El PSG resiste en Birmingham colgado de Donnarumma

El PSG resiste en Birmingham colgado de Donnarumma

Lo que iba para baile, terminó entre sudores fríos. Un par de intervenciones, casi sobrenaturales, de Gianluigi Donnarumma salvaron al PSG de una debacle en Villa Park, donde antes de la media hora se había adelantado con dos goles. Estas son las curas de humildad de la Champions. El aprendizaje que todo aspirante, por muchas ínfulas que gaste, debe asumir. Sólo colgado de su portero, descomunal en un mano a mano ante Marco Asensio, el equipo de Luis Enrique pudo esquivar la prórroga. [Narración y estadísticas (3-2)]

Maldijo la afición de Birmingham la celeridad con la que se esfumaron los tres minutos de añadido decretados por Sánchez Martínez. No hubo recompensa al asedio inglés, truncado por un despeje bajo palos de Pacho ante la volea de Ian Maatsen. Si quiere competir con seriedad en las semifinales, el PSG no puede permitirse desvanecimientos así. Hasta la media hora había manejado el partido a su antojo. Cuando bajó un punto su nivel, el Aston Villa se lo llevó por delante. Todo el crédito para Unai Emery, que imploraba de rodillas a la fortuna esquiva.

El primer deber de su equipo era meter en temperatura a Villa Park, un escenario con 128 años de historia, sobre el que sigue impreso un lema: "Donde nuestros héroes son villanos". Por allí se cuentan historias de la Copa de Europa arrebatada al Bayern. Para excitar aquella magia, Emery necesitaba un par de incursiones tempranas con las que enardecer a la afición. Esas buenas intenciones se vinieron abajo en el minuto 10.

Vulnerables a la espalda

Fue un balón al espacio de Nuno Mendes hacia la cabalgada de Bradley Barcola por la izquierda. Demasiado espacio abierto ante Emiliano Martínez, cuyo mal despeje fue aprovechado por Achraf Hakimi. Un martillazo para el estadio. Más terrible aún que el fallo de la megafonía, que durante la ceremonia de presentación de los equipos hizo sonar el himno de la Europa League.

El castigo se suponía acorde al riesgo asumido por una defensa tan adelantada. Pretendía el Aston Villa imponer el músculo de Boubacar Kamara y Amadou Onana, a riesgo de mostrar una alarmante vulnerabilidad a la espalda de sus mediocentros. Con tanto campo por delante, los laterales del PSG desplegaban sus alas. Así que no fue casual que Mendes, antes de la media hora, ajustase con la zurda a la red un balón servido por Ousmane Dembélé.

El defensa portugués, autor del 3-1 en la ida, compendiaba todas las virtudes de este PSG, que cuando no domina con la posesión también penaliza los fallos del rival. Un equipo que sólo había perdido uno de sus últimos 30 partidos. Desde el pitido final en París, Luis Enrique venía avisando de sus intenciones para la vuelta. No maneja más alternativa que la victoria. Del mismo modo que no admite otra alternativa ante la presión que el balón jugado.

El remate de Nuno Mendes para el 0-2 en Villa Park.

El remate de Nuno Mendes para el 0-2 en Villa Park.AP

Cuando pisaba campo rival, Hakimi volvía a filtrarse entre sus centrocampistas para dar superiodad. Cuando Mendes buscaba la superioridad con Barcola, Vitinha retrocedía para tapar a su lateral zurdo. Los movimientos acompasados del PSG excedían con mucho la resistencia del Villa, que bastante hizo al encontrarse, traspasada la media hora, con un afortunado remate de Youri Tielemans tropezado en Pacho.

Con todo perdido, Emery empleó el descanso para reforzar la moral de sus muchachos. No hizo ni un solo cambio, pero el Villa pareció otro equipo, con un ritmo frenético, una agresividad distinta, una convicción casi suicida. Un disparo de John McGinn, rozado de nuevo por Pacho, galvanizó al príncipe de Gales en el palco. Dos minutos más tarde, Donnarumma salvó un gol cantado de Marcus Rashford. A la salida de ese saque de esquina, el ex delantero del United sirvió el 3-2 con un lacito a Ezri Konsa.

En las tribunas, la gente llegaba al delirio. Como cuando Dennis Mortimer alzó la Orejona al cielo de Rotterdam en 1982. Con Asensio y Maatsen ya en liza, la gente de Birmingham vio la prórroga en sus manos, pero Donnarumma se interpuso a tiempo.

Désiré Doué: lo que un nombre y un apellido dicen del nuevo ídolo adolescente del PSG

Désiré Doué: lo que un nombre y un apellido dicen del nuevo ídolo adolescente del PSG

Todo viene girando demasiado deprisa para Désiré Doué, autor de 12 goles y 12 asistencias para el PSG desde mediados de diciembre. El extremo, de 19 años, sigue empeñado en saltarse los plazos con insultante descaro. De hecho, sólo ha transcurrido un mes desde que transformó el penalti definitivo en Anfield, que otorgaba el pase a cuartos de la Champions. Dos semanas más tarde llegaría su debut con Francia, cuando tampoco titubeó para anotar desde los 11 metros, camino de la Final Four de la Nations League. El pasado miércoles, su contribución resultó también decisiva, con un golazo ante un Aston Villa que acababa de adelantarse en el Parque de los Príncipes. París, la ciudad que idolatró a Kylian Mbappé, Neymar y Leo Messi, se rinde ahora a su nueva estrella.

