El cóctel emocional de Mbappé: el reto del Madrid, la competencia con Vinicius, el divorcio con Francia y una escabrosa denuncia en Suecia

El cóctel emocional de Mbappé: el reto del Madrid, la competencia con Vinicius, el divorcio con Francia y una escabrosa denuncia en Suecia

La explicación al apagón de Kylian Mbappé está en su mente. A esa conclusión llegan quienes están cerca del futbolista, también quienes le conocen y le observan, hoy, desde la lejanía. La regularidad y la presencia en el juego puede encontrar razones en el funcionamiento colectivo del Madrid, algo que debe anotarse en el debe de Carlo Ancelotti, pero los errores continuos en la toma de decisiones cuando se encuentra frente a frente con el portero, a solas, responden a un problema emocional de alguien sometido a un cóctel de presiones. En el punto de penalti estallan.

Presiones que empiezan por su desafío en el Madrid, un club que nada tiene que ver con el PSG. Mbappé mira a un lado y a otro, y observa a jugadores a los que las Champions se les caen de los bolsillos. La urgencia por alcanzar el trofeo se convirtió en obsesiva para su antiguo club y, por añadidura, para el futbolista: una unidad de destino perversa. La pasada temporada ya dejó ver a ese Mbappé hastiado y errático en su búsqueda. Le sucedía a Zidane, a pesar de llegar al Bernabéu ya como campeón del mundo, al igual que Mbappé, hasta que la volea de Glasgow fue como un exorcismo. También sus comienzos fueron difíciles.

Una llegada muy preparada

Mbappé preparó su desembarco en el Madrid al detalle, incluso con el aprendizaje del español, con cada gesto y hasta con el traje de su presentación, más cerca de Florentino Pérez que del estilo 'grunge' de sus compañeros. Ha querido agradar, pero en ese deseo ha dejado atrás un punto de rebeldía, parte de su ego. En su equipo lo ha encontrado en Vinicius, alguien que compite hacia afuera y hacia dentro, contra todos. Con sus virtudes y sus excesos, Vini llena el campo, lo revienta. Es el Mbappé de la final del Mundial, el que marcó tres goles, el segundo de penalti para empatar, y también lanzó con éxito el primero de la tanda ante Argentina. Cayó Francia pero emergió el astro. Este Mbappé es otro.

"Hemos de darle tiempo", dice Ancelotti, que insistió en que el francés lanzara el penalti ante el segundo penalti ante el Getafe, después de rechazar el primero tras su error, capital, en Anfield. El VAR lo impidió. En San Mamés, volvió a fallar. Como ante el Liverpool, no era un penalti cualquiera, sino el que servía para empatar. Por ello el italiano lo pedía desde la banda ante el Getafe, era un lanzamiento con menos presión, para romper el bucle negativo en el que está el jugador.

Ayuda psicológica

Si Mbappé ha buscado ayuda psicológica o debe hacerlo es algo que el Madrid deja a su criterio. Es una norma no escrita en el primer equipo, que no tiene un psicólogo adscrito como otros clubes de la Liga.

Los problemas de Mbappé, sin embargo, no sólo están en el Madrid. El divorcio con su país, ejemplificado en la última no convocatoria de Didier Deschamps, son otro frente. El jugador hizo todo lo posible para ser nombrado capitán cuando parte del vestuario y de la opinión consideraban que debía ser para Antoine Griezmann. Si la repentina renuncia del atlético a la selección, una vez comenzada la Liga de Naciones, responde o no a ello es una incógnita. Pero el hecho de no acudir a la convocatoria anterior por estar lesionado, volver a jugar poco antes con el Madrid y acudir a Suecia en un viaje personal hicieron que las críticas se dispararan. El día que Francia jugaba su partido, además, estaba en un local de ocio. El hecho abrió una crisis en el vestuario de Francia y dañó su credibilidad en el país, ya minada por los canales que controla Nasser Al-Khelaifi, presidente del PSG, tras su cruenta salida del club parisino.

Mbappé no quiere ser un caso Benzema, no pretende romper, sino liderar a su país y al Madrid, dos vértices sobre los que construir su figura. Necesita a las dos, necesita la Champions y el Mundial como plateas.

