Roberto Palomar: "Somos una carnicería, hay que vender carne y el que más carne vende es el Real Madrid. Es así y no hay que avergonzarse"

Roberto Palomar: “Somos una carnicería, hay que vender carne y el que más carne vende es el Real Madrid. Es así y no hay que avergonzarse”

Roberto Palomar (Olmedo, Valladolid, 1963) se acerca peligrosamente a los 40 años en ‘Marca’, donde es redactor jefe y firma de referencia. Compagina ese viejo prestigio de escribir columnas en papel con las cada vez más agitadas aguas de las tertulias, tanto en ‘El Partidazo de COPE’ como en ‘La casa del fútbol’ de Movistar+, y parece haber encontrado la fórmula para no salir magullado de ese doble juego. "La clave es mantener la coherencia. Debes tener una línea en tu firma y no dejarte contaminar. Hay que tener cuidado porque es muy fácil que suceda e, incluso, es probable que te inviten a hacerlo y te digan que te irá mejor si te creas un personaje", explica.

¿Te ha pasado?
Sí. En una televisión que prefiero no nombrar me dijeron que tenía que ser un personaje, respondí que no y dejaron de llevarme. Ahí se acabó todo. Y no era ‘El Chiringuito’ ni ‘Punto Pelota’.
Aunque a priori no te pegue, estuviste en el origen de ‘Punto Pelota’.
Es que yo de Pedrerol no puedo renegar o hablar mal porque, en condiciones normales, debería estar en ‘El Chiringuito’. Estaba con Josep en Punto Radio y hacíamos un programa de radio con muy pocos medios, pero muy bien hecho. Nos echaron de allí de mala manera y Pedrerol dijo: "Voy a llevar el programa a la televisión". Yo no lo veía por ningún lado, pero empezamos en Intereconomía con ‘Punto Pelota’ y mira si funcionó. ¿Qué sucedió conmigo? Que este grupo tenía entonces Veo TV y Pedro J. Ramírez decidió que los redactores de la casa no podíamos colaborar en otra televisión, así que a los pocos programas lo tuve que dejar. Pero siempre me he llevado bien con Pedrerol, fui miembro fundador de ‘El Chiringuito’ y lo normal sería que ahora estuviera allí.
¿Te puedes visualizar ahí?
Perfectamente. Igual que en las tertulias que hago ahora puedo mantener una línea coherente, creo que allí también podría. De hecho, en aquellos primeros programas de ‘Punto Pelota’ tenía mi sitio. Pedrerol me dejaba escribir una carta diaria y en alguna ocasión hemos hablado de recuperar aquello, lo que pasa es que ahora estoy muy cómodo en la COPE, me lo paso muy bien y lo veo incompatible. Creo que en la profesión se es muy injusto con ‘El Chiringuito’, se personaliza en ellos algo bastante general.

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¿Se ha ‘chiringuitizado’ el periodismo deportivo?
Un poco. Ellos lo llevan al extremo porque son los inventores del asunto, pero hacen el programa que quieren hacer y, dentro de ese estilo, lo hacen muy bien. Lo han exportado fuera y han conseguido que un programa que antes duraba dos o tres horas ahora es prácticamente todo el día. Yo les doy su mérito. Luego tú lo consumes o no, pero entiendo perfectamente que a las doce de la noche no se puede hacer un programa sobre el Colegio Nacional de Entrenadores y se vaya a algo más apasionado y más ligero. Además, si quieres la otra parte, también la tienes. Cambias a Movistar o a DAZN y te lo explica Álvaro Benito.
Lo cierto es que hay más oferta que nunca.
Exacto. Por eso no soy ni catastrofista ni pesimista con el estado de la profesión. Creo que hay un abanico tremendo y tú puedes encontrar lo que quieras. Es cierto que hay que picar piedra y buscar para detectar las firmas que te interesan, pero están y hay de todo. Puedes ver análisis de fútbol más tranquilos en las plataformas; si quieres leña al final del día o ver qué ha pasado entre Madrid y Barça, pues pones ‘El Chiringuito’ y ya está; si eres de un equipo al que a lo mejor no se le hace tanto caso en los medios grandes, tienes en YouTube o en Twitch al que habla solo de su equipo. Hay muchísima variedad, más que nunca. Es que un tío en su casa te hace un programa, lo hace bien y llega a muchísima gente. Tenemos compañeros que se han montado su chiringuito especializado sólo en el Madrid, el Atleti o el Barça y funciona. A mí me gustan más el periodismo y los medios tradicionales y los reclamo para mí porque es lo que he vivido todo este tiempo, pero hay un abanico que le da una libertad enorme al consumidor.
El periodismo deportivo tradicional ha tardado en aceptar esos nuevos modelos.
Sí, sí, seguramente por miedo. Empezó con lo de Ibai Llanos, pero yo creo que no hay que tenerle miedo. Al contrario, creo que tenemos que espabilarnos y hacer las cosas mejor.
Por encima de todo, eres ‘Marca’. Llevas en el periódico desde 1987 y, pese a los cambios de dueño, de director y de modelo, eres como el dinosaurio de Monterroso: al despertar, Palomar todavía estaba allí.
He conocido un montón de directores y eso que, al principio, no parecía. Coincidí unos meses con Jesús Ramos, pero luego entró Luis Infante, que era un genio, se apartó, le dio un poco el mando a Manuel Saucedo y pensé que iba a ser ya el director para toda la vida. Vino el cambio empresarial y esto fue como cuando Florentino empezó a echar entrenadores uno detrás de otro, pero pese a la inestabilidad la máquina ha seguido funcionando. La cabecera de ‘Marca’ está muy por encima de los que trabajamos aquí. Por ejemplo, no es un periódico de grandes firmas, nunca lo ha buscado, pero es un producto muy homogéneo y un icono de la cultura popular de este país. Todo el mundo sabe lo que es el ‘Marca" y reclamo y defiendo ese reconocimiento. Soy un marquista convencido y lo seguiré siendo. Hemos sido muy innovadores: el periódico a color, La Liga Fantástica nos desbordó absolutamente, el valor de las portadas, que son muy icónicas... Me da mucha pena que el papel se vaya apartando, pero hay que reinventarse, recolocarse y supongo que acabaremos encontrando la salida.
Y entre tanto tumulto, ¿cómo has logrado mantenerte siempre?
Supongo que es una forma de ser y de hacer. En esa época de cambio de directores, Luis Infante, Saucedo, Elías Israel y Alejandro Sopeña, éramos todos un poco del mismo equipo. Había una línea de continuidad, nos conocíamos muy bien y éramos amigos, así que siempre he estado ahí. He tenido la suerte, además, de que ellos siempre han querido potenciar mi figura. Sobre todo Saucedo, que se preocupó mucho de buscarme sitios que lucieran.
De la vieja guardia, fuiste de los que menos chocó con Eduardo Inda.
Acabé bien con él. Fue una época distinta a todas porque fue el primer director tras el cambio de compañía y era como Ancelotti en Brasil, el primer extranjero que entrenaba a un histórico. Era peculiar, era difícil, era duro, era incontrolable y creo que era un reportero al que pusieron de director. Si tuviera que ficharle, lo mandaría a Valdebebas todos los días, tendría muchos problemas con él porque no resiste bien la autoridad, necesitaría control, pero traería noticias. Los mayores problemas con la redacción fueron por una forma de trabajar muy peculiar, unos horarios extrañísimos y un pensar en el periodismo las 24 horas. Le daba igual si estabas durmiendo en tu casa a las tres de la mañana y eso tampoco es plan.
Decías antes que ‘Marca’ no es un periódico de firmas, pero tú llevas mucho tiempo siéndolo.
Lo que pasa es que fue sucediendo por casualidad. Yo he hecho calle y he sido reportero básicamente siempre. Eso era lo mío. He estado en Mundiales, Eurocopas y he seguido al Madrid por todo el mundo. Lo que pasa es que siempre trabajaba en agosto, éramos pocos y había una columna en la última página que no quería hacer nadie. Acababa haciéndola yo para quitárnosla de encima, me fui quedando y ahí sigo, pero digamos que no es lo mío. Yo creo que la idea del periódico al principio era potenciar mi perfil reportero y no el de columnista, pero la firma se ha quedado. Supongo que tendría algún tipo de acierto, pero me fastidia un poco que hoy en día parece que los periodistas somos los que opinamos y yo reclamo al periodista de oficio. Creo que a los grandes medios llegan los mejores, que en Periodismo se matricula mucha gente y entrar en ‘Marca’ o en ‘El Mundo’ es muy difícil y el trabajo también lo es. Yo llevo miles de títulos, antetítulos y breves bien bonitos a lo largo de mi carrera, lo que pasa es que a la gente le llega lo que opino de Luis Enrique.
Hay un desconocimiento bastante grande de cómo se trabaja en un periódico.
Total. La gente no tiene por qué saber todo esto, igual que cuando se construye un edificio, ves al tío que pone la bandera y no al que ha dado el yeso, por eso reivindico que este oficio de periodista no lo puede hacer cualquiera. Mucha gente cree que llegamos a la redacción, nos inventamos el fichaje de Nico Williams y ya está. Y esto no es así. Aquí se levanta un edificio de 30 plantas cada día y a la mañana siguiente está derruido en el suelo y hay que volver a construirlo. Y para eso hace falta oficio y es complejo. No es fácil ser periodista.
El problema es que lo más difícil es lo que menos se ve. Opinar puede hacerlo cualquiera.
Claro, pero cerrar un periódico deportivo de papel un día como la final del Mundial de Sudáfrica, que fue tardísimo, es una obra de ingeniería. Esto es una máquina perfectamente engrasada en la que todo el mundo tiene que hacer trabajos excepcionales. Lo que hace un periódico en los grandes acontecimientos es complejísimo y necesitas gente muy preparada. A mí me encanta esa parte porque escribir largo no se me da bien, pero en pequeño soy una máquina. Me gusta más poner cintillos y títulos que escribir la crónica.
Te concedo el derecho a la falsa modestia, pero siempre has escrito bien en contra de ese prejuicio que asegura que en los periódicos deportivos se redacta como en Primaria.
Nos ven como los garbanceros del oficio. Ese prejuicio siempre está, es injusto y afortunadamente hay gente que lo rebate. En ‘Marca’ da gusto leer a José Luis Hurtado, José Ignacio Pérez o Begoña Fleitas. Y en la competencia, lo que hace Alfredo Relaño escribiendo bien y afilado los 365 días del año me parece increíble. De hecho, cuando dirigía ‘As’, intentamos hacer lo mismo en ‘Marca’ y tener una columna diaria del director y nunca nos salía. Juanma Trueba también era buenísimo. De todos modos, y de verdad que no es falsa modestia, yo no me considero un tío muy brillante escribiendo. Puedo tener un cierto filo, pero he releído columnas mías antiguas y no me han gustado absolutamente nada. Sin embargo, el otro día, preparando la final de Copa, vi unas noticias que escribí en otra hace mil años y, joder, eran impecables.
¿Qué es lo que más has disfrutado como periodista?
Cuando subí el Everest, que se cumplen ahora 25 años y podíamos haber sacado un especial, pero me lo callé porque me daba pereza escribirlo todo otra vez [risas]. Espero que no se enfaden en el periódico al leer esto. Fue un reto desde todos los puntos de vista. Tecnológico para mandar cada día fotos y textos, físico porque viví mucho tiempo a 6.400 metros y sufrí mucho, y periodístico porque tenía que escribir todos los días dos páginas de nada porque en un campo base no pasa nada. Me lo tomé como un Mundial. Conté cómo se negociaban las primas con los sherpas, cómo iba Juanito [Oiarzabal] al baño… Tuvo una gran repercusión. Ayudó José María García, que me llamaba cada noche y lo vestía como si yo fuera un héroe. Decía "cambio" al final de cada frase como en las películas pese a que no hacía falta [risas].
Le seguirías el juego, claro.
Por supuesto. "Buenas noches, José María. Cambio". Otra experiencia muy buena fue cuando estuve cuatro días viviendo en la calle, en las colas del Bernabéu, para comprar entradas para un Madrid-Barça trascendental antes de la venta online. Contar el trapicheo de cómo era posible que hubiera gente con entradas antes de que abrieran la taquilla y todo el mundo de los reventas fue apasionante, aunque con algún riesgo físico Lo hemos pasado bien.
Palomar posa en la redacción de 'Marca'.

