El Real Madrid, y especialmente la plantilla actual, es un club experto en remontadas. Lo lleva en la sangre. Ahí están las de la Champions de 2022 y 2024 como grandes gestas de los últimos años, dándole la vuelta al marcador de la eliminatoria en el Santiago Bernabéu, convertido en el manicomio de lo inexplicable. Pero la virtud de este Madrid que ha sido campeón de Europa seis veces en las últimas once ediciones es también transformarse en un muro infranqueable en la casa del rival. Así ha conquistado también el continente, evitando una y otra vez que su enemigo golpee en último lugar en campo propio. Antes del derbi de esta noche, la estadística clama contra la historia: si ha ganado la ida en Chamartín, nadie le remonta al Madrid desde el Bayern de Múnich en los octavos de final de la 2006-2007.
Son 17 temporadas sin venirse abajo en Europa cuando se ha llevado un resultado favorable del Bernabéu. Desde entonces el Madrid ha tenido noches negras en los partidos de vuelta, obviamente, como el 4-0 de Manchester hace dos años o el 2-0 de Stamford Bridge en 2021, pero en ambos casos la ida había terminado en empate.
Rechazar la remontada rival es una característica de esta generación madridista, comandada primero por Zinedine Zidane y ahora por Carlo Ancelotti. Una virtud clave para reinar en Europa que nunca tuvieron Los Galácticos, acostumbrados a sufrir en campo enemigo cuando tenían las eliminatorias de cara. Quizás Zizou aprendió de los errores de esa época, que terminaron lastrando el legado futbolístico de la primera galaxia de Florentino Pérez.
Aquel Madrid, por ejemplo, se puso por delante en las semifinales de 2003 contra la Juventus, en los cuartos de 2004 ante el Mónaco y en octavos de 2005, otra vez frente a la Juventus, y fue incapaz de mantener la ventaja en la vuelta. Cayó en Turín las dos veces y en el Principado, cuando era el gran favorito a levantar una Champions que terminó ganando el Oporto de Mourinho.
Dos sufrimientos
Una serie de actuaciones inexplicables que contagiaron el ambiente y se repitió en 2007, ya sin varios galácticos, contra el Bayern en octavos. El Madrid venció en la ida por 3-2 y perdió en Múnich por 2-1.
Fue la última remontada en contra. 17 años después, sólo dos equipos han estado cerca de repetir un triunfo así contra el conjunto blanco: el Borussia Dortmund en los cuartos de 2014 y el Atlético de Madrid en las semifinales de 2017.
En 2014, los alemanes le dieron un susto gigante al Madrid de Ancelotti, que soñaba con la ansiada Décima. Los blancos ganaron con contundencia la ida por 3-0, con goles de Bale, Isco y Cristiano, y acumularon sufrimiento en una vuelta agónica, en la que el Dortmund se puso 2-0 al descanso. La actuación de un joven Casemiro, colosal para apuntalar el muro defensivo, fue vital para aguantar.
Sólo un cero en la portería
Tres años después, el extraordinario zigzagueo de Benzema sobre la línea de fondo del Calderón despidió al estadio y al Atlético de la Champions. Fue el último encuentro continental de los rojiblancos en el Manzanares y el mayor intento de remontada sobre la meta madridista. En la ida, un hat-trick de Cristiano parecía decidir todo, pero Saúl y Griezmann marcaron en el primer cuarto de hora y calentaron el ambiente. Isco, tras la obra de arte de Benzema, recortó distancias, pero el Atlético no dejó de empujar.
Esos dos muros levantados por el Madrid se convirtieron en dos Copas de Europa. Este año sólo ha conseguido dejar la portería a cero en una ocasión en Champions, así que Ancelotti necesitará recuperar su viejo muro para volver a sobrevivir a su competición fetiche. Enfrente, el hambre de Simeone y del Atlético.
El Bayern de Múnich se llevó un susto de inicio, con un gol del Celtic a los 25 segundos que fue anulado por fuera de juego de Adam Idah, pero después no permitió más sorpresas. El equipo alemán controló el encuentro y se impuso para poner un pie en los octavos de final de la Champions (1-2). En los últimos minutos de la primera parte Michael Olise adelantó al conjunto que dirige Vincent Kompany con un potente disparo que entró por la escuadra de la portería escocesa y al empezar la segunda parte Harry Kane sentenció el partido y prácticamente la eliminatoria. En un córner que sacó Joshua Kimmich, Kane se encontró solo en el segundo palo y no perdonó el tanto.
Como le ocurrió al Real Madrid, el Bayern venía de dejar algunas dudas en la fase de liga de la competición, pero ayer resolvió como debía. Sólo en el último tramo del encuentro, cuando el Celtic se lanzó a por su salvación, le permitió su espacio e incluso un gol, obra de Daizen Maeda. También fue después de un saque de esquina, aunque éste fruto de un lío en el área que sólo supo desenredar Maeda.
