El portugués se marchó visiblemente enfadado hacia el túnel de vestuarios tras la derrota del Al Nassr ante el Al Ittihan.
El gran cabreo de Cristiano Ronaldo tras perder el clásico de Arabia Saudí
A pesar de jugar en Arabia Saudí, Cristiano Ronaldo mantiene su nivel de competitividad y terminó muy enfadado tras la derrota de su equipo, el Al Nassr, ante el Al Ittihan en el clásico saudí. El equipo del portugués perdió por la mínima (1-0) el duelo, arbitrado por el colegiado español Antonio Mateu Lahoz, y cedió el liderato de la competición a su máximo rival.
El delantero brasileño Romarinho fue el autor del tanto de la victoria en el minuto 80 al culminar un excelente contraataque de su equipo, que se sitúa ahora en lo más alto de la tabla con 47 puntos. El cuadro dirigido por el luso Nuno Espirito Santo aventaja en uno al Al Nassr después de 20 jornadas.
Más allá del revés que supone esta derrota, después de cuatro victorias consecutivas, el equipo de Cristiano Ronaldo prolonga su mala dinámica ante el máximo rival, ya que no ha sido capaz de ganarle en los últimos diez enfrentamientos, incluido este curso el de la primera vuelta y el que midió a ambos en la Supercopa.
Al finalizar el partido, Cristiano Ronaldo se marchó visiblemente enfadado hacia el túnel de vestuarios. Pese a que sus compañeros intentaron contenerle, el portugués pateó una de las botellas de agua que estaban en la banda antes de abandonar el terreno de juego.
El hijo de Cristiano Ronaldo, Cristiano Ronaldo Júnior, de 14 años, disputó este martes su primer partido con la camiseta de Portugal al participar en la victoria de la selección sub'15 contra Japón (4-1), en un torneo que se ha celebrado en la localidad croata de Sveti Martin na Muri.
Con el dorsal '7' de Cristiano en su espalda, el hijo de Ronaldo comenzó el partido desde el banquillo y salió durante la segunda parte en la demarcación de extremo izquierdo, la misma posición que ocupó su padre en el arranque de su carrera.
Con Cristiano Júnior en el campo (jugó 26 minutos), el equipo luso logró mantener la ventaja obtenida, gracias al triplete de Rafael Cabral y al gol de Henrique Amen.
Cristiano saludando a su abuela tras el partido.DAMIR SENCARAFP
"Cristianinho", como se le conoce en Portugal, y sus compañeros volverán a los terrenos de juego este miércoles para enfrentarse a Grecia y el viernes harán lo propio contra Inglaterra, partidos correspondientes al Grupo B del Torneo Internacional Vlatko Markovic.
Cristiano Ronaldo Júnior milita actualmente en las categorías inferiores del club de su padre, el Al Nassr saudí, y anteriormente jugó en las canteras del Manchester United y Juventus de Turín.
Hubiéramos deseado una última, real y simbólica, victoria de Nadal en su apoteósica y merecida despedida sentimental. Pero ya era imposible, incluso frente a jugadores sepultados en las profundidades del ránking. Su adiós, postergado en exceso entre la tristeza, la comprensión y la gratitud de un país entero, suscita de nuevo una reflexión acerca de los deportistas que no se retiran «a tiempo».
El deportista muere dos veces. Y la primera ocurre cuando se retira (o le retiran). Se trata de una muerte biológicamente provisional, pero profesionalmente definitiva. Y el afectado no la acepta porque abre un abismo bajo sus pies. Así que, con frecuencia, y aunque, como en el caso de Nadal, haya proyectado un futuro confortable, experimenta una especie de horror vacui. No es raro. Después de todo, el deporte es la única actividad en la que la jubilación se produce en la juventud. El deportista tiene todavía por delante, en un territorio desconocido, amenazante por ignoto o incierto, incluso por extenso, la mayor parte de su existencia física. Le entra miedo, vértigo, inseguridad y trata de demorar el momento del adiós.
Autoengañándose acerca de sus, todavía, capacidades, o estirándolas con más o menos dignidad, permanece en activo, con frecuencia en un ámbito individual o, sobre todo, colectivo distinto e inferior del de sus mejores días. No lo hace por dinero, o sólo por eso, sino por mantener una ficción de permanencia.
Un tiempo innecesario
El caso de los futbolistas es paradigmático: Pelé, Cruyff, Beckenbauer, Maradona, Michel, Hugo Sánchez, Guardiola, Iniesta y un interminable etcétera alargaron impropia e innecesariamente sus carreras. Hoy siguen en activo Cristiano, Messi, Luis Suárez, Busquets, Alba y otro largo etcétera. Pero el fútbol sabe que este tiempo les sobra. No son Zidane, Kroos o como Rijkaard, que, en la celebración en el vestuario, después de ganar con el Ajax la Champions de 1995, anunció que ese había sido su último partido. O, cambiando de deporte, como Alberto Contador, que dio sus últimas y crepusculares pedaladas ganando en el Angliru.
No se retiraron a tiempo, entre nosotros, Alfredo Di Stéfano, Severiano Ballesteros e incluso un Alejandro Valverde en su longevidad digna... Ni, volviendo al tenis y al exterior, el mismo Federer. Y quizás Djokovic debe pensar en parar, ahora que está «a tiempo» de mantener su mejor recuerdo. Tampoco Serena Williams se fue cuando debía. Ni Usain Bolt. Existen «retirados en activo», valga la paradoja. Oficialmente aún en la brecha, pero en la práctica fuera de foco, Sergio Ramos o Mireia Belmonte siguen erróneamente la senda de Nadal.
Bolt, en los Juegos de Río 2016.AP
Si un bel morir tutta una vita onora, un mal morir, metafóricamente hablando, no estropea un pasado merecedor de elogio y agradecimiento. Tampoco hace añicos una imagen que se reconoce irrompible. Pero sin borrarla en absoluto, la empañe un tanto por ser la última. Saber retirarse oportunamente, es, no sólo en el deporte, una virtud casi teologal, incompatible a menudo con la ciega y sorda naturaleza humana.
En el lado opuesto de quienes se resisten en vano a los odiosos imperativos de Cronos figuran quienes se retiran «a tiempo» por el procedimiento de hacerlo «antes de tiempo». A «destiempo», en suma. Son sobre todo nadadores, debido a la precocidad de su deporte con relación a otros. La australiana Shane Gould (Gold), que este 23 de noviembre cumplirá 68 años, tuvo en 1972 todos los récords en todas las distancias del estilo libre. Insólito. Apabullante. En los Juegos de Múnich se llevó tres oros, una plata y un bronce. Y le «faltó tiempo» para retirarse. Tenía 16 años. En los mismos Juegos, Mark Spitz conquistó siete oros estableciendo siete récords del mundo. Y se despidió de las piscinas a los 22 años. Le quitó «tiempo al tiempo».