El Madrid sufre en Getafe, pero sale vivo gracias al pie de Arda Güler y las manos de Courtois

El Madrid sufre en Getafe, pero sale vivo gracias al pie de Arda Güler y las manos de Courtois

El Madrid sigue vivo en la guerra de la Liga tras la batalla de Getafe, donde el pie de Arda Güler, timón y goleador, le valió para mantenerse a cuatro puntos del Barça. Tambaleó, eso sí, en un final de infarto donde jugó con uno menos por la lesión de Camavinga. La noche del sur de Madrid la hizo suya Güler. El turco aprovechó las rotaciones de Ancelotti, que sentó a Camavinga, Modric, Ceballos y Bellingham, y se convirtió en el líder del conjunto blanco. Acompañó a Tchouaméni y Valverde en el centro del campo, abandonó la mediapunta, bajó a la base izquierda de la jugada y ordenó y creó para los suyos en una parada clave en la lucha por la Liga. [Narración y estadísticas (0-1)]

El Madrid creció a partir de su pie izquierdo. Calmado, a pesar de la intensidad inicial del Getafe, pausó y aceleró el juego cuando debía, rompiendo líneas en conducción o tocando con los centrales a la espera de la presión rival. Su posición puede abrir una solución para Ancelotti a medio plazo. El Madrid busca desesperadamente un cerebro que complete el puzle de sus próximos años, alguien que sustituya las virtudes de Kroos. Y el turco, mediapunta como el alemán en sus inicios, tiene detalles para crecer en ese puesto.

Y además, Güler puso la guinda a su partido con el 0-1, que asentó las ideas del Madrid en Getafe y puso su mente camino de la final de la Copa del Rey de este sábado ante el Barcelona. Los de Ancelotti fueron superiores al cuadro de Bordalás, que apostó por un bloque sólido en defensa pero sin profundidad en ataque. No le ganó la batalla del centro del campo al Madrid, entregó el balón y estuvo vendido cuando los blancos consiguieron abrir su defensa.

Caminando por el alambre

Valverde y Fran García lo probaron en el primer cuarto de hora, justo antes del gol del turco. Vinicius arrancó en una contra tras un córner de los locales y provocó el tanto. Brahim no aprovechó el pase atrás del brasileño y el rechace terminó en Güler, que batió a Soria con la derecha desde la frontal del área. Sin reacción, el Getafe repitió un plan: balones largos para que Borja Mayoral se peleara con Asencio y alguno de los centrocampistas pudiera lograr una segunda jugada. Tuvo intentos, pero no puso en aprietos a Courtois.

En el otro área, el Madrid se adueñó del balón y buscó romper al espacio con Vinicius y Endrick, que entró en el lugar de Rodrygo y tuvo un mano a mano clarísimo en el minuto 30. Alaba le encontró en largo, el joven delantero tiró una pared con Vini y cuando estaba delante del portero, no logró superarle. Hubiera sido la sentencia de un partido que seguía en el alambre, a un gol de ponerle en bandeja la Liga al Barça.

Pero el paso por vestuarios descolocó al Madrid. Alaba, con molestias en la pierna izquierda, se quedó en la caseta y Camavinga entró en el césped, obligando a Tchouaméni a pasar al centro de la defensa. Y lo que carburaba a pleno rendimiento se gripó. Güler dejó el mando y los blancos comenzaron a perder duelos individuales alentando al Getafe. Lo vio Bordalás, que apretó la salida blanca y lo apostó todo al ataque, dando entrada al gigante Álvaro, canterano madridista, a Coba y a Peter, látigos en la banda. Por ahí nació el peligro local.

Una de las paradas de Courtois ante el Getafe.

Una de las paradas de Courtois ante el Getafe.AP

El Madrid, con la Liga en juego, sufrió. Por el ímpetu rival y por sus propios errores, inadmisibles en un equipo que está peleando por el título. En el 56, Endrick tuvo otro mano a mano clarísimo ante Soria, pero con tiempo para pensarlo todo, intentó una vaselina que apenas se levantó del suelo. En la banda, Ancelotti se desesperó y llamó a Bellingham, que estaba calentando.

El enfado del italiano fue a más cuando Vinicius erró otra ocasión clarísima que hubiera sentenciado el duelo y les hubiera dado libertad para pensar en La Cartuja. El brasileño arrancó hacia portería en una contra, amagó ante varios defensas y en lugar de ceder a Bellingham, se jugó el disparo, forzado ante Soria, que sacó a córner.

Arambarri, en el otro área, perdonó la vida liguera del Madrid al definir desviado ante Courtois y el duelo entró en el drama con la lesión de Camavinga, que dejó a los blancos con diez en los últimos minutos. Ahí apareció el héroe Courtois, salvando a su equipo ante un disparo potente de Álvaro. Vivió el Madrid.

El Madrid sucumbe a su impotencia y Ancelotti inicia el 'via crucis'

El Madrid sucumbe a su impotencia y Ancelotti inicia el ‘via crucis’

Quien no ha tenido una pareja o un amante que siempre llega tarde, que te desespera en la espera. Cien veces decides irte y cien veces decides quedarte, porque crees que el final de la noche será único. Cuando no acude, lo maldices, pero sabes que volverás al mismo lugar, con la misma excitación, en la siguiente cita. Esa pareja o amante es el Madrid. Lo saben todos los que formaron la larga procesión secular al Bernabéu, esperanzados en una remontada que esta vez no se produjo, porque la cita exigía pasión, claro, pero a las mejores pasiones las acompañan las caricias, y nadie del Madrid se las ofreció a la pelota. El Arsenal lo hizo lo justo, suficiente no sólo para pasar a semifinales de la Champions, también para ganar en el Bernabéu. El Jueves Santo no va a impedir las maldiciones, aunque el fútbol tenga querencia por las estaciones de la Semana Santa: martirio y resurrección. El creyente Ancelotti tiene difícil la segunda. Ha empezado su via crucis. [Narración y estadísticas (1-2)]

El entrenador había hablado, entre medias sonrisas, de la cabeza, el corazón y los cojones. La máxima de las cuatro C la acuñó Seve Ballesteros. Ancelotti se olvidó de citar la primera: la calidad. El Madrid no la encontró en ningún momento, como si esta vuelta de cuartos fuera la metáfora y la hipérbole, ambas a la vez, de la temporada. La sobreexcitación no ayudó. De hecho, el Madrid empezó el partido por el final. Necesitaba tres goles para igualar la eliminatoria, tres goles en 90 minutos, y escogió la montonera. Está bien algo de descontrol, pero si es para descontrolar al contrario en la salida de toriles, en un arranque a fuego. Pasado ese tiempo, es necesario el juego.

El problema no es que el Madrid no lo encontrara en el Bernabéu, es que prácticamente no lo ha hecho en toda la temporada. El choque fue el collage de todos sus problemas estructurales a los que Ancelotti no ha encontrado solución desde la marcha de Kroos. La entrada de Modric, tardía, no sirve de nada porque no es el mismo Modric, y porque el croata no siente ya la jerarquía de antaño. Ceballos pasa por el centro del campo como unos padres por la habitación de un adolescente. Pone las cosas en su sitio, nada más.

Demasiados centros

Esta eliminación, esta derrota y esta impotencia va a pesar sobre la figura del italiano, cuando al via crucis le quedan dos paradas decisivas: la final de Copa y el clásico en Montjuïc, ambas ante el Barcelona, con ventaja en la Liga. Después de haber perdido ya dos este curso ante los azulgrana, el mayor aliado del Madrid es la estadística, porque es difícil perder cuatro. Ese Barça necesitaba un estímulo nuevo en el vestuario la temporada pasada y lo encontró. A Florentino Pérez le corresponde reflexionar acerca de si lo necesita el Madrid, con todo el respeto por el entrenador que más títulos ha ganado en la institución. Difícil análisis.

Ancelotti optó por lo esperado, con Valverde en el centro del campo, aunque ello supusiera dar el lateral a Lucas Vázquez. Pese a sus lagunas defensivas, fue de los más activos en su despliegue ofensivo, aunque una vez en los tres cuartos, el Madrid abusó de los centros, frontales muchos de ellos y fáciles de defender para el Arsenal. Ni un balón comprometido tuvo que sacar Raya de la portería del Arsenal en todo el primer tiempo. Courtois, en cambio, detuvo un 'penaltito' cometido por Asencio, cantado como un gol en el coliseo blanco, a Saka, un Panenka confundido, y otro disparo cruzado de Martinelli tras una contra.

