El cóctel emocional que amenaza al Barça en el clásico: dudas sobre el planteamiento, presión del presidente y miedo al fracaso

El cóctel emocional que amenaza al Barça en el clásico: dudas sobre el planteamiento, presión del presidente y miedo al fracaso

Dudas sobre la respuesta del propio cuerpo, incógnitas acerca del planteamiento, presión excesiva del entorno y miedo al fracaso. Es el peligroso cóctel emocional al que se enfrentan los jugadores del Barcelona ante el clásico, el domingo en Montjuïc, inmediatamente después de haber caído en la Champions frente al Inter. Los psicólogos consultados por este periódico plantean los escenarios que suelen darse en estas situaciones, aunque desde la distancia, sin la información que tienen quienes lo hacen en el vestuario azulgrana. Entre ellos, ninguno de estos profesionales, porque como ya dijo Hansi Flick: «El psicólogo soy yo».

El entrenador, los futbolistas, el presidente, Joan Laporta, y el director deportivo, Deco, compartieron el jueves una barbacoa en la Ciutat Esportiva, convertida finalmente en una comida-conjura para el partido ante el Real Madrid. Fuentes próximas al equipo aseguran que estaba convocada antes de caer eliminados en el Giuseppe Meazza, aunque no con la presencia del presidente. Laporta pidió el máximo a los futbolistas, después de haber hecho ya un llamamiento a todos los aficionados para que acudan al estadio. «Es un partido clave para lograr la Liga. Hemos de llenar Montjuïc entre todos. Se lo pido a todo el barcelonismo para que podamos ganar al Madrid. Entre todos hemos de conseguir que los jugadores recuperen la mentalidad».

Para algunos de los consultados, eso es contraindicante, porque supone una «sobrepresión» innecesaria y crea la sensación de que es «la Liga o el fracaso». «Sería mejor tratar el partido como otro cualquiera e ir a la tarea, sin más», dice uno de los psicólogos.

El relato equivocado

Nada más caer en Milán, el Barcelona eligió el relato equivocado, al señalar al árbitro del partido, en opinión de un psicólogo que ha trabajado con equipos de Primera, por lo que prefiere no ser citado, como sus colegas, al estar vinculados al sector: «Habría sido más positivo centrarse en las cosas buenas que hizo el equipo en la eliminatoria, pero, en cambio, optaron por el victimismo». Un mal endémico del Barça del pasado, que siempre buscó coartadas, fuera en los arbitrajes como en hechos como la hepatitis de Maradona o el secuestro de Quini para justificar sus hundimientos en la Liga. Ese Barça no es el Barça de Lamine Yamal, con un liderazgo colosal ante el Inter pese a la derrota.

La caída europea provocó poca autocrítica, focalizados todos en el polaco Szymon Marciniak, salvo su compatriota Wojciech Szczesny. «Sin embargo, los futbolistas saben que encajaron siete goles, una cifra excesiva, y eso puede generarles internamente incertidumbres sobre el planteamiento del entrenador, aunque no lo manifiesten», explica un terapeuta habituado a trabajar con equipos. La preocupación por la defensa, muy arriesgada en el caso de Flick, aparece siempre después de las goleadas. A eso se añade la presencia de un portero circunstancial, que no ha mostrado los imposibles de Yann Sommer (Inter) o Gigi Donnarumma (PSG) durante las semifinales de la Champions, y la presencia enfrente de dos de los mejores delanteros al espacio, como Kylian Mbappé y Vinicius.

«Vamos a dejarnos el alma»

El Barça debe trabajar, pues, en el reforzamiento del juego que ha desarrollado, y eso es lo que intenta Flick durante estos días. El posible regreso de Alejandro Balde en Montjuïc devuelve cierta seguridad a la defensa. Uno de los más señalados ha sido Ronald Araújo, que pidió disculpas en las redes sociales y dijo: «Vamos a dejarnos el alma en el clásico».

«El desgaste físico no es determinante, pero pesa en los vestuarios, conscientes los jugadores de que se van a enfrentar a un rival que llegará más fresco», añaden. Los problemas del Madrid en su defensa pueden igualar ese aspecto, pero mientras para los de Carlo Ancelotti la victoria aparece como una oportunidad, los de Flick la ven como una necesidad, y «la necesidad puede conducir al bloqueo».

Después de tres victorias este curso sobre el Madrid y dos títulos (Supercopa y Copa), el del domingo será el cuarto clásico. Ninguno de los dos equipos ha logrado un pleno cuando se han enfrentado cuatro o más veces, aunque el empate mantendría la ventaja de cuatro puntos para el Barcelona. «El partido es una prueba de madurez definitiva para una generación que ha demostrado saber competir, como hizo en la Copa», finaliza uno los expertos. Primero han de vencer el vértigo.

