Así se fabricó la Quinta de Lamine en mitad del caos del Barcelona: las extrañas acciones de Yamal, la mala leche de Cubarsí o la protección de Fermín

Así se fabricó la Quinta de Lamine en mitad del caos del Barcelona: las extrañas acciones de Yamal, la mala leche de Cubarsí o la protección de Fermín

De pie, apoyado sobre la barandilla metálica, Oriol Tort saludaba con un leve movimiento de cabeza desde la distancia a los periodistas que salían de presenciar los entrenamientos del primer equipo del Barcelona. No existía ciudad deportiva alguna y en los campos de tierra que se ubicaban dentro del recinto del Camp Nou solían entrenarse los juveniles del Barcelona. Con su cigarro en la mano, podía confundirse con el guarda del recinto, pero en realidad era el guarda del talento. Discreto pero irónico, le gustaba alejarse del protagonismo y el ruido, aunque dejaba frases con retranca en algún corrillo: «Si hacemos bien nuestro trabajo, uno de estos juveniles podría jugar ahí, en el primer equipo, sin que notarais la diferencia». «Pero tenemos que hacerlo bien...», insistía, con su media sonrisa. El tiempo ha mejorado la sentencia del bueno de Tort, con Lamine Yamal, de 17 años, y Pau Cubarsí, que acaba de cumplir 18, dos juveniles, asentados en el Barça de Hansi Flick y en la selección de Luis de la Fuente. En algo se equivocaba: la diferencia se nota.

Para saber más

Tort había llegado al Barcelona en 1959, como entrenador de infantiles, antes de que existiera la Masía, y desde 1980 hasta su fallecimiento, en 1999, fue el director de la cantera azulgrana. Cuarenta años en el club, más de la mitad de su vida. Recorría los campos de Cataluña, porque decía que había que ver jugar a los niños en su ambiente, para descubrir potenciales talentos. Guardiola, Sergi, Amor,Iván de la Peña, Pujol o Xavi fueron algunos de los que captó para el club azulgrana, aunque le gustara relativizar su trabajo: «No somos descubridores, sólo ayudamos a los jugadores a descubrirse a sí mismos».

La captación era, pues, el momento clave, mágico, según Tort, en el que había que observar los pequeños detalles que podían hacer a un jugador especial. En Jordi Roura observó un desborde eléctrico, cuando jugaba en su pueblo, Llagostera, en Girona. La Masía fue su destino, donde coincidió y trabó amistad con Guardiola, Tito Vilanova y Aureli Altimira, que acabaron por formar la peña 'Els golafres', los glotones. El desborde le llevó hasta el primer equipo, el incipiente 'Dream Team' de Johan Cruyff, pero una grave lesión durante la Supercopa de Europa contra el Milan, en 1989, acabó con su carrera. Con 25 años estaba retirado y empezaba su andadura como técnico. De segundo de Carles Rexach en Japón, a asistente de Guardiola en el primer equipo azulgrana, segundo de Tito Vilanova y, finalmente, entrenador interino tras la terrible muerte de su amigo. Con la llegada del Tata Martino al banquillo, el club presidido entonces por Josep Maria Bartomeu lo nombró director del fútbol formativo, en 2014. Estaba en el sitio de su descubridor, donde se convertiría en el padre de la nueva generación, la 'Quinta de Lamine'.

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"Qué raro corre este niño"

«Cuando lo fiché tenía siete años. Fuimos a verlo y primero que pensé fue: 'Qué raro corre este niño'. A esa edad, todos corren detrás de la pelota, es difícil ver cosas, hay que captar los detalles. Todos menos Lamine, que se apartaba, no iba al bollo. Era como si quisiera desmarcarse, como un profesional. Hacóa cosas extrañas. Me llamó la atención. Después hizo un control distinto a los demás, y le dije a Aureli: 'Lo fichamos'», explica Roura, en conversación con este periódico. Altimira, uno de sus inseparables desde los tiempos de la Masía y persona de confianza, compartía con Roura y otros técnicos las sesiones de captación.

