El deporte de Málaga se encuentra de luto tras conocerse el fallecimiento este domingo de Jairo Corbacho, un joven jugador de fútbol que, con tan sólo 20 años de edad, había formado parte de algunos de los clubes más reconocidos de la provincia malagueña como La Cala Mijas o el Vázquez Cultural. Por el momento se desconocen las causas del fallecimiento.
Su muerte ha provocado una oleada de comentarios y reacciones en las redes sociales por parte de todo el sector deportivo malagueño, especialmente los más jóvenes. Jairo era hijo de Miriam Bornao, presidenta del CD Torreón Cala de Mijas Femenino.
La alcaldesa de la localidad de Mijas, Ana Carmen Mata, ha trasladado su "más sentido y sincero pésame" a toda la familia del joven jugador. "No hay derecho a que algo así le ocurra a un chico tan joven, tan lleno de vida y futuro", asegura en sus redes sociales.
También el RFAF Málaga ha expresado públicamente su pesar tras la publicación de la noticia, mostrando su "consternación" ante una pérdida que será recordada en el deporte malagueño.
Primero fue el Liverpool, antes de su crisis, aunque se estuvo a punto de hacer la machada. Después llegó el Arsenal, al que apenas se le pudo hacer cosquillas y una desconexión de 13 minutos le costó muy cara al equipo. Hoy, con sólo tres puntos en el casillero tras la goleada al Eintrach en el Metropolitano, el Atlético debe encarrilar su clasificación en los partidos que le quedan. "Tenemos la necesidad de los puntos", ha definido Simeone el duelo que les espera ante el Union Saint Gilloise.
Porque el equipo belga es el inicio de la cuesta abajo de la Champions, a excepción del partido ante el Inter de Milán, aunque será en el Metropolitano. "Lo más importante es ganar, todo lo que pueda pasar a partir del triunfo es ganar", ha apuntado Simeone sobre los duelos restantes que serán: Saint-Gilloise, Inter, PSV, Galatasaray y Bodo Glimt. Ante holandeses y turcos se jugará fuera y el resto en el Metropolitano.
Los rojiblancos consiguieron colarse en el quinto puesto tras la fase de grupos la temporada pasada y, con ello, lograron evitar los dieciseisavos que jugó el Real Madrid, su rival en octavos. La eliminatoria se perdió en los penaltis y siempre se recordará por aquella pena máxima de Julián Álvarez y su supuesto doble toque. Pero para los cruces aún queda mucho y el argentino y su capitán piden "contundencia" para sacar los duelos que quedan adelante.
El equipo ya parece haber dejado atrás el inicio dubitativo y va sumando de tres en tres. Especialmente sangrante fueron los seis partidos sin ganar lejos del Metropolitano. "Normal que la crítica aparezca y estamos en un lugar donde sólo vale ganar. La critica existirá y es parte del juego", ha explicado el técnico. Rota la racha con la victoria en Sevilla ante el Betis y vuelto a coger el tren de la cabeza de la Liga hay que enderezar el rumbo en Champions.
Para ello sólo tendrá la previsible ausencia de Nico, que hoy entrenó al margen, y podrá volver Barrios, que ya está con el grupo. Aunque es poco probable que lo arriesguen y falta por saber el acompañante de Koke en la medular. Un fijo inesperado esta temporada.
Incógnita en la medular
"Si me toca jugar será con cualquier compañero de grandísimo nivel. Pablo tiene más recorrido. Álex tiene más visión y más gol. Thiago baja a recibir y combina bien. Jonny cuando vuelva... Hay que adaptarse al que venga y son gente joven y que vayan creciendo para cuando les toque tirar de esto", ha aventurado el capitán.
Álex es Baena, el sorprendente par que le puso el Cholo ante el Sevilla, y del que Simeone espera conseguir mucho más. "Necesitamos mucho de él, estoy convencido de que de todo lo que trajo le podemos hacer mejor", ha concedido el entrenador al jugador de Roquetas.
Sorprendió el argentino en la sesión de hoy poniéndose en el rondo con sus jugadores, "porque faltaba uno", ha bromeado el técnico. Pero se ve que la dinámica del equipo es positiva y eso se nota en el vestuario y en los resultados.
"Tener buen rollo lo hemos tenido siempre. Hay momentos en la temporada donde hay más porque ganas y estás más contento. Pero no hemos tenido ningún problema con algún compañero y eso es fundamental. El éxito no llega por el buen rollo pero si te puede acercar más", ha admitido Koke.
En sus manos, el árbol del artista Lucio Fanti, uno de los trofeos más bonitos del tenis; en su cuenta del ranking ATP, 11.500 puntos. Jannik Sinner se proclamó este domingo campeón del Masters 1000 de París y regresó al número uno del mundo, por delante de CarlosAlcaraz y sus 11.250 puntos. Más allá del dúo, Felix Auger-Aliassime es uno de los rivales más peligrosos en pistas duras bajo techo, pero el italiano también le derrotó en la final en solo dos sets, como ya había hecho ante sus anteriores adversarios.
Ahora el año sigue abierto. Parecía imposible después del éxito del español en el último US Open; ya no lo es. Pese al enorme vacío de los tres meses de sanción por dopaje, Sinner todavía podría acabar 2025 en lo más alto del ranking mundial, como ya hizo el año pasado. No depende solo de él, necesita ganar prácticamente todos los partidos que restan, pero no es imposible.
Las ATP Finals de Turín serán más concluyentes que nunca. A partir del próximo domingo y hasta el día 16, Sinner y Alcaraz envidarán el número uno. El español necesitará ganar los tres partidos de la fase de grupos o alcanzar la final; el italiano deberá levantar la antigua Copa de Maestros y esperar un fallo de su rival. El primero llega con cierto cansancio mental y dudas sobre su rendimiento en pista cubierta; el segundo, lanzado y en plena racha. Con esas cábalas sobre la mesa, la tensión será mayor que nunca en el último torneo del curso. Pero, ¿qué se juegan realmente?
