«Madridistas hijos de puta» cantó parte de la hinchada del Atlético de Madrid durante el minuto de silencio por la muerte de Javier Dorado, víctima de un cáncer. A esa afrenta asquerosa, que por desgracia no sorprende en estos insufribles derbis del odio, respondió Valverde como si fuera el primer soldado europeo enviado al frente de Ucrania. Medio cojo y medio vendado, lanzó un pase como un dron cargado con la bomba de Rodrygo, que buscaba en la celebración el parche de las 15 Champions pero encontró uno que decía HP, siglas réplica del cántico previo, adecuadas para definir a los despojos que lo entonaron. Parecía que el Madrid quería guerra, pero pronto demostró que no. Equipo y estadio, bostezando a la par, se entregaron a una paz absurda que reventó el misil de Julián Álvarez. Hizo buena la enésima empanada de Camavinga en lo que va de temporada.
Llegado el descanso, la responsabilidad de mantener viva la eliminatoria por parte del Real Madrid recaía ya sobre los hombros del contragafe colectivo de su afición. Escribí «Brahim fuera ya» en un grupo de WhatsApp, y supongo que se escribió lo mismo en otros tantos, unos diez segundos antes de que Brahim se inventase un golazo de la nada. Pura gambeta. Hasta el momento, él era uno de los responsables del muro de frustración que se había ido autoconstruyendo el Madrid a base de regates absurdos en el centro del campo. Pequeña gran heroica digital. En ese grupetto familiar que es el banquillo del Bernabéu, Carletto y Davide se debían haber escrito algo parecido, porque el hijo celebró el gol con el padre con la mano en la boca del arrepentido. Bienvenida sea la flor.
De ahí al final, poco más. Real Madrid y Atlético de Madrid hace tiempo que han decidido anestesiar en el campo la locura esquizofrénica que rodea a estos partidos en las redes. Simeone firmó obscenamente el 2-1 y el Madrid correspondió con señorío: sacó a Valverde de la trinchera, quitó a todos los centrocampistas que pudo y entre Mbappé y Vinicius decidieron que no había necesidad de marcar un tercer gol. Una victoria, entonces, con sabor a empate guionizado. Consecuencia: ocho días más de Tercera Guerra Mundial. Con una Normandía en el horizonte: la vuelta sí la juega Jude Bellingham.
El Bernabéu es un buen lugar para la contemplación si se es espectador. Como mirar una catedral para los devotos, con un marcador que es como un fresco en movimiento. Como futbolista, sin embargo, es un mal asunto. El Atlético partió deliberadamente contemplativo, agrupado en su campo, a la espera de que no pasaran cosas. A Simeone le puede su naturaleza, tenga lo que tenga, y no es un reproche, ni es negativo. Es lo que es, y le ha ido de maravilla. En el Metropolitano, en cambio, deberá proponer más, porque la Champions lo exige; el Madrid, también. No le bastará su acting en la banda. Sin necesitar de una noche mágica, el rey de Europa cobra ventaja en unas circunstancias mucho más adversas, porque en el Bernabéu siempre pasan cosas si se deja crecer a los suyos, aunque las haga un suplente que no debería sentirse como tal. Es Brahim. La contemplación desde la hierba es un mal asunto. [Narración y estadísticas (2-1)]
Las primeras acontecieron esta vez muy rápido para conectar a Valverde y Rodrygo, que pudo con la velocidad de Javi Galán como si no se esforzara. El brasileño se desliza, sin desgaste, por donde otros pisan con clavos. El eslalon acabó en un gol pletórico, messianico.
Para saber más
Fue como el directo inesperado nada más sonar la campana del primer round que deja grogui al oponente. Ahí estaba la oportunidad del Madrid para romper la eliminatoria y obligar a Simeone a cambiar su hoja de ruta, que se plantó en el Bernabéu a jugar una eliminatoria, no un partido. Después de verse superado de semejante forma, como le ocurrió al lateral rojiblanco, un futbolista queda tocado emocionalmente. Rodrygo volvió a intentarlo, pero el defensa reaccionó con los tiempos justos, al límite del penalti. Giménez detuvo en la banda opuesta a Vinicius, menos preciso que su compatriota con un Mbappé de oyente. Rodrygo es el Patito feo del ataque, aunque Ancelotti es de la generación que conoce bien el cuento de Andersen.
Un equipo desgastado
Un gol no cambia, sin embargo, un plan, y el Atlético siguió a lo suyo, con la prioridad de dejar al Madrid sin espacio y refugiarse en largas posesiones que evitaran las pérdidas. Sin la pelota, cerraba los espacios entre las líneas; con ella, hacia el campo anchísimo. Ello hacía correr al Madrid, un equipo desgastado físicamente. Era parte del plan del argentino, que sabe de los buenos finales de los suyos. No lo tuvieron. Ello no daba, de momento, ocasiones al Atlético, que tuvo la primera en una llegada de Giuliano, cuyo centro, dirigido a Lino, fue interceptado por Valverde. El uruguayo estaba en el campo bajo riesgo, pero en dos acciones, el pase del gol y el corte del no gol, demostró por qué.
En un contexto en el que mandaban el respeto y las precauciones, con balones al pie y sin presión alta por parte de ninguno de los equipos, los goles sólo podían llegar gracias a acciones individuales. Rodrygo había encontrado el espacio por sorpresa, pero eso no iba a volver a suceder. La de Julián Álvarez fue individualísima. Después de un error de Camavinga, alzó su visión periférica desde el cuerno del área y lanzó un disparo teledirigido que salvó la envergadura de Courtois. Como burlar las alas de un cóndor.
La réplica la puso Brahim, nada más regresar del descanso, al sostenerse en el área gracias a su potente tren inferior y su bajo centro de gravedad, y salvar contarios para colocar el balón en el lugar imposible de Oblak. Una acción de alivio para el Madrid, porque Simeone ya había mandado aumentar el ritmo de los suyos al salir del vestuario. Al argentino le gusta jugar varios partidos dentro de un mismo partido, no digamos ya en una eliminatoria. La nueva ventaja del Madrid llegaba de la nada, como había ocurrido con el tanto de Julián Álvarez.
Julián Álvarez, ante Camavinga, en la acción del 1-1.AFP
Brahim y Julián tiene algo en común, y es haber llegado procedentes del Manchester City. Todo lo que deja Guardiola suele tener tara, pero con estos jugadores alguien se equivocó, por ponerlos poco o por abrirles la puerta. También en la Federación Española. Julián, la gran referencia de este Atlético, ya por encima de Griezmann, apunta en grande. Brahim, recambio del sancionado e intocable Bellingham, hace muchísimas cosas, y todas bien.
Oblak encajó el segundo gol, pero el Atlético encajó el temor, y más cuando Ancelotti echó mano de Modric, al que Simeone veía como titular, para sacar del campo a Camavinga. Brahim se lo recordó a gritos desde la banda tras su gol. Sabe el argentino lo que el croata puede hacer, por lo que llamó a Le Normand para pasar a jugar con línea de cinco y vació su centro del campo para poner a Correa y Sortloth, los jugadores de sus finales. Si había algo que jugar que fuera en las áreas, aunque estuvo más cerca de perder más que de ganar algo. Camino del Metropolitano, el Madrid lo hace más seguro de lo que estaba antes de saltar a su propio estadio. Simeone sabe que necesitará más.
