Indian Wells va camino de convertirse en un torneo talismán para Carlos Alcaraz. Lo ha ganado dos veces consecutivas, es el vigente campeón y solo dos leyendas como Rafael Nadal y Andy Murray han sido capaces de derrotarle sobre estas pistas del primer Masters 1.000 de la temporada. En su primera final en 2023 destrozó a Daniil Medvedev por un 6-3 y 6-2 y el año pasado venció a Jannik Sinner y Alexander Zverev antes de repetir final frente al ruso. Hay algo sobre el desierto californiano del Mojave que a Alcaraz le sienta especialmente bien. Y en su primer asalto en busca de la triple corona lo dejó patente.
El murciano dejó buenas sensaciones sobre la pista central para despachar al francés Quentin Halys por 6-4 y 6-2 en una hora y siete minutos para plantarse en la tercera ronda. Pese a su condición de víctima propiciatoria, el francés de 28 años venía de dejar en la cuneta a Pablo Carreño en primera ronda y de meterse en las semifinales de Dubai. No fue un paseo militar para el murciano pero sí una buena piedra de toque para ir cogiendo ritmo y sensaciones antes de la figuras más pesadas que, a priori, le esperan por delante.
Claro que dos de las principales amenazas ya han dejado de ser un problema: el italiano Sinner, por estar cumpliendo su sanción por dopaje, y el alemán Zverev, número del torneo, por haber caído a las primeras de cambio frente al holandés Tallon Griekspoor. Es un panorama favorable para que el tenista español recorte diferencias en el ránking ATP con el transalpino, todavía número uno del mundo.
El primer set se lo anotó en 41 minutos jugando a buen ritmo, moviendo a su rival desde el comienzo y sólido con su servicio. A las primeras de cambio le puso un revés paralelo al francés que parecía sentar las bases del duelo. Halys opuso resistencia esgrimiendo la que es su mejor arma: el saque apoyado en sus 191 centímetros de estatura, pero la superioridad de Alcaraz fue manifiesta en todo momento.
Firmó la ruptura sobre el servicio del francés en el tercer juego del partido para jugar con viento a favor el resto del choque, destrozando cualquier opción de reacción de su rival en una segunda manga en la que solo invirtió 26 minutos. Exhibición del joven de El Palmar, que parece preparado para asaltar Indian Wells una vez más, con permiso de Novak Djokovic, la gran amenaza de los jugadores que quedan en liza.
Alcaraz es la gran y única esperanza española en esta edición de Indian Wells. A la retirada por lesión de Paula Badosa se han sumado las derrotas de Martínez, Carballés, Bautista-Agut, Munar, Davidovich-Fokina, Carreño y Bouzas. En la próxima ronda se las tendrá que ver con el canadiense Denis Shapovalov.
Como anécdota, el hombre elegido por la organización para el sorteo: Lance Davis, el apicultor convertido en héroe que el año pasado se encargó de disolver la invasión de abejas en el encuentro frente a Zverev, un partido para la historia del tenis.
El 2 de junio del año pasado, con medio Leganés de fiesta en Butarque tras conseguir el equipo el ascenso a Primera tras vencer al Elche, Allan Romeo Nyom (Neuilly-sur-Seine, 1988) cogió el micrófono y, eufórico, dijo: "Ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos". Frase mítica del futbolista filósofo. Un mes después, a sus 36 años, Nyom estaba en el paro. "Es fútbol. Creo que más que por nivel me juzgaron por la edad, porque el año anterior había jugado muchos partidos y creo que había competido bien", explica a EL MUNDO el futbolista. De la euforia a la tristeza, o no.
El jugador, fruto de su edad o de su madurez, aceptó esa situación sin rencores, en paz por su compromiso con el deporte que se lo había dado todo. "Yo estaba preparado para dejarlo, así es el fútbol", apunta el futbolista y añade con sorna: "no puedes obligar a la gente a ficharte". Así que empezó a preparar su vida de después del deporte profesional porque "cuando se está jugando no te das cuenta que se puede terminar" y también a disfrutar más de su familia. De hecho, su mujer e hijos habían sufrido la carrera de un futbolista bastante nómada: siete clubes y tres países en 16 años.
