La enmascarada Cata Coll detiene un penalti para mantener el sueño olímpico de España

Actualizado Sábado, 3 agosto 2024 - 20:20

La selección de moda sintió el frío del fracaso cerca, muy cerca. La parada de la enmascarada Cata Coll, en el primer penalti de la tanda ante Colombia, la alivió como antes lo hicieron los goles agonísticos de Jenni Hermoso e Irene Paredes, al límite de la eliminación. Aitana Bonmatí, su Balón de Oro, marcó el definitivo. Antes, fue el tanto de la capitana el que la devolvió al partido y a la fábula que empezó en Sidney, hace un año, y que continúa camino del sueño olímpico. Un camino, por ahora, épico pero espinoso. España pasa por lo peor, frente a una dura Colombia, que la llevó a agotar la prórroga (2-2), pero descubre la prueba de vida para intentar reencontrarse con lo mejor de sí misma, camino de las medallas. Las semifinales, como a los hombres, les esperan.

En la prórroga, España ya no sintió el mismo sufrimiento que durante un partido en el que fue por detrás en el marcador, por dos veces, y en el juego hasta el tanto de Jenni Hermoso, a un cuarto de hora del final. Mayra Ramírez y Linda Caicedo habían adelantado a Colombia gracias a un contraataque mortal frente a una España atascada, impotente. Irene Paredes le dio otra oportunidad, pero la prórroga no cambió el decorado. La capitana Catalina Usme, en cambio, no pudo ofrecer lo mismo a su selección, al fallar el primer lanzamiento, detenido por Cata Coll. Mariona, Eva, Salma y Aitana no fallaron.

Sufrir al contraataque

Mayra Ramírez está varios pasos por delante de su propia selección. Es vertical y poderosa, mortal a campo abierto. Ángelo, seleccionador de Colombia, sabe que es lo hay que hacer cuando se maneja semejante materia prima. La tropa combate, bien organizada; Mayra aguarda con la mirada afilada, mirada de águila. La presión es constante, con anticipación para poder robar o provocar pérdidas de balón, y buscar a su mejor delantera. De esa forma sufrió España lo inesperado, un gol que empezó con una pelota perdida por Alexia Putellas y la incapacidad de Paredes para impedir que Mayra llegara al mano a mano con Cata Coll. La máscara de la portera española, a lo Mbappé, no atemorizó a la colombiana. El gol premió al técnico que había impuesto su guion. El rostro de Montsé Tomé, en cambio, era el de quien no encuentra la salida del laberinto.

El gol llegó tan pronto, a los 12 minutos, que el mayor problema no era la desventaja frente a una selección inferior, clasificada como tercera de su grupo. No. El problema era que España no conseguía encontrar la fluidez de su juego y en el choque o la segunda jugada era peor que Colombia. La portera Tapia apenas tuvo que emplearse en todo el primer tiempo y lo más comprometido que detuvo fue un tiro de Bonmatí. La Balón de Oro apareció menos de lo deseado en los espacios, y eso dice mucho de lo que le ocurría a la selección, dominadora, pero demasiadas separas las líneas y sin que Salma Paralluelo pudiera ofrecer la referencia necesaria. Los movimientos de Salma pretendían arrastras a las centrales colombianas, muy seguras, y crear espacios para las llegadas de Alexia y Aitana.

Segundo gol de Colombia

Colombia no era una muralla. Era un equipo que supo jugar desde su inferioridad, pero sin negar lo ofensivo. Al contrario, cada robo era una acción de contraataque que exigió mucho a la defensa española, algo a lo que no está tan habituada, debido a sus altos niveles de posesión. El segundo gol, al poco de iniciarse el segundo tiempo, llegó también en una acción lanzada por la banda derecha. Athenea del Castillo no pudo impedir el centro y en el área a las españolas les faltó aplomo. Linda Caicedo se movió a sus anchas para girar sobre sí misma y batir de nuevo a Cata Coll. Se repetía la historia del inicio, con una España que buscó el gol sin éxito, pero lo sufrió con demasiada facilidad, pese a perder Colombia a Pavi, su segunda atacante. Se fue del campo entre lágrimas.

Tomé buscó más gol a toda costa cuando ya no había tiempo de volver al principio para buscar el juego que no ha encontrado en estos Juegos. Salieron Jenni Hermoso, lo que llevó a Salma a situarse en la banda, y Alba Redondo. Aceleró el ritmo de balón la selección frente a un rival que acusaba físicamente el esfuerzo, pero firme e impulsado por el público colombiano en la grada del estadio de Lyón. El gol de Jenni, en una segunda jugada finalmente aprovechada, dio esperanzas a una España volcada y con tiempo suficiente por delante. El remate de Paredes, en el tiempo añadido, fue la forma de que se sintieran de nuevo campeonas. Como tales fueron a la muerte súbita. Como tales no empezaron, pero ganaron. Ese es el camino.

