¿Qué hacen Griezmann, Vallejo o Gavi durante el parón?: "Se dosifica a los más cargados y se realiza trabajo específico inviable cuando juegas cada tres días"

¿Qué hacen Griezmann, Vallejo o Gavi durante el parón?: “Se dosifica a los más cargados y se realiza trabajo específico inviable cuando juegas cada tres días”

El pasado viernes estaba media plantilla del Atlético de Madrid repartida por el mundo y ocho jugadores del primer equipo se centraban en hacer prácticas de pase en el Cerro del Espino. Antoine Griezmann, César Azpilicueta, Conor Gallagher y Marcos Llorente compartían grupo y buen rollo en unos rondos a intensidad baja. Mientras, en un campo adyacente, Pablo Barrios realizaba ejercicios individuales.

"Se aprovecha para dosificar a los más cargados y se hacen trabajos específicos que no puedes hacer cuando juegas cada tres días", cuentan fuentes rojiblancas. Todos sabemos qué hacen los futbolistas internacionales en el parón de selecciones pero, ¿y los que se quedan? "Lo que se suele hacer es entrenamiento de carga la primera semana y dar libre para viajar y descanso la segunda", revela Roberto Jiménez, ex portero de Atlético, Olympiacos y Málaga, entre otros clubes. El guardameta fue internacional con la sub'21 y apreciaba mucho los períodos de selección, tanto cuando le tocaba irse como quedarse.

"Los parones vienen bien, lo sufren negativamente los internacionales que no descansan, pero tienen el premio de ir con la selección; hay gratitud. Para los que se quedan es súper necesario, porque los jugadores que vienen con molestias, por ejemplo, se pueden poner a punto", explica.

Modelo de recuperación

Hay cuatro parones de selecciones en la temporada. Este curso han sido del 2 al 10 de septiembre, del 7 al 15 de octubre y del 11 al 19 de noviembre del pasado año, además del período en el que estamos inmersos ahora mismo. Los tres primeros son más para mini pretemporadas, según algunos expertos, y el último es un poco más de descarga.

En este tiempo hay clubes, como el Real Madrid, que ven como en Valdebebas se quedan entrenando apenas dos jugadores de la primera plantilla, Jesús Vallejo y Lucas Vázquez, lesionados aparte. "Algunos meten carga en todos los parones, pero éste es ideal para el modelo de recuperación y llegar en mejores condiciones a lo que queda de temporada que los de fuera", apunta Miguel Ángel Cordero, fisioterapeuta deportivo y director de Fisio Dynamic.

Lo cierto es que los equipos físicos de los clubes planifican el curso desde el inicio con periodos de carga y descanso dependiendo de las competiciones. Hay escenarios diferentes según los torneos que sigan en disputa, pero los equipos que aspiran a los tres títulos principales llevan jugando cada tres días desde la vuelta de Navidad. "En semanas de competición hay dos tipos de entrenamientos: recuperación y preparación del partido siguiente. No hay mucho tiempo para hacer trabajo específico por líneas, ni especializado. Así que los jugadores lo suelen reclamar y se aprovecha para hacer tecnificación", apunta Jiménez.

"Por no dar imagen de dejadez"

Otro de los factores que determina los entrenamientos de los parones son los resultados. El ex guardameta de Olympiacos y Málaga habla de decisiones de marketing. "En el de parón de marzo influye el momento de la temporada. Si el equipo va mal, por no dar imagen de dejadez, se dan menos días libres", explica. Coincide con él Cordero: "Depende de cómo se para: si es con derrota, esa semana no hay descanso y es más trabajo mientras que si se ha ganado, se puede dar más descanso".

Imagen aparte, no cabe duda de que estos parones ayudan no sólo físicamente -"se descongestiona la musculatura"- cuenta Cordero, sino también mentalmente. "Si lo aprovechan bien, un descanso de este tipo es muy bueno porque el trabajo técnico- táctico ya está hecho, así que sirve para limpiar y volver con la mente despejada", apunta David Peris, psicólogo deportivo. Peris cuenta que mantener la actividad te hace "competir mejor" porque se sostiene la motivación, pero que un parón para desconectar también es positivo.

Otra cuestión es la duración de estos periodos, normalmente de 15 días desde que uno es convocado hasta el siguiente partido con el club. "Es demasiado tiempo, porque se trata de más de dos semanas sin competir", opina Cordero, que alerta también por la fatiga de los viajes a la que se enfrentan los que salen con sus selecciones.

Aplazado

De hecho, se ha polemizado mucho con el Barcelona - Osasuna aplazado, que se disputa mañana, porque varios jugadores azulgranas vuelan de Sudamérica cortos de recuperación para disputar el partido, el mismo problema del camerunés de Osasuna, Enzo Boyomo. Así, los que se quedan no sólo se recuperan del desgaste de la temporada sino que "cargan energía" para lo que resta según los expertos.

Quedan casi tres meses de competición para los equipos grandes, cuatro para Real Madrid y Atlético, dado que juegan hasta el 13 de julio el Mundialito de Clubes. Habrá minutos para muchos jugadores no internacionales, que llegarán con piernas y mente algo más frescas que sus compañeros. Aunque hoy, como todo, está individualizado según los jugadores y sus complexiones físicas. El GPS manda.

LaLiga. Griezmann, una estrella que se apaga: el más utilizado por Simeone, pero sólo un gol en las 11 últimas jornadas

LaLiga. Griezmann, una estrella que se apaga: el más utilizado por Simeone, pero sólo un gol en las 11 últimas jornadas

"Mañana va a ser un gran partido de Griezmann, estoy convencidisimo". Era el Simeone más confiado en el renacer de su estrella, el entrenador que necesita motivar a una leyenda que se está apagando en esta parte de la temporada, la más importante. Pero el francés no respondió ante el Real Madrid en Champions a las palabras de su técnico en la previa y, con el Atlético fuera de Europa, necesita recuperar su mejor versión para los tres torneos que le quedan a los rojiblancos, especialmente en LaLiga.

El de Mâcon lleva apenas un gol en los últimos once encuentros de competición doméstica. En este periodo le ha hecho dos al débil Salzburgo en Champions y otro al FC Barcelona en el loco encuentro de ida de semifinales de Copa del Rey que terminó con empate a cuatro en el marcador. Precisamente, los culés, su ex equipo, visitan el Metropolitano este domingo y no son el rival que mejor se le da al siete del Atlético. Les ha hecho siete goles y cinco asistencias en 33 duelos contra ellos frente a los, por ejemplo, 14/6 que ha firmado contra los leones, su rival predilecto, en 35 partidos.

Igualmente, no es una cuestión de un rival u otro, es, quizás, un bajón de rendimiento que se observa desde finales del año pasado. El francés había empezado como un tiro. En los primeros tres meses de este curso había sumado 11 goles y seis asistencias, mientras que actualmente sus números son de 16 tantos y siete pases de gol. En lo que llevamos de marzo, la página estadística Sofascore, le da su peor nota de los últimos 12 meses, apenas un 7,1. En diciembre, por ejemplo, ese guarismo se elevaba a 8.0.

2.934 minutos en 41 partidos

No son raros estos bajones de rendimiento en el francés. En la temporada pasada anotó 16 tantos en los 24 primeros partidos, y en los duelos restantes tan solo convirtió ocho. Algo más abrupta fue la 21/22, donde realizó siete goles en los primeros 20 duelos, mientras que en el segundo tramo del curso únicamente cosechó uno.

Uno de los motivos, y se puede ver en el campo, es la falta de frescura por un exceso de minutos. El delantero es el futbolista de campo más utilizado por Simeone con 2.934 en 41 partidos, 35 de ellos como titular, aunque no haya completado los 12 últimos. Le sigue Julián Álvarez con 2.861, pero con dos partidos más, 43. La diferencia entre ellos es que el primero hace 34 años en menos de una semana mientras que el argentino acaba de cumplir 25.

El francés junto a Diego Simeone.

El francés junto a Diego Simeone.JAVIER SORIANOAFP

Simbolizan ambos el cambio generacional entre estrellas. Mientras la de Griezmann parece un sol que se apaga lentamente, Julián representa el nuevo fulgor que llega para reclamar el espacio aún ocupado por el francés: máximo goleador en la historia del Atlético de Madrid con 197 tantos y uno de los mejores asistentes con 83 pases de gol.

