Raphinha, Iñigo Martínez, De Jong... Flick revaloriza al Barcelona de pies a cabeza

Raphinha, Iñigo Martínez, De Jong… Flick revaloriza al Barcelona de pies a cabeza

Actualizado Jueves, 15 mayo 2025 - 23:42

Hansi Flick ha sido el gran artífice del resurgir meteórico del Barcelona y ni siquiera le ha hecho falta que haya habido un periodo de transición de por medio. Con Dani Olmo como único factor diferencial con respecto al curso pasado, entre los indiscutibles méritos del técnico alemán se encuentra su capacidad para revalorizar al equipo y encontrar soluciones a los distintos problemas que se fue encontrando.

En una temporada en la que ha cerrado un doblete de Liga y Copa del Rey y en la que cayó de la Champions en semifinales tras dos espectaculares partidos ante el Inter de Milán, el alemán no solo ha contado con la inusitada solidez de un Pau Cubarsí, que se afianzó como titular en el centro de la zaga antes de sacarse el carné de conducir, el enorme talento en la medular de un Pedri a quien las lesiones, por fin, parecen haberlo dejado en paz de una vez por todas y la genialidad de un Lamine Yamal que, pese a su juventud, es a todas luces el nuevo gran estandarte del club.

También ha sido capaz de recuperar o darles la confianza necesaria a jugadores que, a la postre, han sido también del todo determinantes para armar la columna vertebral de su equipo: Wojtiech Szczesny, Iñigo Martínez, Frenkie de Jong y Raphinha. La gravísima lesión de Marc-André ter Stegen a finales de septiembre del año pasado dejó la portería azulgrana en vilo. Flick, inicialmente, quería contar con un portero con experiencia en caso de que cayera también Iñaki Peña y Robert Lewandowski, otro de los jugadores que ha tenido un gran rendimiento bajo su mando, se puso en contacto con su compatriota Szczesny para que descolgara los guantes y se enrolara en la aventura azulgrana.

Szczesny, talismán

Al polaco le costó entrar en el equipo. No en vano, llevaba retirado desde el verano. Pero una vez empezó a jugar con asiduidad, Flick dejó sin duda alguna la portería en sus manos, incluso después de un desafortunado partido en el estadio del Benfica. Pasó a considerarlo su talismán particular durante el gran número de partidos en los que, con él bajo los palos, el equipo no conoció la derrota. Pese a algunos fallos puntuales y a que su rendimiento parece haber bajado últimamente algunos enteros, la solidez que transmite desde un puesto tan delicado como el de arquero ha sido vital.

En el centro de la defensa, la gran apuesta de Flick fue la de Iñigo Martínez. Hasta tal punto, que priorizó sin dudarlo su inscripción en la Liga por encima de la del gran fichaje de este curso, Dani Olmo. El zaguero, quien llegó al club el curso pasado en la recta final de una lesión que impidió que Xavi pudiera contar con él en los primeros compases de la competición, ha sido fundamental en sus esquemas.

Tanto a la hora de poner en práctica con éxito la trampa del fuera de juego en la que tantos y tantos rivales han caído a lo largo de la presente campaña como por todo lo que transmite en el vestuario. No en vano, el vasco, de 33 años, es uno de los más veteranos de una plantilla en la que los jóvenes talentos de La Masia no paran de demostrar una calidad intachable, trufada a veces por algunos inevitables pecados de juventud. La experiencia que puede aportar Iñigo Martínez, tanto dentro como fuera del campo, también ha sido clave en la gran temporada que han firmado los azulgrana.

El regreso del neerlandés

En el centro del campo, mientras, además de propiciar las irrupciones del también lesionado de larga duración Marc Bernal o de un todoterreno inasequible al desaliento como Marc Casadó, Flick ha sido el artífice de la recuperación de un jugador que parecía aparentemente perdido para la causa: Frenkie de Jong.

En cuanto llegó al club dejó claro desde el primer momento que el neerlandés iba a ser fundamental para sus esquemas. Y, poco a poco, también con algunas fases de cierta incertidumbre de por medio, parece haber logrado su objetivo. Tanto a nivel de juego como, sobre todo, de implicación por parte de un futbolista que, al fin, lució como es debido galones de capitán en un duelo tan comprometido como el protagonizado ante el Real Madrid en Montjuïc el pasado domingo. Se espera que su estela no vuelva a decaer por enésima vez.

Pero quien ha protagonizado la metamorfosis más decididamente espectacular, a pesar de todo, ha sido sin duda Raphinha. El brasileño, que nunca llegó a gozar del todo de la confianza de Xavi Hernández, ha firmado unos números que podrían hacerlo candidato, por lo menos, a estar en el podio del próximo Balón de Oro.

Con Flick, se ha erigido en el segundo máximo anotador de los azulgrana, con un total de 34 goles en 54 partidos, a los que les suma también 25 asistencias. Su actitud de darlo todo hasta el final le ha permitido firmar varias acciones decisivas. Como, por ejemplo, el gol, prácticamente en el último suspiro, con el que los azulgrana se impusieron por 4-5 al Benfica en la fase de liguilla de la Champions a finales del pasado mes de enero. Infatigable, también hizo dos tantos en una nueva remontada de los azulgrana, esta vez ante el Real Madrid, en Montjuïc, en un duelo que se reveló crucial para que el Barcelona conquistase su vigésimoctavo título de Liga.

