Las lágrimas de rabia, la seriedad extrema de Alexia y la sinceridad de Patri Guijarro: “Debimos meter un gol antes”

Actualizado Lunes, 28 julio 2025 - 02:22

Los ojos de Aitana Bonmatí estaban enrojecidos. Como los de Patri Guijarro y los de Irene Paredes. Era fruto de un estado de ánimo que se movía entre la rabia y el llanto. Lágrimas hubo muchas sobre el césped, con una desconsolada Mariona y una rota Athenea, y en el vestuario, a donde la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, acompañadas por la ministra de Deportes, Pilar Alegría, bajaron para dar consuelo a las jugadoras por una gran Eurocopa. "Por suerte, hemos ilusionado", decía Guijarro.

Ninguna podía quitarse de la cabeza qué había pasado para que, jugando mejor y creando más ocasiones que las inglesas, hubieran tenido que jugársela a cara o cruz en una tanda de penaltis con un rival que llegó a la final a golpe de fe... y suerte.

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No la tuvo España. Aitana, con la cabeza aún baja, pedía perdón por el penalti fallado, por la decisión "en una décima de segundo" que hizo que su disparo los desviara Hannah Hampton. Ni siquiera le consuela haber sido elegida mejor jugadora de la Eurocopa.

"nunca hay que darlas por muertas"

Desfilaban las jugadoras camino del autobús con un hondo pesar. Irene Paredes seguía dándole vueltas a lo cómodas que estuvieron las inglesas, incluso cuando España más las atacaba. Se acordó de las pérdidas de tiempo, y de cómo se permiten para cortar el ritmo de los rivales. Todo con la medalla al cuello. "No me la pienso quitar, porque tiene mucho valor", destacaba la capitana conteniendo el llanto. Y es que alzar la Eurocopa hubiera una bonita manera de cerrar si etapa internacional.

La cabeza más fría la tuvo Patri Guijarro, en el campo y después. "Debimos meter un gol antes. A las inglesas nunca hay que darlas por muertas", recordó. Porque, aunque España fue mejor, ellas revivieron. "Así es el fútbol, ya lo sabíamos. En la mayoría de los momentos hemos tenido el control, hemos tenido muchas ocasiones. No he visto las estadísticas, pero quiero verlas porque hemos tenido muchas ocasiones. Nos veréis con cara de rabia porque duele. Es una pena que no haya entrado el balón, pero hay que darle valor a lo que hemos hecho porque no es nada fácil", destacó la mallorquina.

Hubo una jugadora que no rompió a llorar, pero acabó el partido con una mirada que helaba. Alexia Putellas salió del campo en el minuto 70. Fue el primer cambio de Montse Tomé para poner en el campo a Clàudia Pina. Una decisión valiente que apartó en los minutos decisivos a una de las mejores jugadoras del mundo. Cierto es que no estaba siendo determinante, pero ese cambio puede tener consecuencias porque a la jugadora no le agradó.

Aitana, cariacontecida, con su trofeo de MVP de la Eurocopa.

Aitana, cariacontecida, con su trofeo de MVP de la Eurocopa.AFP

Acabó el partido con rabia Cata Coll, que vio a Chloe Kelly guiñarle un ojo y celebrar en su cara el último penalti que las hacía campeonas. Distinto el gesto de Sarina Wiegman, que fue a buscar a Montse Tomé para saludarla antes de lanzarse a bailar con sus ayudantes y con la grada, pero alejada de las jugadoras.

A las dos selecciones les toca mirar al futuro, al Mundial. A las inglesas se lo pidió Carlos III. "Bien hecho, Leonas. La próxima tarea es traer a casa la Copa del Mundo en 2027, ¡si es posible!", escribió en redes sociales. A los españoles se lo prometió Aitana Bonmatí: "Volveremos".

Pocagar, el Tour de la madurez: invierno de gimnasio y clásicas, sentencia en los Pirineos y "cómo mantener el entusiasmo"

Pocagar, el Tour de la madurez: invierno de gimnasio y clásicas, sentencia en los Pirineos y “cómo mantener el entusiasmo”

El cuarto Tour no fue el más asombroso. Será recordado como el de la madurez, quizá como el Tour en el que Tadej Pogacar que tocó techo, en rendimiento pero también en ilusión. Nadie con 26 años había conquistado cuatro veces la Grande Boucle, a ninguno de los que alguna vez lo hicieron (Anquetil, Merckx, Hinault, Indurain y Froome) se le comprobó tampoco tan sorprendentemente hastiado. El nuevo Pogacar no ataca para ganar las tres últimas etapas seguidas, como en 2024. El nuevo Pogacar se conforma con vigilar de cerca a su inseparable Jonas Vingegaard. También con superar con una veteranía impropia las adversidades: ni le inmutó la pérdida temprana de su mejor gregario (Joao Almeida) ni los impactos de su propia caída en Toulouse.

El esloveno fraguó el éxito con el que iguala a Froome en algunos momentos tan estudiados como prematuros. La primera semana del Tour 2025 pareció hecha a su medida, una sucesión de esas clásicas que cada vez le motivan más. En el periplo por el Norte de Francia, Pogacar se dedicó a divertirse, a vencer (Rouen, Muro de Bretaña), a ponerse a prueba con el único ciclista que es superior a él en algo (Van der Poel) y en golpear mentalmente a Vingegaard: en los Pirineos se plantó con más de un minuto de ventaja, labrado fundamentalmente en la contrarreloj de Caen.

A continuación, el golpe maestro llegó en Hautacam. El único día malo del líder del Visma lo aprovechó Pogacar para lo que tan prematuramente era una sentencia del Tour, corroborada al día siguiente en la cronoescalada de Peyragudes. Sorprendentemente ahí, con cuatro victorias parciales y una superioridad demoledora, apareció el Pogacar nunca visto. El joven hambriento e indomable dejó paso al 'veterano' con calculadora. De ahí a París se dedicó a marcar a un Vingegaard al que ya sólo iba a rematar con sus acelerones sin piedad en los últimos metros. El Pogacar más inapetente dejó pasar tres lugares icónicos en los que levantar los brazos: Mont Ventoux, La Loze y La Plagne. Esa última jornada alpina, el pasado viernes, confesó que iba «contando los kilómetros» para acabar. Lo nunca visto.