Palomar posa en la redacción de 'Marca'.Sergio Enríquez-Nistal

Nunca has dicho de qué equipo eres.
No lo he dicho, pero si quieres te lo digo.
Es tu decisión...
Soy de un equipo, pero se me ha pasado. Eso que se dice de que todo periodista tiene que ser de un equipo puede ser cierto al principio, pero se te va quitando con los años de trabajo. Si me ponen una pistola en la cabeza, digo que soy del Madrid… pero poco. En realidad soy de lo que le venga bien al ‘Marca’. Por ejemplo, esta temporada quería que el Barça ganara la Champions porque creo que periodísticamente venía bien este cambio de modelo, la irrupción de Lamine y no repetir con el Madrid, que lleva mil años seguidos. Yo tengo ganas de que el Atleti vuelva a ganar la Liga, me gusta cuando sucede porque pertenezco a una generación donde el Dépor podía ganarla. Eso no lo vamos a ver ya más y lo echo de menos.
Cuando ‘Marca’ era de verdad el diario de todas las aficiones.
Es muy difícil seguir siéndolo, hay que reconocerlo. Aquello estaba sustentado con las ediciones locales, aquellos cuadernillos que teníamos en toda España y te servían para defender ese eslogan. Ahora es imposible. Tenemos una carnicería y hay que vender carne. Si el que vende más carne es el Madrid, obviamente se tiende a eso. Es así y no hay que avergonzarse por ello. La realidad es que con la final de la Séptima vendimos un millón de ejemplares, más que cuando España ganó el Mundial. No me lo puedo explicar, pero así fue. Hay que defender tu negocio, pero ser honesto. El Madrid nos hace vender, pero hemos sido muy críticos con él cuando ha correspondido.
Tú, en concreto, estuviste en guerra con Mourinho durante toda su estancia en Chamartín.
Tuve dos épocas duras con el Real Madrid. La primera fue con Florentino en su primera época, porque el que vemos ahora no es el del principio. Aquel era un Florentino más atropellado que echaba entrenadores y hacía fichajes sin mucho sentido. Ahora ya hay que reconocer que ha ganado y ha llevado el fútbol hacia donde él quería, que es un capitalismo atroz y una Superliga que, seguramente, llegará antes o después. Ha ganado, pero el primer Florentino podía ser criticado y yo lo hice bastante. Al poco de acceder a la presidencia, Gemma Herrero fue a hacerle una entrevista en el Eurobuilding y yo la acompañé para escribir la típica columna de ambiente. Titulé: "Aburridamente eficaz". Le sentó fatal y ya la cosa no mejoró. La gente no se acuerda, pero en su primera etapa llegaron a zarandearle los hinchas en la puerta del Bernabéu. La gente estaba caliente con él.
¿Cómo fue logrando ese control sobre la prensa del que siempre se habla?
Fue aprendiendo. En las primeras elecciones a las que se presenta y pierde ponía las ruedas de prensa a las nueve de la mañana. Eso con periodistas deportivos no puede ser y cayó fatal, pero se fue reuniendo con nosotros en petit comité para estudiarnos. Era muy listo y ahí hizo el casting para que, por ejemplo, Joaquín Maroto fuera el jefe de prensa. A mí me invitó junto a Mabel Galaz a tomar un café en su despacho de ACS. Empezó a abrir las cortinas con un mando a distancia para impresionarnos y nos dio información del vestuario que solo le podía haber contado un jugador. No era presidente todavía, ya tenía controlado el Madrid y ya lo intentaba con la prensa. Llevaba muy mal cualquier crítica y lo sigue llevando.
En todo caso, tú has sido muy crítico y sigues siendo redactor jefe de ‘Marca’. ¿Tiene menos poder del que se cree?
Bueno, eso depende de la suerte que tengas con tus jefes. Cuando Ramón Calderón era presidente escribí una columna muy crítica contra él y me quiso conocer. Fuimos a comer y me dijo que Florentino había pedido mi cabeza y la de Segurola. No tengo pruebas de eso, pero me lo creo viendo cómo se ha manejado luego. Lo que pasa es que a mí me han defendido. Recuerdo cuando aún pertenecíamos a Recoletos que coincidí en el ascensor con Jaime Castellanos, el presidente de la compañía, y me dijo: "¿Qué has dicho de Florentino? Que ya me ha llamado y me vuelve loco". Balbuceé alguna respuesta y cuando fui a salir me dijo: "Roberto, escribe lo que te salga de los cojones". No todo el mundo tiene la misma suerte, claro.
¿Y con Mourinho qué pasó?
Que hay pocos periodistas que puedan decir que han ganado a Mou y yo le gané un juicio. Mourinho me ha parecido, me parece y me parecerá un personaje nefasto para el madridismo y un pésimo deportista más allá de que te guste futbolísticamente o no su propuesta, que a mí no me gusta mucho aunque le reconozco su mérito. El tío ha resucitado equipos y llegó en un momento que el Madrid estaba acomplejado con el Barça y le levantó con un punto de rebeldía, para mí, mal llevada. No me gusta nada y nunca tiene la culpa de nada.
Te puso una querella.
Me demandó porque el Madrid palmó en Sevilla y en la rueda de prensa, como siempre, empezó a poner excusas y señalar a otros. Una de las frases que escribí en mi artículo de la última, que tiene unas 600 palabras, fue que "Mourinho es el típico personaje que causa un accidente y se da a la fuga". Entiendo que es una frase dura, aunque tú puedes causar un accidente y que no haya víctimas, pero alguien le calentó la cabeza y me demandó. Me pedía 15.000 euros y dijo que se los iba a dar al Canillas, que era el equipo de su hijo. Me pareció muy bien que ejerciera su derecho a defenderse si lo consideraba así, pero en el juicio, que duró 20 minutos, tuve la sensación de estar haciendo perder el tiempo a un juez por una discusión de barra de bar. Gané y ahí se quedó la cosa, pero fue absurdo.
De todo aquello te ha quedado fama de antimadridista.
Sí y, como te he contado, no es cierto, pero tampoco me importa. Ahora estoy perdiendo un poco de filo, seguramente porque te haces mayor, pero me gustaba ser crítico y exigirle al Madrid. Creo que el Madrid recibe un nivel de crítica periodística muy alto que, por ejemplo, el Atleti no tiene. A mí me gustaba ser crítico con el Madrid y sacarle punta. Tuve también algún conflicto con Fernando Alonso, que era intocable en aquella época. Aunque el problema más serio fue con el Sevilla. Anunció un partido imitando el acento portugués de Mourinho y yo escribí un artículo imitando el acento andaluz. Aquello fue tremendo, ni guasa ni nada, me llamaban a casa por la noche con amenazas. Siempre he buscado un poco los límites, me gustaba.
¿Dices que has perdido ese filo?
Creo que sí. Me leo ahora y no lo veo tanto. Dicen que un columnista es un reportero cansado, pues yo soy ya un columnista cansado. No busco las vueltas tanto como antes. Además ahora hay mucha más competencia y más variedad de opinión. Antes lo que salía en el ‘Marca’ tenía mucha repercusión, yo iba siempre un poco a la contra y seguramente ese fuera el éxito de mi sección porque ya te digo que escribir, lo que se dice escribir bien técnicamente, creo que soy normalito.
Afirmaba José Luis Sánchez, de ‘El Chiringuito', que los periodistas madridistas están en minoría en España. ¿Es cierto?
No. Habría que hacer una encuesta y contarlo bien, pero el periodismo deportivo refleja cómo es la sociedad y España es mitad madridista, o un poco más, y mitad antimadridista. Y en la prensa es la misma proporción. El Madrid tiene su guardia de corps, como la tienen otros equipos, pero más numerosa. Lo que sí creo es que el Madrid tiene más exigencia crítica que el resto.
Hablabas antes de la repercusión que tiene el periodista deportivo. ¿Eso alimenta demasiado el ego?
Sí, hay mucho ego en la profesión. En un medio importante sale nuestra carita, nuestro nombre y si estás medio acertado, te jalean un poco. Hubo un momento que veía que mi página de los lunes generaba expectación y te reconozco que durante un tiempo me subí al púlpito a dar doctrina. Está clarísimo que tenemos mucho ego pero, de nuevo, quiero distinguir al periodista del opinólogo. Las redacciones están llenas de tipos brillantísimos que no opinan y esa gente no tiene ego. Somos los opinólogos los que nos creemos más de lo que somos, aunque luego la vida y la situación te van poniendo en tu sitio.
¿Notas cierto desprestigio de la profesión?
Sí y lo veo injusto. Creo que los periodistas somos necesarios y también somos los primeros a los que se dispara. Vuelvo al paleolítico, pero hace muchos años viví una huelga de periodistas en Italia y el país estaba paralizado. Creo que somos indispensables, el problema es que tenemos que trabajar mejor. Se ha polarizado tanto todo, en el deporte como en la política, que nos hemos puesto al servicio de un bando en lugar de tomar distancia, pero vuelvo a reclamar el oficio de periodista como algo importante para la sociedad. Tenemos que estar a la altura.
Carlos Alcaraz no es Rafa Nadal y nunca lo será... ni falta que hace

Carlos Alcaraz no es Rafa Nadal y nunca lo será… ni falta que hace

Es una gozada estar al otro lado. Tras tantos años viendo cómo el nuestro desquiciaba genios, cómo la mente imperturbable amansaba al talento infinito y ganaba todos los partidos en los que era superior y muchos en los que, aparentemente, lo era el rival, ahora el cíborg que no ha venido a jugar sino a devorar almas es Jannik Sinner. Carlos Alcaraz no es el nuevo Nadal, es el nuevo Federer y su Rafa es italiano, pero...

Pero en este triunfo épico en Roland Garros, en esas tres bolas de partido salvadas, en ese Super tie-break perfecto, en esa increíble sensación que sólo deja el deporte de "¿qué diablos acaba de suceder?", fue imposible no sentir que tantas horas viendo al manacorí han dejado un poso en el murciano. Tan distintos, tan vinculados. De repente, fue el genio y fue el cíborg, fue Nadal y fue Federer, fue un auténtico escándalo en un partido que va directo al Louvre y, como aquellas finales de Wimbledon entre el suizo y el español, nos regala una rivalidad ética y estética para mucho tiempo.

Sin embargo, aunque la manera heroica en que llega esta victoria provocará otra avalancha, la comparación entre los dos mejores tenistas de nuestra historia es un recurso facilón que no se sostiene. En la pista, ver jugar a Carlos es disfrute puro. No hay manierismo, no hay drama, no hay ratos de mártir doliente al borde del desmayo, sólo un chaval de El Palmar extremadamente talentoso echando la tarde contra un androide. Unas entran, otras no, ahora se ríe, luego se cabrea, todo el rato juega. Y tú con él.

Y fuera de ella, la diferencia es aún mayor. Alcaraz no es Nadal y nunca lo será porque no está dispuesto a sacrificar su vida en el altar de nuestra felicidad. Hace bien. Con los ídolos permitimos que el egoísmo nos domine: siempre queremos más y nos da igual el precio, pero si Rafa hubiera sido nuestro amigo y no nuestro entretenimiento le hubiéramos rogado que parase mucho antes. En lugar de eso, le empujamos a seguir y Carlos creció viéndole inmolarse por nosotros mucho más allá de lo sensato. Él, muy inteligentemente, no está dispuesto a hacerlo y no durará ni ganará tanto, pero el tiempo que decida regalarnos será una gozada.

Este Roland Garros memorable inaugura oficialmente una nueva era gloriosa. Ya teníamos héroe, ahora también tenemos villano admirable. Otros diez años de sobremesas y noches eternas nos aguardan. Benditas sean.

Y, de repente, Luis Enrique se convirtió en un santo

Y, de repente, Luis Enrique se convirtió en un santo

Que Luis Enrique es un sensacional entrenador lo sabía cualquiera que quisiera saberlo, no le hacía falta una Champions (otra), ni ganar sin Mbappé, ni moldear a Doué ni convertir al Inter de Milán en el Inter de Moratalaz. No le hacía falta nada de eso pero la avalancha de pruebas ha provocado un triste efecto donette: le han salido amigos por todas partes. Ha dado vergüenza ajena. No tanta como la utilización forzada y amarillista en cada noticia, columna o tuit del nombre de su hija fallecida para ver si así se arañaban así unos clics, pero casi.

Luis Enrique es un técnico sensacional y un borde con los periodistas. No confía en la mayoría, considera que sentamos cátedra sabiendo la décima parte de fútbol que él (esto es cierto tanto en la crítica como en el elogio) y nunca lo ha ocultado. A mí me hace mucha gracia y me parece refrescante en un mundillo con tanto trepa que, a cambio de que hablen bien de él en las tertulias, vive peloteando a las grandes firmas mientras desprecia al redactor que va a cubrir sus entrenamientos. Sin embargo, a muchos compañeros el gijonés les parece un maleducado que no respeta su trabajo y es desagradable de manera gratuita. No es tampoco una visión descabellada.

Hasta aquí todo sería normal. Lo que no fue ni medio razonable fue la cacería a la que muchos del segundo grupo sometieron a Luis Enrique cuando fue seleccionador. Fue orquestado, fue venganza, fue odio con micrófono y teclado. Cualquiera que analice sin rencor la España que cogió y la que dejó, sabe que su trabajo fue el origen del esplendor actual, que el final contra Marruecos fue feo... y accidental. Las cuentas que se le pasaron cuando Luis de la Fuente, este sí entrevistado amable, levantó la Eurocopa o el Dortmund eliminó al PSG el año pasado no tuvieron nada que ver con el fútbol porque el fútbol no las respaldaba. Era personal. Siempre lo ha sido con él.

Por eso resulta triste ver tanto converso ahora. Lo que no les gustaba de Luis Enrique y era legítimo no ha cambiado, pero ya no se habla de ello. Dirán que es objetividad, que son adalides de la verdad, que han visto la luz, pero no les crean. En cuanto pierda, y perderá porque hasta los mejores entrenadores acaban cayendo, le estarán esperando con piedras y antorchas. Es el nuevo ciclo de la vida de cierto periodismo deportivo. Periodismo... o lo que sea.

Quique Guasch: "Me vetaron hasta para entrar al lavabo de todas las televisiones de España"

Quique Guasch: “Me vetaron hasta para entrar al lavabo de todas las televisiones de España”

"He sido incómodo toda mi puta vida", arranca Quique Guasch (Barcelona, 1951) y sorprende a quien creció viéndole, Mundial tras Mundial, partido tras partido, como reportero afable y siempre con el protagonista adecuado durante la etapa gloriosa del deporte en TVE. Es un clásico de estampa inolvidable y, viendo cómo se conserva en 2025, eterna: bigotazo, calva brillante y bronceado permanente desde mucho antes del furor de los rayos UVA. Sólo las canas le delatan. Eso y que, desde que le atropelló un ERE en la tele pública en 2008, fue desapareciendo del primer plano.

"La profesión no perdona a los viejos, cosa que comprendo, y si encima eres molesto para el poder, te rematan. Yo no he podido ni sabido ser otra cosa y me lo han permitido… hasta que no", reflexiona con más resignación que rencor.

¿Qué le hacía tan incómodo?
Yo digo lo que pienso y no pienso lo que digo. Eso en nuestra profesión te pasa unas facturas terroríficas, amigo mío. Y los peores son los que menos te esperas, los que van de liberales y de ser unos tíos cojonudos, pero son una mierda como un piano. Grandes cracks de la comunicación que se dedican a joder la vida a otros más débiles.
¿Habla de alguien en concreto?
No merece la pena nombrarlos. Ya no. Y algunos presumían de ser de izquierdas, como yo, pero luego lo que menos les importaba eran los trabajadores. Uno, que encima es un gran periodista, se dedicó a joderme la vida cuando salí de TVE, me vetó hasta para entrar al lavabo de todas las televisiones de España, pero no le puedo nombrar porque se me querella. Además ya da igual porque me lo paso ahora maravillosamente bien. Ando un poquito por las mañanas, que me lo recomendó el cardiólogo, y me voy al Club Natación Barcelona, que es mi casa verdadera, a tomar el sol y bañarme todos los días del año.