Poco más hicieron los de Arteta, a la espera de que pasaran los minutos frente a la frustración blanca. Es el equipo de la Premier menos goleado, el que mejor defiende. Se siente cómodo en esa situación. La impresión es que mostró menos de lo que tiene, porque no lo necesitó, en el aspecto ofensivo. En una de sus triangulaciones se encontraron Odegaard, Mikel Merino y Saka para elevar sobre Courtois y redimirse del penalti. El efecto psicológico, pasada la hora, lo emborronó el propio Arsenal, con un error de Saliba que ofreció el gol a Vini.

Los futbolistas del Arsenal festejan el 1-2 en el Bernabéu.

Los futbolistas del Arsenal festejan el 1-2 en el Bernabéu.EFE

Nada cambió, en realidad, porque no había ideas con que cambiarlo, mientras el Arsenal, inteligente, intentaba jugar más tiempo en campo del Madrid, alejarlo de su área y refugiarse en largas posesiones. El control que pretendía Ancelotti, sin conseguirlo pese a dar entrada a Ceballos o Modric, lo tuvo siempre Arteta, un entrenador español de nueva generación que se presenta a lo grande en el mejor escenario posible. Martinelli culminó, a la contra, lo que el juego decía. Sólo se trataba de esperar el momento.

A Arteta le aguarda el PSG de Luis Enrique. El PSG en el que ya no juega Mbappé, que llegaba después de una patada de impotencia ante el Alavés. La impotencia continuó. El francés vino para ganar Champions después de ganar todo el dinero posible. Tendrá que esperar. Se movió por todas partes, pero sin la precisión adecuada, y dejó el campo lesionado. Tampoco acometió escaladas individuales, como intentó Vinicius desde el inicio, pero siempre perdedor frente a Timber, Saliba o Declan Rice, goleador en la ida y pletórico en la vuelta. La cruz que porta Ancelotti es también su cruz.

El Arsenal ejecuta al Madrid en el paredón de todos sus males

El Arsenal ejecuta al Madrid en el paredón de todos sus males

Los misiles de la muerte pudieron hasta con el cíclope blanco. Courtois hace milagros, pero no hay panes y peces para quien no los merece. La caída del Madrid fue algo más que una muerte a balón parado. Fue una ejecución en el paredón de todos sus males, con disparos de Declan Rice que tenían todo lo que, hoy, no tiene este Madrid deambulante: la contundencia y la precisión. Rice, en realidad, sólo apretó el gatillo.

La cruel derrota, consumada por Mikel Merino, un delantero de paso, compromete al equipo blanco, que necesita invocar a todos los espíritus de la remontada, no sólo a Juanito, y compromete a Ancelotti. Con el entrenador atascado, Vinicius perdido y Bellingham desesperado, la esperanza es la épica y quien todavía no sabe nada de esa épica. Mbappé llegó para ganar Champions. Primero debe ganar al destino. [Narración y estadísticas (3-0)]

La forma de caer ante el Arsenal es proporcional a dos cosas: la tendencia del Madrid en los últimos partidos y la proporción del rival. Leganés, Real Sociedad y Valencia, con distintos resultados, ya mostraron los problemas de un equipo frágil en defensa, desenfocado en el centro del campo y no siempre enfocado en ataque.

No es el equipo de Mikel Arteta lo mejor de la Premier, pero es un equipo que crece y crece si le dejas jugar. Si los goles no llegaron antes de que Declan Rice activara el cañón, fue gracias a Courtois, brutal en sus intervenciones ante el propio Rice y Martinelli, en el primer tiempo, o de nuevo Martinelli y Merino en el segundo. El Arsenal hizo lo suficiente para golear de cualquier manera.

parábola inverosímil

La pegada de Rice está fuera de catálogo. Ambos goles llegaron de falta, lejanas, y ambos con una potencia y colocación que redujeron a Courtois a su condición humana. Ni un reproche al portero, todo el mérito para el jugador inglés, que recordará este día toda su vida, sea cual sea el desenlace de la eliminatoria. Primero salvó la barrera con una parábola inverosímil; después, colocó en la escuadra.

Ancelotti sabía bien de la febrícula de su equipo y por eso les mandó abrigarse. El Madrid no tiene la temperatura corporal adecuada y el entrenador sacó la mantita al salir al Emirates para cubrir bien todo el centro del campo. En el Bernabéu habrá que quitársela y jugar a pecho descubierto. No quedan días para 'pechos fríos'

La manta era el 4-4-2, en el que Bellingham se situaba en la izquierda y Rodrygo, en la derecha, con claras instrucciones defensivas. Vinicius y Mbappé, pues, compartían el ataque. Las razones de Ancelotti no se debían únicamente a la peligrosidad del Arsenal por las bandas, con Saka y Martinelli, sino a las componendas que tiene que hacer en la defensa desde el principio de temporada. Valverde volvió al lateral derecho y en el izquierdo apareció Alaba, con una venda en un muslo, todavía bajo mínimos. El austriaco conoce el puesto, ya que jugó en esa posición en sus inicios en el Bayern, pero hace ya largo tiempo. Saka lo sometió a un tormento, pero también puede decirse lo mismo de Martinelli ante el uruguayo. El compromiso en las ayudas de Bellingham y Rodrygo no bastaba.

Bellingham, desesperado tras una ocasión perdida.

Bellingham, desesperado tras una ocasión perdida.EFE

El cambio de sistema, del 4-3-3 habitual al 4-4-2, cargaba el mensaje: precaución. El Arsenal de Arteta es un equipo de alto ritmo de juego y llegada por las bandas, pero también de compenetración en las jugadas a balón parado, diseñadas por uno de los ayudantes del técnico donostiarra. Cuando lanza un córner, acumula jugadores casi en la línea del portero, como niños que esperan, ansiosos, que se rompa la piñata. El overbooking hizo que Saliba rechazara un centro-chut que había superado a Courtois. Con esa producción ofensiva no tener en el área a Havertz o Gabriel Jesus es un hándicap. Arteta ha pedido a Merino que se convierta en camaleón. Se ha puesto el traje del nueve con goles, también frente al Madrid, el tercero, después de porfiar mucho frente a Courtois.

El Madrid respondió al acoso inicial con posesiones largas, aunque estériles, para bajar las revoluciones al partido. Cuando pudo, corrió, gracias a los robos o pérdidas que abrían un páramo por delante. Ni Vinicius ni Mbappé, sin embargo, encontraron la precisión para batir al español Raya, sin trabajo, pero con sensación de dominar el área en todas sus salidas.

Más desalentador resultó su nula reacción tras los goles del Arsenal, cuando ya no había que abrigarse más, sino destaparse. La excitación del equipo inglés y la mejor gestión de Arteta pudieron generar un resultado todavía más cruel, mientras Camavinga se autoexpulsaba y las soluciones del banco, como Brahim, no aportaban nada, porque el problema no era de nombres, sino de rumbo. Ahora sólo está a tiempo de la épica.

El Real Madrid, con problemas en la portería

El Real Madrid, con problemas en la portería

Actualizado Jueves, 3 abril 2025 - 19:28

Thibaut Courtois y Andriy Lunin, primer y segundo portero del Real Madrid, podrían perderse el partido de este sábado contra el Valencia, y quizá alguno más. El próximo es el martes contra el Arsenal, encuentro de cuartos de final de la Champions League.

El entrenador del Real Madrid, Carlo Ancelotti dijo en rueda de prensa que espera que estén listos para dicho partido de cuartos. Tanto el cuerpo técnico como el médico del club optan por la espera en esta situación, ya que se trata de los dos porteros con ficha de la primera plantilla.

Courtois ya no jugó los dos últimos partidos, llegó con molestias musculares tras un encuentro con su selección belga y está todavía recuperándose de ello. Lunin también tuvo complicaciones tras el partido del martes, en el que el Madrid se enfrentó a la Real Sociedad en semifinales de la Copa del Rey.

En caso de que ambos jugadores finalmente sean baja Ancelotti tendrá que mirar hacia la cantera. Podría ocupar el lugar de los dos guardametas principales Fran González, jugador del Castilla.

Fran González ha sido convocado en bastantes ocasiones con el Real Madrid, pero todavía no ha debutado, por lo que en caso de jugar sería su debut en partido oficial con el primer equipo. Tiene tan solo 19 años y una altura de casi 2 metros, 1'99 para ser exactos. Con el Castilla jugó 16 partidos y suma un total de 19 goles encajados.