La Champions pide el DNI a los niños de Flick para pasar

La Champions pide el DNI a los niños de Flick para pasar

Tenga cuidado si empieza a fiarse usted mucho de la inteligencia artificial para planificar su vida o, qué se yo, para hacer inversiones. Porque yo ya empiezo a no tener tan claro eso de dejar en sus manos cosas como la prescripción de medicamentos, la crisis energética, la de alimentos o el cambio climático. El llamado superordenador de OPTA, la empresa británica de análisis deportivo, dijo que el Barça jugaría la final, y que PSG ganaría la Champions; pero a principios de la semana pasada decía que el Arsenal, hace tres que el Barça, en febrero que el Liverpool, y en septiembre que el Manchester City. La conclusión más obvia es que la IA se parece cada vez más a los humanos.

Tras su éxito con el Como, La Gazzetta dello Sport, definió a Cesc Fábregas como «un poco Guardiola, un poco Conte y un poco Harry Potter». Lo de Hansi Flick ha sido más un exorcismo, sacándole al Barça demonios acomodados desde hace más de un lustro, que obligaba a los culés a acabar las eliminatorias echando puré y girando el cuello delante de la tele de formas biológicamente imposibles para no presenciar el esperpento.

La plantilla que Xavi Hernández pensaba que no le llegaba para competir, el alemán casi la lleva a la final de la Champions. Que no es que Xavi estuviera equivocado, es que Laporta necesitaba a alguien que no pensara, que para eso ya está el superordenador de OPTA.

Es cierto que la Champions la ganan los jugadores y las ligas las plantillas, pero para competir en todas a la vez necesitas más de una. El Barça está tan agotado que se ve obligado a aplazar las victorias hasta la mitad de la segunda parte, y no puede llegar siempre.

Simone Inzaghi ha sido capaz estos años de construir, más que un equipo, una tela de araña y luego la llenó de explosivos; y se aprovechó de que el Barça usa el fuera de juego, más que como una estrategia, como una excusa para no tener que defender, que no sabe.

El Barça recordaba que un 6 de mayo ocurrió el Iniestazo, olvidando que Lamine tenía año y medio. De hecho, su ignorancia absoluta por la historia contemporánea del Barça en Champions ha sido lo que le ha permitido liderar este Barça inmaduro e inconsciente. Un equipazo. El Barça ha caído, pero el DNI de la plantilla dice que para la Champions, sigue llegando a tiempo.

Cruel castigo al Barça de Lamine: el Inter será finalista de la Champions tras un duelo épico

Cruel castigo al Barça de Lamine: el Inter será finalista de la Champions tras un duelo épico

Las noches de hundimiento del Barça tienen un escenario europeo más, Milán, pero en nada se parecerá a cualquier otro naufragio. Esta vez fue un castigo cruel y por momentos injusto para el equipo primaveral y descarado que ha ensamblado Hansi Flick. Se encontraron con el primer gran obstáculo y pelearon con convicción toda la eliminatoria, sin miedo, guiados por un Lamine Yamal en la persecución de un sueño que les arrebató el Inter justo cuando vivían inmersos en un estado de felicidad sostenida. Parecían quedar atrás los breves estallidos que habían alimentado la última década, en la que el Barça no creó memoria y ni recuerdos europeos, a veces por deméritos otras por falta de suerte. Cuando pareció que este equipo, comandando por un juvenil y bajo el gobierno de Pedri, lo tenía todo, los italianos se cobraron primero los errores, después le sobrevivieron y acabaron resistiendo para someter la alegría feroz de esta generación culé en una eliminatoria épica. [Narración y estadísticas (4-3)]

El Barça encontró con la necesidad de masticar un duelo que tardó en saber interpretar, tuvo en su mano y lo vio escapar. No lograba generarle dudas a un rival que echó mano de veteranía, esa misma que hizo de Dimarco buscara intimidar a Lamine a base palitos. Nada que pudiera castigar Marciniak, pero suficiente para desquiciar. Aún así se sostuvo el de Rocafonda para tirar de un Barça que se refugió solo en él para intimidar, sin que eso le permitiera sacar a pasear su don.

En los primeros minutos, ambos equipos buscaron dañarse por los flancos. Si Lamine estaba juguetón, Dumfries anduvo siempre preparado para buscarle las cosquillas a Gerard Martín. Fue la caldera del Giuseppe Meazza la que encendió el partido cuando el Inter encadenó tres saque es de esquina consecutivos e impuso su pizca de locura. Se durmió Olmo en la salida de balón y apareció Dimarco para robar, buscar a Dumfries y que el neerlandés asistiera a Lautaro Martínez para abrir el marcador. El argentino había apurado para llegar al duelo y fue determinante durante muchos minutos.

