El difícil momento del adiós: Nadal, Serena, Maradona, Bolt...

El difícil momento del adiós: Nadal, Serena, Maradona, Bolt…

Hubiéramos deseado una última, real y simbólica, victoria de Nadal en su apoteósica y merecida despedida sentimental. Pero ya era imposible, incluso frente a jugadores sepultados en las profundidades del ránking. Su adiós, postergado en exceso entre la tristeza, la comprensión y la gratitud de un país entero, suscita de nuevo una reflexión acerca de los deportistas que no se retiran «a tiempo».

El deportista muere dos veces. Y la primera ocurre cuando se retira (o le retiran). Se trata de una muerte biológicamente provisional, pero profesionalmente definitiva. Y el afectado no la acepta porque abre un abismo bajo sus pies. Así que, con frecuencia, y aunque, como en el caso de Nadal, haya proyectado un futuro confortable, experimenta una especie de horror vacui. No es raro. Después de todo, el deporte es la única actividad en la que la jubilación se produce en la juventud. El deportista tiene todavía por delante, en un territorio desconocido, amenazante por ignoto o incierto, incluso por extenso, la mayor parte de su existencia física. Le entra miedo, vértigo, inseguridad y trata de demorar el momento del adiós.

Autoengañándose acerca de sus, todavía, capacidades, o estirándolas con más o menos dignidad, permanece en activo, con frecuencia en un ámbito individual o, sobre todo, colectivo distinto e inferior del de sus mejores días. No lo hace por dinero, o sólo por eso, sino por mantener una ficción de permanencia.

Un tiempo innecesario

El caso de los futbolistas es paradigmático: Pelé, Cruyff, Beckenbauer, Maradona, Michel, Hugo Sánchez, Guardiola, Iniesta y un interminable etcétera alargaron impropia e innecesariamente sus carreras. Hoy siguen en activo Cristiano, Messi, Luis Suárez, Busquets, Alba y otro largo etcétera. Pero el fútbol sabe que este tiempo les sobra. No son Zidane, Kroos o como Rijkaard, que, en la celebración en el vestuario, después de ganar con el Ajax la Champions de 1995, anunció que ese había sido su último partido. O, cambiando de deporte, como Alberto Contador, que dio sus últimas y crepusculares pedaladas ganando en el Angliru.

No se retiraron a tiempo, entre nosotros, Alfredo Di Stéfano, Severiano Ballesteros e incluso un Alejandro Valverde en su longevidad digna... Ni, volviendo al tenis y al exterior, el mismo Federer. Y quizás Djokovic debe pensar en parar, ahora que está «a tiempo» de mantener su mejor recuerdo. Tampoco Serena Williams se fue cuando debía. Ni Usain Bolt. Existen «retirados en activo», valga la paradoja. Oficialmente aún en la brecha, pero en la práctica fuera de foco, Sergio Ramos o Mireia Belmonte siguen erróneamente la senda de Nadal.

Bolt, en los Juegos de Río 2016.

Bolt, en los Juegos de Río 2016.AP

Si un bel morir tutta una vita onora, un mal morir, metafóricamente hablando, no estropea un pasado merecedor de elogio y agradecimiento. Tampoco hace añicos una imagen que se reconoce irrompible. Pero sin borrarla en absoluto, la empañe un tanto por ser la última. Saber retirarse oportunamente, es, no sólo en el deporte, una virtud casi teologal, incompatible a menudo con la ciega y sorda naturaleza humana.

En el lado opuesto de quienes se resisten en vano a los odiosos imperativos de Cronos figuran quienes se retiran «a tiempo» por el procedimiento de hacerlo «antes de tiempo». A «destiempo», en suma. Son sobre todo nadadores, debido a la precocidad de su deporte con relación a otros. La australiana Shane Gould (Gold), que este 23 de noviembre cumplirá 68 años, tuvo en 1972 todos los récords en todas las distancias del estilo libre. Insólito. Apabullante. En los Juegos de Múnich se llevó tres oros, una plata y un bronce. Y le «faltó tiempo» para retirarse. Tenía 16 años. En los mismos Juegos, Mark Spitz conquistó siete oros estableciendo siete récords del mundo. Y se despidió de las piscinas a los 22 años. Le quitó «tiempo al tiempo».

Rodri superó a Vinicius en el Balón de Oro por 41 votos, tan sólo un 0,6% del total

Rodri superó a Vinicius en el Balón de Oro por 41 votos, tan sólo un 0,6% del total

Actualizado Viernes, 8 noviembre 2024 - 19:01

Sólo 41 puntos separaron a Rodrigo Hernández de Vinicius en el reciente Balón de Oro, según el detalle de la votación divulgado por France Football y L'Equipe. El centrocampista del Manchester City logró 1.170 puntos mientras que el delantero del Real Madrid obtuvo 1.129, lo que supone el resultado más apretado desde 2019, cuando Leo Messi superó a Virgil van Dijk.

