Dani Olmo: “Tener cocinero, nutricionista o asesores no es tener privilegios; son herramientas de trabajo”

Actualizado Miércoles, 4 junio 2025 - 22:46

Es un tipo serio. Al principio de la entrevista dice que no, pero es un tipo serio. Dani Olmo (Barcelona, 27 años), ya saben, se fue a Zagreb, extraño destino, a jugar al fútbol siendo un niño, y luego eligió Leipzig, de entrada un lugar poco llamativo, para continuar su carrera. Habla idiomas como si no costara (y hasta piensa en croata si se lo propone), juega al ajedrez y cuida mucho de la gente que trabaja con él. Impulsada su fama por su primer año en el Barça, dice que sería capaz, si le dan un balón, de repetir el recorte que le hizo a Tchouaméni para el 2-1 en las semifinales de la Eurocopa del año pasado. Y lo dice en serio.

Tiene pinta de serio.
¿Yo?
Sí, usted.
Me gusta ser serio, y así sorprendo un poco, ¿no?
¿Pero entonces lo hace a propósito? Como para marcar distancias...
¡No, qué va! Si le preguntas a cualquiera del equipo, igual se ríe.
¿Ah sí?
Bueno, depende a quién le preguntes.
Cuénteme un chiste, entonces.
No, no, eso no. En eso soy muy malo. Venga, soy serio, soy serio.
Me han dicho que lleva un anillo que le controla hasta la respiración.
No, sólo para dormir, he cambiado el anillo por la pulsera. Me sirve de guía. No le hago caso al 100% porque si no, te vuelves loco, pero cuando me levanto sí que miro a ver si mis sensaciones concuerdan con lo que dice la pulsera sobre el descanso.
¿Cuántas horas necesita o le gusta dormir?
Intento dormir de ocho a nueve horas al día. Intento irme a dormir siempre a las 23.00, aunque algunos días no lo consigo, hasta las 8.00.

"El tema de la inscripción me lo tomé con tranquilidad porque no dependía de mí, me apoyé en mis compañeros y en mi pareja"

¿Siesta?
No soy de siesta. Aunque el otro día tuvimos una charla aquí en la selección sobre el sueño y me lo recomendaron, así que igual empiezo.
No está mal tener un trabajo donde le recomienden dormir la siesta.
Al parecer, ayuda a mejorar el rendimiento, así que nada, a dormir.
¿La alimentación le obsesiona?
No me obsesiona, porque nada que te obsesione es bueno, pero sí lo cuido bastante. Por la experiencia de estos años, conozco mi cuerpo y sé lo que necesita.
En días postpartido, ¿qué come?
Los días de partido, o post, que estoy más cansado, intento comer grasas saludables. Salmón, aguacate, nueces, frutos secos, que me ayudan más a recuperar.
Para alguien que juega a su nivel, casi todo es previa o postpartido.
Sí, por eso hay que cuidar la dieta al milímetro, porque te puede alterar el rendimiento.
¿Llega al límite de pesar la comida?
Ahora sí. No yo, pero sí mi cocinero personal, que llevo trabajando con él dos meses, y él está en contacto con el nutricionista y entre ellos hablan y deciden todo.

"De mayor quiero ser... feliz. ¿Te parece bien? Creo que es un buen objetivo"

Cocinero, nutricionista, asesores de prensa... ¿los futbolistas son conscientes de que viven en una realidad poco habitual para el resto?
No es lo habitual, pero seguimos siendo personas normales. Somos unos privilegiados, porque podemos jugar al fútbol de manera profesional, pero al final tener eso, nutricionista, cocinero, asesores que nos ayudan con la comunicación... no son privilegios, son nuestras herramientas de trabajo para llevar nuestro rendimiento al máximo. Si se puede mejorar un 1% con todas estas cosas, lo voy a hacer.
¿Cómo de cansado llega a este final de temporada?
No mucho, porque por desgracia he estado parado varias veces por lesiones. Así que llego bien, con ganas de acabar bien el año. Mejor aún, con ganas de ganar otro título.
El control que hace en el 2-1 contra Francia... ¿lo recuerda exactamente?
Sí, sí, claro que me acuerdo. El primer rechace lo controlo bien, no se me queda para disparar y cuando me salta Tchouaméni, veo que se queda clavado e intento regatearle. Lo conseguí y luego fue gol.
Hay mucha grandilocuencia en el fútbol. Esas cosas no se ensayan.
En el fútbol puedes trabajar muchas cosas, analizar mucho, pero la mayor parte del tiempo es improvisación. Tú puedes trabajar una jugada, pero esa jugada en un partido no sale, y hay que improvisar.
Hemos visto al PSG y al Barça jugar a un ritmo altísimo, con mucha presión... ¿vamos hacia ese tipo de fútbol?
El fútbol que jugaba Luis Enrique aquí en la selección y el de ahora en el PSG ha cambiado. Todo evoluciona, va muy rápido, es mucho más físico... Pero al final los jugadores de calidad son los que siguen marcando la diferencia.
Tú puedes preparar mucho, pero te sale un Lamine, ¿y qué haces contra eso?
Pues te rompen. El fútbol es un duelo de individualidades.
¿Qué balance hace de su primer año en el Barça?
Estoy contento. Tres títulos en el primer año, unas semis de Champions con sabor agridulce porque podríamos haber hecho algo más... Y con hambre de más. Me he perdido algunos partidos que me hubiese gustado jugar, así que con muchas ganas de seguir mejorando y sintiendo que le puedo aportar mucho más al equipo.
El 'caso Olmo', la inscripción o no inscripción... ¿Cómo lo gestionaba?
Con tranquilidad. Yo confiaba en el club, porque era algo que no dependía de mí. Yo lo que hacía era entrenar y esperar la luz verde para poder jugar. Ayudando al equipo desde otra posición.
¿Quién fue su máximo apoyo?
Los compañeros y la familia. También mi pareja, que es con la que vivo. Pero eran cosas externas que no dependían de mí, no podía hacer nada, sólo podía entrenar.
Es difícil aprender que lo que no depende de ti no merece el gasto de energía.
Lo intentas. No te puedes aislar al 100%, porque son situaciones que repercuten en tí de manera directa, pero hay cosas que no puedes controlar. Intentas alejarte, aunque es complicado. Al final salió todo bien, así que no hay excusa posible y ya está olvidado.

ANGEL NAVARRETE

¿Qué le aporta el ajedrez?
Táctica, conocimiento, concentración... Muchas cosas, y también un poquito de evasión, porque cuando estás jugando al ajedrez no puedes pensar en otra cosa.
¿Ha visto el puñetazo de Carlsen cuando perdió contra el campeón del mundo?
No, aún no. Yo no he llegado al punto de darle un puñetazo a la mesa, pero sí que te da mucha rabia. Sobre todo cuando repasas las partidas, las analizas, y ves que se te ha pasado alguna cosa muy obvia. Aquí juego con Unai Simón.
¿Le gusta más el ajedrez o el fútbol?
El fútbol, pero por poco [se ríe].
Y todo eso que le enseña el ajedrez, ¿tiene traslado al fútbol?
Son deportes muy parecidos. En los dos hay millones y millones de movimientos posibles. Además, el comienzo es idéntico: dos equipos iguales que, una vez se pone el balón, o las piezas, en movimiento, cuentan con infinitas posibilidades.
¿Cómo empezó?
Yo sabía jugar de pequeño, y aunque no recuerdo practicar mucho, en el Leipzig empecé a jugar con Poulsen, que éramos del mismo nivel. Porque mola jugar con gente de tu nivel. Si hay mucha diferencia, no te diviertes.
Habla muchos idiomas, pero ¿en qué idioma piensa?
En español.
¿Siempre?
No, dependiendo del idioma que hable. Con mi pareja hablamos en inglés y pienso en inglés, cuando hablo en croata pienso en croata, ¡y eso sí que es máximo nivel! Fui muy joven y se asimila mejor.
Sabiendo lo que sabe hoy, ¿volvería a irse a Croacia?
Sí, a nivel profesional y personal. Lo que aprendí y mejoré en Zagreb es lo que me ha hecho ser el jugador que soy.

