El impacto que produjeron los Beatles en la sociedad británica de los sixties, los años 60, anclada en muchos sectores en los principios victorianos, fue como un movimiento sísmico, similar al que, al otro lado del Atlántico, provocaban los golpes de cadera de Elvis Presley. La razón estaba no sólo en el talento y la creatividad del grupo de Liverpool, también en la irreverencia y rebeldía que tanto tienen que ver con el inconformismo de la juven
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El 29 de junio de 2008, Álvaro Morata vio a Iker Casillas recoger el trofeo que reconocía a España como campeona de la Eurocopa a través de una pantalla gigante instalada en su barrio. Tenía 15 años y acababa de salir de la cantera del Getafe para firmar por el Juvenil B del Real Madrid. Por entonces, el mero hecho de imaginar que él podría alcanzar algún día ese privilegio suponía casi una quimera. Igual que el 1 de julio de 2012, cuando La Roja conquistó su tercera corona continental en Kiev. Morata jugaba ya en el Castilla y José Mourinho lo había hecho debutar con el Real Madrid. Dos años después, en noviembre de 2014, Vicente del Bosque le hizo vestirse por primera vez la camiseta nacional. Liderar a la selección y recoger como capitán la Copa Henri Delaunay seguía siendo una aspiración casi inalcanzable. Esta noche, en el Olímpico de Berlín, Morata podrá hacerla realidad para, quién sabe, completar un círculo y decir adiós. Ese es, a día de hoy, su plan.
La despedida supondría la catarsis que Álvaro necesita. Su condición de capitán la ha asumido con una responsabilidad que le ha hecho ganarse al vestuario. Ejerce como padre de los jóvenes y se sabe el centro de las críticas que evita a los demás. Eso fuera del campo, porque dentro tiene más galones. Es el cuarto goleador histórico de la selección, con mejor promedio que Raúl y Fernando Torres. Suyo fue el primer tanto de España en el torneo. Ante Croacia, en el minuto 29. Y aunque no ha vuelto a marcar, sigue siendo vital para Luis de la Fuente. En él empieza el trabajo defensivo del grupo, en sus recuperaciones y en su presión.
«Corre por los tres», admitía Dani Olmo. Esos tres son él mismo, Nico Williams y Lamine Yamal. Al tridente de ataque les hace las coberturas, les arrastra defensas y les abre espacios. Ese trabajo se lo reconoce hasta una leyenda inglesa: Gary Lineker. «Son demasiadas críticas. Es muy difícil jugar de '9'. La gente no lo entiende, porque hay que trabajar mucho, jugar para el equipo... Creo que Morata es importante para este equipo. Quizá no marca goles, pero hace un gran trabajo», puntualiza. De nuevo, como diría el propio Morata, se le respeta más fuera que en España.
«prácticamente entre lágrimas»
Permeable a la crítica que le acompaña casi en toda su carrera en LaLiga y con la selección, arrastra en esta Eurocopa el peso de una responsabilidad autoimpuesta. No concibe el fútbol, ni la vida, de otra manera. «Acaba el partido prácticamente entre lágrimas. Más comprometido no puede estar», revelaba hace unos días Dani Vivian. Dos muestras de ello fueron el temor de perderse la semifinal ante Francia, por una tarjeta amarilla que no registró el árbitro en el acta, y la mismísima final, tras el golpe involuntario de un miembro del staff. A este compromiso, su verdadera motivación sobre la hierba, se suma otro factor: la emoción.
Hace unos días, Morata confesó en EL MUNDO que medita dejar la selección. Una reflexión que le ha generado infinidad de críticas. Enésima prueba de que vive permanentemente en el ojo del huracán. Intentarán convencerle de que no lo haga, empezando por los compañeros, pero vive todo como si fuera la última vez. De ahí nacen las lágrimas.
«Prestar atención a muchas cosas»
«Es pura emoción. Cuando me sustituyen soy un aficionado más, como los padres de los jugadores que lo ven desde la grada», asegura en una entrevista a la UEFA. Durante esa misma charla admite también que aún no ha tenido tiempo de «disfrutar» del torneo. Y eso que ha llegado a la final y puede ser el hombre que alce el título, otra foto para la historia del fútbol español. Él lo puntualiza: «Tienes que prestar atención a muchas cosas. Ya habrá tiempo para divertirse y ser feliz».
