Lamine Yamal jugó el clásico andando, totalmente desconectado del juego en la primera parte y sin generar peligro cuando intentó asomar en la segunda. Como a estas alturas no necesitamos pruebas de que nunca se borra, hay dos explicaciones plausibles para su actitud: estaba aún más lesionado de lo que suponíamos, lo que sería una irresponsabilidad por parte de Hansi Flick, o la presión infinita que él mismo se pone le hizo mella por primera vez desde su supersónica aparición. No le vino grande el partido, le vino grande el personaje que ha construido.
La sobreactuación final de Carvajal y Courtois, expertos en gestos así, por lo que había dicho Lamine durante la semana convirtió la anécdota en noticia, pero lo relevante del asunto no es la (escasa) influencia que pudieran tener las palabras de un chaval en una plantilla, la de Xabi Alonso, con más batallas que el Grupo Salvaje de Peckinpah. Tampoco lo es la campaña para convertir chorradas de inmadurez en delitos de cárcel de ciertos periodistas, muchos de los que llevan años denunciando que a Vinicius se le ha demonizado por lo mismo desde su llegada a España. Si a Yamal le da por montar la que montó el brasileño al ser sustituido, hoy están pidiendo la intervención de servicios sociales.
Pero, no, todo eso no es más que folklore que da color para el aficionado y no tiene trascendencia en los vestuarios. Lo realmente importante para Lamine es si le compensa situarse día tras día, declaración tras declaración y gesto tras gesto, bajo la lupa; si asignarse el deber de ganar cada partido solo no acaba siendo contraproducente y convierte al jugador más alegre que hemos visto en años en el alma en pena que deambuló por el Bernabéu; si exigirse una grandeza constante que ni siquiera Messi ofrecía a su edad es una presión imposible de soportar incluso para un portento.
Tal vez esa corona que se coloca pese demasiado. No porque no la merezca ni por lo que piensen los demás, que le da y le debe dar igual, sino por lo que piensa él mismo. Es tan autoconsciente de su genialidad y la exhibe tan abiertamente que se obliga a ser perfecto para acallar a los enemigos y, sobre todo, a su propia cabeza. Y cuando las cosas no salen, se frustra y se flagela. Es más sencillo manejar las expectativas ajenas que las propias. Lamine necesita aprender a ser humano para poder ser extraterrestre.
"Esta victoria es importante por el convencimiento de que podemos ganar grandes partidos". La sonrisa de Xabi Alonso era evidente en los pasillos del Santiago Bernabéu. Tan evidente como la necesidad del Real Madrid de ganar un partido de semejante calibre tras las derrotas contra el Arsenal, el propio Barcelona y el PSG el curso pasado y el 5-2 recibido en el derbi madrileño del Metropolitano hace unas semanas.
El 2-1 de Chamartín llegó tras 72 horas de escucha y lectura sobre las palabras de Lamine Yamal, que calentó el clásico el jueves por la noche en una charla de la Kings League, la liga de streamers de Gerard Piqué en la que el delantero del Barcelona es el presidente de uno de los clubes. "Sí, roban y se quejan", respondió Yamal, preguntado sobre si el equipo de Ibai Llanos, 'Porcinos FC', era "como el Madrid". "La última vez que he ido al Bernabéu... ¿Cuánto? 0-4", repitió el de Rocafonca en esa conversación.
Ese comentario se hizo viral y llegó rápidamente al WhatsApp del vestuario del conjunto blanco, que lo repitió durante los entrenamientos de viernes y sábado, aunque mantuvo un silencio obligado. Había orden de no responder antes del partido y de centrar todos los esfuerzos, la rabia y las ganas en los 90 minutos del clásico. El propio Xabi Alonso no quiso valorar las declaraciones de la estrella culé, insistiendo en la rueda de prensa previa al duelo que "no voy a entrar". "Hay declaraciones de mucha gente en Barcelona y no puedo analizar todas", dijo.
El Madrid tenía en la cabeza los cuatro clásicos perdidos la temporada pasada, dos de ellos en las finales de la Supercopa y la Copa, y el mensaje era claro: "Silencio hasta el partido". No hubo respuesta pública ni mensajes indirectos en redes sociales. Sólo silencio.
Quizás así, en esa rabia contenida de la plantilla madridista después de siete meses sin ganar a un equipo de la máxima elite europea, de cuatro clásico perdidos y de las palabras de Lamine, todo estalló tras el pitido final.