En términos porcentuales, Rodri consiguió el 17,6 % de los votos, frente al 17 % de Vinicius. Entre los 99 miembros del jurado que votaron, tras la ausencia de Siria, 15 no colocaron a Rodri o a Vinicius en primer lugar de su lista particular de los 10 mejores, con una predilección especial para otros futbolistas del Real Madrid.

Los 10 seleccionados por cada uno de los 99 periodistas recibieron, respectivamente, 15, 12, 10, 8, 7, 5, 4, 3, 2 y 1 punto.

Jude Bellingham (cinco veces), Dani Carvajal (4) y Toni Kroos (2) fueron los más votados en primer lugar aparte del dúo de cabeza. Con una sola mención al frente de una lista estuvieron Kylian Mbappé, Erling Haaland, Lautaro Martinez y Ademola Lookman. Además, solo cinco miembros del jurado no colocaron a Rodri entre sus 10 elegidos, mientras que Vinicius fue ignorado por tres.

Como curiosidad, ningún miembro del jurado coincidió con el 'top 10' exacto de este año, y solo siete lo hicieron con los cuatro primeros: Rodri, Vinicius, Bellingham y Carvajal. El Balón de Oro 2024 se entregó en una gala celebrada el pasado 28 de octubre en París.

Espacio para Mbappé, la obsesión del cuerpo técnico del Madrid: acumulación en el lado derecho, intercambios con Vinicius...

Espacio para Mbappé, la obsesión del cuerpo técnico del Madrid: acumulación en el lado derecho, intercambios con Vinicius…

Kylian Mbappé es el máximo goleador del Real Madrid esta temporada. Suma ocho tantos en los 12 partidos que ha disputado, cinco en los últimos siete. Cifras decentes pero no extraordinarias, que es lo que busca el conjunto blanco en un fichaje de su envergadura. El futbolista mejor pagado de la plantilla es también la gran pieza del puzle global de Ancelotti, un rompecabezas que de momento no termina de encajar y que busca cada semana nuevas soluciones. Y es que el cuerpo técnico lleva ya tres meses instalado en una obsesión: la liberación de Mbappé. Un pensamiento que lo condiciona todo. Hoy, ante el Dortmund, vivirá una nueva prueba.

El delantero francés ve puerta cada 121 minutos y dispara más que nadie, pero más por ansia individual que por las ocasiones que el equipo genera para él. Tres de sus ocho goles han llegado de penalti y se le nota encajonado en el embudo del Madrid. Todos parecen estarlo y romperlo es la obsesión de Ancelotti y sus asistentes. Pero, ¿cómo?

El Madrid, salvo en Balaídos, no ha cambiado demasiado de sistema, pero sí de piezas. Sigue jugando en 4-4-2 con rombo o en 4-3-3 con Rodrygo en la derecha, pero la salida de Kroos y la llegada de Mbappé han trastocado el sistema, la ocupación de los espacios y el estilo de juego del equipo. Sin el alemán y con el galo, Ancelotti ha sumado un delantero más y ha perdido a un centrocampista en salida de balón, obligando a situar a Mbappé entre Vinicius y Rodrygo y retrasando a Bellingham a la medular, alejándole de la frontal del área y haciendo más difícil su llegada a la frontal, salvadora para el Madrid el año pasado. El británico todavía no se ha estrenado este curso y su frustración es cada día más evidente.

El problema de juego de los de Ancelotti es claro, pero también es obvio que el Madrid morirá con estas piezas, de ahí las mil pruebas en este inicio de curso y el pequeño caos que sufrió el equipo en Vigo al intentar el sistema de tres centrales. ¿Para qué? Por los espacios.

Acumulación en el lado derecho

Una de las situaciones que ha observado el cuerpo técnico es precisamente esa acumulación de jugadores en tres cuartos de campo. Demasiada. Tchouaméni, Camavinga, Valverde, Bellingham, Vinicius y Mbappé, con Rodrygo como alternativa a uno de los centrocampistas franceses. Son seis hombres para el ataque, los mismos que el año pasado, pero solapados.

Hasta este verano, Kroos asumía el lado izquierdo en salida, Tchouaméni o Camavinga el eje, Valverde el interior derecho, Vinicius y Rodrygo las bandas, siempre en diagonal hacia el centro, y Bellingham tenía para él todo el frente de ataque para moverse en libertad hacia el área o para ayudar en salida. Desde agosto, nada cuadra.

