Santi Denia: "Sólo he escuchado 'Oh' una vez en un campo y fue con Lamine en la sub-15"

Santi Denia: “Sólo he escuchado ‘Oh’ una vez en un campo y fue con Lamine en la sub-15”

En París 2024 se esperaba el oro de las chicas, pero fueron los chicos de Santi Denia (Albacete, 1974) los que lo consiguieron tras vencer a la anfitriona en la final. Sin embargo, por encima incluso de ese éxito, el manchego desea con ansia alzarse con el Europeo sub-21, que empieza hoy para España y convertirse, con seis, en la selección más laureada de la historia.

¿Cómo mantiene el hambre después de los Juegos?
Es un reto más para nosotros porque los Juegos son otra competición diferente. En el anterior Europeo conseguimos llegar a la final y tenemos esa espinita clavada.
¿Es difícil reconstruir cada cita?
Nos hubiera gustado dar continuidad a los que clasificaron, pero somos víctimas del calendario por un Mundial de Clubes del que no obligan a ceder jugadores. Por otro lado, estamos encantados de que muchos sub-21 estén con Luis. Es nuestro trabajo.
Hoy hay mucha precocidad.
Es bueno y no somos dudosos de adelantar procesos. Si un jugador con 18 años está para ir a la absoluta damos el paso. Los jugadores vienen ya formados de las canteras. Si se lo ganan, aquí tienen el premio.
¿Es más fácil trabajar con jóvenes?
Vienen muy trabajados, les hablas de cualquier cosa de entendimiento del juego y sabes que lo conocen. Ahora, nuestro trabajo como seleccionadores es ponerles de acuerdo, porque todos juegan de diferente manera. Hay que convencerles de la manera de jugar y de que los objetivos se consiguen siendo un equipo.
Santi Denia, en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas.

Santi Denia, en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas.ÁNGEL NAVARRETE

De ganar, sexto Europeo sub-21.
Ese es el reto, en Rumanía estuvimos muy cerca. En estos días de preparación intentaremos que el grupo cohesione, que sean amigos y trabajen como una familia.
¿Lo dará la prensa como merece?
No pienso en eso, la repercusión la dejo en vuestras manos. Yo estaría encantado de que Mosquera, Torre o Guerra fueran portada, eso sería una señal.
Deme algún nombre de algún jugador que le haya impresionado.
Le tengo mucho cariño a toda la generación de los 2000, con Abel Ruiz, Sergio Gómez... Pero es verdad que sólo me ha pasado en un campo, con la sub-15, que la grada haga: 'Oh', y fue con Lamine Yamal en un partido contra Suiza.
¿Y cómo lleva el trato con esa generación TikTok?
No tengo redes y no sé lo que hacen. Todo ha cambiado mucho desde que empecé. Pero bueno, que tengan esa normas con nosotros, pero también sus espacios, es importante.
¿Cómo era un vestuario antaño?
No tiene nada que ver. No había móvil y eso cambió todo. Hay varias cosas en común que es intentar hacer grupo. Cuando me mantengo en Primera con el Albacete o consigo el doblete con el Atleti, es porque hay un buen grupo. Muchas veces se piensa que se gana y se hace buen grupo y yo creo que es al revés.
El técnico posa para la entrevista con EL MUNDO.

El técnico posa para la entrevista con EL MUNDO.ÁNGEL NAVARRETE

¿Tiene las mismas alegrías como entrenador que como jugador?
Es diferente. Como jugador normalmente piensas en ti y como técnico estás pensando en la gestión del grupo, que el mensaje sea de unión, de familia, que vamos a estar 30 días juntos y va a haber dificultades.
¿Siempre ha tenido claro pasarse a los banquillos?
Los últimos años de jugador estaba en el banquillo (risas), entonces ya empiezas a preguntar a los entrenadores el porqué de cada tarea, o situación y te empieza a gustar. Pero hasta que no empiezas a entrenar con los jóvenes no lo sabes definitivamente. No obstante, llevo con un balón desde que tengo uso de razón, mi vida ha sido esto.
¿Echa de menos el olor a césped?
Es una frase que utilizo mucho. Ese olor a césped no se nos olvida a los jugadores y ahora de entrenador lo sientes al salir al campo y pensar en la tarea, en la charla...
¿Y entrenar a algún club?
Aquí estoy feliz, llevo 15 años, y me gusta porque el nivel del jugador español es muy bueno. Pero también es verdad que los ciclos... por lo que he visto con Milla, Lopetegui... Luis De la Fuente ha estado cuatro años, el que más, creo. Voy para el tercero, estoy en el límite. Pues te lo planteas.
¿Se trabaja menos?
Aquí se curra mucho. La gestión del grupo no la tienes y la echas de menos, pero el seguimiento, los viajes... Ha habido años que he estado entre 190 y 200 días fuera de casa.