Una violación en su hotel

En Suecia, además, se produjo un hecho escabroso, al llegar a la policía una denuncia por violación en el hotel donde se encontraba el futbolista, que viajó a Estocolmo acompañado de algunos familiares y amigos, como el jugador Nurdi Mukiele. Determinados medios locales vincularon esa denuncia con la presencia del jugador del Madrid, aunque desde su entorno, en Francia, se trasladó que Mbappé habría mantenido relaciones consentidas con una mujer. Las investigaciones por la denuncia continúan.

El Madrid sigue con inquietud su evolución. La colosal apuesta de Florentino Pérez por el jugador recomienda precaución, la misma que tiene Ancelotti cuando dice que "seguramente no está a su mejor nivel". El público del Bernabéu le aplaude hasta en el fallo, consciente de que dentro de ese jugador dubitativo está el verdadero Mbappé. Necesita un estallido que rompa el estallido. Como Zidane.

Un indignante Real Madrid

Un indignante Real Madrid

Un calamitoso fallo del novato Asencio, que confundió a Courtois y otro ignominioso de Valverde sentenciaron otra derrota indignante del Madrid en San Mamés. Y una vez más, Ancelotti fue el culpable de un vil partido defensivo.

Encima Mbappé ha caído en un agujero tenebroso. Falló otro penalti y lo volvió a tirar como un calco de Anfield. Y peor es que empieza pensar que se ha equivocado solemnemente de haber venido a Madrid. Es sólo un niño perdi

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El miedo de Mbappé en los 11 metros marca otra derrota del Madrid

El miedo de Mbappé en los 11 metros marca otra derrota del Madrid

Miedo en los 11 metros. Podría ser el titulo de un thriller, pero es el titular de una crónica de fútbol, el diagnóstico de un mal que atrapa al jugador que llegaba al Madrid para ser el mejor del mundo y, hoy, es el futbolista más débil del mundo. Mbappé no ha perdido ninguna de sus cualidades, como demostró en el disparo que dio origen al efímero empate blanco, gracias a Bellingham, pero ha perdido la fe cuando se sitúa en el lugar en el que se encuentra a solas con sus pensamientos. Dos penaltis fallados y uno rechazado en tres partidos lo demuestran. El Madrid tiene un problema que va más allá de una derrota ante un Athletic mejor en todo lo que puede serlo, la intensidad o la fe. Lo demás es cosa de Vinicius, ausente, y Mbappé, de alguna forma también ausente. [Directo y estadísticas]

Sin lo mejor de esos dos futbolistas y muchas bajas en defensa, Ancelotti recompuso el equipo con sentido de la precaución. El regreso de Tchouaméni no fue un regreso a la defensa. Era una buena noticia para Asencio, cuyo trabajo había dejado buen sabor para el chef Carlo. Poco se le podía reprochar de lo que sucedió en Anfield. En San Mamés, dura plaza, una mala lectura suya y de Rüdiger dejó en ventaja a Sancet y Berenguer en la acción del primer gol. En descargo del canterano hay que decir que estaba cojo por una acción precedente.

Luis TejidoEFE

Tchouaméni volvió a situarse en el pivote, acompañado de Ceballos. Es un rol donde no se ha encontrado ni el Madrid ha encontrado lo que quiere. La inserción del francés, además, condicionó la disposición del equipo, al restar una pieza al ataque y dificultar la transición ofensiva, con Mbappé y Rodrygo a demasiada distancia. Era un Madrid muy largo. Valverde, a su vez, estaba más preocupado de auxiliar a Lucas Vázquez que de las conducciones con las que abre en canal a los rivales. El gallego y Fran García, en los laterales, eran dos talones de Aquiles, no uno, para el Madrid frente a tipos como Nico Williams o Sancet.

La ausencia de Vinicius

La presión alta del Athletic, intensa y constante, tenía una parte de la responsabilidad, pero no toda, ya que el Madrid en ocasiones encontraba caminos para superarla. El problema era cómo enlazar con sus piezas ofensivas antes de que el Athletic replegara, con un Vivian omnipresente. No lo consiguió. Mbappé recibía al pie, no al espacio. En mitad del tráfico se movía mejor Rodrygo, aunque ninguno, con metros o sin ellos, se mueve como Vinicius. Su baja para el Madrid es como decirle a un púgil que en el ring no use el directo.