El bote, para Alcaraz
El prestigio, principalmente. Quien acabe la temporada como número uno del ranking ATP será, por definición, el mejor tenista del año o, como mínimo, el más regular. Desde la creación de la lista en 1973, el récord de temporadas cerradas en el número uno lo tiene Novak Djokovic con ocho, seguido por Pete Sampras con seis y Jimmy Connors, Roger Federer y Rafa Nadal con cinco. Alcaraz terminó 2022 en lo más alto y Sinner lo hizo en 2024, así que este 2025 decidirá el desempate. Quien domine se quedará con ese honor: apunte para la historia, recompensa para uno mismo. Todo lo demás será un hito vacío. Celebre quien celebre en Turín, el número uno volverá a estar en juego en el Open de Australia de enero, y no hay un bonus económico específico por lograrlo.
DIMITAR DILKOFFAFP
De hecho, en materia de premios, Alcaraz ya ha ganado. Si se descuentan los ingresos por exhibiciones -en especial los más de cinco millones de euros del Six Kings Slam de Arabia Saudí que se embolsó Sinner-, el español terminará la temporada con un botín mayor que su gran rival. Su suma de premios supera los 16 millones de euros, mientras que el italiano ronda los 14 millones. En las ATP Finals habrá menos de un millón en juego, aunque el reparto del 'bonus pool' del circuito inclinará la balanza aún más.
Alcaraz ingresará al menos 3,8 millones adicionales por ser el mejor en los Masters 1000 -campeón en Montecarlo, Roma y Cincinnati- y otro millón por dominar los ATP 500 -vencedor en Rotterdam, Queen's y Tokio-. En principio, su ausencia en los Masters 1000 de Madrid, Canadá y Shanghái podría restarle parte de esa bonificación, pero la cantidad quedará compensada por ingresos variables ligados a puntos y participación promocional, como en Madrid. Por su parte, Sinner no podrá optar al 'bonus pool' de los Masters 1000 por haberse perdido cuatro de ellos -Indian Wells, Miami, Madrid y Canadá, además de Montecarlo, no obligatorio- y apenas recibirá bonificaciones por su actuación en los ATP 500.
«En Turín será otra historia»
En definitiva, en las ATP Finals estará en juego un trocito de historia y la honra, poco más. Ambos, de hecho, llevan semanas restando importancia a su disputa por el número uno.
«Ser el número uno siempre es especial, claro, pero lo que más me motiva ahora es disfrutar del tenis y seguir creciendo. Si lo consigo, genial; si no, habrá otra oportunidad», comentó Alcaraz, antes de su decepción en el torneo parisino, seguramente su peor competición de este 2025. «El ranking va y viene, lo importante es cómo terminas la temporada y las sensaciones que te deja. Ganar en París me da confianza, pero sé que en Turín será otra historia», añadió Sinner, nuevamente con un trofeo entre las manos, nuevamente en el número uno del ranking ATP.
«Soy un remontador», bromea en conversación telefónica con EL MUNDO -camino de Sudamérica, donde cierra el año con tres Copas del Mundo-, aún paladeando un éxito que se antoja el principio de tantas cosas. El pasado 19 de octubre, cuando David Cantero salió de las turbulentas aguas abiertas de Wollongong (Australia), se encontraba a 33 segundos de la cabeza de carrera, una desventaja que rozó el minuto tras darlo todo en el sector de ciclismo. En ese preciso instante, comenzó a escribir su propia epopeya, una carrera a pie para el recuerdo, una de las páginas más ilusionantes de la historia del triatlón español. Un valenciano de Aldaia, de 22 años, volando hacia un segundo puesto en toda una final de la Series Mundiales, hazaña que retrotrae a la edad de oro.
Porque habían pasado seis años de algo parecido, el último podio nacional en una cita como ésta (Mario Mola y Fernando Alarza en 2019, en Laussane). Los tipos que, junto a Javier Gómez-Noya, fueron los 'keniatas' del triatlón mundial; de 2008 a 2018, ocho títulos mundiales entre el gallego (cinco) y el balear (tres). Los que ahora tutelan a la perla. «De niño los veía. Y, claro, lo normalizas, que los españoles ganaran los mundiales como churros. Pero con el tiempo te das cuenta de que eso es algo que sólo va a pasar una vez. Nos malacostumbraron. Ahora parece que hacer un décimo en una Series Mundiales... ni fu ni fa. Y realmente es súper difícil. Lo de Javi, Mario y Fernando fue una barbaridad», explica Cantero, que acabó quinto en el Mundial sin salirse del Top 10 en una sola carrera y quien, a diferencia de sus ídolos, tiene una peculiaridad: él es «triatleta puro».
Porque aquel niño «no quería ser futbolista». «De hecho, se me daba horrible. Empecé con el triatlón a los nueve años y a los 12 ya estaba en un club en Cheste». Formación integral, nada de acudir desde alguna de las tres especialidades. Y fue campeón de España cadete. Aunque, si por algo destacaba Cantero era por sus cualidades en la carrera a pie. De hecho... «Sí, se me pasó por la cabeza cambiar al atletismo. De júnior lo compaginé. Fui subcampeón de Europa sub 20 en 5.000 metros, fui al Europeo de cross con la selección...», cuenta quien este mismo año, en Bilbao, se proclamó subcampeón de España de 10K (por detrás de Jesús Ramos y por delante de especialistas como Carlos Martín y Javi Guerra), con récord nacional sub 23 incluido (28 minutos y 24 segundos).