Durante la última semana, la camiseta de Doué ha sido la más vendida en la tienda oficial del club, por delante de las de Ousmane Dembélé y Khvicha Kvaratskhelia. La fiebre en torno a su fútbol versátil y vertiginoso ha aumentado de tal modo que Luis Enrique sufre en cada rueda de prensa para aplacar la euforia. «Los cumplidos están muy bien, pero hay que concentrarse en el trabajo. A comienzos de temporada recibió algunas críticas y ha logrado adaptarse. Aún le queda mucho camino por recorrer», dijo el asturiano antes de la eliminatoria ante el Liverpool.

Entre las jóvenes estrellas de la Champions, el brillo de Doué ya rivaliza con el de Lamine Yamal, dos años menor. Sin embargo, a diferencia del azulgrana, Doué ha mostrado una mayor polivalencia en los tres frentes del ataque. Desde el comienzo del curso, Luis Enrique le alternó como extremo derecho (38% de los minutos), extremo izquierdo (21%) y punta (9%). Incluso apostó por él como mediocentro ofensivo (28%) para reforzar sus llegadas por el carril central.

Apuesta de Luis Campos

«Es muy joven, regatea bien, es muy técnico, físico y defiende bien. Me gusta, pero quiero más de él», comentó el ex entrenador del Barça a comienzos de curso. Por entonces, su mejor baza atacante era Bradley Barcola. Entre agosto y diciembre, Doué apenas jugó de inicio tres partidos de Ligue 1 y uno de Champions. Sin embargo, algo cambió a final de año. Justo cuando Luis Campos decidió desprenderse definitivamente de Xavi Simons. Tras un par de cesiones al PSV y Red Bull Leipzig, el director deportivo del PSG traspasaba al holandés a cambio de 50 millones de euros. Exactamente el mismo precio que pagó en verano al Stade Rennes para hacerse con Doué.

Hoy, Barcola ya no encuentra sitio en el once del PSG y ve amenazado su estatus en la selección. El pasado 23 de marzo, Didier Deschamps dio paso a Doué durante la segunda parte ante Croacia, sacrificando a Barcola y pasando por alto que el novato había llegado con algo de retraso a la concentración en Clairefontaine. Estas incipientes indisciplinas se asemejan bastante a las de Neymar, su gran ídolo. Al igual que el brasileño, Doué suele plantarse ante los defensas, totalmente quieto antes de la finta. Y le gusta ese autopase de espaldas con el empeine o celebra un gol con idéntica pose, a modo de homenaje. Neymar, claro, nunca se implicó tanto en tareas defensivas.

Por citar otra diferencia, Désiré no cuenta aún con el oro olímpico de su ídolo, autor de un gol y el último penalti de la tanda ante Alemania en Río 2016. El pasado 9 de agosto, España tumbó a Francia en el Parque de los Príncipes gracias a un doblete de Sergio Camello. Aquel viernes, Doué lideró el ataque bleu durante la prórroga, aunque no pudo definir la última ocasión, justo antes del 3-5. Tras un espectacular caño ante Jon Pacheco, fue taponado por Adrián Bernabé y su disparo se perdió ligeramente desviado de los dominios de Arnau Tenas.

Doué festeja el 1-1 ante el Aston Villa en París.

Doué festeja el 1-1 ante el Aston Villa en París.AFP

Apenas una semana más tarde, el PSG presentaba a su nuevo futbolista y colmaba las arcas del Stade Rennes. Un nuevo hito para la mejor cantera del fútbol francés, que en los últimos años ya había hecho caja con Eduardo Camavinga (31 millones del Real Madrid), Mathys Tel (20 millones del Bayern) y el propio Dembélé (35 millones del Dortmund). El contrato firmado hasta 2029 debe considerarse un logro de Maho, su padre, que también ejerce como representante.

Esa vía paterna, procedente de Costa de Marfil, es la que ha elegido Guéle, su hermano, que juega de lateral derecho en el Estrasburgo y que se ha decantado por Los Elefantes, vigentes campeones de la Copa de África. Las raíces francesas, por parte de madre, deben interpretarse bajo el prisma de la semántica. Porque rara vez un nombre y un apellido dijeron tanto de un futbolista. Désiré, en la lengua de Montaigne, significa "deseado" y Doué, "talentoso".

El PSG va muy en serio y regala otra gran noche de fútbol ante el Aston Villa

El PSG va muy en serio y regala otra gran noche de fútbol ante el Aston Villa

Ya pueden recriminar a Luis Enrique sus desahogos ante la prensa o ese dogmatismo, casi fanático, a la hora de llevar a cabo su idea. Lo que nadie debe negar, a tenor de los hechos, es que este PSG se comporta, en las buenas y en las malas, a imagen y semejanza de su técnico. Es un equipo de autor. Hubo evidencias durante la eliminatoria ante el Liverpool y tendremos más el próximo martes en Villa Park, donde defenderá, a su peculiar manera, la victoria de ayer en París. El PSG juega muy bien a esto y si no podemos considerarle máximo candidato al título es por su falta de contundencia en las áreas. [Narración y estadísticas (3-1)]

No se trataba sólo de ese insólito gesto de Khvicha Kvaratskhelia, que renunció a forzar un penalti clamoroso de Boubacar Kamara. Ni de la primera salida por alto de Gianluigi Donnarumma, a modo de espantapájaros. El PSG hacía todo casi tan bien como en Anfield, tirando de un ovillo interminable de pases, pero sin la puntada final.

Emiliano Martínez repelió un disparo de Ousmane Dembélé, Vitinha la puso por encima del larguero con todo a favor y Désiré Doue parecía algo obtuso en sus primeros acercamientos. El arranque parisino fue un continuo revoloteo en torno al área rival, con verticalidad, con innumerables recuperaciones merced a su impetuosa presión. Mucha fe, pero escasa puntería.