La historia detrás del primer oro de España: los Botín de la vela, la meditación y la sombra del tercer hombre

Actualizado Viernes, 2 agosto 2024 - 22:42

Un mal paso, un apoyo de más es una derrota en una embarcación de 4,99 metros de eslora, longitud de proa a popa, y 1,75 de manga, la anchura. Cada movimiento, pues, tiene que estar sincronizado, como en una coreografía, mientras la embarcación llega a alcanzar los 30 nudos de velocidad, más de 50 kilómetros por hora, sobre una superficie cambiante, el mar. Los dos hombres han de formar, pues, una pareja perfecta, sincronizada y a la vez compleme

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Léon Marchand gana su cuarto oro y llama a la puerta del Olimpo de Phelps o Spitz

Actualizado Viernes, 2 agosto 2024 - 21:33

La irrupción de Léon Marchand en el olimpismo ha sido tan brutal e incontestable que parecería exagerado decir que, en una sola semana, este francés de 22 años ha entrado en el Olimpo de la natación. En realidad, es cierto, porque los cuatro oros con los que deja París como ídolo local y como estrella de estos Juegos, rendido a su eclosión en el cuarto el propio Emmanuel Macron, en la grada de La Défense, son comparables a las hazañas de algunos de los grandes de la historia, como Michael Phelps, Mark Spitz, Ian Thorpe o Alexander Popov.

Es cierto que las cosechas de los mencionados son mayores, porque compitieron en varias citas olímpicas, pero también lo es que todos hicieron granero al nadar las pruebas de relevos, algo que Marchand no ha realizado en París. Francia, que se emociona con el regreso a la natación y al podio de Florent Manaudou, a sus 33 años, no tiene un relevo ganador que ofrecerle. Colectivamente, no son sus mejores tiempos, pese a Marchand, no le sucede como a la ejemplar natación italiana. Que España tome nota.

Cuando Phelps ganó ocho oros en Pekín 2008 o Spitz siete en Múnich 1972, tres y dos, respectivamente, llegaron en los relevos y cinco fueron individuales. Marchand ha empezado por cuatro sin ayuda de nadie, las cuatro victorias que mostraba en su mano tras alcanzar la última meta, en los 200 estilos, a ritmo de récord del mundo hasta las tres últimas brazadas. Llegará. También más victorias.

El libre, estilo por explorar

Marchand confirmó en su última participación que es un nadador de estilos colosal, algo que le acerca a Phelps, con el que comparte entrenador, Bob Bowman. Si algo le diferencia de otros de los grandes nadadores de la historia es que no acomete las pruebas individuales del estilo libre, un terreno por explorar junto a Bowman. El último 50 de los estilos, el del libre, apunta a un nivel altísimo. El futuro lo dirá. En cambio, ha dominado la braza de una forma asombrosa. Un estilo en el que se prodigan nadadores más compactos físicamente. Marchand es longilíneo, con un cuerpo púber, hecho que favorece su nado subacuático, básico para establecer diferencias.

El francés ha nadado los 200 y 400 estilos, los 200 braza y los 200 mariposa más rápidos de la historia de los Juegos. Los récords olímpicos parecen devaluados, debido a unos años de locos, entre bañadores de poliuretano, los que usaba Phelps, y textiles, pero lo conseguido por este nadador de 22 años son palabras mayores. Ha nadado más rápido que Phelps en Pekín. En los 400 estilos ya arrebató el récord a Phelps (4.02.50). En el 200 estuvo en tiempos de conseguirlo en los tres giros. Para batirlo le faltó oposición. Acabó en 1.54.06, a seis centésimas de la plusmarca de Ryan Lochte (1.54.00), un nadador imponente que tuvo la mala suerte de coincidir con la era Phelps. Era su eterno segundo. El Olimpo de la natación también debería tenerle reservado un sitio, pese a verse privado habitualmente del oro, salvo en los relevos.

La siguiente pregunta es hasta dónde podrá llegar Marchand después de París, donde ha contado con un apoyo poco común en la natación, con un público que jadeaba en cada una de sus brazadas. París necesitaba un héroe y lo ha encontrado en el joven de Toulouse. La responsabilidad, sin embargo, también era un peso en los Juegos en su país, algo que sufrió Thorpe en Sidney, pese a las medallas. Marchand, en cambio, ha demostrado una concentración excepcional. Ni siquiera el desafío del 200 mariposa frente a Kristof Milak, mejor en las series, las semifinales y hasta los primeros 150 metros de la final, lo hundieron. Emergió como una orca asesina y voraz para transformarse fuera de la piscina, con su rostro dulce y aniñado, y los cabellos de un dios griego. El Olimpo es su lugar.

