Un mural dedicado a Lamine Yamal, futbolista del FC Barcelona, y realizado a mediados de julio por el artista urbano TVBoy ha aparecido cubierto este lunes por una intervención que incorpora a los siete enanitos de Blancanieves.
La obra de TVBoy retrata a Lamine Yamal como un superhéroe, vestido como tal y con una 'L' en el pecho a modo de homenaje tanto por su mayoría de edad como por su meteórica carrera. Según parece, la modificación ha sido realizada por Shredder, otro artista urbano que dejó su firma en la obra de TVBoy.
El Barça cerró la gira asiática con otra goleada. El Daegu, el último rival en Corea del Sur antes de emprender el viaje de vuelta a Barcelona, encajó un contundente 0-5 en un partido en el que Lamine Yamal volvió a hacer de las suyas a lo largo de los primeros 45 minutos, pero se quedó en esta ocasión sin el premio del gol. Los encargados de castigar la meta rival, en este caso, fueron Robert Lewandowski y un Gavi que marcó a pares, en los primeros 45 minutos, mientras que el canterano Toni Fernández y Marcus Rashford, con su primer gol como barcelonista, redondearon la manita en la segunda parte.
Los azulgrana, con Joan García, Balde, Raphinha y Lamine Yamal repitiendo otra vez como titulares, se vieron sorprendidos en los primeros compases del duelo por la garra del Daegu, pero empezaron también a resarcirse muy pronto por medio de las diabluras que su nuevo 10, a pesar de su juventud, es capaz de hacer desde el ala derecha del ataque. El de Rocafonda firmó la mayoría de las acciones de peligro de los barcelonistas, con jugadas que provocaban expresiones de admiración desde la grada, pero se quedó esta vez sin ver puerta. No así Gavi, encargado de abrir el marcador, cómo no a pase de Lamine, con un tiro desde fuera del área, y de anotar el 3-0 con el que el duelo se fue al descanso, con un toque sutil, tras una buena asistencia de Koundé, ni Lewandowski. El polaco, en este caso, marcó el 2-0 tras aprovechar la asistencia de un Gerard Martín perfectamente incorporado al ataque por la banda, pese a partir como central, habilitado en este caso por un medido pase de Raphinha.
En la reanudación, con el consabido carrusel de cambios, el juego de los azulgrana no se resintió demasiado. Y, de hecho, tampoco tardaron demasiado en poner más de tierra de por medio. Toni Fernández, tras asistencia de Dani Olmo, se encargó de materializar el 0-4 antes de que se cumplieran los primeros diez minutos de la segunda parte. Y Marcus Rashford, algo más de diez minutos después, marcó su primer tanto como barcelonista para poner el 0-5 en el luminoso. Los de Flick, por supuesto, siguieron dominando el partido y, si no lograron aumentar aún más las distancias, fue en gran parte gracias a las buenas intervenciones bajo los palos de Tae-Hee Han, relevo bajo los palos de Oh Seung-hun. Lo peor para los azulgrana, en este caso, fue la lesión de Pau Cubarsí, quien indicó que había notado una rotura fibrilar antes de coger el camino de los vestuarios antes de tiempo. Su presencia ante el Como, el próximo domingo, en un tradicional trofeo Joan Gamper que será a su vez el último amistoso de la pretemporada, ahora mismo, parece bastante más que dudosa.
El informe jurídico encargado por el Ayuntamiento de Vigo para analizar el amaño de la sedes del Mundial 2030 concluye que "se vulneró el principio de objetividad" en el proceso que dejó fuera a la ciudad gallega y exige a la FIFA la inclusión de Vigo en sustitución de Málaga, que acaba de presentar su renuncia.
El escándalo desembocó en la dimisión de la máxima responsable de la candidatura mundialista, María Tato, tras acreditarse que alteró las valoraciones a espaldas del resto de integrantes de su equipo.
Eso sí, este informe desaconseja acudir a la vía penal porque eso puede ralentizar las pretensiones de Vigo de ser sede mundialista y, en su lugar, propone instar a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) a que reclame a la FIFA que Vigo sustituya a Málaga tras la renuncia de esta ciudad como sede.
"Debe priorizarse el clima de colaboración y diálogo institucional", zanja el dictamen al que el alcalde Abel Caballero trasladó la decisión de judicializar el caso.
De ahí que aconseje también la remisión de una carta al presidente de la FIFA para solicitarle de forma directa la inclusión de Vigo tras los "extraños hechos" que llevaron a la alteración de las puntuaciones y la referida renuncia de la ciudad andaluza.
