La guerra Mou-Guardiola, la carrera de Bale, la salvación de Cruyff o el final del Tata Martino: los clásicos coperos como punto de inflexión para Madrid y Barça

La guerra Mou-Guardiola, la carrera de Bale, la salvación de Cruyff o el final del Tata Martino: los clásicos coperos como punto de inflexión para Madrid y Barça

El octavo clásico en una final de la Copa del Rey aterrizará el 26 de abril en La Cartuja. 4-3 gana hasta ahora el Madrid, que le dio la vuelta al balance histórico venciendo en las dos últimas ocasiones: 0-1 en la de 2011, con aquel salto de Cristiano Ronaldo, y 1-2 en la de 2014, con la carrera de Gareth Bale por la banda de Mestalla para superar a Marc Bartra y marcar el tanto decisivo. Dos partidos en los que los galácticos de la pasada generación decidieron el duelo. Así son los clásicos, cruzan a los dos mejores equipos del país y comparan constantemente sus galaxias.

Dentro de tres semanas, Sevilla actuará como punto de inflexión en ese análisis entre ambas plantillas. Los títulos acumulados en los últimos tres años explican la superioridad manifiesta del Madrid, con dos Champions, dos Ligas y una Copa en el bolsillo en plena explosión de Vinicius, Rodrygo, Jude Bellingham y compañía. Pero en los últimos meses, coincidiendo con la llegada de Kylian Mbappé, el Barcelona ha demostrado que su nueva camada ha llegado para quedarse. Guiados por Lamine Yamal, han vencido en el clásico de octubre y en la final de la Supercopa de España, ambos con contundencia (0-4 en Liga y 2-5 en Arabia).

Dos bofetadas futbolísticas que han amenazado el trono del Madrid en el fútbol español, aunque la primavera dictará sentencia. Blancos y azulgranas se medirán el 26 en Sevilla, el 10 o el 11 de mayo en Montjuïc en una cita trascendental para la Liga y, quizás, en una hipotética final de Champions, el próximo 31 de mayo en Múnich. Sería la madre de todos los clásicos, el único que queda por disputarse en un gran evento tras tantas finales de Copa y Supercopa.

Trincheras en pleno apogeo

Lo que refleja la historia es que un clásico en una final siempre supone un antes y un después. Empezando por el primero, disputado apenas un mes antes de la sublevación militar que dio inicio a la Guerra Civil española. Fue el 21 de junio del 36, y fue en Mestalla. Ganó el Madrid 2-1 en el último partido de Ricardo Zamora. También ganó el Madrid en 1974, mientras que el Barça levantó el trofeo en 1968 y 1983. Y en 1990, el triunfo azulgrana salvó la cabeza de Johan Cruyff, dejando la Copa sin final 'clásica' hasta 2011.

Ese año, Mestalla fue testigo de una de las grandes batallas de la guerra Mourinho-Guardiola, unas trincheras en pleno apogeo en ese momento. El cabezazo de Cristiano en la prórroga dejó al Barça, que conquistó Liga y Champions, sin triplete. Fue un partido durísimo, con corrillos constantes sobre el árbitro, tensión en los banquillos y en la grada y duelos hasta el límite. Mourinho ganó la batalla, pero Guardiola contestaría unos días después en las semifinales continentales.

La de 2014 fue todavía más trascendental y confirmó la crisis de identidad del Barça tras la salida de Guardiola. El Tata Martino claudicó ante Ancelotti, Bartra ante Bale y la victoria madridista provocó la temporada en blanco de los azulgrana y la llegada de Luis Enrique al Camp Nou. Decisión de calado, porque con él llegaría el triplete de la 2014-2015.

Aquella visita a Valdebebas

Ahora, 11 y 14 años después de Mestalla, la Copa les vuelve a reunir en otro momento trascendental, con Yamal, Pedri, Raphinha, Mbappé, Vinicius y Bellingham sustituyendo a las estrellas de la pasada década. Lamine tenía tres años en la primera final de Mestalla y Mbappé estaba a punto de visitar Valdebebas con 12 años, regalo de sus padres e invitación de Zinedine Zidane para conocer a su ídolo Cristiano. El destino, caprichoso, les enfrenta ahora.

En el Bernabéu se observan estos dos próximos clásicos (Copa y Liga) como cruciales para el mandato de Ancelotti. Cuestionado en algunos momentos de la temporada por el nivel de juego del equipo, el italiano llega por primera vez a abril vivo en los tres torneos desde, precisamente, 2014. Aquel año terminó ganando Copa y Champions, pero hincó la rodilla en Liga, como el Barça, ante un Atlético que levantaría el título en el Camp Nou.

El desgaste de los clásicos influyó en la Liga, algo que intentará evitar Hansi Flick, obsesionado con mantener el nivel físico de su equipo para pelear el triplete y confirmar esa «nueva era» que se repite en la Ciudad Condal con cada victoria en los clásicos. De ello depende sostener la ventaja de tres puntos en Liga, con la Copa y la Champions como inyección mental hacia el vestuario.

Mbappé y Robert Lewandowski batallan por el pichichi liguero, Endrick y Ferran Torres por el copero. Ambos clubes, por todo. Un clásico.