El otro partido destacado del día fue la victoria del Brujas ante la Atalanta con polémica y protagonismo español (2-1). El conjunto belga se impuso con un gol de Nilsson en el descuento en un penalti muy discutido. El defensa del conjunto italiano Isak Hien rozó en el área la cara de Nielsson y la repetición por vídeo obligó a señalar la pena máxima. Antes Ferran Jutglà había marcado su sexto gol de esta temporada, el primero en Champions, y Pasalic había empatado el partido todavía en la primera parte.
El Inter resolvió con un penalti de Hakan Calhanoglu su durísimo compromiso ante un Arsenal que mereció mejor suerte en el Giuseppe Meazza. El equipo de Simone Inzaghi, con una defensa totalmente renovada, llevó a buen puerto su agónico ejercicio de supervivencia. Después de cuatro jornadas, Yann Sommer aún no ha encajado un gol. [Narración y estadísticas (1-0)]
Una mano de Mikel Merino en el añadido del primer tiempo penalizó a los gunners, que llevaron la iniciativa (62% de posesión) y generaron innumerables ocasiones en sus 13 saques de esquina. En la segunda parte, Denzel Dumfries sacó un balón sobre la línea de gol y Yann Bisseck taponó un remate de Kai Havertz que parecía el 1-1. Al vigente campeón de la Serie A le bastó con su único disparo a portería. Desde los 11 metros, Calhanoglu, de regreso tras una lesión en el muslo, batió por primera vez en el torneo a David Raya.
El buen arranque del Inter se limitió a 10 minutos. Desde ese momento empezó a sentirse más conforme cuando lograba sorprender con espacios. Su producción ofensiva de la primera media hora hora se redujo a un madrugador remate de Dumfries que reventó contra el travesaño. Enfrente, el Arsenal también jugaba al despiste, intentando aprovechar algún balón parado.
La mano de Merino
No hubo un remate visitante ante Sommer hasta que Bukayo Saka se animó con una diagonal desde el perfil derecho. Un par de minutos después, Gabriel Martinelli dispuso de tiempo para telegrafiar un centro hacia la cabeza de Merino, obstaculizado de malas maneras por el guardameta suizo. Nada quebaba ya de aquel Inter presionante de los primeros minutos, así que los londinense aprovecharon la inercia para acercarse con siete saques de esquina, nada menos.
Cuando el coliseo milanés suplicaba por el descanso, un libre directo de Calhanoglu hacia Mehdi Taremi fue pobremente defendido por Merino. Mal perfilado para el despeje, el navarro tocó el balón con el antebrazo. Una golosina para el turco, casi infalible desde los 11 metros. Más dudas para los gunners, que llegaban con el paso torcido tras sumar un solo punto en las tres últimas jornadas de la Premier.
La ventaja, cómo no, agudizaría las prevenciones del Inter, intentando esconder su debilidad defensiva en las cercanías de su área. Si a ello añadimos las dificultades de Sommer en los balones altos, lo normal es que el 1-1 se hubiese concretado antes de la hora de juego. Havertz trazó una sutil parábola con la zurda que obligó a Sommer a una reacción felina. El cerco se estrechaba y los más de 70.000 hinchas nerazzurri andaban con el alma en vilo. De nada sirvieron los intentos de Inzaghi para refrescar su línea de medios con Nicolo Barella y Henrikh Mkhitaryan. Para el último cuarto de hora necesitaba cloroformo, pero finalmente le bastó con su tradicional cinismo. Así terminó desesperando a los londinenses.
El cabezazo de Musiala para el triunfo del Bayern.AP
En Múnich, ese mismo triunfo por la mínima se resolvió por cauces totalmente distinos. Un cabezazo de Jamal Musiala hizo justicia al aplastante dominio del Bayern (1-0) frente a un Benfica que sólo quiso ver correr las manecillas del reloj. Manuel Neuer ni siquiera tuvo que atajar un solo disparo, así que la situación de Vincent Kompany ya no parece tan desesperada en la Champions.
La velada ya arrancó torcida en Múnich, con un intervención de urgencia de los servicios médicos en la Südkurve y otro contratiempo aún más extraño. Davide Massa, conminado por la UEFA, debió retrasar un cuarto de hora el pitido inicial para permitir que los aficionados pudiesen llegar al estadio. Según informó el club bávaro, los retrasos se debieron a una avería en las señales del metro que accede a las cercanías del Allianz Arena.
Los riesgos de Neuer
Quien sí se había acomodado en su asiento era Franck Ribery, que eligió mala noche para la visita. Porque el Bayern volvió a mostrar algunas de sus recientes carencias. Caía una ligera niebla sobre Múnich y el equipo de Kompany no concretaba su manejo (76% de posesión). El empuje durante los 45 primeros minutos, con 10 disparos y siete córners sólo inquietó a Anatoliy Trubin con un intento de Harry Kane y otro de Serge Gnabry, solventado con brillantez por el meta ucraniano.
