El PSG obtiene su merecida recompensa en los penaltis y tumba al Liverpool en Anfield

El PSG obtiene su merecida recompensa en los penaltis y tumba al Liverpool en Anfield

Hizo falta agotar el cronómetro y apelar a los penaltis en Anfield para dar con el vencedor de la disputa más atractiva de los octavos de final de la Champions. Coherente con su actuación en el encuentro de ida, el PSG, desafortunado entonces, llevó al Liverpool al límite en un intenso segundo acto de la confrontación que se dilató hasta los 120 minutos. Donnarumma, héroe insospechado del partido, detuvo dos lanzamientos desde los 11 metros y profanó un estadio donde nadie ganaba en competición europea desde que lo hizo el Real Madrid en los octavos de hace dos temporadas. 4-1 en la tanda para los franceses, con errores de Darwin Núñez y Jones. Doué hizo el definitivo. [Narración y estadísticas (0-1, 1-4)]

Pese a su victoria en el Parque de los Príncipes, el Liverpool sabía que debería andarse con cuidado después de la exhibición del equipo de Luis Enrique, que salió derrotado tras avasallar durante todo el encuentro y contar con ocasiones para haber viajado con un marcador bastante favorable. En la Champions se camina a menudo en el alambre, y ni siquiera la fortaleza de los reds se encontraba a salvo ante un rival que mantiene una evidente línea de crecimiento.

Dembélé aprovechó un grave error de Konaté que dejó desnudo a Allisson y respondió así al vigoroso arranque del Liverpool, que había amenazado con dos remates de Salah. La noche nacía luminosa. A partir de ahí, cada ofensiva local encontraba réplica en los parisinos. No anduvo lejos Barcola de hacer el segundo antes de toparse con Allison.

En su tenaz persecución de un torneo que se le niega, el PSG presenta esta temporada una fisonomía distinta. Una vez superados los contratiempos de la fase de grupos de la Champions, Luis Enrique ha logrado construir un equipo sin los oropeles de otro tiempo, con un carácter de corte asambleario, sin obviar la notable calidad individual, sobresaliente en el caso de Vitinha y con alternativas tan sugerentes como la de Doué, revitalizador en el tramo final.

Entusiasmo local

A medida que avanzaba el partido, ganaba presencia frente a un Liverpool guiado casi exclusivamente por el entusiasmo. Dembélé se excedió en un cara a cara con el arquero y dispuso de otra opción en un disparo que se fue a córner, rechazado por un defensor. Sujetaba bien la atropellada propuesta de los de Slot y salía con profundidad y criterio.

El Liverpool se nutría del balón parado. Donnarumma neutralizó con una formidable intervención el cabezazo de Luis Díaz a la salida de un córner, cuando se acercaba a la hora de partido. El colombiano ponía salsa en cada acción, fuera cual fuera su posición en el ataque. Nuevamente a pelota quieta la tuvo el Liverpool, pero apareció Kvaratskhelia, con el portero vencido.

Dembélé, tras anotar su penalti en la tanda definitiva.

Dembélé, tras anotar su penalti en la tanda definitiva.AFP

El duelo cobró la temperatura que le correspondía. A calzón quitado, en plena combustión con el empuje indesmayable de la grada, llegaron los mejores momentos del Liverpool, que perdió a Alexander-Arnold por lesión e incorporó a Darwin Núnez en la posición de un inane Diogo Jota.

Exhaustos, los locales resistieron en la prórroga y llegaron a una suerte donde suele sonreírles el destino. Esta vez no fue así. Se lo había ganado el Paris Saint Germain, que se sobrepuso al asombroso castigo del encuentro de ida y espera al vencedor del Aston Villa-Brujas (3-1 hace una semana) en cuartos.

El Bayern Munich ratificó su clasificación con una nueva victoria ante el Bayer Leverkusen, esta vez por 0-2, con goles de Kane y Davies, para redondear un 5-0 en el global. El Inter de Milán volvió a ganar al Feyenoord. Venció 2-1 en San Siro, con tantos de Thuram y Çalhanoglu, éste de penalti. Moder, también desde los 11 metros, anotó por los neerlandeses.