"Soy muy 'cholista"

¿Repetiría en el Atlético?
Tenemos Cholo para rato. Soy muy cholista por el progreso que ha hecho junto con una entidad a la que ha dado, desde que llegó, herramientas para crecer. Y luego también el club está trabajando con Torres por si pasa algo, Gabi... hay muchos entrenadores que lo pueden hacer bien, aunque sería un sueño, igual que al Albacete.
¿Sigue jugando al fútbol?
Me he ido al pádel. Me da miedo jugar al fútbol. Alguna vez me meto en el rondo por ese olor a césped, pero ya te empieza a doler la cadera, el tobillo, todo. Soy más de andar y me hago 10-12 kilómetros.
¿Qué le pide al fútbol?
Conseguir el oro en el Europeo.
¿Y a la vida?
Salud. Con mi edad, que mis padres ya se han ido... Es lo principal. El trabajo ya lo sacaremos.
El nuevo Isco y el sueño de la primera final europea del Betis: "Quería este desafío, con rendimiento y liderazgo"

El nuevo Isco y el sueño de la primera final europea del Betis: “Quería este desafío, con rendimiento y liderazgo”

Cuatro Champions, tres Ligas, un Copa del Rey y un puñado de Supercopas lucen en el palmarés de Isco Alarcón, pero fueron éxitos casi de otra vida, en los que no siempre tuvo una participación decisiva. Por eso sueña con ganar la Conference League con el Betis, lo que pasa por estar de Breslavia el día 28 de mayo dejando en el camino a la Fiorentina. Ése es el reto que tiene «engorilado» al nuevo Isco: llevar al equipo que le resucitó a su primera final europea.

En él confía ciegamente un beticismo que le recibió con cierto escepticismo tras su polémico paso por el Sevilla pero al que se ha metido en el bolsillo. Es un estandarte fuera del campo, pero sobre todo su liderazgo lo ejerce en el césped. Con 11 goles y ocho asistencias desde diciembre, el malagueño está viviendo «una segunda juventud» a los 33 años y puede que el segundo momento más dulce de su carrera. Hay que remontarse a su segunda temporada en el Real Madrid, la 16/17 bajo las órdenes de Zidane, para encontrar una incidencia similar. Fue entonces cuando Sergio Ramos e Iker Casillas le apodaron 'Magia', un título que lleva tatuado en el bíceps.

En esta resurrección hay dos factores esenciales: su propio convencimiento y el de Manuel Pellegrini. Con el chileno explotó en el Málaga hace 12 años, en una temporada en la que marcó 12 goles y seis asistencias. «Me lo quise llevar al Manchester City, pero se metió el Real Madrid», confesaba el Ingeniero, un entrenador que, como valora Isco, «sigue apostando por esa figura del mediapunta». «Es mi padre futbolístico», no duda en proclamar.

Cambio físico

Pese a esta fe, Pellegrini quizá no hubiera convencido al Betis para firmarlo en el verano de 2023 si no fuera por la transformación que vivió el jugador. En 2022 sale del Real Madrid para firmar por el Sevilla por expreso deseo de Lopetegui, que antes de acabar la primera vuelta es cesado. Un encontronazo con Monchi provoca que se active su salida al Unión Berlín en el mercado de enero, pero el acuerdo se rompe el último día, el 31 de enero y se queda sin equipo.

Isco se vuelca entonces en una transformación física que ya había comenzado como sevillista. Fueron meses de largas sesiones de entrenamiento en el gimnasio y sobre el césped en las instalaciones que le cedía el CD San Fernando o en el jardín de su casa. No se permitió un respiro y se convirtió en un jugador más rápido: cuatro segundos cada 100 metros. Ese recurso hizo que su magia indiscutible con el balón aflorara con más intensidad.

Isco y Pellegri, durante una reciente rueda de prensa.

Isco y Pellegri, durante una reciente rueda de prensa.EFE

Ni el Betis, que el firmó en el verano de 2023, lo esperaba. Por eso le ofreció un año de contrato con opción a otro si jugaba un mínimo de 45 minutos en 25 partidos. Pellegrini, sí: «Cuando hablé con él me di cuenta de que quería este desafío y lo demostró, no solo por su rendimiento futbolístico, sino porque se involucra en la parte física y de liderazgo».

Apenas seis meses después, convertido en estandarte del equipo, el club le amplió el contrato hasta 2027. Incluso parecía que se le podían abrir las puertas de la Eurocopa de Alemania. Pero en mayo se rompió en peroné en un partido ante Las Palmas. Para entonces llevaba 9 goles y siete asistencias, cifras que no alcanzaba desde 2018.

En septiembre, tuvo que volver a pasar por quirófano y eso le ha llevado a perderse las 15 primeras jornadas de Liga y toda la fase de grupos de la Conference. Volvió a jugar el pasado 7 de diciembre, ante el Barça y en enero ya era titular indiscutible. Isco se ha hecho más fuerte, ha encontrado su lugar perfecto en el mundo y vuelve a disfrutar. "Ojalá hubiese venido antes", reconoce un jugador. Un ciclo de vida que quiere cerrar llevando al Betis al primer título europeo.