El Benfica, con cuatro cambios respecto a aquel once que decepcionó ante el Feyenoord, mantenía sus naves amarradas a puerto. Su único acercamiento llegó tras una temeridad de Neuer a casi 50 metros de su portería, que quedó en nada por falta previa de Zeki Amdouni sobre Alphonso Davies.
Hasta el más apasionado de los lisboetas podría entender que los 90 minutos se harían demasiado largos en Múnich. También para futbolistas de la talla de Renato Sanches, de regreso a su ex feudo, o Ángel Di María, que saltó al césped en sustitución de Kerem Aktürkoglu. A la vieja usanza, el Bayern encajonó a su adversario hasta hacer justicia. El Benfica suma ya 13 partidos europeos sin victoria frente el gran ogro bávaro.
En el Estrella Roja el adjetivo «pequeño» no quiere decir precisamente insignificante. Una buena prueba es su estadio, oficialmente denominado Rajkio Mitic, pero al que tanto en Serbia como en todo el planeta fútbol se le conoce mucho mejor como Pequeño Maracaná. Aunque actualmente su aforo es de alrededor de 50.000 espectadores, en el pasado, cuando aún se admitían localidades de pie, llegó a albergar 110.000. Una cifra que, claro, quedaba empequeñecida con los 200.000 que pudieron llegar a darse cita entonces en el mítico estadio brasileño del que toma su nombre.
Allí, en el estadio que este miércoles recibirá a un Barça castigado por la UEFA a prescindir de la compañía de su público por la sonrojante pancarta mostrada en el Luis II, hay un jugador que acapara todas las miradas y al que llaman pequeño Messi: Andrija Maksimovic.
A sus 17 años, este futbolista se ha convertido en el debutante más joven con la selección de Serbia en toda su historia, tras estrenarse a su vez en la élite tan solo un año antes. Su debut como internacional absoluto fue el 12 de octubre, ante Suiza, en la Nations League, y, posteriormente, también tuvo algunos minutos en el duelo con la Roja que se disputó tres días después en Córdoba.
Detalles de genio
Por el momento, sus registros goleadores andan algo lejos de los que dejó la estrella argentina en su paso por el club azulgrana, pero en el Estrella Roja están tremendamente ilusionados con él. No en vano, es capaz de dejar detalles de calidad. Como, por ejemplo, el libre directo, muy esquinado en el lado derecho del ataque del conjunto de Belgrado, al que supo darle una parábola envenenada y que acabó abriendo el marcador en su último encuentro en la Liga serbia, en casa frente al Vojvodina. Un encuentro que se saldaría con victoria de los locales por 3-0.
Por supuesto, ya hay varios grandes clubes europeos que lo tienen en su punto de mira. Como, por ejemplo, la Juventus, el Borussia Dortmund o el Liverpool. No obstante, su irrupción en el equipo aún no ha tenido efectos positivos en una Champions en la que el Estrella Roja cuenta los tres partidos disputados hasta el momento por derrotas. Y, a pesar de que la visita del Barça ha sido acogida también con una ilusión tremenda por parte de sus seguidores, la historia no invita al optimismo.
Es cierto que la última vez en que los azulgrana jugaron en el Pequeño Maracaná, en octubre de 1996, el partido se saldó con 1-1, pero la amenaza que representan ahora tanto Hansi Flick como Robert Lewandowski hay que tenerla muy presente. Más, incluso, que la sutil parábola con la que Maradona puso en pie a ese estadio hace ya 42 años. En la campaña 2019-20, con el alemán en el banquillo del Bayern y el polaco como estilete de los bávaros, el actual máximo anotador de Primera División fue capaz de marcar todo un póquer de goles en Belgrado. Una hazaña que, visto su estado de forma y pese al bajón del derbi, no sería para nada extraño que aspire a reeditar este miércoles.
Arturo Vidal, que jugó, entre otros equipos, en el Barcelona, la Juventus, el Inter de Milán y el Bayern Munich, se enfrenta a una denuncia de agresión sexual por parte de una mujer que asistió a una fiesta organizada por jugadores del club Colo Colo, club donde ahora milita. Así lo confirmó este lunes la Fiscalía, que en un escueto mensaje a periodistas, precisó que "hay denuncia por agresión sexual en el pub [sin especificar] pero nadie está detenido". La denuncia es "contra jugadores de Colo Colo", y entre ellos está Vidal, de 37 años, agregó la Fiscalía en la comunicación, en la que no entregó el nombre de los otros deportistas investigados.
De acuerdo con medios locales, la supuesta agresión sexual ocurrió la madrugada de este lunes en un local nocturno de Santiago, donde un grupo de jugadores de este equipo acudió para celebrar un cumpleaños. El coronel de la policía, Gerardo Aravena, confirmó a periodistas que Vidal fue el único de los involucrados trasladado de madrugada hasta una comisaría para realizarle un control de identidad, pero no quedó detenido.