Rodrygo pudo ser objeto de un penalti por parte de Gorosabel, que puso la pierna con la que contactó el brasileño. De ese modo lo entendió Figueroa Vázquez en el VAR, pero no Sánchez Martínez al revisarlo en el monitor. No es lo habitual. La jugada había acabado con un remate a la red de Mbappé, en posición de fuera de juego. Fue lo más cerca que el Madrid estuvo del gol en el primer tiempo. Poco, muy poco y poquísimo del francés frente a una defensa en la que Ernesto Valverde realizó hasta tres cambios con respecto a la última victoria, en Vallecas. La dinámica del partido, volcado el juego sobre el área de Courtois, no ayudaba al francés, pero un jugador de su jerarquía está para cambiar dinámicas por sí mismo. No es uno más. Se supone.

La mirada al césped de Mbappé

Esa dinámica, pese a no haber disfrutado el Athletic más que de una ocasión de Gorosabel tras un taconazo de Iñaki Williams, le llevó finalmente al gol tras volver del descanso. El mayor de los Williams fue quien volvió a lanzar un balón al área cargado de veneno y, tras la pasividad de los defensas blancos, Berenguer no tuvo más que empujar el balón en la llegada conjunta con Sancet, ambos hasta la línea, superado ya Courtois.

LUIS TEJIDOEFE

El Madrid se estiró, pero fue un error de Aguirrezabala al medir mal la salida y golpear en la cabeza de Rüdiger, lo que ofreció la reválida a Mbappé. Lanzó como un niño, blando, blando. El portero del Athletic detuvo el lanzamiento. El francés volvió a mirar al césped.

El impacto del error lo sufrió todo el equipo, también Ancelotti, que agitó el banquillo en busca de soluciones. El disparo que propició el empate de Bellingham era una prueba de vida, algo a lo que aferrarse, pero es difícil hacerlo tras una derrota debido al error del Valverde en el tanto de Guruzeta. No todo es culpa de Mbappé, pero esta caída que frena al Madrid en la caza del Barça, lleva su nombre, su miedo.

Courtois y el "ruido" con Mbappé: "Es como lo de la botella, de pronto le das y sale todo"

Courtois y el “ruido” con Mbappé: “Es como lo de la botella, de pronto le das y sale todo”

Thibaut Courtois cumplió ayer 250 partidos con el Real Madrid. Siete temporadas y 13 títulos, entre ellos dos Champions League y tres Ligas siendo continuamente uno de los héroes del equipo. Todo después de un inicio de etapa, en 2018 y con 26 años, con dudas y con alternancia en la portería con Keylor Navas. Una situación que es historia para el belga, convertido en uno de los mejores porteros de la historia del conjunto blanco. O el mejor. Quizás por eso, pocos como él para aconsejar y reflexionar sobre el momento que vive Kylian Mbappé en el Bernabéu. El francés va a cumplir 26 años, los mismos que tenía Tibu cuando aterrizó en Chamartín, y suma ocho goles en Liga y uno en Champions, donde su última actuación en Anfield dejó algunas críticas entre los aficionados.

«Lo suyo es como lo de la botella, que le das y sale un poco nada más, y de pronto le das y sale todo. Va a ser lo mismo con él. Meterá más goles, está trabajando duro y hay que apoyarle. Hay mucho ruido por fuera, él quiere marcar y a veces cuando lo quieres demasiado no sale. Pero es un gran jugador, tiene mucha calidad y al final el gol más difícil es el que ha metido», declaró Courtois en la zona mixta del estadio.

Desde que volvió de la lesión muscular que le apartó durante tres jornadas, el belga ha dejado la portería a cero en los dos duelos ligueros que ha disputado, contra el Leganés y ante el Getafe. Y frente al Liverpool, a pesar del 2-0, evitó varios tantos del cuadro local.