Bueno, realmente todo estalló tras la expulsión de Pedri, ya en el descuento, cuando el Madrid entendió que había ganado el partido. Los jugadores que estaban en el banquillo blanco celebraron la roja al centrocampista canario como si fuera el pitido final y ambos grupos de suplentes se enzarzaron en la primera tangana de la noche, con Vinicius, Lunin, Ferran y Fermin como protagonistas y con Raphinha y Rüdiger, lesionados y no convocados, apareciendo por el césped para separarlos.
El portero ucraniano acabó expulsado y hubo amarillas para Vinicius, Rodrygo, Militao, Fermín, Ferran y Balde, hasta que unos minutos después, con el final, llegó el turno de la respuesta madridista a las declaraciones de Lamine. La rabia contenida.
La pelea
Carvajal, capitán de los blancos y compañero de Yamal en la selección, se cruzó con el culé al final del partido y le hizo un gesto con la mano, como diciendo "has hablado mucho". A lo que Lamine, mientras se iba a vestuarios, respondió retándole a ir al túnel. Ahí llegó corriendo Courtois para recriminarle las palabras al joven delantero y se armó la tangana general. Y Vinicius, caminando hacia el túnel, le repitió "hablas mucho" a Yamal, mientras éste le decía también de ir a vestuarios.
"A mí me gusta, si Lamine quiere hablar no hay problema. El partido se juega en el campo y hemos ganado. Me gusta, nos ayuda a competir", dijo Tchouaméni unos minutos después, ya en la zona mixta del Bernabéu. En Instagram, el galo publicó un vídeo que decía "supongo que esto es lo que todos queríais ver, eh".
"No sé si son consecuencia de una cosa o de otra", dijo Xabi Alonso sobre las palabras de Lamine y la reacción de sus jugadores al final. "Ha sido la tensión del momento, estos piques y tanganas han pasado siempre. No hay que asustarse", insistió.
Pero en redes sociales, sus jugadores pasaron del silencio obligado al éxtasis. "Hablar es barato", escribió Jude Bellingham, autor del segundo y definitivo tanto del partido. "Esto es el Madrid y el Bernabéu", publicó Carreras.
"No sé si estaba extramotivado, pero el equipo estaba muy motivado", insistió Alonso ante los medios. "Lo hablamos en la previa, que era importante el partido, ver de dónde veníamos y lo que podía suponer una victoria. Necesitaban esta sensación de partido grande y la motivación era completa", explicó el tolosarra.
Por primera vez en la historia, el Barça pierde un clásico en Youtube. Lo de que el Madrid «roba y se queja», que le soltó Lamine Yamal en el canal de Youtube de la Kings League al popular influencer Ibai Llanos, parece que encendió a algunos jugadores. Que hay que ver cómo anda el Madrid, que se tiene que enchufar a un clásico por lo que diga un niño de 18 años. Entre los más enfadados andaba Carvajal, que ya tiene edad para «visitar el románico», que diría David Gistau, pero que rumbo a los cuarenta hace esfuerzos por estar en la onda, que es lo que aún decimos los que vamos rumbo a los 50.
Es verdad que si Lamine viera más partidos del Madrid, descubriría que roba menos de lo que piensa, o lo mismo que roban los equipos grandes. Y que si viera más Real Madrid TV descubriría que se quejan mucho más de lo que piensa. Es más, en el Madrid, por quejarse, se quejan hasta por decir que se quejan, escuchando la pitada que había cada vez que Lamine tocaba la pelota.
A mí no me preocupa que Lamine hable mal del Real Madrid, ni que juegue un mal partido o haga fiestas de cumpleaños con enanos. Lo que me parece inadmisible es que empiece a comportarse con la grada y con los rivales como si fuera Vinicius; quien por quejarse, se quejó del nivel de Lamine al propio Lamine en medio del partido, por si algún votante de France Football no se había dado cuenta.
Lo único bueno para el Barça fue el corrillo que montaron los jugadores del Real Madrid en el centro del campo al final del partido. El típico que haces en mayo, cuando sentencias la Liga contra un rival directo, pero que en otoño en el Bernabéu sólo se le permitía al Alcorcón si te eliminaban en la Copa. Piqué siempre decía que lo más grande que había conseguido en su carrera fue que el Real Madrid hiciera una Rúa por ganarles una Copa. El corrillo de los jugadores de Xabi Alonso invita a pensar que creen haber logrado algo muy grande, y eso es muy bueno para el Barça.
Lamine Yamal no tuvo precisamente su mejor tarde en el Santiago Bernabéu. Las afirmaciones lanzadas por el joven crack azulgrana en la Kings League con el Real Madrid como protagonista provocaron no solo que le pitaran cada vez que tocaba el balón, sino que la zaga madridista se empleara especialmente a fondo para evitar que desplegara una versión que, por ahora, parece estar aún muy lejos.