«Son la piedra angular de este trabajo. Nosotros no buscábamos las condiciones físicas ni nada de eso, sólo el talento, las cosas que pueden hacer a un jugador diferente y que a esa edad ya puedes observar, porque son innatas. Todo los demás, el físico y el trabajo táctico, ya lo pondremos nosotros después», continúa, como si todavía lo viviera, porque «esto es una profesión, un trabajo, pero también es pasión»

Cambios con Laporta

Roura ya no hace ese trabajo, porque el regreso de Joan Laporta provocó un cambio en la estructura técnica. «Estábamos renovados, pero de pronto estábamos fuera. Puedo entender que un nuevo presidente ponga a gente suya, de confianza, pero creo que fallaron las formas, se podría haber hecho de otra manera», recuerda, aunque sin darle más importancia. Con Roura también salieron Altimira y García Pimienta, entrenador del filial, además de Carles Folguera, director de la Masía durante más de 20 años. Un año después, dejó el club el director deportivo Ramon Planes, hombre clave en las llegadas de Pedri y Araujo.

Además de Deco y Bojan Krkic, Laporta nombró director de la cantera a Alexanko, siempre en la sintonía de Cruyff y después de Laporta. Sin embargo, promocionó y protegió a dos figuras esenciales en la estructura de las categorías inferiores, Sergi Milà y Marc Serra. Una forma de hacer política y amiguismo, pero sin perder el método. Entre ambos, suman más de 30 años en el club. Milà es responsable de la metodología del fútbol base y el coordinador de fútbol 11. La responsabilidad le ha apartado de los banquillos, después de dirigir al juvenil A, y en la Ciutat Esportiva hay quien se pregunta si no se ha cortado la carrera de un gran entrenador. Serra, por su parte, es el coordinador de fútbol 7, el fútbol-probeta que todos, Roura el primero, consideran esencial en el éxito de la cantera azulgrana. «Lamine, Cubarsí, Bernal o Gavi proceden del fútbol 7», recuerda. Los tres primeros ganaron la Liga Promises de 2019, en Nueva York, con un 6-1 al Madrid.

«El fútbol 7 es más interactivo, favorece la asociación, se toca más el balón y nos permite empezar a trabajar en el entendimiento del juego. Que los niños pasen de jugar a la pelota a jugar al fútbol. Queremos que se perfilen para recibir, que anticipen en su cabeza el pase que darán antes de que les llegue el balón, que sean mentalmente rápidos. El fútbol moderno es velocidad, pero no sólo de piernas», continúa Roura, que pone en valor el trabajo de Serra. El Barcelona rechazó, cortésmente, el ofrecimiento de este periódico para que tanto Serra como Milá ofrecieran sus impresiones acerca de su trabajo.

Esperando a Toni Fernández

A diferencia de otras épocas, en las que el Barça creaba centrocampistas que parecían clonados, una endogamia que llegó a preocupar a nivel interno, la generación de Roura tiene de todo: portero, defensas, centrocampistas o delanteros. «Pues claro... Es que cuando oigo hablar del ADN Barça me pregunto: ¿Y esto que quiere decir? ¿Qué no podemos contraatacar? ¿Qué no podemos jugar en largo cuando nos presionen arriba? El Barça tiene su identidad, asociada a la técnica y a la posesión, pero para ganar hay que ser vertical. Flick lo ha entendido bien», insiste el técnico. Algunos de los frutos de su trabajo están todavía por llegar, como Toni Fernández, de 16 años, un delantero de poderoso desborde, que comparte las categorías inferiores con su primo Guille. El portero del filial, el estadounidense Diego Kochen.