Penalizar el fallo

El Aston Villa hubo de esperar casi media hora para tejer su primera jugada en campo rival. No era la prioridad para Unai Emery, claro, que se protegía con una línea de cinco y las ayudas, fantásticamente sincronizadas de sus volantes. El Villa iba sobrado de paciencia para penalizar el fallo.

Un error en la salida, por ejemplo, de Nuno Mendes ante John McGinn. A partir de ahí bastaron cuatro toques para que Marcus Rashford encontrase la incorporación de Youri Tielemans, cuyo balón al espacio fue empujado a la red por Morgan Rogers. Nada mejor para entender la relevancia del momento que el festejo en el palco de Guillermo, príncipe de Gales.

El revés no iba a suponer merma alguna en la confianza del PSG, guiado por Doué y Kvaratskhelia, cuyas constantes permutas ponían a Emery con los nervios de punta. El francés, 19 años, niveló el marcador poco antes del descanso con un derechazo a la escuadra. A la vuelta de los vestuarios, el georgiano quiso dar réplica con otro golazo. Tras recibir a 30 metros de la portería, Kvaratskhelia trazó una diagonal diabólica para romper la cintura de Axel Disasi y largar un soberano disparo al ángulo.

Emiliano Martínez, desolado tras el 3-1 en París.

Emiliano Martínez, desolado tras el 3-1 en París.AFP

Con media hora por delante y un resultado adverso, Emery tenía que enfriar el asunto. Nada de ruborizarse por seguir cediendo metros y nada de ir contra su propia naturaleza. Porque nada significaba, por sí sola, la mera presencia Marco Asensio, su primer relevo en la vanguardia. El Villa se sentía feliz con una derrota por la mínima. Si el pasado otoño ya ganó al Bayern en su estadio, ¿por qué considerar un milagro otra victoria así?

Al PSG le anularon un gol por fuera de juego de Achraf Hakimi y sólo hubo de lamentar un susto, sustanciado en un remate de Rogers. El respeto mutuo, entre quien se daba por satisfecho por la victoria y quien se conformaba con su propio castigo, estalló por los aires en el tiempo extra. Dembélé filtró un balón perfecto para la subida de Nuno Mendes. La finta del lateral ante Ezri Konsa, que dejaría también por los suelos al guardameta, bien parece un pasaporte para semifinales.

Emery frente a Luis Enrique: el trauma del 6-1, una amistad y muchos dosieres en el despacho

Emery frente a Luis Enrique: el trauma del 6-1, una amistad y muchos dosieres en el despacho

El 8 de marzo de 2017, poco antes del pitido inicial, Unai Emery saludó a Luis Enrique en el Camp Nou aferrado a un convencimiento. Su primera eliminatoria de Champions con el PSG se resolvería de igual modo que las nueve anteriores con el Sevilla en la Europa League. Sin embargo, dos horas más tarde, el irundarra, entre el estupor y la indignación, apenas pudo ofrecer alguna explicación a lo sucedido. «Fue mi peor momento como entrenador», confesaría, años más tarde, a propósito de aquella debacle ante el Barça (6-1), con la que se convertía en el único técnico de la historia eliminado de la Champions tras una renta de cuatro goles en la ida. «De aquel partido cambiaría el árbitro», añadió sobre la labor de Deniz Aytekin.

Hoy, Emery tampoco perderá la oportunidad de abrazar a Luis Enrique, actual técnico del PSG, y a otros viejos conocidos en el Parque de los Príncipes, el estadio donde, entre 2016 y 2018, jamás obtuvo el cariño de la afición, que apenas quiso dedicarle un petulante desdén. De nada le valdría su empeño en aprender francés o su título de Ligue 1. En mayo de 2018, una vez cumplidos sus dos años de contrato, Nasser Al-Khelaifi puso punto final al ciclo de Emery en París.

El detonante, por segundo año consecutivo, había sido la eliminación en octavos, donde el PSG volvió a mostrar demasiadas carencias ante el Real Madrid. El fantástico comienzo en el Bernabéu se diluyó por completo tras el descanso, donde decidieron los goles de Cristiano Ronaldo y Marcelo. El partido de vuelta resultó un trámite para el equipo de Zinedine Zidane. Aquel PSG resultaba irreconocible a nivel competitivo. Muy lejos de la exigencia de un técnico que, excluyendo su etapa en París, sorteó 22 eliminatorias seguidas de Europa League con Sevilla (2013-16), Arsenal (2019) y Villarreal (2022). Nada menos que cuatro títulos tras cinco finales.

El ejemplo de Tottenham y Dortmund

«Unai es un entrenador top, con una gran capacidad de analizar al rival y de potenciar a su equipo. Además, lo ha demostrado en diferentes banquillos», valoró el pasado viernes Luis Enrique. Esas virtudes, por supuesto, han adquirido mayor relevancia aún durante las eliminatorias. Sólo cabe citar el caso de su Sevilla, triple campeón de la Europa League sin alcanzar ni una sola vez el top-4 de LaLiga, o de su último Villarreal, semifinalista de la Champions 2022 tras apartar a Bayern y Juventus, pero séptimo en LaLiga.

A este fabuloso rendimiento en los torneos cortos se aferra el Aston Villa, un conjunto que hoy encadena siete victorias en todas las competiciones, su mejor racha desde marzo de 1981. Su última derrota data del 25 de febrero (4-1 ante el Crystal Palace) y es el único superviviente inglés en la Champions. Nada desdeñable para un club que no disputaba la máxima competición desde 1982. ¿Por qué no soñar, pues con una final como las de Tottenham (2019) y Dortmund (2024)?

