El Madrid de Xabi también se golpea con Anfield y con su realidad europea

Actualizado Martes, 4 noviembre 2025 - 23:03

Anfield no recibe partidos. Los convoca. El You'll never walk alone repicó los tambores de guerra entre dos clásicos del fútbol europeo que mantienen sus batallas y heridas abiertas, como la de Trent o la final de París. Esta trinchera fue para el Liverpool, superior a un Madrid inconsistente, demasiado conservador y sin ideas, sostenido en la noche británica por un Courtois imperial y rematado por Mac Allister, el más bajito, de cabeza. El Madrid de Xabi Alonso, como el de Ancelotti hace unos meses, se cruzó con la realidad red. [Narración y estadísticas (1-0)]

Alonso fue 'clásico' en su alineación, recurriendo a los mismos once y al mismo esquema con el que el Madrid venció al Barcelona hace unos días, con Camavinga en la derecha del centro del campo y Valverde en el lateral. Un sistema para dominar desde el balón y el físico que sufrió para contener el impulso constante del Liverpool y de su grada. Desatados, como siempre de local en Europa y como exige la mística del lugar, el cuadro de Slot sacudió la noche blanca y tanteó a Courtois una y otra vez. El belga, gigante con capa y vuelo, evitó un resultado adverso antes del descanso.

Mac Allister tuvo la primera en el nueve tras un error de Huijsen, pero su disparó salió alto. Se asentó el Madrid sobre el verde una vez que paraba de llover, asumiendo la posesión y tratando de rebajar las revoluciones de la ciudad. Quizás demasiado, porque Anfield ruge si el ritmo se detiene. Levantados de sus asientos, los 'reds' pellizcaron a los suyos tras la primera ocasión de Mbappé y después de un mal disparo de Tchouaméni y el Liverpool reaccionó.

Un pie casi inimaginable

En el 27 tuvo la más clara. Wirtz aceleró por la derecha aprovechando un fallo de Huijsen en el despeje y cedió atrás para Szoboszlai, que de primeras soñaba con celebrar el 1-0, pero apareció Courtois con un pie salvador y casi inimaginable.

Alonso mandó a los suyos marcar hombre a hombre en defensa, pero se desesperó por el paso atrás de su equipo ante el empuje local. El Madrid cedió metros y el Liverpool le comió espacio, inclinando el duelo hacia la portería del belga.

En el 29, Kovacs señaló falta en la frontal por mano de Tchouaméni y el VAR le llamó para revisar un posible penalti. Parecía dentro del área, pero el colegiado determinó que el brazo estaba en posición natural. Se salvó el Madrid, pero enfureció Anfield. En el 36 y en el 42, Szoboszlai probó dos veces desde la misma posición, en el pico del área y con un disparo en diagonal, a Courtois, salvando el guardameta ambas acciones. Un muro constante.

Mbappé, con el balón, el martes en Anfield.

Mbappé, con el balón, el martes en Anfield.AFP

Antes del descanso, Bellingham realizó el primer tiro a puerta del Madrid tras un buen recorte sobre Konaté, pero Mamardashvili despejó su intento. Podría haber sido psicológico, un oxígeno para los blancos camino de vestuarios, pero el segundo tramo comenzó igual.

En apenas cinco minutos, Courtois realizó tres paradas extraordinarias para evitar el tanto red. Dos a Van Dijk y Ekitike después de sendos córners y otra a Szoboszlai, desesperado el húngaro, en una falta.

Mismo guion tras el descanso

El Madrid trató de librarse de la presión ambiental con balón, pero estuvo impreciso en las acciones más fáciles. Como fuera de contexto, lejos de sus mejores sensaciones, y sin posesión no había respiro. Mucho menos en Anfield. El estadio red sonríe en cada balón parado. Y en el 60 estalló de júbilo. Szoboszlai puso un balón medido al centro del área en una falta lateral y Mac Allister, libre de marca, batió de cabeza a Courtois. Al octavo intento británico sobre los tres palos de su guarida, el belga no pudo hacer nada.

Alonso reaccionó al gol con la entrada de Rodrygo por Camavinga. Quería incidir más en el carril derecho, donde apenas había aparecido nadie, pero el brasileño, sin ritmo y sin partidos, está lejos de aquel jugador que desactivaba las noches europeas del conjunto blanco. Tampoco brillaban Vinicius y Mbappé, aunque en el tramo final trataron de descubrirse con más miedo que ilusión. Al francés se le fue desviado un remate dentro del área en el 74 tras un pase atrás del brasileño en la única ocasión clara del Madrid en el hipotético asedio final.

No fue un asedio, ni siquiera un amago. El Madrid se golpeó de nuevo con la realidad europea y perdió su primer partido en la Liga de Campeones bajo el mando de Alonso, el segundo del curso.

Los años de Xabi Alonso en los muelles de Albert Dock: "Abrazó la vida de Liverpool"

Los años de Xabi Alonso en los muelles de Albert Dock: “Abrazó la vida de Liverpool”

El frío y el viento aceleran helados por el río Mersey para iniciar el mes de noviembre y ya casi nadie se atreve a pasear por los muelles de Liverpool. El sol lleva escondido varias semanas y los abrigos y el gorro son una obligación para caminar alrededor del Royal Albert Dock, antes centro neurálgico del comercio en esta parte del Reino Unido, ahora punto de interés turístico y siempre la zona con las temperaturas más bajas de toda la ciudad. Sorprende comprobar que pudiendo vivir en una casa grande en el interior de la región, resguardado de fotógrafos, aficionados y grados bajos, un futbolista joven como Xabi Alonso, recién llegado de España a sus 22 años, decidiera vivir en un apartamento en pleno centro.