Son muchas las temporadas que el galo lleva siendo el máximo artillero del equipo rojiblanco, concretamente siete de las nueve que ha estado bajo las órdenes del Cholo. Son incontables los halagos del técnico a su futbolista y el apoyo que le brinda tanto dentro como fuera del campo. "Nos da un salto de calidad", "es diferente", "es especial", ha ido lanzando a lo largo de los años y el francés siempre ha respondido.

De hecho, el galo retrasó la evidencia de su bajón de rendimiento con jugadas puntuales. Pero la realidad le terminó por alcanzar especialmente en su último encuentro liguero. Ante el Getafe, el delantero tuvo 15 pérdidas en 41 acciones con balón, un pobre 67% de acierto en el pase, un remate y ningún duelo ganado. Es el derbi madrileño el partido que menos presencia en el juego ha tenido y en el que peor porcentaje de pases ha completado de los últimos cinco.

Cambio entre Griezmann y Sorloth.

Cambio entre Griezmann y Sorloth.Juanjo MartínEFE

Este pequeño bache no pasa desapercibido a la hinchada. Las redes sociales se han llenado de comentarios de aficionados que reclaman la presencia de Sorloth en el once inicial. Lo cierto es que el noruego siempre ha respondido saliendo desde el banquillo y es el suplente más goleador del Atlético con siete tantos de los 14 que lleva en total.

Igualmente, muchos rojiblancos esperan la enésima resurrección de la leyenda rojiblanca. El partido perfecto será el de este domingo, ante el que fuera su equipo, en el que compartió vestuario con Messi y al que igualará si pisa el césped del Metropolitano. Serán 520 partidos para situarse junto al argentino como los jugadores extranjeros con más duelos en LaLiga española. Otra muesca para la estrella, hoy apagada.

Rodrigo de Paul, el cerebro y 'motorcito' que más corre de la Champions: "El equipo hace muchos esfuerzos, en Europa hay que luchar y jugar"

Rodrigo de Paul, el cerebro y ‘motorcito’ que más corre de la Champions: “El equipo hace muchos esfuerzos, en Europa hay que luchar y jugar”

Muchos Atléticos aún tendrán en la mente aquella época no tan lejana en la que se pedía la salida de Rodrigo de Paul (Sarandí, 1994) del equipo rojiblanco. "No es el de la selección", "no está implicado", se escuchaba. Eran muchas las críticas que recibía el argentino pese a volver con el Mundial bajo el brazo hace año y medio. Y lo cierto es que el mediocentro no había alcanzado en el Metropolitano el nivel que exhibió en el Udinese. Hasta ahora.

"Ha logrado transmitir lo mismo que con la selección en el Mundial y convertirlo en el Atlético de la mejor manera", le elogió Diego Simeone hace unas semanas, y añadió: "Antes lo había hecho en espacios separados, ahora está teniendo continuidad". De Paul es imprescindible en este Atlético de Madrid tanto desde el césped como a nivel de vestuario. El argentino siempre ha exhibido "personalidad, jerarquía y visión de juego", según alaba su técnico. Y esta temporada hay que sumarle el esfuerzo. De ahí que le llamen motorcito. "Siempre se ha esforzado, pero ahora las cosas le están saliendo tanto a él como al equipo", dicen desde el vestuario.

El cinco del Atlético es el jugador de la primera plantilla que más kilómetros ha recorrido en los nueve encuentros de Champions League, superando al sacrificado Julián Álvarez, 64 frente a 63. "A veces toca correr más, otras menos, el equipo hace muchos esfuerzos. En europa hay que correr, hay que jugar", declaró en rueda de prensa.

Pases que rompen líneas

Su despliegue en el Bernabéu seguro que será tomado en cuenta por Carlo Ancelotti a la hora de configurar un mediocampo que pueda sujetar el físico rojiblanco en la medular liderado por el argentino. Además, es el centrocampista del Atlético que más balones corta con 20, dos más que Marcos Llorente, que ha ejercido mucho más de defensa esta temporada.

A ello se le suma, y esto sí entra dentro de sus características, que es el jugador de Europa con más pases filtrados o pases que rompen líneas. De Paul suma 21. El segundo es Lamine Yamal. con 18 y completa el podio Joshua Kimmich con 16. De los 21 del argentino hay que añadir que siete han terminado en asistencia de gol y está a una de igualar su mejor registro como colchonero, las ocho de la 22/23.

En la ida fue un poco el pegamento y el corazón del conjunto rojiblanco. Protagonizó 95 acciones con balón, provocó dos faltas y ganó tres de cinco duelos disputados. Además, y pese a buscar muchas veces ese pase vertical, el argentino completó un 87% de los desplazamientos que intentó. Por eso los aficionados contuvieron la respiración cuando tuvo que ser sustituido en el descanso del partido del pasado domingo ante el Getafe tras un golpe de Álvaro Rodríguez.

El clan argentino

No obstante, todo apunta a que estará disponible hoy para el duelo en el Metropolitano. Y es que por él pasa el juego del Atlético. Es como si fuera el base de un equipo de baloncesto. Lidera el ranking de controles, pases y toques de balón muy por delante del resto de compañeros. Aunque en este último aspecto se le acerca Antoine Griezmann, su gran amigo dentro de la plantilla y con el que más bromas se le ve hacer dentro del vestuario. "Es un tipo muy divertido y abierto", mantienen fuentes internas sobre De Paul.

El francés no pertenece al clan argentino, ese grupo de jugadores campeones del mundo y que pasan muchos ratos juntos fuera de las instalaciones deportivas del club, pero su capacidad de unir ha hecho que congenie mucho con De Paul. Por su parte, el argentino es uno de los principales responsables de la buena adaptación de Julián Álvarez en el vestuario rojiblanco.

Juntos, serán la gran baza del Atlético. "Cuando estás ante estos partidos hay que disfrutarlos y sabemos que no depende de un jugador sino del grupo", expresó el jugador rojiblanco.

Brahim cobra la mínima ventaja en el derbi del miedo

Brahim cobra la mínima ventaja en el derbi del miedo

El Bernabéu es un buen lugar para la contemplación si se es espectador. Como mirar una catedral para los devotos, con un marcador que es como un fresco en movimiento. Como futbolista, sin embargo, es un mal asunto. El Atlético partió deliberadamente contemplativo, agrupado en su campo, a la espera de que no pasaran cosas. A Simeone le puede su naturaleza, tenga lo que tenga, y no es un reproche, ni es negativo. Es lo que es, y le ha ido de maravilla. En el Metropolitano, en cambio, deberá proponer más, porque la Champions lo exige; el Madrid, también. No le bastará su acting en la banda. Sin necesitar de una noche mágica, el rey de Europa cobra ventaja en unas circunstancias mucho más adversas, porque en el Bernabéu siempre pasan cosas si se deja crecer a los suyos, aunque las haga un suplente que no debería sentirse como tal. Es Brahim. La contemplación desde la hierba es un mal asunto. [Narración y estadísticas (2-1)]

Las primeras acontecieron esta vez muy rápido para conectar a Valverde y Rodrygo, que pudo con la velocidad de Javi Galán como si no se esforzara. El brasileño se desliza, sin desgaste, por donde otros pisan con clavos. El eslalon acabó en un gol pletórico, messianico.

Para saber más

Fue como el directo inesperado nada más sonar la campana del primer round que deja grogui al oponente. Ahí estaba la oportunidad del Madrid para romper la eliminatoria y obligar a Simeone a cambiar su hoja de ruta, que se plantó en el Bernabéu a jugar una eliminatoria, no un partido. Después de verse superado de semejante forma, como le ocurrió al lateral rojiblanco, un futbolista queda tocado emocionalmente. Rodrygo volvió a intentarlo, pero el defensa reaccionó con los tiempos justos, al límite del penalti. Giménez detuvo en la banda opuesta a Vinicius, menos preciso que su compatriota con un Mbappé de oyente. Rodrygo es el Patito feo del ataque, aunque Ancelotti es de la generación que conoce bien el cuento de Andersen.