Ante la prensa, Courtois recordó también sus primeras semanas en el Madrid y las comparó con las de Mbappé. «Llegas a un equipo nuevo, con la exigencia del Madrid y no sabes lo que te esperas. A veces te sale. Y cuanto más quieres, menos sale. Se trata de estar tranquilo, hacer bien lo fácil y ya luego harás bien lo difícil. Y eso saldrá, va a meter muchos goles. A mí también me costó. A veces necesitas un partido de referencia y todo sale bien, y estoy seguro que le pasará también», insistió el portero, convencido del éxito del delantero: «Ojalá ante el Athletic marque tres».

Contra el Getafe, Mbappé disparó cinco veces, dos de ellas a portería. Una fue gol y la otra se la sacó David Soria. De las otras tres, dos se fueron rozando el palo de la portería. Unos centímetros de suerte que, según Ancelotti, no opacan su «gran partido». «Ha jugado muy bien, ha estado activo, peligroso y ha marcado un gol muy importante para controlar mejor el partido. Se creó las oportunidades, que es lo que queremos de él», explicó el entrenador.

El apoyo de la grada a su nuevo delantero sigue intacto, con ovaciones constantes y con un gran aplauso en la última ocasión errada, rozando el final del partido y tras una gran combinación con Güler. El francés sólo podía reír ante la desesperación de no marcar.

Más allá de las ocasiones falladas, Mbappé tuvo la opción de anotar en el penalti señalado por Hernández Hernández en la primera parte por agarrón de Nyom a Rüdiger, pero el encargado de lanzar la peña máxima fue Jude Bellingham. Hasta ahora, los penaltis se los habían repartido Vinicius y el francés, por lo que sin el brasileño, el elegido parecía ser el galo, que falló en Anfield. «Antes eran Vinicius o Mbappé, hoy Bellingham o Mbappé, y entre ambos decidieron que lanzara Jude», explicó Ancelotti.

El inglés anotó el primer gol y se quedó en el vestuario en el descanso tras sentirse mareado después de un golpe en un salto con Soria. Una vez terminado el duelo, acudió a Valdebebas para pasar pruebas médicas, que descartaron una lesión. Según el club, sufrió un tirón cervical pero no tendrá problemas para jugar el miércoles contra el Athletic en San Mamés.

Mbappé, un caso clínico

Mbappé, un caso clínico

Otro partido fallido del Madrid. Incompleto, destartalado y sin que su juego tenga sentido. El Getafe fue un equipo, sucio, desaprensivo, que sólo quiso jugar al fútbol cuando ya estaba muy perdido.

Pero el tema estrella del partido es Mbappé. Logró un gol de los de antaño. Maravilloso. Todo a partir de ahí fue in desfile indecente de errores, de fallar tres goles solo ante el excelente Soria.

Es un caso clínico para un psicólogo. No llega a ser u

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El Madrid aprieta la Liga mientras Mbappé sigue buscando su liberación

El Madrid aprieta la Liga mientras Mbappé sigue buscando su liberación

Dos chispazos, varios fallos ante la portería rival y dos sustos. Así fue la tarde del Real Madrid ante el Getafe. Los blancos apretaron la Liga, situándose a un punto del Barça con un partido menos, al vencer al equipo de Bordalás con goles de Bellingham de penalti, y de Mbappé. El galo anotó un gol y erró tres ocasiones claras ante Soria que pudieron convertir el duelo en goleada y su momento en una liberación. La grada tembló con los dos palos del Getafe, pero el choque fue madridista.

Después de la decepción de Liverpool, el Bernabéu recibió con cariño a Mbappé. Cánticos, alguna ovación, ánimos tras los primeros errores... Y delirio con el 2-0 del francés, un golazo desde fuera del área. Así le quiere Chamartín, atrevido y con éxito. No es una mezcla fácil en semejante escenario, apto solo para las cabezas más amuebladas. En ello trabaja el ex del PSG, calmando su ansiedad a base de goles.

Ante el Getafe, Ancelotti le escoró a la izquierda, aprovechando la vuelta de Rodrygo y acumulando entre el centro y la derecha al brasileño, a Brahim, a Lucas y Valverde. Liberando el carril zurdo para la conexión entre Mbappé y Bellingham, triunfadora contra los de Bordalás.

