El "milagro" que no fue de Maradona en Estados Unidos'94: "Tomá el primer avión lo más lejos que podás"

El “milagro” que no fue de Maradona en Estados Unidos’94: “Tomá el primer avión lo más lejos que podás”

La carrera de Maradona se alteró tras el Mundial Italia 1990. Le asfixiaba la pasión callejera de los tifosi napolitanos. Le acaparaba la mafia como amigo-trofeo al que despeñaba por la peor vía. Sufría una acusación de paternidad. Y, peor, pagaba las consecuencias de un error grave: ante la semifinal Italia-Argentina, en Nápoles, reclamó a la ciudad que le apoyaran a él, recordándoles que el resto de Italia les despreciaba. Todo acabó cuando en la jornada 25 dio positivo por cocaína, cosa que a nadie extrañó pues esnifaba continuamente, y le cayó una suspensión de año y medio. Adiós Nápoles, adiós Italia.

Instalado en Buenos Aires, la policía entró en su casa, le encontró en posesión de cocaína, fue detenido, liberado bajo una fianza de 20.000 pesos y obligado por la jueza a someterse a un proceso desintoxicación. Paralelamente, la justicia italiana le condenó en ausencia a 14 meses de prisión. El D10S se había convertido en carne de páginas de sucesos.

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Cumplidos los 15 meses de suspensión, se dispuso a volver al fútbol con idea de jugar el Mundial Estados Unidos 1994. Su ficha aún pertenecía al Nápoles, que reclamaba su incorporación, pero él no quiso ni oír hablar de eso. Surgieron dos posibilidades, el Olympique de Marsella y el Sevilla, que tenía como entrenador a Carlos Bilardo, el que fuera seleccionador de la Argentina campeona del mundo con Maradona en México 1986. Le gustó esta opción y Blatter, presidente de la FIFA, presionó al Nápoles para que aceptara un traspaso razonable, pensando que una regeneración de este jugador daría buena imagen al fútbol y mejores beneficios en el Mundial. El Sevilla pagó 5,7 millones de dólares ayudado por Mediaset, de Silvio Berlusconi, a cambio de televisar amistosos que el Sevilla se comprometió a jugar. Regresó rodeado de expectación, el 28 de septiembre de 1992, ante el Bayern de Múnich.

Las cosas no fueron mal en principio. Se entrenó decentemente y puso lo mejor de sí en cada partido. Un control aquí, un pase allá, una ruleta, un caño, algún que otro golito... Mejoraba paulatinamente. Los compañeros le adoraban. Pero de esa mejoría derivó el desastre, pues el 18 de febrero le convocó Argentina para dos partidos a jugar en una semana, en plena temporada: el del Centenario de la AFA, ante Brasil, y la Copa Artemio Franchi, entre las selecciones campeonas de América y Europa, Argentina y Dinamarca. El Sevilla pretendió impedirle ir, se rebeló, fue, a su regreso, sancionado y, rota la relación con el club, se entregó por despecho al desenfreno más absoluto.

El Sevilla le puso un detective, al que destrozó con sus horarios, idas y venidas. Descuidado de los entrenamientos, se convirtió en un peso muerto. Bilardo le sustituyó antes del fin de un partido ante el Burgos y fue el acabose. Le insultó al salir y ahí finiquitó la aventura sevillana tras 29 partidos, seis goles y nueve asistencias. El Sevilla terminó séptimo.

El 10 de Argentina, en el partido contra Nigeria.

El 10 de Argentina, en el partido contra Nigeria.AFP

Y, claro, dejó de contar para la selección, que sin él ganó la Copa América. Tampoco jugó la liguilla de clasificación para Estados Unidos 1994, que Argentina disputó a Colombia, Uruguay y Perú. El campeón iría directo al Mundial, el segundo tendría la oportunidad de una repesca contra el campeón del grupo oceánico. Argentina y Colombia llegaron empatadas a puntos a la última jornada, el 5 septiembre de 1993, cuando debían enfrentarse en el Monumental del River Plate. Por supuesto, Argentina era favorita, pero se iba a encontrar con el resultado más catastrófico de su historia: 0-5. La afición se indignó, y en el segundo tiempo empezó a escucharse: «¡Maradooo...! ¡Maradooo...!», reclamando el regreso del astro, presente en la tribuna.

Julio Grondona, presidente de la AFA, y Coco Basile, seleccionador, asumieron que estaban obligados a contar de nuevo con él. Una eliminación en la repesca ante Australia sin Maradona hubiera provocado que les arrastraran por las calles. Las fechas eran 31 de octubre en Sidney y 17 de noviembre en el Monumental. Pero D10S estaba inactivo y eso se resolvió gracias a Torneos y Competencias, televisión que le buscó un equipo fuera de Buenos Aires a fin de aumentar audiencias en el interior. El elegido resultó ser el Newell's Old Boys y su primer entrenamiento, el 13 de septiembre, fue una conmoción en la ciudad, Rosario: cerraron comercios y escuelas. Se presentó con buen aspecto, casi fino. Hacía semanas que trabajaba en el gimnasio New Age del barrio de Belgrano con un fisioculturista llamado Daniel Cerrini, que a la larga sería su condena.

Debutó el 7 de octubre en un amistoso ante el Emelec de Ecuador y en el abarrotado estadio estuvo Lionel Messi junto a su padre. Sólo tenía seis años, y apenas recuerda otra cosa que el tumulto. Permanecería en Newell's 145 días, hasta febrero del 94. Sólo jugó cinco partidos oficiales, no hizo gol y no ganó un solo partido, pero se recuerda su paso con orgullo, como ocurre en el Levante con Cruyff.

El 31 de octubre se disputó el partido de ida de la repesca en Sidney, con Maradona, por supuesto. Hizo poco, pero lo esencial: le envió a Balbo el pase del gol argentino. El partido acabó 1-1, y el de vuelta, el 17 de noviembre, 1-0 (Batistuta). Argentina se clasificó para el Mundial, que iba a ser el cuarto de Maradona. Se había convertido en su obsesión: quería que sus hijas, Dalma y Giannina, le vieran como campeón del mundo.

Convenció a su preparador físico, Signorini, que le acompañó a Nápoles y estaba cansado de su inconstancia, de volver a trabajar juntos, y éste buscó un lugar aislado en La Pampa, un rancho llamado El Marito en un lugar semidesértico, a unos 70 kilómetros de Santa Rosa. Sólo les acompañaron el padre del jugador y el representante, Marcos Franchi. Signorini vetó a Cerrini, el mago que le había hecho adelgazar antes de fichar por el Newell's. Maradona aceptó.

