecuados», relata a EL MUNDO un miembro del staff del Rayo.

«Iñigo tiene la cabeza muy bien amueblada, no le gustan las polémicas. Es un tío muy sencillo, que no trata de buscar tres pies al gato. Cuando le llega un problema trata de afrontarlo y buscar una solución», añaden desde el club presidido por Raúl Martín Presa. Casado, con tres hijos, su sensibilidad dista mucho de la de un entrenador al uso. No se trata solamente de lo aprendido desde la cuna, en el barrio pamplonés de Chantrea, o durante su bachillerato en el colegio Trueba de Bilbao. Entre lo heterogéneo de sus pasiones, sólo citar la filosofía, la poesía o el medio ambiente.

Soria como «sanatorio»

El amor por la naturaleza y los versos de Antonio Machado se exacerbaron en Soria, una ciudad que en 2014 ejerció como «sanatorio», según sus más allegados. A las orillas del Duero llegó después de una difícil etapa en el RCD Mallorca. Apenas unos meses de cesión que él mismo quiso cortar a causa del estrés. «Aquí encontró tranquilidad y cercanía. Era un chico muy educado, se le veía con las ideas muy claras», rememora César Palacios, director deportivo del Numancia. «Se ganaba a todos hablando desde el ejemplo, con valores como la humildad y el respeto», concreta el ejecutivo de un club perdido hoy en la Segunda Federación.

Aquella simbiosis, en la que el entorno ayudó a la hora de potenciar sus virtudes, se actualiza también hoy. En Vallecas cuentan con sobradas razones para dar por buena la traba burocrática que impidió a Iñigo seguir los pasos de Iraola en el Bournemouth. Porque la Federación Española (RFEF) no quiso convalidar su título de Kirolene para obtener la licencia UEFAPro. Tras un inicio titubeante, el Rayo despegó en diciembre con un 0-1 en Mestalla, enlazando nueve jornadas sin derrota, ofreciendo un fútbol muy vertical y vistoso, con permanentes llegadas hasta la línea de fondo, especialmente desde la banda derecha, gracias a Ivan Ratiu y Jorge de Frutos.

Sin embargo, las dificultades se multiplicarán hoy en el Bernabéu, donde el extremo segoviano no podrá jugar tras su roja frente al Sevilla. Tampoco llegan otros dos pilares como Abdul Mumim, lesionado en la rodilla izquierda, y Randy Nteka, con un desgarro en un abductor. Iñigo pretende extender su racha ante el Madrid, a quien arañó sendos empates en sus dos cruces previos. «Tengo mucha fe en estos chicos. Tienen humildad, no hay egos y los resultados llegan gracias a ellos», concluyó Iñigo tras la última victoria, hace un mes frente al Real Valladolid (1-0).

James juega sus primeros minutos con el Rayo, que gana 3-1 a Osasuna

James juega sus primeros minutos con el Rayo, que gana 3-1 a Osasuna

Actualizado Lunes, 16 septiembre 2024 - 23:10

El golazo de Raúl en el minuto 27 parecía complicar la noche para el Rayo Vallecano. Quedaba por ver si habría ocasión para el esperado debut de James Rodríguez, que había concitado un enorme entusiasmo entre los aficionados. Los gritos coreando su nombre elevaron sus decibelios en el descanso, cuando salió a calentar junto al resto de los suplentes, entre ellos el veterano Isi Palazón.

Habían pasado cuatro años y dos meses desde su último partido con el Real Madrid. A sus 33 años, el centrocampista colombiano llega al Rayo revitalizado tras ser elegido mejor jugador de la Copa América y dejar un notable partido ante Argentina en la fase de clasificación para el Mundial, en el que marcó un tanto y sirvió otro.

Si el tanto de Raúl fue espectacular, ni mucho menos desmereció el de Mumim recién iniciada la segunda mitad. Su violento disparo con la izquierda sorprendió al guardameta osasunista Sergio Herrera. Frutos y Palazón fueron las primeras alternativas de Iñigo Pérez. Unai López saldría unos minutos después. Vallecas aún debería aguardar por James.

Ratiu adelantó a los locales en el minuto 67, ayudado por el rebote del balón en un defensa del conjunto navarro. Prologado por mucho más que un murmullo en la grada, James saltó al campo en el 86, acompañado de Guardiola. Fueron un total de 10 minutos, con los seis de añadido, los que tuvo el colombiano para tocar algunos balones, cada uno de ellos coreado por sus seguidores. Seguramente el domingo, con la visita del Atlético de Madrid, la hinchada, que aún vio el 3-1 de Unai López en la feliz culminación de un contragolpe, tendrá más tiempo para disfrutar de James.