«Nuestra amistad se ha forjado a través de nuestros enfrentamientos. Unai es un entrenador que cuida su trabajo y su equipo ha mejorado gracias a él», contó ayer Luis Enrique, otro obseso de su profesión. En el vestuario del Villa son leyenda las interminables jornadas de Unai y la montaña de dosieres apilados en su despacho. Desde noviembre de 2022, cuando tomó el relevo de Steve Gerrard, el ambiente en la ciudad deportiva de Bodymoor Heath resulta mucho más que saludable. Nada que ver con la tensión vivida en el Arsenal o el PSG. A lo largo de estos dos años y medio, sólo Pep Guardiola y Mikel Arteta han sumado más puntos en la Premier.

Emery, el pasado 8 de marzo, durante un partido ante el Brentford.

Emery, el pasado 8 de marzo, durante un partido ante el Brentford.AP

Emery, respetado entre los rivales e idolatrado en Villa Park, se ha convertido en el entrenador con mejor balance (54% de victorias) en los 150 años de historia del Villa. Cierto que desde Birmingham se manejan importantes recursos financieros. Según el informe UEFA Finance and Investment Landscape, la masa salarial del Villa aumentó un 33% en 2024 hasta convertirse en la décima más elevada de Europa (287 millones de euros). De hecho, el organismo presidido por Aleksander Ceferin sigue con lupa las operaciones del club para que compla con sus normas, tanto en las tasas de traspaso como en los honorarios de los agentes.

Escasez de efectivos

El pasado verano, Emery tuvo que prescindir de Douglas Luiz, uno de sus mejores centrocampistas, para atenerse a las Reglas de Sostenibilidad de la Premier. A ese traspaso a la Juventus, a cambio de 52 millones de euros, hubo que sumar el de Moussa Diaby, por el que el Al-Ittihad pagó 60 millones y el más reciente de Jhon Durán, comprado en enero por el Al-Nassr a cambio de 77 millones. Sin embargo, el buen tino de Monchi desde la dirección técnica ha de evaluarse a la luz de sus incorporaciones de perfil bajo, como Morgan Rogers, comprado en 2023 por 9,4 millones, o Youri Tielemans y Boubacar Kamara, que llegaron a coste cero procedentes del Leicester y Olympique de Marsella. Por no mencionar a Ollie Watkins, crecido en el semiprofesionalismo y al que Emery ha extraído todo su talento.

«Desde su llegada, el Aston Villa es un equipo muy mejorado. El curso anterior ya estuvo a un alto nivel y este año es un equipo más completo aún», analizó el viernes Luis Enrique, horas de cerrar su primer título de Ligue 1 con el PSG. No obstante, a diferencia de Manchester City, Liverpool o Arsenal, el Villa sigue contando con escasez de efectivos. Una carencia que obliga a Emery a profundizar en sus rotaciones. El pasado sábado hubo ocho novedades en el once ante el Nottingham Forest y este fin de semana ese plan seguirá vigente en la visita al Southampton.

La vista al Parque de los Príncipes también representa una oportunidad para que Emery mejore su registro personal ante Luis Enrique. De momento, en los 10 precedentes, el ex técnico del Barça acumula siete victorias, por sólo dos tropiezos.

La guerra Mou-Guardiola, la carrera de Bale, la salvación de Cruyff o el final del Tata Martino: los clásicos coperos como punto de inflexión para Madrid y Barça

La guerra Mou-Guardiola, la carrera de Bale, la salvación de Cruyff o el final del Tata Martino: los clásicos coperos como punto de inflexión para Madrid y Barça

El octavo clásico en una final de la Copa del Rey aterrizará el 26 de abril en La Cartuja. 4-3 gana hasta ahora el Madrid, que le dio la vuelta al balance histórico venciendo en las dos últimas ocasiones: 0-1 en la de 2011, con aquel salto de Cristiano Ronaldo, y 1-2 en la de 2014, con la carrera de Gareth Bale por la banda de Mestalla para superar a Marc Bartra y marcar el tanto decisivo. Dos partidos en los que los galácticos de la pasada generación decidieron el duelo. Así son los clásicos, cruzan a los dos mejores equipos del país y comparan constantemente sus galaxias.

Dentro de tres semanas, Sevilla actuará como punto de inflexión en ese análisis entre ambas plantillas. Los títulos acumulados en los últimos tres años explican la superioridad manifiesta del Madrid, con dos Champions, dos Ligas y una Copa en el bolsillo en plena explosión de Vinicius, Rodrygo, Jude Bellingham y compañía. Pero en los últimos meses, coincidiendo con la llegada de Kylian Mbappé, el Barcelona ha demostrado que su nueva camada ha llegado para quedarse. Guiados por Lamine Yamal, han vencido en el clásico de octubre y en la final de la Supercopa de España, ambos con contundencia (0-4 en Liga y 2-5 en Arabia).

Dos bofetadas futbolísticas que han amenazado el trono del Madrid en el fútbol español, aunque la primavera dictará sentencia. Blancos y azulgranas se medirán el 26 en Sevilla, el 10 o el 11 de mayo en Montjuïc en una cita trascendental para la Liga y, quizás, en una hipotética final de Champions, el próximo 31 de mayo en Múnich. Sería la madre de todos los clásicos, el único que queda por disputarse en un gran evento tras tantas finales de Copa y Supercopa.