En El Marito iban a trabajar a fondo, con toda la naturaleza encima, a partir del primero de abril. La coca no entró allí. Tomaba calmantes para enfrentarse al síndrome de abstinencia en una lucha feroz de la que salió ganador. En un estupendo documental titulado The Fall [La caída], Signorini cuenta cómo una noche Maradona apareció en el quicio de su puerta, con los ojos fuera de las órbitas, y le dijo: «¡Vamos!». Se vistió y salieron a correr en la noche. Maradona respiraba muy agitadamente. Al cabo de un buen rato soltó un grito atronador, paró y le dijo: «¡Ya está!».

Regresó de aquella cuarentena curado y se incorporó al grupo. Hubo que cancelar una gira programada por Japón, que le negó la visa por sus antecedentes con las drogas, pero se hicieron suficientes partidos de preparación con él y llegó al Mundial en un óptimo estado físico para sus 33 años. En el Babson College de Boston, donde se hospedó el equipo, el comentario permanente era el «milagro Maradona». Fuerte, ágil, bienhumorado, sin rastro de su adicción, brillante... provocaba asombro. Sólo una cosa contrarió a Signorini: se empeñó en tener de nuevo a su lado a Daniel Cerrini, casi como cábala. Hubo que aceptar. La AFA admitió en la delegación oficial a un séquito de Maradona formado por cuatro personas: Franchi, Signorini, Cerrini y Salvatore Carmando, antiguo masajista del Nápoles.

El equipo no era sólo Maradona; estaban también Caniggia, Batistuta, Redondo, Simeone, Cáceres, Ruggeri... El primer rival fue Grecia, en Boston, el 21 de junio, y la victoria fue aplastante: 4-0. Tres del joven Batistuta y uno de Maradona, en una preciosa llegada en paredes. Corrió a la banda y lo gritó desesperado, a un palmo de la cámara, enviando a los hogares de todo el mundo un gesto salvaje de alegría y superación. A los cuatro días, nueva victoria, sobre Nigeria, 2-1. Los dos de Caniggia, uno a pase de Maradona.

Maradona, camino del control donde terminaría dando positivo.

Maradona, camino del control donde terminaría dando positivo.E. M.

Mientras acababa el partido, se hizo el sorteo para el control antidoping, al que asistió el segundo médico de Argentina, Roberto Peidró. Él mismo extrajo los dos números argentinos: el 2, Sergio Fabián Vázquez, y el 10, Diego Armando Maradona. Ninguna preocupación, le pasaban sus controles y la coca estaba olvidada. Tan era así que en la bocana del vestuario Peidró animó a la enfermera, Sue Carpenter, a salir al campo: «Anda, ve por él, saldrás en todos los lados». Ella fue y le tomó la mano. Maradona iba feliz saludando a sus conocidos en la grada.

A los dos días explotó la bomba: positivo. ¿Cómo era posible? Signorini y Daniel Bolotnicoff, abogado de Maradona, sospecharon de Cerrini, fueron a su habitación y le exigieron que les mostrara todo lo que le estaba dando. Resultó que un suplemento alimenticio de nombre Ripped que le venía suministrando se le había acabado y fue a comprarlo a una farmacia de Boston. Pero compró la variedad Fast, no Fuel, como el que tenía. Las cajitas eran muy parecidas: fondo negro con letras rojas uno, y el otro al revés. No pensó que hubiera diferencia. Sacaron el prospecto y vieron que el nuevo contenía efedrina. «Tomá el primer avión lo más lejos que podás», le dijeron.

El dopaje lo hizo oficial el doctor Michel D'Hooghe, de la FIFA, recitando «efedrina, seudoefedrina, norefedrina, norseudoefedrina y metaefedrina». Llegó a sugerir un cóctel elaborado ad hoc. Peidró y Bolotnicoff viajaron a Los Ángeles, a la contraprueba.

Allí Peidró vio un rayo de esperanza: el frasco del contraanálisis tenía un cartelito con la palabra efedrina, lo que violaba el protocolo del doble ciego. Se hubiera podido anular el procedimiento, o al menos retrasar la sanción, pero los precedentes de Maradona no ayudaban. Joao Havelange fue inflexible: «Estamos en un país que gasta anualmente 50.000 millones en combatir las drogas, ¿y ustedes me piden que mire para otro lado?».

Maradona hizo protestas de inocencia y se derrumbó: «Me cortaron las piernas». Grondona replicó: «Se las cortó él solito», e invirtió esos días en evitar que Argentina fuese expulsada y no en salvarle. Criticó su entorno.

Argentina siguió, ya que Sergio Vázquez no dio positivo, lo que descartaba un dopaje de equipo. Pero perdió el tercer partido del grupo, con Bulgaria, y el de octavos, ante Rumanía. La caída de Maradona dejó un ánimo fúnebre en el equipo. Le suspendieron otros 15 meses, tras los cuales reapareció en Boca: «La pelota no se mancha», dijo emocionado, renovando sus protestas de inocencia. Reales, porque él no se dopó. Fue la torpeza de Cerrini. Pero la fatalidad le había atrapado. Volvió a la coca, a la vida desordenada, en dos años jugó siete partidos, perdió la familia, fracasó como entrenador y murió solo, con 60 años.

Quique Guasch: "Me vetaron hasta para entrar al lavabo de todas las televisiones de España"

Quique Guasch: “Me vetaron hasta para entrar al lavabo de todas las televisiones de España”

"He sido incómodo toda mi puta vida", arranca Quique Guasch (Barcelona, 1951) y sorprende a quien creció viéndole, Mundial tras Mundial, partido tras partido, como reportero afable y siempre con el protagonista adecuado durante la etapa gloriosa del deporte en TVE. Es un clásico de estampa inolvidable y, viendo cómo se conserva en 2025, eterna: bigotazo, calva brillante y bronceado permanente desde mucho antes del furor de los rayos UVA. Sólo las canas le delatan. Eso y que, desde que le atropelló un ERE en la tele pública en 2008, fue desapareciendo del primer plano.

"La profesión no perdona a los viejos, cosa que comprendo, y si encima eres molesto para el poder, te rematan. Yo no he podido ni sabido ser otra cosa y me lo han permitido… hasta que no", reflexiona con más resignación que rencor.