«Un buen ejemplo es Cubarsí, un central que es vertical y supera líneas con sus pases -continúa Roura-. El puesto es muy difícil en el Barcelona, porque si tienes espacio a tu espalda y has de iniciar el juego, casi nada. Lo fiché con 10 años, del Girona. Era agresivo, con carácter. Su progreso táctico al llegar con nosotros fue impresionante. Tiene cara de niño, pero es duro, con mala leche. A veces le decía: 'Pau, ríete un poco, esto sólo es fútbol'».

"Balde, hay que apretar"

Recorrer los campos era el día a día de Roura, como antes lo fue de Tort. «En la captación has de ser rápido. Ver, decidir y fichar, todo en el momento. Si no, llega otro club y lo hace». Le ocurrió con Marc Casadó. «Estaba en el equipo de la Damm, uno de los que mejor trabaja la formación. Tenía 13 años y me llamó la atención por su colocación, siempre iba a la cobertura. En cambio, no pensaba que llegaría a un nivel físico como el que tiene ahora, brutal». A Alejandro Balde, en cambio, le tuvo que insistir para dar ese salto. «Jugaba en el San Gabriel y lo trajimos muy pequeño para el fútbol 7. Era técnico, hábil, pero un día le llamé y le dije: 'Con jugar bien no vale, hay que apretar'».

«El método es común, pero cada chico necesita sus tiempos y tiene sus circunstancias. Lamine vivía en Mataró, podía seguir en casa, pero como el entorno del barrio podía ser complicado, lo llevamos a la Masía», continúa Roura. Más protección necesitó Fermín, al que decidió fichar al presenciar un torneo de infantiles en Tarragona. «Jugaba en el Betis y, nada más verlo, me di cuenta de que tenía cosas, pero también un problema: era muy pequeño. No obstante, me dije: 'Es igual, lo fichamos'. Pasaba el tiempo y no crecía, no rompía. Las dudas crecían entre los técnicos y hasta su familia, que se planteó si debía volver a casa. Yo les pedí a todos un poco más tiempo, tenía esa intuición. Finalmente, dio el salto que yo esperaba», recuerda Roura, para el que cada jugador necesita sus tiempos. «Es necesario un trato personalizado, es otro de los secretos», aclara.

Mientras ahora intenta traslada todo ese conocimiento a los jóvenes entrenadores a través del proyecto 'Best Version 1', Roura dice estar «orgulloso» por el trabajo realizado. «A partir de ahí -finaliza-, todo depende de que el primer entrenador les de la alternativa. Koeman, Xavi y Flick lo han hecho. En eso el Barça también es diferencial». Diferencial y, en una de las épocas más difíciles de su historia, también una prueba de vida.

Mbappé logra su primer 'hat-trick' en el Madrid y levanta un dique sobre el liderato

Mbappé logra su primer ‘hat-trick’ en el Madrid y levanta un dique sobre el liderato

Los espacios de Mbappé son inescrutables. La mayoría está por descubrir. El día que Vinicius cumplía una sanción de las muchas que cumplirá sino escapa de sí mismo cuando el personaje suplanta al futbolista, Ancelotti hizo viajar a Rodrygo a la izquierda y mantuvo al francés en el área en una plaza donde iba a encontrar menos espacio. El Valladolid no está para ofrecerlo. Mbappé se movió como se hace en un bosque a oscuras para encontrar la asociación que llevaba al gol. La diferencia y los minutos trajeron el decorado para mostrar al Mbappé que ya conocemos, disparado en la contra y ya sin dudas en el punto de penalti, para lograr su primer 'hat-trick' en el Madrid y levantar un dique sobre el liderato: cuatro puntos sobre el Atlético, que pierde el paso, y 10 sobre el Barcelona antes de su duelo ante el Valencia. El Madrid de los debates es el Madrid de siempre: primero gana y luego se pregunta por lo demás.

