La antítesis de Mbappé levanta la Champions

La antítesis de Mbappé levanta la Champions

La antítesis de Mbappé gana la Champions. Luis Enrique la representa y ha construido un PSG a su imagen y semejanza. No es un título contra el jugador del Madrid, por caprichoso que sea el destino, pero la realidad es que Mbappé se había convertido en la metáfora de una forma de hacer las cosas que el fútbol suele penalizar. El asturiano ha deconstruido la obra de Al-Khelaifi, aunque fuera contratado por el propio lobbysta qatarí, empezando por su su mascarón de proa, para volver a construir algo distinto, aunque comparta parte de las piezas. Esta Champions no es, pues, únicamente la primera del PSG. Es la victoria del PSG sobre el propio PSG, la de su presente sobre su pasado, la del equipo sobre la individualidad llevada al absurdo.

Luis Enrique es, hoy, uno de los personajes más amados de Francia, que vuelve a tener una Champions después de la ganada por el Olympique de Marsella del turbio Bernard Tapie. Emmanuel Macron le espera en el Elíseo como aguardaba a Mbappé, pero sin el servilismo de entonces. El asturiano ha convertido su irreverente personalidad en un atractivo en un país que ama cualquier representación del contrapoder. Es su nuevo sans-culotte.

El carácter del asturiano no es complejo, es frontal, algo muy positivo en términos futbolísticos si es posible convencer a los futbolistas, convertidos entonces en cruzados de una idea. La prueba es la forma en la que encararon la final ante un Inter colapsado por la voluntad ajena, determinados desde el primer minuto. El equipo que dejó en el camino al Barcelona fue un guiñol en manos de Luis Enrique. La final fue una de las de mayor desequilibrio de la historia.

No estamos, pues, ante un modelo de liderazgo pactista y conciliador, no. El PSG necesitaba un cambio conceptual del mismo modo que en el Barça urgía una evolución en el juego, después del endogámico adocenamiento que sucedió a la marcha de Guardiola. Esas dos cosas, que habrían sido consideradas anatema, hizo Luis Enrique para levantar dos Champions con 10 años de diferencia. La selección necesitaba lo mismo, pero la tragedia personal, los penaltis y la confusión lo impidieron, aunque parte de lo que recogió De la Fuente empezó ya con su trabajo.

Entra el asturiano en el selecto club de los entrenadores que han ganado el título con dos equipos distintos, y lo hace tras la reconstrucción más difícil que puede afrontar cualquier ser humano. La suya es, pues, una Champions llena de lecciones.

El PSG de Luis Enrique se corona con una obra maestra en una final de la Champions para la historia

Actualizado Domingo, 1 junio 2025 - 00:26

Sí, esta vez, sí. El PSG toca el cielo de la Champions con una suficiencia arrolladora. París tiene la gloria que lleva persiguiendo décadas con un equipo púber comandado por un Doué de 19 años que manejó al Inter como una marioneta. En Múnich se ha coronado una dinastía que estimuló el fútbol europeo con su millonaria inversión pero que ha necesitado la mano de Luis Enrique para convertir lo que siempre fue una corte de estrellas en un gran equipo de fútbol. [Narración y estadísticas: 5-0]

Tan simple y tan difícil que el asturiano es el primero en lograrlo, justo cuando la orfandad de Mbappé podía pesar. Ante los retos, nadie mejor que Lucho. Este título le produce excitación, le coloca en el Olimpo del PSG y en el peldaño de Guardiola. Pero, sobre todo, le brinda el homenaje soñado: plantar una bandera en el centro del Allianz Arena como hubiera hecho Xana. Lo hizo en una camiseta de su fundación en la que se les ve juntos. Un vínculo de vida incluso más allá de ella.

No dejó lugar a dudas el PSG de que iba a salir campeón. Desde el saque inicial de Vitinha, directo al fuera de banda para ganar metros, la mentalidad fue voraz sin, a la vez, perder la calma. Como el Inter se cerró, fueron buscándole las vueltas con Dembélé y un inspirado Douré volcados en el encargo del técnico asturiano de volver locos a los centrales italianos. Tardaron nueve minutos en probar con tímidos disparos a Sommer, pero en cuanto sumaron a Kvaratskhelia, llegó el gol. El georgiano buscó a Vitinha en el pico del área para que filtrara un balón a Douré que vio aparecer solo en el otro palo a Hakimi. El marroquí embocó a placer y pidió perdón al fondo de su ex afición, que enmudeció.