Fermín hace soñar al fútbol con las medallas tras vencer España a Japón

Actualizado Viernes, 2 agosto 2024 - 19:02

El fútbol llegó a París tapadito. El fútbol de ellos. El impacto de la selección femenina, clara favorita, y la resaca de la Eurocopa dejaron a los hombres de Santi Denia en el perfil bajo. Tampoco la primera fase logró cambiar esa percepción, con una derrota ante Egipto. La victoria lograda en cuartos ante Japón (0-2), en Lyon, cambia la situación y les lleva a soñar con las medallas, gracias a dos goles de Fermín, uno de los mejores futbolistas del torneo. Tendrán dos oportunidades. Si ganan a Marruecos, el lunes, habrán asegurado el oro o la plata.

Fermín es uno de los dos futbolistas presentes en el torneo olímpico que disputó la Eurocopa. El otro es Álex Baena, ambos titulares frente a los japoneses. Denia plantó a España en el campo a partir de un 4-2-3-1, con el azulgrana en la mediapunta y Abel Ruiz por delante. Los goles, uno en cada parte, llegaron con sendos golpeos habituales de Fermín. Es uno de los mejores palos de este jugador metálico. El portero Brian Kokubo, sin embargo, pudo hacer algo más en el primero. El segundo fue más duro. El azulgrana extendió su catálogo con un lanzamiento que, esta vez sí, encontró la respuesta del arquero y un pase a Baena en el área que no supo aprovechar.

El VAR y Abel Ruiz

El tanto primer llegó cuando España había logrado atemperar la presión nipona, alta e intensa. Nunca, sin embargo, llegó a tener el partido verdaderamente controlado, con llegadas peligrosas de Japón.

Si Fermín, con tres goles en el torneo, se ha destapado como el futbolista más decisivo, su compañero de equipo Cubarsí no ha encontrado su mejor forma y ha de agradecer al VAR su poca eficacia en el que habría sido el empate. Japón estrelló otro remate en el palo en su mejor fase, aunque España pudo llegar a la segunda parte con la ventaja, tener más mando y ampliar la distancia en el marcador. Primero, gracias a Fermín y, finalmente, a un remate de Abel Ruiz.

La selección deja en el camino del torneo olímpico a Japón por segunda vez consecutiva, después de haberlo hecho en Tokio, entonces en semifinales, en una selección de la que repiten dos futbolistas, Eric García y Miranda. Ambos se colgaron una plata que esta selección, con menos nombres y menos ruido, quiere mejorar.

Diego Botín y Florian Trittel logran el primer oro para España volando sobre las aguas

Diego Botín y Florian Trittel logran el primer oro para España volando sobre las aguas

El primer oro de España llega volando, volando sobre las aguas en una embarcación reducida al mínimo para permitir la coreografía de dos hombres. Son Diego Botín y Florian Trittel, que no sólo están coordinados al centímetro en sus movimientos de este evolucionado 49er, también son complementarias sus personalidades. Diego, meticuloso y calculador; 'Flo', espontáneo. Sólo perdieron el equilibrio con el abrazo de la gloria que los llevó al agua. Los tripulantes españoles podrían haber realizado un ejercicio de cálculo, pero, al contrario, salieron a demostrar por qué merecen este oro, por qué son los más rápidos, por qué son los mejores del mundo y por qué, finalmente, son campeones olímpicos.

Lo españoles no necesitaban ganar la 'medal race', donde la puntuación es doble, dado el margen con el que llegaron, pero su victoria fue incontestable. Este primer oro para España en París llega en su deporte con mayor cosecha en la historia de los Juegos, 22 medallas, 14 del metal que más brilla, como el que alumbra, hoy, los rostros sonrientes de Botín y Trittel.

"Para nosotros no había otro cabía otro resultado que no fuera el oro", proclamaba 'Flo'. ·La clave ha sido mantenernos firmes hasta el último día, manejar esa presión", añadía el catalán. "Es una sensación indescriptible, después de una semana muy dura, debido a las condiciones meteorológicas", añadía Botín, para el que el oro es una "alegría indescriptible".

De popa y en ceñida

La salida de Botín y Trittel fue fulgurante, decidida y directa. Cualquiera de las tres primeras plazas les garantizaba el oro, con 68 puntos y un margen de cinco puntos sobre la embarcación irlandesa y 12 sobre los neozelandeses, terceros. Hasta la primera boya llegaron primeros para realizar un giro limpio, sin riesgos, dada su ventaja. Es importante evitar el tráfico en ese punto. Volaban, literalmente. De popa, con viento a favor, como en ceñida, con viento en contra, fueron incontestables y consiguieron ampliar aún más su ventaja sobre la pareja de Nueva Zelanda.