En el entrenamiento de este jueves no solo faltaron Courtois y Lunin. Tampoco estuvieron presentes Éder Militao, Dani Carvajal, Dani Ceballos y Ferland Mendy.

Dios viste de blanco: el Real Madrid revive la pesadilla del Atlético en los penaltis

Dios viste de blanco: el Real Madrid revive la pesadilla del Atlético en los penaltis

Tenía razón Simeone. La eliminatotia estaba en manos de Dios, y Dios, como decía su compatriota Borges, no admite sobornos. Ninguno los cometió, entregados Atlético y Madrid a un derbi agonístico, sostenido el primero sobre un gol al alba, a los 29 segundos, sobrepuesto el segundo a la atmósfera del Metropolitano, al balón a los cielos de Velázquez lanzado por Vinicius, incluso a sí mismo. A Dios le tocaba elegir, no castigar, en el te quiero, no te quiero de los penatis, pero el resbalón de Julián Álvarez ante la suerte suprema tiene algo de castigo. El Madrid avanza, pues, a cuartos de la Champions como si caminara sobre las aguas, sin resbalarse, porque Dios viste de blanco. [Narración y estadísticas (1-1, 2-4)]

A Rüdiger correspondió el penalti decisivo, el último, después de que marcaran sus pesos pesados, Mbappé y Belligham los primeros, con un Vinicius fuera, que ya había fallado en el mismo lugar. Tiene Champions para corregirse. Marcos Llorente envió antes de Rüdiger al palo. El fatalismo se repetía para el Atlético y para Simeone, que gritaba a los suyos que levantaran la cabeza. Estaban eliminados pero estaban de pie.

Ese Madrid inyectado había salido al césped del Metropolitano como se sale del servicio del cine cuando la película está a punto de empezar. Siempre queda algún botón por abrochar. Mal asunto. Lo que le esperaba no era una comedia, precisamente. En 29 segundos, estaba en pelotas, lo que tardó el Atlético en desnudarlo, de la bragueta a la camisa. La eliminatoria empezaba de nuevo, igualada, en el minuto uno.

Los excesos y el absurdo

El balón transitó entre los futbolistas del Atlético como si derribara fichas de dominó, fichas blancas: Asencio, Valverde, Courtois. A Gallagher correspondió el remate final, en un cuerpo a cuerpo con el belga. Era como una señal del destino, puesto que el inglés había sido una de las dos novedades escogidas por Simeone en el once. Reinildo, la segunda, para armar una banda izquierda nueva con respecto a la ida en el Bernabéu. Por ese lugar recibió el golpe en la ida, muy temprano. Lo devolvía mucho antes, sin que el Madrid se hubiera abrochado todos los botones.

Simeone ni se inmutó en la banda, lejos su hipercólera. Esto es muy largo, pensó, entre expectante y sorprendido. En su mente anidaba la pregunta de qué hacer frente a un escenario inesperado, al menos tan pronto. Nunca sabremos cuál era su hoja de ruta si el Atlético hubiera tardado más en igualar la eliminatoria. Ahora estaba más claro, porque la situación regresaba a su terreno, a la cueva donde nadie juega a las sombras como el argentino. Le encanta intervenir, decidir sobre lo que acontece en el campo, manejar los tiempos de los partidos. A veces hasta el exceso, y los excesos conducen al absurdo.

El Atlético se replegó, huyó de la presión alta para proteger el tesoro e impedir correr al Madrid. Si lo hace, hay que jugar con la pelota y el crucifijo. Una vez pudo hacerlo, una, y Mbappé puso a Oblak en el paredón. El penalti de Vini se fue al cielo.

Julián Álvarez, en el penalti que fue invalidado por el árbitro.

Julián Álvarez, en el penalti que fue invalidado por el árbitro.AP

Al Madrid le quedó inicialmente la posesión, pero la posesión sin profundidad es un ejercicio estéril, como el amor sin sexo. En el fútbol español hemos conocido las dos versiones. El ataque posicional no dio frutos a los blancos en un primer tiempo en el que apenas sacaron un disparo de Rodrygo. Nada más. Poco. Poquísimo. Mbappé, desesperado, escapaba del área a los medios para tocar el balón y sentir que estaba en el partido.

El peligro lo generaba el Atlético, porque a su excelente organización defensiva añadía más intensidad en las disputas que se producían en las transiciones, con la excitación justa. Encontrarla era básico para los rojiblancos, en una atmósfera muy cargada, como sucede en los derbis del Metropolitano. No estábamos ante un derbi cualquiera. Igualar la eliminatoria tan pronto se lo permitió. Lo contrario los hubiera desquiciado.

Sin necesidad de desguarnecer sus líneas, con muchas precauciones por parte de Marcos Llorente y Reinildo, habituales en los despliegues, los jugadores de Simeone consiguieron llegar al área de Courtois y provocar que apareciese la mejor versión de Julián Álvarez, voraz para cargar la pierna desde cualquier lugar y disparar, incluso para intentar dos veces seguidas el gol olímpico. Sabe que es una estrella, sabe que quiere ser un número uno y sabe dónde ha de conseguirlo. Era un partido señalado. Julián Álvarez le ha ofrecido a este Atlético, donde vemos la versión otoñal de Griezmann, un vértice de calidad extrema, en el gol y en mucho más.

Cambios de riesgo

El Madrid debía elevar la presión y la movilidad para poder encontrar las ocasiones. Lo hizo tras regresar del descanso, sin que el Atlético cambiara su plan, salvo en los primeros minutos. Eso es muy del Cholo, un arranque a fuego y después el repliegue a la espera de la carroña. El factor sorpresa a veces funciona. Lo hizo en el primer tiempo. Después, no.

Ancelotti se había inclinado por Modric como titular, porque el partido pedía galones, temple, sabiduría. Sin embargo, la celda del Atlético le obligaba a mover los barrotes con energía. Camavinga saltó para ocupar el lugar del croata, pero a la vez se retiraba del campo también Tchouaméni, Valverde pasaba al centro y Lucas Vázquez ocupaba el lateral. Cambios de riesgo. Poco tiempo después, Brahim, en busca de las acciones de uno contra uno para superar piezas hasta entonces infranqueables.

La única vez que el Madrid lo había logrado fue por un error ajeno, de Griezmann, en su área. Pudo entonces correr, aplicar su manual, para conectar con Mbappé, único en los movimientos en ese lugar. Lenglet lo derribó. Con muy poco, Vinicius estaba ante los 11 metros, ante la puerta de Oblak como si fuera la puerta de la gloria. Volvió al purgatorio.

A la prórroga llegaron ambos entre el cansancio, las lesiones, como las de Mendy o De Paul, y el miedo. El Atlético ya no contaba con Giuliano, una dinamo que genera y genera energía, ni De Paul, pero aparecía el factor Correa. Un control de cirujano tras un envío de Oblak, de costa a costa. Insuficiente para tumbar al vigente campeón.

Brahim cobra la mínima ventaja en el derbi del miedo

Brahim cobra la mínima ventaja en el derbi del miedo

El Bernabéu es un buen lugar para la contemplación si se es espectador. Como mirar una catedral para los devotos, con un marcador que es como un fresco en movimiento. Como futbolista, sin embargo, es un mal asunto. El Atlético partió deliberadamente contemplativo, agrupado en su campo, a la espera de que no pasaran cosas. A Simeone le puede su naturaleza, tenga lo que tenga, y no es un reproche, ni es negativo. Es lo que es, y le ha ido de maravilla. En el Metropolitano, en cambio, deberá proponer más, porque la Champions lo exige; el Madrid, también. No le bastará su acting en la banda. Sin necesitar de una noche mágica, el rey de Europa cobra ventaja en unas circunstancias mucho más adversas, porque en el Bernabéu siempre pasan cosas si se deja crecer a los suyos, aunque las haga un suplente que no debería sentirse como tal. Es Brahim. La contemplación desde la hierba es un mal asunto. [Narración y estadísticas (2-1)]

Las primeras acontecieron esta vez muy rápido para conectar a Valverde y Rodrygo, que pudo con la velocidad de Javi Galán como si no se esforzara. El brasileño se desliza, sin desgaste, por donde otros pisan con clavos. El eslalon acabó en un gol pletórico, messianico.