El mapa de calor de los futbolistas ante el Celta fue contundente. La zona más pisada por los jugadores del Madrid fue el interior derecho, ahí intentaron conectar Valverde, Bellingham, Tchouaméni e incluso Camavinga. La izquierda, toda para Vinicius y para las apariciones de Mbappé, y nadie en el lado zurdo en salida de balón. Ni siquiera Bellingham, que ha jugado en ese lado en varias ocasiones pero al que Ancelotti quiere en la derecha. ¿Por qué? Por Mbappé. «A Kylian le gusta caer a la izquierda, a Jude le queremos por la derecha con Rodrygo», explicó ayer el técnico.

Intercambios con Vinicius

Lo ideal, reflexiona el cuerpo técnico, es que los seis de ataque intercambien posiciones, como en el gol de Vinicius para el 1-2 en Vigo, donde el brasileño se desmarcó en diagonal para terminar definiendo en la derecha del área. Crear espacios para que las estrellas puedan potenciar su gran virtud: correr al hueco. Pero eso no está pasando, ni siquiera al poner a Tchouaméni como tercer central para centrar a Camavinga y Valverde y generar más espacios por dentro para Mbappé y Bellingham. Esa es la teoría, pero a la práctica le quedan muchas pruebas. «No lo he explicado bien», asume Ancelotti.

En Lille se vio la peor imagen del equipo. El 4-4-2 con Camavinga, Valverde, Tchouaméni y Bellingham fracasó, con los tres primeros ocupando prácticamente la misma zona del campo. Ahí nació la idea de jugar con tres centrales en Vigo, pero en defensa no funcionó.

Mbappé, mientras, busca su espacio. En el PSG fue delantero y extremo izquierdo, en Francia disfrutó escorado al lado zurdo con Thuram en punta... En Madrid, parece clave su comunicación con Vinicius para intercambiar posiciones y alternar egos.

Luka no ‘caduka’

Actualizado Domingo, 20 octubre 2024 - 17:40

Espléndido en su asistencia victoriosa a Vinicius, abarcando mucho campo y poniendo orden en sus filas, Luka Modric, a los 39 años y 40 días, se convirtió ante el Celta en el futbolista más veterano en vestir la camiseta del Real Madrid. Su antecesor estadístico, un Puskas ya esférico, disputó su último encuentro de blanco, una eliminatoria copera contra el Betis, con 39 años y 36 días. El croata accede así a uno de esos exclusivos laureles indiv

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El abismo de Kroos en un Madrid "lento" y sin "movilidad"

El abismo de Kroos en un Madrid “lento” y sin “movilidad”

Un cuarto centrocampista blanco pisó el domingo el césped del Santiago Bernabéu en el encuentro ante el Real Betis y no era un jugador cualquiera. Toni Kroos volvía a Chamartín en las botas de Fede Valverde. El Pajarito lucía el nombre y una bandera alemana en su recuerdo. No es el uruguayo el único que echa de menos al genial futbolista alemán.

La temporada pasada, el que fuera el ocho del Real Madrid, completó muchos más pases que cualquier miembro del equipo, 2291. Valverde, curiosamente, fue el segundo, pero con 1901 y menor porcentaje de acierto 91,5% frente a 89,8%. Así parecía lógico que la ausencia de Kroos iba a ser un gran problema en la construcción del juego blanco.

El verano previo a la temporada 2023/24, Carlo Ancelotti tuvo que 'inventarse' un cambio de sistema, el famoso rombo con Jude Bellingham en el pico, para suplir la ausencia de Karim Benzema, con una despedida exprés rumbo a Arabia. El italiano tenía claro que este año, con la llegada de Kylian Mbappé, se imponía un nuevo cambio de rumbo.

No hablamos sólo de volver al 4-3-3 que tanto rédito dio a la generación de la BBC (Bale, Benzema y Cristiano) con el alemán, Casemiro y Modric en la sala de máquinas sino de tratar de construir un cambio de estilo al haber perdido a dos de esas piezas y tener a una tercera con 38 años y con una presencia ya más honorífica que trascendental en las alineaciones del equipo blanco. Además, Luka Modric, no ha tenido el mejor de los inicios este año.

El croata, que sólo ha disputado 132 de los 450 minutos posibles esta temporada, ha mostrado ciertos signos de cansancio y de debilidad en los duelos propios de su edad y del intenso verano que ha tenido, Eurocopa mediante.

Ahora, Carlo Ancelotti se encuentra ante el reto de volver a cambiar de nuevo el paso del club más exigente del mundo. Si antes se podía hablar de un equipo a medias entre el control y el vértigo, las características de los jugadores actuales, más físicos y potentes, debía imponer un nuevo rumbo que el técnico italiano no ha terminado de encontrar.