La pared con Bellingham, siempre con el tempo justo, fue felina, por la velocidad y la precisión con la que Mbappé arrancó y definió. Del Mbappé lanzado lo sabemos todo. Del Mbappé enjaulado tenemos mucho por descubrir. A su llegada y a su compatibilidad con Vini le ha acompañado el debate, siempre sano, acerca de quién debería ocupar la banda izquierda, el lugar donde ambos explotan su velocidad. La pregunta podría ser otra: ¿Quién ofrece más en el centro? La impresión es que el francés, ya a dos goles de Lewandowski, por ahora Pichichi con 16, sobre todo cuando el Madrid ha de afrontar un ataque posicional, como en Pucela. Nunca es sencillo, pese al dominio, pero puede ser errático si la movilidad de los futbolistas es escasa y juegan en exceso al pie. Hasta que llegó la jugada del gol, a la media hora, el Madrid no lo había hecho con excesiva claridad. Entonces sí, hubo movilidad, conducción, pared y gol, con la participación de Ceballos, Valverde, Bellingham y Mbappé. Mucho talento coordinado y bien empleado.

Ancelotti situó a Brahim en la derecha, porque el hispano-marroquí sabe hacer muchas cosas, no sólo desbordar o marcar. Se mueve bien entre las líneas y es solidario en las ayudas, aunque la orientación del juego en el Nuevo Zorrilla no lo puso el valor como otras veces.

Asencio como lateral

Con Asencio como improvisado lateral derecho por primera vez, al menos en el primer equipo, esa ayuda era lo prudente. Del poco peligro que este Valladolid podía presentar, el mayor estaba en esa banda, dada la presencia de Sylla, exuberante en carrera. Asencio lo anticipó con seguridad y astucia y se aventuró en la salida, pero no es carrilero. Ese no es su toro.

La posición del canario, fuera de su lugar habitual como central, se veía acompañada de la Tchouaméni otra vez junto a Rüdiger. Ancelotti compone la defensa como si hiciera un sudoku, lo que lleva a menudo a demasiados futbolistas fuera de su posición. No le tocó esta vez a Valverde desde el inicio, en el centro del campo junto a Ceballos, aunque el uruguayo fue desplazado a la banda con la entrada de Modric por el sevillano, ya en la segunda mitad. Ceballos suma minutos como titular, porque en el arca perdida de Kroos hay que buscar soluciones. El sevillano está activo, toca mucho el balón y pone orden, pero hay que empezar a pedirle toques más definitivos y pases ganadores.

Una UVI futbolística

En las antípodas del Madrid, como colista, al Valladolid hay que pedirle cosas básicas, pero es difícil en un paisaje devastador. Pucela es como una UVI donde su equipo intenta respirar sin que lo auxilien quienes deben hacerlo, con un Ronaldo que no es precisamente galáctico como presidente y ya piensa en su futuro en la CBF, en Brasil. Mala cosa. Courtois detuvo la electricidad inicial con una intervención ante David Torres para esperar que la calidad impusiera su lógica mientras el Valladolid se desangraba con un penalti inútil. La lógica de Mbappé.

De brasileño a brasileño, Rodrygo y Vinicius elevan al Madrid ante un Salzburgo naíf

De brasileño a brasileño, Rodrygo y Vinicius elevan al Madrid ante un Salzburgo naíf

Los estímulos que ponen de verdad al Madrid están todavía lejos. No es extraño, pues, verlo transitar por la Champions hasta que decide ganarla. Ningún equipo pasa de cero a cien de semejante forma, durante un torneo o hasta en un mismo partido, como el disputado ante el Salzburgo.

Esta fase de clasificación extraña, pero no por ello carente de atractivos, la empezó despistado pero la acabará clasificado, aún con la esperanza remota de que sea en el top-8 que evita los dieciseisavos.

El duelo contra los austríacos era, pues, prioritario, pero dado el perfil naíf del rival, el Madrid lo empezó como si lo hubiera ganado y sólo esperara el pasar de los minutos, adormilado. Había que despertar de la siesta y correspondió hacerlo a Rodrygo, el cromo que más se despega del álbum de ataque. Los otros dos empezaron muy pegaditos, demasiado, para encontrar el gol en los espacios, especialmente Vinicius, que igualó a su compatriota con dos tantos. Son dos formas de entender el Brasil del balón.

