El precioso baile de Pedri en Valladolid deja a España a las puertas del Mundial

El precioso baile de Pedri en Valladolid deja a España a las puertas del Mundial

En Valladolid, un 14 de octubre, hace calor. Luego que si el cambio climático. Consignado esto, semejante día primaveral sirvió de escenario para el trámite que España debía cumplimentar ante Bulgaria, un equipo extremadamente limitado que no sabe lo que es siquiera sumar un punto en cuatro partidos y que echó al entrenador después de las dos citas de septiembre. España se deja la firma de la clasificación para noviembre, cuando deberá ir a Georgia y recibir a Turquía. Tiene tres puntos de ventaja sobre los turcos, únicos que podrían discutirle la primera plaza. Parece hecho, las cosas como son, porque con una victoria vale salvo hecatombe con el goal-average muy larga de explicar. Mikel Merino fue quien marcó y Pedri quien jugó. Y qué manera de jugar. Qué jugador. Qué maravilla. [4-0. Narración y estadísticas].

Ha llegado un punto en el que Luis de la Fuente se siente lo suficientemente seguro de sí mismo como para desafiar incluso a la lógica. Porque la lógica decía que, después del jaleo con Lamine, después de que en esta misma semana se hayan tenido que ir Dani Olmo y Ferran lesionados (o casi), lo sensato era dejar a Pedri en el banquillo. No parecía Bulgaria, que por la mañana hacía estiramientos en un parque público de Valladolid ante la atenta, y atónita, mirada de un puñado de jubilados, no parecía Bulgaria, pues, un rival que requiriera de Pedri. Ni de Pedri ni de nadie concreto. Así que la cordura, o la sabiduría, o la prudencia, o lo que sea, invitaba a pensar que el centrocampista del Barça no jugaría.

Pues jugó. Y claro, si juega Pedri, la cosa cambia. Es probablemente el único futbolista capaz de dominar un partido desde sus escasos 174 centímetros y, más o menos, 65-67 kilos. Juega como si tuviera ojos en toda la circunferencia de su cabeza, juega con un dominio del espacio suyo y del espacio suyo respecto de los demás que abruma. Su primera parte ayer en Valladolid dejó boquiabierto al personal, emitiendo el estadio unos oohhhhh mezcla de asombro y admiración realmente llamativos. Hubo acciones muy obvias (un pase a Samu, una vaselina al larguero, el inicio de la acción del primer gol, etc...) pero cada control, cada primer toque, cada balón filtrado era una poesía. En cuanto De la Fuente se vio con una ventaja segura, lo quitó. Y la ovación lo explicaba todo.

Pedri dispara a puerta durante el partido.

Pedri dispara a puerta durante el partido.AFP

Viéndole jugar, probablemente incluso a los responsables del Barça, al mismísimo Flick, se le pasase el eventual cabreo. Porque, volviendo al principio, la sorpresa fue ver que en el once estaba Pedri. Pero también que estaba Zubimendi, y Merino, e incluso Oyarzabal. En el riesgo de ponerles, especialmente al jugador canario, quizá influyó el recuerdo de lo ocurrido en Glasgow en marzo de 2023, cuando Luis de la Fuente cambió a todo el equipo y se llevó un meneo del que salió vivo de milagro tres meses después ganando la Liga de Naciones. A mí ya no me pillan en otra debió pensar el seleccionador nacional, que algo sí movió. Poco, pero algo. Dio carrete a Laporte (con el 10 a la espalda), Grimaldo, Alex Baena y Samu.

El delantero centro del Oporto fue el que más miradas atrajo. Ese puesto, todo el mundo lo sabe, está un poco en el aire si un día falta Oyarzabal, que es el titular. No está aquí Morata, queda la duda de si volverá, y nadie asoma más que Samu. El muchacho se pegó ayer durante toda la noche con los centrales búlgaros, pero las tres claras que tuvo las falló, y eso penaliza. Primero un mano a mano a pase de, cómo no, Pedri, después en una media vuelta que le sacó el portero y por último en un disparo donde el guardameta estaba descolocado. De la Fuente le quitó al descanso, y eso es un mensaje claro. Tampoco es que su sustituto, Borja Iglesias, tuviera mejor noche. Falló dos claras nada más entrar y en el resto de la segunda parte no hubo muchas noticias de él.

En lo que la mirada se iba posando aquí y allá, en Pedri y en Samu, o en Borja, fue pasando el partido. Tardó en llegar el gol, eso sí. No fue hasta bien pasada la media hora cuando un balón de Pedri, qué raro, encontró primero la cabeza de Le Normand y luego la definitiva de Mikel Merino, un tipo que sí tiene gol. No es delantero, pero podría serlo. Suyo fue el primero y suyo fue el segundo tras un balón de Baena, otro jugador que sí aprovechó la noche. Acostado sobre la izquierda, desbordó, centró y jugó con todo el sentido que tiene, que es mucho.

Mikel Merino celebra su primer gol.

Mikel Merino celebra su primer gol.AFP

Rotos ya por el esfuerzo los búlgaros, la selección aumentó el marcador para dejarlo en un 3-0 de lo más resultón. Pudieron ser más, pero no anda esta selección sobrada de gol. Por el césped, en cambio, fue desfilando gente que levantará la mano cuando haya que hacer la lista definitiva de 26 jugadores que irán al Mundial. Yeremy Pino se va de esta ventana con una sonrisa, igual que Aleix García o incluso Pedro Porro. Sonrisa a medias, porque claro, estos días faltaba medio equipo titular, y esos sí estarán cuando llegue la hora.