"Me gusta más el fútbol que el ajedrez, pero por poco. El ajedrez es táctica, conocimiento, concentración..."

¿Cuándo sea mayor qué quiere ser?
Pues feliz, quiero ser feliz. Te parece bien, ¿no?
Sí claro. ¿Por qué ha explotado esta selección en este último tramo?
Es un proceso. Si te fijas el bloque no ha cambiado mucho. En la Eurocopa 2021 merecimos más en la semifinal contra Italia, y en el Mundial en los penaltis contra Marruecos, pero básicamente éramos los mismos. Al final se trata de estar ahí y meterla para dentro.
Vivir en Barcelona, tener más cerca a la familia y a los amigos... ¿le ha venido bien?
Sí. Es calidad de vida, pero a mí en competición no me gusta cambiar lo que hacía cuando vivía fuera. Soy un tío muy casero. Estar en Barcelona, cerca de la familia y amigos, pues surgen plantes, cosas... pero yo necesito mis rutinas.

Francia, quilates en un ataque de 169 goles y remiendos en defensa: “No es lo ideal ante España”

Actualizado Miércoles, 4 junio 2025 - 22:09

Francia espera a España con el recuerdo vivo de la semifinal de la Eurocopa en Múnich, el colmillo más afilado y la necesidad de encajar todos los quilates que tiene en el ataque al tiempo que suturar las grietas en su defensa. Didier Deschamps asume el reto de solventar un rompecabezas de talento para que la campeona de Europa no le vuelva a alejar de la pelea por un título.

El primer paso es encontrar cómo encajar en el once a jugadores que viven su momento más dulce. Si hace un año Francia salió de la Euro con solo cuatro goles a favor -dos en propia puerta-, ahora tiene una pléyade de cañoneros en pico de forma. Imprescindible es Kylian Mbappé con sus 43 goles en todas las competiciones esta temporada, que vivió a medio gas y enmascarado el pasado verano. Pero ha sumado a Ousmane Dembélé, mejor jugador de la Champions que en 2025, y como falso 9 de Luis Enrique, ha marcado 33.

El seleccionador galo juega al despiste sobre darle descanso ante España y no alinearlo como titular, y es que para las bandas también tiene a dos de sus escuderos en el PSG: Doué, que recién cumplidos los 19 ha marcado 21 goles, y el joven a quien ha quitado el sitio, Bradley Barcola, que ha sumado 21, sin olvidar a Olise, que ha hecho 21 con el Bayern. A ellos se acaba de sumar Cherki, ha logrado 21 con el Olympique de Lyon y a quien Francia quiere retener ante la tentación de Argelia. Para la posición de delantero centro clásico aparecen Kolo-Muani (10) y Thuram (18). En total, estos futbolistas suman 169 goles y dejan a Deschamps ante el enviado problema de gestionar tanto talento.

Desajustes y lesiones

Los mayores problemas los tendrá en defensa y, aunque no son nuevos, se han agigantado. Francia acabó la fase de clasificación para esta final four como el equipo más goleado. Recibió seis goles por los cinco que encajó Portugal y los cuatro de Alemania y España. La eliminatoria de cuartos ante Croacia le permitió maquillar esa estadística y llevarla al empate con todos menos España, a quien Países Bajos le aguó con los cinco goles que se endosaron mutuamente.

En ese desajuste han ido pesando las lesiones. De la defensa que alineó como titular en la Eurocopa ante España, Deschamps solo tiene disponible a Theo Hernández en el lateral zurdo. El resto, lo tiene que remendar porque faltan Koundé, Saliba y Upamecano, todos lesionados.

Nico Williams y Lamine Yamal

Además, de los que ha citado no todos pasan por su mejor momento. Lucas Hernández , y Konaté apuntan a la titularidad con Pavard, que no aguantó los 90 minutos de la final del Champions, y Malo Gusto disputándose el lateral por donde se cruzarán con Nico Williams. Es a Theo Hernández a quien le tocará el baile con Lamine Yamal mientras Lenglet y los debutantes Badé y el central de la Juventus Pierre Kalulu esperan su momento junto al villano Lucas Digne.

«Obviamente, cuando se trata de España, no es lo ideal», admitió el seleccionador francés ante tanta baja. Así que no tendrá más remedio que ampararse en la efectividad de sus dos hombres que considera merecedores del Balón de Oro: Mbappé y, sobre todo, Dembélé.

El mensaje de Flick a Yamal: "Ahora todo parece fácil, pero si quieres jugar los próximos 15 años a ese nivel, también debes entrenar y trabajar muy bien"

El mensaje de Flick a Yamal: “Ahora todo parece fácil, pero si quieres jugar los próximos 15 años a ese nivel, también debes entrenar y trabajar muy bien”

Actualizado Viernes, 30 mayo 2025 - 16:55

El entrenador del Barcelona, Hansi Flick, ha elogiado el talento del delantero azulgrana Lamine Yamal, a quien define como "un genio", si bien ha asegurado que, por su juventud, deberán ayudarle de cara al futuro.

"Lamine Yamal es un genio. Pero creo que debemos ayudarle porque es joven y, ahora, todo parece fácil, pero no lo es. Si quieres jugar los próximos 15 años a ese nivel, también debes entrenar y trabajar muy bien. Mentalmente, también debes estar al nivel más alto", ha explicado el técnico alemán en una entrevista a 'Barça One', la televisión oficial del club.

Además de ensalzar la figura del futbolista de Mataró, que esta semana ha renovado su contrato con el club azulgrana hasta 2031, Flick ha repasado otros nombres propios del primer equipo como el centrocampista Pedro González 'Pedri' -"podría ser uno de los líderes en los próximos años", ha dicho sobre el canario- y el atacante Raphael Dias 'Raphinha'.

"Raphinha necesita confianza. Tiene calidad pero también tiene el corazón, la mentalidad y la actitud correctas. Además, siempre nos ayuda en defensa. Tiene mucho potencial", ha dicho sobre el brasileño, que este curso ha marcado 34 goles y ha repartido 22 asistencias.

En la entrevista, el entrenador germano ha destacado que "la grandeza" de su trabajo fue ver la emoción de los aficionados en la rúa de celebración de los tres títulos conquistados por su equipo (Copa del Rey, Supercopa de España y LaLiga EA Sports)

"Podemos aportar a los demás, a los aficionados, a los jugadores, que estén contentos. Ahora tengo la responsabilidad de volver a trabajar duro la próxima temporada. Siento que debo hacerlo. Es mi trabajo y lo haré por ellos", ha agregado.

No obstante, Flick ha recordado que el camino hasta conquistar el triplete nacional "no fue fácil" para sus jugadores, especialmente entre los meses de noviembre y diciembre, cuando el Barcelona encadenó algunos pinchazos que pusieron en duda sus opciones en la lucha por el título liguero.

Para saber más

"Aquí en Barcelona es como si pensaran demasiado negativo. Perdimos, sí, pero jugamos muy bien. Pedí a los jugadores que mantuvieran la calma, que creyeran en el equipo y, después, veríamos qué pasaría", ha reflexionado.

Según el técnico barcelonista "la calidad, el hambre, la buena actitud y la mentalidad" son las claves de un equipo que, según ha subrayado, tiene "mucho potencial".

En este sentido, ha enfatizado que "lo más importante" es analizar qué ocurre en los entrenamientos, donde este curso ha visto que a sus jugadores "les gusta trabajar", algo que ha calificado de "buena señal". Y lo que busca Flick es la "progresión" de sus futbolistas, que el próximo curso intentarán "jugar al máximo nivel" para volver a luchar por la Liga de Campeones, competición de la que esta temporada cayeron eliminados en las semifinales a manos del Inter de Milán.