Cantero, en Australia.World Triathlon
«Si crees que es una barbaridad, el mejor del mundo me mete dos minutos en esa distancia. Por mucho que entrenara, mi cuerpo no daría para eso. En atletismo jamás haría un top cinco en un campeonato del mundo como he hecho este año en triatlón. O ganar una medalla en unos Juegos...», razona el valenciano, que lo sabe de primera mano: su pareja, Lucía Rodríguez, es atleta profesional, olímpica en Tokio.
David creció con la «vida de monje» del triatlón y también lidiando bien temprano con las expectativas. Por eso, ahora, cuando se le señala como la gran esperanza, lo asume y lo proyecta con una madurez impropia de su DNI. «Me ha escrito gente cercana del mundo del triatlón, diciendo que les removía sentimientos, que les volvía a ilusionar ver a alguien pelear por las Series Mundiales. Pero yo no seré Javi, no seré Mario, no seré Fernando... seré yo. Y lo que haga... No sé dónde llegaré. Mi objetivo es ganar un Mundial. Intento hacer mi camino. Pero no me presiono con ser ellos», dice quien, obviamente, no deja de mirar a Los Ángeles 2028, allá en el horizonte, «un sueño».
Antes, siempre a las órdenes de Roberto Cejuela en Alicante, su tercer año de Series Mundiales, el próximo, cuya final en 2026 será en Pontevedra. Y mientras, la mejora continua. En el agua, consciente David que nunca será «un súper nadador». En la bicicleta, donde este curso ha visto una evolución brutal -«en cada carrera lo notaba, sabía más, la dinámica...»-. Y en la carrera a pie, donde el único objetivo es mantener y potenciar un don, el que la hace ser uno de los triatletas más espectaculares del mundo merced a sus remontadas: en Australia engulló a cada uno de sus rivales y sólo se le resistió el local Matthew Hauser, campeón del mundo.
Cantero, en el podio.World Triathlon
Y para todo eso, hasta aparcó los estudios. «Desde niño, mi vida ha sido siempre así. No conozco otra cosa. Salir nunca me ha gustado. Pero no siento que sea algo excepcional, es mi rutina. Y me gusta. Hay momentos complicados, mucho tiempo lejos de la familia, verano, navidades, entrenar de lunes a domingo... Pero si quieres hacer algo excepcional, es lo que tiene. No tengo la sensación de haberme perdido algo. Todo lo contrario, tengo la sensación de que el triatlón me ha aportado algo más de lo que podría haber sido una vida normal», expone, aunque, eso sí, hay caprichos: «comer bien, salir a un restaurante, un buen arroz».
Al observar a Arda Güler uno no piensa en Yaman, el arrebatador protagonista de La pasión turca. Güler es huidizo, de mirada oblicua, tímido, frágil en apariencia, lejos de la exuberancia del personaje de ficción, interpretado en el cine por el galán francés George Corraface, a cuya voluptuosa presencia sucumbe Desideria Oliván, Desi, presa de la rutina de su matrimonio. Antonio Gala, en realidad, se inspiró en el enamoramiento de su secretario por un turco para adaptarlo en la novela al arquetipo de la Penélope de provincias. La pasión, no obstante, era la misma, muy distinta a la pasión turca que seduce al Madrid, en la que la exuberancia no es física, pero exuberante es lo que produce en el Bernabéu.
Esta nueva pasión turca no necesita el sugerente caos de Estambul, una explosión de colores, melodías y aromas que conforman el decorado para la aventura de la buena Desi. Al contrario. La pasión turca de Güler precisa método, grabaciones, atención personal y psicología, mucha psicología. A todo ello se ha empleado Xabi Alonso desde su llegada con especial dedicación, porque necesita la pieza para lo que desea hacer en el Madrid. El tolosarra quiere un juego dominante desde la posición, que lleve sus centrales adelante, al centro del campo. Exige presión en territorio del rival para robar y armar ataques. Entonces, del mismo modo que en las transiciones ofensivas, llega el momento del pase que rompa las líneas. Ahí aparece Güler, que, frente al Valencia, dio a Mbappé su sexta asistencia. No hay mejor socio posible.
El entrenador quiere, pues, control, no caos, y eso abre incógnitas, porque tiene herramientas, jugadores, para ser mejor en el control, pero de lo que no hay duda es de que nadie compite como el Madrid en el caos. Veremos. El cambio de tendencia, de momento en su fase inicial, es el que hace que los especialistas en la conducción, como Valverde o el propio Vinicius, no tengan ya la etiqueta de indiscutibles del pasado. Vini, sin embargo, no es sólo un jugador. Es uno de los principales activos del club, un icono, y eso es algo que Xabi Alonso, un entrenador nada jerárquico, al contrario que Ancelotti, deberá conjugar con su hoja de ruta. De eso dependerá la cohabitación no sólo del técnico con la estrella, también con el presidente, tras la paz firmada en el festín ante el Valencia, un verdadero merengue en el Bernabéu.
El juego posicional
El juego posicional que penaliza a unos, beneficia a otros. No es casual la mejoría que ha experimentado Tchouaméni, del que quiere todavía más, que se avance en lugar de incrustarse entre los centrales, una necesidad convertida en vicio durante la pasada etapa. Xabi Alonso aspiraba a la llegada de un mediocentro, pero estaba claro que las prioridades estaban en la defensa. Florian Wirtz, al que había moldeado en el Bayer Leverkusen, era muy caro, carísimo, y Martín Zubimendi, con el que hizo algo parecido en el Sanse, filial de la Real Sociedad, no recibió el cariño del Madrid que le mostró Arteta. De haber sido de ese modo, estaría, hoy, en el Bernabéu.
