Mutua Madrid Open
Alcanzan por primera vez los octavos de un Masters 1000. “He estado todo el día mirando si se vendían las entradas”, dijo el valenciano. “Munar ha hecho un clic, tiene una actitud diferente”, comenta Javi Fernández, entrenador del mallorquín
Recién consumada su victoria (6-3, 3-6 y 6-3) ante Roman Safiulin, un ruso de hormigón procedente de la fase previa, Bernabé Zapata Miralles dejaba un conmovedor mensaje al pie de la Arantxa Sánchez Vicario, segunda pista en rango dentro de la Caja Mágica. «He estado todo el día mirando a ver si se vendían las entradas. En esta pista puedes sentir muy cerca el cariño de la gente».
A sus 26 años, el valenciano no sólo consiguió en el Mutua Madrid Open la primera victoria en un Masters 1000, sino que ya está en los octavos de final del torneo. Número 42 del ránking, semifinalista este año en Buenos Aires y Río, salvó dos puntos de partido en su debut en la capital ante Makenzie McDonald, el hombre que derrotó a un mermado Rafael Nadal en la segunda ronda del último Abierto de Australia. Después, Zapata dejó atrás a Daniel Evans, reciente semifinalista en el Conde de Godó.
Bernie, como también se le conoce, hace apenas dos semanas puso fin a 12 años de relación profesional con su entrenador, Carlos Navarro, junto a quien alcanzó los octavos en la pasada edición de Roland Garros. Pertenece a lo que podríamos denominar la segunda unidad del tenis español, sin que ello suponga menoscabo alguno para sus integrantes. Expresivo, directo, con simpatía natural para el público, Zapata, que suele certificar sus victorias en Madrid con elocuentes manifestaciones de júbilo, comentó que con victorias como la de ayer se siente «como el niño que empieza a jugar al tenis, es el premio a todos estos años».
En una situación análoga se podría encuadrar también a Jaume Munar, que ha superado su techo en los Masters 1000 y hoy buscará los cuartos ante el alemán Daniel Altmaier, que viene de la previa. «Está jugando bien, comprometido en cada encuentro, con buen nivel no sólo de tenis, sino también mental», comenta a este periódico Javi Fernández, quien le acompaña en Madrid y comparte su dirección técnica con Miguel Sánchez.
El cambio de Munar
«Llevaba meses trabajando en el camino adecuado. Ha hecho un clic, tiene una actitud diferente que ya se venía plasmando en buenos partidos», agrega Fernández. Esta temporada ha sido semifinalista en el ATP 250 de Buenos Aires y le hizo un set a Andrey Rublev, a la postre campeón del torneo, en la segunda ronda del Masters 1000 de Montecarlo.
Nacido en la pequeña localidad mallorquina de Santañí, Munar se forjó en la Academia de Rafael Nadal y a principios de año se trasladó a Andorra en el inicio de una nueva etapa en su carrera. Finalista júnior de Roland Garros en 2014, este sábado cumplirá 26 años. «Siempre le ha gustado mucho aprender y logró hacerlo al lado de Nadal, quien le ayudó mucho. Tuvo claro desde el principio que no se podía comparar con él. Sigue aprendiendo e intentando mejorar en todos los frentes, también en el físico». Una vez derribada la barrera en un Masters 1000, tiene ante sí la posibilidad de mejorar su mejor ránking e ingresar por primera vez entre los 50 primeros del mundo.
«Saca muy bien y tiene una gran derecha. Le encanta competir y la vida que lleva. Si bien es en tierra donde mejor se desenvuelve, se adapta a todas las superficies. Es sólido de fondo, pero también tiene buenas manos delante», analiza Fernández, quien destaca su origen humilde. «Viene de gente trabajadora». Hijo de María Antonia, maestra de primaria, y de Blai, trabajador por cuenta propia, Munar comentó el sábado, tras su victoria ante Matteo Arnaldi, verdugo de Casper Ruud y finalista el pasado año en Roland Garros y en el Abierto de Estados Unidos, que se veía en disposición de ganar a buenos jugadores.
«Venía de perder con Arnaldi en Barcelona y la derrota nos ayudó a plantear mejor el partido, a que jugase con mayor agresividad e intentase que el partido dependiera más de él mismo», concluye Fernández, quien manifiesta su respeto hacia Altmaier, a la vez que asegura que Munar no se pone límites.