Por eso, para Morata la final puede tener un efecto catártico, liberador de los demonios que ha ido acumulando durante años. Cuando ha sentido más el puyazo de la crítica que el reconocimiento. Con su futuro pendiente de resolver, Morata quiere meditar su adiós a España con una copa que nadie cuestione.
«Los primeros regates se los hacía a Kila y Clara». Mounir Nasraoui exhibe orgulloso una foto en su móvil de hace más de 15 años. Los tres protagonistas de la imagen son su hijo, el hoy aclamado Lamine Yamal, y las dos perras que entonces tenía la familia del futbolista que antes de cumplir los 17, precisamente ayer en la víspera de la final de la Eurocopa, ya había asombrado al mundo entero.
Enfundado con el 19 de la selección y sin soltar su botellín de agua fría para mitigar el calor, el padre llevaba un rato en silencio, ajeno voluntariamente a la conversación de tres clientes del bar El Cordobés sobre si la próxima temporada el prometedor jugador del Barça debería vestir la camiseta azulgrana con el dorsal 10. El doble dígito que tenía Leo Messi y que pasó a un Ansu Fati cuyo futuro se presupone lejos del Camp Nou. «Se venderían como churros», aportaba en la tertulia Juan Carlos, desde hace 20 años dueño de este negocio de restauración, en el que empezó a trabajar con su tío cuando lo inauguró en 1995.
Para Mounir, este bar es una parada obligatoria cada vez que regresa a Rocafonda, el topónimo más famoso de España en los últimos días. A las nueve y veinte de la noche del pasado martes, el nivel de decibelios alcanzado en este humilde barrio de Mataró (Barcelona) probablemente fuese el más elevado del país. El espectacular gol de Lamine a Francia, con el que la semifinal volvía a las tablas iniciales, fue gritado hasta desgañitarse por muchos de quienes lo vieron crecer y pelotear en la pista de cemento o el polideportivo. «A nosotros no nos sorprende, era el mejor cuando jugaba partidillos con chavales que le sacaban dos cabezas», explica Juan Carlos junto a la camiseta, enmarcada en el bar, del debut del chico con el filial ante el Eldense, una semana después de haberlo hecho con el primer equipo frente al Betis. «No se ven, pero en la parte de delante hay dos lamparones de sudor», comenta sonriendo.
Rocafonda es una de esas zonas donde las ciudades acostumbran a dejar abandonado su nombre. En Mataró, localidad costera de 130.000 habitantes, es popular la etiqueta MTV (pronunciada a la inglesa, emtivi, como la cadena de televisión estadounidense). En este caso, las siglas aluden a la expresión «Mataró de tota la vida», la clásica distinción entre el nosotros y los llegados de fuera, entre el núcleo central y los terrenos que fueron urbanizándose [casi siempre con carencias] a medida que llegaba población de regiones como Andalucía o Extremadura. Un proceso que en las últimas dos décadas se ha replicado con personas procedentes de otros países. Alrededor de un tercio de los habitantes de Rocafonda tienen nacionalidad extranjera, con preponderancia marroquí, como Fatima, la esforzada abuela del futbolista, que emigró a España cuando Mounir aún ni hablaba.
El gesto del 304 con las manos popularizado por Lamine Yamal en la celebración de sus goles se hizo universal el martes desde Múnich. Las tres últimas cifras del código postal de Rocafonda (08304) como seña de identidad de un barrio con altos niveles de exclusión social. Soufian, amigo íntimo de la familia, se queja de los estereotipos y las etiquetas: «Aquí també parlem català».
Mural en Rocafonda para el cartel de Les Santes.ARABA PRESS
Ese triple dígito, que comparten otros barrios mataronenses e incluso da nombre a un grupo de música rap de la ciudad, está visible en el mural que Mohamed l'Ghacham, artista urbano marroquí afincado en Mataró, ha elaborado para inspirar, a su vez, el cartel de Les Santes, la fiesta mayor que la ciudad celebra en menos de dos semanas. Con una escena costumbrista que ocupa gran parte de la fachada de un edificio de la avenida Perú, el autor desea que perdure el recuerdo de que, en 2024, «el cartel se hizo en Rocafonda».