"Trabajamos duro e intentamos jugar al máximo nivel, y eso es la Liga de Campeones. Además, queremos ganar el título. Sé que no es fácil, pero al final debemos trabajar fuerte, pero también debemos mantenernos unidos. Debemos demostrar el gran equipo que somos, y podemos demostrarlo en el campo, en defensa, pero también en ataque, y eso es lo que quiero ver del equipo", ha zanjado.

El Atleti de Simeone huele a cerrado: toca ventilar

El Atleti de Simeone huele a cerrado: toca ventilar

Carlo Ancelotti ganó Liga y Champions la temporada pasada, su segundo doblete XL en esta etapa, y el Madrid ha prescindido de él un año después. Xavi Hernández, una institución en el Barça, seguramente el futbolista más importante de su historia trasMessi, también estaba en la calle a los 12 meses de celebrar la Liga. Ambas cosas le parecieron lógicas a todo el mundo. Sin embargo, en el Atlético, tras cuatro cursos de soporífero y progresivo declive, no se puede hablar, a riesgo de ser declarado hereje, de si la era de Simeone se ha agotado. Y se debe hablar. Urge, incluso.

Para que los apologetas no se solivianten, empezaré aclarando que el Cholo no es el problema del Atleti, pero hay que preguntarse si sigue siendo la solución. La temporada rojiblanca es mediocre y eso no lo cambia una goleada a un Betis con la cabeza a otras cosas. Definirla de cualquier otra manera es negar la evidencia, pero les adelanto las excusas: "¡Se han cumplido los objetivos!" (ser tercero en una liga de tres, a Neptuno), "¡no hubo doble toque!" (el Arsenal le metió luego cinco al Madrid, tal vez llegar hasta los penaltis no fue una heroicidad sino un suicidio), "¡la plantilla es muy mala!" (no lo es, pero en cualquier caso ningún futbolista entra o sale de ese vestuario sin el OK del técnico).

Decía el domingo Simeone que es imposible competir día a día con dos multinacionales gigantescas como Madrid y Barça. Es cierto, pero nadie en su sano juicio le pide eso al Atleti. Lo que se le pide es que dé la mejor versión posible de sí mismo y ya se verá hasta dónde le lleva eso. Es una exigencia que instauró el propio Cholo para sacar a un club muerto de la morgue, pero las última cuatro temporadas no lo ha cumplido: el equipo no evoluciona, se ha arrastrado por la mitad de campos de Primera, sólo sabe qué hacer cuando el rival es más grande y puede limitarse a resistir, la meritocracia se ha agrietado (Correa mereció más, este año y todos)...

La sensación es que el propio Simeone se ha acomodado ante la falta de exigencia de la directiva, la grada y la competición. En esta Liga mustia va a entrar en Champions cada año. El mérito de eso se ha diluido, es inercia y dinero.

Nada más ganar la Liga, Lamine Yamal reconoció la labor de Xavi, pero bendijo a Hansi Flick: "Nos ha dado aire fresco, necesitábamos un cambio". Y tanto. Ahora todo es bonito, pero en agosto nadie daba un euro por este Barça. Entonces llegó el alemán con una idea clara y moderna, empezó a resucitar futbolistas cuya carrera se desvanecía (Raphinha, De Jong, Iñigo Martínez, Ferran...) y decidió mirando al balón y no a los galones (Bernal, Casadó, Eric, Gerard Martín...). ¿Saben quién hizo exactamente lo mismo en 2012? Simeone con Godín, Tiago, Filipe, Arda, Koke, Diego Costa... Aquel Atleti también necesitaba aire fresco y el Cholo fue un vendaval. Trece años después, vuelve a oler a cerrado. Toca ventilar.

Los superpoderes de Lamine Yamal, un futbolista de Marvel: "Con 15 años ya era superior a jugadores de 20"

Los superpoderes de Lamine Yamal, un futbolista de Marvel: “Con 15 años ya era superior a jugadores de 20”

La precocidad siempre nos asombra, pero en ocasiones puede responder a las circunstancias del contexto, no a una capacidad extraordinaria. Julio César Baldivieso debutó en la liga profesional de Bolivia con 12 años y 362 días, y Freddy Adu fue, con 14 años, el jugador más joven en firmar un contrato profesional, en Estados Unidos en 2001, cuando la Major League Soccer empezaba a tomar forma. Esa precocidad no tiene nada que ver con la de Lamine Yamal, cuya irrupción en el primer mundo del fútbol, con 16 años, y su dominio con 17 es sólo comparable a la de mitos como Pelé o Maradona. Ni siquiera Messi hacía semejantes cosas a su edad. Cuando la precocidad va asociada a lo extraordinario no podemos justificarlo siquiera con el buen trabajo que se realiza en la Masía con los jóvenes, y del que Cubarsí, Casadó o Fermín constituyen una nueva prueba. No. Cabe únicamente hablar de superpoderes, como si a Lamine le hubiera ocurrido lo mismo que a Spiderman, al que picó una araña radiactiva, como si este futbolista fuera, en realidad, producto de la ficción. Jorge Valdano dijo tiempo atrás que Romario era un jugador de dibujos animados, por sus movimientos en el área. Lamine es mucho más, un superhéroe de Marvel.

Puede ser Spiderman cuando se desliza por la banda como si escalara una pared sin apenas tocarla. Puede ser el Capitán América, que siempre decide lo correcto para los suyos. Puede ser Thor si lo necesita para encontrar la solución en la contundencia cuando no hay más remedio, como hizo ante el Espanyol para poner su rúbrica al título de Liga o empatar ante Francia en la Eurocopa. Dos goles con el mismo trazo y golpeo. Un recorrido hacia adentro, en paralelo al área, y un disparo que recuerdan a los del mejor Messi, pero no a un Messi con 17 años.

Lamine marca ante el Espanyol.

Lamine marca ante el Espanyol.Enric FontcubertaEFE

El argentino debutó con esa edad en partido oficial con el primer equipo azulgrana, ante el Espanyol, pero su eclosión llegó después. Sumó 100 partidos a punto de cumplir los 21. Lamine jugó su primer partido oficial con el Barcelona a los 15 años, ante el Betis, y alcanzó el centenario en la ida frente al Inter, probablemente en su partido más completo como azulgrana.

Dada la colosal obra de Messi, probablemente el mejor jugador de la historia, la comparación es algo más que una irreverencia, un sacrilegio, pero es inevitable, al ser, además, producto de la misma crianza en la Masía. La cantera es el contexto que permite que el talento emerja, y ese éxito no se puede regatear a la Masía, pero no hay cantera que garantice que aparezcan semejantes talentos. Lo dijo claro Simone Inzaghi, después de dejar al Barça fuera de la final de la Champions: «Aparece un jugador como Lamine Yamal cada 50 años».

Más asistencias que goles

La comparación a propósito de los primeros 100 partidos ya deja, no obstante, algunos rasgos diferenciales. Messi marcó casi el doble de goles (41-22), mientras que Lamine ofreció más del doble de asistencias (33-15). Ambos calcaron las titularidades, con una más para el argentino (76-77). Se puede ser diferencial en el terreno de juego sin el gol como enseña, pero las grandes jerarquías y los premios lo exigen, y eso Lamine lo sabe. Durante el tramo intermedio de la temporada llegó a ofuscar al delantero, autor, en cambio, de tantos decisivos. Ha marcado en tres los cuatro clásicos jugados esta temporada, en todos menos en la final de Copa.

Las comparaciones, siempre odiosas, van a dar, pues, para mucho, pero antes hay que preguntarse si Lamine será capaz de sostenerse en la cima o el balón acabara por ser la piedra de Sísifo. El fútbol sirve ejemplos para todo. En caso de lograrlo, también hay que cuestionarse acerca de su progresión, cómo y dónde puede mejorar. Para obtener respuestas, nada como acercarse a quienes han trabajado de cerca con este nuevo Mozart de la pelota.

