En esta vuelta tras más de diez años ausente, España luchaba contra sus demonios. De casi irse en la primera ronda, a pelear contra una favorita Ucrania por unos cuartos que no alcanzaba desde Turquía 2013. Repitieron los héroes de la victoria ante Brasil y, con idéntico resultado, se disputarán las semis ante Colombia o Sudáfrica.
En el primer minuto ya se vieron las intenciones de unos y otros. Los españoles generaron su primera ocasión tras una jugada de 60 segundos y 40 toques, Ucrania hizo la suya con tres pases en apenas cinco segundos. Estilos, diferentes, pero estilos. Aunque los monólogos con balón tienden a la relajación y las pérdidas en campo propio pueden ser muy dañinas, como la que le costó la primera amarilla a Cuenca.
Los chicos de Paco Gallardo aprovecharon mucho las entradas por banda tanto del sorprendente Pitarch como de Virgili o Pablo García, aunque este último falló un claro remate tras un magnífico centro del extremo del Mallorca que podría haber puesto el primero en el marcador en el minuto 20. No perdonó el bético tres minutos después tras una jugada ensayada de córner del equipo de Gallardo. Tres toques maravillosos para adelantar a los españoles.
El peligro ucraniano venía de un Ponomarenko con cositas de Ibrahimovic, gran juego de espaldas, cintura y mucho peligro en cada acción. Aunque perdonó el empate antes del descanso en un remate franco. Tras el descanso, Mikhailenko lo sustituyó por el gigante Pyschur, 204 centímetros de joven.
El guion no varió en el segundo tiempo pese al resultado. Posesión española e intentos de contra ucranianos hasta el tramo final del partido en el que los de amarillo comenzaron a morder más arriba a los españoles, pero sin tener ninguna ocasión clara. De hecho, la más interesante la marró de nuevo Pablo García, el hombre más peligroso del encuentro, tras otra gran jugada combinativa de los de Gallardo.
Ha crecido el juego de la selección española durante el torneo y ahora le queda un cruce asequible para poder soñar en este Mundial sub'20, un torneo que no conquista desde 1999 en Nigeria.
Jordi Alba también ha decidido poner punto y final a su trayectoria como futbolista profesional. Tal y como lo hará su compañero Sergio Busquets, quien anunció su decisión el pasado 26 de septiembre, colgará las botas en cuanto termine la temporada con el Inter de Miami a finales de este mismo año. Así, en la MLS, pondrá el colofón a una carrera como profesional que, tras pasar por La Masia y el Cornellà en su etapa formativa, arrancó en las filas del Valencia, que lo cedió además durante una temporada al Nàstic de Tarragona, y que rubricó su etapa más exitosa en las del Barça.
«Siento que ha llegado el momento de decirle adiós a mi carrera como futbolista profesional. Han sido casi 20 años disfrutando de esta historia increíble que siempre soñé», ha señalado el defensa en un vídeo difundido a través de sus redes sociales. «He tomado la decisión de poner fin a mi carrera como futbolista profesional al terminar esta temporada. Lo hago con absoluta convicción, con plenitud y con felicidad. Porque siento que he recorrido este camino con toda la pasión posible. Y que ahora es el momento justo para abrir una nueva etapa y cerrar la anterior con la mejor de las sensaciones. El fútbol me lo ha dado absolutamente todo», ha insistido un Jordi Alba que ha querido acordarse de todos los equipos por los que ha pasado a lo largo de su dilatada trayectoria, entre los que incluye al Atlético Centro Hospitalense, «donde todo comenzó», a un Cornellà que le dio la confianza necesaria para crecer, a un Nàstic donde maduró o a un Valencia con el que logró estrenarse en la élite.
Al Barça, por su parte, al que define como el club de su vida, le agradece haberle permitido alcanzar la cima de su carrera y trufar su palmarés con un buen puñado de títulos. Allí, precisamente, desarrolló una conexión letal con un Leo Messi que acabaría por convencerlo para que iniciara la que finalmente ha sido la última estación de su carrera como jugador en las filas de un Inter de Miami donde ha podido disfrutar, según reitera el propio Jordi Alba «hasta el último momento». Y sin olvidar, cómo no, su paso por la selección española, con la que se muestra agradecido por haber podido formar parte de su historia, y el papel que han tenido también a lo largo de su trayectoria sus padres, su hermano, su mujer y sus hijos, a los que les da las gracias por haber estado siempre a su lado.
«Hoy cierro este capítulo sabiendo que lo he entregado todo. El fútbol ha sido, es y será siempre una parte esencial de mi vida. Gracias fútbol. Gracias por tanto», sentencia el defensa, quien cuenta en estos mismos momentos con un palmarés del todo envidiable en el que destacan una Eurocopa y una Liga de Naciones conquistadas con España así como seis Ligas, cinco Copas del Rey, cuatro Supercopas de España, una Liga de Campeones, una Supercopa de Europa y un Mundial de Clubes alcanzados desde las filas del Barça, club al que se incorporó en verano de 2012 y en el que permaneció a lo largo de 11 temporadas.
Tras varios intentos previos, Mateu Alemany llega por fin al Atlético de Madrid como director deportivo. Lo hace de la mano de la persona que ocupa el puesto al que también aspiró. Carlos Bucero, director general de Fútbol, incorpora al ejecutivo balear como director de Fútbol Profesional Masculino.