«ha mantenido su nivel»

El invierno de Pogacar no fue esta vez de reinvención, como el anterior, en el que cada mañana se levantaba en la afrenta del Tour 2023, el segundo perdido consecutivamente ante Vingegaard. Entonces trabajó cada detalle de su posición aerodinámica (ya jamás volvió a perder con el danés una crono), su resistencia en las jornadas maratonianas de montaña... Entonces cambió de entrenador, de Íñigo San Millán (ahora en el Athletic) a Javier Sola. «Hicimos muchos cambios y la diferencia es evidente hoy. Tadej simplemente ha mantenido su nivel», admitía estos días en L'Équipe Jeroen Swart, el director de rendimiento del UAE desde 2019. «No ha habido ninguna novedad en concreto. Hemos insistido en la posición, en la aerodinámica, el skin suit (ropa de competición), el casco, la posición del cuello, la entrada y salida de curva... El convencimiento de que lo has hecho todo perfecto, para no tener remordimientos», desvela Joxean Fernández Matxin en EL MUNDO.

Pogacar, ganador en Hautacam.

Pogacar, ganador en Hautacam.ASO

La revolución fue el calendario. Y no es baladí. En vez del Giro, como en 2024, y desafiando toda lógica y consejo, Pogacar se aventuró en lo impensable, afrontar las clásicas europeas de primavera, terreno hostil. «Ahí no está en su habitad natural. Pero es una forma de motivación. Realmente es un campo que en el que un ganador de Tour nunca tuvo espacio. No veo a Vingegaard disputando una Roubaix. Le hizo cambiar el chip. Ya es un ganador de dos Flandes. Y la primera Roubaix queda segundo. Es el espíritu de no ser un prototipo de ciclista. Strade Bianche, San Remo... Eso a él le motiva», detalla Matxin.

Para esas clásicas de un día Pogacar varió su entrenamiento también. Trabajó más en el gimnasio, ganó masa muscular para adquirir mayor explosividad, aunque no perdió peso. De hecho, la versión 2025 del esloveno es la más estilizada que se recuerda, producto del «paso del tiempo». «Eso es un proceso natural. Cuando le conocí de amateur no me parecía ni ciclista. Ahora tiene músculo, definición... Hasta se le intuyen venas en sus piernas. Trabaja mucho con Víctor Moreno, especialista en rehabilitación», cuenta Matxin. «Comenzó sus sesiones de montaña más tarde en la temporada, lo cual siempre es un riesgo, ya que pasar del entrenamiento clásico al entrenamiento en altura requiere un período de asimilación. Esto podría haber tenido un efecto negativo en el Tour, pero nos alegra ver que no ha sido así», puntualizaba Swart.

Pero es como si toda esa ilusión de combatir con Van der Poel y los especialistas le hubiera abandonado donde se siente tan superior, el Tour. «A veces me pregunto qué hago aquí después de tres semanas. Luego, sientes cómo la gente te grita en la carretera y piensas que no se está tan mal», contaba él mismo estos días, mientras se situaba justo detrás de Froome en la lista de etapas vestido de amarillo (59).

Pogacar, con Vingegaard y Lipowitz, en el podio final.

Pogacar, con Vingegaard y Lipowitz, en el podio final.AFP

La incógnita que deja este Tour va también en cuanto a su rendimiento. El propio Swart deslizaba que quizá Tadej ha tocado techo. «Creo que está en su mejor momento. La pregunta ahora es cuánto tiempo podemos mantenerlo a este nivel, y ya no es cuestión de edad, sino principalmente de motivación. Con Tadej, lo más importante es mantener el entusiasmo. Le encantan las novedades, como intentar la París-Roubaix o intentar ganar la Milán-San Remo», deslizaba.

Madrid convirtió el Parque de Berlín en su Basilea improvisada: una marea roja latió al ritmo de la final, contuvo la respiración y se rompió con los penaltis

Madrid convirtió el Parque de Berlín en su Basilea improvisada: una marea roja latió al ritmo de la final, contuvo la respiración y se rompió con los penaltis

Actualizado Domingo, 27 julio 2025 - 21:21

A las seis menos cuarto ya no cabía un alfiler en torno a la pantalla gigante. El Parque de Berlín era una grada improvisada, una fiesta sin techo, un pulmón colectivo en rojo y amarillo que latía al ritmo de una ilusión que llevaba años fraguándose. Daba igual el calor pegajoso de los 35 grados, las chanclas, las sillas de playa o el sudor en la frente.

Hoy —y solo hoy— todo eso era secundario. Porque España jugaba la final de la Eurocopa femenina contra Inglaterra. Porque era el día en que los sueños de muchas niñas, que un día chutaron balones en campos de tierra, podían coronarse con el único gran título internacional que faltaba en la vitrina de la selección.

"¡Vamos, España!, ¡A por ellas!", estallaron al unísono las centenares de personas congregadas en el parque. Y con el himno, también las miradas al cielo. Un himno que sonó a decibelios ensordecedores, inundando el aire, retumbando en los árboles, llenando de orgullo el pecho de todos.

No era Basilea, pero poco le faltaba. En Chamartín se vivía con la misma tensión. Las calles aledañas comenzaron a cortarse antes de las cinco de la tarde. Desde la boca del Metro de Concha Espina, emergía una riada de camisetas rojas: el 6 de Aitana, el 11 de Alexia, el 7 de Olga. Era una marea humana con destino claro: el corazón de Madrid palpitaba fútbol femenino.