Días así no compensan. Hablo en serio. Da igual el resultado.
Cuenta la leyenda que hubo un tiempo en que los derbis se disfrutaban. Serían otros. Otros derbis u otras personas. Llegas a la redacción, al taller, al colegio de los niños y es un campo de minas. En cada encuentro aparentemente inocuo hay una trampa, un Vicente Ruiz, un Madueño, una Ana María Ortiz que llevan meses fingiendo ser personas normales, tus amigos incluso, pero son agentes durmientes.
Usted, querido atlético, tendrá sus equivalentes. Horas y charlas, bromas y cafés, pensando que son gente decente y son madridistas de los (más) chungos, de los falsos victimistas, los del contragafe y el "enhorabuena" horas antes de que empiece el martirio. Porque lo peor no es que te vacilen y presuman de Champions, lo peor es que te tomen por tonto. Te quieren vender que el Atleti es favorito, un igual al menos, y en el Atleti es indiscutible Javi Galán. No hay más preguntas, señoría.
No se tome esto como insulto, sino como síntoma. Bastante ha hecho el chaval, un descarte a principio de curso, cubriendo con dignidad el puesto cuando Simeone vio que en el regreso al 4-4-2 residía la resurrección y no tenía otro lateral izquierdo en plantilla. Aun así, el Atleti, demostrando una vez más que la ambición del equipo no se contagia a los despachos, decidió dejar pasar el mercado de invierno, con todos los títulos al alcance, sin reforzar el obvio boquete. A los tres minutos Rodrygo abusó de Galán y le gritó al emperador que iba desnudo. A este nivel, un detalle es un suicidio.
El resto fue igualado porque los puntos flojos del Atleti son más flojos que los del Madrid (como se encargó de recordar dolorosamente Brahim, supuesto fondo de armario, en el 2-1), pero los fuertes no tienen nada que envidiarle. Oblak, este De Paul centrado, Llorente a la carrera, Barrios creciente, el Griezmann organizador... y Julián Álvarez. Sobre todo, Julián Álvarez. Sobre esa piedra construirá el Atleti su iglesia, su catedral o lo que le dé la gana.
Durante todo el día discutí con Perico Simón, con Miki Murcia, con Guisasola, con Luis Martínez, con los buenos, cuál era el mejor resultado. Concluímos que perder por uno, no tener dudas con a qué salir en la vuelta, ira y fuego en el Metropolitano y si tiene que ser un desastre, que sea un desastre esplendoroso. Los Atletis del Cholo siempre empeoran cuando echan cuentas.
Y cuando me venía arriba pensando en eso, recordé que en una semana otra vez la misma tortura. Días así no compensan. Hablo en serio. Da igual el resultado. Pero allí estaremos. No somos listos, pero somos fieles. De algo hay que morir, aunque siempre sea de lo mismo.
Unos pueden preferir a la leyenda Fernando Torres, otros se quedarán con la fiereza del Tigre Radamel Falcao, nadie olvida el paso de Kun Agüero, pero es seguro que todo el mundo en el Atlético de Madrid se acordará de Julián Álvarez. El argentino es un delantero diferente, capaz de dominar todas las suertes del juego y, por supuesto, la más importante: la del gol. Con el del Bernabéu, lleva vivo a su Atlético de Madrid al Metropolitano.
El tanto que se sacó de la chistera con Camavinga de testigo fue de los que marcan la carrera de un jugador. Pico del área izquierda, comba de interior y a la escuadra de Courtois con el belga embelleciendo más la foto con una estirada imposible. No necesitó de nada ni de nadie más que de su talento para empatar momentáneamente el duelo. "Ellos hicieron los goles en los momentos justos", contó el protagonista en la entrevista postpartido.
Este era su tanto número 22 en 41 partidos. Además, hay un dato de mayor peso a esta estadística y es que 12 de esos 22 han servido para abrir la lata, aunque este miércoles fuera para poner el 1-1 en el marcador. A los goles suma cinco asistencias porque, si algo tiene el futbolista argentino, es que tiene la misma capacidad para jugar tanto dentro como fuera del área y tanto en fase ofensiva, la suya, como defensiva. Verle hacer sprints para recuperar balones en contras madridistas era encomiable y muy apreciado por su técnico, quien vivió la cara con Julián y la cruz con Javi Galán.
Un tormento para Galán
Resulta curioso ganarte a Simeone con unos minutos y una asistencia. Eso hizo en el primer derbi de liga ante el Real Madrid. Desde aquel innombrable partido, recordado por el lanzamiento de mecheros a Courtois, Galán se hizo con la titularidad en el carril izquierdo rojiblanco. Del ostracismo al protagonismo.
Sin embargo, el Madrid quiso cobrarse la venganza ante el lateral extremeño en la ida de Champions en el Bernabéu. Los blancos, con Rodrygo de estilete, quisieron hacer del partido de Galán un tormento. En menos de 10 minutos, le habían atacado en tres ocasiones con resultado de un gol en contra y un forcejeo que, en ocasiones, es pitado como penalti en contra.
Fruto de la presión y quizás con los fallos en la cabeza, el defensa no era capaz de dar un pase a un compañero a menos de cinco metros. En su descargo hay que decir que Lino, que debía ayudarle en ese costado, se iba demasiado al medio y dejaba que Valverde le percutiera junto al delantero brasileño.
El Cholo se desesperaba en la pequeña zona técnica del Bernabéu. El técnico argentino se llevó varias advertencias del juez de línea durante el duelo. Encima, Galán comenzaba el duelo a metros del argentino, el que le sacó de la ignorancia. De hecho, tan pronto el lateral ganó un duelo en su cara, Simeone le animó para que se viniera arriba y no se hundiera ante un Bernabéu repleto con casi 4.000 gargantas animando desde la zona de visitante.
Un Atlético con personalidad
El Atlético tenía la lección más clara que el Madrid. Los rojiblancos apretaban al largo conjunto blanco y recuperaban con mucha velocidad el balón. Además, cuando tenían la posesión, no les quemaba el balón y especialmente a De Paul, el timón rojiblanco al que los blancos ignoraron todo el partido.
Pero pese a la personalidad que mostró el Atlético, se llevó una derrota. Brahim ejemplificó la crueldad que siempre han tenido los blancos con su vecino. Una crueldad que llegó a ser sádica entre 2009 y 2013, periodo en el que venció en los 10 duelos que se enfrentaron. Pero el Cholo cambió la historia y los rojiblancos ya no van al Bernabéu a un potro de tortura, aunque se tengan que someter, por desgracia, a las individualidades que siempre pueblan el equipo blanco.
Simeone apuntaló la defensa sacando a Griezmann por Le Normand para apagar el arreón del Madrid tras el gol del marroquí y luego sacó la pólvora por si cazaba una última contra para llevar el duelo en tablas al Metropolitano. Pero el partido se fue apagando con ambos equipos conscientes de que esta contienda tiene 180 minutos. "Sabemos que quedan 90 minutos", apuntó Álvarez. Más saben los diablos por viejos que por diablos. Pregunten a Ancelotti y a Simeone.