"El juego es lento, no hay movilidad, el balón llega a los delanteros cuando el rival está cerrado, nos cuesta encontrar espacios entre líneas... El problema es bastante claro, hay que buscar la solución". Explicó en la rueda de prensa posterior al empate ante Las Palmas en el estadio de Gran Canaria. Se pudo ver un equipo algo más compacto ante el Betis en casa, pero el juego sigue sin fluir sin un metrónomo en la sala de máquinas como fue el alemán.

Sin verticalidad

No se puede decir que esta temporada sea un equipo más claramente vertical, no al menos estadísticamente hablando. El año pasado el Real Madrid daba 609 pases por partido de los que acertaba algo más del 90%. Este año, en los cinco encuentros que lleva, el equipo promedia 617 con medio punto menos de acierto.

Lo que parece evidente es que Tchouameni, el jugador blanco con más pases este año con 278, no maneja el fútbol como lo hacía el alemán y la construcción ofensiva se está resintiendo respecto al año pasado. El francés, además, ha dejado la concentración de Francia con una lesión en el pie.

Los rivales se encierran y, sin espacios, cuesta mucho a los delanteros conectar con los medios. Además, el equipo comienza partido desde el pitido inicial con delanteros con poco sacrificio ofensivo.

En los cinco partidos de esta temporada, el Real Madrid sólo ha repetido centro del campo en dos ocasiones. Tchouameni, Valverde y Bellingham debían de ser los dueños del centro del campo. Sin embargo, la lesión del inglés, ha obligado a Ancelotti a realizar pruebas en las que han entrado Modric, Güler y Brahim, este último ante Las Palmas en una especie de 4-2-3-1.

Ceballos golpea el balón ante Vinicius.

Ceballos golpea el balón ante Vinicius.Pablo GarciaAP

Ante el Betis fue Dani Ceballos el elegido para suplir al británico en ese 4-3-3, pero el utrerano, como Bellingham y Camavinga, ha pasado de celebrar su primera titularidad este año a la enfermería con un esguince de grado III en los ligamentos de su tobillo derecho que podrían costarle entre cuatro y seis semanas de recuperación.

A cuatro puntos del liderato que ostenta un intratable FC Barcelona, el Real Madrid necesita encontrar pronto una alternativa al juego que lleva desarrollando los últimos años. Tras el parón le espera una secuencia de seis partidos en 15 días entre los que hay un derbi en el Metropolitano y dos partidos de este nuevo formato de Champions (en casa ante el Stuttgart y fuera frente al Lille).

Lecciones de una Eurocopa con Imperio, pero sin Rey: estrellas exhaustas por el calendario y entrenadores con más miedo que fútbol

Lecciones de una Eurocopa con Imperio, pero sin Rey: estrellas exhaustas por el calendario y entrenadores con más miedo que fútbol

Uno de los primeros debates que surgieron en Berlín, una vez superado el éxtasis inicial, fue el del Balón de Oro. No por un excesivo interés en el premio, sino por las dudas sobre qué futbolista había sido el mejor del torneo y del año ahora que todas las competiciones tienen dueño. Y la realidad es que el Imperio ha sido España, pero el fútbol continental parece no tener Rey, lastradas sus estrellas por un calendario eterno y por la cobardía de muchos de los seleccionadores.

Esa es una de las grandes conclusiones del torneo. Recuerden los partidos que han visto. ¿Qué equipos, más allá de España, han sido verticales y valientes y han buscado su propio gol antes que evitar el del rival? A Países Bajos hay que reconocerle sus virtudes, Turquía fue la revelación y Austria, atractiva en fase de grupos, perdió ante los otomanos.

Las grandes potencias, sin embargo, han sido una decepción. No tanto por los resultados sino por el estilo. En la historia quedará un apretado 2-1 contra España, pero la reacción ante la derrota de Inglaterra es de «decepción». Así lo resumió Jude Bellingham, lejos de su nivel en el Madrid. De Phil Foden y Harry Kane siguen esperando noticias, limitados, como el madridista, por lo extenuante del calendario.

52 partidos de Bellingham

«La gente tiene que entender que el fútbol de selecciones no es como el de clubes. Llegamos aquí después de una temporada muy larga y exigente, no podemos salir a ganar 5-0 los partidos, hemos tenido que jugar a otra cosa», admitió Bellingham en la zona mixta del Olympiastadion. Lesionado en varios momentos del curso, el inglés ha disputado 52 partidos, 12 menos que Lamine Yamal, el español con más encuentros.

Francia es la otra gran decepción del torneo. Llegaba después de ser finalista en Qatar y con Kylian Mbappé recién fichado por el Madrid, aunque su mes en Alemania ha tenido más política que fútbol. Didier Deschamps, que como Gareth Southgate llegará hasta el Mundial 2026, ha vuelto a construir un equipo rocoso en defensa, pero sin ideas en ataque. El cansancio de la temporada ha hecho mella y sus técnicos no han encontrado las soluciones de Luis de la Fuente.