En esa tesitura, el tolosarra dio su plácet a Modric para que siguiera un año más, pero el club sabía lo que saben todos: si el croata seguía, jugaría. No hay entrenador que se resista a su capacidad de templar los partidos. Para dar una verdadera alternativa a las inversiones realizadas para el centro del campo, Tchouaméni, Camavinga y Güler, Modric debía marcharse. De hecho, es justo lo que le dijo Juni Calafat al adolescente Güler cuando se avanzó a Deco por su fichaje: «Será difícil al principio porque están Kroos y Modric, pero cuando se marchen tendrás tu verdadera oportunidad en el Madrid, será tu momento».
Al llegar, Güler, muy respetuoso, llamaba abi a Modric. Abi es como se llama a un hermano mayor en Turquía. Ahora ya no necesita hacerlo, y no sólo por la marcha del croata. Pese a sus 20 años, juega como un hermano mayor. Si acaso, algunos en el vestuario lo llaman de ese modo, Arda abi, pero en tono de broma. «Ahora se siente importante, y ese es el cambio fundamental», explican en Valdebebas, además de «un trabajo muy específico con el futbolista».
Mbappé abraza a Güler tras una asistencia.OSCAR DEL POZOAFP
Los entrenamientos del Madrid son grabados por drones y después editadas las imágenes en vídeos con los que Xabi Alonso hace encuentros individualizados con quien lo cree necesario. En Güler es uno de los que invierte más tiempo, durante las estajanovistas jornadas del entrenador y su staff, desde las ocho de la mañana hasta mediada la tarde. Dónde posicionarse, cuándo girarse o cómo presionar son las cuestiones en las que más ha insistido al turco.
Clave en el balón parado
En las oportunidades que tuvo en el último año con Ancelotti, después de desencuentros, malentendidos y advertencias del italiano a su entorno, Güler hacía esfuerzos excesivos, aunque muchas veces sin rumbo. La clave ahora no es correr mucho, sino correr correctamente. El turco no es el único jugador al que Xabi Alonso explica la necesidad de dosificar los esfuerzos. También a Bellingham, de un despliegue físico brutal y de regreso a su mejor versión tras solucionar sus problemas de hombro en el quirófano. Había jugado mermado.
En un Madrid que quiere llegar a controlar todos los detalles, Güler se convierte, asimismo, en herramienta clave para el balón parado. Nadie tiene su precisión en las faltas indirectas o los saques de esquina. Es técnica en estado puro, pero eso no basta. Ahora vemos a un Güler sacrificado, que se repliega, y a un Güler más fuerte, que ha ganado peso de la mano de Ismael Camenforte, el preparador físico que está detrás de la energía del líder. Este nuevo Güler al que Montella ha puesto ya al mando de la selección de Turquía, aspira a ser el eje del juego del equipo que tiene la mejor selección de Champions.
El pasado 17 de abril Sara Sorribes Tormo publicaba en Instagram una imagen de su diario personal, escrito a mano, para anunciar que abandonaba el tenis, aún sin saber si «definitiva o temporalmente». «Sufro desde hace meses. He perdido la ilusión», confesaba la tenista castellonense, que acaba de cumplir 29 años. El día 17 de este noviembre volverá a la competición en el WTA 125 de la localidad chilena de Colina, tras un largo proceso de búsqueda interior, con el apoyo cercano de su madre, Manoli, y de su hermano Pablo, y el trabajo junto a su psicóloga. Bronce en los Juegos Olímpicos de París 2024 junto a Cristina Bucsa, la ganadora de dos títulos individuales y seis de dobles en el circuito, 32ª en el ránking en 2022, recibe a EL MUNDO en el Club de Tenis Vall d'Uxó gracias a la mediación de su patrocinador Nara Seguros.
¿Cómo ha sido el proceso de recuperación?
Cuando dejé de jugar no pensaba que pudiese volver. Luego, poquito a poquito, se han ido dando las cosas mejor. Llegó un momento, mediado agosto, en el que sentí más ganas de entrar en la pista porque me encontraba mejor. Por suerte, todo ha ido yendo bien. Y aquí estoy.
¿Cómo se ha enfrentado a ello?
Todo ha resultado difícil. Al principio no puedes hacer nada, no tienes ganas de nada, sólo pasas tiempo durmiendo. No tienes fuerza. Cuando crees que estás algo mejor, lo intentas y vuelves a caer y a precisar mucho tiempo descansando. Al cabo de los meses, después de mucha terapia, muchos pensamientos internos y mucho trabajo personal, vas estando cada vez mejor. El deporte, en general, me gusta y he tratado de practicarlo durante este tiempo para intentar estar más despejada.
¿Qué le diagnosticó su terapeuta?
Depresión. No podía entrar en una pista de tenis. Me levantaba por la mañana y pensaba que cuantas más horas quedasen para ir a entrenar, mejor. Entrar a la pista y querer marcharme de inmediato. Ir a entrenar y no durar más de diez minutos. Ponerme a llorar en mitad de los entrenamientos. Cuando ya llevaba un mes parada, vine a jugar aquí con mi madre y duré tres minutos; me dio un ataque de ansiedad y tuvimos que irnos. No podía. La sensación dentro de la pista era horrible. Fuera tampoco estaba bien, pero en la cancha era aún peor.
¿Lloraba en los entrenamientos?
Sí, y en los últimos partidos también. Era todo muy desagradable.
¿Qué desata esa situación?
Es una acumulación de muchas cosas. Tenía la ilusión de ir a los Juegos Olímpicos de París, lo cual me sirvió como estímulo, pero cuando pasaron ya me quedé sin fuerzas para seguir. Lo intentaba y me decía: 'Bueno, no quieres ir a Estados Unidos porque está lejos. No quieres ir a la gira asiática porque está lejos. No quieres ir a Australia porque está lejos'. Era un indicador fuerte de que necesitaba parar, porque no iba nada bien.
¿Pesaba la tensión competitiva, la rutina de llevar tantos años haciendo lo mismo?