Lamine, durante un partido de Liga.

Lamine, durante un partido de Liga.Alberto EstevezEFE

Óscar López fue su último entrenador, en el Juvenil A azulgrana, desde donde subió al primer equipo, después de devorar etapas a bocados. «Eso que veis ahora, con 17 años, ya lo veíamos con 15, porque con esa edad se enfrentaba a jugadores de 20, en la Youth League, y los superaba», explica el técnico, al que tampoco sorprenden ejercicios de liderazgo como el que mostró ante el Inter. «Cuando vi el partido -prosigue- esa forma de echarse el equipo a la espalda, me acordé de un partido que jugamos contra el Mallorca. En el descanso perdíamos 2-0 y les dije a los jugadores las cosas que debíamos cambiar. Sin ningún miramiento ni una sola palabra, Lamine decidió cambiarlo todo por su cuenta».

Introvertido en el vestuario

Nacido en Esplugues de Llobregat pero criado en el barrio de Rocafonda de Mataró, en un entorno duro, el Barça hizo una excepción con Lamine, por consejo de Jordi Roura, para que residiera en la Masía, algo no habitual en los niños que viven en Barcelona o las poblaciones cercanas, y de ese modo evitar riesgos. López no cree que, hoy, existan: «Es muy maduro para su edad, sabe lo que cuestan las cosas y tiene claro lo que quiere. Es introvertido, pero siempre toma las decisiones adecuadas, como hace en el campo».

«Claro que tiene margen de mejora, pero lo que no veo es que eso afecte a su posición. Conmigo jugó de extremo, como ahora, y de interior, pero es en la primera posición donde es decisivo, dadas sus condiciones. No lo veo pasando al centro, como ocurrió con Messi». La izquierda es la pierna dominante de un jugador prácticamente ambidiestro, que juega en la derecha a pierna cambiada, desde donde cada diagonal hacia el centro, como en la que selló la Liga o marcó ante el Villarreal, es una muestra de superpoderes, mitad Spiderman, mitad Thor.

Raphinha, Iñigo Martínez, De Jong... Flick revaloriza al Barcelona de pies a cabeza

Raphinha, Iñigo Martínez, De Jong… Flick revaloriza al Barcelona de pies a cabeza

Actualizado Jueves, 15 mayo 2025 - 23:42

Hansi Flick ha sido el gran artífice del resurgir meteórico del Barcelona y ni siquiera le ha hecho falta que haya habido un periodo de transición de por medio. Con Dani Olmo como único factor diferencial con respecto al curso pasado, entre los indiscutibles méritos del técnico alemán se encuentra su capacidad para revalorizar al equipo y encontrar soluciones a los distintos problemas que se fue encontrando.

En una temporada en la que ha cerrado un doblete de Liga y Copa del Rey y en la que cayó de la Champions en semifinales tras dos espectaculares partidos ante el Inter de Milán, el alemán no solo ha contado con la inusitada solidez de un Pau Cubarsí, que se afianzó como titular en el centro de la zaga antes de sacarse el carné de conducir, el enorme talento en la medular de un Pedri a quien las lesiones, por fin, parecen haberlo dejado en paz de una vez por todas y la genialidad de un Lamine Yamal que, pese a su juventud, es a todas luces el nuevo gran estandarte del club.

También ha sido capaz de recuperar o darles la confianza necesaria a jugadores que, a la postre, han sido también del todo determinantes para armar la columna vertebral de su equipo: Wojtiech Szczesny, Iñigo Martínez, Frenkie de Jong y Raphinha. La gravísima lesión de Marc-André ter Stegen a finales de septiembre del año pasado dejó la portería azulgrana en vilo. Flick, inicialmente, quería contar con un portero con experiencia en caso de que cayera también Iñaki Peña y Robert Lewandowski, otro de los jugadores que ha tenido un gran rendimiento bajo su mando, se puso en contacto con su compatriota Szczesny para que descolgara los guantes y se enrolara en la aventura azulgrana.

Szczesny, talismán

Al polaco le costó entrar en el equipo. No en vano, llevaba retirado desde el verano. Pero una vez empezó a jugar con asiduidad, Flick dejó sin duda alguna la portería en sus manos, incluso después de un desafortunado partido en el estadio del Benfica. Pasó a considerarlo su talismán particular durante el gran número de partidos en los que, con él bajo los palos, el equipo no conoció la derrota. Pese a algunos fallos puntuales y a que su rendimiento parece haber bajado últimamente algunos enteros, la solidez que transmite desde un puesto tan delicado como el de arquero ha sido vital.

En el centro de la defensa, la gran apuesta de Flick fue la de Iñigo Martínez. Hasta tal punto, que priorizó sin dudarlo su inscripción en la Liga por encima de la del gran fichaje de este curso, Dani Olmo. El zaguero, quien llegó al club el curso pasado en la recta final de una lesión que impidió que Xavi pudiera contar con él en los primeros compases de la competición, ha sido fundamental en sus esquemas.

Tanto a la hora de poner en práctica con éxito la trampa del fuera de juego en la que tantos y tantos rivales han caído a lo largo de la presente campaña como por todo lo que transmite en el vestuario. No en vano, el vasco, de 33 años, es uno de los más veteranos de una plantilla en la que los jóvenes talentos de La Masia no paran de demostrar una calidad intachable, trufada a veces por algunos inevitables pecados de juventud. La experiencia que puede aportar Iñigo Martínez, tanto dentro como fuera del campo, también ha sido clave en la gran temporada que han firmado los azulgrana.

El regreso del neerlandés

En el centro del campo, mientras, además de propiciar las irrupciones del también lesionado de larga duración Marc Bernal o de un todoterreno inasequible al desaliento como Marc Casadó, Flick ha sido el artífice de la recuperación de un jugador que parecía aparentemente perdido para la causa: Frenkie de Jong.

En cuanto llegó al club dejó claro desde el primer momento que el neerlandés iba a ser fundamental para sus esquemas. Y, poco a poco, también con algunas fases de cierta incertidumbre de por medio, parece haber logrado su objetivo. Tanto a nivel de juego como, sobre todo, de implicación por parte de un futbolista que, al fin, lució como es debido galones de capitán en un duelo tan comprometido como el protagonizado ante el Real Madrid en Montjuïc el pasado domingo. Se espera que su estela no vuelva a decaer por enésima vez.

Pero quien ha protagonizado la metamorfosis más decididamente espectacular, a pesar de todo, ha sido sin duda Raphinha. El brasileño, que nunca llegó a gozar del todo de la confianza de Xavi Hernández, ha firmado unos números que podrían hacerlo candidato, por lo menos, a estar en el podio del próximo Balón de Oro.

Con Flick, se ha erigido en el segundo máximo anotador de los azulgrana, con un total de 34 goles en 54 partidos, a los que les suma también 25 asistencias. Su actitud de darlo todo hasta el final le ha permitido firmar varias acciones decisivas. Como, por ejemplo, el gol, prácticamente en el último suspiro, con el que los azulgrana se impusieron por 4-5 al Benfica en la fase de liguilla de la Champions a finales del pasado mes de enero. Infatigable, también hizo dos tantos en una nueva remontada de los azulgrana, esta vez ante el Real Madrid, en Montjuïc, en un duelo que se reveló crucial para que el Barcelona conquistase su vigésimoctavo título de Liga.

La Liga de Mbappé es para Lamine

La Liga de Mbappé es para Lamine

Supongo que la gente ya habrá desalojado Canaletas en vez de llenarla. Es lo que tiene celebrar las ligas en diferido, como Bárcenas cobraba los finiquitos. La 28 del Barça empezó con el quinto gol anulado a Fermín por Real Madrid TV, y acabará cuando Joan Gaspar salga del Mediterráneo por la Barceloneta.