En el medio, el técnico le entregó el timón a Ceballos y demostró que el andaluz tiene ante sí una de las grandes oportunidades de su carrera. Parece, junto a Modric, el único capaz de aportar sentido constante al juego del Madrid. Camavinga y Fede son explosivos y verticales, Tchouaméni es un eje defensivo y no se sitúa como organizador. Así, el andaluz compró billetes contra el Getafe, demostrando que bajo sus pies puede correr el fútbol del conjunto blanco ante gran parte de los equipos de la Liga.

A pesar de todo, al Madrid le costó derribar el muro del Getafe. Una situación esperada dado el estilo de Bordalás, sus virtudes y sus defectos. Sin grandes delanteros ni hombres creativos en su rotación, al entrenador valenciano no le queda otra opción que apostarlo todo a la parcela defensiva y una suerte de contragolpe que casi nunca llega.

Aguantó durante la primera media hora, pero se rompió a partir del penalti de Nyom a Rüdiger. Hernández Hernández, que ya había avisado y amonestado al francés en un lance similar unos minutos antes, señaló pena máxima por un agarrón del defensa sobre el central alemán en un córner. Lo revisó y lo confirmó el VAR, y lo transformó Bellingham, que cogió el balón desde el pitido y engañó a David Soria tras un pequeño salto.

A unos metros, Mbappé ni siquiera hizo amago de intentar el lanzamiento tras su error en Anfield. Una decisión consensuada durante la semana a la espera del regreso de Vinicius.

Ocho minutos después, el galo se desquitó y dio el primer paso para superar el bache futbolístico y mental en el que parece estar sumido. Aprovechó un genial pase al hueco de Bellingham en una contra del Madrid y se atrevió a disparar desde veinte metros. Un lanzamiento bajo, con efecto a la izquierda de Soria, que pegó en el palo y se coló en la portería del Getafe.

Estalló de alegría el Bernabéu, la plantilla y el cuerpo técnico, conscientes todos de que Mbappé necesita acertar para engancharse al ritmo del calendario, que no descansa. Lo necesita él y lo necesita el conjunto blanco.

En el descanso, Ancelotti dejó en el vestuario a Bellingham, mareado tras un golpe con Soria, y le dio más minutos a Güler, irregular en su oportunidad en Anfield. El partido entró en una pequeña siesta, fruto del resultado, cómodo para los blancos, de las pocas virtudes ofensivas del Getafe, del cansancio y de las próximas obligaciones del calendario.

El VAR tuvo que corregir a Hernández Hernández, que había señalado penalti por mano de Berrocal tras un disparo de Mbappé. El francés había cogido el balón para lanzarlo después de que la grada coreara su nombre pidiéndole tirar, pero se quedó con las ganas.

Uche metió algo de miedo en el cuerpo al estadio con un disparo al palo y Mbappé volvió a tener una clarísima, recibiendo un pase de Güler al espacio, regateando a Soria y definiendo fuera, inexplicablemente, cuando tenía toda la portería para él. No sería la última del galo, que estrelló en el portero un nuevo remate minutos después.

El Getafe se estrellaría otra vez contra el palo tras un disparo de Patrick mientras el Madrid pensaba ya en el duelo del miércoles en Bilbao, en el del fin de semana en Girona, en el de Champions en Bérgamo y en el siguiente en Vallecas. Demasiadas preocupaciones como para gastar oxígeno ampliando rentas. Mbappé, eso sí, volvió a tener una ocasión clarísima tras una combinación con Güler. Sigue sin suerte.

Los datos que describen la peor versión de Mbappé: "Le tenemos que esperar"

Los datos que describen la peor versión de Mbappé: “Le tenemos que esperar”

Si uno acude a las plataformas de análisis estadístico del fútbol europeo y observa las temporadas de Kylian Mbappé en la elite, no encontrará peor momento del francés que el actual. Porque los números no lo son todo, pero ayudan a explicar las sensaciones que está dejando el delantero. Y su partido en Anfield Road se suma a una temporada irregular, lejos del nivel mostrado en Francia y deseado en Chamartín. "La mejor medicina es la paciencia", le recomendaba Carlo Ancelotti en sala de prensa. A unos metros, sus compañeros cerraban filas a su alrededor, apoyando al atacante tras su error en el penalti y pidiendo tiempo a los críticos.

"Le tenemos que esperar", aseguró Dani Ceballos. "Los primeros años siempre son difíciles", admitió Luka Modric. Y el primer año, los primeros meses, de Mbappé con la camiseta blanca están siendo extraordinariamente complicados.