Jamás volvieron ya a perder la ventaja en las siguientes dos para dirigirse a la meta, a la que llegaron en solitario, por delante de holandeses y neozelandeses. En el podio les siguieron los terceros y los norteamericanos. La pareja española acabó con 70 puntos, por 82 y 88 del resto de medallistas. En la vela los puntos se invierten y se descuenta la peor de las regatas de cada pareja.

A la 'medal race' llegaron Botín y Trittel como líderes, pero después de dos días irregulares para los españoles, los peores. El miércoles, en la última jornada de regatas, hicieron su peor serie (decimoquintos, duodécimos y sextos), y el jueves, cuando debía disputarse la 'medal race', dos interrupciones, la primera cuando iban líderes, por la falta de viento devolvieron a los regatistas al hotel. Un mal asunto para la concentración. Las dudas las despejaron nada más darse la salida.

El final de las frustraciones

Botín, cántabro, y Trittel, catalán, ambos de 30 años, se encontraron después de Tokio, frustrante para los dos por separado, y de ese modo formar la pareja perfecta sobre una embarcación, perfecta y veloz. "¡Esto vuela!", decía 'Flo', como llaman a Trittel en el entorno de la vela, cuando empezaron a entrenarse a bordo del 'Skiff', que es el nombre técnico del barco. Cada cuatro años se decide cuál será, con las evoluciones pertinentes, y se dan las instrucciones al mismo fabricante. 'Flo' había practicado Kitesurf, por lo que estaba acostumbrado a volar sobre las aguas. El hecho de que no llegara a ser olímpico le hizo optar por la clase Nacra 17, en la que formó pareja con Tara Pacheco en Tokio. Hubieron de conformarse con el diploma, sextos. 'Flo' quería más.

Más cruel fue el desenlace en los pasados Juegos para Botín, asentado ya en la clase 49er. Junto a Iago López alcanzaron la 'medal race', pero una mala salida les condenó. Acabaron empatados a puntos con la pareja alemana, pero en el cuarto puesto. El rostro entonces fue el de la desolación. Muy distinto al que mostraba en Marsella. "Llevamos muchos años preparándonos y hemos fallado muchas, pero sin esos fallos y experiencias no estaríamos aquí, celebrando este oro", se sinceró el cántabro.

Esas frustraciones les llevaron, pues, a encontrarse para formar una de las mejores parejas del mundo de la vela. En realidad, no son dos, sino tres, porque Álvaro del Arco es mucho más que un entrenador. Ya trabajó con 'Flo' en la clase Nacra 17. Entre todos han conseguido crear una atmósfera que atempera la presión, por lo que es habitual verlos gastar bromas poco antes de la competición.

Desde que ambos decidieron competir juntos, los resultados fueron inminentes. Campeones de Europa en 2022, un año después de Tokio, lograron la plata mundial ese año y el bronce en 2023 y 2024. Botín y 'Flo' no se han dedicado únicamente al 49er. Ambos se han integrado en las tripulaciones de SailGP, a bordo de los catamaranes voladores. Con Botín como patrón, el equipo español fue campeón absoluto del Circuito Mundial SailGP, al imponerse en aguas de San Francisco en la Gran Final, el 14 de julio, menos de dos semanas antes del inicio de los Juegos. Lo suyo es volar sobre las aguas, camino del primer oro para España, a la que nunca falla la vela.

El 1.500 español nació hace 40 años: del bronce de Abascal en Los Ángeles’84 al vacío en el podio

Actualizado Viernes, 2 agosto 2024 - 08:37

La tradición del gran 1.500 español cumple 40 años. La medalla de bronce de José Manuel Abascal, en los Juegos de Los Ángeles'84, fue el hecho diferencial que el mediofondo español necesitaba, y que encuentra su clímax con el oro de Fermín Cacho en Barcelona'92. Las series de la especialidad se disputan en la jornada de apertura del estadio de Saint Denis para el atletismo, con Adel Mechaal, Mario García Romo e Ignacio Fontes, pero lo cierto es que lejos del esplendor que para España tuvo la prueba en los años 80 y 90.

Hasta la medalla de Abascal, el atletismo español únicamente había podido subir al podio olímpico a uno de sus miembros, el marchador Jordi Llopart, plata en 50 km en Moscú'80. El cántabro era un prototipo claro del deporte previo a las grandes ayudas y al Programa ADO que se pusieron en marcha a partir de la concesión de los Juegos a Barcelona, en 1986. Miembro de una generación que competía continuamente, en mítines en España, Europa y hasta en la gira americana de pista cubierta para aumentar sus ingresos, esa hiperactividad pudo influir en una retirada relativamente temprana de Abascal, muy castigado su físico por las largas cargas de entrenamiento de entonces. Los que llegaron después dosificaron más su preparación, más acomodados y amparados por las becas que les garantizaba un buen resultado o una marca.

