En el Estrella Roja el adjetivo «pequeño» no quiere decir precisamente insignificante. Una buena prueba es su estadio, oficialmente denominado Rajkio Mitic, pero al que tanto en Serbia como en todo el planeta fútbol se le conoce mucho mejor como Pequeño Maracaná. Aunque actualmente su aforo es de alrededor de 50.000 espectadores, en el pasado, cuando aún se admitían localidades de pie, llegó a albergar 110.000. Una cifra que, claro, quedaba empequeñecida con los 200.000 que pudieron llegar a darse cita entonces en el mítico estadio brasileño del que toma su nombre.
Allí, en el estadio que este miércoles recibirá a un Barça castigado por la UEFA a prescindir de la compañía de su público por la sonrojante pancarta mostrada en el Luis II, hay un jugador que acapara todas las miradas y al que llaman pequeño Messi: Andrija Maksimovic.
A sus 17 años, este futbolista se ha convertido en el debutante más joven con la selección de Serbia en toda su historia, tras estrenarse a su vez en la élite tan solo un año antes. Su debut como internacional absoluto fue el 12 de octubre, ante Suiza, en la Nations League, y, posteriormente, también tuvo algunos minutos en el duelo con la Roja que se disputó tres días después en Córdoba.
Detalles de genio
Por el momento, sus registros goleadores andan algo lejos de los que dejó la estrella argentina en su paso por el club azulgrana, pero en el Estrella Roja están tremendamente ilusionados con él. No en vano, es capaz de dejar detalles de calidad. Como, por ejemplo, el libre directo, muy esquinado en el lado derecho del ataque del conjunto de Belgrado, al que supo darle una parábola envenenada y que acabó abriendo el marcador en su último encuentro en la Liga serbia, en casa frente al Vojvodina. Un encuentro que se saldaría con victoria de los locales por 3-0.
Por supuesto, ya hay varios grandes clubes europeos que lo tienen en su punto de mira. Como, por ejemplo, la Juventus, el Borussia Dortmund o el Liverpool. No obstante, su irrupción en el equipo aún no ha tenido efectos positivos en una Champions en la que el Estrella Roja cuenta los tres partidos disputados hasta el momento por derrotas. Y, a pesar de que la visita del Barça ha sido acogida también con una ilusión tremenda por parte de sus seguidores, la historia no invita al optimismo.
Es cierto que la última vez en que los azulgrana jugaron en el Pequeño Maracaná, en octubre de 1996, el partido se saldó con 1-1, pero la amenaza que representan ahora tanto Hansi Flick como Robert Lewandowski hay que tenerla muy presente. Más, incluso, que la sutil parábola con la que Maradona puso en pie a ese estadio hace ya 42 años. En la campaña 2019-20, con el alemán en el banquillo del Bayern y el polaco como estilete de los bávaros, el actual máximo anotador de Primera División fue capaz de marcar todo un póquer de goles en Belgrado. Una hazaña que, visto su estado de forma y pese al bajón del derbi, no sería para nada extraño que aspire a reeditar este miércoles.
El 22 de marzo de 2022, el Barça de Xavi Hernández sembró la desolación en el Bernabéu con un 0-4, pero menos de tres meses después, el Real Madrid cerró el curso en el Stade de France con un doblete: Liga y Champions. A ese recuerdo se agarró ayer Carlo Ancelotti para alzar la moral de su vestuario tras una debacle que podría marcar su destino. "Creo que este año no va a ser muy distinto del anterior. La temporada es muy larga y no hay que bajar los brazos. Tenemos que aprender de esta derrota, como ya hicimos tras la última y creo que ahora volverá a pasar lo mismo", valoró el técnico.
"Tenemos que levantarnos rápido. Hay que mejorar nuestros errores del tramo final y seguir compitiendo y luchando", analizó sobre uno de esos resultados que deja secuelas en lo anímico. "El 0-4 no refleja lo que ha sucedido en el campo. Pudimos adelantarnos, pero cuando ellos lo hicieron, aumentó su confianza. Hasta el 0-1 todo estuvo muy igualado y nosotros tuvimos más oportunidades. En la primera parte, con nuestro 4-4-2, lo hemos hecho muy bien", subrayó el italiano. Por si no bastase, Ancelotti aún tuvo que hacer frente al controvertido festejo del Barça tras el 0-4 de Raphinha: "Su asistente no ha sido un señor al celebrar ese gol delante de nuestro banquillo. Se lo he dicho a Flick, que estaba de acuerdo".
El señalado era Marcus Sorg, que colabora con Flick desde agosto de 2021, cuando ambos se pusieron al frente de la selección alemana. Conocido como el descubridor de Joshua Kimmich, Sorg se ha convertido ahora en el principal enlace entre el primer equipo del Barça y La Masia. A las figuras de Marc Casadó, Pablo Torre y Héctor Fort, habituales en este arranque de curso, en su nómina de debutantes también se incluyen Pau Víctor, Gerard Martín, Andrés Cuenca, Sergi Domínguez y Marc Bernal. Se da la circunstancia de que el pasado miércoles, Sorg también protagonizó una agria discusión con Sven Ulreich, portero suplente del Bayern, durante el descanso del partido de Champions en Montjuïc.
Asimismo, el gol de Raphinha también provocó un tenso episodio en el tiempo añadido entre Gavi y Vinicius. El onubense, que había saltado al verde tres minutos antes en sustitución de Pedri, cometió una dura falta sobre el '7' blanco, castigada con tarjeta amarilla por Sánchez Martínez. Cuando el brasileño acudió a pedirle explicaciones, Gavi tampoco dudó en recordarle el resultado que lucía en el marcador 360º del Bernabéu: "¡4-0, 4-0!"
Tras el citado enfrentamiento frente al túnel de vestuarios, Ancelotti tuvo que aceptar de buena gana su papel como principal portavoz del club. Compareció con unos minutos de retraso en la rueda de prensa, poco después de que Emilio Butragueño, director de Relaciones Institucionales, ofreciese las primeras reacciones en Real Madrid TV. No quedó costancia, sin embargo, del sentir del vestuario, dado que ningún futbolista ofreció declaraciones.