Solo habían pasado 12 minutos y apenas habían tenido la pelota. Ni un segundo se la dejaban los parisinos y, si la robaban, aparecía Joao Neves para recuperarla en un trabajo del joven portugués que merece mucho brillo como escudero de su compañero de selección. Luis Enrique, en cuclillas en el área, sabía que su equipo no iba a aflojar y no lo hizo. Era hambre de décadas.

Cuando Inzaghi quiso mandar a los suyos hacia Donnarumma, asestó el segundo golpe. Kvaratskhelia lanzó a la carrera a Dembélé por el costado izquierdo y se plantó en el pico del área para colgar una asistencia a Doué que bajó con el pecho y enganchó para colocarla donde el meta suizo no alcanzaba. En 20 minutos, el PSG había deshecho al Inter, desajustado en defensa con un Dimarco siempre enganchado y Lautaro Martínez desaparecido.

Los italianos, como inmersos en un rondo de entrenamiento del PSG un día cualquier en Poissy, trataron de estirarse y lograron el primer disparo en un remate de Acerbi a saque de esquina. Thuram lo intentó de la misma manera, pero no había forma. Y eso que el PSG jugaba con Nuno Mendes renqueante de un golpe en la cadera. El motor del Inter no carburaba y no había manera de pisar el área con peligro porque, además, los franceses no escatimaban ni una ayuda. Acudían en auxilio sin dudar. Por eso el duelo lo pudo sentenciar al borde del descanso Dembélé. El Mosquito, símbolo de la revolución goleadora de este equipo con la llegada de 2025, fue clave en la presión a Sommer y enloqueció a la zaga interista. Ahora aparecía por el centro, después por la derecha y luego por la izquierda. Hasta era capaz de bajar a recuperar. Multiplicado en su responsabilidad de ser ejemplo al resto para conseguir el sueño largamente perseguido. Pero el centro que regaló Doué para fusilar al portero no lo cazó con precisión. Quizá por eso la última de la primera parte se la jugó en solitario la joven perla parisina.

Al regreso del vestuario no tuvo más remedio el Inter que intentar estirarse para no verse arrollado de nuevo. Había que jugar y, para eso, tener la pelota. No buscó Inzaghi más jugones, sino más contundencia con Bissack y Zalewski. Y lo pagó con una derrota sonrojante. Mientras, Luis Enrique observaba hasta que ya no pudo evitar desatarse. Su equipo casi le obligó.

Y es que Dembélé, en su faceta de asistente, estaba disfrutón. De tacón le dejó el balón a Vitinha en el centro del campo para que el cerebro portugués le brindara a Douré la posibilidad de que, antes de los 20, se pudiera convertir en el mejor jugador de una final de Champions con dos goles y una asistencia. Su llegada del Rennes ha sido una bocanada de aire fresco a un ataque ya de por sí repleto de recursos.

Tardó uno meses en sumarse Kvaratskhelia, pero el georgiano también dejó su sello en el más mítico partido de su nuevo equipo. Otra vez se lo regaló el Mosquito, que recibió del recuperado Nuno Mendes para lanzar al estilete a la carrera por la orilla izquierda. Sommer no pudo hacer nada más que recoger el balón de la portería. Al suizo, que mantuvo su hoja limpia durante muchos meses, le hicieron más de 23 remates y Barcola le perdonó el quinto gol que lograría Mayulu. No es de extrañar que el fondo del Allianz convertido en el Parque de los Príncipes acabara el partido coreando con olés. Su sueño ya era una realidad.

Luis Enrique, Mbappé y 1.000 millones de Qatar

Luis Enrique, Mbappé y 1.000 millones de Qatar

Gran éxito del PSG, por fin campeón de Europa, mil millones después y sin Mbappé. Qatar celebró la noche como fiesta nacional. Y es lógico el mérito de Luis Enrique que ha ganado otra Champions limpiando el estigma de Messi y compañía. Incluso de Guardiola.

No es fácil ganar por semejante goleada una Champions y fue con la precisión táctica de Luis Enrique, el causante del escarnio para un Inter que jamás existió. Resultó mediocre el equipo italiano, sin imaginación, sin juego de ataque y con perdidas constantes de balón provocadas por el tifón del PSG, en su intensidad y en su presión constante. Para el Inter, los dos guantazos que recibió en los veinte primeros minutos fueron decisivos para dejarle marcado sin respuesta, ni táctica, ni juego.

Y a todo esto, Mbappé seguro que comiendo cerillas, viendo el el milagro que siempre le quedó lejos. Sin él, Luis Enrique se nombró él mismo líder indiscutible del equipo para que nadie le tosiera entre los jugadores. Y, sobre todo, haciéndoles creer que son los mejores del mundo.