Me mataba no disfrutar, porque el tenis siempre me ha gustado y siempre he jugado por intentar mejorar. Esa ilusión la perdí. Sólo quería que pasasen las horas. Era como venir a fichar. No quería estar ahí. No quería ir a los torneos. Eso, unido a mucha ansiedad, hacían las cosas muy difíciles. Era como si nada tuviera sentido.
Siempre se ha distinguido por su combatividad dentro de la pista. ¿Le ha ayudado esto a salir adelante en este trance?
Me considero una persona fuerte emocionalmente, a quien le gusta encontrar el sentido a las cosas que le pasan. Una tiene que ser valiente para mirar dentro de sí. Pese a ser difícil, he tratado de hacerlo.
¿Dónde regresará?
En principio, si todo va bien, en Colina, en Chile, hay un WTA 125 la semana del 17 de noviembre.
¿Tiene ránking protegido?
Sí, 85 de individual y 40 de dobles, pero de momento no lo voy a usar. Puedes hacer uso de él en ocho torneos durante dos años.
¿Qué se ha permitido durante esta tregua que antes no se consentía?
¡Uf! Muchas, muchas cosas. Pasar tiempo con mi familia sin tener que irme, pasar tiempo con mis amigas, ir a la montaña, hacer planes. '¿Sara, puedes estar aquí dentro de dos semanas? Sí, claro'. He podido leer un montón y disfrutar de la vida con tranquilidad. El mundo del tenis te lleva a un ajetreo difícil de soportar.
¿Con qué frecuencia iba a terapia?
Empecé con dos sesiones a la semana. Ahora ya sólo una.
¿Trabaja con psicólogo desde que empezó a competir?
Llevo bastantes años. Hubo un tiempo en el que paré, pero sí, hace tiempo.
¿Qué dificultades se ha encontrado para enfrentarse a la vida fuera del tenis? ¿Qué ha visto ahí afuera, ajena a una vida tan encapsulada?
No sabes quién eres fuera del tenis. Sabes que juegas al tenis, que lo has hecho bien y que tu vida ha sido eso. Pero te paras, ¿y ahora qué? Me ha encantado ver y entender que hay vida fuera del tenis, que no soy sólo la tenista sino que la Sara que hay fuera, ¡ostras!, me gusta, y me llevo bien con ella. ¿Qué hay fuera? Para mí ha habido un Camino de Santiago maravilloso que me fui a hacer sola. Pero simplemente poder tener una rutina de estar en casa ya me parecía maravilloso.
¿Cómo es la Sara Sorribes que no conocía?
Una persona tranquila, a quien le gusta mucho conversar y aprender, muy amiga de sus amigos, familiar. Una persona muy normal.
¿Llegó a pensar que había perdido lo mejor de su juventud jugando al tenis?
No, porque lo he disfrutado mucho siempre. Creo que todos miraríamos hacia atrás y seguro que algo haríamos diferente. Lo que realmente me pesó fue el momento en el que empecé a no disfrutar las cosas. Todo lo anterior lo había hecho porque quería. Y lo había disfrutado.
¿Qué hubiera hecho diferente?
La gran mayoría de las decisiones serían las mismas, porque son las que me han llevado a ser quién soy y a cómo soy. Creo que si todo lo que he hecho me llevó a parar a los 28 años, está bien hecho. Porque estoy feliz de haberme detenido. Era necesario y he tomado una estupenda decisión.
¿Cuándo la tomó?
En Bogotá. Pierdo el primer día en el individual. Al día siguiente tengo la costumbre de irme a tomar un café con mi libreta, a escribir sobre el partido del día anterior de mis impresiones. Cuando me senté, escribí la carta que después publiqué. Hablé con mi psicóloga y me dijo: 'Sí, Sara, creo que necesitas parar. Y no pasa nada'.
Le gusta llevar un diario.
Me encanta, me libera mucho.
¿Cuándo adquirió esa costumbre?
¡Uf! No lo llamo un diario porque no escribo todos los días. Hace muchos años, igual desde que me fui a Barcelona, cuando tenía 19 o 20. Siempre me han gustado mucho el papel y el bolígrafo. Recuerdo estar en el colegio apuntándome jugadas que ponía en práctica por la tarde, cuando venía a entrenar. Siempre a mano. Lo intenté en el ordenador y no me salía.
¿El deporte de élite es malo para la salud?
[Sonríe] Probablemente sí. Acabas bastante cascado para la edad que tienes.
¿Qué va a cambiar ahora, después de este período?
Para empezar, que creo que si las cosas no van bien, que si decido que esto no es lo que quiero hacer, estoy tranquila porque sé que hay más cosas fuera y que ya las he experimentado. Sé que esa Sara puede vivir sin jugar al tenis, que me gusta mucho la vida fuera del tenis. Eso creo que es básico para empezar. Cuando uno va con menos mochila va mucho más ligero.
Quizás antes había generado una cierta dependencia de la competición.
El tenis te lleva a eso. He intentado tener mi vida fuera y llevarla de la mejor manera, pero el tenis te va comiendo, te va quitando tiempo, llegas a casa y no te apetece hacer nada. Aparte de que estás casi siempre fuera.
¿Hay un sentimiento de indefensión en el circuito?
Compartes vestuario con gente con la que compites y entiendo que muchas jugadoras vayan a su bola. Tienes tu grupo y la gente con la que te llevas mejor, y sobre todo a tu equipo, pero es un deporte muy solitario. En un deporte de equipo puedes compartir con tus compañeras. Aquí cada uno va a lo suyo y todas son rivales. Es difícil generar amistad o encontrar momentos de conversación.
¿Son los problemas mentales algo frecuente entre los tenistas?