Alemany se ocupará de la planificación deportiva del Primer equipo y todo lo que le rodea, también del Atlético Madrileño, así como el área profesional de la Academia rojiblanca. Desde el club aseguran que es un apoyo para Bucero para ciertas funciones a las que, por extensión del área, resultaban complicadas que las pudiera realizar el responsable general.
Bucero mantendrá la supervisión general de todo el área de fútbol pero, con la incorporación del ejecutivo balear, tendrá más tiempo para "mejorar las sinergias" entre todas las entidades bajo el paraguas rojiblanco como el Atlético San Luis mexicano o el Atlético Otawa canadiense.
Alemany es un dirigente contrastado en varios clubes de LaLiga como el FC Barcelona, el RCD Mallorca y el Valencia CF. Licenciado en Derecho, comenzó su trayectoria en el mundo del fútbol en el Mallorca en 1990, donde ocupó diferentes puestos hasta convertirse en presidente de la entidad bermellona en septiembre del año 2000, permaneciendo cinco años al frente de la misma.
En su etapa en el equipo balear se conquistaron la Copa del Rey (2003), la Supercopa de España (1998) y se disputó la final de Copa 1997-98 y la de la Recopa de Europa 1998-99, además de conseguir el mejor puesto histórico en LaLiga (tercero en la 1998-99) y su primera clasificación para Champions.
Aunque regresó al club mallorquín en 2009, en 2017 llegaría al Valencia como director general durante dos temporadas y media, periodo en el que el conjunto ché ganó también la Copa del Rey en 2019 a las órdenes de Marcelino.
Lo harían ante el FC Barcelona de Leo Messi, en el que recalaría en 2021 y en el que estaría también dos cursos. En su etapa en el conjunto azulgrana, el equipo conquistó una Liga (22-23), una Copa del Rey (2021) y una Supercopa de España (2023).
Mateu Alemany se ha incorporado este martes a su nueva posición, visitando al primer equipo en el Centro Deportivo de Majadahonda junto a Carlos Bucero. Ambos han mantenido una reunión con Diego Simeone y han saludado también a los jugadores que se encuentran entrenando en Madrid estos días.
«Está más maduro». Algo parece haber cambiado en Vinicius Júnior. Puede ser el tiempo: el que fluye por sus venas recién cumplidos los 25 años, el que ha pasado desde su llegada a España hace siete temporadas y el que ha corrido desde la entrega del Balón de Oro a Rodrigo Hernández, punto central de la rabia del brasileño tras la gala de octubre de 2024. O puede ser, y debe ser, la gestión de Xabi Alonso, aterrizado en Valdebebas con el objetivo, entre otros, de resucitar el ánimo de su delantero y de encajar su estrella junto a la de Kylian Mbappé.
«Me gusta verle sonreír y disfrutar», dijo el técnico tolosarra después del doblete de Vinicius contra el Villarreal. Después de sus dos suplencias y de varios cambios tempraneros, gestos mediante, en los primeros partidos del curso, el brasileño cuajó ante el cuadro de Marcelino su mejor encuentro en mucho tiempo. En concreto, logró su primer doblete desde el 22 de enero ante el Salzburgo en Champions y fue la chispa del ataque del Madrid.
Líder en regates (seis de 12 intentados), en ocasiones creadas (seis), en remates totales (cinco), a portería (tres) y en pases en el último tercio del campo (46). Mejorando los cuatro regates logrados ante el Levante. Todo pasó por él: el 1-0, conseguido tras un recorte a Mouriño y un disparo que desvió Comesaña; el 2-0, anotado tras provocar el penalti de Rafa Marín; y la expulsión por doble amarilla de Mouriño, castigado por un manotazo en carrera.
«He jugado muy bien y quiero seguir con esta confianza», aseguró Vinicius después del duelo. Recuperar esa confianza ha sido casi cuestión de Estado en Valdebebas durante los últimos meses. Todo en mitad de ese runrún constante sobre el brasileño: que si la oferta de Arabia Saudí, que si el Balón de Oro, que si su estado de forma, que si su relación con Mbappé, que si sus piques con los rivales... Y siempre con los insultos racistas sobre la mesa, circunstancia trascendental para el brasileño y que le ha afectado en su día a día durante las últimas, y movidas, temporadas.
"Aprendiendo a relativizar"
«Está aprendiendo a relativizar», explican fuentes cercanas al vestuario del Madrid. Ese aprendizaje, moldeado por la gestión paternal de Ancelotti, se ha transformado ahora con Alonso, en una relación cercana pero diferente a la que tenían el delantero y el técnico italiano. Vinicius creció y explotó con Carletto, que siempre le protegió y le mimó en público y en privado. «Nunca he visto un jugador tan perseguido», repetía el transalpino. «Todo el mundo debe cambiar la actitud hacia Vinicius», insistía Ancelotti, siempre tolerante, amigable y entendiendo las dificultades y la juventud del jugador.
En ese sentido, Xabi lo ha gestionado diferente. No le ha regalado tantos elogios, también porque el brasileño había estado lejos del nivel mostrado en la etapa de Ancelotti, especialmente entre 2022 y 2024, y le ha sentado en el banquillo cuando lo ha visto necesario, algo que con el italiano no se vio. Incluyéndole en las rotaciones y en las mismas frases que Brahim, Rodrygo o Mastantuono. Fue suplente ante el Oviedo en la segunda jornada de Liga y contra el Marsella en el debut en Liga de Campeones, y no completó el partido en ninguno de los seis primeros encuentros del curso.
