Debates de futuro en la corte del Bernabéu: la vida o muerte de la Superliga, los impuestos a pagar por el socio-accionista y la indefinida sucesión de Florentino

Debates de futuro en la corte del Bernabéu: la vida o muerte de la Superliga, los impuestos a pagar por el socio-accionista y la indefinida sucesión de Florentino

Las cortes reales han sido un caladero de conspiraciones e intrigas con dos objetivos: el reparto del poder y la sucesión. El Versalles de Luis XIV o Luis XV, un grand palais de las vanidades, suele ponerse como ejemplo, pero España no ha sido precisamente ajena. Isabel la Católica vivió las conspiraciones contra su hermanastro Enrique IV antes de acceder al trono, se hubo de casar en secreto con Fernando y, desde la tumba, no sólo escuchó los gritos de su hija Juana la Loca, sino que fue testigo post mortem de las tensiones entre su viudo y su yerno Felipe el Hermoso. El Bernabéu no es una corte real. Es una corte del fútbol, rica y en plenitud de su reinado, pero que afronta decisiones capitales para consolidarlo en el futuro, una vez terminado el gran palacio-estadio, como son la viabilidad de la Superliga, dentro o fuera de la UEFA; la definición de la nueva naturaleza jurídica de la entidad, con socios-accionistas, y la sucesión, a largo plazo, de Florentino Pérez. Algunas generan debates; otras, susurros.

La Superliga, el proyecto con el que Florentino desafía al establishment, afronta un momento crucial, con la UEFA reforzada en su alianza con la EFC, nueva organización de los clubes europeos, antigua ECA, donde se dan palmadas todos los enemigos del faraón blanco, desde Aleksander Ceferin a Nasser Al-Khelaifi, con Javier Tebas y Miguel Ángel Gil en un segundo plano. Al decorado se unió la pasada semana Joan Laporta, el único aliado de Florentino en la Superliga, pero con un mensaje claro: «Queremos un acuerdo con UEFA».

Laporta, Ceferin y Al-Khelaifi, en Montjuïc.

Laporta, Ceferin y Al-Khelaifi, en Montjuïc.Emilio MorenattiAP

Encuentros con UEFA

En la corte del Bernabéu no ha sobresaltado su presencia en Roma, atribuida a su necesidad de estar cerca de la UEFA por el alto riesgo de su situación económica e institucional. El Barça se añade, pues, al decorado anti Superliga pero no sale oficialmente de la Superliga. Laporta cuenta más, y es que los primeros pasos para el acuerdo ya se han dado. Se trata de reuniones entre la empresa de la Superliga, A22 Sports Management, y representantes de la UEFA, junto a enviados de Barça y Madrid. Es cierto.

Eso no significa que el acuerdo esté próximo, pero en el entorno de los clubes creen que es inevitable: «O eso o muere la Superliga y queda un peligro para la UEFA». El peligro es la validez jurídica que todos los tribunales han dado al proyecto, especialmente en Europa, a la espera de una sentencia más pendiente en la Audiencia Provincial de Madrid, y que es una amenaza permanente de escisión para el organismo de Ceferin. Mañana podría ser otro Florentino.

Quienes han estado próximos a las reuniones sugieren que el acuerdo podría llegar con un win-win que dejara la gobernanza en manos de la UEFA, como hasta ahora, a cambio de que el organismo aceptara un cambio en el modelo del torneo y, especialmente, de su explotación comercial. Es decir, que asumiera el business plan de A22, con sus inversores y la plataforma por la que se emitiría el torneo en abierto con publicidad y sin ella en el formato premium, de pago. Un YouTube del fútbol. El hecho de que la UEFA y la antigua ECA anunciaran en Roma su estrategia de comercialización para 2027-2033, no implica que el pacto no pueda llegar, como tampoco que Florentino repita en todas partes que la Superliga sigue en marcha al margen de la UEFA.

Anas Laghrari, cerebro en la sombra

Detrás de Florentino aparece la figura de Anas Laghrari, financiero francés, hijo de un constructor marroquí que ya tuvo relaciones con el presidente del Madrid. Laghrari fue clave en operaciones para ACS, en especial la reestructuración de la deuda tras el intento fallido por controlar Iberdrola, y eso le hizo ganarse la confianza de Florentino, que le abrió las puertas del Madrid. Los acuerdos con Providence o Sixth Street tienen su marca. El financiero francés, que pasó de Société Générale a Key Capital, una boutique financiera, no es, hoy, únicamente el ideólogo del proyecto inversor de la Superliga, sino que se ha convertido en una llave para las decisiones estratégicas en el Madrid, con implicación, asimismo, en la búsqueda de capital para los sobrecostes del nuevo Bernabéu.

La operación más importante, por encima de la Superliga, es la transformación de la naturaleza del club para convertir una parte en sociedad mercantil. El socio sería también accionista y, de ese modo, la operatividad de la entidad permitiría una capitalización mayor. La operación es compleja, pues la intención es no perder el control y no exponer al Madrid a OPAS.

Un coste superior a 20.000 euros

Las consultas realizadas a algunos bufetes de referencia, entre ellos uno de los mayores del mundo a nivel global, no acaban de encajar la fórmula. Se han buscado ejemplos, como el de algunos clubes de golf, donde los socios son accionistas, pero aparecen problemas, porque no es lo mismo comprar una acción que convertir el patrimonio en una acción. Por eso se paga. Al repartir una parte del capital social entre los socios-accionistas, éstos tendrían que pagar impuestos por la adquisición, sin intención de vender la acción. En función de los cálculos, el coste fiscal podría superar los 20.000 euros.