¿Qué le hacía tan incómodo?
Yo digo lo que pienso y no pienso lo que digo. Eso en nuestra profesión te pasa unas facturas terroríficas, amigo mío. Y los peores son los que menos te esperas, los que van de liberales y de ser unos tíos cojonudos, pero son una mierda como un piano. Grandes cracks de la comunicación que se dedican a joder la vida a otros más débiles.
¿Habla de alguien en concreto?
No merece la pena nombrarlos. Ya no. Y algunos presumían de ser de izquierdas, como yo, pero luego lo que menos les importaba eran los trabajadores. Uno, que encima es un gran periodista, se dedicó a joderme la vida cuando salí de TVE, me vetó hasta para entrar al lavabo de todas las televisiones de España, pero no le puedo nombrar porque se me querella. Además ya da igual porque me lo paso ahora maravillosamente bien. Ando un poquito por las mañanas, que me lo recomendó el cardiólogo, y me voy al Club Natación Barcelona, que es mi casa verdadera, a tomar el sol y bañarme todos los días del año.

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Hay que mantener el moreno.
Claro, y el bigote. Son mi imagen de marca. Y la calvicie, eh. La reivindico y la llevo con orgullo desde hace 50 años. Me han ofrecido varias veces ponerme injertos gratis, ¿para qué quiero yo pelo ahora? No merece la pena. No sé si a los 25 me lo hubiera pensado, pero ahora…
Los que se quedan calvos jóvenes luego aguantan mejor el paso del tiempo, envejecen más lento.
Porque parecíamos viejos con 30, pero, mira, yo estoy como una rosa y el secreto es el sol. Siempre con protección, eh, no seamos gilipollas. Y luego tengo otro secreto para mantenerme joven que no te he contado hasta ahora. ¿Sabes cuál es mi pasión?
Así, a bote pronto, no se me ocurre.
Mi pasión es el Barça. Pero no es que sea un apasionado del fútbol, lo que me apasiona es el club, las movidas que hay alrededor, los intereses creados, la política que se mete dentro de los despachos... Enterarme de todo eso, aunque ya no lo cuente en ningún lado, me vuelve loco.
¿Y por qué no lo cuenta en ningún lado? Muchos periodistas de su generación siguen colaborando en medios.
Ya, pero, como te he dicho antes, yo no me callo. Si veo algo que huele mal en el Barça, lo digo y automáticamente llamarán a quien me contrate a preguntar: "¿A este tío por qué lo tenéis aquí si ya tendría que estar jubilado?". Lo sé porque me ha pasado. Y estoy jubilado, ojo, lo que pasa es que me enferma ver que yo me entero de cosas del Barça que los periodistas que lo siguen cada día deberían saber y no saben. O no lo cuentan, porque los pobrecillos no pueden hablar libremente o les quitan hasta la posibilidad de hacer una pregunta en las conferencias de prensa. Perdóname la falta de humildad, pero es verdad que sigo teniendo esas conexiones y esas fuentes dentro del club.
¿Duele ese exilio profesional?
No tengo ya fuerza para luchar, me he cansado. Las últimas ofertas que he tenido te pagan un café con leche por colaborar una vez al mes. Ya no estoy para eso y entiendo que esto debe de ser para gente joven. Les deseo lo mejor y que les paguen más dignamente. Yo estoy feliz. Mis mañanitas en el club, comida con mi santa esposa y, cuando ella vuelve al trabajo, me retiro a mis aposentos y me dedico a jugar con el ordenador, hacer mis llamadas y ponerme al corriente de las muchas barbaridades que dicen estos pseudoperiodistas que proliferan ahora en internet, bárbaros que están vendidos a los clubes por una gorra y una bufanda y, encima, muchos medios de verdad promocionan. En fin, es otro mundo, uno al que ya no pertenezco. Yo no nací con el ordenador, nací con el ordenanza, que suena parecido pero no es lo mismo [risas].
¿No reconoce el periodismo actual?
No queda nada del periodismo deportivo que yo conocí, el de verdad, el que quería contar cosas. Entras en las webs deportivas y ves que cogen lo que dicen otros, lo pegan, lo titulan y ya está. Con eso llenan. Es verdad que está muy mal pagado y que seguramente los editores o los directores les obligan a hacer esos contenidos que no tienen ningún valor pero dan clics, pero todo está mal. Me aburre la profesión ahora. He dejado de escuchar los programas de radio porque todo son intereses y portavoces de Laporta o de Florentino defendiendo lo suyo. En el fútbol se está haciendo la obra más importante de la última década en Cataluña, el campo del Barça, que cuesta una millonada y se le da a una constructora turca desconocida, pero los periodistas no indagan y los políticos de mi tierra dicen "amén". Pues nada, ya está. Todos callados y su amo, contento.
Asumo que el amo al que se refiere es Laporta.
Aquí sí. Allí, Florentino. Fíjate, Laporta tiene tres demandas por una presunta estafa con el Reus que está en juicio y aquí no se publica ni una línea. Ni una ni dos, tres. Laporta es un tío que no ha trabajado en toda su vida, ¿de qué vive entonces? Es fácil imaginarlo... más claro, agua. ¿Qué es lo que de verdad me preocupa? Que un buen número de socios, que son buena gente, le votaron y le permitieron hacer las famosas palancas que han hipotecado al club para siempre. Unas palancas cuyo ideólogo es un economista avalado por Florentino. Van de la mano porque les interesa la Superliga, cosa que entendería si no hubiera estado tan mal parida. Aún no comprendo cómo a una cabeza privilegiada como Florentino se le puede ocurrir presentar un proyecto así en 'El Chiringuito'. ¡'El Chiringuito'! Apaga y vámonos. Con eso, nació muerta.