Trincheras en pleno apogeo

Lo que refleja la historia es que un clásico en una final siempre supone un antes y un después. Empezando por el primero, disputado apenas un mes antes de la sublevación militar que dio inicio a la Guerra Civil española. Fue el 21 de junio del 36, y fue en Mestalla. Ganó el Madrid 2-1 en el último partido de Ricardo Zamora. También ganó el Madrid en 1974, mientras que el Barça levantó el trofeo en 1968 y 1983. Y en 1990, el triunfo azulgrana salvó la cabeza de Johan Cruyff, dejando la Copa sin final 'clásica' hasta 2011.

Ese año, Mestalla fue testigo de una de las grandes batallas de la guerra Mourinho-Guardiola, unas trincheras en pleno apogeo en ese momento. El cabezazo de Cristiano en la prórroga dejó al Barça, que conquistó Liga y Champions, sin triplete. Fue un partido durísimo, con corrillos constantes sobre el árbitro, tensión en los banquillos y en la grada y duelos hasta el límite. Mourinho ganó la batalla, pero Guardiola contestaría unos días después en las semifinales continentales.

La de 2014 fue todavía más trascendental y confirmó la crisis de identidad del Barça tras la salida de Guardiola. El Tata Martino claudicó ante Ancelotti, Bartra ante Bale y la victoria madridista provocó la temporada en blanco de los azulgrana y la llegada de Luis Enrique al Camp Nou. Decisión de calado, porque con él llegaría el triplete de la 2014-2015.

Aquella visita a Valdebebas

Ahora, 11 y 14 años después de Mestalla, la Copa les vuelve a reunir en otro momento trascendental, con Yamal, Pedri, Raphinha, Mbappé, Vinicius y Bellingham sustituyendo a las estrellas de la pasada década. Lamine tenía tres años en la primera final de Mestalla y Mbappé estaba a punto de visitar Valdebebas con 12 años, regalo de sus padres e invitación de Zinedine Zidane para conocer a su ídolo Cristiano. El destino, caprichoso, les enfrenta ahora.

En el Bernabéu se observan estos dos próximos clásicos (Copa y Liga) como cruciales para el mandato de Ancelotti. Cuestionado en algunos momentos de la temporada por el nivel de juego del equipo, el italiano llega por primera vez a abril vivo en los tres torneos desde, precisamente, 2014. Aquel año terminó ganando Copa y Champions, pero hincó la rodilla en Liga, como el Barça, ante un Atlético que levantaría el título en el Camp Nou.

El desgaste de los clásicos influyó en la Liga, algo que intentará evitar Hansi Flick, obsesionado con mantener el nivel físico de su equipo para pelear el triplete y confirmar esa «nueva era» que se repite en la Ciudad Condal con cada victoria en los clásicos. De ello depende sostener la ventaja de tres puntos en Liga, con la Copa y la Champions como inyección mental hacia el vestuario.

Mbappé y Robert Lewandowski batallan por el pichichi liguero, Endrick y Ferran Torres por el copero. Ambos clubes, por todo. Un clásico.

Marzo, el oscuro mes de las dos despedidas del Atlético: KO en Champions y una victoria en cuatro partidos de Liga

Marzo, el oscuro mes de las dos despedidas del Atlético: KO en Champions y una victoria en cuatro partidos de Liga

"Marzo, marceador, un día malo y otro peor". Así se resume el mes del Atlético de Madrid en el que el equipo dijo adiós a dos de las tres competiciones a las que aspiraba. Los colchoneros, campeones de invierno, se han desinflado en el momento más importante del curso, donde se dirimen los títulos. El entrenador, Diego Simeone, se sigue acordando del doble toque de Julián Álvarez en cada rueda de prensa, pero tampoco oculta la evidencia: "Dentro de la temporada hay momentos, buenos, malos y regulares. Hay que seguir compitiendo hasta el final".

El equipo está en un momento malo no, crítico. Además de la eliminación de la Champions y el recuerdo del penalti de Julián, en la segunda vuelta ha perdido 17 puntos de 30 posibles, cuatro de 12 en marzo, los mismos que dejó escapar en la primera mitad del curso. Con ese tanteo, los rojiblancos se quedan a nueve puntos de la cabeza y el golaverage perdido ante el FC Barcelona. "Los equipos de detrás ya se están acercando y nos alejamos de donde queremos", apuntó Jan Oblak tras el empate en Cornellá.

La Copa, este miércoles, es la gran esperanza rojiblanca para intentar conseguir un título esta temporada, aunque aún esté el Mundialito de Clubes en el horizonte. Pero la afronta, precisamente, contra un Barça que ha ganado sus últimos nueve encuentros ligueros, un récord de épocas de Pep Guardiola y Luis Enrique. Mal enemigo para agarrarse al flotador.

Nueve goles en seis partidos

Lejos queda aquella victoria sufrida ante el Athletic, al inicio de este fatídico marzo con gol de Julián. Fue un espejismo con truco, hasta cuatro palos golpearon Los Leones en ese duelo que se les escapó por la contundencia del argentino y la gran defensa rojiblanca, línea que ha naufragado en los últimos encuentros y con la que el equipo había conseguido agarrarse a la cabeza de la tabla, de la que ahora parece haberse despegado definitivamente.

El Barcelona abrió la brecha en la ida de la Copa, consiguiendo quebrar hasta en cuatro ocasiones la meta de Jan Oblak. Desde entonces otros nueve tantos han ido a parar a las redes rojiblancas en seis partidos. Siguen como el menos goleado de Primera con 23 goles, pero el segundo ya queda mucho más cerca, precisamente el Athletic con 24 y el Getafe cerraría el podio con 25.

Simeone, en el banquillo de Cornellà.