Florentino Pérez junto a Martínez-Almeida, alcalde de Madrid.

Florentino Pérez junto a Martínez-Almeida, alcalde de Madrid.JUANJO MARTINMUNDO

El cambio de naturaleza jurídica es uno de los proyectos clave de Florentino, observado con silenciosa atención por Joan Laporta, más necesitado que el propio Madrid de una transformación similar. De producirse, el arrastre sería imparable. Hasta en sus palancas ha pedido ayuda, Laghrari mediante. Una vez levantado el estadio, la transformación y la Superliga culminarían la obra de Florentino.

A sus 78 años, el dirigente gobierna con mano de hierro el Madrid, sin abrir el debate de su sucesión en el largo plazo, al contrario que en ACS, con Juan Santamaría posicionado, pero de la sucesión se habla en la corte. El único intento que hizo en su primera etapa, con Fernando Martín, fue un desastre. Apoyado en su eficaz primer ejecutivo, José Ángel Sánchez, la figura de Laghrari crece, aunque ninguno parece con la querencia y las condiciones para ser sucesor. La incógnita es qué puede representar más poder en el futuro, si ser presidente institucional o presidente de un futuro consejo de administración. Interrogantes que, hoy, nadie abre públicamente, aunque bajo el temor de que a Florentino le pueda ocurrir como a Luis XV: après moi, le déluge. Después de mí, el diluvio.

Las tres razones de Laporta para acercarse a los enemigos de Florentino Pérez

Las tres razones de Laporta para acercarse a los enemigos de Florentino Pérez

Nasser Al-Khelaifi esperó a Joan Laporta en el hall del hotel, en Roma, como se espera a un matador de toros, al triunfador de la feria. A los abrazos siguieron las bromas con el presidente del Barcelona, acompañado por el vicepresidente Rafa Yuste. Los enemigos de Florentino Pérez, el Cid de la Superliga, confraternizaban con su gran aliado, que se mueve en un peligroso equilibrio. La realidad es que Laporta necesita las dos barajas por tres razones. La primera es porque, aunque aumenten los ingresos del Barcelona, nada supondría el fin de la crisis económica del club azulgrana como una Superliga, escindida o apadrinada por la UEFA. La segunda es porque necesita la benevolencia del organismo que preside Aleksander Ceferin por el cumplimiento del Fair Play, el Camp Nou y hasta el caso Negreira, en el largo plazo. La tercera es porque visualizarse en un decorado beligerante con el presidente del Madrid siempre suma en un curso que acaba con elecciones.

A Laporta no le asustan los ejercicios de funambulismo. Al contrario, es un especialista. Ya los ha practicado con LaLiga de Javier Tebas, condescendiente con sus palancas. Tebas desea la ruptura del Barça con la Superliga, incluso la ha dado por hecha, pero nada hace presagiar un posicionamiento oficial de ese tipo, no por ahora. Sobre todo, si existe un canal abierto entre la UEFA y A22 Sports Management, la sociedad que explota la Superliga, con la posibilidad de un acuerdo futuro. Lo único que podría provocar un giro radical de Laporta sería un horizonte electoral complejo, pero restan meses y no aparece un opositor amenazante. En el Madrid, pues, observan sus movimientos con calma.

Al-Khelaifi preside la Asociación de Clubes Europeos (ECA), que en su congreso de Roma cambia de nombre a Clubes de Fútbol Europeos (EFC). Integrada en la sociedad UC3, junto a la UEFA, el martes aprobaron la estrategia comercial para las competiciones masculinas durante el periodo 2027-33, como si la Superliga no existiera. Ese hecho no es óbice para que otras negociaciones continúen. Laporta es uno de los más interesados. Asistió anoche a la cena en Roma, pero no a las sesiones de la Asamblea, al no ser el Barcelona miembro del EFC. Una forma de estar sin estar.

Las 'palancas' y la UEFA

El dirigente acude después de presentar unas cuentas con dos caras, que deberán lograr el beneplácito de sus socios compromisarios, a los que Laporta seduce con facilidad. La buena cara es que han aumentado los ingresos en la temporada 2024/25 hasta los 964 millones, 100 más de lo presupuestado y 216 por encima de la anterior, gracias al nuevo contrato con Nike, el merchandising y el ticketing de Montjuïc. La previsión es alcanzar los 1.075 millones este curso, con la apertura del Spotify Camp Nou.

Aunque el club haya dado números rojos en 17 millones, la tendencia es buena. El problema es que Crowe, el auditor, ha corregido las pérdidas de 2023/24, que pasan de 90 millones a 180, por la pérdida de valor de Barça Studios, una de las mágicas palancas de Laporta. De una valoración de 400 millones en 2023 se ha pasado a 178, 226 millones menos.

Ello cuestiona uno de los ejes de la reconstrucción económica del dirigente, aprobada por LaLiga pero no por la UEFA, que multó al club por la palanca de la venta de derechos futuros. De 60 millones de sanción, el organismo de Ceferin la rebajó a 15 con la condición de cumplimientos futuros del Fair Play. Esa multa ha elevado las pérdidas del pasado ejercicio y podría lastrar el actual si el perdón del organismo decayera.

Laporta y Al-Khelaifi, el miércoles en Roma.