Southgate tardó en apostar por jóvenes como Watkins, Mainoo y Palmer, y Deschamps apenas ha contado con Barcola, que demostró por momentos tener una velocidad más que sus compañeros. Contaban con ingredientes, pero los dejaron en la nevera. De la Fuente, por su parte, no dudó en apostar por los niños y, cuando los necesitó, por secundarios como Merino, Zubimendi y Oyarzabal.

Miedo a perder

Alemania y Portugal detuvieron su paso en cuartos ante España y Francia. Un pequeño traspié para dos proyectos que deben decir «adiós» a sus jerarcas. Toni Kroos ya ha dado un paso al lado, ¿lo hará Cristiano Ronaldo (o lo hará Roberto Martínez)? Jamal Musiala, Florian Wirtz, Vitinha y Rafael Leao ofrecen suficientes argumentos como para que sus países lleguen a la Copa del Mundo en las primeras filas de la parrilla.

El torneo se ha caracterizado por el miedo a perder, la guerra táctica y, especialmente, el poco protagonismo de las grandes estrellas. España ha acumulado más ataques (411) y más regates (146) que nadie, por encima de Francia (341 y 129) e Inglaterra (344 y 120). Queda claro el mejor equipo, pero ¿y la gran estrella?

Mbappé, incrédulo, durante la semifinal ante España.

Mbappé, incrédulo, durante la semifinal ante España.EFE

Kroos y Musiala fueron de más a menos, Bellingham dejó una chilena histórica y varios encuentros irregulares, Kane se lleva el Pichichi compartido con b, pero no ha aparecido en los momentos importantes, Mbappé, ausente en el inicio por su fractura de nariz, volvió a casa con una asistencia entre octavos, cuartos y semifinales, Cristiano y Antoine Griezmann no han marcado...

Mientras, la Copa América se la llevó la Argentina de Leo Messi y Brasil quedó varada en cuartos, rebajando las opciones de Vinicius, clave en la Liga y la Champions del Madrid. Las estrellas tienen claro por qué no han aparecido: la culpa es del calendario. «Necesito descansar y recuperarme, ha sido una temporada muy larga», manifestó Mbappé tras la derrota ante España en semifinales. Hoy se presenta en el Bernabéu. Así es el fútbol. Esto no para.

Los goles clave en la historia de España: de la prórroga de Merino a la de Amancio, del cabezazo de Maceda al de Puyol

Los goles clave en la historia de España: de la prórroga de Merino a la de Amancio, del cabezazo de Maceda al de Puyol

El 22 de junio de 2008, pasadas las once y media de la noche, Cesc Fábregas enfiló hacia Gianluigi Buffon para afrontar su primer penalti en seis años. Luis Aragonés le había elegido como quinto lanzador y el centrocampista del Arsenal, pese a su palmaria inexperiencia en las tandas, quiso responder a la confianza. Durante los entrenamientos solía chutar a la derecha del portero, el mismo lado que eligió el capitán de Italia para lanzarse. Sin embargo, en el último instante, Fábregas cambió su disparo. Ahí viró, para siempre, la historia del fútbol español. Ese gol en Viena no sólo acabaría con la maldición de los cuartos, sino que supuso el preámbulo de una época inigualable, con dos títulos de Eurocopa y otro en el Mundial de Sudáfrica. Hoy, pocas horas después de la gesta en Stuttgart, España se prepara para emular aquellos días de gloria.

El cabezazo de Mikel Merino guarda indudables paralelismos con la semifinal del Mundial 2010. Durban, escenario de la derrota inaugural ante Suiza, no suscitaba precisamente buenos augurios y el rival, tras desintegrar a Inglaterra y Argentina, provocaba pavor. España nunca había ganado a Alemania en sus tres cruces previos en una Copa del Mundo. Se había desbordado la expectación ante la primera semifinal de La Roja, justo siete décadas después de aquel cuarto puesto en Brasil. Luis Rubiales, presidente de la AFE, contaba que le pidieron 1.800 euros por una noche de hotel. Cifra acorde a lo que todos ven como una final anticipada. En esas costas del Índico, infestadas de escualos, será Carles Puyol, El Tiburón de Andrés Montes, quien ejerciese de héroe.