La supuesta agresión fue denunciada por una de las mujeres invitadas a la celebración y ocurrió horas después del triunfo de Colo Colo frente a Deportes Iquique por 3-0, en la penúltima jornada del torneo local, en el que se disputa la cabeza del campeonato frente a sus eternos rivales de la Universidad de Chile. Con 66 puntos, el Colo Colo lidera el campeonato, seguido por los Universitarios, con 64. El torneo concluye el próximo fin de semana.
El deporte chileno se vio conmovido hace una semana por la denuncia por violación contra el ex internacional Jorge Valdivia, quien permanece detenido tras ser acusado por una mujer de abusar de ella después de un encentro en un restaurante de comida peruana.
La noche del 16 de marzo de 1988, la única que pisó el césped del Bernabéu, Hansi Flick terminó con magulladuras por toda la coraza. Hubo más patadas que fútbol y el Real Madrid se clasificó para las semifinales de la Copa de Europa (2-0). El central del Bayern, tras perseguir durante los 90 minutos a Emilio Butragueño, fue víctima de una alevosa acción de Milan Jankovic que el árbitro quiso solventar sin tarjeta. Sin embargo, lo que verdaderamente tuvo que escocerle fue su fatídico protagonismo en el 1-0, obra del yugoslavo. Corría el minuto 26 cuando Flick derribó a El Buitre en la frontal. Una gran oportunidad para el libre directo de Hugo Sánchez, que Ricardo Gallego optó por ceder hacia Jankovic. Flick, el único defensa en percatarse, tuvo que salir apresuradamente de la barrera, pero el balón rozó lo justo su muslo para hacer imposible la estirada de Jean-Marie Pfaff. Desde aquella eliminación, Flick sólo pudo disputar un partido completo con el Bayern en el máximo torneo continental. En 1993, tras un rosario de problemas en sus rodillas, Flick dejó el fútbol. Tenía 28 años y no había llegado a debutar con la selección alemana.
«A menudo necesitaba la lesión de un compañero para entrar en el once. Incluso rindiendo bien, podía perder el puesto cuando el titular volvía a estar disponible. Era una situación difícil de manejar para alguien tan ambicioso como él», explica a EL MUNDO Günter Klein, autor de Hansi Flick: Die Biografie (Riva Verlag, 2021). La feroz competencia en aquel Bayern, liderado por Lothar Matthäus, Andreas Brehme o Klaus Augenthaler, obligaba a Flick a alternarse como central, interior derecho o pivote. Un cómodín para Jupp Heynckes, que acababa de aterrizar en Múnich tras ocho temporadas al frentedel Borussia Mönchengladbach.
A los 41 años, el sustituto de Udo Lattek debía gestionar los egos del vestuario, la retirada de Uli Hoeness y las urgencias de un club apremiado por su historia. Tras la derrota en la final de la Copa de Europa ante el Oporto, donde Flick también salió en la célebre fotografía del taconazo de Rabah Madjer, el Bayern sabía de la trascendental importancia de ese cruce ante el Real Madrid. Así que cuando Alexis Ponnet señaló el final, cumplidos los seis minutos de añadido, su compatriota Pfaff quiso enseñarle los tacos de Hugo Sánchez marcados en su costado. Por esa herida supuraba la decepción de Heynckes, que se sabía muy superior a Steaua, Benfica y PSV, los otros semifinalistas. El bofetón anímico fue tan duro que el Bayern se dejó puntos en seis de las últimas 11 jornadas de la Bundesliga, que terminaría en poder del Werder Bremen. Flick, de 23 años, sólo disputó cuatro de esos partidos como titular.
El influjo de Rutemöller
«A veces se quejaba del entrenador, pero años después hubo de admitir que las decisiones de Heynckes siempre fueron correctas», abunda Klein. Desde entonces, entre ambos surgió un vínculo que sobrevive hasta hoy. «En noviembre de 2019, cuando se hizo cargo del Bayern, Hansi recibió un fuerte apoyo de Jupp. Por aquellos días, todos hablaban de Flick como una solución interina, pero Heynckes defendió públicamente que contaba con el potencial para dirigir a este gran club», reitera el periodista del diario Münchner Merkur.
El otro personaje clave para el desarrollo de Flick como estratega fue Erich Rutemöller. «Durante los tres años que le dirigió en el Colonia (1990-1993) ya estaba seguro de que Hansi llegaría a los banquillos. Fue el primero en darse cuenta de que sobre el césped tenía la mentalidad de un entrenador. Y que era muy bueno conectando personas», razona Klein. Una década después, Rutemöller trabajó para la Federación Alemana (DFB), dirigiendo la academia de entrenadores cuando Flick obtuvo su licencia profesional de Fußballlehrer.