Un equipo desgastado

Un gol no cambia, sin embargo, un plan, y el Atlético siguió a lo suyo, con la prioridad de dejar al Madrid sin espacio y refugiarse en largas posesiones que evitaran las pérdidas. Sin la pelota, cerraba los espacios entre las líneas; con ella, hacia el campo anchísimo. Ello hacía correr al Madrid, un equipo desgastado físicamente. Era parte del plan del argentino, que sabe de los buenos finales de los suyos. No lo tuvieron. Ello no daba, de momento, ocasiones al Atlético, que tuvo la primera en una llegada de Giuliano, cuyo centro, dirigido a Lino, fue interceptado por Valverde. El uruguayo estaba en el campo bajo riesgo, pero en dos acciones, el pase del gol y el corte del no gol, demostró por qué.

En un contexto en el que mandaban el respeto y las precauciones, con balones al pie y sin presión alta por parte de ninguno de los equipos, los goles sólo podían llegar gracias a acciones individuales. Rodrygo había encontrado el espacio por sorpresa, pero eso no iba a volver a suceder. La de Julián Álvarez fue individualísima. Después de un error de Camavinga, alzó su visión periférica desde el cuerno del área y lanzó un disparo teledirigido que salvó la envergadura de Courtois. Como burlar las alas de un cóndor.

La réplica la puso Brahim, nada más regresar del descanso, al sostenerse en el área gracias a su potente tren inferior y su bajo centro de gravedad, y salvar contarios para colocar el balón en el lugar imposible de Oblak. Una acción de alivio para el Madrid, porque Simeone ya había mandado aumentar el ritmo de los suyos al salir del vestuario. Al argentino le gusta jugar varios partidos dentro de un mismo partido, no digamos ya en una eliminatoria. La nueva ventaja del Madrid llegaba de la nada, como había ocurrido con el tanto de Julián Álvarez.

Julián Álvarez, ante Camavinga, en la acción del 1-1.

Julián Álvarez, ante Camavinga, en la acción del 1-1.AFP

Brahim y Julián tiene algo en común, y es haber llegado procedentes del Manchester City. Todo lo que deja Guardiola suele tener tara, pero con estos jugadores alguien se equivocó, por ponerlos poco o por abrirles la puerta. También en la Federación Española. Julián, la gran referencia de este Atlético, ya por encima de Griezmann, apunta en grande. Brahim, recambio del sancionado e intocable Bellingham, hace muchísimas cosas, y todas bien.

Oblak encajó el segundo gol, pero el Atlético encajó el temor, y más cuando Ancelotti echó mano de Modric, al que Simeone veía como titular, para sacar del campo a Camavinga. Brahim se lo recordó a gritos desde la banda tras su gol. Sabe el argentino lo que el croata puede hacer, por lo que llamó a Le Normand para pasar a jugar con línea de cinco y vació su centro del campo para poner a Correa y Sortloth, los jugadores de sus finales. Si había algo que jugar que fuera en las áreas, aunque estuvo más cerca de perder más que de ganar algo. Camino del Metropolitano, el Madrid lo hace más seguro de lo que estaba antes de saltar a su propio estadio. Simeone sabe que necesitará más.

El mejor resultado posible para el Atleti: ira y fuego en el Metropolitano

El mejor resultado posible para el Atleti: ira y fuego en el Metropolitano

Días así no compensan. Hablo en serio. Da igual el resultado.

Cuenta la leyenda que hubo un tiempo en que los derbis se disfrutaban. Serían otros. Otros derbis u otras personas. Llegas a la redacción, al taller, al colegio de los niños y es un campo de minas. En cada encuentro aparentemente inocuo hay una trampa, un Vicente Ruiz, un Madueño, una Ana María Ortiz que llevan meses fingiendo ser personas normales, tus amigos incluso, pero son agentes durmientes.

Usted, querido atlético, tendrá sus equivalentes. Horas y charlas, bromas y cafés, pensando que son gente decente y son madridistas de los (más) chungos, de los falsos victimistas, los del contragafe y el "enhorabuena" horas antes de que empiece el martirio. Porque lo peor no es que te vacilen y presuman de Champions, lo peor es que te tomen por tonto. Te quieren vender que el Atleti es favorito, un igual al menos, y en el Atleti es indiscutible Javi Galán. No hay más preguntas, señoría.

No se tome esto como insulto, sino como síntoma. Bastante ha hecho el chaval, un descarte a principio de curso, cubriendo con dignidad el puesto cuando Simeone vio que en el regreso al 4-4-2 residía la resurrección y no tenía otro lateral izquierdo en plantilla. Aun así, el Atleti, demostrando una vez más que la ambición del equipo no se contagia a los despachos, decidió dejar pasar el mercado de invierno, con todos los títulos al alcance, sin reforzar el obvio boquete. A los tres minutos Rodrygo abusó de Galán y le gritó al emperador que iba desnudo. A este nivel, un detalle es un suicidio.

El resto fue igualado porque los puntos flojos del Atleti son más flojos que los del Madrid (como se encargó de recordar dolorosamente Brahim, supuesto fondo de armario, en el 2-1), pero los fuertes no tienen nada que envidiarle. Oblak, este De Paul centrado, Llorente a la carrera, Barrios creciente, el Griezmann organizador... y Julián Álvarez. Sobre todo, Julián Álvarez. Sobre esa piedra construirá el Atleti su iglesia, su catedral o lo que le dé la gana.

Durante todo el día discutí con Perico Simón, con Miki Murcia, con Guisasola, con Luis Martínez, con los buenos, cuál era el mejor resultado. Concluímos que perder por uno, no tener dudas con a qué salir en la vuelta, ira y fuego en el Metropolitano y si tiene que ser un desastre, que sea un desastre esplendoroso. Los Atletis del Cholo siempre empeoran cuando echan cuentas.

Y cuando me venía arriba pensando en eso, recordé que en una semana otra vez la misma tortura. Días así no compensan. Hablo en serio. Da igual el resultado. Pero allí estaremos. No somos listos, pero somos fieles. De algo hay que morir, aunque siempre sea de lo mismo.

La noche incompleta de Julián Álvarez en el Bernabéu: "Ellos hicieron los goles en los momentos justos"

La noche incompleta de Julián Álvarez en el Bernabéu: “Ellos hicieron los goles en los momentos justos”

Unos pueden preferir a la leyenda Fernando Torres, otros se quedarán con la fiereza del Tigre Radamel Falcao, nadie olvida el paso de Kun Agüero, pero es seguro que todo el mundo en el Atlético de Madrid se acordará de Julián Álvarez. El argentino es un delantero diferente, capaz de dominar todas las suertes del juego y, por supuesto, la más importante: la del gol. Con el del Bernabéu, lleva vivo a su Atlético de Madrid al Metropolitano.

El tanto que se sacó de la chistera con Camavinga de testigo fue de los que marcan la carrera de un jugador. Pico del área izquierda, comba de interior y a la escuadra de Courtois con el belga embelleciendo más la foto con una estirada imposible. No necesitó de nada ni de nadie más que de su talento para empatar momentáneamente el duelo. "Ellos hicieron los goles en los momentos justos", contó el protagonista en la entrevista postpartido.

Este era su tanto número 22 en 41 partidos. Además, hay un dato de mayor peso a esta estadística y es que 12 de esos 22 han servido para abrir la lata, aunque este miércoles fuera para poner el 1-1 en el marcador. A los goles suma cinco asistencias porque, si algo tiene el futbolista argentino, es que tiene la misma capacidad para jugar tanto dentro como fuera del área y tanto en fase ofensiva, la suya, como defensiva. Verle hacer sprints para recuperar balones en contras madridistas era encomiable y muy apreciado por su técnico, quien vivió la cara con Julián y la cruz con Javi Galán.

Un tormento para Galán

Resulta curioso ganarte a Simeone con unos minutos y una asistencia. Eso hizo en el primer derbi de liga ante el Real Madrid. Desde aquel innombrable partido, recordado por el lanzamiento de mecheros a Courtois, Galán se hizo con la titularidad en el carril izquierdo rojiblanco. Del ostracismo al protagonismo.

Sin embargo, el Madrid quiso cobrarse la venganza ante el lateral extremeño en la ida de Champions en el Bernabéu. Los blancos, con Rodrygo de estilete, quisieron hacer del partido de Galán un tormento. En menos de 10 minutos, le habían atacado en tres ocasiones con resultado de un gol en contra y un forcejeo que, en ocasiones, es pitado como penalti en contra.