Laporta y Al-Khelaifi, el miércoles en Roma.EFE

Laporta se encontró de nuevo en Roma con el presidente de la UEFA, con el que ya estuvo la pasada semana, en el palco de Montjuïc, o en la gala del Balón de Oro, con el Barça en pleno. Donde no va Florentino, allí está el presidente azulgrana. El premio de France Football, con patrocinio de Qatar, tuvo en Ousmane Dembélé a su ganador y en Al-Khelaifi a su triunfador.

El sapo de Figo

Laporta estaba muy interesado en la presencia de Ceferin en Montjuïc, aunque eso implicara tragarse el sapo de Luis Figo. Pocos días después, la UEFA daba su aprobación al Barcelona-Villarreal en Miami, aunque en su razonamiento fuera crítica con el fondo y se acogiera a un vacío legal. El derecho puede ser muy creativo.

Ahí no acaban, sin embargo, los favores de Ceferin que puede necesitar el Barcelona. Con la apertura del nuevo Camp Nou pendiente, los criterios para disputar la Champions son más exigentes que en la Liga, por lo que la UEFA hará su propia peritación con vistas a la segunda fase de la competición, que se inicia en marzo.

En el largo plazo permanece, además, la amenaza del caso Negreira, aún en instrucción. Si hubiese condenas en el ámbito penal, la UEFA, a la espera de sentencia en España, podría activar el artículo 4.2 del Reglamento de la Champions y expulsar al Barça. En la partida de Roma, pues, había que estar con la baraja indicada.

Veinticinco años odiando a Luis Figo: "Nunca se explicó ante la afición del Barça y fue soberbio. Es el traidor de nuestra historia"

Veinticinco años odiando a Luis Figo: “Nunca se explicó ante la afición del Barça y fue soberbio. Es el traidor de nuestra historia”

P-E-S-E-T-E-R-O. En letras mayúsculas, el calificativo encabezaba un billete de mil pesetas tuneado, con el rostro de Luis Figo. El póster había sido editado por el periódico Sport, entonces el mejor tensiómetro del barcelonismo, ante el regreso del portugués al Camp Nou después de una marcha de telenovela, con llanto, despecho, dinero y mentiras, al Real Madrid de un ecléctico Florentino Pérez. Poco se sabía entonces de aquel candidato con aspecto de registrador de la propiedad que iba a cambiar el fútbol. Muchos socios se llevaron el póster a su asiento y lo levantaron cuando saltó el equipo blanco al césped, en mitad de un napalm acústico con la contribución del speaker azulgrana y su deliberada paradinha al llegar al nombre del delantero mientras recitaba la alienación madridista. Otros hinchas lanzaron copias reducidas del póster y billetes caseros fotocopiados. Fue lo más inocuo que escuchó y cayó sobre Figo en una noche que, 25 años después, no ha concluido, como quedó claro la semana pasada en Montjuïc, una coral del rencor: «¡Ese portugués...!»

Este mes de octubre se cumple un cuarto de siglo del clásico de la ira y la vergüenza, inmortalizadas, dos años después, en otro partido con Figo en la diana, por la cabeza de cochinillo, boca arriba sobre el césped del Camp Nou. El clásico disputado el 28 de octubre de 2000 fue resuelto con victoria por el Barcelona (2-0), con un primer gol de Luis Enrique, conectado a Figo en el voltaje amor-odio. Eran como el chile y la pimienta en la misma olla: el Camp Nou. El euro sustituyó a la peseta al año siguiente, pero el rencor permanece como moneda de cambio en las transacciones emocionales entre el Barcelona y el portugués. Es mutuo. Incluso quienes ya no usaron la peseta, nacieron después de aquel 21 de octubre de 2000 o jamás han probado un buen cochinillo, tienen la convicción entre la gent blaugrana de que Figo fue un pesetero, convertido ya en el icono de la traición que todo relato necesita, desde la Biblia al Barça.

Ni Schuster ni Laudrup

Milla, Schuster, Laudrup... Ha habido más casos de grandes jugadores que cambiaron el Camp Nou por el Bernabéu en la era moderna, sin necesidad de remontarse a Zamora, y ninguno fue ajeno a las controversias. Todos, sin embargo, han vuelto a Barcelona sin ira con el paso del tiempo, incluso reconocidos por los aficionados por su contribución al club azulgrana. «¡Tú, no!», espetó Hristo Stoichkov a Figo en un programa de Univisión, en el que le preguntó si le insultaban en la ciudad. El portugués dijo: «A lo mejor me insultas tú».

«Figo estaba encantado con su vida en Barcelona, él y su familia, y ahora prácticamente no puede volver sin que le escupan. Laudrup explicó en una rueda de prensa por qué se marchaba. No aguantaba más a Cruyff. Schuster había tenido muchos problemas con Núñez. Figo, en cambio, no ha sabido explicar en todo este tiempo cuáles fueron las razones que le llevaron a irse al Madrid, con sinceridad, sin mentiras. Al contrario, se ha comportado siempre de forma soberbia, y el tema se ha enquistado», explica Josep Maria Casanovas, fundador y editor del Sport durante la era dorada del rotativo, y uno de los creadores de opinión que mejor pulsaban la sensibilidad barcelonista.

Figo, en su regreso al Camp Nou, en octubre de 2000.