Las dos caras de la moneda de la Copa con el Barça "soñando" con el triplete y el Atlético fuera de todo en abril: "No hay reproches, los futbolistas lo están dando todo"

Las dos caras de la moneda de la Copa con el Barça “soñando” con el triplete y el Atlético fuera de todo en abril: “No hay reproches, los futbolistas lo están dando todo”

Quizás solo fueran detalles, quizás metaforas, pero ayer una moneda giró en el Metropolitano y sólo con ver a los entrenadores en rueda de prensa se podía imaginar a quién le salió cara. Hansi Flick salió fresco, despejado, como si se acabara de levantar, mientras que Simeone lo hizo como si hubiera jugado él los 90 minutos de la vuelta de las semifinales de la Copa del Rey. "Reproches no hay. Los futbolistas están dando todo. Creo que estamos dando el máximo y aspiro a seguir igual en liga", apuntó el Cholo en su comparecencia.

La Liga está casi imposible para los rojiblancos, a nueve puntos de un equipo que aún no ha perdido en 2025. La última derrota de los azulgrana fue, precisamente, ante el conjunto de Simeone antes del parón invernal y ese duelo levantó aún más el vuelo de los pupilos de Flick. "Después de la navidad mejoramos mucho, el equipo creció en su manera de cómo jugar, pero el partido contra el Atlético anterior ya había sido bueno y les había dicho a los chicos que estaba contento", reveló el entrenador alemán.

Un técnico que permite ahora ciertas licencias que no permitía al inicio de la temporada. Aún es pronto, dice, pero el camino lo tienen claro hacia el triplete. "Soñar está permitido, pero hay que trabajar muy duro", apuntó el técnico y le secundó poco después su jugador Jules Koundé en zona mixta. "Estamos metidos en todas las competiciones, el camino todavía es largo, pero sí soñamos", comentó el defensor.

El Atlético está en el lado contrario. Cruz total en la moneda del fútbol. Lejos en liga, eliminados de Champions ante el Real Madrid y ayer se rehicieron a un primer tiempo horrible para soñar con el partido de la Cartuja. "Nos disculpamos por no haber conseguido el pase a la final, que era la ilusión de todos", dijo Josema Giménez en zona mixta.

Pero la clave del cambio de actitud fue la charla del Cholo al descanso y los múltiples cambios que se hicieron desde la caseta tanto tácticos como de nombres. "Les dije que nos habian perdonado y dejado vivos y eso nos daba optimismo para enfrentar con mas valentía el segundo tiempo", explicó el argentino.

El optimismo y la valentía los puso Alexander Sorloth. El responsable del tanto que terminó con la derrota del Barça en Montjuic fue una pesadilla para la defensa blaugrana, pero le falto contundencia y eficacia. Pese a que disfrutó de varias ocasiones claras, el noruego no pudo rematarla con un sólo disparo a puerta. Todos terminaron fuera o anulados por fuera de juego.

El equipo, con los cambios, había conseguido inclinar el campo hacia sus intereses, pero fueron incapaces de remontar el tanto inicial de Ferran, en una primera parte de los blaugrana memorable. "El rival juega muy bien, me gusta como juega y lo he dicho muchas veces", alabó el Cholo y fue correspondido por Flick que calificó al Atlético como uno de los "mejores equipos no de España sino de Europa".

Maratón y final

El Barcelona afronta ahora una maratón de partidos hasta la final de La Cartuja en la que habrá un Clásico. "Mañana llegaremos a las 3 de la mañana, dormiremos no mucho y luego a entrenar otra vez, recuperarse y ver qué es posible contra el Betis. No es fácil", apuntó Flick sobre el calendario.

De hecho, el alemán avisó de que no quería responder a ninguna pregunta sobre la final del 26 de abril ante el Real Madrid porque "su foco está en el Betis" y quedan "muchos partidos antes". Aunque al final deslizó: "El Clásico está bien". Los dos que ha jugado, por cierto, los ha ganado tras marcar cuatro y cinco goles al rival.

Ferran Torres se une a Endrick en la pelea por el Pichichi de la Copa del Rey: "No somos favoritos"

Ferran Torres se une a Endrick en la pelea por el Pichichi de la Copa del Rey: “No somos favoritos”

Actualizado Miércoles, 2 abril 2025 - 23:59

Ferran Torres se ha convertido en sinónimo de gol en las últimas fechas. Partiendo casi siempre como suplente, se ha convertido en el tercer máximo anotador del Barça. En total, el valenciano suma 16 tantos, tres más que un Lamine Yamal que dejó también destellos de su gran calidad en el Metropolitano. Y su rendimiento en la Copa está siendo más que destacable. Con cinco tantos en el zurrón, está en condiciones de pelear por alzarse como máximo anotador del torneo contra un Endrick que acumula la misma cantidad de tantos. Sin olvidar tampoco que Robert Lewandowski, el actual Pichichi de la Liga, suma tres goles y que su voracidad está decididamente fuera de toda duda.

«El partido era una guerra, había en juego una final y hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos para llegar a jugarla», resumió nada más terminar el partido el delantero azulgrana, quien se congratuló por el particular idilio que está teniendo en estos momentos con el gol. «Se trata de constancia, trabajo y creérselo. También vendrán momentos malos, pero ahora mismo toca disfrutarlo», agregó el punta barcelonista, quien negó que los suyos lleguen a Sevilla con más opciones que el Real Madrid. «Favoritos no, lo seguro es que lo vamos a dar todo para ganar y, con la afición a nuestro lado, seguro que lo vamos a conseguir», sentenció.