Para saber más

Fue como el directo inesperado nada más sonar la campana del primer round que deja grogui al oponente. Ahí estaba la oportunidad del Madrid para romper la eliminatoria y obligar a Simeone a cambiar su hoja de ruta, que se plantó en el Bernabéu a jugar una eliminatoria, no un partido. Después de verse superado de semejante forma, como le ocurrió al lateral rojiblanco, un futbolista queda tocado emocionalmente. Rodrygo volvió a intentarlo, pero el defensa reaccionó con los tiempos justos, al límite del penalti. Giménez detuvo en la banda opuesta a Vinicius, menos preciso que su compatriota con un Mbappé de oyente. Rodrygo es el Patito feo del ataque, aunque Ancelotti es de la generación que conoce bien el cuento de Andersen.

Un equipo desgastado

Un gol no cambia, sin embargo, un plan, y el Atlético siguió a lo suyo, con la prioridad de dejar al Madrid sin espacio y refugiarse en largas posesiones que evitaran las pérdidas. Sin la pelota, cerraba los espacios entre las líneas; con ella, hacia el campo anchísimo. Ello hacía correr al Madrid, un equipo desgastado físicamente. Era parte del plan del argentino, que sabe de los buenos finales de los suyos. No lo tuvieron. Ello no daba, de momento, ocasiones al Atlético, que tuvo la primera en una llegada de Giuliano, cuyo centro, dirigido a Lino, fue interceptado por Valverde. El uruguayo estaba en el campo bajo riesgo, pero en dos acciones, el pase del gol y el corte del no gol, demostró por qué.

En un contexto en el que mandaban el respeto y las precauciones, con balones al pie y sin presión alta por parte de ninguno de los equipos, los goles sólo podían llegar gracias a acciones individuales. Rodrygo había encontrado el espacio por sorpresa, pero eso no iba a volver a suceder. La de Julián Álvarez fue individualísima. Después de un error de Camavinga, alzó su visión periférica desde el cuerno del área y lanzó un disparo teledirigido que salvó la envergadura de Courtois. Como burlar las alas de un cóndor.

La réplica la puso Brahim, nada más regresar del descanso, al sostenerse en el área gracias a su potente tren inferior y su bajo centro de gravedad, y salvar contarios para colocar el balón en el lugar imposible de Oblak. Una acción de alivio para el Madrid, porque Simeone ya había mandado aumentar el ritmo de los suyos al salir del vestuario. Al argentino le gusta jugar varios partidos dentro de un mismo partido, no digamos ya en una eliminatoria. La nueva ventaja del Madrid llegaba de la nada, como había ocurrido con el tanto de Julián Álvarez.

Julián Álvarez, ante Camavinga, en la acción del 1-1.

Julián Álvarez, ante Camavinga, en la acción del 1-1.AFP

Brahim y Julián tiene algo en común, y es haber llegado procedentes del Manchester City. Todo lo que deja Guardiola suele tener tara, pero con estos jugadores alguien se equivocó, por ponerlos poco o por abrirles la puerta. También en la Federación Española. Julián, la gran referencia de este Atlético, ya por encima de Griezmann, apunta en grande. Brahim, recambio del sancionado e intocable Bellingham, hace muchísimas cosas, y todas bien.

Oblak encajó el segundo gol, pero el Atlético encajó el temor, y más cuando Ancelotti echó mano de Modric, al que Simeone veía como titular, para sacar del campo a Camavinga. Brahim se lo recordó a gritos desde la banda tras su gol. Sabe el argentino lo que el croata puede hacer, por lo que llamó a Le Normand para pasar a jugar con línea de cinco y vació su centro del campo para poner a Correa y Sortloth, los jugadores de sus finales. Si había algo que jugar que fuera en las áreas, aunque estuvo más cerca de perder más que de ganar algo. Camino del Metropolitano, el Madrid lo hace más seguro de lo que estaba antes de saltar a su propio estadio. Simeone sabe que necesitará más.

La noche incompleta de Julián Álvarez en el Bernabéu: "Ellos hicieron los goles en los momentos justos"

La noche incompleta de Julián Álvarez en el Bernabéu: “Ellos hicieron los goles en los momentos justos”

Unos pueden preferir a la leyenda Fernando Torres, otros se quedarán con la fiereza del Tigre Radamel Falcao, nadie olvida el paso de Kun Agüero, pero es seguro que todo el mundo en el Atlético de Madrid se acordará de Julián Álvarez. El argentino es un delantero diferente, capaz de dominar todas las suertes del juego y, por supuesto, la más importante: la del gol. Con el del Bernabéu, lleva vivo a su Atlético de Madrid al Metropolitano.

El tanto que se sacó de la chistera con Camavinga de testigo fue de los que marcan la carrera de un jugador. Pico del área izquierda, comba de interior y a la escuadra de Courtois con el belga embelleciendo más la foto con una estirada imposible. No necesitó de nada ni de nadie más que de su talento para empatar momentáneamente el duelo. "Ellos hicieron los goles en los momentos justos", contó el protagonista en la entrevista postpartido.

Este era su tanto número 22 en 41 partidos. Además, hay un dato de mayor peso a esta estadística y es que 12 de esos 22 han servido para abrir la lata, aunque este miércoles fuera para poner el 1-1 en el marcador. A los goles suma cinco asistencias porque, si algo tiene el futbolista argentino, es que tiene la misma capacidad para jugar tanto dentro como fuera del área y tanto en fase ofensiva, la suya, como defensiva. Verle hacer sprints para recuperar balones en contras madridistas era encomiable y muy apreciado por su técnico, quien vivió la cara con Julián y la cruz con Javi Galán.

Un tormento para Galán

Resulta curioso ganarte a Simeone con unos minutos y una asistencia. Eso hizo en el primer derbi de liga ante el Real Madrid. Desde aquel innombrable partido, recordado por el lanzamiento de mecheros a Courtois, Galán se hizo con la titularidad en el carril izquierdo rojiblanco. Del ostracismo al protagonismo.

Sin embargo, el Madrid quiso cobrarse la venganza ante el lateral extremeño en la ida de Champions en el Bernabéu. Los blancos, con Rodrygo de estilete, quisieron hacer del partido de Galán un tormento. En menos de 10 minutos, le habían atacado en tres ocasiones con resultado de un gol en contra y un forcejeo que, en ocasiones, es pitado como penalti en contra.

Fruto de la presión y quizás con los fallos en la cabeza, el defensa no era capaz de dar un pase a un compañero a menos de cinco metros. En su descargo hay que decir que Lino, que debía ayudarle en ese costado, se iba demasiado al medio y dejaba que Valverde le percutiera junto al delantero brasileño.

El Cholo se desesperaba en la pequeña zona técnica del Bernabéu. El técnico argentino se llevó varias advertencias del juez de línea durante el duelo. Encima, Galán comenzaba el duelo a metros del argentino, el que le sacó de la ignorancia. De hecho, tan pronto el lateral ganó un duelo en su cara, Simeone le animó para que se viniera arriba y no se hundiera ante un Bernabéu repleto con casi 4.000 gargantas animando desde la zona de visitante.

Un Atlético con personalidad

El Atlético tenía la lección más clara que el Madrid. Los rojiblancos apretaban al largo conjunto blanco y recuperaban con mucha velocidad el balón. Además, cuando tenían la posesión, no les quemaba el balón y especialmente a De Paul, el timón rojiblanco al que los blancos ignoraron todo el partido.

Pero pese a la personalidad que mostró el Atlético, se llevó una derrota. Brahim ejemplificó la crueldad que siempre han tenido los blancos con su vecino. Una crueldad que llegó a ser sádica entre 2009 y 2013, periodo en el que venció en los 10 duelos que se enfrentaron. Pero el Cholo cambió la historia y los rojiblancos ya no van al Bernabéu a un potro de tortura, aunque se tengan que someter, por desgracia, a las individualidades que siempre pueblan el equipo blanco.

Simeone apuntaló la defensa sacando a Griezmann por Le Normand para apagar el arreón del Madrid tras el gol del marroquí y luego sacó la pólvora por si cazaba una última contra para llevar el duelo en tablas al Metropolitano. Pero el partido se fue apagando con ambos equipos conscientes de que esta contienda tiene 180 minutos. "Sabemos que quedan 90 minutos", apuntó Álvarez. Más saben los diablos por viejos que por diablos. Pregunten a Ancelotti y a Simeone.