Todo ello con un inicio en la Champions lamentable. Se introdujo en los octavos de milagro y llorando. Me acordé en algunos momentos de la penuria del PSG para hacer goles, hasta el punto de que el mismísimo Atlético de Madrid le ganó en el Parque de los Príncipes, al que hoy es campeón de Europa.

Pero los caprichos de fútbol y las consecuencias finales nada tienen que ver con lo previsible, con las circunstancia de cómo el PSG de Luis Enrique se transfiguró en el mejor equipo de Europa en un ejercicio de brillantez supina.

Que le metan cinco goles a un equipo italiano en una final es un desastre de dimensiones gigantescas, Inzaghi fue un cero a la izquierda y nunca supo jugarle a la apisonadora de Luis Enrique. Quedó aplastado.

El asturiano será proclamado por lo menos Emir de Qatar o héroe nacional. Pero la pregunta, ¿ha sido un equipo parisino el valedor del historia? Difícil respuesta. Por eso en todas las mentes aflora la idea de los más de mil millones de euros para hacer a un equipo, y sin Mbappé. Realmente algo excelso e imprevisible.

Decenas de detenidos en París por incidentes antes y después de la final de Champions

Decenas de detenidos en París por incidentes antes y después de la final de Champions

Actualizado Sábado, 31 mayo 2025 - 23:51

Todos los caminos llevaron hasta el Arco del Triunfo. Nunca un equipo de París había ganado la Chanpions y aquello fue casi cono catorce celebraciones simultáneas en la Cibeles, la ciudad sacudida por una borrachera colectiva que se convirtió en un incesante río humano rumbo al arco, bajo una explosión de fuegos artificiales comparable a los de los Juegos Olímpicos.

El despliegue de más de 5.000 policías y la llegada en tropel de "lecheras" tras el 2-0 en la primera parte no sirvieron para aplacar los ánimos a miles de hinchas que se lanzaron a las calles antes, durante y después de la proeza, especialmente después del 3-0 a los pies del nuevo ídolo local, Désiré Doué,

La algarabía incicial dejó pronto sitio al alboroto. La policía confirmó al menos 81 detenciones por "alteración del orden público" y loa antidisturbios lanzaron gases lacrimógenos. El ministro de Interior Bruno Retailleau denunció la presencia de "bárbaros" entre los hinchas y pidió clama a la población.

En los Campos Elíseos, se ha detectado la presencia de "revoltosos que buscan causar incidentes" y arrojan proyectiles y fuegos artificiales a la policía. Además, varias personas han intentado entrar a pie al Periférico, la autopista de circunvalación de París, donde las fuerzas del orden han intervenido "sistemáticamente" para mantener la circulación, con otros 9 detenidos, añadió la Prefectura.

Los disturbios fueron a más a lo largo de la noche, con al menos un coche incendiado en las inmediaciones del parque de los Príncipes. El presidente de Agrupación Nacional, Jordan Bardella, fue de los primeros en alertar contra la anarquía que se instaló en las calles de París: "Como en cada fiesta popular, la capiltal de Francia se convierte en terreno abonado para la gentuza. No solo crean un grave problema de inseguridad, sino que manchan la imagen de Francia en el mundo".

ALEGRÍA EN PARÍS

"Lo mejor que pudo hacer el Real Madrid fue llevarse Mbappé para que esta rabiosa generación de jugadores jóvenes descorcharan el champán", declaraba a las puertas del bar Dada, a tiro de piedra del arco, el hincha Gerad Moreau, de 23 años. "Y chapeau para Luis Enrique, que nos ha cubierto de gloria cuando muchos le quería echar.

Gerard se sumó con tantos otros al bloqueo de la avenida de Ternes tras el delirio que estalló con el 5-0 fiNal, en medio de un pandemonium de pitidos y petardos, anticipo de la gran traca que se prolongó durante tods la noche. Nadie durmió en París y la policía vivió una noche de auténtica pesadilla.

Por razones de seguridad, las pantallas gigantes en el exterior fueron proscritas en la ciudad, a excepción del estadio del Parque de los Príncipes, donde cerca de 40.000 aficionados siguieron la retrasmisión en directo desde Munich y vibraron como si estuvieran jugando en casa.

El ministro de Interior Bruno Ratailleau, intentó aguar la fiesta en el papel del cardenal Richelieu, recordando los actos de vandalismo tras la victoria del PSG sobre el Arsenal en las semifinales y alertando contra "la hiperviolencia"..