En fin, poco más. Que en Valladolid, un 14 de octubre, hace calor. Luego que si el cambio climático.

La España de las goleadas y las bajas: ¿quién debe dosificar a los jugadores?

La España de las goleadas y las bajas: ¿quién debe dosificar a los jugadores?

La España de las goleadas es también la España de las bajas. Inocuas en esta fácil travesía hacia el Mundial, con Luis de la Fuente atracado en la isla del tesoro, dada la abundancia y calidad a su alcance, y pequeños rivales que zozobran como piraguas al paso de la nave española. La tendencia, sin embargo, es fea, porque erosiona la figura del seleccionador, desenfocado en la explicación del caso Lamine Yamal, y plantea el interrogante de quién debe dosificar a los jugadores. La respuesta es que todos, pero la realidad es que pertenecen a los clubes, y eso debe ser manejado con sensibilidad por parte de la Federación. De lo contrario llegarán las trampas y las bajas de mentirijilla, y en eso quien más perderá es España.

Ahora no representa un peligro, porque después de la victoria, ayer, ante Bulgaria, la selección está virtualmente en el Mundial. Los futbolistas, además, quieren estar en este equipo, campeón de Europa y entre los favoritos para el gran torneo. Pero la situación puede crear agravios, malestar entre los clubes, sus entrenadores y sus aficionados, y contaminar la atmósfera. El pulso entre De la Fuente y Hansi Flick es incómodo para los internacionales azulgrana. Para afrontar un Mundial se necesita todo: el gol, el juego, la lluvia y el viento.

El Barça es el que más protesta porque es el que más jugadores aporta, y porque en el 'affaire' de Lamine Yamal una parte de razón le asistía. Con la nómina de lesionados que tiene, a la que se ha unido Lewandowski, caído con Polonia, Flick cruzaba los dedos con la hora de Pedri en Valladolid. Después de la polémica y de no estar Lamine Yamal en esta ventana tras confirmarse su lesión, ha sido llamativa la fuga de jugadores, Huijsen, Dani Olmo o Ferran Torres, unos con más molestias y otros con menos. Lo mismo que la ausencia de Nico Williams, lesionado con España en septiembre, pero disponible para el Athletic antes de este nuevo turno de selecciones.

La utilización de los internacionales debe partir, pues, de un cálculo de dificultad-riesgo. Por supuesto que pueden lesionarse en sus clubes como con la selección, como dijo De la Fuente, pero para los primeros no sólo significa la pérdida de una pieza en el terreno de juego, también la depreciación de un activo. Conviene no olvidarlo.

Una ciudad, Valladolid, y un rival, Bulgaria, para colocar a esta España a la altura de la de 2012

Una ciudad, Valladolid, y un rival, Bulgaria, para colocar a esta España a la altura de la de 2012

La selección búlgara se aloja en un hotel algo alejado del centro de Valladolid, pero incluso de haber estado en la mismísima calle de Santiago nadie hubiera reparado en ellos. Es el rival de España esta noche, y se llenará el José Zorrilla para ver al equipo de Luis de la Fuente, que en realidad no juega contra Bulgaria, a la que, se sobreentiende, va a ganar sin apenas esfuerzo, sino contra sí misma. ¿Por qué? Sencillo. Si hoy gana (o al menos no pierde, y no perder sería un cataclismo), igualará una cifra que pone sobre el tablero de nuevo una pregunta recurrente: ¿Se puede comparar a esta selección con la del periodo 2008-2012?

Si España no cae esta noche, sumará 29 partidos oficiales consecutivos sin hacerlo. Igualará la mejor racha de la historia de la selección, firmada entre 2010 y 2013 por el equipo dirigido entonces por Vicente del Bosque. Aquel equipo cedió en el primer partido del Mundial (que terminaría ganando) contra Suiza, y estuvo esas 29 citas hasta que hincó la rodilla contra la Brasil de Neymar en la final de la Copa Confederaciones de 2013. Entonces, fueron 24 victorias y cinco derrotas.

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Este equipo, es sabido, perdió contra Escocia en la fase de clasificación para la Eurocopa, era marzo de 2023, y de momento ahí sigue. Por matizar, que siempre hay tiquismiquis, FIFA y UEFA cuentan los partidos que van a los penaltis como empates.

28 de marzo en Doha

Por eso, a esta España no le cuentan como victorias la final de la Liga de Naciones de 2023 contra Croacia ni los cuartos de final de esa misma competición este año, en marzo ante Países Bajos. Como tampoco le cuenta como derrota la final de junio contra Portugal, resuelta en una tanda. En el caso del presente, España suma 23 victorias y cinco empates, exactamente igual que la gran España de Del Bosque.

Mirando un poco más allá de esta noche, el equipo tiene en noviembre la posibilidad de igualar esta racha a nivel mundial. De momento, es Italia la selección que en toda la historia del fútbol más partidos ha permanecido invicta. Son 31. Si España no pierde en noviembre en Georgia (día 15) y en Sevilla con Turquía (día 18), estará a esa altura, y entonces se multiplicaría el morbo de la siguiente cita. Sería ya en marzo, sería probablemente en Doha, sería probablemente el sábado 28, y sería ante Argentina, ante Leo Messi, cuando España podría convertirse en el equipo con la racha de partidos sin perder más larga de la historia del fútbol. Casi nada.