Héctor Fernández: "Fui un absoluto trastornado, me salí del mercado completamente... y así me fue"

Héctor Fernández: “Fui un absoluto trastornado, me salí del mercado completamente… y así me fue”

Desde 2019, Héctor Fernández (Vitoria, 1979) ya no es periodista o, al menos, ha metido en el sótano esa faceta. Ahora es director general de By & For, la agencia de representación de Antoine Griezmann (entre otros), y asesor personal de Thibaut Courtois. Acaba de volver de Nueva Orleans, donde ha estado en la Super Bowl, no puede ocultar que está disfrutando y resulta difícil discutir el acierto de su decisión, pero antes de cruzar al otro lado fue estrella ("y estrellado", ríe) de la radio, uno de los más jóvenes en dirigir y presentar uno de los tres grandes programas deportivos nocturnos (‘Al primer toque’, de Onda Cero). Lo hizo hasta que el desembarco de José Ramón de la Morena le atropelló y empezó a hacerle pensar en otras aventuras.

¿Echas de menos el periodismo o estás en la gloria?
Estoy muy bien. Puntualmente aparecen las ganas de volver a hacer algo periodístico, pero se me pasan rápido. Siento que lo que tuve que vivir ya lo viví y cada vez que me apetece, pienso en lo que hice, me pongo un trozo de algún programa de entonces y con eso ya me siento reconfortado. Es un impulso efímero,
¿En qué momento dijiste: "Hasta aquí hemos llegado"? ¿Por qué lo dejaste?
Fueron un cúmulo de circunstancias. Principalmente que llegó un punto en el que sentía que mi vida, de manera orgánica, se iba hacia el otro lado y que así no podía ser leal con la empresa que me pagaba, que era Onda Cero. Yo estaba compaginando las dos cosas, periodismo y asesoramiento a deportistas, pero lo hacía sólo como amigo, sin cobrar un euro. Sé que hay muchos periodistas que han hecho eso durante toda su vida cobrando de las dos partes, pero eso implica ser juez y parte y no creo que sea ético, al menos a mí no me salía y yo no me sentía bien en esa posición. Para mí, ayudar a Antoine [Griezmann], Thibaut [Courtois] o Niko [Mirotic] no era una cuestión profesional, era amistad, pero al final manejaba información, sabía cosas que iban a pasar y no me sentía honesto con mi empresa al no contarlas. Evidentemente, jamás iba a ser desleal a mis amigos, pero tampoco podía serlo a una empresa que me había hecho todo lo que yo era como profesional y me había dado tanta confianza. Ese fue el punto principal para dejar el periodismo.

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¿No influyó que te quitaran el programa para dárselo a De la Morena?
Me puedo perder en cositas, detalles, tonterías que pasaron todo ese tiempo, pero yo tomé la decisión porque sentía que podía crecer profesionalmente yéndome al otro lado. Sí es cierto que quería ser yo quien tomara la decisión sobre mi futuro y me pesaba que la salida de ‘Al Primer Toque’ la decidieron por mí. Sentía que eso podía repetirse y no quería que me volviera a pasar.
Lo cierto es que pudiste decidir dejar el periodismo con 40 años, porque tu carrera había ido rapidísimo. Con 32 ya estabas al frente del programa estrella de una de las grandes radios.
Fue increíble porque a mí me gusta mucho visualizar lo que puede pasar para anticiparme y prepararme para no tomar decisiones precipitadas ni hacer el tonto. Bueno, pues con cuando tomaron la decisión de que sustituyera a Ángel Rodríguez, que es una persona a la que quería muchísimo personal y profesionalmente, no sirvió de nada esa preparación. Me cegué y no pensaba en nada más que en hacerlo. Ni en contratos ni en condiciones ni en nada. Me regalé. No renegocié nada, firmé lo que me presentaron porque era el sueño de mi vida. Cuando va pasando el tiempo te das cuenta de que igual no era tanto sueño, pero en ese momento era lo máximo a lo que podía aspirar. Luego, claro, descubres que cuanto más cerca de la cima estás, más cerca estás de que te quiten de ahí. Hay mucha más gente revoloteando a tu alrededor con una actitud más hostil que quiere tu sitio, pero en el momento fue increíble. Nunca podré estar suficientemente agradecido a Onda Cero por la confianza que me dio.
Eso es en 2012 y tú habías llegado a Madrid en 2006.
Sí, estaba en Onda Cero en Vitoria y me trasladan cuando despiden a Pipi Estrada. Llego a Madrid y la primera cobertura que me mandan hacer es la llegada de la selección tras ganar el Mundial de baloncesto. ¿A quién me encuentro allí? A Pipi. Me daba un corte de cojones y me dijo: "Pichón, la culpa no es tuya, es del hijoputa de tu jefe". Y yo me quería morir, claro porque, desde Vitoria, a Pipi, Alejandro Romero, Iñaki Cano o Corrochano, yo no los veía como compañeros sino como ídolos. Yo estaba allí con mi papel y mi boli para apuntar y aprender todo lo rápido que pudiera. Me habían traído para coordinar el fin de semana, ser una especie de alter ego de Javier Ares, pero la verdad es que era un absoluto inconsciente y no tenía ni puta idea de lo que iba a hacer. Así de claro.
Cuando te dan ‘Al Primer Toque’ sí tenías muy claro lo que ibas a hacer: un tipo de programa que no se hacía, más polideportivo, menos gritón, más fresco…
Para mí, claramente la apuesta tenía que ser esa, algo joven, diferente y puro. Igual la palabra no es puro sino inconsciente. Ninguno de los que formamos el equipo venía intoxicado por la experiencia de haber estado en otro programa de la noche. Me acuerdo perfectamente de que una de las primeras preguntas que me hicieron los jefes fue: "Bueno, ¿vamos a fichar a gente? ¿Qué firmas fuertes podemos ver por ahí?". Y respondí: "No, vamos a hacer contrato a todos los becarios". Me dijeron que estaba loco, pero es en lo que yo creo y lo que he hecho toda mi vida. A la hora de hacer equipos, apuesto más por la gente que quiere crecer y va a matar por ti que por la que te va a dar un salto de calidad inicial, pero no tiene esa implicación. Yo sabía que haciendo eso por ellos, ellos iban a estar conmigo. Eran buenísimas personas y podían ser muy buenos profesionales. No eran los mejores, pero no venían intoxicados por nada y yo quería hacer lo que creía sin dejarme influir. Apostamos fortísimo por eso y creo que salió bien.
Sin embargo, tras cuatro temporadas, te cambian por De la Morena, que era una superestrella y establishment puro.
Cuando se produce el cambio era un punto de inflexión en que la cadena tenía que apostar por hacernos crecer o ir a lo aparentemente seguro. Decidieron cambiar y apostaron por Joserra, pero si en ese momento la casa decide aumentar el presupuesto del programa y meter un par de cambios, el programa hubiera crecido. ¿Por qué? Porque todo aquello que se sembró esos cuatro años de ‘Al primer toque’, lo he recogido después yo personalmente. Onda Cero apuesta por mí y el beneficio no lo recogió la radio porque cuando empezó a llegar ya no estábamos.
¿Tu cercanía con las estrellas del deporte surgió ahí, por ese tono que usabas?