Sin esa empatía con sus jugadores no se puede entender el éxito de Flick, campeón de la Copa del Mundo de 2014 con Alemania como ayudante de Joachim Löw y timonel del Bayern durante la temporada 2019-2020, la mejor de su historia, con seis títulos. El seleccionador germano, ferviente admirador del fútbol de toque con el que la España de Vicente del Bosque alcanzó la gloria en 2010, confiaba en su primer ayudante para las acciones a balón parado, decisivas en el título de la Mannschaft en Brasil. Durante su etapa juntos (2006-2014), Flick y Löw viajaron varias veces al Camp Nou y el Bernabéu para asistir en directo a los clásicos de Liga y Champions.
Regalos por cumpleaños
El ascenso de Flick en la Federación, desde el puesto de director deportivo, supuso un trampolín para su meteórica carrera. Del banquillo del Hoffenheim pasó a asistente de Niko Kovac en el Bayern. El volcánico carácter del croata, en guerra abierta con Hasan Salihamidzic, terminaría desencadenando su destitución. Corría la undécima jornada de la Bundesliga cuando Flick promocionó como interino en el Allianz Arena, dejando claro, desde el primer minuto, que su modo de tratar al vestuario en nada se iba a parecer al de Kovac. De esa empatía saben mucho ahora en la Ciudad Condal.
«Conoce las fechas de cumpleaños de todos sus jugadores y su staff técnico. Les compra regalos. También felicita a algunos amigos que siguen al frente de equipos juveniles. Incluso les llama horas antes de una jornada de Champions», revela Klein, recordando cómo durante su etapa en la Federación mantenía hilo directo con los 18 entrenadores de la Bundesliga, sin importarle su aportación efectiva al combinado nacional. «La mayoría de aficionados no considera a Hansi como un gran comunicador, dado que no se siente cómodo cuando ha de comparecer ante la prensa. Sin embargo, creo que uno de sus puntos fuertes sigue siendo la facilidad con la que se vincula y comunica con el vestuario», razona.
Flick, el miércoles, durante el Barça-Bayern de Champions.EFE
Desde luego, los logros de Flick en el Barça han de interpretarse desde esta cercanía, de carácter humanista, con la que ha potenciado el rendimiento de Jules Koundé, Raphinha o Robert Lewandowski. Hoy, en la Ciudad Deportiva Joan Gamper se entrena a un ritmo muy diferente respecto a la época de Xavi Hernández. No se trata sólo del trabajo de Julio Tous, Pepe Conde, Rafa Maldonado y Germán Fernández, nuevos responsables de la preparación física, sino de la firme creencia de Flick en esta parcela.
Fuentes cercanas al vestuario azulgrana subrayan las diferencias respecto al curso pasado, cuando Lewandowski apenas podía resistir el avance de los minutos sin caer exhausto. Hoy, el polaco vuelve a parecerse a aquel ariete que dominaba cada rincón el área durante la fase final de la Champions 2020. El trabajo físico de Flick previo a aquella fase final de Lisboa, según recuerdan a este diario desde Alemania, resultó crucial para la sexta Orejona del Bayern. Y eso que por entonces, el gigante bávaro no exhibía un esquema tan extremo como el de este Barcelona, que mañana se presentará en el clásico con una defensa casi 50 metros por delante de Iñaki Peña. El objetivo de Flick pasa por mantener ese plan de riesgo ante Vinicius y Kylian Mbappé, posiblemente los dos mejores delanteros del planeta a campo abierto.
Un despido y un hogar
Un buen resultado en Chamartín fortalecería la candidatura del Barça y la figura de su técnico, quien hace poco más de un año vivía su peor momento como profesional. El humillante 4-1 encajado ante Japón precipitó su destitución como seleccionador alemán. Entre marzo y junio de 2023, la tetracampeona mundial sólo había solventado con victoria uno de sus cinco amistosos. Así que Hans-Joachim Watzke, presidente de la DFB, tuvo que decidir el primer despido en la historia de la Mannschaft. Por dura que se presentase la coyuntura, Flick mantuvo la calma bajo el calor de sus más cercanos.
Porque la familia siempre ejerció una gravitación decisiva para Flick, un tipo orgulloso de sus raíces provincianas. Nacido en Heidelberg, una ciudad de 160.000 habitantes a las afueras de Mannheim, su infancia transcurrió en la vecina Mückenloch. «Hans, su padre, había jugado de portero en el BSC Mückenloch. Y aquel minúsculo club fue el primero de Hansi, que siempre llevó a mucha honra ese diminutivo», rememora Klein.
Hoy, el preparador azulgrana mantiene su casa en Bammental, adonde regresa cada vez que dispone de algún día libre. De hecho, Silke, su esposa desde hace más de tres décadas, ni siquiera se ha mudado a Barcelona y se mantiene en el domicilio familiar. Un curioso modo de afrontar el contrato del Barça, extendido hasta 2026. Entonces, Flick habrá cumplido ya 61 años, seis más que el creador del mejor Barça de siempre. Desde Alemania, las fuentes consultadas por este diario, ven muy claras las diferencias. «No es un genio como Pep Guardiola, sino un técnico pragmático, capaz de ampliar las virtudes de sus jugadores y ocultar los defectos».