Cubarsí y el VAR

La ventaja le dibujó al equipo de Inzaghi el escenario que quería. Sin necesidad de arriesgar, entregó el control a los azulgrana, demasiado imprecisos ante Sommer. Ni Ferran ni Lamine, en alianza con un solvente Éric García en funciones de lateral, eligieron bien y Olmo y Raphinha ni aparecían.

Al Inter le bastaba con estirarse a la contra, buscando inquietar en cualquier despeje como la bolea que probó Mkhitaryan o el zurdazo de Çalhanoglu. Se sostenía el Barça en esa mínima desventaja cuando Cubarsí se lanzó a los pies de Lautaro frenando su mano a mano con Szczesny. Se jugó el penalti y el VAR lo cazó. El argentino, a medio gas, había marcado un gol y dejado en bandeja el segundo a Çalhanoglu desde el punto de penalti con la primera parte cumplida. El 2-0 era un mazazo que Flick tendría que buscar enmendarlo en el vestuario.

Aunque solo la habilidad en el fuera de fuego les libró del tercer tanto, al alemán no le hizo falta ni mover el banquillo porque el héroe inesperado lo tenía en el césped. Se activaron Lamine, Pedri y Raphinha, pero fue Gerard Martín el que puso un centro lateral que Eric García enganchó para enviar a la escuadra. Ese gol recordó que no hay desaliento cuando está en juego una final. Tuvo el empate el improvisado lateral en una contra de manual con Gerard y Pedri, pero su disparo lo adivinó Sommer, todo reflejos.

Frattesi festeja el 4-3 del Inter, el martes en el Meazza.

Frattesi festeja el 4-3 del Inter, el martes en el Meazza.AFP

Nada pudo hacer el suizo con otro centro llovido desde la izquierda para el testarazo de Dani Olmo. El Barça había revivido y el Inter temblaba. Tanto que cuando el VAR convirtió en falta al borde del área la entrada de Mkhitaryan a Lamine que Marciniak vio como penalti, todo el estadio resopló de alivio.

La superioridad culé era aplastante y, como no podía ser otro, Lamine tuvo la ocasión de romper el empate con un latigazo desde la frontal del área que salvó la mano de Sommer. Entonces apareció Raphinha. Necesitó probar con la izquierda, que salvara Sommer y recoger el rechazo para ajustar un derechazo a la base del poste para poner rumbo a Munich. Nada parecía poder frenar a este Barça y hasta Lamine estrelló el cuarto en el palo. Sin embargo, el Inter revivió para aguar la fiesta culé. Cuerpeó Dumfries con Gerard y le ganó para poner un centro que Acerbi convirtió en el empate que condenaba a la prórroga.

Con el partido loco, en el tiempo extra los errores se pagaron mucho más caros. El de Araújo dejando escapar a Thuram en el lateral del área para asistir a Frattesi fue determinante. Otra vez el Barça estaba eliminado. Bajo la intensa lluvia de Milán, faltaba el gol de Lamine que, por más que lo buscó de manera incansable, no apareció.

Lewandowski-Lautaro: duelo de goleadores entre algodones

Lewandowski-Lautaro: duelo de goleadores entre algodones

Actualizado Lunes, 5 mayo 2025 - 20:33

El duelo de alto voltaje que el Barça y el Inter disputan en Milán para meterse en la final de la Champions tendrá dos protagonistas que llegan entre algodones: Robert Lewandowski y Lautaro Martínez. El polaco, máximo anotador de los azulgrana con 40 goles en 48 partidos, se ha perdido los últimos cuatro encuentros (en Liga frente al Mallorca y el Valladolid, la final de Copa ante el Real Madrid y la ida contra los neroazzurri) a causa de una lesión en el semitendinoso del muslo izquierdo, pero recibió este mismo lunes el alta médica y entró en una convocatoria en la que Alejandro Balde sí causó baja.

El argentino, mientras, el principal goleador de los italianos con 21 tantos en 47 partidos, tuvo que dejar el césped el martes pasado antes de tiempo también por problemas musculares, pero trabajó con el grupo y todo invita a pensar que podrá tener por lo menos algunos minutos, por mucho que Simone Inzaghi jugara al gato y al ratón a la hora de hablar de su punta de lanza como también de Benjamin Pavard.