«Primero vamos a clasificarnos para el Mundial», insiste De la Fuente, aunque él, como todos, tiene en la cabeza estas cosas. Porque la comparación con la mejor época de la selección española la tienen presente todos los miembros de la Federación, conscientes de estar ante un equipo que ya ha ganado una Eurocopa (también una Liga de Naciones, pero sobre todo una Eurocopa), que ha llegado a las finales de las tres últimas competiciones que ha disputado y que mira al Mundial sabiendo que es una de las dos-tres grandes favoritas, sino la gran favorita.

Pedro Porro, ante Dvali, el sábado en el Martínez Valero.

Pedro Porro, ante Dvali, el sábado en el Martínez Valero.AFP

Si a todo eso se le une la edad media del grueso de los internacionales, especialmente de sus estrellas (Nico, Lamine, Huijsen, Zubimendi, Fabián, Merino, Cubarsí, Pedri, Cucurella, etc...) no es una locura pensar en marcar una época, que siempre luce mucho en el currículum.

De momento esta noche se intuye un equipo de Luis de la Fuente que certifique todavía más la idea de de aquí puede jugar (casi) cualquiera. Sin apagarse los ecos del lío con Lamine Yamal, con Dani Olmo ya en Barcelona y con Ferran siguiéndole desde ayer, parece claro que va a dar descanso a muchos jugadores, especialmente a Pedri y a Cubarsí, en una noche que se presenta plácida. Tanto que casi ya no se juega contra el rival sino contra sí mismo.

Luis de la Fuente: "Aquí no hay regalos, esto es la selección"

Luis de la Fuente: “Aquí no hay regalos, esto es la selección”

Luis de la Fuente llegó a la sala de prensa del José Zorrilla casi a la hora de cenar. El técnico decidió entrenar en Las Rozas por la mañana, comer, echarse la siesta en Madrid y coger el autobús para llegar a Valladolid a cenar y descansar para el partido del martes. El seleccionador es consciente de que todo el mundo da por hecha la victoria contra Bulgaria. Y él, por mucho que diga que no, también dejó caer algo así cuando dijo que ganando "cerraremos prácticamente la clasificación".

Así las cosas, el debate es cuántos cambios hará en el once. Se intuyen muchos, las cosas como son, por la debilidad del rival y porque ya van cinco jugadores que han dejado esta concentración lesionados, y alguno más sería un lío. "Lo primero que tengo que decir es que salgan los que salgan, me dan confianza plena. Veremos la evolución de la gente que jugó el sábado y mañana por la mañana decidiremos", explicó De la Fuente.

"Siempre sacaremos el equipo más competitivo. Esto es la selección española y aquí no se hacen regalos, aquí no se saca una selección de compromiso. Nuestra responsabilidad es mayúscula y actuamos en consecuencia", insistió el seleccionador, al que le recordaron que ante Bulgaria puede igualar la mejor racha de partidos sin perder de la selección (29). "Somos selecciones diferentes en tiempos diferentes, pero no pensamos en ningún caso en eso, pensamos en cerrar la clasificación lo antes posible y eso pasa por ganar".

Un talismán en la defensa

Luego vino Robin Le Normand. El central es un talismán para este equipo. Ha jugado 26 partidos y no ha perdido ninguno. Desde que se nacionalizó, en mayo de 2023, España sólo ha perdido un partido, el amistoso contra Colombia. En su zona, cada vez hay más competencia. De hecho, habría como cinco nombres para cuatro puestos. Laporte, Vivian, Le Normand, Huijsen y Cubarsí... "Con Laporte he jugado mucho, y con Dean o Pau también me entiendo bien. Yo intento dar mi mejor versión y luego tendrá que decidir el míster", despejó él.

Le Normand, por cierto, lloró aquí hace dos años con la lesión de Gavi. "Siempre es una lástima que un compañero se lesione, y además tan grave. Por suerte ha sido capaz de volver, rendir, y estoy seguro de que ahora, con esta nueva lesión, hará lo mismo".

¿Qué habita en la cabeza de Marcos Llorente? ¿Vamos a morir todos?

¿Qué habita en la cabeza de Marcos Llorente? ¿Vamos a morir todos?

Yo también habría preguntado a Marcos Llorente si cree que nos fumigan y por sus gafas de colores. No renuncio a ese titular ni a tiros, ya explicaré luego de alguna manera, sea acotación o contrapregunta, que son chifladuras. Parte del objetivo de una entrevista es mostrar al personaje como realmente es y en el caso de Llorente eso incluye el cucurucho de papel albal en la cabeza. Más discutible es que todo esto haya ocurrido en el ámbito de la selección, si quiere desvariar que lo haga en sus redes y no luciendo el escudo nacional, pero ya es tarde.

Marcos Llorente no es Javi Poves. Es un futbolista de verdad, uno muy bueno, uno que importa. El único motivo por el que hemos visto de plató en plató a Poves, que jugó 11 minutos en Primera y al que ningún aficionado habría reconocido hace dos años si coinciden en el ascensor, es su terraplanismo. Sin él, ningún medio de comunicación sabría de su existencia. Eso sí es irresponsable y promover la estulticia sin más objetivo que un clic o una décima de share.