Velocidad endiablada con el balón pegado al pie y metros por delante para pensar dónde colocará la pelota sin alzar la cabeza. Huele donde están los centrales, a los que ni siquiera reta porque los tumba con controles precisos, y sabe cuál el resquicio de la portería a donde no llegan las manos del guardameta. Raphinha sólo necesita campo para activar su velocidad y soltar zurdazos imparables que lo están convirtiendo en un arma letal que el Barça ni imaginaba que tenía en el bolsillo. Es todo eso y mucho más.[Narración y estadísticas]
Como si el brazalete de capitán y los rumores le hubieran inyectado superpoderes, el brasileño vive una madurez espléndida. Nadie se atreve a pensar qué hubiera sido del arranque de proyecto de Hansi Flick sin este futbolista que infunde temor y suma 100 partidos y ya nueve goles. Un minuto tardó en romper en añicos los planes del Bayern en Montjuïc.
Fermín, en el círculo central, vio cómo se hacía un hueco a la espalda de Kimmich calculando fríamente para no caer en fuera de juego y lo lanzó a la carrera contra Neuer. Imposible que saliera perdedor del mano a mano y su gol puso al Barça el partido más cómodo al tiempo que los alemanes se enrabietaban. Nunca les habían marcado tan rápido en Champions.
Cuando el Bayern arrancó a sudar, arrebataron la pelota y el mando a los culés para convertir el duelo en un toma y daca que duró lo justo. La salida de Iñaki Peña ante Harry Kane evitó el primer susto, pero sintieron que el plan de buscar la espalda de la defensa azulgrana sólo tenían que engrasarlo un poco más. Lo hizo Müller con un centro que el delantero inglés convirtió en un gol sin validez por fuera de juego milimétrico. Habían detectado que el Barça jugaba al límite y se les podía castigar si les empujaban. Sin embargo, este Barça no tiembla ni se despista del objetivo.
Reparte y encaja con la misma naturalidad. Seduce y se faja sin sentirse incómodo. Por eso tampoco se arrugaron cuando, esta vez sí, de una banda a otra agitaron a la defensa para que Gnabry le pusiera el centro perfecto a Kane al segundo palo. El partido empezaba de nuevo a los 20 minutos. Lo cierto es que se reposó, y eso ayudó a que el balón, que había pasado poco por los pies azulgrana, empezaran a tenerlo Lamine Yamal o Fermín, que se volvió indetectable para los alemanes en la medular y eso siempre significa problemas. Si algo tienen estos dos futbolistas es descaro.
Lo mostró Lamine intentando forzar el error de Neuer casi en la línea de gol y lo logró el andaluz para delirio de Montjuïc. Dejó que Kim le ganara un salto en el que, con un ligero contacto, lo desequilibró y el balón le quedó franco para, ante la salida del meta germano, picársela a Lewandowski que aparecía en carrera. No falló el polaco a puerta vacía. No lo celebró, pero sí todo un estadio que, por fin, veía a su equipo en su salsa en la Liga y en la Champions League.
Nadie parece tener lastre desde que Flick llegó al banquillo. Ni siquiera pesó aquel doloroso 2-8 cuando el alemán estaba en el banquillo bávaro. Es más, se atreven a todo. Eso hizo Casadó con un larguísimo pase en diagonal que Raphinha pinchó para retar a Guerreiro, plantarse en el área y, ante las narices de Upamecano, cruzársela a Neuer. Doblete de un jugador que cumplía 100 partidos y juega tan libre como en el patio de su casa. Al descanso, el Barça parecía haberse sacudido el peso de la historia ante su mayor ogro europeo. Sólo fue el principio.
Quería el Bayern revolverse y acabó más hundido, vapuleado por un equipo desconocido en Europa y con una efectividad letal. Por si no había tenido bastante, lo comprobó cuando Lamine buscó en largo al héroe Raphinha. Precisión absoluta en el control para deshacerse, otra vez, de Upamecano y Kim con un gesto y soltar su veneno para enviar otra vez a Neuer a buscar la pelota al fondo de la red.
No encontró Vincent Kompany la forma de hacer reaccionar a sus hombres ni cambiando todo su frente de ataque con la artillería de Musiala, Sané y Goretzka. Podía frenar el vendaval, pero ya era inevitable salir empapado. El Barça, coreado por una grada entregada a los olés y agradecida por el espectáculo, se acerca al objetivo en Champions y encara el Clásico en el Bernabéu con la confianza por las nubes.
Si hay un equipo que ha angustiado al Barcelona en los últimos cuatro años, ese es el Bayern de Múnich, al que se medirá esta noche en Montjuïc (21.00 horas) en la tercera jornada de la liguilla de la Champions. Desde que el conjunto bávaro, de la mano en aquel entonces del actual técnico azulgrana, Hansi Flick, le endosara un demoledor 2-8 en los cuartos de final de la Champions de la temporada 2019-20, cada partido entre los azulgrana y la formación alemana ha caído del mismo lado. Y, además, casi siempre por goleada.