El éxito de Hansi Flick, el entrenador de las emociones, en tres claves: psicología con el jugador, frenesí en el campo y una preparación física de "caballos"

El éxito de Hansi Flick, el entrenador de las emociones, en tres claves: psicología con el jugador, frenesí en el campo y una preparación física de “caballos”

El vigilante de seguridad de la Ciutat Esportiva del Barcelona se levanta de golpe del asiento, sorprendido, al ver aparecer, todavía en la oscuridad, a Hansi Flick. Son las siete de la mañana. No será la primera vez. También lo hacen otros de los trabajadores más madrugadores de la ciudad, una hora antes, al cruzarse al entrenador alemán mientras pasea a su perro por la Diagonal. Si alguien lo identifica, no regatea una sonrisa. Nada más.

Flick escogió vivir en una zona céntrica, nada de una casa a las afueras, a orillas del mar, como buena parte de los jugadores, para tener fácil salida hacia Sant Joan Despí, donde se ubica la Ciutat Esportiva, y acceso rápido a Montjuïc o el Camp Nou. Flick no pide a nadie llegar a las siete de la mañana, pero exige que todos los jugadores estén preparados cuando aparece para dirigir el entrenamiento. Un retraso, por mínimo que sea, implica el correctivo que más duele. Nada de multas que en los vestuarios de élite se abonan entre risas para después pagar una comilona. No. Lo que duele es la suplencia. Que se lo pregunten a Koundé o Iñaki Peña. Lo que podría parecer el castigo propio de un sargento de hierro, de un líder inmovilista, es, según el alemán, todo lo contrario, una forma de cohesionar al grupo, porque llegar tarde es una falta de respeto con el trabajo y con los compañeros.

La norma es la primera piedra del ecosistema emocional construido por este alemán de 60 años en muy poco tiempo, y que es la base del éxito del mismo equipo que tenía Xavi Hernández, salvo por la llegada de Dani Olmo, con un rol, por ahora, circunstancial. Los mismos jugadores, entonces adocenados y pasivos, juegan, hoy, poseídos por un frenesí incontenible. La norma es la armadura del respeto, con el respeto aparece el diálogo y el buen diálogo permite liberar las pasiones. Son los elementos clave en esta reconstrucción de Flick, con la aportación de una preparación física ad hoc, y un sistema táctico de riesgo que sólo es posible ejecutar si se cree en el entrenador sin fisuras. En la Línea Maginot del alemán, una duda es un gol.

Los antecedentes del Bayern

El castillo de las emociones edificado en Montjuïc reproduce en buena parte la obra de Flick en el Bayern. Si a Barcelona llegó para sustituir a un entrenador confundido y desbordado, a Múnich lo hizo para relevar a otro, Nico Kovac, distanciado y enfrentado a los futbolistas. Conquistó el triplete en su primer año (Bundesliga, Copa y Champions), y al siguiente año completó la obra con las dos Supercopas y el Mundial de Clubes. El Inter le ha privado de reproducir ese primer año en Barcelona.

Segundo de Joachim Löw en la selección alemana desde 2008, cuando vio desde el banquillo cómo el gol de Torres decantaba la Eurocopa para España, hasta el título mundial, en Brasil, el parecer de internacionales como Neuer o Müller, enfrentados a Kovac, allanó su llegada al Bayern. En semanas, la atmósfera cambió. «La puerta del míster siempre está abierta. Tiene una manera muy positiva de liderar al equipo, nunca había visto nada igual», declaró Alaba, actual jugador del Madrid, a Kicker. La relación despertaba admiración, asimismo, puertas afuera. «Sabe cómo convencer a los jugadores y hacerlos sonreír», decía una leyenda, Lothar Matthäus.

Flick abraza a Raphinha tras el clásico.

Flick abraza a Raphinha tras el clásico.Joan MonfortAP

Esa parte de su trabajo había dejado huella en Alemania. Tanto es así que cuando Joan Laporta, convencido de que debía fichar a un técnico de la nueva escuela alemana tras su regreso a la presidencia, fue en busca del oráculo de Ralf Rangnick, hoy seleccionador austriaco, encontró la misma conclusión. Laporta le habló de Jürgen Klopp, Julian Nagelsmann, Thomas Tuchel y el propio Flick. Rangnick explicó que el juego ofensivo de todos ellos podía encajar en el Barça, pero distinguió una cualidad en Flick: la capacidad de construir equipos y trabajar con los jóvenes. Obligado a mirar a la cantera por la crisis, Laporta lo tuvo claro. Sin embargo, el presidente cedió ante un barcelonismo que se inclinaba por Xavi Hernández, el hijo pródigo, ante la nostalgia del paraíso perdido. Cuando, tres años después, tuvo que relevar al catalán, no dudó, favorecido, además, por la mala experiencia de Flick en la selección, donde le faltó el día a día con el jugador.