El CF La Torreta y 'Kubala'
Las famosas tres cifras, en otro orden, coinciden con las últimas del código postal de La Torreta (08430), barrio de La Roca del Vallès (Barcelona) en cuyo club jugó Lamine antes de ser descubierto por los ojeadores del Barcelona. «En seis años habrá sido Balón de Oro», se atreve a pronosticar Inocente Díez, el veterano coordinador del equipo a quien todo el mundo conoce como Kubala, un alias que lo acompaña desde hace ya 50 años, cuando se lo implantó un entrenador que le veía una forma de moverse en el campo muy parecida a la del legendario futbolista húngaro del Barça.
Concluida la temporada, el CF La Torreta organiza durante este mes su campus, bautizado «Lamine Yamal» desde este año y al que acuden niños de edades tan tempranas como la del delantero de la selección, que con menos de cuatro años ya vestía la indumentaria del club. Sus padres se habían separado y junto a su madre, la ecuatoguineana Sheila Ebana, se instaló en Granollers, población lindante con La Torreta. Trabajando en un McDonald's, ella conoció a la hija de Kubala y ahí empezó a escribirse esta precoz historia futbolística.
Campus Lamine Yamal del CF La Torreta, primer equipo del delantero de la selección española.Gorka LoinazARABA PRESS
«Ya no solo era cómo tocaba la pelota, a mí, sobre todo, lo que me llamaba la atención era su intensidad, su carácter, eso era lo que lo hacia distinto a todos los demás», recuerda quien fue algo así como su padrino deportivo. «A edades tan cortas, muchos críos se cansan y salen corriendo a medio entrenamiento para buscar a sus madres, pero él, en cambio, era el niño del balón, siempre con el balón», añade.
«Ningún jugador es tan bueno como todos juntos», reza una pancarta en las instalaciones del club vallesano, que hace un mes y medio recibió la visita de Lamine un día antes de incorporarse a la concentración del combinado de Luis de la Fuente en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. La importancia del colectivo es uno de los valores que Inocente cree que el extremo ya llevaba aprendidos antes de su salto a la cantera azulgrana en 2014, cuando jugaba en el prebenjamín de La Torreta. «Le ha tocado estar en el peor Barça en muchos años, deberá tener paciencia», aconseja al futbolista como hacía, años atrás, durante algún viaje en coche de ida y vuelta desde Mataró los días en que dormía en el domicilio paterno.
'Kubala', coordinador del CF La Torreta.ARABA PRESS
Fue precisamente el trayecto entre Barcelona y esta ciudad el que inauguró el ferrocarril en España en 1848 con la mítica locomotora de vapor La Mataró. Un recorrido en tren de 30 kilómetros que Lamine Yamal repitió muchos días con su padre antes de que amaneciese. Acostumbrado a pulverizar récords y sueños desde hace apenas año y medio, "el niño del balón" se planta esta noche en el Estadio Olímpico de Berlín, a dos mil kilómetros de la pista de cemento donde regateaba a Kila y Clara hace solo 15 años.
Si un día animé a mis hijos a que jugaran al rugby en vez de al fútbol, fue por todas esas cosas que rodean al deporte rey y que no me gustan: una grada implacable, su pulgar hacia arriba o hacia abajo, unos jugadores que parecen robots, la obligatoriedad del éxito, el exceso de expectativas.
Pero si hoy tuviera hijos pequeños y me sentara a ver el fútbol con ellos, si este domingo tuvieran seis o siete años, les pediría por favor que no se fijara
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No tiene edad para trabajar sin el consentimiento de sus padres, ni para conducir ni para votar. Lamine Yamal acaba de aprobar cuarto de la ESO y se ha convertido en estrella del fútbol con 16 años y 362 días antes de poder hacer todo lo demás, una precocidad superior a la de las grandes leyendas de la historia del fútbol mundial. Ni Maradona, ni Cruyff ni Di Stéfano, ni siquiera Pelé brillaron en un gran torneo tan pronto como el español.