Simeone, en el banquillo de Cornellà.AFP

La fragilidad defensiva era algo que parecía de épocas pasadas, pero ha vuelto acompañada de falta de contundencia y de energía para afrontar el maratón de partidos que acumularon los rojiblancos desde la vuelta de Navidad, 18 encuentros en 10 semanas. Incluso Giuliano, un electrón con carga siempre positiva, ahorró carreras en Cornellà, fundido como venía de hacerse 8.000 kilómetros para jugar con Argentina.

Hay que destacar que parte del descalabro también ha venido por errores de concentración que han costado puntos. Vienen a la mente el planchazo y posterior cruzada de cables de Ángel Correa en Getafe, que terminó con su expulsión y la pérdida del argentino para los siguientes cinco partidos, y el penalti que hace Clement Lenglet ante el Espanyol. Un agarrón inocente, pero en la cara del árbitro, que concedió el empate al conjunto blanquiazul. En el Metropolitano este miércoles tocará limpiar la mente y, sobre todo, recuperar los resultados.

El PSG obtiene su merecida recompensa en los penaltis y tumba al Liverpool en Anfield

El PSG obtiene su merecida recompensa en los penaltis y tumba al Liverpool en Anfield

Hizo falta agotar el cronómetro y apelar a los penaltis en Anfield para dar con el vencedor de la disputa más atractiva de los octavos de final de la Champions. Coherente con su actuación en el encuentro de ida, el PSG, desafortunado entonces, llevó al Liverpool al límite en un intenso segundo acto de la confrontación que se dilató hasta los 120 minutos. Donnarumma, héroe insospechado del partido, detuvo dos lanzamientos desde los 11 metros y profanó un estadio donde nadie ganaba en competición europea desde que lo hizo el Real Madrid en los octavos de hace dos temporadas. 4-1 en la tanda para los franceses, con errores de Darwin Núñez y Jones. Doué hizo el definitivo. [Narración y estadísticas (0-1, 1-4)]

Pese a su victoria en el Parque de los Príncipes, el Liverpool sabía que debería andarse con cuidado después de la exhibición del equipo de Luis Enrique, que salió derrotado tras avasallar durante todo el encuentro y contar con ocasiones para haber viajado con un marcador bastante favorable. En la Champions se camina a menudo en el alambre, y ni siquiera la fortaleza de los reds se encontraba a salvo ante un rival que mantiene una evidente línea de crecimiento.

Dembélé aprovechó un grave error de Konaté que dejó desnudo a Allisson y respondió así al vigoroso arranque del Liverpool, que había amenazado con dos remates de Salah. La noche nacía luminosa. A partir de ahí, cada ofensiva local encontraba réplica en los parisinos. No anduvo lejos Barcola de hacer el segundo antes de toparse con Allison.

En su tenaz persecución de un torneo que se le niega, el PSG presenta esta temporada una fisonomía distinta. Una vez superados los contratiempos de la fase de grupos de la Champions, Luis Enrique ha logrado construir un equipo sin los oropeles de otro tiempo, con un carácter de corte asambleario, sin obviar la notable calidad individual, sobresaliente en el caso de Vitinha y con alternativas tan sugerentes como la de Doué, revitalizador en el tramo final.

Entusiasmo local

A medida que avanzaba el partido, ganaba presencia frente a un Liverpool guiado casi exclusivamente por el entusiasmo. Dembélé se excedió en un cara a cara con el arquero y dispuso de otra opción en un disparo que se fue a córner, rechazado por un defensor. Sujetaba bien la atropellada propuesta de los de Slot y salía con profundidad y criterio.

El Liverpool se nutría del balón parado. Donnarumma neutralizó con una formidable intervención el cabezazo de Luis Díaz a la salida de un córner, cuando se acercaba a la hora de partido. El colombiano ponía salsa en cada acción, fuera cual fuera su posición en el ataque. Nuevamente a pelota quieta la tuvo el Liverpool, pero apareció Kvaratskhelia, con el portero vencido.

Dembélé, tras anotar su penalti en la tanda definitiva.

Dembélé, tras anotar su penalti en la tanda definitiva.AFP

El duelo cobró la temperatura que le correspondía. A calzón quitado, en plena combustión con el empuje indesmayable de la grada, llegaron los mejores momentos del Liverpool, que perdió a Alexander-Arnold por lesión e incorporó a Darwin Núnez en la posición de un inane Diogo Jota.

Exhaustos, los locales resistieron en la prórroga y llegaron a una suerte donde suele sonreírles el destino. Esta vez no fue así. Se lo había ganado el Paris Saint Germain, que se sobrepuso al asombroso castigo del encuentro de ida y espera al vencedor del Aston Villa-Brujas (3-1 hace una semana) en cuartos.

El Bayern Munich ratificó su clasificación con una nueva victoria ante el Bayer Leverkusen, esta vez por 0-2, con goles de Kane y Davies, para redondear un 5-0 en el global. El Inter de Milán volvió a ganar al Feyenoord. Venció 2-1 en San Siro, con tantos de Thuram y Çalhanoglu, éste de penalti. Moder, también desde los 11 metros, anotó por los neerlandeses.

Un desatado Salah busca los cuartos con el Liverpool frente al PSG, que puede ser su destino

Un desatado Salah busca los cuartos con el Liverpool frente al PSG, que puede ser su destino

Si algo le faltó al Paris Saint Germain hace seis días en la ida de octavos de la Liga de Campeones fue gol. Poco más se le puede reprochar al equipo de Luis Enrique, capaz de presentar 28 remates a portería en una noche particularmente feliz del guardameta del Liverpool Alisson Becker. El acierto goleador, en los reds, y en toda Europa, lo personaliza mejor que nadie Mohamed Salah, que el pasado sábado transformó dos penaltis en la victoria por 3-1 ante el Southampton en la Premier League. El delantero egipcio suma 32 tantos entre todas las competiciones y ha intervenido en otros 17 de su equipo en el torneo doméstico, donde los de Arne Slot aventajan en 15 puntos al Arsenal, segundo clasificado.