«Abrazó la vida de Liverpool, vivía en el centro y se convirtió en enlace entre la vieja guardia del vestuario y los nuevos que llegaban desde España», recordó Jamie Carragher, leyenda del equipo británico. La estatua de The Beatles sigue atrayendo turistas hacia los muelles de Albert Dock, en línea recta con The Cavern, pub natal del grupo y núcleo del ocio de Liverpool.

El entrenador del Real Madrid regresa esta noche a Anfield 21 años después de su fichaje por el club inglés. No será su primera vez, tras debutar como técnico visitante el curso pasado con el Bayer Leverkusen, pero sí la que conecta dos de los tres mundos de su carrera futbolística: la 'red' y la blanca, dejando a un lado emocional la txuri-urdin.

Lo hace, además, en un momento clave para su gobierno en el banquillo de Chamartín: en plena racha de victorias, seis seguidas y 13 de 14 entre Liga y Champions, y una vez superada, de momento, la polémica alrededor de su relación con Vinicius Júnior. Situación interesante y que seguro le trae recuerdos de Liverpool, donde vivió momentos de éxito y tensión con Rafa Benítez. El técnico español le convenció para firmar por el conjunto red en 2004, ganaron una Copa de Europa juntos en el famoso 'Milagro de Estambul' en 2005, donde Xabi marcó uno de los goles, y terminaron dividiendo caminos entre tiranteces, mensajes directos y peticiones.

"Rafa no es de ese tipo de personas"

En 2008, Benítez le pidió que se fuera para poder fichar a Gareth Barry, capitán del Aston Villa que finalmente firmó con el City. Y en 2009, Alonso, que se había quedado a pesar del interés de varios grandes, acabó yéndose al Madrid en contra de la postura del entrenador, que en ese instante sí le quería en la plantilla.

«Todo el mundo sabe que un jugador agradece sentirse querido, una palmadita en la espalda de vez en cuando, pero Rafa no es de ese tipo de personas», admitió Alonso después de su salida en una entrevista en Champions Magazine. «En 2009 ya no tenía nada que probar ni una motivación extra. Y se lo dije a Rafa: 'El año pasado me querías fuera y ahora soy yo el que se quiere ir'», dijo en otra publicada por el propio Liverpool años después.

Benítez es uno de los técnicos que influyó en la carrera como entrenador de Alonso, pero un escalón por debajo de Guardiola y Mourinho, figuras clave para entender la trascendencia del vasco en los banquillos. Del catalán tiene la presión tras pérdida y la importancia de la ocupación de espacios, y del portugués la verticalidad y la fortaleza defensiva. De ambos, eso sí, aprendió y copió la necesidad de la cercanía entre el futbolista y el entrenador.

Así ha tratado de gestionar el enfado de Vinicius. Le ha dado espacio al futbolista, que necesitó un par de días para disculparse con el grupo, y a partir de ahí intenta recuperar sensaciones con el brasileño con una relación «directa y sincera». «Lo más importante es ser auténtico y tener una relación directa y sincera, sabiendo el rol de cada uno y siempre pensando en lo mejor para el equipo», explicó el viernes.

"Un personaje fuerte y amado"

Y ahí, quizás, hay algo de Benítez. Directo cuando en 2008 le dijo que tenía que buscarse equipo. «Rafa no opera como otros técnicos, mantiene las distancias emocionalmente, él es el entrenador y tú el jugador, así le gusta y hay que aceptarlo», dijo en The People hace años.

La salida de Xabi hacia el Madrid descompuso al Liverpool, que terminó séptimo en la Premier League tras haber peleado el título en el último año de Alonso. Un fracaso que provocó el despido de Benítez. «Era un personaje fuerte y amado por los fans, así que cuando Benítez quiso venderlo hubo mucho alboroto. Fue un momento crucial. Cuando se fue, el funcionamiento de nuestro equipo se rompió, su salida afectó a todos», explicó Carragher.

21 años después de firmar por el Liverpool y 16 después de abandonar Anfield para fichar por el Madrid, Xabi puso ayer un pie de nuevo en Anfield, lugar donde aprovechó, junto a Arnold, Huijsen y Emilio Butragueño, para honrar la memoria de Diogo Jota. «La época en el Liverpool ha influido mucho en mi carrera como entrenador y recuerdo muchas cosas que me ayudan en el día a día, seguro. Con Rafa aprendí mucho», admitió ayer.

Arthur Johnson, el hombre que enseñó a jugar al Real Madrid: "Su lápida debería ser cuidada desde aquí"

Arthur Johnson, el hombre que enseñó a jugar al Real Madrid: “Su lápida debería ser cuidada desde aquí”

Hubo un hombre, en el origen de todo, que tuvo que explicar al Real Madrid cómo se jugaba al fútbol. No se trataba de un debate estético, sino de una cuestión embrionaria, primordial. Hubo un pionero que enseñó a sus compañeros de equipo -los primeros socios del club- que había que pasarse el balón y no avanzar a lo loco con él, como haría cualquier niño; que había que nombrar a un capitán; que cuando la pelota salía del campo había que devolverla con prontitud en lugar de encender un cigarrillo junto a la línea de cal. Ese pionero, autor del primer gol en la historia del Madrid, se llamaba Arthur Johnson y hoy recibirá una ofrenda floral en el cementerio de Wallasey antes de que la Champions eche a rodar en Anfield.

«Johnson es un símbolo de la importancia que tuvo lo extranjero en el desarrollo económico español. En cómo se incorporó el deporte en la cultura. Se trata de un concepto básico del regeneracionismo del 98 y de la Institución Libre de Enseñanza, con su empeño de europeizar España. Una de las formas de europeizarnos fue el fútbol», explica Ángel Bahamonde, autor de El Real Madrid en la historia de España (Taurus, 2002), el libro que mejor ha profundizado en la evolución del club blanco a lo largo del siglo XX. «Su lápida debería ser cuidada desde aquí. Tendría que ser un compromiso moral», subraya, en conversación con EL MUNDO.