Este amor por el periodismo fue tardío, porque estudió Derecho.
He sido siempre un desastre. Me enganchó el gusanillo de la radio estando ya en la universidad y lo dejé todo por ella, con el consiguiente disgusto familiar y de amigos. Me volvió loco este mundo y no me arrepiento de nada. Me ha ido bien, mal y regular, según el momento, pero he disfrutado mucho porque pillé la mejor época del periodismo en España. Había trabajo, había medios, viajabas, tenías acceso a los protagonistas... Gracias a mi trabajo tengo amigos del Madrid, del Barça, del Dépor, de la Real Sociedad, del Athletic... ¿Esto cómo lo pago? Si cuando me muera, no va a caber la gente en el tanatorio con la cantidad de amigos que he dejado. ¿De qué me puedo quejar? De nada.
Sin embargo, empezó haciendo radio musical.
Claro, estamos hablando de los años 70 y tenías que hacer música porque el deporte estaba creciendo, pero aún era muy secundario en la radio. De hecho, durante unos cuantos años en Radio Joventut yo intentaba hacer deportes y no me dejaban porque, como sabía hacer muchas voces, me ponían en las novelas. Me hinché. Pero en cuanto pude me dediqué a esto que sigo adorando.
Por la noche presentaba shows en algunas de las discotecas más famosas de Barcelona. ¿Eso le ayudó a acercarse a los futbolistas?
Yo he disfrutado mucho con los jugadores, me lo he pasado muy bien y jamás contaré lo que no se debe contar. No porque me lo agradezcan sino porque forma parte de mi background, de mi vida y de mi forma de ser. Yo no soy un alcahuete. Estaba allí porque ellos confiaban en mí, no para escribir ahora un libro de memorias explotando las vidas de otros más importantes. Eso muere conmigo y punto.
Con los jugadores del Barça del Dream Team llegó a hacer un programa en TVE, 'Fantástic', en el que ellos eran los presentadores y hasta interpretaban gags cómicos.
Eso es. Eran Julito [Salinas], Pep [Guardiola], Talín [Alexanko], Txiki [Begiristain] y Eusebio, principalmente, aunque vinieron varios más. Eso fue idea mía. Estaban mis jefes en Cataluña pensando ideas de programas y les dije que por qué no hacíamos uno con los futbolistas del Barça. Alucinaron, claro. Pensaban que era imposible. Toda la parte burocrática la llevé yo y ahí me equivoqué por inexperto. No hablé con el Barça, sino con Johan [Cruyff], que les dio permiso sin que el club supiera nada. En aquel momento los derechos de imagen no eran los de ahora, que el futbolista depende del club hasta para hacer caca y pipí. El Barça sólo tenía control sobre lo que hacían dentro de sus instalaciones o con la camiseta puesta, para lo demás eran libres y no tenían que consultar a nadie. Me aproveché de eso, se hizo y estuve a punto de que se hiciera en el Madrid, porque yo tenía mucha confianza con sus internacionales de cubrir la selección y me habían dicho que sí, porque esto fue un bombazo a nivel de imagen para los del Barça y les daba envidia.
¿Y por qué no se hizo?
Porque yo no daba abasto y siempre he sido un poco tonto. En vez de montar una productora, como hacen tantos periodistas ahora, sencillamente me mataba a trabajar para mi tele sin ver un duro extra y, al final, no me daba la vida. Pero a los del Barça los tuve a todos, nos lo pasamos muy bien y, para esos iluminados de los clubes que ahora no dejan que los futbolistas hagan nada, ese año ganaron la Liga y la Copa de Europa. Mucho no les distrajo el programa.
¿Cómo había sido su llegada a Televisión Española?
En la radio logré empezar a hacer deporte. Baloncesto, fútbol, todo... Y entonces me dijeron que TVE estaba buscando gente para informativos en Barcelona y me presenté a las pruebas. Fue una entrevista a Asensi, que siempre ha sido un gran tipo, y me cogieron. TVE estaba en crecimiento e iban teniendo cada vez más deporte, así que al año pasé ahí y ya me quedé 32 años.
En esa época, sin más canales, salir en TVE haciendo deportes te convertía en una celebridad.
Tal cual. Para la gente y para los deportistas, que veían lo mismo que el resto. Eso te facilitaba mucho el trabajo porque te conocían lo mismo ellos a ti que tú a ellos. Estaban deseando salir en TVE. Por ejemplo, en noviembre del 86, cuando estaba en la cima del mundo tras el Mundial de México, traje a Maradona a Madrid para salir en 'Estudio Estadio' y no cobró ni un duro. Ni él ni yo. A veces pienso que con la amistad que tenía con Diego, que me llamaba Pelao, y las muchas entrevistas exclusivas que le hice, hubiera podido hacer negocio, pero es que yo defendía a la empresa como si fuera mía. Craso error. Más tonto no podía ser.
A ver, no le fue mal para ser tonto, eh.
Era tonto en cuanto a ganar dinero, no como periodista. Era un trabajador normal y corriente de los muchos que hay en Televisión Española, un poquito más avispado que algunos y peor que otros, pero me movía muy bien.
Quique Guasch posa para la entrevista, en Barcelona.