La gran generación de los 80

Fue la generación de los 80, dirigida por Carlos Gil, y a la que también pertenecieron atletas tremendamente competitivos, como Javier Moracho, Carles Sala, Antonio Corgos, José Alonso Valero, Arturo Ortiz o José Luis González, entre otros, habituales en grandes finales olímpicas, mundiales y europeas. Años en los que el propio 1.500 gozaba de un nivel altísimo en el entorno internacional.

La final de Los Ángeles es un ejemplo. Abascal llegó tras Sebastian Coe, el Jakob Ingebrigtsen de la época y actual presidente de la World Athletics, y Steve Cram. Cuarto fue Joseph Chesire, el atleta keniano al que ocho años más tarde Cacho adelantó de forma suicida por el interior en la final de Montjuïc. Steve Ovett se retiró y la final contó con otro español, Andrés Vera, séptimo. Mechaal, quinto, y Fontes, decimotercero, alcanzaron la de Tokio, la mejor colectivamente de la historia, con cuatro hombres por debajo de 3.30. París les espera de nuevo.

La rivalidad con González

La medalla de Abascal pudo tener continuidad en Seúl'88, pero José Luis González, en el momento de mejor forma, se lesionó. Había conseguido la plata en el Mundial de Roma'87, por detrás de Abdi Bile pero por delante de Cram. La rivalidad entre Abascal y González, antagónicos en la pista, popularizó el atletismo en España y le ofreció una gran visibilidad. La llegada de Cacho, en paralelo a los medios, le llevó no sólo al oro de Barcelona, sino también a la plata en Atlanta. Ni Reyes Estévez, Juan Carlos Higuero o Mohamed Katir, sancionado antes de París, pudieron repetirlo. Mechaal tiene, a partir de hoy, su oportunidad.

Hugo González confirma sus malas sensaciones en París con otro sexto puesto en 200 espalda

Hugo González confirma sus malas sensaciones en París con otro sexto puesto en 200 espalda

Otro sexto puesto para Hugo González, otra frustración para alguien que no ha encontrado en París al mejor nadador que lleva dentro, y que deja alguna incógnita acerca de su futuro. En la final de 200 espalda invirtió su habitual estrategia en la prueba, con una buena salida y progresión que le llevó a llegar tercero al primer 50 y segundo al 100, pero sin capacidad para sostenerla en adelante. El tiempo fue mejor de los que había hecho en series y semifinales (1.55.97), aunque insuficiente para el podio. Ni siquiera el crono que hizo en Doha, el Mundial en el que logró el oro (1.55.30) le habría llevado al podio. Habría necesitado su récord de España (1.54.51), logrado este año. El lugar para conseguirlo era otro.

"Hice una buena salida y carrera, en general, pero no logramos el tiempo que queríamos hacer. No estoy satisfecho", admitió Hugo. "No he terminado de encontrar mi ritmo, mi estilo. No es lo que llevamos haciendo todo el año. Estoy decepcionado por la marca, no es lo que tenemos", insistió el nadador, que confirmó su participación en el relevo de 4x100 estilos.

Hubert Kos, de Hungría, se hizo con el oro por debajo del récord de Hugo (1.54.26). Hablamos, pues, de una prueba rápida, pese a no estar Ryan Murphy, uno de los compañeros de entrenamiento del español en California. Roman Mityukov, el hombre al que superó en Doha en el último 50 para ser campeón mundial de la prueba, fue segundo (1.54.85). Una secuencia que confirma sus palabras.

Incómodo en la Villa

A la espera del relevo, donde ya no opta al podio, el mallorquín no se ha sentido cómodo. Ni por la piscina ni por la Villa Olímpica ni por el horario. Habló de la poca profundidad del vaso de La Défense, en comparación con otras piscinas donde habitualmente se disputan grandes competiciones. Se mudó a un hotel porque los traslados a la Villa y las esperas después de competir eran excesivos. Dijo que algunas pruebas, especialmente finales, se disputaban demasiado tarde.

Aunque en algunas le asistiera la razón, la incomodidad y la negatividad suelen ir en paralelo a las malas sensaciones. Las suyas en la piscina no han sido nunca las mejores, pese a estar en dos finales, 100 y 200 espalda, resueltas con el mismo puesto. Sabía que, una vez en los Juegos, hay que estar en las mejores marcas personales, incluso mejorarlas, algo que no ha conseguido. Fue sexto en 100 espalda, como en Tokio, apenas cinco centésimas más rápido (52.73 por 52.78). Mejoró al entrar en la final de 200, algo que no consiguió en la capital nipona, pero fue insuficiente, pese a nadar más rápido que en semifinales. La final pedía acercarse, al menos, a su récord de España.