Mbappé: "Siempre en tu barco"
Mientras, Mbappé hizo gigante su trono como nuevo líder del Madrid en lo mediático y en lo futbolístico, con buenas palabras y una conexión evidente con Alonso. Ese estrellato del francés, última Bota de Oro y pichichi ahora en Liga y Champions, también ha sido difícil de gestionar para Vinicius, que rozó el Balón de Oro vestido de blanco y aparecía junto a Bellingham como el más brillante de la galaxia. Eso ya no será así y el brasileño parece ahora más cerca de aceptar el reparto de roles en el Bernabéu. Su relación con Mbappé camina por un gran momento y el francés le dejó el penalti del 2-0 ante el Villarreal: «Siempre en tu barco», escribió el '10' sobre Vinicius en redes sociales.
Ese doblete confirmó el mejor inicio de la carrera de Vinicius tras ocho jornadas disputadas: cinco goles y cuatro asistencias, mejorando los cinco y dos del curso 2021-2022, año de su explosión definitiva.
La reacción del brasileño es más que evidente, tanto a la gestión de Alonso como a la actitud del propio Madrid en las negociaciones por su renovación. Durante los últimos meses, esa conversación está estancada a la espera de que el delantero y su entorno rebajen sus pretensiones y el conjunto blanco acelere hacia un punto medio que parece destinado a llegar. Vinicius termina contrato en junio de 2027, dentro de menos de dos años, y no haber llegado a un entendimiento en el primer momento le extrañó, pero su relación con la dirección general sigue siendo buena y su vuelta a niveles de estrella mundial debería oxigenar la renovación en los próximos meses. Así lo quiere el club y así lo quiere el futbolista, convencido de que su futuro pasa por continuar vestido de blanco en el Bernabéu.
España ha acudido a 16 de los 22 Mundiales disputados, y ya casi podemos dar por seguro que se clasificará para el siguiente. De los que faltó, uno fue el primero de todos y lo hizo por voluntad propia. Una lástima, porque teníamos un gran equipo.
Ya conté la semana pasada en este espacio que Jules Rimet, con justicia deportiva y buena visión de futuro, decidió que el primer Mundial se jugara en Uruguay, doble campeona olímpica en París'24 y Amsterdam'28. Aquello se votó en el XVII Congreso de la FIFA, celebrado en 1929 en el imponente Salón del Consejo de Ciento de Barcelona. Junto a Uruguay llegaron como aspirantes Hungría, España e Italia, tras ceder Holanda y Suecia sus pretensiones previas en favor de la tercera. Curiosamente fue el conmovedor discurso del representante argentino lo que provocó un voto final unánime a favor de Uruguay. Pero pasado el calor de aquel emotivo alegato, los europeos empezaron a repasar inconvenientes. El principal, claro, la distancia.
Para España Uruguay era, sí, un país hermano, pero un hermano lejano y desconocido. Jugar allí suponía cruzar el océano, y aún rebullía en las cabezas la tragedia del Titanic (1912). Uruguay era visto como un país en el que una clase criolla minoritaria trataba con dificultad de instalar el modo de vida europeo en un mundo de epidemias, indios, bandidos, descendientes de esclavos y aventureros. Como hemisferio sur que era, se jugaría en invierno, con un tránsito desde el verano español (en realidad sería gradual, pues la travesía tomaba 15 días) que podría producir efectos desconocidos en los jugadores. El Mundial exigiría dos meses: medio para ir, uno para disputarlo y medio para volver. Para los pocos amateurs que aún quedaban, suponía solicitar un permiso extra en sus trabajos, o perderse unos exámenes. En el caso de los profesionales, y esto fue decisivo, sus clubes solían aprovechar el verano para jugar amistosos y recaudar ingresos extra con que pagarles.
Uruguay, feliz con sus dos títulos olímpicos y teniendo el campeonato como elemento central de las celebraciones por el centenario de su fundación, en 1830, hizo una oferta muy generosa: pasaje en barco gratis en primera clase para 20 miembros por delegación (entonces no hacía falta más) y alojamiento y comida en Montevideo durante todos los días que durase la competición y ocho más. También una dieta de dos pesos por persona durante la travesía y cuatro durante los días en tierra. El propio hijo del presidente, Juan Campisteguy, encabezaba el operativo.
España dijo no, por todos esos argumentos más uno de tono patriotero: a los añorantes del Imperio les parecía inapropiado sumarse a los festejos por la independencia de un territorio que había sido nuestro. Tampoco faltaron razonamientos temerosos: podíamos exponer nuestro futbol al ridículo. Uruguay y Argentina habían sido las finalistas de Amsterdam'28. El fútbol del Río de la Plata era temible y así se había comprobado en la gira de una selección vasca en 1922, con un fracaso que aún escocía.
Pero España era una selección muy buena, la mejor que habíamos tenido hasta la del periodo 2008-2012. Precisamente acababa de soltar un trueno en todo el mundo futbolístico, el 15 de mayo de 1929, al vencer en el viejo Metropolitano a la selección profesional de Inglaterra, que nunca antes había perdido en el continente. Los ingleses inventaron el fútbol, llevaban 40 años practicándolo cuando empezó a calar fuera y sacaban esa ventaja a todos. Los pross, como se les conocía, sólo tenían rival en su propia isla, Escocia. Por el continente se asomaban poco, displicentemente, goleaban y se volvían.