El capitán, Lucas Vázquez, no quiso tomar el relevo de Nacho Fernández, que durante las dos últimas temporadas había asumido la responsabilidad en los malos momentos. Tampoco hubo rastro de Vinicius y Kylian Mbappé, las dos grandes figuras del vigente campeón de Liga y Champions. Una de las contadísimas muestras de temperatura llevó la firma de Antonio Rüdiger, pidiendo perdón al Bernabéu justo después del pitido final.
"No hay nada que tirar a la basura"
Este silencio, que podría interpretarse como falta de líderes claros en un momento de crisis, hubo de compensarlo Ancelotti, convencido de que hasta el 0-2 su equipo había jugado "con mucha energía y presionando alto". "No hay nada que tirar a la basura, porque durante la primera hora hemos competido muy bien. Es un momento duro, pero se trata de una derrota distinta a la de Lille, donde no competimos y jugamos muy mal", recalcó.
Preguntado sobre la defensa adelantada del Barça, que dejó 12 veces a sus delanteros en fuera de juego, y sobre la gris actuación de Mbappé, Carletto quiso quedarse con el lado positivo. "Hemos tenido cuatro mano a mano con el portero. Desgraciadamente, no hemos marcado. Mbappé ha tenido tres o cuatro oportunidades y le ha faltado algo de acierto", admitió.
De momento, el Madrid acumula dos derrotas en Liga, las mismas que durante toda la pasada campaña. Antes de visitar el sábado Mestalla, el equipo disfrutará de dos días de descanso, porque el 5 de noviembre aguarda otro compromiso de enjundia en Champions ante el Milan. El calendario de noviembre se completará con un duelo ante Osasuna en el Bernabéu y las visitas a dos destinos tan distintos como Butarque y Anfield.
Dos minutos y 21 segundos le costó a Robert Lewandowski acabar con varias cuentas pendientes con las que él y el Barça llegaban al Bernabéu. El equipo llevaba demasiado tiempo sin ganar al Real Madrid y desde aquel 2-6 de 2009 no había sido capaz de hacerlo por cuatro goles de diferencia. A eso se sumaba que el polaco nunca le había marcado. No lo había conseguido aún en las dos temporadas que viste de azulgrana y, de manera letal, no sólo inclinó el partido para el Barça en el minuto 54, sino que agrandó la ventaja en el 56 sin que el Real Madrid se hubiera recuperado del golpe. Y aún tuvo el hat trick en un regalo de Raphinha que estrelló en el palo en el remate más fácil que tuvo. No hizo falta porque con él se activó todo el tridente letal: a la fiesta se le unieron Lamine Yamal y el propio Raphinha para completar la semana más feliz.
Diez goles ha marcado Lewandowski en los últimos cinco partidos y ya suma un total de 17, 14 de ellos en Liga, a los que hay que añadir tres asistencias, y otros tres tantos en Champions. Si hay un futbolista que encarna la revolución de Hansi Flick en el Barcelona, ése es Lewandowski. Ambos se conocían de sobra y si técnico sabía perfectamente todo lo que le podía dar el atacante, el jugador tenía claro que se iba a vivir más feliz más arropado en el área. No iba a tener que esperar a largas posesiones hasta que le encontraran porque este nuevo Barça iba a transitar con rapidez y su tarea era estar siempre preparado.
Lo hizo para controlar el preciso pase de Marc Casadó y lanzarse a la carrera contra Lunin y también con ese giro preciso de cuello para cabecear el perfecto centro de Balde. En la primera parte ya había regalado una asistencia de espuela extraordinaria que dejó a Lamine Yamal solo ante el meta ucraniano del Real Madrid.
Lewandowski es una amenaza que se acrecienta cuando se asocia con Lamine y con Raphinha. El capitán es, con diez goles y diez asistencias, uno de los jugadores más decisivos de este Barça. Le costó ver puerta en el Bernabéu, pero lo logró. Erró una clara ocasión en la primera parte que, por egoísmo, no ofreció a Balde. De eso quizá aprendió y no dudó en buscar a Lamine para que marcara el tercero humillando a Mendy. Es el quinto gol del canterano, el primero ante el Real Madrid y el que le convierte en el jugador culé más joven en marcar al eterno rival, desbancando a Ansu Fati, que lo hizo con 17 años y 359 días. No cesó de buscar las cosquillas a Mendy y luego a Fran García. Aún quedaba el premio para Raphinha. No tuvo muchas posibilidades de correr, pero cuando lo pudo hacer, no falló picándola ante Lunin para cerrar la fiesta. "Es una barbaridad la cantidad de goles que metemos", confesaba al final del partido el guardameta Iñaki Peña.
El cambio de Flick
Buena parte de la contundente victoria del Barça se coció en el vestuario, cuando Flick entendió que el fuera de juego no iba a ser siempre un aliado. Su equipo vivió al filo del alambre durante demasiado tiempo, sobreviviendo a las zancadas de Mbappé para encarar a Iñaki Peña, incluso batirle, porque siempre las iniciaba adelantado. Eso no impidió que el meta azulgrana se luciera con algunas manos que quizá disipen dudas.
Hasta siete veces cayó el francés en posición anti reglamentaria para mantener con vida a un Barça que ya no se siente extraño viviendo a 50 metros de su portero. "Cuando llegó Flick nos dijo que la línea no se podía tirar atrás. En este partido, contra los jugadores más rápidos y más potentes, no hemos recibido goles. Eso demuestra que la idea encaja con nosotros", confesó Iñaki Peña. El portero era uno de los ocho españoles en el once, la mayoría con poca experiencia en el rugido del estadio madridista en los Clásicos. El de más experiencia en los Clásicos, Pedri, con ocho. Entre los debutantes, Casadó, a quien no le pesó e incluso se atrevió con un pase de tiralineas que encaminó a Lewandowski al gol.