Llorente es otra cosa. Sus entrevistas están justificadas por su trabajo, un lateral derecho que los mete de dos en dos en Anfield y es capaz de seguir corriendo tras jugar tres prórrogas. Si fuera tan convencional en sus respuestas como Andrés Iniesta, los periodistas seguiríamos queriendo hablar con él. No necesita convertirse en la versión rubia de Mel Gibson en Conspiración para que le hagan casito, lo hace convencido. No sé si es mejor.

Su dieta paleolítica, su andar descalzo y sus cafés con mantequilla no hacen daño a nadie y, viendo su estado físico superheroico, a él le funcionan. Y con las gafas a lo Paco Clavel, sin base científica pero inofensivas, empiezo a sospechar que el loco es el listo. Las vende a 200 pavos y la primera remesa se agotó en dos ratos. Se mueve en el ambiente perfecto para este negocio, uno con más pasta que libros. Media selección las ha comprado.

Con las estelas en el cielo ya empieza a preocuparme. No porque vaya a influir en los niños (los niños son mucho más inteligentes, los estropeamos luego) ni porque su fama vaya a convertir la estupidez en moda (spoiler: ya lo es), sino porque uno de los mejores futbolistas de mi equipo suelta que nos fumigan y remata: "Ese cielo no es normal. ¿Qué es? No tengo ni idea. Ojalá alguien salga a decirlo". ¡Ya han salido, Marcos, ya han salido! Se llaman científicos. Si no entiende esto, confía en que se aprenda una jugada de estrategia. Eso sí es grave.

La España democrática: 71 jugadores para un concepto (casi) imposible en la selección

La España democrática: 71 jugadores para un concepto (casi) imposible en la selección

Por el pasillo que hacía las veces de zona mixta en el Martínez Valero salían los jugadores españoles camino de la medianoche. Esperaba el autobús y luego el avión hasta Madrid. Cada uno de ellos llevaba en la mano una caja de cartón. En una etiqueta, su nombre. Y una pegatina. Si era verde, pertenecía a un jugador. Si no era verde, pertenecía al staff o a los empleados que viajan con el equipo. La nutricionista, Toscana Viar, llevaba varias. ¿Qué había en esas cajas? La cena. Pero una cena personalizada. No valía coger cualquier caja. Dani Vivian, por ejemplo, había dejado la suya en el vestuario porque sólo llevaba un yogur con frutos rojos y un zumo, pero la de Oyarzabal tenía pinta de pesar. Y la de Merino. El objetivo es que los jugadores cenen en el mismo autobús y repongan lo perdido lo antes posible.

Para saber más

Para saber más

Poco antes de esa imagen, en la sala de prensa, el seleccionador georgiano, Willy Sagnol, había soltado una parrafada abrumadora sobre España. Resumida, dijo esto: "España juega en otro planeta. En los 80 y en los 90 tenían buenos equipos, pero no eran ganadores. Ahora lo son. Llevan 25 años fabricando jugadores inteligentes, que siempre eligen en función de lo que ocurre a su alrededor. Por ejemplo, Pedri. Es tan poca cosa que parece que saldrá volando si hay viento, pero es uno de los mejores centrocampistas del mundo".

De la Fuente, claro, lo agradecía, pero con cautela. Y no cree que toda la sarta de elogios que le llueven a su equipo estos días tengan repercusión en el vestuario. "Cuando hablas con personas tan inteligentes y maduras como nuestros jugadores, no hay peligro. Ellos aceptan los elogios sin ir más allá, porque saben que el próximo reto será más difícil. El halago no les va a debilitar. Son muy buenos futbolistas, para mí los mejores del mundo, pero son mejores personas".

Ranking

Buenas personas o no, que de todo habrá, el caso es que la selección española camina por encima del suelo desde hace tiempo. Encumbrada hace apenas unas semanas al número 1 del ranking FIFA muchos años después (no lo era desde 2014), es hoy el rival a batir, dicho esto por tipos tan poco sospechosos como Lionel Scaloni o Didier Deschamps, seleccionadores de Argentina y de Francia. Y detrás de ese éxito, que lo es sin duda, está una política de democratización de la selección que Luis de la Fuente implementó desde su llegada a finales de 2022 (su primera convocatoria fue en marzo de 2023).

El seleccionador, desde entonces, ha llamado a 72 futbolistas. Casi todos han disputado algún minuto (de hecho, todos menos siete). Suma 25 debutantes en 34 partidos. Desde Joselu, que fue el primero, hasta Jorge de Frutos, de momento el último, es un número apreciable, una lista donde están tipos como Lamine Yamal, Le Normand o Huijsen.

En este tiempo, el técnico ha tenido que afrontar muchísimas bajas. Algunas largas como la de Gavi, que era esencial cuando llegó, y otras intermitentes como las presentes de Lamine Yamal o Nico Williams. En el once que se midió a Georgia el sábado faltaban seis titulares indiscutibles. No hay problema al parecer. El autor del primer gol, por ejemplo, fue Yeremy Pino, un tipo del Crystal Palace. De la Fuente ha instaurado el concepto de equipo en una selección, con lo difícil que es eso. Da la impresión de que, juegue quien juegue, el equipo funciona. "Hoy tenían seis o siete bajas y no se ha notado", insistía Sagnol, que usaba un tono real de admiración.