Fruto de la presión y quizás con los fallos en la cabeza, el defensa no era capaz de dar un pase a un compañero a menos de cinco metros. En su descargo hay que decir que Lino, que debía ayudarle en ese costado, se iba demasiado al medio y dejaba que Valverde le percutiera junto al delantero brasileño.

El Cholo se desesperaba en la pequeña zona técnica del Bernabéu. El técnico argentino se llevó varias advertencias del juez de línea durante el duelo. Encima, Galán comenzaba el duelo a metros del argentino, el que le sacó de la ignorancia. De hecho, tan pronto el lateral ganó un duelo en su cara, Simeone le animó para que se viniera arriba y no se hundiera ante un Bernabéu repleto con casi 4.000 gargantas animando desde la zona de visitante.

Un Atlético con personalidad

El Atlético tenía la lección más clara que el Madrid. Los rojiblancos apretaban al largo conjunto blanco y recuperaban con mucha velocidad el balón. Además, cuando tenían la posesión, no les quemaba el balón y especialmente a De Paul, el timón rojiblanco al que los blancos ignoraron todo el partido.

Pero pese a la personalidad que mostró el Atlético, se llevó una derrota. Brahim ejemplificó la crueldad que siempre han tenido los blancos con su vecino. Una crueldad que llegó a ser sádica entre 2009 y 2013, periodo en el que venció en los 10 duelos que se enfrentaron. Pero el Cholo cambió la historia y los rojiblancos ya no van al Bernabéu a un potro de tortura, aunque se tengan que someter, por desgracia, a las individualidades que siempre pueblan el equipo blanco.

Simeone apuntaló la defensa sacando a Griezmann por Le Normand para apagar el arreón del Madrid tras el gol del marroquí y luego sacó la pólvora por si cazaba una última contra para llevar el duelo en tablas al Metropolitano. Pero el partido se fue apagando con ambos equipos conscientes de que esta contienda tiene 180 minutos. "Sabemos que quedan 90 minutos", apuntó Álvarez. Más saben los diablos por viejos que por diablos. Pregunten a Ancelotti y a Simeone.

Un derbi sin pobres

Un derbi sin pobres

El relato del Atlético ha sido interpretado por pocos como por Diego Simeone, mitad entrenador, mitad mesías. Le gustaba aludir al equipo del pueblo como oposición al realísimo equipo de la aristocracia. El partido a partido del Atlético era la adaptación del día a día de los pobres. Como relato ha funcionado, pero se trata de un relato superado en el campo, donde se juega un derbi ya sin pobres. De un lado, el rey de la Champions, perezoso como todos los reyes, pero ungido del don divino capaz de provocar fenómenos telúricos en la hierba del Santiago Bernabéu. Del otro, el eterno aspirante a una revolución que no llega, pero, hoy, con tanta pólvora como el rey.

Los encuentros europeos entre Madrid y Atlético han devuelto a cada uno a su casilla, como si se tratara de una barrera en la que es la historia la que dice no, fuera en el minuto 93 o con un Madrid diezmado por la batalla, fuera en finales como en eliminatorias. La Supercopa que lograron ganar los rojiblancos en un derbi, en 2018, tenía algo de premio consolación, como una Champions de chocolate.

Dominio emocional

El Madrid es siempre favorito en un torneo que domina emocionalmente de una forma inexplicable. Eso no quiere decir que gane siempre. Quiere decir lo que quiere decir. Lo siente de esa forma el conjunto blanco, y lo sienten quienes lo enfrentan. En la medida en la que el Atlético pueda abstraerse, será capaz de imponer su salud futbolística, claramente mejor, hoy, que la del Madrid. Eso no ocurría las veces en las que se enfrentaron con anterioridad, pese a la solidez del Atlético de la primera Liga con Simeone en el banco. A esta versión puede faltarle el carácter de tipos como Godín o Gabi, que eran la extensión del entrenador en el campo, pero dispone de muchos más recursos para defender bien, organizarse para lo que quiera en el centro del campo y buscar el área contraria de formas distintas.

El ataque en el que empiezan Griezmann y Julián Álvarez y aparecen Sorloth o Correa es como un carnaval. Es mejor la condición superlativa de Vinicius y Mbappé en el plano individual, pero en el juego de complementariedades tiene más alternativas el Atlético. Simeone se ha dado cuenta y a menudo las utiliza todas, como sucedió en los dos partidos disputados este curso en Montjuïc. De los cuatro choques con Barça y Madrid, no ha perdido ninguno.

El factor Julián Álvarez

Julián Álvarez es la gran adquisición de la temporada, un delantero sutil en sus movimientos, lo que le convierte en un tormento para sus rivales, porque no ofrece referencias. Aparece en todas partes y desparece, siempre con decisiones que mejoran el ataque o lo hacen definitivo. Le acompaña el gol como se acompaña a las estrellas. Quien quiera serlo los necesita. Que se lo pregunten a Lamine Yamal. El argentino suma 21 en todas las competiciones este curso.

Marcó, de penalti, en el último partido disputado entre ambos equipos en el Bernabéu, en Liga. Un choque referencial para los entrenadores, porque dio la medida de lo que puede hacer el Atlético cuando se despliega y de la capacidad de resurgir del Madrid, sea cual sea la adversidad. Carlo Ancelotti lo recordó, porque necesita a ese Madrid en una eliminatoria que puede resultar crucial para el futuro del equipo, perdido el liderato en la Liga, irregular en el juego y de los nervios a causa de las polémicas arbitrales. Sólo la final de Copa, a un tiro, alivia. Crucial también para sí mismo, porque en su sitio nunca se gana lo bastante.

La ausencia de Bellingham

Habló el italiano de falta de actitud y compromiso tras caer con el Betis, una advertencia antes de este derbi que no es un derbi cualquiera, pero hay problemas que están en su haber y en el del club, aunque la plaga de lesiones y la causa arbitral da coartada para todo. Dijo, ayer, que hay dos tipos de jugadores: los que corren y los que hacen la diferencia. Ya lo saben Vini y Mbappé. Los necesita del mismo modo que necesita que corra Valverde, al que puede forzar en la derecha. Bellingham, que corre y hace la diferencia, es su gran baja en este primer round de la eliminatoria.

Ancelotti y Simeone no esperan un resultado en el Bernabéu que incline en exceso la eliminatoria. Verá su desenlace en el Metropolitano. Una ventaja para el Atlético, no porque se produzca en su estadio, sino porque lo hará en el no Bernabéu. En ese lugar, durante la Champions, suele producirse una liberación de energía capaz de mover un resultado como se mueve la tierra. Es un fenómeno telúrico llevado al fútbol.

El Atlético se aleja, pues, de ese lugar en los finales que ha aprendido a jugar a lo Madrid, gracias a su banquillo, pero también a la determinación de su entrenador. Simeone es un técnico muy intervencionista durante el partido, que mueve rápido el banquillo, algo que reta a Ancelotti, más conservador, como buen aristócrata. Es el otro derbi.

Barça y Atlético escriben su elogio de la locura en Montjuïc

Barça y Atlético escriben su elogio de la locura en Montjuïc

No hay destino al que no se sobreponga el Barça ni reto del que se apee el Atlético. Ambos trasmutan en indestructibles cuando se enfrentan. Como forjados en una siderurgia, pueden tambalearse pero no caen. Resisten, toman aire y empiezan a mostrar sutileza, talento o resiliencia que acaba noqueando a los rivales. Hasta en la locura pueden reinar los dos. Y loco fue un duelo que olió a partido de otro milenio, de aquellos que crearon memoria. Barça y Atlético en esencia pura, rompiéndose a golpes sin cálculos, pero ambos muriendo y resucitando.[Narración y estadísticas (4-4)]

El Atlético salió al asalto, como si quisiera prolongar el duelo de la Liga que se llevó por empuje en el último suspiro. No pudo ser más calcado el final, con Sorloth de protagonista, pero como entonces, los rojiblancos tardaron en sonreír. Y eso que Szczesny tuvo que tocar la primera pelota en juego para mandarla a córner porque Griezmann ya había colocado la pelota para el remate de Julián Álvarez. La supervivencia culé apenas duró un instante. Puso el francés la bola en juego desde la esquina, se tiró el apoyo con De Paul y la recogió para telegrafiarla al segundo palo, donde apareció La Araña. 53 segundos y ya estaban por delante de un Barça que aún ni sudaba.