Figo, en su regreso al Camp Nou, en octubre de 2000.MARCA

"Es alguien de sangre caliente"

«Ha quedado como el traidor de nuestra historia, mientras que a Laudrup y Schuster les piden autógrafos en la ciudad», continúa Casanovas, pionero del marketing y las promociones ligadas a un club de fútbol. Sport recibió críticas de muchos sectores por aquel póster de Figo, que todavía puede comprarse, como un fetiche para muchos barcelonistas. «Éramos un periódico valiente, que creaba mucha opinión, y cuando eres valiente siempre estás expuesto a las críticas. Las asumimos», contesta su antiguo editor, hoy «semiretirado».

Casanovas cree que «si Figo no hubiera venido con la UEFA a Montjuïc [con motivo del partido de Champions Barcelona-PSG], habría tenido algún altercado, y eso es un problema, porque hablamos de alguien de sangre caliente».

El portugués ha dado sobradas pruebas de ello. Se agarró los genitales y se encaró con un aficionado que le llamó «traidor», cuando se disponía a acudir a la cena de gala previa a la final de la Champions femenina, el pasado mayo en Lisboa. Semanas antes, había mantenido un escabroso careo con Toni Freixa, ex directivo azulgrana, en las redes sociales. Ante el duelo en semifinales de la Champions masculina con el Inter, el portugués dijo que era fan del club italiano, en el que jugó tras dejar el Madrid y con el que también regresó al Camp Nou. Freixa reaccionó con un «de cerdo y de señor se ha de venir por naturaleza». Figo no bajó el listón en la réplica: «Saliste de la tumba con la boca llena de mierda. Hueles mal».

Billete lanzado al Camp Nou.

Billete lanzado al Camp Nou.

Disputas con Florentino y Pedro Sánchez

La frontalidad, incluso desafiante, es un rasgo de su personalidad que Figo no sólo ha mostrado en las disputas con el Barça. También en sus irónicas opiniones políticas, muy crítico y vitriólico en general con la izquierda española, pese a ser ciudadano portugués. En concreto, con Pedro Sánchez, sea por la pandemia, la exhumación de los restos de Franco o la Ley de Amnistía, por ejemplo.

Las discrepancias han llegado también con el hombre que lo llevó al Madrid. «Yo me caso con nadie», suele decir, aunque ha reconocido que «por hablar de política tengo más enemigos, aunque no me dan de comer. Dedicado a los negocios, con inversiones hoteleras, y a labores de representatividad en el fútbol, como sucede con la UEFA, Figo, a sus 52 años, tiene más visibilidad que muchos futbolistas de su generación.

¿Una provocación de Ceferin?

La presencia de Figo en la delegación de la UEFA liderada por Aleksander Ceferin no fue muy comprendida por pesos pesados del entorno azulgrana. «Tuvo un punto provocador», señala un ex directivo. El portugués es miembro del Board del organismo, uno de sus embajadores, pero eso no implica que su presencia sea siempre necesaria. A Joan Laporta no le quedó más remedio que reprimir su perfil de hincha para dar la bienvenida a Figo al estadio, mientras Joan Gaspart, el ex presidente que sufrió su marcha y, en su opinión, el «engaño» y la «traición», podía permitirse el desahogo.

Gaspart, como muchos barcelonistas, no ha olvidado los cánticos de Figo, en el balcón de la Generalitat, en 1998: "¡¡Blancos, llorones, felicita a los campeones"!! El cántico le convirtió en un icono en Barcelona. Dos años después, recibía el Balón de Oro en el Bernabéu básicamente por los méritos contraídos en su último año como azulgrana, además de con la selección lusa.

Figo, junto a Aitana Bonmatí, en Montjuïc.

Figo, junto a Aitana Bonmatí, en Montjuïc.Siu WuEFE

Con el caso Negreira pendiente en Nyón y la multa rebajada por las palancas que la UEFA no ve como LaLiga, Laporta necesita engrasar la relación con un Ceferin al que le gusta marcar territorio. Quizás con una salida del Barça de la Superliga.

"Si vendes a tu mujer pagamos bien"

Sentado junto una tensa pero diplomática Aitana Bonmatí, Figo escuchó en Montjuïc el insulto de catálogo inmortalizado con Cristiano. Una minucia si se compara con todo lo dedicado a él y a su esposa, Helen Svedin, hace 25 años. "Si vendes a tu mujer pagamos bien". "¿Harías lo mismo con tu hija?". Fueron algunas de las pancartas que el club retiró preceptivamente, pero después de dejar que se desplegaran lo justo para ser captadas por las televisiones, Figo y el resto de los jugadores del Madrid, cuyo autocar atravesó el estrecho túnel que daba acceso al Camp Nou como un carro de combate en Mogadiscio. Una piedra impactó en los cristales cerca de donde se sentaba Vicente del Bosque, impertérrito.

Cosas difíciles de olvidar, en definitiva, en un partido para el olvido. Decía Josep Pla que "el cultivo de la capacidad del olvido es algo excelente para saber vivir", y pocos sabían tanto de su gente y de lo peligrosa que es la palabra traición. Quizás también conviene que Figo lo incluya entre sus lecturas.

Xabi Alonso gana el pulsito de Valverde

Xabi Alonso gana el pulsito de Valverde

El pulso con Valverde era un pulsito, porque el uruguayo es uno de los capitanes, pero un capitán del servicio. Un pulso con Xabi Alonso sólo lo resiste una prima donna. Si Valverde decidió aclarar públicamente que no se había negado a jugar en el lateral es porque, verdad o mentira, entendió que era necesario aclarar algo. Mal asunto. Había dicho, también públicamente, que no se sentía cómodo en el puesto. Al siguiente partido, frente al Villarreal, ocupó ese lugar, en minusvalía por las lesiones de Trent y Carvajal, y recibió un mensaje sin palabras, pero cargado de intenciones. Lo que puede llevar al once al uruguayo es la polivalencia.