Para saber más

Hay que mantener el moreno.
Claro, y el bigote. Son mi imagen de marca. Y la calvicie, eh. La reivindico y la llevo con orgullo desde hace 50 años. Me han ofrecido varias veces ponerme injertos gratis, ¿para qué quiero yo pelo ahora? No merece la pena. No sé si a los 25 me lo hubiera pensado, pero ahora…
Los que se quedan calvos jóvenes luego aguantan mejor el paso del tiempo, envejecen más lento.
Porque parecíamos viejos con 30, pero, mira, yo estoy como una rosa y el secreto es el sol. Siempre con protección, eh, no seamos gilipollas. Y luego tengo otro secreto para mantenerme joven que no te he contado hasta ahora. ¿Sabes cuál es mi pasión?
Así, a bote pronto, no se me ocurre.
Mi pasión es el Barça. Pero no es que sea un apasionado del fútbol, lo que me apasiona es el club, las movidas que hay alrededor, los intereses creados, la política que se mete dentro de los despachos... Enterarme de todo eso, aunque ya no lo cuente en ningún lado, me vuelve loco.
¿Y por qué no lo cuenta en ningún lado? Muchos periodistas de su generación siguen colaborando en medios.
Ya, pero, como te he dicho antes, yo no me callo. Si veo algo que huele mal en el Barça, lo digo y automáticamente llamarán a quien me contrate a preguntar: "¿A este tío por qué lo tenéis aquí si ya tendría que estar jubilado?". Lo sé porque me ha pasado. Y estoy jubilado, ojo, lo que pasa es que me enferma ver que yo me entero de cosas del Barça que los periodistas que lo siguen cada día deberían saber y no saben. O no lo cuentan, porque los pobrecillos no pueden hablar libremente o les quitan hasta la posibilidad de hacer una pregunta en las conferencias de prensa. Perdóname la falta de humildad, pero es verdad que sigo teniendo esas conexiones y esas fuentes dentro del club.
¿Duele ese exilio profesional?
No tengo ya fuerza para luchar, me he cansado. Las últimas ofertas que he tenido te pagan un café con leche por colaborar una vez al mes. Ya no estoy para eso y entiendo que esto debe de ser para gente joven. Les deseo lo mejor y que les paguen más dignamente. Yo estoy feliz. Mis mañanitas en el club, comida con mi santa esposa y, cuando ella vuelve al trabajo, me retiro a mis aposentos y me dedico a jugar con el ordenador, hacer mis llamadas y ponerme al corriente de las muchas barbaridades que dicen estos pseudoperiodistas que proliferan ahora en internet, bárbaros que están vendidos a los clubes por una gorra y una bufanda y, encima, muchos medios de verdad promocionan. En fin, es otro mundo, uno al que ya no pertenezco. Yo no nací con el ordenador, nací con el ordenanza, que suena parecido pero no es lo mismo [risas].
¿No reconoce el periodismo actual?
No queda nada del periodismo deportivo que yo conocí, el de verdad, el que quería contar cosas. Entras en las webs deportivas y ves que cogen lo que dicen otros, lo pegan, lo titulan y ya está. Con eso llenan. Es verdad que está muy mal pagado y que seguramente los editores o los directores les obligan a hacer esos contenidos que no tienen ningún valor pero dan clics, pero todo está mal. Me aburre la profesión ahora. He dejado de escuchar los programas de radio porque todo son intereses y portavoces de Laporta o de Florentino defendiendo lo suyo. En el fútbol se está haciendo la obra más importante de la última década en Cataluña, el campo del Barça, que cuesta una millonada y se le da a una constructora turca desconocida, pero los periodistas no indagan y los políticos de mi tierra dicen "amén". Pues nada, ya está. Todos callados y su amo, contento.
Asumo que el amo al que se refiere es Laporta.
Aquí sí. Allí, Florentino. Fíjate, Laporta tiene tres demandas por una presunta estafa con el Reus que está en juicio y aquí no se publica ni una línea. Ni una ni dos, tres. Laporta es un tío que no ha trabajado en toda su vida, ¿de qué vive entonces? Es fácil imaginarlo... más claro, agua. ¿Qué es lo que de verdad me preocupa? Que un buen número de socios, que son buena gente, le votaron y le permitieron hacer las famosas palancas que han hipotecado al club para siempre. Unas palancas cuyo ideólogo es un economista avalado por Florentino. Van de la mano porque les interesa la Superliga, cosa que entendería si no hubiera estado tan mal parida. Aún no comprendo cómo a una cabeza privilegiada como Florentino se le puede ocurrir presentar un proyecto así en 'El Chiringuito'. ¡'El Chiringuito'! Apaga y vámonos. Con eso, nació muerta.
Este amor por el periodismo fue tardío, porque estudió Derecho.
He sido siempre un desastre. Me enganchó el gusanillo de la radio estando ya en la universidad y lo dejé todo por ella, con el consiguiente disgusto familiar y de amigos. Me volvió loco este mundo y no me arrepiento de nada. Me ha ido bien, mal y regular, según el momento, pero he disfrutado mucho porque pillé la mejor época del periodismo en España. Había trabajo, había medios, viajabas, tenías acceso a los protagonistas... Gracias a mi trabajo tengo amigos del Madrid, del Barça, del Dépor, de la Real Sociedad, del Athletic... ¿Esto cómo lo pago? Si cuando me muera, no va a caber la gente en el tanatorio con la cantidad de amigos que he dejado. ¿De qué me puedo quejar? De nada.
Sin embargo, empezó haciendo radio musical.
Claro, estamos hablando de los años 70 y tenías que hacer música porque el deporte estaba creciendo, pero aún era muy secundario en la radio. De hecho, durante unos cuantos años en Radio Joventut yo intentaba hacer deportes y no me dejaban porque, como sabía hacer muchas voces, me ponían en las novelas. Me hinché. Pero en cuanto pude me dediqué a esto que sigo adorando.
Por la noche presentaba shows en algunas de las discotecas más famosas de Barcelona. ¿Eso le ayudó a acercarse a los futbolistas?
Yo he disfrutado mucho con los jugadores, me lo he pasado muy bien y jamás contaré lo que no se debe contar. No porque me lo agradezcan sino porque forma parte de mi background, de mi vida y de mi forma de ser. Yo no soy un alcahuete. Estaba allí porque ellos confiaban en mí, no para escribir ahora un libro de memorias explotando las vidas de otros más importantes. Eso muere conmigo y punto.
Con los jugadores del Barça del Dream Team llegó a hacer un programa en TVE, 'Fantástic', en el que ellos eran los presentadores y hasta interpretaban gags cómicos.
Eso es. Eran Julito [Salinas], Pep [Guardiola], Talín [Alexanko], Txiki [Begiristain] y Eusebio, principalmente, aunque vinieron varios más. Eso fue idea mía. Estaban mis jefes en Cataluña pensando ideas de programas y les dije que por qué no hacíamos uno con los futbolistas del Barça. Alucinaron, claro. Pensaban que era imposible. Toda la parte burocrática la llevé yo y ahí me equivoqué por inexperto. No hablé con el Barça, sino con Johan [Cruyff], que les dio permiso sin que el club supiera nada. En aquel momento los derechos de imagen no eran los de ahora, que el futbolista depende del club hasta para hacer caca y pipí. El Barça sólo tenía control sobre lo que hacían dentro de sus instalaciones o con la camiseta puesta, para lo demás eran libres y no tenían que consultar a nadie. Me aproveché de eso, se hizo y estuve a punto de que se hiciera en el Madrid, porque yo tenía mucha confianza con sus internacionales de cubrir la selección y me habían dicho que sí, porque esto fue un bombazo a nivel de imagen para los del Barça y les daba envidia.
¿Y por qué no se hizo?
Porque yo no daba abasto y siempre he sido un poco tonto. En vez de montar una productora, como hacen tantos periodistas ahora, sencillamente me mataba a trabajar para mi tele sin ver un duro extra y, al final, no me daba la vida. Pero a los del Barça los tuve a todos, nos lo pasamos muy bien y, para esos iluminados de los clubes que ahora no dejan que los futbolistas hagan nada, ese año ganaron la Liga y la Copa de Europa. Mucho no les distrajo el programa.
¿Cómo había sido su llegada a Televisión Española?
En la radio logré empezar a hacer deporte. Baloncesto, fútbol, todo... Y entonces me dijeron que TVE estaba buscando gente para informativos en Barcelona y me presenté a las pruebas. Fue una entrevista a Asensi, que siempre ha sido un gran tipo, y me cogieron. TVE estaba en crecimiento e iban teniendo cada vez más deporte, así que al año pasé ahí y ya me quedé 32 años.
En esa época, sin más canales, salir en TVE haciendo deportes te convertía en una celebridad.
Tal cual. Para la gente y para los deportistas, que veían lo mismo que el resto. Eso te facilitaba mucho el trabajo porque te conocían lo mismo ellos a ti que tú a ellos. Estaban deseando salir en TVE. Por ejemplo, en noviembre del 86, cuando estaba en la cima del mundo tras el Mundial de México, traje a Maradona a Madrid para salir en 'Estudio Estadio' y no cobró ni un duro. Ni él ni yo. A veces pienso que con la amistad que tenía con Diego, que me llamaba Pelao, y las muchas entrevistas exclusivas que le hice, hubiera podido hacer negocio, pero es que yo defendía a la empresa como si fuera mía. Craso error. Más tonto no podía ser.
A ver, no le fue mal para ser tonto, eh.
Era tonto en cuanto a ganar dinero, no como periodista. Era un trabajador normal y corriente de los muchos que hay en Televisión Española, un poquito más avispado que algunos y peor que otros, pero me movía muy bien.
Quique Guasch posa para la entrevista, en Barcelona.

Quique Guasch posa para la entrevista, en Barcelona.David RamírezAraba Press

¿Cómo surgió la amistad con Maradona?
Nos conocimos en Buenos Aires, en marzo del 81. Fui a hacer un amistoso entre Argentina y Alemania porque jugaban Stielike y Breitner, que los conocía del Madrid. De Maradona ya se empezaba a hablar bastante, pero en Europa no lo habíamos visto y nada más llegar tuve una enganchada con él, porque no me quería dar una entrevista. Y estuvimos ahí peleándonos hasta que conseguí dos palabras de él, pero ya vi que era especial y cuando regresé a España se lo decía a todo el mundo: "Cuidado con este tío, que es muy bueno". Se empezó a hablar de que podía venir al Barça, la cosa fue tomando cuerpo y cuando vino con la selección a jugar el homenaje a Rexach, en septiembre, ya estuve pegado a él. Le había caído simpático con aquella primera pelea y ya seguimos siendo amigos hasta su muerte.
¿Qué porcentaje de la mitología, buena y mala, que le rodea es cierta?
De Maradona habla todo el mundo y se han escrito auténticas barbaridades, pero la base es cierta. Un día, ya bastante al final, me dijo: "¿Tú te imaginas, Pelao, qué futbolista hubiera sido si no me hubiera drogado?". Él era consciente del daño que le había hecho la puta droga.
¿Y qué se le responde a eso?
Le dije: "Pues, Diego, habrías durado una hora en vez de un cuarto de hora". Eso sí, menudo cuarto de hora. Había algo en Diego distinto a todos los demás grandes. La personalidad, el magnetismo... Era un líder fuera y dentro del terreno de juego. Un tipo de izquierdas y sindicalista que nunca olvidó de dónde venía. Yo le decía mucho que se metía en líos innecesarios con su estatus, pero le daba igual. En el Mundial de México, por ejemplo, él y Sócrates se pasaron todo el torneo peleándose con la FIFA por los horarios. Se manifestaba tras cada partido aunque le amenazan. Él era así, vivió así y murió así.
Estando tan cerca de él en Barcelona, ¿no se dio cuenta de que estaba consumiendo regularmente cocaína?
No, ten en cuenta que hasta que dio positivo en el 91, no se sabía nada. En realidad, yo me enteré antes. En el Mundial de Italia 90, un vicepresidente de la FIFA me dijo: "Oye, tu amigo se droga". Me quedé lívido. Le pregunté de qué me hablaba y no me dio más detalles, pero ya me empezaron a cuadrar cosas porque si algo tenía claro es que Diego no se drogaba para jugar mejor, que me hubiera preocupado menos. Entendí que la cosa era jodida.
¿Alguna vez lo habló con él?
No. A Maradona era muy difícil aconsejarle. No había ni Dios que tuviera los cojones de decirle: "Te estás equivocando, maestro". No te lo permitía. En reiteradas ocasiones, cuando no le gustaba la conversación, la zanjaba diciendo: "Yo soy Maradona". Y ahí se había acabado la película. Hacía lo que le daba la gana en todos los sentidos.
Cubrió seis Mundiales, ¿le sobraron o le faltaron?
Es una buena pregunta. Yo he vivido por y para esto y no lo habría dejado nunca mientras las fuerzas me aguantasen, que ahora ya me fallan. No es un trabajo que intelectualmente tenga mucho desgaste, pero yo lo vivía con una intensidad tremenda. Entiendo que un periodista no tiene que tener festivos, tiene que dejar de ir a trabajar, pero estar conectado al día, saber lo que pasa, dónde está la gente, por qué van a comer con este representante... Ahora esto ni se hace ni se sigue. La excusa de los periodistas actuales es que los jugadores no hablan. Perfecto, pero los representantes y los directivos, sí.
A usted aún le hablan muchos deportistas de su época.
Porque he callado más de lo que he contado. Siempre preferí la persona que la noticia y por eso sigo teniendo hoy a las personas. De todos modos, es un buen trato profesional, de muy pocos me considero amigos. Por ejemplo, ahora hay una cadena de televisión que prohíbe a sus periodistas llamar de usted a los entrevistados. Yo eso no lo aceptaría. He llamado de usted hasta a mis amigos más cercanos cuando estaba trabajando porque tiene que haber una credibilidad, no un compadreo. Esa seriedad se ha perdido.
¿Han perdido los periodistas deportivos el respeto de la gente?
Totalmente y creo que nos lo ganamos a pulso. El periodista se ha creído protagonista y no es nadie.
Usted ha sido muy popular.
Sí, es cierto, pero eso nunca afectó a cómo afronté mi trabajo. A esa popularidad ayudó mucho mi imagen y todavía hoy me reconoce la gente por la calle. En aquella época entraba en una discoteca y no pagaba una copa, ahora que estoy jubilado y lo necesito más, lamentablemente pago hasta en el metro [risas], porque yo voy en transporte público a todas partes. A cambio, soy multimillonario en tiempo y eso gana a todo. No tengo prisa ni para morirme. A lo mejor algún día, por desgracia, te tengo que decir que estoy muy jodido, pero por ahora estoy en la gloria.
Hace unos días falleció José Ángel de la Casa, ex jefe y amigo.
Amigo por encima de todo. Lo pasé muy mal. Tuve la gran suerte de que, a través de su hijo Juanma, muy pocos días antes hice una videollamada con él para despedirnos. No lo olvidaré en la vida. Ha sido una persona a la que no se le ha hecho justicia profesionalmente. Ni un poco. Al menos, de cara a su familia, la cantidad de compañeros que estuvieron en el tanatorio y en el entierro sirve un poco de reconocimiento, pero fue tarde y triste. Es un pequeño consuelo para su familia, pero totalmente insuficiente. Mereció mucho más, pero en esta profesión si eres un buen tipo y no vas presumiendo, nadie te hace caso. En realidad, creo que a toda aquella generación de periodistas de TVE no se nos ha agradecido en absoluto todo lo que hicimos por el deporte en España. Ni la profesión ni, sobre todo, la cadena.
¿En qué sentido?
Muchos de nosotros salimos mal de TVE porque ya nos invitaron a irnos. Ni siquiera tuvieron el valor de echarnos directamente, simplemente nos persiguieron como si fuéramos los culpables de una mala situación económica. Estoy hablando de casi todos mis compañeros de Deporte. Nos convencieron de que dependía de nosotros salvar la televisión y esa fue la gran mentira de mi vida. Echaron a 5.000 tíos de Radio Nacional, TVE y la agencia EFE y no cambió nada. El Estado tuvo que poner dinero como ha puesto siempre y se lo siguieron llevando los directivos como se lo han llevado siempre.
¿Por qué TVE es tal polvorín?
Porque no tiene una línea periodística ni empresarial. No hay seriedad. Allí mandan los políticos. Hay un Consejo de RTVE en el que cada partido coloca a los suyos y en el que la mayoría sólo está para llevárselo crudo en dietas y kilometraje, como decimos todos en la tele. No hay un criterio. Ahora hacen una apuesta, mañana cambian de idea, todo se improvisa según convenga... Yo no tengo nada contra Broncano ni contra Buenafuente por ganar lo que ganan, que es menos de lo que se dice y son dos profesionales estupendos, el problema es que si mañana cambia el Gobierno ya no servirán esos programas y la decisión no será por si son buenos o malos ni si funcionan o no, igual que no lo ha sido a la hora de ponerlos.
¿Esa injerencia política siempre ha sido igual?
Sí. Los gobiernos siempre han mandado igual en TVE, lo que pasa es que ahora se sabe más que antes. Ese problema siempre ha sido la cruz de la cadena. Yo creo en la tele pública, creo que tiene sentido como concepto, pero como está enfocada TVE, tal vez no. Para eso hubiera sido mejor cerrarla cuando la mataron.
¿Cuándo fue eso?
Cuando le quitaron la publicidad porque al Gobierno le interesaba salvar a unos canales privados que estaban con el agua al cuello. Esa fue la sentencia de muerte. A los veteranos con sueldos altos nos echaron porque había que reducir personal de una forma tremenda y lo peor fue que nos prohibieron trabajar de nuestra profesión. Tras el ERE, yo podía trabajar de mecánico, de tornero o de camarero, pero como quise seguir trabajando de periodista me hincharon a multas y me llevaron a juicio. La libertad de expresión es mentira, es otra pantomima.
Uno de sus últimos trabajos en TVE fue como presentador de 'El Rondo', una de las primeras tertulias futbolísticas con un tono similar al que ahora tiene 'El Chiringuito'.
Sí, fue un éxito y se lo cargó Florentino porque no le gustaba no controlarlo. Y eso no lo digo yo, lo dice él mismo en los famosos audios filtrados. Aquello fue un invento de Alfonso Arús, que es un visionario de la televisión. Entendió en aquel momento que los jugadores en activo no dicen nada y los jubilados aportan poco, entonces invitó a periodistas y aquello lo cambió todo. Hasta que se acabó porque Florentino quiso que se acabara para poner un programa con Pedrerol, que sí era de su cuerda. No le fue bien y a la media temporada lo largaron, pero el daño ya estaba hecho.
¿Por qué Florentino les quiso cerrar?
Por control. Yo no le he insultado en la vida, lo que pasa es que repetía mucho aquello del ser superior, porque me hacía muchísima gracia la frase y esto se ve que, por lo que me ha contado gente cercana a él, le ponía como una moto. Pero, vamos, que Florentino tiene mucho poder y que lo utiliza no hace falta ni que lo cuente, lo sabe toda España. Todo lo que no le interesa en los medios de comunicación, lo persigue. Esto es así: lo ejecuta. Y a nosotros nos tocó también. A partir de ahí, mi carrera ya quedó marcada.
Me consta que, pese a esa experiencia, le gusta 'El Chiringuito'.
Sí, encuentro que son unos personajes cojonudos. Personajes que no periodistas, porque de información van justitos. Allí no te puedes enterar de casi nada, salvo de alguna cosa que le interesa al Madrid que suelten. Es un programa de Florentino, si no lo dirige le debe faltar poco, pero a mí me divierte bastante.
No guarda rencor, pues.
¿Para qué? He hecho lo que más me gustaba y, aunque no soy millonario, no me ha ido mal la vida. He sido feliz y eso es impagable, por eso sigo ahí intentando sacar información. Ya que nadie más lo hace... Ahora los periodistas quieren ser como los youtubers, que están todo el día hablando de fútbol sin decir nada, es llenar por llenar a cambio de que Laporta les dé una gorra del Barça o Florentino una del Madrid. Qué pena, con lo que fue este oficio.