El primer derbi de Champions desde 2017 fue un derbi de tensión. Cómo no iba a serlo. Tensión en el césped, en la grada y en la calle. La lluvia que cayó sobre Madrid durante la tarde no impidió el paseo de los 4.000 aficionados del Atlético desde Plaza Castilla al Bernabéu ni la 'busiana' (recibimiento al autobús) del público del Madrid a su equipo en Sagrados Corazones.
Volaron algunas botellas a la llegada de los seguidores rojiblancos, que dejaron la nota fea de la noche al cantar «Madridistas, hijos de puta» durante los primeros segundos del minuto de silencio por Javier Dorado, exfutbolista del Madrid fallecido estos días. La afición local abucheó el gesto y aplaudió para silenciar el cántico.
Ya en el partido, Rodrygo mantuvo su idilio con la competición anotando en el minuto 3. Por algo le llaman 'Míster Champions'. Es su quinto gol en esta edición y el octavo de su carrera en las eliminatorias de la competición, donde en su momento dejó un doblete histórico ante el City en 2022 y dos goles a los ingleses en los cuartos del año pasado.
La buena acción del brasileño llegó tras un excelente pase de Fede Valverde, que se infiltró para poder jugar como lateral derecho y dijo «basta» en el minuto 81 tras más de una hora de máximo esfuerzo. El uruguayo vistió el brazalete en su brazo izquierdo y encontró a Rodrygo a la espalda de Javi Galán. Una acción mirada con lupa por el cuerpo técnico del Madrid y que se repitió durante los primeros minutos ante que el Cholo ajustó su defensa y Lino comenzó a ayudar al lateral.
El gol, lejos de empujar al Madrid, le deshizo, lo mismo que sucedió el sábado en el Villamarín. El conjunto blanco se vio por delante, cuajó un par de acciones buenas después del tanto y se relajó. Vinicius y Mbappé dejaron de presionar en el minuto 13 del partido, cuando Ancelotti ya levantaba sus brazos en señal de protesta a sus jugadores.
En el centro del campo, Camavinga hacía aguas, perdiendo balones que enfurecían todavía más al técnico y siendo demasiado blando en el 1-1 de Julián. Era el primer partido con Tchouaméni y Eduardo como doble pivote desde el 0-4 del clásico del Bernabéu, en octubre. Mal augurio.
En el banquillo, Ancelotti se desesperaba. No entendía cómo después del aviso del sábado sus jugadores habían vuelto a cometer el mismo error. Sin presión ni intensidad madridista, el Atlético se hizo con el partido en los pies de De Paul y Barrios.
La noche del Madrid no cambió con el descanso. Si hubo bronca en el vestuario no se notó, porque el equipo volvió a salir espeso, sin ideas y lento tanto en ataque como en defensa, como si la chispa que necesitara no fueran las palabras de Ancelotti y sí un poco de acción.
Dominaba el Atlético, y justo cuando Davide Ancelotti hizo el gesto del número 10 para llamar a Luka Modric, que calentaba en la zona del córner, Brahim se inventó el 2-1 con un zigzagueo sobresaliente y con un disparo cruzado que sorprendió a Oblak. Esa fue la chispa.
El cuerpo técnico aguantó el cambio de Modric unos minutos más y finalmente el croata entró por Camavinga, no sin antes recibir instrucciones de Carletto, de Davide e incluso de Francesco Mauri, segundo ayudante del entrenador. Todos tenían deberes para el balcánico.
La aparición de Modric devolvió la posesión al Madrid y encogió al Atlético, pendiente ya de la vuelta mientras los blancos crecían en el partido. Las carreras defensivas de Brahim y Rodrygo levantaron al Bernabéu y se llevaron los aplausos del banquillo, que por fin reconocía algo de sangre en sus futbolistas.
El Madrid, en los pies de Mbappé y Vinicius, terminó perdonando, pero se llevó la primera parte de este derbi continental. La segunda, en siete días en el Metropolitano.
El relato del Atlético ha sido interpretado por pocos como por Diego Simeone, mitad entrenador, mitad mesías. Le gustaba aludir al equipo del pueblo como oposición al realísimo equipo de la aristocracia. El partido a partido del Atlético era la adaptación del día a día de los pobres. Como relato ha funcionado, pero se trata de un relato superado en el campo, donde se juega un derbi ya sin pobres. De un lado, el rey de la Champions, perezoso como todos los reyes, pero ungido del don divino capaz de provocar fenómenos telúricos en la hierba del Santiago Bernabéu. Del otro, el eterno aspirante a una revolución que no llega, pero, hoy, con tanta pólvora como el rey.
Los encuentros europeos entre Madrid y Atlético han devuelto a cada uno a su casilla, como si se tratara de una barrera en la que es la historia la que dice no, fuera en el minuto 93 o con un Madrid diezmado por la batalla, fuera en finales como en eliminatorias. La Supercopa que lograron ganar los rojiblancos en un derbi, en 2018, tenía algo de premio consolación, como una Champions de chocolate.
Dominio emocional
El Madrid es siempre favorito en un torneo que domina emocionalmente de una forma inexplicable. Eso no quiere decir que gane siempre. Quiere decir lo que quiere decir. Lo siente de esa forma el conjunto blanco, y lo sienten quienes lo enfrentan. En la medida en la que el Atlético pueda abstraerse, será capaz de imponer su salud futbolística, claramente mejor, hoy, que la del Madrid. Eso no ocurría las veces en las que se enfrentaron con anterioridad, pese a la solidez del Atlético de la primera Liga con Simeone en el banco. A esta versión puede faltarle el carácter de tipos como Godín o Gabi, que eran la extensión del entrenador en el campo, pero dispone de muchos más recursos para defender bien, organizarse para lo que quiera en el centro del campo y buscar el área contraria de formas distintas.
El ataque en el que empiezan Griezmann y Julián Álvarez y aparecen Sorloth o Correa es como un carnaval. Es mejor la condición superlativa de Vinicius y Mbappé en el plano individual, pero en el juego de complementariedades tiene más alternativas el Atlético. Simeone se ha dado cuenta y a menudo las utiliza todas, como sucedió en los dos partidos disputados este curso en Montjuïc. De los cuatro choques con Barça y Madrid, no ha perdido ninguno.
El factor Julián Álvarez
Julián Álvarez es la gran adquisición de la temporada, un delantero sutil en sus movimientos, lo que le convierte en un tormento para sus rivales, porque no ofrece referencias. Aparece en todas partes y desparece, siempre con decisiones que mejoran el ataque o lo hacen definitivo. Le acompaña el gol como se acompaña a las estrellas. Quien quiera serlo los necesita. Que se lo pregunten a Lamine Yamal. El argentino suma 21 en todas las competiciones este curso.
Marcó, de penalti, en el último partido disputado entre ambos equipos en el Bernabéu, en Liga. Un choque referencial para los entrenadores, porque dio la medida de lo que puede hacer el Atlético cuando se despliega y de la capacidad de resurgir del Madrid, sea cual sea la adversidad. Carlo Ancelotti lo recordó, porque necesita a ese Madrid en una eliminatoria que puede resultar crucial para el futuro del equipo, perdido el liderato en la Liga, irregular en el juego y de los nervios a causa de las polémicas arbitrales. Sólo la final de Copa, a un tiro, alivia. Crucial también para sí mismo, porque en su sitio nunca se gana lo bastante.