Aquí vinieron para cerrar una gira en la que apabullaron a Francia (1-4) y a Bélgica (1-5). España les enfrentó un equipo con varios nombres que han atravesado el tiempo: Zamora, Quesada, Quincoces; Prats, Marculeta, Peña; Lazcano, Goiburu, Gaspar Rubio, Padrón y Yurrita. Puedo recitarlos de memoria por tantas veces como se los escuché a mi padre, que presenció aquello con 16 años y lo tenía como la fecha más feliz de su adolescencia. España ganó 4-3 y los ingleses arguyeron luego en la prensa que les perjudicó el calor (se jugó a las 17.00 horas), la dureza del campo, la ausencia de Dixie Dean, al que no dejó viajar su club, el Everton, y los consejos que Míster Pentland, acreditado entrenador inglés que trabajaba en España, le había dado a José María Mateos, nuestro seleccionador. Así colocaban parte de nuestra victoria bajo patente inglesa. España dio una campanada similar a la que en 1953 daría Hungría con su 3-6 en Wembley, en el Partido del Siglo.
La selección inglesa, aquel 15 de mayo de 1929.ARCHIVO MARCA
Otro ejemplo de nuestra valía: un mes antes, los mismos que luego ganarían a Inglaterra, salvo Bienzobas en lugar de Padrón, batieron por 8-1 a Francia, que sí acudiría al Mundial, donde hizo un papel aceptable: ganó 4-1 a México y perdió por 1-0 ante Argentina y ante Chile. Sirva como referente para lo que pudiera haber hecho España en aquel campeonato.
Aquel partido de Zaragoza produjo una anécdota simpática. Poco antes España había ganado 5-0 a Portugal en Sevilla, los cinco antes del descanso, y el público se enfadó por la pasividad del equipo en el segundo tiempo. Entonces José María Mateos planteó un desafío al grupo: 100 pesetas por cabeza por la victoria y 50 más por cada gol de diferencia. A todos les pareció de perlas y salieron a golear con ahínco. Ya estaban 8-0 cerca del final del partido cuando Mateos se situó tras la portería de Zamora, que se puso a charlar con él, y entre bromas y veras le dijo: «Si me da cincuenta duros [250 pesetas] me dejo meter un gol. Salen ustedes ganando, porque así se ahorran sesenta duros [300 pesetas]». Estaban en esas cuando llegó un contraataque y mientras Zamora recuperaba la posición le cayó el 8-1. Luego hubo bronca en el vestuario, con todos reclamándole las 50 pesetas perdidas por cabeza.
En fin, que, anécdota aparte, España tenía equipo para haber pisado en Uruguay, pero nos quedamos. Al siguiente, Italia'34, sí nos apuntamos. Al ser el segundo y además en Europa, se inscribieron más de los 16 fijados para la competición, que se habría de desarrollar en octavos, cuartos, semifinal y final. Quisieron acudir justamente el doble, 32, así que hubo que hacer una eliminatoria previa. Se escogió, con buen sentido en aquellos tiempos de viajes todavía penosos, un criterio geográfico. Así que nos tocó enfrentarnos con Portugal.
Aquel doble choque fue la consagración de un grandioso delantero, el guipuzcoano Isidro Lángara, de carrera desdichadamente leve en España. El partido de ida fue en el viejo Chamartín, cuyo solar ocupaba parte de lo que hoy es el Bernabéu. Estuvo precedido por una concentración en El Escorial, algo inédito, prueba de la importancia que se dio al asunto. Hubo lleno de gala (24.000 espectadores), recaudación récord (150.000 pesetas) y presencia del mismísimo presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora. Se disputó el 11 de marzo, con llovizna, y el césped resbaladizo perjudicó a los portugueses, que aún jugaban mayoritariamente sobre tierra en su país. Aquello acabó en un espectacular 9-0, con cinco tantos de Lángara. La vuelta fue una semana más tarde, en el seco y pelado Lumiar de Lisboa.
Isidro Lángara, durante un calentamiento.ARCHIVO MARCA
No contaban los goles, cada victoria valía dos puntos, de modo que en caso de ganar Portugal habría desempate. Empezaron adelantándose los lusitanos en el minuto 8, pero Lángara replicó en el 13 y en el 25, dando una nueva victoria a España. Una vez en el Mundial, marcó el primer día dos a Brasil, eliminándola, y en cuartos cayó lesionado en el durísimo partido contra el anfitrión. Fue el gran archigoleador de nuestro fútbol. Por desgracia, sólo jugó en la selección de 1932 a 1936, dejando un imponente saldo de 17 goles en 12 partidos.
Nació en Pasajes, Guipúzcoa, aunque se crio en Andoain y jugó en el Tolosa, donde le descubrió el Oviedo, que le incorporó en Segunda en la 1930-1931. Al tercer año subió a Primera, con 59 goles suyos en 54 partidos. En sus tres temporadas en Primera hasta la guerra marcó 82 en 63 partidos. Obviamente, fue máximo goleador del campeonato las tres. La guerra le encontró de vacaciones en Andoain y tuvo un apretón tremendo. La Revolución de Asturias de 1934 le había pillado en la mili, como soldado tuvo que acudir a los disturbios y hasta se publicaron fotos suyas, de uniforme y con su casco, disparando a los mineros con el máuser tras un parapeto. Al producirse el golpe de Estado fue detenido e internado en el Bizcargui-Mendi, un barco prisión del que le rescató Eduardo Iturralde, abuelo del conocido ex árbitro. Le tuvo refugiado en el hostal-restaurante de una prima hasta que pudo enrolarse en la selección vasca que emprendió una gira por Europa y América a fin de recaudar fondos para la República.