Centrocampista físico pero de conducción, no de posición, Valverde es una pieza a contraestilo con lo que busca Alonso, que quiere velocidad de balón entre las piezas, no piezas arriba y abajo en el centro del campo. Eso delante, con Mbappé y Vinicius, que poco a poco se reencuentra tras un inicio apocado en el área y en el ego por el arranque del francés, merced a goles que son como caramelos balsámicos. El pie de Comesaña ayudó a tragar el primero. La mano de Arnau Tenas no impidió el segundo, de penalti.

El orden táctico y las posesiones largas favorecen menos a Valverde que los estallidos del calculado desorden de Ancelotti. El Madrid busca ahora el control, no el box to box para el que el uruguayo es un portento. Por esa razón Alonso ha quitado el polvo a Ceballos. Eso no quiere decir que no haya momentos para desatarse, especialmente en las segundas partes, con el Madrid en ventaja en el marcador y espacios por delante.

Los hubo ante el Villarreal, con una llegada y asistencia del uruguayo a Bellingham. Ello, sin embargo, podría implicar la suplencia, sobre todo cuando vuelvan los titulares del lateral, y entender que se puede ser importante sin ser titular. Lo han de comprender Valverde y su entorno, porque quienes viven de los jugadores suelen ver más fantasmas de los que hay en un vestuario.

Valverde cumplió ante un Villarreal tímido, más tiempo donde es peor -en su propio campo- que donde es mejor. Una de sus recuperaciones, en situación de mucho peligro, fue aplaudida por el Bernabéu, que coreó su nombre. Valverde levantó el dedo como un triunfador, aunque el triunfador era su entrenador.

Arda Güler es como el Betadine

Arda Güler es como el Betadine

Arda Güler fue de lo poco presentable, si es que lo hubo, en el impresentable Madrid del Metropolitano. Fue el actor principal en el espejismo blanco, con una asistencia y un gol, y en el baño de realidad, al cometer un penalti sin saber muy bien lo que hacía. El derbi puso en cuestión buena parte de los argumentos de la reconstrucción de Xabi Alonso, especialmente la solidez defensiva. Pero no la apuesta por un jugador especial, aunque ante el Atlético el turco no estuviera en el lugar donde nada escapa a la percepción de su mirada perdida. De vuelta a los medios, en el partido de curarse las heridas ante una cenicienta de la Champions, Güler fue como el Betadine.

Una vez bajó el ímpetu del Kairat Almaty y el Madrid movió la pelota, quedó claro cuál es el futbolista que le ofrece la mejor dirección en las transiciones ofensivas. Cuanto más centrado, más amplía su prisma. Güler recibe, se gira y pasan cosas, cosas distintas. Mbappé, que ha marcado cinco de los siete goles del Madrid en los dos partidos de Champions, es el que mejor lo ha entendido en este inicio de curso, con movimientos intencionados en cuanto recibe el jugador turco, lo que ha propiciado ya una interesante conexión para el Madrid. Mbappé habla el mismo idioma que Tchouaméni, pero cuando la pelota llega al mediocentro francés, no pasan cosas distintas.

Es posible que Güler no tenga todas las condiciones que se exije a un pivote, rol que, ayer, realizaron Thouaméni y Ceballos, pero, con semejante visión de juego, cuanto más campo tenga en el periscopio, mejor. No son comparables, porque no lo es, por ahora, el rango de los jugadores, pero es la misma razón por la que Hansi Flick coloca a Pedri en la base del juego, en lugar de adelantarlo a la zona de los interiores, donde suele jugar con la selección. En las dos posiciones es sobresaliente. En la segunda, está más cerca del gol, pero en la primera impone su personalidad al juego.

La de Güler, de 20 años, está por formarse en el terreno de juego, después de un tiempo extraño, de adaptación, desencuentros con Ancelotti e inseguridades. Todo indica que Xabi Alonso se ha puesto a la tarea, en el intento de construir un Madrid más coral, y esa es la razón por la que pierde pie Valverde, el rey de las conducciones. Xabi quiere combinación, velocidad y presión. Las necesita, porque no en todas partes, como en los apeaderos de la Liga o la Champions, basta con el solista Mbappé.

Mejor un penalti no deseado que un beso no deseado

Mejor un penalti no deseado que un beso no deseado

El penalti deja un sabor amargo en el paladar de España. Como ese último trago no deseado, aunque siempre es mejor que un beso no deseado, dicho sea con el viento en contra de un título perdido. El Mundial ganado hace dos años llegó acompañado de la vergüenza nacional que no merecía un equipo emergente, que rompía barreras, ejemplo de un país distinto, un país deseado. Esta Eurocopa perdida es la constatación de un avance imparable desde entonces, por la autoridad y el dominio del juego por parte de España, con algo pendiente para el futuro, claro, en los 11 metros. Todo es fútbol. Inglaterra, a la que derrotaron las españolas en Sidney, resistió a una selección mejor hasta llegar al único lugar donde era peor. Fue pétrea, estratégica e inteligente, como lo es Sarina Wiegman, una mujer que conoce la ciencia del banquillo. Ahí están sus tres Eurocopas.