A juicio de Bahamonde, durante la etapa de Johnson, aquel Madrid FC era «un grupo de amigos que se dedicaban a jugar al fútbol, sin más». «Los socios del club eran los que disputaban los partidos, así de simple. No es que fueran amateurs, sino que se trataba de un mero divertimento. Y es algo que creo que aún no llegamos a entender bien», añade el catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Carlos III.

13 de mayo de 1902

Nacido en Dublín el 31 de agosto de 1878, Johnson llegó a Madrid en 1900 por motivos laborales. Trabajaba como ingeniero en la United Alkali Company, una empresa química británica con la que andaba de allá para acá. En la capital contrajo matrimonio y nació su primogénita, a la que puso el nombre de Carmen. Según contaba Julián Palacios, primer presidente del Madrid, su boda se celebró un sábado porque el novio quería participar, a toda costa, en el partido del domingo.

El 13 de mayo de 1902, Johnson ejerció de capitán del Madrid FC durante la semifinal de la Copa Coronación, saldada con derrota ante el FC Barcelona (1-3), donde él anotaría el gol del honor, el primero en la historia del club. En 1904, abandonó la Villa y Corte. Y ya nunca regresaría. En España sólo ha quedado registrada otra breve estancia en la localidad onubense de Valverde del Camino. Después se instaló en Liverpool, donde falleció el 23 de marzo de 1929, con 50 años, víctima de una neumonía.

Hasta aquí las evidencias de un personaje envuelto en la bruma y sobre el que se amontona el polvo del olvido. Algo habitual entre los padres fundadores del Madrid. Su legado sólo quedó por escrito en Heraldo del Sport. Fue el 22 de marzo de 1902 cuando esa revista publicó sus cuatro normas «para el mayor desarrollo de este sport y para que en nuestra patria llegue a ejercitarse en toda su pureza».

La tumba de Johnso y su esposa, en el Cementerio de Wallasey.

La tumba de Johnso y su esposa, en el Cementerio de Wallasey.

«El Barcelona cuida muy bien su historia, pero el Madrid sólo la atiende a partir de Santiago Bernabéu. Es lo que yo llamo Bernabéu, año cero. Se han preocupado de una parcela importante, aunque antes de Bernabéu no tienen ni idea. Y no les interesa, que es lo peor del caso», subraya Bahamonde. Hoy, 96 años después de su muerte, Johnson recibirá un pequeño acto de reparación. No de un modo oficial, sino gracias a un grupo aficionados del Liverpool y del Real Madrid, que colocarán una corona de flores sobre su tumba y rezarán una breve oración en su memoria.

La iniciativa ha contado con el impulso de Les Wright, veterano hincha de los reds, acostumbrado a confraternizar con las peñas madridistas durante los últimos años. «Los ingleses nos siguen dando lecciones, no solamente de cómo llevan la Premier y el negocio del fútbol, sino del modo en que cuidan la tradición y la traen al presente», admite Juan Antonio Simón, autor de Construyendo una pasión: el fútbol en España, 1900-1936 (UNIR, 2015).

Cuando en 2011 defendió su tesis, sobre el origen y desarrollo del balompié en nuestro país, Simón se dio de bruces con la realidad. Apenas existía un rastro que seguir sobre aquel primer tercio del siglo XX. Por entonces, el propio Real Madrid aún proclamaba a Johnson como su primer técnico. Un disparate para quien haya leído algo sobre aquella época primigenia. «Por entonces no existía la figura del entrenador, como tampoco la del entrenamiento», zanja este especialista en Historia del deporte.

El primer partido entre el Madrid CF y el FC Barcelona, en 1902.

El primer partido entre el Madrid CF y el FC Barcelona, en 1902.ARCHIVO ABC

«El rol de entrenador llegará a partir de la segunda mitad de los años 20, cuando se empieza a apostar por el profesionalismo. Eso significa una estructura donde hay que tener contratos, sueldos y hay que intentar jugar el mayor número de partidos para generar un beneficio económico. Y no partidos del Campeonato Regional, donde quizá no haya grandes taquillas, sino de los buenos. Lo que se plantea ahora con la Superliga ya se hacía a principios de siglo», afirma Simón.

Durante los últimos años, este profesor en el INEF se ha topado con las dificultades para rastrear en las actas, en las hojas de contabilidad, en los presupuestos, en los papeles roídos por el tiempo, en las cajas que abultaban demasiado y terminaron en el vertedero. Casi en las antípodas de lo que sucede los clubes británicos. «Ellos tienen un culto al fútbol. Cada dos por tres andan homenajeando a sus pioneros. Es algo que aquí no entendemos», abunda Bahamonde.

De regreso a la figura seminal de Johnson, el autor de Madrid 1939. La conjura del coronel Casado (Cátedra, 2014) destaca algunos aspectos que arrojan algo de luz sobre aquellos jóvenes en pantalones cortos que daban patadas a un balón entre las calles Narváez y O'Donnell. «Hasta 1920, los socios jugadores del Madrid aún eran niños bien, con posibilidades económicas, muchos de ellos estudiantes», describe. Al citado primer clásico contra el Barça, disputado en el Hipódromo, se acercaron unos 2.000 curiosos.