En lugar de encarar, optó una y otra vez por mover el balón, muchas veces en paralelo, y sus mejores aportaciones en ataque llegaron más por medio de balones filtrados que buscando el uno contra uno, una de sus grandes especialidades.
Vinicius, por ejemplo, no dudó en recordárselo dentro del propio terreno de juego una y otra vez. Y, en cuanto el árbitro pitó el final del encuentro, se sucedieron las tanganas. En la primera, la policía tuvo que interponerse incluso entre ambos banquillos. El lío siguió también dentro del terreno de juego, con el brasileño acusándole con gestos de haber hablado demasiado y el de Rocafonda invitando a Courtois a seguir hablando fuera del campo.
"Cuando el árbitro pitó el final, vi muchos jugadores del Madrid corriendo hacia Lamine. Es un poco exagerado, pero, si quieren hacerlo, tendrás que preguntarles a ellos por qué", señaló al término del duelo un Frenkie de Jong que trató de quitarle hierro a las palabras de su compañero.
"¿Lamine ha dicho que el Real Madrid roba? Directamente, no. Está ahí, en la Kings League, la gente habla, no oí que él dijera eso. Puedo entender que en el Madrid estén enfadados con eso, pero no lo veo como algo tan gordo", insistió el holandés, quien sí le lanzó un recado a Carvajal por afearle a su compañero sus posibles excesos verbales. "Pueden hablarlo también en privado. Hacer gestos en el campo es más de lo mismo, creas algo de lo que hablar. Si eres compañero de Lamine, lo conoces y crees que no tiene que hacer declaraciones, le puedes llamar", señaló el centrocampista azulgrana. "Creo que se ha exagerado mucho lo que dijo", sentenció.
Por uno u otro motivo, el de Rocafonda no fue esta vez el de las grandes tardes. Algo que Marcus Sorg, relevo del sancionado Hansi Flick en el banquillo azulgrana, no dudó en aceptar en la sala de prensa.
"Para Lamine no ha sido fácil. Hablamos al descanso de que lo necesitábamos en el uno contra uno, pero no tuvo muchas opciones ni en la primera ni en la segunda parte, lo defendieron muy bien. Lo intentó todo, pero la defensa trabajó muy bien y tenemos que aceptarlo", señaló el germano, quien concedió que, tal vez, su última lesión aún lastra su rendimiento. "Creo que aún le falta algo, viene de una lesión importante y necesita más partidos para estar a su nivel más alto, es normal. Hay que darle tiempo y ayudarle, pero también es normal que la defensa rival esté bien. Hay que trabajar con él y ayudarlo para que recupere su mejor versión en el campo. Es joven, debe mejorar y le ayudaremos para que lo haga", apostilló Sorg.
Ronald Araujo, por su parte, prefirió no entrar demasiado en todo lo sucedido alrededor del joven 10 azulgrana. "No voy a hablar de Lamine. Es un gran profesional, de los mejores del mundo y estamos orgullosos de tenerlo", apuntó el uruguayo. "Es mayor de edad y ya sabe qué tiene que hacer", se limitó a señalar el capitán del Barça.
Hace años que no veía una superioridad tan ostentosa de un imperial Madrid ante una especie de vasallo que fue el Barcelona. Sin fuste, sin valentía y dejándose ir durante muchos minutos frente a un voluptuoso ataque del Madrid, que no terminó de rematar.
El imperial Madrid es el nuevo líder del fútbol español, pero le falta categoría con el gol, el tino de un gran cazador. Pienso que Mbappé hizo un partido deplorable. No se puede fallar un penalti de esa manera, ante un meta mediocre como Szczesny, ni desperdiciar al menos cuatro ocasiones de gol de las que nunca falla. No sé lo que le pasó con la Juve, tampoco lo que le ha ocurrido con el Barcelona, que pudo destrozarlo, pero parece que le devoran las responsabilidadades de grandes partidos.
Es posible que la sala de los 'Negreiras' le robara un primer gol por fuera de juego del pelo de un piojo. En Las Rozas no nos ensañan nunca el punto de cuando sale la pelota del pase. Hacen lo que les de la gana.
Fue como el penalti absurdo que le hizo Lamine a Vinicius, que lo vio muy bien el árbitro, pero los del VAR no quisieron que el Barcelona tuviera que jugar con dos goles en contra. Es lo que se mececieron. Como ante Olympiakos, están acostumbrados a que los árbitros sean sus salvavidas.