A estas alturas del título, uno ya sólo puede celebrar a Lamine Yamal, y esperar al siguiente. O por lo menos a que tu único hijo de nueve años se haga de una vez por todas del Barça. El otro día, con el 0-2, me pasó el escudo de su camiseta de Bellingham por la cara; y con el 3-2 se durmió, porque los hijos no paran de darles lecciones a los padres.

La Liga de Mbappé ha sido finalmente la Liga de Lamine. El mejor jugador del mundo ha llegado a nuestra Liga. Sólo era cuestión de que creciera un poco para que lo viéramos todos.

El Barça ha ganado la Liga con el gol Messi, pero en las botas de Lamine. El argentino fue una suerte para el Barça, no tanto por tenerle, que también, sino porque decidió no irse, al menos demasiado pronto, ya fuera a golpe de talonario o de cabreo, como los Ronaldo, Figo, Maradona o Neymar. Lo mínimo que se le puede pedir a esta directiva es que Lamine no acabe sus días comprando el Valladolid, enfadándose en Twitter con Gabriel Rufián o teniendo hijos rubísimos.

El miedo que Lamine dice que perdió en un parque de Mataró, Vinicius lo ha encontrado en Valencia, y lo ha trasladado al Bernabéu, donde no quiere ni aparecer media plantilla. Y los aficionados han empezado a vaciarlo incluso antes de los partidos. Normal que Ancelotti quiera ver el final de Liga desde Brasil, si hasta Florentino, que es quien más sabe de esto, no quiso ni ver el Clásico.

Mientras el Madrid mira fichajes, al Barça no le queda otra que regar canteranos, ponerles una varilla para que no se tuerzan, y tratar de compensar los millones con abrazos. A Xavi no le llegaba esta plantilla, y a Flick le han sobrado tres jornadas. Le ficharon para acortar la distancia abismal que separaba al Barça del Madrid, y ha acabado ampliándola en sentido contrario. A cada Bernal le salía un Casadó, como si tras cada miembro amputado le brotara uno nuevo y mejor. Ha sacado un portero del hogar del pensionista. Y ha dejado la sensación de que habría podido armar una defensa inexpugnable con Yerry Mina, Chygrynskyi, Bogarde y Oriol Romeu.

El Barça le ha arrebatado al Madrid tres títulos en su cara, el patrimonio de las remontadas y el apetito. Y esto último basta aunque no sepas defender, y te inventes la línea del fuera de juego para no tener que hacerlo. El hambre es lo que hace funcionar los equipos, las empresas de fontanería y el Ministerio de Hacienda. Eso sí, se cura con títulos, aunque luego ya nadie sabe cómo se cura uno de ganarlos.

Santi Giménez: "El periodismo bufandero sin careta se inventó en Barcelona... y ya se apuntaron todos"

Santi Giménez: “El periodismo bufandero sin careta se inventó en Barcelona… y ya se apuntaron todos”

Santi Giménez (Barcelona, 1968) es un montón de cosas. Subdirector de ‘As’, comentarista de ‘Carrusel Deportivo’ y ‘El Larguero’, colaborador cultural en RAC1, muy alto, llamativamente pelirrojo (tirando a cano ya, todo hay que decirlo), culé, escritor, abuelo aunque no lo parezca, bebedor sibarita y actor fetiche de David Trueba, entre otra serie de cuestiones.

Acaba de publicar un libro de relatos, ‘Nos crecen los enanos’, alrededor de las calamidades históricas del Barça, que, pese a que la semana ha sido dura, no son tantas. "Cualquier equipo podría tener su libro de desgracias. Las del Barça a mí me tocan más de cerca, pero los del Atleti o el Espanyol tendrían varios volúmenes. Hasta el Real Madrid, aunque no lo quieran reconocer, con las Ligas de Tenerife o el Centenariazo. Lo bonito es que, por muchas putadas que te haga tu equipo, tú no te bajas. Si no, seríamos todos del Madrid. Un coñazo", explica.

Perder no es para tanto.
En realidad, lo cojonudo es lo que decía [el regatista] Dennis Conner: "Sólo hay una cosa mejor que ganar que es perder y volver a ganar". Porque cuando te la has pegado antes, la victoria es distinta. Sin las derrotas en las finales de Copa de Europa de Berna o de Sevilla, las Champions que ha ganado luego el Barça no tendrían el mismo sabor. Si ganas las seis primeras Copas de Europa y luego no pierdes una final ni a tiros, no tiene ni puta gracia.
¿Aún disfrutas escribiendo?
En esto, como en el deporte, también te imaginas que vas a ganar siempre y luego es mentira. Crees que vas a escribir con tiempo y al final no te da la vida y no cumples los plazos. Esto tan famoso de Virginia Woolf de que para escribir en condiciones hay que tener una habitación propia lo podían decir ellos porque eran totalmente millonarios. Yo tengo un trabajo, unos plazos, una vida… Así que en general aún me gusta escribir, pero siempre existe el momento en el que te arrepientes de haberte metido en este lío.