El futbolista con el que el Santiago Bernabéu, sus directivos, su vestuario y su afición, lleva soñando seis años ha aterrizado en un equipo campeón de Europa, después de un verano en el que apenas ha realizado pretemporada y a una plantilla condicionada en su juego por el adiós de Toni Kroos y las lesiones. Todo eso se suma a un Mbappé tímido en sus elecciones sobre el césped y torpe, por momentos, con el balón.

El resultado, según la web de estadística avanzada WhoScored, que analiza parámetros más allá de los goles y las asistencias, es la peor nota media de su carrera en Champions: 7,11. El lector pensará que es alta, pero es que el delantero ha superado con creces el 7,5 durante toda su vida continental.

Lleva un gol en cinco partidos, cuando en las últimas cuatro ediciones terminó con ocho, siete, seis y ocho. Y su actuación en Anfield ha sembrado las dudas que acercaban a su alrededor. Tuvo un 75% de acierto en el pase, el peor de todos los futbolistas de campo del Madrid, y perdió la posesión del balón, ya sea por un mal pase, un mal control o un mal regate, en 15 ocasiones. Es decir, los datos confirman las sensaciones.

Hasta ahora, la peor nota media de Mbappé en Champions había sido 7,16 en su debut con el Mónaco, allá por 2016, y en Liga, a pesar de sus siete goles en 12 jornadas, tampoco alcanza los registros estadísticos de su carrera. Promedia 7,42 de nota, de nuevo según WhoScored, el peor dato de su vida liguera desde su primer año completo con el Mónaco (7,22).

El mes de noviembre, lejos de aliviar la presión sobre él, parece haberla aumentado. Ha marcado un gol en los últimos seis partidos y sigue sin encontrar la forma a pesar de no haber acudido a la concentración de Francia en el parón de selecciones. "Pasa por una situación complicada", dijo Deschamps en ese momento. Una frase que repitió Ancelotti en los pasillos de Anfield.

"Hay momentos en los que a los delanteros les cuesta marcar y están decepcionados. Y hay una medicina, que es ser paciente. Es un momento difícil para él, pero todo el mundo tiene que apoyarle y pronto saldrá de ahí", reflexionó el italiano, que mencionó la "falta de confianza" como uno de los motivos. "Puede ser. A veces cuando no te salen las cosas tienes que jugar sencillo, y a veces te complicas un poco más...Está trabajando bien y tiene que ser paciente".

Mbappé, que terminó el duelo con molestias, abandonó Anfield junto a Camavinga y Mendy, sus mejores amigos dentro de un vestuario que quiso tener varios detalles con él en sus declaraciones a los medios. "No tiene que perder confianza, tiene que trabajar día a día, tiene nuestra confianza", dijo Modric. "Sé que va a dar grandes momentos a este club, es muy bueno", le elogió Bellingham. "Es un jugador de clase mundial y lo demostrará", admitió Lucas Vázquez.

El día que Nadal observó el naufragio del Madrid: “Seguro que va a ser lo que se espera de él”

Actualizado Jueves, 28 noviembre 2024 - 09:44

La historia reciente de los enfrentamientos entre Liverpool y Real Madrid resumía el éxito del partido en un futbolista: Vinicius Júnior. El brasileño marcó en la final de la Champions de 2022 y repitió hace dos temporadas, en los octavos de final continentales, cuando el conjunto blanco salió triunfante de Anfield gracias a dos goles de su joven y nueva estrella. Fue el gran peligro madridista y la pesadilla 'red'. Pero ayer, en una noche helada en Liverpool, la ausencia por lesión del ex del Flamengo descolocó a los de Carlo Ancelotti, congeló sus ideas y situó en el juzgado mediático a otro jugador: Kylian Mbappé. Y el francés no tuvo defensa.

Todo bajo la atenta mirada de Rafa Nadal, estrella en el palco de Anfield después de visitar a Pep Guardiola y a la plantilla del City en Manchester, a una hora de distancia del estadio del Liverpool. El de Manacor, acompañado por su hermana, conversó con Emilio Butragueño, Santiago Solari y Juni Calafat, y se rodeó de otros miembros de la Junta Directiva del cuadro de Chamartín. Eso sí, fue testigo de una noche negra para el Madrid.