Fanny y Lola estaban sentadas en una toalla de playa con Unai, su hijo de tres años. "Hemos visto toda la Eurocopa. Como no podemos ir a Suiza, ¿qué mejor que vivirlo desde casa?', decía Fanny. "Las inglesas son muy buenas, pero estamos convencidas de que vamos a ver triunfar a las chicas", añadía Lola.

La primera parte fue un nudo en el estómago. Inglaterra salió con todo, obligando a Cata Coll a emplearse a fondo bajo palos. Pero España aguantó el chaparrón y no dejó de mirar hacia delante. Yen el minuto 25, llegó el estallido.

Mariona Caldentey conectó un potente remate de cabeza tras un centro medido desde la derecha, haciendo vibrar el Parque de Europa con un grito seco, eléctrico, que pareció agitar hasta las hojas de los árboles.

En primera fila, a pie de pantalla, también se dejaban llevar por la emoción la alcaldesa en funciones de Madrid, Inma Sanz, y la concejala de Deportes, Sonia Cea Quintana. Aplaudían, saltaban y cantaban como dos aficionadas más.

No hubo que lamentar ningún incidente grave, más allá de algún tirón ocasional que hizo que más de uno se quejara con el aliento contenido al ver la imagen congelada o al escuchar el micrófono del presentador fallar entre chasquidos.

El descanso se hizo eterno, y el gol de la británica Alessia Russo en el 57 dejó un regusto amargo. Hasta los que estaban tumbados en la arena, lejos ya del bullicio, se levantaron con un respingo y se acercaron a la pantalla como si pudieran cambiar el rumbo con la mirada.

La prórroga trajo un nuevo brío para España, un cambio de ritmo que despertó los pulmones del parque. "¡A por ellas!", "¡No os metáis atrás!", "¡Que esta final es nuestra!", se escuchaba entre sudor, nervios y esperanza. Pero los zarpazos de Inglaterra helaban la fiesta: los aficionados se apretaban contra las vallas, inclinados hacia la pantalla como si pudieran entrar en ella para despejar el peligro.

Por suerte, para cualquiera a quien la emoción pudiera jugarle una mala pasada, los operativos policiales y los equipos de emergencias del Samur estuvieron durante todo el partido rodeando a la multitud.

Y el partido se fue hasta los temidos penaltis, esa ruleta cruel que hace contener el aliento y romper corazones. Inglaterra marcó el primero y el golpe fue seco. Pero cuando repitieron y fallaron, volvió la esperanza. Las palmas marcaban el ritmo mientras Patri Guijarro tomaba carrera para clavar el primero de España. Después, todo fue un vaivén: España falló, Inglaterra también. Los errores se encadenaban y la tensión era una losa. Cada lanzamiento era un mundo, una bocanada de nervios y silencio.

Hasta que, al final, Inglaterra se coronó campeona. Y el trago fue amargo.

Entonces solo hubo dos reacciones: quienes se marcharon en silencio, cabizbajos, y quienes se quedaron inmóviles, incrédulos, como si aún esperaran un giro imposible. Pero incluso en la derrota, hubo algo que celebrar.

"No han ganado, pero siguen siendo nuestras campeonas", comentaba una aficionada, aún con los ojos húmedos.

Mejor un penalti no deseado que un beso no deseado

Mejor un penalti no deseado que un beso no deseado

El penalti deja un sabor amargo en el paladar de España. Como ese último trago no deseado, aunque siempre es mejor que un beso no deseado, dicho sea con el viento en contra de un título perdido. El Mundial ganado hace dos años llegó acompañado de la vergüenza nacional que no merecía un equipo emergente, que rompía barreras, ejemplo de un país distinto, un país deseado. Esta Eurocopa perdida es la constatación de un avance imparable desde entonces, por la autoridad y el dominio del juego por parte de España, con algo pendiente para el futuro, claro, en los 11 metros. Todo es fútbol. Inglaterra, a la que derrotaron las españolas en Sidney, resistió a una selección mejor hasta llegar al único lugar donde era peor. Fue pétrea, estratégica e inteligente, como lo es Sarina Wiegman, una mujer que conoce la ciencia del banquillo. Ahí están sus tres Eurocopas.

La holandesa que dirige a Inglaterra se apresuró a saludar a Montse Tomé, la seleccionadora de la triste figura, entrenadora de perfil bajo ascendida por las consecuencias de la crisis del beso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso y, por tanto, bajo sospecha permanente. En un equipo de 'primadonas', con las Balones de Oro Alexia y Aitana, Jenni convertida en el icono global del #Secabó, más el empoderamiento colectivo de las internacionales impulsado por el título mundial y el combustible político, la toma de decisiones en el banquillo no era cosa fácil.

En sus primeras comparecencias, Montse daba la sensación de pedir perdón por hablar, huidiza, hierática. No era únicamente un rasgo de su personalidad. Era parte de las circunstancias. La primera ausencia de Jenni, con el pretexto de protegerla tras la carga emocional que había soportado, supuso el primer desafío, consumado en la no convocatoria de esta Eurocopa. Una vez en la final, no le tembló el pulso para sentar a Alexia. La jerarquía y la experiencia era importante en la elección de los penaltis, aunque al final entre las que fallaron estaban Aitana y Mariona Caldentey. Como Alexia en París.

Una caída prematura habría pasado factura a Montse, todavía en un momento de debilidad, después de la decepción de los Juegos, pese al título de la Liga de Naciones, un torneo que suma y complementa, pero no pone la carga de la decisión. La asturiana acudía a esta Euro pendiente de renovar un contrato que acaba en agosto, algo insólito en el caso de los seleccionadores masculinos. A pesar de la cruel derrota, por la forma de caer, el trabajo de España avala su buena mano, sea tanto en la planificación y planteamientos tácticos, como en la cohabitación para incluir rostros nuevos, como el de Vicky López, o favorecer el regreso de la amotinada Patri Guijarro, mediocentro clave en el juego de España en Suiza. Esta España es mejor que la que ganó el Mundial al mismo rival, aunque, hoy, el paladar diga lo contrario.