La ausencia de Bellingham
Habló el italiano de falta de actitud y compromiso tras caer con el Betis, una advertencia antes de este derbi que no es un derbi cualquiera, pero hay problemas que están en su haber y en el del club, aunque la plaga de lesiones y la causa arbitral da coartada para todo. Dijo, ayer, que hay dos tipos de jugadores: los que corren y los que hacen la diferencia. Ya lo saben Vini y Mbappé. Los necesita del mismo modo que necesita que corra Valverde, al que puede forzar en la derecha. Bellingham, que corre y hace la diferencia, es su gran baja en este primer round de la eliminatoria.
Ancelotti y Simeone no esperan un resultado en el Bernabéu que incline en exceso la eliminatoria. Verá su desenlace en el Metropolitano. Una ventaja para el Atlético, no porque se produzca en su estadio, sino porque lo hará en el no Bernabéu. En ese lugar, durante la Champions, suele producirse una liberación de energía capaz de mover un resultado como se mueve la tierra. Es un fenómeno telúrico llevado al fútbol.
El Atlético se aleja, pues, de ese lugar en los finales que ha aprendido a jugar a lo Madrid, gracias a su banquillo, pero también a la determinación de su entrenador. Simeone es un técnico muy intervencionista durante el partido, que mueve rápido el banquillo, algo que reta a Ancelotti, más conservador, como buen aristócrata. Es el otro derbi.
Vinicius Júnior está a dos pases de gol de convertirse en el mejor asistente de la historia de la fase de eliminatorias de la Liga de Campeones. Analicen la frase, porque explica a la perfección el nivel que ha dado el brasileño en las rondas del K.O. de la máxima competición europea a pesar de tener solo 24 años. En el Etihad Stadium de Manchester superó las 12 de Messi y está a dos de las 15 de Cristiano. Números que obligan a pensar que esta noche será capaz de brillar ante el Atlético de Madrid, su criptonita, el equipo capaz de negarle casi cualquier virtud en los 15 partidos que ha disputado contra ellos. «Estoy en mi mejor momento», advirtió ayer. Le toca ser protagonista.
Para Vinicius será el primer derbi en Champions, circunstancia que puede cambiar el chip del futbolista para el encuentro. Hasta ahora, los Madrid - Atlético han tenido al futbolista en el foco mediático, pero casi siempre por temas extrafutbolísticos. Cada visita al Metropolitano ha terminado con mucha tensión entre el futbolista y la grada, incluso con algún cántico racista a las puertas del estadio o con el vergonzoso muñeco colgado de un puente de la M-30.
Esas circunstancias y la táctica defensiva de Simeone han conseguido que Vinicius no muestre ante el Atlético su mejor versión. Ha disputado 15 encuentros ante los rojiblancos y sólo ha marcado un gol, el anotado en el Bernabéu en los cuartos de final de la Copa del Rey del curso 22-23. Más allá de esa noche, el brasileño añade tres asistencias, dos de ellas en el mismo duelo (jornada 17 de la Liga 21-22 en Chamartín) y otra en el empate de la primera vuelta de este curso en el Metropolitano.
Persecución a Cristiano
Es decir, Vinicius sólo ha provocado goles en tres de de los 15 enfrentamientos en los que ha participado contra los de Simeone desde su debut en el derbi liguero de 2018. Ahora, después de verse contra el rival madrileño en Liga, Copa y Supercopa de España, el derbi se traslada a Europa, territorio donde Vinicius ha sido capaz de aislarse del ruido mediático de la competición doméstica para dar una versión superlativa. Según WhoScored, plataforma de análisis estadístico, su nota media ante el Atlético de Madrid en Liga no supera el 7, mientras que en Champions League el brasileño lleva tres temporadas rozando el 8 en la competición (7,98, 7,82 y 7,77).
Su persecución a Cristiano para conseguir el récord de asistencias convierte a Vinicius en el futbolista más determinante de las últimas ediciones continentales. Nadie ha producido tantos goles en eliminatorias como el brasileño, que en Europa se transforma. Desde 2018, ha marcado o asistido en 15 de las 17 eliminatorias de Champions que ha disputado: 11 goles y 13 asistencias, es decir, 24 acciones de valor gol en 31 encuentros, incluidos los dos tantos en las finales de París y Wembley. Como su fuera su propio jardín.
A esas cifras se agarran en Valdebebas para empujar a su futbolista contra Simeone. El Cholo, ya sea con Nahuel Molina o Marcos Llorente en el lateral, ha conseguido detenerle, aprovechando también la tensión ambiental que ha tenido el derbi en sus últimas ocasiones. La entrada de Giulano en el once del argentino otorga todavía más atención sobre Vinicius, siempre con De Paul, mediocentro que ocupa el lado derecho del doble pivote, con un ojo sobre el brasileño.
Desaparecido ante el Barça
«Es su momento», deslizan en la ciudad deportiva del conjunto blanco tras una temporada en la que el brasileño ha mantenido sus números gracias a actuaciones estelares, pero también ha tenido momentos más bajos, lastrado también por una lesión muscular que le apartó durante unas semanas. Suma nueve goles y siete asistencias en Liga y siete y tres en Champions, camino de igualar las cifras de la temporada pasada, pero en algunos partidos grandes no ha aparecido, especialmente contra el Barça en Liga y en la Supercopa de Arabia, contagiado también por un equipo que no ha mantenido velocidad de crucero.
Ahora, y justo después de hacer «todo mal» en el Villamarín, como reconoció ayer, busca reactivarse. «He tenido lesiones y no puedes estar al 100% en todos los partidos. La afición te pide estar cada tres días, pero no siempre estamos bien de cabeza ni físicamente», admitió ante los medios, negando también que se sintiera «engañado» por no ganar el Balón de Oro.
La situación, eso sí, le influyó, prometiendo en redes hacerlo «multiplicado por diez» tras quedar segundo en París. Después de cuajar una notable eliminatoria contra el City tras la pancarta del Etihad que le recordaba el premio a Rodri, el brasileño, cerrando también el debate de Arabia, se mide a su criptonita.
Hubo un momento en que el Real Madrid casi echa a Simeone del Atlético. Aquella final de Champions entre ambos en Milán en 2016 sumió al técnico en un mar de dudas que estuvo a punto de provocar su salida del club rojiblanco. Y eso que el Atlético empató ese partido, aunque perdió el título en los penaltis. "Como siempre relacionamos las situaciones con la historia, la del Madrid en Champions es impresionante, pero mañana tendremos una gran oportunidad". El técnico argentino sabe que los blancos tienen 15 entorchados, pero en sus últimos duelos europeos el aire ha cambiado y se ve con posibilidades en estos octavos de la máxima competición continental.
Si en la última semifinal de Champions que les enfrentó, apenas un año después de Milán, sólo una genialidad de Benzema que se cobró Isco evitó que el Atlético remontara la eliminatoria europea, en Tallín, Simeone consiguió un hecho histórico como técnico rojiblanco: vencer al Madrid en Europa. No un partido, algo que ya ha ocurrido en dos ocasiones de los 10 enfrentamientos que les contemplan en el viejo continente, sino una final.