Salah, que llegó a Anfield en 2017 procedente de la Roma, reiteró el pasado 3 de enero en Sky Sports que ésta será su última temporada en el conjunto británico. Las especulaciones sobre su futuro se dispararon desde que en septiembre lanzase la primera insinuación de su adiós. Pese a que en Liverpool no le dan por perdido y tratarán de persuadirle para que amplíe su contrato una temporada, en algunos mentideros llegaron a poner sus botas en el equipo que tratará este martes de revertir el 0-1 del Parque de los Príncipes.

Otras fuentes de la prensa parisina descartan tal hipótesis al considerar que por edad y por sus características no responde al tipo de delantero que busca el líder de la Ligue 1. Su destino también podría pasar por Arabia Saudí.

Candidatos a casi todo

Salah ha manifestado su deseo de volver a ganar como despedida la Premier con el Liverpool, logro que su equipo tiene casi en la mano. Pero sus ambiciones seguramente pretenderán derribar fronteras. Sólo la FA Cup, donde cayó ante el Plymouth, entonces último clasificado de la segunda categoría, en la cuarta ronda, escapa a las posibilidades de los reds de completar un curso de ensueño en la temida transición tras la marcha de Jürgen Klopp. El domingo buscarán ante el Newcastle en la final de la Carabao Cup, antigua Copa de la Liga, el primer título de la era Slot.

En la Liga de Campeones, donde dominó con autoridad la primera fase, el Liverpool aparece tan favorito como el que más. Todas las proyecciones sitúan a Salah como uno de los candidatos a tomar el relevo de Rodri como Balón de Oro.

El PSG tendrá la difícil tarea de derrotar en su estadio un equipo que no pierde desde que cayó 2-5 en octavos ante el Real Madrid, el 21 de febrero de 2023. En este curso ha ganado sus cuatro partidos y cuenta con una diferencia favorable de siete goles. El Nottingham Forest ha sido el último en derrotarle en Anfield. Lo hizo el 14 de septiembre, en los albores de la Premier.

Un Liverpool con mil vidas deja en nada el recital del PSG

Un Liverpool con mil vidas deja en nada el recital del PSG

Es un deporte cruel el fútbol y a veces se ceba con quien hace del juego ofensivo una sinfonía casi perfecta. El PSG remató 28 veces y botó 14 saques de esquina frente al Liverpool antes de caer fulminado por un disparo de Harvey Elliott. Resultaría superfluo juzgar la justicia o los merecimientos. Aún más absurdo reducir una actuación memorable a la demoledora lógica del gol. Pero el acierto, al fin y al cabo, es lo que único que cuenta. [Narración y estadísticas (0-1)]

Al Liverpool le bastó un balón colgado hacia la cabeza de Darwin Núñez y un zurdazo de Elliott en el minuto 87 para consolidar su fama de superviviente. También para destrozar los sueños del PSG, que no pudo acumular más méritos para acudir a Anfield en ventaja. Grande o pequeña. Como su fútbol o como su puntería.

Poco más se puede reprochar a Luis Enrique, con un 4-3-3 con tres fabulosos mosqueteros: Khvicha Kvaratskhelia, Bradley Barcola y Ousmane Dembélé. Desde el arranque, el ex barcelonista iba a mostrarse imparable. Desde el perfil derecho o acelerando por el centro. Pasado el cuarto de hora ya forzó un saque de esquina, que él mismo botaría para gestar un golazo de Kvaratskhelia. Claro que merecía el 1-0 el PSG, pero desde el VAR descubrieron un pie adelantado del georgiano.

Precisión, velocidad, fantasía

Con semejante torrente, bastante hacía el Liverpool con sujetarse los machos en torno a Alisson Becker. Y en depositar su fe en Davide Massa, el árbitro italiano que hizo oídos sordos a las reclamaciones por un penalti sobre Kvaratskhelia y por un empujón de Ibrahima Konaté sobre Barcola que bien pudo juzgarse como tarjeta roja. Cuando se cumplía la media hora, llegó otra triple ocasión local, resuelta entre Alisson, decisivo ante Dembélé y dos malas decisiones de Barcola.

Si algún osado quisiera incluir el fútbol entre las bellas artes, bien podría tomar nota de ese primer tiempo del PSG. Un festival de precisión, velocidad, ambición y fantasía. No fue fútbol moderno, sino fútbol eterno. Empujaban los hombres de Luis Enrique en busca de su sexta victoria consecutiva en la Champions, un hito inalcanzable para ellos desde 1995. Pero si sus cinco triunfos previos se saldaron con 21 goles, el Liverpool alcanzó el descanso con el 0-0. Las dos últimas ocasiones de Kvaratskhelia las taponó Alisson gracias a su soberana categoría.

Los reds no sabían por dónde empezar para contener sus vías de agua. Su inferioridad en el centro del campo se acentuaba por culpa de Achraf Akimi, que abandonaba el lateral para escoltar a Vitinha y Fabián Ruiz. El portugués dictaba el tempo y el español sacaba la zurda como el solista su violín. En caso de pérdida, que alguna había, la línea de presión, perfectamente sincronizada, actuaba de inmediato para borrar al adversario.

Alisson busca el contragolpe con un saque rápido en París.