El ‘shock’ de Aitana y el dolor de la capitana Paredes: “Es un momento durísimo”

Actualizado Domingo, 27 julio 2025 - 21:15

Por primera vez desde 1984, año de la primera edición de la Eurocopa femenina, el título se resolvió desde los 11 metros. Entonces, el torneo se decidía aún con una final a doble partido, resuelta a favor de Suecia en Kenilworth Road, estadio del Luton, en la tanda de penaltis. Más de tres décadas después, Inglaterra obtuvo un pequeño desquite gracias a Chloe Kelly, su gran estrella. En 2022, un gol suyo había decantado el título en el minuto 110 ante Alemania en Wembley. Tres años después, la delantera del Arsenal, que había entrado poco antes del descanso en el puesto de Lauren James, volvió a resolver el triunfo de Las Leonas. En el minto 57 asistió a Alessia Russo para el 1-1 y en el quinto turno de la tanda, frente a Cata Coll, largó un descomunal disparo que dejaba a España sumida en el desconsuelo.

Para saber más

«Con esta frustración y este dolor, parece que todo lo que hemos hecho es malo, pero hemos realizado el mejor fútbol del torneo. Somos el equipo de mayor talento, el que gusta más de ver, aunque esto no sea suficiente», analizó Aitana Bonmatí, que erró el tercer disparo ante Hannah Hampton. La doble ganadora del Balón de Oro, según admitió ella misma, se encontraba «un poco en shock». «Estamos jodidas, primero por nosotras, pero también por toda la gente que nos sigue», reveló la centrocampista del Barça sobre el césped de St. Jakob Park, nada más recoger el premio de mejor jugadora de la Eurocopa. Su rictus, arrasado por la tristeza y la incredulidad, compendiaba las sensaciones de España. El buen fútbol, el dominio y el gol inicial, resultaron insuficientes frente a Inglaterra.

Mariona Caldentey, algo lejos de su mejor nivel durante la Eurocopa, había premiado la confianza de Montse Tomé con el 1-0. De este modo, la mallorquina se convertía en la primera mujer que anotaba de cabeza en la final de un Mundial o una Eurocopa desde Abby Wambach, que había colaborado en el triunfo de Estados Unidos ante Japón en la Copa del Mundo de 2011.

«Nos han metido un gol evitable»

España cumplió rigurosamente con su presencia en el área, ya que con 24 remates clavó su promedio a lo largo del torneo (siete de ellos bien dirigidos). Sólo el mal tino en la prórroga de Salma Paralluelo frustró el asedio ante un rival que enlazaba tres prórrogas consecutivas. Otro hecho insólito en la historia de la Eurocopa. El quinto periodo suplementario en 14 finales.

El Príncipe de Gales abraza a Chloe Kelly tras la final de Basilea.

El Príncipe de Gales abraza a Chloe Kelly tras la final de Basilea.AFP

Inglaterra no sólo se había recuperado de una derrota en el debut frente a Francia, sino que supo remontar ante Suecia, por primera vez en la historia, dos goles en un cruce de cuartos. El 2-1 contra Italia, resuelto con goles en el minuto 90+6 y 119, suponía otra muestra de su gen competitivo. «Nos han metido un gol evitable. Ellas se sentían cómodas llegando a los penaltis. No hemos estado como sabemos que podemos estar. Es una gran faena», reconoció Irene Paredes, sin rubor a la hora de definir el estado de ánimo del vestuario. «Es un momento durísimo. Lo hemos intentado por todos los medios, pero no hemos estado bien en los penaltis. Esto va de tener esa pizca de suerte que Inglaterra ha tenido a lo largo de todo el torneo», reveló la capitana.

Un reconocimiento a la capacidad de supervivencia de la selección de Sarina Wiegman, que cuenta con futbolistas de la talla de Lucy Bronze, que ayer disputó su 36º partido en un torneo mayor de selecciones, récord absoluto en su selección. La lateral del Chelsea, que no titubeaba siquiera con una amarilla, sólo cedió por una lesión en el minuto 106. El tercer entorchado continental consecutivo para Wiegman, que ya había levantado un resultado adverso en la final de 2017, cuando dirigía a Países Bajos.

«Nos hemos vaciado todas, es un poco cruel. Pedir perdón, una vez más, por mi fallo. Hemos hecho un buen partido, en juego y ocasiones hemos sido superiores, pero si no la metes, se te puede ir por los penaltis. Con el paso de los días lo iré asimilando. No siempre se puede ganar», finalizó Aitana.

España pierde el gol y la Eurocopa en los penaltis ante Inglaterra

Actualizado Domingo, 27 julio 2025 - 21:12

Parecían imparables y se estrellaron contra sus propios desaciertos. España puso contra las cuerdas a Inglaterra sin poder golpearlas. Perdió el gol en las decenas de ocasiones que pisó área y cayó en trampa de las las inglesas para jugárselo a penaltis. Arrancaron fallando el lanzamiento de Mead, repetido por doble toque, pero ni otra parada de Cata Coll evitó que la tanda fuera un desastre. Marcó Patri y fallaron Mariona, otra vez, Aitana, para sorpresa, y Salma Paralluelo, para colmo de un partido de desaciertos. España se marcha sin triple corona, sin haber perdido un partido y víctima de una seleccionadora, Sarina Wiegman, que siempre hace a sus jugadoras creer en el milagro. [Narración, minuto a minuto (1-1, 3-1)]

España las obligó a revolverse cuando Mariona hizo aparecer sus galones para abrir una final que parecían haber entendido mejor las inglesas de inicio. Montse Tomé sorprendió con la titularidad de Athenea, pero España tenía un plan muy claro que la seleccionadora neerlandesa se sabía de memoria. Mientras las españolas buscaban tejer sus conexiones, Inglaterra se movía como un acordeón. Era capaz de replegarse en su campo para ahogar a España, robar y hacer el que balón corriera hacia el área de Cata Coll, que tuvo que salvar un remate de Alessia Russo. Las británicas sabían que de cada error en la sala de máquinas española nacía una oportunidad. Asfixiaron a Patri Guijarro para quitarle la brújula, engrisecieron a Alexia e intentaron que Aitana no encontrara ni un espacio. Si la forma era con un patadón a la espalda de Ona Batlle o de Olga Carmona, no había vergüenza.