En América, el grupo, cuyos resultados fueron espectaculares, se dispersó entre varios equipos. Él fue al San Lorenzo, donde tuvo un debut estrepitoso con cuatro goles al River Plate nada más bajarse del barco. Alfredo di Stéfano me contó que estuvo en aquel debut de la mano de su padre y que era capaz de identificarse entre la masa del graderío en una de las fotos lejanas que muestran al jugador celebrando uno de sus tantos. Jugó allí cuatro temporadas derrochando goles hasta que tras una gira del equipo por México le fichó el España para el estreno de la liga profesional mexicana.
En 1946 le pudo la nostalgia y atendió una llamada del Oviedo, que le ofreció 100.000 pesetas de ficha más 1.250 de sueldo, un gran contrato. Viajó en barco hasta Bilbao, y de allí en tren hacia Oviedo, pero se concentró tal multitud en la estación que le apearon en Colloto, a 10 kilómetros. Su regreso fue un trueno en la ciudad, que se colmó de hablillas sobre él y su novia abandonada, sobre si le había o no guardado ausencia. En su reaparición el Oviedo ganó 6-1 al Racing y él marcó cuatro, negando las primeras impresiones de los que le habían visto fondón, con grandes entradas y aire de señor mayor. En la primera Liga marcó 18 goles en 20 partidos e incluso fue convocado a la selección, aunque de suplente de Zarra. En la segunda, 35 años, se quedó en nueve partidos y cinco goles. Regresó a México y allí se quedó, con frecuentes viajes España, siempre con el mismo recorrido: Madrid-Oviedo-Andoain y vuelta. Cuando le atrapó el Alzheimer, en 1990, se asentó en casa de una sobrina, en Andoain. Murió en 1992.
Jesús Fortea (Albal, 2007) solo tiene 18 años, pero ya asume galones de titular en la selección española sub'20 que pelea estos días por el Mundial de la categoría, que se está disputando en Chile. El canterano del Real Madrid, moldeado por Álvaro Arbeloa en el juvenil madridista y en el Castilla, charla con EL MUNDO antes de los octavos de final ante Ucrania y reconoce su devoción por Cristiano Ronaldo.
Después de la derrota contra Marruecos y del empate ante México, ganar a Brasil y pasar a octavos habrá sido como quitarse un peso de encima.
Sí. Hemos sufrido un poco, pero al final lo conseguimos y estamos más tranquilos. Después de perder contra Marruecos pensamos mucho en lo que teníamos que cambiar. Creo que eso ha sido clave, cambiar y jugar mejor. Hemos ido creciendo y se ha notado.
¿Han tenido miedo?
Creo que nunca hemos tenido miedo. Teníamos claro que estábamos en un Mundial y que las cosas son como son. Nos conocemos casi todos de otras concentraciones y hay muy buen grupo. Nos llevamos todos muy bien y eso se nota. Hemos estado muy unidos.
¿Quién hace de líder del equipo?
Iker Bravo es un referente aquí. Un buen líder, la verdad. Yo ya había estado con él antes en otras concentraciones y siempre intenta ayudarnos en todo. Está muy pendiente, la verdad.
Usted tiene 18 años, pero ya acumula varios torneos con las inferiores y estuvo en el Mundial de clubes con el Madrid. ¿Cómo de importante es este Mundial?
No me lo esperaba mucho, honestamente. Pero luego cuando me enteré pues muy ilusionado. Es un Mundial sub'20, una categoría que es dos años más que mi edad, y estoy muy contento y con ilusión.
¿Se notan esos dos años?
Sí, pero ya llevo jugando con mayores mucho tiempo, desde cadetes. Me acuerdo que cuando llegué al Madrid sí lo notaba un poco más, pero desde ahí en el club sí que nos metían caña en el tema del gimnasio, y ahí he mejorado mucho, a nivel de fuerza y piernas. Llegué siendo delgado, que sigo siéndolo, pero lo he notado mucho. También porque me gusta el gimnasio y esforzarme para estar al nivel físico. Sé que es importante y que tengo que estar bien preparado físicamente para aguantar.
Con Arbeloa coincidió en el juvenil y ahora en el Castilla. ¿Cuánto le ha ayudado?
Mucho. Me ha ayudado en todos los aspectos a nivel futbolístico. Siempre está muy encima y noto que tiene confianza en mí. Creo que es el que más me ha influido.
Arbeloa tiene buena conexión con Xabi, ¿eso es bueno para usted?
Seguro, pero bueno, el Castilla primero, luego ya veremos.
Le han puesto en muchos titulares como la gran promesa de la cantera en el lateral. ¿Cómo lo lleva?
Obviamente gusta, pero tengo claro dónde estoy. El Castilla, el Mundial... Paso a paso y sin centrarme en el futuro. Sé lo que hay y tengo los pies en el suelo.
¿Su familia qué le dice?
Mis padres me dicen que por mucho que diga la gente, yo tenga la cabeza en el sitio. Somos de Valencia y cuando fiché por el Atlético vine solo y estuve en la residencia, pero luego al estar en el Madrid se mudaron. Están muy encima, mi padre en la parte del fútbol y mi madre con los estudios.