Al brasileño es al que más se acerca. Con 15 años lo sacó el Santos de una fábrica de zapatos donde cobraba dos dólares la hora mientras jugaba en el Baquinho, un club de barrio de Bauru, en el interior de Sao Paulo. Lo hizo debutar un mes antes de cumplir los 16 en un amistoso ante el Corinthians, pero su primer partido oficial lo jugó el 26 de abril de 1957 con 16 años, 6 meses y tres días. Unos meses después, el 7 de julio, jugó su primer partido con Brasil: la Copa Roca y ante Argentina en Maracaná. Perdieron 2-1, pero suyo fue el gol. Su explosión llegó un año después en Suecia. El 15 de junio, ante la URSS, con 17 años, siete meses y 20 días marcó su primer gol para conducir a Brasil a la Copa de Mundo y empezar a fraguar su camino de leyenda.
A Cruyff, del que seguro Lamine Yamal ha escuchado mil y una historias en La Masía, también le costó algo más acaparar las miradas. A los 12 años, y tras el repentino fallecimiento de su padre, entró en el Ajax, donde debutó en la élite con 17 años, seis meses y 21 días. Sin embargo, para vestir la 'orange' tuvo que esperar hasta los 19 años, en septiembre de 1966 con un 2-2 ante Hungría con un gol suyo. Ese año también ganó la Liga. Su liderazgo con Holanda se fraguó en los 70, tras recibir el Balón de Oro con 24 años.
El fútbol de Cruyff le queda lejos hasta al padre de Lamine, que apenas tiene 36 años, pero seguro que recuerda a Diego Armando Maradona y su talento puro. El argentino también fue precoz. Con 15 años, once meses y 20 días debutó con la camiseta de Argentinos Juniors, cuando ya habría brillado en su equipo infantil, que apodaban Cebollitas. Menotti le llamó para debutar con Argentina con 16 años y 119 días, pero no contó con él para el Mundial del 78, uno de los momentos más amargos de la carrera de Maradona, que se convertiría en icono del fútbol mundial a mediados de los 80, pasados los 20 años.
Con 16 años, Alfredo di Stefáno estaba ayudando a su padre con en el campo y con la ganadería. Había abandonado los estudios para contribuir a la economía familiar pero no la pelota. Aprovechaba cualquier momento para jugar allá donde fuera y su talento llegó a oídos de River Plate. A los 17 años le fichó River Plate, que no le hizo debutar hasta dos años después, luego lo cedió a Huracán para recuperarlo en 1947 y proclamarse campeón de Liga, máximo goleador con 27 goles y campeón con Argentina del Sudamericano, en el que marcó cinco goles en seis encuentros. Esa misma temporada, el 4 de diciembre de 1947, jugó por primera vez con Argentina. Tenía 21 años y 147 días. Fue en Ecuador con una goleada 7-0 a Bolivia en la que marcó.
Lamine Yamal.MIGUEL MEDINAAFP
De Zinedine Zidane hay poco que explicarle a Yamal, aunque recuerde más su faceta de entrenador del Real Madrid que de jugador. También llegó rápido al profesionalismo, pero le costó más entrar en la selección francesa. El 18 de mayo de 1989, con 16 años y 329 días, firmó su contrato con el Cannes para debutar en la Ligue 1, pero no fue hasta cinco años después, en agosto de 1994, tras el Mundial de Estados Unidos al que no fueron los bleus y tras cumplir los 22, cuando la absoluta le llamó para un amistoso contra la República Checa en Burdeos, ciudad y club para el que jugaba. El marcó los dos goles que hicieron empatar a Francia.
El 'padrino' Leo Messi
A Lamine nadie le tiene que explicar qué hacía Leo Messi a los 16 años, porque en La Masía convive con quienes le conocieron. De hecho, el argentino le 'apadrinó' sin saberlo en un calendario solidario en el que el joven jugador de 20 años del Barça sostiene a un bebé de Mataró que se había inscrito para participar en esa acción solidaria en la que se volcó el club. Con la edad de Yamal, el argentino ya asombraba, pero fue Rijkaard quien lo llevó al primer equipo el 16 de noviembre de 2003, con 16 años y 145 días, en un amistoso ante el Oporto de Mourinho. Su debut en Liga fue el derbi ante el Espanyol en Montjuic un año después. No tardó en vestirse la albiceleste. Fue en Budapest en el verano de 2005, con 18 años y 55 días. A Lamine aún le faltaban dos años para nacer.