Pero, ante el riesgo, Flick buscó cambiar algo y optó por ponerle pausa al partido con De Jong entrando por Fermín. Más pelota y la misma idea de empujar al Madrid hacia su área y de aumentar, primero con Pedri más cerca del área y luego sumando a Dani Olmo, el peligro. Bellingham ya no podía frenar a Balde con la misma frescura, Mendy sufría y Militao y Rüdiger tenían no sólo a Lewandowski, sino también la amenazada de dos medias puntas con pegada.
El plan del alemán salió perfecto y su equipo salió con más cara de líder de un estadio que se le atragantaba y con una victoria histórica ante el Madrid de Mbappé y Vinicius. Tanto que, pese al enfado del Ancelotti, lo celebraron en la banda y en el vestuario.
El primer clásico de Mbappé ha sido el clásico de Hansi Flick, que en unos meses ha transformado a un muerto futbolístico en un equipo sólido, valiente y optimista. Hay que ser todo eso para imponerse en el Bernabéu, depositario del poder del fútbol, y hacerlo por aplastamiento. El Barça no se traicionó en el riesgo, con su defensa en el centro del campo, fue mejor que el Madrid en la presión y arrebató a los blancos su arte predilecta: la pegada. Hubiera escogido el arma que hubiera escogido para el duelo, el Madrid habría perdido.
Lewandowski, autor de los dos primeros goles, y Lamine Yamal y Raphinha, que cerraron la goleada, la personifican. También Vinicius, a la espera de recoger su Balón de Oro, pero unos y otro no están acompañados del mismo modo. Ni por compañeros ni por ideas. Mbappé no se encuentra actualmente en ese grupo, en ese nivel. El Madrid no ha encontrado quien mueva al equipo como Kroos y el Barcelona ha encontrado en su armario a Casadó, otro mediocentro de la inagotable Masia, otro que llama a la puerta de la selección. Esa era otra de las incógnitas con Flick, y era la de si un entrenador extranjero y recién llegado miraría a la cantera, tan necesaria en tiempos de crisis. Lo hizo.
COLOSAL CASADÓ
Casadó realizó un partido colosal frente a un Madrid que buscó su oportunidad en un arranque a fuego, con dos ataques en cuatro minutos. Presionó y puso ritmo, como si estuviera todavía en el segundo tiempo frente al Dortmund. Si el gol no llegaba, lo único que podía hacerlo era su falta de rumbo. Ancelotti no lo ha encontrado. Volvieron al once Tchouaméni y Camavinga, los señalados por la autoridad para el futuro. Mejor será que a ese futuro se añadan más cosas.
La 'línea maginot' apareció en el Bernabéu. Por amenazantes que fueran las baterías madridistas, el general Flick no dudó. El mensaje es claro: así jugamos. Claro y acertado, fuera cual fuera el resultado, porque es un mensaje que va más allá del Bernabéu. Lo contrario sería un síntoma de debilidad. Cruyff solía poner pañales a su 'Dream Team' cuando acudía a este estadio, y la desfiguración no le sentaba nada bien. El actual entrenador azulgrana la ha mantenido en la semana crítica, frente a Bayern y Madrid. Las dudas, en otra ventanilla.
la reivindicación de iñaki peña
Ancelotti intuía que el Barça no cambiaría, como no cambiaba el Milan en el que jugó y que inspiró los sueños de entrenador de Flick. Por eso mandó a su equipo a hurgar en las miserias del riesgo. No lo consiguió. Los fueras de juego eran continuos en el Madrid, fueran de Vinicius, Mbappé o Bellingham, con llegadas que después rectificaba el VAR, pero llegadas en las que la definición no era la adecuada. Vinicius y Mbappé lanzaron fuera. Bellingham, en cambio, encontró los tres palos tras un centro del francés. La mano de Iñaki Peña, sobre la línea, fue prodigiosa.
El fuera de juego blanco fue, en realidad, una maldición para el portero del Barça, porque la acción merecía entrar en la antología de paradas de los clásicos, junto a las de Zubizarreta, Buyo, Casillas, Valdés o Courtois. El suplente de Ter Stegen necesitaba acciones decisivas. Encontraría la primera nada menos que frente a Mbappé, un mano a mano que vale por 10. Después, en el desespero del Madrid, llegarían más. Mantenerlo en la titularidad mientras no cometa grandes errores, pese a la llegada de Sczcesny, responde al sentido de la justicia. Ahora el portero y Flick recogen su premio. Lunin ya acreditó lo que había de demostrar Iñaki Peña. En el primer mano a mano que tuvo con Lamine Yamal, el ucraniano salió ganador. Yamal estuvo blandito. Frente a Lewandowski, que remató con un sextante en sus dos tantos, no sirvió de nada su envergadura, propia de un cóndor. Cuando mejor lo tenía el polaco, lanzó al palo.
Con Raphinha, Yamal y Lewandowski en estado de gracia, el Barça estaba en condiciones de entregarse al intercambio de golpes que tanto gusta al Madrid, pero la realidad es que la pérdida de control no le sienta bien. De ahí la entrada de De Jong por Fermín tras el descanso, al que se llegó en igualdad. El holandés debía darle más control y el paso delante de Pedri, más precisión en el último pase. Entonces llegaron ambas cosas, el dominio del juego y los goles.
Después de los logrados por Lewandowski, el Madrid no tuvo las mismas sensaciones que ante el Dortmund, no sentía la remontada. Vinicius se desesperaba mientras los espacios que no encontraba se abrían al otro lado del Bernabéu para Yamal y Raphinha, que cerró el clásico de vaselina, como el matador que se observa en la suerte desde el centro de la plaza. Ese matador es, hoy, el Barça.
Era la noche tanto tiempo esperada por Kylian Mbappé, autor de seis goles con el PSG en sus cuatro partidos previos ante el Barça. Era el clásico ideal para su juego, basado en la potencia al espacio. El mejor modo de acabar con una defensa adelantada. Por tanto, el equipo de las cinco grandes ligas europeas que más hace caer a sus rivales en fuera de juego (6,95 por partido) debía extremar los cuidados ante los desmarques del francés. El riesgo exigía precisión extrema y antes de la media hora, el banderín del juez de línea frustró tres veces a Mbappé, incluido el gol anulado por el VAR. Apenas el preámbulo de una noche aciaga para el gran fichaje de Florentino Pérez.