El lado amargo, esta vez, le tocó a un Atlético que, según José María Giménez, tiró los primeros 45 minutos. «Estamos tristes y fastidiados, por nosotros y por nuestra gente. Los aficionados siempre nos acompañaron y tenemos que disculparnos por entregar el primer tiempo. Si hubiéramos salido con la mentalidad del segundo, habría sido otra cosa», sentenció.

El Tiburónmostró en el Metropolitano que su momento dulce ante la portería contraria sigue vigente. Fue el encargado de marcar el único tanto del duelo tras una gran asistencia de Lamine Yamal. Con ese tanto, Ferran suma ya 16. El nuevo año le ha dado confianza. No en vano, 11 de esos tantos los ha convertido en este 2025. En la Liga, a pesar de que el titular prácticamente indiscutible es Lewandowski, atesora nueve. Con dos de ellos, sentenció los triunfos de los suyos frente a Las Palmas y el propio Atlético de Madrid, un rival ante el que convirtió el momentáneo 2-2 del 2-4 liguero.

Las cosas, quizás, se le han dado un poco peor en la Champions. Allí, por el momento, suma únicamente dos tantos. Ambos, anotados a domicilio frente al Borussia Dortmund. En Alemania, de hecho, selló el triunfo azulgrana tras ser asistido también por un Lamine Yamal que, en el cómputo total de la temporada, acumula 19 asistencias, a las que se agregan a su vez un total de 13 tantos.

Pelear por el Pichichi en la Liga, tal y como están ahora mismo tanto Lewandowski como Mbappé, parece poco menos que una quimera para Ferran. Pelear por alzarse como máximo anotador de la Copa del Rey, en cambio, es un objetivo bastante más asequible. Con su gol en el Metropolitano, suma cinco en la competición del KO, los mismos que un Endrick con el que podría medir sus fuerzas el próximo 26 de abril en La Cartuja y que un Julián Álvarez cuyas estadísticas no podrán ir más allá tras la eliminación de los colchoneros.

El Barça y Ferran se citan con el Madrid en la final de la Copa del Rey

El Barça y Ferran se citan con el Madrid en la final de la Copa del Rey

¿Qué es el fracaso? El fracaso está en no intentarlo, claro. Pero a veces también aparece detrás del canto de una moneda. En que un disparo de Lamine roce el palo por fuera y no por dentro, en un mal o buen control de Julián ante Sczesny, en una picardía de Griezmann que sale o no, o en que Munuera decida desautorizar al VAR y mantenga la amarilla a Azpilicueta en lugar de la roja. [Narración y estadísticas, 0-1]

Se tiró una moneda al aire en el Metropolitano. Una moneda que giró durante los 90 minutos. Que pudo caer de cara para el Barcelona en la primera mitad o para el Atlético en la segunda. Que a veces necesita una brisa para que se vuelque de un lado y que Ferran fue el que la sopló sin que nadie quisiera contestar su soplido por mucho que lo intentara. Esa moneda compró el billete para La Cartuja al Barça, pero lo sudó hasta el final.

Los Atlético - Barcelona han recuperado el lustre de los 90, la calidad, las alternativas y la pierna fuerte. Los rojiblancos se ganaron dos amarillas en sus dos primeras faltas. Esa primera, como decimos, naranja. Y el Barça quiso el cuerpo a cuerpo, el vértigo. Cómo no quererlo con extremos como Raphinha o Lamine.

El canterano culé había dado una pase de la muerte que salvó Giménez con riesgo del autogol, tirado una porra de pisada al hijo de Simeone frente a su padre, asistido a Koundé para una ocasión clarísima y rozado el gol en el primer cuarto de hora. Los primeros cinco acercamientos del Barcelona fueron por su costado. Son conscientes de que Lamine, en trance, se parece a un argentino que emigró hace poco a las Américas, salvando las distancias.

En el Atlético la cosa empezó cambiada. Griezmann, rejuvenecido, robando dos balones peligrosos en un minuto y acertando en cada acción. Julián, en cambio, fallando dos controles fáciles para él y con los que podría haber generado peligro en la portería de Sczesny. El equipo buscó en sus salidas a De Paul, pero el argentino estaba más a defender que a crear. Y pasó lo que tiene que pasar con esto de la manta que te tapa la cabeza o los pies. Simeone cerró los caminos interiores, pero Pedri encontró a Lamine en un costado que vio perfecto el desmarque de Ferran. El Tiburón no perdonó. Se le caen los goles de los bolsillos juegue de titular o de suplente. Flick ha transformado esta Barça desde sus cimientos. No hay jugador que no haya mejorado su versión.

El tanto se sintió en ambos conjuntos, el Barça sacó el colmillo y el Atlético se desordenó. Simeone llamó a Griezmann en tres ocasiones en cinco minutos para mover el sistema pero, ante tanto cambio, los jugadores no supieron cómo colocarse ante el vendaval culé. Nueve disparos, el último un mano a mano que marró Raphinha, a uno en media hora. El resultado, apenas un gol, era quizás la mejor noticia.