La voz de alarma fue transmitida por Charles Leclerc, con un enigmático mensaje a sus ingenieros. "Puedo sentir en el coche lo que hablamos antes de la carrera. Tenemos que hablar de esas cosas antes de hacerlas", lanzó el monegasco, con la necesaria dosis de misterio. Por entonces ya sabía que sus opciones de victoria se habían esfumado en Hungaroring. De nada le valió su pole, ni sus fantásticas 40 primeras vueltas, porque el SF25 se desinfló sin remedio.
Nada más cruzar la meta, a 42 segundos de Lando Norris y a 20 de George Russell, que le había privado del tercer escalón del podio, Leclerc no pronunció una sola palabra a través de la radio. Acababa de perder un punto en su licencia y de recibir una sanción de cinco segundos por una peligrosa maniobra defensiva frente a Russell. Su frustración aumentó al contemplar por los monitores de la zona mixta la ceremonia del podio.
Unos minutos después Il Predestinato sí se sinceró ante los micrófonos. "Estoy muy decepcionado. No saco nada positivo del fin de semana. Cuando tenemos una oportunidad al año de ganar una carrera, tenemos que aprovecharla. Y hoy no lo hemos hecho", relató. Lo que aún permanecía envuelto en la bruma era la verdadera causa de su desfallecimiento.
"Un problema con el chasis"
Las primeras informaciones apuntaban a un desajuste en el alerón delantero, producido durante el pit-stop. "No tenía toda la información del coche. Ahora sí la tengo y todo se debió a un problema con el chasis a partir de la vuelta 40. Desde entonces fui un pasajero y no pude hacer nada", evaluó.
No obstante, este diagnóstico difería del ofrecido por Fred Vasséur. "Tenemos que investigarlo, aunque probablemente se debió a la presión de los neumáticos", adelantó el team principal de Ferrari. Un simple vistazo a la tabla de tiempos bastaba para comprobar que el SF25 rodó más lento durante el último stint, con menor carga de combustible, que en el segundo. Según el ex jefe de Sauber, la pérdida se concretó en dos segundos por vuelta.
Antes que Vasseur, Russell ya había adelantado ante la prensa que el desplome de Leclerc se debió a unas anomalías en la plancha de madera situada en el suelo del monoplaza, que obligó a los mecánicos de Ferrari a aumentar la presión de las gomas para levantar el coche y evitar un excesivo desgaste. Hay que recordar que durante el GP de China el coche de Lewis Hamilton fue descalificado por una anomalía en la citada pieza que roza con el asfalto.
Leclerc, al frente de la carrera, durante la primera vuelta en Hungaroring.EFE
Casi cinco meses después de aquel fin de semana en Shanghai, donde obtuvo la victoria en la sprint race, el heptacampeón sufrió otro severo revés en Hungaroring. Su decimosegunda plaza en la meta representa su peor resultado tras 19 participaciones. Por si no bastase el escarnio, Sir Lewis fue doblado por Norris. Desde el GP de Emilia Romagna 2022, el genio de Stevenage siempre había terminado en la misma vuelta del líder.
Tras tomar la salida con un juego de duros, tuvo que ceder la posición frente a Carlos Sainz y Andrea Kimi Antonelli. A partir de ese momento deambuló por tierra de nadie hasta completar su única parada en la vuelta 42. Con las gomas nuevas sólo pudo superar a Oliver Bearman, el único de la parrilla obligado a la retirada, Sainz, Pierre Gasly y Esteban Ocon. Otro paupérrimo bagaje para alguien que acumula ocho victorias en este sinuoso trazado, donde nunca había caído por debajo del top-6.
A la hora de cumplir con sus obligaciones ante la prensa, Hamilton optó por un perfil muy bajo. "Sinceramente nunca me he sentido frustrado a lo largo de la carrera, pero no pude haber hecho mucho más", admitió en los micrófonos de Sky F1.
"Aún me encanta correr"
En el momento en que le pidieron más explicaciones sobre sus palabras del sábado, cuando dijo sentirse un "inútil" y sugirió que Ferrari debería "cambiar de piloto", el británico volvió a mostrar un tono más bien depresivo. "Cuando tienes un presentimiento, lo tienes. Hay muchas cosas entre bastidores que no son muy buenas", concedió. Al preguntarle si había perdido su amor por las carreras, negó con rotundidad. "No, no. Aún me encanta correr".