El Salzburgo es parte de la estrategia de Red Bull en el deporte. Importan los títulos, claro, pero importa la imagen e importa el dinero. Siempre es ofensivo, siempre es joven y siempre vende mejor de lo que compra. Esta vez, la llegada de emergencia de Thomas Lestch a su banquillo le ha hecho perder la norma, puesto que el técnico tiene 54 años, mayor para su media. No obstante, no traiciona la tradición: ataca.

Modric y Ceballos, titulares

Lo hizo en el Bernabéu nada más empezar, durante un tercio de partido en el que sometió a un Madrid pasivo y algo desfigurado por los cambios. Ancelotti entregó el centro del campo a Modric y Ceballos para situar a Valverde como lateral derecho, debido la baja de Lucas Vázquez, y sin Tchouaméni en ningún lugar, salvo el banquillo. Eso sólo tiene un significado: no es titularísimo. Lo es Bellingham, el tercer hombre en el centro del campo y el vértice por el que el Madrid empezó a recuperar la pelota y el control, después de pasar minutos totalmente partido, desconectados sus atacantes.

Gloukh, el mejor jugador del Salzburgo, pudo adelantar a los austríacos tras una combinación perfecta que lo perfiló en el costado izquierdo ante Courtois. El disparo acarició la madera, aunque por fuera. Gloukh es internacional israelí y comparte ataque Daghim, nacido en Dinamarca, pero de origen palestino. Un guiño de esperanza es tiempos difíciles.

El dominio que tuvo el Salzburgo no le llevó a amenazar más al portero belga, salvo por el gol final de Bidstrup, pero la vocación implica avanzar las líneas de una forma temeraria en el Bernabéu. Puede parecer un contrasentido, pero el Madrid es peligrosísimo cuando no tiene la pelota, porque si la recupera se origina un alud.

El reparto de los goles

Cuando se produjo, la transición acabó en Vinicius y el brasileño lanzó una diagonal que, tras el leve toque de Bellingham, Rodrygo envió a la red de primeras. El pase no tenía un destinatario concreto, simplemente Vinicius sabía que en esa trayectoria aparecerían. La siguiente realización de Rodrygo fue también al primer toque, tras un taconazo del inglés, hecho que pone en valor su intuición para aparecer en los lugares que reclama el gol. Al contrario que Mbappé o Vini, con un patrón claro para los rivales, pero imparables, Rodrygo no lo tiene, aparece y desaparece del área, sin dar referencias. Eso lo hace muy complementario, puesto que ofrece cosas distintas, aunque la jerarquía lo señale como descarte cuando el Madrid reclama más equilibrio en los medios.

Mbappé y Vinicius llegaron a los goles de forma muy distinta. El primero, gracias a la presión y al error del portero Blaswich, pero en su haber está ejercerla. Vini lo hizo en estado puro, con zigzag y disparo tras recibir de Modric en el cuarto de la noche, y con un quiebro y un engaño al portero en el quinto.

Los goles van a contar para alcanzar el Top 8 en una tabla con muchos equipos parejos, pero Ancelotti decidió dar descansos y minutos, los que necesita Alaba, los que imploran Güler, Brahim y Endrick, y los soñados del debutante Jacobo Ramón. Todos entran en modo Champions.