Un Liverpool con mil vidas deja en nada el recital del PSG

Un Liverpool con mil vidas deja en nada el recital del PSG

Es un deporte cruel el fútbol y a veces se ceba con quien hace del juego ofensivo una sinfonía casi perfecta. El PSG remató 28 veces y botó 14 saques de esquina frente al Liverpool antes de caer fulminado por un disparo de Harvey Elliott. Resultaría superfluo juzgar la justicia o los merecimientos. Aún más absurdo reducir una actuación memorable a la demoledora lógica del gol. Pero el acierto, al fin y al cabo, es lo que único que cuenta. [Narración y estadísticas (0-1)]

Al Liverpool le bastó un balón colgado hacia la cabeza de Darwin Núñez y un zurdazo de Elliott en el minuto 87 para consolidar su fama de superviviente. También para destrozar los sueños del PSG, que no pudo acumular más méritos para acudir a Anfield en ventaja. Grande o pequeña. Como su fútbol o como su puntería.

Poco más se puede reprochar a Luis Enrique, con un 4-3-3 con tres fabulosos mosqueteros: Khvicha Kvaratskhelia, Bradley Barcola y Ousmane Dembélé. Desde el arranque, el ex barcelonista iba a mostrarse imparable. Desde el perfil derecho o acelerando por el centro. Pasado el cuarto de hora ya forzó un saque de esquina, que él mismo botaría para gestar un golazo de Kvaratskhelia. Claro que merecía el 1-0 el PSG, pero desde el VAR descubrieron un pie adelantado del georgiano.

Precisión, velocidad, fantasía

Con semejante torrente, bastante hacía el Liverpool con sujetarse los machos en torno a Alisson Becker. Y en depositar su fe en Davide Massa, el árbitro italiano que hizo oídos sordos a las reclamaciones por un penalti sobre Kvaratskhelia y por un empujón de Ibrahima Konaté sobre Barcola que bien pudo juzgarse como tarjeta roja. Cuando se cumplía la media hora, llegó otra triple ocasión local, resuelta entre Alisson, decisivo ante Dembélé y dos malas decisiones de Barcola.

Si algún osado quisiera incluir el fútbol entre las bellas artes, bien podría tomar nota de ese primer tiempo del PSG. Un festival de precisión, velocidad, ambición y fantasía. No fue fútbol moderno, sino fútbol eterno. Empujaban los hombres de Luis Enrique en busca de su sexta victoria consecutiva en la Champions, un hito inalcanzable para ellos desde 1995. Pero si sus cinco triunfos previos se saldaron con 21 goles, el Liverpool alcanzó el descanso con el 0-0. Las dos últimas ocasiones de Kvaratskhelia las taponó Alisson gracias a su soberana categoría.

Los reds no sabían por dónde empezar para contener sus vías de agua. Su inferioridad en el centro del campo se acentuaba por culpa de Achraf Akimi, que abandonaba el lateral para escoltar a Vitinha y Fabián Ruiz. El portugués dictaba el tempo y el español sacaba la zurda como el solista su violín. En caso de pérdida, que alguna había, la línea de presión, perfectamente sincronizada, actuaba de inmediato para borrar al adversario.

Alisson busca el contragolpe con un saque rápido en París.

Alisson busca el contragolpe con un saque rápido en París.AFP

No hubo rastro de Mo Salah, el delantero directamente implicado en 52 goles tras 39 partidos. Nuno Mendes no le dio opción. Luis Díaz y Diogo Jota correteaban hacia atrás, presas del pánico. Arne Slot, comandante de un barco a la deriva, sólo podía confiar en un último recurso: el cansancio del rival. Y la segunda parte le dio toda la razón.

Claro que el PSG siguió disparando con peligro, gracias a Kvaratskhelia y a un intento de córner olímpico de Dembélé salvado bajo palos por Dominik Szoboszlai. Sin embargo, la orquesta parisina ya dejaba alguna nota fuera del compás. No empujaba con la misma energía, ni se protegía con tanto orden.

Luis Enrique, más consciente que nadie, retiró a Barcola para dar paso a Désiré Doué, un chico de 19 años que obligó a Alisson a otro esfuerzo descomunal. Corría el minuto 83 y Dembélé aún probó al guardameta brasileño con su intento postrero, a mitad de camino entre el centro y el remate. No había medias tintas que valiesen. Bien lo sabían Núñez y Elliott.

El "divertido" y goleador despertar de Ousmane Dembélé que amenaza al Liverpool

El “divertido” y goleador despertar de Ousmane Dembélé que amenaza al Liverpool

Frágil, indolente y, por momentos, díscolo. Con unas condiciones de genio que no aprovecha. Bien podría haber sido esa la definición de Ousmane Dembélé en los seis años que pasó en el FC Barcelona y a su llegada al PSG. Sin embargo, todo cambió el 1 de enero de 2025. En realidad fue algo antes, pero se evidenció con el inicio del nuevo año. El francés se ha convertido en la estrella que la grada del Parque de los Príncipes esperaba y en el jugador más importante para Luis Enrique en su intento de asaltar la Liga de Campeones, donde esta noche le espera el Liverpool.