Por supuesto, el domingo iba a cerrarse con otro susto para Hamilton, que vio demasiado de cerca el Red Bull de Max Verstappen. Pero ni siquiera la peligrosa maniobra del holandés pareció sacar de su letargo a Sir Lewis. "Si te soy sincero no recuerdo demasiado bien lo que ocurrió. Simplemente le vi en le último momento e intenté evitar el accidente", expresó. Tras algunos monosílabos más, el 44 acabaría confesando lo que verdaderamente rondaba por su cabeza. "Igual que ayer, me alegro de que todo haya terminado. Tengo muchas ganas de irme".
Son las 20:34 del domingo 3 de agosto de 2025. Estamos en Tarragona, en el Campeonato de España de atletismo. Y Jordan Alejandro Díaz Fortun arranca a correr por el pasillo del triple salto. Hace 359 días que falta de esa delgada franja de tartán rojizo que desemboca en un foso de arena. La última vez que la recorrió al galope fue el 9 de agosto de 2024, en los Juegos Olímpicos de París, y la arena del foso se transformó en polvo de oro.
Nadie sabe exactamente cómo se encuentra de forma. Parece que bien porque en su primer salto se plantó en 17,16, una buena marca dadas las circunstancias. Con la victoria asegurada, ya no saltó más. Dijo que ha pasado mucho tiempo desde su última competición y que se notó raro, aunque no mal. En fin, parece que imperó la cautela sobre cualquier otro sentimiento. Sea como fuere, bienvenido.
En la última prueba individual de la jornada, los 110 metros vallas, estuvo a punto de producirse un milagro. Quique Llopis corrió en 12.98. Un registro de máximo nivel internacional y por debajo del récord de España de Orlando Ortega (13.04). Pero, ¡ay!, el viento soplaba a favor con una fuerza de 2,3 metros por segundo. Sólo un poco más intensamente que los 2 metros permitidos. Pero la forma de Llopis llama a la ilusión a un futuro inmediato.
Los 800 metros femeninos, una prueba que ha explotado esta temporada, vio la victoria de Rocío Arroyo (2:01.02). Los masculinos resultaron un espectáculo monocolor a cargo de Mohamed Attaoui. En contra de su costumbre, y en vista de que nadie tomaba la iniciativa, se puso rápidamente en cabeza. Bien, algo un poco extraño, pero dentro de una cierta normalidad, según el desarrollo de la carrera.
Lo que ya no fue normal es que, en la contrarrecta, quizás aburrido, quizás impaciente, quizás experimental, aceleró como si lo persiguieran los demonios. Pero no lo perseguía nadie. Todos, sorprendidos hasta la parálisis por la violencia del ataque, no reaccionaron. Attaoui, pequeño, cabeza baja, con una altísima frecuencia a molinillo, volaba como si fuera a motor.
"La Moto" García, gripado, resignado, ya sólo pensó en el segundo puesto. Lo consiguió frente a Barroso. La lucha estaba por detrás. Attaoui, con media recta de ventaja, se relajó, saludó al atónito y maravillado respetable y terminó andando en un anecdótico 1:46.23. Está en una forma deslumbrante.
Jaël Bestué, también en una condición descollante, se llevó en soledad los 200 con 22.46. Por la mañana, y como es de rigor en un Campeonato, dos carreras muy tácticas de 1.500, la prueba fetiche del atletismo español, habían arrojado las victorias de Esther Guerrero y Adrián Ben, ambos provenientes hasta no hace mucho de la distancia inferior, los 800 metros. Guerrero, muy experimentada a sus 35 años, consciente de su peor velocidad final frente a Marta Pérez y Águeda Marqués, se entregó, a falta de 400 metros, anunciado a los 500, a un duro, progresivo y sostenido ataque que les limó las uñas. No pudieron atraparla. Ganó claramente (4:12.54) por delante de Marta (4:14.15) y Águeda (4:14.58). Las tres estarán en el Mundial de Tokio.
Ben, 27 años este lunes, siempre confiado en su "rush" final, y casi siempre un gran estratega, aguantó el ataque de Javier Mirón 200 metros antes de la meta. Lo rebasó en la curva y se fue hacia la victoria (3:41.26) oyendo a su espalda la jadeante respiración de Carlos Sáez (3:41.35) y Pol Oriach. Ben tiene la mínima World Athletics y, además, es el campeón. Irá a Tokio. Seguramente también Sáez y Oriach. Ignacio Fontes, decepcionante, parece fuera.