Sí, es algo normal. El ritmo es alto y frenético, apenas puedes parar. Vas entrando en ese bucle, te va comiendo el tenis y llega un momento en el que tu cuerpo dice basta. Hay gente que empieza superjoven y que no ha visto otra cosa. Por suerte, cada vez se tiene más en cuenta la salud mental.
Su madre y su hermano han sido la base de su apoyo.
Sí, y también he notado mucho el cariño de gente que me conoce desde pequeñita. Puedes escuchar a la gente que tienes al lado sin tener que irte a los dos días. Siento que parar ha sido algo muy necesario y estoy feliz de haberlo hecho.
Parece que no ha tenido la tentación de abandonarse físicamente.
El deporte me gusta mucho, así que corría, me iba a la montaña, también, como le conté, hice el Camino de Santiago, para lo cual tienes que estar en forma, jugaba algunos días al pádel, me monté un gimnasio pequeñito en casa que no me obliga a salir. Eso me mantenía un poco más despejada de mente.
Pero la raqueta de tenis poco menos que se había convertido en su enemiga.
Mi madre guardó todas las raquetas y ahí se quedaron durante tres meses, aparte del intento que hice con ella. Igual jugaba un día y luego no volvía a hacerlo hasta dos semanas después. Ahora llevo entrenando bien desde principios de septiembre.
¿Ha tenido la oportunidad de ver lo que sucede en su país, de lo que pasa en el mundo, o ya era una persona informada?
No, no lo era, y sí he intentado querer saber más, algo que cuando estás dentro de tu mundo, de tu burbuja, de si gano, de si pierdo, de si la derecha va dentro o no, te pierdes. Ya simplemente poder sentarte con alguien cercano y poder escucharle con tranquilidad porque dispones de ese tiempo era una maravilla.
¿Hubo algún momento en el que se sintiese convencida de dejar el tenis?
Los tres primeros meses hubiese dicho que no volvía. Y feliz de no hacerlo. Al principio estaba deprimida, pero después ya me fui encontrando un poco mejor. Ya era persona, pero no quería jugar al tenis. Y me parecía bien; me decía: 'voy a ver otras cosas y hacia dónde quiero tirar'. Le daba a la cabeza.
¿En qué pensaba?
[Silencio] En la vida, en qué me gustaría hacer después del tenis, a qué me gustaría dedicarme. El periodismo siempre me ha gustado, comentar partidos, hacer entrevistas, ayudar a niñas, tener una escuelita. Iba dándole a la cabeza más allá de pensar en dónde quería tirar la pelota.
¿Qué le preguntaría la periodista Sara Sorribes a la tenista Sara Sorribes?
[Silencio] Que si está contenta con la decisión que tomó.
¿Y cuál sería la respuesta?
Que mucho. Pase lo que pase. Vaya hacia donde vaya el destino. Igual ahora pienso que esto me puede venir bien para volver a jugar y la realidad es otra. Puede ser que vaya a los torneos y no quiera estar allí, y quiera volver a casa. Seguiría estando contenta, porque tal y como estaba no podía seguir.
¿Cómo ha podido el Valencia pasar en seis meses y 25 días de poner en problemas al Real Madrid en el Bernabéu y ganarle el partido 1-2 a ser arrollado dejando las peores sensaciones de un equipo de Primera, en puestos de descenso y descompuesto? Esa pregunta, con matices, se ha convertido en cíclica y explica la frustración en la que vive instalado el valencianismo. Ocurrió con Gattuso, cuando el equipo se deshizo en cuatro meses, también con Baraja después de una agónica salvación y una temporada tranquila, y vuelve a pasar con Carlos Corberán. Resucitó al Valencia, pero su burbuja ha estallado en menos de un año.
Su capacidad para obrar milagros se ha esfumado. De hecho, en 11 jornadas solo lleva dos puntos más (9) que Rubén Baraja hace un año, ha sumado dos en seis partidos y es el segundo equipo más goleado tras el Girona y uno de los peores atacantes, con 10 goles en 11 partidos. Solo Osasuna y Oviedo han marcado menos. No da Corberán con la tecla que active a sus jugadores y las dudas han provocado el hartazgo de Mestalla y la falta de confianza en una plantilla que no entiende los planes del entrenador.
Las variantes tácticas, como jugar con cinco defensas, ya no funcionan, el balón parado sigue siendo una cruz, el centro del campo ha perdido contundencia y los jugadores no ven que la forma de apuntalarlo sea incorporando a los laterales. Futbolistas como Hugo Duro han perdido la titularidad y el rendimiento de otros se ha desplomado, y los refuerzos de lujo como Danjuma han ido diluyéndose. Tanto como la fe en que, un año más, se puede sobrevivir. Los únicos que a día de hoy la mantienen intacta son los dirigentes del Valencia, empezando por el CEO de fútbol, Ron Gourlay. No se niega la crisis, pero se opta por mantener la confianza.
Poder de decisión
Como ocurrió con Baraja tras una buena temporada 23/24, Corberán no ha podido crecer desde ese trabajo, aunque la diferencia entre ambos es que ha tomado mucho más partido en el diseño de este Valencia que naufraga. El buen final de curso llevó al valenciano a aumentar su crédito y, por primera vez, viajó a Singapur para planificar esta temporada junto a Kiat Lim, el presidente del club e hijo del dueño. Allí se anunció que Gourlay, ex del Chelsea y el United, se convertía en su nuevo jefe.
Ellos se conocieron hace años en Inglaterra y eso convirtió a Corberán en lo más cercano a un manager inglés, con poder de decisión en las contrataciones de refuerzos. El entrenador ha participado activamente en la decisión de qué jugadores reforzarían el equipo. Lo que no pudo impedir fue el adiós de su columna vertebral: Mamardashvili ya estaba vendido al Liverpool, Mosquera salió al Arsenal y Barrenechea volvió a Aston Villa para ser traspasado al Benfica. Sadiq era el único que se podía pelear, pero no hubo acuerdo con la Real.