Durante cuatro meses, el gusto por el gimnasio y estar en forma le mantuvo activo y físicamente bien para lo que pudiera venir. Mientras, compatibilizaba sus entrenamientos personales con el título de entrenador. "No salió nada que me gustase. Entonces, para ir a un sitio y no ser feliz, mejor estar en casa", revela el jugador. Así, entre pesas y apuntes de tácticas, casi dos meses después del inicio de la temporada, llegó la llamada.
El jugador en un momento de la entrevista.Angel NavarreteMUNDO
"Me llamó Javi, del cuerpo técnico, tuvimos una conversación y me dijo que había una posibilidad, pero yo no me lo creía, pensé: 'No me quiere un equipo de segunda división, me va a querer uno de Primera", revela Nyom. Pero en unos días, Allan Romeo Nyom volvía bajo el ala de su general: soldado de Bordalás. "Para mí esta prórroga fue un regalo", apunta el jugador.
Desde entonces, el polivalente futbolista de origen camerunés ha jugado 642 minutos en 12 partidos de liga, más de 53 por encuentro. "Disfruto cada entrenamiento, cada partido, cada momento en el vestuario, cada charla del míster, de cada detalle que te das más cuenta cuando lo pierdes", explica y desvela que, si puede, dejará el fútbol antes de "arrastrarse por el campo".
Pero Nyom no es precisamente de los que se arrastra, su juego físico, duro es de los que gusta en el Coliseum y temen los rivales. "Cuando era más joven no medía y entrenaba como jugaba", cuenta con la media sonrisa de alguien que ha dejado muchos recados entre sus propios compañeros. "Mi estilo es más de Bordalás que de Guardiola", completa su filosofía de juego.
Eres el más duro del Getafe?
(risas) No, Djené es muy duro, Omar, Diego Rico, Arambarri también... aquí casi todos son muy duros
Son sonados los roces que ha tenido con Koeman o Ansu Fati y él sabe y aprecia ese otro fútbol que muchos critican, no el antirreglamentario, sino el que emplea los límites del deporte. De hecho, ellos lo sufrieron en Butarque en su último encuentro, pero Nyom tiene claro que "lo que pasa en el campo, queda en el campo" y que el objetivo de todos los equipos es ganar, aunque a ellos ya les cansa esa etiqueta perenne de equipo marrullero.
El futbolista sujeta una lámpara.Angel NavarreteMUNDO
Nyom o los que elija Bordalás para enfrentar al Atlético esta tarde deberán emplear todo lo que tengan para intentar cambiar la suerte ante el conjunto rojiblanco. No le han ganado desde la llegada de Simeone: 14 años y 27 partidos sin una victoria azulona. "Es un equipo de Champions, hecho para estar arriba, pero al final es un partido", apunta el azulón y ya espera con ansia el duelo de dos entrenadores con mentes privilegiadas.
Derrota o victoria el domingo, Nyom ya ha ganado sólo con volver a calzarse las botas en un vestuario. El jugador getafense está en paz consigo porque sabe que él se ha vaciado y se vacía en el fútbol. Cuenta que la pandemia le "hizo un clic" en su cabeza para "vivir más la vida". "Te das cuenta que la vida es súper corta, que hoy estás y mañana no, entonces hay que disfrutar, ver las cosas positivas, incluso en los momentos malos", apostilla el jugador.