Dembélé suma 18 goles en los 13 partidos oficiales que ha disputado en los dos primeros meses del año, cinco más que Mbappé (14), siete que Lewandowski (11) y ocho más que Mohamed Salah (10), con quien se cruzará en el partido de octavos.

Esta capacidad goleadora en apenas 60 días sólo la había mostrado Messi en 2016, cuando celebró 17 goles con el Barça. Fulminar un récord del argentino es algo con lo que no hubiera soñado en sus seis años como azulgrana, donde marcó 40 goles, lo que arroja una media de menos de siete por temporada. Esos datos vienen lastrados también por los más de 100 partidos que se perdió por lesión.

Los datos del 'Mosquito' se han disparado desde enero, porque antes sumaba ocho goles, unas cifras que estaban en la media de lo logrado en los últimos años. Para encontrar su mejor temporada hay que remontarse a las 18/19 cuando marcó un total de 14. Nunca había logrado los 26 que suma en 33 partidos, con un tercio de campaña por delante.

¿A qué se debe este cambio? Quizá la explicación esté en el rol que le ha otorgado Luis Enrique y en los toques de atención que recibió al inicio de la campaña. El asturiano le dejó fuera de la convocatoria en el segundo duelo de Champions ante el Arsenal y deslizó un mensaje que apuntaba a su conducta. "Si alguien no cumple o respeta las expectativas del equipo, significa que no está preparado para jugar. Tomé la mejor decisión para el equipo y por eso firmé aquí, para crear un equipo que tenga una identidad fuerte y mucho carácter", explicó el técnico como si apuntara justo a lo que le faltaba al francés.

Después llegó una controvertida tarjeta roja en la decepcionante derrota 1-0 del PSG contra el Bayern Munich y pareció que recuperar a Dembélé podría ser complicado. Nada más lejos de la realidad. Fue el jugador el que reaccionó. Se quedó dos partidos en el banquillo, que se saldaron con dos empates ante el Nantes y el Auxerre, y Luis Enrique le recuperó. Su respuesta fue marcar un doblete para cerrar el año ante el Mónaco y otro para empezar con bien pie frente al St. Etienne. De hecho, en la Ligue 1 sólo se ha librado de sus goles el Toulouse y, en Champions, el Stade Brestois.

Dos hat tricks

Además, en estos dos meses se ha convertido en el único jugador del PSG capaz de marcar dos hat tricks en dos partidos consecutivos: le endosó tres goles al Stuttgart el 29 de enero en Champions y, el 1 de febrero, otros tantos al Stade Brestois en la Ligue 1.

El cambio de Dembelé nació en su cabeza. "Estoy bien colocado, estoy en el rol de número nueve y tengo que marcar goles", explicó hace unas semanas. Pero, sobre todo, es feliz en un equipo que ha marcado 40 goles en diez partidos. "¡Lo estamos disfrutando mucho! Todos atacamos, todos defendemos. Somos un equipo muy unido, y eso se refleja en resultados. Es simplemente divertido jugar durante 90-95 minutos", confesó tras vencer, y marcar, al Lille el pasado fin de semana. "Desde el inicio de la temporada, (Luis Enrique) nos ha insistido en jugar buen fútbol. Todos estamos involucrados, ya sean centrocampistas, defensores o delanteros. Todos queremos ser decisivos", admitió.

Ahora espera el Liverpool, de los rivales más difíciles por la trayectoria de la temporada, y con quien Dembélé tiene una cuenta pendiente. En mayo de 2019, Messi le dio una asistencia para que batiera a Alison en el Camp Nou y pusiera un 4-0 en el marcador que casi daba al Barça el billete para la final de la Champions que se disputaría en el Metropolitano. Pero erró y su flojo disparo se estrelló en el cuerpo del brasileño. No debía ser importante ese fallo, pero lo fue. El Liverpool, en Anfield, fue capaz de remontar y endosarle el 4-0 para plantarse en una final que acabó ganando. Hoy Dembélé recordará que no puede tener piedad.

El vendaval Dembélé arrasa Brest y el PSG tiene los octavos muy cerca

El vendaval Dembélé arrasa Brest y el PSG tiene los octavos muy cerca

Actualizado Martes, 11 febrero 2025 - 21:29

La distancia que separa al Brest y al París Saint-Germain quedó plasmada en el duelo de este martes, en el que el conjunto bretón tenía esperanzas de postularse para los octavos de final de la Liga de Campeones, pero sucumbió al vendaval Dembélé, que provocó un penalti y marcó dos goles que ponen a su equipo con un pie en la siguiente fase (0-3).