"Parece que hay individuos que están esperando la oportunidad para dedicarse a su actividad favorita: alterar el orden público", llegó a decir el ministro, a quienes muchos señalaron cono sospechoso hincha del Olympic de Marsella, el único equipo francés que había ganado la Champions en el 1093.

El éxito sin precedentes del PSG se ha producido precisamente tras la partida al Real Madrid de su estrella Kylian Mbappé y tras repetidos y frustrados intentos con Messi y Neymar. No faltaron las lejana comparaciones con lo ocurrido en 1993, cuando el Olympic de Marsella ganó la Copa de Europa tras despedir a su estrella Jean Pierre Papin, en una curioso paralelismo con lo ocurrido con Mbappé.

"El PSG no solo tuvo que luchar contra el Inter, sino que tuvo que combatir también contra la vieja maldición francesa", escribió Matthias Gurtler en L´Equipe. "Una final parecía una frontera infranqueable, y así lo había sido para el Reims en 1956 y 1959, para el St Etienne en 1976, para el Olympic de Marsella en 1991, para el Mónaco en el 2004 y para el PSG en el 2020... Todas las generaciones habían sufrido la crueldad de llegar a la final y quedarse ahí".

Todo está listo para el desfile triunfal el domingo en el Campo de los Elíseos, con Luis Enrique en el autobús que llevará al equipo más joven en ganar una Champions. El presidente Emmanuel Macron, hincha del Olympic de Marsella, recibirá posiblemente al los héroes del PSG en el palacio del Elíseo.

Así se gestó la jugada maestra de Simon Yates en Finestre que destrozó a los dos “más fuertes”: “Ha ganado el más inteligente”

Actualizado Sábado, 31 mayo 2025 - 23:00

En la penúltima partenza del Giro 2025, en la coqueta Verrès, en el corazón del Valle de Aosta, contrasta la actitud de los dos tipos que un rato después, entre el Colle delle Finestre y Sestriere, van a perder lastimosamente la carrera. La calma casi insultante de Isaac del Toro, el chico con «un par de pelotas» al que Josean Fernández Matxin descubrió hace unos años corriendo en el barro del ciclocross belga, un mexicano, una rareza. Los nervios de depredador de Richard Carapaz, que abandona el último el autobús del Education First, pero se detiene para hacerse una foto con unos aficionados ecuatorianos, que le reclaman como a una estrella de rock. Nadie repara en Simon Yates, como casi nadie lo ha hecho durante las más de tres semanas de esta Corsa Rosa que partió desde Albania. Pero el británico, agazapado, tenía una cita con la historia.

Para saber más

En el mismo lugar en el que hace siete años él mismo perdió el Giro. Esa subida infinita, mitad asfalto, mitad grava. La conoce porque ha aparecido en sus pesadillas, su desfallecimiento en 2018 cuando acudió de rosa y se dejó 40 minutos ante la hazaña de Chris Froome. Por eso no se altera cuando Carapaz dinamita todo casi en la primera rampa, cuando Del Toro le sigue sin inmutarse. Él aguarda, tarda unos metros en atraparlos, pero cuando llega a ellos sabe lo que tiene que hacer. Atacar. Juguetear con sus dudas. Completó los 18 kilómetros de subida en 59:20, superando por 1:25 el récord que estaba en posesión del joven español Pablo Torre.

El británico va a cumplir 33 años y ya pocos contaban con él para las grandes cuando hace unos meses el Visma Lease a Bike, tan de capa caída, le reclutó. El viernes se dejó unos segundos en Champoluc y su candidatura parecía difuminada ante los dos latinos. Por eso sus lágrimas de incredulidad a más de 2.000 metros de altitud. «No tengo palabras. Tenía en mente intentar hacer algo y lo hice. Aunque esta mañana ni siquiera estaba seguro de si quería probar algo, tenía dudas», confiesa, emocionado. Su compañero Wout Van Aert, que le aguardó desde la escapada y le impulsó en el descenso hasta una ventaja que superó los cinco minutos, sonríe cuando entra a meta. Con el orgullo del trabajo en equipo. Una lección táctica del Visma, a la altura de la que protagonizaron hace tres años en el Tour de Francia, camino del Granon, nada menos que ante Tadej Pogacar.

Simon Yates, con la maglia rosa, en Sestriere.