El arañazo se convirtió en herida cuando el argentino aprovechó el pase blando de Koundé a De Jong para robar y lanzar la carrera del Principito, que quebró a Balde en el punto de penalti para engordar el marcador y sólo habían transcurrido seis minutos. Grogui estaban los azulgranas, que tardaron diez en tirar a puerta.

Resetear en dos minutos

El vendaval que se intuía empezó a amainarlo Ferran, al que Pedri y Raphinha dejaron solo ante Musso, que le ganó por serenidad. Empezaba a desperezarse el Barça bajo la seria mirada de Flick en la banda. Todo empezaba por jugar y eso fue lo que hizo Lamine, lanzando a Koundé hasta la línea de fondo para que pusiera el balón atrás, al corazón del área, donde apareció Pedri. Casi en la celebración, Gallagher cede un córner que Raphinha pone al segundo palo para que Cubarsí marcara. El Barça en dos minutos, en dos jugadas, había reseteado el duelo.

Entonces la intención fue dominarlo y no tardó en conseguirlo, porque la efervescencia del Atlético desapareció en media hora. Es cierto que se ajustó para no sufrir, pero vivió tan alejado de Szczesny que le costó poner a prueba al polaco, por momentos más un libre de antaño que un guardameta. Los rojiblancos eran incapaces de arrebatarle la pelota al Barça y no podían correr. Tampoco Simeone pareció enloquecido, más bien amarró muy consciente de que la eliminatoria tenía minutos por delante y 90 más en el Metropolitano.

Era el consuelo que le quedaba mientras suspiraba aliviado al ver a Ferran birlarle la pelota a su defensa pero volver a ser presa del ansia, pegarle mordida y tan floja que apareció Giménez a despejarla con Musso vencido. Necesitaba pasar por el vestuario el Atlético a recomponerse, pero lo hizo con un gol más en contra. Nació de un caño de Lamine a Galán un córner que Raphinha mandó de nuevo al segundo palo donde esta vez, solo, apareció Iñigo Martínez para poner un testarazo cruzado al fondo de la red. En el añadido apareció de nuevo Yamal para soltar su zurdazo fetiche y hasta Olmo, con poco brillo.

El remate de Pedri en la acción del 1-2.

El remate de Pedri en la acción del 1-2.AFP

En la segunda parte, los rojiblancos volvieron a descifrar cómo hacer daño. Se encontraron con que Pedri no cazó otro balón lateral de Raphinha y que Hernández Hernández no consideró penalti la caída de Lamine en el área, pero también con que Julián Álvarez leía que había una pradera tras la espalda de la defensa culé. No dejó de intentar forzar el fallo una y otra vez. Buscó en largo a De Paul que aparecía por la orilla derecha, pero se rehízo Balde antes de que el centrocampista pudiera armar el remate. Además, Julián se encontró a Correa como socio para castigar al Barça en transiciones que les hacían correr demasiado hacia atrás.

El partido había entrado en una fase de locura que bien podía acabar con un empate porque el Atlético quería resucitar. Lo había intuido Flick y mandó al campo a Lewandowski. No tardó el polaco en demostrar que huele el gol. Pedri habilitó a Lamine en la banda para que rompiera a Reinildo y su centro tenso lo cazó el goleador culé. Fue entonces cuando el alemán quiso poner la pausa y mandar piernas frescas al campo y a Pedri a descansar al banco.

Era el minuto 85 y, lejos de cerrarse, el duelo siguió siendo de ida y vuelta. Por eso Julián Álvarez encontró premio a su tesón, aunque tuviera que ser en forma de asistencia a Llorente para que recortara distancias. Todo era posible, tanto como que un resbalón de Koundé dejó solo a Lino en su carrera hacia el área para darle a Sorloth el empate con sabor de déjà vu liguero.

Héctor Fernández: "Fui un absoluto trastornado, me salí del mercado completamente... y así me fue"

Héctor Fernández: “Fui un absoluto trastornado, me salí del mercado completamente… y así me fue”

Desde 2019, Héctor Fernández (Vitoria, 1979) ya no es periodista o, al menos, ha metido en el sótano esa faceta. Ahora es director general de By & For, la agencia de representación de Antoine Griezmann (entre otros), y asesor personal de Thibaut Courtois. Acaba de volver de Nueva Orleans, donde ha estado en la Super Bowl, no puede ocultar que está disfrutando y resulta difícil discutir el acierto de su decisión, pero antes de cruzar al otro lado fue estrella ("y estrellado", ríe) de la radio, uno de los más jóvenes en dirigir y presentar uno de los tres grandes programas deportivos nocturnos (‘Al primer toque’, de Onda Cero). Lo hizo hasta que el desembarco de José Ramón de la Morena le atropelló y empezó a hacerle pensar en otras aventuras.

¿Echas de menos el periodismo o estás en la gloria?
Estoy muy bien. Puntualmente aparecen las ganas de volver a hacer algo periodístico, pero se me pasan rápido. Siento que lo que tuve que vivir ya lo viví y cada vez que me apetece, pienso en lo que hice, me pongo un trozo de algún programa de entonces y con eso ya me siento reconfortado. Es un impulso efímero,
¿En qué momento dijiste: "Hasta aquí hemos llegado"? ¿Por qué lo dejaste?
Fueron un cúmulo de circunstancias. Principalmente que llegó un punto en el que sentía que mi vida, de manera orgánica, se iba hacia el otro lado y que así no podía ser leal con la empresa que me pagaba, que era Onda Cero. Yo estaba compaginando las dos cosas, periodismo y asesoramiento a deportistas, pero lo hacía sólo como amigo, sin cobrar un euro. Sé que hay muchos periodistas que han hecho eso durante toda su vida cobrando de las dos partes, pero eso implica ser juez y parte y no creo que sea ético, al menos a mí no me salía y yo no me sentía bien en esa posición. Para mí, ayudar a Antoine [Griezmann], Thibaut [Courtois] o Niko [Mirotic] no era una cuestión profesional, era amistad, pero al final manejaba información, sabía cosas que iban a pasar y no me sentía honesto con mi empresa al no contarlas. Evidentemente, jamás iba a ser desleal a mis amigos, pero tampoco podía serlo a una empresa que me había hecho todo lo que yo era como profesional y me había dado tanta confianza. Ese fue el punto principal para dejar el periodismo.