Quique Guasch posa para la entrevista, en Barcelona.David RamírezAraba Press

¿Cómo surgió la amistad con Maradona?
Nos conocimos en Buenos Aires, en marzo del 81. Fui a hacer un amistoso entre Argentina y Alemania porque jugaban Stielike y Breitner, que los conocía del Madrid. De Maradona ya se empezaba a hablar bastante, pero en Europa no lo habíamos visto y nada más llegar tuve una enganchada con él, porque no me quería dar una entrevista. Y estuvimos ahí peleándonos hasta que conseguí dos palabras de él, pero ya vi que era especial y cuando regresé a España se lo decía a todo el mundo: "Cuidado con este tío, que es muy bueno". Se empezó a hablar de que podía venir al Barça, la cosa fue tomando cuerpo y cuando vino con la selección a jugar el homenaje a Rexach, en septiembre, ya estuve pegado a él. Le había caído simpático con aquella primera pelea y ya seguimos siendo amigos hasta su muerte.
¿Qué porcentaje de la mitología, buena y mala, que le rodea es cierta?
De Maradona habla todo el mundo y se han escrito auténticas barbaridades, pero la base es cierta. Un día, ya bastante al final, me dijo: "¿Tú te imaginas, Pelao, qué futbolista hubiera sido si no me hubiera drogado?". Él era consciente del daño que le había hecho la puta droga.
¿Y qué se le responde a eso?
Le dije: "Pues, Diego, habrías durado una hora en vez de un cuarto de hora". Eso sí, menudo cuarto de hora. Había algo en Diego distinto a todos los demás grandes. La personalidad, el magnetismo... Era un líder fuera y dentro del terreno de juego. Un tipo de izquierdas y sindicalista que nunca olvidó de dónde venía. Yo le decía mucho que se metía en líos innecesarios con su estatus, pero le daba igual. En el Mundial de México, por ejemplo, él y Sócrates se pasaron todo el torneo peleándose con la FIFA por los horarios. Se manifestaba tras cada partido aunque le amenazan. Él era así, vivió así y murió así.
Estando tan cerca de él en Barcelona, ¿no se dio cuenta de que estaba consumiendo regularmente cocaína?
No, ten en cuenta que hasta que dio positivo en el 91, no se sabía nada. En realidad, yo me enteré antes. En el Mundial de Italia 90, un vicepresidente de la FIFA me dijo: "Oye, tu amigo se droga". Me quedé lívido. Le pregunté de qué me hablaba y no me dio más detalles, pero ya me empezaron a cuadrar cosas porque si algo tenía claro es que Diego no se drogaba para jugar mejor, que me hubiera preocupado menos. Entendí que la cosa era jodida.
¿Alguna vez lo habló con él?
No. A Maradona era muy difícil aconsejarle. No había ni Dios que tuviera los cojones de decirle: "Te estás equivocando, maestro". No te lo permitía. En reiteradas ocasiones, cuando no le gustaba la conversación, la zanjaba diciendo: "Yo soy Maradona". Y ahí se había acabado la película. Hacía lo que le daba la gana en todos los sentidos.
Cubrió seis Mundiales, ¿le sobraron o le faltaron?
Es una buena pregunta. Yo he vivido por y para esto y no lo habría dejado nunca mientras las fuerzas me aguantasen, que ahora ya me fallan. No es un trabajo que intelectualmente tenga mucho desgaste, pero yo lo vivía con una intensidad tremenda. Entiendo que un periodista no tiene que tener festivos, tiene que dejar de ir a trabajar, pero estar conectado al día, saber lo que pasa, dónde está la gente, por qué van a comer con este representante... Ahora esto ni se hace ni se sigue. La excusa de los periodistas actuales es que los jugadores no hablan. Perfecto, pero los representantes y los directivos, sí.
A usted aún le hablan muchos deportistas de su época.
Porque he callado más de lo que he contado. Siempre preferí la persona que la noticia y por eso sigo teniendo hoy a las personas. De todos modos, es un buen trato profesional, de muy pocos me considero amigos. Por ejemplo, ahora hay una cadena de televisión que prohíbe a sus periodistas llamar de usted a los entrevistados. Yo eso no lo aceptaría. He llamado de usted hasta a mis amigos más cercanos cuando estaba trabajando porque tiene que haber una credibilidad, no un compadreo. Esa seriedad se ha perdido.
¿Han perdido los periodistas deportivos el respeto de la gente?
Totalmente y creo que nos lo ganamos a pulso. El periodista se ha creído protagonista y no es nadie.
Usted ha sido muy popular.
Sí, es cierto, pero eso nunca afectó a cómo afronté mi trabajo. A esa popularidad ayudó mucho mi imagen y todavía hoy me reconoce la gente por la calle. En aquella época entraba en una discoteca y no pagaba una copa, ahora que estoy jubilado y lo necesito más, lamentablemente pago hasta en el metro [risas], porque yo voy en transporte público a todas partes. A cambio, soy multimillonario en tiempo y eso gana a todo. No tengo prisa ni para morirme. A lo mejor algún día, por desgracia, te tengo que decir que estoy muy jodido, pero por ahora estoy en la gloria.
Hace unos días falleció José Ángel de la Casa, ex jefe y amigo.
Amigo por encima de todo. Lo pasé muy mal. Tuve la gran suerte de que, a través de su hijo Juanma, muy pocos días antes hice una videollamada con él para despedirnos. No lo olvidaré en la vida. Ha sido una persona a la que no se le ha hecho justicia profesionalmente. Ni un poco. Al menos, de cara a su familia, la cantidad de compañeros que estuvieron en el tanatorio y en el entierro sirve un poco de reconocimiento, pero fue tarde y triste. Es un pequeño consuelo para su familia, pero totalmente insuficiente. Mereció mucho más, pero en esta profesión si eres un buen tipo y no vas presumiendo, nadie te hace caso. En realidad, creo que a toda aquella generación de periodistas de TVE no se nos ha agradecido en absoluto todo lo que hicimos por el deporte en España. Ni la profesión ni, sobre todo, la cadena.
¿En qué sentido?
Muchos de nosotros salimos mal de TVE porque ya nos invitaron a irnos. Ni siquiera tuvieron el valor de echarnos directamente, simplemente nos persiguieron como si fuéramos los culpables de una mala situación económica. Estoy hablando de casi todos mis compañeros de Deporte. Nos convencieron de que dependía de nosotros salvar la televisión y esa fue la gran mentira de mi vida. Echaron a 5.000 tíos de Radio Nacional, TVE y la agencia EFE y no cambió nada. El Estado tuvo que poner dinero como ha puesto siempre y se lo siguieron llevando los directivos como se lo han llevado siempre.
¿Por qué TVE es tal polvorín?
Porque no tiene una línea periodística ni empresarial. No hay seriedad. Allí mandan los políticos. Hay un Consejo de RTVE en el que cada partido coloca a los suyos y en el que la mayoría sólo está para llevárselo crudo en dietas y kilometraje, como decimos todos en la tele. No hay un criterio. Ahora hacen una apuesta, mañana cambian de idea, todo se improvisa según convenga... Yo no tengo nada contra Broncano ni contra Buenafuente por ganar lo que ganan, que es menos de lo que se dice y son dos profesionales estupendos, el problema es que si mañana cambia el Gobierno ya no servirán esos programas y la decisión no será por si son buenos o malos ni si funcionan o no, igual que no lo ha sido a la hora de ponerlos.
¿Esa injerencia política siempre ha sido igual?
Sí. Los gobiernos siempre han mandado igual en TVE, lo que pasa es que ahora se sabe más que antes. Ese problema siempre ha sido la cruz de la cadena. Yo creo en la tele pública, creo que tiene sentido como concepto, pero como está enfocada TVE, tal vez no. Para eso hubiera sido mejor cerrarla cuando la mataron.
¿Cuándo fue eso?
Cuando le quitaron la publicidad porque al Gobierno le interesaba salvar a unos canales privados que estaban con el agua al cuello. Esa fue la sentencia de muerte. A los veteranos con sueldos altos nos echaron porque había que reducir personal de una forma tremenda y lo peor fue que nos prohibieron trabajar de nuestra profesión. Tras el ERE, yo podía trabajar de mecánico, de tornero o de camarero, pero como quise seguir trabajando de periodista me hincharon a multas y me llevaron a juicio. La libertad de expresión es mentira, es otra pantomima.
Uno de sus últimos trabajos en TVE fue como presentador de 'El Rondo', una de las primeras tertulias futbolísticas con un tono similar al que ahora tiene 'El Chiringuito'.
Sí, fue un éxito y se lo cargó Florentino porque no le gustaba no controlarlo. Y eso no lo digo yo, lo dice él mismo en los famosos audios filtrados. Aquello fue un invento de Alfonso Arús, que es un visionario de la televisión. Entendió en aquel momento que los jugadores en activo no dicen nada y los jubilados aportan poco, entonces invitó a periodistas y aquello lo cambió todo. Hasta que se acabó porque Florentino quiso que se acabara para poner un programa con Pedrerol, que sí era de su cuerda. No le fue bien y a la media temporada lo largaron, pero el daño ya estaba hecho.
¿Por qué Florentino les quiso cerrar?
Por control. Yo no le he insultado en la vida, lo que pasa es que repetía mucho aquello del ser superior, porque me hacía muchísima gracia la frase y esto se ve que, por lo que me ha contado gente cercana a él, le ponía como una moto. Pero, vamos, que Florentino tiene mucho poder y que lo utiliza no hace falta ni que lo cuente, lo sabe toda España. Todo lo que no le interesa en los medios de comunicación, lo persigue. Esto es así: lo ejecuta. Y a nosotros nos tocó también. A partir de ahí, mi carrera ya quedó marcada.
Me consta que, pese a esa experiencia, le gusta 'El Chiringuito'.
Sí, encuentro que son unos personajes cojonudos. Personajes que no periodistas, porque de información van justitos. Allí no te puedes enterar de casi nada, salvo de alguna cosa que le interesa al Madrid que suelten. Es un programa de Florentino, si no lo dirige le debe faltar poco, pero a mí me divierte bastante.
No guarda rencor, pues.
¿Para qué? He hecho lo que más me gustaba y, aunque no soy millonario, no me ha ido mal la vida. He sido feliz y eso es impagable, por eso sigo ahí intentando sacar información. Ya que nadie más lo hace... Ahora los periodistas quieren ser como los youtubers, que están todo el día hablando de fútbol sin decir nada, es llenar por llenar a cambio de que Laporta les dé una gorra del Barça o Florentino una del Madrid. Qué pena, con lo que fue este oficio.
Saúl Craviotto, galardonado con el Premio Marca Leyenda