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«Muchas veces pensamos que el fútbol es global desde hace 10 minutos, pero cuando vemos el ejemplo de Johnson nos damos cuenta que el fútbol ya lo era a principios del siglo XX. También se ve en el caso de un suizo como Joan Gamper, fundador del FC Barcelona. Estos jóvenes extranjeros se trasladaban por cuestiones profesionales y allá donde caían, en Francia, en España o en Alemania, intentaban seguir desarrollando el fútbol, el rugby u otros deportes», recalca Simón. «Aunque la colonia británica no fue muy importante en el fútbol de Madrid, a diferencia de lo que sucedía en Barcelona, Bilbao, San Sebastián o Huelva, sí hubo quienes dieron ese primer paso para organizarlo. Johnson, aunque estuvo muy pocos años en el Madrid CF, fue quien les enseñó a jugar, así que a nivel cualitativo fue clave», sostiene el autor de Football and International Relations under Francoism (Routledge, 2024).

Aún hoy, más de un siglo después, causa asombro el modo en que aquellas formas precursoras del fútbol iban a convertirse, en tiempo récord en un fenómeno de masas. «¿Cómo fue posible que en sólo dos décadas la gente fuese a recibir al Madrid a la estación de Atocha? ¿Y que se construyeran estadios como el Metropolitano, Les Corts, Montjuic, o el viejo Chamartín para que miles de personas llenen las gradas? Eso es lo increíble. Eso es lo que se tiene que seguir investigando?», concluye.

Emotivo homenaje del Madrid a Diogo Jota en Anfield Road, con carta de Alexander-Arnold: “Te echo de menos cada día”

Actualizado Lunes, 3 noviembre 2025 - 20:23

Previa de emociones en Anfield Road. Xabi Alonso y Trent Alexander-Arnold volvieron al estadio que fue su casa durante cinco años (en el caso del técnico vasco) y toda una vida (para el lateral derecho del Real Madrid). Un regreso para disputar la cuarta jornada de la Champions League contra el Liverpool y, de paso, homenajear la memoria de Diogo Jota, compañero y amigo de Trent en el cuadro 'red' y fallecido en un accidente de coche el pasado mes de julio junto a su hermano. La afición le recuerda cada fin de semana con una ofrenda a las puertas de Anfield, lugar que visitaron Arnold, Alonso y Huijsen, protagonista de la plantilla en sala de prensa, después de la comparecencia del central y del entrenador del conjunto blanco en el campo inglés.

Los tres, junto a Emilio Butragueño, guardaron un minuto de silencio bajo la lluvia y el viento de Liverpool y después dejaron varios ramos de flores, uno en nombre del Madrid y otro a nombre propio de parte de Trent, uno de los mejores amigos de Jota en el vestuario 'red' durante los últimos años. El inglés quiso, además, dejar una carta de su puño y letra en el césped. "Se te echa tanto de menos pero al mismo tiempo eres tan querido. Tu memoria y la de André siempre vivirá. Siempre sonrío cuando pienso en ti y siempre recordaré los buenos tiempos que compartimos. Te echo de menos amigo, cada día. Con amor, Trent y familia", escribió Arnold.

A unos metros, Alonso colocó el ramo del Madrid con el siguiente texto: "El Real Madrid expresa sus condolencias al Liverpool FC y a la familia de Diogo Jota. El mundo del fútbol siente pérdida de un jugador excepcional y una persona increíble".

Unos minutos antes, Alonso había analizado su regreso a la ciudad y el encuentro contra el que un día fue su equipo.

"Intento que las emociones no me puedan demasiado, quiero estar concentrado en el partido, que eso no cambie mi preparación y lo que tenemos que hacer y mi conexión con mis jugadores. Intento distanciarme de la emocionalidad de estos partidos", reflexionó Alonso, que volvió a insistir en que Mbappé es el primer lanzador de penaltis del equipo.

"Es un gran partido del fútbol europeo. Tanto Trent como yo tenemos nuestra historia aquí y siempre sabe bien volver a un sitio en el que te han querido tanto", añadió.

Huijsen, por su parte, envió un pequeño 'palo' a la prensa por el tratamiento de la reacción de Vinicius a su cambio en el clásico. "En la prensa se escribió mucho, habéis hecho mucho lío con algo que no era para tanto. Ha pedido perdón, es un compañero increíble, no pasa nada y estas cosas pasan en el fútbol", dijo el central internacional con España.

La pasión turca a vista de dron: toda la transformación de Arda Güler llevada a cabo por Xabi Alonso en el Real Madrid

La pasión turca a vista de dron: toda la transformación de Arda Güler llevada a cabo por Xabi Alonso en el Real Madrid

Al observar a Arda Güler uno no piensa en Yaman, el arrebatador protagonista de La pasión turca. Güler es huidizo, de mirada oblicua, tímido, frágil en apariencia, lejos de la exuberancia del personaje de ficción, interpretado en el cine por el galán francés George Corraface, a cuya voluptuosa presencia sucumbe Desideria Oliván, Desi, presa de la rutina de su matrimonio. Antonio Gala, en realidad, se inspiró en el enamoramiento de su secretario por un turco para adaptarlo en la novela al arquetipo de la Penélope de provincias. La pasión, no obstante, era la misma, muy distinta a la pasión turca que seduce al Madrid, en la que la exuberancia no es física, pero exuberante es lo que produce en el Bernabéu.

Esta nueva pasión turca no necesita el sugerente caos de Estambul, una explosión de colores, melodías y aromas que conforman el decorado para la aventura de la buena Desi. Al contrario. La pasión turca de Güler precisa método, grabaciones, atención personal y psicología, mucha psicología. A todo ello se ha empleado Xabi Alonso desde su llegada con especial dedicación, porque necesita la pieza para lo que desea hacer en el Madrid. El tolosarra quiere un juego dominante desde la posición, que lleve sus centrales adelante, al centro del campo. Exige presión en territorio del rival para robar y armar ataques. Entonces, del mismo modo que en las transiciones ofensivas, llega el momento del pase que rompa las líneas. Ahí aparece Güler, que, frente al Valencia, dio a Mbappé su sexta asistencia. No hay mejor socio posible.