José Luis Sánchez: “Florentino Pérez no nos paga a los periodistas del Madrid, eso es una leyenda urbana”

Actualizado Martes, 27 mayo 2025 - 09:42

José Luis Sánchez (Madrid, 1978) y el Real Madrid están fusionados. Fue hincha de chaval, trabajador del club en sus inicios (en el departamento de Comunicación y la tele), pasó a periodista que cubría el equipo en La Sexta (lo sigue haciendo) y acabó convertido en tertuliano estrella con orgullosa bufanda blanca en ‘El Chiringuito’. "El periodismo deportivo nos ha llevado a esto. La ausencia de protagonistas debido a la cerrazón de los clubes ha provocado dos cosas: que se especule más que informar y que los periodistas nos hayamos convertido en los principales referentes de las aficiones", reflexiona.

Eso no es bueno.
Ni malo. Es lo que es. He dicho que se especula, pero tiene que ser lo menos posible y con base. En realidad, este periodismo es mucho más difícil que el de antes porque tienes que trabajar más la noticia, es mucho más difícil encontrar una fuente, pero sigue siendo necesario.
¿Eres más periodista o más madridista?
Mientras seas honesto, se pueden ser las dos cosas por igual.
¿Lo eres?
Por supuesto. Por ejemplo, este año la temporada del Madrid es mala y yo no puedo salir y negar lo que está pasando. Los más críticos somos los que sentimos más el Real Madrid debido a la exigencia que lleva en el ADN este club. Lo que pasa es que hay que ponerlo en perspectiva: esta temporada es mala, pero si hay un equipo que puede poner en valor lo que ha logrado en los últimos años es el Madrid, si alguien se puede permitir un borrón es él. No todo es destrucción y el apocalipsis, que es lo que se tiende a vender hoy en día. Creo que el Madrid es más valorado fuera de España que en España. En España tiene, entre comillas, mala prensa.

Para saber más

¿En serio?
Sí. La exigencia que tiene la gente a todos los niveles con el Real Madrid no la tiene con sus propios equipos. Por ejemplo, en La Sexta fuimos los primeros que denunciamos que había irregularidades en aquella asamblea de Ramón Calderón. Mientras seas objetivo y honesto con la profesión no hay ningún problema con demostrar tu sentimiento.
Ya, pero es evidente que con Florentino Pérez no habéis sido tan críticos como con Calderón.
Porque si analizas la gestión de Florentino Pérez tiene pocos borrones. Si ves cómo está el fútbol español y cómo está el Real Madrid, a nivel de gestión y a nivel deportivo, habría que criticar duramente al fútbol español y no al Real Madrid. A nivel deportivo, Florentino es el presidente con más Copas de Europa de la historia. A nivel institucional, no ha habido una paz tan duradera en el Real Madrid como la que tiene ahora. Y no es que todo el mundo apoye a Florentino Pérez porque sí, sino porque los hechos están ahí. Al final llevo 25 años cubriendo y viajando con el Real Madrid y la admiración que hay por él fuera de España es extraordinaria. Muchas veces en España se hace la broma de "el club que más ingresa del mundo, a Cibeles" o "el club que más seguidores tiene en redes sociales, a Cibeles", pero al final los éxitos deportivos del Real Madrid son el reflejo de esa gestión extraordinaria de Florentino Pérez. Tiene algunos errores, como todos, pero la gestión que está más cerca de la perfección es la de Florentino. No tengo dudas.
¿Os paga a Florentino a algunos periodistas madridistas?
No, no nos paga. Eso tiene más de leyenda urbana que de realidad por parte de antis que no saben cómo funciona el Real Madrid. Volvemos un poco al inicio de la entrevista, hoy en día la comunicación con el club es poca, no es ya que no nos dé dinero es que no nos da consignas. Lo que pasa con la buena gestión es que, sorprendentemente, te pone en el disparadero. Si el Real Madrid tuviera la gestión del Barcelona, con palancas para las inscripciones, el Gobierno de por medio o el caso Negreira, habría cerrado o estaría descendido en Segunda División.
Conociendo el fútbol español, apostaría a que tampoco habría pasado nada.
Todo lo contrario. En España, el Madrid ha sido escogido como referencia sobre todo para lo malo. Cada uno tenemos nuestra perspectiva, pero yo creo que si el Real Madrid hubiera pagado durante al menos 17 años al vicepresidente arbitral, como está demostrado que hizo el Barcelona, habría recibido un castigo ejemplar, le habrían desposeído de todos los títulos ganados en ese periodo, le habrían descendido y habría habido un antes y un después en el fútbol español. No tengo ninguna duda de que habría sido así. De ahí a que con el Barça no pase nada…
El caso sigue en los juzgados.
Pero creo que es algo que, por desgracia para el fútbol español, se va a quedar ahí pese a que es algo gravísimo y si hubiera sido el Real Madrid hubiera recibido un castigo no solo judicial y deportivo, sino también social. No tengo ninguna duda de que sería un apestado si hubiera pagado él a Negreira. Además, me resulta muy gracioso que parece que esto es solo una batalla del Real Madrid pese a que afecta a toda la Liga española, a las competiciones de la Liga española. Yo creo que es algo que también ha perjudicado al Valencia, al Atlético de Madrid o al Athletic de Bilbao, pero no parece molestarles.
Mucha gente defiende la teoría de que el Barça pagó para igualar lo que el Madrid tenía gratis.
Ya, ya, si siempre es culpa del mismo. Por eso digo que el Real Madrid es el foco de todo en España, para lo bueno y para lo malo. Y en el periodismo pasa lo mismo, la gente se sorprende de que haya periodistas que defendamos al Madrid, pero no cuando los hay defendiendo a otros. Mira, todos tenemos vocación de periodista, cuando estaba en el colegio hacía crónicas de partidos para la profesora de Literatura y me he criado escuchando fútbol por la radio. Y toda mi vida, el que estaba en Gijón, en Sevilla, en Valencia o en Coruña hablaba casi en primera persona de su equipo, pero el del Real Madrid no. Cubriendo la información del Real Madrid hay y ha habido gente de todos los demás equipos, incluso del Barcelona. Eso con los otros equipos no pasa, pero luego el del periodismo de bufanda y el que no es objetivo eres tú por defender al Real Madrid.
¿Crees que sois minoría los periodistas madridistas?
Absolutamente. Lo somos. Si repasas las tertulias y los debates y haces un análisis frío, salvo en ‘El Chiringuito’, el madridismo está en minoría. Porque se hace una trampa: ponen a uno del Madrid, uno del Atleti, uno del Barça, uno de Sevilla y uno del Valencia y dicen que así están todos representados, pero a la hora de hablar del Madrid es un madridista contra cuatro antimadridistas. El Real Madrid está en inferioridad en los medios de comunicación y eso es un hecho.
Llevas toda tu vida haciendo el Madrid. ¿Podrías cubrir otro equipo?
No me lo planteo. De no hacer lo que he hecho, me hubiera gustado ser militar. Hice la mili. Fui de los pocos de mi generación que, aunque me podía haber liberado, no quise. Me gustaba y me llamaba ese mundo.
Madridista y de orden.
Sí, soy una persona bastante seria, recto, disciplinado y pragmático. Soy muy marcial para muchas cosas.
Empezaste en Real Madrid TV. Entiendo que una tele de club se rige por otras normas, ¿pero los vídeos contra los árbitros no suponen cruzar una línea?
Bueno, yo más que vídeos habría hecho un documental. Después de lo que hemos vivido y se ha conocido del caso Negreira y el Fútbol Club Barcelona, hay un problema evidente en el fútbol español y cuando tú tienes un problema y no lo atajas, todo el sistema queda bajo sospecha. ¿Es lícito que se dude de la competición? Por supuesto. Yo soy de la generación que vivió las Ligas de Tenerife y si pones esos dos partidos a un extraterrestre que acaba de bajar a la Tierra, se llevaría las manos a la cabeza al ver las decisiones arbitrales. Además, los vídeos de RMTV no manipulan imágenes, simplemente ponen errores arbitrales.
Hombre, ya, pero sólo los que considera que perjudican al Madrid.
Bueno, claro, es la tele del club, es normal. En serio creo que se le da mayor importancia a los vídeos de la que realmente tienen porque no dejan de ser un mensaje dirigido a los aficionados de tu equipo.
Y a los árbitros que van a dirigir al equipo. ¿No entiendes que se sientan atacados y presionados como manifestaron antes de la final de Copa?
Entiendo la posición arbitral, que veas ese video y te sientas señalado y te parezca duro, pero en realidad no hay calificativos, no está adjetivado en ningún momento. Salen unas estadísticas, salen unas jugadas y punto. Es un mensaje dirigido a sus telespectadores y no creo que influya en nada.
¿Cómo es ser periodista trabajando para un club? ¿Notas cierto menosprecio?
¿Tú desprecias al periodista de un ministerio? ¿Es periodista como tú?
Por supuesto que lo es.
Pues esto es lo mismo. Entré en el Real Madrid en segundo de carrera a hacer las prácticas, primero en la revista y luego me quedé en el departamento de Comunicación, y ha sido la época más feliz de mi vida porque pasé de ir a ver los partidos al Bernabéu a estar metido en el día a día de mi equipo. Mi primera cobertura mediática fue la final de París, el 3-0 al Valencia. Me dieron una cámara de fotos, me metí en un autobús con dos peñas, 16 horas de ida y 16 de vuelta e hice un reportaje. Dos meses antes estaba en la grada. Menospreciar a alguien por trabajar en determinado sitio es faltar.
Estoy de acuerdo, pero hay algo que sí me parece éticamente reprobable: cuando periodistas que cubren el Madrid en medios de comunicación colaboran en su tele. Eso es que te pague el sujeto sobre el que informas.
Bueno, el que tenga dudas sobre eso tiene la hemeroteca. Si el Real Madrid juega mal se dice, si no está a la altura, se dice… Es lo que te decía al principio de la honestidad, tú no puedes engañar a la gente que está viendo lo mismo que estás viendo. Si el Real Madrid pierde 5-2 en la Supercopa frente al Barcelona, no puedes decir que ha estado cerca. Eso es lo que debe medir a un periodista y no dónde se gane la vida.
No has felicitado al Barça por la Liga.
Es que no me sale y no puedo felicitar a un club que creo que ha ganado de manera irregular. Tengo que ser honesto conmigo mismo. Creo que cuando 19 clubes cumplen con la normativa y hay uno que no, hay que denunciarlo. El Barcelona sin la intervención del Gobierno para inscribir a Olmo y sin las palancas ficticias permitidas por LaLiga y la Federación no sería campeón ni de esta Liga ni de la de hace dos años porque no tendría a Lewandowski, que es un delantero formidable, a Raphinha, que ha sido absolutamente determinante, ni a Kounde, que es un defensa maravilloso. Si hay equipos como el Eibar, el Getafe o el Sevilla no han podido inscribir o han tenido que vender obligados para cuadrar las cuentas, y permites inscribir y fichar a un club que está endeudado, todo es ilegítimo. El fútbol español se le hace un flaco favor a sí mismo permitiendo eso.
Florentino Pérez ha sido aliado del Barça en varios de estos procesos, ha reconocido que quiere un Barça fuerte.
Es cierto, pero el Real Madrid es el único club que está personado en el caso Negreira. El único.
Porque no quiso ir en grupo con el resto.
Porque es el mayor damnificado y quiere ir bajo su nombre. Todo esto que se le permite al Barcelona es por el antimadridismo que impera en España, todo lo que se entienda que le perjudica le parece bien al resto. Si el Real Madrid llega a estar en la situación económica del Barça, todo el mundo del fútbol español se habría volcado en que no pudiera hacer nada.
José Luis Sánchez posa en la sede de Atresmedia.

