El camino de espinas de Tchouaméni, de los pitos a los aplausos: “Silencio y trabajo”

El camino de espinas duró algo más de un mes. 34 días. Los que separaron el 16 de enero del 19 de febrero. El partido contra el Celta del encuentro de vuelta de Champions contra el City. Los pitos de los aplausos. En esas cinco semanas, Aurélien Tchouaméni aprendió lo que significa jugar en el Madrid. Y lo hizo con «personalidad» y «profesionalidad», cuentan en Valdebebas, donde todo son elogios hacia el futbolista sobre el que debe girar el equipo esta noche.
Lo que vivió Tchouaméni durante las primeras semanas de enero lo han vivido y sufrido otras estrellas del Madrid antes que él, y de cómo se reaccione ante ello depende el futuro de ese futbolista en Chamartín. El Bernabéu, un estadio que en algún momento de su década madridista pitó a Cristiano Ronaldo, abucheó al centrocampista francés durante el partido de Copa contra el Celta. Era el 16 de enero y sobre Tchouaméni concretó el público su enfado por la derrota del Madrid en la Supercopa.
Un Tchouaméni que fue central de emergencia durante varias semanas por las lesiones de Militao y Alaba y al que le costó cogerle el punto a la posición. Tenía, y tiene, juego aéreo y buena salida de balón, pero le faltaba velocidad y, por momentos, colmillo. Rabia. Virtudes que el Bernabéu sí veía en el canterano Asencio.
El galo fue el central del Madrid durante todo el mes de diciembre y aunque el conjunto blanco ganó en Champions al Atalanta y en Liga sumó varias victorias, las actuaciones del francés no terminaron de convencer.
El gran cambio
Y a partir de ahí el francés cambió y creció. En Valdebebas hablan de un jugador profesional que poco a poco va ganando galones en un vestuario que transita entre diferentes generaciones. Domina el francés, el inglés y el español, lo que muchas veces le hace ser nexo entre los subgrupos que se generan en la plantilla.
Después de los pitos contra el Celta no quiso grandes charlas ni condescendencia. Asumió sus errores, aguantó el chaparrón durante el partido y se centró en «el próximo partido». Su mantra lo tienen claro a a su alrededor: «Silencio y trabajo».
«Contra el Celta lo escuché todo, pero está bien, es parte del deporte y para mí lo importante no es estar pendiente de si dicen que lo hago bien o mal, sino trabajar y estar centrado. Sé lo que hay que hacer en una situación así: trabajar y mejorar», reflexionó ayer en Valdebebas.
El escudo de Ancelotti
En la ciudad deportiva ha encontrado Tchouaméni a un hombre que ha actuado de muro durante estas semanas entre él y el foco mediático: Carlo Ancelotti. El técnico italiano ha sabido manejar las críticas al francés y se ha interpuesto siempre entre el futbolista y los mensajes ajenos. Ha sido su escudo. «Ha jugado bien el muy criticado Tchouaméni», dijo tras el encuentro ante el City en el Etihad. En cada declaración, el transalpino destacaba una cualidad del francés, resaltando siempre su enorme «personalidad». «No he hablado con él, porque tiene mucha personalidad y ha manejado bien las críticas», dijo. Lo dicho: silencio y trabajo.
Tchouaméni ha ido creciendo desde el día del Celta hasta esta noche, tanto de central como de pivote, recuperando colmillo y siendo el apagafuegos y el pegamento de un equipo por momentos inconsistente.
Fue baja por molestias justo después del duelo ante los de Vigo, pero desde entonces ha acumulado siete encuentros completos en Liga, dos en Copa y dos de tres en Champions. En la vuelta contra el City, Ancelotti decidió retirarle del campo en el minuto 83, ya con el partido resuelvo, para que se llevara una ovación más que merecida. Hasta ahí llega la gestión del técnico.
Los números de Tchouaméni en las dos últimas citas continentales hablan por sí solos: 4 pases clave, 94% de acierto en el pase, 6 intercepciones, 7 de 8 duelos ganados y ningún regate sobre él. Hoy en el Metropolitano tendrá otra prueba.