Hay partidos que duelen, que se sufren, que se lloran y que no se olvidan. El domingo Oporto y Atlético jugaron uno de ellos. Fue un amistoso de pretemporada, no una final que termina con lágrimas en el césped del ganador, de alegría, y del perdedor, de tristeza. Ganaron los lusos. Fue el homenaje a los hermanos Silva, dos jóvenes que perdieron la vida antes de tiempo en un accidente que conmocionó al mundo del fútbol. Diogo Jota jugó en ambos equipos y ambos quisieron recordarle en Do Dragao con un minuto de silencio que atronó en la ciudad portuguesa.
A su lado, el aplauso posterior impactó menos en el sentir del público luso. En el que se notó la emoción por la muerte de dos compatriotas suyos muy queridos. Dos hermanos que se criaron a apenas unos kilómetros del estadio de los dragones. En el 20, el número de dorsal de Jota, una nueva ovación que pareció detener el juego. André Vilasboas, máximo mandatario blanquiazul, visiblemente emocionado durante todas las muestras de cariño. Simeone, serio, miraba al cielo mientras aplaudía las imágenes que proyectaron los videomarcadores de acciones de Jota con la camiseta del Oporto.
Dos leyendas también de ambos equipos fueron las encargadas del saque de honor de esta marcada cita. Paolo Futre y un Radamel Falcao, con una figura con la que encajaría con cualquiera de las dos zamarras, saltaron al césped en un pasillo formado por los jugadores mezclados de las dos plantillas. Corrió el balón y comenzó la pretemporada del Atlético de Madrid de los ocho fichajes.
Primer partido de los rojiblancos tras el fracaso en el Mundial de clubes. Como el que, por otra parte, también sufrió el Oporto así que se puede hablar de duelo de redención de ambos. Los de Simeone quisieron olvidar la cita con una presión asfixiante de inicio que se fue diluyendo con el paso de los minutos y con las, cada vez más peligrosas, salidas del Oporto con el balón controlado.
Tienen los portugueses dos peloteros en medio complicados de detectar. Uno de ellos es Gabri Veiga, el emigrado a Arabia que dejó el oro para intentar volver a tocar la gloria. Es el gallego un jugador diferente y uno lamenta que haya querido privar al fútbol europeo de su talento durante dos temporadas. Su juego entre líneas, pases y regates fueron diferenciales y siempre generaron peligro. El otro es el jovencísimo Froholdt, una danés con tranco elegante que resultó imparable en carrera.
Del cielo del homenaje a los hermanos Silva pareció bajar el ángel Jan Oblak. La temporada pasada, coronada con un nuevo zamora para liderar solo el olimpo con seis entorchados, fue la de la recuperación del esloveno como guardameta diferencial. El Atlético se debió a sus manos en la primera mitad con apariciones inspiradísimas a Borja Sainz tras una jugada individual y un mano a mano de Pepe tras cesión del centrocampista danés del Oporto.
Sin embargo, cuando estaban a punto de expirar los primeros 45 minutos, Froholdt encontró una grieta en la defensa rojiblanca. Lo hizo con una sencilla pared en el borde del área y con una incursión velocísima y bien definida al segundo palo. Ni el ángel Oblak pudo detener al diablo nórdico. Tocaría remar en la segunda parte y, sobre todo, mejorar puesto que en la primera no aparecieron ni los viejos ni los nuevos. Poco de Baena y sólo se salvó un disparo de Julián Álvarez que Costa y el larguero evitaron que se convirtiera en gol por milímetros.
Segunda parte para olvidar
Los portugueses casi duplican su ventaja al inicio de la segunda parte, pero Pepe, de nuevo, marró su oportunidad y Samu haría lo propio en la jugada posterior. Tras el susto, el Atlético se puso el mono de trabajo para dominar el juego con un once renovado desde la portería. El partido afeó o por cansancio o por falta de automatismos y sólo lucieron destellos como el de Mora que se fue por poco.
Poco más en un duelo en el que no pasará a la historia por el fútbol sino por las lágrimas de homenaje a los hermanos Silva. Do Dragao despidió a Diogo Jota y a su hermano André con unavictoria si es que eso fuera importante un día como el domingo.
Tiene siete títulos mundiales, 105 victorias, 104 poles, 202 podios y, sin embargo, el sábado se autodefinió como un inútil, un piloto inservible que debería ser reemplazado por Ferrari. Llevo 20 años en la F1 y reconozco que jamás en la vida había oído una autocrítica tan salvaje. Tan injusta. Sea como sea, lo que dijo Lewis Hamilton es lo que siente. No es postureo barato, ni ganas de llamar la atención. Lo que sentía el piloto de Ferrari el sábado es lo mismo que sintió el domingo y lo que ha sentido muchas otras veces esta temporada en las que lo único que quería era desaparecer, meterse en un agujero muy profundo donde nadie pudiera encontrarle y meditar.