Claro que este Barcelona del matagigantes Flick ya no funciona. Es una sombra de lo que fue el año pasado. Tuvo que ver la posición que adoptó un inmenso Camavinga. Jugó en la derecha para sujetar a De Jong y Pedri de una tacada. Buena jugada táctica de Alonso.
Pero lo peor fue lo de Lamine, que dice que no tiene miedo a nadie, pero en el Bernabeu hizo el ridículo. No se puede jugar con tanto miedo y tanto odio al Madrid.
Este año las palancas no funcionan al Barça, no ha hecho ningún fichaje y tiene jugadores viejos. Además, no puede jugar en el Nou Camp, se tiene que ir a Montjuïc mientras pierden millones y millones de euros, se salta todas las reglas de LaLiga y está atado a un caballo perdedor como es Tebas.
Vaya fracaso y escándalo a la americana ha configurado. Para fiarse de ellos cualquier empresa del mundo. Pero ahí esta Laporta, el mayor Fantômas del fútbol y todavía con aires de grandeza. Es tan esperpéntico como lo que está ocurriendo en España.
Tenía razón Vinicius en irse directo al vestuario cuando Xabi Alonso le descabalgó del partido. Él empezó a ganarlo con su determinación en la primera parte y él debía rematarlo ante un Barcelona descosido. Como hoy ningún rival había conseguido descentrarle ni un poco, decidió hacerlo su entrenador. Ni eso le privó de estar en ese final tanganero, mourinhista, perfecto, donde estaba todo el madridismo en la melé, por fin un poco orgulloso frente al rival que alguien intentó alguna vez hacer pasar por socio.
Lamine Yamal se fue citando a los rivales fuera. Dentro, su impacto más relevante en el partido fue un penalti que no valió porque el VAR rescató de las profundidades de la realización audiovisual una toma insólita, la peor de todas las posibles. También el VAR nos descubrió que la gastroenteritis del Mundial de Clubes dejó fino a Mbappé, pero no del todo. Aún le resiste un reducto de grasa en el tobillo, suficiente para invalidar el gol que marcó a pase, parece que conjunto, de Fermín López y Arda. El que le dio Bellingham sí valió, en el preciso momento en el que el partido ya empezaba a encarrilarse por el camino del Clásico del año pasado, cuando el Madrid amaneció para ganar 4-0 y se acostó con 0-4.
El madridista quizá muera sin ver una goleada histórica al Barcelona aunque todo se ponga a favor, como este domingo. Tenía que ser el mimado Güler, por tanto, quien regalase el empate. El turco, cuando dentro de diez años siga jugando ahí y ya no cometa esos errores, se lo tendrá que agradecer quizá a Vinicius por esa agresividad imparable que acabó en un centro con la izquierda -¡por fin!- y chupagol de Jude.
El partido era suyo hasta que Xabi decidió que no lo fuera. El entrenador quedó atrapado en ese acojone gravitacional que imaginaba el empate en cada pase horizontal del Barcelona. Recordada con más calma la segunda parte, y salvando una contra chupona, en realidad no hubo mucha amenaza más. Vini, buen analista, había pinchado a Yamal durante el partido diciéndole que «sólo daba pases hacia atrás».
Tres grandes noticias para lo que vendrá: Federico Valverde es tan bueno como Hakimi, a Bellingham no se le ha olvidado jugar al fútbol y el Real Madrid tiene a un 7 que ya le ha dado dos Champions y por el que merece la pena empujar en la melé.
Xabi Alonso pone su primera pica como entrenador del Madrid. No es una pica en Flandes, de las que tanto sabe el imperial Madrid, mucho más que real, no todavía. Pero una pica en un clásico no es una pica cualquiera. Una pica que es como una punción en el nervio ciático del Barcelona, porque no lo quiebra únicamente en el partido, también en el argumento, la 'línea maginot' de Hansi Flick, que ha cambiado la precisión por el corte de mangas, la butifarra. Mal asunto. Una pica que refuerza a este Xabi intervencionista, que cambia el sistema para incluir a Camavinga y retira a Vinicius, histérico e irrespetuoso en el cambio y en el desenlace, con la tangana entre banquillos. Una pica en la semana de la sobrada de Lamine Yamal con Ibai Llanos. Hay días para estar calladito, pero eso se aprende con los años. Una pica que amplía el liderato de un Madrid todavía en vías de desarrollo, pero con la pica de la autoridad bien fijada en el vestuario. Es un principio. [Narración y estadísticas (2-1)]
Un cuarto centrocampista fue la decisión de Xabi Alonso, al alinear a Camavinga junto a Tchouaméni, Bellingham y Güler. La maniobra, sin embargo, fue compatible con un hecho capital: mantener al turco en el centro, con todo el campo en panorámica. En el Metropolitano lo escoró a una banda, lo que implica un lado ciego, y eso penaliza las opciones del jugador que, hoy, posee más visión en la transición ofensiva del Madrid. Para otras cosas no es todo lo duro que el entrenador desearía, y la prueba es la pelota que le arrebató Pedri al borde del balcón de Courtois y que permitió al Barcelona, merced al remate de Fermín, volver al partido con lo mínimo tras el primer gol de Mbappé. Fue un espejismo, porque este Barça era como un muñeco de trapo zarandeado, roto su espinazo con ese primer tanto, y en el que pesan tanto las bajas, muchas, como las dudas.