Aún así, España trataba de crecer y Hampton tuvo que tapar a bocajarro un disparo de Esther tras un centro que bajó con el pecho. La delantera del Gotham, peleona, buscó el gol que le calzara la bota de oro del torneo y encadenó oportunidades sin acierto. La selección se iba acercando a la zona de peligro con más confianza, tanto que Stanway tuvo que poner la espalda para desviar un chut de Athenea, con la portería siempre en la cabeza.

Contundente respuesta

No estaba incómoda Inglaterra, su plan estaban funcionando y, de nuevo, Stanway armó un disparo que avisaba de su voracidad. Pero la campana la hizo sonar Hemp, cuando aprovechó un desajuste entre Cata y Aleixandri en la salida de pelota que hizo a la portera mallorquina sacar un pie extraordinario para desviar el disparo de la extremo inglesa.

La respuesta fue contundente. Otra vez pasado el minuto 20, como en el Mundial de Australia, España encontró las costuras de su rival. Y lo hizo por tesón. Athenea y Aitana pelearon la pelota en la orilla derecha del área, nadie les mordió los tobillos, se la intercambiaron, la protegieron y acabaron por filtrársela a Ona Battle para que la colgara con mimo al segundo palo, donde apareció Mariona para batir a Hampton. España había vencido la resistencia inglesa con sus mejores armas y se quedó con el control absoluto del partido.

Durante 20 minutos, ni Sarina Wiegman ni sus jugadoras se pudieron levantar de la lona y un testarazo de Esther a centro de Aitana que se escapó junto a palo de Hampton. La única reacción del banquillo británico llegó por la lesión de Lauren James, que llegó renqueante a la final y aguantó solo 40 minutos. Llamó Wiegman a Chloe Kelly para buscar una reacción que llegó en la segunda parte.

Athenea, ante Carter, el domingo en St. Jakob Park.

Athenea, ante Carter, el domingo en St. Jakob Park.AFP

Inglaterra ha demostrado en esta Eurocopa que no necesita fútbol para hacer goles. Le falta una chispa para encenderse y, aunque la selección quiso volver a tener el control, ellas buscaban su momento. Lo encontraron cuando Chloe Kelly se escapó pegada a la banda y sirvió el balón para el cabezazo de Alessia Russo, cómoda en el salto ante las centrales españolas. Empujadas por su ruidosa grada, las actuales campeonas habían reaccionado y generado dudas en las españolas. Incluso volvieron a hacer lucirse a Cata Coll en un golpeo cruzado, otra vez, de Kelly.

Sin puntería

La respuesta de Montse Tomé fue sentar a Alexia, desdibujada, y buscar la energía de Clàudia Pina, que forzó a Hampton con su primer zurdazo. España necesitaba volver a la fluidez que logró tras el gol y, sobre todo, fabricar ocasiones con picante, no remates mansos que se sacudía con ligereza la defensa de las lionesses. Más estiradas, ellas confiaban en la fuerza de Agyemang en los minutos en que más peligrosas han sido en esta Eurocopa.

España, roma, tardaba en encontrar cómo aprovechar el filo que empezaba a crear Pina. Fue en el 89 cuando Salma Paralluelo y Vicky salieron para dar el último apretón, pero el remate de la madrileña lo salvó Hampton para forzar la prórroga. El plan siguió siendo el mismo, como el resultado. La selección apretaba y no golpeaba. Las tuvo Salma de todos los colores no supo cómo sacar provecho de su velocidad y rozó demasiado el gol sin conseguirlo. Pina insistía, aunque sin ajustar el punto de mira. Ni aunque Aitana cogió galones pudo evitar los penaltis con los que soñaban las inglesas. Con razón.

La selección se va de la Euro sin haber perdido un partido, con la Bota de Oro para Esther y Aitana como la mejora jugadora del torneo. Pero sin título. Sin gol, al fútbol no se gana.

Un montón de virtudes a las que le faltó la guinda

Actualizado Domingo, 27 julio 2025 - 20:51

España llegó a esta Eurocopa de Suiza el 29 de junio convencida de que podía ganarla. No confiada, sino convencida. Todas las jugadoras habían asumido que era el momento de dar el zarpazo definitivo y, aún así, se han pasado semanas eludiendo un favoritismo que, si bien pudo empezar fuera de los estadios por su condición de campeonas del mundo, era imposible eludir cuando acababan los partidos. La selección ha dominado el tiempo de juego, las estadísticas y los resultados, sin necesidad de sufrir más de lo que conlleva siempre un gran campeonato de elite. Montse Tomé, su equipo y las jugadoras han dado en muchas teclas que, sin embargo, no fueron suficientes para ganar la primera Eurocopa, pues los penaltis le fueron esquivos en esta final.

MENTALIDAD Y GRUPO

España ha sido un equipo resiliente. Ha aprendido a serlo a fuerza de golpes dentro del campo y fuera. Mantuvo su fe en lo que hace, «en el plan de partido» que marca Tomé, y no bajó los brazos en ninguna circunstancia. No levantó el pie en los partidos en los que goleó en la primera fase, fue paciente en cuartos ante Suiza y buscó sin cesar cómo dañar a Alemania hasta conseguirlo. Importante en esta gestión ha sido el papel de jugadoras maduras como Irene Paredes, Alexia, Patri Guijarro o de Aitana Bonmatí, que tuvo que aprender a domar los monstruos que le puso delante la meningitis vírica. Pero hay más. La mezcla generacional, la llegada de jugadoras despojadas de cargas, como Vicky López, Jana, Clàudia Pina o Martín Prieto han ayudado a generar una unión que, sin llegar a definirla como familia, sí responde al 'una para todas y todas para una'. No hay selección ganadora sin que sea un equipo. Y España ya lo es de manera natural y sana.