Simon Yates, con la maglia rosa, en Sestriere.LUCA ZENNAROEFE

En la estación de esquí de la Via Lattea también llaman la atención los contrastes. Del Toro, que nunca supo muy bien lo que hacer, que sólo se dedicó a marcar a Carapaz, acelera en la nada para entrar con unos estúpidos metros de ventaja. Es el perdedor, pero él no deja de sonreír, se abraza con otro joven, Pelizzari. «Chapeau para ellos. Han jugado bien sus bazas. Y yo no he tenido nada que hacer. Richard me dejó la responsabilidad. Estoy decepcionado, pero nadie habría imaginado que yo estuviera aquí. Me he demostrado mucho a mí mismo», pronuncia y aclara:«No voy a llorar. No me arrepiento de nada». «Es un ragazzo. Algún día ganará el Giro. Y el Tour», le defiende su compañero Majka, el veterano que no pudo estar junto a su líder, demasiado tarde todo el UAE Team Emirates.

Para el que no hay consuelo es para Carapaz. Él sí es consciente de lo sucedido. Se ha dejado todo por ganar este Giro al que llegó reinventado. Su director, Juanma Gárate, explicaba estos días que el nuevo Richard ya no tiene mentalidad «sudamericana», ahora es «más alemán». Cambió la alimentación, los pequeños detalles. Ya no se pierde en la burocracia de los emails en inglés del equipo a los que no atendía desde sus entrenamientos en Carchi, a 3.000 metros de altitud. El ecuatoriano lo probó casi en la primera rampa del Colle delle Finestre y no dejó de intentarlo. Una y otra vez. No claudicó Del Toro y, claro, le dejó la responsabilidad. Una condena para ambos. «Éramos los más fuertes. Ha ganado el más inteligente», protesta. «Del Toro perdió el Giro. No ha sabido correr bien», critica. Y le apartan de los micrófonos, por miedo a más.

Por tercera vez en los últimos cuatro años (2022 Jai Hindley, 2023 Roglic y 2025 Yates), la maglia rosa es conquistada en el penúltimo día. Son dos perdedores y es un ganador en el Giro más impredecible, el que vio por el camino las desgracias de los favoritos (Primoz Roglic, Juan Ayuso, antes Mikel Landa), el amanecer de la perla Del Toro y el resurgir de Carapaz. Y, sin embargo, en Roma este domingo será coronado el redimido Yates, al que bendecirá el Papa León XIV cuando atraviesen la Ciudad del Vaticano.

McLaren barre a la competencia y Fernando Alonso partirá décimo en Montmeló

McLaren barre a la competencia y Fernando Alonso partirá décimo en Montmeló

Harta de escuchar comentarios insidiosos, McLaren dejó clara a la primera oportunidad que sus rivales deben mirar hacia otro lado. La superioridad de los coches de Woking no procede de la flexibilidad de su alerón delantero, reducida al 50% este fin de semana en Montmeló. Hay otros factores que explican la pole de Oscar Piastri (1:11.546), con dos décimas de margen sobre Lando Norris. El líder del Mundial simplemente conduce el mejor coche y ni siquiera necesitó una vuelta perfecta para evidenciar su predominio sobre Max Verstappen, tercero con el mismo crono que George Russell.

La aventura de Fernando Alonso en la Q3 quedó reducida a un único intento, aprovechando el vacío dejado por los favoritos. Otra controvertida decisión de los estrategas de Aston Martin. Aunque el asturiano parecía exultante con su tiempo (1:12.284), finalmente cayó hasta la décima plaza. Al contrario que en Imola, optaron por guardar un juego extra de neumáticos de cara a la carrera.

No resultará sencillo conservar esa plaza, porque el ritmo del AMR25 se antoja inferior al del Racing Bulls de Liam Lawson, decimotercero en la parrilla. El paso adelante de Aston Martin, iniciado hace dos semanas en el GP de Emilia Romagna, debería consolidarse con ideas más claras desde el muro. Por mucho que invente Adrian Newey y por muchos golpes de genio de Alonso, el equipo dirigido por Andy Cowell necesita actuar, en cada situación del fin de semana, como uno de los grandes.

La avería de Colapinto

La debilidad de Carlos Sainz quedó patente desde bien temprano, cuando se vio antepenúltimo, tras ceder 57 centésimas ante Alex Albon, que había dispuesto de un intento más. Por tanto, el madrileño se vio al límite justo cuando Franco Colapinto sufrió una avería en el pit-lane. Sin potencia, el argentino ni siquiera pudo volver a pista y Sainz se quedó sin el timing idóneo, atrapado entre el tráfico (1:13.203).