Mbappé se benefició en el mismo lugar que no pudo hacerlo, desesperado, la pasada temporada. Ha cambiado el francés, veloz como el guepardo que mide los tiempos y salta en el momento justo, y preciso y seco en el remate. El penalti errado, mejor dicho, detenido por Szczesny, no quita una coma a lo anterior. Pero también ha cambiado el Barça, inseguro en lo que hace, lo que convierte su sistema en un caladero de goles para el contrario.
Xabi Alonso, durante el clásico.Sergio PérezEFE
Mucho antes pudo adelantarse el Madrid, por un error de Fermín que encontró en la misma línea a Mbappé, pero con un taco de la bota por delante. Una anulación justa del VAR, la segunda, pero tan ridícula como la norma. Cuando cualquier ley se lleva al extremo, acaba en el absurdo. Por fortuna, cambiará próximamente. La primera actuación del videoarbitraje, con acierto, fue para indicar a Soto Grado que revisara el penalti señalado sobre Vinicius. Después de dos decisiones contra el Madrid, bien señaladas, no le pidieron que revisara el segundo gol del Madrid, obra de Bellingham, en el que el codo de Huijsen toca en Cubarsí. Soto Grado estimó que formaba parte de la disputa. Sigan. La cuarta del VAR llegó por la imprudencia de Eric García, al levantar la mano mientras caía en el área. No tuvo trascendencia.
Si en el primer tanto del Madrid Bellingham encontró a Mbappé habilitado en la línea por Balde, en el segundo, con independencia de la polémica, se puso de manifiesto la falta de contundencia de la defensa azulgrana, un poema. Para entonces, poco antes del descanso, Szczesny ya había realizado tres grandes intervenciones, frente a Mbappé y Bellingham. Ninguna, sin embargo, como el penalti que detendría al francés para convertirse en el mejor jugador de los suyos. Hasta entonces, Courtois había encajado un tanto, pero sólo había tenido que hacer paraditas. Indicativo de quien estaba mejor sobre el terreno de juego. De ese modo fue hasta el final, con una última parada del polaco en una falta de Rodrygo.
Lamento de Lamine en el Bernabéu.AP
Los dos equipos buscaron en la presión alta su oportunidad y las encontraron, especialmente el Barça con su gol, pero con independencia de esa acción, un islote al que Fermín se subió como un náufrago, el resto de disputas y balones divididos fueron para los madridistas, sobre todo en el primer tiempo. Fue evidente entre Militao y Ferran Torres o Carreras y Lamine Yamal. El primero recordó sus buenos marcajes al azulgrana como jugador del Benfica. Sin Lewandowski ni Raphinha, lesionados, el equipo azulgrana necesitaba más de su jugador-franquicia, pero Lamine, en el clásico de sus polémicas palabras, fue menos.
Vinicius fue más, clave en la jugada del segundo tanto blanco, hasta que ofició su habitual autodestrucción cuando vio que era uno de los cambios elegidos por Xabi Alonso. El entrenador no le dirigió ni la mirada. Carvajal, Rodrygo y Brahim entraron en el campo, algo que no podía igualar el banquillo del Barça, un erial debido a las bajas.
Vinicius, agarrado junto al banquillo.Bernat ArmangueAP
La activación que buscó Lamine tras el descanso no sirvió para hacer la diferencia que se espera de un futbolista llamado a tantas cosas. Más activado se mostró Pedri, perdido en busca de socios hasta el extremo en cada jugada, hecho que le costó la expulsión. Quizás hay que hablar más del canario como el verdadero futbolista jerárquico del Barça, digan lo que digan los goles y se repartan como se repartan las pelotas doradas, como caramelos para niños caprichosos. En el Bernabéu hubo dos, que alternaron sus numeritos, antes, durante y después del primer clásico de Xabi Alonso en todos los sentidos. El Barça que dominó los cuatro clásicos en el último año de Ancelotti es, tras las caídas ante PSG y Atlético, su primera pieza de caza mayor.