Por eso, el Bayern se antoja como la piedra de toque ideal para medir realmente el momento de forma de los culés. «El pasado no cuenta, lo que vale es el aquí y el ahora. Ya no podemos influir en lo que ocurrió, pero sí podemos influir en lo que va a pasar. Y lo que queremos es ganar al Bayern», recalcó ayer en la sala de prensa el siempre prudente Flick.
Las dos últimas visitas de los alemanes a Barcelona se saldaron con sendos 0-3. En el primero, en la temporada 2021-22, Ronald Koeman apuraba sus últimas fechas en el banquillo azulgrana. En el segundo, en la 2022-23, era ya Xavi Hernández quien dirigía los destinos barcelonistas. Ambos, eso sí, tuvieron como escenario el antiguo Camp Nou. El técnico de Terrassa, además, fue el responsable de preparar al equipo en sus dos últimos desplazamientos al estadio Allianz Arena. En el primero de ellos, cerró la fase de grupos con un 3-0 en contra. En el último, mientras, encajó un 2-0 en la segunda jornada de la liguilla.
«Siento la amabilidad con que me tratan»
En la Champions, ambos equipos se han enfrentado en 13 ocasiones, con 10 triunfos del Bayern, un empate y dos victorias del Barça. 33 goles a favor de los alemanes y 13 de los catalanes.
Según señaló Flick, los aficionados no le tienen en cuenta que él fuera el artífice de la mayor humillación del Barça en Europa. «Todos los días siento la amabilidad con que me tratan los seguidores, no tiene nada que ver con el pasado o con promesas de futuro. Lo que tenemos que hacer es trabajar cada día. El equipo está muy unido y La Masia influye en cómo trabajan los futbolistas, juntos, con entrega y respeto. Se preocupan los unos de los otros. La vuelta de Gavi, con el ambiente y el aplauso de los compañeros, me puso la piel de gallina. No sé si ganaremos todos los partidos, pero trabajaremos duro para lograrlo», recalcó el germano en la previa del encuentro de hoy.
Con los fríos números de lo que llevamos hasta ahora de temporada, la verdad es que el choque entre el Barça y el Bayern promete emociones fuertes. Ambos lideran sus respectivas ligas. En el caso de los azulgrana, con nueve victorias y una derrota en 10 jornadas disputadas, en las que han marcado 33 tantos y han encajado 10. Los bávaros, por su parte, suman cinco victorias y dos empates en siete jornadas, con 24 tantos a favor y siete en contra.
«una broma de mal gusto»
En el caso de los barcelonistas, gran parte de sus brillantes estadísticas anotadoras se debe al excelente momento de forma por el que atraviesa Robert Lewandowski, capaz de sumar 12 goles en el torneo de la regularidad. Por parte germana, su estilete es Harry Kane, quien acumula ocho goles en la presente edición de la Bundesliga. Tres de ellos, eso sí, los anotó el pasado fin de semana frente al Stuttgart.
Por parte azulgrana, además, destaca también Raphinha, incansable al que, según ha señalado, no le sentaron bien las especulaciones de que Nico Williams le tomara el relevo en el equipo el verano pasado. «Lo que hicieron en Instagram con las camisetas de Nico y la mía fue una broma de mal gusto. La gente puede hacer lo que quiera, pero me pareció una falta de respeto. Aunque no ha influido en mi arranque, sí debo decir que estoy muy motivado. Si antes daba el 100%, ahora doy el 200», recalcó el brasileño.
A Unai Emery le encomendaron una tarea muy específica cuando cogió la riendas del Aston Villa hace justo dos años: construir un equipo competitivo. «Que pelee por los cuatro primeros puestos en la Premier y compita por títulos europeos», confesaba en una entrevista a El Mundo cuando ya había dado el primer paso de llevar a los villanos a Europa después de 13 años. El miércoles ante el Bayern dio otro mayúsculo que acabó con Villa Park rendido a sus pies.
El Aston Villa volvía a la Liga de Campeones 21 años después y se estrenaba en casa con los bávaros bajo el recuerdo de aquella final de 1982 que los ingleses ganaron, el mayor tesoro del club. El momento histórico no se lo perdieron ni el Príncipe Guillermo ni Alexander Ceferin que entendieron, como todo el estadio, que el artífice de esta segunda victoria que tiene al equipo entre colíderes de la nueva competición es Emery.
El gol nació de dos de sus apuestas y de la capacidad su análisis de análisis de los rivales. Pau Torres sabía que debía buscar en largo a Jhon Durán y al colombiano Emery le había puesto mil vídeo de cómo a Neuer le gusta jugar adelantado. Por eso no dudó en probar una vaselina que enloqueció al estadio, como las paradas del Dibu Martínez. "Es el entrenador más importante de mi carrera", admite.