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¿No influyó que te quitaran el programa para dárselo a De la Morena?
Me puedo perder en cositas, detalles, tonterías que pasaron todo ese tiempo, pero yo tomé la decisión porque sentía que podía crecer profesionalmente yéndome al otro lado. Sí es cierto que quería ser yo quien tomara la decisión sobre mi futuro y me pesaba que la salida de ‘Al Primer Toque’ la decidieron por mí. Sentía que eso podía repetirse y no quería que me volviera a pasar.
Lo cierto es que pudiste decidir dejar el periodismo con 40 años, porque tu carrera había ido rapidísimo. Con 32 ya estabas al frente del programa estrella de una de las grandes radios.
Fue increíble porque a mí me gusta mucho visualizar lo que puede pasar para anticiparme y prepararme para no tomar decisiones precipitadas ni hacer el tonto. Bueno, pues con cuando tomaron la decisión de que sustituyera a Ángel Rodríguez, que es una persona a la que quería muchísimo personal y profesionalmente, no sirvió de nada esa preparación. Me cegué y no pensaba en nada más que en hacerlo. Ni en contratos ni en condiciones ni en nada. Me regalé. No renegocié nada, firmé lo que me presentaron porque era el sueño de mi vida. Cuando va pasando el tiempo te das cuenta de que igual no era tanto sueño, pero en ese momento era lo máximo a lo que podía aspirar. Luego, claro, descubres que cuanto más cerca de la cima estás, más cerca estás de que te quiten de ahí. Hay mucha más gente revoloteando a tu alrededor con una actitud más hostil que quiere tu sitio, pero en el momento fue increíble. Nunca podré estar suficientemente agradecido a Onda Cero por la confianza que me dio.
Eso es en 2012 y tú habías llegado a Madrid en 2006.
Sí, estaba en Onda Cero en Vitoria y me trasladan cuando despiden a Pipi Estrada. Llego a Madrid y la primera cobertura que me mandan hacer es la llegada de la selección tras ganar el Mundial de baloncesto. ¿A quién me encuentro allí? A Pipi. Me daba un corte de cojones y me dijo: "Pichón, la culpa no es tuya, es del hijoputa de tu jefe". Y yo me quería morir, claro porque, desde Vitoria, a Pipi, Alejandro Romero, Iñaki Cano o Corrochano, yo no los veía como compañeros sino como ídolos. Yo estaba allí con mi papel y mi boli para apuntar y aprender todo lo rápido que pudiera. Me habían traído para coordinar el fin de semana, ser una especie de alter ego de Javier Ares, pero la verdad es que era un absoluto inconsciente y no tenía ni puta idea de lo que iba a hacer. Así de claro.
Cuando te dan ‘Al Primer Toque’ sí tenías muy claro lo que ibas a hacer: un tipo de programa que no se hacía, más polideportivo, menos gritón, más fresco…
Para mí, claramente la apuesta tenía que ser esa, algo joven, diferente y puro. Igual la palabra no es puro sino inconsciente. Ninguno de los que formamos el equipo venía intoxicado por la experiencia de haber estado en otro programa de la noche. Me acuerdo perfectamente de que una de las primeras preguntas que me hicieron los jefes fue: "Bueno, ¿vamos a fichar a gente? ¿Qué firmas fuertes podemos ver por ahí?". Y respondí: "No, vamos a hacer contrato a todos los becarios". Me dijeron que estaba loco, pero es en lo que yo creo y lo que he hecho toda mi vida. A la hora de hacer equipos, apuesto más por la gente que quiere crecer y va a matar por ti que por la que te va a dar un salto de calidad inicial, pero no tiene esa implicación. Yo sabía que haciendo eso por ellos, ellos iban a estar conmigo. Eran buenísimas personas y podían ser muy buenos profesionales. No eran los mejores, pero no venían intoxicados por nada y yo quería hacer lo que creía sin dejarme influir. Apostamos fortísimo por eso y creo que salió bien.
Sin embargo, tras cuatro temporadas, te cambian por De la Morena, que era una superestrella y establishment puro.
Cuando se produce el cambio era un punto de inflexión en que la cadena tenía que apostar por hacernos crecer o ir a lo aparentemente seguro. Decidieron cambiar y apostaron por Joserra, pero si en ese momento la casa decide aumentar el presupuesto del programa y meter un par de cambios, el programa hubiera crecido. ¿Por qué? Porque todo aquello que se sembró esos cuatro años de ‘Al primer toque’, lo he recogido después yo personalmente. Onda Cero apuesta por mí y el beneficio no lo recogió la radio porque cuando empezó a llegar ya no estábamos.
¿Tu cercanía con las estrellas del deporte surgió ahí, por ese tono que usabas?
Sí. A partir del segundo año, cuando ya nos habíamos presentado y sabían lo que hacíamos, nos era muy fácil llegar al personaje. Eso también implicaba tomar decisiones que estoy convencido de que en otra redacción nos hubieran tomado. Yo tuve la oportunidad de entrevistar a un jugador que iba a confesar algo que iba totalmente contra su carrera, un tema de drogas, y estando ya con él decidí suspender la entrevista y llamar a Luis Villarejo, que estaba en el CSD, para intentar ayudar a esa persona porque tenía la sensación de que a le iba a destrozar la vida si le ponía el micrófono delante. Esas cosas se van sabiendo entre los deportistas. Por ejemplo, nos permitió conseguir la primera entrevista con Anna Tarrés en mitad de un tsunami terrible en el que yo le tuve que preguntar si había obligado a sus nadadoras a tragarse su propio vómito. Recuerdo que Brotons dijo esa noche en la COPE que habíamos pagado por la entrevista. Le mandé un mensaje dándoles las gracias por creer que teníamos tanta fuerza y tanta pasta [risas]. Lo hicimos a base de trabajo y de inconsciencia.
¿Cómo te enteras de que llega Joserra a sustituirte y cómo te lo tomas?
Mal. Me lo tomo mal porque me entero de que aquello se está tramando meses antes de que suceda y hay una sensación que cuaja en las redacciones que es cuando la gente te empieza a mirar con pena. Yo veía que aquello iba avanzando, que se estaban dando movimientos y nadie me decía nada. Hay un día que la empresa hace un comunicado interno que me llega sin que me hayan comunicado nada y en el que se habla de esos rumores dando por hecho que se va a hacer. Me sentó fatal y me enfrenté a mis jefes por enterarme así. Ahora lo veo diferente porque recuerdo una frase de Ramón Osorio [director general de Atresmedia Radio], al que tengo mucho cariño personal. Me dijo: "Estas cosas casi siempre se hacen mal". Luego, cuando me he visto yo en esa situación, he intentado que no sea así, pero he visto que tenía razón y muchas veces pasa. Ahora puedo llegar a entender cómo se hizo aquello.
¿Intentaste vengarte de alguna manera?
No, pero por mi inconsciencia pudo parecerlo. Días antes de dejar el programa, entrevisté a Clemente y me metió en un lío en directo terrible, porque dijo que se había enterado de que llegaba De la Morena y, teniendo en cuenta el cariño que se tienen, empezó a atacarle. Tuve que pararle cómo pude y no sé cómo salí de esa. Y el día que Onda Cero anuncia que ficha a José Ramón, estoy entrevistando a José María García para la revista Panenka y subo a las redes sociales una foto con él. De verdad que no hubo ninguna mala intención, pero, joder, Clemente y García, sus dos grandes enemigos. Qué inconsciente, tío. Y a pesar de todo eso, Joserra me trató de puta madre.
¿Te lo esperabas?
No, porque Joserra podía haber llegado a Onda Cero y haber dicho: "Este tío ya no pinta nada aquí". Porque además teníamos diferencias de criterio. Me echó bastantes broncas, discutimos, él no entendía algunas cosas que yo hacía y en otras yo creo que él no estuvo acertado, pero vi llegar a una superestrella y me encontré a un tío muy humano pese a todos los choques que tuvimos, que fueron más de los que yo hubiera querido pero me sirvieron para ver el Joserra auténtico. Si él no hubiera sido así, yo no le hubiera conocido. Creo que lo que más nos chocó de todo el proceso, tanto a él como a mí, es que hubiera tomado la decisión de venir a Onda Cero, porque saltó de un yate para subirse a una barca y creo que no lo calculó del todo bien. Tras el primer EGM, que subió pero no lo que esperaba, me metió en su despacho y me pidió perdón. Asumió que se había equivocado en cosas. Ese es Joserra.
¿No le conocías de antes?
Cuando empecé a hacer ‘Al primer toque’, le pedí a Mario Torrejón, que es mi amigo y estaba trabajando con él, que nos presentara porque tenía que conocer al puto amo de esto y saber cómo funciona. Quedamos a comer y mi conclusión fue que yo no podía ser como él. Jamás. Es un artista de la radio, un orfebre con una atención al detalle absoluta y con una presión… Yo no soy así, pero me gustó mucho conocerle y me ayudó. Luego en el reencuentro, con otras circunstancias, seguí viendo a un buen tío que entendía las cosas de una manera diferente a la mía. No era nada personal, era profesional: él era el que mandaba allí y quería las cosas a su manera. Lo que pasa es que a mí, como es normal cuando has mandado tú, me jodía que viniera otro a dar órdenes. A pesar de eso, me protegió, la primera entrevista que hizo en el programa fue a mí y cuando luego decide cambiar a Javier Ares en ‘Radioestadio’, me pone a mí. Es curioso porque fue allí donde sentí que estaba en mi sitio, que ese era el programa que yo tenía que hacer.
Y aun así, te vas.
Sí. Llegué y fue como ascender el Everest. Dije: "Vale, ya he subido, este era el sitio, es la hostia y ya me puedo bajar tranquilo". La gente no entendía nada, pero me fui lleno y feliz. De hecho, ahora me he dado cuenta de que toda mi trayectoria en la radio era para acabar allí y que me fui cuando tenía que hacerlo. Por eso, cero reproches. Ni a Atresmedia ni a De la Morena ni a nadie.
Lo que sí implicó vuestro final fue la derrota del intento de modernizar la radio deportiva nocturna. Ahora todo sigue en la línea que estableció Joserra hace 30 años. ¿Es lo único que funciona?
No lo sé, la verdad. Yo creo que nosotros funcionamos bastante bien, pero ahora está todo condicionado por el tema de no poder tener a los protagonistas. Es decir, si el protagonista del día es Baena porque ha renovado por el Villarreal, no te hablo ya de Madrid, Barça y Atleti, y no lo puedes entrevistar, ¿qué margen tienes para hacer un programa que no sea todo tertulia?
Ahora que estás al otro lado, ¿por qué el protagonista ya nunca está disponible?
Porque hubo un periodo de desgaste brutal en el que los medios vieron que no necesitaban hacer esfuerzos por llegar al protagonista porque con sus propios recursos podían hacer un programa que funcionara. ¿Y cómo lo hacen? Con el barullo, con el ruido, hablando de cosas superfluas y otras que, a veces, ni siquiera han sucedido. En ese momento, la crítica se vuelve superácida y los jugadores deciden que tienen sus recursos y sus canales para llegar a la gente y que tampoco necesitan a unos medios que sienten que les están tratando de manera injusta. Hay un punto de ruptura total.
Siendo eso cierto, ¿no tiene el futbolista la piel demasiado fina?
Puede ser, pero yo ahora les entiendo perfectamente porque les veo las 24 horas y no sólo las dos que juegan un partido. Cuando tú haces una crítica, tienes que ser consciente de que esa llega a una persona y esa persona la recoge y la procesa en un punto equis de su vida que tú, seguramente, no conozcas. Puede estar durmiendo mal porque tiene un bebé, porque el entrenador no le está dando confianza o por lo que sea. Hay mil circunstancias alrededor de la persona que hacen que en ese momento una crítica entre mejor o peor. Y es cierto que hay una parte que va con su trabajo, pero se han colocado auténticas dianas sobre ciertos jugadores con críticas muy duras y, sobre todo, en algunos casos absolutamente infundadas. Entonces, el jugador ha dicho: "Bueno, pongo aquí un muro, yo me distancio y tengo mis recursos para decir lo que quiera".
Héctor Fernández, en el despacho de su casa en Madrid.