El cruce con un rival conocido, al que ya han ganado dos veces esta campaña, con ocho goles a favor y tres en contra, ante el que no pierden desde 1985, evitó a los de Luis Enrique la presión extra que tienen en este tipo de duelos y les dio una serenidad con la que acabaron imponiendo el fútbol que busca el exseleccionador español.

A ello se sumó el estado de gracia que atraviesa Ousmane Dembélé, convertido en el '9' de un proyecto que persigue dejar atrás la era de Kylian Mbappé y que ha encontrado en el exjugador del Barcelona al elemento perfecto para ello.

Provocó el penalti que permitió a Vitinha abrir el marcador en el minuto 21, al borde del descanso marcó en una jugada individual el tanto que acababa con la esperanza del Brest y firmó el 0-3 en el 66.

Totaliza ya 23 goles en su mejor año, siete al Brest, seis en la Liga de Campeones. Ha marcado en los ocho últimos partidos y ha hecho olvidar su versión gris y alocada que minimizaba sus virtudes.

El planteamiento del Brest

El Brest tuvo sus 10 minutos de gracia, en los que sacó los colores a la defensa parisiense y Kenny Lala llevó la esperanza a las gradas con un cabezazo que tocó el palo de Gianluigi Donnarumma, pero le faltó la puntería que sí tuvo su rival.

Si ganar en Bretaña -en Guingamp, puesto que su estadio no da la talla europea- era una gesta, la vuelta en ocho días en el Parque de los Príncipes se asemeja a un milagro para un equipo que, en su primera campaña europea, ya tiene los deberes hechos.

Es un equipo noble, peleón, con talento, pero le falta colmillo, imprescindible en una competición que se decide por detalles, sobre todo contra los grandes. En una buena campaña europea ha perdido ante el Barcelona, el Real Madrid y el PSG.

Este último ha superado el sofoco en el que le puso su mal inicio europeo. Todo sonríe al proyecto de Luis Enrique, que encadena 16 partidos sin derrota.

Eso le otorga una fe que ante el Brest se tradujo en un duelo sosegado, controlado de principio a fin y en el que solo en un par de fases tuvo que esforzarse para tener la portería a cero.

El espectáculo de Dembélé

Los locales se parapetaron en su terreno de juego para tratar de asfixiar al PSG, que jugó bien y con paciencia hasta que Joao Neves descubrió una grieta, se encontró con el meta Bizot, pero el rechace cayó en Dembélé, cuyo disparo tropezó con una mano de Lees-Melou.

Vitinha se encargó de transformar el penalti que tiraba por tierra los planes de Éric Roy, que adelantó líneas y logró llevar peligro al área rival. Pacho sacó un buen balón a Sima en un contragolpe local en el minuto 34 y, en el consiguiente córner, Lala disparó a un palo.

Fueron los mejores minutos del Brest, que quedaron acallados con una buena jugada individual de Dembélé, que sorprendió al primer palo a Bizot cuando expiraba el primer tiempo.

La salida en tromba de los locales en el segundo tiempo tampoco estuvo acompañada por la suerte. Ajorque y Sima se estrellaron con Donnarumma y el intento de rebelión quedó acallado con un gol al contragolpe de Doué que, aunque fue anulado por el VAR, metió el miedo en el cuerpo a los locales. Con la defensa adelantada, planeaba la goleada.

Pudo conseguirlo Barcola en el minuto 62, pero fue de nuevo, cuatro más tarde, Dembélé quien lo hizo y pudo agrandar aún más su actuación en un par de ocasiones claras.

El Manchester City cae a plomo en París y se condena a una agónica última jornada

El Manchester City cae a plomo en París y se condena a una agónica última jornada

El Manchester City se jugará el pase a octavos en la última jornada ante el Brujas. No hay más opción para Pep Guardiola, que cayó de modo estrepitoso en París tras desperdiciar un 0-2. Otra pésima actuación colectiva ante el PSG, que ahora le aventaja en dos puntos. En apenas 40 minutos, hasta el gol de Gonçalo Ramos en la última acción del añadido y ratificada por el VAR, los citizens protagonizaron otro naufragio. Esta vez de impredecibles consecuencias. [Narración y estadísticas (4-2)]

Pudo celebrar a gusto Luis Enrique, porque bien lo mereció el PSG, siempre superior, incluso cuando el resultado contradecía al fútbol. Al asturiano no iba a temblarle el pulso dejando en la suplencia a Dembélé, ya ausente en los dos últimos partidos por enfermedad. Su apuesta era Doué, un amante de las bicicletas que apenas iba a tomarse cuatro minutos para disparar hacia Ederson. Se había esfumado la niebla y azotaba el aguacero. Apretaba el PSG con el aliento y el fervor de sus tribunas.