La pasión turca del niño Güler, de recogepelotas a icono: "No ha habido nadie como él en nuestro país"

La pasión turca del niño Güler, de recogepelotas a icono: “No ha habido nadie como él en nuestro país”

La noche del 6 de enero de este año, día de Reyes en España, Umit y Serap Güler se sentaron en una humilde grada de Aranda de Duero para ver el debut de su hijo Arda con el Real Madrid. Lejos, en Turquía, la retransmisión del partido se convertía en uno de los programas más vistos del día en el canal Tivibu Spor 1. Así era la pasión turca por el niño de moda en el país, elevado ahora en la Eurocopa a héroe nacional. «No ha habido ni hay en el país ningún jugador como él que haya conseguido tantas cosas tan pronto y juegue en un club tan grande», explica a EL MUNDO el periodista turco Halil Sarkaya, que conoce a Güler desde los 13 años.

Hoy, ante Austria, Turquía busca igualar el mejor resultado de su historia en una Eurocopa, los cuartos de final de la edición de 2000. Y lo hará a hombros de su nueva estrella, su Messi, autor de un golazo en la primera jornada y clave en el triunfo ante República Checa en el último encuentro de la fase de grupos. Ya es el jugador más joven en marcar en su debut en el torneo continental, superando a Cristiano Ronaldo (2004).

Arda, un niño por su edad pero también por su apariencia tímida, vive en el foco mediático del fútbol turco desde hace varios años, antes incluso de fichar por el Fenerbahce. Y la culpa la tiene el fotoperiodista Halil Sagirkaya, que hace seis años quería hacer un reportaje con algún recogepelotas del Genclerbirligi que quisiera ser futbolista profesional y preguntó al club quién podría valer. La respuesta: Arda. «Me avisaron sobre Arda. Le observé entrenar durante un rato y me pareció muy talentoso. Y además era fotogénico, tenía algo», explica a este periódico. «Le seguí durante algunos días, tanto a los partidos del club como a encuentros de la selección en los que también ejercía como recogepelotas», añade.

«Sabía lo que hacía»

En seis años, de recogepelotas a icono nacional, pero siempre manteniendo un perfil discreto. «Era muy tranquilo, muy trabajador y muy respetuoso. Sabía lo que hacía. Su mayor sueño era ser un gran futbolista», recuerda Sagirkaya.

Su fichaje por el Fenerbahce cumplió sus objetivos, porque ahí jugaba uno de sus ídolos, Álex de Souza, centrocampista brasileño que después de cruzar el charco para jugar en el Parma terminó vistiendo la camiseta del Fenerbahce durante ocho temporadas, desde 2004 a 2012. Arda, nacido en 2005 y cuyos partidos son los primeros que recuerda, dormía con la biografía del futbolista al lado. La leía casi todas las noches.

Su explosión en la Eurocopa llega después de un año complicado en el Madrid, con varias lesiones y una puesta a punto con algunas prisas que alargó su debut hasta enero. En Valdebebas lo llaman «un golpe de realidad». Pasar de Turquía al club con más presión del mundo, a una nueva ciudad y a un idioma nuevo no es fácil. «Le costó un poco», admiten en la ciudad deportiva. A partir de ahí, mucha mano izquierda de Ancelotti y de la directiva del conjunto blanco, con Juni Calafat, el jefe de ojeadores, pendiente de él para que no se impacientara por la falta de minutos y con el cuerpo técnico enfocado en su preparación física. Necesitaba tiempo para ganar musculatura, la calidad la tenía. «No se rindió y luchó», reflexionan en Valdebebas, donde no olvidan a James Rodríguez, que se dejó llevar cuando la situación se puso más complicada.

No saldrá cedido

Güler terminó jugando mucho en el tramo final del curso y acabó con seis goles en 379 minutos, ganándose el cariño del vestuario, donde es «el hermano pequeño», dicen, y del cuerpo técnico, que le quiere de nuevo en la plantilla la próxima temporada. Según ha podido saber este periódico, la idea del club es que no salga cedido y siga evolucionando al lado de sus compañeros. Ni la dirección quiere que se vaya ni él quiere salir.