El futuro y la motivación

Con 25 años, la edad óptima para un nadador, Hugo tiene recorrido por delante, pero esta decepción deja incógnitas. Se trata de un deporte que adquiere gran visibilidad cuando llegan los Juegos. Los Mundiales, en los que ya ha subido al podio, incluso al primer peldaño, no poseen la misma repercusión: se nada todo el año para nadar en los Juegos. En Los Ángeles 2028 tendrá 29 años, en un entorno competitivo de una precocidad feroz. Léon Marchand, el héroe de estos Juegos, tiene 22. El nuevo ciclo exige, pues, reflexiones, que el mallorquín deberá realizar junto a sus técnicos, Dave Durden en California y José Ignacio González, 'Taja', en el Canoe de Madrid, su club. La motivación será determinante.

La natación española confiaba en Hugo para volver a tener presencia en el podio y de ese modo llenar el vacío dejado por Mireia Belmonte, con cuatro medallas olímpicas (dos platas en Londres 2012 y un oro y un bronce en Rio 2016). El mallorquín siempre ha dicho que no sentía una responsabilidad especial por ello, pero el peso de una figura como Mireia es inmenso. Su cosecha es la mitad de toda la natación española en su historia. Los otros cuatro metales fueron los bronces de Sergi López (Seúl'88), David López-Zubero (Moscú'80) y Nina Zhivanevskaya (Barcelona'92), más el oro de Martín López-Zubero en la misma final que nadó Hugo, también en 1992.

Podemos hablar, pues, de Mireia como del personaje más importante de la historia de la natación española en términos absolutos, y con una vinculación total con nuestro país, ya se entrenaba en España. Detrás de ella aparecía Hugo; detrás de Hugo, el panorama es desolador, sin ningún otro nadador clasificado para finales en París.

Léon Marchand, la mariposa que desata el maremoto en París

Léon Marchand, la mariposa que desata el maremoto en París

Cuando Léon Marchand emergió del agua en el último 50 de la mariposa, la futurista Defénse creyó ser presa de un maremoto. Era como la mariposa de la teoría del caos, cuyo aleteo puede provocar un movimiento sísmico, pero en carne y hueso. La fuerza de ese aleteo es la fuerza del oro que viene para encontrarse en el podio con el oro que resiste. Un cruce de caminos en la victoria entre miembros de dos generaciones a los que separan cinco años, pero es que un año de un campeón olímpico son cinco en un mortal. Marchand, de 22, es el oro que viene; Katie Ledecky, de 27, es el oro que resiste.

Los desafíos que se habían impuesto para estos Juegos tienen similitudes, al afrontar cada uno de ellos cuatro pruebas. Marchand, los 200 y 400 estilos, los 200 mariposa y los 200 braza. Por ahora ha nadado los tres últimos con el pleno: tres oros. Ledecky, los 400, 800 y 1.500 libre, y el relevo de 4x200 libre. Después de afrontar las dos primeras, suma un oro y un bronce. Podría decirse, pues, que se trata de un desafío incompleto para la estadounidense, pero sería injusto con una nadadora de época. La que viene es de Marchand, más rápido ya que Michael Phelps. La que vivimos pertenece también, al menos en el fondo, todavía a Ledecky. París los venera. Los Ángeles los espera.

El reto de Marchand no era únicamente el de nadar pruebas que parecen antagónicas, como los 200 mariposa y los 200 braza, sino hacerlo con apenas dos horas de diferencia, después de haber afrontado las semifinales, por la mañana, con menos margen. La mariposa muestra su extraordinaria velocidad. La braza, el mejor nado subacuático, gracias a su cuerpo longilíneo, casi púber, que opone menos resistencia al agua. La combinación arroja como resultado el mejor nadador de estilos del momento y, si vamos a los tiempos, quizás podamos hablar pronto del de la historia. El récord del mundo de los 400 estilos ya le pertenece (4.02.50). Se lo arrebató a Phelps.

La oposición de Milak

El orden de las finales era el mejor para el francés, ya que las semifinales habían demostrado que iba a encontrar más oposición en la mariposa que en la braza, debido a la presencia de Kristof Milak. El húngaro es un cíclope del agua. En la semifinal que también dominó, fue más rápido que Marchand. También había ocurrido en las series. De ese modo se inició la final, con el húngaro primero en los tres virajes. Al salir del tercero, Marchand apuró su nado subacuático y emergió como una orca. Algo se había dejado dentro contra lo que Milak nada pudo hacer. Tampoco contra la grada enfebrecida. El francés ganó el 200 mariposa más rápido de la historia olímpica (1.51.21) después de haber hecho lo propio en los 400 estilos. La braza, en cambio, devolvió a un Marchand dominador de principio a fin.