A Cristiano y a Mbappé también se les puso el foco muy rápido. Con 16 años, el portugués daba su primera entrevista después cuatro años en la cantera del Sporting de Portugal. Su familia había cambiado Funchal, en Madeira, por la capital buscando la progresión, que llegó con el debut en Primera con el 29 de septiembre de 2002, con 17 años y 233. La Eurocopa de Portugal en 2004 le abrió las puertas de la selección un año antes e hizo su debut recién cumplida la mayoría de edad.
Kylian Mbappé no es de la misma generación, pero Yamal se va a cruzar con él muchas veces. En la primera, ya le derrotó. El francés tiene el récord de precocidad en la Ligue 1 al debutar con el Mónaco en 2015 con 16 años y 347 días, de manera que superaba a Thierry Henry. Su primer gol lo marcó con 17 años y 62 días, pero la internacionalidad absoluta no le llegó hasta 2017 con 19 años, lo que convierte en más extraordinaria la precocidad del joven español.
Cuando el colegiado del España-Francia pitó el final del partido, todos los focos se giraron hacia Lamine Yamal. Su gol, una genialidad, había encarrilado a España a la final de Berlín y el joven futbolista lo manejaba con una naturalidad asombrosa. Tanto que tuvo tiempo para enviar mensajes antes de que le llegara un aluvión de felicitaciones. El primero, el de siempre, marcar con los dedos un 304, el código postal de Rocafonda, el barrio de Marató en el que se ha criado y que siempre forma parte de sus celebraciones. Para el siguiente tuvo tiempo de pensarlo. "Desde el minuto 60 ya sólo pensaba en que íbamos a jugar la final", admitía después del partido.
A su cabeza volvieron las palabras del francés Rabiot, que fue un espectador de lujo de su gol después de retarle a que mostrar más de su fútbol si quería ir a la final. "Muévete en silencio. Sólo habla cuando sea el momento de decir: jaque mate", le había respondido en redes sociales. En el campo, mirando a la cámara, hizo un gesto con las manos y dijo: "Hablar, hablar". No quiso más polémica, ni siquiera desvelar el destinatario.
io. "El destino pone a cada uno en su lugar. La persona para la que era sabrá que era para él", se limitó a decir el futbolista más joven en marcar en una Eurocopa que se fue del Allianz Arena de Múnich con el trofeo de MVP bajo del brazo. "Se lo dije antes del partido, que iba a ser su día. Que yo iba a estar un poco flojo pero mi hermano iba a meter gol", decía Nico Williams en el vestuario.
Precisamente el próximo sábado, 24 horas después de que su bro Nico, cumpla los 22 años, él celebrará sus 17. "Ya le he dicho a mi madre que no quiero regalos. El regalo es la final y el título, que era mi sueño y el de ella", confesó el jugador, que no ha parado de repetir en esta fase final que la última, la que se disputó en 2021 por el Covid, la siguió en un centro comercial con sus amigos.
Sus padres, su hermano pequeño Keyne, de dos años, y algún amigo íntimo le acompañan en Alemania. Con ellos, otros chavales aún menores de edad, ha disfrutado en los últimos meses de cosas propia de su edad, desde los bailes en redes sociales con música brasileña -"es la que me sale en TikTok y me gusta", explicó- a los conciertos de raperos como el estadounidense Eladio Carrión, del que fue un espectador privilegiado desde el backstage y pudo cantar sus canciones.
El otro, con quien guarda una conexión especial es Morad. Con el comparte origen marroquí y vida en Cataluña. A sus conciertos ha acudido acompañado de su padre y de otros familiares y anoche, tras el gol, el músico no pudo contenerse en redes sociales y le devolvió la admiración. "Qué locura de chaval. Madre mía. Yo con tu edad... ay mi madre, Lamine. En Mataró deben estar flipando. Qué máquina, qué bueno que es", no pudo contenerse el rapero. Lamine respondió sonorizando sus historia de Instagram con su música.