Saúl Craviotto, galardonado con el Premio Marca Leyenda

Actualizado Martes, 27 mayo 2025 - 19:24

"Para mí el éxito es que reconozcan tu trabajo y poder compartirlo. La clave es sentirse bien con uno mismo, no pisar a nadie y tener un objetivo. Si quieres ver lo feliz que es alguien, fíjate en lo agradecido que es". Son palabras de Saúl Craviotto, que unió su nombre este martes a los de Michael Jordan, Pelé, Maradona, Gasol o Nadal, otros de los galardonados con el Premio Marca Leyenda, que le fue entregado en en el restaurante Casa Gerardo de Gijón, con la presencia, entre otras autoridades, del presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón.

El piragüista ha obtenido seis medallas olímpicas, siendo el deportista español más laureado. Desde el oro que logró en Pekín 2008 en la modalidad K2 500 hasta el bronce en K4 500 en los último Juegos de París, pasando por una plata en Londres 2012 en K1 200, un oro y un bronce en Río 2016 y una plata en Tokio 2020, Craviotto ha completado una carrera formidable, en la que cuenta también con 11 medallas en Campeonatos del Mundo, cuatro de ellas de oro, y otras ocho en competiciones continentales.

"No sólo eres el deportista con más medallas olímpicas de nuestra historia, es que además eres una vitrina andante de los valores del deporte. Tú los representas todos: espíritu de sacrificio, esfuerzo, disciplina, trabajo en equipo. Yo me quedo con tu humildad y, por supuesto, con tu talento. Eres una fuente de inspiración para toda la sociedad", dijo en su discurso Juan Ignacio Gallardo, director de Marca.

Durante el acto conducido por el periodista del diario deportivo José Rodríguez, Craviotto confesó haber hecho "muchas visitas al diario" y haberse "quedado embobado" al ver la galería de todos los deportistas de "primer nivel" que han recibido el trofeo. "Y ahora recogerlo yo, me da cierto vértigo, la verdad", manifestó.

La hija de Maradona denuncia que los médicos que lo trataron apartaron y engañaron a la familia

La hija de Maradona denuncia que los médicos que lo trataron apartaron y engañaron a la familia

Actualizado Miércoles, 16 abril 2025 - 02:09

Dalma Maradona, una de las hijas de Diego Armando Maradona, ha denunciado, durante el juicio por la muerte de su padre, que los médicos que lo trataban cuando falleció obstaculizaron el contacto del ídolo argentino con su familia y los engañaron "de la manera más cruel" sobre su última internación.

Dalma, una de las dos hijas que el ex futbolista tuvo con su ex mujer, Claudia Villafañe, ha acudido al Tribunal de lo Criminal Número 3 de San Isidro, provincia de Buenos Aires, y brindó testimonio por primera vez desde el comienzo del juicio contra siete profesionales de la salud por la muerte de su padre el 25 de noviembre de 2020, según ha informado Efe.

La hija del ídolo argentino cuestionó con dureza al equipo médico que estuvo a cargo de los cuidados de su padre durante la internación domiciliaria, posterior a una operación en la cabeza el 3 de noviembre de 2020, y acusó que limitaron el contacto que ella y otros familiares podían tener con Diego.

"Muchas veces yo dije que no reconocía a mi papá en el ultimo tiempo porque ya no se reía, se perdía, si estábamos en una videollamada no sabía quién estaba del otro lado", relató Dalma, quien alertó de esta situación al equipo que trataba a su padre.

"Los médicos decían que era normal, que eran semanas, pero que iba a estar bien y obviamente durante todo ese último tiempo nos cortaron todo tiempo de contacto", añadió, y precisó que quienes obstaculizaron el contacto con su padre fueron su médico de cabecera, Leopoldo Luque, la psiquiatra Agustina Cosachov y el psicólogo Carlos Díaz.

Consultada por su participación en la toma de decisiones sobre el equipo médico del ex futbolista y los procedimientos a los que fue sometido, Dalma explicó: "Nosotras no teníamos mucha injerencia, podíamos decir lo que nos parecía pero no decidíamos nada".

Según comentó, tras la operación de Maradona el 3 de noviembre, Luque le dijo a la familia que la única opción para el proceso de recuperación era una internación domiciliaria, mientras que descartó la posibilidad de una internación -voluntaria o por la fuerza- en la Clínica Olivos, en las afueras de la ciudad de Buenos Aires.