FÍSICO

No iba a ser una Eurocopa fácil después de un año larguísimo y de mucha competición para buena parte de las 23 convocadas. Además, comenzó accidentada. Aitana confesó al inicio de la concentración que había acabado exhausta la temporada y, poco después, acabó en el hospital. Su recuperación y regreso al campo ha sido una de las mejores gestiones del staff y el cuerpo médico. La sujetaron al banquillo para conseguir que no hubiera secuelas de inactividad en su rendimiento. A esto se sumó la amigdalitis de Cata Coll, que se perdió toda la fase de grupos. Con un manejo de la intensidad de las cargas, el preparador físico, Víctor Cervera, las ha mantenido en el punto de forma óptimo.

BANQUILLO

La riqueza del banquillo ha sido otra de las claves. Tomé convocó a 23 jugadoras con perfiles diferentes que le han dado muchos recursos. Empezando por Adriana Nanclares en la portería, que apareció cuando Cata no estaba, y acabando por la explosión de Vicky López, una jugadora que Tomé hizo debutar hace un año y que ha sido una de las revelaciones del campeonato. Nadie echó de menos a Aitana ni se echó las manos a la cabeza cuando Laia Aleixandri iba a ser baja ante Alemania. María Méndez cumplió con creces. Como Athenea del Castillo, determinante para el equipo por la energía que aporta como revulsivo. Su protagonismo creció tanto desde la suplencia, asumida con tanta naturalidad que tuvo el premio de la titularidad en la final.

Mariona Caldentey marca el primer gol del partido.

Mariona Caldentey marca el primer gol del partido.EFE

EXPERIENCIA

La selección, con una base amplísima de jugadoras del Barça que se entienden sin hablar, empieza también a aprovecharse de la experiencia de sus jugadoras en otros campeonatos. Mariona ha sido la mejor jugadora en Inglaterra esta temporada, Esther ha crecido por la exigencia de jugar en el Gotham estadounidense y Martín-Prieto se ha ganado un hueco en la selección por sus goles en Portugal. La jugadora española tiene un valor incalculable, es pretendida en los campeonatos más exigentes, y esa experiencia se ha traducido en madurez en esta Euro.

MEDIOS

Por primera vez, la RFEF ha tenido fe en este equipo y le ha puesto a disposición todos los medios para que salga su talento. La única preocupación de jugadoras y cuerpo técnico ha sido el fútbol. Ni instalaciones, ni tratamientos ni descanso ni viajes. Eso es lo único que ellas llevaban años reivindicando y, en cuanto ha llegado, el talento explota y se traduce en pelea por los títulos. El Mundial, y todo lo que pasó después, fue una revolución que provocó que al fútbol se le acompañara con recursos, algo que nunca había ocurrido... y que ya no tiene vuelta atrás.

Van Aert reina en Montmartre para despedir el cuarto Tour de Pogacar

Van Aert reina en Montmartre para despedir el cuarto Tour de Pogacar

Wout van Aert, vencedor de la etapa, fue, por así decirlo, el hombre del día. Tadej Pogacar, vencedor del Tour, fue, en compañía del belga, también el del día. Pero, en gloriosa soledad, el de la semana, el del mes y el del año. Aunque ya no corriese más en lo que queda de temporada, el Tour, por encima de sus otros éxitos estacionales, que no son ni serán pocos, lo ha entronizado en 2025.

Es un ciclista de época. De todas las épocas, peleando a codazos contra Hinault y Coppi para adelantarlos en el conjunto de sus trayectorias y continuar persiguiendo a Merckx, en la grandeza inmarcesible de la del belga. Pogacar es hasta ahora un corredor para la historia. Merckx, para la eternidad. Pogacar, para la fama. Merckx, para la inmortalidad. En una comparación puntual, orientativa, en absoluto concluyente, Pogacar ha ganado su cuarto Tour a los 26 años. Merckx se llevó el suyo a los 27. Pero también es cierto que Eddy le lleva a Pogi algunas ventajas en otros dominios. Veremos en qué pinta el futuro.

Amenazaba lluvia (llovió a cántaros) y la organización decidió tomar los tiempos en el cuarto paso por el circuito de los Campos Elíseos antes de las diversas ascensiones por la empinada y pedregosa colina de Montmartre. Y, descendiendo de nuevo, con la meta en los mismos Campos. No tenía por qué, y mucho menos en un peligroso circuito como un espejo húmedo. No había necesidad. Pero, en un ejemplo de inmensa dignidad profesional, Tadej, en las distintas subidas a Montmartre, 1,1 kms. al 6% de gruesos adoquines con anchos intersticios, una especie de clásica urbana, rompió la carrera. Luego la destrozó. Su fuerza y su determinación formaron un grupo con él mismo, Van Aert, Mohoric, Jorgenson, Trentin y Ballerini. En la última ascensión trató de irse de los demás. Pero fue Van Aert, poderoso, resurrecto, quien lo consiguió para llegar en solitario.

Avanzaba con menos de 20º, un anticipo del otoño, el precoz crepúsculo parisino bajo una nube negra. Pero el sol textil del "maillot" de Tadej Pogacar iluminaba el panorama. El Tour rendía armas al joven portento esloveno, y éste rendía homenaje a la vieja "Grande Boucle". Ambos, agradecidos, se engrandecían mutuamente. Ambos, satisfechos, se enriquecían con su entrega recíproca. Todo triunfo prestigia a la persona y el escenario. Y no hay en el ciclismo un escenario más imponente que el Tour. Y no hay ciclista más brillante que Pogacar.