La holandesa que dirige a Inglaterra se apresuró a saludar a Montse Tomé, la seleccionadora de la triste figura, entrenadora de perfil bajo ascendida por las consecuencias de la crisis del beso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso y, por tanto, bajo sospecha permanente. En un equipo de 'primadonas', con las Balones de Oro Alexia y Aitana, Jenni convertida en el icono global del #Secabó, más el empoderamiento colectivo de las internacionales impulsado por el título mundial y el combustible político, la toma de decisiones en el banquillo no era cosa fácil.

En sus primeras comparecencias, Montse daba la sensación de pedir perdón por hablar, huidiza, hierática. No era únicamente un rasgo de su personalidad. Era parte de las circunstancias. La primera ausencia de Jenni, con el pretexto de protegerla tras la carga emocional que había soportado, supuso el primer desafío, consumado en la no convocatoria de esta Eurocopa. Una vez en la final, no le tembló el pulso para sentar a Alexia. La jerarquía y la experiencia era importante en la elección de los penaltis, aunque al final entre las que fallaron estaban Aitana y Mariona Caldentey. Como Alexia en París.

Una caída prematura habría pasado factura a Montse, todavía en un momento de debilidad, después de la decepción de los Juegos, pese al título de la Liga de Naciones, un torneo que suma y complementa, pero no pone la carga de la decisión. La asturiana acudía a esta Euro pendiente de renovar un contrato que acaba en agosto, algo insólito en el caso de los seleccionadores masculinos. A pesar de la cruel derrota, por la forma de caer, el trabajo de España avala su buena mano, sea tanto en la planificación y planteamientos tácticos, como en la cohabitación para incluir rostros nuevos, como el de Vicky López, o favorecer el regreso de la amotinada Patri Guijarro, mediocentro clave en el juego de España en Suiza. Esta España es mejor que la que ganó el Mundial al mismo rival, aunque, hoy, el paladar diga lo contrario.

Nico Williams en la comedia de Judas: el agente y "segundo padre", la cláusula del miedo para Laporta y un pelotazo de 100 millones

Nico Williams en la comedia de Judas: el agente y “segundo padre”, la cláusula del miedo para Laporta y un pelotazo de 100 millones

Pasión rima con traición. Se trata de una rima consonante, también conocida como rima perfecta. La relación musical de las palabras encaja con la necesidad que la pasión tiene de la traición para desarrollar todos sus estados, del amor a la ira. El fútbol, como todas las pasiones, no es ajeno, necesita a sus traidores, a sus Judas, aunque convertidos en personajes de una comedia a la que los aficionados asisten como si se tratara de una tragedia. Ilusos. El último ha sido Nico Williams, como antes lo fueron Figo, Laudrup, Schuster, Hugo Sánchez, Mijatovic, Íñigo Martínez, Mbappé o, recientemente, Joan García. Traición de ida y vuelta, en este caso, primero al Athletic, después al Barça, porque a Nico le advirtieron de los riesgos que no contaron al malogrado Judas, incapaz de soportar la culpa, y porque el fútbol paga mejor que la centuria romana: 100 millones de euros no son 30 monedas de plata.

Es la cifra global que el futbolista, de 22 años, cobrará durante los 10 años de vinculación de su contrato con el Athletic, de forma creciente, no dividida exactamente entre los ejercicios. Cantidad libre de impuestos, ya que el IRPF corre a cargo del club, al negociar las grandes estrellas en neto. Un pelotazo del que el ganador no es únicamente Nico, también el arquitecto de la operación, Félix Tainta, agente y persona de confianza de la familia Williams, hasta el punto de que la madre querría que fuera el albacea de sus hijos de por vida. Como un «segundo padre», lo define Iñaki, cuya carrera tutela Tainta desde que era un juvenil.

"Tensa la cuerda hasta el final"

Para quienes están al otro lado de la mesa, el agente es «alguien que tensa la cuerda hasta el final». A menudo son los directivos del Athletic, puesto que Tainta representa, además de a los hermanos Williams, a Gorosabel, Yeray, Sancet, Boiro, Serrano y Robert Serrano. En ese contexto, parecía difícil que quisiera una ruptura cruenta con el club donde juegan la mayoría de sus clientes.

Tainta llamó a Deco, porque el interés del futbolista era marcharse, pero no dejó de hablar con Jon Uriarte, que utilizó cargas de profundidad al solicitar a la Liga fiscalizar las cuentas del Barcelona. No era un farol. Javier Tebas, además, ya no está en posición de mirar hacia otro lado, como en las primeras palancas de Joan Laporta, y menos después de que el pulso por la inscripción de Dani Olmo dejara en falso a la patronal ante el resto de clubes, con el empujón del Gobierno a los azulgrana. «Hay que ayudar al Barça», se escuchaba tiempo atrás en los pasillos del Consejo Superior de Deportes. La multa de la UEFA, 15 millones que pueden llegar a 60, deja a todos en evidencia, Barça, Liga y Gobierno.

Mural de los hermanos Williams.

Mural de los hermanos Williams.LUIS TEJIDOEFE

Laporta se queda, pues, como se quedó Florentino Pérez con el «no» de Mbappé, aunque el francés acabó por recibir el perdón del faraón para regresar un año después. En las comedias todo se perdona y todo se paga. La diferencia es que Laporta es como el jugador de póker que entra a todas las manos con o sin cartas, y eso lo saben quiénes se sientan a la timba. El primero, Tainta; el segundo, Uriarte. El presidente del Athletic esbozaba una sonrisa en Ibaigane, días antes de que el propio Nico anunciara su renovación, y pedía al pintor del mural de los hermanos Williams, emborronado en Barakaldo, que lo reparara.