Para saber más

Siendo un hombre de múltiples inquietudes, ¿es aplicable ese arrepentimiento también al periodismo?
No me arrepiento nada porque creo que tampoco sabría hacer otra cosa. Es lo que siempre he querido hacer y me da igual el periodismo deportivo, que me gusta mucho, u otro tipo de periodismo porque es cierto que me interesan muchas cosas. También hago cosas de periodismo cultural o histórico [consejo del entrevistador: busquen sus dos libros de los Execrables, sobre la cara oculta de los grandes personajes de la Historia], por ejemplo. El periodismo te permite tocar muchos palos y conocer a gente interesante y a mucho miserable también, no nos vamos a engañar.
Existe un prejuicio crónico hacia el periodista deportivo, como si por hablar de fútbol fueras automáticamente un gañán.
Es verdad y no se sostiene. En el periodismo deportivo se ha escrito muy bien y solamente tienes que mirar la cantera que ha sido. En Barcelona, Carles Francino, Andreu Buenafuente, Jordi Basté o Joaquim Maria Puyal empezaron en el periodismo deportivo y seguro que en Madrid hay otros mil ejemplos. El periodismo deportivo te da una agilidad, una rapidez y una manera de actuar que no la tienen otras secciones. Los de política, evidentemente, van muy agobiados durante la campaña electoral, pero es que para nosotros la campaña electoral empieza en agosto y acaba en junio. Además a través del deporte puedes escribir de casi cualquier cosa de la vida. Es verdad que estamos bastante estigmatizados y esa fama de zotes viene porque se toma la parte por el todo. Si ves a ciertos personajes y programas como ‘El Chiringuito’, vas a pensar que todo el mundo es así y que los periodistas deportivos somos gente que nos dedicamos a gritarnos con la camiseta puesta. Y los hay, pero son sólo una parte.
¿Hay diferencia en esto entre Madrid y Barcelona?
No lo creo. De hecho, el periodismo bufandero sin careta lo inventa el ‘Sport’, que es el primer diario que se declara abiertamente del Barça. Un poco forzado por eso, le siguió ‘Mundo Deportivo’, que originalmente quería ser ‘L’Equipe’ y cuando el Espanyol jugaba en casa abría con el Espanyol. ‘As’ y ‘Marca’ se sumaron también enseguida a la casa del Madrid, aunque Marca mantuvo aún un tiempo la zamarra de "el diario de todas las aficiones", que ya evidentemente ha pasado al olvido. Pero esa corriente se inventó en Barcelona y ya se apuntaron todos.
Empezaste tu carrera cerrando dos periódicos, ‘Las Noticias’ y ‘Diario de Barcelona’. Sólo podías mejorar.
A ver, igual fue una señal, pero me quedé porque era divertido. El primero fue un proyecto que duró tres meses y cerró porque, evidentemente, lo utilizaron para blanquear dinero y el siguiente acabó muriendo por cuestiones políticas, pero era el diario más antiguo del continente después de ‘The Times’. Ahí viví cómo se pasaba de la linotipia y los fotolitos a los periódicos de ahora, que son otra cosa que nada tiene que ver con aquel diario y aquella era del periodismo que murieron a la vez.
En esos primeros años de carrera vives dos cosas que se han mitificado mucho y no sé si fueron para tanto. La primera es ese periodismo crápula de redacciones con tabaco y alcohol.
Era para tanto. En el ‘Diario de Barcelona’, cada día a las siete de la tarde subía el del bar de abajo con un carrito como los de los aviones con ginebra, vodka, whisky… Lo que bebieras. Aparte de las botellas que cada redactor tenía en su cajón, claro. Iba sirviendo y a las siete y media, cada tarde, todas las mesas se llenaban de cubatas. Y ya tomaba nota a los que se quedaban a cenar para ver qué les subía a las diez. Yo me integré bien. Vi que era tradición y me pedí un gintonic.
Un esfuerzo.
Claro, joder, si a mí me encantaba la Fanta y hasta hacía deporte, pero hay que integrarse. El tema es que entonces el ambiente era diferente porque se pasaba muchísimo más tiempo en las redacciones. No había teléfonos móviles ni ordenadores portátiles y todo el mundo trabajaba llamando por el teléfono fijo de su mes o saliendo a la calle a buscar noticias, pero teniendo que volver para escribirlas en la redacción. No era esto de ahora que hago cuatro llamadas con el móvil, lo escribo desde donde sea y me puedo pasar una semana sin ver a los compañeros. Antes estábamos juntos todas las putas horas del día.
Y teníais acceso a los protagonistas, otra cosa que ha desaparecido.
Claro. Tenías acceso a los jugadores del Barça y del Espanyol porque cada día salían del entrenamiento y hablaban contigo. También es cierto que ahora hay cientos de periodistas cubriendo al Barça y antes éramos diez o doce. Nos conocían a todos por el nombre, se paraban a hablar, dejábamos los coches en el mismo parking… Hubo una época en que los futbolistas del Barça entrenaban en unos campos detrás del Miniestadi, pero se cambiaban en el Camp Nou. Era un trayecto de unos 300 metros y normalmente lo hacían andando, pero había ahí algunas facultades de las universidades y, si veían mucha gente, nos pedían que les llevásemos en nuestros coches. Este era el nivel de confianza.
Los viajes ayudaban mucho también.
Viajabas con ellos en el mismo avión, estabas en el mismo hotel, podíais salir juntos por la noche… Los clubes o la selección nos metían a los periodistas en ese pack y con lo que nos cobraban básicamente pagaban el hotel y el avión a los jugadores. Ahora que tienen mucho más dinero, ya no les interesa. La convivencia era total y yo creo que hay algo en que tanto los clubes como los futbolistas se equivocan. Dicen que nos han alejado porque si les conocemos demasiado, nos metemos en sus vidas. Y es falso. Cuando sí había trato nadie se metía en sus vidas privadas, aunque las conocíamos, porque les protegías mucho más. Salían ganando los jugadores porque un tío con el que tienes una relación personal, cuando te tenga que dar un palo te lo va a dar con más cariño que si no le conoces de nada.
La segunda cuestión mitificada de tus inicios son los Juegos de Barcelona 92 y la felicidad y modernidad que transmitieron.
Eso fue curioso porque la ciudad estaba bastante dividida en los años previos. A mi generación, que éramos aún muy jóvenes, nos pareció cojonudo que nos los dieran, pero para la gente más mayor aquello era un atraco a la ciudad, cuatro años de obras, nos iban a invadir los turistas y los independentistas decían que era una maniobra para españolizar, porque hubo alguna actuación cuestionable del juez Garzón al respecto. El orgullo surge a posteriori porque recuerdo mucha gente que decidió irse de Barcelona esos 15 días y a la semana volvió porque vieron que aquello era maravilloso. Yo lo viví desde dentro y me pareció fantástico. Por mucho fútbol que haya hecho y muchas Champions del Barça, los Juegos de Barcelona son mi recuerdo profesional más feliz.
Eras casi un crío.
Tenía 23 años. Otra cosa que pasaba en ese periodismo tan mitificado es que no había Comité de Empresa y el director decidió echar a toda la sección de deportes de un día para otro poco antes de los Juegos Olímpicos, fichar a cuatro chavales y me tocó ir a cubrir el atletismo. Me vi en el Estadio Olímpico haciendo el deporte rey y flipé.
Aquí hay un giro argumental loco porque de esa imagen idílica pasaste a trabajar en la política, en Prensa de CiU. ¿Qué pintabas allí?
Nada, pero cerró el periódico, mi madre se preocupó mucho por mi futuro laboral, ella estaba en Convergència y se enteró de que había una vacante para cubrir durante dos meses una campaña electoral absurda para las europeas. Pensé: "Bueno, son sólo dos meses y necesito dinero para irme de vacaciones". La gente era majísima y fue divertido verlo desde el otro lado, pero la campaña era de un hombre aburridísimo que se llamaba Carles Gasòliba y mi trabajo era básicamente escuchar tertulias y atender a los medios de comunicación que querían entrevistas. Lo que pasa es que la vida en Cataluña es lo que sucede entre elección y elección y llegaron casi seguidas a la Generalitat, al Ayuntamiento y unas generales, y me fui quedando.
Eso ya era más interesante.
Mucho. El Ayuntamiento fue Miquel Roca contra Pasqual Maragall; la Generalitat, en el 95, iba a ser la última de Jordi Pujol, que luego no, y las generales, que fue la última campaña que hice, ya en la caravana electoral, fue la que acabó con el Pacto del Majestic con Aznar, que lo viví. Ahí ya dije que me iba, que aquello no era lo mío y tampoco era, digamos, el partido que a mí me representa. Pero fue una experiencia cojonuda.
¿Qué tal con Pujol?
Hostia, es un personaje increíble. Llevaba acompañándole tres o cuatro meses a actos y un día había un foro internacional en Barcelona y, como hablaba inglés, me pusieron a guiar a un equipo de la BBC que estaba haciendo un reportaje especial sobre Pujol. Los llevo a hablar con él y el tío me vio así pelirrojo, alto y hablando raro, me confundió con el de la BBC y me empezó a chapurrear en inglés hasta que entendió que yo era de los suyos. Pero lo mejor era lo de las siestas.
Desarrolla, por favor.
Pujol necesitaba echarse la siesta en casi cualquier circunstancia, así que cuando tenía comidas fuera, le cerrábamos una sala y el tío se tiraba en el suelo, debajo de la mesa, a dormir un rato. Sólo le asomaban las piernas. Un día estaba dormido y entró un obrero que estaba arreglando un pladur del salón, vio los pies que salían por debajo de la mesa, miró quién era y pensó que había habido un atentado. Empezó a gritar: "¡Han matado a Pujol!". Y el otro se despertó sobresaltado sin entender nada. Fue una escena increíble.