Esa democratización del equipo lleva irremediablemente a evadirse de la importancia del Real Madrid y del Barcelona. En el once del sábado no había ni un jugador blanco. Sí del Barça (Cubarsí, Pedri y Ferran), pero el resto estaba repartidísimo. Estaban representados 13 equipos: Arsenal, Athletic, Real Sociedad, Barcelona, Tottenham, Chelsea, Leverkusen, Atlético de Madrid, Celta, Rayo Vallecano, Como, Crystal Palace y Oporto. "Tengo la suerte de poder elegir entre 40 o 50 jugadores que para mí son los mejores del mundo", suele insistir el técnico. Y no le falta razón. En la época de barbecho que el equipo pasó entre 2014 y 2023, uno de las críticas más frecuentes era que no tenía jugadores diferenciales. Hoy sí los tiene, hoy tiene futbolistas que son top-5 en sus posiciones (Lamine, Nico, Pedri, Zubimendi, Cucurella...), pero es que no le hace falta. Para sujetar la racha de partidos sin perder (28), no vale con la primera fila. Hay que democratizar, por elevación, el equipo, y eso España lo ha conseguido.

Mañana espera Bulgaria, el rival más débil del grupo, y una victoria dejaría a tiro de otra, en noviembre, la clasificación para el Mundial, verdadero objetivo de un grupo ya campeón de Europa.

La chispa de Yeremy Pino, el seguro de gol de Oyarzabal y el mal del penalti: "Estamos en mejora constante con un equipo insaciable"

La chispa de Yeremy Pino, el seguro de gol de Oyarzabal y el mal del penalti: “Estamos en mejora constante con un equipo insaciable”

España no tiene rival y encuentra soluciones siempre. Ante Georgia, en Yeremy Pino y el omnipresente Oyarzabal, que hicieron olvidar las bajas y doblegaron a un rival que ni tuvo balón ni capacidad para recuperarlo y hacer daño. "Estamos en mejora constante con un equipo insaciable", resumió Luis de la Fuente.

La sonrisa de Yeremy Pino iluminó pronto el camino y desveló cuánto necesitaba el gol que logró culebreando a la espalda de los defensas de Georgia para empujar a bocajarro la asistencia de Le Normand. Abría el marcador de España y se sacaba un peso de encima que arrastra desde hace demasiado tiempo. La intermitencia de las lesiones que ha sufrido hace que para encontrar su último gol con la selección haya que mirar a noviembre de 2024. Fue el primero ante Suiza en el último partido de clasificación de la Nations League, el último que el canario jugó como titular. Luis de la Fuente volvió a contar con él para la fase final, pero solo jugó 15 minutos ante Portugal.

En Elche llegó su cuarto gol en los 15 partidos que se ha puesto la camiseta roja. Suficiente o no, es en esta clasificación cuando los futbolistas se empiezan a jugarse un hueco entre los 26 que puedan estar en el Mundial. De momento, en el Crystal Palace no ha visto portería, aunque sí ha repartido asistencias, y abrir la temporada con la selección es una buena carta de presentación. Se la puede agradecer a Le Normand, que le asistió para cerrar un arranque dulce en el que, además de regalar goles, suma dos con el Atlético ante el Real Madrid y el Eintrach.

"Cuando Pedri tiene la pelota pasan cosas. Ya había metido dos pases a la espalda de los defensas, que se la estábamos encontrando bien. Yo seguí la jugada para empujarla porque vi que Robin llegaba", describió el canario.

Menos afortunado estuvo Ferran Torres. Primero, porque el colegiado lituano no quiso ver penalti en el minuto 6 en el derribo de Kochorashvili. Señaló falta fuera del área, lo llamó el VAR y se rectificó: determinó que no había nada punible. No pudo ponerse Ferran ante Mamardashvili en esa ocasión, pero tuvo otra en el minuto 29, cuando el ex cancerbero del Valencia le derribó. Entonces quedó claro que a España le pasa algo con los lanzamientos de penalti.

Tres fallos de seis penaltis

Mientras el Martínez Valero pedía que lo tirara Pedri -no Ilia Topuria, que se mantuvo neutral con el corazón partido-, el valenciano miró a Oyarzabal para contar su bendición antes de encarar el punto de penalti. No jugueteó con él Mamardashvili, cuya mejoría en esta suerte es tan evidente que el último lanzamiento se lo atajó a Vinicius en el Bernabéu el pasado mes de mayo. No fue diferente. Adivinó dónde iba el balón y dejó a Ferran sin gol con que engordar el marcador.

España volvió a desaprovechar un penalti y van tres de los seis que le han señalado desde la pasada temporada. Además de Ferran, falló Morata -también en el último de la tanda ante Portugal en la final de la Nations- y Pedri. Es el periodo que más penas máximas le han pitado a la selección en los últimos años, pero si hasta entonces la afectividad había sido del 100% (no fallaron ninguno en la temporada 23/24 ni la 21/22), ahora cayó a la mitad.

Además del debate del acierto, está el de los lanzadores. Ferran y Morata eran los habituales con Luis Enrique y sumó De la Fuente a Rodri. Pero en el último año, aparecen también entre los lanzadores Lamine Yamal, Bryan Zaragoza, Pedri y, sobre todo, un especialista como Mikel Oyarzabal. Y es que el seleccionador les deja decidir.

"No me ha parecido mal [que lanzara], porque Ferran es otro especialista. Para fallar, hay que tirarlo, y estamos muy seguros con todos", dijo De la Fuente.