Tarde para Joao Félix

Cuando Deco y Bojan Krkic fueron a entrevistarse con el alemán, en Londres, la sorpresa fue que tenía una especie de archivo con los futbolistas azulgrana. Habría querido disponer de Joao Félix, al que creía que podía sacar partido, pero ya era tarde. Lo primero que trasladó es que para la velocidad que necesitaba el Barça no era adecuado Gündogan. Volvió al City.

Durante las negociaciones, Flick pidió llegar con sus ayudantes. El primero, Marcus Sorg, su segundo, que como seleccionador sub-19 ganó un Europeo después de eliminar a la España de Luis de la Fuente. También Heiko Westermann y Toni Tapalovic, durante más de 10 años preparador de porteros en el Bayern pero en el Barça dedicado a la táctica y jugadas de estrategia. Deco aceptó, pero le dijo que el club había tomado ya una decisión acerca de la preparación física. Se haría cargo Julio Tous, que había trabajado con Antonio Conte en la Juventus, el Chelsea y la selección italiana. El ritmo de los equipos de Conte era frenético. Flick aceptó. Tras el 7-0 al Valladolid, el 31 de agosto, llamó al director deportivo y le agradeció la decisión. «Es difícil encontrar a un técnico con el que tengas una sintonía tan grande y puedas influir en todo», dice, a su vez, Tous, que presume de hacer que sus jugadores corran como «caballos».

El día de ese 7-0, Flick tuvo un aparte con Héctor Fort para explicarle por qué no le había dado minutos, pese al marcador. Lo mismo ha hecho con Lamine Yamal o Gavi en otras situaciones, especialmente con los jóvenes. También con Iñaki Peña, que perdió su lugar por Szczesny. Manda y decide, pero explica las razones, y negocia si lo cree oportuno, como cuando Araujo y Raphinha, capitanes, le pidieron volver de la Supercopa en la misma noche del título, al contrario de lo planeado. Aceptó antes de jugar con el Madrid. Arrasaron. No han dejado de hacerlo, implicados en la aventura de un personaje camuflado en su inglés traducido puertas afuera, pero que entrena las emociones como ninguno.

El Barça recuerda al mundo que el fútbol debe ser divertido

El Barça recuerda al mundo que el fútbol debe ser divertido

En algún momento divertirse con el fútbol se ha convertido en un pecado, una cosa de piperos, no hemos venido a esta vida a disfrutar. Es consecuencia del postureo identitario y bastante tóxico que mueve las redes sociales y, también, una excusa cómoda cuando tu equipo es un peñazo. No importa pasarlo bien y el resultado, sólo cuando ganas. Si palmas, lo que importa es que nosotros somos diferentes, pese a que está comprobado que todas las aficiones son iguales. ¿Saben cómo lo sé? Porque absolutamente todas presumen de no ser como el resto. No falla una.

Pensaba en esto mientras era feliz viendo al Barça ganar la Liga contra el Madrid y perder la Champions frente al Inter. No por el resultado -que en el primer caso también, no les voy a mentir- sino porque fueron partidos memorables. Resulta que me gusta el fútbol y lo había olvidado. Lo hemos olvidado muchos. El equipo de autor de Hansi Flick no es el mejor que he visto, pero sí el más divertido. Y la diversión es lo que nos llevó al fútbol antes de que las miserias adultas nos hicieran mezquinos.

Como debí ser asesino en serie en otra vida y el karma me lo está devolviendo, vi el clásico con 14 niños de 11 años invadiendo mi salón. Estuvieron todo el partido gritando, celebrando los goles en la cara de los otros y riéndose. Se lo pasaron en grande. Al acabar, se felicitaron o se dieron ánimos y siguieron destrozándome la casa en amor y compañía, mientras yo hacía cortes de mangas virtuales a mis amigos madridistas. La enfermedad no viene de serie, la pillamos a base de zascas y memes.

Los apóstoles del fútbol como religión y no como juego me dirán que me divierte tanto porque no soy del Barça, que es una aberración recibir siete goles en una semifinal de Champions y que si fuera culé me pasaría los partidos al borde del ictus. Esto último es probable, pero no había visto al barcelonismo tan orgulloso de su equipo desde Pep Guardiola. Y me da envidia.

Me da envidia que vayan al campo sabiendo que todo puede suceder, que un 0-2 no es nada, que el fútbol se juega a ganar sin miedo a perder, que la risa de los malditos niños es un indicador de felicidad al que aspirar y mi hija sufre como una bellaca para llegar sin dormirse al minuto 60 cuando ve al Atleti. Ganar es de horteras, pero divertirse... Divertirse es lo único realmente importante del fútbol. O debería.

