Si alguien esperaba a Christian Horner metido en su caparazón o rehuyendo a las cámaras, a menudo impertinentes, es que no conoce su carácter. Antes del mediodía de ayer, el jefe de Red Bull se pavoneaba por el paddock con la frente alta y una amplia
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El pésimo arranque de Mundial, con seis carreras consecutivas a cero, venía tiñendo de pesimismo el discurso de Fernando Alonso. El bicampeón se veía cerrando el año sin puntos, como en 2001, su curso de debut en Minardi. Esos negros presagios, sin embargo, parece que pueden disolverse hoy en Imola, donde arranca quinto y deberá contener a Charles Leclerc, Lewis Hamilton y Andrea Kimi Antonelli, entre otros, para mantenerse en el top-10.
"Estaremos preparados para perder alguna posición, pero esperamos que no sean demasiadas", adelantó ayer el ovetense en la zona mixta del Autodromo Enzo e Dino Ferrari. Pese al tremendo salto competitivo de Aston Martin, Alonso optaba por la prudencia. "El coche siendo un poco frágil a la hora de empujar al límite y siempre da alguna sorpresa desagradable", analizó.
Sin embargo, los datos de ayer resultan más que alentadores para Aston Martin. El AMR25 fue el segundo coche que más mejoró respecto a la qualy de 2024 (56 centésimas), sólo por detrás de Williams. De este modo pudo desbancar de la Q3 a los Ferrari, que cedieron 63 centésimas respecto a sus prestaciones del año pasado en esta pista.
"Mejor de lo esperado"
"Todo fue mejor de lo esperado con el nuevo paquete aerodinámico", analizó Alonso, consciente de que ahora hay que "mantener los pies en el suelo". "No creo que seamos tan rápidos como para ser quintos, así que a ver si podemos mantenernos por ahí y sumar algunos puntos", declaró sobre la carrera, donde se espera una dura pugna también con los Williams.
Desde luego, el AMR25 volverá a perder comba ante sus rivales en las zonas más lentas del trazado (Tosa, Acque Minerali y Variante Alta). En el segundo sector, Stroll ya sufrió en exceso durante los entrenamientos libres, cuando se quedó muy corto a la hora extraer el rendimiento. De hecho, según sus propias declaraciones, sólo había percibido "pequeños cambios" en el coche y sus cronos fueron peores que los de su compañero, que montaba la especificación antigua.
De momento, Alonso mantiene su perfecto registro ante el canadiense en las sesiones clasificatorias (7-0). Y si extendemos el rango hasta 2024, el resultado resulta aún más devastador (12-0). Además, el papel de Stroll como primer candidato a probar las mejoras queda en entredicho. Tras las dos sesiones del viernes, su feedback a los ingenieros no pareció ajustarse a lo que realmente sucedía en el monoplaza.
Stroll, durante los libres del viernes en Monza.ASTON MARTIN
Sin embargo, a últimas hora del sábado, Stroll tuvo que reconocer que los cambios habían tenido un "impacto positivo". "Queda mucho rendimiento por desbloquear y en la carrera nos haremos una mejor idea de nuestro ritmo real", zanjó. A esa cautela quiso sumarse Alonso, cuyos dos últimos domingos en Imola se saldaron con un abandono (2022) y un decimonoveno puesto en la meta (2024). "Quizá este sea un circuito favorable, así que veremos cómo funciona el paquete nuevo en Mónaco o Montmeló", reflexionó el ovetense.
Lo que parece fuera de cualquier duda es que el AMR25 ha pasado de ser el último coche en Miami, donde Alonso cruzó la meta a 20 segundos del Sauber de Nico Hulkenberg, a convertirse en una fuerza emergente. Tampoco se puede cuestionar que sus ingenieros han desplegado todo el potencial del coche con los neumáticos medios. La mala noticia estriba en que para las 63 vueltas de hoy ya han agotado los juegos nuevos de dicho compuesto.