Desafortunadamente para Lewis, la normativa de la F1 obliga a hablar después de las carreras. Delante de tantas cámaras no hay donde esconderse. Quizá el único chaleco antibalas sea contestar con monosílabos, fustigarse públicamente para que la misericordia de los periodistas les invite a no seguir preguntando.
De todos los escenarios posibles en el matrimonio Hamilton-Ferrari, este es el peor. Una vez terminada la efervescencia del anuncio, la poderosa reacción de las redes sociales al fichaje, la emotiva presentación del proyecto con la foto de Lewis con abrigo y traje clásico de corte italiano en Fiorano, llegó la hora de la autodestrucción. El británico está perdido, incómodo e infeliz. Quizá no sea nada nuevo, porque los problemas de Hamilton no comenzaron al vestirse de rojo.
Las dificultades arrancaron en 2022 con la llegada de una nueva normativa técnica y la reaparición de los coches de efecto suelo. Por alguna razón, quizá por la característica forma de conducir de Lewis, no se entiende con estos monoplazas. El mejor clasificador de la historia, al menos numéricamente, fue incapaz de incomodar a George Russell en 2024, cuando sus duelos de los sábados acabaron con un contundente 19-5. Un año antes, el pulso terminó en tablas y sólo en el primer año de Russell en Mercedes, el campeón fue capaz de derrotarle con un modesto 13-8. El cambio a Ferrari parecía una liberación, pero ha resultado todo lo contrario.
En Ferrari hay más presión y todo se amplifica. Hamilton sufrió para adaptarse a un coche nuevo, a un motor nuevo para él y a una estructura muy diferente de las que había conocido. Si le sumamos la presencia de un compañero fuerte con grandes apoyos dentro del equipo, te encuentras con una fotografía en la que Lewis está lejos de ser feliz. Y las preguntas se agolpan. En la cabeza de los tifosi, en la dirección de Ferrari y en el propio Hamilton. ¿Dónde está la solución? ¿Fue un error el fichaje? ¿Cómo puedo volver a ser el de antes? ¿Qué hago aquí? ¿Merece la pena este sufrimiento? ¿Será 2026 y su nueva normativa y una historia diferente?
Mirar hacia delante. Esa es la única salida del británico. Soñar con que los coches de 2026 se adapten mejor a su forma de pilotar y que él pueda ser capaz de marcar la dirección de desarrollo de un coche que pueda estar pensado para él. Sin embargo, la opción de que se le cruce un cable este invierno y decida marcharse es algo que yo no descartaría. Si hay alguien capaz de tomar una decisión así es Lewis. Lo hizo su excompañero Nico Rosberg en 2016 porque no estaba dispuesto a seguir sufriendo. ¿Está dispuesto a seguir sufriendo Hamilton?
Si sigue con la esperanza de 2026 y las cosas no cambian, el año puede ser muy largo y el ruido en el paddock, muy alto. Con Max Verstappen comprometido contractual y públicamente con Red Bull para 2026, la pelota pasa a 2027. Max mirará, estudiará las opciones y si Red Bull no funciona cambiará de aires. Quizá Mercedes no sea la única oferta. Quizá Ferrari se sienta tentado de olvidar el sueño del octavo título con Lewis para buscar el quinto con el holandés insaciable.
Para que Ferrari no sienta esta tentación, Lewis, que termina contrato a finales de 2026, tendrá que volver a mostrar su mejor versión. No sé si es posible. Hace tiempo que no veo en sus ojos el hambre y la ambición del pasado. Quizá tenga ahora cosas más importantes en la cabeza que la F1 o proyectos que le llenen más y le hagan más feliz. Sea como sea, le vendrá bien el parón veraniego para, como él mismo ha dicho, pasear con Roscoe, jugar al Monopoly con su familia, escuchar las risas de los niños y soltar unas cuantas lágrimas. A veces llorar viene bien.
Nada más cruzar quinto la línea de meta en Hungaroring, su mejor posición del año, Fernando Alonso envió un mensaje a sus ingenieros que más bien parecía una súplica: «Ahora necesitamos cuatro o cinco carreras como esta». Por segunda vez en la temporada, gracias al séptimo puesto del imprevisible Lance Stroll, Aston Martin había puntuado con sus dos coches. Una semana después de la debacle en Spa, el equipo de Silverstone lograba encabezar la zona media de la tabla, su objetivo de mínimos para 2025. Los mecánicos recogían los bártulos, ávidos ya de vacaciones, en un clima de moderado entusiasmo, pero Alonso sólo pensaba ya en el GP de Holanda. El próximo 31 de agosto Aston Martin debe confirmar lo apuntado ayer en Hungría.