José Luis Sánchez posa en la sede de Atresmedia.

Del Real Madrid ya pasas a La Sexta a la vez que Antonio García Ferreras. ¿Quién manda más en el Madrid, Florentino o él?
Florentino, Florentino [risas]. Lo que pasa que Antonio es un loco del Madrid, un enamorado. Las mayores discusiones que tenemos siempre son por el Real Madrid porque muchas veces no sabemos quién es más crítico de los dos.
A ver...
Ya sé que no me crees, pero te lo digo en serio. Creo que la clave del madridismo es ser crítico y exigente porque eso hace que el club sea más grande. Con Antonio he tenido unas discusiones tremendas sobre por qué camino hay que ir o qué fichajes se necesitan. He estado discutiendo del Madrid con él hasta las tres de la mañana. Es su pasión. Los mayores críticos con el Madrid somos los madridistas, lo que pasa es que la nuestra es constructiva mientras que la que llega de fuera siempre tiende a la tierra quemada, no vale nada, y de esa tan destructiva tienes que huir.
El año pasado escribiste un libro ‘Miedo en la cara del rival’, sobre tus experiencias cubriendo al Madrid y ahora vas a sacar otro sobre la etapa de Carlo Ancelotti.
Sí, en principio debería haber acabado de otra manera, pero es fútbol, se ha cerrado bien y la experiencia porque eso que hablábamos antes de que los personajes se cierran mucho en el día a día, cambia para este tipo de proyectos y he podido hablar con muchísima gente sobre Carlo. La verdad es que estos seis años de Ancelotti en el Real Madrid que refleja en el libro han sido realmente intensos y bonitos. Cuando la gente habla de Ancelotti de manera despectiva, incluso algunos madridistas, no entiendo nada. Si ha ganado tres Copas de Europa con el Real Madrid, ¿qué queréis? La puerta 48 del Bernabéu o el campo de Valdebebas deberían llevar su nombre. Y encima cayendo bien hasta a los que no son madridistas.
¿Te parece justo que no siga?
Yo creo que esa es la principal diferencia entre el Madrid y el resto de clubes. Va a prescindir del entrenador con más títulos de su historia después de un año malo porque el Madrid no espera a nadie. Es una pena, porque Ancelotti representa todo lo que tiene que ser un hombre de fútbol, pero la exigencia del Madrid se lleva todo por delante. Es que tienes que ganar cada año, no hay más.
¿Cómo ha llevado ese tipo recto que quería ser militar la transformación en personaje que exige un programa como ‘El Chiringuito’?
No he cambiado, creo que la clave del programa es que todos nos mostramos como somos. Desde la pasión de Tomás Roncero, al gran culé que es Jota Jordi o la mente maravillosa que es Juanma Rodríguez, que siempre aparece con algo diferente. La gente cree que tenemos un guión y un personaje, pero es mentira. Hay una escaleta de programa y muchas veces ni se utiliza porque vira muy rápido hacia algo inesperado por la naturalidad que tenemos. Soy una persona seria y si otros se ponen a bailar, me río, pero yo no voy a bailar. Y si Cristóbal Soria monta alguna de las suyas, no me río porque no me hace gracia. Punto.
¿Te crees todo lo que dices?
Todo lo que digo lo creo, pero no digo todo lo que creo. La gente, madridistas incluso, a veces me pide que deje de hablar de los escándalos del Barça y hable más de fútbol, pero no me voy a bajar de ese barco de denuncia. Lo que ha pasado hay que señalarlo hasta que haya una resolución y más allá y el madridista que se baje de ese barco hace un flaco favor al fútbol.
¿Los cabreos tampoco están guionizados?
No, no. Son en serio. Con Josep [Pedrerol] he tenido algunos gordos. El programa es tan de verdad que a veces te enciendes, pero ningún cabreo en el programa trasciende a lo personal. De hecho, uno de mis mejores amigos es Jota Jordi y somos antagónicos en todo. Nada tienen que ver lo que pasa en plató y la rivalidad deportiva con lo que pasa fuera. La clave del programa es lo humanos que somos delante de la pantalla y lo bien que nos llevamos fuera de ella.
¿Sentís que el resto del periodismo deportivo no os valora?
‘El Chiringuito’ es un poco el Real Madrid de los medios de comunicación, mucha gente va contra él porque es el mejor. Siempre dicen que es un show, ¿pero dónde están las mejores noticias? Yo creo que están en el programa. Lo que pasa es que son tres horas de emisión y tiene cabida todo, pero si hay un fichaje de Mbappé, una crisis por el Balón de Oro o Josep dice que el Real Madrid va a fichar Alexander-Arnold hace seis meses, ahí estamos. El periodista en España tiene un problema terrible de ego y no acepta que los tiempos han cambiado. El púlpito del periodista desapareció con las redes sociales y la interacción con la gente. Ahora te pueden decir lo que les gusta y creo que en España, como te decía del Madrid, no se es consciente de la repercusión de ‘El Chiringuito’ a nivel mundial. Y eso no es porque sale uno y se pone a bailar o a cantar, es por las 150 noticias que han sido portada en todo el mundo.
Pero hay una parte del show, es evidente.
Claro y la gente lo agradece. Yo veraneo en Alicante y, hace tres o cuatro veranos, una señora mayor y me cogió y me dijo: "José Luis, muchas gracias por la compañía que nos hacéis. Mi marido falleció y a mí no me gusta el fútbol, pero pongo el programa y no me siento sola". Y todo el que trabaja por la noche te dice cosas parecidas. Basureros, bomberos, estaciones de servicio, policías, hospitales… Y no sabes lo que es estar en Egipto, en Qatar, en Marruecos o en Estados Unidos y que te empiecen a gritar: "¡Chiringuito, chiringuito, chiringuito!". El programa ha traspasado cualquier expectativa que pudiéramos tener y en España cuesta reconocerlo.
¿Por qué crees que sucede?
No sé si es envidia o miedo a lo nuevo y a lo diferente. La clave del programa es que Josep Pedrerol, con casi 60 años, es más joven y está más abierto a los cambios que a periodistas 20 o 30 años más jóvenes. No tiene miedo a probar nada nuevo. ¿Dónde está la gente joven? Pues a TikTok, Instagram o Twitch. ¿Qué funciona en Sudamérica? Facebook, pues no lo abandonemos… Y el tono que él ha llevado al periodismo deportivo es el que se ha impuesto y ahora lo siguen casi todos. La solemnidad de los tiempos de García y De la Morena ya no existe, se acabó hace tiempo porque no funciona. Esto ha cambiado absolutamente y quien no lo quiera ver ya llega tarde. Josep se anticipó absolutamente a todo con esto y creo que merece un reconocimiento que el resto del periodismo muchas veces le niega.
¿Es tan extremadamente exigente como se dice?
Sí, pero es que la clave del éxito es esa.
Ahí sale el militar…
Bueno, es que creo sinceramente que sin la exigencia, el trabajo y la dedicación no se llega a ningún lado en esta profesión. Esto funciona así y ‘El Chiringuito’ no habría llegado hasta el nivel que tiene sin la exigencia de Josep. Y es un nivel extraordinariamente alto. Ahora que es tiempo ya de fichajes, te llaman de Inglaterra, de Alemania y de Italia para preguntarte qué está diciendo ‘El Chiringuito’. Somos programa de referencia.
¿Pese al fallido ‘tic tac’ de Mbappé en 2021?
Fíjate que creo que todo aquello no sólo no nos perjudicó, sino que el ‘tic tac’ fue un éxito. Vayas donde vayas, te lo recuerdan. No nos hizo daño porque no nos inventamos nada, fuimos contando lo que pasaba y hubo una sorpresa final que nadie esperaba. Aquello del ‘tic tac’ ha sido de lo mejor que le ha pasado al programa.
¿Todo lo que te dicen por la calle es agradable?
Sí. Hemos estado hace tres semanas en la final de Copa y me he hecho 50 o 60 fotos con gente del Barça. Eso demuestra lo que es el programa y que al final somos personajes que trascendemos. A veces, en algún estadio, te gritan algo o algún insulto a 20 metros de distancia, pero poco, de lejos y nada grave. En general el trato con la gente es una cosa realmente maravillosa.
Las redes sociales son otra historia.
Por fortuna, me han pillado mayor y no les doy trascendencia ¿Qué más me da lo que piense una persona que está en su casa con la foto de una lata de cerveza como imagen? Mira, tengo Twitter desde el año 2010, la época en que empezó el Mourinho-Guardiola, que fue muy intensa, y normalmente no entro en las menciones. De hecho, me río bastante cuando me manda algún amigo lo que me dicen. No puedo hacer caso ni me puede influir lo que dice @MentePerversa78 con una foto de las cataratas del Iguazú. Como gremio nos hemos equivocado dándoles una importancia que no tienen. Si me cruzo en el pasillo con un atlético como Vicente Vallés y me dice que me he equivocado en algo que he dicho, voy a escucharlo de nuevo porque igual tiene razón, pero si me lo dice @InfiernoMortal 48, no puedo darle trascendencia.
¿Ese mal rollo se ha contagiado al periodismo? ¿Estamos siempre a la gresca entre nosotros?
Yo creo que el respeto entre medios debe ser sagrado y demasiado a menudo no se tiene. Lo peor de la profesión, y ahora se hace mucho, es criticar a compañeros que dan noticias cuando tú no las das. Si eres narrador o comentarista y no das información porque tu perfil es otro, al menos valora a la gente que sí las da, te gusten o no, porque detrás hay mucho trabajo. Otra cosa que me preocupa es que necesitamos un periodismo deportivo con más hambre porque las generaciones que están entrando en algún momento nos tendrán que retirar. Si no, vamos a estar toda la vida y yo me quiero jubilar y dedicarme a jugar al golf, un deporte serio de verdad. Ese es mi objetivo.
Isco descubre lo que los futbolistas no asumen: el talento no basta

Isco descubre lo que los futbolistas no asumen: el talento no basta

Era tal escándalo verle exhibirse partido tras partido que Luis de la Fuente, reticente aunque disimule, no pudo evitar durante más tiempo convocar a Isco. Por talento puro y nivel mostrado estas dos últimas temporadas, el único debate es si debe entrar en el once. Probablemente, no. Pedri y Fabián son indiscutibles como interiores, renunciar a los extremos sería dejar de respirar y Olmo le lleva ventaja si vuelve el falso nueve. Pero el mero hecho de estar especulando con esta posibilidad en 2025 es un milagro. O lo parece. En realidad, sólo lo parece.

El error recurrente más grave que cometen los futbolistas es no pensar ni informarse sobre el contexto antes de decidir qué pasos dar en su carrera. Cuando negocian un traspaso, la mayoría hace sólo dos preguntas a sus agentes: ¿qué equipo es? (cuantas más camisetas venda, mejor) y ¿cuánto me van a pagar? Con eso deciden. Y ahí mueren infinidad de carreras.

Muy pocos se plantean las cuestiones realmente importantes: ¿quién es el entrenador?, ¿dónde sirvo en su sistema?, ¿me gusta su estilo?, ¿con quién compito por el puesto?, ¿qué se espera de mí? y ¿puedo darlo? En definitiva, ¿encajo allí? Cojan cualquier gran fichaje fallido reciente y verán cómo, tras someterlo a ese test, concluyen que la decepción era previsible.

El PC Fútbol hizo mucho daño. Fichabas un delantero centro de 90 del Flamengo, lo ponías de delantero centro en tu Atleti y te daba el mismo rendimiento de 90. Punto. Así de sencillo. Las comunidades tuiteras de todos los equipos de Europa son ahora mismo un hervidero de aficionados arreglando sus equipos con cinco fichajes que, aparte de ser en su mayoría inviables, funcionarían en un porcentaje bastante bajo.

Muy pocos futbolistas son a prueba de balas y entornos. Mbappé, Lamine, tal vez Haaland. Hemos visto a Raphinha con Flick y con Xavi, Rodri y Pedri sufrirían en equipos que no quisieran mandar todo el rato, Vinicius necesita un vestuario muy fuerte alrededor... Y estamos hablando de los mejores. Permítanme esperar unos meses antes de felicitar al Arsenal si ficha a Gyökeres.

Isco es un genio y lo ha sido siempre. También cuando se desvaneció en el Madrid y cuando parecía finiquitado en el Sevilla. La decisión de ir al Betis es la mejor de su vida profesional. ¿Por qué? Porque vio el bosque y no sólo los árboles. Un técnico, Pellegrini, que le conoce a la perfección y es especialista en recuperar jugadores (es escandaloso lo que ha logrado con Antony), un estilo y un sistema a su medida, un calendario manejable a su edad, una confianza total en él... No es un milagro, es fútbol. Y el fútbol es mucho más que talento.