En los primeros 45 minutos, la trampa de Flick hizo caer ocho veces al rival en off-side (seis de Mbappé, uno de Vinicius y otro de Jude Bellingham). De este modo, las oleadas del Madrid no cuajaron en un solo disparo legal ante Iñaki Peña. Tras el descanso, el ex futbolista del PSG vio anulado otro gol, por partir en clara posición adelantada desde el perfil derecho. Sólo cinco minutos después, estrelló su último mano a mano ante el guardameta azulgrana. Tampoco hubo consuelo para Bellingham, que venía con saldar con pleno de victoria sus tres clásicos, donde sumaba tres goles y una asistencia. Su clamoroso error tras un libre directo de Luka Modric ilustró también la debacle madridista.
El campeón debió inclinarse ante un líder implacable, un Barça que además salvó la memoria del pasado. Entre abril de 2017 y mayo de 2018, el equipo dirigido primero por Luis Enrique y más tarde por Ernesto Valverde había enlazado 43 partidos de Liga sin perder (34 victorias, nueve empates). La última derrota del Real Madrid se remontaba al 24 de septiembre de 2023 (3-1 en el Metropolitano), pero tras 31 victorias, 11 empates, los hombres de Carlo Ancelotti entregaron las armas ante su gran némesis.
Impecable Casadó
Ni siquiera hubo modo de apelar a la heroica del Bernabéu, ni a los arrebatos con los que Vinicius había zarandeado al Dortmund. A la espera de recoger el lunes el Balón de Oro, el brasileño nada pudo hacer ante Jules Koundé, el mejor defensa azulgrana desde el arranque de curso. Tampoco ante Marc Casadó, cuya irreprochable labor destructiva sólo iba a empañarse con una amarilla en el minuto 43. Esa supuesta debilidad ni siquiera hizo titubear a Flick, que tras el descanso prescindió de Fermín López para dar entrada a Frenkie de Jong. El regreso del holandés, después de seis meses, al escenario donde sufrió una grave lesión de tobillo. Con el brazalete de capitán cedido por Raphinha, la primera acción del ex futbolista del Ajax fue tirar al suelo a Vinicius.
Casadó, con mando en plaza, trazaría con el tiralíneas para el 0-1 de Robert Lewandowski. Alejandro Balde, básico para dar amplitud desde la izquierda, dejaría el 0-2 en la cabeza del polaco. Son ya 17 goles en 14 partidos para el máximo realizador del continente, que además ha aportado el tanto de la victoria en seis jornadas ligueras para el Barça. Los 406 aficionados en la zona visitante, algo así como la mitad de las solicitudes azulgranas, gritaban hasta el delirio en un Bernabéu teñido de notas fúnebres. Desde el techo cerrado, en el flamante videomarcador de 360º, lucía el 0-4, gracias también a Lamine Yamal y Raphinha.
Un terrible revés para Carlo Ancelotti y la confirmación definitiva de Flick, que aún tuvo tiempo para pedir prudencia a sus suplentes y colaboradores durante la celebración del tanto del brasileño. La alineación del alemán, idéntica a la del miércoles ante el Bayern, promediaba 24 años y 188 días. Otro dato que presagia una nueva dinastía azulgrana. Al menos, en esta Liga donde ya cuenta con seis puntos de margen. Joan Laporta, desde el palco, sólo pudo echar de menos ese 0-5 de tan simbólicas connotaciones.
La noche del 16 de marzo de 1988, la única que pisó el césped del Bernabéu, Hansi Flick terminó con magulladuras por toda la coraza. Hubo más patadas que fútbol y el Real Madrid se clasificó para las semifinales de la Copa de Europa (2-0). El central del Bayern, tras perseguir durante los 90 minutos a Emilio Butragueño, fue víctima de una alevosa acción de Milan Jankovic que el árbitro quiso solventar sin tarjeta. Sin embargo, lo que verdaderamente tuvo que escocerle fue su fatídico protagonismo en el 1-0, obra del yugoslavo. Corría el minuto 26 cuando Flick derribó a El Buitre en la frontal. Una gran oportunidad para el libre directo de Hugo Sánchez, que Ricardo Gallego optó por ceder hacia Jankovic. Flick, el único defensa en percatarse, tuvo que salir apresuradamente de la barrera, pero el balón rozó lo justo su muslo para hacer imposible la estirada de Jean-Marie Pfaff. Desde aquella eliminación, Flick sólo pudo disputar un partido completo con el Bayern en el máximo torneo continental. En 1993, tras un rosario de problemas en sus rodillas, Flick dejó el fútbol. Tenía 28 años y no había llegado a debutar con la selección alemana.
«A menudo necesitaba la lesión de un compañero para entrar en el once. Incluso rindiendo bien, podía perder el puesto cuando el titular volvía a estar disponible. Era una situación difícil de manejar para alguien tan ambicioso como él», explica a EL MUNDO Günter Klein, autor de Hansi Flick: Die Biografie (Riva Verlag, 2021). La feroz competencia en aquel Bayern, liderado por Lothar Matthäus, Andreas Brehme o Klaus Augenthaler, obligaba a Flick a alternarse como central, interior derecho o pivote. Un cómodín para Jupp Heynckes, que acababa de aterrizar en Múnich tras ocho temporadas al frentedel Borussia Mönchengladbach.
A los 41 años, el sustituto de Udo Lattek debía gestionar los egos del vestuario, la retirada de Uli Hoeness y las urgencias de un club apremiado por su historia. Tras la derrota en la final de la Copa de Europa ante el Oporto, donde Flick también salió en la célebre fotografía del taconazo de Rabah Madjer, el Bayern sabía de la trascendental importancia de ese cruce ante el Real Madrid. Así que cuando Alexis Ponnet señaló el final, cumplidos los seis minutos de añadido, su compatriota Pfaff quiso enseñarle los tacos de Hugo Sánchez marcados en su costado. Por esa herida supuraba la decepción de Heynckes, que se sabía muy superior a Steaua, Benfica y PSV, los otros semifinalistas. El bofetón anímico fue tan duro que el Bayern se dejó puntos en seis de las últimas 11 jornadas de la Bundesliga, que terminaría en poder del Werder Bremen. Flick, de 23 años, sólo disputó cuatro de esos partidos como titular.