La capacidad de intimidación de Lewandowski (sus números anotadores, de hecho, ya son los mejores desde que aterrizó en el club en verano de 2022) puede ser trascendental para que el Barça logre imponerse a un equipo que, hasta su visita a Montjuïc, sólo había encajado cinco goles en la presente edición del gran torneo continental. Incluso, aunque se quede fuera del equipo titular, tal y como dejó caer Hansi Flick en la rueda de prensa previa al partido. «Hablé con él el domingo y se está recuperando mucho mejor de lo que esperábamos. Pienso que está preparado para estar en el banquillo y, cuando lo necesitemos, volver a entrar», señaló el técnico.

Lautaro, durante el último entrenamiento del Inter en Appiano Gentile.

Lautaro, durante el último entrenamiento del Inter en Appiano Gentile.EFE

En la Champions, el polaco suma un total de 11 tantos en 12 jornadas y lo supera únicamente Raphinha, que acumula 13 en 12 duelos. El brasileño, de hecho, fue decisivo en la ida, con un disparo que, tras estrellarse en el travesaño, tocó en la espalda de Yann Sommer para convertirse en el definitivo 3-3. El colmillo del brasileño, quien inició la última remontada en el José Zorrilla contra el Valladolid y que acumula 31 goles en 52 partidos, puede ser también determinante en un mano a mano con Marcus Thuram, el segundo máximo anotador interista, que suma hasta el momento 18 goles en 45 partidos. El último, un taconazo espectacular, inauguró el marcador la semana pasada.

Otro delantero con algo menos de olfato anotador, pero con gran talento, como Lamine Yamal, puede volver a ser también decisivo, después de la exhibición en Montjuïc. Así lo espera un Flick que, pese a que siempre pone al equipo por encima de todo, es muy consciente del tipo de jugador que tiene entre manos. «Para mí, el equipo es lo más importante, pero es verdad que hay jugadores excepcionales y Lamine es un genio. El miércoles nos ayudó y fue genial verlo, pero lo tiene que demostrar siempre. Queremos llegar a la final y esperamos que todos estén al máximo nivel», concluyó.

Dani Olmo: "Nunca me he arrepentido de fichar por el Barça"

Dani Olmo: “Nunca me he arrepentido de fichar por el Barça”

Actualizado Lunes, 5 mayo 2025 - 19:11

La por entonces aún maltrecha economía obligó a elegir y, al final, Dani Olmo fue el único gran fichaje que cerró el Barça el pasado verano. Al campeón de la pasada Eurocopa lo acompañó una incorporación que hizo mucho menos ruido: la de Pau Víctor. Ambos se vieron abocados a vivir momentos de incertidumbre por sendas inscripciones con el primer equipo que necesitaron de la intervención del CSD para seguir adelante. Algo que a Olmo, según señaló en la previa al partido ante el Inter, nunca le hizo dudar de su apuesta por volver al club azulgrana.

«La decisión que tomé valió la pena. Nunca me he arrepentido de fichar por el Barça. Era un tema que no dependía ni de Pau ni de mí y tenía un 100% de confianza en el club. Eran temas administrativos y ahora los dos estamos en disposición de ayudar al equipo en el campo», aseguró Olmo, que sabe muy bien de la importancia de este duelo en el Giuseppe Meazza. «Es una oportunidad muy grande, ya tuve la posibilidad de jugar unas semifinales en Lisboa contra el PSG y, ahora, tengo otra. Tenemos la opción de volver a hacer historia y una motivación muy grande para conseguirlo», aseguró el jugador, un comodín en los esquemas de Hansi Flick y que, de hecho, ya ha marcado varios goles decisivos.

En su opinión, la actitud con la que afronta el vestuario el encuentro, con tantos novatos en sus filas, es muy positiva. «Al final, es casi como una fiesta. Tener jugadores tan jóvenes quita un poco de presión, no le dan tanta importancia, pero ya estamos los veteranos para encaminarlos. Contamos con un grupo muy sano y todos tenemos el objetivo común de ganar», aseveró.

«Lamine es un genio»

«Tener tantos jugadores que se han formado en las categorías inferiores es algo que habla muy bien de la mejor cantera del mundo», recalcó Olmo que, cómo no, quiso destacar la aportación de un talento como el de Lamine Yamal. «Vivimos su situación con normalidad, no me sorprende lo que hace. Ya le he visto hacer cosas así, tanto en la Eurocopa como en lo que llevamos de temporada. Está tranquilo y con ganas de demostrar que es el mejor», zanjó.

«Para mí, el equipo es lo más importante, pero es verdad que hay jugadores excepcionales y Lamine es un genio. El miércoles nos ayudó y fue genial verlo, pero lo tiene que demostrar siempre», reiteró por su parte Flick, tras adelantar que Robert Lewandowski partirá desde el banquillo. «Ya hemos ganado dos títulos y sé que los jugadores se crecen en estos partidos. Es una semifinal, pero tenemos que disfrutar. Los nuestros nunca se rinden y creo que llegamos en buena situación al partido», aseguró.