Hakimi puso a prueba la velocidad de Rúben Dias, cuyo abrazo iba a merecer el justo castigo de la amarilla. No conforme, el central portugués jugó con la paciencia del árbitro con un plantillazo que bien pudo valer una expulsión. El PSG manejaba la situación ante un City remolón, permisivo, que regalaba un metro para el cabezazo de Joao Neves en el segundo palo. Tras otro despiste en un saque de esquina, Gvardiol sacó bajo palos el remate de Fabián.

Tiritona en las áreas

Tres meses después de recibir su Balón de Oro, Rodri tampoco quiso perderse este viaje a París. Fue ovacionado por la afición visitante antes del pitido inicial. Y fue añorado sobre la hierba, porque sin él, este City fue otra vez equipo sin más señas de autor que su camiseta, diseño de Noel Gallagher. Sólo una ocasión digna de mérito en 45 minutos. Un contragolpe organizado por Foden que Savinho estrellaría contra Donnarumma.

Todos los méritos del PSG, en cambio, se perdieron por su nula capacidad en el área. Por allí revoloteaban los balones, en busca de un rematador. Con tan mal fario que cuando el disparo de Hakimi sí encontró la red, la revisión del VAR iba a descubrir adelantada una rodilla de Mendes. Un alivio para el City, con severos síntomas de congestión. Jugando tan mal ya encadenó nueve derrotas en 12 partidos.

Algo debía recomponer Guardiola en el descanso y optó por lo básico. Rico Lewis por Rúben Dias, para que Gvardiol pasara de la izquierda al puesto de central, y Grealish por Savinho, en busca de más producción por el interior. El equipo debía sumar, no multiplicarse. Lo que nadie esperaba fue la incursión hasta línea de fondo de Akanji, para que Grealish, tras un rebote anotase el 0-1.

Joao Neves, ante Bernardo Silva, en el Parque de los Príncipes.

Joao Neves, ante Bernardo Silva, en el Parque de los Príncipes.AFP

Un soplido que devino en ventisca para el PSG. Porque tres minutos más tarde, Grealish abusó otra vez del lateral y Haaland sólo tuvo que sacar la zurda para aprovechar la carambola en el área. El PSG se iba a pique sin remedio. Apenas se escuchaba la melodía de su orquesta. Sólo un solista, recién incorporado, podía sacar a Luis Enrique de las gélidas aguas.

Dembélé surgió de la nada, con ese aire pasota y esa calidad insondable. Para aprovechar la asistencia de Barcola y para reventar después el travesaño de Ederson. Antes ya había nivelado Barcola, el más astuto para detectar otro disparo de Doué al larguero. Había hecho presa Luis Enrique, lo bastante ambicioso como para arriesgar con otros dos delanteros. Pero no fue Zaire-Emery ni Gonçalo Ramos quienes encontraron el gol, sino Joao Neves. Precisamente quien había regalado el 0-2 a Haaland.

Dembélé, el rebelde (hoy) con causa, estrella del primer PSG sin cracks en los últimos siete años

Dembélé, el rebelde (hoy) con causa, estrella del primer PSG sin cracks en los últimos siete años

El verano de 2017, Ousmane Dembelé (Vernon, 1997) decidió no presentarse a los entrenamientos del Borussia Dortmund para forzar al club alemán a que le vendiese al FC Barcelona, que venía con los 222 millones de euros que el PSG había pagado por Neymar. El joven y brillante delantero francés, se había salido en la Bundesliga y llegaba como una gran promesa al conjunto culé. Promesa que ha tardado siete años en consolidarse y, encima, en el equipo que propició su llegada a la entidad blaugrana.

Pese a una primera batalla ganada por Xavi para retenerle un año más, el extremo francés terminó fichando por el PSG por 50 millones de euros en el verano de 2023. El Barça no recuperaba los 105 más 30 en variables que pagó por el galo, pero su presencia en el conjunto culé, tan intermitente como díscola, se daba como amortizada. Su no renovación y los continuos episodios de lesiones, se perdió más de 60 partidos en los primeros 30 meses con los azulgrana, no terminaron por enamorar a la parroquia barcelonista.

Así, El Mosquito, llegaba a París convencido de que, esta vez sí, éste era su momento. "Hablé con Luis Enrique y con el presidente Nasser Al Khelaïfi. Me hablaron de su proyecto. Estoy encantado de volver a Francia. Las cosas van muy bien en el Paris Saint-Germain", contó en una entrevista en la televisión francesa.