Flick, tras la victoria ante el Madrid en el clásico: "Todavía no nos sentimos campeones"

Flick, tras la victoria ante el Madrid en el clásico: “Todavía no nos sentimos campeones”

Actualizado Domingo, 11 mayo 2025 - 19:49

Hansi Flick es de los que prefiere tener los pies en el suelo. Por mucho que sus jugadores celebraran sobre el césped con su afición un triunfo ante el Real Madrid que los coloca a dos puntos de hacerse con el título de Liga, el entrenador del Barça prefirió rebajar la euforia. "No nos sentimos campeones todavía. Estaría bien conseguir tres títulos, pero aún tenemos una victoria más que sacar", señaló el alemán en declaraciones a Movistar nada más terminar el partido. Si el conjunto de Ancelotti no logra vencer al Mallorca en el Bernabéu el próximo miércoles, o si los azulgrana se imponen al Espanyol en Cornellà-El Prat el jueves, con todo, la Liga ya estará matemáticamente en manos de la entidad barcelonista.

El germano, eso sí, no dudó tampoco a la hora de celebrar el triunfo conquistado ante el eterno rival, el cuarto consecutivo esta temporada, por mucho que durante muchas fases del duelo la victoria no estuviera precisamente del todo clara. "Esto va para los aficionados y para los jugadores. Es fantástico. El Madrid tiene un gran equipo, pero hemos conseguido remontar un 0-2. Y todo, después del partido de Milán, después de más de 120 minutos. No era fácil lidiar con eso y creo que lo hemos hecho muy bien, aunque me temo que tendré que ir a que me revisen el corazón", apuntó un Flick que asumió que los suyos tienen fallos pendientes de corregir. Sobre todo, en lo que respecta a la faceta defensiva.

"Pienso que hay que mejorar mucho en defensa. Cuando presionamos, todo va bien, pero cuando cometes un error, especialmente en ese primer gol que encajamos, se complica todo, aunque también es verdad que el equipo toma buenas decisiones a nivel colectivo y que teníamos grandes jugadores enfrente. No es excusa, pero jugando cada tres días no es fácil entrenar este tipo de cosas. Lo que está claro es que hay que mejorar y ya pensamos en la pretemporada para pulir todo esto", recalcó.

El técnico admitió además que vivió el duelo con cierta tensión. "Había muchas emociones en el banquillo, muchas decisiones a tomar. Con el penalti o el último gol pienso que podríamos haber dado un paso más adelante, pero con el 4-3 logramos la victoria de todos modos y eso al fin y al cabo es lo que queríamos", señaló después en rueda de prensa dejando caer, como quien no quiere la cosa, su descontento con las últimas dos decisiones de Hernández Hernández tanto en el área madridista como en sus inmediaciones en la recta final del partido.

Lamine Yamal

Lamine Yamal, cómo no, se llevó también muchos de sus elogios. "No es solo un chico, creedme. Tiene confianza, cree en lo que puede hacer y es muy inteligente. Para mí, lo importante era que todo el mundo mirara hacia el clásico después de lo que pasó en Milán, sin olvidar tampoco ese partido. Marco un gol muy importante, nos ayudó a remontar y, con 17 años, tiene una calidad muy alta", recalcó el alemán.

El de Rocafonda, poco antes, ya había hecho suyo parte de ese discurso. "Era un partido muy importante y la distancia que tenemos ahora también lo es. Sobre todo, después del partido de Champions, que ya está olvidado. Ahora toca disfrutar, aunque tenemos que corregir esos goles que regalamos al final, porque no nos crearon ocasiones muy claras", apuntó el delantero quien, a pesar de todo, tiene la máxima competición europea muy en mente. "La Champions se juega cada año y lo intentaremos hasta que la ganemos, pero lo importante era ganar este clásico para acercarnos más al título de Liga", sentenció en Movistar.

El cóctel emocional que amenaza al Barça en el clásico: dudas sobre el planteamiento, presión del presidente y miedo al fracaso

El cóctel emocional que amenaza al Barça en el clásico: dudas sobre el planteamiento, presión del presidente y miedo al fracaso

Dudas sobre la respuesta del propio cuerpo, incógnitas acerca del planteamiento, presión excesiva del entorno y miedo al fracaso. Es el peligroso cóctel emocional al que se enfrentan los jugadores del Barcelona ante el clásico, el domingo en Montjuïc, inmediatamente después de haber caído en la Champions frente al Inter. Los psicólogos consultados por este periódico plantean los escenarios que suelen darse en estas situaciones, aunque desde la distancia, sin la información que tienen quienes lo hacen en el vestuario azulgrana. Entre ellos, ninguno de estos profesionales, porque como ya dijo Hansi Flick: «El psicólogo soy yo».

El entrenador, los futbolistas, el presidente, Joan Laporta, y el director deportivo, Deco, compartieron el jueves una barbacoa en la Ciutat Esportiva, convertida finalmente en una comida-conjura para el partido ante el Real Madrid. Fuentes próximas al equipo aseguran que estaba convocada antes de caer eliminados en el Giuseppe Meazza, aunque no con la presencia del presidente. Laporta pidió el máximo a los futbolistas, después de haber hecho ya un llamamiento a todos los aficionados para que acudan al estadio. «Es un partido clave para lograr la Liga. Hemos de llenar Montjuïc entre todos. Se lo pido a todo el barcelonismo para que podamos ganar al Madrid. Entre todos hemos de conseguir que los jugadores recuperen la mentalidad».