Según sus palabras y, en definitiva, algunos de sus momentos en carrera, casi más intuidos que comprobados, Tadej, también Rey de la Montaña, ha acabado "fundido". Faltaría más. Pero quién lo diría viendo también algunos de sus comportamientos. Estaría exhausto, sí. Pero menos que el resto. Su descanso es el cansancio de los demás. Su fatiga, la agonía de los otros. Todos, Pogacar en especial, estaban contentos. Unos, los menos, por triunfadores aquí o allá, de esto o aquello. Todos, por supervivientes. Cualquier carrera profesional expide el certificado de ciclista. El Tour añade el de héroes.

Duelo real en el palco de Suiza entre la Princesa Leonor y la Infanta Sofía y el príncipe Guillermo, quien se hace perdonar su monumental error de hace dos años

Duelo real en el palco de Suiza entre la Princesa Leonor y la Infanta Sofía y el príncipe Guillermo, quien se hace perdonar su monumental error de hace dos años

Mientras el balón ha echado a rodar en el césped del St.Jakob-Park de Basilea, donde se celebra este domingo la final de la Eurocopa femenina entre Inglaterra y España, en el palco de autoridades se libra un auténtico duelo real que tiene como protagonistas por parte española a la Princesa de Asturias, Leonor de Borbón, y su hermana, la Infanta Sofía, y del lado británico al príncipe Guillermo, el primogénito del rey Carlos III. La sintonía entre nuestra familia real y los Windsor, más allá de sus lazos de parentesco, es excelente, y seguro que la cordialidad va a dominar sobre la tensión durante el encuentro, por más que cada parte anime y cruce los dedos para que ganen las suyas, como es lógico.

A su llegada al palco de Suiza, en declaraciones a RTVE, las hijas de los Reyes de España compartieron su ilusión y orgullo por el equipo de fútbol femenino, en un gesto que refuerza el vínculo de la Corona y las nuevas generaciones del deporte. "Muy contentas de estar aquí. Es una suerte ver a nuestra selección de fútbol. El equipo está concentrado, con energía y confianza. Y ojalá volvamos a ganar y coronar esa triple victoria después del Mundial y la Liga de Naciones", ha dicho la Princesa Leonor. Por su parte, su hermana, más desenvuelta que otras veces, ha afirmado ante los micrófonos de la televisión pública: "Ojalá repetir lo que viví hace casi dos años con mi madre en la final del Mundial. Eso sería increíble.Es una generación impresionante de futbolistas"

Nada más conocerse que las dos selecciones iban a disputar la gran final, el Palacio de Buckingham se apresuró a confirmar que el príncipe de Gales sería quien representara a la Corona británica en esta final en Suiza. Gran apasionado del fútbol, es todo un forofo del Aston Villa. El futuro rey es presidente de la asociación de Fútbol de Inglaterra, cargo honorífico que ejerce con auténtica devoción, por lo que normalmente es él quien se desplaza a animar a su selección a encuentros del máximo nivel en el extranjero. Pero, en este caso, al hijo de Carlos III y la difunta Diana de Gales no le quedaba otra que enmendar el monumental error que cometió en agosto de 2023, cuando le cayeron críticas para aburrir por no asistir a la final de las selecciones de fútbol femenino entre España e Inglaterra del Mundial femenino en Australia/Nueva Zelanda.

El príncipe Guillermo y su hija, junto a la Princesa y la Infanta, en su encuentro antes del partido.

El príncipe Guillermo y su hija, junto a la Princesa y la Infanta, en su encuentro antes del partido.Efe

Entonces, Guillermo grabó un vídeo junto a su única hija, la pequeña princesa Charlotte, que sostenía un balón de fútbol entre sus manos y miraba a cámara muy sonriente. Su padre se dirigió a cámara para decir a las jugadoras de la selección inglesa. "Quiero enviaros mucha suerte para mañana. Lamentamos no poder estar allí en persona, pero estamos muy orgullosos de todo lo que habéis logrado y a los millones de personas que habéis inspirado aquí y alrededor del mundo". Un día después el príncipe tuvo que pedir disculpas por no haber viajado a apoyarlas, escudándose en problemas de agenda. A nadie se le escapó que en pleno mes de agosto resultaba un auténtico engorro realizar un viaje hasta las antípodas para ver un partido de fútbol. Pero, ya se sabe, los cargos con sus cargas... Y, además, el asunto se le puso muy feo al hijo del monarca porque en el debate público se calificó su ausencia de postura de sexista, ya que nadie dudaba de que si hubiera sido una final masculina, el esposo de Kate Middleton sí habría hecho lo imposible por asistir al encuentro. Por cierto, nadie contaba con que fuera la princesa de Gales quien asistiera a Suiza, tanto porque prácticamente nunca se la ha visto ir de forofa a partido de fútbol alguno, como porque su agenda sigue bastante reducida mientras se recupera de los estragos por el tratamiento de cáncer.

En fin. Mucho más lista estuvo entonces la Reina Letizia, quien sí se desplazó hasta Sídney para animar a la selección española, en aquella ocasión junto a su hija la Infanta Sofía. Aquel fue un día extraordinario para el deporte español, y se vio a la Consorte disfrutar como nunca con el triunfo de La Roja, pero la cosa acabó empañada por el beso sin consentimiento de Rubiales a Jenni Hermoso ante los ojos de millones de telespectadores en todo el mundo.

Leonor y Sofía animan a las jugadoras españolas.

Leonor y Sofía animan a las jugadoras españolas.Efe

La Infanta Sofía es una gran apasionada del fútbol. Lo practicó durante un tiempo en España antes de irse a estudiar Bachillerato a Gales. Además de a la mencionada final, vibró acompañando a su padre, el Rey Felipe, el año pasado a la final en Berlín en la que la selección española de fútbol masculino escribió su nombre con letras de oro en la historia del deporte rey al alzarse con su cuarta Eurocopa.