«Estas dos semanas han sido de montaña rusa. En Spa salimos últimos, con la cabeza un poco baja y preocupados para el resto del año. Aquí salimos con la sensación opuesta, con optimismo», valoró ayer el asturiano. La penosa qualy del GP de Bélgica, con sus dos coches copando la última fila de la parrilla, hizo tocar fondo a Aston Martin, pero en tres días sus ingenieros dieron al fin con la tecla. Los ajustes aerodinámicos, sumados a las peculiaridades del trazado magiar hicieron del AMR25 un monoplaza competitivo.
De hecho, en cuanto a ritmo de carrera fue el quinto coche, con un crono promedio de 1:22.128 por vuelta, apenas 63 milésimas más lento que Red Bull. Aunque ese dato resulte meramente orientativo, ya que en el Hungaroring predomina la estrategia sobre el puro rendimiento, sí calibra la mejora. Por razones obvias, el paso adelante del AMR25 en una pista tan sinuosa se ceñía a la aerodinámica.
Imola y Silverstone
Antes de tomar la salida, el propio Alonso lo había explicado con tono pedagógico. «Es la primera carrera en la que usamos correctamente el alerón delantero y eso nos otorga ese extra en las curvas, tan importante aquí», analizó, enumerando cada paso de los tres últimos meses. A mediados de mayo, en el GP de Emilia Romagna, estrenaron paquete aerodinámico; seis semanas más tarde, durante el GP de Gran Bretaña, llegaría el nuevo suelo; tras las probaturas del GP de Bélgica, el ala delantera completó el círculo. «Las tres actualizaciones cumplen nuestras expectativas. Esto es muy alentador para nuestro proyecto de 2026», subrayó, en relación al monoplaza sobre el que ya trabaja Adrian Newey.
Ayer, Alonso supo optimizar los recursos, especialmente durante su primer relevo. Fueron 39 vueltas con el neumático medio en las que mantuvo el tipo frente a Gabriel Bortoleto y Max Verstappen. Cuando el rookie brasileño, su pupilo en la FA14 Management, quiso incordiar en las últimas vueltas, el bicampeón replicó con fiereza, incrementando el ritmo. Mucho más difícil resultaría el domingo para Mad Max, al volante de un RB25 sin agarre en las zonas lentas. El gran tirano de las últimas temporadas terminó a 72 segundos de Lando Norris. Al menos logró acabar la carrera en la misma vuelta del ganador. Lewis Hamilton no pudo decir lo mismo.
«No ha sido tan fácil como parecía, porque había que gestionar el tráfico y teníamos a Verstappen merodeando, pero todo el mundo ha estado donde debía», valoró Mike Krack, director de operaciones en pista de Aston Martin. Con estos 16 puntos, su equipo ocupa la sexta plaza del Mundial, con uno más que Sauber. Un logro insuficiente, pero que debería servir como rampa de lanzamiento de cara a la segunda mitad de Mundial. «Hay que luchar hasta el final. No nos conformamos, no nos rendimos. Hoy lo hemos demostrado, así que es un buen momento para celebrar», finalizó el luxemburgués.
Alonso, en el garaje de Aston Martin en Hungría.ASTON MARTIN
Salvar el tipo en las 10 carreras que restan se antoja imprescindible para Aston Martin. No sólo por una cuestión de decoro, sino porque cualquier paso adelante a nivel operativo será muy provechoso para el Mundial 2026. Aston Martin necesita gestionar cada fin de semana como lo ha hecho en Hungría. Sin errores de cálculo en la qualy, con un firme timón en la estrategia de carrera y con diligencia en los pit-stops, uno de sus puntos flacos a lo largo del año.
A sus 44 años, Alonso conoce de sobra el camino, aunque sea escarpado. El viernes no pudo tomar el volante, víctima de unas molestias en la espalda, y ayer sumó 10 puntos, con los que supera en la tabla a Stroll por primera vez en 2025. Su ambición nunca desfallece.