Para Ledecky fue más sencillo. El padecimiento que experimentó en el 400 libre desapareció cuando aumentó la distancia. La estadounidense es una fondista, pero una fondista muy rápida, como prueba el hecho de que ganara el 200 libre en los trials de su país. En la actual escena olímpica, sin embargo, no es suficiente, frente al potente equipo femenino australiano. No es únicamente Ariarne Titmus, que ya derrotó a Ledecky en Tokio. Volver a intentarlo dice mucho en favor de la norteamericana, que podría haberse refugiado en la larga distancia, del 800 al 1.500. En cambio, quiso aceptar el reto. La comodidad no va con los campeones, no con los campeones de verdad.

Marchand, durante la final de mariposa.

Marchand, durante la final de mariposa.JONATHAN NACKSTRANDAFP

En el 1.500, la estadounidense impone una velocidad de crucero insostenible para el resto y acabar en 15.30.02. París asistió a su dominio y lo hizo con agrado, pese a animar a la francesa Anastasia Kirpichinkova, aunque La Défense no se emocionara como con Marchand, líder de un equipo francés que escala en el medallero. La natación gala, de profunda tradición olímpica, encuentra un nuevo referente desde Laure Manadou, con tres medallas (oro, plata y bronce) en Atenas'2004, con tan sólo 18 años. El nadador de Toulouse ya lo ha mejorado en París.

El liderazgo de EE.UU.

Ledecky encarna, asimismo, el liderazgo de una natación estadounidense venida a menos en París. La sombra de Phelps es alargada, muy alargada. Los 100 libre, que se disputaron ayer, dejaron campeones ajenos a las barras y estrellas. Caeleb Dressel, encumbrado en Tokio con cinco oros, ni siquiera pudo clasificarse para la prueba en los 'trials' en su regreso tras sufrir una depresión.

El oro de Ledecky es el octavo de su carrera y su medalla olímpica número 12. Si domina el 800 libre, algo previsible, y el 4x200 libre, menos a su alcance debido a la oposición de las australianas, superaría a Larissa Latynina, con nueve oros, como la mujer más laureada en la historia de los Juegos, algo que podría haber alcanzado ya Simone Biles si su mente no hubiera dicho basta en Tokio. La de Ledecky nunca para, continúa y continúa, como sus brazadas.

Hugo González entra en la final de 200 espalda, en la que deberá mejorar para luchar por las medallas

Actualizado Miércoles, 31 julio 2024 - 22:15

Hugo González quiere demostrar que ha llegado a París mejor de lo que demostró en la final de los 100 espalda, donde no se movió de lo conseguido en Tokio: sexto. Apenas cinco centésimas arañó al tiempo de entonces. Poco. El 200 espalda tiene que ser distinto. Deberá nadar más rápido de lo que hizo en semifinales, donde el tercer puesto en la primera le dio un puesto en la final, pero con el peor crono de los participantes (1.56.52), lo que le condena de nuevo a la calle ocho.

Por distancia, es la prueba que mejor se adapta a sus condiciones, a pesar de que en la capital nipona no consiguiera entrar en la final. Fue campeón en Doha, en el Mundial que se disputó en año olímpico, y poco después logró el récord de España (1.54.51) en los Campeonatos de España. El mallorquín sabe que debe estar en su mejor prestación posible en los Juegos para subir al podio. Por ahora, le separan casi dos segundos.

Después de no entrar en la final en Tokio, en París no quiso verse apurado y, ya en las series de la mañana hizo valer su buen final para concluir segundo (1.57.08) y asegurarse una buena calle en las semifinales de la noche. Partió por la cuatro. En, cambio, en las semifinales, pese a su tercer puesto, el tiempo no mejoró lo suficiente para darle lo que quería, una buena calle. Saldrá en la ocho. Como dicen sus compañeros estadounidenses de entrenamiento: "Tenemos final y tenemos calle. "Let's go!" ¡Vamos! Es su única opción.

Léon Marchand, el Mbappé del agua: el cuerpo de un niño, el técnico de Phelps y un despiste antidopaje

Léon Marchand, el Mbappé del agua: el cuerpo de un niño, el técnico de Phelps y un despiste antidopaje

Emmanuel Macron hizo todo lo posible para que Kylian Mbappé estuviera en París. Los Juegos son sus héroes, sus personajes, son Jesse Owens, Mark Spitz, Nadia Comaneci, Carl Lewis o Michael Phelps... París necesita los suyos. Francia, también. Por ello, después del no de Florentino Pérez, el presidente de la República no dudó en llamar a Léon Marchand tras su victoria en los 400 estilos. Cuando respondió al móvil que le pasaron tras salir de la piscina, no podía creerlo. Es el Mbappé del agua, un león en el cuerpo de un niño.

Dos días después, Marchand volvió a lanzarse a la piscina de La Défense como si escuchara La Marsellesa: Allons enfant de la patrie... Suena el himno, lo corean los 17.000 espectadores mientras mueven las banderas, cuando empieza la prueba, acompañan con un grito cada una de sus brazadas, en una atmósfera poco común en los Juegos y en la natación. Marchand es un prodigio, un campeón, pero también es patria, es chovinismo.