En la fiesta de Cibeles, hubo un detalle que resumió la temporada de la nueva joya turca. «Hoy os quiero presentar a un chico muy interesante...», anunció Ancelotti al público. «¡Arda!», le llamó, mientras los compañeros aplaudían y se partían de risa. «¡Es muy tímido!», siguió el italiano. «¡Hola madridistas!», saludó Güler, mientras Ancelotti celebraba sus palabras. «Somos una familia, gracias por todo», terminó el joven. «¡Olé!», finalizó el técnico, que repite a su círculo cercano la misma frase desde hace meses: «Arda tiene un don».

Esta tarde, a sus 19 años, juega por la historia de su país.

El díscolo James Rodríguez que busca una resurrección con Colombia

El díscolo James Rodríguez que busca una resurrección con Colombia

James Rodríguez se agarra al brazalete de capitán de Colombia como a una tabla de salvación. A sus 31 años no le quedan muchas oportunidades para tratar de resucitar y relanzar una carrera que fue cayendo en picado desde su paso por el Real Madrid. Cada vez menos decisivo en el campo y más cuestionado fuera, sigue manteniendo algunas actitudes díscolas que tanto lastraron sus asombrosas cualidades. Sólo Colombia, su seleccionador Néstor Lorenzo, lo espera. El seleccionador no quiere renunciar a sacar partido a aquel '10' completo que asombró hace 10 años.

En el verano de 2014, James Rodríguez fue la sensación del Mundial de Brasil. Con seis goles, se llevó al Bota de Oro y confirmó que aquel chaval de 23 años que había brillado en Oporto y Mónaco podía tener hueco en el Real Madrid. Florentino Pérez pagó 80 millones de euros y lo puso a las órdenes de Carlo Ancelotti. El italiano pudo sacar lo mejor de él: fijo en el once, marcó 17 goles. Pero ni las exigencias de Rafa Benítez ni las de Zidane las entendió. Su ego era indomable y los problemas comenzaron a aparecer también fuera del campo, tanto que afloraron en una persecución policial por exceso de velocidad. El colombiano se había convertido en un quebradero de cabeza.

Su refugio fue una cesión por dos temporadas al Bayern de Niko Kovac, pero sus números no fueron brillantes. Ocho goles y un problema que describió Lotthar Matthaus: «Es simplemente una cuestión táctica. Es un jugador excelente, pero no tiene hueco en la mayoría de onces de Europa». Tampoco su actitud la tenía en un vestuario de la exigencia del bávaro y acabó desesperando al técnico croata. La reacción del colombiano fue encararse con el técnico y negarle el saludo al director deportivo, Hasan Salihamidzic.

De la Premier a Qatar

De regreso a Madrid, había perdido cualquier posibilidad de jugar en el Bernabéu bajo las órdenes de Zidane y una lesión de ligamentos volvió imposible su resurrección. Su tiempo en LaLiga había acabado y su agente, Jorge Mendes, le buscó acomodo en la Premier.

Recuperado, en el verano de 2019 su destino fue el Everton, esta vez de nuevo bajo el ala de Ancelotti. En este reencuentro de dos temporadas fueron los problemas físicos el lastre, tanto que le llevaron a perderse la Copa América de 2021. Su situación no mejoró, porque Benítez le abrió la puerta y salió camino de Qatar.

El Al-Rayyan pagó ocho millones y aguantó al atacante una temporada para después dejarlo marchar al Olympiacos. Seis meses duró en Grecia, hasta que, otra vez, discutió con el entrenador, José Anigo, y se negó a disculparse ante el vestuario. En abril de 2023 se quedó sin equipo y en el mercado de verano recaló en el Sao Paulo.

Críticas por un penalti

La vuelta a Sudamérica tampoco le ha sentado bien. Debutó y sufrió una lesión en el gemelo que le dejó sin ser inscrito en la primera vuelta del campeonato. Fue entonces cuando pidió rescindir su contrato, firmado hasta 2025, pero la ausencia de ofertas le hizo optar por la continuidad tras pedir disculpas al técnico Thiago Carpini y a sus compañeros. Inscrito para la segunda parte del campeonato, antes de viajar con Colombia a Londres vivió otra polémica. Sao Paulo se jugaba el pase a los cuartos del Campeonato Paulista en penaltis y James no se atrevió a tirarlo. El aluvión de críticas no ha tardado, incluidas las del ex madridista Cicinho: «¿Qué hace este tipo en Sao Paulo?».

Con la polémica pisándole siempre los talones y pocos partidos en las piernas, Colombia quiere intentar resucitar a uno de sus referentes de cara a la Copa América.