La nueva reina de Francia exhibe en la vitrina de su casa un tesoro incomparable: dos adoquines del Infierno del Norte. Pauline Ferrand-Prévot (Reims, 10 de febrero de 1992) cautiva por su ambición y asombrosa versatilidad. Nadie en la historia ha dominado como ella en todas las especialidades ciclistas, suma 12 títulos mundiales en carretera, mountain bike, ciclocross y gravel y un oro en los Juegos Olímpicos de París. Un palmarés que este domingo adornó con la apoteósica conquista de su primer Tour de Francia.
Ella enorgullece a un país que sumaba 35 años sin conocer la victoria en la Grande Boucle femenina, la última triunfadora fue Catherine Marsal, en 1990. La sequía masculina alcanza los 40 años, con Bernard Hinault en e 1985.
Este domingo, Pauline ascendió al primer peldaño del podio de forma majestuosa, tras imponerse con el maillot amarillo en la jornada de clausura tras un ataque en los últimos kilómetros en la llegada Chátel. Monumental triunfo ante la aclamación de un público entregado. Entre sus incondicionales sobresale el neerlandés Dylan Van Baarle, su pareja. Él también tiene 33 años y es ciclista. Ambos comparten equipo, el Visma de Jonas Vingegaard. Todo queda en casa. Pauline es una corredora muy polivalente. Dylan es un rodador de primer nivel, en 2022 ganó la París-Roubaix, la misma prueba que este año se anotó Pauline. Ninguna pareja de la historia cuenta en su casa con dos trofeos de la clásica más tremenda. «Ya puedo presumir de tener en casa dos joyas de Roubaix», dijo en la pasada primavera la campeona francesa, que convive con Van Baarle después de romper, en 2021, su relación con Julien Absalon, que también ejercía de mánager.
Pauline y Dylan forman un tándem envidiado. Ambos han participado en varias pruebas mixtas y casi siempre con resultados exitosos. En la Karcher Duo Extreme de Curaçao de 2023 ganaron con media hora de ventaja respecto a los segundos clasificados. Siempre que pueden comparten entrenamientos, como también hacen Tadej Pogacar y su novia, Urska Zigart. Las parejas de moda en esta nueva edad de oro del ciclismo.
Ferrand-Prévot se adjudicó el Tour de Francia tras imponer su fortaleza en la alta montaña. La clave estuvo en la victoria del pasado sábado en la cima de la Madeleine, culminación de la etapa reina. En el ascenso al emblemático puerto, atacó a falta de 11 kilómetros y en la meta superó en un minuto y 45 segundos a Sarah Gigante, en 3:03 a Demi Vollering y en 3:26 a Katarzyna Niewiadoma. Una renta que le otorgó el liderato con una ventaja de 2:37 minutos. Una renta que amplió en la dura jornada de este domingo, con cuatro puertos y final en la subida a Chatel, tras previo paso por el alto de Joux Plane. En el tramo final saltó para desprenderse de sus rivales y llegó a la cima con 20 segundos de adelanto sobre Vollering.
«Estoy increíblemente feliz con esto. Desde que decidí volver a las carreteras, mi objetivo era participar en el Tour de Francia Femenino y ganarlo algún día. Esta victoria es la prueba de que tomé la decisión correcta», dijo ayer Ferrand-Prévot, que en 2015 se convirtió en la primera ciclista en poseer simultáneamente los títulos de campeona mundial en ciclismo de ruta, de montaña y de ciclocross. Este año fue segunda en Flandes y tercera en la Strade Bianche. Un curso fantástico en pruebas de carretera tras permanecer alejada de esta especialidad durante siete años para volcarse en la mountain bike, en la que ha sido campeona en las especialidades de maratón (dos veces), clásica (cinco) y corta (dos). Pauline, la ciclista total.
El orden de factores no altera la fórmula ganadora de McLaren, que en Hungaroring repartió esfuerzos para acabar con la resistencia de Ferrari. Ganó Lando Norris por delante de Oscar Piastri, mientras Charles Leclerc, autor de la pole, debió ceder la tercera plaza del podio a George Russell. Movió sus bazas el equipo de Woking para satisfacción de un Norris favorecido por los hados. El británico reduce a nueve puntos su diferencia con Piastri, que pudo tirar todos los esfuerzos por el desagüe con un intento casi suicida en la penúltima vuelta.
Ese movimiento del australiano por el interior sólo anticipa lo que vendrá tras las vacaciones: un apasionante mano a mano color papaya. Max Verstappen, noveno a 72 segundos, fue el último piloto no doblado por Norris. El tetracampeón ha quedado fuera de juego, así que todas las atenciones se centrarán en los dos jóvenes aspirantes. Entre ambos suman 49 años, sólo cino más que Fernando Alonso. El asturiano, quinto en la parrilla, se las ingenió para mantener su posición, la mejor del año. Su stint inicial de 39 vueltas con el medio resultó crucial.