Monchi y Vidagany
Nadie duda de que ese gen competitivo y metódico es lo que Unai Emery ha inyectado a su club, en Europa y en la Premier, donde está a dos puntos del líder, el Liverpool, y sólo el Arsenal ha sido capaz de derrotarlo.
Quien recuerda su etapa como gunner reconoce que le faltó apoyo y tiempo para construir. Hasta el propio Henry lo admite y le aplaude en público. También Emery aprendió de aquel «sufrimiento» y en dos años ha construido una guardia pretoriana encabezada por Monchi y Damià Vidagany que le permite centrarse sólo en el rendimiento del equipo «y olvidarse de todo lo que hay alrededor».
«Está muy entregado, muy motivado, volcado en hacer cada día mejor al equipo», cuenta su entorno. Un ejemplo es el propio Durán, fichado en enero de 2023 que se ha convertido en este arranque de temporada en el máximo goleador sub-20 de las cinco grandes ligas, por delante de Lamine Yamal. «Eligió venir a Birmingham desde los Chicago Fires porque Emery le convenció. Y, aunque le costó adaptarse, ha tenido paciencia para cuidarlo y ha acabado explotando», explican. El resultado son seis goles, cuatro saliendo desde el banquillo para sustituir a Ollie Watkins. 17 millones de euros que ya son una ganga frente a los 40 en los que está tasado.
Octavo presupuesto de la Premier
El valor de la plantilla del Villa, «más profunda, más joven y más atlética», analizan, es de 615 millones de euros, más del triple (180) que la que el vasco se encontró y de la que han salido 20 jugadores en dos años. Algunos, como Douglas Luiz, rentabilizando su momento más dulce para recoger, en total, 145 millones frente a los 176,20 que han invertido en fichajes este verano como el del pivote belga Onana al Everton por 60 millones o el lateral neerlandés Ian Maatsen al Chelsea por 44,50.
¿Cuál es el objetivo entonces? ¿Se puede mirar alto? «Estar en Europa», simplifican. El resto, si viene, se peleará porque Emery no renuncia a nada. No lo hacía cuando empezó su carrera ni lo hace ahora desde la madurez que le convierte en uno de los mejores entrenadores de Europa.
No es un mensaje conformista cuando el presupuesto del Aston Villa es el octavo de la Premier League y apenas supera los 300 millones. Sólo el Manchester United, su próximo rival, se va por encima de los 700 y le mira a una distancia de seis puntos en seis partidos. Eso sí, siempre hay un David para Goliat.
El Bayer Leverkusen, vigente campeón de la Bundesliga, salió airoso de su visita a Múnich (1-1), donde el Bayern mostró su incapacidad para encontrar el gol y puso fin a su impecable inicio de temporada, donde se había impuesto en sus seis partidos de todas las competiciones. De este modo, Xabi Alonso prolonga su buena racha frente al gigante bávaro, a quien ya arrebató cuatro puntos en sus dos cruces de la pasada campaña.
En cualquier caso, el conjungo de Vincent Kompany deberá extraer conclusiones positivas de su actuación ante un rival que parece haber perdido su aura de superioridad que le hizo sumar su primer título tras 11 años. "Sólo logramos un empate, pero nuestro modo de jugar me impresionó", aseguró Max Eberl, director deportivo del Bayern.
"El objetivo era permanecer compactos y permitir poco", argumentó Granit Xhaka cuando le preguntaron sobre el gran momento de su rival. El Bayern dominó la primera media hora, pero el siempre combativo Robert Andrich remató una imponente volea a la salida de un córner y envió el balón junto al poste izquierdo de Manuel Neuer.
Omnipresente Pavlovic
Era la primera vez que el Bayern marchaba por detrás en el marcador desde que Kompany asumió el cargo. Andrich fue amonestado al minuto siguiente por una entrada sobre Harry Kane, que acabaría la noche con una estadística anómal: cero disparos a puerta. Por entonces, el dominio bávaro se traducía tanto en la posesión (69% al final del partido) como en los pases (710, con 91% de acierto). El largo recorrido de Aleksandar Pavlovic, que parecía multiplicarse en la medular, oscurecía el fútbol del Leverkusen, donde Jeremie Frimpong tampoco lograba acelerar desde el perfil derecho.
Pavlovic empató merecidamente en el minuto 39 con un formidable remate desde fuera del área. También en la primera parte, los seguidores del Bayern en el fondo sur del mostraron pancartas criticando a su club por las tonos grises en la camiseta de su equipo, contrarios a la tradición del club.
Tras el descanso, Serge Gnabry estrelló un balón en el poste y luego en el larguero, mientras Michael Olise desperdició otra oportunidad ante Lukas Hradecky. El guardameta finlandés se alzó como uno de los baluartes de un equipo que sólo inquietó a Neuer con un acercamiento postrero de Florian Wirtz.