"Discutimos las 3 opciones, no nos parecía tan mal porque nos prometieron lo mismo (en la internación domiciliaria) que en la Clínica Olivos, y nunca pasó. Nos engañaron de la manera más cruel", señaló Dalma, que aseguró que las condiciones de la vivienda en la que fue internado su padre no se ajustaban a lo que les habían prometido.

Dalma denunció además que Matías Morla, abogado de Maradona; Maximiliano Pomargo, asistente del ex futbolista; y Vanesa Morla, hermana de Matías, que manejaban los asuntos de su padre, también obstaculizaron el contacto con la familia durante la última internación.

"Él me llamaba y me decía 'no venís nunca, vení, traeme a la nena (su nieta)'. Pero fui y desde la puerta empiezo a llamar y me dicen que está dormido, me vine en el auto con una bebé y no me dejan entrar, a mí no me hagan esto", expresó Dalma, quien describió otras instancias en las que tanto Pomargo como el psicólogo Díaz impidieron que visitara a su padre.

"Nos decían que estaba todo bien"

"Nos decían que estaba todo controlado y que estaba todo bien, pero no nos permitían el ingreso por lo cual no podíamos corroborar que eso era verdad", añadió, mientras se quejaba de la falta de atención a su padre durante sus últimos días.

Ante la consulta sobre en cuántas ocasiones se le negó acceso, Dalma respondió que "muchas, muchísimas veces", y enfatizó que Diego no le creía cuando se lo contaba.

Además de Luque, Cosachov y Díaz, son juzgados en este proceso la doctora y coordinadora de la empresa Swiss Medical, Nancy Forlini, el médico Pedro Di Spagna, el coordinador de enfermeros Mariano Perroni y el enfermero Ricardo Almirón. La enfermera Gisela Madrid también está procesada pero enfrentará un juicio por jurados, tal y como solicitó.

Los jueces Maximiliano Savarino, Verónica Di Tommaso y Julieta Makintach deberán determinar si siete de los ocho acusados son culpables del delito de homicidio simple con dolo eventual, que tiene una pena máxima de 25 años de prisión.

Póker de ases del primer cuarto de siglo: Messi (tréboles), Cristiano (picas), Guardiola (corazones) y Florentino (diamantes)

Póker de ases del primer cuarto de siglo: Messi (tréboles), Cristiano (picas), Guardiola (corazones) y Florentino (diamantes)

El póker de ases no es la mejor jugada posible en el juego de naipes más popular del mundo, superado por la escalera de color, la escalera real o hasta el repóker, si añadimos el joker. Pero se ha convertido en un icono del éxito que ha generado mucha mitomanía. Es un tatuaje habitual en el que los ases de corazones, picas, tréboles y diamantes significan felicidad, poder, suerte y riqueza. Todas se encuentran en el fútbol, representadas por ases

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El difícil momento del adiós: Nadal, Serena, Maradona, Bolt...

El difícil momento del adiós: Nadal, Serena, Maradona, Bolt…

Hubiéramos deseado una última, real y simbólica, victoria de Nadal en su apoteósica y merecida despedida sentimental. Pero ya era imposible, incluso frente a jugadores sepultados en las profundidades del ránking. Su adiós, postergado en exceso entre la tristeza, la comprensión y la gratitud de un país entero, suscita de nuevo una reflexión acerca de los deportistas que no se retiran «a tiempo».

El deportista muere dos veces. Y la primera ocurre cuando se retira (o le retiran). Se trata de una muerte biológicamente provisional, pero profesionalmente definitiva. Y el afectado no la acepta porque abre un abismo bajo sus pies. Así que, con frecuencia, y aunque, como en el caso de Nadal, haya proyectado un futuro confortable, experimenta una especie de horror vacui. No es raro. Después de todo, el deporte es la única actividad en la que la jubilación se produce en la juventud. El deportista tiene todavía por delante, en un territorio desconocido, amenazante por ignoto o incierto, incluso por extenso, la mayor parte de su existencia física. Le entra miedo, vértigo, inseguridad y trata de demorar el momento del adiós.

Autoengañándose acerca de sus, todavía, capacidades, o estirándolas con más o menos dignidad, permanece en activo, con frecuencia en un ámbito individual o, sobre todo, colectivo distinto e inferior del de sus mejores días. No lo hace por dinero, o sólo por eso, sino por mantener una ficción de permanencia.

Un tiempo innecesario

El caso de los futbolistas es paradigmático: Pelé, Cruyff, Beckenbauer, Maradona, Michel, Hugo Sánchez, Guardiola, Iniesta y un interminable etcétera alargaron impropia e innecesariamente sus carreras. Hoy siguen en activo Cristiano, Messi, Luis Suárez, Busquets, Alba y otro largo etcétera. Pero el fútbol sabe que este tiempo les sobra. No son Zidane, Kroos o como Rijkaard, que, en la celebración en el vestuario, después de ganar con el Ajax la Champions de 1995, anunció que ese había sido su último partido. O, cambiando de deporte, como Alberto Contador, que dio sus últimas y crepusculares pedaladas ganando en el Angliru.

No se retiraron a tiempo, entre nosotros, Alfredo Di Stéfano, Severiano Ballesteros e incluso un Alejandro Valverde en su longevidad digna... Ni, volviendo al tenis y al exterior, el mismo Federer. Y quizás Djokovic debe pensar en parar, ahora que está «a tiempo» de mantener su mejor recuerdo. Tampoco Serena Williams se fue cuando debía. Ni Usain Bolt. Existen «retirados en activo», valga la paradoja. Oficialmente aún en la brecha, pero en la práctica fuera de foco, Sergio Ramos o Mireia Belmonte siguen erróneamente la senda de Nadal.

Bolt, en los Juegos de Río 2016.

Bolt, en los Juegos de Río 2016.AP

Si un bel morir tutta una vita onora, un mal morir, metafóricamente hablando, no estropea un pasado merecedor de elogio y agradecimiento. Tampoco hace añicos una imagen que se reconoce irrompible. Pero sin borrarla en absoluto, la empañe un tanto por ser la última. Saber retirarse oportunamente, es, no sólo en el deporte, una virtud casi teologal, incompatible a menudo con la ciega y sorda naturaleza humana.