Uno de los primeros desafíos que Iñigo Pérez (Pamplona, 1988) debió afrontar en el comienzo de esta temporada fue el césped de la Ciudad Deportiva del Rayo Vallecano. La hierba no reunía los requisitos mínimos para un equipo profesional, así que el técnico tuvo que trasladar los entrenamientos al Estadio de Vallecas. Poco parecían interesar aquellas penurias, porque por entonces toda la atención se centraba en James Rodríguez, el fichaje estrella del verano. Sin embargo, el ínfimo nivel competitivo fue relegando al colombiano, que apenas disputó 205 minutos en siete partidos antes de hacer las maletas. Pérez no iba a ceder ante las pretensiones del ex madridista o el pésimo estado de Raúl de Tomás. Tampoco ante Óscar Trejo, su capitán, que sólo ha formado como titular en cuatro jornadas de Liga. El argentino, idolatrado por la afición franjirroja, sólo es siete meses menor que el técnico navarro, el más joven de Primera (37 años). Un tipo que no necesita alzar la voz para imponer su autoridad y que hoy visita el Bernabéu al frente de un Rayo a un paso de los puestos europeos.
«Allí por donde pasa deja una imagen de integridad, de alguien capaz de reunir a gente que quiera hacer camino junto a él. Cuando acabe de triunfar dirán que esto se veía venir, como ahora sucede con Xabi Alonso o Mikel Arteta», cuentan desde el entorno del pamplonés. Sin embargo, a diferencia de los entrenadores de Leverkusen y Arsenal, Iñigo no pudo cumplir las expectativas que había apuntado sobre la hierba.
Desde 2009 a 2022 disputó 87 partidos en Primera, repartidos entre Athletic y Osasuna. A los 34 años, cumplido su último contrato como rojillo, rechazó una oferta del Málaga. Sus horizontes se habían ensanchado. Ya no quería influir en cada partido con su pie izquierdo, sino a otro nivel, más integral. En El Sadar le ofrecieron un hueco en el cuerpo técnico de Jagoba Arrasate. Tras siete temporadas juntos, tres en el Numancia y cuatro en Osasuna, Iñigo ejercía no sólo como la prolongación de Jagoba sobre el césped, sino como su confidente. Sin embargo, una llamada de Andoni Iraola desde Vallecas iba a cambiarlo todo. Los lazos forjados en Lezama, durante su etapa común con Marcelo Bielsa, pesaron lo suyo.
En constante formación
«En el Athletic tuvo una relación muy especial con Marcelo, que continúa hasta hoy. De hecho, Bielsa ya le dijo que cuando finalizase su carrera como futbolista quería guardarle un hueco en su grupo de trabajo», confirman desde el círculo de Pérez. La obsesión de Iñigo por cada detalle, su estricta ética de trabajo y su formación constante, sólo pueden interpretarse como una prolongación de las enseñanzas de El Loco. Iñigo acude cada día a las ocho de la mañana a las instalaciones del Rayo, donde pasa casi 12 horas con su plantilla y sus ayudantes. Entre ellos destaca Adrián López, viejo camarada de Osasuna. A la manera de Bielsa, sólo entiende el oficio desde el compromiso total y el aprendizaje continuo.
Con apenas 21 años, Iñigo obtuvo la titulación de entrenador a través de Kirolene, un centro del Departamento de Educación del Gobierno Vasco donde se imparten enseñanzas de régimen especial de grado medio y superior. Allí se habían graduado, entre otros, Jagoba Arrasate y Gaizka Garitano. Él obtuvo una de las mejores notas gracias a La biomecánica en el fútbol, un trabajo donde analizaba de forma minuciosa cada golpeo, cada remate con el pie o con la cabeza. Grababa todo con una cámara slow motion y señalaba los errores.
«Desde mi primer día junto a él me di cuenta que era alguien diferente, que entendía realmente el juego y veía detalles invisibles para el resto», explica a este periódico Fran Mérida, compañero en Soria entre 2018 y 2020. «Siempre fue alguien muy maduro, responsable, tranquilo, inteligente, muy curioso en todo. Tenía madera de entrenador», desarrolla el ex del Atlético, que hace unas semanas se acercó a Vallecas para seguir un entrenamiento de su amigo.
DENNIS DOYLEGETTY
Siguiendo el patrón de Bielsa, Iñigo no concede entrevistas para no dar privilegio a unos en favor de otros. Su responsabilidad se circunscribe a las ruedas de prensa. «En las distancias cortas siempre ha mostrado un trato muy humano. Y con los periodistas sólo hay que escucharle: la educación con la que afronta incluso las preguntas más incómodas, el modo en que mantiene la calma...», reflexiona Mérida.