No es la primera vez que Leonor y Sofía comparten palco para animar a la Selección. En julio de 2022, las hijas de los Reyes viajaron al Reino Unido, en la que fue la primera cita oficial de ambas en solitario en el extranjero, para asistir al partido que disputaron las selecciones femeninas de España y Dinamarca dentro de la fase clasificatoria de los partidos de la Eurocopa.

A Doña Letizia se la ha visto de forma intermitente asistir a las finales de la Copa de la Reina. Y, volviendo a aquella histórica finalísima de 2023, todo fueron elogios cuando se chupó un porrón de horas para viajar hasta la ciudad australiana con motivo de la final. Claro que antes le habían caído también a ella algunas críticas por no asistir a ningún partido previo del campeonato, cuando difícilmente sucedería que nadie de la Casa Real animara un partido de la Selección masculina de un Mundial en alguna de las fases previas. Lo mismo hubiera ocurrido esta vez si La Roja femenina no hubiera alcanzado esta final. Mucho se han vuelto a arriesgar en Zarzuela. La ausencia de la Familia Real en el Europeo les habría valido un buen palito. El sexismo en la percepción y consideración que se da a las distintas modalidades del mismo deporte tiene estas cosas.

Oscar Piastri exhibe maneras de campeón tras una eterna espera en Spa

Oscar Piastri exhibe maneras de campeón tras una eterna espera en Spa

McLaren sabía con certeza que en Spa llegaría su tercer doblete consecutivo, el primero desde 1998. La cuestión primordial estribaba en las jerarquías entre Oscar Piastri, líder del Mundial y Lando Norris, reciente ganador en Silverstone y Red Bull Ring. Esa tesitura terminó por resolverse en favor de Piastri, que resistió 30 vueltas con el neumático medio para contener a su compañero, con gomas más frescas y duras. Hubo tres segundos de margen, más que de sobra, para el vencedor. Igual que para Charles Leclerc, por delante de Max Verstappen, sin opciones siquiera de podio. Un desenlace algo mortecino para una tarde que se presagiaba convulsa por culpa de la lluvia.

"No veo detrás del safety car, así que no quiero imaginar lo que debe de ser para el resto", avisó Norris durante la vuelta de formación. De esos titubeos quedaría constancia más tarde, mientras Piastri navegaba con pulso firme hacia la meta. Fue otro domingo difícil para Lando, autor de varios errores que le alejaron de la gloria. La tarde en Spa no estaba para pilotos endebles. Tampoco para Fernando Alonso y Carlos Sainz, decimoséptimo y decimoctavo en la meta.

A las 15:00 horas, la bandera roja abortó el procedimiento de salida, mientras desde los garajes cruzaban los dedos para que no lloviera más. Sin embargo, las predicciones se cumplieron a rajatabla y la espera se demoró otros 90 minutos.

El recuerdo de 2021

Desde del GP de Bélgica 2021, cuando tras más de tres horas de espera sólo se completaron tres vueltas detrás del safety car, la prioridad de la FIA pasaba por evitar otro descomunal ridículo en Spa. La cuenta regresiva de tres horas ni siquiera había arrancado y sobraba tiempo hasta el anochecer, pero ni los aficionados ni las televisiones podían permitirse una espera interminable en las Ardenas.

Los nervios se sucedían en los garajes, especialmente entre quienes habían roto el parc fermé. Lewis Hamilton, Andrea Kimi Antonelli, Sainz y Alonso apostaron por especificaciones extremas de lluvia, por lo que, de partida, su objetivo sería alcanzar a Gabriel Bortoleto, Nico Hulkenberg y Esteban Ocon, tres outsiders en la zona alta de la parrilla.

A las 16:16 horas, la FIA anunció dos vueltas detrás del safety car, en las que evaluaría las condiciones de visibilidad. Obviamente, no habría salida en parado desde la parrilla para minimizar los riesgos en La Source, pero Bernd Maylander aún hubo de apurar otros dos giros antes de apagar sus luces y quitarse de enmedio.

Alonso, con el AMR25, el domingo en Spa.

Alonso, con el AMR25, el domingo en Spa.EFE

Inquieto por esos 90 minutos de tensión, Piastri no iba a demorarse ni uno más en arrebatar el liderato a Norris. Una maniobra, plena de decisión, iniciada en la subida por Eau Rouge y finiquitada, con suma pericia, antes de la frenada de Les Combes. De nada valdrían al británico las quejas sobre la entrega de potencia eléctrica. La pista se había secado tan deprisa que sólo el último sector, en la bajada hacia Pouhon, suponía un desafío para los favoritos.

Alonso y Sainz, sin opciones

El primero en quejarse sobre los neumáticos fue Leclerc, en dura pugna con Verstappen por la tercera plaza, así que en la vuelta 12, Hamilton y Alonso ya se atrevieron con las gomas de seco. El heptacampeón había recuperado cinco posiciones y se le notaba con la decisión de sus días de gloria. El asturiano, mientras, sólo podía con Lance Stroll para esquivar el farolillo rojo.

A Norris no le ajustaron a la primera la rueda delantera izquierda, aunque McLaren había decidido que aguantase con ese compuesto duro hasta llegar a la bandera de cuadros. La victoria se dilucidaría en esa elección, ya que Piastri había montado el medio. "Tú mismo decidirás si quieres otra parada", avisaron al líder por radio, cuando ya se quejaba de la degradación.

Ese desgaste mermaría las de por sí menguadas opciones de Alonso y Sainz, que volvieron a refrescar sus gomas en las vuelta 26 y 30, respectivamente. Aston Martin, sin velocidad en las rectas, se comportaba como el peor coche de la parrilla. Williams, al menos, funcionaba en las manos de Alex Albon, que incluso pudo contener durante muchos minutos a Hamilton. Ese sexto puesto final de su compañero supone otro severo revés para Sainz, a quien además enviaron un par de avisos por superar los límites de pista.