Póker de ases del primer cuarto de siglo: Messi (tréboles), Cristiano (picas), Guardiola (corazones) y Florentino (diamantes)

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El póker de ases no es la mejor jugada posible en el juego de naipes más popular del mundo, superado por la escalera de color, la escalera real o hasta el repóker, si añadimos el joker. Pero se ha convertido en un icono del éxito que ha generado mucha mitomanía. Es un tatuaje habitual en el que los ases de corazones, picas, tréboles y diamantes significan felicidad, poder, suerte y riqueza. Todas se encuentran en el fútbol, representadas por ases

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Endrick sucede a Mbappé en el partido del miedo ante el Celta y lleva a cuartos al Madrid

Endrick sucede a Mbappé en el partido del miedo ante el Celta y lleva a cuartos al Madrid

Mbappé llegó para esto, aunque no esperara encontrarse esto. Para marcar, para ser decisivo, para cambiar la realidad incluso en el lugar que más a menudo la desafía. En la Copa, el Bernabéu observó cómo quien la cambiaba era el Celta, ya con Mbappé fuera del campo y el miedo en la hierba, el banquillo, la grada y el palco. El miedo que no ha tenido tiempo de conocer Endrick, a sus 18 años, no todavía. Encoraginado, revuelto sobre sí mismo, devolvió la vida a todos, de Mbappé a Ancelotti, al Madrid entero, y cerró la noche de tacón, a lo grande.

El desenlace es una prueba de vida para el equipo, pero también un síntoma de que el Madrid, pese a su clasificación para los cuartos de la Copa, no está como debe ni como quiere su entrenador, con ración doble de chicles. La purga que sucedió a la Supercopa, con hasta seis cambios en el once, no le dio los efectos esperados, con errores de bulto de Camavinga y Asencio que llevaron a la prórroga, y únicamente Mbappé con el estandarte en alto, pero para entonces ya sentado en el banquillo, como Vinicius. El destino señaló a Endrick, que apenas había gozado de oportunidades, y miró de reojo a Ancelotti. El gol de Valverde, antes del final torero del brasileño, fue como la descarga de la presión.

El adolescente Endrick es imberbe, como casi todo el Celta. Lo malo de esos equipos es que los descompone cualquier circunstancia. Lo bueno, en cambio, es que no sienten todavía el peso de la responsabilidad, de la jerarquía, como le ocurre al Madrid, atenazado. Eso explica una eliminatoria muy cargada emocionalmente. Para los gallegos, fue demasiado encajar un gol después de reclamar un penalti. Todo sucedió como en la rápida secuencia de un thriller que acaba con el movimiento de un pistolero. Mbappé cambió de ritmo en el área del mismo modo que se desefunda. Lo hizo en carrera para ganar ese espacio decisivo a Javi Rodríguez y disparar a quemarropa. Decisivo, esa es, hoy, la palabra que lo define, la palabra más esperada en la grada. El problema es que llega entre incertidumbres, sobre Ancelotti y sobre el resto. El partido fue la metáfora del momento, marcado desde el inicio por el impacto de la Supercopa.

Ese mismo Mbappé asomó ya en Yeda, pero sin la compañía suficiente frente a la supercantera en la se acompañan todos, y de la que salieron Mingueza o Ilaix Moriba, dos de los mejores con el Celta en el Bernabéu. La Copa era una empresa tremenda, pero el equipo gallego no la afrontó como un Everest, sino como una oportunidad. Supo cómo defender en el inicio y cómo desplegarse entre las dudas que dejaba el Madrid, aunque sin Iago Aspas le faltara su Galicia Calidade en el área. Cuando Camavinga falló, Bamba no lo hizo frente a Lunin; cuando Asencio derribó al propio Bamba en el área, Marcos Alonso fue preciso, quirúrgico en el penalti para llegar a una prórroga que era un martirio en el Bernabéu.

Mucho antes, nada más empezar, había alcanzado el Celta el área con claridad. Lunin salió a los pies de Swedberg, el sueco cayó con un leve contacto del ucraniano y Munuera Montero, muy cerca, no lo estimó suficiente. El VAR, con Hernández Hernández, tampoco le pidió revisarlo. La duda, al menos, merecía hacerlo. Con la cabeza en la protesta, el gol de Mbappé sacó al equipo gallego de un partido que hasta entonces había manejado con comodidad frente a un Madrid lento, al que cerró los espacios con un 5-4-1 muy efectivo. Los hombres de Ancelotti jugaban en exceso al pie, sin la velocidad de balón suficiente. Los tiros de Modric y Tchouaméni habían sido sus escasas opciones hasta que Brahim encontró una aproximación, resuelta por Iván Villar bajo palos.