El influjo de Rutemöller
«A veces se quejaba del entrenador, pero años después hubo de admitir que las decisiones de Heynckes siempre fueron correctas», abunda Klein. Desde entonces, entre ambos surgió un vínculo que sobrevive hasta hoy. «En noviembre de 2019, cuando se hizo cargo del Bayern, Hansi recibió un fuerte apoyo de Jupp. Por aquellos días, todos hablaban de Flick como una solución interina, pero Heynckes defendió públicamente que contaba con el potencial para dirigir a este gran club», reitera el periodista del diario Münchner Merkur.
El otro personaje clave para el desarrollo de Flick como estratega fue Erich Rutemöller. «Durante los tres años que le dirigió en el Colonia (1990-1993) ya estaba seguro de que Hansi llegaría a los banquillos. Fue el primero en darse cuenta de que sobre el césped tenía la mentalidad de un entrenador. Y que era muy bueno conectando personas», razona Klein. Una década después, Rutemöller trabajó para la Federación Alemana (DFB), dirigiendo la academia de entrenadores cuando Flick obtuvo su licencia profesional de Fußballlehrer.
Sin esa empatía con sus jugadores no se puede entender el éxito de Flick, campeón de la Copa del Mundo de 2014 con Alemania como ayudante de Joachim Löw y timonel del Bayern durante la temporada 2019-2020, la mejor de su historia, con seis títulos. El seleccionador germano, ferviente admirador del fútbol de toque con el que la España de Vicente del Bosque alcanzó la gloria en 2010, confiaba en su primer ayudante para las acciones a balón parado, decisivas en el título de la Mannschaft en Brasil. Durante su etapa juntos (2006-2014), Flick y Löw viajaron varias veces al Camp Nou y el Bernabéu para asistir en directo a los clásicos de Liga y Champions.
Regalos por cumpleaños
El ascenso de Flick en la Federación, desde el puesto de director deportivo, supuso un trampolín para su meteórica carrera. Del banquillo del Hoffenheim pasó a asistente de Niko Kovac en el Bayern. El volcánico carácter del croata, en guerra abierta con Hasan Salihamidzic, terminaría desencadenando su destitución. Corría la undécima jornada de la Bundesliga cuando Flick promocionó como interino en el Allianz Arena, dejando claro, desde el primer minuto, que su modo de tratar al vestuario en nada se iba a parecer al de Kovac. De esa empatía saben mucho ahora en la Ciudad Condal.
«Conoce las fechas de cumpleaños de todos sus jugadores y su staff técnico. Les compra regalos. También felicita a algunos amigos que siguen al frente de equipos juveniles. Incluso les llama horas antes de una jornada de Champions», revela Klein, recordando cómo durante su etapa en la Federación mantenía hilo directo con los 18 entrenadores de la Bundesliga, sin importarle su aportación efectiva al combinado nacional. «La mayoría de aficionados no considera a Hansi como un gran comunicador, dado que no se siente cómodo cuando ha de comparecer ante la prensa. Sin embargo, creo que uno de sus puntos fuertes sigue siendo la facilidad con la que se vincula y comunica con el vestuario», razona.
Desde luego, los logros de Flick en el Barça han de interpretarse desde esta cercanía, de carácter humanista, con la que ha potenciado el rendimiento de Jules Koundé, Raphinha o Robert Lewandowski. Hoy, en la Ciudad Deportiva Joan Gamper se entrena a un ritmo muy diferente respecto a la época de Xavi Hernández. No se trata sólo del trabajo de Julio Tous, Pepe Conde, Rafa Maldonado y Germán Fernández, nuevos responsables de la preparación física, sino de la firme creencia de Flick en esta parcela.
Fuentes cercanas al vestuario azulgrana subrayan las diferencias respecto al curso pasado, cuando Lewandowski apenas podía resistir el avance de los minutos sin caer exhausto. Hoy, el polaco vuelve a parecerse a aquel ariete que dominaba cada rincón el área durante la fase final de la Champions 2020. El trabajo físico de Flick previo a aquella fase final de Lisboa, según recuerdan a este diario desde Alemania, resultó crucial para la sexta Orejona del Bayern. Y eso que por entonces, el gigante bávaro no exhibía un esquema tan extremo como el de este Barcelona, que mañana se presentará en el clásico con una defensa casi 50 metros por delante de Iñaki Peña. El objetivo de Flick pasa por mantener ese plan de riesgo ante Vinicius y Kylian Mbappé, posiblemente los dos mejores delanteros del planeta a campo abierto.
Un despido y un hogar
Un buen resultado en Chamartín fortalecería la candidatura del Barça y la figura de su técnico, quien hace poco más de un año vivía su peor momento como profesional. El humillante 4-1 encajado ante Japón precipitó su destitución como seleccionador alemán. Entre marzo y junio de 2023, la tetracampeona mundial sólo había solventado con victoria uno de sus cinco amistosos. Así que Hans-Joachim Watzke, presidente de la DFB, tuvo que decidir el primer despido en la historia de la Mannschaft. Por dura que se presentase la coyuntura, Flick mantuvo la calma bajo el calor de sus más cercanos.
Porque la familia siempre ejerció una gravitación decisiva para Flick, un tipo orgulloso de sus raíces provincianas. Nacido en Heidelberg, una ciudad de 160.000 habitantes a las afueras de Mannheim, su infancia transcurrió en la vecina Mückenloch. «Hans, su padre, había jugado de portero en el BSC Mückenloch. Y aquel minúsculo club fue el primero de Hansi, que siempre llevó a mucha honra ese diminutivo», rememora Klein.