¿Le cuesta?
No mucho, pero bueno, estoy en segundo de Bachillerato y no tengo mucho tiempo porque viajamos mucho. No voy, lo hacemos en la residencia, cuatro horas al día, dos clases y repasos.
Dani Carvajal es una leyenda del Madrid y de la selección. ¿Qué consejos le ha dado?
No hemos podido hablar mucho, pero cuando subo con ellos a entrenar sí que te ayuda e intenta que estés bien. No sólo él, todos los jugadores. Hay buen trato de todos.
¿Quién ha sido su ídolo?
Cristiano. Siempre.
¿Y de laterales?
Carvajal y Achraf Hakimi. Son en los que me fijo siempre junto a Cristiano. Siempre he sido lateral o como mucho extremo, pero aún así siempre me ha gustado Cristiano. Veía muchos vídeos de él y de hecho aún me los pongo antes de los partidos para motivarme. Me gustaba su manera de jugar y sobre todo su mentalidad. Y algún peinado, que seguro que de pequeño me he hecho alguno (risas).
Me desagrada (deportivamente) Vinicius. La verdad por delante. No me gustan sus gestos, su actitud, su falta de autoconciencia y autocontrol ni su innecesaria guerra permanente con el mundo exterior. Nada de eso hace menos ciertas tres verdades: ha sufrido bullying, racismo y desprecio en cada paso que ha dado desde que llegó a Madrid con 18 años y nada de lo que haya hecho o dejado de hacer justifica mínimamente que un chaval cuyo gran pecado es no saber ser simpático haya tenido que aguantar tal escarnio.
Tengo la sensación de que todo ese ruido se ha cargado al futbolista. Es imposible que vivir en constante estado de alarma no te haga mella y afecte a tu confianza, tu concentración y, finalmente, tu juego. El actual Vinicius, pese al veranillo de San Miguel del sábado ante el Villarreal, parece más cerca de perder el sitio en el Real Madrid (en el once, en el escalafón ya lo ha perdido) que de ganar un Balón de Oro. Mucho más cerca, de hecho.
El fútbol es un mundo cruel y primitivo en el que la empatía y el cuidado de la salud mental siguen estando bajo sospecha. Al intentar mostrarse desafiante de manera tan poco convincente, lo que hizo Vini fue enseñar una grieta hacia su psique por la que han corrido a colarse desde el primer rival hasta el último hincha, de Maffeo y Gavi a Giuliano y Koke. Todos han atacado la herida y la mayoría han logrado hacerla más grande.
Viendo en el campo el derbi de hace diez días, no quedaba casi nada de aquel Vinicius al que tantas gradas insultaron como vulgar método de esconder el pánico. No es que ya no despierte miedo, es que, como aficionado del equipo contrario, te pasas el partido deseando que le den la pelota a él porque así el Madrid no ataca con los realmente peligrosos. Que Koke, perro viejo, le sacara absolutamente del partido (sus desquiciados últimos 15 minutos fueron duros de ver) con un comentario tan naif como que Mbappé le ha comido la tostada demuestra el estado de nervios e inseguridad en que se encuentra el brasileño.
¿Tiene remedio? En el Madrid, difícil. El talento es tan innegable como que es inferior al de Mbappé y eso no va a cambiar ni, por más gestos bienintencionados que haga, va a dejar de afectarle. Vinicius ha nacido para ser Jekyll, temible y protagonista, y la mutación forzosa en Hyde, discreto y complementario, va contra su naturaleza. Y mientras él lidia con esos fantasmas, los tiburones del resto de equipos seguirán oliendo sangre y atacando. ¿Es justo? ¿Es loable? No, pero ese es el mar real y se está ahogando.
Hansi Flick podrá aprovechar el segundo parón internacional de la temporada para sacar conclusiones de la que, por el momento, es su peor semana en el Barça. Aunque no es la primera vez que encaja dos derrotas consecutivas (el año pasado el Leganés y el Atlético se llevaron sendos triunfos seguidos de Montjuïc por 0-1 y 1-2, respectivamente), sí es la ocasión en la que la imagen de su equipo ha quedado más tocada. El tropiezo frente a los colchoneros, por ejemplo, lo vivió como poco más que un accidente, dado que su equipo dominó el juego y los rojiblancos lograron imponerse en gran parte gracias a un Oblak muy inspirado. «Me pone muy contento llevarnos un partido contra un equipo que, por situaciones de gol, tal vez mereció ganar», aseguraría Simeone en la sala de prensa. Frente al Sevilla, en cambio, los azulgrana cayeron sin paliativos. Y, además, de la manera más abultada desde que están bajo su mando: 4-1.
El técnico alemán, tras la derrota contra el PSG en los instantes finales de la visita de los parisinos a Montjuïc, se esforzó en recalcar la importancia de que todos colaboren en tareas defensivas. En el Sánchez-Pizjuán, volvió a echarse de menos esa implicación. Sobre todo, frente a un rival cuya intensidad los azulgrana nunca fueron capaces de igualar. «No creo que sea el sistema o la estructura. En la primera mitad, cometimos errores graves. Podríamos hablar de muchas cosas, pero creo que nuestra actuación no fue buena mientras que, en la segunda, mejoramos. Ahora, eso ya es pasado, tenemos que aprender de este partido y del encuentro ante el PSG, y lo haremos», esgrimió un Flick que, por otro lado, dejó caer que la falta de algunas figuras clave también acabó por perjudicarlos.