David Ramírez / Araba Press

De CiU pasas al ‘Sport’, tu carrera se dispara y compartes redacción con tu compañero del alma, Lu Martín.
Así es. Es el mejor reportero que hay y su capacidad para sacar noticias y trabajar es increíble. Luego hay que arreglarle los textos, eso sí. Nos conocíamos de antes, de los viajes y tal, y siempre congeniamos. Cuando empezamos ya a viajar juntos a todo, la cosa cogió otra dimensión.
Y acabasteis en la cárcel.
Yo obligado, él voluntariamente en un acto de amor. Fue en un stage del Barça en Suiza y tuvimos un accidente de tráfico. Nada grave, pero como era un viernes por la tarde, había un herido leve, yo conducía y era extranjero, el protocolo marcaba que tenían que encerrarme hasta que apareciera el juez de guardia el sábado o el domingo. Me metieron en el calabozo y Lu dijo que no me dejaba solo y que también le detuvieran. Accedieron, pero entonces pidió una celda con dos enchufes y que nos dejaran meter los ordenadores porque teníamos que trabajar. Todavía están alucinando los policías suizos. Fue la única petición que hicimos, tampoco fuimos tan problemáticos.
Habría que preguntarles a ellos.
El caso es que al final nos echaron de la cárcel. Les dimos tanto la paliza que, para que dejáramos de molestar, nos mandaron al hotel bajo la promesa de que volviéramos cuando llegase el juez.
¿Cumplisteis?
Por supuesto, son gente muy educada los suizos.
En 2010 fichas por ‘As’, que para un culé es pasarse al enemigo.
Yo nunca lo había visto como el enemigo y en el ‘Sport’ era una mala época de cambios. Echaron a Miguel Rico, Lu se fue cinco minutos antes de que lo despidieran, Fernando Zueras se fue, Carazo ya no pintaba nada… Aquello había cambiado mucho y lo cierto es que yo tampoco pintaba ya nada y era el siguiente al que iban a echar. Entonces apareció el ‘As’, que buscaba un delegado en Cataluña porque Tomás Guasch se había ido con Paco González y Lama a la COPE. Alfredo Relaño pensó en mí y me pareció muy divertido. La verdad es que he escrito con más libertad del Barça en el ‘As’ que en el ‘Sport’. En un diario de Madrid puedes explicar cosas que pasan en el Barça que no te gustan, mientras que en uno de Barcelona que vive de las promociones y de los contactos del club, es más jodido. Total, a mí el Barça ya no me da nada porque soy del ‘As’, así que tengo la absoluta libertad para escribir lo que quiera.
Relaño también valoró siempre que le resistías las sobremesas, cuestión no siempre sencilla.
Sí, sí, sí. Vamos, creo que el día que Alfredo decide ficharme es uno que viene a Barcelona a verme, vamos a comer y acabamos a las siete de la tarde. Me dijo: "Me has aguantado la comida. Creo que eres el hombre adecuado" [risas].
No hemos hablado de tu faceta de actor, una carrera corta pero intensa.
Soy un actor de culto como John Cazale, que sólo hizo cinco pelis, pero todas buenas y casi todas con Coppola [risas]. Soy el John Cazale de David Trueba. Estuve en ‘¿Qué fue de Jorge Sanz?’, ahora en la de Eugenio [‘Saben aquell’] y ya estoy esperando lo siguiente, pero ya sabes que a los actores, a partir de cierta edad, ya no nos llegan tantos papeles.
Sobre todo a los galanes, claro.
Exactamente, me pasa un poco como a Jorge Sanz.
Jorge es tu amigo.
Así es, incluso me hizo alguna presentación bastante histórica de un libro de la que no voy a hablar porque no quiero volver a la cárcel.
Aquí volvemos a lo de los prejuicios del principio. En realidad, te mueves en un círculo intelectual de Barcelona.
Sí, esto empezó también es mucho por Lu, que se movía en ese ambiente. David Trueba, Pep Guardiola, Fermín Muguruza... Gente interesante que, además, también que te respetan y no ven al periodista deportivo como a un gañán ni te dicen: "Hostia, has leído libros y sabes de cosas a pesar de ser periodista deportivo". Tengo una amistad normal y natural, no es aquello de buscar el famoseo por el famoseo.
¿Guardiola se relaja en algún momento?
Quiero aclarar que no me considero amigo de Pep, esos son Trueba y Lu, yo soy un conocido, nos llevamos bien y hemos salido a cenar juntos todos. Guardiola se relaja dentro de su sistema. Es decir, habla de otras cosas y es divertido, pero llega un momento en que habla de fútbol y es que lo vive de verdad, es muy apasionado y es un privilegio que te explique fútbol.
Cuando hemos hablado de mitos de los 90, no hemos hablado del mayor para el barcelonismo: Johan Cruyff.
Merecido todo. En la distancia corta era magnético, el carisma en persona. Un tío divertido, fácil, afable e inteligentísimo. Tardé diez ruedas de prensa en atreverme a preguntarle algo, estaba cagado. Cruyff tenía una bronca abierta con Díaz Vega y al día siguiente a un partido había una reunión de los entrenadores con los árbitros, fue la primera vez que me atreví a preguntarle: "¿Y usted con qué cara va a ir allá?". Y el tío me miró y dijo: "Muy buena pregunta, pues no voy a ir" [risas]. Entonces ya me relajé y empecé a preguntar a Cruyff sin miedo. Al cabo de unas semanas, nos cruzamos por la calle, se paró y vino a buscarme para saludar. Ese día pensé: "Ya está, ya me puedo morir en paz".
¿Laporta es dios o diablo? Desde lejos, se ven las dos corrientes en el barcelonismo.
Lo que es Laporta es constante. Los que tiene a favor, los tiene siempre a favor y son inamovibles. Los contrarios son el ejército de Pancho Villa y nunca acaban de decidir quién da la cara contra él, porque Laporta es muy bueno en la confrontación, tiene siempre esa base de incondicionales y para ganarle vas a tener que bajar al barro. Y Laporta es un tío de batalla mientras que los otros son parte de una alta sociedad barcelonesa a la que no le gusta mancharse las manos ni tienen la jeta que tiene Laporta para jugarse el patrimonio. Laporta es un integrista del Barça.
Luego te sale un Lamine Yamal y te lo soluciona todo.
Claro, porque, después de que te salga un Messi, que te salga un Lamine es para contarlo en los libros de Historia. Increíble. También hay que tener en cuenta el factor azar y que para que estos chavales salgan ha hecho falta hacer muchos fichajes terribles antes. Por ejemplo, Fermín estaba cedido en el Linares. A todos estos jugadores les das confianza por la necesidad absoluta. Si se llega a quedar Dembélé, Lamine estaría jugando en el Girona.
¿Cómo ves el estado general del periodismo?
Está cambiando y no sabe cómo. Hay un problema de empaquetamiento, de cómo vender y monetizar el producto. Los periódicos de papel ya no se venden y en la web la gente no quiere pagar. Por lo tanto, la ecuación es complicada y eso está llevando a una cosa espantosa que es el clickbait y el síndrome del redactor asesinado, esos que se mueren a medio titular y te dejan la idea a medias o unos puntos suspensivos. Siempre tengo la sensación de que alguien ha entrado en la redacción y les ha disparado. Eso va muy en contra del oficio. Creo que no se hace buen periodismo y hay que darle una vuelta a las webs, no puede ser que se dediquen a ser elementos para engañar al lector como un imbécil porque picará dos veces en una noticia de estas, pero verá que es una chorrada y a la tercera ya no entrará porque no es gilipollas. Y luego hay que ordenarlas mejor, no puede estar todo al mismo nivel y una noticia sobre la Dana al lado de otra sobre las tetas de una concursante de la Isla de las Tentaciones. No lo acabo de entender, pero también es cierto que ya soy un señor viejo.
Bueno, te ha cundido. Has cubierto Barcelona 92, has tratado a Cruyff y has bebido con George Best.
Cierto, lo de Best es quizás lo que más ilusión me ha hecho por inopinado. Yo simplemente estaba en la barra de un bar y se me sentó al lado. Me vino a buscar él a mí. Era la final de Champions United-Bayern del Camp Nou, en el 99, la de la remontada en el descuento. La BBC me contrató para hacer una crónica social en el descanso y salí del estadio porque tenían el plató fuera. Como iban palmando, me fumaron y ya no pude volver a entrar, así que me fui a ver el segundo tiempo al Hotel Princesa Sofía, que era lo más cercano. Joan Gaspart, que era el dueño, había quitado todas las teles temiendo que los ingleses se las rompieran, así que pedí una cerveza y me senté a escuchar a Lama y Paco narrar la final rodeado de ingleses sin entrada y que no sabían cómo iba el partido.
Tenías el poder.
Absoluto. Empecé a explicarles lo que iba pasando y ellos me empezaron a pagar cervezas, más de las que incluso yo puedo beber. Cuando les dije que habían ganado me vi con seis o siete botellas delante, se abrieron las puertas del ascensor, apareció George Best y se sentó a mi lado.
¿Qué te dijo?
Me contó que se había ido antes del campo porque le estaba espantando el United, le felicité por el triunfo y el tío me dijo: "Nosotros éramos mejores". Estuve tomando una copa con él y, en cuanto pude, me fui discretamente.
¿Por qué?
Hizo algo indignante. Se pidió un vino blanco.
Raphinha, Lamine y los otros candidatos al Balón de Oro tras el fin de la tiranía Cristiano - Messi