Una de las facetas que más ha preocupado siempre a Iñigo es la de las relaciones con el vestuario. En Bilbao ya se matriculó en Psicología y como primer ayudante de Iraola ejerció de nexo entre Andoni y los futbolistas. «Un entrenador debe convencer del mensaje que quiere mandar y si no tiene empatía o feeling, hay poco que hacer. No hay que irse de cañas con los futbolistas, pero cuando hablas has de tener credibilidad y saber enviar los inputs adecuados», relata a EL MUNDO un miembro del staff del Rayo.
«Iñigo tiene la cabeza muy bien amueblada, no le gustan las polémicas. Es un tío muy sencillo, que no trata de buscar tres pies al gato. Cuando le llega un problema trata de afrontarlo y buscar una solución», añaden desde el club presidido por Raúl Martín Presa. Casado, con tres hijos, su sensibilidad dista mucho de la de un entrenador al uso. No se trata solamente de lo aprendido desde la cuna, en el barrio pamplonés de Chantrea, o durante su bachillerato en el colegio Trueba de Bilbao. Entre lo heterogéneo de sus pasiones, sólo citar la filosofía, la poesía o el medio ambiente.
Soria como «sanatorio»
El amor por la naturaleza y los versos de Antonio Machado se exacerbaron en Soria, una ciudad que en 2014 ejerció como «sanatorio», según sus más allegados. A las orillas del Duero llegó después de una difícil etapa en el RCD Mallorca. Apenas unos meses de cesión que él mismo quiso cortar a causa del estrés. «Aquí encontró tranquilidad y cercanía. Era un chico muy educado, se le veía con las ideas muy claras», rememora César Palacios, director deportivo del Numancia. «Se ganaba a todos hablando desde el ejemplo, con valores como la humildad y el respeto», concreta el ejecutivo de un club perdido hoy en la Segunda Federación.
Aquella simbiosis, en la que el entorno ayudó a la hora de potenciar sus virtudes, se actualiza también hoy. En Vallecas cuentan con sobradas razones para dar por buena la traba burocrática que impidió a Iñigo seguir los pasos de Iraola en el Bournemouth. Porque la Federación Española (RFEF) no quiso convalidar su título de Kirolene para obtener la licencia UEFAPro. Tras un inicio titubeante, el Rayo despegó en diciembre con un 0-1 en Mestalla, enlazando nueve jornadas sin derrota, ofreciendo un fútbol muy vertical y vistoso, con permanentes llegadas hasta la línea de fondo, especialmente desde la banda derecha, gracias a Ivan Ratiu y Jorge de Frutos.
Sin embargo, las dificultades se multiplicarán hoy en el Bernabéu, donde el extremo segoviano no podrá jugar tras su roja frente al Sevilla. Tampoco llegan otros dos pilares como Abdul Mumim, lesionado en la rodilla izquierda, y Randy Nteka, con un desgarro en un abductor. Iñigo pretende extender su racha ante el Madrid, a quien arañó sendos empates en sus dos cruces previos. «Tengo mucha fe en estos chicos. Tienen humildad, no hay egos y los resultados llegan gracias a ellos», concluyó Iñigo tras la última victoria, hace un mes frente al Real Valladolid (1-0).
Día de ausencias en Apeldoorn de algunas de las superlativas figuras que, pese a todo, esta arrinconada, amenazada por doquier Europa mantiene, que no son pocas. Flotaban en el aire, livianas, melancólicas, en el triple salto, las sombras de Jordan Díaz, campeón olímpico, y Pedro Pablo Pichardo, subcampeón. Un español y un portugués de Cuba. Y, en el salto de altura, la alegre, la expresiva, tan italiana, de Gianmarco Tamberi. Todas ellas precursoras de, espesa, dolorosa, la dominical de Armand Duplantis, nuevo-viejo plusmarquista mundial de salto con pértiga, con esos 6,27 conseguidos el 28 de febrero en Clermont-Ferrand, seis días después de que Jordan Díaz cumpliera 24 años.