Revolución sin premio

Entonces, Simeone tocó a rebato. Sacó a Sorloth en el descanso y el noruego tuvo la primera casi en el primer minuto. Fue fuera de juego, pero cambió algo el aire. El Atlético puso un uno contra uno a todo el campo y el Barcelona se vio sorprendido por este arranque rojiblanco aupado al 5-3-2 que tanto le gusta al Cholo. Repitió el noruego tras un gran pase de De Paul que le dejó solo ante Sczesny, pero su disparo no vio portería. El Barça aceptó el cambio de papeles esperando la contra y Raphinha pudo cerrar el partido, pero Musso respondió bien.

Es curioso cómo actúan los seres humanos ante la desesperación, el miedo o el fracaso. El Atlético se vio fuera de todo tras los primeros 45 minutos. Seguro que Simeone, muy activo en la banda, se lo recordó a los suyos en el descanso: Que el fracaso es no intentarlo, y el equipo acusó el recibo y se levantó para tutear al todopoderoso Barça, el imperio que no ha perdido en 2025. Solo un empate, pero éste lo consiguió la resistencia rojiblanca.

Los mapas de calor cambiaron completamente con un conjunto, el de Simeone, pisando constantemente el territorio culé. Flick sacó a Eric para ganar el medio, pero ese territorio estaba poblado de rojiblancos, que corrían y mordían como no lo habían hecho en los últimos partidos. Si habían llegado hasta aquí, había que morir matando. Y hubo más uy que ocasiones reales. El Barça aguantó y se pidió un Clásico en La Cartuja.

Un detenido en los enfrentamientos entre ultras del Atlético y la Policía tras la llegada del equipo al Metropolitano

Un detenido en los enfrentamientos entre ultras del Atlético y la Policía tras la llegada del equipo al Metropolitano

Decenas de radicales se han enfrentado a la Policía tras el paso del autobús del Atlético de Madrid camino del estadio Metropolitano para el duelo de Copa del Rey ante el FC Barcelona de esta noche.

Tras el paso del vehículo en el que viajaba la expedición rojiblanca, numerosos aficionados han tirado al suelo las vallas de control dispuestas por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para mantener la seguridad.

Varias patrullas de antidisturbios y de Policía a caballo han acudido a contener a la masa, que se ha enfrentado a ellos con el lanzamiento de varios objetos entre los que había botellas de cristal, piedras y varias bengalas.

Ante el revuelo, han acudido varias unidades más de antidisturbios y han conseguido detener el conato de enfrentamiento dispersando a los seguidores más radicales.

Unas 3.000 personas habían acudido al llamamiento de la afición para recibir al Atlético de Madrid. Una convocatoria que habia circulado por redes sociales y detrás de la que estaba, entre otros, el Frente Atlético, grupo radical del conjunto rojiblanco.

El recibimiento al equipo antes de una cita importante es algo habitual para la parroquia rojiblanca. Las famosas busianas trasncurren, principalmente, por la Avenida Arcentales, una de las calles aledañas al estadio Metropolitano.

De la bronca de Ancelotti que despertó a Vinicius a la humildad de Endrick: "Yo no soy nadie"

De la bronca de Ancelotti que despertó a Vinicius a la humildad de Endrick: “Yo no soy nadie”

"Para jugar en el Madrid hay que chupar mucho banquillo". En la previa, Carlo Ancelotti resumió la idea del Real Madrid con sus jóvenes estrellas. El mismo guion que siguieron en su momento Vinicius, Rodrygo y Fede Valverde. Primero el banquillo, después el césped y luego la gloria. Contra la Real Sociedad, Endrick volvió a comerse esos tiempos.

El delantero de 18 años parece rechazar con fuerza la reflexión de su entrenador. Aguanta el chaparrón del banquillo porque no le queda otra, asumiendo la titularidad obligada de Kylian Mbappé, pero muerde como nadie en los escasos minutos que tiene.

El 20º con más minutos

Y es que Endrick es el 20º futbolista más utilizado por Ancelotti, lejos de sus compañeros de posición, por debajo de compañeros de generación como Arda Güler y con menos protagonismo acumulado, todavía a estas alturas, que lesionados de larga duración como Carvajal y Eder Militao.

Los números son tan aplastantes que sólo Alaba, recuperado en invierno de su grave lesión de rodilla, y los canteranos Jacobo Ramón, Diego Aguado, Lorenzo Aguado, Chema Andrés y Gonzalo García suman menos minutos que el brasileño. Tan duro como real.

Sus 496 minutos antes del duelo contra la Real Sociedad contrastan con la apuesta que realizó el Madrid por él hace más de dos años, cuando con 16 años anunció su fichaje por más de 30 millones de euros. Llegó a Valdebebas al cumplir la mayoría de edad, después de brillar en el Palmeiras y tras debutar con la absoluta de Brasil.

Dos circunstancias, la cantidad de su traspaso y su participación internacional, que no pueden pasar desapercibidas para analizar su primera temporada. Ancelotti se centra en su edad y en el proceso obligado para llegar al máximo nivel, pero incluso en ese apartado parece recibir menos confianza Endrick. Vinicius sumó 2.170 en su año de debut, Rodrygo 1.696 y Fede Valverde 1.120 tras pasar por A Coruña.