La Libreta de Van Gaal: "Al periodista deportivo le sobra ego y le falta sentido del humor"

La Libreta de Van Gaal: “Al periodista deportivo le sobra ego y le falta sentido del humor”

¿Quién vigila a los vigilantes? La pregunta que planteaba ‘Watchmen’ tiene una respuesta clara en el caso de los periodistas deportivos españoles: les vigila ‘La libreta de Van Gaal’ o, lo que es lo mismo, Miguel Gutiérrez (Madrid, 1977). Antes como blog, ahora como podcast, ambos de éxito, la recopilación de contradicciones, falsedades, burradas y peleas del gremio lleva siendo desde 2004 palomitas para el público, cura sana de humildad para las ‘víctimas’ con sentido del humor y motivo de indignación para quienes viven de criticar, pero no asumen que se les critique. El propio Miguel, consciente de la polémica que genera su labor, lanza la contrapregunta: "Yo os vigilo a vosotros, pero ¿quién me vigila a mí?".

¿Cómo llevarías que alguien criticase tu trabajo como tú el del resto?
Lo llevaría estupendamente si lo hacen bien, como creo que lo hago yo. Normalmente las críticas que he recibido son personales o de gente que se inventa cosas sobre mí. Eso lo llevo mal porque no es crítica, es ataque. Pero si alguien se dedicara a repasar lo que hago, analizarlo y buscar mis contradicciones, tendría que aceptarlo. ¿Cómo no voy a aceptar que hagan conmigo lo que yo hago con ellos?
¿Qué se inventaron sobre ti?
Un periodista, Juan Antonio Alcalá, se inventó en la COPE que había coincidido conmigo en un avión a Canarias y que yo iba en la última fila mientras él iba en clase business. Más allá del chiste clasista, que muchos en su programa rieron, no piso Canarias desde el año 2010. Ese tipo de cosas son las que llevo mal.

Para saber más

¿Por qué decidiste empezar a controlar a los periodistas deportivos?
La realidad es que no lo decidí, quizá por eso salió bien. Empecé con un blog para desahogarme. No me senté un día a trazar un plan maestro en plan voy a hacer un blog dirigido a este público objetivo que con estas líneas, simplemente me lancé a escribir cosas que me apetecía decir. Y no eran sólo cosas sobre periodistas deportivos, escribía de todo. ‘La libreta de Van Gaal’ era un cuaderno de apuntes de fútbol, pero vi que cuando escribía sobre periodistas deportivos a la gente le gustaba especialmente y que las cosas que yo escribía no las decía nadie más. Tal vez las pudiera decir algún aficionado, pero ningún periodista. Ahí vi por dónde tenía que ir, pero fue un proceso muy natural.
¿Cómo elegiste el nombre?
Pensando títulos se me ocurrió este, que me pareció un poco absurdo, pero pensé: "Si existe La Oreja de Van Gogh, ¿por qué no va a poder existir ‘La libreta de Van Gaal’? Ya lo cambiaré". Y ha funcionado, sorprendentemente.
En realidad tienes un trabajo de verdad.
Trabajo en el departamento de comunicación de una empresa desde hace seis años. En ese momento decidí que me desvinculaba definitivamente de la prensa deportiva y que mi camino iba por otro lado. Efectivamente ha sido así porque esto de ‘La libreta’ es un hobby. En ese momento dejé de escribir y mantuve el podcast como un pequeño vínculo con el pasado y un poco también para desahogarme, pero resulta que ese podcast ha seguido creciendo, tiene una comunidad muy fiel y desde 2020 además lo emite Radio Marca, que si me lo llegan a decir en su día no me lo creo con los palos que le pegaba a Radio Marca. Bueno, y que le sigo pegando.
‘La libreta’ es un hobby porque pese al boom de los podcasts, como antes sucedió con los blogs, siguen sin monetizarse en condiciones.
Los primeros años, absolutamente nada. El primer banner de publicidad que puse en mi blog fue cuando ya llevaba cinco años. Ahora el podcast es un hobby venido a más y lo monetizo un poco. Si tuviera que vivir de ello, me daría para ir tirando pero como es algo que hago en mi tiempo libre, monetizarlo no es lo más importante. Lo más importante es que me sirve para seguir sintiéndome periodista.
Ejerciste el periodismo deportivo durante muchos años. No hablas de oídas.
Estuve en ‘ADN’ y luego fui redactor jefe en 'Sportyou', que lo dirigía Elías Israel y es el sitio en el que más años he trabajado, pero siempre me he considerado un outsider en el periodismo deportivo. De hecho, cuando me llamaste para hacer la entrevista me sorprendió porque voy viendo los personajes que sacas y nunca me imaginé que yo pudiera encajar en esa galería.
Hombre, algo tendrás que decir sobre el periodismo deportivo, nadie dedica tantas horas como tú a estudiarlo.
Algo puedo decir, claro, pero nunca me he considerado parte de la tribu. Si acaso, un vigilante externo.
¿De verdad crees que existe esa tribu?
Claro que sí. ¿Tú no?
No. Creo que es una profesión donde cada cual tiene su grupo y ya está. Y a menudo esos grupos se miran mal.
Bueno, los choques tribales son inevitables [risas]. Te compro que en vez de una gran tribu hay varias más pequeñas, pero en cualquier caso yo no he estado en ninguna. He sido más un francotirador. También porque el trabajo que hacía como periodista deportivo era más de editor y de jefe que de reportero. Esto es algo que me sacan muchos de los que me critican, que no he hecho guardias. Y es verdad que ni las he hecho ni las he querido hacer. El reporterismo está muy bien, pero no es el único periodismo posible, que es una cosa que parece que nos quieren colar sobre todo los que lo ejercen. El periodismo necesita perfiles muy diversos. La radio necesita productores y los periódicos necesitan editores gracias a los que el periódico llega al quiosco o se publica en web. Quiero reivindicar un poco eso porque parece que fuera periodismo de segunda categoría y para nada. Además, muchas veces estos reporteros van a los sitios y tampoco consiguen más que el que el que tienen al lado de otro medio.
¿Cuántas horas de periodismo deportivo consumes al día para elaborar el podcast?
Muchísimas. No las cuento porque me agobia, pero me levanto todas las mañanas escuchando ‘La tribu’, de Radio Marca, y me acuesto escuchando ‘El Partidazo’, de la COPE. Y entre medias voy picando de aquí y de allí. Me lleva muchas horas, pero es una cosa que me apasiona y me sigue divirtiendo. Si no, no lo haría porque es mucho trabajo y el retorno, como hablábamos al principio, es escaso.
¿Qué es lo que más te divierte encontrar?
Lo que más me divierte, que hasta me río físicamente haciendo el montaje, es cuando encuentro una contradicción de un periodista que un día dice una cosa y el siguiente, la contraria. Si tuviera uno de esos todas las semanas sería el éxtasis. Luego las peleas y los enganchones entre tertuliano, parece que son barro puro y duro, pero debajo hay cosas que se pueden analizar. Lo que asoma en esas discusiones es que, en general, a los periodistas deportivos les sobra ego y les falta de sentido del humor. Hay también un componente de forofismo, pero sobre todo lo que define al gremio es eso.
Entonces, ¿en la lápida del periodismo deportivo deberíamos inscribir: "Le sobró ego y le faltó humor"?
Bueno, cualquiera que use Instagram ve que no hace falta ser periodista para tener mucho ego, pero podríamos ir en esa línea. En el periodismo deportivo hay mucho de: "Yo hablo con este micrófono tan importante, a mí me escucha la gente, yo soy influyente"... Se pretende marcar territorio con el resto aunque, al final, muchas veces el que tiene un micrófono muy importante maneja más o menos la misma información que el señor de la calle. Esa es la realidad actual del periodismo deportivo.
Aparte de que, en general, lo decisivo es el micrófono y no el periodista.
Exactamente. Las grandes radios tienen su audiencia pongan a quien pongan. De hecho, a mí, que he conducido por caminos secundarios y terciarios, mucha gente de la profesión me miraba un poco mal porque yo hablaba desde un micrófono que no tenía la serigrafía de una gran emisora. Lo que hacía como mecanismo de autodefensa era preguntarme cuánta gente prestaría atención a ese que me miraba mal desde esa radio tan importante si hubiera empezado con un blog y con un podcast. ¿Cuántos seguidores tendría en Twitter? ¿50? Ha tenido la suerte de que hizo unas prácticas y se quedó en una emisora per secula seculorum, pero el periodismo deportivo está lleno de gente que vale lo que vale el micrófono de su emisora. Nada más.
¿Te llaman muchos periodistas cabreados?
No, muy pocos. Lo realmente gracioso es que los periodistas que me llaman no lo hacen para reprocharme algo, me llaman para salir. Quieren que les critique [risas]. El otro día, Paco Grande me citó en un congreso y dijo que ‘La libreta’ era como los antiguos guiñoles Canal+, que eran críticos pero los políticos querían tener el suyo para estar representados. Tengo casos de periodistas que me han llegado a mandar vídeos de ellos diciendo barbaridades para que las meta en el podcast y de una gran emisora que no voy a nombrar me hicieron llegar que ellos salían muy poco. Es increíble.
Miguel Gutiérrez posa para la entrevista.

Miguel Gutiérrez posa para la entrevista.JOSÉ AYMÁ

¿Quién es tu preferido de todo el bestiario?
Ha ido por temporadas. Cuando empecé con el blog, que estaba centrado en la prensa escrita, me daban mucho juego el ‘Sport’ y el ‘Mundo Deportivo’, pero luego ‘As’ empezó con el Villarato y llegó Eduardo Inda a ‘Marca’. Lo que Pedro Sánchez es ahora para mucha prensa, lo fue Inda para mí. El personaje estrella. Después le tocó a Pedrerol, que al principio me daba mucha bola porque tuiteaba muchas barbaridades de los tertulianos de ‘Punto pelota’ y le venía bien, pero luego se hizo mainstream, se enfadó conmigo y me bloqueó en Twitter.
¿Por qué se enfadó?
Le había hecho un montón de críticas y no se había enfadado, pero un día una web de información televisiva hizo una encuesta preguntando: "¿Es ‘El Chiringuito’ objetivo?". Pedrerol contestó: "La objetividad no existe, amigos. Existe la honestidad". Y entonces puse un tuit diciendo: "Reformulemos la encuesta. ¿Es honesto ‘El Chiringuito’?". Ahí me bloqueó y no he vuelto a tener trato con él. Tampoco pasa nada. Estamos bien así. Luego, si seguimos evolucionando, vienen Roberto Gómez y Alcalá, que se puede decir que ha sido mi archienemigo. Isaac Fouto también lo intentó un poco, pero luego estuve invitado un día en ‘El Partidazo’ y muy bien con él.
Cara a cara siempre es más difícil.
También es cierto, e igual está mal que yo lo diga, que los periodistas que han venido a por mí han salido trasquilados porque tengo mucho material. Últimamente Antonio Romero también se ha acordado de mí en plena narración de los partidos del Real Madrid en la SER. Me parece bien tener este tipo de enemigos que están en grandes medios y con una situación de poder. Uno tiene que elegir sus enemigos y prefiero que sean los que pueden defenderse que otros más débiles.
Roberto Gómez ha sido de los más críticos contigo.
Es verdad. Sé que no le gusta nada lo que hago y también que yo le he sacado mucho porque se contradice con facilidad. Creo que ‘La libreta’ tiene que sentar mal a determinadas personas y probablemente Roberto sea una de ellas. En casi todas estas entrevistas acaba saliendo su nombre y eso es por algo, quiere decir que las ha vivido todas y eso hay que reconocérserlo, pero si se enfada qué se le va a hacer. Yo preferiría que se lo tomara con humor, pero si no le gusta lo que hago tiene todo el derecho.
Después de todos estos años analizando el periodismo, ¿cuál es tu diagnóstico?
Para empezar, el gran problema que tiene el periodismo deportivo es que no tiene información y no tiene protagonistas. Entonces, sin información ni protagonistas es muy complicado hacer un periódico o un programa de calidad. Los grandes clubes y los grandes deportistas tienen ya sus propios canales y no necesitan al periodista para casi nada. Sólo los necesitan ya para alguna cosa no muy positiva como, por ejemplo, decir que no te vas a presentar a una final de Copa y horas después sacar un comunicado diciendo lo contrario. Esto fue el Madrid, pero evidentemente lo hacen todos. El periodista deportivo sirve para lanzar globos sondas, pero lo serio ya lo anuncian ellos. Esto hace que todos los programas orbiten en torno a la opinión y no a la información.
Mal asunto.
Sí, evidentemente son programas muy distintos a los que escuchábamos hace décadas. Aunque también es verdad que es muy fácil dar lecciones. Escuché hace poco que José María García decía que ‘El Partidazo’ es una mierda. Y mi reflexión es que si García tuviera que hacer un programa en 2025, ¿cómo lo haría? ¿Sería mejor? Porque el programa que él hacía en los 80 y los 90 no lo podría hacer hoy sin acceso a protagonistas, sin tanto poder y con redes sociales que lo van contando todo a lo largo del día. Me gustaría que alguien se lo preguntara porque probablemente sería un programa muy parecido a ‘El Partidazo’.
Ese sería el diagnóstico del periodismo, ¿y el del periodista?
El periodista deportivo medio es un perfil que la gente no conoce. La gente tiende a pensar que el periodista deportivo es el que sale en la tele y esos son un porcentaje muy bajo que, curiosamente, son los que van repitiendo por ahí que vivimos la Edad de Oro del periodismo deportivo cuando la realidad es que es un mundo absolutamente precario y en el que la mayoría de profesionales son fácilmente sustituibles. Seguramente también muchos de esos tertulianos. Por eso es tan precario. Y esos mismos que hablan desde el privilegio dicen mucho también que es cuestión de echarle horas, hacer sacrificios personales… Cosas que en cualquier otra profesión se llevarían las manos a la cabeza, pero aquí parece que es lo normal prosperar a base de desatender tus derechos.
¿Te preocupa que se te acaben los personajes con las nuevas generaciones o la cantera es inagotable?
No se van a agotar. Llevo nueve temporadas del podcast y al principio tenía la sensación siempre de "madre mía, esta semana no tengo tema". Y al final, como los programas tienen que ir sobre algo, los propios periodistas acaban sacando los temas que haga falta para llenar. Y con los periodistas pasa un poco lo mismo: siempre va a tener que haber gente que hable y llene esos programas. Hay una o dos generaciones que están taponando terriblemente a los más jóvenes, pero si algún día salen esos, habrá otros esperando para ocupar su lugar. Doy clase en un master y allí he descubierto que ahora los estudiantes se dividen en dos: los que quieren ser Miguel Quintana y los que quieren trabajar en ‘El Chiringuito’. La vía Quintana me va a dar poco material, pero la otra es una fuente inagotable.
¿No se es injusto a veces con ‘El Chiringuito’? Se le responsabiliza de algo que ahora mismo hacen casi todos.
Jorge Valdano hace poco dijo que uno puede ser periodista de manera espectacular, trabajando en programas como ese, o puede formarse y ser una persona más leída, que conozca más sobre más cosas y profundice en las historias, porque sabiendo más de la vida sabrá más sobre fútbol. Yo voy en esa línea. Mucha gente y también muchos periodistas consideran que ‘El Chiringuito’ es un buen producto periodístico. Yo creo que no. Funciona, es indudable, pero los enfoques son muy sensacionalistas y muchas noticias carecen del menor rigor. Sin embargo, es cierto lo que dices: este problema no es solo de ‘El Chiringuito’. Somos injustos y les señalamos siempre a ellos, pero ha habido una chiringuitización de todo el periodismo deportivo español.
¿Hay tertulianos tan coherentes que nunca les has pillado?
Sí, hay bastantes periodistas que salen en el podcast como parte del paisaje o porque de vez en cuando dicen alguna frase un poco estridente, pero que me gustan mucho. Por ejemplo, en la COPE me gustan Miguel Rico, Roberto Palomar o Elías Israel; en la SER está muy bien la charla que hacen de futbolistas; Ricardo Sierra, que está en Onda Cero y Radio Marca, parece que no se moja porque es muy correcto, pero dice muchas cosas interesantes; me gusta también Miguel Ángel Méndez… No sé. Muchos. Y me gusta decirlo porque, aunque me dedique a exponer los fallos, también hay que decir lo que otros hacen bien, que es algo que cuesta mucho en el periodismo deportivo.
¿Es un gremio muy cainita?
Sí. Es un mundo muy corporativista de puertas hacia fuera y muy cainita de puertas hacia dentro. Cuando un entrenador, o yo mismo, ataca al periodismo, se defienden todos, pero luego hay muchas envidias y mucha crítica velada sin dar nombres, que es una cosa que me revienta. Los periodistas son cobardes cuando critican a su profesión. Eso me alucina, porque si hacen una crítica a lo mal que defiende el Barça contra el Inter, nombran a Araujo y si dicen que el Madrid funciona mal en mediocampo, también dan los nombres de los responsable, pero cuando hablan de cosas de periodistas no se atreven. Están todo el día tirándose chinitas sin dar nombres, lo cual también contribuye a desinformar porque hay cosas que dice un idiota en una tertulia y parece que lo dice toda la prensa de Madrid o de Barcelona. Están igualando a la gente por abajo y se dedican horas y horas de programa a discutir sobre lo que dicen los más tontos. Es injusto y dañino. No hay que cubrir a los malos.
El Atleti de Simeone huele a cerrado: toca ventilar