La efectividad de Oyarzabal

A Oyarzabal tampoco le importó no lanzar el penalti porque siempre acaba marcando. Desde su posición de 9, reconvertido por el seleccionador riojano, se ha convertido en el máximo goleador de la era De la Fuente. Para asentar la victoria de España, puso una falta directa desde la frontal de la medialuna del área a la escuadra de Mamardashvili. Y lo hizo en el minuto 64, uno antes de que le mandaran al banquillo. "He tenido la suerte de que ha ido dentro", dijo sacudiéndose cualquier ápice de vanidad porque, como siempre repite, la clave es que no haya protagonismos en esta selección. Por eso no nota las bajas: "La fuerza de este equipo es el grupo".

Son ya 18 goles los que el capitán de la Real lleva anotados en sus 48 partidos con la absoluta, 12 desde que llegó el seleccionador riojano. Su gol sirve para que España tenga pie y medio en el Mundial del próximo verano y sume 28 partidos oficiales sin perder, a uno del récord de Vicente Del Bosque en el periodo 2010-2013.

Eso es algo en lo que dice el vestuario que no piensa. "Estemos o no clasificados, tenemos que ganar porque eso da confianza", aseguraba Yeremy Pino. Se sumaba a esa prudencia otro de los jugadores destacados en el Martínez Valero, Pedro Porro. Apareció con mucho peligro en ataque y solventó las contras que buscaba, y no encontró, Georgia. "Va saliendo el desparpajo que tengo en el campo", bromeó el extremeño. "Hemos hecho un trabajo enorme en defensa. Había que parar sus transiciones y tener la portería a cero es muy importante para coger confianza", insistió un jugador que empieza a conquistar la banda derecha.

Que pase el siguiente: España, sin sus estrellas, despacha con solvencia a Georgia y se acerca al Mundial

Que pase el siguiente: España, sin sus estrellas, despacha con solvencia a Georgia y se acerca al Mundial

Camina España tranquila por el sendero que conduce al Mundial, sumando victorias, unas con ínfulas como el 0-6 contra Turquía en septiembre, y otras funcionariales como la de ayer contra Georgia. Inmensamente superior a sus rivales, el resultado depende casi única y exclusivamente de su porcentaje de acierto. Si el acierto es elevado, golea. Si no, simplemente, gana. Que no es poco, y más consignando que le faltan sus dos hombres más desequilibrantes, esos extremos que son el sello de un equipo completísimo, pero que tiene en Lamine y en Nico dos elementos realmente diferenciales. Ellos son capaces de desmontar defensas por sí mismos, pero incluso en el peor de los casos, facilitan la vida de sus compañeros generándoles espacios por la atracción que ejercen sobre los rivales. Sin ellos la cosa cuesta un poco más. [2-0. Narración y estadísticas]

Un poco más, pero en noches como la de Elche no mucho más. El equipo que ha creado Luis de la Fuente, y suyo es todo el mérito, aquí no hay éxitos compartidos, es hoy el número 1 del ranking FIFA, y será por algo. Porque lleva 28 partidos oficiales sin perder, más de dos años (vale que perdió una tanda de penaltis por el camino, pero eso no cuenta), porque es el equipo que mejor juega, de lejos, y porque maneja tantos registros que hoy es muy difícil intuir por dónde se le puede meter mano. Habrá maneras, sólo faltaba, y rivales que lo logren, pero no parece tarea sencilla.

De un equipo teóricamente titular, sin ir más lejos el que jugó la final de la Eurocopa, ayer faltaban el lateral derecho, uno de los centrales, dos de los tres fijos en el centro del campo y dos de los tres de arriba. Es decir, faltaban Carvajal, Laporte, Rodri, Fabián, Nico y Lamine Yamal. Faltaban también otros que también se pueden considerar titulares (Huijsen, Dani Olmo). Faltaba, pues, un montón de gente, y así y todo la alineación de Luis de la Fuente no sonaba extraña. Pedro Porro es el lateral derecho si no está Carvajal, y salvo en septiembre Carvajal lleva un año sin estar. Cubarsí ya no le soprende a nadie, como tampoco Zubimendi, hoy mediocentro incontestable, qué decir de Merino, un futbolista al que sólo una versión inmejorable de Fabián puede descolgar... Hasta Ferran Torres suena razonablemente normal.

Porque esta selección, estando claros los titulares, tiene muchos y buenos jugadores por detrás, así que los que estaban se dispusieron a hacer otro de esos ejercicios de posesión más bien aburridos. Este equipo es más vertical que sus predecesores, cierto, pero por muy vertical que uno quiera ser, si se enfrenta a un equipo como Georgia, metidos todos el trasero contra su portero, es difícil. Y más sin Nico ni, sobre todo, Lamine. El desborde de esos dos facilita mucho la vida a los demás, y cuando no están, se nota. Aún así, y con más dificultades que cuando están, fue encontrando España los caminos, especialmente por la banda de Pedro Porro, que fue más un interior que un lateral, y eso que tenía que vérselas, teóricamente, con el mejor futbolista georgiano, Kvaratskhelia, que después de un mes sin jugar salió al campo.

Mamardashvili no puede evitar el gol de Oyarzabal.