La baja por lesión de Thomas Müller supone un alivio y la novedad de Pedro en el once, una desesperación para Joachim Löw. Durante más de una hora, al fútbol de alta escuela, al hoy casi denostado tiqui-taca, Alemania apenas opuso un disparo de Toni Kroos. Apenas unos minutos más tarde, Xavi se prepara para botar un saque de esquina desde la izquierda. Puyol ya ha acordado en la víspera con Vicente del Bosque que pretende repetir la estrategia del Barça. La misma que dio réditos en el Bernabéu dos meses antes durante el 2-6. Sergio Ramos debía arrastrar a los defensas en el primer palo. Del resto se ocuparía él: "Tú ponla, que entro en carrera. O marco o un alemán entra dentro de la portería".

Apelación a La Furia

Hasta entonces, nuestra única victoria en un gran torneo ante la Mannschaft se había concretado gracias al flequillo de Antonio Maceda. Fue en la Eurocopa de 1984, sólo tres días después de que un error suyo facilitase el gol de Antonio Sousa para Portugal (1-1). El segundo empate complicaba en extremo las opciones de alcanzar las semifinales porque ya sólo quedaba medirse a la vigente campeona de Europa y finalista del Mundial. Poco antes del descanso, Harald Schumacher detuvo un penalti a Lobo Carrasco. El más difícil todavía en el Parque de los Príncipes para la flor de Miguel Muñoz.

Santillana y Maceda, tras el gol del triunfo en París.

Santillana y Maceda, tras el gol del triunfo en París.UEFA

El empate sólo valía si Rumanía tumbaba a los portugueses. En el minuto 81 hubo un momento de zozobra, cuando los chicos entendieron al revés las noticias que llegaban desde Nantes. Había marcado Nené, así que sólo quedaba apelar a La Furia. Maceda dejó sus obligaciones como líbero en busca del último cartucho, servido por Juan Señor desde la derecha. Aquel cabezazo en plancha sólo pudo rozarlo el guardameta del Colonia.

Según confesaron los protagonistas, hasta Luis Miguel Arconada esbozó la mejor de sus sonrisas durante los festejos del 1-0. Josep Lluis Núñez, responsable financiero de la Federación, había acordado una prima de un millón de pesetas por alcanzar la penúltima ronda. El triunfo ante Dinamarca en los penaltis y aquella infausta final perdida ante Michel Platini.

Minuto 115 en el Bernabéu

Justo dos décadas antes, el ambiente en el Bernabéu, aquel 17 de junio de 1964, distaba mucho de la normalidad. En primer lugar, porque el Jefe de Estado, que por la mañana había recibido en El Pardo a altos cargos de su Ejército, no tuvo a bien acudir finalmente al palco. Además, Televisión Española retransmitía en directo esa semifinal, lo que terminó disuadiendo a la afición. Poco más de media entrada a las ocho de la tarde en Chamartín. La balbuciente Eurocopa, en su segunda edición, aún no había calado entre la gente.

Hungría ya había jubilado a Ferenc Puskas, Zoltan Czibor y Sandor Kocsis, pero contaba con jugadores de la talla de Ferenc Bene y Florian Albert. Bene, extremo derecha, anotaría 12 goles en cinco partidos en los Juegos de Tokio para el oro olímpico magiar. Albert, apodado El Emperador, ganaría el Balón de Oro en 1967. España se había concentrado a las afueras de Hoyo de Manzanares, bajo el mando castrense de José Villalonga.

El once de España, en la semifinal de 1964 ante Hungría.

El once de España, en la semifinal de 1964 ante Hungría.

Una de sus decisiones más controvertidas fue sentar a Paco Gento para dar entrada a Carlos Lapetra, pero arriba contaba con un rematador como Marcelino y el descomunal talento de Amancio. Tres semanas después de la lúgubre final de la Copa de Europa ante el Inter, la estrella del Real Madrid se redimió con una aparición en el minuto 115. Un córner de Lapetra, un cabezazo de Marcelino y su pícara aparición para el 2-1 que otorgaba billete a la final ante la abyecta Unión Soviética.

El amargo adiós de Toni Kroos: de la impunidad ante Pedri a la extrema fatiga de la prórroga

El amargo adiós de Toni Kroos: de la impunidad ante Pedri a la extrema fatiga de la prórroga

El último balón que jugó Toni Kroos como futbolista profesional iba a morir en los guantes de Unai Simón. Un envío de seda con la bota derecha, aunque demasiado sencillo para el portero del Athletic. Ya había tocado 101 veces el jerarca alemán, aunque sin desbrozar el camino para una Alemania que sólo generó peligro en el juego aéreo. Kroos capitalizó las acciones de estrategia y asumió el liderazgo de una selección lejos de su mejor fútbol, pero que sólo inclinó la rodilla en el quinto minuto del añadido. Tras el pitido final de Anthony Taylor, las cámaras registraron ese gesto de resignación, ese abrazo sincero con Álvaro Morata, el capitán español, donde se extinguía el fútbol para uno de los mejores centrocampistas de las últimas décadas. El homenaje postrero, a través de la megafonía, supuso el único consuelo para la hinchada local. Tras 114 internacionalidades con Alemania, Kroos tuvo que decir basta tras el inolvidable cabezazo de Mikel Merino.