Era obligación del agente, pues, pedir al Barcelona una cláusula liberatoria para su representado en caso de no poder ser inscrito por incumplimiento de la normativa de la Liga, la conocida Regla 1:1. Pura seguridad jurídica. El primero en reclamarlo fue Íñigo Martínez, al que, en caso de no ser inscrito, debía el Barça no sólo liberar, sino pagar íntegramente su contrato. Mateu Alemany, entonces director de fútbol, se negó, pero acabó por aceptarlo.

Riesgo penal

La fórmula era esta vez inasumible para Laporta, que ya atravesó una situación de altísimo riesgo con Dani Olmo, salvado en el desfiladero de la política. Íñigo Martínez llegó libre al Camp Nou, sin traspaso, pero perder a Dani Olmo o Nico, por el que debían pagar los 58 millones de su cláusula, podría haber provocado una demanda penal, por administración desleal, contra el presidente y su directiva. «El caso Nico nos ha puesto ante el espejo. Aunque el relato del club es que ya hemos superado el descalabro económico, la realidad es tozuda: no sabemos si podemos inscribir los fichajes que queremos hacer», asegura Víctor Font, cabeza de una oposición de chocolate frente al Laportismo.

El Athletic convierte a Nico en el mejor pagado de su plantilla, después de una cadena de renovaciones que le permite mantener a su núcleo duro en su vuelta a la Champions. Dobla su cláusula, en el umbral de los 100 millones, lo que le mantiene en el mercado si se produce una explosión del jugador. La pasada temporada no fue así. Con la fiscalidad transferida, hay ventajas, pero no ya las de antes, desmesuradas, que podían llegar a un ahorro de hasta el 50% en impuestos a propósito del tratamiento de las rentas irregulares. El ahorro era para el Athletic en las negociaciones en neto. Al menos, como dicen en Ibaigane, se mantiene un «trato amable». Normal si la Hacienda Foral de Vizcaya pertenece a la Diputación Foral, participe, a su vez, de la sociedad San Mamés Barria S. L., dueña del estadio. Todos juntos en armonía.

No gustaban las fotos de Lamine

El Judas al que insultaron o borraron del mural, como si lo tacharan en el cuadro de la Santa Cena, se queda, finalmente, con los apóstoles del Athletic, en lugar de irse en pecado con su amigo Lamine Yamal, cuyo jueguecito de colgar fotografías juntos cada vez que arreciaban los rumores no hacía ninguna gracia en su vestuario.

El Athletic lo compara a Nico con Julen Guerrero, que dijo no por «amor», como si no lo sintieran Alexanko o Zubizarreta, y directivos azulgrana envían mensajes con la frase de Cruyff de que no merece jugar en el Barça quien no lo desee. Dos clubes sin piedad, en cambio, con el amor ajeno, como bien saben en Euskadi y Cataluña, donde les basta con las 30 monedas. Esta vez había que pagar más que a Judas.

Ponga un Gonzalo en su área

Ponga un Gonzalo en su área

Ponga un Gonzalo en su área y espere... El gol llegará como dictan las leyes de la naturaleza, como el verano sucede a la primavera. Si esa área es la del Madrid, lo hará con truenos, porque el Madrid no riega el área, la inunda, la anega como hacen las tormentas.

Sea con el entrenador que sea, también con Xabi Alonso, el Madrid es un equipo de vértigo, que vuelca el caudal ofensivo como ocurre en una inundación. Ya lo decía el tolosarra en su etapa como jugador: "Lanzamos hacia arriba y ¡pum!". Ese ¡pum! ya no es el de Cristiano. Tampoco el de Mbappé, que está pero no está, convaleciente, o nadie sabe si está. Contra el PSG, el día de la verdad, lo sabremos. El que está es Gonzalo, solución y problema de este primer Madrid de Xabi.

Con cuatro goles y el Madrid en semifinales, Gonzalo se encuentra en la ruta de acabar el Mundial como máximo goleador. No es cualquier cosa. La maniobra en el primer gol ante el Dortmund es propia de un 9 clásico, como la de su gol frente a la Juventus, un escorzo en el aire a lo Santillana.

Sea cual sea su progresión, este Mundial de clubes constata lo bien que al Madrid le sienta un rematador puro en el área. Los ha tenido de la máxima jerarquía, por supuesto, pero hasta subalternos como Joselu han encontrado el fruto. Grosso, Santillana, Butragueño, Hugo Sánchez, Raúl, Zamorano, Van Nistelrooy... Bajos, altos, corpulentos o livianos, habitar el área es una garantía de gol en este equipo que no coquetea con la alquimia del 9 falso. Le sienta bien lo de toda la vida, lo de siempre.

Ese lugar en el área está destinado a Mbappé, un delantero prodigioso, aunque el francés es un futbolista que explota y se pone en valor en velocidad, no detenido. Su altísima calidad y la precisión en el remate le permiten adaptarse, claro, en el Madrid o en la selección francesa, como demostró en el gran renmate del tercer gol ante el Dortmund, pero su naturaleza pide otra cosa, pide la pradera. La de Gonzalo pide la cueva.