La superioridad de Max Verstappen en Shanghai no sólo se plasmó ayer en los 13 segundos sobre Lando Norris en la meta, ni con su ritmo de carrera, 77 centésimas más rápido por vuelta que McLaren y 1,27 segundos mejor que Ferrari. El dominio de Red Bull quedó aún más evidencia en los boxes, con un doble pit-stop casi simultáneo para sus dos pilotos en la vuelta 10, resuelto en apenas 2,1 y 2,0 segundos. De hecho, la única preocupación de Mad Max durante el tramo final se redujo a no pasar por encima de las piezas del Sauber de Guanyu Zhou esparcidas sobre el asfalto: «Pasé por la zona a 300 km/h y sólo quería comprobar que todo estaba bien, porque los neumáticos, cuando se enfrían y envejecen, se pinchan fácilmente». Sin nadie que le incordiase, el líder del Mundial impartió ayer otra clase magistral en China.
En realidad, el regreso al Shanghai International Circuit, tras cuatro años fuera del calendario, resultó casi perfecto para Verstappen, porque el sábado también supo remontar desde la cuarta plaza hasta la victoria en la sprint race. Incluso cuando tropieza con algún obstáculo por el camino, el tricampeón mundial se impone con extraordinaria suficiencia. Mientras Sergio Pérez no lograba echar el lazo a Norris, el neerlandés volvía a batir a su compañero con 69 centésimas por vuelta. Con este cuarto triunfo del año, Red Bull ya suma 117 a lo largo de toda su historia, con lo que supera el registro de Mercedes en la era moderna (116, si descontamos sus nueve victorias de 1950).
Con McLaren y Ferrari sin recursos ante el aterrador ritmo del RB-20, los intentos de desestabilizar a Red Bull se ventilan fuera de la pista, donde Toto Wolff, jefe de Mercedes, sigue cortejando a Verstappen. Al igual que en Jeddah y Melbourne, donde admitió que le «encantaría» contar con el neerlandés en su garaje, el austriaco reiteró ayer sus recados a Max de un modo más sutil. Es decir, señalando a 2026, cuando entrará en vigor la nueva normativa. «Estamos en una posición muy buena para 2026. Somos ambiciosos con los objetivos que nos hemos marcado para la unidad de potencia, la batería, el combustible y si somos capaces de producir un chasis decente, seremos una valiosa alternativa», adelantó el team principal de las Flechas de Plata.
La ironía de Horner
Este mensaje velado, lógicamente, cayó ayer bastante mal en Red Bull y Christian Horner no tardaría en replicar. «No creo que los problemas de Toto sean sus pilotos. Probablemente tenga otros elementos en los que necesita centrarse en lugar de buscar pilotos que no están disponibles», aseguró el británico. Por si quedaba alguien que no se diese por enterado, Horner dejó constancia de que, en estos momentos, Mercedes cuenta con menos prestaciones que McLaren y Aston Martin, dos de sus equipos clientes.
«¿Habéis oído que George Russell termina contrato a finales de 2025? Quizá no esté tan interesado en 2026. El mercado se mueve», ironizó. Cuando le preguntaron si la posición de Verstappen no viene siendo calculadamente confusa, Horner despejó las nubes en el horizonte. «Puedo asegurar que no hay ambigüedad sobre dónde estará Verstappen el año que viene», zanjó.
Asimismo, tras una pregunta relativa a si Max debería poner coto a los rumores, Horner se mostró concluyente: «No sé cuántas veces tiene que decirlo. Lo ha repetido muchas veces. No voy a entrar en eso, porque creo que a veces sólo se quiere generar ruido». En cuanto al propio protagonista, que a finales de 2021 firmó un contrato multianual, las cosas también parecen claras. «Lo único que dije desde el principio es que queremos tener un ambiente tranquilo. Mientras esté contento con el equipo no habrá razones para irme», concedió Verstappen. En su decisión final pesará también el criterio de su padre Jos y Raymond Vermeulen, su agente. A la espera de una solución, seguirá arrasando a quien se le cruce estos días por la pista.