Mamardashvili no puede evitar el gol de Oyarzabal.JOSE JORDANAFP

Él y Mikautadze, el delantero del Villarreal, son los dos argumentos que tenía Georgia para discutir mínimamente el partido, pero no hubo opción. España, como no podía ser de otro modo, se apoderó de la pelota y no se la dejó al rival. Hugo algún susto antes del gol, que llegó mediada la primera parte en un fenomenal pase de Pedri que Le Normand bajó para que Yeremi Pino la empujase. Como siempre, lo más difícil era hacer el primero, pero la noche ya estaba cuesta abajo. Pudo estarlo todavía más si Ferran Torres no le hubiese entregado en las manos el balón a Mamardashvili cuando tiró el penalti del que había sido objeto.

En una decisión extraña, no lo lanzó Oyarzabal, que había mantenido la pelota en el regazo mientras se revisaba la jugada, y sí el futbolista del Barça, que lo tiró rematadamente mal. No parecía la cosa muy trascendente pues España estaba jugando bien. Acompasada al son de Zubimendi y Pedri, el equipo movía la pelota con bastante sentido, procuraba, en la medida de lo posible, utilizar ese juego vertical y, sobre todo, no pasaba apuro alguno. Unai Simón bien podría haberse tomado una Coca-cola sentado junto al palo, que nadie le hubiera echado de menos.

En los tres primeros minutos de la segunda parte, Oyarzabal y Ferran tuvieron dos mano a mano con el portero. Fue el anuncio de que España había decidido subir un nivel y hacer las cosas un pelín más rápido. Justo después, llegaron dos postes, uno de Porro (que hubiera sido un golazo) y otro de Oyarzabal, que sería quien haría el segundo, ya a los 20 minutos de juego, de falta. Y de una falta como Dios manda. En la frontal del área, un zapatazo al lado del portero, sin miramientos, y para dentro.

El resto de la noche quedó a título de inventario, una victoria de la que nadie se acordará cuando el próximo verano la selección esté en México, en Estados Unidos o en Canadá, que eso está por ver. Porque España va a ir al Mundial. Con más o menos brillo, pero va a ir al Mundial.

Sagnol, el discípulo de Ancelotti que tiene una espina clavada con España y al que Zidane le ‘debe’ un Mundial

Actualizado Viernes, 10 octubre 2025 - 23:30

El último Mundial que vivió Willy Sagnol (Saint-Étienne, 1977) lo acabó derrotado y encerrado en el baño del vestuario para sacudirse la frustración. «Me fumé 250 cigarrillos en diez minutos», confesó años después. La razón era que Zinedine Zidane había cometido la torpeza de asestarle un cabezazo a Materazzi en la final, con un 1-1 en el marcador de la prórroga, que acabó descentrando a Francia y costándole el título de campeona del Mundo en los penaltis. Dos años estuvo sin hablarle al astro francés y 20 lleva buscando cómo volver a estar en un Mundial. Una lesión en el tendón de Aquiles lo sacó del campo en 2009, pero lo puso en el banquillo. Hacer historia con Georgia es el camino que tiene para volver a la gran cita. Si lo hizo llevándola por primera vez en su historia a una Eurocopa, ¿por qué no confiar si tiene la mejor generación?

No será un reto fácil. En el camino se cruza con Turquía, Bulgaria y, sobre todo, la España más avasalladora, esa que le metió un 1-7 en Tiflis en un partido que el francés conserva y ha puesto más de una vez a sus jugadores para que no les volviera a pasar. No lo hizo en la Eurocopa, cuando se cruzaron en octavos. Perdieron 4-1, pero no salieron humillados ni arreciaron las críticas contra un técnico que, por las dudas en las primeras jornadas, se incendió: «Ahora algunos idiotas me insultan todos los días sin ninguna razón futbolística y no puedo soportarlo. Estoy harto», confesó entonces públicamente. El país, inmerso en una batalla política contra la influencia rusa y el recorte de libertades, miraba con lupa sus alineaciones, por si desde la Federación le obligaban a pasar factura a jugadores como Zivzivadze por su postura política antirusa.

La confianza en el técnico francés sigue intacta desde febrero de 2021, cuando Georgia fue a buscarle. «Puedo decir que el discurso de los líderes georgianos me marcó. Además, ya sea el presidente o el vicepresidente, son ex jugadores de la Bundesliga cuando yo estuve allí», explicó entonces Sagnol. Se refería a Levan Kobiashvili, ex jugador del Schalke y del Hertha, y a Aleksandr Iashvili, ex delantero del Friburgo y seleccionador Sub-21.

Sagnol no se había sentado en el banquillo desde que ejerció como ayudante de Carlo Ancelotti en 2017 en el Bayern y tuvo que dirigir al equipo en un partido tras su destitución. El conjunto bávaro no confió en él y llamó a Heynckes pese a que había tenido un paso reconocido por el Girondins de Burdeos y había sido seleccionador Sub-21 en Francia. Por eso la propuesta de Georgia le sedujo.