El canterano también es un futbolista reconvertido, ya que en el pasado jugaba en la banda. Raúl trabajó en el filial con Gonzalo, porque quería un delantero contundente, potente, en el área. Xabi Alonso lo eligió en el debut, gris, pero en el que el delantero fue MVP.

Hasta ahora, el entrenador ha sido fiel a la meritocracia, facilitada por la gastroenteritis de Mbappé. Si el francés estaba para ser titular ante el Dortmund, sólo el futbolista y Xabi lo saben. Tuvo sus minutos en el desenlace, nada más, aunque con Gonzalo también sobre el terreno de juego. Ante el PSG, la titularidad de Mbappé, en el primer duelo contra su ex equipo, parece asegurada. Veremos desde dónde lo observa Gonzalo, solución, problema y certeza del Madrid.

El primer taconazo de Xabi Alonso

El primer taconazo de Xabi Alonso

Cuando a Xabi Alonso le preguntaron por el taconazo de Vinicius a Valverde, dijo que la jugada le pareció «muy buena», pero que, «con todo el cariño», como suele decir su presidente, se quedaba con el de Guti en Riazor, que presenció en directo. Aquella jugada de la que se benefició Benzema ha pasado a la videoteca de las excelencias en el área, por lo que no debe extrañar la preferencia del tolosarra. Pero la declaración de alguien que mide muy bien todo lo que dice, carga otra intención: la equidistancia con el elogio excesivo que alimenta los egos. El de Vini es proporcional a su calidad. Inmenso.

Fue, pues, una declaración de tacón, sutil, pero que marca el terreno. A Laporta lo despejó con otro taconzano, a propósito de la libertad y la democracia, aunque cuando ha querido lanzar un libre directo, Xabi no ha dudado: «Defendemos todos». No es cualquier declaración en un Madrid donde, al menos dos, Vinicius y Mbappé, estaban liberados de servicio con Ancelotti. El Madrid está ya en otra pantalla, en la que se corre la bomba.

Aunque es pronto, empiezan a observarse algunos esbozos tácticos del nuevo entrenador. Güler asumió dotes de mando en tierra del mediocentro ante el Pachuca y Tochuaméni contribuyó a la formación de tres centrales ante el Salzburgo. Una fórmula que ha sido anatema en el Madrid, pero preferida por el técnico como demostró en Leverkusen. Si tus laterales son Alexander-Arnold y Fran García o el esperado Carreras, con más razón, puesto que atacan mejor que defienden. Busca con ello más control, más preción, pero necesita más coordinación. Eso es tiempo.

El debut ante el Al Hilal dejó un aroma decepcionante por continuista, aunque con una novedad: la alineación de Gonzalo por la baja de Mbappé. Una circunstancias adversa que abrió una puerta a la cantera, en lugar de a otro futbolista adaptado al puesto, y constató una certeza, y es lo bien que le sienta siempre al Madrid un delantero puro de área, porque en su idiosincrasia está el vértigo, el torbellino ofensivo y, si se puede, el tacón.

Un empate del pasado en el debut del futuro

Un empate del pasado en el debut del futuro

Lo mejor del debut es olvidarlo y volver a empezar, aunque la impresión es que para los buenos comienzos habrá que esperar a que pase este Mundial de clubes. Por algo Xabi Alonso quería llegar después. Todo lo que quiere hacer necesita tiempo, entrenamientos y, si es posible, no realizados en una caldera como la de Miami. Pedir tiempo en el Madrid, sin embargo, es como pedir el cielo. Imposible.

El tono inicial del equipo fue el tono del tardomadrid de Carlo Ancelotti, hasta que en la segunda parte lo acaleró la entrada de Arda Güler y es de suponer que unas palabritas del entrenador. Incluso el gol había llegado del mismo modo que siempre, en una contra que en este equipo no necesita entrenarse, porque forma parte de su instinto. El Madrid corre sin pensar. Lo que hay que valorar es qué hace a partir de lo que piensa su nuevo entrenador. La respuesta está pendiente.

La presión está en su cabeza y la prueba es la intención que partía de la posición inicial ante la salida de balón del Al Hilal. Cuando el rival la superaba, el desconcierto. Como antes. Dice Xabi Alonso que quiere que Jude Bellingham sea más centrocampista, es decir que juegue más atrás. En Miami no vimos exactamente dónde.

Más centrocampista fue Dean Huijsen, el jugador de los mejores pases interiores en la salida de la pelota. El suyo fue un debut emergente en el bajo tono general. Sin embargo, hablamos de un central, un defensa, y la línea de la que formó parte estuvo mal, y no sólo por el penalti de Raúl Asencio, a merced de las combinaciones ofensivas en el arranque del Al Hilal, mejor equipo de lo que piensan quienes miran con desdén lo que se cuece en Arabia. Simone Inzaghi lleva en su banquillo tan poco tiempo como Xabi Alonso. Al contrario que Huijsen, la première de Trent Alexander-Arnold fue inocua. Su profundidad ha de llegar. En la banda opuesta, cada día está más claro la necesidad de un fichaje, sea Álvaro Carreras u otro.

La entrada de Güler llevó a Tchouaméni al central, otra maniobra conocida, aunque es la prueba de que el entrenador, un ex mediocentro, sabe por dónde hay que dinamizar el juego del Madrid. A ese tramo le faltó gol, no únicamente el que falló Fede Valverde en el penalti. Nadie sabe si lo habría encontrado Mbappé, resfriado. Gonzalo marcó el suyo en una aparición que sí marca diferencias con el pasado.