Agradeció a Riccardo Adami, su ingeniero de pista, y a todo el equipo: "Ha sido un placer conducir para vosotros. ¡Forza Ferrari!" En el último mensaje de Carlos Sainz como piloto de la Scuderia, cabía la satisfacción por su segundo puesto en el podio y el desencanto por el Mundial de Constructores. Lando Norris acababa de ganar el GP de Abu Dhabi, haciendo campeón a McLaren por vez primera desde 1998, así que Sainz, su amigo, no podría despedirse como le hubiese gustado de la gente de Maranello.
Sólo hubo un instante con el fulgor de un milagro. El Visa Cash App RB echaba humo y Liam Lawson salía por piernas de un coche sin frenos. Pero se trataba ya de la penúltima vuelta y no había tiempo ni espacio para el safety car. Tampoco hubiese sido justo para Norris, siempre con un punto de ventaja en el pedal del gas. Tras un año con tantos escarmientos, el británico supo llevar a término tantas horas de trabajo en Woking. Charles Leclerc, tercero en el podio, ni siquiera iba a arrebatarle el subcampeonato de pilotos.
Se había acostado ya el sol por el Golfo Pérsico cuando Lewis Hamilton cruzaba la bandera a cuadros en cuarta posición. Tras librarse de George Russell en la última vuelta con un movimiento por el exterior de la curva 9, el heptacampéon conmemoraba acrobáticamente su adiós a Mercedes. Apenas hubo constancia de Max Verstappen, sexto, pero sí de Fernando Alonso, noveno por delante de Oscar Piastri, librándose del doblaje y salvando, otra semana más, el decoro de Aston Martin.
10 segundos a Piastri
A Ferrari le sonrió la fortuna en la primera curva, cuando Verstappen, sin apenas espacio, buscó el interior ante Piastri. "Una maniobra de campeón del mundo", ironizó el australiano, relegado de pronto a la penúltima posición. Un trompo que retrasaría a Mad Max, penalizado con 10 segundos por los comisarios. Aunque Norris lideraba con holgura ante Sainz, la inquietud empezaba a reinar en McLaren.
Leclerc, partiendo desde la penúltima plaza de la parrilla, ascendió hasta la cuarta en apenas 12 vueltas. Sin red, sin nada que perder, Ferrari debía exprimir sus opciones de doblete y aferrarse a alguna estampita de la virgen de Maranello. Alguna plegaria debieron de atender ahí arriba cuando Piastri recibió 10 segundos por causar un pinchazo a Franco Colapinto. Quizá el ritmo del SF24 no bastase ante el rival papaya, pero había que jugar la partida con sutilezas de tahúr.
En la vuelta 21, Leclerc abrió el libro de la estrategia en busca del undercut sobre Russell. Cuatro giros más tarde, Sainz pasó por boxes para montar los duros, al igual que Norris. La gloria o el fracaso se dilucidarían con ese compuesto C3, con el que los favoritos pretendían alcanzar la meta. Los mecánicos de Ferrari y McLaren cumplieron rigurosamente, dejando sus pit-stops en apenas 2,2 segundos. Leclerc rodaba tercero, por detrás de Sainz, mientras Piastri deambulaba aún fuera de los puntos.
Norris, en el podio, junto a Sainz y Leclerc.AFP
En cualquier caso, McLaren guardaba el as de bastos, su baza ganadora. Esos 21 puntos de ventaja en el Mundial se antojaban más que suficientes gracias al MCL38 de Norris, que arañaba a Sainz una décima por vuelta. A 20 vueltas para la meta, Ferrari ya sólo podía aferrarse a los imponderables. Implorar por un error humano, por una avería, por una catástrofe en cadena. Ni siquiera bastaba el tradicional safety car. Había que invocar sortilegios más sofisticados.
En una situación tan desesperada quizá sólo quedaba un resquicio: retirar los duros y tirar la casa por la ventana con los blandos. Los mecánicos de Ferrari, a falta de 10 vueltas, los enseñaron a la puerta del garaje por si sembraban algún desconcierto. Bryan Bozzi también lanzó un mensaje de radio a Leclerc jugando al despiste. "No sé lo que llamas ritmo, pero este no lo es", replicó el monegasco. No cabían farsas, ni medias tintas. El título, 26 años después, volvía a McLaren, que desempata con Mercedes para igualar los nueve de Williams.