«Siento que todo el mundo está poseído por ese deseo de traspasar un umbral. Por supuesto, eso pasará por lograr resultados convincentes, porque son los que dan confianza. Hay mucho orgullo entre los georgianos; y hay jugadores que empiezan a irrumpir en la escena europea, y que deben servir de locomotora», explicaba entonces. Ya tenía en marcha a Kvaratskhelia, creciendo en Rusia, Mikautadze en Francia o Kochorashvili en España. Por el camino se encontraría a Mamardashvili como cerrojo para la portería. El futbolista georgiano empezaba a tener presencia, tanto es así que, de los convocados en esta ventana para enfrentarse a España y Turquía, su verdadera final, solo el tercer portero y un centrocampista siguen jugando en Georgia. Cuando Sagnol llegó, había mucho trabajo hecho en las academias de los principales clubes, en parte gracias a españoles como Andrés Carrasco. Al físico, siempre importante en el deporte georgiano, ya se había unido la táctica y el trabajo para potenciar la calidad. Solo había que ordenarlo todo. «Controla mucho la parte mental y nos da mucha libertad en el campo», describía Kochorashvili antes de una Eurocopa que fue una revolución.

Georgia había rozado la Euro de 2020 y se quedó lejos de Qatar, por eso la clasificación para Alemania fue un estallido del júbilo en todo el país que ahora se quiere repetir consiguiendo una de las 48 plazas que la FIFA pone en juego, 16 europeas. Con España en el grupo, la aspiración es ser segundos, algo que les abriría la puerta de manera directa a la eliminatoria de playoffs en la que se jugarán las últimas cuatro plazas.

La primera ventana dejó muy claro que su rival será Turquía, con la que perdió el primer partido en Tiflis y a la que volverá a enfrentarse el próximo martes. Más complicada tienen la última 'bala' que ofrece la UEFA a través de la Nations League, porque aunque está encuadrada en el grupo B, en esa 'repesca' podrán participar también los cuatro equipos mejor clasificados en la pasada edición. Y hay muchos candidatos del grupo A que pueden pasar apuros.

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Después del inconveniente que siempre supone cambiar los planes de viaje de un equipo profesional, y como al parecer la meteorología hoy será más benévola, llegará España hoy a Elche para disputar el partido contra Georgia, que no ha sufrido tantos sobresaltos porque lleva concentrada en Alicante desde el pasado lunes. El equipo de Luis de la Fuente logró a última hora del jueves el permiso de UEFA para viajar hoy y así lo hará. Un contratiempo, pero nada que sirva de excusa si la cosa no va bien.

En ese escenario busca España esta tarde dar otro pasito hacia el Mundial del próximo verano, y en ese camino, y en el destino, estará, salvo lesión, Robin Le Normand (Pabu, Francia, 28 años). El central, nacionalizado español el 23 de mayo de 2023, es la 'cara B' de esta España luminosa de la que todo el mundo ensalza su fútbol, su brillo, sus pases, sus goles y sus jugadas con la pelota en el pie.

Pero todo eso lo sujeta un tipo duro. Un futbolista al que el balón le importa lo justo si no es para despejarlo. Pero los números, y las palabras, cantan. Primero los números. Le Normand es el jugador de campo más utilizado en la era Luis de la Fuente. Ha jugado, en 25 partidos, 1.932 minutos. Y eso que no pudo estar en la primera citación (marzo de 2023) y el año pasado se perdió cuatro partidos, dos ventanas, por un golpe en la cabeza con el Atlético. Sólo le supera Unai Simón, con más de 2.000, y su más inmediato perseguidor, dentro de los 10 que no son el portero, es otro central, otro nacionalizado francés. Laporte ha jugado con el actual técnico 1.845.

Eso en cuanto a los números. Pero es que las palabras también cantan. Fueron muy llamativas las de De la Fuente en la previa del partido contra Turquía en septiembre. En la sala de prensa de Konya, le preguntaron por el chico y dijo esto: "Estamos encantados con él. Hace exactamente lo que le pido. Sabe lo que esperamos de él y lo hace".

¿Qué significa eso? Pues que un equipo donde juegan Lamine, Nico, Rodri, Pedri, etc... necesita alguien que ponga a los rivales en su sitio si es preciso. Eso llamado 'el otro fútbol' que consigue en imponerse, en intimidar, en decir 'aquí estoy yo'. Claro que a Le Normad a veces se le va la mano, siendo como es un tipo que hace un par de penaltis por partido (otra cosa es que los piten). De hecho, en su debut, en la semifinal de la Liga de Naciones de 2023 contra Italia, le señalaron uno que fue el empate.

Tarjetas

España no pierde con Le Normand en el campo. Son 25 partidos, todos los que ha jugado. Sólo cayó ante Portugal, pero fue en los penaltis y para las estadísticas no cuenta. En marzo de 2023 no estuvo en el amistoso contra Colombia en Londres (estuvo, pero en el banquillo). En este tiempo, ha visto nueve tarjetas, lo que le da un promedio de 0,36 por partido. Ni Busquets ni Ramos, los dos más amonestados de la historia de la selección, llegan a tanto (los dos se retiraron con una media de 0,17). Maneja, pues, ese fútbol 'perro', como dicen los viejos, imprescindible en el fútbol y más en una defensa como la que viene por detrás, Cubarsí y Huijsen, centrales de pasarela, tan jóvenes, tan guapos, tan impecables en la salida del balón y sin una mancha en el pantalón que, como decía Clemente, "no parecen ni defensas".

Es posible que esta noche recupere el técnico su pareja fetiche. La baja, el miércoles, de Huijsen, la cubrió Laporte, ya cogiendo ritmo en el Athletic de Bilbao después de unos meses casi parado. Y no es descartable que De la Fuente recurra a la pareja de centrales con la que ganó la Liga de Naciones y la Eurocopa, y que tiene pinta de ser la que juegue en el Mundial con permiso de Huijsen.