Han tenido que pasar casi ocho años desde aquella funesta noche del Real Madrid en Cádiz, con alineación indebida de Denis Cherishev, para que Rafa Benítez vuelva a dirigir en la Copa del Rey. El veterano técnico guiará hoy al Celta frente al Turégano CF, un rival que milita en la sexta división del fútbol español, con un presupuesto anual de 70.000 euros, aproximadamente lo que él cobra en una semana. Por su parte, el club segoviano, orgullo de un pueblo de 978 habitantes, movilizará a 3.500 aficionados hasta el estadio de La Albuera, en la capital provincial. Y es que la ilusión del Turégano CF, como la de los otros 15 equipos modestos que se miden a rivales de Primera División, no se pesa con dinero.
«Nuestros futbolistas no cobran. Sólo cuando hay algo en la caja se les paga el gasto de kilometraje del entrenamiento», explica Luis Peromingo, presidente del Turégano, un club de 400 socios. Hoy, cada uno de ellos abonará 10 euros por su localidad. El resto, hasta llenar aforo, desembolsará 20. Son cifras acordes a la sencilla índole del equipo, ascendido a Regional en junio de 2019, acostumbrado a jugar en un campo que no ahora no reúne los requisitos mínimos exigidos por la Federación. De ahí el traslado de 35 km a Segovia. Un trayecto más que habitual para Paco Maroto, su entrenador, que compagina la pizarra con su labor como funcionario en la Diputación provincial.
«Mi labor en las últimas horas ha sido quitar hierro al asunto y convencer a mis jugadores para que disfruten del partido y no se agarroten», asegura el técnico, consciente de que ni él, ni sus futbolistas pueden abstraerse por completo de la ola de cariño que reciben desde hace tres semanas en casa y en el trabajo. «Por supuesto que he revisado vídeos del último partido del Celta en Girona. Y por respeto a la gente que nos sigue, vamos a intentar competir, a intentar hacerles cosquillas», avanza Maroto.
Turégano, tierra de cereal y granjas porcinas, vivirá hoy un desplazamiento masivo a la capital. «Espero que alguno se quede a vigilar», bromea Maroto, antes de adoptar un tono más solemne. «Desde que eliminamos al Santurtzi en la ronda previa jamás pensé que esto iba a alcanzar tal dimensión, pero es muy bonita la manera en que la Copa sitúa en el mapa al fútbol modesto. Sabemos que los focos se nos van a apagar el jueves, pero vivir este momento es precioso. Les digo a los chicos que lo disfruten, porque quizá no lo vuelvan a vivir en toda su vida».
30 horas desde Bari
Ese mismo presentimiento de afrontar una experiencia irrepetible lo sintió hace unas semanas Diego Orihuela, futbolista del Atlético de Lugones. Estudiante de último año de Magisterio, el joven extremo se enteró de la clasificación de su equipo en Bari, donde cursa un Erasmus. «Me conecté a una radio por internet. También me iban informando los compañeros a través de un grupo de whatsapp. Al poco de pitar el árbitro ya se me ocurrió la idea de cómo cuadrar para poder venir», detalla Orihuela. Desde entonces, su periplo se cifró en seis horas de autobús desde Bari a Roma, una noche durmiendo en el suelo del aeropuerto de Fiumicino, una escala en Palma de Mallorca, donde aún debió esperar 11 horas y el ansiado aterrizaje a Oviedo, el pasado sábado a las once de la noche.
«En total, 30 horas desde que salí de casa, con 110 euros del vuelo, más otros 25 de los autobuses. En fin, una experiencia un poco rocambolesca», concede, con una sonrisa. «Además, el míster nunca me dijo que fuese a darme minutos. Supongo que el resto de compañeros que trabajan a diario se lo merecen más que yo», concluye Orihuela, que sólo disputó las tres primeras jornadas ligueras.
La eliminatoria ante el Rayo Vallecano se vivirá intensamente en Lugones, una ciudad dormitorio de 17.000 habitantes, a las afueras de Oviedo. «Son horas frenéticas, al borde del desborde», reconoce Daniel Álvarez, vicepresidente del Atlético. «Trabajo como agente comercial, pero desde que nos metimos en la Copa no he podido hacer una sola visita. El presidente, que regenta una empresa de transporte, también se pasa casi 12 horas diarias con el club. Todo por la gratificante cantidad de cero euros. Aunque ya sabes: sarna con gusto no pica».
Fundado en en 1905, dos décadas antes que el Real Oviedo, el Atlético Lugones milita hoy en la Primera AsturFutbol, antigua Regional Preferente. Tiene registrados 250 socios, con una cuota anual de 75 euros, más otros 200 abonados, un grupo formadopor los padres de los chavales de la cantera. Su presupuesto anual ronda los 190.000 euros, aunque esta oportunidad de medir fuerzas ante Radamel Falcao o Raúl de Tomás ha apretado aún más su balance de cuentas. «Vamos a poder estrenar nuestro césped artificial, pero si no llega a ser por el Ayuntamiento tendríamos que haber salido fuera. Hay multitud de requisitos logísticos, desde la potencia de las luces al acondicionamiento de los vestuarios, por no hablar de la grada supletoria, que va a rondar los 12.000 euros», enumera Álvarez. En su caseta comparten taquilla estudiantes, empleados de banca y electricistas. Ninguno tiene nómina, ni contrato federativo. Sólo una ayuda de 100 euros al mes para los desplazamientos. «Quien mete más goles cobra un poco más, no te voy a mentir. Somos un club de cantera, como hay tantos», confiesa el directivo.