De los despistes de Norris en la salida había quedado sobrado constancia durante todo el año, así que Russell y Alonso aprovecharon las facilidades para degradar al británico a la quinta plaza. Al final de la segunda vuelta, Norris impuso la fortaleza del MCL39 a final de recta. Por entonces, el triunfo se antojaba una simple quimera.
32ºC y cielo encapotado
En la vuelta 18, McLaren tomó la iniciativa con Piastri, en busca del undercut para acceder al liderato. De inmediato reaccionó Ferrari, cumpliendo con prestancia y sin nervios en el pit-stop (2,0 segundos). De este modo, Norris asumía la cabeza, consciente de que McLaren había elegido para él una estrategia de parada única.
No hubo rastro de la anunciada lluvia, sino 32ºC sobre el asfalto y un cielo encapotado, sin esas rachas de viento que tanto habían incomodado el sábado a McLaren. Todas estas condiciones debían favorecer a Aston Martin, que al fin había encontrado un impulso extra en las curvas gracias a su alerón delantero. Una actualización esencial en Hungaroring, que se sumaba al paquete aerodinámico estrenado en Imola y el suelo que montaron en Silverstone.
El AMR25 había mostrado un gran equilibrio en los tres sectores de la pista, acercándose incluso a Ferrari, aunque un poco más lento en los virajes rápidos. La batalla en Budapest se antojaba de largo aliento, por lo que la prioridad para el equipo de Silverstone fue rodar en aire limpio. Ese plan a una sola parada para Alonso se vio reforzado al ver cómo los rivales que optaban por el doble paso por boxes se veían frenados por el tráfico cuando regresaban a pista.
Alonso, por delante de Bortoleto, el domingo en Hungaroring.EFE
El más ilustre e iracundo era Verstappen, que clamaba contra la decisión de Red Bull por meterle en esa procesión. El holandés ni siquiera baja la guardia en los días grises, por lo que adelantó a Lewis Hamilton con una maniobra en la curva 4 que más pareció un directo a la mandíbula. La FIA anunció que investigaría el incidente tras la bandera a cuadros.
Tampoco resultó precisamente sutil el adelantamiento de Russell a Alonso en la curva 1, cuando el británico exprimía todo el potencial de su monoplaza. Ni siquiera con el DRS podía engancharse Fernando al ritmo del Mercedes. Debía limitarse a contener a Gabriel Bortoleto, su discípulo en Sauber y al propio Verstappen. Aunque el tetracampeón se perfilaba como una amenaza real, sus opciones se disolvieron en la vuelta 49, cuando Red Bull volvió a convocarle para el pit-stop.
En la vuelta 41, Ferrari se había curado en salud con Leclerc, antes de que McLaren moviese pieza con Piastri. El monegasco se reincorporó cuarto, a siete segundos del liderato, aunque con unas gomas 10 vueltas más frescas. Cumplidos cinco giros más, McLaren hizo lo propio con Piastri. Parecía un suicidio, pero tenía sentido.
Sainz, decimocuarto
"Será un milagro si terminamos en el podio", clamó Leclerc con tono quejumbroso. En la vuelta 51, Piastri se zafó del Ferrari con asombrosa comodidad entre la curvas 1 y 2. En ese momento veía el liderato de Norris a ocho segundos, aunque contaba con gomas mucho más jóvenes. Aún manejaba legítimas aspiraciones de victoria. Las mismas que Russell con el podio, aunque sólo uno cumpliría su objetivo.
A ocho vueltas para el final, el líder de Mercedes se lanzó a degüello a final de recta. Encontró una vía por el interior, mientras Leclerc parecía un gato panza arriba. Su defensa a la desesperada mereció una penalización de cinco segundos.
También hubo 10 segundos de castigo para Pierre Gasly por un feo movimiento frente a Carlos Sainz en el tramo final. El madrileño volvió a arrastrar sus penas en Budapest, pese a una prometedora salida con los neumáticos blandos, con los que pudo desembarazarse de Hamilton. No había mucho más que sacar del Williams, ni siquiera intentando sorprender a la contra, con una parada en la vuelta 16. Cuando cumplió el segundo pit-stop, sólo rodaba por delante de Franco Colapinto. La decimocuarta plaza en la meta sólo debe interpretarse como un alivio porque su compañero Alex Albon finalizó dos por detrás.