Hoy, el preparador azulgrana mantiene su casa en Bammental, adonde regresa cada vez que dispone de algún día libre. De hecho, Silke, su esposa desde hace más de tres décadas, ni siquiera se ha mudado a Barcelona y se mantiene en el domicilio familiar. Un curioso modo de afrontar el contrato del Barça, extendido hasta 2026. Entonces, Flick habrá cumplido ya 61 años, seis más que el creador del mejor Barça de siempre. Desde Alemania, las fuentes consultadas por este diario, ven muy claras las diferencias. «No es un genio como Pep Guardiola, sino un técnico pragmático, capaz de ampliar las virtudes de sus jugadores y ocultar los defectos».
Si hay un equipo que ha angustiado al Barcelona en los últimos cuatro años, ese es el Bayern de Múnich, al que se medirá esta noche en Montjuïc (21.00 horas) en la tercera jornada de la liguilla de la Champions. Desde que el conjunto bávaro, de la mano en aquel entonces del actual técnico azulgrana, Hansi Flick, le endosara un demoledor 2-8 en los cuartos de final de la Champions de la temporada 2019-20, cada partido entre los azulgrana y la formación alemana ha caído del mismo lado. Y, además, casi siempre por goleada.
Por eso, el Bayern se antoja como la piedra de toque ideal para medir realmente el momento de forma de los culés. «El pasado no cuenta, lo que vale es el aquí y el ahora. Ya no podemos influir en lo que ocurrió, pero sí podemos influir en lo que va a pasar. Y lo que queremos es ganar al Bayern», recalcó ayer en la sala de prensa el siempre prudente Flick.
Las dos últimas visitas de los alemanes a Barcelona se saldaron con sendos 0-3. En el primero, en la temporada 2021-22, Ronald Koeman apuraba sus últimas fechas en el banquillo azulgrana. En el segundo, en la 2022-23, era ya Xavi Hernández quien dirigía los destinos barcelonistas. Ambos, eso sí, tuvieron como escenario el antiguo Camp Nou. El técnico de Terrassa, además, fue el responsable de preparar al equipo en sus dos últimos desplazamientos al estadio Allianz Arena. En el primero de ellos, cerró la fase de grupos con un 3-0 en contra. En el último, mientras, encajó un 2-0 en la segunda jornada de la liguilla.
«Siento la amabilidad con que me tratan»
En la Champions, ambos equipos se han enfrentado en 13 ocasiones, con 10 triunfos del Bayern, un empate y dos victorias del Barça. 33 goles a favor de los alemanes y 13 de los catalanes.
Según señaló Flick, los aficionados no le tienen en cuenta que él fuera el artífice de la mayor humillación del Barça en Europa. «Todos los días siento la amabilidad con que me tratan los seguidores, no tiene nada que ver con el pasado o con promesas de futuro. Lo que tenemos que hacer es trabajar cada día. El equipo está muy unido y La Masia influye en cómo trabajan los futbolistas, juntos, con entrega y respeto. Se preocupan los unos de los otros. La vuelta de Gavi, con el ambiente y el aplauso de los compañeros, me puso la piel de gallina. No sé si ganaremos todos los partidos, pero trabajaremos duro para lograrlo», recalcó el germano en la previa del encuentro de hoy.
Con los fríos números de lo que llevamos hasta ahora de temporada, la verdad es que el choque entre el Barça y el Bayern promete emociones fuertes. Ambos lideran sus respectivas ligas. En el caso de los azulgrana, con nueve victorias y una derrota en 10 jornadas disputadas, en las que han marcado 33 tantos y han encajado 10. Los bávaros, por su parte, suman cinco victorias y dos empates en siete jornadas, con 24 tantos a favor y siete en contra.
«una broma de mal gusto»
En el caso de los barcelonistas, gran parte de sus brillantes estadísticas anotadoras se debe al excelente momento de forma por el que atraviesa Robert Lewandowski, capaz de sumar 12 goles en el torneo de la regularidad. Por parte germana, su estilete es Harry Kane, quien acumula ocho goles en la presente edición de la Bundesliga. Tres de ellos, eso sí, los anotó el pasado fin de semana frente al Stuttgart.
Por parte azulgrana, además, destaca también Raphinha, incansable al que, según ha señalado, no le sentaron bien las especulaciones de que Nico Williams le tomara el relevo en el equipo el verano pasado. «Lo que hicieron en Instagram con las camisetas de Nico y la mía fue una broma de mal gusto. La gente puede hacer lo que quiera, pero me pareció una falta de respeto. Aunque no ha influido en mi arranque, sí debo decir que estoy muy motivado. Si antes daba el 100%, ahora doy el 200», recalcó el brasileño.
cuando se cumplen once meses de la grave lesión de rodilla que sufrió defendiendo los colores de 'La Roja', Gavi puede salir al fin del túnel. Si todo va según lo previsto, el joven centrocampista, a quien el Barça de Xavi, seguro, echó muchísimo de menos el curso pasado, recibirá el alta médica y entrará en la lista de convocados para el duelo frente al Sevilla.
El retorno de Gavi no será la única buena noticia para el conjunto que ahora dirige el alemán Hansi Flick. Fermín y Dani Olmo, que ya se ejercitan con normalidad con el grupo tras superar sus últimas dolencias, y el meta polaco Wojciech Szczesny, relevo del lesionado Ter Stegen y que ya ha completado su pretemporada particular, también podrían formar parte de la convocatoria para el encuentro de mañana, el primero de una cuesta más que empinada para los azulgrana. El duelo ante el Bayern, el próximo miércoles, será la antesala del primer gran clásico contra el Real Madrid, que se jugará dentro de siete días en el Bernabéu.
El diagnóstico que se hizo oficial el 20 de noviembre de 2023, un día después de que Gavi cayera lesionado en el partido entre España y Georgia correspondiente a la fase de clasificación para la última Eurocopa, fue del todo demoledor: rotura completa del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha con una lesión asociada en el menisco lateral. Tocaba pasar por el quirófano. Y armarse de paciencia. Para que el joven centrocampista pudiera volver al máximo de sus posibilidades, se optó por darle todo el tiempo del mundo.
