Sergio García jugó la mayor parte de su ronda final en el Open Championship el domingo sin su driver. Frustrado por su golpe de salida en el hoyo 2, golpeó su palo contra el suelo y lo partió por la mitad, por lo que tuvo que diputar el resto de la jornada privado de una pieza esencial, que no se puede reemplazar en estas circunstancias.
“Los últimos dos o tres meses han sido difíciles y me he controlado muy, muy bien. He hecho eso 50 veces y nunca rompí un palo. La varilla simplemente se partió por la mitad y me sorprendió. No estaba tratando de romperla”, admitió el castellonense, que cerró su participación en Royal Portrush (Irlanda del Norte), con 281 golpes (-3), los mismos que Jon Rahm.
A pesar de su mal golpe de salida, el ganador del Masters de Augusta 2017 acabó firmando un birdie en el citado hoy 2, uno de los cinco que hizo a lo largo del domingo. Con dos bogeys, acabó con 68 golpes, su única ronda por debajo de 70 golpes de la semana.
“La sensación del swing es mala”
Pese a colarse entre el top-40, García admitió que no se marchaba nada contento. “La sensación del swing es mala y eso es lo que más frustra El campo estaba hoy para hacer 60 golpes. Es difícil encontrar un mejor clima en el Open Británico que el de hoy. Hay cosas positivas, pero también hay cosas negativas que mejorar”, admitió ante los periodistas.
Hay que recordar que García, de 45 años, aún cuenta con opciones de disputar la próxima Ryder Cup, pese a no poder acceder por la vía de los puntos al formar parte del LIV, el circuito financiado por Arabia Saudí, cuyos torneos no cuentan para el ránking oficial. La decisión final depende ahora del capitán del equipo europeo, Luke Donald, quien puede elegir arbitrariamente a seis jugadores para desafiar a Estados Unidos en el Bethpage Black Course, muy cerca de Nueva York.
La última victoria de García en el PGA Tour se remonta a 2020 (Sanderson Farms Championship), mientras que en el circuito saudí se ha apuntado dos triungos (LIV Golf Andalucía 2024 y LIV Golf Hong Kong 2025).