Las condiciones de pista habían mejorado tanto que Lance Stroll pudo salir del atolladero. Sin embargo, el piloto de Williams quedó eliminado en la Q1 del GP de España por primera vez en su vida. Partirá decimoctavo y su debacle sólo pudo equipararse a la de Yuki Tsunoda, último con el Red Bull. Curioso modo de celebrar su récord como piloto japonés con más carreras en la F1 (96), ya por delante de Ukyo Katayama.

El buen pulso de Alonso, por contra, quedó en evidencia desde la Q2, cuando rodó (1:12.523) a sólo 52 centésimas de Piastri, que empezaba a evidenciar la superioridad de McLaren. Otro aldabonazo del asturiano, medio segundo más rápido que Stroll. De hecho, hubiese liderado la zona media de no ser por la postrera irrupción de Isack Hadjar. Por tercer fin de semana consecutivo, el novato de Racing Bulls se metía en el top-10.

Nubes y astalto más frío

Por entonces, unas nubes negras como el tizón empezaron a encapotar el cielo de Montmeló. Los radares de la FIA no consideraban siquiera la hipótesis de la lluvia, pero la temperatura del asfalto bajó dramáticamente, desde los 48ºC hasta los 41ºC. Un buen presagio para Mercedes.

Tras el primer intento, Russell se dejó apenas 25 centésimas respecto a la cabeza. No obstante, el británico se quejaba de que sus ingenieros habían optado por un plan demasiado conservador ante McLaren. Ese mismo reproche puede atribuirse a Charles Leclerc, octavo y bastante por detrás de Lewis Hamilton.

Tras la primera tentativa, la pole era para Norris (1:11.819) 17 milésimas mejor que Piastri. Verstappen, a 48 centésimas, ni siquiera se presentaba como candidato, pero en su último intento pudo auparse hasta la tercera plaza. Aunque había igualado el crono de Russell (1:11.848) partirá por delante al cerrar antes su vuelta.

Simon Yates dinamita y conquista el Giro en un movimiento estratégico en Finestre para la historia

Simon Yates dinamita y conquista el Giro en un movimiento estratégico en Finestre para la historia

Ni en la más osada de las predicciones. Pero siempre la realidad supera con creces la ficción. Más en el ciclismo, en escenarios tan proclives a la gesta como el Colle delle Finestre, colofón brutal a un Giro que será recordado. El Giro de Simon Yates, una victoria tan insospechada que engrandece a los protagonistas. A los derrotados, un fracaso mayúsculo del joven Isaac del Toro, lección de vida, y del veterano Richard Carapaz, desplumados por la valentía del británico y por el movimiento estratégico de su equipo, el Visma Lease a Bike. [Narración y clasificaciones]

En la meta Sestriere, donde la victoria fue para el australiano Chris Harper, héroe desde la escapada del día, el amarillo del Visma de Yates lució para la historia. Con una ventaja enorme, de casi seis minutos, rendidos sus rivales, ahogados en sus dudas, en una frialdad que fue mortal. Porque cuando el británico, que había flaqueado el viernes, que no respondió al primer golpe de Carapaz nada más comenzar Finestre, les atacó desde su remontada al poco, fue directo a una gesta.

Su ventaja, que durante varios kilómetros de ascensión no fue mayor de 30 segundos, se amplió del todo cuando Carapaz, harto y exhausto tras sus ataques a los que siempre respondía Del Toro, paró en seco. Y ahí, el inexperto mexicano, el que tenía el Giro en sus piernas tras 11 días de rosa, no supo qué hacer. Y también se detuvo.

Yates coronó con dos minutos la Cima Coppi de este Giro y al poco encontró la ayuda de Wout Van Aert desde la escapada. Descendieron como balas, pero Del Toro y Caparaz pararon aún más. Se dispararon al pie y la ventaja se fue a los cinco minutos. Antes de comenzar la ascensión final a Sestriere, Simon Yates ya era el ganador.

El zafarrancho de Carapaz había sido brutal, una ofensiva con todo, desde las primeras rampas de Finestre. Primero aceleró su compañero Rafferty, después fue Steinhauser el que lanzó como si fuera un sprinter al ecuatoriano. Se apartó el Chalequito Cepeda y allá fue la Locomotora del Carchi, a destrozarlo todo, a quedarse mano a mano con un Del Toro que reaccionó con una frialdad asombrosa para sus 21 años. Entonces todo era un espejismo para ellos.

Chris Harper celebra su  victoria en Sestriere.