Para algunos de los consultados, eso es contraindicante, porque supone una «sobrepresión» innecesaria y crea la sensación de que es «la Liga o el fracaso». «Sería mejor tratar el partido como otro cualquiera e ir a la tarea, sin más», dice uno de los psicólogos.

El relato equivocado

Nada más caer en Milán, el Barcelona eligió el relato equivocado, al señalar al árbitro del partido, en opinión de un psicólogo que ha trabajado con equipos de Primera, por lo que prefiere no ser citado, como sus colegas, al estar vinculados al sector: «Habría sido más positivo centrarse en las cosas buenas que hizo el equipo en la eliminatoria, pero, en cambio, optaron por el victimismo». Un mal endémico del Barça del pasado, que siempre buscó coartadas, fuera en los arbitrajes como en hechos como la hepatitis de Maradona o el secuestro de Quini para justificar sus hundimientos en la Liga. Ese Barça no es el Barça de Lamine Yamal, con un liderazgo colosal ante el Inter pese a la derrota.

La caída europea provocó poca autocrítica, focalizados todos en el polaco Szymon Marciniak, salvo su compatriota Wojciech Szczesny. «Sin embargo, los futbolistas saben que encajaron siete goles, una cifra excesiva, y eso puede generarles internamente incertidumbres sobre el planteamiento del entrenador, aunque no lo manifiesten», explica un terapeuta habituado a trabajar con equipos. La preocupación por la defensa, muy arriesgada en el caso de Flick, aparece siempre después de las goleadas. A eso se añade la presencia de un portero circunstancial, que no ha mostrado los imposibles de Yann Sommer (Inter) o Gigi Donnarumma (PSG) durante las semifinales de la Champions, y la presencia enfrente de dos de los mejores delanteros al espacio, como Kylian Mbappé y Vinicius.

«Vamos a dejarnos el alma»

El Barça debe trabajar, pues, en el reforzamiento del juego que ha desarrollado, y eso es lo que intenta Flick durante estos días. El posible regreso de Alejandro Balde en Montjuïc devuelve cierta seguridad a la defensa. Uno de los más señalados ha sido Ronald Araújo, que pidió disculpas en las redes sociales y dijo: «Vamos a dejarnos el alma en el clásico».

«El desgaste físico no es determinante, pero pesa en los vestuarios, conscientes los jugadores de que se van a enfrentar a un rival que llegará más fresco», añaden. Los problemas del Madrid en su defensa pueden igualar ese aspecto, pero mientras para los de Carlo Ancelotti la victoria aparece como una oportunidad, los de Flick la ven como una necesidad, y «la necesidad puede conducir al bloqueo».

Después de tres victorias este curso sobre el Madrid y dos títulos (Supercopa y Copa), el del domingo será el cuarto clásico. Ninguno de los dos equipos ha logrado un pleno cuando se han enfrentado cuatro o más veces, aunque el empate mantendría la ventaja de cuatro puntos para el Barcelona. «El partido es una prueba de madurez definitiva para una generación que ha demostrado saber competir, como hizo en la Copa», finaliza uno los expertos. Primero han de vencer el vértigo.

Otra tragedia del Barça en la Champions

Otra tragedia del Barça en la Champions

Actualizado Miércoles, 7 mayo 2025 - 00:20

Siempre que parece que el Barcelona acaricia el título europeo, el más importante del mundo, pasa algo que provoca una tragedia. Y es que la Champions es otra cosa. Negreira nunca lo hubiera pitado. Y muchas cosas más que el Barcelona protestaba porque no sentía como siempre los apoyos arbitrales. La Champions no depende de Medina Cantalejo.

No se puede ganar un título cuando recibes siete goles en una eliminatoria. Además, de mediocre, es imposible. Ya puede jugar de cine el Barcelona de Flick. Puede hacer una presión maravillosa y jugar muy adelantado, pero la defensa es un coladero, comandada por un pésimo Iñigo y aún peor Araújo.

Se dice que Lamine Yamal es el nuevo Leo Messi. Es un disparate de comparación. Lamine tiene una única jugada: quebrar hacia adentro y chutar con su zurda. Pero por mucho que nos parezca algo bellísimo es que no mete un gol ni al arco iris. Y Messi era una máquina goleadora. ¿Acaso se ha olvidado?

Qué difícil es competir en la Champions. El Barcelona machacó con un juego sensacional, que es un prodigio estratégico de Flick, cuando se veía perdido con dos tantos en contra. Logró ridiculizar al Inter hasta convertirlo en un guiñapo. Con lo que nunca contó es que el Inter es malévolo, aprieta cuando le conviene y los minutos finales los jugó primorosamente, mientras Lamine era sólo un quizá.

Y el Inter logró el 3-3. Curiosamente el mismo resultado de Barcelona. Los gurús decían que era un partidazo. Discrepo. Fue un correcalles, con fallos tácticos y defensivos de última generación. No es normal acabar con un resultado negativo de 4-3. Y prórroga. El Inter había parecido que estaba muerto, pero acabar con un equipo italiano en la Champions es muy difícil. Es el fútbol competitivo, incómodo y perverso.