El trabajo con los niños resulta mucho más arduo en Tardienta, una localidad oscense de 960 habitantes, por una estricta cuestión demográfica. Y es que según datos del Instituto Aragonés de Estadística, correspondientes a 2022, el 28,5% de su población cuenta con 65 años o más. Seis puntos por encima de la media en Aragón. «Somos un equipo de pueblo, donde un año se nos van unos futbolistas y al siguiente vienen otros. Son cuatro chicos que le dan a la pelota y ya está», resume José Luis Herrero, presidente del rival del Getafe.
Terminamos terceros en la liga, pero se nos fue todo el equipo.
La vida es sencilla en Tardienta, donde el canal del Cinca se abraza con el de los Monegros. Sus vecinos, labradores y autónomos modestos, viven ajenos a aquel ajetreo de hace medio siglo, cuando la industria de la electrificación del ferrocarril y una empresa harinera atraían a trabajadores de otras comarcas. Desde entonces, su población ha menguado hasta la mitad. Hoy, al menos, cuentan con una consulta médica, una farmacia, dos tiendas, cuatro bares… Y un equipo que enarbola con honor el estandarte de los modestos.
«El año pasado fue increíble. Terminamos terceros en la liga, pero se nos fue todo el equipo. El entrenador ya nos había avisado de que sería su último año y a los jugadores les preguntamos hasta última hora sobre sus intenciones. Finalmente, salvo dos, el resto se marcharon a Robres», detalla Herrero, en referencia al éxodo hacia el pueblo vecino. «Las partidas se agotan con los gastos de arbitraje y los sueldos de los técnicos, que rondan los 600 euros mensuales, más el fisio que va aparte. A los muchachos les damos 10 euros por punto», concreta el directivo. Hoy, tras ocho jornadas ligueras, Robres lidera la tabla y Tardienta ocupa el farolillo rojo del Grupo 1 de la Regional Preferente Aragonesa. Con sólo una victoria, cada futbolista apenas ha cobrado 50 euros.
Sin vestuario con calefacción, sin sala de prensa, sin facilidades para el control antidopaje, sin distancia de tres metros y medio entre la línea lateral y la valla, el Campo Municipal de Santa Quiteria tampoco podía acoger la visita de los azulones. Por eso, el duelo de hoy se disputará en El Alcoraz, hogar de la SD Huesca. El traslado, apenas 25 km, será una fiesta para los 219 socios del club, que pagarán en taquilla 10 euros, cinco menos que una localidad convencional. «Desde que logramos el pase, el pueblo anda como loco, revolucionado de tanta emoción. Yo llevo años diciendo que vamos a dar el tardientazo», vaticina Herrero.
Una idiosincrasia distinta
Esta ola de entusiasmo recorre el resto de la geografía. Desde Lepe, donde su San Roque se cruza hoy a mediodía con el Girona, hasta Hernán Cortés, un pueblo de Badajoz que se volcará para la eliminatoria ante el Betis. No obstante, en términos de entusiasmo, difícil equipararse con lo que sucede en Chiclana, que festeja su 75º aniversario recibiendo al Villarreal. «Siempre nos hemos definido como muy humildes, jugando en Tercera, pero también somos un club con mucha solera», cuenta Juan Luis Rojo, su presidente.
Desde su fundación, por la pequeña ciudad gaditana han desfilado nombres de cierto tronío. «David Vidal jugó aquí sus últimos años», arranca Rojo, en referencia al ex entrenador del Cádiz y Logroñés. En la nómina de ilustres figuran, asimismo, Manolito, ex delantero del club amarillo, Jesús Casas, actual seleccionador de Irak y ex ayudante de Luis Enrique en la selección, o Moisés Arteaga, cuya zurda enamoró a los hinchas del Espanyol. «Tanto Vidal como Arteaga viven aquí la mayor parte del año. Moisés nos ha confirmado que verá el partido en directo».
En los márgenes de las salinas, a la riqueza del pasado hay que sumar la fe en el porvenir. «Nuestra idiosincrasia es distinta. Desde que arrancamos el proyecto decidimos crecer con gente de la cantera. Ahora contamos con unos 1.000 niños», subraya el directivo. A día de hoy, sólo tres miembros de la primera plantilla no se han formado en las inferiores. «Nuestros rivales reclutan a más gente de fuera y cuentan con muy poquitos de la casa. Nosotros vamos al revés, como el Athletic de Bilbao», concluye.