Y lo cierto es que el 10 del PSG parecía tener razón en sus palabras y arrancó con goles o asistencias en los primeros siete partidos de la Ligue 1 y reclamando el puesto de superestrella que había dejado vacante Kylian Mbappé. No obstante, el carácter le volvió a jugar una mala pasada. Como en aquel episodio de Dortmund y como el que protagonizó también en el Rennes cuando el Salzburgo preguntó por él cuando apenas era mayor de edad. Aquel verano se perdió la pretemporada del conjunto galo por una sospechosa gastroenteritis.

Así, con el francés a velocidad de crucero, Luis Enrique le deja en Francia en el partido de Champions ante el Arsenal en Londres en el que caen derrotados por dos goles a cero. Y, el entrenador "cuyo discurso" provocó su fichaje por el PSG, le lanzó a los leones en la explicación de su ausencia: "Soy muy sincero, pero no voy a hacer una telenovela de esto. No hubo ninguna discusión entre el técnico y el jugador, eso es completamente falso. Sólo hay un problema de compromiso del jugador con el equipo y no entre el jugador y el entrenador".

La calma tras la tempestad

Pero tras la tempestad y tras una disculpa, volvió la calma. Así, el delantero francés retornó a la dinámica de grupo y pareció que nunca se hubiera ido. Desde su episodio, el 10 lleva 1 gol y dos asistencias, con los que suma cinco tantos y seis pases de gol en 11 partidos. En el último, su gol sirvió para conseguir la victoria del equipo parisino ante el Lens, que les permitió afianzarse aún más en el liderato de la clasificación tras el tropiezo del Mónaco o el del Olympique de Marsella en la jornada anterior.

Lo cierto es que Dembélé es el líder indiscutible de este PSG en el que por primera vez desde 2017 no cuenta en sus filas con una superestrella mundial. Terminó la época de los galácticos franceses con la salida de Messi a Estados Unidos, Neymar a Arabia Saudí y Mbappé al Real Madrid. No obstante, el valor de la plantilla actual es el mismo que el de la última en la que coincidió la MMS. Según Transfermarkt, la temporada 2022/23 la plantilla del PSG elevaba su coste a 891,1 millones de euros por los 892 de la actual. La del 2023/24, en cambio, fue la del máximo valor en la historia del conjunto francés con 1.002 millones de euros.

Los candidatos marcan terreno: goleadas del Manchester City, el Dortmund y el Inter

Los candidatos marcan terreno: goleadas del Manchester City, el Dortmund y el Inter

Casi simultáneamente al primer gol de Robert Lewandowski ante el Young Boys llegó el tanto de Gündogan en Bratislava. El Manchester City instaló el campamento cerca del área del Slovan y apenas se movió de allí. Circulaba bien la pelota con el alemán al mando de las operaciones y Doku percutiendo por la banda derecha. Al cuarto de hora los de Pep Guardiola ya ganaban por 0-2, gracias al tanto de Phil Foden. Pudieron ser tres antes del descanso si el palo no se hubiera entrometido en un fino disparo de Doku.

Después del empate en casa ante el Inter de Milan y tras las dudas generadas por la igualada frente al Newcastle, el equipo británico necesitaba demostrar que puede ofrecer garantías tras perder a Rodri para el resto del curso. Refrendó su autoridad con un nuevo tanto de Haaland y otro del debutante McAtee, tras una entrega mimosa de Foden: 0-4. También rotó el campeón de la Premier: Ederson, Ruben Dias, Bernardo Silva y Walker empezaron desde el banquillo. Sólo Dias y Walker tuvieron algunos minutos.

Derrota del PSG ante el Arsenal

El Paris Saint Germain pasó más que un mal rato en su visita al Arsenal. Havertz adelantó a los gunners con un cabezazo que dejó bajo sospecha a Donnarumma. Aún con el runrún de la ausencia de Dembélé por motivos disciplinarios, el equipo francés, que pudo empatar con un remate de Nuno Mendes rechazado por el poste, vio cómo una falta botada por Saka desde la derecha se deslizaba por un bosque de piernas hasta convertirse en el segundo tanto local.

En el minuto 63 entró Mikel Merino, en su debut con la camiseta del Arsenal. Casi de inmediato Joao Neves se topó con el travesaño. Los de Arteta habían dado un paso atrás y lograron administrar su ventaja. Al Borussia Dortmund se le cayeron los goles ante la debilidad de un Celtic que se fue al descanso con un 5-1 y acabó recibiendo siete. Adeyemi hizo tres. El Bayer Leverkusen de Xabi Alonso derrotó por 1-0 al Milan (Boniface, minuto 51), que sale de la segunda jornada sin un solo punto.