Alisson busca el contragolpe con un saque rápido en París.AFP

No hubo rastro de Mo Salah, el delantero directamente implicado en 52 goles tras 39 partidos. Nuno Mendes no le dio opción. Luis Díaz y Diogo Jota correteaban hacia atrás, presas del pánico. Arne Slot, comandante de un barco a la deriva, sólo podía confiar en un último recurso: el cansancio del rival. Y la segunda parte le dio toda la razón.

Claro que el PSG siguió disparando con peligro, gracias a Kvaratskhelia y a un intento de córner olímpico de Dembélé salvado bajo palos por Dominik Szoboszlai. Sin embargo, la orquesta parisina ya dejaba alguna nota fuera del compás. No empujaba con la misma energía, ni se protegía con tanto orden.

Luis Enrique, más consciente que nadie, retiró a Barcola para dar paso a Désiré Doué, un chico de 19 años que obligó a Alisson a otro esfuerzo descomunal. Corría el minuto 83 y Dembélé aún probó al guardameta brasileño con su intento postrero, a mitad de camino entre el centro y el remate. No había medias tintas que valiesen. Bien lo sabían Núñez y Elliott.

La nueva vida de Marco Asensio con Unai Emery: un cedido de lujo para el Aston Villa

La nueva vida de Marco Asensio con Unai Emery: un cedido de lujo para el Aston Villa

El único partido que había jugado como titular esta temporada en la Champions se remontaba al pasado 6 de noviembre. Fue ante el Atlético en el Parque de los Príncipes y sólo aguantó 67 minutos sobre la hierba antes de dejar su puesto a Kang-in Lee. Hoy, cuatro meses después, Marco Asensio volverá a formar de inicio en la ida de octavos ante el Brujas. Pero no con la camiseta del PSG, sino con la del Aston Villa. No a las órdenes de Luis Enrique, sino a las de Unai Emery. No como delantero, sino en la posición de '10'.

Desde hace justo un mes, Asensio parece otro futbolista en Birmingham, donde llegó como cedido, convirtiéndose en la guinda del pastel de Monchi. Previamente, el director deportivo ya había cerrado los fichajes de Donyell Malen, por el que pagó 25 millones de euros al Dortmund, y Andrés García, el prometedor lateral zurdo procedente del Levante. También la cesión de Marcus Rashford, aquel apabullante talento que nunca pudo desarrollarse en el Manchester United. Pero a diferencia del resto, Asensio era casi una obsesión para Emery, que le había abrasado a llamadas desde semanas atrás.

«Hablé muchas veces con Unai y me transmitió muchas cosas: cómo trabaja el cuerpo técnico, cómo eran sus futbolistas, cómo es Villa Park. Me confirmó la confianza que tenía en el club y lo que estaba creando», dijo el ex madridista poco después de aterrizar en Birmingham. No se trataba de la primera vez que el ex técnico del Sevilla preguntaba por él. Ya lo hizo en el verano de 2023, cuando su Aston Villa había logrado el billete para la Conference League. Pero la tercera competición continental no se antojaba precisamente apetecible.

18 minutos desde diciembre

El flamante proyecto de Luis Enrique parecía mucho más acorde para todo un campeón de tres Champions. Sin embargo, un traumatismo en el pie derecho complicaría su primer año en París. Esta temporada, la confianza del asturiano se redujo a la mínima expresión. Apenas 16 partidos, 10 como titular, entre agosto y enero. Desde diciembre, únicamente 18 minutos en 11 compromisos. En principio, el PSG sólo pensaba en un traspaso, dado que había alcanzado las seis cesiones permitidas por la UEFA. A última hora, después de traspasar a Cher Ndour del Besiktas a la Fiorentina, lograron vía libre para Asensio.

«Hablé con Marco sobre la posibilidad de jugar como número 10 porque es polivalente. También puede actuar por banda y por dentro. El desafío es extraer su mejor fútbol dentro de nuestra estructura», admitió el preparador guipuzcoano. No se trataba solamente de continuar con la progresión de los jóvenes Jacob Ramsey y Morgan Rogers. Ni de seguir potenciando a Ollie Watkins (13 goles y 11 asistencias). El ataque de Emery debía orbitar en torno a Asensio.

La baza de la FA Cup

Durante su citada entrevista con el Daily Mirror Asensio no dudó en explicar los motivos que le guiaron hasta Villa Park. «Una de las claves fue que Unai me dijo que me veía como número 10». Ubicado en esa posición ya formó de inicio en el 2-2 ante el Liverpool. Sólo tres días más tarde anotaría dos goles ante el Chelsea (2-1) y el pasado viernes, otro doblete ante el Cardiff en la quinta ronda de la FA Cup. Puesto que el cruce de cuartos se decidirá contra el Preston North End y dado que entre el Big 6 sólo sobrevive el Manchester City, no parece descabellado pensar que Emery podría guiar a los villanos a su primer título copero desde 1957.

El paso inmediato, sin embargo, ha de darse hoy en el Jan Breydel ante el Brujas, un rival que ya les sorprendió en la liguilla (1-0). Aquella noche será siempre recordada por el grotesco error del central Tyrone Mings, que tomó en el área el balón con la mano tras un saque con el pie de Emiliano Martínez. Hace sólo tres semanas, el cuadro belga borró del mapa al Atalanta en Bérgamo bajo el liderazgo de Chemsdine Talbi, un delantero de 19 años. El 5-2 global en el playoff ante el vigente campeón de la Europa League debe poner sobre aviso a Emery. No sólo porque se trata de la primera eliminatoria de Copa de Europa para el Aston Villa en casi cuatro décadas, sino porque en cuartos de final aguardarían el Liverpool o el PSG.