El clásico tuvo de todo. Separados por dos puntos en la Liga, Real Madrid y Barcelona se midieron en una batalla de goles, revisiones arbitrales, mucha tensión y muchos enfados. El VAR actuó para corregir un penalti de Lamine Yamal sobre Vinicius y un golazo de Mbappé desde fuera del área, todo en una primera parte en la que se vivieron tres goles, dos de los blancos y uno de los azulgrana, y que casi vibró con otro del delantero galo, esta vez en clara posición antirreglamentaria. En la segunda, un paradón de Szczesny a una pena máxima de Mbappé y otro gol anulado, ahora a Bellingham, por fuera de juego de Brahim. Y por si fuera poco, Vinicius Júnior protagonizó el gran enfado de la noche cuando fue sustituido en el minuto 72 del encuentro. Repitió varios aspavientos, no saludó a Xabi Alonso y se fue directo a vestuarios con 2-1.
De la tragedia del Metropolitano, Alonso había admitido esta semana haber "corregido cosas". Por su alineación, situando a Camavinga en la derecha y a Güler en la base de la jugada y dando entrada a un equipo que esta vez sí mostró actitud y ganas de llevarse el clásico, descubrió los errores del derbi madrileño y su Madrid fue otro. Hubo más "rock and roll" de ese que prometió en Miami.
Y el rock and roll llevó a la polémica. En el minuto dos, penalti de Lamine Yamal, el más abucheado en la alineación culé y silbado cada vez que tocó el balón, a Vinicius Júnior. Soto Grado señaló pena máxima, pero el VAR, en su primera intervención de la tarde, le avisó de que era falta del brasileño.
"Corrupción en la Federación", coreó el Bernabéu. Diez minutos después, el cántico cambió a "Negreira, Negreira" cuando el VAR avisó a Soto Grado del fuera de juego de Mbappé antes de anotar un golazo de volea desde fuera del área. Las líneas mostradas en televisión descubrieron una posición ilegal por un centímetro, el exterior de la bota del galo.
El tanto de Mbappé en el minuto 21, esta vez legal, espoleó a un Madrid superior. El galo marcó su undécimo gol en Liga y sólo se ha quedado sin ver puerta en dos encuentros este año, ante el Mallorca y contra la Juventus. El empate de Fermín tras un error de Güler puso las tablas, pero los blancos volvieron a abrir brecha en el marcador con el segundo gol de Bellingham, el segundo consecutivo tras el anotado ante la Juve. Pudo sentenciar el Madrid, que anotó en el 45, pero hubo fuera de juego de Mbappé.
Tras el descanso reinó la presión y volvió a actuar pronto el VAR, que avisó a Soto Grado por una mano de Eric García en el área culé. El colegiado acudió a la pantalla y pitó una pena máxima que Mbappé erró ante Szczesny, volando el polaco hacia su escuadra derecha. Fue el primer penalti fallado por Mbappé desde el 24 de mayo ante la Real Sociedad y después de siete consecutivos marcados.
El enfado de Vinicius
El Madrid siguió con ocasiones para sentenciar, pero volvió a caer en un tanto anulado por fuera de juego, el tercero de la tarde, por una posición ilegal de Brahim antes del gol de Bellingham. Todo antes del minuto 72, momento de inflexión en el proyecto de Xabi Alonso. El tolosarra sustituyó a Vinicius Júnior con 2-1 y el brasileño se enfadó de manera extraordinaria. Preguntó "¿yo? ¿yo?" en varias ocasiones, realizó distintos aspavientos y se dirigió al banquillo gritando hacia Alonso, al que no dio la mano, y se fue directo a los vestuarios.
Un show televisado que llega justo cuando las conversaciones sobre su contrato están detenidas, a la espera de nuevas reuniones, con el acuerdo terminando en junio de 2027. Unos minutos después, el brasileño regresó de vestuarios y estuvo en el banquillo junto a sus compañeros y el cuerpo técnico para ver los últimos instantes de un clásico frenético que terminó con tangana.