Ser finalista de la Champions es un viejo anhelo que parece imposible con la política de Joan Laporta. Acabó en fracaso en Milán. No fue suficiente. El Barcelona volvió a fallar con un gen que sólo es positivo en el fútbol español.

Así que el domingo ya veremos si el Barça mata definitivamente al Madrid. Cuanto menos puede haber dudas porque caer contra el Inter es un síntoma de que el líder ha perdido el vértigo del inicio del campeonato, cuando era imbatible. Ahora es un equipo cansado por estrés y en línea descendente.

Cruel castigo al Barça de Lamine: el Inter será finalista de la Champions tras un duelo épico

Cruel castigo al Barça de Lamine: el Inter será finalista de la Champions tras un duelo épico

Las noches de hundimiento del Barça tienen un escenario europeo más, Milán, pero en nada se parecerá a cualquier otro naufragio. Esta vez fue un castigo cruel y por momentos injusto para el equipo primaveral y descarado que ha ensamblado Hansi Flick. Se encontraron con el primer gran obstáculo y pelearon con convicción toda la eliminatoria, sin miedo, guiados por un Lamine Yamal en la persecución de un sueño que les arrebató el Inter justo cuando vivían inmersos en un estado de felicidad sostenida. Parecían quedar atrás los breves estallidos que habían alimentado la última década, en la que el Barça no creó memoria y ni recuerdos europeos, a veces por deméritos otras por falta de suerte. Cuando pareció que este equipo, comandando por un juvenil y bajo el gobierno de Pedri, lo tenía todo, los italianos se cobraron primero los errores, después le sobrevivieron y acabaron resistiendo para someter la alegría feroz de esta generación culé en una eliminatoria épica. [Narración y estadísticas (4-3)]

El Barça encontró con la necesidad de masticar un duelo que tardó en saber interpretar, tuvo en su mano y lo vio escapar. No lograba generarle dudas a un rival que echó mano de veteranía, esa misma que hizo de Dimarco buscara intimidar a Lamine a base palitos. Nada que pudiera castigar Marciniak, pero suficiente para desquiciar. Aún así se sostuvo el de Rocafonda para tirar de un Barça que se refugió solo en él para intimidar, sin que eso le permitiera sacar a pasear su don.

En los primeros minutos, ambos equipos buscaron dañarse por los flancos. Si Lamine estaba juguetón, Dumfries anduvo siempre preparado para buscarle las cosquillas a Gerard Martín. Fue la caldera del Giuseppe Meazza la que encendió el partido cuando el Inter encadenó tres saque es de esquina consecutivos e impuso su pizca de locura. Se durmió Olmo en la salida de balón y apareció Dimarco para robar, buscar a Dumfries y que el neerlandés asistiera a Lautaro Martínez para abrir el marcador. El argentino había apurado para llegar al duelo y fue determinante durante muchos minutos.

Cubarsí y el VAR

La ventaja le dibujó al equipo de Inzaghi el escenario que quería. Sin necesidad de arriesgar, entregó el control a los azulgrana, demasiado imprecisos ante Sommer. Ni Ferran ni Lamine, en alianza con un solvente Éric García en funciones de lateral, eligieron bien y Olmo y Raphinha ni aparecían.

Al Inter le bastaba con estirarse a la contra, buscando inquietar en cualquier despeje como la bolea que probó Mkhitaryan o el zurdazo de Çalhanoglu. Se sostenía el Barça en esa mínima desventaja cuando Cubarsí se lanzó a los pies de Lautaro frenando su mano a mano con Szczesny. Se jugó el penalti y el VAR lo cazó. El argentino, a medio gas, había marcado un gol y dejado en bandeja el segundo a Çalhanoglu desde el punto de penalti con la primera parte cumplida. El 2-0 era un mazazo que Flick tendría que buscar enmendarlo en el vestuario.

Aunque solo la habilidad en el fuera de fuego les libró del tercer tanto, al alemán no le hizo falta ni mover el banquillo porque el héroe inesperado lo tenía en el césped. Se activaron Lamine, Pedri y Raphinha, pero fue Gerard Martín el que puso un centro lateral que Eric García enganchó para enviar a la escuadra. Ese gol recordó que no hay desaliento cuando está en juego una final. Tuvo el empate el improvisado lateral en una contra de manual con Gerard y Pedri, pero su disparo lo adivinó Sommer, todo reflejos.

Frattesi festeja el 4-3 del Inter, el martes en el Meazza.

Frattesi festeja el 4-3 del Inter, el martes en el Meazza.AFP

Nada pudo hacer el suizo con otro centro llovido desde la izquierda para el testarazo de Dani Olmo. El Barça había revivido y el Inter temblaba. Tanto que cuando el VAR convirtió en falta al borde del área la entrada de Mkhitaryan a Lamine que Marciniak vio como penalti, todo el estadio resopló de alivio.