Raphinha, Lamine y los otros candidatos al Balón de Oro tras el fin de la tiranía Cristiano – Messi

Terminada la época en la que el Balón de Oro era cosa de dos, esa que inició Cristiano Ronaldo en 2008 y finalizó Leo Messi en 2023 con su octavo trofeo, con esporádicas intromisiones de jugadores como Luka Modric (2018) y Karim Benzema (2022), el galardón se ha convertido en un premio abierto a varios jugadores. Si el de 2024 fue una sorpresa que lo ganara Rodri Hernández ante Vinicius, el de 2025 es, a día de hoy, una absoluta quimera de pronosticar.

Los criterios subjetivos del premio futbolístico más prestigioso a nivel individual, ya que su elección depende de 100 periodistas especializados en fútbol procedentes de los 100 primeros países del ranking mundial FIFA, hace que sea muy difícil conocer el vencedor. Se supone que estos profesionales valoran tres pilares que son: el rendimiento individual, el colectivo y el fair play, pero las sorpresas de los últimos años abren un abanico de, principalmente, cinco futbolistas de cara al premio de 2025.

El sorprendente FC Barcelona de Hansi Flick aporta dos nombres a la lista de candidatos: Raphinha y Lamine Yamal. Con la victoria en la Supercopa de España y la Copa del Rey y con más de media liga en el bolsillo, los culés pueden notar en la valoración final su eliminación de Champions en las semifinales ante el Inter de Milan y su no presencia en el Mundialito de Clubes, cita en la que medio mundo estará pendiente al inaugurarse este año.

El brasileño del Barça es la gran irrupción este curso después de mostrar un rendimiento bastante errático en los precedentes en el club culé. Son 34 tantos y 25 asistencias en 54 partidos esta temporada. Flick ha sabido sacar la mejor versión de un futbolista indiscutible en el once culé y que ha mostrado gran personalidad como capitán. No obstante, los resultados y el juego de Brasil no contribuyen a su candidatura.

Sin embargo, Yamal y su consolidación en la Eurocopa con España presagió que este año su estatus iba a subir aún más con su club. El canterano barcelonista, vigente premio Kopa (galardón también de France Football para jugadores menores de 21 años), ha encadenado exhibiciones a lo largo de esta temporada. Su semifinal ante el Inter, tristemente cerrada con la eliminación, fue histórica. "Mientras gane, no me pueden decir nada. Cuando me ganen, sí", apuntó antes de la eliminatoria. Aunque no lo hiciera, su nombre se subrayó en Europa, pero también sus números: 16 tantos y 24 asistencias en 52 partidos.

Los no barcelonistas

A nivel numérico, Mohamed Salah es de los pocos futbolistas en Europa que se acerca a los jugadores barcelonistas. Los 33 tantos y 23 asistencias en 50 encuentros, le sitúan al egipcio, por méritos propios, entre los candidatables al Balón de Oro. El Liverpool ha obtenido la Premier League, pero las derrotas en la Carabao Cup ante el Nottingham Forest y, sobre todo, su temprana eliminación de la Champions por el PSG de Luis Enrique, le han restado méritos colectivos al africano.

Para completar la terna quedan los dos únicos futbolistas que pueden ganar el torneo más prestigioso a nivel de clubes. El primero y con más posibilidades es Ousmane Dembelé. El francés se ha desatado bajo la batuta del técnico asturiano con 33 tantos y 13 asistencias en 46 partidos siendo capital, además, en la consecución de la Ligue 1 para los galos. Les quedan aún dos finales: la de la Copa, ante el Reims el sábado 24 y la mencionada Champions, una semana después. La victoria, especialmente en la última, podría ponerle el cartel de favorito frente al resto de aspirantes.

Lautaro Martínez, el último futbolista que completa la terna de aspirantes, aún no ha ganado ningún torneo con el Inter este año y, en competición doméstica, están a la caza del Nápoles de Conte. La Champions podría darle cierto status, pero sus números individuales: 22 goles y siete asistencias en 48 partidos, no le conceden, tampoco superioridad sobre sus rivales. No obstante, tanto Inter como Liverpool y PSG sí estarán en la cita mundialista en Estados Unidos.

Acabada la tiranía de dos leyendas, el fútbol vuelve a contar con muchos futbolistas destacados. Y eso que este año, por deméritos colectivos, no está Mbappé entre los favoritos, pese a sus 38 goles y cuatro asistencias.

El Barça recuerda al mundo que el fútbol debe ser divertido

El Barça recuerda al mundo que el fútbol debe ser divertido

En algún momento divertirse con el fútbol se ha convertido en un pecado, una cosa de piperos, no hemos venido a esta vida a disfrutar. Es consecuencia del postureo identitario y bastante tóxico que mueve las redes sociales y, también, una excusa cómoda cuando tu equipo es un peñazo. No importa pasarlo bien y el resultado, sólo cuando ganas. Si palmas, lo que importa es que nosotros somos diferentes, pese a que está comprobado que todas las aficiones son iguales. ¿Saben cómo lo sé? Porque absolutamente todas presumen de no ser como el resto. No falla una.

Pensaba en esto mientras era feliz viendo al Barça ganar la Liga contra el Madrid y perder la Champions frente al Inter. No por el resultado -que en el primer caso también, no les voy a mentir- sino porque fueron partidos memorables. Resulta que me gusta el fútbol y lo había olvidado. Lo hemos olvidado muchos. El equipo de autor de Hansi Flick no es el mejor que he visto, pero sí el más divertido. Y la diversión es lo que nos llevó al fútbol antes de que las miserias adultas nos hicieran mezquinos.

Como debí ser asesino en serie en otra vida y el karma me lo está devolviendo, vi el clásico con 14 niños de 11 años invadiendo mi salón. Estuvieron todo el partido gritando, celebrando los goles en la cara de los otros y riéndose. Se lo pasaron en grande. Al acabar, se felicitaron o se dieron ánimos y siguieron destrozándome la casa en amor y compañía, mientras yo hacía cortes de mangas virtuales a mis amigos madridistas. La enfermedad no viene de serie, la pillamos a base de zascas y memes.

Los apóstoles del fútbol como religión y no como juego me dirán que me divierte tanto porque no soy del Barça, que es una aberración recibir siete goles en una semifinal de Champions y que si fuera culé me pasaría los partidos al borde del ictus. Esto último es probable, pero no había visto al barcelonismo tan orgulloso de su equipo desde Pep Guardiola. Y me da envidia.

Me da envidia que vayan al campo sabiendo que todo puede suceder, que un 0-2 no es nada, que el fútbol se juega a ganar sin miedo a perder, que la risa de los malditos niños es un indicador de felicidad al que aspirar y mi hija sufre como una bellaca para llegar sin dormirse al minuto 60 cuando ve al Atleti. Ganar es de horteras, pero divertirse... Divertirse es lo único realmente importante del fútbol. O debería.