A unos metros, Gareth Bale, que acudió para trabajar como comentarista en TNT Sports, junto a Rio Ferdinand y Steve McManaman. El galés pisó el césped, saludó a Butragueño y a miembros del departamento de comunicación y del cuerpo técnico del conjunto blanco y se acercó a ver, ya en privado, a algunos de sus antiguos compañeros, aunque el partido lo ensombreció todo.

La lesión de Camavinga

En el campo, la cara de Mbappé fue la cara del conjunto blanco. Impotente ante Virgil van Dijk, Ibrahima Konaté y Conor Bradley. Inefable frente a lo que le fue sucediendo en el partido. Torpe en los controles y en los regates, tímido al encarar a sus rivales, como si fuera otro futbolista, y errático en el momento más importante del duelo, el penalti que podría haber supuesto el empate y que el atacante galo estrelló en las manos de Caoimhim Kelleher. Inexplicable.

Ese fallo completó los 10 minutos de deriva madridista en Anfield, convertidos en 90 bajo la capa de héroe de Thibaut Courtois. En el minuto 52, Alexis Mac Allister puso el merecido 1-0 para los locales. A los dos minutos se lesionó Eduardo Camavinga, el mejor de los visitantes en el duelo, y en el 61 Mbappé falló desde los 11 metros cuando el Madrid pensaba que podía seguir vivo en el encuentro.

"Nosotros lo vemos bien, entrenando bien, a veces sale, a veces no, hoy no ha salido el penalti pero tenemos confianza en él y seguro que Kylian va a ser lo que se espera de él", reflexionó Luka Modric.

Último con plaza

Ancelotti, que se pasó el partido desesperado, corrigiendo continuamente a sus futbolistas y muy pendiente de Arda Güler, se giró hacia sus asistentes, especialmente hacia Davide, su hijo, y Francesco Mauri, y no imploró palabra. El silencio lo hizo todo. Era la continuación de la pesadilla de Mbappé justo cuando su equipo más necesitaba de su talento.

El penalti fallado por Mo Salah no alentó al Madrid, perdido tras el error de Mbappé, sino que empujó todavía más a un Liverpool que amplió distancias gracias a Cody Gakpo. Ahí donde crecieron los blancos en febrero de 2023 cayeron en noviembre de 2024, complicándose mucho la vida en la liguilla de la Champions. Los blancos son ahora vigesimocuartos, situándose como el último equipo con plaza para el playoff de enero, en el que se miden todos los posicionados entre el 9º y el 24º. A falta de tres jornadas en las que debe visitar al Atalanta y el Brest y recibir al Salzburgo, el Madrid suma sólo seis puntos en cinco jornadas. Situación límite.

Sucumbe Mbappé, sucumbe el Madrid

Sucumbe Mbappé, sucumbe el Madrid

Sucumbe Mbappé, sucumbe el Madrid. No es necesariamente el axioma de lo que sucedió en Anfield, pero dada la jerarquía del futbolista y el esfuerzo e inversión del club en el francés, la relación es evidente. Lo fácil es señalar a Mbappé por el penalti errado cuando el Madrid se aferraba a esa acción como un náufrago a un tablón en mitad de la tempestad. Un penalti, sin embargo, lo falla el mejor. Que se lo pregunten a Salah. A Mbappé hay que preguntarle por otras cosas, después de un partido errático, repleto de imprecisiones. También lo hizo Güler, el esperado Güler, pero la espera de uno y otro no tienen nada que ver, ni cuestan lo mismo. [Narración y estadísticas (2-0)]

Mbappé no es el único culpable de esta derrota ante el Liverpool (2-0) que pone al Madrid en una situación muy comprometida en la Champions, destinado a luchar por la pedrea en una primera fase nueva y extraña. El tiempo de los miuras queda lejos y es el tiempo del Madrid, pero la primera feria deja muchas sospechas, tras caer ante el Lille, el Milan, peores equipos que este Liverpool, con pleno en la Champions y líder de la Premier. Siguiente parada, Bérgamo, el Atalanta. De este modo, cualquiera lugar invoca una oración.