La superioridad culé era aplastante y, como no podía ser otro, Lamine tuvo la ocasión de romper el empate con un latigazo desde la frontal del área que salvó la mano de Sommer. Entonces apareció Raphinha. Necesitó probar con la izquierda, que salvara Sommer y recoger el rechazo para ajustar un derechazo a la base del poste para poner rumbo a Munich. Nada parecía poder frenar a este Barça y hasta Lamine estrelló el cuarto en el palo. Sin embargo, el Inter revivió para aguar la fiesta culé. Cuerpeó Dumfries con Gerard y le ganó para poner un centro que Acerbi convirtió en el empate que condenaba a la prórroga.

Con el partido loco, en el tiempo extra los errores se pagaron mucho más caros. El de Araújo dejando escapar a Thuram en el lateral del área para asistir a Frattesi fue determinante. Otra vez el Barça estaba eliminado. Bajo la intensa lluvia de Milán, faltaba el gol de Lamine que, por más que lo buscó de manera incansable, no apareció.

Lewandowski-Lautaro: duelo de goleadores entre algodones

Lewandowski-Lautaro: duelo de goleadores entre algodones

Actualizado Lunes, 5 mayo 2025 - 20:33

El duelo de alto voltaje que el Barça y el Inter disputan en Milán para meterse en la final de la Champions tendrá dos protagonistas que llegan entre algodones: Robert Lewandowski y Lautaro Martínez. El polaco, máximo anotador de los azulgrana con 40 goles en 48 partidos, se ha perdido los últimos cuatro encuentros (en Liga frente al Mallorca y el Valladolid, la final de Copa ante el Real Madrid y la ida contra los neroazzurri) a causa de una lesión en el semitendinoso del muslo izquierdo, pero recibió este mismo lunes el alta médica y entró en una convocatoria en la que Alejandro Balde sí causó baja.

El argentino, mientras, el principal goleador de los italianos con 21 tantos en 47 partidos, tuvo que dejar el césped el martes pasado antes de tiempo también por problemas musculares, pero trabajó con el grupo y todo invita a pensar que podrá tener por lo menos algunos minutos, por mucho que Simone Inzaghi jugara al gato y al ratón a la hora de hablar de su punta de lanza como también de Benjamin Pavard.

La capacidad de intimidación de Lewandowski (sus números anotadores, de hecho, ya son los mejores desde que aterrizó en el club en verano de 2022) puede ser trascendental para que el Barça logre imponerse a un equipo que, hasta su visita a Montjuïc, sólo había encajado cinco goles en la presente edición del gran torneo continental. Incluso, aunque se quede fuera del equipo titular, tal y como dejó caer Hansi Flick en la rueda de prensa previa al partido. «Hablé con él el domingo y se está recuperando mucho mejor de lo que esperábamos. Pienso que está preparado para estar en el banquillo y, cuando lo necesitemos, volver a entrar», señaló el técnico.

Lautaro, durante el último entrenamiento del Inter en Appiano Gentile.

Lautaro, durante el último entrenamiento del Inter en Appiano Gentile.EFE

En la Champions, el polaco suma un total de 11 tantos en 12 jornadas y lo supera únicamente Raphinha, que acumula 13 en 12 duelos. El brasileño, de hecho, fue decisivo en la ida, con un disparo que, tras estrellarse en el travesaño, tocó en la espalda de Yann Sommer para convertirse en el definitivo 3-3. El colmillo del brasileño, quien inició la última remontada en el José Zorrilla contra el Valladolid y que acumula 31 goles en 52 partidos, puede ser también determinante en un mano a mano con Marcus Thuram, el segundo máximo anotador interista, que suma hasta el momento 18 goles en 45 partidos. El último, un taconazo espectacular, inauguró el marcador la semana pasada.

Otro delantero con algo menos de olfato anotador, pero con gran talento, como Lamine Yamal, puede volver a ser también decisivo, después de la exhibición en Montjuïc. Así lo espera un Flick que, pese a que siempre pone al equipo por encima de todo, es muy consciente del tipo de jugador que tiene entre manos. «Para mí, el equipo es lo más importante, pero es verdad que hay jugadores excepcionales y Lamine es un genio. El miércoles nos ayudó y fue genial verlo, pero lo tiene que demostrar siempre. Queremos llegar a la final y esperamos que todos estén al máximo nivel», concluyó.

Dani Olmo: "Nunca me he arrepentido de fichar por el Barça"

Dani Olmo: “Nunca me he arrepentido de fichar por el Barça”

Actualizado Lunes, 5 mayo 2025 - 19:11

La por entonces aún maltrecha economía obligó a elegir y, al final, Dani Olmo fue el único gran fichaje que cerró el Barça el pasado verano. Al campeón de la pasada Eurocopa lo acompañó una incorporación que hizo mucho menos ruido: la de Pau Víctor. Ambos se vieron abocados a vivir momentos de incertidumbre por sendas inscripciones con el primer equipo que necesitaron de la intervención del CSD para seguir adelante. Algo que a Olmo, según señaló en la previa al partido ante el Inter, nunca le hizo dudar de su apuesta por volver al club azulgrana.