No estaban, pues, Díaz y Pichardo. Pero sí otro Díaz: Andy. De nombre completo Andy Díaz Hernández, tercero en París, italiano de La Habana, azzurro desde el 23 de febrero de 2023. El podio olímpico pareció el Campeonato de Cuba. Sin sus ex compatriotas, Andy, favorito lógico, ganó con una gran marca: 17,71. Un capicúa líder mundial del año. Un registro mejor que el que le dio el bronce en los Juegos (17,63). Segundo fue el fornido alemán Max Heb, un nombre ahorrativo, resuelto en dos sílabas, con 17,43. Y tercero, Andrea Dallavalle, italiano de Piacenza, con 17,19. Sólo ellos pasaron de los 17 metros.
Tamberi depositó el honor de Italia en Matteo Sioli, un chaval de 19 años y breve formato para un saltador de altura, aunque con una capacidad de impulso vertical más que notable, y Manuel Lando, de 24. Sioli accedió al bronce con 2,29. Sólo se inclinó ante el checo Janick Stefela, también con 2,29, y el tallo ucraniano (1,97) Oleh Doroschuk, excelente con sus 2,34, líder mundial del año en una disciplina alejada hace mucho de los 2,40 y protagonista de un concurso impecable. Ni un nulo. Hubo ausencias destacadas, pero, ya se ve, también presencias elogiables porque en una gran competición, y un Europeo indoor lo es, nunca faltan. Buena marca (4,80) para la suiza Angelica Moser. Poco antes los heptatletas habían prestigiado el Campeonato con, hermanadas, la emoción y la calidad.
El suizo Simon Eahmmer y el noruego Sander Skotheim, plusmarquista europeo, se jugaban el oro en la última prueba, los 1.000 metros. Skotheim se impuso con unos formidables 2:32.72, la mejor marca obtenida en un Europeo. Sus 6.558 puntos suponían el nuevo récord continental. Eahmmer, un soberbio saltador de longitud de talla mundial, amarró la plata con 6.506 puntos. En el heptatlón nadie echó de menos a ningún ausente.
El doctor Carles Miñarro, mano derecha de todo un histórico como el doctor Ricard Pruna en el primer equipo del Barça, no era para nada un recién llegado. Su trayectoria en la entidad barcelonista se inició en el año 2017 y, este mismo verano, dio el salto al Estadi Olímpíc Lluís Companys de Montjuïc desde el Palau Blaugrana, donde se había hecho cargo de los cuidados de los miembros del equipo profesional de fútbol sala de la entidad barcelonista. Su súbito fallecimiento, horas antes de que se iniciara el partido que debía enfrentar al conjunto que entrena Hansi Flick con Osasuna, fue un golpe durísimo tanto para los futbolistas como para el staff técnico. Nadie, tras conocer la triste noticia, tenia ánimos para saltar al césped.
El médico, de 40 años y padre de dos hijos, era habitualmente el responsable de cuidarlos en los partidos que se jugaban en casa, protagonizó un evento inesperadamente mediático hace poco más de un mes. Después de que Gavi sufriera un traumatismo craneoencefálico tras un aparatoso choque con Tomás Conechny en la disputa del partido entre el Barça y el Alavés en Montjuïc, tuvo que intervenir para que el bravo centrocampista cejara en su empeño de seguir jugando el encuentro.
Él fue quien le pregunto si sabía en qué día estaba y, ante la tremendamente sincera respuesta del jugador -«No tengo ni puta idea», llegó a decirle el centrocampista- no le quedó otra que indicarle al técnico azulgrana, quien le había apuntado que la última palabra iba a ser suya, que lo mejor era sustituirlo. Algo que Flick, tras un abrazo casi paternal al joven jugador de Los Palacios, no dudó en hacer.