El entrenador quiere, pues, control, no caos, y eso abre incógnitas, porque tiene herramientas, jugadores, para ser mejor en el control, pero de lo que no hay duda es de que nadie compite como el Madrid en el caos. Veremos. El cambio de tendencia, de momento en su fase inicial, es el que hace que los especialistas en la conducción, como Valverde o el propio Vinicius, no tengan ya la etiqueta de indiscutibles del pasado. Vini, sin embargo, no es sólo un jugador. Es uno de los principales activos del club, un icono, y eso es algo que Xabi Alonso, un entrenador nada jerárquico, al contrario que Ancelotti, deberá conjugar con su hoja de ruta. De eso dependerá la cohabitación no sólo del técnico con la estrella, también con el presidente, tras la paz firmada en el festín ante el Valencia, un verdadero merengue en el Bernabéu.

El juego posicional

El juego posicional que penaliza a unos, beneficia a otros. No es casual la mejoría que ha experimentado Tchouaméni, del que quiere todavía más, que se avance en lugar de incrustarse entre los centrales, una necesidad convertida en vicio durante la pasada etapa. Xabi Alonso aspiraba a la llegada de un mediocentro, pero estaba claro que las prioridades estaban en la defensa. Florian Wirtz, al que había moldeado en el Bayer Leverkusen, era muy caro, carísimo, y Martín Zubimendi, con el que hizo algo parecido en el Sanse, filial de la Real Sociedad, no recibió el cariño del Madrid que le mostró Arteta. De haber sido de ese modo, estaría, hoy, en el Bernabéu.

En esa tesitura, el tolosarra dio su plácet a Modric para que siguiera un año más, pero el club sabía lo que saben todos: si el croata seguía, jugaría. No hay entrenador que se resista a su capacidad de templar los partidos. Para dar una verdadera alternativa a las inversiones realizadas para el centro del campo, Tchouaméni, Camavinga y Güler, Modric debía marcharse. De hecho, es justo lo que le dijo Juni Calafat al adolescente Güler cuando se avanzó a Deco por su fichaje: «Será difícil al principio porque están Kroos y Modric, pero cuando se marchen tendrás tu verdadera oportunidad en el Madrid, será tu momento».

Al llegar, Güler, muy respetuoso, llamaba abi a Modric. Abi es como se llama a un hermano mayor en Turquía. Ahora ya no necesita hacerlo, y no sólo por la marcha del croata. Pese a sus 20 años, juega como un hermano mayor. Si acaso, algunos en el vestuario lo llaman de ese modo, Arda abi, pero en tono de broma. «Ahora se siente importante, y ese es el cambio fundamental», explican en Valdebebas, además de «un trabajo muy específico con el futbolista».

Mbappé abraza a Güler tras una asistencia.

Mbappé abraza a Güler tras una asistencia.OSCAR DEL POZOAFP

Los entrenamientos del Madrid son grabados por drones y después editadas las imágenes en vídeos con los que Xabi Alonso hace encuentros individualizados con quien lo cree necesario. En Güler es uno de los que invierte más tiempo, durante las estajanovistas jornadas del entrenador y su staff, desde las ocho de la mañana hasta mediada la tarde. Dónde posicionarse, cuándo girarse o cómo presionar son las cuestiones en las que más ha insistido al turco.

Clave en el balón parado

En las oportunidades que tuvo en el último año con Ancelotti, después de desencuentros, malentendidos y advertencias del italiano a su entorno, Güler hacía esfuerzos excesivos, aunque muchas veces sin rumbo. La clave ahora no es correr mucho, sino correr correctamente. El turco no es el único jugador al que Xabi Alonso explica la necesidad de dosificar los esfuerzos. También a Bellingham, de un despliegue físico brutal y de regreso a su mejor versión tras solucionar sus problemas de hombro en el quirófano. Había jugado mermado.

En un Madrid que quiere llegar a controlar todos los detalles, Güler se convierte, asimismo, en herramienta clave para el balón parado. Nadie tiene su precisión en las faltas indirectas o los saques de esquina. Es técnica en estado puro, pero eso no basta. Ahora vemos a un Güler sacrificado, que se repliega, y a un Güler más fuerte, que ha ganado peso de la mano de Ismael Camenforte, el preparador físico que está detrás de la energía del líder. Este nuevo Güler al que Montella ha puesto ya al mando de la selección de Turquía, aspira a ser el eje del juego del equipo que tiene la mejor selección de Champions.

Oro de 31 quilates

Actualizado Domingo, 2 noviembre 2025 - 18:28

Recibió Mbappé la Bota de Oro por sus 31 goles en la temporada 2024-25 y sigue camino de la siguiente a ritmo de 40. Seguramente iría un poco más aprisa si Vinicius no se hubiese arrogado por su cuenta (y riesgo) el lanzamiento del segundo penalti, ante el irreprimible gesto de fastidio de Xabi. Entre estos dos no hay química, y la resolución oficial de ese problemilla infantiloide que tiene el Madrid en la banda izquierda no convence a casi nadie.

Anticipando la Navidad, bendijo mosén Alonso: "Paz en el vestuario a los hombres de buena voluntad". Al menos de puertas para afuera. Quizás en el interior catedralicio del club, el Sumo Pontífice no fue tan beatífico y sí llamó a capítulo al impulsivo novicio. Sorprende, sin embargo, que permitiera la exclusión del entrenador, el primer y máximo ofendido, en la extensa palinodia del gesticulante y aspaventoso Vini. No sabemos muy bien cómo interpretarlo, si es que hay algo que interpretar. Los designios de Florentino son inescrutables.