Tampoco se pudo contener otra artista que triunfa entre los jóvenes: Aitana. Ella también recurrió a la imagen del gol de Yamal para felicitar a la selección por su pase a la final.
En una semifinal de Eurocopa, contra el equipo más poderoso del mundo en lo físico, finalista en los dos últimos Mundiales, España salió, vio cómo le metían un gol, se sacudió el polvo de los hombros, silbó, aceleró para marcar dos goles, remontar, y luego decidió que allí, en una semifinal de Eurocopa, con una hora por delante, ya no iba a pasar nada más. Como si fuera su potestad elegir los caminos de los partidos, también los de una semifinal de Eurocopa, como si dispusiera de un mando a distancia para darle al play, y luego al pause, y luego hacia delante, y luego hacia atrás, y luego al stop. España, en una semifinal de Eurocopa, gobernó la noche como le dio la gana, decidió lo que ocurría y lo que no, y agarrada al maravilloso descaro de un niño de 16 años, dueño de un gol estratosférico, le dio la vuelta al tanto francés y echó la persiana. Hasta aquí, dijo. Y hasta ahí. Luis de la Fuente y su muchachada han llevado a España a su quinta final continental, a las puertas de un título impensable hace no mucho, posible, probable, hoy. En una semifinal de Eurocopa, hizo lo que quiso, como quiso y cuando quiso. Esta es España. [Narración y estadísticas (2-1)]
Una España nacida de la desconfianza, forjada en la ignorancia, cuando no en la mofa, de una parte de la afición, que miraba con displicencia a un grupo de jugadores que permaneció callado, cabizbajo, rumiando, eso sí, algo parecido a una venganza, agarrados todos ahí dentro a la esperanza de darle la vuelta a todo y poner al país a sus pies, un país obligado hoy a reconocer el trabajo y el talento de un grupo humano que, más allá de lo que ocurra en la final, se ha ganado el respeto que hasta ahora no tuvo. Honor para España, finalista de la Eurocopa. Y honor para Lamine Yamal, el niño de 16 años, hijo de inmigrantes, que personifica esta nueva realidad española, tan diferente, tan cambiante, tan rica.
A estas alturas de torneo, los jugadores no entrenan. Ni españoles ni franceses habían hecho nada desde el viernes, cuando obtuvieron el billete a la semifinal. De hecho, se intuía un partido calmo, con los dos midiendo muy bien sus esfuerzos y los del rival. Sin embargo, en este juego de detalles que es el fútbol, y más llegados a este punto del torneo, Francia se puso por delante poco después de que lo hubiera podido hacer España. Fabién envió alto un cabezazo que parecía fácil, pero Kolo Muani sí acertó. No habían pasado ni 10 minutos y Francia estaba por delante casi sin haberse desperezado, y además Jesús Navas con amarilla por frenar una contra con pinta de 2-0.
Como quien se levanta de la siesta
Era la segunda vez que la selección estaba por detrás en el marcador. La otra vez fue contra Georgia. Y claro, Francia no es Georgia. O sí, porque lo que ocurrió desde ese momento es muy difícil de explicar. Cuando encajó, España mantuvo la calma. De hecho, tardó bastante menos en empatar, y no necesitó ni de coraje, ni de empeño, ni de suerte, ni de una jugada maravillosa. Bastó que un crío que acaba de aprobar la ESO cogiera la pelota, levantara la cabeza y pusiese en órbita un disparo maravilloso. Lamine Yamal es un niño, un puñetero niño que juega como un mayor, que levanta la cabeza, que pasa, que centra y que, sí, también regatea, pero que, ante todo, juega al fútbol como los dichosos ángeles.