«Quiero que se vea todo lo bien que podemos jugar, que todo el mundo esté orgulloso. Queremos disfrutar jugando. Para mí, es una maravilla poder entrenar a este equipo y estoy muy contento por ello», insistió, si bien sabe que también será muy importante estar bien resguardado en la zaga para no encajar tantos goles como en la ida. E, incluso, asegura tener la receta para lograrlo. «Los entrenadores lo analizamos todo, todo tiene un motivo. Hemos de defender mucho mejor y alguna cosa sí que cambiaremos. Es todo lo que puedo decir», concluyó.

Contrastes

Contrastes

La Liga ofreció el sábado el máximo contraste posible. El primero de la clasificación contra el último. El casi campeón contra el ya descendido. Ese tipo de contraste se llama desigualdad. Pero el Barça lo pasó mal y, difuminado el abismo diferencial, elevó el contraste a, casi, contradicción. Salvó la papeleta en la contrastada distancia que media entre la unidad B y la A, que acudió al rescate.

Unos días antes, el martes, habían coincidido, en expresivo contraste, el ejemplo de modestia de un hombre que lleva fallecido 86 años y el de engreimiento de un mozalbete que aún no ha cumplido los 18. En la Real Academia de la Lengua, José Sacristán leía, como si fuera Antonio Machado, el discurso de ingreso que el poeta, elegido miembro de la Docta Casa en 1927, no leyó nunca, a pesar de haberlo prácticamente acabado en 1931.

En Barcelona, en rueda de prensa, Lamine Yamal se pavoneaba, desenvuelto, exhibiendo, en contraste con el torpe aliño indumentario machadiano, un extravagante aliño capilar, teñido de un dorado chillón que ofendía a la vista. Nadie del club le ha aconsejado u ordenado que sea más natural, en beneficio de la propia imagen de la entidad. Ni mucho menos, claro, reprendido por presentarse de modo impropio ante el Rey tras la final de Copa. Desinhibido hasta lo irrespetuoso, el chaval dio, desafinada, la nota

Leía Machado con la voz de Sacristán: "No creo poseer las dotes del académico. No soy humanista, ni filólogo, ni erudito". Se iba arriba Lamine: "¿Crecido? Mientras gane, no pueden decirme nada. Con 17 años, el nivel al que juego no lo hace (sic) cualquiera". Para aficionados y periodistas no es incompatible la admiración por el juego de la criatura con la censura a esa forma de arrogancia que es el excesivo desparpajo. Sería recomendable que el muchacho, en lugar de ponerse ante su narcisista espejo a ver cómo le queda el "Flequillo de Oro", se mire en el discreto de Messi, con el que algunos ya le comparan.

Al día siguiente, contra el Inter, contraste del Barça entre su ataque y su defensa. El 3-3, a pesar de su paridad aritmética, reflejó desequilibrio. Expresó fortaleza ofensiva y debilidad defensiva. Así es el Barça de toda la temporada, en un contraste que equivale a descompensación.

Destaca, aunque no extraña, que, centrado en la figura de Ancelotti, que lleva en el Madrid desde 2021, se hable de fin de ciclo, y ni siquiera se roce el tema en la de Simeone, que aterrizó en el Atleti 11 años antes. Los ciclos, poco más que episodios, del Madrid son los de sus entrenadores. Los del Atleti no existen desde que está Simeone. Cuando se vaya, si es que eso ocurre alguna vez, no acabará un ciclo, sino una época. Más aún: una era. El contraste entre el Madrid y el Atleti en este campo es sinónimo de disparidad. Y se explica por la devoradora exigencia de máximos del Madrid frente a la resignación de secundario del Atleti a causa del contraste, dígase abismo, presupuestario.

No cabe mayor contraste que el del Madrid consigo mismo ante el Celta. De un 3-0 a un 3-2, y gracias. El equipo se aferra al clavo ardiendo del próximo "clásico". No será un duelo de detalles. Será de contrastes.

Lamine Yamal encarga el Balón de Oro

Lamine Yamal encarga el Balón de Oro

El mayor problema de ir perdiendo 0-2 en el minuto 20 de una semifinal de Champions es no ser el Real Madrid. Me lo recordó mi amigo Toño, que es madridista, y me mandó un whatsapp justo en ese minuto para decirme, "tranqui, ahora llega la remontada", como si se estuviera riendo de mí, o se creyera que era su equipo el que estaba en la semifinal, que para el caso es lo mismo.