Saúl Ñíguez estuvo en el once que disputó aquel partido en la capital estonia en 2018. "Fue un partido difícil. El equipo sabía que podía y confiábamos en poder llevárnoslo. Muy contentos de conseguir un título europeo", apunta a EL MUNDO desde su cesión en el Sevilla, donde la continuidad le está ayudando a cuajar grandes encuentros.
"Cada partido es diferente"
El duelo en el Le Coq Arena de Tallín fue un toma y daca entre ambos (seis remates a puerta del Madrid por cinco de los rojiblancos) con dos remontadas, alternativas y golazos como el citado de Saúl. Diego Costa fue la pesadilla blanca y Sergio Ramos quiso volver a ser la colchonera tras transformar un penalti cometido por Juanfran Torres, pero se encontró con la pujanza del canterano.
El centrocampista no sólo jugó aquel encuentro, sino que fue uno de sus protagonistas. De sus botas subió el 3-2 al electrónico en la prórroga del encuentro. "Estaba hablando con Fernando Torres y le dije que haría el arquero si marcaba y mira", explica el futbolista, que sabía de la importancia de ponerse por delante aunque luego fuera Koke el que brindara el 4-2 con el que terminaría el partido.
Así, por extraño que parezca, el Atlético ha vencido en sus dos últimos duelos europeos ante el Real Madrid, aunque la victoria de las semifinales de la 2016/17 no les sirviera para pasar de ronda. "Cada partido es diferente. Las dos últimas eliminatorias de Champions caímos eliminados y eso siempre está en la memoria, pero lo bueno del fútbol es que siempre te da otra oportunidad", explica el ilicitano.
Momento álgido
Esta nueva oportunidad llega en uno de los mejores momentos de Simeone en el banquillo rojiblanco. Quizás, y es mucho decir, con una de las plantillas más completas y comprometidas con las que ha contado el argentino. Hasta el punto de que una presión de Conor Gallagher en el descuento de la última victoria rojiblanca ante el Athletic valiera el mayor gesto de emoción del técnico en la banda del Metropolitano.
Este año se suma que el Atlético no ha perdido con ninguno de los dos grandes de LaLiga. Victoria y 4-4 con el Barça y los dos empates contra el Madrid en Liga, aunque Saúl admite que la Champions es un territorio extraño en el que el Madrid saca siempre algo más. "Igual en liga está más regular el Atleti, pero en Champions el Madrid es increíble lo que es capaz de hacer. Sacan algo que solo ellos tienen y creo que es un 50/50 aunque espero que el Atleti pase", desea el canterano rojiblanco.
Además, este partido se sitúa en un mes que puede marcar el devenir de la temporada. De cómo salga el conjunto de Simeone, para Saúl el equipo puede estar ante un curso "inolvidable" o ante "uno más". Lo que es seguro es que el Atlético ya no pisa terreno desconocido en Europa. Sabe lo que es ganar al eterno rival y ahora falta que lo certifique en una eliminatoria de Champions. Quizás, como ocurrió en España, en la que los rojiblancos estuvieron 14 años sin ganar al Madrid hasta la llegada de Simeone, el argentino también consiga cambiar el destino europeo.
Jesús Gallego (Jaraicejo, 1968) lo ha visto todo. Desde muy cerca. Soldado en la guerra entre la SER y García hasta casi llegar a las manos, parte del núcleo duro que se marchó a la COPE… sin ofrecerle acompañarlos, director de ‘Carrusel Deportivo’ de 2014 a 2016 de donde salió por no ceder ante la empresa, testigo directo de los altos y bajos de la tele y, ahora, feliz presentador de ‘Hora 25 Deportes’ y novelista debutante, con ‘Herencia’, sobre los tiempos agitados de la Transición.
"Es una cosa que tenía en la cabeza desde hace tiempo, pero no me había puesto. En el verano del 23 terminó mi etapa televisiva, me encontré con que tenía tiempo libre y decidí lanzarme. Estuve leyendo libros que me faltaban de Vargas Llosa, que es una referencia para mí, y Juan Gabriel Vásquez, que es la hostia, y decidí que tenía que escribir algo. Me ha salido una cosa que ni yo mismo esperaba, sinceramente", explica.
Música indie, política, libros… Siempre te has movido en zonas no demasiado transitadas por el periodismo deportivo.
Creo que sigue habiendo ciertos prejuicios dentro de la profesión. Recuerdo que había un estigma y decían de ti despectivamente: "Ese lee libros". Dentro de la fauna periodística cada uno tiene sus señas de identidad y no tienes porqué renunciar a ellas. Desgraciadamente, creo que las nuevas generaciones, tanto en el periodismo deportivo como en la sociedad, han leído menos libros que las nuestras. Hubo un momento muy bueno en que, siguiendo el ejemplo de Segurola, empezó a parecer gente que escribía muy bien de deportes. Ahora faltan figuras como esas, no las veo surgir. También es cierto que entonces a menudo se decía "parece Segurola" como insulto. Joder, a mí me dicen que parezco Segurola y doy palmas. Ahora las pantallas, internet y las redes sociales han provocado una involución donde se ha priorizado el titular llamativo, breve, conciso y, si puede ser, hiriente y esa figura del periodista más reflexivo, que se recrea en el lenguaje, ha ido desapareciendo. Ojalá vuelva porque es necesario.
Llevas ya ocho años haciendo ‘Hora 25 Deportes’. No sé si es lo que esperabas porque cuando te lo dieron, tras ‘Carrusel Deportivo’, parecía un paso atrás.
Cuando cogí este programa no tenía la sensación de que fuera un proyecto a largo plazo. Salí de ‘Carrusel’ porque no llegamos a un acuerdo económico y yo no quería seguir currando los fines de semana si no estaba a gusto. Me quemé bastante y esto lo vi como una pausa, iba a empezar a hacer tele otra vez con ‘El Golazo’ y me venía bien otro ritmo, pero con el tiempo me he ido sintiendo muy cómodo, tengo una relación guay con Aimar Bretos y estoy realmente bien en ese tramo horario y en ese formato de media hora de muchas noticias, pero dando también opinión.
¿Te lo tomaste como un castigo al principio?
Un castigo no, pero sí un retroceso. Los dos años que hice ‘Carrusel’ subió un 15% la audiencia del programa. La SER estaba encantada y quería que siguiera. Me hizo una oferta, pero yo no me sentí bien tratado entonces y no la acepté. ‘Carrusel’, ‘Tiempo de juego’ o como se llame en cada cadena es el programa más duro que hay en la radio y no está reconocido. Es infinitamente más duro que hacer un programa diario de hora y media o dos horas como ‘El Larguero’ porque estar ocho o nueve horas manteniendo esa intensidad es agotador y dificilísimo. Había días que salía fulminado del programa y, además, lo haces sábados y domingos, pierdes enteros los dos días en los que la gente hace la vida. Los cumpleaños, las barbacoas, las fiestas, las resacas, el amor, la vida familiar… Todo pasa el fin de semana y tú te lo pierdes. Yo estaba muy quemado vitalmente y necesitaba un respaldo de la empresa que no sentí. Ahora entiendo lo que sucedió: la SER estaba pendiente de que De la Morena se iba, dieron por hecho que yo seguía en ‘Carrusel’ y como estaban con el otro problema más gordo no prestaron mucha atención a lo mío.