Sí. A partir del segundo año, cuando ya nos habíamos presentado y sabían lo que hacíamos, nos era muy fácil llegar al personaje. Eso también implicaba tomar decisiones que estoy convencido de que en otra redacción nos hubieran tomado. Yo tuve la oportunidad de entrevistar a un jugador que iba a confesar algo que iba totalmente contra su carrera, un tema de drogas, y estando ya con él decidí suspender la entrevista y llamar a Luis Villarejo, que estaba en el CSD, para intentar ayudar a esa persona porque tenía la sensación de que a le iba a destrozar la vida si le ponía el micrófono delante. Esas cosas se van sabiendo entre los deportistas. Por ejemplo, nos permitió conseguir la primera entrevista con Anna Tarrés en mitad de un tsunami terrible en el que yo le tuve que preguntar si había obligado a sus nadadoras a tragarse su propio vómito. Recuerdo que Brotons dijo esa noche en la COPE que habíamos pagado por la entrevista. Le mandé un mensaje dándoles las gracias por creer que teníamos tanta fuerza y tanta pasta [risas]. Lo hicimos a base de trabajo y de inconsciencia.
¿Cómo te enteras de que llega Joserra a sustituirte y cómo te lo tomas?
Mal. Me lo tomo mal porque me entero de que aquello se está tramando meses antes de que suceda y hay una sensación que cuaja en las redacciones que es cuando la gente te empieza a mirar con pena. Yo veía que aquello iba avanzando, que se estaban dando movimientos y nadie me decía nada. Hay un día que la empresa hace un comunicado interno que me llega sin que me hayan comunicado nada y en el que se habla de esos rumores dando por hecho que se va a hacer. Me sentó fatal y me enfrenté a mis jefes por enterarme así. Ahora lo veo diferente porque recuerdo una frase de Ramón Osorio [director general de Atresmedia Radio], al que tengo mucho cariño personal. Me dijo: "Estas cosas casi siempre se hacen mal". Luego, cuando me he visto yo en esa situación, he intentado que no sea así, pero he visto que tenía razón y muchas veces pasa. Ahora puedo llegar a entender cómo se hizo aquello.
¿Intentaste vengarte de alguna manera?
No, pero por mi inconsciencia pudo parecerlo. Días antes de dejar el programa, entrevisté a Clemente y me metió en un lío en directo terrible, porque dijo que se había enterado de que llegaba De la Morena y, teniendo en cuenta el cariño que se tienen, empezó a atacarle. Tuve que pararle cómo pude y no sé cómo salí de esa. Y el día que Onda Cero anuncia que ficha a José Ramón, estoy entrevistando a José María García para la revista Panenka y subo a las redes sociales una foto con él. De verdad que no hubo ninguna mala intención, pero, joder, Clemente y García, sus dos grandes enemigos. Qué inconsciente, tío. Y a pesar de todo eso, Joserra me trató de puta madre.
¿Te lo esperabas?
No, porque Joserra podía haber llegado a Onda Cero y haber dicho: "Este tío ya no pinta nada aquí". Porque además teníamos diferencias de criterio. Me echó bastantes broncas, discutimos, él no entendía algunas cosas que yo hacía y en otras yo creo que él no estuvo acertado, pero vi llegar a una superestrella y me encontré a un tío muy humano pese a todos los choques que tuvimos, que fueron más de los que yo hubiera querido pero me sirvieron para ver el Joserra auténtico. Si él no hubiera sido así, yo no le hubiera conocido. Creo que lo que más nos chocó de todo el proceso, tanto a él como a mí, es que hubiera tomado la decisión de venir a Onda Cero, porque saltó de un yate para subirse a una barca y creo que no lo calculó del todo bien. Tras el primer EGM, que subió pero no lo que esperaba, me metió en su despacho y me pidió perdón. Asumió que se había equivocado en cosas. Ese es Joserra.
¿No le conocías de antes?
Cuando empecé a hacer ‘Al primer toque’, le pedí a Mario Torrejón, que es mi amigo y estaba trabajando con él, que nos presentara porque tenía que conocer al puto amo de esto y saber cómo funciona. Quedamos a comer y mi conclusión fue que yo no podía ser como él. Jamás. Es un artista de la radio, un orfebre con una atención al detalle absoluta y con una presión… Yo no soy así, pero me gustó mucho conocerle y me ayudó. Luego en el reencuentro, con otras circunstancias, seguí viendo a un buen tío que entendía las cosas de una manera diferente a la mía. No era nada personal, era profesional: él era el que mandaba allí y quería las cosas a su manera. Lo que pasa es que a mí, como es normal cuando has mandado tú, me jodía que viniera otro a dar órdenes. A pesar de eso, me protegió, la primera entrevista que hizo en el programa fue a mí y cuando luego decide cambiar a Javier Ares en ‘Radioestadio’, me pone a mí. Es curioso porque fue allí donde sentí que estaba en mi sitio, que ese era el programa que yo tenía que hacer.
Y aun así, te vas.
Sí. Llegué y fue como ascender el Everest. Dije: "Vale, ya he subido, este era el sitio, es la hostia y ya me puedo bajar tranquilo". La gente no entendía nada, pero me fui lleno y feliz. De hecho, ahora me he dado cuenta de que toda mi trayectoria en la radio era para acabar allí y que me fui cuando tenía que hacerlo. Por eso, cero reproches. Ni a Atresmedia ni a De la Morena ni a nadie.
Lo que sí implicó vuestro final fue la derrota del intento de modernizar la radio deportiva nocturna. Ahora todo sigue en la línea que estableció Joserra hace 30 años. ¿Es lo único que funciona?
No lo sé, la verdad. Yo creo que nosotros funcionamos bastante bien, pero ahora está todo condicionado por el tema de no poder tener a los protagonistas. Es decir, si el protagonista del día es Baena porque ha renovado por el Villarreal, no te hablo ya de Madrid, Barça y Atleti, y no lo puedes entrevistar, ¿qué margen tienes para hacer un programa que no sea todo tertulia?
Ahora que estás al otro lado, ¿por qué el protagonista ya nunca está disponible?
Porque hubo un periodo de desgaste brutal en el que los medios vieron que no necesitaban hacer esfuerzos por llegar al protagonista porque con sus propios recursos podían hacer un programa que funcionara. ¿Y cómo lo hacen? Con el barullo, con el ruido, hablando de cosas superfluas y otras que, a veces, ni siquiera han sucedido. En ese momento, la crítica se vuelve superácida y los jugadores deciden que tienen sus recursos y sus canales para llegar a la gente y que tampoco necesitan a unos medios que sienten que les están tratando de manera injusta. Hay un punto de ruptura total.
Siendo eso cierto, ¿no tiene el futbolista la piel demasiado fina?
Puede ser, pero yo ahora les entiendo perfectamente porque les veo las 24 horas y no sólo las dos que juegan un partido. Cuando tú haces una crítica, tienes que ser consciente de que esa llega a una persona y esa persona la recoge y la procesa en un punto equis de su vida que tú, seguramente, no conozcas. Puede estar durmiendo mal porque tiene un bebé, porque el entrenador no le está dando confianza o por lo que sea. Hay mil circunstancias alrededor de la persona que hacen que en ese momento una crítica entre mejor o peor. Y es cierto que hay una parte que va con su trabajo, pero se han colocado auténticas dianas sobre ciertos jugadores con críticas muy duras y, sobre todo, en algunos casos absolutamente infundadas. Entonces, el jugador ha dicho: "Bueno, pongo aquí un muro, yo me distancio y tengo mis recursos para decir lo que quiera".
Héctor Fernández, en el despacho de su casa en Madrid.