Contra los txuri-urdin, sin embargo, Carletto sí apostó por él, manteniendo su idea: que juegue de titular en la Copa del Rey. En 2025, el brasileño sólo ha sido titular ante el Minera, contra el Leganés y en la ida ante la Real. Los tres en el torneo del K.O., donde pelea por el Pichichi.

Un gol cada 80 minutos

Y Endrick cumplió. A pesar de acumular sólo 57 minutos en todos los partidos de 2025 entre Liga y Champions, apareciendo a cuentagotas y en los últimos minutos de los partidos, fue el mejor del ataque del Madrid en la vuelta de la semifinal. Primero intentó un disparo que se fue desviado, después una chilena que pasó rozando el palo y más tarde culminó con una gran vaselina y buen pase de Vinicius para empatar el partido.

El tanto fue el séptimo gol de su temporada en apenas 562 minutos. Es decir, marca un gol cada 80 minutos. Por comparar, Mbappé marca uno cada 114, Vinicius cada 178 y Rodrygo cada 215.

Después del partido, el brasileño pasó por zona mixta, donde recalcó la necesidad de "trabajar" y mostró humildad, elogiando a los cuatro futbolistas que tiene por delante en la rotación. "Sabéis quiénes están aquí, los cuatro delanteros que son los mejores del mundo. Vini, Kylian, Jude y Rodry. Yo no soy nadie, estoy aquí como el amigo de todos, como un jugador que quiere trabajar para estar aquí toda mi vida. No me importa quien juegue, estoy en el banquillo apoyando... y si me pone, lo daré todo", explicó.

Endrick también se refirió a las palabras de Ancelotti sobre la costumbre de que los jóvenes tengan que "chupar banquillo", mencionada por el técnico en la previa de la semifinal, pero admitió que escucha las cosas que se dicen ante la prensa. "Tengo que aprovechar cada minuto. No he visto lo que ha dicho. Desde los 17 años no miro nada en la prensa. Solo quiero jugar fútbol y trabajar para estar toda la vida aquí".

El otro protagonista del duelo también fue brasileño: Vinicius Júnior. El delantero fue de menos a más en el partido y despertó cuando más lo necesitaba su equipo, justo después de un toque de atención de su propio entrenador. Tras adelantarse la Real en el marcador en la segunda parte, Ancelotti le echó la bronca por no implicarse más en defensa y le amenazó con retirarle del campo. La respuesta de Vinicius fue contundente: asistencia a Bellingham para el 2-3 y las mejores jugadas del resto del duelo. "Y a partir de esa conversación subió el ritmo, ha sacado toda su calidad y ha sido muy importante. Ha dado dos asistencias"

Los dos abrazos de Giuliano, la resiliencia tras la lesión y el coraje para ser el jugador más revalorizado del Atlético: "Es todo entrega"

Los dos abrazos de Giuliano, la resiliencia tras la lesión y el coraje para ser el jugador más revalorizado del Atlético: “Es todo entrega”

Acababa de terminar el partido ante Brasil cuando Giuliano Simeone (Roma, 2002) decidió cerrar el círculo de la única manera que podía: con un abrazo. Esta vez fue su madre, Carolina Baldini, la que lo recibió entre lágrimas para celebrar la victoria ante Brasil por 4-1 con el primer gol de su hijo con Argentina. "Llevaba 22 años preparándose para este momento", dijo la progenitora.

Ese círculo comenzó algo después, hace 10 años, y fue en Copa del Rey, pero el rival del Atlético de Madrid no era el FC Barcelona con el que se enfrentan hoy, sino el Real Madrid. Giuliano también estaba en el césped, pero como recogepelotas, y los rojiblancos también jugaban en casa, pero en aquel entonces era el Vicente Calderón. En aquella ocasión no fue su gol el que provocó el abrazo, esa vez con su padre, sino el de Raúl García. Y hoy el Cholo no sólo es su padre, también su técnico. "Su relación es muy buena, pero cuando se pone la camiseta la relación es profesional, no es su padre sino su técnico", cuentan desde el vestuario.

Cualquier padre querría ver a su hijo triunfar en el club de sus amores, pero Simeone quiso que Giuliano quemara las mismas etapas que cualquier canterano. "Sus grandes amigos, además de los argentinos, son Barrios y Riquelme, con los que coincidió en las categorías inferiores", apuntan fuentes rojiblancas.

El pequeño de los Simeone llegó al Atlético de Madrid en su etapa de juvenil procedente de River Plate. Nacido en Roma, cuando su padre jugaba para la Lazio, de pequeño vivió en Argentina con su madre, al estar ya sus padres separados. Pero aterrizó en Madrid y la rompió, hizo cinco goles en sus 10 primeros partidos, y eso le valió ser una de las joyas de la cantera rojibanca a pesar de llevar ese apellido.

El argentino celebra su primer tanto con argentina.