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Y se estropeó todo.
Claro. Es comprensible a nivel empresarial, pero a nivel personal tú piensas en lo tuyo. Yo me estaba matando, los resultados eran buenos y nos enzarzamos en una negociación agria. No hubo un acuerdo y yo me acogí a una cláusula que puso la empresa cuando me dio ‘Carrusel’ por si los resultados eran malos. Decía que si en dos años no continuaba, volvía a mi anterior situación contractual y punto. Entonces eso es lo que hice.
¿Te arrepientes de no haber cedido?
Hubo un tiempo que tuve dudas de si me había equivocado y fue jodido porque todo el mundo interpretaba: "Hostias, se han cargado a Gallego". Estar explicando todo el rato que no era así, que no es porque fuera mal el programa, era un coñazo y te jodía un poco en el orgullo, pero con el tiempo me he dado cuenta de que para mí ha sido un crecimiento. He tenido otras experiencias porque hacer ese programa constriñe tu vida en todos los aspectos, mentalmente supone un esfuerzo tan brutal que no existe nada más.
¿Cómo puede llevar Paco González más de 30 años haciéndolo?
Porque es muy bueno y porque sólo ha hecho eso. El talento creativo de Paco González, que es enorme, lo ha dedicado exclusivamente a ese carrusel que se inventó en la SER, todo ha estado ahí y no ha podido crecer en nada más. Paco hubiera podido funcionar en la tele, en un programa de entrevistas, en cualquier otro formato, pero cuando estás metido en eso no puedes hacer nada más. No hay forma.
¿Siempre quisiste ser periodista deportivo o fue azar?
Fue casual. En el verano del 90, estaba en cuarto de carrera, me parece e hice las pruebas de la SER. Eran 70 preguntas tipo test de sociedad, política, internacional... A mí me gustaba el deporte y escuchaba a De la Morena, primero a las tres de la tarde y luego ya en ‘El Larguero', pero no quería hacer Deportes. Lo que sucedió es que me seleccionaron y me hizo una entrevista Luis Fernández, que era director de Informativos y luego sería presidente de RTVE. Me preguntó qué me gustaría hacer y yo le dije lo típico: el ‘Hoy por hoy’ de Iñaki Gabilondo, el ‘Hora 25’ de Carlos Llamas, los deportes... Ahí se le iluminó la cara porque se había ido una parte de la redacción a Canal+, Alfredo Relaño, Chus Galán, Carlos Martínez, Chus del Río… Había hueco y necesitaban gente. Y me preguntó otra cosa que te explica bien cómo veían entonces los Deportes en la SER.
¿Qué te preguntó?
Que si yo escuchaba los deportes de la SER y cuando le respondí que sí, que escuchaba ‘El Larguero', me dijo: "Pero qué vas a escuchar ‘El Larguero’, tú escuchas a García como todo el mundo". Flipé con que el director de Informativos de la SER me dijera eso. El caso es que me mandó a Deportes y esas circunstancias condicionaron mi vida completamente. Es acojonante. Evidentemente eso me ayudó a crecer porque había huecos. Si no, quién sabe, a lo mejor estás tres meses y a la calle.
Ese ambiente de redacción joven contribuyó a crear el grupo de amigos que fue durante muchos años Deportes de la SER.
Efectivamente. Una de las cosas que fue fundamental es que la diferencia de edad con Lama y Paco, que eran los líderes allí, no era tan grande. Ellos habían llegado muy pronto a ser top, pero tenían muy pocos años más que yo, así que había una coincidencia generacional que ayudó a que todo fuera fácil. Currábamos, hablábamos, salíamos y nos divertíamos. Ellos eran los cracks y nosotros estábamos llegando, pero éramos un grupo de amigos. Y encima surgió la guerra con García que nos unió aún más. Yo entré justo cuando sancionaron y apartaron de la radio a De la Morena porque contestó a García en antena y le llamó de todo. En su ausencia, ‘El Larguero’ lo hacía Paco y en aquella época me pasaba el día entero en la radio. Iba a la Ciudad Deportiva del Madrid por la mañana, enlazaba con SER Deportivos a mediodía, luego el programa de Lama por la tarde y acababa con ‘El Larguero’, Estaba todo el puto día en la radio y era feliz, pese a que luchar contra García era muy difícil y desagradable.
¿En qué sentido?
En que te la clavaba todo el rato. Quedabas con un tío que era protagonista porque habías tenido la suerte de llegar primero al sitio donde estaba, le habías dicho que le íbamos a llamar por la noche y había aceptado. Luego le presionaban, se echaba atrás y entraba con García. Eso te jodía muchísimo y la frustración generó una unión que nos hizo muy guerreros y muy luchadores. Aquello empezó a ser una guerra contra García, volvió De la Morena con su manera de ser y le plantó cara y fue creciendo hasta que, casi sin darnos cuenta, estábamos por encima. Fue un despliegue tremendo.
Se ha mitificado mucho aquella guerra, pero también hay voces críticas que dicen que fue muy negativa para el periodismo. ¿Cómo lo ves habiéndolo vivido desde dentro?
Creo que todo el mundo sobrepasó líneas que no se debían haber sobrepasado. Era una situación muy encrespada desde el inicio porque García era un personaje, no nos engañemos, que desde sus inicios había basado su éxito en que en España estaba él y sólo él. Hace poco, en un documental, cuenta cuando secuestraba a los protagonistas. Llegaban a Madrid, los cogía, los encerraba y se acabó. Era él y era su exclusiva.Cuando tienes eso enfrente, acabas utilizando las mismas armas para defenderte. En aquella época de reportero pasé muy malos ratos porque la presión y la competitividad no eran sanas. No me gustaría que las nuevas generaciones vivieran eso.
¿Tú también actuaste de manera inapropiada?
No. Siempre he tenido muy buena relación con los reporteros de García y me he llevado fenomenal con Pipi [Estrada] y el resto. Digamos que el enfrentamiento que había entre De la Morena y García, de insultarse el uno al otro, no podíamos permitir que llegara a donde estábamos nosotros, que era juntos en la banda y en los entrenamientos, porque eso hubiera derivado en cualquier cosa, incluso en agresiones. Yo siempre intenté asumir la derrota. Llega un momento en que hay que ceder y si has perdido, has perdido. Lo que me jodía era ganar y que me robaran por la puerta de detrás. Te sentías muy frustrado. Creo que aquella fue una etapa increíble de la radio española, con momentos muy emocionantes, pero ojalá no se vuelva a repetir porque muchos periodistas lo sufrieron y lo sufrimos.
La guerra principal derivaba en otras colaterales, como la de Javier Clemente. En su episodio más tenso, llegaste a las manos con él en la Eurocopa del 96.