Aymeric Laporte, el capitán sin brazalete y el único jugador que se enfrentó a Luis Enrique (y le costó el banquillo)

Aymeric Laporte, el capitán sin brazalete y el único jugador que se enfrentó a Luis Enrique (y le costó el banquillo)

Desde que obtuvo la nacionalidad española por carta de naturaleza, el 11 de mayo de 2021, Aymeric Jean Louis Gerard Alphonse Laporte (Agen, Francia, 30 años), que así se llama en un DNI interminable, ha sido titular siempre que el equipo tenía algo en juego. Bueno, siempre no. Hubo un día en el que no fue titular y no por su rendimiento deportivo, sino porque estaba castigado. Fue en el tercer partido de la fase de grupos del Mundial de Qatar, ante Japón. Laporte, el tipo duro, el hombre fuerte del vestuario de la selección española, vio desde el banquillo aquel choque porque, dos días antes, en la Universidad de Qatar, en el campo base del equipo, se atrevió a enfrentarse a Luis Enrique.

Para saber más

Más que a enfrentarse, a decirle a la cara que el equipo debía tener un Plan B para cuando las cosas no salieran bien. Al entrenador asturiano, admirador de sí mismo y de su estilo, no le sentó bien. Era la primera vez, y fue la última, en cuatro años, que un futbolista se atrevía a decirle a la cara lo que muchos, la mayoría, pensaban. Así que Laporte fue suplente contra Japón. Y España perdió, por cierto.

El episodio define muy bien a un tipo, Laporte, Ayme para todo el mundo en la concentración, que desde su debut, el 4 de junio de ese 2021, justo antes de la Eurocopa, ha ido labrándose su propio papel en España. De entrada, hoy ante Dinamarca cumplirá su partido número 40 (dos goles). Es, ya de lejos, el jugador nacionalizado que más veces se ha puesto esta camiseta, muy por delante de Alfredo Di Stéfano (31 partidos), Marcos Senna (28), Rodrigo Moreno (27) y Diego Costa (24). Su llegada no fue fácil. En una rueda de prensa en Las Rozas en aquellos días de 2021, se enganchó con un periodista a cuenta de su sentimiento de pertenencia a España. Ahí empezó una difícil relación con la prensa que continúa hoy, y de hecho, durante la pasada Eurocopa, fue el cabecilla del equipo en su rebelión contra una emisora de radio donde, pensaban en el vestuario, alguien les estaba faltando al respeto.

Ascendencia sobre Gavi

Laporte no se calla. Con un toque altivo si no deja a su interlocutor acercarse, es alguien con una personalidad muy marcada. «No voy a depender de lo que pueda pensar la gente para tomar decisiones en mi vida. Si tomo esas decisiones es porque creo que es lo mejor para mí. Puedo acertar o no, pero hay que respetar», decía el pasado miércoles en una entrevista en la Cadena Ser. Por eso, pese a los muchos reproches que encontró en los micrófonos, dejó el Manchester City hace un par de temporadas para fichar por el Al Nassar saudí. Se especuló mucho entonces sobre si el ritmo de competición de una liga tan débil le podía perjudicar para seguir viniendo a la selección, pero siempre ha sido un indisctubile, también para Luis de la Fuente.

Aymeric Laporte.

Aymeric Laporte.PABLO GARCÍARFEF

En la caseta, cuando Ayme habla, los demás escuchan. Especialmente los jóvenes, sobre los que tiene una ascendencia innegable. Y dentro de los jóvenes, Gavi. El centrocampista del Barcelona, que lleva un año fuera de la selección lesionado, es con quien mejor ha conectado el central, hoy en boca de todos porque en enero podría haber noticia. El Real Madrid tiene su nombre encima de la mesa en caso de que se decida a fichar después de la lesión de Eder Militao. A Carlo Ancelotti le vuelve loco, pero quien tiene que soltar el dinero que presumiblemente pedirían los saudíes no lo tiene tan claro. Él, por su parte, se deja querer sutilmente, asumiendo que su ficha en Arabia, por encima de los 20 millones, no sería posible en el Bernabéu.

No se va a poner nervioso, en todo caso, por eso. Es alguien que sabe esperar. De hecho, su pasaporte español llegó en 2021, cinco años después del primer intento, con Julen Lopetegui en el banquillo, en 2016. En aquella ocasión, un par de pesos pesados de aquel vestuario, alineados con un alto cargo de aquella Federación, consiguieron pararlo. Finalmente la unión entre España y Laporte llegó, y llegó hasta el punto de ganar la Eurocopa -«es lo mejor que me ha pasado en la vida», reconoce- y, el pasado mes de octubre, en Murcia, convertirse en el segundo jugador nacionalizado que porta el brazalete de capitán, después de Ladislao Kubala. Hoy, ante Dinamarca, donde un punto le da a España matemáticamente el primer puesto del grupo (ya está clasificada) volverá a ser referencia.