Las sospechas se ciernen sobre Ancelotti, por la irregularidad del equipo, y sobre Mbappé. Al primero le excusan las lesiones; al segundo, nada. Sin Vinicius, lesionado, Anfield era la arena para que buscara su lugar en el sol, después de un arranque de temporada tibio, donde apenas ha sido un crack de highlights. Hoy, la distancia entre Vini y Mbappé es un abismo, una sima. La ansiedad del francés, que lo que más cerca estuvo del gol fue de rebote, es un hecho, pero la ansiedad difícilmente es titular en el Madrid.

El 'vietcong' del liverpool

Mbappé era uno de los perfiles ofensivos escogidos por Ancelotti para un Madrid poco ofensivo. Tampoco eso es una coartada. Puede ser un contrasentido o puede ser un ejercicio de realismo, dado el parte de bajas del Madrid y la vocación de un Liverpool capaz de poner Anfield cuesta abajo cuando ataca. El día después de Klopp es el día siguiente, ahora de la mano de un desconocido de los banquillos, Arne Slot, que parece sacado de la carpeta de un head hunter. Se va el divo, se queda la idea.

Presiona y corre, corre mucho el Liverpool, algo que al Madrid le cuesta mucho aguantar con el mismo lenguaje. En Anfield tocaba el Madrid de la resistencia, el Madrid del Etihad, frente a un fuego ofensivo frenético cuando encuentra su ritmo, con futbolistas que alternan posiciones y roles, sin ofrecer referencias, como un ataque del Vietcong. La única solución era romper ese ritmo.

Lo consiguió el Madrid con un buen repliegue, aunque sin impedir las oportunidades que se sucedieron en la primera mitad. Courtois paró a quemarropa ante Darwin Núñez, Rüdiger cortó un centro de gol con el rostro inyectado y Asencio reaccionó a tiempo de sacar el balón sobre la línea después de su propio rechace. Nada más llegar al primer equipo y nada más empezar, era la jugada que puede condenar a quien llega de la cantera, siempre en debate, siempre bajo sospecha y siempre, o casi siempre, demasiado lejos del primer equipo del Madrid. Los centímetros que le podían haber señalado, en cambio, lo elevaron en su autoestima, sólido en su papel y bravo a empujones con Darwin Núñez. Aunque le costara una tarjeta, demostró cuajo en el área de Anfield. No es cualquier lugar. La maniobra de Mac Allister antes del gol lo encontró en el pulso final, pero el problema se había originado con anterioridad, en la falta de anticipación antes de que recibiera el delantero en el área.

Gakpo festeja el 2-0 junto a Van Dijk, Salah y Luis Díaz.

Gakpo festeja el 2-0 junto a Van Dijk, Salah y Luis Díaz.AFP

El tanto fue la consecuencia del asedio que el Madrid no pudo impedir con el break del descanso. Fue peor. El segundo tiempo arrancó, de hecho, con la mejor intervención de Courtois, mano abajo, continuó con el gol y, de inmediato, la lesión de Camavinga, hasta entonces el mejor futbolista del Madrid, junto con Courtois.

Una serie negra que, sin embargo, dio paso a los cambios y a una ocasión aparecida de la nada gracias a uno de sus protagonistas. Lucas Vázquez saltó al campo para que Valverde, inicialmente lateral, pasara al centro del campo, junto a Ceballos. La primera vez que pisó el área, Lucas Vázquez provocó un penalti de Robertson. Mbappé dio entonces continuidad a su partido. Lo lanzó mal, como lo haría Salah, pero con mejores antecedentes. La mejora del Madrid fue insuficiente frente al gol de Gakpo. Mbappé miró al césped sin respuestas. A él lo mira el madridismo.

Regatear hacia el banquillo

Regatear hacia el banquillo

Más que un preparador físico, un psicólogo u otro sistema de juego, la temporada de Kylian Mbappé la salvaría una brújula. Le salen todos los regates en horizontal. Zigzaguea potente, se quita rivales en dribbling o manoteando, avanza en ilusionante carrera hasta que el espectador, a la vez que sus rivales y compañeros, advierte que su destino parece el banquillo o la propia cámara de televisión. Cuando intenta avanzar en vertical el desenlace es

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