«Es increíble verlo trabajar»
La misma actitud que se ha aplicado también, por ejemplo, en la lesión de Marc Bernal, quien deberá esperar prácticamente un año para volver a jugar un partido oficial. Los paralelismos, desde luego, son inevitables. No en vano, este canterano azulgrana, de 17 años, sufrió el mismo tipo de lesión, aunque en su caso, en la pierna izquierda.
A Gavi le ha tocado vivir el lado más amargo del fútbol. Primero, estuvo unos ocho meses ejercitándose en solitario, combinando el trabajo en el gimnasio con algunas sesiones en la playa, un entorno ideal para reforzar la musculatura de las piernas. Hasta que, en julio, pudo volver al césped de la Ciudad Deportiva Joan Gamper. Flick, desde luego, no dudó en elogiar su garra, su empuje durante el periodo de recuperación. Al fin y al cabo, esas son sus señas más claras de identidad. «Es increíble verlo trabajar», aseguró el germano en las horas previas al estreno en la Liga ante el Valencia.
«No quiero ponerle presión»
Pero, a la vez, también quiso pedirle paciencia. Lo fundamental era no correr riesgos para evitar que todo el trabajo realizado se fuera al traste por una recaída. «No quiero ponerle presión. Es muy joven, le quedan muchos años y tenemos que cuidarlo», recalcó entonces.
Con su más que presumible regreso a una convocatoria del Barça, si no hay ningún imprevisto de última hora, unido a los retornos de Fermín y Dani Olmo, el técnico podrá contar con un centro del campo absolutamente de gala. Y eso que otro joven futbolista, Marc Casadó, quien se ha afianzado en la medular, también ha dejado muy claro que es una apuesta con mucho presente. Para el entrenador alemán, tener que escoger a partir de ahora qué jugadores estarán en la medular, desde luego, será un bendito problema.
Rara vez el contrato de una estrella del Barça rodó tanto de mano en mano desde los pasillos del palco a las redacciones de los periódicos, utilizado como arma arrojadiza entre los diversos clanes del club. Rara vez hubo tanto alboroto como tras la firma de aquel documento de 28 páginas, rubricado el 1 de octubre de 2020, que aseguraba la continuidad de Frenkie de Jong hasta 2026. Desde entonces, los comentarios sobre las astronómicas cifras de aquella renovación han venido intoxicando el ambiente. No sólo porque el rendimiento del holandés quedó lejos del nivel esperado, sino porque desde la llegada de Joan Laporta, el presidente optó por colocar a su jugador en una posición casi insostenible. Tanto, que el propio De Jong tuvo que desmentir el pasado domingo lo que su propia directiva venía filtrando desde hace meses. No, esta temporada no será el futbolista que más cobre de la plantilla, pero sí el más caro para la entidad el curso pasado. El símbolo de una etapa negra que terminó arrastrando a la quiebra a los azulgrana.
El martes pasado, De Jong volvió a disputar un partido 162 días después de su lesión de tobilllo en el Santiago Bernabéu. Aquel clásico del 21 de abril fue el último capítulo de otro curso donde el hombre llamado a guiar el fútbol del Barça pasó más bien desapercibido. Sin embargo, por el mero hecho de acabar la temporada, el club tuvo que pagar 31.974.000 millones de euros brutos a Frenkie, desglosados de la siguiente manera: salario fijo (18 millones), bonus de lealtad (6.820.000 euros), bonus por el diferimiento de su sueldo durante la pandemia (4.654.000 euros), bonus por rendimiento al completar al menos el 60% de los minutos en partidos oficiales (dos millones) y bonus por alcanzar los cuartos de la Champions (500.000 euros). La baja forzosa por su fuerte esguince sólo permitió a De Jong formar en 30 partidos, por lo que cada uno de ellos le costó al club 1.065.800 euros.
Esas cifras del curso pasado colocaron a De Jong por encima incluso de Robert Lewandowski, cuyo salario anual rondaba los 27 millones brutos. Este año, en cambio, la situación se invierte, dado que el polaco ve aumentada su ficha hasta los 33 millones, mientras el Barça reduce la del neerlandés. En total, según el contrato al que también ha tenido acceso EL MUNDO, De Jong percibirá 25,2 millones, en concepto de salario fijo (19 millones), bonus de lealtad (4.200.000 euros) y bonus por el 60% de los minutos (dos millones). La prima por conquistar el triplete (Liga, Champions y Copa) se situaría en dos millones más.
Amortización del fichaje
A estas enormes cantidades conviene añadir el coste por la amortización de su fichaje, un dato que suele pasar inadvertido. El 23 de enero de 2019, seis semanas antes de la célebre eliminatoria de Champions ante el Real Madrid, el Ajax acordó el traspaso de su estrella al Barça a cambio de 75 millones de euros, más otros 11 en variables. De modo, que el club azulgrana tuvo que computar esos pagos en sus cuentas desde 2019 a 2024. El curso pasado esa suma aún superaba los 10 millones, por lo que el gasto total del club en De Jong rebasó los 42 millones de euros.
La ampliación de este jugoso contrato, rubricada aquel 1 de octubre de 2020 por el ex presidente Josep Maria Bartomeu, su director general, Óscar Grau y su director deportivo Javier Bordas, permitió a De Jong doblar sus ganancias hasta situarse un escalón por debajo de Philippe Coutinho y Samuel Umtiti, los mejor pagados de aquella plantilla sólo por detrás de Gerard Piqué y Sergio Busquets. Un negocio redondo para Hasan Cetinkaya, director ejecutivo de HCM Sports Management, la agencia que también manejaba los asuntos de Martin Braithwaite.
A lo largo de sus cinco años en el Camp Nou, donde sólo pudo alzar una Liga (2023), una Copa del Rey (2021) y una Supercopa de España (2023), De Jong ha recibido del Barça algo más de 192 millones de euros. Una cifra muy superior a los 120 millones que el Real Madrid, durante ese mismo periodo (2019-2024), pagó a Luka Modric en conceptos fijos y variables. A los gastos azulgranas cabe añadir el precio de su traspaso, por lo que el monto total se situaría en 278 millones de euros.