Es posible que entienda que Lamine Yamal, Raphinha o incluso Fermín podrían haberle dado otro aire al ataque. Y, bajo los palos, quizás Joan García también podría haber prorrogado una vez más su racha de paradas salvadoras, si bien Szczesny firmó también un par de intervenciones de mérito que permitieron que el Barça se marchara vivo al descanso con una derrota parcial por 2-1.
Punto de inflexión
El 1-2 frente al Atlético en Montjuïc fue el año pasado el punto de inflexión de una racha de resultados aciagos en la Liga que encontró su particular oasis en Europa. Contando desde el 1-0 encajado el 10 de noviembre ante la Real en Anoeta, con polémica sobre un gol anulado a Lewandowski que habría abierto el marcador para los barcelonistas, los de Flick empataron dos y perdieron cuatro de siete partidos en la Liga, tres de ellos en casa, entre los que se contaron además un 1-2 frente a Las Palmas y un 0-1 contra el Leganés en casa. Entre medias, eso sí, hubo el espejismo de un 1-5 ante el Mallorca en Son Moix y un pleno de victorias en la Champions, por 3-0 en Montjuïc frente al Brest y 2-3 en la visita a Alemania para medirse al Dortmund que fueron una suerte de clavos ardiendo a los que agarrarse.
Saber aguantar el chaparrón, entonces, acabó por darle excelentes frutos a un equipo que acabaría venciendo por 1-5 al Real Madrid en la Supercopa y que se abonaría a remontadas decisivas, en todas las competiciones, para acabar sumando también la Copa del Rey y la Liga y plantarse en las semifinales de la Champions. Un escenario en el que el técnico germano, según confesó, vivió su peor derrota desde su llegada al banquillo azulgrana. «La más complicada fue la semifinal de Milán. Esta vez se trata de aceptar la derrota y tener una visión positiva. Hay que cambiar las cosas que no hicimos bien, sobre todo en los primeros 45 minutos. Cometimos muchos errores, no controlamos el balón y no estuvimos al nivel que había que mostrar», sentenció tras caer en Sevilla.
La UEFA anunció este lunes que, de manera excepcional, ha aprobado la solicitud de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) para que el partido Villarreal-Barcelona, de la decimoséptima jornada de Liga, se juegue en Miami, "debido a las lagunas normativas a nivel mundial".
El organismo reiteró su rechazo a que los partidos de ligas domésticas se jueguen en otro país, pero explicó que ha tomado esta decisión porque el marco regulatorio de la FIFA -actualmente en revisión- "no es lo suficientemente claro y detallado", y señaló que su postura no debe considerarse como un precedente, informa Efe.
Además de la petición hecha por la RFEF, la UEFA aceptó igualmente la de Italia para que el Milan-Como se juegue en la localidad australiana de Perth, ya que el fin de semana del 7 y 8 de febrero de 2026, en el que debe jugarse el encuentro, se va a celebrar la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno Milan-Cortina en el estadio de Milán.
"Clara oposición"
En un comunicado, la UEFA señaló su "clara oposición" a que los partidos de ligas domésticas se jueguen en otro país y recordó que tras la reunión de su Comité Ejecutivo en Tirana el mes pasado llevó a cabo más consultas con las partes interesadas para evaluar la magnitud de las implicaciones del asunto, tras las solicitudes que recibió de las federaciones de España e Italia.
"Esa consulta confirmó la falta generalizada de apoyo que ya había sido planteada por los aficionados, otras ligas, clubes, jugadores e instituciones europeas en torno al concepto de que los partidos de la liga doméstica se trasladen al extranjero", añadió.
Sin embargo, "dado que el marco normativo pertinente de la FIFA —actualmente en revisión— no es lo suficientemente claro y detallado, el Comité Ejecutivo de la UEFA ha tomado con reticencia la decisión de aprobar, con carácter excepcional, las dos solicitudes que se le han remitido", agregó.
La UEFA aseguró que "contribuirá activamente al trabajo que está llevando a cabo la FIFA para garantizar que las futuras normas defiendan la integridad de las competiciones nacionales y el estrecho vínculo entre los clubes, sus aficionados y las comunidades locales".
También apuntó que todas sus federaciones nacionales han confirmado su compromiso de consultar con la UEFA antes de presentar cualquier solicitud futura sobre casos similares. "De este modo, expresaron su determinación colectiva de salvaguardar los intereses generales del fútbol europeo", subrayó.
Ceferin: "No es un precedente"
"Aunque es lamentable tener que permitir que estos dos partidos se disputen (en otro país), esta decisión es excepcional y no debe considerarse un precedente. Nuestro compromiso es claro: proteger la integridad de las ligas nacionales y garantizar que el fútbol siga arraigado en su entorno local", afirmó el presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin.
En su opinión, los partidos de liga deben jugarse en casa. "Cualquier otra cosa privaría de sus derechos a los fieles aficionados que acuden a los partidos y podría introducir elementos distorsionadores en las competiciones. Nuestra consulta confirmó la magnitud de estas preocupaciones. Me gustaría dar las gracias a las 55 federaciones nacionales por su compromiso constructivo y responsable en un tema tan delicado", destacó.
El traslado de un partido de LaLiga a Miami, un asunto que hace cinco años fue objeto de litigio judicial entre LaLiga y la RFEF y que fue aprobado por la directiva de la RFEF a petición de los dos clubes, cuenta con el rechazo de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) y también del Real Madrid, que pidió a la UEFA y a la FIFA que no lo autorizaran.