El Atleti de Simeone huele a cerrado: toca ventilar

Carlo Ancelotti ganó Liga y Champions la temporada pasada, su segundo doblete XL en esta etapa, y el Madrid ha prescindido de él un año después. Xavi Hernández, una institución en el Barça, seguramente el futbolista más importante de su historia trasMessi, también estaba en la calle a los 12 meses de celebrar la Liga. Ambas cosas le parecieron lógicas a todo el mundo. Sin embargo, en el Atlético, tras cuatro cursos de soporífero y progresivo declive, no se puede hablar, a riesgo de ser declarado hereje, de si la era de Simeone se ha agotado. Y se debe hablar. Urge, incluso.

Para que los apologetas no se solivianten, empezaré aclarando que el Cholo no es el problema del Atleti, pero hay que preguntarse si sigue siendo la solución. La temporada rojiblanca es mediocre y eso no lo cambia una goleada a un Betis con la cabeza a otras cosas. Definirla de cualquier otra manera es negar la evidencia, pero les adelanto las excusas: "¡Se han cumplido los objetivos!" (ser tercero en una liga de tres, a Neptuno), "¡no hubo doble toque!" (el Arsenal le metió luego cinco al Madrid, tal vez llegar hasta los penaltis no fue una heroicidad sino un suicidio), "¡la plantilla es muy mala!" (no lo es, pero en cualquier caso ningún futbolista entra o sale de ese vestuario sin el OK del técnico).

Decía el domingo Simeone que es imposible competir día a día con dos multinacionales gigantescas como Madrid y Barça. Es cierto, pero nadie en su sano juicio le pide eso al Atleti. Lo que se le pide es que dé la mejor versión posible de sí mismo y ya se verá hasta dónde le lleva eso. Es una exigencia que instauró el propio Cholo para sacar a un club muerto de la morgue, pero las última cuatro temporadas no lo ha cumplido: el equipo no evoluciona, se ha arrastrado por la mitad de campos de Primera, sólo sabe qué hacer cuando el rival es más grande y puede limitarse a resistir, la meritocracia se ha agrietado (Correa mereció más, este año y todos)...

La sensación es que el propio Simeone se ha acomodado ante la falta de exigencia de la directiva, la grada y la competición. En esta Liga mustia va a entrar en Champions cada año. El mérito de eso se ha diluido, es inercia y dinero.

Nada más ganar la Liga, Lamine Yamal reconoció la labor de Xavi, pero bendijo a Hansi Flick: "Nos ha dado aire fresco, necesitábamos un cambio". Y tanto. Ahora todo es bonito, pero en agosto nadie daba un euro por este Barça. Entonces llegó el alemán con una idea clara y moderna, empezó a resucitar futbolistas cuya carrera se desvanecía (Raphinha, De Jong, Iñigo Martínez, Ferran...) y decidió mirando al balón y no a los galones (Bernal, Casadó, Eric, Gerard Martín...). ¿Saben quién hizo exactamente lo mismo en 2012? Simeone con Godín, Tiago, Filipe, Arda, Koke, Diego Costa... Aquel Atleti también necesitaba aire fresco y el Cholo fue un vendaval. Trece años después, vuelve a oler a cerrado. Toca ventilar.

Santi Giménez: "El periodismo bufandero sin careta se inventó en Barcelona... y ya se apuntaron todos"

Santi Giménez: “El periodismo bufandero sin careta se inventó en Barcelona… y ya se apuntaron todos”

Santi Giménez (Barcelona, 1968) es un montón de cosas. Subdirector de ‘As’, comentarista de ‘Carrusel Deportivo’ y ‘El Larguero’, colaborador cultural en RAC1, muy alto, llamativamente pelirrojo (tirando a cano ya, todo hay que decirlo), culé, escritor, abuelo aunque no lo parezca, bebedor sibarita y actor fetiche de David Trueba, entre otra serie de cuestiones.

Acaba de publicar un libro de relatos, ‘Nos crecen los enanos’, alrededor de las calamidades históricas del Barça, que, pese a que la semana ha sido dura, no son tantas. "Cualquier equipo podría tener su libro de desgracias. Las del Barça a mí me tocan más de cerca, pero los del Atleti o el Espanyol tendrían varios volúmenes. Hasta el Real Madrid, aunque no lo quieran reconocer, con las Ligas de Tenerife o el Centenariazo. Lo bonito es que, por muchas putadas que te haga tu equipo, tú no te bajas. Si no, seríamos todos del Madrid. Un coñazo", explica.

Perder no es para tanto.
En realidad, lo cojonudo es lo que decía [el regatista] Dennis Conner: "Sólo hay una cosa mejor que ganar que es perder y volver a ganar". Porque cuando te la has pegado antes, la victoria es distinta. Sin las derrotas en las finales de Copa de Europa de Berna o de Sevilla, las Champions que ha ganado luego el Barça no tendrían el mismo sabor. Si ganas las seis primeras Copas de Europa y luego no pierdes una final ni a tiros, no tiene ni puta gracia.
¿Aún disfrutas escribiendo?
En esto, como en el deporte, también te imaginas que vas a ganar siempre y luego es mentira. Crees que vas a escribir con tiempo y al final no te da la vida y no cumples los plazos. Esto tan famoso de Virginia Woolf de que para escribir en condiciones hay que tener una habitación propia lo podían decir ellos porque eran totalmente millonarios. Yo tengo un trabajo, unos plazos, una vida… Así que en general aún me gusta escribir, pero siempre existe el momento en el que te arrepientes de haberte metido en este lío.

Para saber más

Siendo un hombre de múltiples inquietudes, ¿es aplicable ese arrepentimiento también al periodismo?
No me arrepiento nada porque creo que tampoco sabría hacer otra cosa. Es lo que siempre he querido hacer y me da igual el periodismo deportivo, que me gusta mucho, u otro tipo de periodismo porque es cierto que me interesan muchas cosas. También hago cosas de periodismo cultural o histórico [consejo del entrevistador: busquen sus dos libros de los Execrables, sobre la cara oculta de los grandes personajes de la Historia], por ejemplo. El periodismo te permite tocar muchos palos y conocer a gente interesante y a mucho miserable también, no nos vamos a engañar.
Existe un prejuicio crónico hacia el periodista deportivo, como si por hablar de fútbol fueras automáticamente un gañán.
Es verdad y no se sostiene. En el periodismo deportivo se ha escrito muy bien y solamente tienes que mirar la cantera que ha sido. En Barcelona, Carles Francino, Andreu Buenafuente, Jordi Basté o Joaquim Maria Puyal empezaron en el periodismo deportivo y seguro que en Madrid hay otros mil ejemplos. El periodismo deportivo te da una agilidad, una rapidez y una manera de actuar que no la tienen otras secciones. Los de política, evidentemente, van muy agobiados durante la campaña electoral, pero es que para nosotros la campaña electoral empieza en agosto y acaba en junio. Además a través del deporte puedes escribir de casi cualquier cosa de la vida. Es verdad que estamos bastante estigmatizados y esa fama de zotes viene porque se toma la parte por el todo. Si ves a ciertos personajes y programas como ‘El Chiringuito’, vas a pensar que todo el mundo es así y que los periodistas deportivos somos gente que nos dedicamos a gritarnos con la camiseta puesta. Y los hay, pero son sólo una parte.
¿Hay diferencia en esto entre Madrid y Barcelona?
No lo creo. De hecho, el periodismo bufandero sin careta lo inventa el ‘Sport’, que es el primer diario que se declara abiertamente del Barça. Un poco forzado por eso, le siguió ‘Mundo Deportivo’, que originalmente quería ser ‘L’Equipe’ y cuando el Espanyol jugaba en casa abría con el Espanyol. ‘As’ y ‘Marca’ se sumaron también enseguida a la casa del Madrid, aunque Marca mantuvo aún un tiempo la zamarra de "el diario de todas las aficiones", que ya evidentemente ha pasado al olvido. Pero esa corriente se inventó en Barcelona y ya se apuntaron todos.
Empezaste tu carrera cerrando dos periódicos, ‘Las Noticias’ y ‘Diario de Barcelona’. Sólo podías mejorar.
A ver, igual fue una señal, pero me quedé porque era divertido. El primero fue un proyecto que duró tres meses y cerró porque, evidentemente, lo utilizaron para blanquear dinero y el siguiente acabó muriendo por cuestiones políticas, pero era el diario más antiguo del continente después de ‘The Times’. Ahí viví cómo se pasaba de la linotipia y los fotolitos a los periódicos de ahora, que son otra cosa que nada tiene que ver con aquel diario y aquella era del periodismo que murieron a la vez.
En esos primeros años de carrera vives dos cosas que se han mitificado mucho y no sé si fueron para tanto. La primera es ese periodismo crápula de redacciones con tabaco y alcohol.
Era para tanto. En el ‘Diario de Barcelona’, cada día a las siete de la tarde subía el del bar de abajo con un carrito como los de los aviones con ginebra, vodka, whisky… Lo que bebieras. Aparte de las botellas que cada redactor tenía en su cajón, claro. Iba sirviendo y a las siete y media, cada tarde, todas las mesas se llenaban de cubatas. Y ya tomaba nota a los que se quedaban a cenar para ver qué les subía a las diez. Yo me integré bien. Vi que era tradición y me pedí un gintonic.
Un esfuerzo.
Claro, joder, si a mí me encantaba la Fanta y hasta hacía deporte, pero hay que integrarse. El tema es que entonces el ambiente era diferente porque se pasaba muchísimo más tiempo en las redacciones. No había teléfonos móviles ni ordenadores portátiles y todo el mundo trabajaba llamando por el teléfono fijo de su mes o saliendo a la calle a buscar noticias, pero teniendo que volver para escribirlas en la redacción. No era esto de ahora que hago cuatro llamadas con el móvil, lo escribo desde donde sea y me puedo pasar una semana sin ver a los compañeros. Antes estábamos juntos todas las putas horas del día.
Y teníais acceso a los protagonistas, otra cosa que ha desaparecido.
Claro. Tenías acceso a los jugadores del Barça y del Espanyol porque cada día salían del entrenamiento y hablaban contigo. También es cierto que ahora hay cientos de periodistas cubriendo al Barça y antes éramos diez o doce. Nos conocían a todos por el nombre, se paraban a hablar, dejábamos los coches en el mismo parking… Hubo una época en que los futbolistas del Barça entrenaban en unos campos detrás del Miniestadi, pero se cambiaban en el Camp Nou. Era un trayecto de unos 300 metros y normalmente lo hacían andando, pero había ahí algunas facultades de las universidades y, si veían mucha gente, nos pedían que les llevásemos en nuestros coches. Este era el nivel de confianza.
Los viajes ayudaban mucho también.
Viajabas con ellos en el mismo avión, estabas en el mismo hotel, podíais salir juntos por la noche… Los clubes o la selección nos metían a los periodistas en ese pack y con lo que nos cobraban básicamente pagaban el hotel y el avión a los jugadores. Ahora que tienen mucho más dinero, ya no les interesa. La convivencia era total y yo creo que hay algo en que tanto los clubes como los futbolistas se equivocan. Dicen que nos han alejado porque si les conocemos demasiado, nos metemos en sus vidas. Y es falso. Cuando sí había trato nadie se metía en sus vidas privadas, aunque las conocíamos, porque les protegías mucho más. Salían ganando los jugadores porque un tío con el que tienes una relación personal, cuando te tenga que dar un palo te lo va a dar con más cariño que si no le conoces de nada.
La segunda cuestión mitificada de tus inicios son los Juegos de Barcelona 92 y la felicidad y modernidad que transmitieron.
Eso fue curioso porque la ciudad estaba bastante dividida en los años previos. A mi generación, que éramos aún muy jóvenes, nos pareció cojonudo que nos los dieran, pero para la gente más mayor aquello era un atraco a la ciudad, cuatro años de obras, nos iban a invadir los turistas y los independentistas decían que era una maniobra para españolizar, porque hubo alguna actuación cuestionable del juez Garzón al respecto. El orgullo surge a posteriori porque recuerdo mucha gente que decidió irse de Barcelona esos 15 días y a la semana volvió porque vieron que aquello era maravilloso. Yo lo viví desde dentro y me pareció fantástico. Por mucho fútbol que haya hecho y muchas Champions del Barça, los Juegos de Barcelona son mi recuerdo profesional más feliz.
Eras casi un crío.
Tenía 23 años. Otra cosa que pasaba en ese periodismo tan mitificado es que no había Comité de Empresa y el director decidió echar a toda la sección de deportes de un día para otro poco antes de los Juegos Olímpicos, fichar a cuatro chavales y me tocó ir a cubrir el atletismo. Me vi en el Estadio Olímpico haciendo el deporte rey y flipé.
Aquí hay un giro argumental loco porque de esa imagen idílica pasaste a trabajar en la política, en Prensa de CiU. ¿Qué pintabas allí?
Nada, pero cerró el periódico, mi madre se preocupó mucho por mi futuro laboral, ella estaba en Convergència y se enteró de que había una vacante para cubrir durante dos meses una campaña electoral absurda para las europeas. Pensé: "Bueno, son sólo dos meses y necesito dinero para irme de vacaciones". La gente era majísima y fue divertido verlo desde el otro lado, pero la campaña era de un hombre aburridísimo que se llamaba Carles Gasòliba y mi trabajo era básicamente escuchar tertulias y atender a los medios de comunicación que querían entrevistas. Lo que pasa es que la vida en Cataluña es lo que sucede entre elección y elección y llegaron casi seguidas a la Generalitat, al Ayuntamiento y unas generales, y me fui quedando.
Eso ya era más interesante.
Mucho. El Ayuntamiento fue Miquel Roca contra Pasqual Maragall; la Generalitat, en el 95, iba a ser la última de Jordi Pujol, que luego no, y las generales, que fue la última campaña que hice, ya en la caravana electoral, fue la que acabó con el Pacto del Majestic con Aznar, que lo viví. Ahí ya dije que me iba, que aquello no era lo mío y tampoco era, digamos, el partido que a mí me representa. Pero fue una experiencia cojonuda.
¿Qué tal con Pujol?
Hostia, es un personaje increíble. Llevaba acompañándole tres o cuatro meses a actos y un día había un foro internacional en Barcelona y, como hablaba inglés, me pusieron a guiar a un equipo de la BBC que estaba haciendo un reportaje especial sobre Pujol. Los llevo a hablar con él y el tío me vio así pelirrojo, alto y hablando raro, me confundió con el de la BBC y me empezó a chapurrear en inglés hasta que entendió que yo era de los suyos. Pero lo mejor era lo de las siestas.
Desarrolla, por favor.
Pujol necesitaba echarse la siesta en casi cualquier circunstancia, así que cuando tenía comidas fuera, le cerrábamos una sala y el tío se tiraba en el suelo, debajo de la mesa, a dormir un rato. Sólo le asomaban las piernas. Un día estaba dormido y entró un obrero que estaba arreglando un pladur del salón, vio los pies que salían por debajo de la mesa, miró quién era y pensó que había habido un atentado. Empezó a gritar: "¡Han matado a Pujol!". Y el otro se despertó sobresaltado sin entender nada. Fue una escena increíble.