La resolución de un agónico partido en el Stuttgart Arena, con la mayoría de protagonistas absolutamente extenuados. Medio roto por los calambres, Kroos también logró apurar hasta el minuto 125, aunque la tarde bien pudo cambiar mucho antes para él. Porque si en los 350 minutos previos había cometido apenas dos faltas, en solo seis ya igualó su registro con una contundencia inusitada. La que opuso la pierna sobre la rodilla de Pedri fue proporcional a la que aplicó en las protestas contra el árbitro. No conforme, un par de jugadas después, el pisotón sobre Lamine Yamal preludió el primer cambio de Luis de la Fuente. De nada sirvieron las quejas del seleccionador al cuarto árbitro, porque Anthony Taylor dejó sin amonestación dos acciones que hubiesen merecido amarilla.

A lo largo de la última década en el Real Madrid, Kroos no se había caracterizado por su agresividad en los balones divididos. De hecho, tras 457 partidos entre Liga y Champions sólo recibió 36 amarillas y una roja por doble amonestación. Tampoco por las airadas protestas. Sin embargo, en este torneo donde desde el inicio quedó clara la voluntad de castigar a quien se encarase con el árbitro, Taylor pasó de puntillas por los constantes quejas del mediocentro.

La precisión en el pase

Para disfrutar de la habitual influencia de Kroos sobre el juego hubo que esperar un rato más. El que tardó en volver a su posición en la izquierda. Durante el primer tiempo, nadie en Stuttgart entregó más pases buenos (39), ni dio mayor sensación de peligro en las acciones de estrategia. No obstante, la maquinaria de Julian Nagelsmann seguía atascada. Kroos, líder del torneo en pases para romper línea de presión (125), no encontaba manera de engrasar el ataque. Los únicos momentos de inquietud para Unai Simón llegaron con las incorporaciones por la derecha de Joshua Kimmich, que aprovechaba algún despiste de Nico Williams.

El dominio de Kroos durante las cuatro jornadas previas cabía en un dato. Su 95% de acierto en los pases suponía la mejor cifra en una Eurocopa desde 1980. Durante aquella final en el Olímpico de Roma, Alemania alzaría su segundo Trofeo Henri Delaunay y España sufriría su primera experiencia traumática ante un equipo anfitrión. El 0-0 frente a Italia en el Giuseppe Meazza supuso el primer capítulo de cinco partidos donde ni siquiera pudo marcar un gol frente a la selección local.

Un pisotón de Kroos a Lamine saldado sin tarjeta.

Un pisotón de Kroos a Lamine saldado sin tarjeta.EFE

El tercero también lo iba a vivir precisamente contra Alemania. Aquel 17 de junio de 1988, un doblete de Rudi Völler decidiría el 2-0 para la selección de Franz Beckenbauer, aunque también supondría el preámbulo de una fantástica racha para España, que no se dejó ni una sola derrota en los seis siguientes partidos. Incluida la semifinal del Mundial 2010 en Durban, cuando Kroos entró pasada la hora de juego en el puesto de Piotr Trochowski. Fue el séptimo de sus 113 partidos con la Nationalmannschaft. El primero de sus cinco ante España, a quien él mismo tumbó en noviembre de 2014. Su disparo lejano en el 89 decidiría el amistoso en Balaídos.

Ese preciso minuto resultó letal para La Roja en Stuttgart. El consabido bombardeo de balones aéreos hizo posible el enésimo milagro germano. A los 21 años y 63 días, Florian Wirtz se convirtió en el goleador más joven para Alemania en una eliminatoria del torneo. Kroos, con 34 años, seis meses y un día, ya acusaba el cansancio y el lastre de una amarilla por agarrón sobre Dani Olmo. La media hora de la prórroga se iba a hacer demasiado larga para él. Sentado sobre el césped, ante la impaciencia del rival, Kroos paró el juego en un par de ocasiones para realizar estiramientos. El peor augurio para Alemania. Su primera derrota como local ante España tras ocho partidos invicta.

La Eurocopa de los cerebros: "Falta talento, sólo buscamos físico"

La Eurocopa de los cerebros: “Falta talento, sólo buscamos físico”

Las cinco selecciones de esta Eurocopa que tienen el mayor porcentaje de acierto en el pase están en cuartos de final: Alemania, España, Francia, Portugal e Inglaterra. Seis de los siete equipos con mayor posesión están en cuartos de final (Portugal, Alemania, Inglaterra, España, Países Bajos y Francia). Los ocho futbolistas con una mayor media de pases están en cuartos de final: Kroos, Rodri, Tchouaméni, Fabián, Rice, Kimmich, Xhaka y Bruno Fernandes.