El argentino celebra su primer tanto con argentina.Luciano GonzálezEFE

Pese a ser un activo prometedor, desde el club decidieron foguearle con varias experiencias primero en Segunda y después en Primera. En Zaragoza volvió a demostrar su olfato goleador con nueve goles y tres asistencias y después llegó su primera experiencia real en la máxima categoría con el Alavés. Entonces, el drama. En un partido de pretemporada ante el Burgos, Giuliano sufrió una entrada criminal por detrás que le partió el peroné y le luxó el tobillo. "El primer pensamiento que me vino a la cabeza cuando vi el pie para otro lado es: 'No vuelvo a jugar al fútbol'", expresó el Cholito sobre su lesión.

Entonces el argentino dijo que llegó a una encrucijada en la que tuvo que decidir para pasar ese obstáculo si quería "hacerse peor" o "mejorarte y aprender". Obviamente, escogió la segunda opción. En el conjunto babazorro sólo pudo jugar 16 partidos, los primeros, pocos minutos, pero en los últimos seis, de los que fue titular en cinco, consiguió hacer un gol y dos asistencias. "Es un chico que es todo entrega", explican desde el banquillo rojiblanco.

Nunca rendirse

Esa entrega le valió volver al club el pasado verano. Un equipo en el que no tenía hueco puesto que la plantilla tenía muchos delanteros en nómina y llegaban, además, Julián Álvarez y Sorloth. Entonces, la salida de Samu Omorodion le brindó un resquicio que el chico quiso aprovechar desde el principio. "Ha aprovechado con calidad y entrega la mínima oportunidad que se le ha dado y ahora es titular indiscutible", apuntan desde el club.

Los tres primeros partidos suplente, luego seis minutitos contra el Athletic, 14 contra el Valencia, cinco contra el Rayo y primera titularidad ante el Celta. Pero su verdadera irrupción llegaría tras el varapalo ante el Betis. La primera derrota en Liga de la temporada y una imagen apática del equipo. Hacía falta energía y, si hay algo que caracterice precisamente al Cholito es eso, el coraje. "Lo que destaco de él es su energía. Su energía es diferencial, transmite algo que es muy difícil ir a comprarlo, eso lo tienes o no lo tienes", alabó su padre.

Explosión

Su titularidad con gol ante Las Palmas ya le valió un hueco en el once del que no saldría y este año ya suma cuatro tantos y siete asistencias en lo que va de curso. Es uno de los integrantes de la plantilla más queridos en el Metropolitano y también uno de los responsables del cambio del equipo hasta este bajón de marzo en el que se han perdido casi todas las opciones a dos de los tres grandes títulos.

El crecimiento del equipo ha ido en paralelo al del jugador. Giuliano partió al inicio de la temporada con un valor de 13 millones de euros y ahora su precio está en 25 millones según la plataforma Transfermarkt. En ese ranking, es el tercer jugador de LaLiga que más se ha revalorizado tras el madridista Asencio que ha pasado de 12 a 30 millones y de Pedri cuyo valor ha aumentado de 100 a 120 millones, el más alto de su carrera. Hay rumores de una oferta del Chelsea de 35 millones, pero en el club lo tienen claro: "Ni se plantea desprenderse de él".

Un ridículo Real Madrid

Un ridículo Real Madrid

Otro partido insoportable del Madrid que no se mereció ni ese empate raquítico, morboso y absolutamente vergonzoso. Se puede observar que el equipo de Ancelotti es una perversión del fútbol, en muchos minutos, calumnia al fútbol. Algo inaudito.

Ancelotti ha convertido al Madrid en un equipo ruin, mezquino, absolutamente lejos de ser un conjunto. Ha convertido a los madridistas en un circo de malos malabaristas, domadores que los leones se los comen. Y, desde luego, cualquier equipo mucho peor técnicamente se convierte en un gigante.

Además, el italianizante es un siniestro alienador. ¿A quién se le ocurre jugar con un inhabilitado Alaba, que colaboró con dos goles y Camavinga, que fue un bochorno a pies de Kubo? Y deja a Rüdiger y Mbappé en el banquillo

El resultado fue que le metieron cuatro goles en el Bernabéu. Eso es una vergüenza. Valverde y Tchouameni parecieron dos fantasmas en el centro del campo, en compañía de un mediocre Lucas Vázquez.

Lunin hizo un ridículo aterrador. Dejó que le remataran en su área y recibió el primer gol por debajo de las piernas. El ucraniano es un jugador misterioso. Y peor fue que quitara a Endrick, que era el mejor atacante, porque Vini y, sobre todo, el nefasto Rodrygo, eran unos jugadores sospechoso e inútiles, que probablemente son prisioneros del mediocre Brasil.

Ancelotti volvió a hacer el ridículo con no sacar a Modric ni a Brahim, cuando el Madrid era un muñeco en manos de una Real absolutamente superior táctica y técnicamente. Hizo más que lo imposible para destrozar al equipo blanco. Y, desde luego, lo humilló hasta mandarle casi al infierno. Es un equipo destrozado por su entrenador e hijo. Se parte, se rompe, se destroza, no sabe manejar los partidos. Es un completo horror que se salva únicamente por la calidad de pocos jugadores.

Todavía habla de ganar títulos, cuando estoy seguro de que es imposible, aunque aparézcales la épica y la fortuna de un equipo marcado por su mala planificación de la plantilla. Porque la mitad de culpa se encuentra en la abulia de fichajes de la Casa Blanca. Y puede acabar presuntamente en tragedia a final de la temporada. Todo es ridículo ahora en el Real Madrid de Ancelotti.