La parábola de su disparo, inalcanzable en diez vidas de Maignan, catapultó a España, un equipo en trance que, cinco minutos después, se adelantaba porque Dani Olmo hizo un quiebro delicioso a Upamecano cazando el rebote de un centro. Su tiro, que iba a portería, lo desvió Koundé por si acaso, como para asegurarse de que entraba sí o sí. Había remontado España como quien se levanta de la siesta. Aguantó a pie quieto los intentos franceses, que no fueron pocos en la primera parte. El equipo de Deschamps trató de hacer daño a España en dos facetas: los cambios de orientación y las jugadas a balón parado.
Olmo festeja el 2-1 en Múnich.AFP
Mbappé, sin máscara, fue menos Mbappé que Dembélé. El ex futbolista del Barça molestó a ratos a Cucurella, y Nico Williams tuvo que ayudar lo suyo ahí. Navas, entretanto, en el duelo que se presumía tan desigual, se mantuvo con bastante más que dignidad hasta su lesión. Al equipo, en algún momento, le costó llegar a la presión porque las piernas están como están, y eso permitía a Francia encontrar alguna vía, sin éxito.
Jugar a que no pase nada
De modo que España, la España donde De la Fuente se limitó a poner a los suplentes de los sancionados y lesionados, ni más ni menos, llegó al descanso por delante y confiada, consciente, más que nunca, de la diferencia física con su rival. Era el momento de no ir al choque. Había que jugar a otra cosa. Había que jugar, por ejemplo, a que no pasara absolutamente nada.
Eso fue lo que hizo España a la vuelta del descanso, buscando trastear con la paciencia, y el físico, del rival, y al rival, claro, cuando le toca proponer, suda tinta. No pasaba nada, ni bueno ni malo, así que Deschamps quitó del campo a Rabiot y a Kanté para meter a Griezmann y a Camavinga. Mbappé ya era delantero centro, porque también se fue Kolo Muani para dar paso a Barcola, que se instaló en la izquierda. Para desgracia de Deschamps, siguió sin pasar nada.
España jugó toda la segunda parte como si fuese el tiempo de descuento. No hizo mucho por atacar, pero como tampoco le hacían daño, fue dejando pasar el tiempo en un ejercicio de madurez algo inquietante. Tanta tranquilidad en una semifinal de una Eurocopa asusta. De la Fuente debió pensar que no fueron tan buenos los cambios contra Alemania, y sí, metió a Merino y Oyarzabal, pero dejó en el campo a Nico y a Lamine por si acaso. Deschamps echó mano de Giroud como quien reclama al Cid, pero allí seguía sin pasar nada. En una semifinal de Eurocopa, hasta España pitó el final del partido.
No hay dato que no haya fulminado Lamine Yamal ni espectador que permanezca impasible al talento de este jugador que aún no tiene 17 años. Sea de la nacionalidad que sea. No tiene edad de trabajar en Alemania pero la ha conquistado. Por su botas ha pasado el gol de España aunque haya tenido que esperar a la semifinal para conseguirlo y, con él, otro récord de precocidad que permanecerá durante muchos años. "Intento no pensar, sólo disfrutar. He intentado meterla donde la he metido y ya está", aseguró el jugador, elegido MVP.
Lamine llevaba buscando ese gol todo el torneo, pero no por egolatría, sino porque no concibe otra manera de jugar. Había probado gasta 14 veces a los distintos porteros y había entregado tres a sus compañeros, lo que ya le convertía en le mejor asistente del torneo. Pero le faltaba rematar para poder vacilarle a su bro Nico, que estaba seguro de que llegaría. Y lo hizo justo en el momento en que España más lo necesitó.
Envió el balón al fondo de la red en el minuto 21, cuando Francia ya tenía un tanto a favor. Y no lo hizo de cualquier manera. Pisó área, no vio claro la asistencia para el gol, la que hubiera la cuarta en estos seis partidos, y eligió recortar a Rabiot. El francés fue el espectador de lujo y se tragó sus palabras. «Si quiere jugar una final necesita hacer más», le dijo. La respuesta se la dio en el césped armando un zurdazo desde 25 metros a 102 kilómetros por hora que acabó dentro de la portería de Maignan rozando la escuadra derecha. Hasta Pedri, en la grada por su lesión, no puedo evitar el gesto de asombro ante el golazo de su compañero.