Chris Harper celebra su victoria en Sestriere.LUCA BETTINIAFP

Porque quedaban los 18 kilómetros de Finestre, ocho de ellos sin asfalto. Un mundo y una batalla en la que también jugaba la mente. Al poco acudió desde atrás Simon Yates, el tercero en discordia, que vio su oportunidad entre los dos latinos. Allá donde hace siete años se dejó el rosa y un Giro que tenía en sus piernas ante Chris Froome. No dudó ni un instante. Atacó y atacó hasta que se fue en solitario, mientras sus rivales jugaban al póquer.

Porque tras otro par de zarpazos de Carapaz en los que ni se inmutó Del Toro, siempre poco a poco en su remontada, con la calma de los elegidos, el ecuatoriano frenó en seco y puso la duda en su rival. Fue la llegada de Derek Gee por detrás la que avivó el ritmo, aunque Yates tenía todavía la baza de Van Aert por delante.

Y ocurrió lo insólito, Yates creció y creció y logró una ventaja de hasta dos minutos que le vistió virtualmente de rosa ante la cobardía de Del Toro, que sólo vigilaba a Carapaz y aguardaba por detrás la ayuda que no llegaba de alguno de sus compañeros. La bajada fue su condena, unos kilómetros de dudas que recordarán por mucho tiempo.

La penúltima etapa había avanzado a todo gas desde Verrès -donde Juanma Gárate, director de Carapaz, bromeaba con los posibles aliados y hasta con miembros del equipo rival como Igor Arrieta-, todavía en el corazón del Valle de Aosta, hacia las rampas del temible Colle delle Finestre, con dos cotas antes de aperitivo: Corio y Colle de Lys. La fuga, más bien pelotón delantero, constó de 31 integrantes, con Carlos Verona, Pello Bilbao y Jon Barrenetxea como españoles, pero también con Van Aert, quien, una vez más, iba a resultar clave en la victoria de un compañero, para la segunda grande de Simon Yates tras la Vuelta de 2018.

La rendición de Paula Badosa en Roland Garros: “Estoy muy lejos de mi nivel”

Actualizado Sábado, 31 mayo 2025 - 16:07

Aparece Paula Badosa en la sala de prensa de Roland Garros con un look Jordan que demuestra que no está para nada. Fuera hace calor, casi 30 grados de temperatura y el bochorno previo a una tormenta, pero ella lleva una chaqueta roja acolchada y un gorro negro calado hasta los ojos. No quiere muchas preguntas, si fuera por ella no respondería a ninguna. Su fragilidad es patente, más cuando le acompaña a la sala su equipo por si necesita apoyo, por si acaso.

Antes ha sido eliminada en tercera ronda por Daria Kasatkina con un 6-1 y 7-5 y otra vez se marcha de París sin haber jugado los partidos decisivos. Queda lejos ya aquel 2021 en el que disputó los cuartos y, tan joven que era, se anunció como una futura campeona. Su lesión en la espalda sigue martirizándola.

TERESA SUAREZEFE

«Físicamente estoy muy lejos del nivel al que quiero estar. No llego a las bolas como quiero, no estoy explosiva, me falta mucho. Supongo que en un rato veré la diferencia, pero ahora mismo la decepción es muy grande. Siempre he tenido mal perder», arrancó la actual número 10 del mundo después de un encuentro en el que le pudo el desánimo.

La maldita lesión de espalda

Después del Open de Australia de este año en el que fue imparable y jugó el mejor tenis de su vida, la maldita fractura de estrés en la cuarta vértebra lumbar volvió a quebrarla y llegaba con la confianza destrozada. Se había perdido casi toda la gira de tierra batida, fuera de Madrid, fuera de Roma, y apenas había podido jugar un partido entero en Estrasburgo.

«Antes del torneo ya reconocí que venía así, que no tenía expectativas, y haber jugado aquí tres partidos me lo tomo como un logro», confesó Badosa que en las dos primeras rondas había derrotado a Naomi Osaka y Elena-Gabriela Ruse. Ante Kasatkina, llegó eliminada a la preciosa pista Simone Mathieu y salió eliminada. Su entrenador, Pol Toledo le reclamaba optimismo y su pareja, Stefanos Tsitsipas, insistía en animarla, pero no había manera. Sólo a mediados del segundo set, Badosa quiso autoconvencerse y peleó hasta que la volvió a derrotar el desánimo. Hace no tanto, hubiera ganado a Kasatkina, tiene armas para hacerlo, pero este sábado no era el día.

Christophe EnaAP

«No es el nivel que me esperaba, pero felicidades a Daria, es una buena jugadora en tierra», analizó Badosa. Kasatkina, nacida en Rusia y nacionalizada australiana tras renegar del Gobierno de Putin por su políticas anti-LGTB y la invasión de Ucrania, se formó en el CMC Competición de Barcelona y expuso el clásico estilo de juego español, tan clásico que ya apenas existe en la élite. Su táctica era clara: devolver una bola, y la siguiente, y la siguiente.