Luis Rioja intenta controlar un balón, el sábado en el Bernabéu.AFP
En el rendimiento de estos tres, unido al excepcional de Rioja y el de Rafa Mir asimilados sus problemas judiciales, se basó la recuperación. El fichaje de Corberán se anunció el pasado 25 de diciembre, por sorpresa y tras haber negociado con Quique Sánchez Flores. Lim aceptó pagar tres millones para que saliera del West Bromwich Albion y firmarle un contrato hasta 2027. Cogió el equipo colista, con 12 puntos en la jornada 18, y en las 20 restantes lo llevó a sumar 34. Cuando visitó el Bernabéu el 5 de abril, el Valencia estaba a siete puntos por encima del descenso. Incluso se soñó con Europa. Los únicos lunares negros fueron las contundentes derrotas ante el Barça en Liga (7-1) y Copa (0-5).
Las claves de esa metamorfosis fueron varias: la fe ciega por necesidad, las variantes tácticas que fortalecieron y un refuerzo acertado. Nada de eso se ha mantenido y el Valencia vuelve al bucle infinito y a las goleadas. Al Barça (6-0), se suma el Real Madrid (4-0). Justo ahora que el objetivo era sostener un crecimiento que, en dos temporadas, le llevara a estrenar el Nou Mestalla en Europa. Del sueño a la pesadilla.
El Barça consiguió reengancharse a la Liga con una victoria que pintaba clara en el inicio y por la que tuvo que apretar finalmente los dientes. El triunfo frente al Elche, con goles de Lamine Yamal, Ferran Torres y Marcus Rashford para los locales y Rafa Mir reduciendo momentáneamente la ventaja con el 2-1 para los visitantes, permite a los de Hansi Flick recuperar un poco las buenas sensaciones tras la derrota en el clásico. [Narración y estadísticas (3-1)]
Fue un domingo muy movido, de fútbol vistoso, que permitió además el regreso de Robert Lewandowski y Dani Olmo, ya recuperados de sus lesiones, así como una oportunidad para Lamine Yamal de retomar tímidamente sus buenas sensaciones. El Brujas, el miércoles, y el Celta, antes del parón, serán las próximas piedras de toque para confirmar esta recuperación aparente.
No tardó demasiado el Barça en conseguir una ventaja considerable en el marcador. Cuando apenas se habían disputado 11 minutos del duelo, ya mandaba por 2-0. Dos tantos en los que los azulgrana, recuperando en gran parte esa presión que los caracterizó en la primera temporada de Flick, aprovecharon dos errores en el desplazamiento de balón del conjunto visitante para hacérselos pagar muy caros.
Riesgos en la salida
En el primero, Alejandro Balde recuperó el esférico para adentrarse en dirección al área rival y asistir a un Lamine Yamal que, tras su más que discreta actuación en el Bernabéu, se reencontraba con el gol tras recortar a un defensa rival y mandar su disparo al fondo de la red. Apenas un minuto después, sería Ferran Torres, también más que discreto en el último clásico, quien aprovecharía una asistencia de Fermín López, que robó en la medular para correr hacia la portería contraria como alma perseguida por el diablo para aumentar las distancias, celebrado por el valenciano mostrando un mensaje en recuerdo de las victimas de la dana.
Los visitantes, no obstante, lejos de perderle la cara al partido, mantuvieron sus riesgos en la salida desde la defensa. Y, también, todo sea dicho, empezaron a mostrarse contundentes a la hora de cortar los avances rivales. Muchas, demasiadas veces, al límite. Su entrega acabaría por encontrar premio.
Rafa Mir, aprovechando una desconexión defensiva de los locales, recortó distancias tras plantarse con ventaja en el área azulgrana y batir a Wojciech Szczesny con un remate casi perfecto cuando moría la primera parte. Los locales, eso sí, aún tendrían opciones para volver a poner tierra de por medio antes del descanso. La primera, un disparo de Ferran que Iñaki Peña frustró con una felina intervención. La segunda, un remate por encima del larguero de Lamine tras asistencia de Fermín.
El zurdazo de Lamine que valió el 1-0 ante el Elche.AFP
En la reanudación, unos y otros volvieron a buscar reencontrarse con el gol. El Elche, sobre todo, por medio del hiperactivo Rafa Mir, capaz de buscar el gol desde cualquier rincón, autor de un soberbio disparo que besó el travesaño. En el otro extremo del campo, Rashford se mostraba más que dispuesto a convertirse en su espejo. Y, tras un tanto anulado por fuera de juego de Fermín, el inglés acabó por encontrar el 3-1 tras un buen centro del onubense, quien había aprovechado un medido servicio de falta de Marc Casadó.
El futbolista cedido por el United, además, fue también el protagonista de una acción que provocó amplias críticas contra Sesma Espinosa, siempre superado por el devenir del partido. El árbitro obvió una posible falta sobre el punta, cuya cabeza chocó además con la de Affengruber, la acción se vio prolongada con un remate al poste de Rafa Mir, que optó por seguir en lugar de ceder saque de banda, y Olmo enviando el balón fuera cuando Lamine buscaba pagar con la misma moneda.
Pese a los intentos de unos y otros, tal vez demasiado tímidos en ambos casos, el marcador no volvería a moverse y los locales acabarían por llevarse una victoria más o menos plácida para retomar el segundo puesto.
Recibió Mbappé la Bota de Oro por sus 31 goles en la temporada 2024-25 y sigue camino de la siguiente a ritmo de 40. Seguramente iría un poco más aprisa si Vinicius no se hubiese arrogado por su cuenta (y riesgo) el lanzamiento del segundo penalti, ante el irreprimible gesto de fastidio de Xabi. Entre estos dos no hay química, y la resolución oficial de ese problemilla infantiloide que tiene el Madrid en la banda izquierda no convence a casi nadie.