De los 20 jugadores con mejor nota media del torneo según las plataformas de estadística, 12 organizan el juego de su país desde su columna vertebral. Estos son los datos que provocan una conclusión: es la Eurocopa de los centrocampistas.

Sonríen aquellos entrenadores que tienen jugadores de toque, inteligentes y con capacidad de superar líneas con sus pases. Suena lógico. Sonríen Luis de la Fuente, Julian Nagelsmann, Roberto Martínez o Ronald Koeman gracias a Rodri, Kroos, Vitinha y Reijnders. Y sonríen también aquellos que tienen centrocampistas con virtudes sobre los que construir su once, como Deschamps o Murat Yakin gracias a Griezmann, Tchouaméni, Xhaka y Freuler.

Y sufre, vaya si sufre, Gareth Southgate, incapaz de hacer funcionar a la Inglaterra de las mil estrellas al no tener un futbolista capaz de organizar su ataque. Su última esperanza es Kobbie Mainoo, el adolescente del Manchester United convertido ahora en salvador de un centro del campo inexistente. Y Turquía, último cuartofinalista en ser mencionado, es, siguiendo el tópico, la excepción que confirma la regla. La única selección superviviente que no supera el 51% de posesión.

«Cuando seas entrenador, vas a querer poner a todos los centrocampistas en tu equipo. Es la mejor manera para que el equipo juegue bien». En una de sus primeras ruedas de prensa como entrenador, Mascherano confesaba uno de los mayores consejos que le había dado Guardiola. Un equipo se construye desde el centro del campo y esta edición lo demuestra: el regreso de Kroos para levantar a Alemania, ese Rodri-Fabián para dar brillo a España, Tchouaméni, Kanté y Griezmann para hacer jugar, por poco que sea, a Francia, Mainoo y Vitinha en Inglaterra y Portugal... Son ellos los protagonistas, y no Mbappé, Kane, Morata o Cristiano Ronaldo, lejos del máximo goleador del torneo: los goles en propia puerta.

Rodrigo, "la computadora"

«Tenemos a Rodrigo, que es la computadora que hace que los demás entre en acción», admite Luis de la Fuente. «Kroos nos ha dado estabilidad, era nuestro gran punto débil», dice Leroy Sané. «Tchouaméni nos da solidez y Griezmann se ha adaptado a esa posición de centrocampista, es muy inteligente con balón», elogia Deschamps, al que no le quedó más remedio que retrasar al rojiblanco para ganar creatividad. «Vitinha controla el partido, es su mejor versión en la selección», reconoce Roberto Martínez. «He visto cosas extraordinarias. Dominamos desde el inicio superando la presión con Reijnders, que ha jugado muy bien», reflexionó Koeman.

Lobotka y Sabitzer, eliminados pero brillantes

Ante las dificultades de gestionar tanto talento en un torneo tan corto, un cerebro es vital. Inglaterra sobrevivió en el último segundo gracias a una chilena de Bellingham, pero lo hizo ante una Eslovaquia que nace desde la mente de Lobotka, pivote del Nápoles pretendido por varios grandes de Europa.

Y Austria, que cayó ante Turquía en dos saques de esquina, ha sido una de las revelaciones del torneo gracias, en parte, al orden y la finura de Sabitzer, finalista de la Champions contra el Dortmund.

"Colapso" en la posición en España

«El fútbol necesita jugadores con técnica. Si solo buscamos el físicos, tendremos a once jugadores que correrán los 100 metros en diez segundos, pero eso no es fútbol», admitía Koeman en una entrevista con este periódico. «Faltan jugadores que sepan ver el fútbol», añadía. ¿Faltan?. Vayamos a la base. «En las categorías inferiores de Osasuna tenemos esa posición colapsada», responde Ángel Alcaide, director de cantera de los rojillos. Una situación que se repite en la mayoría de clubes de España. «Hay que encontrar jugadores con físico, pero también técnicos. Buenos cocineros», resume el exjugador y agente Joyce Moreno.

Una situación que España parece controlar pero que trae de cabeza a la gran mayoría de canteras de Europa. "Ahora mismo, un mediocentro creativo es el futbolista más demandado junto al delantero centro", admiten desde la dirección deportiva de un equipo de Primera División. "Hay carencia de puntas. En el medio estamos metiendo mucho centrocampista con músculo, pero también necesitamos técnica", insiste Moreno, que pone el ejemplo de Rodrigo como el mediocentro talentoso y físico del futuro: "Es una bestia desde pequeño".

A estropearle la fiesta a Alemania

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