El precedente del Europeo sub-17
No era la primera vez que batía a un portero francés con un cañón al borde del área. En 2023, en el Europeo sub-17 en Hungría ya lo hizo. Este tanto era vital para España y le pone en la historia de la Eurocopa. Yamal no es sólo el jugador más joven en disputar una Eurocopa, sino también el goleador más precoz con 16 años y 362 días, porque los 17 los cumplirá el próximo sábado. "Me pido ganar, ganar y ganar. El objetivo era llegar a mi cumpleaños en Alemania y lo he conseguido", confesó. El jugador del Barça ha pulverizado la marca fijada por el suizo Johan Vonlanthen en la Eurocopa de Portugal de 2004 cuando marcó con 18 años y 141 días. El tercero en este podio de precocidad es el inglés Wayne Rooney.
Antes del descanso llegó también el tanto de Dani Olmo, con la colaboración de Koundé, que volteó el marcador e hizo que Vicente Del Bosque, en el palco, mostrara su confianza. «He visto unos minutos complicados al principio y luego el equipo ha mostrado su identidad», analizó el ex seleccionador, tan asombrado como cualquier aficionado con el rendimiento de Lamine Yamal. «Esta mañana me he encontrado con su padre, encantador. Él es un chico muy joven pero con una gran madurez que demuestra en el campo. Y ha marcado un golazo que me hace ser razonablemente optimista», confesó.
Del Bosque compartió palco con ex jugadores como Fernando Llorente o Karembeu o con el director deportivo del Barça, Deco, que se frota las manos ante la perla que han encontrado en la cantera y que está asombrado a todas Europa. Lo mismo pensaron el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, y la ministra de Deportes, Pilar Alegría, que disfrutaron del juego de España en un palco donde también estaban Pedro Rocha, presidiendo el partido junto a Alexander Ceferin y el presidente de la Federación francesa, y un grupo de presidentes territoriales que acompañaron al equipo.
Pitos a Cucurella y lesión de Morata
Cerca, en la grada, estaban los familiares de los jugadores. Sufrió Claudia, la mujer de Cucurella con los pitos que acompañaron al lateral todo el partido. En el Allianz Arena había diez mil españoles, otros tantos franceses y el resto eran alemanes que 'castigaron' al catalán por la mano en semifinales que, para ellos, fue penalti pero no para los colegiados. Fue una penitencia que Cucurella pagó con gusto.
También estaba en la grada Alice Campello, la mujer de Morata, el protagonista de la semana por sus confesiones a El Mundo, junto a sus cuatro hijos. Papá no marcó, pero se fajó sin cesar contra la contundente defensa francesa y acabó con una desgraciada dolencia: un seguridad lo arrolló y puede sufrir daño en la rodilla.
Complicado tuvo el partido Jesús Navas, que también se convirtió en el futbolista más veterano en jugar unas semifinales de la Eurocopa. Otro dato para la historia que dejará la España de Luis de la Fuente. Su duelo con Mbappé le desgastó y el seleccionador optó por escorar a Nacho y dar entrada a Vivian. Sus padres y su novia pasearon por Múnich y, en una confesión a este diario, mostraron su convencimiento de que el central tendría minutos ante Francia. Tanto como que nos encontraríamos en Berlín.
En el país de los enfrentamientos, eso no ha cambiado, un grupo de futbolistas vuelve a sacar a la gente a las calles sin señalarse. Ha pasado poco tiempo desde que otros lo consiguieron, porque 12 años no es nada, pero olvidamos pronto lo bueno para revolcarnos en la ciénaga. Esta selección no se parece a aquella. No imprime estilo, no la dirige un líder moral, no es dependiente del duopolio Madrid-Barça, por mucho que en su mascarón de proa rum
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Incurrió L'Équipe en la temeraria provocación de titular con el "No pasarán" y a España no le quedó más remedio que empecinarse en pasar. Para hacer historia al equipo de Luis de la Fuente solo le faltaba la rabia, la vieja furia española que parece erradicada del fútbol contemporáneo.
Hoy el talento y la táctica se presuponen pero el carácter no se enseña: se demuestra. Aflora en edades tempranas y se aloja en el corazón, no en las piernas. El g
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