La última clase magistral de Kroos en el Bernabéu: 34.022 pases, cinco ovaciones y las lágrimas de Amelie
Hubo un momento en que Toni Kroos a punto estuvo de ponerse en la fila de los futbolistas del Betis cuando le realizaban el pasillo en homenaje a su carrera. El alemán, tímido en estos lances, se notaba incómodo ante el gesto grandilocuente de rivales y compañeros, éstos con su número ocho en la espalda.
Era la tercera ovación en apenas 30 minutos. La primera llegó cuando salió a calentar y la segunda cuando el speaker del Bernabéu cantó su nombre por última vez. Un momento, obviamente, mucho más largo de lo que suele ser habitual.
La grada, por su parte, le homenajeaba bajo un tifo en el que ponía: "Gracias, leyenda" y resaltaba los títulos conseguidos por el centrocampista en el equipo blanco. No hay característica más común entre ambos que reflejar las grandes victorias. El ADN ganador.
Vienen a la memoria las palabras tras el retraso de 30 minutos en la final de Champions en París ante el Liverpool por los incidentes en la entrada. "Da igual, les ganaremos media hora más tarde", expresó tan tranquilo como su juego. Frío y preciso como un bisturí.
No hacía falta que el germano afilara sus adidas blancas en este duelo contra el Betis. No había nada en juego, pero el homenaje debía completarse con un nuevo clínic de fútbol del teutón.
Su exhibición en el pase fue la habitual, elevando la precisión de su equipo y moviendo el balón de lado a lado, como si hacer desplazamientos de 30 metros pareciera un ejercicio sencillo y no una suerte alabada solo en esta Champions por técnicos como Pep Guardiola o Thomas Tuchel.
Completó el alemán 110 pases con un 97% de acierto. Pero, si enunciamos el número total, hablamos de 34.022 pases en 464 partidos con el Real Madrid, con un acierto medio de casi un 94%. Unas cifras difíciles de igualar.
Y en el minuto 85, Ancelotti cumplía lo pactado con el alemán, un futbolista con "huevos", como le calificó en la previa, con su familia germano- española esperando en el túnel de vestuarios. Pitaba el árbitro para ordenar el cambio, mientras éste daba el primer abrazo a Modric, su pareja de Champions, antes de fundirse en otro con el resto de sus compañeros, incluso con Kepa, que abandonaba la portería para estar junto al alemán.
Y entonces, tras salir del campo y despedirse del entrenador italiano y agradecerle el gesto, el frío centrocampista rompía a llorar al abrazarse a su hija mayor, Amelie, que tampoco podía contener las lágrimas. Los ojos del estadio se quedaban en la banda y se olvidaban de lo que ocurría en el terreno de juego.
Poco más ocurrió tras la cuarta ovación a Kroos. Sus compañeros le manteaban con el Bernabéu en pie, e Isco, entre los asistentes que no se quisieron perder el adios del 8 madridista. "Es una leyenda, un jugador magnífico, no pierde un balón", concedió el bético Rodri al término del encuentro.
Traca final
Hasta 15 minutos después de finalizar el choque, todo el Bernabéu seguía en sus asientos rompiéndose las manos por el alemán, la quinta ovación. El Madrid ha tenido muchas leyendas, pero quizás ninguna ha terminado su ciclo de blanco de esta manera. "Solo puedo decir gracias al madridismo", se despedía el futbolista en los medios del club.
El alemán admitió que cuando vio a sus hijos, sus lágrimas le "mataron" y ya se derrumbó. Aprovechó el centrocampista para alabar el buen grupo tanto humano como futbolístico con el que ha compartido vestuario y apeló a no olvidarse que su despedida tiene que finalizar levantando la decimoquinta Champions en Wembley.
Objetivo que comparte con Carlo Ancelotti. El italiano alababa la despedida "merecida" que le ha brindado su afición al alemán y le ha calificado como "uno de los más grandes". Pocos jugadores han conseguido ese reconocimiento unánime vistiendo de blanco.