El Barça sacó un mural antes del partido recordando sus cinco Champions con sus años, cuando el aficionado culé lo que más recuerda son los huecos que cavó entre ellas. No es que el Real Madrid tenga más copas, lo que no tiene son fisuras.

El Inter llevaba tres partidos sin marcar y tardó 30 segundos en meter el primero. Fueron los 30 segundos más largos de la competición. En ellos pasaron más cosas que en partidos de la liga italiana enteros. Un contragolpe, un centro, un rechace, otro centro, un remate de tacón, y un gol, como en ese planeta de Interestellar, en el que cada hora pasan como siete años en la Tierra. El Barça caminaba por un lago en calma, y confundió con una montaña el tsunami que se le venía encima. En esa situación lo mejor que podía hacer el Inter es llevar el partido hacia un agujero negro, pero allí se encontró con un extraterrestre.

Dicen los que saben que una semifinal de Champions exige de jugadores que sepan manejar los tiempos, cabeza fría y veteranía, pero con un 0-2 lo que necesitas es un niño inconsciente, y el Barça tiene al mejor del mundo. Con razón Flick en el descanso, en vez de abrazarle como al resto de jugadores, lo frotaba como solo se frota a las vírgenes y a las lámparas maravillosas.

En vez de jugarse la eliminatoria Inter y Barça prefirieron pegarse una fiesta, y en ella el que más bailó fue Lamine Yamal. Lejos de ir crecido, suele responder que algún día le gustaría ganar el Balón de Oro, como si ese día no fuera mañana mismo. El del Barça es probablemente el mejor jugador del mundo, o por lo menos al que preferirías ver paseándose por los campos en una gira asiática antes que tragarte un Urawa Reds-Ulsan Hyunday del Mundial de Clubes. La IA empieza a darle favorito para el Balón de Oro, pero qué sabrá de fútbol la IA, que diría Florentino.

El éxtasis de Lamine desata a un Barça que peleará la final de la Champions en San Siro

Actualizado Miércoles, 30 abril 2025 - 23:11

Hay dos lenguajes que Lamine Yamal ha unido para catapultar al Barça: no solo es capaz de hacer diabluras con la pelota sino que también tiene un don para crear emociones. No le hables de futuro, de guardar ventajas, de bajar los brazos o de proteger un resultado que sigue dejando a mano una final de Champions. Háblale de someter y enloquecer a los rivales, de tratar de tumbarlos aunque sea para seguir subido al sueño. Con ímpetu adolescente, fue él quien desató al Barça en unas semifinales de infarto ante un Inter que desnudó sus carencias con suma facilidad obligándoles a un examen de conciencia en San Siro. [Narración y estadísticas (3-3)]

Lamine sembró el miedo el Montjuïc cuando se retiró del calentamiento. Los presagios no eran buenos, pero los espantó nada más arrancar el duelo y en las circunstancias más difíciles. El Barça se encontró con un gol en contra a los 30 segundos por una genialidad de Marcus Thuram. Un centro de Denzel Dumfries y un taconazo ante el resbalón de Íñigo Martínez para marcar el segundo gol más rápido que le han hecho al Barça en Europa. Un golpe inesperado, pero también mucho tiempo para levantarse.

No iba a ser tarea fácil porque el Inter se esforzó en guardar un botín que no tuvo que pelear. Como las legiones romanas, el equipo de Simone Inzaghi es capaz de juntarse en el área sin dejar hueco ni para el aire. Dejaron que el Barça los llevara hasta allí sin contar con que, esa noche, Lamine Yamal iba a ser imparable. Él solo se bastó para ir buscando la rendija hasta que la encontró. Ni bajo la persecución de Dimarco y Bastoni, con las ayudas de Mkhitaryan, pudieron maniatarle. Era noche de desenfreno y no tardó en verse.

Por donde nadie lo esperaba

Primero trazó un centro que sorprendió a Ferran Torres de lo medido que iba a su bota. Después fue el valenciano quien buscó ajustar al palo un rechace de Bisseck. Con el Inter empujado a vivir en su campo, antes de que el Barça lograra reaccionar llegó el segundo varapalo. Un córner forzaron los italianos y Dimarco lo puso al corazón del área pequeña para que Acerbi lo peinara y apareciera Dumfries con una increíble chilena. Dos goles en contra en 20 minutos y, pese al acoso y la posesión, ni un disparo culé entre los palos de Sommer.

El suizo tardó muy poco en dejar de ser espectador. Lamine Yamal se soltó la cadena y tiró del equipo cuando cumplía 100 partidos en la élite azulgrana. La banda era suya y quebraba con suma facilidad a cualquiera que saliera a su paso. Caracoleó desde la frontal, sin miedo, con descaro, colándose por donde nadie lo esperaba hasta sacar un disparo al palo largo que Sommer solo pudo seguir con la mirada. El chaval de 17 años, una vez más, acababa de prender una chispa que guió al Barça al empate.