Pelea al final
Después de la expulsión de Pedri ambos banquillos se enzarzaron en el área técnica y tuvieron que ser separados por la Policía, y al terminar el encuentro volvió a haber tangana en el centro del campo. Carvajal le hizo un gesto a Lamine Yamal, compañero de selección, con la mano, en relación a sus declaraciones y el delantero le retó a irse al vestuario. Después llegó Courtois, que se encaró con el joven azulgrana. Ahí se sumaron todos, incluido Vinicius, que terminó retándose también con Yamal en el túnel y repitiéndole "habla ahora". Ahí estuvieron también Raphinha, Rüdiger y Alaba, no convocados pero presentes en el área técnica.
Resulta que el Real Madrid y el Barcelona se miden esta tarde en el que puede ser el clásico más igualado de los últimos años en cuanto a datos y sensaciones. Los eternos rivales del fútbol español se han enfrentado en 261 partidos oficiales, con 105 victorias para los blancos y 104 para los azulgrana. Igualdad extrema, con un empate en 52 ocasiones. Si el cuadro de Hansi Flick logra sacar los tres puntos de la Castellana, igualará en triunfos a su rival en los choques históricos entre ambos. Como si hiciera falta más tensión a un partido que, como todos los clásicos, decidirá media Liga y llega agitado por las declaraciones de Lamine Yamal sobre el Madrid, comparando a un equipo de la Kings League con el club blanco: «Sí (son como el Madrid). Roban y se quejan», dijo esta semana el joven delantero culé, encendiendo, en este fútbol viral y global que vivimos hoy en día, a gran parte del vestuario madridista, muy pendiente, como todos los jóvenes, de las redes sociales.
Las palabras de Yamal aterrizaron durante el viernes y el sábado en la ciudad deportiva de Valdebebas. Fueron comentadas dentro del vestuario, alentando la adrenalina de un equipo que busca redimirse de los cinco goles encajados en el Metropolitano, pero fuera de él reinó la calma, con Xabi Alonso echando balones fuera al ser preguntado por la estrella del Barça.
«No voy a entrar. Hay muchas declaraciones por parte de la gente del Barcelona y no puedo analizar todas», dijo el tolosarra en varias ocasiones. Unos minutos más tarde, Laporta añadió más picante a la previa: «Se ha creado un ambiente en torno al colectivo arbitral por parte de nuestro rival que está fuera de sitio. Con lo que hace su televisión se condiciona a los árbitros, es una estrategia para ganar que no debería ser. No pueden decir que los árbitros les perjudican ni que favorecen al Barça. No practicamos el victimismo, intentaremos ir a ganar al Bernabéu una vez más», dijo.
Los cuatro clásicos del año pasado
Sobre la mesa, la última temporada de clásicos, vestida de azul y grana después de los triunfos del Barça en la Supercopa, en la Copa y en los dos duelos ligueros. Cuatro derrotas y 16 goles encajados que provocaron una crisis en el conjunto blanco y el adiós definitivo de Ancelotti. 0-4 en el Bernabéu y 4-3 en Montjuic en la Liga, 5-2 en Arabia y 3-2 en la final de Copa. Demasiado sufrimiento para la galaxia blanca, necesitada de una alegría tras tantas penas.
«Podemos estar en situaciones parecidas a los clásicos del año pasado, pero estamos en momentos diferentes. Nuestro proyecto está empezando, lo hemos analizado todo y queremos potenciar nuestras fortalezas», destacó Alonso, insistiendo en la importancia del mensaje: su proyecto en Madrid está empezando y «no me fijo tanto en los resultados». Para él, dice, son más importantes las sensaciones, pero una derrota contra el Barça, la quinta consecutiva, llenaría Concha Espina de dudas y pondría la clasificación al rojo vivo. El Madrid es líder con 24 puntos, dos más que el Barça (22), que con una victoria en el Bernabéu superaría a su máximo rival y daría un puñetazo al campeonato.
Los blancos recuperan a Trent, Carvajal y Huijsen, fortaleciendo una defensa que fue uno de los grandes quebraderos de cabeza de Ancelotti durante los clásicos de la pasada campaña. En el 4-3 de Montjuic, duelo clave por el último título liguero, el italiano tuvo que saltar al césped con Lucas, Asencio, Tchouaméni y Fran en la defensa. El equipo se puso 0-2 en el inicio con tantos de Mbappé, pero tocó fondo cuando el Barça remontó antes del descanso.
Fran García y Alexander-Arnold, el sábado en Valdebebas.AFP
Esta tarde la defensa del Madrid será radicalmente diferente. A la espera de decidir quién será el lateral derecho de Alonso, debate que está entre Trent, Carvajal y Valverde, los tres que lo acompañarán serán caras nuevas: Militao, Huijsen y Carreras. Tres de las razones para contener el caudal ofensivo del Barça, lastrado por las bajas de Raphinha, Lewandowski y Olmo en ataque pero con Fermín en estado de gracia tras sus tres goles al Olympiacos y con Lamine Yamal confiado de mostrar su mejor nivel.