La situación estaba muy caliente porque ‘El Larguero’ ya era líder y Clemente era un personaje entregado a García. Yo no podía con que en las ruedas de prensa previas a los partidos le preguntásemos por el planteamiento, nos dijera que no nos iba a dar la alineación a nosotros, que se la guardaba para los futbolistas y, por la noche, García dijera el once cada vez. Me encabronaba muchísimo y al día siguiente me dedicaba a calentar a los veteranos como Iñaki Cano, Manuel Esteban o Enrique Ortego . Les decía: "Clemente se ha meado en vosotros, luego estáis en los corrillos con él haciendo bromas, no os cuenta nada y se lo dice todo a García, os ha humillado…".. Les ponía la cabeza como un bombo porque yo contra eso me rebelaba. Y ese mal rollo explota en la Eurocopa.
¿Cómo y por qué?
El detonante fue que, los días antes de los partidos, la selección entrenaba a puerta cerrada en el campo del Leeds y yo, a través de un amigo, había conseguido ver los entrenamientos. Clemente llegaba, ensayaba con Alkorta en el centro del campo y yo lo veía. Entonces, por joderle, en la rueda de prensa le preguntaba directamente: "¿Por qué mañana va a jugar Alkorta en el medio?". Él se ponía negro y los jugadores también, porque pensaban que había uno que me filtraba. Eso fue creando una tensión hasta el último partido del grupo. Logramos pasar a la siguiente fase con el gol de Amor y yo estaba en la zona mixta entrevistándole cuando pasó Clemente, me dio una hostia en el micrófono y dijo delante de todos: "Amor, no hables con estos hijos de puta".Me soltó la mano y, claro, con la tensión le llamé cabrón, me fui a por él y se montó el número. Si no nos llegamos a pegar fue sólo porque se metieron por medio los guardias de seguridad.
Luego, Lama y Paco querían irse a por él.
Sí, sí, claro. Piensa que todo esto lo estaban escuchando porque estábamos en directo. Fue súper desagradable, no lo disfruté y me convertí en protagonista esos días sin querer serlo. Fue difícil porque luego los jugadores de la selección con los que yo tenía relación del Real Madrid, como Alkorta o Cañizares, me evitaban porque no querían problemas. Una situación muy jodida. Recuerdo que me llamaron de ‘Esta noche cruzamos el Mississippi’, que era un fenómeno de la hostia, querían mandarme una cámara y estuvieron una hora intentando convencerme, pero estaba hasta los huevos del tema y dije que no.
Jesús Gallego posa para la entrevista.Alberto Di Lolli
Y tras todas esas vicisitudes, llega 2010. El despido de Paco González de la SER y la separación. ¿Cómo lo recuerdas?
Todo empezó, el día de la final del Atleti en la Europa League, con algo que no entendimos ninguno. Por más que hubieran discutido, no tenía sentido que apartasen a Paco del programa porque se habla siempre mucho de ‘El Larguero’, pero el ‘Carrusel’ de Paco González era un fenómeno exactamente igual. Iba como como un tiro y, de pronto, estalla esto. El director de la SER quería que se hicieran unos programas de cara al público durante el Mundial y Paco, que se había ganado ya de sobra un estatus, dijo que él no los iba a hacer porque ese tipo de carruseles son un coñazo, que es cierto. Se calentó la cosa, hubo un enfrentamiento y apartaron a Paco de antena, que es como si Fernando Alonso un día decide que no hace unos entrenamientos y le quitan el coche. Fue un error, pero como nadie lo paró, fue creciendo, llegó el despido y todo lo que vino después ya es consecuencia de esa mala gestión inicial de la radio. Fue una puta locura.
Y en lo personal, ¿cómo viviste esas semanas?
Me comí un marrón importante porque le quitaron a Paco el ‘Carrusel’ de la última jornada de Liga, alguien tenía que hacerlo y el director de la SER me lo mandó a mí. Pedí consejo a Manolo [Lama], porque Paco estaba desconectado y era muy difícil hablar con él, y me dijo que no montásemos más lío y lo hiciera. Quedó bien, no por mí sino porque estaban Pepe Domingo y el resto del equipo y aquello funcionaba solo, y la radio me dijo que también querían que lo hiciera en el Mundial. La verdad es que no sabía qué hacer porque Paco o gente del grupo se lo podía tomar como una traición y yo no quería eso.
¿Qué hiciste?
Volver a preguntar a Manolo, con el que tenía una relación especial de haber viajado 15 años juntos, y además era el que estaba allí. Me dijo: "Pídeles una pasta, hazlo y ya está". Y fue lo que sucedió. No fue fácil porque el ambiente era raro, malo. Yo estaba centrado en hacerlo bien y que no se notaran la tristeza y la tensión, pero me daba cuenta de que había gente ya que estaba con la cabeza en otra parte. Los programas salieron bien, no hubo ningún problema, pero cuando terminó aquello todo el mundo había decidido quién se iba y quién se quedaba.
¿Tú también?
Bueno, es que yo no llegué a tener la opción de irme, ni siquiera negociamos, y la SER, por su parte, quiso que me quedara.
Pero para la temporada 2010-11 no te dieron el ‘Carrusel’ tras haberte comido el marrón inicial. ¿Por qué?
Durante el Mundial tuve reuniones con la dirección donde me decían que lo estaba haciendo muy bien, que iban a quedar huecos libres, que tenían que saber qué quería hacer yo… Pero yo les dije en todo momento que no iba a decidir hasta que acabase el torneo porque, esa es la verdad, también tenía en la cabeza que a lo mejor me iba a la COPE con Paco y Manolo, que me iban a hacer la oferta, con lo cual yo no estuve ahí hábil para asegurarme ‘Carrusel’.
Sinceramente, siempre pensé que sí te habían ofrecido irte con ellos.
No. No tuve ni la opción.
¿Sabes por qué no te lo ofrecieron?
No lo sé y me lo he preguntado, pero sus razones tendrían. Luego he trabajado muchos años con Manolo en la tele y ni siquiera se lo he preguntado porque es un tema que ya había pasado y tampoco iba a quemarme la sangre con ello.El caso es que no tuve una oferta para irme a la COPE y en la SER decidieron apostar por Javier Hoyos, con lo cual yo seguí haciendo mi programa y debí ser de los pocos que no sacó nada de todo el lío. Me sorprendió un poco, pero tampoco podía hacer más.
¿Con Paco González has vuelto a hablar?
Sí, tenemos trato. Indudablemente la relación ya no es la de antes, es normal. Con Manolo he mantenido la amistad porque me llamó para para ‘El Golazo’ y he estado con él cinco años aprendiendo y pasándomelo que te cagas. Con Paco mantengo contacto, nos mensajeamos de vez en cuando sobre asuntos personales y hay un cariño eterno porque he aprendido de quien he aprendido, pero la relación de amistad cómplice que teníamos en la SER se ha perdido.
Ahora no estás haciendo tele, ¿lo echas de menos?