La experiencia del doctor Miñarro en la medicina deportiva, además, incluye un paso por el CAR de Sant Cugat, como adjunto de la Unidad Asistencia y Preventiva del Deporte, así como el mando de los servicios médicos en el Sant Andreu, el Terrassa o el Sabadell. En la filas de ambos conjuntos del Vallès Occidental, de hecho, llegó a coincidir con Miquel Olmo, el padre de Dani Olmo, internacional con España y jugador del primer equipo azulgrana desde este mismo verano. Titulado como médico por la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona, decidió especializarse en medicina deportiva y realizó después un máster en traumatología en la Universidad de Barcelona.
Además de a Gavi, también tuvo que atender dos lesiones tremendamente graves: la de Marc Bernal, en Vallecas, y la de Marc-André ter Stegen, en el estadio de La Cerámica de Villarreal. «Me faltan las palabras... Envío toda mi fuerza y apoyo a tu familia y amigos. Descansa en paz. Te echaremos mucho de menos y siempre te llevaremos en el corazón, Carles», señaló el meta germano en sus redes sociales. «DEP Doqui, siempre en nuestros corazones. Te echaremos mucho de menos», le secundó por su parte Gavi.
Un mes, sólo un mes, un mes exacto, ¡menudo mes! Hace un mes, el 8 de febrero, Paula Sevilla se presentó en el Campeonato de Madrid de pista cubierta con el gesto torcido. Velocista de siempre, especialista en los 200 metros, por ser castellano-manchega no le habían dado plaza para su distancia y sólo le permitían participar en los 400 metros. El doble de sufrimiento, el doble de agonía... ¿Para qué correr? A sus 27 años, se planteó quedarse en casa. De hecho, iba a quedarse en casa. Pero a última hora decidió probarse.
En las distancias cortas, los 100 metros, siempre se había visto eclipsada por amigas suyas como Maribel Pérez y Jael Bestué y, en el fondo, sabía que algún día tendría que probar con alargar sus sprints. Lo que ocurrió sorprendió a todo el mundo, sobre todo a ella. De repente, una cuatrocentista de clase mundial. En su debut registró una marca estratosférica, 51.79 segundos, y se convirtió en la segunda mejor española de siempre sólo por detrás de Sandra Myers. ¿Había sido casualidad? Imposible.
Un mes después, sólo un mes, un mes exacto, Sevilla se colgó este sábado su primera medalla internacional: bronce en los 400 metros del Europeo indoor. Con la inocencia de quien todavía no sabe por qué es tan buena, la española se atrevió a retar
Cinco meses y medio, 162 días, 19 jornadas, todo ese tiempo ha pasado el Valencia en puestos de descenso, con Mestalla ejerciendo de salvavidas pero cómo al equipo le costaba reaccionar. Sufría el mismo castigo que Sísifo, condenado a empujar la piedra por la ladera de la montaña, a pelear por sacar la cabeza de la cola de la clasificación y, cuando parecía que llegaba con ella a la cima, que podía pasar una jornada sin estar en peligro, algo ocurría y le obliga a empezar de nuevo. Ante el Valladolid, también se enfrentó a lastres como la falta de acierto o el error tan grosero como inesperado de Mamardashvili, pero reaccionó, se sacudió Sadiq la losa de sus fallos y logró el milagro de asomar la cabeza para tomar aire fuera del infierno. [Narración y estadísticas: 2-1]
El momento del Valencia, sin permiso para descuidarse ni un momento, se evidenció claramente en este partido y lo personificaron el atacante nigeriano y el guardameta con errores groseros. El primero perdonó clarísimas ocasiones de gol que bien podían proporcionado un descanso a Mestalla, que por primera vez en mucho tiempo percibió que podía ver fútbol sin tener un nudo en el estómago de manera permanente. Le había regalado esa tranquilidad el gol de Diego López en apenas seis minutos y la ocasiones que fueron cayendo, una tras otra, en el área de Hein. Alguna tenía que entrar, que sí, que el Valencia estaba dominando a un Valladolid que ni siquiera intimidaba y que había tenido que reponerse de la conmoción que obligó a su central David Torres a abandonar el campo. El aturdimiento lo había demostrado todo el conjunto pucelano, que respiraba al ver que el corto marcador les daba vida. Y así fue.