«La decisión que tomé valió la pena. Nunca me he arrepentido de fichar por el Barça. Era un tema que no dependía ni de Pau ni de mí y tenía un 100% de confianza en el club. Eran temas administrativos y ahora los dos estamos en disposición de ayudar al equipo en el campo», aseguró Olmo, que sabe muy bien de la importancia de este duelo en el Giuseppe Meazza. «Es una oportunidad muy grande, ya tuve la posibilidad de jugar unas semifinales en Lisboa contra el PSG y, ahora, tengo otra. Tenemos la opción de volver a hacer historia y una motivación muy grande para conseguirlo», aseguró el jugador, un comodín en los esquemas de Hansi Flick y que, de hecho, ya ha marcado varios goles decisivos.

En su opinión, la actitud con la que afronta el vestuario el encuentro, con tantos novatos en sus filas, es muy positiva. «Al final, es casi como una fiesta. Tener jugadores tan jóvenes quita un poco de presión, no le dan tanta importancia, pero ya estamos los veteranos para encaminarlos. Contamos con un grupo muy sano y todos tenemos el objetivo común de ganar», aseveró.

«Lamine es un genio»

«Tener tantos jugadores que se han formado en las categorías inferiores es algo que habla muy bien de la mejor cantera del mundo», recalcó Olmo que, cómo no, quiso destacar la aportación de un talento como el de Lamine Yamal. «Vivimos su situación con normalidad, no me sorprende lo que hace. Ya le he visto hacer cosas así, tanto en la Eurocopa como en lo que llevamos de temporada. Está tranquilo y con ganas de demostrar que es el mejor», zanjó.

«Para mí, el equipo es lo más importante, pero es verdad que hay jugadores excepcionales y Lamine es un genio. El miércoles nos ayudó y fue genial verlo, pero lo tiene que demostrar siempre», reiteró por su parte Flick, tras adelantar que Robert Lewandowski partirá desde el banquillo. «Ya hemos ganado dos títulos y sé que los jugadores se crecen en estos partidos. Es una semifinal, pero tenemos que disfrutar. Los nuestros nunca se rinden y creo que llegamos en buena situación al partido», aseguró.

«Quiero que se vea todo lo bien que podemos jugar, que todo el mundo esté orgulloso. Queremos disfrutar jugando. Para mí, es una maravilla poder entrenar a este equipo y estoy muy contento por ello», insistió, si bien sabe que también será muy importante estar bien resguardado en la zaga para no encajar tantos goles como en la ida. E, incluso, asegura tener la receta para lograrlo. «Los entrenadores lo analizamos todo, todo tiene un motivo. Hemos de defender mucho mejor y alguna cosa sí que cambiaremos. Es todo lo que puedo decir», concluyó.

Lamine Yamal encarga el Balón de Oro

Lamine Yamal encarga el Balón de Oro

El mayor problema de ir perdiendo 0-2 en el minuto 20 de una semifinal de Champions es no ser el Real Madrid. Me lo recordó mi amigo Toño, que es madridista, y me mandó un whatsapp justo en ese minuto para decirme, "tranqui, ahora llega la remontada", como si se estuviera riendo de mí, o se creyera que era su equipo el que estaba en la semifinal, que para el caso es lo mismo.

El Barça sacó un mural antes del partido recordando sus cinco Champions con sus años, cuando el aficionado culé lo que más recuerda son los huecos que cavó entre ellas. No es que el Real Madrid tenga más copas, lo que no tiene son fisuras.

El Inter llevaba tres partidos sin marcar y tardó 30 segundos en meter el primero. Fueron los 30 segundos más largos de la competición. En ellos pasaron más cosas que en partidos de la liga italiana enteros. Un contragolpe, un centro, un rechace, otro centro, un remate de tacón, y un gol, como en ese planeta de Interestellar, en el que cada hora pasan como siete años en la Tierra. El Barça caminaba por un lago en calma, y confundió con una montaña el tsunami que se le venía encima. En esa situación lo mejor que podía hacer el Inter es llevar el partido hacia un agujero negro, pero allí se encontró con un extraterrestre.

Dicen los que saben que una semifinal de Champions exige de jugadores que sepan manejar los tiempos, cabeza fría y veteranía, pero con un 0-2 lo que necesitas es un niño inconsciente, y el Barça tiene al mejor del mundo. Con razón Flick en el descanso, en vez de abrazarle como al resto de jugadores, lo frotaba como solo se frota a las vírgenes y a las lámparas maravillosas.

En vez de jugarse la eliminatoria Inter y Barça prefirieron pegarse una fiesta, y en ella el que más bailó fue Lamine Yamal. Lejos de ir crecido, suele responder que algún día le gustaría ganar el Balón de Oro, como si ese día no fuera mañana mismo. El del Barça es probablemente el mejor jugador del mundo, o por lo menos al que preferirías ver paseándose por los campos en una gira asiática antes que tragarte un Urawa Reds-Ulsan Hyunday del Mundial de Clubes. La IA empieza a darle favorito para el Balón de Oro, pero qué sabrá de fútbol la IA, que diría Florentino.