De un Madrid desfigurado por los cambios podían esperarse imprecisiones. Ceballos y Modric aparecieron en el once, con Tchouaméni pero en el centro del campo, sin Bellinghgam ni Valverde. Ancelotti recurrió a todos ellos, y a todo lo que tenía, al observar la incapacidad para sujetar el resultado, pero la solución de verdad no le llegó está vez de la jerarquía, sino de un joven guardado en el desván que entra en la lucha en el momento indicado. Como Mbappé.

Laporta, el rey del mambo

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El 'seny' es una de las palabras que define la ponderación como parte de la idiosincrasia catalana. El catalán, sin embargo, tiene también su antónimo, la 'rauxa', referido al impulso irreflexivo. Por mucho que Joan Laporta quiera representar lo primero, por mucho que en su círculo le dijeran que se contuviera en la exposición, los días previos a su comparecencia ante los periodistas, cuando llegó el turno de preguntas, el presidente se desató, e

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El Barça deja al Madrid desnudo, sin el chaleco de Ancelotti

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La semana de Dani Olmo acaba con un baile en el que Olmo sólo disfrutó de los últimos compases. El baile de un Barça que fue incapaz de seguir un Madrid lento y patoso, salvo por los primeros pasos del Mbappé verdadero, aunque pasos insuficientes para el ritmo coral de su rival. Ni siquiera la deseada coyuntura de adelantarse en el marcador para esperar y lanzarse a los espacios, pudo detener a un Barça que ganó a lo Barça y a lo Madrid, que fue

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El apretón deportivo de los nacionalistas: pactos de Sánchez, independencia de la pelota vasca, oficina a la carta en la Generalitat y decorado del caso Olmo

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El atxiki es la acción de atrapar levemente la pelota con la mano, acompañarla, en lugar de golpearla limpiamente, como exige el reglamento de la pelota vasca. Difícil de observar, es la argucia que utilizan, con disimulo, algunos pelotaris. El nacionalismo, en cambio, no necesita disimular ni esconderse, ya no. Los pactos de Gobierno de Pedro Sánchez le han dado instrumentos de los que carecía en el pasado, fuera con PSOE o PP en la Moncloa. Lo

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Dani Olmo: una cautelar muy política recibida con un corte de mangas

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La cautelarísima a Dani Olmo es una medida muy política, en todos los sentidos, para la que los servicios jurídicos del CSD han tenido que forzar los argumentos sin entrar en cuestiones jurídicas más profundas y peligrosas. Política porque política se hace también en el deporte, donde ahora están enfrentados el padre de la norma por la que se impedía la inscripción del jugador, Javier Tebas, y el secretario de Estado, José Manuel Rodríguez Uribes

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El Madrid imprime velocidad para evitar sorpresas frente a la Deportiva Minera

El Madrid imprime velocidad para evitar sorpresas frente a la Deportiva Minera

En el interior de un AVE no se tiene la sensación de viajar a alta velocidad. Es necesario contrastarlo, observar desde la ventanilla a otro convoy o vehículo. El Madrid pertenece a la alta velocidad del fútbol, con independencia de quien se encuentre sobre el terreno de juego. La calidad y la imaginación son cosas distintas. Si la pone en práctica, la diferencia frente a un equipo de otro segmento es como una sima. La Copa ofrece esa oportunidad y la posibilidad de la sorpresa, pero una sorpresa imposible si el Madrid entra en el campo sobre las vías del AVE camino de los octavos.