Hombre, económicamente… [risas]. A cambio, me he puesto a escribir, que me llena muchísimo. Fíjate que yo no empecé en la tele en deportes, sino haciendo el programa de actualidad, ‘Te vas a enterar’, en Cuatro, en 2012. La verdad es que el formato iba muy bien, pero cometimos un error y es que el director mandó una cámara a un escrache en la casa de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y se montó un pollo en Mediaset que ya vi que el programa estaba en peligro. Ese verano, cuando me fui de vacaciones, la productora me dijo que tenía la posibilidad de irme a ‘Deportes Cuatro’ y yo no quería, porque me encantaba ese programa, pero me dijeron que, viendo el panorama, mejor lo cogiera. Estuve un año haciendo el informativo por la tarde y estaba todo bien, pero entonces me convencieron de coger ‘Carrusel’ y lo dejé porque no podía compatibilizarlo.
Volverías, ya en 2016, a ‘El Golazo’.
Sí, la verdad es que esos años con Manolo fueron la hostia. Más allá de los datos de audiencia, que eran muy buenos, por lo que más cariño tengo a ese programa fue por el buen rollo, la sensación de que no había jefes, que todos éramos iguales, el ambiente familiar que era parecido al que de la primera época de la SER. Cuando me fui de ‘El Golazo’ lloré a lágrima viva.
¿Y por qué te fuiste?
Porque la oferta de Movistar era irrechazable, pero me follaron en un año [risas]. Me fichó un director, al año lo pasaron a otro departamento y trajeron uno nuevo que se cargó al que había fichado su antecesor. Un clásico. Nos reunimos y yo le daba opciones y le planteaba propuestas, más que nada porque había dejado otro curro por ellos y me largaban al año, hasta que al final me dijo textualmente que es que quería poner por mí a una chica joven y atractiva.
¿A quién pusieron?
A Lucía Villalón.
Pese a todo, eres razonablemente optimista con el estado del periodismo deportivo.
Sí. Tú eres muy crítico con el panorama, pero yo no tanto. En realidad creo que es el mismo periodismo deportivo de siempre, con un espectro muy amplio en el que hay cosas mejores y cosas peores. Lo único que es claramente peor es lo que se paga a los chavales, pero en cuanto a los contenidos sigue habiendo mucho entre lo que elegir. Lo que pasa es que los formatos de bufanda, a rebufo de ‘El Chiringuito’, han crecido bastante y hay menos reductos de ese periodismo más sosegado y más analítico. Yo echo mucho de menos a un tipo como Michael Robinson, ese fenómeno comunicador que tenía gracia sin ser bufandero, que informaba en serio sin ser aburrido, que era culto sin ser elitista. Era la figura perfecta. Pero ha entrado gente nueva, esos que algunos llaman panenkitas, y han explotado los podcasts… No sé, es un aire fresco que a mí me gusta. Yo disfruto con el panorama.
En realidad, estas renovaciones son cíclicas.
Claro. Hoy hay mucha gente esperando a Pedrerol como antes había mucha gente esperando a García. Hay un punto de envidia ahí hacia el que tiene éxito. Lo que me molesta es que desde Barcelona se nos equipare con ‘El Chiringuito’ a todos los que trabajamos en Madrid. Todos somos caverna y te hablan siempre en segunda persona del plural: "Vosotros decís que el Madrid todo lo hace bien". A ver, lo dirán unos sí y otros no. Si yo tengo que decir que el Madrid hace el ridículo no yendo al Balón de Oro, que es una cagada brutal y que han tirado el prestigio del club por los suelos, lo digo y me toca los cojones.
¿Cómo ves su denuncia de una campaña arbitral contra él?
No olvidemos que ha sucedido algo sustancial en los últimos años que es el caso Negreira. Eso ha sido muy duro, me ha cambiado la perspectiva y no puedo abstraerme por más que piense que Florentino y Real Madrid TV se pasan y deberían cortarlo. Bien, pero lo realmente grave es que el Barcelona pagó 17 años al vicepresidente de los árbitros y mientras eso esté sin castigo, todo lo demás es secundario.
Vinicius Júnior apareció por la sala de prensa de Valdebebas por primera vez desde la comparecencia que realizó con la selección brasileña en marzo de 2024, cuando rompió en lágrimas al hablar del racismo que sufría en el fútbol español. Doce meses en los que al delantero del Real Madrid le ha pasado de todo: la Liga, la Champions, la polémica del Balón de Oro, alguna lesión... Y una temporada actual en la que ha tenido altibajos, pendiente ahora de la eliminatoria contra el Atlético de Madrid en Champions. "Es la primera vez que juego contra ellos en Champions y tengo muchas ganas, no podemos fallar".
"He tenido lesiones y no puedes estar al 100% en todos los partidos. Vamos a jugar más de 80 partidos esta temporada y es complicado. La afición te pide estar cada tres días, pero no siempre estamos bien de cabeza ni físicamente. Todos los jugadores tienen molestias y tienen que jugar", reflexionó, y aseguró que está en su "mejor momento".
"Mi temporada va bien. Después de la última la gente pide más de mí, es normal, pero ahora llega el momento más importante y nosotros siempre jugamos mejor ahí", insistió Vinicius.
Los 15 minutos del brasileño ante los medios dieron para mucho, incluido el tema arbitral y su ausencia, junto a la expedición del Real Madrid, en la ceremonia del Balón de Oro. "Me siento más cómodo con los árbitros europeos. Defienden más a los jugadores que dan espectáculo, castigan a los que dan patadas. No nos gusta hablar de los árbitros, pero nos gusta que piten bien", declaró.
El delantero reconoció su nerviosismo en algunos momentos de los partidos, también relacionado con la actuación de los colegiados. "Me pone nervioso cuando los árbitros no sacan tarjeta a los demás y cuando yo protesto por primera vez me la sacan. Estás caliente y haces cosas que no debes hacer, pero estoy mejorando para estar más tranquilo. La gente se olvida que solo tengo 24 años y tengo que aprender mucho", aseguró.
El foco pasó entonces a la gala del Balón de Oro y Vinicius contó que fue el club el que le dijo de no ir a París. "El club me pidió quedarme en Madrid y yo hago lo que el club me manda", dijo, y rechazó sentirse "engañado" por el premio. "La gente vota lo que cree. Yo tengo mi pensamiento y creo que tendré muchas oportunidades de ganar premios y títulos con este club. He ganado dos Copas de Europa y quiero ganar más", dijo.
Sobre la mesa, la oferta de Arabia Saudí y las negociaciones para su renovación con el Madrid. Si las palabras del brasileño son ciertas, el acuerdo con el conjunto blanco está cerca. "Tengo contrato hasta 2027 y ojalá podamos renovar cuanto antes. Soy feliz, cumplo mi sueño de jugar con los mejores, tengo el mejor entrenador, el mejor presidente, la gente me ama, no podría estar en un sitio mejor que aquí", comentó, y recordó que ante el Atlético "no podemos fallar".
Unos segundos después, Carlo Ancelotti confirmó que están a la espera de ver cómo entrena Fede Valverde en la tarde de hoy y que si el uruguayo no puede jugar ante el Atlético, el lateral derecho será Lucas Vázquez. Parece que el charrúa podrá forzar su físico para el encuentro y que Asencio hará pareja con Rüdiger en el centro de la zaga. "Los jugadores que descansaron en Sevilla, como Asencio y Camavinga, pueden tener la oportunidad", dijo.
"Será una eliminatoria igualada", declaró el italiano, que repitió que ante el Betis "falló la actitud, pero ojalá haya sido un caso aislado".