Héctor Fernández, en el despacho de su casa en Madrid.ÁNGEL NAVARRETE

¿Es un punto sin retorno?
No lo sé. Creo que es probable que haya un punto en el que los medios y los deportistas puedan volver a entenderse porque todo son tendencias y la moda del ruido se acabará. La gente también se va a cansar de esto. De hecho, ahora me gusta ver a Pedrerol haciendo entrevistas personales porque, con la trayectoria que tiene haciendo el producto que hace, es un giro importante. Pedrerol ha decidido que una de las partes de su business es ahora sentar al mejor protagonista posible y entrevistarlo. Puede ser el inicio de un cambio.
Ya, pero Pedrerol es Pedrerol y tiene un acceso a esos protagonistas del que la mayoría carece. Por ejemplo, ¿cuántas entrevistas ha dado Griezmann desde que volvió al Atleti en 2021?
Ninguna.
¿Por qué?
Muchos factores. Estratégicos, al principio, y luego también hay que ver un poco como es la persona. Qué le gusta, en qué se siente cómodo, de qué cosas no quiere hablar… Y, sí, es cierto, en general no les apetece o desconfían. Pero eso puede cambiar si ven que el tono cambia. Yo es lo que siempre buscaba con las entrevistas en ‘Al primer toque’. Eran muy largas porque se buscaba el clima en el que el tío estuviera muy cómodo.
Te funcionó. Te llevas muy bien con los más grandes: Rafa Nadal, Pau Gasol, Fernando Alonso… ¿Cuál fue el secreto?
Ser insistente, pero respetuoso. Por ejemplo, a Fernando le insistí muchísimo, pero él había tenido alguna movida con Atresmedia y no lo lograba. Hasta que un día me escribe él por Instagram y me dice: "Te van a llamar porque lo vamos a hacer ya". Y me regaló un programa increíble en su museo lleno de gente. Él estaba entrenando en Barcelona, cogió un avión privado para la entrevista y estuvo agradable, simpático... Yo nunca podré agradecerles el regalo que ha sido poder tener ese tipo de conversaciones con ellos. Joder, con Pau hay un respeto mutuo y una admiración descomunal por mi parte porque hemos tenido vidas muy paralelas.
Varios de ellos te escribieron cuando se acabó el programa.
Sí. Rafa me escribió dos días después pidiéndome perdón por no haber escrito antes. Es la hostia [risas]. En ese momento que te sientes tan solo, tan mal y con tantas dudas sobre el futuro, que llegue un tío como Nadal y te diga "seguro que va a ir bien"... Buff, aunque sea una frase hecha le di muchísimo valor. Me escribieron también Iker Casillas, Iniesta, el Guaje Villa. Gente a la que tengo un cariño enorme y me lo devolvieron cuando más lo necesitaba.
Cuando coincidisteis en Atresmedia, se rumoreaba que Pedrerol quería ‘Al primer toque’. ¿Fue así?
Sí. No fue una convivencia fácil. Yo no entendí su llegada a Atresmedia porque opinaba que la línea transparente y tranquila del grupo se iba a alterar. Al final los que decidían tomaron esa decisión y, mira, obviamente fue acertada porque cuando un programa se perpetúa tanto tiempo no puedes decir que les están regalando nada. Pero esto es algo que he tenido que entender después, porque en ese momento yo era muy combativo con esa manera de hacer periodismo y lo suyo no me gustaba nada. Soy muy radical y creo que me equivoqué, que no tenía que haber sido tan talibán, aunque hay cosas que han hecho mal y que han hecho daño a la relación que hablábamos antes entre el jugador y los medios. La primera noche que llegaron, coincidimos en el comedor, nos dimos un abrazo y ya está, pero luego tuve movidas bastante serias con Quim Domènech, aunque ahora tenemos una relación muy buena. Al Pedrerol persona no lo conozco, solo he tratado con el profesional y en ese momento yo noté que había maniobras por detrás para ver qué cuota podía ganar. Me sentí atacado y me defendí, aunque me defendí con un palo y una piedra. Era una batalla perdida, pero ahora lo veo de un modo menos radical.
¿Cómo surgió esa relación con Griezmann y Courtois que te decide a dejar el periodismo?
Yo ya tenía una amistad muy grande con Mirotic y, cuando viene al Atleti en 2015, él ya es muy fan de la NBA y un día le cuentan que yo tengo un amigo jugando en los Bulls, que era Nico, y ahí se pone en contacto conmigo y se produce una conexión a partir de la cual ha venido todo después, una amistad que ha crecido hasta ser casi familia. Con Thibaut también hice una relación muy buena cuando él estaba en el Atleti. De hecho, en la previa de la final de Champions de Lisboa yo tuve juntos a Casillas y a Courtois, algo que ahora es inimaginable. Las relaciones fueron creciendo y, al final, decidí que trabajar con ellos era lo que quería hacer. Recuerdo que, por circunstancias de unos viajes, al último que le dije que me iba fue a Joserra y lo primero que me dijo fue: "¿Pero te vas por mí?". Me dio mucha ternura y, aunque le aseguré que no, volvió a llamarme un par de días después para preguntármelo otra vez.
Antes de irte de Onda Cero, fuiste la mente detrás de ‘La Decisión’, el documental en el que Griezmann acaba diciendo que no al Barça… producido por Gerard Piqué. ¿De verdad no sabíais cómo iba a acabar el asunto?
No teníamos ni idea. Todo está hecho con mucha inocencia y mucha inconsciencia, sin tener en cuenta qué dirán o qué puede pasar. Fue todo muy natural, pensamos que la gente iba a querer ver cómo un futbolista de élite toma una decisión así de verdad. Eso es lo más importante de esa historia, que es verdad, que todo lo que se ve ahí es real. Yo lo viví con mucha naturalidad y, también, con mucha tensión porque no sabíamos cómo iba a acabar la historia y sí que podía ser un problema para Piqué si, como pasó, Antoine decidía quedarse en el Atleti. De todos modos, esto lo ha explicado muy bien Gerard: hay un Piqué jugador y un Piqué empresario y el uno no condiciona al otro. Ya está. Él siempre ha tenido muy clara esta dicotomía y el que no lo ha entendido es porque no lo ha querido entender.
Al que sí perjudicó fue a Antoine, que fue un año más tarde al Barça y aún había gente muy dolida por el documental
Sinceramente, creo que todas estas cosas son mucho más naturales y menos conspiranoicas y tensas de lo que parece. Si alguien estaba molesto, se resolvió de una manera directa, tranquila y normal. No pasó nada. De verdad creo que fue un pelotazo y que cambió la forma de hacer comunicación en el fútbol español. Decían que lo habíamos copiado de LeBron James, pero es mentira porque lo que él hizo fue un programa en directo anunciando que se iba a Miami. Esto era otra historia. De hecho, la inspiración me la dio Derrick Rose, que estaba grabando una cosa con ‘The Players’ Tribune’ y, en mitad de la grabación, le llamó su agente y le comunicó que le traspasaban a los Knicks. Lo vimos y dijimos: "Esto es la hostia". Sigo pensando que lo fue y que se magnificaron una serie de problemas que no fueron tanto.
¿Cómo ves desde fuera el periodismo deportivo actual?
Está mal en el sentido de que a la gente ya no le interesa ir a perseguir historias. Va al consumo rápido, a la noticia anecdótica y hacer un mundo sobre ello. No hay un interés real en buscar el porqué de las cosas. ¿Por qué un jugador se comporta de una manera o de otra? No lo critico porque entiendo, y hablo de los programas de radio nocturna, que Manu [Carreño], Juanma [Castaño], Edu [Pidal] y Rocío [Martínez] hacen lo que el mercado de este momento demanda. Es que fui un absoluto trastornado porque me salí del mercado completamente. Me decían que tenía que ir a fiestas y a eventos porque no era un personaje EGM y yo no iba nada porque no me gustan los saraos ni el postureo, me siento incómodo y violento. El público ahora lo que quiere es debates con ruido y gente que diga una barbaridad y otro le grite que se calle. A mí no me gustaba eso. Me pasó tres veces en el programa y corté de raíz. Me salí del mercado completamente… y así me fue [risas]. Aunque me podía haber justificado con números porque hubo un momento en el que el EGM decía que éramos, de largo, el programa nocturno más seguido por los menores de 35. Joder, estábamos haciéndolo bien.
¿Aún te duele?
No, pero creo en lo que hacíamos. Buscábamos la historia, llegar a ese punto interior que la radio te ayuda por ecosistema a crear, un poco lo que se hace ahora con los podcasts, Era como crear minipodcasts dentro del programa y me encantaba hacer eso, pero no era lo que se buscaba en ese momento que ya estaban funcionando ‘Punto Pelota’ y, después, ‘El Chiringuito’ y los debates en las demás cadenas eran muy duros y con mucha más gente. No pasa nada, lo intentamos, lo disfrutamos y a otra cosa.
Vamos, que no vuelves.
No lo veo factible y ha podido pasar, porque he tenido ofertas, pero yo hablo con mis amigos y, joder, de verdad veo que la gente malvive en el periodismo. Siempre he sido un poco Robin Hood, nunca renegocié mi contrato pero sí el de la gente que trabajaba conmigo, y ahora lo veo desde fuera y es que hay gente que está consumiendo su vida por el sueño de hacer periodismo y la recompensa es casi inexistente. Además, ahora que estoy en el otro lado entiendo cosas que antes no entendía como que las noticias son sólo un eco, cuando se cuentan ya han pasado y suceden mil cosas de las que como periodistas haríamos un mundo y nadie sabe.
¿Te cuesta guardar esos secretos? ¿No te sale el colmillo del periodista ante la exclusiva?
No, para nada. He asumido muy bien mi rol y me siento muy cómodo en el segundo plano, sin tener que ser el que opinar de todo. Ahora soy Suiza, me llevo bien con todo el mundo, no tengo problemas con casi nadie y estoy en la gloria. Soy más feliz ahora que como periodista, esa es la verdad.
El mejor Mbappé del año para que el Madrid remonte a Las Palmas y asalte el liderato

El mejor Mbappé del año para que el Madrid remonte a Las Palmas y asalte el liderato

"Este no es mi Mbappé", admitía Florentino Pérez en los meses más duros de las negociaciones con el futbolista. Una frase que llegó a todos los aficionados del Real Madrid. "Este sí es mi Mbappé", debieron pensar ayer el presidente y las miles de personas que llenaron el Santiago Bernabéu. El delantero se transformó en superstar, anotó dos goles que pudieron ser más, guió la remontada de los blancos ante Las Palmas y asaltó el liderato de LaLiga. [Narración y estadísticas (4-1)]

Y eso que el partido empezó cuesta arriba para el Madrid. Todavía asentándose en el mismo césped sobre el que había sufrido en la noche del jueves copero, los blancos se encontraron por debajo en el marcador en el segundo 28 del partido. En la primera jugada, Moleiro zigzagueó entre rivales, Silva abrió a Sandro en la derecha, el ex del Barça dibujó un buen centro y Silva, llegando a la espalda de Lucas, anotó ante Courtois.