La Deportiva Minera, pese a jugar en Segunda RFEF, la cuarta división, no pertenece a otro fútbol, porque fútbol solo hay uno, pero sí a otra realidad del fútbol. En su día de Reyes no quiso traicionarse y en su lealtad al juego estuvo su prematura sentencia, con 0-4 en el descanso y 0-5 en el desenlace. Con la seriedad con la que se empleó un Madrid con buena parte de meritorios que son estrellas, salvo los canteranos, habría caído de cualquier forma. La voluntad por jugar el balón desde atrás, a lo grande, o el deseo de la presión alta, propiciaron errores y espacios que el Madrid no desperdició, con transiciones rápidas y pegada en el área. El caudal de goles pudo ser una riada de no ser por Fran Martínez, ganador en la mayoría de situaciones de uno contra uno para frustración de Endrick o Brahim. Activo el brasileño, únicamente le falto el gol. Es el alimento del delantero.

Los cambios de Ancelotti

Ancelotti recurrió a las rotaciones, por supuesto, pero sin desfigurar en exceso al Madrid, cuyo centro del campo podía ser el de un día cualquiera, con Camavinga como pivote y Modric y Valverde a los costados, con Brahim entre dos aguas. Las noticias estaban en defensa, con Lorenzo y Diego Aguado, más Asencio y Fran García. Todos son de su cantera, aunque el último regresara después de una etapa en el Rayo. Diego Aguado, de 17 años, pertenece al juvenil A y es uno de los futbolistas de las categorías inferiores en los que más confía el 'staff' de Ancelotti, que lo ha incorporado en más de una ocasión a los entrenamientos. Es la zona donde más necesarios son los relevos, en especial para Rüdiger, al que dejó en Madrid. Lunin aparecía por detrás de todos ellos.

Si la defensa se convirtió en una alternativa de aspirantes a un puesto, el ataque lo era para los aspirantes a estrellas, Endrick, Güler y Brahim. Todos son jóvenes, pero su estatus es distinto. Brahim tiene mucho más recorrido hecho, y lo demostró en el propio partido. Se adapta al ataque como al centro del campo, polivalente, intenso, rápido y goleador. En Cartagonova le dio velocidad al juego por el interior, en combinación con Modric, mientras que Fran García lo hacía desde la banda, como un trueno. Brahim apuró la banda en el centro para Valverde en el primer gol, nada más empezar, y se exhibió en el tuya-mía con el croata en el cuarto. Al internacional marroquí tan sólo le faltó el tanto, pero cuando más cerca estuvo apareció Fran Martínez, portero de principio a fin.

Güler, dos goles

Para la Deportiva Minera nada cambiaba con el gol de Valverde, llegado antes de los cinco minutos, pues salió a jugar como siempre. Cambiaba, en cambio, para el Madrid, que pese a su buen tono necesitaba despejar cualquier duda cuanto antes. El segundo gol tuvo similitudes con el primero, al iniciarse por errores del rival en la salida de balón y acabar con el remate de un centrocampista en el área, en este caso Camavinga. A Güler no le ocurrió como a Endrick y a Brahim, y pudo finalmente batir a Fran Martínez en dos ocasiones.

Omar Perdomo pudo darle a la Deportiva Minera ese gol que hubiera sido más que un gol, al observar a Lunin adelantado y lanzar desde el centro del campo. Hay cosas que un futbolista puede y debe permitirse, aunque juegue en un equipo que no alcanza un millón de presupuesto frente a otro en el entorno de los 1.000 millones. Ni siquiera el equipo murciano pudo jugar en su estadio, en el Llano, por falta de aforo, por lo que se trasladó a Cartagena, en cuya grada todos los habitantes de su pueblo no cubrirían una décima parte de la grada. Había más personas, en realidad, para seguir al Madrid en un lugar donde sólo lo ven por televisión, y a ellos no fue ajeno Ancelotti cuando, ya con una renta de cuatro goles, decidió que saltaran al campo Vinicius o Mbappé, además de al joven Chema, aunque el AVE aminorara ya su velocidad camino de la estación victoria.