La debilidad defensiva de los azulgrana es la gran preocupación de Flick, que verá el partido desde la grada por su expulsión en el último duelo ante el Girona. Los azulgrana llevan seis encuentros sin dejar la portería a cero, mientras que Courtois y el Madrid suman dos partidos seguidos sin recibir un gol.
La táctica será clave. Flick apostará por tener el balón y por la superioridad de Pedri y De Jong sobre el centro del campo madridista y volverá a insistir en arriesgar con una línea defensiva adelantada. Ahí deberá manejarse Alonso, con la lección aprendida del curso pasado, cuando Vinicius y Mbappé se quedaron en varias ocasiones delante del portero pero fallaron. El clásico estará en unos milímetros.
Ferland Mendy disputó tres clásicos la temporada pasada, por uno de Fran García. En la derecha, todos fueron para Lucas Vázquez. Y en el centro, después de la lesión de Militao, que se lesionó tras el primero, rotaron Asencio, Tchouaméni y Rüdiger. La defensa del Madrid encajó 16 tantos en los cuatro encuentros contra el Barça, pero tiene ahora varias razones de peso para confiar en contener el ataque azulgrana. Álvaro Carreras es una de ellas.
El lateral izquierdo volvió al Real Madrid este verano a cambio de 50 millones de euros y se ha convertido en una pieza clave para el ataque y la defensa de Xabi Alonso. Su temporada ha ido de más a menos, con un arranque espectacular en el que sorprendió por su aplomo y su importancia en la salida de balón, y unos últimos encuentros en los que ha sufrido más en el plano defensivo, especialmente en el 5-2 del Metropolitano y en el último duelo contra la Juventus.
A pesar de todo, el fichaje de Carreras, junto a la llegada de Huijsen y las recuperaciones de Militao y Carvajal, añaden fortaleza defensiva al Madrid. El gallego, canterano del conjunto blanco durante varios años, dejó Valdebebas para pasar por el Manchester United y el Granada antes de llegar al Benfica, donde brilló en las noches de Champions League, circunstancia clave en su fichaje. Algunas de esas noches fueron, precisamente, ante Lamine Yamal y el Barcelona. El lateral fue titular en dos de los cuatro duelos que enfrentaron a portugueses y españoles, uno de ellos en la liga regular y otro en las eliminatorias, y en ninguno de ellos Yamal consiguió anotar un gol o dar una asistencia.
«más que necesario»
En el primero, el loco 4-5 de Da Luz, Carreras sumó una asistencia en uno de los tantos locales y terminó haciendo un discutido penalti sobre Lamine antes de que éste fuera sustituido en el minuto 78. En la ida de los octavos, Yamal, marcado por Carreras, estuvo tan desaparecido que Flick decidió retirarle del campo en el minuto 56 del encuentro. El Barça se acabaría llevando ese encuentro por 0-1, pero la actuación del gallego fue muy seguida y comentada en Valdebebas, donde se valora su potencia física, su recorrido y su buen toque de balón, y aunque se admiten los detalles a mejorar, como guardar su espalda ante balones largos, el cambio en el lateral izquierdo de una temporada a otra se detalla como «más que necesario».
Su aterrizaje en el Bernabéu ha solucionado varios problemas en el juego madridista. Además del aspecto defensivo, en ataque tanto él como Huijsen han asumido gran parte de la salida de balón. Carreras se integra en el centro del campo, por dentro, dejando la banda izquierda para Vinicius Júnior, y mezcla en el interior con Tchouaméni, Güler y Bellingham, siendo casi un centrocampista más. Además, es capaz de jugar como tercer central cuando lo necesite el equipo. Virtudes que le han convertido en el tercer jugador de campo más utilizado por Alonso tras Mbappé y Tchouaméni.
«Le seguíamos desde hace tiempo, pero su personalidad y lo competitivo que es sí que me ha sorprendido gratamente. Comete muy pocos errores, está muy concentrado en el juego, tiene una gran calidad mental, táctica y técnica y es muy completo. Y es sorprendente el impacto tan instantáneo que ha tenido; una grandísima noticia», explicó Alonso hace sólo unas semanas. Ahora, Carreras se enfrentará a su mayor amenaza, una nueva visita de Yamal y el Barça a Chamartín.