Los goles de penalti, logrados en una acción ventajista y resuelta a menudo por quien no fue objeto de la falta, deberían tener menos valor en las puntuaciones establecidas para cada Liga. Incluso con esa salvedad, a algunos nos gusta más la Bota de Oro que el Balón. Se trata de un galardón mucho más objetivo, validado por la aritmética y no teñido de la inevitable subjetividad de los electores. El número de goles es una evidencia basada en la infalibilidad de los números y no sujeta a la opinión, por honrada y autorizada que podamos reconocerla, de quien emite el voto.

En la Bota, el gol es una obra cerrada en sí misma. Se presta, en todo caso, a la descripción, no a la discusión. El Balón, en cambio, invita a la controversia. Se ve sujeto a matices y gustos, puesto que implica a jugadores de diferentes lustres y cometidos. El resultado siempre es polémico y autoriza el debate.

El papel de los entrenadores

Por lo demás, Bota, Balón y restantes distinciones individuales admiten un porcentaje de relativismo en los deportes colectivos, en los que priman a la postre la entidad y la calidad del grupo, como reconoce y agradece Mbappé. En el fútbol siempre tendrán más posibilidades de recibirlas quienes militen en un club puntero, porque es lógico que un futbolista descollante pertenezca a un equipo de campanillas. Estará, además, rodeado de compañeros de un talento superior en general al de los conjuntos de menor fuste. Se mejoran unos a otros en un desempeño sinérgico y simbiótico.

Sucede lo mismo con los entrenadores. Se llevan los honores quienes dirigen a equipos campeones. En posesión de unos medios que en otras actividades se llamaría competencia desleal o abuso de posición dominante, parten con ventaja. Démosle a Bordalás el Madrid o el Barça. Seguro que no plantea los partidos como en el Getafe. Los premios en el fútbol no dejan de suponer operaciones publicitarias que llenan espacios en los medios de comunicación. Contienen un cierto grado de impostura y artificio.

Es conveniente contemplarlos con un saludable grado de escepticismo y distanciamiento.

El mejor show de esta Liga

El mejor show de esta Liga

Nadie puede ya dudar del liderazgo del Real Madrid en esta Liga. Juega con brillantez, con una superioridad escandalosa y, además, en los tres partidos en casa con Juve, Barça y Valencia realizó exhibiciones. El mejor show de esta Liga.

Hace ya años que el Real Madrid no se exhibía con una exhuberancia tan increíble. Con una superioridad que casi dejaba el papel del Valencia en grotesco. Un club que con Peter Lim o sin él, es un equipo que se va hacia al fondo del mar de la segunda división sin remisión.

El Madrid de la presión juega de maravilla con jugadores al espacio. Qué pena que el segundo tiempo fuera un poco bodrio, porque los blancos jugaban a la mitad de la velocidad. Lo mejor fue sin duda el soberbio gol de Carreras, que recordaba de algunn forma, aunque sea en minúscula, al gran Roberto Carlos.

Por fin parece que Xabi Alonso es el entrenador que puede devolver al Real Madrid a la autopista de los éxitos. Domina los partidos con una frescura insultante y ha recuperado a Bellingham de manera espectacular .

El inglés ya puede ser ya la segunda gran estrella del equipo blanco tras el demonio Mbappé. Desde luego, Vinicius, no. Cada día las células grises del brasileño le funcionan peor. No hizo nada o casi nada brillante en el primer tiempo. Y encima tiene la impertinencia y la desfachatez de quitarle un penalti a la cuenta de récord de Mbappé.

En este caso, el gran culpable es Alonso. Todavía le tiene miedo a Vini. Si se dieron cuenta lo mandó al banquillo junto a Mbappé, como si lo comparara con el francés por calidad cuando ya no es ni la cuarta parte de lo que fue. Jamás debió permitir que Vini tirara el penalti, cuando es el especialista más mediocre de los que conocemos. No mete uno. Imagínense que el resultado estuviera apretado y esta lumbrera se carga el partido.

La cúpula de la Casa Blanca tiene mucha culpa de que Vinicius trate de hacer lo que le dé la gana. Que el Madrid hiciera el ridículo y que no fuera a recoger el "balón de playa" de Vini, fue un ridículo mundial. Es el nudo gordiano de lo que ocurre en la actualidad. Y encima se aprovecha de la generosidad de Mbappé. Me parece un crímen futbolístico.

También tengo la impresión de que alguien da dinero para que juegue Mastantuono. Un petardo, cojo de la pierna derecha y que es incapaz de hacer algo relevante. No hubo más que fijarse en que en tan solo una jugada de Endrick le dejaba en ridículo al argentino. Y Brahim en la grada. Son imposiciones a Xabi Alonso, de las que no parece evadirse.

Ahora los shows se deben ver lejos del Bernabeu. Para empezar, el Liverpool, un equipo en crisis que el Madrid puede agravar.

Vinicius se redime hasta con un error: del penalti cedido por Mbappé al choque de manos con Xabi Alonso camino del banquillo

Actualizado Sábado, 1 noviembre 2025 - 23:18

Vinicius se redimió de sus pecados en el vestuario y obtuvo el perdón de Xabi Alonso que, benevolente, le dio la titularidad ante el Valencia, una apuesta para el lucimiento. Lo hizo a medias, pero fue suficiente. Ni siquiera le penalizó fallar un penalti. El Bernabéu, lejos de reproches, también optó por hacer borrón y cuenta nueva.