Héctor Fernández, en el despacho de su casa en Madrid.ÁNGEL NAVARRETE

¿Es un punto sin retorno?
No lo sé. Creo que es probable que haya un punto en el que los medios y los deportistas puedan volver a entenderse porque todo son tendencias y la moda del ruido se acabará. La gente también se va a cansar de esto. De hecho, ahora me gusta ver a Pedrerol haciendo entrevistas personales porque, con la trayectoria que tiene haciendo el producto que hace, es un giro importante. Pedrerol ha decidido que una de las partes de su business es ahora sentar al mejor protagonista posible y entrevistarlo. Puede ser el inicio de un cambio.
Ya, pero Pedrerol es Pedrerol y tiene un acceso a esos protagonistas del que la mayoría carece. Por ejemplo, ¿cuántas entrevistas ha dado Griezmann desde que volvió al Atleti en 2021?
Ninguna.
¿Por qué?
Muchos factores. Estratégicos, al principio, y luego también hay que ver un poco como es la persona. Qué le gusta, en qué se siente cómodo, de qué cosas no quiere hablar… Y, sí, es cierto, en general no les apetece o desconfían. Pero eso puede cambiar si ven que el tono cambia. Yo es lo que siempre buscaba con las entrevistas en ‘Al primer toque’. Eran muy largas porque se buscaba el clima en el que el tío estuviera muy cómodo.
Te funcionó. Te llevas muy bien con los más grandes: Rafa Nadal, Pau Gasol, Fernando Alonso… ¿Cuál fue el secreto?
Ser insistente, pero respetuoso. Por ejemplo, a Fernando le insistí muchísimo, pero él había tenido alguna movida con Atresmedia y no lo lograba. Hasta que un día me escribe él por Instagram y me dice: "Te van a llamar porque lo vamos a hacer ya". Y me regaló un programa increíble en su museo lleno de gente. Él estaba entrenando en Barcelona, cogió un avión privado para la entrevista y estuvo agradable, simpático... Yo nunca podré agradecerles el regalo que ha sido poder tener ese tipo de conversaciones con ellos. Joder, con Pau hay un respeto mutuo y una admiración descomunal por mi parte porque hemos tenido vidas muy paralelas.
Varios de ellos te escribieron cuando se acabó el programa.
Sí. Rafa me escribió dos días después pidiéndome perdón por no haber escrito antes. Es la hostia [risas]. En ese momento que te sientes tan solo, tan mal y con tantas dudas sobre el futuro, que llegue un tío como Nadal y te diga "seguro que va a ir bien"... Buff, aunque sea una frase hecha le di muchísimo valor. Me escribieron también Iker Casillas, Iniesta, el Guaje Villa. Gente a la que tengo un cariño enorme y me lo devolvieron cuando más lo necesitaba.
Cuando coincidisteis en Atresmedia, se rumoreaba que Pedrerol quería ‘Al primer toque’. ¿Fue así?
Sí. No fue una convivencia fácil. Yo no entendí su llegada a Atresmedia porque opinaba que la línea transparente y tranquila del grupo se iba a alterar. Al final los que decidían tomaron esa decisión y, mira, obviamente fue acertada porque cuando un programa se perpetúa tanto tiempo no puedes decir que les están regalando nada. Pero esto es algo que he tenido que entender después, porque en ese momento yo era muy combativo con esa manera de hacer periodismo y lo suyo no me gustaba nada. Soy muy radical y creo que me equivoqué, que no tenía que haber sido tan talibán, aunque hay cosas que han hecho mal y que han hecho daño a la relación que hablábamos antes entre el jugador y los medios. La primera noche que llegaron, coincidimos en el comedor, nos dimos un abrazo y ya está, pero luego tuve movidas bastante serias con Quim Domènech, aunque ahora tenemos una relación muy buena. Al Pedrerol persona no lo conozco, solo he tratado con el profesional y en ese momento yo noté que había maniobras por detrás para ver qué cuota podía ganar. Me sentí atacado y me defendí, aunque me defendí con un palo y una piedra. Era una batalla perdida, pero ahora lo veo de un modo menos radical.
¿Cómo surgió esa relación con Griezmann y Courtois que te decide a dejar el periodismo?
Yo ya tenía una amistad muy grande con Mirotic y, cuando viene al Atleti en 2015, él ya es muy fan de la NBA y un día le cuentan que yo tengo un amigo jugando en los Bulls, que era Nico, y ahí se pone en contacto conmigo y se produce una conexión a partir de la cual ha venido todo después, una amistad que ha crecido hasta ser casi familia. Con Thibaut también hice una relación muy buena cuando él estaba en el Atleti. De hecho, en la previa de la final de Champions de Lisboa yo tuve juntos a Casillas y a Courtois, algo que ahora es inimaginable. Las relaciones fueron creciendo y, al final, decidí que trabajar con ellos era lo que quería hacer. Recuerdo que, por circunstancias de unos viajes, al último que le dije que me iba fue a Joserra y lo primero que me dijo fue: "¿Pero te vas por mí?". Me dio mucha ternura y, aunque le aseguré que no, volvió a llamarme un par de días después para preguntármelo otra vez.
Antes de irte de Onda Cero, fuiste la mente detrás de ‘La Decisión’, el documental en el que Griezmann acaba diciendo que no al Barça… producido por Gerard Piqué. ¿De verdad no sabíais cómo iba a acabar el asunto?
No teníamos ni idea. Todo está hecho con mucha inocencia y mucha inconsciencia, sin tener en cuenta qué dirán o qué puede pasar. Fue todo muy natural, pensamos que la gente iba a querer ver cómo un futbolista de élite toma una decisión así de verdad. Eso es lo más importante de esa historia, que es verdad, que todo lo que se ve ahí es real. Yo lo viví con mucha naturalidad y, también, con mucha tensión porque no sabíamos cómo iba a acabar la historia y sí que podía ser un problema para Piqué si, como pasó, Antoine decidía quedarse en el Atleti. De todos modos, esto lo ha explicado muy bien Gerard: hay un Piqué jugador y un Piqué empresario y el uno no condiciona al otro. Ya está. Él siempre ha tenido muy clara esta dicotomía y el que no lo ha entendido es porque no lo ha querido entender.
Al que sí perjudicó fue a Antoine, que fue un año más tarde al Barça y aún había gente muy dolida por el documental
Sinceramente, creo que todas estas cosas son mucho más naturales y menos conspiranoicas y tensas de lo que parece. Si alguien estaba molesto, se resolvió de una manera directa, tranquila y normal. No pasó nada. De verdad creo que fue un pelotazo y que cambió la forma de hacer comunicación en el fútbol español. Decían que lo habíamos copiado de LeBron James, pero es mentira porque lo que él hizo fue un programa en directo anunciando que se iba a Miami. Esto era otra historia. De hecho, la inspiración me la dio Derrick Rose, que estaba grabando una cosa con ‘The Players’ Tribune’ y, en mitad de la grabación, le llamó su agente y le comunicó que le traspasaban a los Knicks. Lo vimos y dijimos: "Esto es la hostia". Sigo pensando que lo fue y que se magnificaron una serie de problemas que no fueron tanto.
¿Cómo ves desde fuera el periodismo deportivo actual?
Está mal en el sentido de que a la gente ya no le interesa ir a perseguir historias. Va al consumo rápido, a la noticia anecdótica y hacer un mundo sobre ello. No hay un interés real en buscar el porqué de las cosas. ¿Por qué un jugador se comporta de una manera o de otra? No lo critico porque entiendo, y hablo de los programas de radio nocturna, que Manu [Carreño], Juanma [Castaño], Edu [Pidal] y Rocío [Martínez] hacen lo que el mercado de este momento demanda. Es que fui un absoluto trastornado porque me salí del mercado completamente. Me decían que tenía que ir a fiestas y a eventos porque no era un personaje EGM y yo no iba nada porque no me gustan los saraos ni el postureo, me siento incómodo y violento. El público ahora lo que quiere es debates con ruido y gente que diga una barbaridad y otro le grite que se calle. A mí no me gustaba eso. Me pasó tres veces en el programa y corté de raíz. Me salí del mercado completamente… y así me fue [risas]. Aunque me podía haber justificado con números porque hubo un momento en el que el EGM decía que éramos, de largo, el programa nocturno más seguido por los menores de 35. Joder, estábamos haciéndolo bien.
¿Aún te duele?
No, pero creo en lo que hacíamos. Buscábamos la historia, llegar a ese punto interior que la radio te ayuda por ecosistema a crear, un poco lo que se hace ahora con los podcasts, Era como crear minipodcasts dentro del programa y me encantaba hacer eso, pero no era lo que se buscaba en ese momento que ya estaban funcionando ‘Punto Pelota’ y, después, ‘El Chiringuito’ y los debates en las demás cadenas eran muy duros y con mucha más gente. No pasa nada, lo intentamos, lo disfrutamos y a otra cosa.
Vamos, que no vuelves.
No lo veo factible y ha podido pasar, porque he tenido ofertas, pero yo hablo con mis amigos y, joder, de verdad veo que la gente malvive en el periodismo. Siempre he sido un poco Robin Hood, nunca renegocié mi contrato pero sí el de la gente que trabajaba conmigo, y ahora lo veo desde fuera y es que hay gente que está consumiendo su vida por el sueño de hacer periodismo y la recompensa es casi inexistente. Además, ahora que estoy en el otro lado entiendo cosas que antes no entendía como que las noticias son sólo un eco, cuando se cuentan ya han pasado y suceden mil cosas de las que como periodistas haríamos un mundo y nadie sabe.
¿Te cuesta guardar esos secretos? ¿No te sale el colmillo del periodista ante la exclusiva?
No, para nada. He asumido muy bien mi rol y me siento muy cómodo en el segundo plano, sin tener que ser el que opinar de todo. Ahora soy Suiza, me llevo bien con todo el mundo, no tengo problemas con casi nadie y estoy en la gloria. Soy más feliz ahora que como periodista, esa es la verdad.
El 'Matagigantes' acaba con la racha del Atlético