En el minuto 40, Mamardashvili, el mismo jugador de manos milagrosas en el que se impulsó el Valencia la pasada temporada, le regaló el empate con un fallo incompresible en la salida de balón. Sin tensión, sin saber a quién tenía que entregarle la pelota, la mandó a los pies de Latasa, que no perdonó y se llevó el empate al vestuario. No está el georgiano entero, aparecieron algunos pitos en Mestalla que se tornaron en aplausos para sostenerle el ánimo.
Imposible no responsabilizar al guardameta, pero tampoco se pueden olvidar que hubiera sido un lunar si en ataque el Valencia hubiera sido más letal. Hasta cinco ocasiones claras tuvo de ampliar el marcador. La tuvo Rioja en el minuto 10 con un disparo perfilado que se le escapó rozando la escuadra. Más clara fue cinco minutos después la de Sadiq, que no enganchó de cabeza un centro telegrafiado por Gayà.
Volvió a fallar el nigeriano, titular indiscutible por la lesión de Hugo Duro, al no aprovechar otro centro raso que le sirvió el capitán al punto de penalti tras una jugada de pizarra al saque de una falta a la media hora de partido. Dos minutos después, cabeceó alto otra pelota llovida de Almeida, muy gris. El Valencia generaba mucho peligro sin que su delantero fuera capaz de sacar provecho ante un Valladolid que parecía capaz de acompañar.
Se animó Rioja, poco exigido en sus labores de carrilero y más centrado en intimidar como extremo, a conectar con Diego López pisando área para dejársela de cara a Enzo Barrechena en la frontal. Pero el tiro del argentino, sin demasiada fe en su golpeo, se perdió a la izquierda de la portería pucelana. Es lo único que le falta a este centrocampista que cuajó un partido soberbio y que ha dado estabilidad al juego del equipo.
Ya con el empate, fue de nuevo la conexión Rioja-Gayà la que provocó que el sevillano enganchara un testarazo al fondo de la red, aunque en un ajustadísimo fuera de juego. No se afinaba.
El Valencia volvió tras el descanso con la herida abierta de un castigo que no merecía, y le costó algo sobreponerse. Lógico porque el rival intentaba no enterrar todas sus opciones de salvación y eso pasaba por no dejar pensar. Lo pudo hacer el medio argentino para enviar una pelota a Sadiq que la espalda de Cenk. Esta vez no falló. Con su control orientado y su poderoso cuerpeo venció al turco en el duelo para batir a Hein. Se había redimido, como también lo hizo Mamardashvili salvando un cabezazo de Latasa en el minuto 59.
Desde ahí mostró el equipo de Corberán una versión desconocida: supo manejar en el encuentro, con Enzo a la batuta, contener el ímpetu que, aunque fuera por agallas, mostraron los pucelanos y hasta pudieron marcar el tercero en un córner que Tárrega cabeceó a la cruceta. Mestalla, al borde de Fallas, encendió la traca que le permite soñar con la permanencia.
El partido del FC Barcelona contra el Osasuna ha sido suspendido por "motivos de fuerza mayor", según han avanzado Dazn y Movistar +. El partido se iba a disputar a las 21:00 horas en el Estadio Olímpico Lluís Companys y se aplaza sin fecha concreta para volver a jugarse.
El motivo es, aparentemente, el fallecimiento de un miembro del cuerpo médico del Barça. El propio equipo ha colgado un comunicado en sus redes sociales informando de lo ocurrido: "El FC Barcelona lamenta comunicar la triste noticia del fallecimiento del doctor del primer equipo Carles Miñarro Garcia esta misma tarde".
Así, han transmitido el pésame a los familiares y amigos del fallecido tanto en nombre de la Junta Directiva como del conjunto de trabajadores del equipo.
Se huye por miedo, para evitar un daño, para superar traumas, para olvidar. Tadej Pogacar huye por placer, por necesidad vital, para ratificar su poderío. Todo por el espectáculo. Lo suyo no son conquistas, son exhibiciones, como la rubricada este sábado en la apertura de las grandes clásicas de la temporada.