El brasileño tenía entre ceja y ceja que sus disculpas, públicas y polémicas sobre el papel, privadas en la caseta, pero que debían encarnarse en una celebración. Por eso buscó con ahínco la portería de una de sus víctimas favoritas. En los últimos cuatro años, Vinicius siempre le ha marcado al Valencia en el Bernabéu al menos un gol. Incluso el pasado año, cuando marcó el 1-1 y después estrelló un penalti en Mamardashvili. En total son seis, ante este Valencia empequeñecido y desnortado, parecía fácil que la cifra engordara cuando entre Mbappé y Güler lo inclinaron de manera irreversible antes del descanso.

Para entonces, Vinicius ya podía tener cumplido su objetivo. En el minuto 41, Busquets Ferrer pitó el segundo penalti de la noche en contra del Valencia. El primero fue por una mano de Tárrega —más discutible que el agarrón de Diego López a Mbappé en la misma jugada—; este, por el atropello de Thierry a Carreras. Con el Bota de Oro con dos goles en el zurrón, le cedió el lanzamiento a Vini para permitirle escenificar su arrepentimiento. No ocurrió. El brasileño encaró con serenidad a Agirrezabala pero el meta vasco adivinó y escupió el tiro.

Xabi Alonso, expectante en el banquillo, solo pudo cabecear lamentándose. Porque no hubiera cerrado el partido para poner ya la mente en Liverpool y porque ese gol podía poner el mejor cerrojo posible a la polémica. Lo primero lo arregló Jude Bellingham enseguida con su tercer gol en los últimos tres duelos, lo que significa que el inglés, superada la lesión del hombro, ha vuelto.

En el descanso, para la visita a Anfield guardó a Güler, brillante en su asociación con Mbappé, y a Tchouaméni, pero Vini iba a tener más minutos para buscar su gol. Minutos y ocasiones, porque el Valencia era un rival grogui, incapaz de aguantar la pelota y menos aún de hilvanar alguna jugada que inquietara a los blancos. Solo era capaz de perseguir sombras intentando que la humillación no fuera mucho mayor del 3-0. Parecía un milagro que el marcador acabara con esa diferencia.

Por eso el Bernabéu se levantó cuando Vini arrancó por la banda en el minuto 61 y asistió a Mbappé, sin que el francés armara un tiro que complicara a Agirrezabala. Hasta ahí llegó su peligro. Le puso Corberán a Cömert como nueva pareja de baile solo para frenarle y, aún así, esperó Xabi Alonso hasta el minuto 79 para sacarlo del partido.

Lo hizo bajo los aplausos de la grada, dándole la mano a Rodrygo y Hendrick y chocándole al entrenador. Como si nada hubiera ocurrido hace una semana. Gestos contenidos que repitió con todo el banquillo.

Todo está olvidado. "A mí Vini no me tiene que pedir perdón. Le adoro, es un compañero ejemplar", reconoció Carreras, que marcó el cuarto gol con un increíble zurdazo.

Vini había aprendido la lección y así se lo reconoció todo el Bernabéu, que se guardó energía para despedir con una ovación a Mbappé. Nunca Xabi lo había sacado de un partido antes del minuto 80, pero ya había hecho todo el trabajo. 44 goles en 45 partidos, ocho jornadas consecutivas marcando y un partido tan cómodo que merecía la pena guardar energías.

El Madrid golea al Valencia, suma seis triunfos seguidos y zanja el ruido con Vinicius antes de Anfield

El Madrid golea al Valencia, suma seis triunfos seguidos y zanja el ruido con Vinicius antes de Anfield

Seis victorias seguidas después de la derrota del Metropolitano hablan a la perfección de cómo el molde de Alonso comieza a cuajar en el césped del Bernabéu. Ante el Valencia y otra vez con Mbappé como estrella anotando un doblete, acompañado de los golazos de Bellingham y Carreras, el conjunto blanco sumó el décimo triunfo en Liga en 11 encuentros, el 13º si contamos los tres de Champions. Unos datos que asustan camino de Anfield y que zanjan el ruido de la polémica con Vinicius. [Narración y estadísticas (4-0)]

Xabi Alonso anunció el viernes que no habría «ninguna represalia» hacia el brasileño por su reacción al cambio del clásico y lo cumplió. El delantero fue titular, recibió el cariño de la grada, como su entrenador, fue parte del triunfo de su equipo ante el Valencia y terminó sustituido en el minuto 79 justo a la vez que Mbappé. Decisión inteligente de Alonso y choque de manos entre ambos en el área técnica. «Asunto zanjado», como advirtió en la previa, y a mirar hacia otro lado hasta que el foco mediático apriete de nuevo.

Sobre el césped, el Madrid de Xabi clavó una tabla más en la vía que quiere construir para que su tren llegue a estaciones más lejanas que el curso pasado. Fue intenso en la presión, vertical hacia la portería rival y fino en la definición. Todo, claro, ante un Valencia inerte, hundido anímica y futbolísticamente, incapaz de respirar con balón y distraído en las acciones defensivas. Un cúmulo de situaciones que dejaron el corto 3-0 del descanso. Pudo ser peor.

A la espalda de los mediocentros

Con Güler y Bellingham sueltos por delante de Tchouaméni, Mbappé moviéndose con libertad y Mastantuono y Vinicius muy abiertos en las bandas, el Madrid se impuso con lógica en los espacios, aprovechó la debilidad valenciana en la espalda de los mediocentros y llegó con facilidad al área de Agirrezabala.

En los primeros 15 minutos, Mbappé, Bellingham y Vinicius probaron al portero y el Valencia apenas pasó del medio del campo, aguantando el empate hasta que una mano de Tárrega en un córner, revisada por Busquets Ferrer en la pantalla del VAR, permitió a Mbappé abrir el marcador desde el punto de penalti. El galo, que había fallado ante el Barça, repitió el lado del clásico pero definió abajo, superando la estirada del guardameta.