En el lado opuesto de quienes se resisten en vano a los odiosos imperativos de Cronos figuran quienes se retiran «a tiempo» por el procedimiento de hacerlo «antes de tiempo». A «destiempo», en suma. Son sobre todo nadadores, debido a la precocidad de su deporte con relación a otros. La australiana Shane Gould (Gold), que este 23 de noviembre cumplirá 68 años, tuvo en 1972 todos los récords en todas las distancias del estilo libre. Insólito. Apabullante. En los Juegos de Múnich se llevó tres oros, una plata y un bronce. Y le «faltó tiempo» para retirarse. Tenía 16 años. En los mismos Juegos, Mark Spitz conquistó siete oros estableciendo siete récords del mundo. Y se despidió de las piscinas a los 22 años. Le quitó «tiempo al tiempo».

Un tribunal francés frena la subasta del Balón de Oro de Maradona por el Mundial de 1986

Un tribunal francés frena la subasta del Balón de Oro de Maradona por el Mundial de 1986

Actualizado Miércoles, 5 junio 2024 - 15:22

Las herederas de Diego Maradona lograron frenar la subasta del Balón de Oro que el mito del fútbol argentino recibió tras la Copa Mundial de 1986 luego que un tribunal francés ordenó el miércoles que el trofeo quedara bajo embargo judicial.

El tribunal de apelaciones de Versalles revirtió una decisión judicial emitida la semana pasada que permitía seguir con la subasta pese al rechazo de las herederas de Maradona.

Para el tribunal de apelaciones, existe una disputa genuina sobre el auténtico dueño del Balón de Oro que Maradona obtuvo tras ser proclamado como el mejor jugador del torneo de 1986.

A la espera de una resolución sobre los méritos del caso, el tribunal ordenó el embargo judicial para evitar el riesgo que el trofeo desaparezca otra vez -el mismo estuvo desaparecido durante décadas-.

Gilles Moreu, abogado de las herederas, informó a The Associated Press que procederá a presentar un recurso para que un tribunal revise los méritos del caso y decida quién es el dueño del trofeo.

La justicia francesa abrió una investigación el mes pasado tras recibir una querella sobre un supuesto robo.

El trofeo del Balón de Oro, al mejor jugador del Mundial, estuvo extraviado durante décadas en medio de circunstancias que nunca han sido aclaradas, y recientemente apareció. La familia de Maradona asegura que el trofeo fue robado y que el dueño actual no tiene la facultad para venderlo. Aguttes indicó que el trofeo reapareció en 2016 como parte de un lote que adquirió un coleccionista privado en París.

El actual propietario y Aguttes aseguran que cuando el individuo adquirió el trofeo -años atrás- no sabía que el mismo había sido hurtado.

Maradona recibió el premio en una ceremonia en el cabaret del Lido en los Campos Elíseos en 1986. Posteriormente desapareció, lo que generó todo tipo de rumores.

Algunos aseguraron que lo perdió jugando al póker o que lo vendió para pagar sus deudas, indicó Aguttes. Otros aseveraron que Maradona lo guardó de forma segura en un banco en Nápoles y fue robado por una banda de mafiosos de la región en 1989, cuando jugaba en la liga italiana. De acuerdo con la historia que contó un miembro que renunció a la mafia, el trofeo fue derretido y convertido en piezas de oro. Los herederos de Maradona sospechan que fue robado del banco.

Maradona, quien falleció en 2020 a los 60 años, recibió el galardón por su brillante actuación como capitán de Argentina, que alzó la copa al vencer 3-2 a Alemania Occidental en la final en el estadio Azteca de la Ciudad de México. Pero antes, anotó el polémico gol de "La Mano de Dios" y el "Gol del Siglo" en la victoria 2-1 ante Inglaterra en los cuartos de final.

Aguttes anunció la semana pasada la posposición de la subasta debido a la investigación por robo.

El Balón de Oro de Maradona de 1986 desaparecido durante años se subasta en París en junio

El Balón de Oro de Maradona de 1986 desaparecido durante años se subasta en París en junio

Actualizado Miércoles, 8 mayo 2024 - 08:52

El Balón de Oro que logró Diego Armando Maradona en 1986 será subastado en las afueras de París el próximo 6 de junio después de que se le diese durante décadas por desaparecido, hasta que un coleccionista lo encontró por casualidad.

La casa de subastas Aguttes, en localidad de Neuilly sur Seine, anunció este martes la venta de este objeto de culto cuyo precio estimado -no difundido por la Aguttes- se podría elevar a varios millones de euros. Su actual dueño es un modesto galerista de arte que lo encontró de casualidad.

Maradona logró este galardón -que hasta mediados de los 90 se otorgaba solo a los jugadores europeos- por haber sido el mejor jugador de la Copa del Mundo de 1986 con Argentina. Para ese mundial, ganado por la albiceleste, y para el de 1982, France Football -organizador del premio-, la FIFA y Adidas habían creado esa distinción que terminó por extinguirse.

Además del valor intrínseco a este premio, llama la atención la rocambolesca historia que hay detrás de él. Guardado en un cofre de un banco de Nápoles -donde jugaba Maradona- fue robado en 1989 por un grupo de asaltantes pertenecientes a la mafia, según cuenta la revista 'France Football' (FF).

Desde entonces, la huella del Balón se pierde. Aunque la versión de varios de los que participaron en el atraco era que había sido fundido para hacer lingotes de oro, esta hipótesis perdió fuerza al conocerse que el premio no es de oro macizo y sí de latón.

Para saber más

Pasaron así 26 años de misterio, desde 1989 hasta 2016, hasta que el modesto coleccionista Abdelhamid B., lo compró, sin saber exactamente de lo que se trataba, expone 'FF'.

El coleccionista adquirió por algunos cientos de euros una caja que contenía otros premios (algunos de plástico, otros de mármol falso) en la casa de subasta Drouot-Montmartre, donde terminan los bienes que no se han vendido en el palacio Drouot, uno de los principales puntos de subastas de París.

El franco-argelino tardó, no obstante, varios años hasta saber que se trataba del Balón de Oro de Maradona, ya que pensó, en un primer momento, que era una distinción de balonmano.

Finalmente, ató cabos y logró confirmar que era el del 'Pibe' con dos peritajes de alta tecnología basados en dos pequeños defectos en los dibujos del balón.

La ley francesa considera a Abdelhamid B. el legítimo dueño del Balón de Oro, pues argumenta que lo adquirió de buena fe, sin saber que había sido robado, y su legítimo dueño (los herederos de Maradona) no lo ha reclamado en un plazo de tres años desde que fue vendido. Así, el coleccionista tiene la puerta abierta para embolsarse una fortuna.