Y el espíritu inquebrantable del Bernabéu, con los símbolos de victorias imprevisibles, se impuso al final, ante una Real Sociedad que ni mereció perder ni tuvo suerte en el epílogo, cuando le faltaban las fuerzas y el Madrid es un misionero de la suerte.

El Madrid, del calvario a La Cartuja

El Madrid, del calvario a La Cartuja

Del calvario a la Cartuja, del padecimiento al altar, transita este Madrid, como si lo hiciera a caballo de un presente que es su propia historia. Gana y gana, convenza o no convenza, se sobrepone a sus malos días y a los peores días de algunos de sus jugadores. Como Alaba, al que todo lo que le tocaba, acababa en la red de Lunin. Rüdiger, su sustituto, lo redimió con el tanto de la clasificación. Como Vinicius, negado para el gol, pero alumbrado para asistencias que son goles envueltos en papel de Papá Noel. La Real Sociedad asistió a ese destino que no se comprende, sólo se padece, y ahora aguardan Atlético o Barça, que hoy encienden el Metropolitano, para un duelo que sumará un título para el vencedor y una tragedia para el perdedor, sea quien sea.

Lo que empezó como un serial de sobremesa, en el que no pasaba nada salvo por el gol de Barrenetxea y la pequeña revolución de Endrick, acabó a ritmo de thriller gracias al inconformismo de la Real Sociedad. Imanol nunca perdió el pulso al partido, ni en ventaja ni en desventaja, para llevar a su equipo muy por encima de su nivel este curso. Para muestra, el gol. Ha sido su problema durante toda la temporada y en el Bernabéu marcó cuatro, dos de ellos de Oyarzabal, aunque uno en colaboración con Alaba. No fue el día del austríaco, al que Ancelotti sustituyó ya en la prórroga, después de tanta calamidad. El italiano no quería más penaltis, no más tentar a la suerte, y echó el resto, todo lo que tenía, con Modric, Brahim y Güler.

Cinco goles en 20 minutos

Al tiempo añadido, otro más para el Madrid tras el que afrontó ante el Atlético en la Champions, se llegó después de que, en el segundo tiempo, la Real se pusiera en ventaja, Bellingham y Tchouameni volvieran a dar la iniciativa a los locales y Oyarzabal, en el tiempo añadido, hiciera posible la prórroga. Cinco goles en 20 minutos.

En el mismo tiempo tras iniciarse el choque, únicamente Barrenetxea encontró la red. Un balón peinado de Oyarzabal cayó a la espalda de Lucas Vázquez, mal posicionado, como Asencio. El realista encontró el campo abierto, avanzó y batió a Lunin. Nada que reprochar al ucraniano, aunque esas acciones de uno contra uno constituyen una de las especialidades de Courtois. La titularidad en la portería en Sevilla es otra de las decisiones que deberá tomar Ancelotti.

La ventaja de un gol en la ida hizo que el italiano administrara esfuerzos en el equipo en un curso largo y cargado. La vuelta de las semifinales era el partido número 50 del Madrid, con la final de Copa, la Liga, la Champions y el Mundialito por delante. Una barbaridad. La suplencia inicial de Mbappé y Rüdiger tenía que ver con ello, pero la eliminatoria exigió otro ejercicio de estajanovismo. Hasta que el cuerpo aguante.

Endrick, en el Bernabéu.

Endrick, en el Bernabéu.Bernat ArmangueAP

Las competiciones tienen sus propios idilios. Como los amores. El de esta Copa es un joven de 18 años que habitualmente viaja en el vagón del equipaje del todopoderoso Madrid. Lástima que el desenlace lo encontrara fuera. Ancelotti, que lleva toda la vida en esto, sabe que el fútbol tiene cosas que es mejor no analizar, sólo dejarse llevar. Como los amores. Le faltó hacerlo hasta el final. Veremos cómo acaba el torneo en la Cartuja, pero de momento ha elegido a su Míster Copa. Es Endrick, con cinco goles.

Pronto sabremos si en la final, el 26 de abril, Ancelotti se deja llevar. Difícil. Endrick apareció por Mbappé en el Bernabéu, pero Mbappé está aquí para jugar finales, para la gloria y para los apuros, aunque, ayer, no le señalara el destino. Atlético o Barça le esperan en la misma medida en la que le temen.

Endrick marcó en Anoeta y lo volvió a hacer en el Bernabéu en el primer momento crítico del choque, después de que Barrenetxea adelantara a la Real Sociedad y hurgara en un problema sistémico ya del Madrid, en un día, además, de defensa experimental. Asencio era el líder, junto a un Alaba en tiempo de regreso, más Lucas Vázquez y Camavinga en las bandas. El francés regresaba al lateral izquierdo, el lugar por donde debía progresar Kubo, muy activo hasta que acabó fundido. El francés logró frenarlo en muchas fases, pero no pudo con Pablo Marín en la llegada que propició su centro y el gol en propia puerta de Alaba que volvía a igualar la eliminatoria y abría el fuego del segundo tiempo.