David Ramírez / Araba Press

De CiU pasas al ‘Sport’, tu carrera se dispara y compartes redacción con tu compañero del alma, Lu Martín.
Así es. Es el mejor reportero que hay y su capacidad para sacar noticias y trabajar es increíble. Luego hay que arreglarle los textos, eso sí. Nos conocíamos de antes, de los viajes y tal, y siempre congeniamos. Cuando empezamos ya a viajar juntos a todo, la cosa cogió otra dimensión.
Y acabasteis en la cárcel.
Yo obligado, él voluntariamente en un acto de amor. Fue en un stage del Barça en Suiza y tuvimos un accidente de tráfico. Nada grave, pero como era un viernes por la tarde, había un herido leve, yo conducía y era extranjero, el protocolo marcaba que tenían que encerrarme hasta que apareciera el juez de guardia el sábado o el domingo. Me metieron en el calabozo y Lu dijo que no me dejaba solo y que también le detuvieran. Accedieron, pero entonces pidió una celda con dos enchufes y que nos dejaran meter los ordenadores porque teníamos que trabajar. Todavía están alucinando los policías suizos. Fue la única petición que hicimos, tampoco fuimos tan problemáticos.
Habría que preguntarles a ellos.
El caso es que al final nos echaron de la cárcel. Les dimos tanto la paliza que, para que dejáramos de molestar, nos mandaron al hotel bajo la promesa de que volviéramos cuando llegase el juez.
¿Cumplisteis?
Por supuesto, son gente muy educada los suizos.
En 2010 fichas por ‘As’, que para un culé es pasarse al enemigo.
Yo nunca lo había visto como el enemigo y en el ‘Sport’ era una mala época de cambios. Echaron a Miguel Rico, Lu se fue cinco minutos antes de que lo despidieran, Fernando Zueras se fue, Carazo ya no pintaba nada… Aquello había cambiado mucho y lo cierto es que yo tampoco pintaba ya nada y era el siguiente al que iban a echar. Entonces apareció el ‘As’, que buscaba un delegado en Cataluña porque Tomás Guasch se había ido con Paco González y Lama a la COPE. Alfredo Relaño pensó en mí y me pareció muy divertido. La verdad es que he escrito con más libertad del Barça en el ‘As’ que en el ‘Sport’. En un diario de Madrid puedes explicar cosas que pasan en el Barça que no te gustan, mientras que en uno de Barcelona que vive de las promociones y de los contactos del club, es más jodido. Total, a mí el Barça ya no me da nada porque soy del ‘As’, así que tengo la absoluta libertad para escribir lo que quiera.
Relaño también valoró siempre que le resistías las sobremesas, cuestión no siempre sencilla.
Sí, sí, sí. Vamos, creo que el día que Alfredo decide ficharme es uno que viene a Barcelona a verme, vamos a comer y acabamos a las siete de la tarde. Me dijo: "Me has aguantado la comida. Creo que eres el hombre adecuado" [risas].
No hemos hablado de tu faceta de actor, una carrera corta pero intensa.
Soy un actor de culto como John Cazale, que sólo hizo cinco pelis, pero todas buenas y casi todas con Coppola [risas]. Soy el John Cazale de David Trueba. Estuve en ‘¿Qué fue de Jorge Sanz?’, ahora en la de Eugenio [‘Saben aquell’] y ya estoy esperando lo siguiente, pero ya sabes que a los actores, a partir de cierta edad, ya no nos llegan tantos papeles.
Sobre todo a los galanes, claro.
Exactamente, me pasa un poco como a Jorge Sanz.
Jorge es tu amigo.
Así es, incluso me hizo alguna presentación bastante histórica de un libro de la que no voy a hablar porque no quiero volver a la cárcel.
Aquí volvemos a lo de los prejuicios del principio. En realidad, te mueves en un círculo intelectual de Barcelona.
Sí, esto empezó también es mucho por Lu, que se movía en ese ambiente. David Trueba, Pep Guardiola, Fermín Muguruza... Gente interesante que, además, también que te respetan y no ven al periodista deportivo como a un gañán ni te dicen: "Hostia, has leído libros y sabes de cosas a pesar de ser periodista deportivo". Tengo una amistad normal y natural, no es aquello de buscar el famoseo por el famoseo.
¿Guardiola se relaja en algún momento?
Quiero aclarar que no me considero amigo de Pep, esos son Trueba y Lu, yo soy un conocido, nos llevamos bien y hemos salido a cenar juntos todos. Guardiola se relaja dentro de su sistema. Es decir, habla de otras cosas y es divertido, pero llega un momento en que habla de fútbol y es que lo vive de verdad, es muy apasionado y es un privilegio que te explique fútbol.
Cuando hemos hablado de mitos de los 90, no hemos hablado del mayor para el barcelonismo: Johan Cruyff.
Merecido todo. En la distancia corta era magnético, el carisma en persona. Un tío divertido, fácil, afable e inteligentísimo. Tardé diez ruedas de prensa en atreverme a preguntarle algo, estaba cagado. Cruyff tenía una bronca abierta con Díaz Vega y al día siguiente a un partido había una reunión de los entrenadores con los árbitros, fue la primera vez que me atreví a preguntarle: "¿Y usted con qué cara va a ir allá?". Y el tío me miró y dijo: "Muy buena pregunta, pues no voy a ir" [risas]. Entonces ya me relajé y empecé a preguntar a Cruyff sin miedo. Al cabo de unas semanas, nos cruzamos por la calle, se paró y vino a buscarme para saludar. Ese día pensé: "Ya está, ya me puedo morir en paz".
¿Laporta es dios o diablo? Desde lejos, se ven las dos corrientes en el barcelonismo.
Lo que es Laporta es constante. Los que tiene a favor, los tiene siempre a favor y son inamovibles. Los contrarios son el ejército de Pancho Villa y nunca acaban de decidir quién da la cara contra él, porque Laporta es muy bueno en la confrontación, tiene siempre esa base de incondicionales y para ganarle vas a tener que bajar al barro. Y Laporta es un tío de batalla mientras que los otros son parte de una alta sociedad barcelonesa a la que no le gusta mancharse las manos ni tienen la jeta que tiene Laporta para jugarse el patrimonio. Laporta es un integrista del Barça.
Luego te sale un Lamine Yamal y te lo soluciona todo.
Claro, porque, después de que te salga un Messi, que te salga un Lamine es para contarlo en los libros de Historia. Increíble. También hay que tener en cuenta el factor azar y que para que estos chavales salgan ha hecho falta hacer muchos fichajes terribles antes. Por ejemplo, Fermín estaba cedido en el Linares. A todos estos jugadores les das confianza por la necesidad absoluta. Si se llega a quedar Dembélé, Lamine estaría jugando en el Girona.
¿Cómo ves el estado general del periodismo?
Está cambiando y no sabe cómo. Hay un problema de empaquetamiento, de cómo vender y monetizar el producto. Los periódicos de papel ya no se venden y en la web la gente no quiere pagar. Por lo tanto, la ecuación es complicada y eso está llevando a una cosa espantosa que es el clickbait y el síndrome del redactor asesinado, esos que se mueren a medio titular y te dejan la idea a medias o unos puntos suspensivos. Siempre tengo la sensación de que alguien ha entrado en la redacción y les ha disparado. Eso va muy en contra del oficio. Creo que no se hace buen periodismo y hay que darle una vuelta a las webs, no puede ser que se dediquen a ser elementos para engañar al lector como un imbécil porque picará dos veces en una noticia de estas, pero verá que es una chorrada y a la tercera ya no entrará porque no es gilipollas. Y luego hay que ordenarlas mejor, no puede estar todo al mismo nivel y una noticia sobre la Dana al lado de otra sobre las tetas de una concursante de la Isla de las Tentaciones. No lo acabo de entender, pero también es cierto que ya soy un señor viejo.
Bueno, te ha cundido. Has cubierto Barcelona 92, has tratado a Cruyff y has bebido con George Best.
Cierto, lo de Best es quizás lo que más ilusión me ha hecho por inopinado. Yo simplemente estaba en la barra de un bar y se me sentó al lado. Me vino a buscar él a mí. Era la final de Champions United-Bayern del Camp Nou, en el 99, la de la remontada en el descuento. La BBC me contrató para hacer una crónica social en el descanso y salí del estadio porque tenían el plató fuera. Como iban palmando, me fumaron y ya no pude volver a entrar, así que me fui a ver el segundo tiempo al Hotel Princesa Sofía, que era lo más cercano. Joan Gaspart, que era el dueño, había quitado todas las teles temiendo que los ingleses se las rompieran, así que pedí una cerveza y me senté a escuchar a Lama y Paco narrar la final rodeado de ingleses sin entrada y que no sabían cómo iba el partido.
Tenías el poder.
Absoluto. Empecé a explicarles lo que iba pasando y ellos me empezaron a pagar cervezas, más de las que incluso yo puedo beber. Cuando les dije que habían ganado me vi con seis o siete botellas delante, se abrieron las puertas del ascensor, apareció George Best y se sentó a mi lado.
¿Qué te dijo?
Me contó que se había ido antes del campo porque le estaba espantando el United, le felicité por el triunfo y el tío me dijo: "Nosotros éramos mejores". Estuve tomando una copa con él y, en cuanto pude, me fui discretamente.
¿Por qué?
Hizo algo indignante. Se pidió un vino blanco.
El Barça recuerda al mundo que el fútbol debe ser divertido

El Barça recuerda al mundo que el fútbol debe ser divertido

En algún momento divertirse con el fútbol se ha convertido en un pecado, una cosa de piperos, no hemos venido a esta vida a disfrutar. Es consecuencia del postureo identitario y bastante tóxico que mueve las redes sociales y, también, una excusa cómoda cuando tu equipo es un peñazo. No importa pasarlo bien y el resultado, sólo cuando ganas. Si palmas, lo que importa es que nosotros somos diferentes, pese a que está comprobado que todas las aficiones son iguales. ¿Saben cómo lo sé? Porque absolutamente todas presumen de no ser como el resto. No falla una.

Pensaba en esto mientras era feliz viendo al Barça ganar la Liga contra el Madrid y perder la Champions frente al Inter. No por el resultado -que en el primer caso también, no les voy a mentir- sino porque fueron partidos memorables. Resulta que me gusta el fútbol y lo había olvidado. Lo hemos olvidado muchos. El equipo de autor de Hansi Flick no es el mejor que he visto, pero sí el más divertido. Y la diversión es lo que nos llevó al fútbol antes de que las miserias adultas nos hicieran mezquinos.

Como debí ser asesino en serie en otra vida y el karma me lo está devolviendo, vi el clásico con 14 niños de 11 años invadiendo mi salón. Estuvieron todo el partido gritando, celebrando los goles en la cara de los otros y riéndose. Se lo pasaron en grande. Al acabar, se felicitaron o se dieron ánimos y siguieron destrozándome la casa en amor y compañía, mientras yo hacía cortes de mangas virtuales a mis amigos madridistas. La enfermedad no viene de serie, la pillamos a base de zascas y memes.

Los apóstoles del fútbol como religión y no como juego me dirán que me divierte tanto porque no soy del Barça, que es una aberración recibir siete goles en una semifinal de Champions y que si fuera culé me pasaría los partidos al borde del ictus. Esto último es probable, pero no había visto al barcelonismo tan orgulloso de su equipo desde Pep Guardiola. Y me da envidia.

Me da envidia que vayan al campo sabiendo que todo puede suceder, que un 0-2 no es nada, que el fútbol se juega a ganar sin miedo a perder, que la risa de los malditos niños es un indicador de felicidad al que aspirar y mi hija sufre como una bellaca para llegar sin dormirse al minuto 60 cuando ve al Atleti. Ganar es de horteras, pero divertirse... Divertirse es lo único realmente importante del fútbol. O debería.