Volvió a pasillear por el área hasta la línea de fondo para, en un palmo, soltar un zurdazo que el guardameta interista rozó para desviar al larguero. De la electricidad de Lamine se contagió todo el ataque. Probó Dani Olmo a soltar un latigazo girándose entre los centrales y Ferran y Raphinha anduvieron pendientes de los centros desde la derecha del inspirado genio de Rocafonda.

La volea de Dumfries para el provisional 0-2 del Inter.

La volea de Dumfries para el provisional 0-2 del Inter.AFP

No se podía sacudir el Inter el agobio ante el endemoniado peligro que generaba el canterano, que llevó otra vez a Sommer a salvarse del empate ante un disparo de Olmo. Lo que no pudo hacer es evitar que Pedri filtrara un balón a la cabeza de Raphinha que picó para la llegada de Ferran entre los dos centrales e igualara un partido en el que el Barça estaba logrando devorar al Inter.

Otro giro de guion lo provocaron las lesiones. Antes de la media parte, Koundé se echó al suelo. Demasiados minutos en las piernas del héroe de Copa y una nueva prueba de fuego para Flick, que tuvo que mandar al campo a Éric ante la ausencia de otro lateral diestro. La desgracia también golpeó al Inter con la lesión de Lautaro Martínez.

Quisieron Flick e Inzaghi bajar las revoluciones y evitar que el partido enloqueciera en la segunda parte. Se habían dañado con suma facilidad y había que recomponerse. Imposible. El Inter dio un paso al frente para sacudirse el dominio y, en un córner ante una mala salida de Szczesny, de nuevo Dumfries fue letal. La satisfacción de volver a adelantarse en el marcador apenas duró unos segundos, porque de otro saque de esquina en jugada ensayada, Raphinha soltó un obús desde la frontal que Sommer solo pudo mandar a su propia red.

El remate con el que Ferran Torres colocó el 2-2 en Montjuïc.

El remate con el que Ferran Torres colocó el 2-2 en Montjuïc.AFP

Nadie se conformó. El Barça siguió buscando tumbar al Inter, como si no hubiera un partido de vuelta, y los italianos se oxigenaron y encontraron con facilidad los metros a la espada de la defensa de Flick, con salidas taquicárdicas de Szczesny, un gol anulado por un ajustadísimo fuera de juego de Mkhitaryan y la sensación de que, llegados a los últimos minutos, una tregua era la mejor opción. Pero de eso no entiende Lamine, que aún estrelló un centro chut en el travesaño y contagió a Raphinha en el arrebato. Si quieren estar en Munich, tendrán que ordenarse y evitar que aparezca la locura en Milán. Si es que pueden.

Lamine Yamal, centenario con el Barça a los 17 años: "El miedo lo dejé en el parque de Mataró"

Lamine Yamal, centenario con el Barça a los 17 años: “El miedo lo dejé en el parque de Mataró”

Actualizado Martes, 29 abril 2025 - 23:09

El caso de Lamine Yamal es único. El delantero azulgrana disputará ante el Inter de Milán, en la ida nada más y nada menos, de las semifinales de la Champions, su partido número 100 con el Barça. Curiosamente, el mismo día en que se cumple el segundo aniversario de su estreno con el primer equipo, de la mano de Xavi Hernández, y cuando no ha alcanzado aún la mayoría de edad. Algo que, de hecho, no sucederá hasta el próximo 13 de julio.

Pero, pese a su juventud, se ha convertido ya en un futbolista clave tanto para el conjunto barcelonista como para la selección española, con la que levantó la Eurocopa el pasado verano. Si su progresión sigue por los mismos derroteros, tampoco será nada extraño verlo también muy pronto en el podio del Balón de Oro. O, incluso, alzando también ese trofeo.

«Nunca he tenido miedo. Sí tengo motivación, como unas cosquillas en la barriga antes del partido, pero yo creo que eso es bueno y que lo tenemos todos los jugadores. El miedo lo dejé en el parque de Mataró hace tiempo», comentó Lamine en la previa del duelo con el Inter. «Es mi primera semifinal de Champions, y también lo es para muchos compañeros. Tenemos muchas ganas de pasar a la final, de mostrar el equipo que somos y tenemos mucha ilusión», aseguró un Lamine Yamal que advirtió de que la mala racha de los italianos no hace que tengan menos opciones en el cruce. El conjunto neroazzurro, además, siempre se le resistió a nivel goleador a un jugador con el que muchos no dudan en compararlo: Leo Messi.