El siguiente desafío, que hoy debe completar, es el de nadar las finales de 200 mariposa y 200 braza, con dos horas y cinco minutos de diferencia. Para clasificarse, ayer se lanzó a la piscina cuatro veces. Contemplativo en las series de la mañana, dominó con autoridad sus semifinales, con 1.53.50 en la de mariposa, donde el español Arbidel González fue octavo, y 2.08.11 en la de braza. En las primeras, sin embargo, fue más rápido en la suya Kristof Milak (1.52.72). Aguarda, hoy, un duelo tremendo.

Mayor adaptabilidad

Los nadadores no suelen compatibilizar la mariposa y la braza, salvo en las pruebas de estilos. Es más común que los mariposistas naden también las pruebas del libre. La morfología de Marchand, longilínea, de 1,87 y 76 kilos, le permite mayor adaptabilidad, con un nado subacuático clave, como demostró en la final de 400 estilos, que ganó en solitario durante buena parte en parciales de récord del mundo. Le pertenece (4.02.50) desde que se lo arrebató a Phelps. El primer título olímpico se suma, a los 22 años que acaba de cumplir, a los cinco oros mundiales, dos en Budapest 2022 y tres en Fukuoka 2023, siempre en las dos pruebas de estilos y la mariposa. En París, añade la braza.

La crianza del campeón de Toulouse empezó muy pronto, cuando su padre y tío le propusieron, a los seis años, que nadara contra otros niños en la piscina de un restaurante. Lo cierto es que podría haber sido mucho antes, porque Marchand es hijo y sobrino de nadadores de élite. Céline Bonnet, su madre, fue olímpica en Barcelona'92. Xavier Marchand, el padre, fue finalista olímpico en 1996 y 2000, y subcampeón del mundo en las mismas especialidades que nada su hijo, 200 y 400 estilos, en 1998. El hermano de Xavier, Christophe, y tío del nadador, tomó parte, asimismo, en los Juegos de 1988 y 1992. Dedicaron la vida a la natación, aunque sin obtener un gran beneficio, por lo que eran reacios, inicialmente, a que su hijo siguiera su camino. Poco se puede hacer contra la pasión y la genética.

Después de aquella prueba que asombró a su padre y tío, ya no se detuvo. Obtuvo la primera licencia a los seis años, adscrito al mismo club que había defendido su progenitor, el TOEC de Toulouse, de donde procedía el primer campeón olímpico de la historia de la natación francesa, Jean Bolteux, en Helsinki'52. La natación es una seña de identidad de la ciudad, que posee la piscina más larga de Europa, de 150 metros. En sus aguas empezó Fabien Barthez, antes de que el fútbol lo reclamara para defender la portería de la campeona del mundo de fútbol en1998.

Marchand festeja uno de sus oros en La Defense Arena.

Marchand festeja uno de sus oros en La Defense Arena.AFP

A los 16 años, Marchand se convierte en el campeón absoluto más joven de Francia, en 200 mariposa, y la escalada es ya imparable. Los padres, pese a sus reticencias iniciales, saben que el salto a Estados Unidos llegará tarde o temprano, un paso necesario para su progresión, con la condición, eso sí, de que no abandone sus estudios de informática. Se produce en 2021, cuando Marchand se pone en manos de Bob Bowman, entrenador y Pigmalión de Phelps. El talento entra en una nueva dimensión. En Tokio, ese mismo, confirma lo que todos intuyen. Con 19 años, logra una interesante sexta plaza en los 400 estilos.

"Las cosas de las personas normales"

Marchand empieza a enfrentarse a la élite norteamericana en las competiciones universitarias, pero la pandemia le obliga a parar y regresar a Toulouse. En lugar de suponer un freno, el nadador ha recordado ese periodo como algo positivo: "Me fue muy bien volver a hacer las cosas que hacen las personas normales, como levantarme tarde o jugar a videojuegos con mi hermano". Durante la temporada, se levanta a las cinco y media de la mañana, seis días a la semana, para realizar entrenamientos en los que recorre entre cinco y siete kilómetros.

París observa el resultado de ese trabajo, con Bowman siempre cerca, además de los técnicos de la Federación Francesa de Natación, que posee unos apartamentos junto a la Défense Arena para que sus nadadores descansen mejor los días previos a las pruebas. Es la razón por la que los encargados de un control por sorpresa no localizaron a Marchand en la Villa Olímpica, donde acudieron a primera hora de la mañana del lunes. El staff de la federación verificó que la notificación de había producido y los controladores admitieron el error. Un contratiempo que podría haber complicado su 'jour de gloire'.