El tanto hundió todavía más el duelo hacia las redes de los de Corberán y el Madrid disfrutó. Movió rápido la pelota, se asoció, intercambió posiciones y estuvo muy intenso en la defensa tras pérdida. En el 30, uno de esos movimientos lo aprovechó Güler para situarse sin marca en la frontal del área. Lo vio Bellingham al hueco, el turco tuvo pausa, vio a Mbappé en el área y le puso un balón medido para que el francés rematara cómodo el 2-0.

Bellingham, ante Santamaría, el sábado en el Bernabéu.

Bellingham, ante Santamaría, el sábado en el Bernabéu.EFE

Al Valencia le temblaban las piernas fruto de una delicada situación en la tabla, con nueve puntos en diez encuentros. Los pases no eran finos y llegaban tarde a muchos duelos. Como Thierry, que hizo penalti sobre Carreras en el 41. Un penalti de falta de concentración y de olvido del contexto. A pesar del error del lateral, Vinicius, obsequiado por Mbappé con el lanzamiento, envió el balón al cuerpo de Agirrezabala.

Se mantuvo el 2-0, pero sólo por un minuto, porque Bellingham se sumó a la fiesta con un disparo potente desde la frontal que sorprendió al portero y se coló por el lateral interno de la red. El inglés, en el tercer encuentro consecutivo marcando, mostró de nuevo que parece haber recuperado la chispa.

El gol, más allá del tópico, fue psicológico para todos. Alonso retiró del campo a Tchouaméni, con amarilla, y a Güler, con molestias en un tobillo, y dio entrada a Ceballos y Camavinga. El cambio llamaba a un fútbol de más control y así fue. Los blancos durmieron el duelo y las sustituciones del Valencia tampoco abrieron demasiado el partido. Al revés. El cuadro de Corberán firmó los tres de desventaja y quiso resguardarse para intentar algún contragolpe imposible que, claro, no sucedió.

Primer gol de un español

El partido se aceleró cuando quiso Vinicius, que protagonizó los mejores momentos de la segunda parte hasta que Xabi decidió enviarle al banquillo en el 79. Antes, había corrido por banda para asistir a Mbappé y a Bellingham, pero se encontraron con el portero.

A partir de los cambios de los dos delanteros, el Madrid y la noche vivieron en los pies de Rodrygo y Endrick, haciendo el joven brasileño su debut esta temporada entre rumores de una posible cesión en enero. Provocó una amarilla, fue intenso en los duelos y vio desde el área el golazo de Carreras por la escuadra desde el pico izquierdo del rectángulo. El primer gol de un español en el Madrid este año, que consolidó las sensaciones de un partido roto.

El Madrid aterrizará en Anfield con seis triunfos seguidos y con la moral en el cielo, consciente de que llega a una plaza que el curso pasado cimentó su techo definitivo en Europa. Eran otros tiempos. Otro entrenador y otro Madrid.

Un Valencia azotado por su enésima crisis sueña con otra gesta en el Bernabéu

Actualizado Viernes, 31 octubre 2025 - 22:05

El Valencia siempre ha sido mal enemigo para el Real Madrid, con partidos cargados de electricidad y polémica aunque los puntos se quedaran en el Bernabéu. Ahora, ni las sensaciones son esas. En abril, un cabezazo de Hugo Duro en el añadido, y un penalti fallado por Vinicius, hicieron que los valencianistas volvieran a ganar después de 17 años. Casi nadie cree en que la proeza se repita.

Este partido es el peor para la crisis que vive el equipo de Calos Corberán. No consigue el entrenador que rescató al equipo casi del descenso que este funcione. Dos puntos en cinco partidos y un juego que ha provocado la bronca de Mestalla. Con siete puntos, otra vez está en la cola de una clasificación muy apretada, se ha de reconocer, pero sin transmitir sensaciones de mejora. El equipo se ha acostumbrado a vivir sobre ese alambre por el que transita desde hace tres años. De hecho, de todos los que merodean por la zona de peligro, es el que más jornadas lleva con la luz roja: 27 en los tres últimos cursos.

«En el fútbol los resultados condicionan muchísimo las sensaciones y los análisis. La línea entre un resultado positivo y negativo es muy fina; sin embargo, las consecuencias a nivel de sensaciones, análisis e interpretaciones son muy dispares», argumenta Corberán, el artífice del milagro que parece haber perdido su don. El Valencia no sólo no gana, sino que su juego es pobre y los jugadores son un manojo de nervios. Eso, ante el Barça, le costó recibir un escandaloso 6-0 en el Johan Cruyff. Ante un Madrid con Kylian Mbappé afilado aún podría ser peor.

Un Madrid "más redondo"

Para el entrenador, la mano de Xabi Alonso se traduce en un equipo «más redondo» que aprovecha «la verticalidad, pero da pausa al juego y ataca más y mejor». «El hecho de que el Madrid use más pases antes de finalizar las acciones hace mas difícil que le puedas sacar contraataques», analizó el valenciano.

En sus 90 visitas a Chamartín, el conjunto che apenas pudo rascar 10 victorias y 14 empates, sin encadenar nunca dos triunfos consecutivos. Tras este duro compromiso completará el mes de noviembre con dos partidos en Mestalla: el domingo 9 ante el Betis (18:30 horas) y el viernes 21, después del parón de selecciones, frente al Levante.

Con esta acumulación de esfuerzos, el partido de esta noche representa un reto mayúsculo, porque el Valencia ni ha conseguido solidez defensiva ni fluidez en ataque . No arranca en colectivo que, con la marcha de futbolistas como Giorgi Mamardashvili, Ezequiel Mosquera, Enzo Barrenechea o Umar Sadiq tiene menos pólvora para resistir en el Bernabéu.