Un inicio de cálculo

El Madrid partió el duelo con sentido del cálculo, no con voluntad de vértigo, pero eso casi nunca se cumple en la Copa, que brinda las mejores emociones. El conjunto de Imanol lo aprovechó para tomar la iniciativa, con presión adelantada, posesión de sus centrocampistas, muy cómodos, y repliegue rápido para no dejar espacios al Madrid. Cuando pudo hacerlo el equipo blanco, llegó el empate. Vinicius lanzó un pase al espacio y Endrick tomó la ventaja sobre Elustondo, que había sustituido al lesionado Aguerd, para elevar sobre Remiro con una vaselina. Un gol de categoría, como el pase.

Nunca sabremos que habría pasado si hubiera seguido en el campo, en unas áreas agitadas y muy vulnerables a balón parado, como probaron los goles de Tchouameni, Rüdiger o el segundo de Oyarzabal. Cualquiera quiere estar en esa fiesta. Ahora aguarda la fiesta de verdad.

Las collejas a Rüdiger y un Madrid que sobrevive en el alambre: 11 de 12 prórrogas ganadas desde 2021

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Al Real Madrid le encanta vivir en el alambre. No lo puede evitar, y menos en el Santiago Bernabéu. Es como si fuera adicto a la adrenalina que se desprende en el ambiente cada vez que se ve medio muerto. Contra la Real Sociedad volvió a desestabilizarse, a caer en la lona, a resucitar en un instante y a disputar la tercera prórroga de una temporada agónica. Todas, además, en un 2025 en el que el cuadro de Ancelotti no tiene descanso.

Después de la del Celta en cuartos de Copa y la del Atlético en los octavos de Champions, el conjunto blanco dio alas a los txuri-urdin para forzar el tiempo extra de una semifinal loca. Delirante en sus últimos minutos camino de la final de La Cartuja. Hubo de todo: murmullos al inicio por el gol de Barrene, tímidos silbidos a Lucas Vázquez, aplausos por el genial gol de Endrick, ovación al brasileño cuando se retiró, decepción por el 1-2, abucheo general tras el 1-3 de Oyarzabal que dejaba a los blancos eliminados, alivio en el 2-3 de Bellingham que provocaba la prórroga, éxtasis tras el 3-3 de Tchouaméni que daba el pase y amargura global por el 3-4 de Oyarzabal que volvía a poner el partido en el tiempo extra. Cinco goles en 30 minutos... Y la locura final de Rüdiger para el 4-4.

El enfado en la plantilla y en el cuerpo técnico del Madrid era evidente. Bellingham caminó hacia el corrillo previo a la prórroga maldiciendo las ocasiones falladas, como Mbappé, mientras Ancelotti charlaba con Alaba, seguramente pidiendo explicaciones por el desequilibrio defensivo de la última media hora del partido.

El partido del italiano reflejó la ansiedad del equipo, que se veía ante un nuevo esfuerzo físico dentro de un año extenuante. Davide y Francesco Mauri intentaban dar alguna instrucción, pero las caras eran de mucho cansancio.

El partido, roto, parecía estar para la velocidad de Vinicius, mientras que en el área de Lunin nada parecía controlado. Quizás por eso Ancelotti metió en el tiempo extra a Fran García y a Rüdiger para reconstruir una defensa absolutamente destrozada por la Real, uno de los equipos menos goleadores de Primera División.

El cuadro de Alguacil sólo había anotado 27 goles en las 29 jornadas de Liga, el tercer peor dato de la competición, mejorando únicamente al Valladolid (19) y al Getafe (26). Pero llegó al Bernabéu y vio puerta cuatro veces ante Lunin. Una situación inexplicable para Carletto, desesperado en banda y con una serie de decisiones que llamaron la atención de la grada, como la sustitución de Endrick a la hora de partido.

En los parones tras los 90 minutos y tras la primera parte de la prórroga, en la plantilla del Madrid reinó la calma. Bellingham trataba de cuidarse los calambres, Asencio pidió el cambio, Ancelotti hablaba tranquilamente con Modric y Vinicius, Mbappé caminaba rápido hacia el centro del campo para reanudar el juego... Una relajación extrema fruto de la experiencia en este tipo de momentos.

Enfrente, el círculo de la Real gritaba al unísono un «Un, dos, tres, ¡Real!» que se escuchó en todo el Bernabéu, silenciado por instantes, esperando el inicio de la función.

Y la explosión de adrenalina, esa que hace respirar a este estadio, llegó con el gol de cabeza de Rüdiger. El tercero en la temporada del alemán después de los marcados al Dortmund y al Stuttgart en Champions, el que llevó al Madrid a la final de La Cartuja, donde esperará al Atlético o al Barça. El alemán recibió en la celebración las collejas que él suele dar a los demás y apoyó la cabeza en el césped, de rodillas, siempre religioso, dando gracias por la ocasión vivida.

Un tanto que levantó al Madrid en otra prórroga de la que salió triunfando. Como en las dos anteriores de este año, como en Manchester el curso pasado, como en el tiempo extra de la Supercopa de España de 2024 ante el Atlético, como en las eliminatorias de Champions de 2022... En total, los blancos han disputado doce tiempos extra desde el curso 21-22 y han superado once, perdiendo sólo ante el Atlético en en Copa en 2024. Es su forma de ser.