9,3% de la masa salarial
A día de hoy, la crítica situación financiera del Barça debería obligar a una solución drástica con un futbolista que acapara el 9,3% de su masa salarial. Es decir, más que la suma de Lamine Yamal, Ronald Araújo y Gavi. Hasta 2026, Laporta aún deberá pagarle 50,2 millones (25,2 millones en 2025 y 25 en 2026). Una nómina que resulta inasumible incluso para el Manchester United -dirigido por Erik ten Hag, su ex entrenador en el Ajax- u otros ilustres de la Premier League. En caso de conseguir un traspaso, incluso muy a la baja, el club lograría algo de oxígeno para afrontar los problemas de liquidez que este verano le obligaron a múltiples malabarimos para inscribir a Dani Olmo.
En cuanto a lo puramente deportivo, De Jong tampoco puede vislumbrar un horizonte despejado. Hansi Flick ha logrado cimentar su nuevo centro del campo con jóvenes de la cantera como Marc Casadó o Pablo Torre, competencia directa del holandés. Si a este factor sumamos los próximos regresos de Gavi y Fermín López, el panorama se complica más.
Porque ni siquiera después de cinco años hay unanimidad acerca de su posición ideal. Como mediocentro, a su estilo algo efectista le falta velocidad en la salida del balón. Y actuando en posiciones más adelantadas, sus estadísticas en 214 partidos se reducen a 18 goles y 21 asistencias. Durante el triunfal curso 2022-2023, cuando Xavi Hernández apostó por él como cuarto centrocampista, De Jong ofreció su mejor nivel, pero menos de año y medio después, hay razones para considerarlo un futbolista sobrevalorado.
Hansi Flick lo tiene muy claro: las rotaciones van a seguir formando parte de sus planes. Por lo menos, en este arranque de la temporada. El alemán es muy consciente de que, con tantos lesionados entre sus efectivos, es mejor dosificar los minutos en lugar de arriesgarse a aumentar la lista de la enfermería. Ahora mismo, contando también a un Ter Stegen que estará varios meses de baja, y que, muy seguramente habría rotado lo mínimo, hay seis jugadores en el dique seco: Ronald Araujo, Andreas Christensen, Marc Bernal (quien no volverá a jugar en principio hasta el curso que viene), Gavi (apura su recuperación), y Dani Olmo, que debería estar a punto tras el parón por las selecciones. Frenkie de Jong, mientras, según confirmó el propio técnico, podría tener ya sus primeros minutos este martes ante el Young Boys (21:00 horas), en un partido en el que buscará tanto la primera victoria en la Champions, tras la derrota frente al Mónaco, como reencontrarse con sus mejores sensaciones después del varapalo encajado frente a Osasuna.
«Creo que es mi responsabilidad proteger a los jugadores, porque acumulan muchos minutos, pero no esperaba que jugáramos así. A pesar de todo, le he dicho al equipo que hay que seguir adelante. Jugamos dos partidos por semana y estamos en el camino correcto», analizó Flick tras la derrota en Pamplona. El entrenador azulgrana, de hecho, si no contamos al veteranísimo Robert Lewandowski, alineó un equipo tremendamente joven en El Sadar, con una media de casi 22 años. Sabe muy bien que, a estas edades, no hay que cargar demasiado los futbolistas, para evitar problemas que puedan hacerse crónicos.
Por eso prefirió dejar en el banquillo a un Lamine Yamal determinante en este arranque de temporada, así como a Alejandro Balde, que padeció una grave lesión muscular la temporada pasada. Los más veteranos, desde luego, tampoco son inmunes a las sobrecargas. De ahí, seguramente, que también estuvieran de inicio en el banco el incansable Raphinha y el imprescindible Íñigo Martínez. Y, también, apostó por cambiar al polaco, por mucho que eso supusiera renunciar a mucha pólvora.
«Sin razón» para estar «deprimidos»
La tecnología, omnipresente ya en el mundo del fútbol, es una gran ayuda para saber qué nivel de desgaste acumulan los jugadores. Y, por supuesto, para obrar también consecuencia, por mucho que algunos percances, como la mala caída de Ter Stegen, sean del todo impredecibles. Por eso, no descarta seguir aplicando rotaciones este martes en la Champions.
«Jugaremos con el equipo que creamos que puede ser el mejor. Tenemos confianza suficiente como para decir que siempre queremos ganar. El primero se perdió, pero no es razón para estar deprimidos, porque hubo razones que explican lo que pasó. Ahora mismo, no sabemos cómo será este nuevo modelo de Champions y por eso hay que sumar los máximos puntos posibles», aseveró el técnico, a quien le tocó también, cómo no, hablar de la llegada del polaco Wojciech Szczesny, por mucho que tratara de ahorrarse el trago.
«No hablo de jugadores que no están en el equipo, y él no lo es, de momento. Lo que está claro es que ningún jugador tiene la garantía de ser titular y ser el número uno», aseveró el alemán, dejando así más que entreabierta la opción de que el ex portero de la Juventus pase en breve por delante de un Iñaki Peña a quien hasta ahora le habían asegurado que sería la primera opción hasta el final de la temporada.
Los plazos con Szczesny
Por lo pronto, Szczesny aterrizó este lunes en Barcelona para pasar las pruebas físicas. Y, dado que lleva sin jugar desde la pasada Eurocopa, todo invita a pensar que su hipotética presencia bajo los palos se retrasará por lo menos hasta después del parón por las selecciones, justo en puertas de los partidos contra el Sevilla y el Real Madrid en la Liga y el duelo frente al Bayern en la Champions. O, quizás, puede que no tarde tanto.
«He hablado con él, pero no diré nada más. En los próximos días firmará. El sábado ya hablaremos de eso. Ahora, no», dejó caer el entrenador barcelonista, quien recalcó el gran ambiente que reina en la plantilla azulgrana. «Veo a los jugadores concentrados, se divierten, disfrutan entrenándose, lo veo cada día. Y yo disfruto trabajando con ellos», sentenció el alemán.