La victoria más dolorosa, manchada de sangre, en la fantástica Strade Bianche. Un triunfo que humaniza al corredor más prodigioso, que impuso su jerarquía tras cometer un error en la trazada de una curva que estuvo cerca de arruinar toda su temporada. Una caída que precedió a otra fuga de coraje, a 18 kilómetros de la conclusión, que supuso su tercer título consecutivo en la clásica del sterrato, igualando el récord de Fabian Cancellara.
Segundo fue el británico Tom Pidcock, a 1.22 minutos. El tercero, Tim Wellens (campañero de Pogacar en el UAE), a 1.10. Quinto, Pello Bilbao y décimo, Roger Adriá.
Pogacar es un espectáculo hasta en las situaciones más hostiles. A falta de 49 kilómetros para la meta en la medieval Piazza del Campo de Siena, el esloveno inclinó demasiado su bicicleta en una curva descendente, la rueda delantera se deslizó hacia la izquierda y se cayó, golpeándose el hombro, la rodilla y el codo izquierdos en el asfalto; luego salió despedido, tras una acrobática voltereta, hacia unas zarzas. Tom Pidcock logró esquivarle gracias a esa habilidad adquirida en el ciclocrós.
Pogi, con el susto en el cuerpo, se levantó enseguida y un kilómetro después contactó con Pidcock, que decidió esperarle porque sabía que era más conveniente avanzar en su compañía cuando aún restaba la parte más exigente de la prueba italiana.
Roger Adriá, espléndido
Una clásica en la que el catalán Roger Adrià estuvo espléndido, siempre en el grupo cabecero y cerca de Pogacar. Sólo quedó descolgado del líder del UAE cuando el fenómeno atacó a falta de 78 kilómetros para neutralizar a un grupito de fugados y romper la prueba.
Tras la caída que determinó el desarrollo de la Strade Bianche, el británico y el esloveno caminaron en sintonía entre las polvaredas que simulaban incendios forestales en las colinas verdes de la Toscana, hasta el sector 15 de sterrato, en el Colle Pinzuto, cuando el maillot arco iris descolgó al británico con esos arreones que carecen de réplica. Medio minuto en 2, 5 kilómetros.
''No es una vergüenza quedar por detrás de Pogacar'', decía el italiano Alberto Bettiol en la víspera de la clásica de la carreteras blancas, que esta edición resultó más dura que las anteriores por la presencia de nuevos ascensos de tierra. Estas novedades provocaron que Van der Poel y Van Aert no se presentaran, ya que el recorrido parecía más apropiado para escaladores que para clasicómanos. .
Una Strade Bianche en la que Pogacar brilla como nadie en esa icónica ascensión a Via Santa Caterina, que siempre acapara una de los imágenes más impactantes de la temporada, y en la monumental Piazza del Campo de Siena. 92 triunfos en su magnífico palmarés.
Pirimer triunfo de las ocho clásicas que tiene previsto afrontara en este curso. Las siguientes serán Milán-San Remo, E3 Harelbeke, Gante-Wevelgem, Tour de Flandes, Amstel Gold Race, Flecha Valona y Lieja-Bastoña-Lieja. Casi nada.
El exwaterpolista Oscar Rey (Manresa, 13 de abril de 1980), mundialista con la selección española en Montreal 2005 y bronce en el Europeo del año siguiente en Belgrado, ha fallecido, según ha anunciado este sábado la Real Federación Española de Natación (RFEN).
Rey se formó en las filas del CN Manresa y en 1996 pasó a formar parte del CN Sabadell, club con el que conquistó la Copa del Rey (1998, 2005) y la Supercopa de España (2003, 2006). En 2009 regresó al CN Manresa.
Como internacional jugó 51 partidos entre 2003 y 2007 y además del bronce en el Europeo de 2006, también consiguió la misma medalla en la Liga Mundial y la Copa del Mundo.