¿No pasarán? Ya hemos pasao

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Incurrió L'Équipe en la temeraria provocación de titular con el "No pasarán" y a España no le quedó más remedio que empecinarse en pasar. Para hacer historia al equipo de Luis de la Fuente solo le faltaba la rabia, la vieja furia española que parece erradicada del fútbol contemporáneo.

Hoy el talento y la táctica se presuponen pero el carácter no se enseña: se demuestra. Aflora en edades tempranas y se aloja en el corazón, no en las piernas. El g

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El Dortmund maniata al PSG y apaga el último sueño de Mbappé en París

El Dortmund maniata al PSG y apaga el último sueño de Mbappé en París

Lloró París. Se quedó helado Kylian Mbappé. Se acababa una era sin el título más deseado. No habrá visita a Wembley, ni adiós glorioso para el mejor jugador francés, que se marchará con el dolor de dejar una tarea pendiente. La gloria se la robó Hummels, líder de un Dortmund arremangado, capaz de asaltar un lugar que nadie le reservaba: la final de la Champions. [Narración y estadísticas (0-1)]

El Parque de los Príncipes se vistió de fiesta convencido de que nadie podría aguársela, sin embargo, la realidad fue otra: sufrió y mucho. El Dortmund se agarró a su ventaja con uñas, dientes y mucha cabeza. Ni se les pasaba por la mente ser los colaboradores necesarios en la noche de un PSG que no pudo avasallar. Y es que todos en el estadio sabían que darle la vuelta al guión de estas semifinales pasaba por las letras que escribiera Mbappé, siempre vigilado con disciplina germánica.

Quiso Luis Enrique que luciera su estrella acomodándole donde más le daño hace, escorado en la banda izquierda, estirando a la defensa e inquietándola con sus movimientos. A Gonçalo Ramos lo reclutó para que recogiera sus centros y los de Dembélé o Hakimi, que fue el primero en servirle un balón. Con ese remate y una volea de Mbappé sin complicaciones para el meta Kobel quiso meter el miedo en el cuerpo al Dortmund. También lanzó un aviso Vitinha de que, incluso mirando a la grada, es capaz de dejar a su compatriota Ramos en posición de disparo a puerta.

Aún así, los alemanes ni se inmutaron. Es cierto que ni tenían el control del partido ni podían correr, pero estaban cumpliendo con el plan de Edin Terzic. Era cuestión de esperar que la ansiedad de los parisinos le abriera los espacios. Empezaron a aparecer mediada la primera parte, aunque Adeyemi ya había avisado rematando una asistencia con el pecho de Füllkrug, que mantenía entretenidos a Marquinhos y Beraldo. Menos protagonismo tuvo Jadon Sancho porque Nuno Mendes aprendió de su sufrimiento en el Wetsfalenstadion y Luis Enrique le puso ayuda.

Providencial Hummels

El duelo derivó en un intercambio de golpes. Otra vez Füllkrug hizo de pared en la línea de fondo para, de espaldas, fabricarle a Ryerson un remate franco que no atinó a colocar entre los tres palos.

Mbappé tenía que aparecer y lo hizo conduciendo desde la orilla al corazón de área hasta encontrar el agujero por donde servirle a Dembélé una ocasión más. La oportunidad para romper el empate la tuvieron los dos equipos en el minuto 34. De una portería a otra. Fue primero el astro francés quien, asociado con Vitinha y Fabián, se coló en el punto de penalti y, cuando armaba la pierna, vio cómo un imperial Hummels aparecía para arrebatarle el balón.

La jugada continuó en una carrera endiablada de Adeyemi desde su campo hasta toparse con Donnarumma. No perdía el orden el Dortmund pero tampoco la más mínima ocasión de aumentar su ventaja viendo que el PSG no se desataba. Probó Vitinha desde fuera del área y Mbappé hasta cambió de banda buscando la forma de hacer daño al filo del descanso. No sólo no lo lograron sino que fueron castigados al regreso del vestuario.

Estrellado en los postes

Subió las revoluciones del partido el PSG y un centro de, otra vez, Mbappé lo intentó cazar Ramos en el primer palo y acabó desviándolo para que Zaïre-Emery, en el segundo, estrellara su remate en el poste. Era un primer paso que se volvió insuficiente cuando el Dortmund golpeó. Brandt botó un córner para que el cómodo testarazo de Hummels en adelantaba a los alemanes y obligaba al PSG a hacer dos goles para forzar, al menos, la prórroga.