Anticipando la Navidad, bendijo mosén Alonso: "Paz en el vestuario a los hombres de buena voluntad". Al menos de puertas para afuera. Quizás en el interior catedralicio del club, el Sumo Pontífice no fue tan beatífico y sí llamó a capítulo al impulsivo novicio. Sorprende, sin embargo, que permitiera la exclusión del entrenador, el primer y máximo ofendido, en la extensa palinodia del gesticulante y aspaventoso Vini. No sabemos muy bien cómo interpretarlo, si es que hay algo que interpretar. Los designios de Florentino son inescrutables.
Los goles de penalti, logrados en una acción ventajista y resuelta a menudo por quien no fue objeto de la falta, deberían tener menos valor en las puntuaciones establecidas para cada Liga. Incluso con esa salvedad, a algunos nos gusta más la Bota de Oro que el Balón. Se trata de un galardón mucho más objetivo, validado por la aritmética y no teñido de la inevitable subjetividad de los electores. El número de goles es una evidencia basada en la infalibilidad de los números y no sujeta a la opinión, por honrada y autorizada que podamos reconocerla, de quien emite el voto.
En la Bota, el gol es una obra cerrada en sí misma. Se presta, en todo caso, a la descripción, no a la discusión. El Balón, en cambio, invita a la controversia. Se ve sujeto a matices y gustos, puesto que implica a jugadores de diferentes lustres y cometidos. El resultado siempre es polémico y autoriza el debate.
El papel de los entrenadores
Por lo demás, Bota, Balón y restantes distinciones individuales admiten un porcentaje de relativismo en los deportes colectivos, en los que priman a la postre la entidad y la calidad del grupo, como reconoce y agradece Mbappé. En el fútbol siempre tendrán más posibilidades de recibirlas quienes militen en un club puntero, porque es lógico que un futbolista descollante pertenezca a un equipo de campanillas. Estará, además, rodeado de compañeros de un talento superior en general al de los conjuntos de menor fuste. Se mejoran unos a otros en un desempeño sinérgico y simbiótico.
Sucede lo mismo con los entrenadores. Se llevan los honores quienes dirigen a equipos campeones. En posesión de unos medios que en otras actividades se llamaría competencia desleal o abuso de posición dominante, parten con ventaja. Démosle a Bordalás el Madrid o el Barça. Seguro que no plantea los partidos como en el Getafe. Los premios en el fútbol no dejan de suponer operaciones publicitarias que llenan espacios en los medios de comunicación. Contienen un cierto grado de impostura y artificio.
Es conveniente contemplarlos con un saludable grado de escepticismo y distanciamiento.
Cuando más apretaba el Real Madrid en el Príncipe Felipe, a la vuelta de vestuarios con un parcial de 0-13 que le situó con 16 puntos de ventaja (45-61), Santi Yusta emergió con una personalidad y un liderazgo de asombro. En ese tercer parcial, el de Torrejón de Ardoz fue capaz de acumular 15 puntos, triples imposibles, penetraciones finalizadas en mates, faltas recibidas y unas tribunas rendidas. El esfuerzo no le dio al Casademont Zaragoza para vencer a los blancos (ni los ocho tapones de Edy Tavares), pero si algo quedó claro que es que su capitán habita en el mejor momento de su carrera.
El canterano del Real Madrid firmó ante su ex equipo la máxima anotación de su carrera. 30 puntos divididos en ocho canastas de dos, dos triples y ocho tiros libres. Recibió nueve faltas, atrapó cinco rebotes y dobló cinco balones (31 de valoración, también su tope). Si en la previa del choque había sido homenajeado al haberse convertido la jornada pasada en el jugador del Zaragoza con más minutos en ACB (superó a Henk Norel), durante el encuentro se colocó como tercer anotador histórico del club, superando los 1.393, también del holandés. La próxima jornada, tanto Stefan Jelovac como Robin Benzing (primero con 1.410), podrían ser engullidos por Santi.
Fue una mañana de récords, precisamente ante Sergio Scariolo, el seleccionador que este verano le convocó para su primer gran torneo con España, el Eurobasket. Ningún jugador español había anotado 30 puntos en la historia del Zaragoza en ACB. Según las estadísticas de la competición, únicamente cinco nacionales consiguieron 30 puntos o más en el último lustro: Marc García, Darío Brizuela (en dos ocasiones), Pau Ribas, Nikola Mirotic y Rubén Domínguez.
Además, ningún español le anotaba 30 puntos al Madrid desde que lo hiciera Juan Carlos Navarro en la temporada 2012-13. Antes que Yusta, solo tres jugadores en el siglo XXI habían conseguido el hito de alcanzar la treintena contra los blancos: el propio Navarro (dos veces), Guille Rubio y Rudy Fernández.
La explosión de Yusta, que en unas semanas será llamado por Chus Mateo para la Ventana de clasificación para el Mundial 2027 (partidos contra Dinamarca en Copenhague y Georgia en Tenerife), no es casualidad. Si el año pasado ya fue el máximo anotador nacional de la Liga Endesa, éste amenaza con algo histórico. Desde Rudy en 2008 ningún español acaba como máximo artillero. El entonces alero del Joventut promedió 21,2 puntos. El curso anterior, Navarro 17,3. Fueron los únicos. Transcurridas cinco jornadas, Yusta es el líder con 19,6 de media y extraordinarios porcentajes: 36% en triples, 68,8% en tiros de dos y 87,1 en libres. En una lista que le siguen Gio Shermadini y Cameron Hunt y en la que también brillan otros tres de casa: Pep Busquets, Jaime Pradilla y Francis Alonso.