La esperanza en la recuperación

Para ganar, Badosa tenía que ser más agresiva que en los últimos tiempos, acortar los intercambios y no lo hizo. Su adversaria le plantó delante un muro: si sumaba más golpes ganadores, ganaría y si acumulaba más errores no forzados, perdería. El balance, al final, fueron 26 winners por 41 fallos, no hubo duda. «Ella no es tonta, sabía que yo no estaba bien, que llegaba tocada y ha hecho un partido muy físico», analizó Badosa que jugará los WTA 500 de Berlín y Eastbourne para intentar estar mejor en Wimbledon.

El año pasado por estas fechas, la española arrastraba los mismos problemas y acabó la temporada en clara progresión, con el título en el WTA 500 de Washington y semifinales en los WTA 1000 de Cincinnati y Pekín. Para hacerlo, eso sí, tuve que infiltrarse en varias ocasiones y esperar que el remedio surgiera efecto. «Ahora quiero jugar más, pero también debo vigilar con la espalda. Es difícil encontrar el equilibrio», reconoció antes de marcharse, con la chaqueta roja cerrada, el gorro negro calado y pocas ganas de hablar más.

Una Badosa rendida cae ante Kasatkina en tercera ronda de Roland Garros

Actualizado Sábado, 31 mayo 2025 - 12:53

La visera azul marino Nike apenas dejó ver sus ojos. Cabeza baja, casi siempre cabeza baja. Paula Badosa llegó eliminada a la preciosa pista Simone Mathieu y salió eliminada. La rusa-australiana Daria Kasatkina la derrotó en tercera ronda por 6-1 y 6-4 en una hora y 33 minutos de juego. Otro año será Roland Garros. Quizá uno en el que todo salga bien, que se marchen los dolores, que los catarros se mantengan lejos, que la maldita bola quiere entrar.

"Tengo que ser realista: no tengo expectativas aquí", reconoció en la previa y con ese espíritu había poco que hacer. Su entrenador, Pol Toledo le reclamaba optimismo y su pareja, Stefanos Tsitsipas, insistía en animarla, pero no había manera. Sólo a mediados del segundo set, con otra remontada épica en el horizonte, Badosa quiso autoconvencerse y peleó hasta que la volvió a derrotar el desánimo.

Después de un final de 2024 en el que fue imparable y jugó el mejor tenis de su vida, Badosa volvió a sufrir dolores de espalda en la reciente gira de tierra batida y eso le destrozó la confianza. Hace no tanto, hubiera ganado a Kasatkina con suficiencia, tiene muchas armas para hacerlo, pero este sábado no era el día.

Kasatkina, nacida en Rusia y nacionalizada australiana después de renegar del Gobierno de Putin por su políticas anti-LGTB y la invasión de Ucrania, se formó en el CMC Competición de Barcelona y expuso el más clásico estilo de juego español, tan clásico que ya apenas existe en la élite. Su táctica era clara: devolver una bola, y la siguiente, y la siguiente, y la siguiente. Para ganar, Badosa tenía que ser más agresiva que en los últimos tiempos, acortar los intercambios y no lo hizo.

Su adversaria le plantó delante un muro : si sumaba más golpes ganadores, ganaría y si acumulaba más errores no forzados, perdería. El balance al final fueron 26 'winners' por 41 fallos, no hubo duda. En el primer set la diferencia fue abismal y en el segundo hubo reacción, remontó una bola de break en contra, pero le faltaba esperanza para llegar más allá.

Un coche se sale de la pista en el Rallye de Hoznayo y atropella a ocho espectadores

Un coche se sale de la pista en el Rallye de Hoznayo y atropella a ocho espectadores

Actualizado Sábado, 31 mayo 2025 - 10:52

Ocho personas fueron evacuadas anoche en el Rallye de Hoznayo (Cantabria), cuatro con contusiones y otras cuatro con ataques de ansiedad, tras ser atropelladas por uno de los vehículos participantes en uno de los tramos de la prueba.

Según ha informado la organización, el coche se salió de la pista en el tercer tramo de este viernes y alcanzó a varios espectadores.

"Por suerte no tenemos que lastimar daños graves, y deseamos una pronta recuperación a los afectados", señala en un comunicado.

La organización recuerda a los aficionados que deben seguir las instrucciones en todo momento y colocarse en sitios altos y seguros.