El gol pudo poner al Madrid y a Ancelotti contra las cuerdas en un domingo que parecía propicio para dar un golpe a la moral de Atlético y Barça tras sus pinchazos del sábado. Otro tropiezo madridista provocaría más silbidos en un Bernabéu con más dudas que alegrías. Y ahí apareció Mbappé. El galo había señalado el escudo y había negado con el dedo al anotar contra el Celta después de los abucheos de la grada, y contra Las Palmas hizo directamente suyo el logo del equipo. El Madrid creció a sus hombros.

Rodrygo, en la izquierda

Sin Vinicius, Rodrygo se acomodó en la izquierda y cuajó uno de sus mejores partidos, dejando el centro libre para los movimientos de Bellingham y Mbappé. El francés, más ágil, coordinado y acertado que nunca, empató de penalti en el 17 tras una clara zancadilla de Sandro a Rodrygo. Cillessen ya había salvado varias veces la igualada, pero no pudo detener la pena máxima.

Tras las tablas, el Madrid fue un huracán y sólo los vuelos del portero holandés evitaron más goles, siempre con Mbappé en modo superstar, bailando sobre la marca de los centrales canarios, cayendo a banda, moviendo el ataque y gustándose por momentos. Quitándose toda la presión de los primeros meses.

En el 32, el galo arrancó un contraataque tras sortear la entrada la Herzog. Llegó al borde del área, probó a Cillessen y el despeje del portero llegó a Lucas, que asistió a Brahim para el 2-1. Era un Madrid eléctrico, activo con y sin balón en una versión totalmente distinta a la del equipo espeso y sin ideas que había mostrado en Arabia Saudí y por momentos contra el Celta.

Brahim anota el 2-1, el domingo en el Bernabéu.

Brahim anota el 2-1, el domingo en el Bernabéu.EFE

Con Ceballos, extraordinario, y Valverde en el eje, Las Palmas permitió demasiados metros a Bellingham, Rodrygo y Mbappé y la movilidad de éstos rompió su defensa. En el 36, Rodrygo apareció en izquierda, cedió a Jude dentro del área, el inglés dejó pasar la pelota y Mbappé, de primeras, encontró la escuadra de Cillessen.

Sin tiempo para saborearlo, Mbappé anotaría su hat-trick a los cinco minutos al empujar un pase de Rodrygo tras una gran asistencia de Bellingham por encima de la defensa. El gol, eso sí, acabaría anulado por fuera de juego del francés en el inicio de la jugada. Mbappé era un vendaval y se fue a vestuarios tras disparar al palo izquierdo de Cillessen.

El regreso de Alaba

Después del intermedio, el Madrid mantuvo la marcha. Incansable, necesitado de alegrías y sensaciones. Bellingham perdonó el cuarto al rematar desviado tras regatear al portero y Rodrygo culminó una buena combinación entre Mbappé y Fran García para anotar con facilidad en el centro del área.

El Madrid disfrutó después de varias semanas complicadas, asalta el liderato de LaLiga en solitario y coge aire de cara a las dos últimas jornadas de Champions, claves para conocer su rival en las eliminatorias.

Los canarios jugaron la última media hora en inferioridad tras la roja a Benito, que golpeó en el muslo de Lucas. De modo que Chamartín siguió con el día festivo. Ancelotti le dio minutos a Alaba, de vuelta 13 meses después de su grave lesión de rodilla, Bellingham y Valverde marcaron pero sus goles fueron anulados por fuera de juego y el técnico le dio la oportunidad de debutar a Chema, joven centrocampista del Castilla.

Borja Bastón: “En Europa no se le da importancia, pero en América la Intercontinental es la final del mundo”

Actualizado Martes, 17 diciembre 2024 - 22:41

Borja Bastón (Madrid, 1992) compartió generación con Carvajal, Isco, Morata o Deulofeu. Ganaron el Europeo sub'19 de 2011 y a partir de ahí el destino del fútbol les fue colocando en diferentes lugares. Ahora, en 2024, el balón enfrenta a Bastón, canterano del Atlético y delantero del Pachuca, con el Real Madrid en la final de la Copa Intercontinental tras 12 equipos y tres años intentando ascender a Primera con el Oviedo.

Después de tres temporadas en el Oviedo, ¿cómo le llega la oportunidad del Pachuca?
Pues el dueño del Pachuca es el mismo que el del Oviedo. Tras mi primer año en el Oviedo (marcó 22 goles), tenía varias ofertas, el Grupo Pachuca compró el club y me hicieron un contrato largo con base en Pachuca y con una cesión en el Oviedo para intentar ascender. Pasaron dos años, no se consiguió el ascenso y me fui a México.
¿Qué tal el cambio?
Bien, aunque al principio las condiciones fueron complicadas. Acabé la temporada con el Oviedo el 24 de junio y el 28 tenía que estar con Pachuca para la pretemporada. No tuve ni dos días de descanso después de un año que mentalmente había sido muy duro por el desgaste. La liga empezaba al momento, no conocía a los compañeros y me tuve que adaptar muy rápido. Es un fútbol diferente, unas costumbres diferentes y no ha sido fácil. No estoy jugando todo lo que yo quisiera, pero todo tiene un proceso. El campeonato que hemos hecho no ha sido bueno, pero tengo ganas.
Y les llega el premio de la Intercontinental.
Teníamos muchas ganas de este torneo. Ganar al campeón de la Libertadores, ganar al campeón de África y ahora enfrentarte al ganador de la Champions, y que encima sea el Madrid, uno de los mejores de la historia... Algunos nos hemos podido enfrentar a ellos alguna vez, pero para muchos es un sueño medirse al Madrid.
En Europa a la Intercontinental no se le da demasiado bombo. En América es diferente, ¿no?
Para ellos es la final del mundo. El torneo más grande a nivel de clubes. En Europa no se le da tanta importancia, también porque el ganador de la Champions va directo a la final y eso le quita todo lo que hemos vivido estos días, los partidos que hemos ganado, las alegrías...
¿Es muy diferente la presión en España que en América?
Creo que depende. Hay clubes en México con mucha masa social y con una presión enorme. Pachuca es un club grande, ganador, aunque a lo mejor no tiene esa masa social como otros en el que el día a día es más duro.
Se miden al Madrid. Usted coincidió con Carvajal en las inferiores de la selección, con Nacho, con Courtois en el Atlético...
Dani y yo somos de la misma generación y nos hemos enfrentado desde pequeños en la cantera, en los derbis, hemos compartido selección madrileña, española... Nos tenemos cariño, aunque no tenemos una relación de hablar todos los días. Con Courtois estuve dos pretemporadas, él era súper joven, casi no hablaba español al inicio, y luego en Inglaterra, cuando él jugaba en el Chelsea y yo en el Swansea, nos enfrentamos, pero también sin contacto día a día.
¿Ser canterano del Atlético le da un impulso más al partido de esta noche?
Bueno, el partido en sí ya es especial, pero claro, yo desde pequeñito he sido del Atlético y esa rivalidad la llevas dentro.
Cuando se da un cambio de equipo como el de Courtois, ¿los futbolistas que son de ese club lo viven tanto como el aficionado o no?
Depende un poco. Cuando 'Tibu' vino al Atlético era un cedido del Chelsea. Hizo dos temporadas espectaculares, pero no tenía ese arraigo que se tiene desde la cantera. Es diferente. Lo hizo lo mejor posible en el Atlético, volvió a su club y luego le surgió la oportunidad del Madrid, donde está demostrando la clase de portero que es.
¿Cómo ha llevado usted tanto movimiento en su carrera? Suma trece equipos.
Bueno, cuando perteneces a un club grande como el Atlético tienes a grandes delanteros delante. Yo sufrí una lesión, no tenía continuidad y me tocó salir cedido. Cada año iba a un destino intentando hacer bien las cosas para quedarme en el Atlético y al final, el año del Eibar, no me pude quedar y salí vendido al Swansea. Y allí lo mismo, me fui a una liga diferente, no tuve la continuidad que esperaba y volví a España. He ido enlazando situaciones en las que he tenido que buscar equipo. En Oviedo he encontrado una estabilidad de tres años que era lo que buscaba, y ahora a ver lo que depara el futuro.