El club que preside Florentino Pérez considera que la iniciativa fue "impulsada sin información ni consulta previa a los clubes" que integran LaLiga y que "vulnera el principio esencial de reciprocidad territorial que rige en las competiciones de liga a doble vuelta (un partido en casa y el otro en la del equipo contrario), alterando el equilibrio competitivo y otorgando una ventaja deportiva indebida a los clubes solicitantes".
La AFE, EN CONTRA
La AFE, con el apoyo de los capitanes de Primera con los que se reunió el 21 de agosto, se opuso también al traslado, que considera una "falta de respeto a los futbolistas" por la "ausencia de diálogo e información" y también las asociaciones de aficionados europeos al fútbol (Football Supporters Europe), entre ellas la española FASFE, rechazan el cambio de escenario de partidos de liga a otros países.
La FIFA hace un año decidió introducir cambios en el Reglamento de Partidos Internacionales en lo relativo a la autorización de encuentros fuera del territorio de la federación correspondiente, teniendo en cuenta posibles consecuencias en el equilibrio de la competitividad, incluidos los intereses de los otros equipos de la competición.
"Vestir la camiseta de la selección española es de lo más grande que me ha pasado en mi carrera. No sé si en algún momento volveré a ser una opción, pero he tomado la decisión de no volver a la Selección hasta que las cosas cambien y este tipo de actos no queden impunes". Han pasado dos años de estas palabras referidas al beso a Jenni Hermoso, pero este lunes Borja Iglesias (Santiago de Compostela, 1993) volverá a pisar la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. Lo hace por méritos deportivos, es el delantero español más en racha, y porque las cosas han cambiado en la RFEF con Luis Rubiales fuera del organismo e inhabilitado.
Pueden parecer extemporáneas ese tipo de declaraciones, pero no en Borja Iglesias. El futbolista gallego ha abanderado siempre todo tipo de causas sociales especialmente la lucha contra la homofobia y el racismo, así como el propio feminismo. Muy comentadas han sido sus fotos con las uñas pintadas de negro, por el Black Lives Matter, o la imagen junto a su compañero Aitor Ruibal con un bolso en la boda de un miembro del cuerpo técnico del Betis. "Hay cosas que a mí de verdad me influyen como ser humano y, para mí, eso es más importante que mi profesión", apuntó en una entrevista.
Pero al nueve del Celta no le convoca Luis De La Fuente por ser un futbolista comprometido con causas sociales, sino porque su rendimiento en el campo es, quizás, el más alto de todos los delanteros españoles. Ninguno de los otros seis convocados por el seleccionador firma los números que tiene Borja Iglesias. El gallego ha marcado seis goles en los últimos siete partidos, podrían haber sido siete si enchufa el cabezazo que dispuso ayer ante el Atlético en el tercer minuto de partido. Lo ha hecho, además, con 100 minutos menos de juego que Ferran Torres, el que más se le acerca a su rendimiento goleador.
El Panda está feliz y eso se le nota en el campo. Los futbolistas, especialmente los delanteros, son de rachas y, también, de estabilidad deportiva y emocional. Iglesias la ha encontrado en su 'vuelta a casa'. Tras no terminar de encontrarse en su última temporada en el Betis y su posterior cesión al Bayer Leverkusen, su préstamo al Celta, en el que se presentó en Balaídos conduciendo precisamente un Seat Panda, ha terminado por destapar aquel delantero que prometió mucho en su tercera temporada en el Betis con 19 tantos. Hoy ya pertenece a la disciplina celeste.
Pero, al Panda no se le conoce así por el coche, sino por una canción de un rapero estadounidense. La afición por poner Panda de Desiigner en el vestuario del Celta B y convertir al filial Celeste en el Panda Team terminó por etiquetarle con ese apodo que él alimentó posteriormente tatuándose un oso Panda en un tobillo y realizando la celebración imitando a este animal tras marcar un tanto.
Precisamente, de ese filial aterrizó en el Zaragoza, donde la rompió en Segunda con 23 tantos en 43 duelos, lo que le valió su fichaje por el Espanyol y su despegue definitivo en Primera. En el club periquito hizo 23 tantos en 46 duelos y consiguió clasificarlo para Europa. En ese escaparate llegó al Betis, en el que tardó en responder, estuvo casi 12 meses sin marcar, del 12 de enero al 6 de diciembre del 2020.
Goles frente al odio
Y de nuevo, el odio. Ese que salpicó a su propia familia y le hizo pensar si ser futbolista "merecía la pena". Pero el deportista recapacitó ayudado también por un gabinete de psicología deportiva y volvió a recuperar los goles. "El fútbol es mi forma de vida. Hay cosas que te saturan mucho, pero el día a día como futbolista profesional es un sueño", comentó en otra entrevista.
La sonrisa ha vuelto a Borja Iglesias, como la que lució ayer a la salida de Balaídos tras ser convocado por la selección. "No creo que esté, pero apoyaré desde aquí siempre. No hay problema", había expresado días antes de esta positiva sorpresa. Pero está. Vuelve tras un par de años y apenas 51 minutos como internacional en tres partidos, el último, la derrota ante Escocia en marzo de 2023. "Llevan esperando esta mierda mucho tiempo, verdad", canta Desiigner en la canción que tanto le gusta a Iglesias. Casi dos años.