No podían rendirse aunque la decepción fue un lastre inevitable no tanto en las botas como en el ánimo. El acoso era la única vía posible y lo vio venir Terzic, que renunció al peligro de Adeyemi para amurallarse colocando a Süle como tercer central. Ni una grieta podría abrirse en el muro, porque los franceses la pensaban encontrar, como hizo Nuno Mendes con un disparo que, de nuevo, se estrelló en el palo. La madera fue una aliada del Dortmund en toda la eliminatoria.

Probaba si fortuna Ramos, a quien Luis Enrique envió al banquillo buscando el genio de Marco Asensio, y no desistía Mbappé, primero aprovechando una asistencia de Dembélé para poner un centro sin rematador y después un disparo que salvó la mano de Kobel. Entretanto vio cómo a Hummels le anulaban otro gol por fuera de juego mientras que él, con el equipo de su espalda, no podía hacer más. La desesperación aumentó cuando, con el campo inclinado hacia Kobel, primero Mbappé y Vitinha se estrellaron con el larguero. Fue imposible derribar el muro.

El PSG, entre la falta de liderazgo de Mbappé y el mal fario con los palos

El PSG, entre la falta de liderazgo de Mbappé y el mal fario con los palos

Actualizado Jueves, 2 mayo 2024 - 17:22

La máxima exigencia de una semifinal de Champions se llevó por delante los buenos deseos del PSG en Dortmund. El equipo de Luis Enrique acumuló el 57% de posesión y 158 pases más que el Borussia, por lo que terminó corriendo casi 10 kilómetros menos. Sin embargo, su déficit en la presión y su falta de acierto en las áreas resultaron determinantes. "Los jugadores no son robots ni máquinas. Nos faltó intensidad en un ambiente adverso", admitió el técnico asturiano.

El PSG perdió demasiados duelos ante un adversario más limitado técnicamente, pero con mucha mayor determinación. Nuno Mendes y Bradley Barcola parecían cohibidos, como Warren Zaire-Emery, sin esa potencia de las últimas semanas para proyectarse en ataque. Por no hablar de Kylian Mbappé y Ousmane Dembélé, las estrellas de su ataque, sin la precisión necesaria ante una de las defensas más vulnerables de la Champions.

Mbappé sólo pudo disparar una sola vez, al poste, a lo largo de 90 minutos y su actuación recibió el suspenso del diario L'Equipe (4/10). El astro francés completó dos de sus siete regates y ganó tres de sus 10 duelos sobre la hierba del Westfalenstadion. Su falta de liderazgo contrastó con el acierto de Mats Hummels, autor de uno de sus mejores partidos de los últimos años. Los remates al poste de Mbappé y Achraf Hakimi prolongaron la racha del PSG, el equipo que más veces se ha estrellado contra la madera en la vigente Champions (10).

El mal tino de Dembélé

Dembélé, en su regreso a Dortmund, recibió los pitos de la hinchada amarilla cada vez que entraba en contacto con el balón. El extremo, autor de dos lanzamientos algo precipitados durante el tramo inicial, nunca supo marcar la diferencia y desperdició en el minuto 77, con un remate alto, la mejor ocasión parisina.

La imagen de Lucas Hernández tirado sobre la hierba durante varios minutos tras el gol de Niclas Füllkrug, antes de abandonar el partido por lesión, era la de un equipo sorprendido y dominado. Un solo pase de Nico Schlotterbeck bastó para perforar al centro del campo y la defensa parisina y hacer rugir el Muro Amarillo. Y aún pudo ser peor si Julian Brandt logra definir ante Gianluigi Donnarumma una clara oportunidad en el minuto 84.

Mensaje optimista

Dejando a un lado las preguntas sobre haber renunciado a cuatro cambios, Luis Enrique reiteró durante la rueda de prensa un mensaje de optimismo: "Vamos a clasificarnos para la final". Para ello será necesario elevar el nivel táctico y físico, especialmente en lo que respecta a su defensa: Nuno Mendes sufrió demasiado en el carril izquierdo ante Jadon Sancho. Pero Luis Enrique apenas cuenta con margen de maniobra por la probable baja de Lucas Hernández, víctima de su problema en la rodilla izquierda y sustituido en el eje de la zaga por Lucas Beraldo.

La inexperiencia del brasileño y la irregularidad manifiesta de Danilo convierten al capitán Marquinhos en el único central con galones para aguantar física y mentalmente, a un rival que viene mostrando gran peligro cada vez que logra pisar el área rival. Tras eliminar al Atlético de Madrid, el Edin Terzic podría dar la sorpresa en el Parque de los Príncipes y convertirse en la gran revelación en la final de Wembley.