El ‘Matagigantes’ acaba con la racha del Atlético

Bajaba poco a poco el sol sobre el abarrotado estadio de Butarque y faltaban hamacas y gafas de sol para disfrutar de un partido en enero. Uno recuerda los horarios de Copa, esos que llevaron un Real Madrid - Celta hasta más de las 12 de la noche, y reflexiona acerca del momento en que el fútbol o los que lo organizan, se alejó de los aficionados. Encima, Leganés y Atlético de Madrid quisieron, cada uno con sus armas, ofrecer un buen espectáculo sobre el césped. La diferencia es el arsenal, claro. A día de hoy el rojiblanco es numeroso y potente... pero ya no imbatible. El Matagigantes lo volvió a hacer, como ya consiguiera en Montjuic. Un gol y a aguantar. Sufrió menos de lo esperado. [Narración y estadísticas (1-0)]

No pudo aprovechar el Atlético lo bien que funcionó la banda derecha con un ya regularísimo Giuliano y un renacido Molina. Eran un puñal ante la vigilancia con la mirada de Juan Cruz y Dani Raba.Javi Hernández vivía un calvario, hasta el punto de que se jugó un disgusto con una colleja al Cholito, en cada ataque del Atlético que percutía y percutía sin parar. Faltó pólvora a las percusiones. Julián Álvarez y Griezmann, por un poste o por el otro, perdonaron en las primeras ocasiones del partido.

Aunque quien tuvo verdaderamente el primer gol del partido fue Juan Cruz. El argentino, en modo Superguerrero de Goku, disparó con mucho peligro a los 44 segundos de duelo y el balón se fue por centímetros. La otra clarísima del Leganés la disfrutó Miguel tras una cesión corta de Le Normand. Oblak tapó bien el mano a mano y apagó la luz al nueve pepinero.

Jugar cada tres días

Especialmente apagado estaba el mediocampo del Leganés, numeroso, pero incapaz de contener el fútbol que proponía el Atlético. El partido estaba demasiado suelto y Borja Jiménez se echaba las manos a la cara casi cada vez que el Atlético merodeaba el área de Dmitrovic y lo hizo mucho. Se temía que el entrenador local se dejara en el rostro los mismos surcos que Guardiola, pero la sangre no llegó al río.

El partido fue perdiendo intensidad a medida que avanzaba la primera parte. El Leganés, probablemente, notara el esfuerzo de la batalla ante el Almería. No es lo mismo para unos y otros jugar cada tres días. Quizás el Atlético, viendo el caudal ofensivo que generaba en el primer tiempo, esperara, como se suele decir, que la victoria, la 16, cayera de madura. Gran error.

Quiso equilibrar el caudal ofensivo entre bandas el Cholo al inicio de la segunda parte con la salida de Lino y, como si de una partida de ajedrez se tratara, Borja Jiménez sacó a Javi Hernández por Brasanac para poner defensa de cinco. Los primeros cinco minutos fueron blanquiazules y, encima, los culminó con el gol de córner de Nastasic, el primero de la temporada, que entró como un avión, solo por el punto de penalti. Lo peor no es que se hubiera defendido mal el saque de esquina, sino que el córner lo cedió De Paul tras un pase a la nada que Le Normand no quiso ir a buscar.

Remontada imposible

Tocaba a los de Simeone remontar. No les es ajeno esta temporada, siete veces lo ha hecho, cuatro en liga. Es el equipo del Cholo un conjunto resiliente. Sin embargo, el tanto les golpeó fuerte. Es como si le hubieran insuflado un vial de la vulnerabilidad que no han tenido durante 15 encuentros. Tardó casi 15 minutos en hacer el primer disparo. Fue Lino, un tiro lejano y con poco peligro. Necesitaban los colchoneros conectarse al partido por lo civil o por lo criminal. Pero quien llegaba cada vez con más peligro era el Leganés, que podía haber ampliado su diferencia si Raba y Cruz hubieran estado más precisos.

El Atlético buscaba centros laterales para remontar el duelo, pero quizás se le olvidaba que les faltaba su nueve tanque. Se lesionó Sorloth ante el Elche y los tres de arriba apenas pasaban del 1,70. Así era muy difícil. Hasta que el Leganés se pegó un tiro en el pie, pero Griezmann no quiso hurgar en la herida. Una mano en un córner se convirtió en penalti que el francés no pudo aprovechar. Tampoco Niño, el canterano que pudo ser el héroe rojiblanco, acertó con su disparo postrero. Hoy era uno de esos días.