«No me comparo con nadie»

«No creo que ésta vaya a ser la época de Lamine Yamal. Espero que sea la del Barça. Si Messi no le marcó al Inter, imagino que sólo le habrá faltado ese rival... Ojalá pueda marcar yo», aseveró el delantero, quien prefiere huir de cualquier tipo de comparación, y menos con el argentino. «No me comparo con él ni con nadie. Esas cosas se las dejo a la prensa. Yo sólo pienso en mejorar cada día. Pienso que hacer comparaciones no tiene sentido, y menos con Messi», señaló el de Mataró, quien apuntó, además, que no ha hablado con el actual futbolista del Inter de Miami, con quien protagonizó, cuando solo era un bebé, una imagen para un calendario solidario del club azulgrana que muchos ven ahora como toda una premonición.

Y, por mucho que no quiera compararse, algunos datos son curiosos. Messi disputó su primer partido oficial con el Barça ya con 17 años, frente al Espanyol, el 16 de octubre de 2004. El número 100, mientras, lo disputaría ante el Valencia, a los 20 años. Antes de llegar a la mayoría de edad, sólo disputó nueve partidos con el primer equipo y estuvo en el once inicial en dos ocasiones.

«La edad es sólo un número»

Los tiempos, desde luego, son muy diferentes. Pero, ahora mismo, a las puertas de su partido 100 con el conjunto azulgrana, Lamine suma 21 goles y 27 asistencias, así como tres títulos: una Liga, una Supercopa de España y una Copa del Rey. Lo que es también innegable es que su actitud dista mucho de aquella timidez inicial del argentino. Algunos, incluso, le acusan de ir muy crecido: «Mientras gane, no me pueden decir nada. Cuando no gane, sí».

«Como jugador, quiero ser un buen futbolista, y, además, ser una persona respetuosa y educada, que es lo que me han enseñado mis padres en casa», recalcó el de Rocafonda, quien opina que la juventud no debe ser nunca un problema. «Para el fútbol no hay edad. Es un deporte que va de la calidad y de la mentalidad que tenga cada uno. Si estás preparado, lo estás. La edad es sólo un número», apostilló, si bien quiso defender también la gran importancia que tiene la cantera en el club. «De pequeños, hemos visto al Barça ganar la Champions, en 2015. Jugamos porque sentimos la camiseta. No es lo mismo llegar de fuera que jugar un derbi o un clásico siendo de La Masía», sentenció.

El Madrid no se presenta a la final

El Madrid no se presenta a la final

El Real Madrid decidió finalmente presentarse a jugar la final de la Copa del Rey pero se olvidó de informar a la plantilla. Que el Madrid no se presente a jugar un partido no siempre quiere decir que lo pierda, ya que buena parte de su historia reciente en Europa la ha escrito presentándose en algunos minutos. Al club le había dado por dejar de presentarse a cosas, ya sea a una gala del Balón de Oro, porque no gana quienes ellos quieren, o por designar para una final de Copa a los árbitros que ellos no quieren.

Había avisado Hansi Flick de que Lamine Yamal se guardaba una sorpresa para la final, y el Madrid se creyó que era su nuevo peinado trumpista. Hasta que, en el minuto 28, le dio por aparecer caminando por su banda con el balón controlado, como si saliera a pasear por los jardines de la Casa Blanca, atrayendo jugadores del Madrid hacia su pelo como mosquitos hacia una bombilla. Y por allí esperó hasta que llegó Pedri. Tanto que parecía venir en un tren de Extremadura. Su disparo dibujó una curva tan amplia que el balón fue recalculando la trayectoria por Google Maps para poder llegar la escuadra.

Real Madrid TV había planteado un duelo arbitral, pero había demasiada calidad en el campo para que Vinicius, Modric y Mbappé renunciaran a jugar al fútbol. Tras regalar la primer parte, les bastó ponerse a jugar durante siete minutos para empezar a ganar la Copa. Y el hecho de que el Madrid no esté bien se refleja en que ya no les llegan. Con el partido casi ganado, retomaron su protesta arbitral ausentándose de los últimos minutos de la final con la misma devoción que de la previa.

A los blancos le costó parar al Barça durante todo el partido. Solo lo consiguieron sacando a Lamine del tatami y, con espíritu gremial, enseñándole a Dani Olmo, Gavi, Gerard Martín, Ferran Torres y Raphinha cómo son exactamente esas rojas y esos penaltis que nunca les pitan.

La final del 2025 pasará a la historia como la primera perdida por una cadena de televisión, que tendrían que dejar de ver tipos simpáticos como Antonio Rüdiger, y ganada por el fútbol.